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Daniel Gonzalez Lagier. Quastio Facti. Ensayos sobre la prueba, cauSalidad y accién. Palestra/Themis. Lima.Bogota, 2005. Capitulo IM SOBRE EL CONCEPTO DE CAUSA (A PROPOSITO DE UN CASO).’ 1. Introduccién Se ha dicho que quien no conoce la historia de la filosofia esta condenado a repetirla. Esta frase, que puede parecer algo presuntuosa, tiene sin embargo bastante de verdad. En el caso del Derecho —y no es un caso aislado- no es dificil encontrar discusiones y problemas que han desembocado en soluciones ya sugeridas con anterioridad por la filosofia. Si esto es asi, mantener una mentalidad abierta hacia las aportaciones de otras ramas del conocimiento nos puede ahorrar bastantes esfuerzos. Me parece que esto es lo que sucede a propésito del concepto de causa y de relacién causal. 1 Publicado anteriormente en Poder Judicial, Madrid, nim. 33. 109 Danie. Gonz LAGIER El concepto de causa y el estudio de la naturaleza de las relaciones causales es importante para el Derecho porque éste se encuentra, en no pocas ocasiones, con la necesidad de atri- buir efectos causales a determinadas acciones, a sucesos producidos por acciones 0 incluso a hechos que no son el re- sultado de acciones. Uno de estos casos, controvertido y muy discutido por la doctrina penal, ha sido el conocido como el «caso del sindrome t6xico» 0 «caso de la colza». En los primeros dias de mayo de 1981 fue descubierto un brote epidémico que se extendié desde Torrején de Ardoz y otros lugares de Madrid a Castilla-Leén, Castilla-La Man- cha, Orense y Cantabria. Hacia el 21 de mayo el Ministerio de Sanidad informaba de que se habja hallado en los afecta- dos lesiones correspondientes a una nueva «neumonia intersticial» y que se contaba con datos que hacian pensar en la transmisién de la enfermedad por via respiratoria. Se llegé a pensar que el origen de la enfermedad podia deberse a un accidente relacionado con armas bacterioldgicas en la base militar norteamericana de Torrején de Ardoz, aunque tam- bién se barajaba la hipétesis de una intoxicacién alimenticia, Al parecer, se trataba de una enfermedad nueva que combi- naba sintomas y signos patolégicos de una manera «muy original». «Realizados trabajos epidemiolégicos ¢ interrelacio- nados con otros clinicos, anatomopatolégicos, toxicolégicos y quimicos, empez6 a mantenerse, a principios de junio, que la enfermedad estaba asociada a la ingestién de aceites sin mar- ca, y se mudé la denominaci6n de neumonia atipica por la de sindrome téxico. Logro alcanzado pese a lo insdlito de la emer- gencia y a la ocultacién del desvio industria~consumo de boca por los conscientes protagonistas de la maniobra»?, 2. Sentencia 48/1989 de la Sala Segunda de la Audiencia Nacional SOBRE EL, CONCEPTO DE CAUSA (A PROPOSITG DE UN CASO) La Sala Segunda del Tribunal Supremo, en sentencia de 23 de abril de 1992, dio por probada la existencia de una relacién de causalidad entre la distrifucién del aceite de colza con anilina al 2 por 100 y el sindrome téxico (resol- viendo en el mismo sentido que la sentencia de la Audiencia Nacional en primera instancia). La determinacién de este vinculo causal era uno de los ejes centrales del proceso, por lo que la defensa hizo de él el objeto de muchas de sus argu- mentaciones, con el fin, naturalmente, de negar la existencia de este vinculo. En su opinién, «ni concurren los requisitos para considerar causal la asociacién obtenida en esa investi- gacion, ni ésta, metodolégicamente, retine las condiciones que garanticen sea real la misma asociacién»’. Trataré de analizar algunos de los argumentos con los que se pretende sostener esta opini6n, utilizando para ello consideraciones acerca de la causalidad propuestas por varios filésofos, es- pecialmente Georg Henrik VON WRIGHT, a quien se debe una licida reflexién sobre el concepto de causa. Para ello, en el apartado 2 trataré de sistematizar los argumentos de la defensa, en el apartado 3 procuraré dar cuenta de algunos problemas de la filosofia de la ciencia para caracterizar la noci6n de «causa» y, por tltimo, en el apartado 4 sugeriré algunas conclusiones acerca de aquellos argumentos. Mi in- tencién es que al hilo del andlisis de los argumentos de la sentencia pueda perfilarse un concepto de causa y mostrar- se la dependencia de las cuestiones de prueba respecto de las cuestiones conceptuales. 3. Fundamento Juridico niéim. 2. 11 Dantet. GONZALEZ LAGIER 2. Los argumentos de la defen Creo que la siguiente es una sistematizaci6n adecuada de los principales argumentos con los que la defensa pretendié negar que se encuentra suficientemente probada la existen- cia de una relaci6n de causalidad entre la ingestién del aceite y el sindrome t6éxico (dejo de lado cuestiones de indole exclu- sivamente procesal, como la vinculacién del Tribunal al dictamen de los peritos, etc.)*: 1, Para sostener la existencia de una relacién de causali- dad entre dos fenémenos ha de quedar demostrada la existencia de una asociacién o vinculo entre los mismos, Sin embargo, 1) «no ha sido hallada ninguna molécula con significacién toxicolégica», por lo que no se conoce el mecanismo causal exacto por el que se pudiera haber pro- ducido la intoxicacién, y 2) la experimentacién con animales no ha dado resultados positivos. 2. «Una asociaci6n, por muy fuerte que sea, no supone causalidad». «Abundan mucho las asociaciones de dos fendémenos que viajan juntos, cuya asociacién es del 100 por 100, es intensisima, y no son causales», 3. En el proceso de investigaci6n se ha utilizado la difu- sién del aceite de una manera acomodada «para obtener los resultados apetecidos»; «ninguno de los estudios epi- demiolégicos que revelan alguna asociacién con el aceite pudo realizarse en condiciones de ciego» (por ejemplo, «todo el borrador ... est4 influenciado por el subjetivismo evaluador»), por lo que las muestras estaban orientadas 4. Todos estos argumentos se encuentran reproducidos en el Fundamen- to Juririco nam, 2 de la STS de 23 de abril de 1992, 112 SOMRE EL CONC tO DE CAUSA (A PROPOSITO DE UN CASO) de forma que «no eran capaces de detectar en estos casos otro tipo de cosas» y el procedimiento «ha de producir resultados acomodaticios al interés evaluador». 4. Los estudios son también defectuosos e incompletos en la medida en que 1) «no se hicieron en relacién a gru- pos familiares consumidores del accite, sino en relaci6n a personas individuales. Faltarfa, por lo tanto, una com- probacién de los casos en los que se ingirié el aceite y no se produjo la enfermedad», con lo que se hubiera podi- do demostrar la «ausencia total de asociacién a nivel individual». Por otro lado, 2) faltan ademas suficientes controles de «terceros factores», «entendiendo por tal el test cruzado que se realiza entre dos factores sospecho- sos de estar asociados con la enfermedad, cuando la asociacién con la misma aparece como significativa»; en este sentido «también han sido detectadas asociaciones con el mayor consumo de ensaladas, lo que permitiria pensar también en la posible etiologia de otros produc- tos horticolas». El argumento 1 trata de negar la existencia de una regu- laridad 0 coincidencia reiterada entre la ingestién de aceite de colza (C) y la enfermedad conocida como sindrome tox: co (S). El argumento 2 sostiene que, de quedar probada esta regularidad, ello no bastarfa para sostener que entre C y S exista una relacién de causalidad, ya que este tipo de rela- cién es mas fuerte qué Ia mera coincidencia reiterada. E] argumento 3 parece sugerir la posibilidad de que esta apa- rente asociacién entre C y S sea en realidad «artificial», ya que las investigaciones, al realizarse —aun inconscientemen- te— bajo la presuncién de que el aceite de colza era el agente téxico, incurrieron en una especie de circularidad o «tram- pa conceptual»; descartando de antemano otras posibles 113 Dante GonzALez LAGIE causas. E] argumento 4 denuncia la falta de comprobacién de los casos de individuos que consumieron aceite de colza y no enfermaron y de la posibilidad de otros factores de la enfermedad. 