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Conceptos y princpios étcos fundamentales 105 Se ha hablado de la preocupacién como Ja rafz de nuestro ser en el mundo, ¢ igualmente de nuestra selectiva inatencién que ignora lo que est4 més all4 de * questro horizonte. En esto ya tenemos una libertad fundamental, a la que alu- d{a Heidegger como la determinacién de nuestro mundo por nuestra preocupa- ci6n. Cuando hablamos de la libertad, como ya indicamos, nos movemos en el quarto nivel de conciencia, en el que surgen las preguntas équé debo hacer?, desto vale la pena? La autoapropiacionien este nivel:se dade modo mas claroy gadical. Cuando se trata de.un acto libre o voluntario 0 del curso de una acci6n, tocamos nuestra. autoconciencia racional, en la que est4 en juego nuestro pro- jo. yo. Asi como entiendo por medio de mi inteligencia, elijo por medio de mi voluntad: en la rafz de mi acto libre estoy yo, yo soy el que acttio, yo soy laraz6n filtima. Yo llego a ser lo que soy por mis propias elecciones. Asf, la eleccién libre es un determinante de mi ser, de mi quehacer y de mi llegar a ser. Ef nuestro devenir, en nuestro desarrollo estamos entre ‘dos fuegos?\por unlado estan los habitos de la voluntad-que-me-orientan hacia una direcci6n determinada, un habito que paraddjicamente es ‘el resultado de repetidas y cons- tantes eleccioneS. La habitualidad puede ser correcta y entonces hablamos de Yirtud, o bien puede ser incorrecta y se habla entonces de vicio. Lo anterior nos lleva a distinguir entre_la libertad esencial y la libertad efectiva.(Lallibertad esencial aparece claramente en Ja misma estructura de nues- tro ConOcimiento, en-el Ambito practicd. De hecho, la decision surge de un fac- tor ulterior: de la voluntad.-Lai libertad efectiva, ol mejor Sujcarencia;japarece: cuandovenvalgufias ocasiones decimos “no haré eso”, pero lo hacemos, Deesta ” forma descubrimos que-existen dos modalidades de buena voluntad: la que quiere hacer algoy la que lovhace. ‘Ademés de determinar mi desarrollo, las decisiones pueden también ser determinantes de un proceso objetivo. Una eleccién o una serie de ellas pueden afectar el bien de orden que podria ser excelente, bueno, mediocre, pobre o desas- troso. En una revolucién y en la anarquia puede reinar el desorden total. En una época de depresién el bien de orden puede mantenerse, aunque millones de hom- bres queden excluidos de ese. bien. Los actos libres son también determinantes de: estos procesos. Muchas veces nuestros actos libres no s6lodesarrollan-al sujeto, sino que pueden promover el bien de orden, al menos en alguna dé'sus ‘Tamifica™ Gones-Pero no olvidemos que la libertad efectiva tiene que ganarse. ‘Afirmamos, por consiguiente, la libertad humana, pero no como algo absolu- to, sino como un decidir a ‘través de las tensiones entre factores deterministas e indeterministas. La libertad no se da por la supresi6n de los factores deterministas, ni como un proceso matemitico de vestar a los factores deterministas los inde- terministas; esto serfa un proceso mecanicista, y si hay algo contrario a lalibertad es un proceso de este tipo. También conviene sefialar que la libertad no se da como Scanned with CamScanner 106 _Deontologia juridica un estado permanente, sino como una dialéctica continua en la que la persona elabora una sfntesis superior en coherencia con la opcién fundamental.3 De dos fuentes jurfdicas antiguas nos llegan dos m4ximas que elogian la libertad. Paulo en el Libro IV de sus comentarios al Edicto escribié: Libertas inaestimabilis res est: “la libertad es algo inestimable”; y Ulpiano en su comentario a la Ley Julia y Papia (Libro IV) escribe destacando el lado oscuro de la esclavi. tud: servitutem mortalitati fere comparamus: “casi comparamos la esclavitud con Ja mortalidad”. Con ambas libertades tiene que confrontarse el abogado: con la ex- terior, en muchos casos de derecho penal, y con la interior como una cualidad imprescindible de su quehacer profesional.* Otros dos autores de la antigiiedad hacen una bella ponderacién de la li- bertad. Fedro concluye una de sus fabulas con este brillante aforismo: Non bene pro toto libertas venditur auro: “no puede venderse Ia libertad ni Por todo el oro del mundo”. Algunos viven prisioneros en jaulas de oro, otros continuamiente liga- dos a la servidumbre de “los grandes”; a otros los regalos, las dadivas y las pre- siones de los influyentes los fuerzana sepultar su libertad de conciencia. Epicteto, el gran pensador estoico, nos transmite tres reflexiones sobre la libertad y sobre la esclavitud: “El que tiene el cuerpo libre, pero atada el alma, es esclavo; quien no tiene mal en el alma, es hombre libre, aunque tenga el cuerpo encadenado.” Ademés, para Epicteto esta libertad interior debe ser la maxima Preocupacién del Estado: “Es mejor para el Estado que en casas Pequefias vivan hombres libres, a que en suntuosos palacios habiten hombres de alae esclavas.” Tam- bién Epicteto relaciona de modo contundente la felicidad y la libertad: “La feli- cidad no esté en donde algunos hombres ciegos la buscan, no esté en la fuerza... nien el poder... ni en el conjunto de todas estas cosas... est4 en ti, en la libertad verdadera... en el absoluto dominio de ti mismo, en la Posesién de la satisfac- cién y la paz...” Asi como hemos distinguido entre la libertad teérica y la Practica debemos distinguir, como lo hace Epicteto, entre la libertad exterior y la verdadera libertad interior. En efecto, es un lugar comin distinguir entre la libertad y el libertinaje, ——a 2 Of. Vidal, op. cit., p. 128, f, Estas méximas son citadas por A. Pruneda, Reflexiones de un Jurista en torno a Don Quijote, Universidad de Chihuahua, México, 1958, p. 54. : Scanned with CamScanner ) Conceptos y principio éticos fundamentales 107 correspondencia con la abadesa benedictina del monasterio de Stanbrock. En una ocasién le escribié: “Cuando la préxima vez vuelva a estar cerca de usted, me acercaré de nuevo a su reja, y lleno de envidia contemplaré la libertad que existe al otro lado de ella.”