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En todo encuentro clínico podemos diferenciar, al menos, tres puntos de vista acerca de lo que
está ocurriendo y de lo que se debería hacer:
Punto de vista del paciente
Punto de vista del médico
Punto de vista de sistema de salud
Cada punto de vista se enfoca desde una teoría, unos conceptos, unas creencias, unas emociones,
unas experiencias, intereses y expectativas y se enfoca hacia un campo de atención y acción.
Allí cada uno traza “el” problema (su problema) y “la” solución (su solución)= una manera de ir del
desorden hacia un orden; plasma su hábito de explicación e intervención; se ubica frente a: su
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papel (rol), en una rejilla de deberes o derechos, en un espacio de inclusión /exclusión, en una
escala de jerarquías, de sentirnos cercanos o lejanos de algo o alguien…
Así:
el médico enfoca la enfermedad (en inglés: disease) en el contexto de una comunidad
científica – tecnológica, una cultura institucional/ gremial.
el paciente enfoca su dolencia (illness) y lo hace en el contexto de una cultura y sociedad
(donde la enfermedad puede adquirir la connotación de “mal”, “castigo”, “destino”, “azar,
etc.
el sistema de salud se enfoca en las estadísticas, las políticas, las normatividades, los
protocolos y guías, etc.
A pesar de configurar tres puntos de vista divergentes, se comparte una expectativa y necesidad
común. De alguna manera, por alguna vía se intenta ir:
En esta escena, antes de entrar a la habitación el paciente que se había intentado suicidar se nota
una actitud un poco burlesca o recochera pro parte de los residentes. Sin embargo, se nota que
todos se ponen de una manera adecuada las batas y físicamente se ven todos muy bien
organizados, incluyendo al doctor que los está dirigiendo. Por supuesto que le paciente que se
intentó suicidar se encuentra en un mal estado físico, ya que se evidencia a simple inspección los
hematomas ocasionados por la impactante caída en su fallido intento de abandonar la vida. ..”
y podríamos agregar otra: 2.3.- ¿En qué consiste “crear valor”, como un proceso de construir
autonomía?
Más que dar respuestas puntuales a estas preguntas, lo importante es mantenerlas presentes y
abiertas en los encuentros clínicos.
o Cuando elaboramos una historia clínica nos concentramos en llevar a cabo una
descripción, tanto de lo que el paciente nos relata (anamnesis) como de lo que
exploramos a través de los sentidos y distintas tecnologías (examen físico, procedimientos
exploratorios)
Por ejemplo:
Describo los actores (quiénes participan de la escena) y sus relaciones (cómo
interactúan y se afectan unos a otros)
Instrumentos y dispositivos que intermedian las relaciones
Eventos y acontecimientos (qué ocurre durante la escena… de qué se trata)
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o Suspender el pre – juicio, ponerlo entre paréntesis… nos facilita construir el primer nivel
de un encuentro: la descripción.
o Sin embargo, descubrimos que las descripciones no son independientes de: nuestra
propia historia, nuestra experiencia, nuestro ámbito de trabajo e interés, de lo que
pretendemos y buscamos, de lo que sabemos y conocemos, de lo que valoramos.
o Otra reflexión sobre el utilizar juicios de valor (pre –juicios) tiene que ver con lo objetivo y
lo subjetivo.
Cuando los juicios de valor reemplazan las descripciones y las exploraciones mediante esa
curva de datos, información, conocimiento y comprensión, nos alejamos de lo está
ocurriendo y esto es lo que se quiere decir con “perder objetividad”.
Sin embargo, es preciso tener cuidado con asumir que el punto de vista del médico es
objetivo y el punto de vista del paciente es subjetivo. Habría que cambiar el enfoque:
¿Acerca de qué y cómo “sabe” y “conoce” el médico? (al cuerpo, al organismo, al
paciente)
¿Acerca de qué y cómo “sabe” y “conoce” el paciente?
Ahora bien, el hecho de estar enfermo (por ejemplo tener un tumor), ¿me permite
conocer y comprender lo que me está ocurriendo?
¿Cuánto tiempo se demoró el doctor McKee en comprender (darse cuenta) que era un
enfermo?
No es lo mismo “tener un cuerpo” (y utilizarlo instrumentalmente)
que darnos cuenta de que también “somos cuerpo” (lo cual puede ocurrir, por ejemplo,
con la enfermedad)
Tanto el médico como el paciente manejan “puntos ciegos” en sus respectivos enfoques
o Otra observación hace referencia a que el punto de vista del médico se compone de un
abordaje tecnológico y otro humanista. Supuestamente el primero, libre de emociones y el
segundo, cargado de emociones. Este planteamiento suele ser común. El riesgo es que con
ello introducimos otro dualismo (similar a lo objetivo vs. lo subjetivo)
Como se dijo arriba, es imposible conocer o crear un enfoque que esté libre de nuestra
propia historia (biografía), formación, disciplina, marcos de referencia, intereses,
emociones y valoraciones.
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Lo que aprendemos como médicos es a crear nuevas emociones frente a otro que sufre o
que está enfermo. Emociones distintas a las que tendríamos como hijos, padres, hermanos
de esa persona. Pero nunca estaremos libres de emociones.