3. Tres concepciones de la causalidad. 3.1. La causalidad como casualidad o regularidad acciden- tal. Con el primero de los argumentos que he sefialado en el apartado anterior, la defensa pretendia negar la existencia de un vinculo causal entre C y S, arguyendo que no se habia probado suficientemente la existencia de una asociacion en- tre ambos fenémenos. En efecto, de una manera casi intuitiva puede afirmarse que el primer requisito para sostener que entre dos fenémenos existe una relacién de causalidad es que la ocurrencia de tales fenédmenos se dé asociada de for- ma regular o invariable’. Mas atin: De hecho, lo nico que percibimos en aquellos casos en que suponemos que existe una relacién de causalidad entre dos fenémenos es la regu- laridad con que éstos coinciden. Si hay algo mas, no lo percibimos: Imaginemos que tengo un objeto entre las ma- nos. Lo suelto y se cae. Repito esta operacién, siempre con el mismo resultado (lo que no sorprende a nadie). En todas estas operaciones, puedo observar que el objeto se aleja de 5. Utilizaré las expresiones «asociacién invariable. ta» y «regularidad universal» como sinénimos. ecegularidad a 114 SOBRE EL CONCEPTO DE CAUSA (A PROPOSITO DE UN CASO) mis dedos y que se cae después de thaberlo soltado. Pero lo que ni yo ni nadie podemos observar es que soltar el objeto no sélo precede sino también causa necesariamente la caida del objeto. No percibimos nada mas que la sucesi6n de estos dos fenémenos*. Lo mismo ocurre con acontecimientos mas complejos. Su- pongamos que ante dos fenémenos relacionados causalmente tratamos de encontrar de qué manera estén conectados, qué mecanismo hace que el primero produzca el segundo. Por ejem- plo, giro la Ilave de mi coche y éste, en condiciones normales, se pone en marcha. Dar el contacto es la causa de que el coche arranque. Vemos que los dos acontecimientos estan conectados, pero no vemos cémo. Comencemos nuestra in- vestigaci6n: al girar la Ilave se cierra un circuito, al cerrarse el circuito salta una chispa, al saltar la chispa se produce una explosi6n en la gasolina, la fuerza de la explosi6n impulsa unos pistones,... Pero nos encontramos con que cada par de acon- tecimientos de esta serie est conectado de una forma apenas distinta de aquella en la que estan conectados los acontec mientos terminales’. ¢Por qué al cerrar el circuito salta la chispa? Bueno, pues porque el paso de la electricidad hace que... €Y por qué el paso de la electricidad hace que...? Cada pregunta nos remite a una nueva conjuncié6n de fenédmenos. Si pudiéramos llegar a través de estas preguntas a aconteci mientos causales ultimos, en realidad lo tinico que podriamos 6 Sosa, Ernesto Tipos de causalidad, en Critica, vol. X, nim. 30, 1978, México, pag. 5. 7. Danro, Arthur ¢Qué es filosofia?, Madrid, Alianza Editoria pag. 153 1, 1984, 115 Lacier Danie GonzAL observar es que aparecen constantemente unidos. Y que no nos pregunten por qué. Un empirista obtendria una conclusién de ello. Los filéso- fos empiristas (como LOCKE, BERKELEY, HUME y Mitt) suponfan que la mente era algo asi como una «tabla rasa» en la que iban «grabaéndose» ideas producidas por episodios es- pecificos de la experiencia sensible. Para estos autores, una idea simple (aquella que no descansa sobre ideas mas basi- cas) que no proceda de la experiencia, que no pueda ser observada, es un sinsentido. Por lo tanto, dado que no pode- mos observar ningtin vinculo entre causa y efecto, la relacién de causalidad es meramente una regularidad universal (sin excepciones), pero accidental. Precisamente uno de los planteamientos mas influyentes acerca de la causalidad se debe a HUME, que fue también uno de los filésofos creadores del empirismo. La mayoria de los andlisis actuales de la causalidad parten de su concepcién. En palabras de Arthur DANTO: «HIUME proponjia que cons derd4semos un acontecimiento a como la causa de otro acontecimiento b sélo en el caso de que: (1) a sea temporal- mente anterior a b; (2) haya contigitidad espacial entre el lugar donde sucede a y el lugar donde sucede b; y (3) que los acon- tecimientos como a se encuentren constantemente unidos a acontecimientos como b en nuestra experiencia»*. Analice- mos esta concepcién de la causalidad. Los requisitos (1) y (2) son bastante discutibles. Por lo que respecta a la sucesién temporal entre los acontecimientos, pueden encontrarse ejemplos de relaciones consideradas cau- 8. Dan’ », Arthur op.cit., pag.149 116 SOBRE EI. CONCEPTO DE CAUSA (A PROPOSITO DE UN CASO) sales en los que causa y efecto se dan simulténcamente. El agua, por ejemplo, hierve en el momento en que alcanza exac- tamente los 100° C. Otro ejemplo, propuesto por von Waricitt, es el siguiente: «Consideremos el siguiente meca- nismo simple. Tengo frente a mi dos botones. Se hallan conectados de forma que, al pulsar el botén de la izquierda, hago que también se introduzca el botén de la derecha, y vi- ceversa. Cuando retiro el dedo, los dos botones vuelven a su posicién normal’. En este supuesto, apretar o introducir uno de los botones es la causa de que el otro se introduzca tam- bién, pero los dos fenémenos ocurren simulténeamente. A estos casos de causacién simulténea puede afiadirse los casos de causaci6n retroactiva, que han sido discutidos por algunos fi- lésofos. Von WRIGHT sugiere que un caso de causacién retroactiva puede ser el siguiente: Al parecer, nuestros movi- mientos corporales, como levantar un brazo o dar patadas, requieren que previamente tengan lugar en nuestro cerebro determinados sucesos neurofisiolégicos. Si el suceso neurofi- siolégico adecuado no tiene lugar, no podemos, por ejemplo, levantar un brazo. Ahora bien, nosotros no podemos producir directamente tales sucesos. No podemos decir: «voy a provo- car un suceso neurofisiolégico en mi cerebro» y provocarlo sin mas. S6lo podemos hacerlo levantando el brazo o dando una patada o haciendo el movimiento del que se trate. «Es la elevacién de mi brazo -escribe von WRIGIIT= la que ‘causa’ el que tengan lugar determinados acontecimientos cerebrales Previos»'*. Esta opinién de von WRIGHT se encuentra vincu- 9. Von Wracirr, Explicacién y comprensién, Madrid, Alianza Editorial, 1987, pag. 99. 10. Von Wricirr, op.ci t., pag. 105 (nota 44). También, pag. 101. 