*5 Esta paradoja de la libertad nos revela su profundo misterio y su sentido maravilloso: la capacidad de crear eventos que trascienden el yo. Para tratar de dilucidar este sentido profundo conviene primero indicar en qué no consiste la libertad. Ante todo, la libertad no es un principio de incerteza, algo parecido al indeterminismo que se postula para las leyes de la fisica. Ser libre no es actuar sin motivos, sin ideales 0 convicciones, guiado sélo por el deseo, el impulso o el capricho. Concebir la libertad de este modo no serfa algo valioso sino, incluso, algo caético y hasta irracional. Tampoco se identifica la libertad con la emanci- acién, con la carencia de todo tipo de atadura, puesto que existen alianzas sublimes, fidelidades profundas y lazos de verdadero amor que nos impulsan, a veces, a decisiones dificiles y aun heroicas. En otras palabras y dicho positivamente: aunque parezca pleonasmo, so- mos libres para ser libres, no libres para ser esclavos. De este modo la libertad se convierte en un desaffo, un quehacer, una conquista. Debemos luchar ince- santemente por nuestra propia libertad interior, que no puede existir sin libera- cién interior del dominio despético de las estructuras, de las presiones de otros hombres y de la sutil dominacién que pueden ejercer sobre nosotros el dinero y las cosas. Es triste ser esclavo de los hombres, pero igualmente doloroso es ser esclavo del dinero o de los bienes materiales. De lo anterior se deduce que la libertad supone la facultad de discernimiento, la sensibilidad ante los valores supremos, la capacidad de sacrificio y la decisién de romper las estructuras alienantes propias o ajenas.”* El parrafo anterior de alguna manera sintetiza el brillante pensamiento de mporaneo, Abraham J. Heschel. Este pensamiento con- un fildsofo judio conte! cuerda con el del psicdlogo vienés Victor Frankl, que desde el punto de vista de su profesién enfatiza también que la libertad auténtica consiste en elegir el bien, optar por los ideales del espiritu y ser leal a los valores mas altos. En pocas palabras, no puede existir libertad sin responsabilidad; por eso V. Frankl sugerfa alos estadounidenses que asi como han construido en su costa este una estatua a la libertad, construyan en la costa oeste una estatua a la responsabilidad. El protagonista de La prorroga, de J. P Sartre, se dirige a la estacién de la que vaa partir el tren de los defensores de la patria contra la invasi6n nazi, pero no Breviario de un ateo, Studium, Madrid, 1970, p. 132. “Abraham J. Heschel, los valores religiosos y humanos”, Grandes Progreso, México, 1987, pp. 209-216. 5 Citado por J. Leppich, 2 Cfr. Victor M. Pérez Valera, testigos de los valores (ed. Rafael Checa), Scanned with CamScanner 108 Deontologia juridica aborda el tren y se regresa a Paris. Vaga sin rumbo por las calles, da rienda suelta a su imaginacién, siente que respira libertad, pero a la postre se pregun- ta: équé voy a hacer con toda esta libertad? Al fin cae en la cuenta de que su libertad es vacia, sin ideales y sin sentido. Ha traicionado a su patria y todo lo que haga no tiene ningun significado. Reconoce, finalmente, que una libertad sin contenido deja la vida desolada. La frase evangélica “La verdad nos hard libres” es de enorme actualidad, Ademis de hacernos caer en la cuenta de la coherencia que debe existir entre el conocer y el actuar, nos recuerda que debemos luchar no sélo por Ia libertad de coaccién, sino mas positivamente, buscar de manera existencial la auto- posesi6n de la verdad. La libertad esta condicionada por la verdad, por la obli- gacién moral, por el derecho justo. No puede darse una verdadera libertad al margen de las normas. Un bello texto de Unamuno nos ilustra al respecto: se dice, y acaso se cree, que la libertad consiste en dejar crecer una planta, en no ponerle rodrigones, ni gufas, ni obstdculos; en no podarla, obligéndola a que tome esta u otra forma; en dejarla que arroje por si, y sin coaccién alguna, sus brotes, sus hojas y sus flores. Y la libertad no est en el follaje, sino en las raices...?” Sin embargo, debemos admitir, no como fruto de la libertad sino como conse- cuencia negativa, la posibilidad de equivocar nuestro camino, de actuar irres- ponsablemente y de ser actores del mal, de la injusticia y de la corrupcién. Debemos estar atentos ante este peligro de vender nuestra libertad por una bagatela o por el éxito facil. La libertad aparente de dar rienda suelta a los bajos instintos y caprichos puede convertirnos en paraliticos espirituales. El bien y sus caracteristicas Aristételes, al observar las oes profundas del ser humano, acne el bien como aq 1 por supuesto tar as operaciones o actos que ayudan a alcanzar el bien.”* Conviene observar que es una concepcién pobre considerar la ac como algo negativo: “no hagas esto, no reali 27 M. de Unamuno, Diario intimo, citado por Enrique Rojas, El hombre light, una vida sin valores, op. cit., p. 45. *Cfr. Bernard Lonergan, Insight..., op. cit., p. 687. Scanned with CamScanner Conceptos y principios éticos fundamentales 109 a reto, existente , al alcance 10 ‘on todo, en este mundo el bien algunas veces no se halla separado del mal, sino que con alguna frecuencia se encuentran mezclados el trigo y la cizafia. Del , empero, es posible algunas veces sacar un bien, y el bien puede triunfar sobre el mal. Precisamente el que se pueda sacar bien del mal nos indica otra ‘> caracteristica del bien, su dinamismo: el bien es siempre susceptible de mayor -- incremento, es de suyo difusivo. Esto nos lleva a afirmar que el bien que conoce- s+ mos, si prescindimos del bien absoluto, es un bien limitado, un bien que participa <1 del Bien (con mayiscula) y, por tanto, nuestra nocién de bien es andloga. A este respecto existe un profundo contraste entre las concepciones del bien de Platén y de Aristoteles. Platén en su Repiiblica se afana por encontrar al hombre bueno y lo busca mediante la descripcién de una sociedad buena. Asi, para lograr una buena sociedad los responsables y custodios de ella deben co- nocer el bien. En esto reside la solucién de todos los problemas humanos: en conocer la idea de bien. Para Aristételes, en cambio, la bondad de la vida humana concreta est4 en adquirir habitos concretos y en descubrir la bondad de las cosas en concreto. La esencia del bien estd en la divinidad; las demds cosas existen y son buenas por participacién. Lo finito no es perfecto en todos sus aspectos, ni es bueno desde todos los puntos de vista y, por ende, puede ser objeto de critica objetiva, lo cual: es la base de la libertad humana. Lo que esta por encima de toda critica es Dios © es un idolo. Asi, pues, el bien humano se realiza mediante la aprehensién y la eleccién humanas. Todos los aspectos de la cultura y de la civilizacién, y entre ellos obviamente el derecho, dependen de las aprehensiones y elecciones hu- manas. La historia del hombre es el resultado de un largo y continuo proceso de aprehensiones y elecciones humanas, correctas e incorrectas, buenas 0 malas. Lonergan habla de una estructura invariante del bien humano que trascien- de el espacio y el tiempo, y que nos conduce a dividir el bien humano en a) bien Particular, b) bien de orden, y c) valor.2? EI bien particular es el que produce la satisfaccién de un apetito particular: una amistad, una casa, un automévil..: El bien de orden se relaciona con una instituci6n, en donde se da un flujo de bienes Particulares, por ejemplo, la famni- lia, la tecnologia, la economia, la politica, las instituciones jurfdicas... La co- trupci6n en la imparticién de justicia en un Pais nos revela la deplorable carencia de un importante aspecto del bien de orden. Asimismo, un sistema educativo ® B. Lonergan, op. cit, pp. 68-78. Scanned with CamScanner 110 Deontologfa juridica que fuera deficiente o no formara en valores manifestarfa una enorme deficien- cia de un bien de orden. El bien de orden se caracteriza por cuatro aspectos: Se da una recurrencia regular de bienes particulares. Esta recurrencia se sustenta debido a un conjunto de operaciones hu- manas coordinadas, @ Para que se den estas operaciones coordinadas se requiere que existan; a) sujetos con habitos cognoscitivos, volitivos y habilidades manua- les: que conozcan, estén persuadidos y tengan pericia; 4) un mecanismo establecido o institucionalizado para tomar decisio- nes, y ) elementos o equipo material que posibilite el funcionamiento del sis- tema. AA. Una posicién social personal o estatus del que surjan relaciones perso- nales congruentes con la estructura del bien de orden concreto. En un Estado de derecho serfan las relaciones coordinadas de los tres poderes del gobierno, y de éstas con el resto de la sociedad. Lonergan pondera, a propésito del bien de orden, la relacién entre éste y el derecho: el egofsmo esté en conflicto con el bien de orden se lo puede contener, hasta cierto punto, por medio de la ley, con la policfa, con el poder judicial y las prisiones. Pero hay un Imite en el porcentaje de la poblacién que puede ser retenida en prisién, y cuando por el egofsmo se traspasa ese limite, los agentes de la ley, y aun la ley misma, tienen que hacerse més tolerantese indulgentes. Y de ese modo el bien de orden se deteriora. No solamente es menos eficiente, sino que se encuentra también con la dificultad de éejercer una justicia equitativa al decidir cudles son las injusticias que pueden tolerarse. La cuestién préctica radica en responder a quiénes se perdonarén los pecados sociales, ya quiénes se castigard por ellos. Con esto el derecho queda comprometido, pues no coincide ya con la justicia, y con mucha probabilidad el derecho podria llegar, en mayor o menor grado, a convertirse en instrumento de una clase.” El tercer elemento en Ia estructura invariante del bien humano es el valor. Existen, como hemos visto, instituciones buenas y ante ellas surge la pregunta, équé bien hay en ellas? 2B, Lonergan, Método en teologta, Ediciones Sigueme, Salamanca, 1988, p. 58. John Finnis, en su libro Fundamentos de ética (Washington, 1983), reconocié la contribucién de Lonergan al andlisis de la estructura del conocimiento humano, pero criticé su ética. Esto se debid, como lo anota Scanned with CamScanner Conceptos y principios éticos fundamentals 111 Todo adulto, pero de modo especial, todo profesional deberia luchar por el valor del bien de orden, Siguiendo a Kierkegaard, Lonergan postula tres tipos de valores: el estético, el ético y el religioso. El que ahora nos interesa es el valor ético. Este valor incluye tanto el bien concreto como objeto que se apetece, como el bien del sujeto en cuanto auténomo, responsable y libre. La persona al ir ma- durando es consciente de su libertad, del sentido de la libertad y de la responsa- bilidad de la libertad. El sujeto es inteligente, racional, libre y responsable, y tiene que tomar posicién ante las exigencias de estas cualidades del sujeto: ante lo coherente y lo absurdo, ante lo verdadero y lo falso, ante lo correcto y lo equivocado y ante el bien y el mal. La excelencia del ser humano reside en decidir y hacer lo que es correcto, por ser libre, ya que su libertad es realizar el valor. Esta estructura invariante del bien posee algunas caracteristicas especifi- cas. 1. Es abierta. En los tres aspectos, como bien particular, como bien de orden y como valor, la estructura puede especificarse de muchfsimos modos. Existen muchos tipos de bienes particulares, muchos tipos de bienes de orden y muchos modos de realizar el valor. 2. Los tres aspectos del bien se entrelazan. Los bienes particulares aislados, a la larga no satisfacen; el ser humano, por ser inteligente tiene que procurar el bien de orden, ya que debe darse cierta regula- ridad, recurrencia y seguridad. Igualmente, su sentido critico lleva al hombre a cuestionar el bien de orden, a encontrarle sus fallas, a evaluarlo y criticarlo. De la evaluaci6n del bien de orden surge el valor. Nos preguntamos: évale la pena esta estructura, esta institucién, este régimen politico, este sistema econdmi- co? 3. La estructura invariante es sintética y unificadora: la estructura debe atender tanto el objeto como al sujeto, puesto que puede existir un conflicto entre el orden y la persona. Obviamente el orden debe estar en funcién de las personas, las leyes en funcién del pueblo, el ordenamiento jurfdico debe respe- tar los derechos humanos. Asf, pueden surgir muchas preguntas, por ejemplo, écon la pena de muerte no se sacrifican las personas al orden?, éno puede pasar lo mismo en una guerra civil? Una prueba sencilla de la efectividad del bien de orden est4 en que las personas en sus relaciones perciban y gocen el bien. 4. Existe un paralelismo entre los bienes y los niveles de conciencia. Al bien particular corresponde el nivel de experiencia, al nivel de inteligencia corres- David Granfield, a que Finis no considera el bien como algo concreto, su concepcién del bien de orden es algo estrecha, no capta que el bien apetecible y el de orden son plenamente morales s6l6 mediante una decisién de valor, con lo cual se evita un “empirismo inequivoco” que funda- menta la ética como satisfaccién positivista de los deseos y, finalmente, lo cual es muy importan- te, no capta la distincién entre el atender y tender a, y el entender, con lo cual no aprecia el papel de los sentimientos ni la diferencia entre el bien en cuanto experimentado y el bien en cuanto entendido. Cfr. David Granfield, La experiencia interna del derecho. Una jurisprudencia de la subjetivi- dad, Universidad Iberoamericana-ITESO, México, 1996, p. 127. Scanned with CamScanner 112 Deontologia juridica ponde el bien de orden, y la reflexién sobre los diversos érdenes o sistemas posibles nos conduce al valor, que corresponde al nivel de juicio. Sorokin, un profundo sociélogo de Harvard, distinguié tres tipos de so- ciedades 0 civilizaciones: unas se centran en repartir bienes particulares, otras pre- tenden establecer un bien de orden y otras enfatizan los valores del orden. Aplicando esto ultimo al derecho podrfamos ponderar la importancia de lograr un orden juridico