117 Dante GONZALEZ LAGIER lada a su peculiar definicién de causa en términos de accién: como veremos mis adelante, para von WRIGHT «pes una causa respecto de q y q un efecto por relaci6n a psi y sélo si hacien- do p podriamos dar lugar a q 0 suprimiendo p podriamos eliminar q 0 evitar que ocurriera>''. Pero, aunque no se com- parta esta caracterizaci6n de ‘causa’, lo que estos ejemplos ponen de manifiesto es que la causalidad tiene ciertamente una «direccién»"”’, pero ésta no tiene por qué coincidir con la direccién del tiempo. Algo parecido ocurre con el requisito (2) de HUME, Un planeta se mueve a lo largo de su 6rbita como consecuencia de la fuerza de gravedad ejercida sobre él por el Sol. Sin em- bargo, no hay contigiiidad espacial entre los dos cuerpos. Ante esta misteriosa «acci6n a distancia» NEWTON no sabia expli- car en qué consistia realmente la fuerza de la gravedad y sus rivales, dominados por la exigencia de la contigitidad espa- cial, suponian que debia haber alguna materia densa entre los cuerpos cuyas convulsiones explicaran los fenémenos gravi- tatorios. Sin embargo, hoy en dia no se rechaza la posibilidad de este tipo de relaciones causales. La importancia del andlisis humeano de la causalidad ra- dica en el tercero de los requisitos: «que los acontecimientos como ase encuentren constantemente unidos a acontecimien- tos como b en nuestra experiencia». HHUME entiende la causalidad, como ya hemos visto, como una asociacién inva- 11. VON WRIGHT, op.cit., pag. 93. 12, «Larelacién entre causa y efecto se considera cominmente como asimé- trica: una causa esté relacionada con su efecto de alguna manera como el efecto no esta relacionado con su causa». MACKIE, J.L. The Cement of the Universe, Oxford University Press, 1988, pag. 160. 118 ASO) SOBRE EL. CONCEPTO DE CAUSA (A PROPOSITO DE UN riable entre fendmenos. Todos los fendmenos como a (todos los fenémenos pertenecientes a la clase A, es decir, con las mismas propiedades) se encuentran constantemente unidos a acontecimientos como b (todos ellos pertenecientes a la clase B). Por otro lado, esta unién constante sélo puede darse en nuestra experiencia. Si ante un nuevo acontecimiento a afir- mamos que es causa de b, esta afirmacién se fundamenta exclusivamente en nuestras experiencias anteriores, en que hemos observado que en el pasado todos los acontecimientos como a eran causa de acontecimientos como b. Pero de nin- guna manera podemos deducir del hecho de que a haya sucedido que b deba suceder (0 haber sucedido)"*. Para HUME. no existe ninguna necesidad légica entre dos acontecimientos relacionados causalmente"’. Por ello mismo, en la préxima oca- sién en que se dé a, es ]gicamente posible que bno se dé. En palabras de Arthur DANTO: 13. Deben distinguirse dos tipos derazonamiento: Ia induccién y la deduc- cién. Un ejemplo de induccién es el siguiente: Si hemos hallado una serie de casos de la clase a que pertenecen a una clase b, podemos conje- turar que todos los casos de la clase a pertenecen a la clase b. Un ejemplo de deduccién seria el siguiente: si todos los a son casos de by al es un caso de a, entonces podemos concluir que 21 es también un caso de b. Como puede verse, en los argumentos deductivos si las premisas son verdaderas la conclusién no puede ser falsa, mientras que en los argu- mentos inductivos las premisas no aseguran la verdad de la conclusién. 14. Desde el planteamiento de HUME, es usual distinguir entre la relacién de causa-efecto, por un lado, y la relacién de fundamento-consecuencia, por otro, La primera es una relacién factica y empirica. La segunda es una relacién légica o conceptual. Entre la aplicacién de calor a un metal y ilatacién existe una relacién de causa-efecto. Entre el hecho de ser viuda y el hecho de tener al menos un marido muerto existe una relacién de fundamento-consecuencia (0 l6gica, 6 conceptual, o analitica). 119 Dante. GonzaALez LAGIER «Puesto que [para HUME] saber qué acontecimientos estén causalmente conectados es siempre cuestién de experien- cia, no hay necesidad légica en ninguna adscripcién de conexi6n causal, y, de acuerdo con esto, siempre es una posibilidad légica que la préxima aparicién de avaya suce- dida por otro acontecimiento distinto de b, 0 quizd por ningtin acontecimiento en absoluto. De ahi se seguiria que no tenemos ninguna certidumbre anterior acerca de cud- les son las leyes causales descriptivas de la experiencia, ni tampoco ninguna garantia interna de que lo que acepta- mos como leyes causales sean siempre tales»'’, Releamos la ultima frase de esta cita. ¢Realmente no po- demos asegurar que las leyes causales que conocemos son verdaderas? ¢No tenemos ninguna garantia de que se cum- plirdn también en la préxima ocasi6n? Quizé podemos admitir esto por lo que se refiere a las leyes causales que rigen los fenédmenos complejos ajenos a nuestra experiencia cotidiana (sucesos astronémicos, por ejemplo), pero nos cuesta creerlo respecto a relaciones causales que estamos acostumbrados a suponer habitualmente: si frotamos una cerilla con su caja, esperamos que se encienda; si arrojamos una piedra al aire, esperamos que vuelva a caer; si giramos la Ilave del coche, esperamos que éste arranque. En todos estos casos estan in- volucradas leyes causales més 0 menos complejas, pero sin necesidad de ser cientificos podemos asegurar que, en condi- ciones normales (si la cerilla no esta htimeda, si la piedra no se desmenuza, si el coche no esta estropeado) «funcionam», se cumplen, se verifican. Que los filésofos nos digan que no po- demos estar absolutamente convencidos de su verdad, que no hay manera de verificarlas concluyentemente, que no expre- 15. DANTOo, Arthur op.cit., pag. 149. 120 SOBRE EL CONCEPTO DE CAUSA (A PROPOSITO DE UN CASO) san ninguna necesidad, sino una regularidad meramente ca- sual 0 accidental, es un escandalo: el escandalo de la filosofia. 3.2. La causalidad como necesidad natural. El segundo de los argumentos de la defensa sostenfa que una mera asociaci6n entre fenémenos no es, por si sola, una relaci6n causal. Esta idea de que la causalidad no es sélo una asociaci6n invariable accidental ha sido también uno de los ejes centrales de la discusién en epistemologia y filosofia de la ciencia acerca de la causalidad. El concepto de causa de HUME suscita serios problemas y una grave inseguridad y parece que hace falta algtn requisito mas fuerte que la regu- laridad universal para hablar de causalidad. Puede decirse que la asociaci6n invariable es condicién necesaria de la cau- salidad, pero no suficiente'’®. Esto es, mientras todas las 16. Arthur DANTO ha sugerido que quiz la asociacién invariable no sea siquiera una condicién necesaria de la causalidad: «A veces suponemos que un acontecimiento dado sucederia si otro acontecimiento lo hiciera, que este tiltimo seria la causa del primero, aunque ninguno de los dos acontecimientos, ni ningiin otro lo bastante parecido a ellos como para hacer factible el andlisis de HUME, haya tenido jamds lugar en nuestra experiencia. Creemos que, como consecuencia de una explosién nuclear muy potente, la tierra serfa destruida. Evidentemente, aqui no hay con- juncién constante de acontecimientos iguales con acontecimientos iguales, Y pocos estin dispuestos a experimentar para ver si sucede exactamente eso» (Arthur DANTO, op.cit., pag. 151). Dejaré de lado esta cuestién, puesto que puede argumentarse que este tipo de suposiciones causales son inferencias a partir de regularidades o asociaciones que si han sido obser- vadas o experimentadas, por lo que, en iltima instancia, descansan en ellas. Aunque, efectivamente, no ha habido explosiones nucleares sufi- cientemente potentes como para destruir la tierra, si ha habido explosiones nucleares y se han podido observar los efectos asociados a ellas. 