sensato, razonable y justo. El mal Existen males particulares: privaciones, miserias, sufrimiento, injusticias, da- fios..., pero lo més grave es que estos males pueden hacerse crénicos y, ademas, irse incrementando: violencia, criminalidad, desempleo, corrupcién. Estos ma- les se originan y mantienen por estructuras de poder organizadas. Cuando se da una quiebra parcial o completa del bien de orden, el cual incluye el derecho, se viven en la sociedad, de modo mas o menos habitual, fricciones, conflictos, huelgas, paros, depresiones y aun guerras. Se forman circulos viciosos en el plano macrosocial. Hay que examinar cuidadosamente si no se vive bajo institu- ciones inadecuadas, que funcionaron en otra época, pero que actualmente son obstdculos para el bien social. Lonergan habla de un mal institucional, constitui- do por un equipo obsoleto. En efecto, constatamos frecuentemente que no sdlo se dan males particulares, sino también males institucionales que frenan y obsta- culizan de muchas maneras todos los aspectos que posee el bien de orden.*! Ahora ya no se habla del progreso automatico del hombre. Ya se han supe- rado la utopia marxista y la ilusién nietzschiana del superhombre. Sin embargo, debemos estar atentos al imperialismo de la ciencia que puede y esta creando la manipulacién del hombre. No podemos actuar con superficialidad o frivolidad, sino que debemos afrontar responsablemente los problemas del mal en el mundo. En ocasiones no se ven soluciones en el corto plazo, pero al menos en el mediano plazo debe insistirse en la educacién, sobre todo en la educacién en valores humanos y espirituales y en los derechos humanos. Ante el mal crénico e institucionalizado, équiénes podrian ser los agentes de cambio? Toynbee, el gran filésofo de la historia, hablaba de las “minorfas creativas”, que experimentan insights inteligentes que como chispas saltan de un espfritu a otro. Ah entra la labor fundamental de las universidades, que en lugar de preparar gente para el sistema, sean instituciones creadoras de pensa- miento y preparen personas creativas y responsables. Hutchins en su University 31 Gfr. para este apartado, Idem, pp. 79-82. Scanned with CamScanner Conceptos y principios éticos fundamentales 113 and Utopia distingue entre los métodos para el descubrimiento y los métodos ara la discusién. En el fondo coincide con el método de Lonergan: alguien entiende algo, tiene una idea brillante, llega a figurarse qué sucederia si esta jdea se pusiera en practica. Se aconseja con otros, con la gente de influencia: se *disefia una politica, se gana el consenso. Asf, la accién humana puede cambiar a la luz de una nueva idea”. Esto se debe hacer también en el derecho, ya no se deben formar abogados con el servil método de la escuela de la exégesis ni con los nefastos reduccionismos kelsenianos. En ocasiones, los hombres o los grupos sociales se alienan y se resignana ser “conducidos”, renuncian a sus valores éticos. No es necesario vivir en un Estado totalitario para sentirse incapaz de sacudirse la opresora maquinaria oficial: el control y el poder estan centralizados. Ademas, muchas veces las de- cisiones polfticas de los ciudadanos no son responsables, se toman sin ningtin conocimiento de causa. A este propésito, Lonergan refiere que existid un parti- do politico en Canada que se llamaba Crédito Social, el cual defendfa una pro- puesta econémica completamente descabellada. Un abogado de Montreal le pregunté a un ciudadano que tenfa la intencién de votar por ese partido: “¢En- tiende cémo funciona esa propuesta econémica?” El hombre respondié que no tenfa la menor idea. “Entonces, épor qué va a votar por algo que no entiende?”, replicé el abogado. El hombre respondié: “Usted no sabe cémo funciona su radio, pero la enciende y suena bien. Pues a mi me suena bien el Crédito Social. Sucede como con cierta gente que va a una agencia de viajes para que lo lleven a dar una vuelta, pero no sabe adénde lo van a llevar...” Los que son mas conscientes de que al parecer somos conducidos por una enorme maquinaria, que no se sabe quién la conduce, caen frecuentemente en la frustracién o en la desesperanza, o terminan pensando que “mas vale malo por conocido...” Cuando se renuncia a vivir los propios valores, “el ser humano se convierte en alguien !levado por la corriente. No elige. No desea ser centro de eleccién inteligente, racional, libre y responsable. En cuanto hace alguna eleccién, es la eleccién de ser como todos los demas,” de ser uno del montén, de ser conduci- do por otros. Conforme crece el numero de individuos Ilevados por la corriente, la masa de conformistas, de gente dirigida por otros, se atrae a los tipos comple- mentarios que tienen la voluntad de poder, a los ingenieros sociales, a los per- suasores ocultos. Estos dominan de una manera que nada tiene que ver con la inteligencia, la racionalidad y responsabilidad. De ese rhodo se crea una masa que esta controlada sin saberlo”. 3B, Lonergan, Filosofia de la educacién, Universidad Iberoamericana, México, 1998, p. 83. Scanned with CamScanner Conceptos y principios éticos fundamentales 113 and Utopia distingue entre los métodos para el descubrimiento y los métodos ara la discusién. En el fondo coincide con el método de Lonergan: “alguien entiende algo, tiene una idea brillante, llega a figurarse qué sucederia si esta idea se pusiera en prdctica. Se aconseja con otros, con Ja gente de influencia: se “disefia una politica, se gana el consenso. Asf, la acci6n humana puede cambiar a Ja luz de una nueva idea”. Esto se debe hacer también en el derecho, ya no se deben formar abogados con el servil método de la escuela de la exégesis ni con Jos nefastos reduccionismos kelsenianos. En ocasiones, los hombres 0 los grupos sociales se alienan y se resignan a ser “conducidos”, renuncian a sus valores éticos. No es necesario vivir en un Estado totalitario para sentirse incapaz de sacudirse la opresora maquinaria oficial: el control y el poder est4n centralizados. Ademds, muchas veces las de- cisiones politicas de los ciudadanos no son responsables, se toman sin ningin conocimiento de causa. A este propésito, Lonergan refiere que existié un parti- do politico en Canada que se Ilamaba Crédito Social, el cual defendia una pro- puesta econémica completamente descabellada. Un abogado de Montreal le pregunté a un ciudadano que tenfa la intencién de votar por ese partido: “éEn- tiende cémo funciona esa propuesta econémica?” El hombre respondié que no tenfa la menor idea. “Entonces, épor qué va a votar por algo que no entiende?”, replicé el abogado. El hombre respondié: “Usted no sabe cémo funciona su radio, pero la enciende y suena bien. Pues a mf me suena bien el Crédito Social. Sucede como con cierta gente que va a una agencia de viajes para que lo lleven a dar una vuelta, pero no sabe adénde lo van a llevar... Los que son més conscientes de que al parecer somos conducidos por una enorme maquinaria, que no se sabe quién la conduce, caen frecuentemente en la frustracién o en la desesperanza, o terminan pensando que “mas vale malo por conocido...” Cuando se renuncia a vivir los propios valores, “el ser humano se convierte en alguien Ilevado por la corriente. No elige. No desea ser centro de eleccién inteligente, racional, libre y responsable. En cuanto hace alguna eleccién, es la eleccién de ser como todos los demés,*? de ser uno del montén, de ser conduci- do por otros. Conforme crece el numero de individuos llevados por la corriente, la masa de conformistas, de gente dirigida por otros, se atrae a los tipos comple- mentarios que tienen la voluntad de poder, a los ingenieros sociales, a los per- suasores ocultos. Estos dominan de una manera que nada tiene que ver con la inteligencia, la racionalidad y responsabilidad. De ese rhodo se crea una masa que est controlada sin saberlo”. 32 B. Lonergan, Filosofia de la educacién, Universidad Tberoamericana, México, 1998, p. 83. Scanned with CamScanner 114 Deontologia juridica Ahora bien, la ética no Puede minusvalorar las tendencias de las experien- cias que nos Ilevan al mal. Desde el punto de vista psicolégico, una de las mas valiosas aportaciones es la de Erich Fromm. Para él la inclinacién al mal surge de las primeras frustraciones de las tendencias a valorar el crecimiento. Cuando alguien se frustra en sus tendencias hacia una vida productiva, se vuelve hacia lo negativo, hacia la muerte, hacia lo inerte que él pueda dominar. La frustra- cién de sus tendencias externas ocasiona que se sienta amenazado en su super- vivencia, se refugie en el narcisismo Y convierta a los otros en medios de su supervivencia. Cuando se perciben los tiesgos que implica el crecimiento, se acoge al amor incondicional de una madre o de una figura materna, El narcisis- mo y la busqueda de un amor incondicional que lo libre de los tiesgos de la independencia que debe afrontar como persona adulta son las peores bases Para una vida moral.3? Para Lonergan, una rafz del mal social se encuentra en el resentimiento, que es la aberracién del sentimiento Y que nace por no poder aceptar las propias rioro social al fracaso del hombre en su misién de actuar de modo inteligente y razonable. Y esto, como ya hemos insinuado, se debe a cuatro tipos de deforma- ciones que pueden aparecer en la vida humana, asi como a las deficiencias en alcanzar una libertad efectiva. La deformacién “dramatica” se debe al influjo de las pasiones fundamentales; la “individual”, al atender los Propios intereses con detrimento del bien comin: “el egoismo es un deterioro Parcial de la inte- ligencia”. La deformacién “de grupo” es el egofsmo colectivo de unos cuantos que sdlo ven por su propio bienestar y se desinteresan de los demds grupos y del resto de la sociedad en su conjunto. La deformacién “general” radica en sentirse autosuficiente, en dar Poca importancia al Papel de la inteligencia y% sobre todo, en la solucién de los conflictos sociales no se acttia de manera inte- ligente y razonable. Estas deformaciones acumuladas dan Por resultado el “ab- surdo social” o, en términos juridicos, el “imperio del delito”, Finalmente, en un interesante ensayo titulado Curar y crear en la historia, Lonergan analiza el Pensamiento de dos filésofos contempordneos, B. Russel y PEtich Fromm, The Heart of Man, citado por W. L. La Croix, S.J, Patterns, Values & Horizon: An Ethic, Corpus Book, Nueva York y Cleveland, 1970, p. 162. * B. Lonergan, Método en teologia, op. cit p. 39. Para von Hildebrand, las rafces del mal moral radican en la soberbia y en la concupiscencia, o en la coexistencia de ambas. Chr. Etica cristiana, Herder, Barcelona, 1962, pp. 431-441, Scanned with CamScanner Conceptos y principios éticos fundamentales 115 K. Popper. Seguin Bertrand Russel, y esta opinién la comparten muchos, el mal en el mundo puede explicarse por un desfasamiento entre el progreso cientifico y técnico, por un lado, y el progreso moral, por otro. Se han hecho formidables progresos técnicos en todos los campos, pero nos hemos quedado bastante re- zagados en el crecimiento y la madurez éticos. El marcado desequilibrio en la distribucién de la riqueza en los planos mundial y nacional constituye sélo un ejemplo. Mas atin, no hemos podido dirigir y controlar con seguridad los enor- mes avances que han surgido de los poderes intelectuales. Debido a ello, la humanidad se encuentra en un riesgo mortal. Para Karl Popper, en cambio, los problemas de nuestro mundo se deben mds que a nuestra maldad moral, a un impulso moral frecuentemente descarriado. El resultado es el mismo: la falta de ética, ya sea por ceguera intelectual o por desviacién moral. En consecuencia, se nos imponen dos tareas: desarrollar una misién creativa y curativa en la histo- ria, tanto en la esfera intelectual como en la ética. Una labor creativa requiere tenacidad y valor. Para encontrar las respuestas a los problemas de nuestro tiempo se requieren no chispazos inteligentes aislados, sino unificados, que se corrijan y complementen, que hagan surgir nuevos chispazos que se convaliden como verdaderos y sean aplicables a la realidad. Sabemos que los chispazos inteligen- tes no son lemas ni su acumulacién campafias publicitarias, sino que constitu- yen un proceso creativo sobre lo todavia no conocido, que nos conduce al aprendizaje.* Lo que acabamos de mencionar nos lleva a hablar, aunque sea brevemente, del horizonte. El circulo mds pequefio que est dentro de nuestro horizonte lo constituye lo que conocemos. También est dentro de nuestro horizonte lo que conocemos como desconocido, Este es el cfrculo de la docta ignorancia y es, sin duda, un circulo mayor que el de lo conocido. Hay un tercer circulo, el de la ° indocta ignorancia, en el que estd todo lo que ni siquiera conocemos que des- conocemos. Son un cimulo de cosas que estan fuera de nuestro horizonte. Quiza fuera de nuestro horizonte estén muchos de los problemas valorales més acuciantes de nuestra sociedad. Todo lo que esté dentro de nuestro hori- zonte nos conduce a estar mds o menos seguros e instalados en nuestra forma de vida, nos proporciona cierta comodidad; no obstante, debemos luchar por ensanchar nuestros horizontes, aunque ello nos cuestione, nos inquiete y nos Presente retos. Si no descubrimos nuestra ignorancia, habremos perdido nues- tra sabiduria.6 3 B, Lonergan, Third Collection, Mahwah, Nueva York, 1985, pp. 100-108. %B. Lonergan, Filosofia de la educacién, op. cit., pp. 138-142. Scanned with CamScanner | 116 _Deontologia juridica Algunos principios.