121 Dante. GonzALez LAGirr relaciones causales implican una regularidad universal, no todas las regularidades universales son relaciones causales, Veamos algunos argumentos que apoyan ésta tltima idea: En primer lugar, encontramos ejemplos de asociaciones in- variables en los que no estamos dispuestos a admitir una relacién de causalidad. No pensamos, por ejemplo, que el dia cause la noche. Bertrand RUSSELL cuenta la siguiente anécdota: «Un micmbro no cientifico de mi College observaba recientemente con desesperacién: ‘El barémetro ha dejado de tener efecto sobre el tiempo’. Esto se consideré una broma, pero si ‘causa’ significase ‘antecedente invariable’ no lo seria>'’. En segundo lugar, en realidad el requisito de la asociacién invariable es sumamente débil: entre dos fenémenos puede haber una asociaci6n invariable simplemente porque han te- nido lugar una sola vez y, en aquella ocasién, coincidieron. De nuevo el ingenio de RUSSEL1. nos ofrece un divertido ejem- plo de lo que supondria admitir esto: «Supongamos —escribe Russk11—que descubrimos que en todo el siglo XIX sélo hubo un conquilidlogo cuyo nombre comenzaba con X, y que éste se cas6 con su cocinera. Yo podria afirmar, entonces: “Todos los conquilidlogos del siglo XIX cuyos nombres comenzaban por X se casaron con sus cocineras’. Pero nadie supondria que esto es una ley causal. Supongamos que usted vivi6 en el siglo XIX y se lamaba Ximenes. Usted no se habria dicho a si mismo: ‘Debo evitar interesarme por la quiero verme obligado a pero sin atractivo»'*, s conchas, puc sarme con esta mujer, eficiente L., Bertrand El conocimiento humano, Ed. Orbis, 1983, pig 4, Bertrand op. $RPTO DE CAUSA (A PROPOSITO DE UN CASO) Sosr Y en tercer lugar, una de las principales funciones que se exige de la nocién de causa es que sirva para explicar los fe- némenos que suceden a nuestro alrededor. La explicacién causal es uno de los modelos de explicacién mas desarrolla- dos y su interés no se limita a las ciencias de la naturaleza. Se discute incluso si podemos dar explicaciones causales de nues- tras acciones y de sucesos histéricos (la discusién acerca del libre albedrio gira en torno a estas cuestiones). Pero si conce- bimos a las leyes causales como regularidades accidentales, aunque de alcance universal, su potencial explicativo es bas- tante pobre, incluso para las ciencias de la naturaleza. Podriamos describir cémo (de qué manera, en qué circuns- tancias) suceden las cosas, pero no explicar por qué’. En palabras de von WRIGHT: «Considérese la siguiente demanda de explicacién: ¢por qué es negro este pajaro? Respuesta: es un cuervo y todos los cuervos son negros [...] Pero, ¢explica en realidad por qué el p4jaro es negro? ‘. A menos que, como fildsofos, sustentemos la opinién de que toda subsuncién, cual- quiera que sea, de un caso individual en una proposicién universal es una explicacién, pienso que nos asaltara la duda de si dar una contestaci6n afirmativa. Deseariamos saber por qué los cuervos son negros, qué hay en ellos que ‘sea responsable’ de un color que, segtin hemos asegura- do, caracteriza a la especie. Para satisfacer nuestra demanda de explicacién es menester que la base de la explicacién tenga en algin sentido una relacién més fuerte con el objeto de explicaci6n que la representada simple- mente por la existencia de una ley que establece la 19. NaceL, Ernest op.cit,, pag. 37. 123 Dante. GonzaALrz LAGIER concomitancia universal de esas dos caracteristicas, la de ser cuervo y la de ser negro». Todas estas consideraciones nos llevan a suponer que en- tre causa y efecto debe existir una relacién mas fuerte. Hoy en dia es comtinmente admitido que esa conexi6n entre causa y efecto no ha de ser contingente, sino necesaria. Si a es cau- sa de b, entonces, si a tiene lugar, b necesariamente tiene lugar. Pero ¢de qué tipo de necesidad estamos hablando? Como ya hemos visto, esa necesidad no viene dada por la in- duccién. «Muchos -escribe von Wriaiit— han sido los esfuerzos dirigidos a mostrar bien que el planteamiento hu- meano de la relacién causal es err6neo o bien que, aceptando ese planteamiento, el problema de la induccién que deja abierto —también conocido a veces por ‘el problema de HUME’— pue- de resolverse satisfactoriamente. No han sido afortunados, por regla general, estos esfuerzos y se ha tildado el estado insatisfactorio de la cuestién de la induccién de ‘escandalo de la filosofia’»”, El propio HUME traté de sefialar en qué consiste esa nece- sidad 0, mas exactamente, de explicar por qué pensamos que existe una relacién necesaria entre causa y efecto. HUME ofre- cié una explicacién psicolégica. Para este autor, la idea de necesidad envuelta en la nocién de causa no tiene un funda- mento objetivo basado en la experiencia, sino que proviene de un habito psicolégico”!. Si en todas las ocasiones en las que 20. VON WRIGHT, op.cit., pag. 39. 21. Hum, David Investigacién sobre el conocimiento humano, Madrid, Alianza Editorial, 1983. E. NAGEL op.cit., pag. 63. 124 SOBRE EL CONCEPTO DE CAUSA (A PROPOSITO DE UN CASO) observo un determinado acontecimiento A, veo que le sigue un acontecimiento B, acabo interpretando esa regularidad como la existencia de alguna conexi6n necesaria entre A yB; pero esta conexién no es verificable y consiste en una ilusién psicolégica generada por la regularidad con la que se suceden ambos fenémenos. «Al experimentar dos acontecimientos como constantemente unidos —escribe DANO, parafrasean- do a HuUME- se crea un habito mental, de modo que al experimentar el primer acontecimiento en una nueva ocasi6n, la mente, por asi decirlo, espera el segundo, y entonces tras- plantamos inconscientemente esa espera mental de nuestras mentes al mundo, interpreténdolo de ahi en adelante como ese componente dindémico adicional de la causacién que, se- giin se supone, describe la expresi6n ‘hacer que ocurra algo’»”. Pero esta explicacién deja las cosas como estaban y no supera los problemas que hemos visto acerca de la interpretacién de «causa» como asociaci6n invariable. Imaginemos —el ejemplo es también de DANTO”— que, durante afios, al oir determina- dos pasos que reconozco como de mi mujer, espero verla aparecer en la ventana. Ciertamente, aqui se ha generado un habito psicoldgico tal que presumo que existe alguna conexién necesaria entre los dos fenémenos: el sonido de los pasos y la visién de mi mujer en la ventana. Pero ello no me autoriza a decir que los pasos que he ofdo causaron que mi mujer apare- ciera después en la ventana. Frente a la explicacién psicolégica de la necesidad causal, algunos autores han sostenido que ésta es, por el contrario, una necesidad objetiva y Ilaman a esta conexién necesidad 22. Danro, Arthur op.cit., pag. 151. 23. DANYo, Arthur op.cit., pag. 152. 