éticos fundamentales Un primer gran principio de la razén practica, de validez universal, es: “haz el bien y evita el mal”. Este principio ya aparece de modo claro en el comienzo de la Etica Nicomaquea cuando Aristoteles destaca el cardcter teleolégico de todo el actuar humano. En toda accién humana se actéa por un fin, o en palabras de] Estagirita: “Toda accién y eleccién parecen tender a algiin bien; y por ello definie- ron con toda pulcritud el bien los que dijeron ser aquello a lo que todas las cosas aspiran” (Lib. I, Cap. I). Més adelante se pregunta el filésofo si existe un fin Ultimo querido por s{ mismo, y responde que ése serfa la felicidad, la cual define, como “la actividad del alma de conformidad con la virtud” (Lib. X, Cap. VII). A una posible objecién sobre esta concepcién del bien responde Santo To- mas (In Ethicorum, I, 1, nim. 10): “los que apetecen el mal no lo hacen sino bajo razén de bien, es decir, en cuanto lo estiman bueno; y asf la intencién de ellos ve de suyo el bien, aunque por accidente caiga sobre el mal”. Aun cuando felicidad y bien tengan un aspecto coincidente, no son lo mis- mo. La felicidad tiene un aspecto subjetivo: es el gozo del que posee el bien o, como dice Santo Tomds: “el estado que colma todo deseo”. En cambio, el bien es algo objetivo, es la cualidad que apetece, conviene y perfecciona al ser. Ante este principio, lo primero que hay que observar es que el bien moral no necesariamente coincide con lo que consideramos bueno desde el punto de vista material 0 psicolégico, Asf, por ejemplo, el dolor o el sufrimiento desde un punto de vista biolégico y psicolégico es un mal, pero desde un punto de vista superior, el dolor y el suftimiento bien asumidos pueden producir un bien, en cuanto que en el mediano o el largo plazo pueden ayudar a la maduracién de la persona. Ya Karl Jaspers consideraba el dolor y el sufrimiento entre las “situa- ciones limite”, que por hacernos conscientes de nuestra creaturidad o contin- gencia nos ayudan a profundizar la existencia y nos acercan a la frontera limite de la trascendencia. Otra consideracién que nos parece pertinente es que debemos poner de relieve la primera parte del principio “haz el bien”, y no enfatizar tanto el aspec- to negativo de “evitar el mal”. Eso no significa que el mal no deba ser tomado en cuenta, sino que no debemos fundar nuestra personalidad en tendencias nega- tivas. Con todo, debemos considerar, como lo sefialamos arriba, que el bien rara vez se encuentra quimicamente puro y que algunas veces viene mezclado con el mal. Esta reflexién debe inclinarnos a ser tolerantes con los demas y, en ocasio- nes, a ser indulgentes con nosotros mismos. Precisamente esta coexistencia del mal con el bien nos va a llevar, més adelante, a la consideracién de un principio ético muy utilizado: el principio de doble efecto. Finalmente, el principio sobre el que estamos reflexionando nos Scanned with CamScanner Conceptos y principios éticos fundamentales 117 el bien auténtico y no el conduce a tratar de buscar siempre el verdadero bien, aparente. El fin no justifica los medios BI principio n inad. literatur Finis lugar es necesario considerar el fin que la persona pretende ‘con su accién (finis operantis), y en tercer lugar es menester atender todas las circunstancias que rodean la accién demas, en el fin del que acta radica orida pues si se obede- ciera un precepto ético sélo exteriormente, sin intencién de cumplirlo, se caerfa enunaactitud hipécrita. Ahora bien, si se procediera a hacer un acto bueno con mala intencin, como dar limosna a un indigente para humillarlo, la intencién ma- lévola echarfa a perder la obra buena. Sin embargo, la buena intencién por s{ sola no basta, ya que es necesario atender también ala realidad, a la naturaleza de las cosas, al finis operis, pues es obvio que por lo menos seria insensato o irresponsable clavar un clavo con un reloj finisimo. No es poco frecuente que actuemos con buena intencién en con- tra de la finalidad objetiva de la accién. Seria condenable que una persona para luchar contra el aborto asesinara a los médicos que lo practican. No obtante, cuando el valor negativo de los medios utilizados sea s6lo premoral, la realiza- cién de un fin o la btisqueda de un valor preferente podria hacer Ifcita la accién. Cuando se da un auténtico conflicto de valores, la moral invita a sacrificar los que después de una atenta reflexién se consideren de menor importancia, como se explicaré més adelante con el principio de doble efecto. También es conve- niente atender a todas las circunstancias y a los efectos de la accién para tratar de evitar el mayor numero de males posibles. Voluntario en causa En la ética tradicional se mencionaba el principio del acto voluntario indirecto 0 voluntario en la causa. De este modo un efecto malo, no querido en s{ mismo puede seguirse de una accién y omisién que s{ se quiere en si. Por ejemplo, el que se embriaga o se droga puede ser responsable no sélo de estos actos, sino de los efectos secundarios que en esas situaciones podrfan producirse, como Scanned with CamScanner 118 _ Deontologia juridica e finalmente, si tenfa obligacion de evitar el mal efecto o de impedir que se siguiera de la accién causal. Lo anterior rios lleva a considerar las situaciones de casos conflictivos. No suele ser frecuente, pero en ocasiones no es posible hacer el bien y es “necesa- rio” escoger entre dos males. En estos casos, si la persona est4 coaccionada a actuar (por ejemplo, debido a un vicio, habito o enfermedad), la obligacién ética es la de escoger el mal menor. En otras ocasiones menos dramaticas no se trata de escoger un mal, pero sf de decidir ante una situacién en que existe un conflicto de valores. En estos casos se puede elegir de acuerdo con el principio de totalidad: en un todo real, la parte no tiene significacién independiente; existe mas bien por razén del todo y en él subsiste. Consecuentemente, el bien de la parte se subordina al bien del todo. Asi, amputar un miembro enfermo para salvar la vida es perfecta- mente legitimo. ‘ Principio de doble efecto En la escolastica el principio de doble efecto no asumié un papel tan relevante y su aplicacién se consideraba compleja, problematica y oscura. Santo Tomas lo empleé al tratar el tema de la legitima defensa (II-II, .64, r.7). Posteriormente no faltaron moralistas que tacharon este principio de hipécrita y tramposo, pero en la actualidad pensadores como Peter Knauer no sdlo han rescatado la validez de este principio, sino que lo han dotado de un esplendor que nunca tuvo.”” La formulacién tradicional del principio de doble efecto dice que es moralmente licito realizar un acto que produce un efecto malo, si se dan las condiciones siguientes: a) el acto por realizar es en si mismo bueno; b) el efecto malo no ha de ‘perseguirse por s{ mismo, sino que sélo puede permitirse; c) el bien perse- guido no se obtiene por virtud del efecto malo, y d) debe haber una razén pro- porcionalmente grave para permitir el mal efecto. ade Si se analiza cuidadosamente la cuestién que se plantea con este principio, y sus presupuestos fundamentales, se pu: pina Knauer, que esta- mos ante un principio basico eter Knauer, Der Glaube kommt vom Héren—Okumenische Fundamental theologie, 6a. ed., Herder, Friburgo-Basilea-Viena, 1991, pp. 91-113. Scanned with CamScanner Conceptos y principios éticos fundamentales 119 Primeramente, otro, Este principio se aboca a responder la pregunta: écuando es moralmente malo, y cuando no, permitir o causar un efecto malo? El presupuesto obvio es que una accién de la que se sigue un efecto malo no siempre puede considerarse moralmente mala. Es evidente que una accién moralmente mala en sf, en nin- guna circunstancia o condicién puede ser justificada. As{ pues, el principio de doble efecto, mediante sus cuatro condiciones, pretende sefialar la frontera exacta que divide los actos moralmente permitidos, de los prohibidos. Ahora bien, para evitar malentendidos conviene reflexionar sobre cada una de las condicio- nes de este principio, sobre el orden de las condiciones y sobre las relaciones que éstas guardan entre si. Primeramente, observa Knauer, la cuarta condicién es tan decisiva que debe- rfa estar colocada en primer lugar. En efecto, una accién seria mala si no existie- se una “raz6n proporcionada” para perMnitir o causar el mal o dafio que ella trae consigo. Si se establece claramente el aspecto negativo de la primera condicién, que una accién es moralmente mala en si, es intitil proseguir el examen de las dems condiciones. En la segunda condicién se pone de relieve que no puede pretenderse el efecto malo, no debe buscarse como fin. Siempre se debe actuar motivado por el bien. En la tercera condicién se destaca que el fin o el efecto bueno no puede justificar el efecto malo; al contrario, el medio malo contamina el fin 0 efecto bueno. Regresando a la expresién clave “razén proporcionada”, conviene observar que ésta no se da cuando se sacrifican innecesariamente algunos valores, ni cuando claramente algunas acciones representan un “abuso”. La permisién de un efecto moralmente malo debido a una raz6n proporcionada hace que dicho efecto no se quiera directamente, sino sélo de modo indirecto. Para evaluar el motivo de la razén proporcionada hay que considerar la accién en su conjunto, de manera integral, y a veces esta reflexion requiere tiempo. __, Cuando una accién resulta contraproducente y por ende inmoral, esto es independiente de que le agrade o no le agrade al sujeto de la accién. Lo anterior tiene que ver con el concepto de ley moral natural. Esta puede evolucionar en cierto’ sentido, en cuanto existe siempre una obligacién de buscar nuevas po- sibilidades para minimizar la permisién de males 0 dafios. La obligacién de la ley humana positiva tiene su fundamento en Ia ley moral natural. Para denominar una accién que produce un dafio cuando existe una razén Proporcionada, y cuan- do ésta no existe, deberia usarse diferente Jenguaje: tomar algo ajeno y robar, matar y asesinar, etcétera. Scanned with CamScanner 120 Deontologia juridica Knauer concluye su estudio con una nueva formulacién hermenéutica del principio de doble efecto. Unicamente se justifica permitir o causar un mal efecto cuando: a) esa accién tiene una raz6n proporcionada para ello (si la accién to- mada en su conjunto no destruye aquel valor o complejo de valores, concebido de modo universal, que la motivé, ni sacrifica sin necesidad otros valores); b) la accién no se utiliza como medio para posibilitar otra accién, la cual seria mala por carecer de razén proporcionada, y c) para posibilitar esta accién no se usa otra que carezca de razén proporcionada. Scanned with CamScanner 6.Principios generales de la deontologia juridica ‘Asi como el capftulo anterior es inspiracién y gufa para solucionar los proble- mas concretos de la ética, en este capitulo se pretende, al explicar los grandes principios de la deontologia, ayudar a captar el espiritu y la inspiracién general que anima a la ética en el ser y quehacer del abogado. El estudio de los casos particulares es valido, en la medida en que éstos se enfoquen desde la dptica y el espiritu de los principios generales. El Cédigo de Etica de la Barra Mexicana no nos presenta articulos sueltos e inconexos, sino integrados por los principios de moralidad enunciados en =I proemio del Cédigo, yen los tres primeros articulos, los cuales desglosan el espiritu del deber profe- sional. Si en la aplicacion del derecho el art. 14 de nuestra Constitucién, en algunos casos, para dar la soluci6n al confficto remite a los principios generales del dere- cho, de modo semejante la inteleccién y aplicacin de las normas concretas deontolégicas deben captarse a la luz de los principios deontolégicos fundamen- tales.’ Los considerandos del Cédigo de Etica de la Barra Mexicana En el primer pérrafo del proemio del Cédigo de Etica de la Barra Mexicana (CBM) se enuncia el principio fundamental de la abogacfa come el servicio al derecho y a lajusticia, Este principio cobija los demés principios e impregna, en cierto modo, los 49 articulos de este Cédigo. Gf: Miguel Villoro Toranzo, Deontologia juridica, Universidad Iberoamericana, México, 1987, pp. 163-168. Scanned with CamScanner len 122 _ Deontologfa juridica Del segundo parrafo de los considerandos se deducen cuatro principios generales: * Principio del honor y dignidad profesional + Principio de cooperacién a Ja buena administracién de la justicia « Principio de desinterés + Principio de la responsabilidad de pedir justicia El tercer parrafo del proemio alude a tres principios: * Princij io del decoro y dignidad profesional * Principio de respeto a la moral y al derecho + Principio de respeto a la ética profesional del abogado Elarticulo primero, titulado “Esencia del deber profesional”, repite el principio fundamental de servicio al derecho y a la justicia y el respeto a las normas éticas en general. El articulo segundo, “Defensa del honor profesional”, invita no séloa vivir el honor profesional sino a denunciar y combatir por medios licitos “las conductas reprobables de jueces, funcionarios publicos y compafieros de profesién”. El articulo tercero titulado “Honradez” invita a actuar con probidad y bue- na fe, asi como a evitar Jas actuaciones dolosas. Varios principios pueden asimilarse