125 Danie. Gonzalez La natural, necesidad fisica, necesidad causal, necesidad real o conexién némica. Si decimos que el enunciado «el cobre siem- pre se dilata con el calor» expresa una necesidad de este tipo, estamos afirmando que el calentamiento de cualquier trozo de cobre «exige fisicamente» su dilatacién, esto es, que es fisi- camente imposible que, si se aplica calor a un trozo de cobre, éste no se dilate. Ahora bien, esto implica algo mas. Supon- gamos que se nos muestra un trozo de cobre que luego se destruye. Entonces estaremos dispuestos a afirmar: «Si ese trozo de cobre hubiera sido calentado, se hubiera dilatado». Este enunciado es un condicional contrafactico, esto es, una afirmaci6n acerca de hechos que, en realidad, no tuvieron lugar. Cuando se interpreta la causalidad como una relacién de necesidad natural o fisica, suele afirmarse que de los enun- ciados que expresan una necesidad fisica (Ilamados enunciados nomol6gicos) se derivan condicionales contrafacticos de este tipo (que llamaremos condicionales contrafacticos causales), y se ha sugerido que esto precisamente diferencia estos enun- ciados de los enunciados basados en regularidades accidentales. Veamos un ejemplo, ya clasico, de Popp! «Consideremos un animal extinguido, digamos la moa, un ave gigantesca cuyos huesos abundan en algunas cié- nagas de Nueva Zelanda (yo mismo he excavado buscéndolos). Decidimos utilizar el nombre de ‘moa’ como nombre universal (en lugar de como nombre pro- pio) de cierta estructura biolégica; pero hemos de admitir que es completamente probable —e incluso completamen- te creible- que no hayan existido en el universo moas ningunas, excepto las que vivieron en otro tiempo en Nueva Zelanda; y asumamos que esta tesis creible es exac- ta. 126 Sonre / CONCEPTO DE CAUSA (A PROPOSTTO DE UN CASO) Supongamos ahora que la estructura biolégica del organismo de la moa es de tal indole que un animal de esta especie puede vivir facilmente, en condiciones muy favorables, hasta sesenta afios o mas; y supongamos, ade- més, que las condiciones con que se encontré la moa en Nueva Zelanda distaban de ser ideales (debido, tal vez, a la presencia de cierto virus), de modo que ninguna moa Negé jamés a tener cincuenta afios. En este caso, el enun- ciado estrictamente universal «todas las moas mueren antes de tener cincuenta afios» ser4 verdadero: pues, se- giin los supuestos asumidos, no ha habido, hay, ni habré moa en todo el universo con mis de cincuenta afios de edad. Pero este enunciado universal no ser4 una ley dela naturaleza [en el sentido de un enunciado que exprese una necesidad natural], pues -de acuerdo con las asun- ciones hechas- serfa posible que una moa viviese durante més tiempo, y el hecho de que ninguna haya vivido mis se debe tinicamente a unas condiciones accidenta- les 0 contingentes (tales como la presencia de cierto virus)», El enunciado: «Todas las moas (dada su estructura biolé- gica) pueden vivir mds de sesenta afios» permite inferir el contrafactico: «Si x fuera una moa, x podria vivir mas de se- senta afios». Expresa, por tanto, una necesidad fisica (no entre el hecho de ser una moa y el hecho de vivir mas de sesenta afios, sino entre el hecho de ser una moa y el poder vivir mas de sesenta afios). Pero el enunciado «Todas las moas mueren antes de tener cincuenta afios», aunque expresa una regulari- dad universal, no permite inferir un enunciado contrafactico 24. Popper, Karl R. La légica de la investigaci6n cientifica, Madrid, Ed Tecnos, pig. 399. 127 Dante GONZALEZ LAGIER del tipo: «Si hubiera una nueva moa, ésta no vivirfa mds de cincuenta aiios», porque, si las moas no vivicron mis de cin- cuenta afios, fue por un accidente histérico, que no tiene por qué repetirse. Lo mismo sucede con el enunciado «Todos los cuervos son negros». Supongamos que, de hecho, ningtin cuer- vo ha vivido en regiones polares y que no sabemos si habitar en regiones polares afecta o no al color de los cuervos. No podemos estar convencidos de que a los descendientes de una supuesta migracién de cuervos al Polo Norte no les vayan a crecer plumas blancas. Por lo tanto, no podemos afirmar un condicional contrafActico segtin el cual si algunos habitantes de las regiones polares fueran cuervos, serian negros”. Asi que no nos encontramos ante una verdadera relacién de cau- salidad, sino ante una asociacién sin excepciones, pero accidental. Claro est4 que podriamos hacer trampa. Podriamos incluir el color negro en la definicién de «cuervo» y sostener que un cuervo que no sea negro no es en absoluto un cuervo: por lo tanto, todos los cuervos son negros. 3.3. La causalidad como necesidad légica. El tercero de los argumentos de la defensa sefialaba lo que a su juicio eran defectos de las investigaciones llevadas a cabo con el fin de determinar que C era causa de S. Detras de ese argumento parece estar el temor a que las investigaciones, al realizarse bajo la presuncién de que el aceite de colza es cl agente t6xico buscado, incurrieron en una especie de cula- 25. , Ernest op.cit., pig. 75. 128 Sonn i CAUSA (A PROPOSITO DE UN CASO) ridad conceptual, descartando de antemano otras posibles causas y llamando sindrome t6xico exclusivamente a aquellos casos en los que se habfa producido ingestién del aceite de colza. Si esto es asi, la comprobacién de si C fue causa de S se convertiria en una cuesti6n conceptual, légica, no empirica, de la misma manera que, al final del apartado anterior, con- vertimos en un asunto conceptual la cuestién de si pueden existir cuervos que no sean negros. Hemos visto dos posibles respuestas a la pregunta «qué tipo de necesidad existe entre causa y efecto?»: HUME nos decfa que ambos fenémenos eran légicamente independien- tes y que la supuesta necesidad era una ilusi6n psicoldgica; otros autores sostienen que se trata de una necesidad natural o fisica. Existe atin otra alternativa: un tercer grupo de auto- res afirma precisamente que se trata de una necesidad légica 0 conceptual. A veces, se les conoce como convencionalistas. Estos autores no sostienen exactamente que, de hecho, pueda establecerse en todos los casos la necesidad l6gica co- rrespondiente a una relacién causal, sino que las genuinas relaciones causales son légicamente necesarias y que, en principio, es posible demostrar esa necesidad. «La causa — sostiene uno de ellos— implica légicamente el efecto, de modo tal que serfa posible en principio, con suficiente compren- sién, ver qué tipo de efecto debe derivarse del examen de la causa solamente, sin haber aprendido a través de experien- cias previas cudles son los efectos de causas similares»’’. Desde esta perspectiva, las leyes causales no son muy distintas de enunciados como «Todas las viudas tienen al menos un mari- 26. EWING, A.C. «Mechanical and Teleological Causation», citado por Na- gel, Ernest op.cit., pag. 61. 129 LAG Danii. GONZAL do mverto». Esta tiltima es una verdad necesaria por Tazon conceptuales. Si conocemos el significado de «viuda» no he cesitamos comprobar empiricamente que, efectivamente, todas las viudas tienen al menos un marido muerto, porque la yer. dad o falsedad de este enunciado no depende de ningtin hecho, sino de la circunstancia de que el concepto de «viuda» incluye la caracteristica «tener al menos un marido muerto». Esto es lo que los filésofos Ilaman verdad necesaria, o formal, 0 analj- tica, que contraponen a la verdad contingente o empirica. De la misma manera, si las leyes causales fueran légicamente necesarias, entonces la labor de la ciencia no tendria por qué apoyarse en la experimentacién. Los cientificos, como los matemiaticos, deberjan construir pruebas deductivas para verificar una supuesta ley causal, y esta prueba deberia ser suficiente. Sin embargo, esto no ocurre para la mayor parte del conocimiento cientifico. En realidad, puede encontrarse una explicacién de por qué algunas leyes de la naturaleza parecen légicamente necesa- rias. Esta explicacin esta relacionada con la ambigiiedad de muchas oraciones. Una misma oracién puede tener significa- dos distintos en contextos distintos, y puede también que mientras en un contexto sea una verdad necesaria, en otro sea una verdad contingente. Todo depende del uso de esa oracién. Esto puede ocurrir con las leyes de la naturaleza: «Hubo una época, por ejemplo —escribe NAGEL-, en la cual se identificaba el cobre mediante propiedades entre las que no figuraba ninguna de las propiedades eléctricas de esa sus- tancia, Después del descubrimiento de la electricidad, s¢ afirmé, sobre bases experimentales, que la oracién ‘el cobre es un buen conductor de la electricidad’ es una ley de la natu- raleza. Con el tiempo, sin embargo, la alta conductividad fue incluida en las propiedades definitorias del cobre, de modo 130 “AUSA (A PROPOSITO DE UN CASO) que la oraci6n ‘el cobre es un buen conductor de la electrici- dad’ adquirié un nuevo uso y un nuevo significado. En su nuevo uso, la oraci6n ya no expresé simplemente una verdad légica- mente contingente como antes, sino que sirvié para enunciar una verdad légicamente necesaria»?’, No hay una linea divisoria clara entre los contextos en los que la oraci6n «el cobre es un buen conductor de la electri dad» tiene un significado empirico (esto es, aquellos contextos en los que la elevada conductividad se considera una caracte- ristica o propiedad concomitante del cobre) y aquellos en los que tiene un cardcter conceptual (esto es, aquellos contextos en los que el cobre se define por referencia a sus propiedades eléctricas), por lo que no es dificil que ambos contextos se confundan. Si aceptamos estas criticas, y si rechazamos el anilisis de la causalidad en términos de mera coincidencia, parece mas plausible la concepcién de la causalidad como necesidad na- tural. Entonces, la determinacién de una relacién de causalidad entre dos fenémenos pasa por la comprobacién de que son fenémenos légicamente independientes. Si existe algan tipo de conexién conceptual entre los enunciados que describen dos fenémenos supuestamente relacionados como causa y efec- to, no podemos estar convencidos de que la relacion de necesidad que existe entre ellos sea realmente una necesidad natural, La necesidad légica podria quedar «camuflada» y pasar por necesidad natural. Precisamente esto es lo que ocu- tre, segtin von WRIGHT, con la relacién existente entre nuestras intenciones, deseos y creencias, por un lado, y nues- tras acciones, por otro. Se ha dicho que un deseo o intencion 27. Nacet, Ernest op.cit., pag. 62. 131 Dantet. GonzALez Lac de hacer algo, en combinacién con una creencia acerca de los medios adecuados para conseguirlo, causan nuestras accio- nes. La discusién acerca de si esta teoria (la «teoria causal de la accién») es verdadera gira precisamente en torno a la cues- tién de si intenciones y acciones son légicamente independientes o si, por el contrario, no podemos definir una determinada intencién (0 verificar que el agente tenia una determinada intenci6n) sin referencia a la accién correspon- diente, y viceversa. 4. La verificaci6n de la existencia de una relacion causal: Qué hubiera ocurrido si hubiera ocurrido algo que, en realidad, no ocurri6. Como hemos visto, para mostrar que la asociacién entre dos sucesos no se debe a una mera casualidad (persistente- mente reiterada, pero casualidad al fin y al cabo), sino a una necesidad natural, habria que mostrar que entre los acontec mientos que relacionamos existe algan tipo de vinculo que Nos permita extraer un condicional contrafactico relativo a lo que hubiera sucedido si el acontecimiento (o conjunto de acon- tecimientos) que llamamos causa hubiera tenido lugar en una ocasion en la que, de hecho, no tuvo lugar. Es nuestra convic- cién en Ja verdad de un enunciado contrafactico de este tipo la que nos permite distinguir la regularidad accidental de la necesidad natural. éCémo podemos probar la verdad de un condicional con- trafactico en una relaci6n causal? €Cémo podemos probar que, hubiera tenido lugar en un momento en que, de hecho, no sucedi6, b hubiera ocurrido? Estas son preguntas relativas al pasado, y no tenemos posibilidad de manipular el pasado, El 132 SOBRE EL. CONCEPTO DE CAUSA (A PROPOSITO DE UN CASO) pasado esta «cerrado». No obstante, podemos comprobar de una manera ‘indirecta la verdad de condicionales contrafacti- cos causales. «Aunque no podemos -escribe VON WRIGIIT — interferir en el pasado y hacerlo diferente de como fue, pode- mos ser capaces de interferir en el futuro y hacerlo diferente de como seria en otro caso» (es decir, no interviniendo)**, Asu- mamos que hemos observado que, en el pasado, siempre que el estado de cosas p ha tenido lugar, es seguido del estado de cosas q. Asumamos también que p es un estado de cosas que podemos producir. En una situacién de este tipo, podemos realizar los siguientes experimentos complementarios: 1) Primero podemos producir py observar qué sucede con q. Supongamos que, en efecto, q tiene lugar. 2) En segundo lugar, podemos, en una situacién similar, abstenemos de producir p y observar de nuevo/qué sucede con q. Supongamos que q contintia ausente. Si las circunstancias de las dos situaciones son semejantes en sus aspectos relevantes, podemos concluir que, en la ulti- ma ocasi6n, si p hubiera tenido lugar, entonces q también habria ocurrido. En palabras de VON WRIGHT, con estos ex- perimentos «hemos llegado tan «cerca» de la verificacién del enunciado condicional contrafactico como es légicamente po- sible»” , lo que, ciertamente, «no significa que las leyes causales, las conexiones némicas, sean susceptibles de «veri- ficacién concluyente»»*”. 28. Von WriGut, Causality and Determinism, Columbia University Press,1972, pig.39. 29. fdem, pag. 45. 30. Von WariciT, mia. Explicacién y comprensi6n, op cit. pig. 97. La cursiva es 133 DanteL GonZALez LAGIER Cabria preguntarse por qué estos experimentos otorgan tal seguridad en la existencia de una necesidad natural. Von Wnricut sefiala que hay al menos dos casos —exceptuando las conexiones légicas— en los que dos acontecimientos como p y q pueden seguirse regularmente sin que ello implique una necesidad de este tipo: 1) Puede que p y q tengan una causa comin. Esto es lo que ocurrfa en el ejemplo de RUSSELL sobre el barémetro, citado con anterioridad: los cambios en el tiempo y los cambios en el barémetro tienen como causa comin las alteraciones en las presiones atmosféricas. Este caso que- da descartado con nuestro experimento, pues, cuando producimos p, asumimos que sin nuestra intervencién p no hubiera tenido lugar" , por lo que p y q no pueden tener una causa comin (puesto que sabemos que p lo hemos producido nosotros). Si pudiéramos producir de alguna manera cambios en el barémetro (sustituyendo asi la causa habitual de estos cambios), observarfamos que el tiempo atmosférico no se altera en absoluto. 2) La segunda posibilidad es que q se produzca tanto si p tiene lugar como si no lo tiene. Supongamos, por ejem- plo, que todas las primaveras llueve torrencialmente en 31. Esta asuncién es necesaria para que podamos decir que realmente hemos producido p. Es un requisito del concepto de accién que aquello que hacemos no tenga lugar por si solo, independientemente de nuestra intervencién (0, al menos, que creamos que no tendré lugar por si solo): Si tiene lugar por si solo, nosotros perdemos la oportunidad de hacerlo. En palabras de VON WRIGHT: «Cabria decir que la base conceptual dela accién consiste, de una parte, en nuestra ignorancia (inconsciencia) del* intervemcién de causas y, de otra parte, en nuestra conviccién de que Gnicamente tendrin lugar determinados cambios de situacién cuand? Heguemos a actuar», VON WRIGHT, Explicacién y comprensién, op.“ pag. 154. 134 SOBRE EL. CONCEPTO DE CAUSA (A PROPOSITO DE UN CASO) cierta regién y supongamos, ademis, que el hechicero de una tribu asentada en esa regién realiza cada afio ciertos ritos ancestrales, con el fin de evitar la sequia, justo una semana antes de las lluvias. Puede decirse que, para la mentalidad de la tribu, la danza de la Iluvia es la causa de lalluvia, pero, en realidad, llueve siempre por esas fechas, se cumpla o no con ese rito. En este caso, el experimento debe ser hecho en alguna situacién en la que pensemos que qno aparecerd (situacién que se determina observan- do pasivamente qué sucede si no intervenimos). Esto es, para comprobar si la danza es causa de las Iluvias debe- mos esperar a que pase la época de las mismas. De manera que las dos posibilidades de una regularidad accidental que no implique necesidad natural quedan exclui- das por nuestro experimento. Es ello lo que nos induce a pensar en la existencia de una relacién de. necesidad entre los dos acontecimientos. 5. Causas y condiciones. El cuarto y ultimo de los argumentos de la defensa negaba que la relacién de causalidad hubiera quedado suficientemente probada, denunciando la falta de comprobacién de los casos en los que se ingirié el aceite y no se produjo la enfermedad y de otras posibles causas de la misma. La defensa piensa que si se probara la existencia de consumidores del aceite que no enfermaron y de enfermos que no ingirieron aceite, quedaria debilitada la posibilidad de que C fuera causa de S. Esta idea parece basarse en la creencia de que un suceso es causa de otro cuando el primero es condicién necesaria y suficiente del segundo, esto es, cuando sin la aparicién del primero no 135 Dante, Gonz. puede darse el segundo, bastando ademas la aparicién del primero para que se dé el segundo. Si fuera asi, efectivamen- te no podria darse el caso de que individuos que consumieron el aceite supuestamente t6xico no enfermaran ni que indivi- duos que no lo tomaron contrajeran el sindrome t6xico por otra causa (no podria haberla). Sin embargo, es posible reali- zar una tipologia de las causas utilizando su analogia con distintos tipos de condicionales légicos, en cuyo caso las cosas se muestran mds complicadas. Suele distinguirse entre condiciones «necesarias», condi- ciones «suficientes» y condiciones «necesarias y suficientes». Supongamos dos fenémenos p y q. Podemos decir que pes causa/condici6n necesaria de g cuando su presencia hace po- sible que g ocurra (aunque no hace que necesariamente ocurra, porque falta algtin factor adicional) y su ausencia hace que q sea imposible. Podemos decir que p es causa/condicién suficiente de q cuando su presencia hace que q suceda con toda seguridad, pero su ausencia no hace imposible que q ocu- rra, porque éste puede tener una causa distinta. Por tiltimo, podemos decir que p es causa/condicién necesaria y sufi- ciente de g cuando su presencia hace que q tenga lugar, con toda seguridad (al igual que las condiciones suficientes) y su ausencia hace que q sea imposible (al igual que las condicio- nes necesarias). Presencia de p Ausencia de p Condicién necesaria gq puede qno puede ocurrir ocurrir Condicién suficiente gq ocurre q puede ocurrir necesariamente porotra causa 136 Sopre PTO DE CAUSA (A PROPOSITO DE UN CASO) Condicién necesaria_ q ocurre qno puede y suficiente necesariamente _ ocurrir Si un fenémeno es una condicién necesaria de otro, sdlo cuando se dé en determinadas circunstancias, esto es, acom- paiiado de otros fenémenos adicionales (el «contexto causal»), queda asegurado que se produzca el resultado. Entonces se dice que tal fenémeno es una condicién necesaria por sf solo, pero se transforma en una condici6n necesaria y suficiente en conjuncién con los otros fenémenos. También puede ocurrir que un determinado fendmeno convierta al «contexto causal» en una condici6n suficiente del efecto, sin ser por ello necesario (puesto que otros fenémenos pueden transformar también al mismo «contexto causal» en condicién suficiente del efecto). Puede llamarse a este caso «condicién suficiente relativa». «En la mayoria de las imputa- ciones causales —escribe NAGEL- que se hacen en la vida cotidiana, asf como en la mayoria de las leyes causales men- cionadas con frecuencia, no se formulan las condiciones suficientes para la produccién del efecto. Asi, a menudo deci- mos que raspar un fésforo es la causa de que se encienda, y suponemos tdcitamente que estén presentes también otras condiciones sin las cuales el efecto no se produciria (por ejem- plo, la presencia del oxigeno, que el fésforo no esté htimedo, etc.). El suceso elegido frecuentemente como la causa es, por lo comin, un suceso que completa el conjunto de condiciones suficientes para la aparicién del efecto y que es considerado «importante» por diversas razones.» » Ernest op.cit., pag. 80. 137 Normalmente, lo que hace que Ilamemos causa a uno de los factores presentes en el «contexto causal» y no a otro es una comparaci6n técita con las circunstancias normales del contexto®. Por ejemplo, supongamos que producimos un in- cendio aplicando una cerilla a unas ramas secas. Para que el incendio tenga lugar son necesarias determinadas circunstan- cias adicionales, como la presencia de oxigeno en la atmésfera, etc. No obstante, no identificamos la presencia de oxigeno con la causa del incendio (porque es una circunstancia nor- mal en el contexto causal), sino la aplicacién de la cerilla. En definitiva, para simplificar las cosas, conviene que dis- tingamos entre fenémenos que pueden ser (1) condiciones necesarias; (2) condiciones suficientes; (3) condiciones nece- sarias y suficientes; y (4) condiciones suficientes relativas de otros fenédmenos*. (1) y (4) s6lo acttian tomo causas cuando tienen lugar insertos en un «contexto causal» (y 2 y 4, en rea- lidad, son por si mismos fenémenos complejos: «contextos causales»). 6. De nuevo sobre los argumentos de la defensa. Con las consideraciones anteriores podemos extraer algu- nas conclusiones acerca de los cuatro argumentos de la defensa: 1. Ladefensa se apoyaba fundamentalmente en dos datos para negar que haya quedado demostrada la existencia de una 33. FEINBERG, Joel (1976), Accién y responsabilidad, en La filosofia de lt accién, México-Madrid, Fondo de Cultura Econémica, pig. 163. 34. Algunos filésofos hablan también de condiciones necesarias relativas, condiciones contribuyentes, etc. 138 SosrE |. CONCEPTO DE CAUSA (A PROPOSTTO DE UN CASO) asociacién entre C y S: en primer lugar, dado que no se ha hallado ninguna molécula con significacién toxicolégica, no se conoce el mecanismo causal por el que se pudiera haber producido la intoxicacién (1.1). En segundo lugar, la expe- rimentaci6n con animales no ha dado resultados positivos (1.2). 1.1. Como hemos visto, lo tinico que podemos observar entre 1.2, dos acontecimientos unidos causalmente es la regula- ridad con que tienen lugar. Tratar de encontrar el mecanismo que hace que el primero cause necesaria- mente el segundo es una tarea en la que nos encontraremos con relaciones de causalidad interme- dias y, si pudiéramos llegar a los acontecimientos causales tltimos, de nuevo no podrfamos observar en- tre ellos nada mas que su asociacién constante. Lo que hemos llamado necesidad fisica o natural es algo que hemos concluido (0 intuido) que existe (a partir de nuestra conviccién acerca de ciertos condicionales contrafacticos causales), pero no algo que pueda ob- servarse. De la misma manera, aislar la molécula que es directamente la causa del sindrome t6xico (si lo es, porque quizé el andlisis no concluyera aqui) no nos permitiria nada més que observar una conjunci6n en- tre esa molécula y la enfermedad, al igual que la que observamos entre C y S. El que los experimentos con animales no hayan dado resultados positivos se explicaria por las diferencias de constituci6n, bioldgicas, etc., entre animales y per- sonas. La asociacién que se sostiene es la existente entre el consumo del aceite de colza y la enfermedad que surge en las personas, no entre aquélla y la apari- 139 Dante, GonzaA.ez, LAGER cién de la enfermedad en animales. Supongamos que el aceite es una condicién del tipo que hemos llamado condici6n suficiente relativa. Esto significa que, por si solo, C no es causa de S, pero si C tiene lugar en con- juncién con otros factores, como pueden ser determinadas caracteristicas biolégicas de las perso- nas, entonces C si llega a actuar como causa de S. Lo tinico que demuestra el hecho de que los experimen- tos con animales fracasaran es que el contexto causal que C requiere para ser causa de S exige que el con- sumo de aceite se realice en ciertas condiciones especificas que habra que determinar. 2. La defensa también argiiia, acertadamente, que una aso- ciaci6n invariable no es, por si sola, una relacién de causalidad. Como hemos visto a propésito de la diferencia entre regularidades accidentales y necesidad natural, dos sucesos pueden aparecer de hecho unidos accidentalmen- te, sin que esto suponga una relacién de necesidad entre ellos, en dos casos: cuando tienen una causa comin y cuan- do coinciden, pero uno de ellos se da con independencia de la presencia o ausencia del otro. El primer supuesto. es claramente desechable en el caso que nos ocupa: es un sinsentido decir que la distribucién 0 el consumo de aceite de colza y el sindrome téxico tiencn una causa comin. El segundo supuesto es el que debemos descartar razonablemente para poder concluir que entre Cy S existe una relacién de causalidad. Esto es, debemos descartar la posibilidad de que S tenga lugar, de una ma- nera totalmente independiente, tanto en los casos en los que tiene lugar C como en los casos en los que no lo tiene. Para ello, deberiamos proceder a los experimentos que 140 35, 36, VO DE CAUSA (A PROPOSITO DE UN CASO) Somre EL. c hemos sefialado, de manera que verifiquemos (en la medi- da de lo posible) el condicional contrafactico «Si C hubiera tenido lugar en una ocasi6n en que no tuvo lugar, S hubie- ra ocurrido». Estos experimentos —-recordémoslo—— consistirdn en: 1) producir C en un momento t y observar los efectos; 2) abstenemos de producir C en un momento t’ (que es una situacién similar en la que sabemos que C no se dard) y observar de nuevo qué sucede. Si en el momen- to t, S tiene lugar y en t’, no, entonces podemos pensar que, si las circunstancias son las mismas, de haber sucedi- do C ent’, S habria ocurrido también. No obstante, al no servirnos los experimentos con anima- les, y al no poder experimentar con individuos humanos por razones éticas, estos experimentos no pueden realizar- se. Asi que s6lo podemos basarnos en la observacién de los acontecimientos ya ocurridos. Y lo que éstos nos demues- tran es lo siguiente: a) en muchos casos (al menos) en los que se consumié aceite de colza el consumidor contrajo el sindrome t6xico* (segtin la defensa, no ha quedado proba- do que esto ocurra con todos los consumidores, pero esto, como veremos, también tendria una explicacién); b) desde el momento en que ha desaparecido el consumo de aceite de colza, no se ha dado ningtn nuevo caso de sindrome téxico**, El enunciado (a) es lo mas que podemos acerca- «La Audiencia ha podido comprobar mediante la prueba pericial un nimero importante de casos de caracteres similares: 330 muertos y mas de 15.000 afectados, en los que ha sido posible constatar la similitud de sintomas y la ingestién de aceite» (fundamento juridico nam. 2). «La interrupcién del envio del aceite al mercado ha coincidido con la desaparicién de casos de sindrome téxico» (fundamento juridico nim. 141 Dante. GonzALey, LAGER mos al experimento 1 y (b) es lo mas que podemos acerea- mos al experimento 2, pero parece que es suficiente para tener una prueba razonable de que, en los casos en que C no tuvo lugar, de haber tenido lugar (y dandose el contexto causal adecuado), S se hubiera producido. El tercer argumento sefalaba el peligro que suponia el he- cho de que las investigaciones tendentes a establecer la relacién de causalidad no se realizaran «en condiciones de ciego», sino quiza bajo la presuncién o el prejuicio de que el aceite de colza era la causa de la enfermedad. Como hemos visto, si esto es asi hasta el punto de convertir la cuestién en un asunto conceptual (introduciendo de hecho la caracteristica de ser causa del sindrome t6xico como propiedad definitoria del aceite analizado), entonces cier- tamente no podemos estar seguros de que la vinculacién entre C y S refleje una necesidad fisica. No obstante, esto parece un caso extremo que no hubiera pasado por alto a los Magistrados. 4, El iltimo argumento podfa descomponerse en otros dos: 1) faltaria una comprobacién de los casos en que se ingirié el aceite y no se produjo la enfermedad, y 2) faltaria asimis- mo una comprobacién de otras posibles asociaciones que podrian haberse mostrado causales. Este Ultimo argumen- to -que pueda haber otras causas de S— equivale a decir que pueden existir casos en los que, aunque no s¢ hubiera ingerido aceite de colza, se hubiera contraido no obstante el sindrome téxico. Como ya adelanté, estas objeciones s6lo se sostendrian si las relaciones causales adoptaran siem~ pre la forma de una condicién necesaria y suficiente: 4.1. Si consideramos el aceite de colza como una condi- cién suficiente relativa, y si entendemos que ciertas 142 SOBRE FL CONCEPTO DE CAUSA (A PROPOSITO DE UN CASO) caracteristicas biolégicas de las personas que deter- minan su mayor o menor susceptibilidad al aceite de colza forman parte del contexto causal, entonces es perfectamente explicable por qué no todos los consu- midores del aceite contrajeron la enfermedad. Afirmar que C es causa de S no es afirmar que C, por si solo, es condicién .necesaria y suficiente (ni siquiera mera- mente suficiente) de S. Es afirmar que C, dado cierto contexto causal, es el elemento que completa ese con- texto convirtiéndolo en condici6n suficiente o necesaria y suficiente de S. E individualizamos a C como causa (y no a cualquier otro factor del contexto causal) por- que, en comparaci6n con las circunstancias normales del contexto, es el factor «extrafio». 4.2. Por ultimo, si interpretamos C como una condicién suficiente relativa, dada la definicién de condicién su- ficiente, no queda excluida la posibilidad de que existan otras causas (también suficientes) de S. Un fenémeno puede tener varias condiciones suficientes alternati- vas, sin que por ello ninguna de ellas deje de ser causa del mismo. Por supuesto, las anteriores consideraciones no pretenden ser concluyentes. Todas pueden ser; a su vez, objeto de nue- vas contestaciones. En la medida en que éstas sean relativas a la prueba de la relacién de causalidad entre el aceite de colza y el sindrome téxico, muestran la dificultad de establecer la existencia de relaciones de causalidad en contextos juridicos, pero espero que hayan mostrado también la utilidad de un anilisis filos6fico del concepto de causa. 143

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