y otros integrarse con algunos no ex- presamente enunciados, como el de independencia y libertad profesional. Vearnos, en primer lugar, como quedarfan integrados los diversos articulos en los princi- pios generales. Principio general de servicio a la justicia Principio de honor y justicia Principio de cooperacién a la buena administracién de la justicia Principio de desinterés Principio de decoro y dignidad profesional arts. 1, 6, 16, 28 y 33 arts, 15, 16, 17 42 arts. 1, 6, 9; relacién administracién de la justicia con autoridades, arts. 2, 5, 14, 20y 25 econémico, arts. 6, 7, 34y 39; defensa de indigentes, art. 7: publicidad, arts. 13, 14 y 15; honorarios, arts. 34, 38 y 48; pacto de cuota-litis, art. 36 en el trato con colegas, arts. 24, 41, 42, 46, 47, 49 Scanned with CamScanner m” Principios generales de la deontologla juridica 123 f en el trato con clientes, arts. 9, 26 y 40 relaciones con la contraparte, art. 43 con testigos, art. 44 acaparamiento de clientela, arts, 13, 16 y 47 Principio de respeto a la moral arts. 1, 3,27 y 42 yal derecho Principio de respeto a la ética En general, arts. 18, 19, 27 y 45 profesional secreto profesional, arts. 10, 11 y 12 ‘empleo de procedimientos, arts. 3, 4 y 44 correccién profesional, arts. 17, 41 y 42 actitudes dolosas, arts. 4 y 5 Servicio a la justicia y al derecho La necesidad de la justicia en toda sociedad la expresa san Agustin de modo categérico: “Sin justicia no hay reino, ni provincia, ni ciudad, ni aldea, ni casa, ni familia, ni'siquiera compafifa de ladrones y salteadores que puedan subsistir. Omitida la justicia, ¢qué son los reinos sino una caterva de ladrones?”? Justiniano en el Digesto comienza este titulo con una cita del Libro I de las Instituciones de Ulpiano: “Conviene que el que ha de dedicarse al derecho conozca primero de dénde proviene la palabra ius (derecho). Llamase asf, de iustitia (jus- ticia), porque segiin lo define elegantemente Celso, es el arte de lo bueno y de lo equitativo.”> En seguida afiade: “Por esta raz6n algunos nos Ilaman sacerdotes, pues cultivamos la justicia, profesamos el conocimiento de lo bueno y equitati- vo... discerniendo lo licito de lo ilicito, anhelando hacer buenos a los hombre: buscando con ansia, si no me engafio, la verdadera filosofia, no la aparente. Como lo constataba Ulpiano, precisamente por su compromiso con la justicia, la profesién juridica en algo se asemeja a la funcién del sacerdote. Un poco més adelante Florentino establece que el derecho rechaza la vio- lencia y la injusticia (iniuria) y considera ilfcito (nefas) el que un hombre atente contra otro hombre.> 2 De Civitate Dei, Lib. IV, vsp. 4 y Lib. Il, cap. 21. En el Critén de Platén, Sécrates sefiala que el camino del hombre para lograr la perfeccién y la felicidad consiste en vivir bien, que no es otra cosa que “vivir como lo reclaman la probidad y la justicia”. Y en el Gorgias declara que “la injus- ticia es el més grande de los males”. 3 Justiniano, el Digesto, libro 1, Pontificia Universidad Catélica del Peri, Lima, 1990, p. 23. “Ibid. 5 Ibid. Scanned with CamScanner 124 Deontologia juridica Tematizando mis lo anterior, Ulpiano después de dar en el libro I de sus Reglas la clasica definicién de justicia (constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho), agrega: “Los preceptos del derecho son éstos: vivir ho- nestamente, no hacer dafio a otro, dar a cada uno lo suyo.” Y a continuacién define la jurisprudencia, en cuanto ciencia del derecho, como “el conocimiento de Jas cosas divinas y humanas, la ciencia de lo justo y de lo injusto”.$ Mas no sélo en el derecho romano encontramos este anhelo de justicia. Al trazar el bosquejo histérico de la deontologfa juridica, observamos que una cons- tante del derecho de todos los tiempos es su empefio y compromiso por la -justicia. Por consiguiente, no es de extrafiar que en la concepcién clasica de Aristételes y Santo Tomas la justicia sea objeto del derecho, en cuanto que la norma juridica positiva debe encarnar, en el caso concreto, el ideal de dar a cada uno lo suyo. Asimismo, uno de los fines esenciales del derecho es la justicia, y de este modo ella serfa a la vez principio y fin del derecho. Esta dimensién teleoldgica de lo juridico debe ser real, no sélo aparente, como al parecer lo postulaba Stammler, o inexistente como lo sostuvo en una época Kelsen. Mas atin, el andlisis cuidadoso del concepto andlogo del derecho nos Ilevarfa a la conclusién de que el analogado principal es “lo justo objetivo”. Por tanto, el derecho positivo vigente y eficaz deberia ser justo, pues como sostiene Giuseppe Lumia, unas normas juridicas pueden poseer legalidad, pero si son injustas carecen de legitimacién; podrian imponerse a los ciudadanos, pero dificilmente suscitarfan el consenso.” En efecto, la justicia es un valor que no necesariamente, pero que frecuen- temente se realiza a través del derecho. Ahora bien, las ciencias naturales se mueven en el mundo de los “hechos”, de los datos comprobables, pero el uni- verso de los valores (&ticos, juridicos, estéticos, etc.) queda fuera del frio andlisis “cientifico”. Los juicios de valor se fundan en los juicios de hecho, pero los trascienden, y queda la interrogante sobre cémo se pueden conocer los valores. La teorfa cognoscitiva sostiene que los valores fundamentalmente residen en las cosas 0 los actos y que, por tanto, pueden ser conocidos por la razén. Un gtupo de filésofos, a los que Lumia cataloga como naturalistas, afirman que los valores pueden ser objeto del conocimiento empirico. La justicia serfa una cua- lidad de las normas o de las acciones como el color es una cualidad de la flor, es decir, algo comprobable empiricamente. A esta corriente pertenece el utilitaris- mo inglés, inspirado en Hume, y que desarrollaron Jeremias Bentham, J. Stuart Mill y H. Spencer. Bentham en su Deontologia establecié como las dos reglas de su moral buscar el placer y evitar el dolor, y para verificar éstos invent6 una 6id., p. 27. 7 Giuseppe Lumia, Principios de teorfa¢ ideologia del derecho, Debate, Madrid, 1978, pp. 113-116. Scanned with CamScanner Principios generales de la deontologla juridica complicada “aritmética” de medicién. Stuart Mill, en cambio, se estore Be encontrar un método psicolégico-asociacionista al paso de lo util individual alo itil colectivo. Spencer, finalmente, postuld para su utilitarismo un enfoque bio- légico, ya que las ideas morales y las estructuras polfticas estan sujetas, segun él, a las leyes de la evolucién.® a fe : Mayor importancia reviste la teorfa de la justicia del lMamado iusnaturalismo cldsico. Segin Grocio, el hombre tiene una tendencia natural de vivir en socie- dad, en orden y tranquilidad (appetitus societatis). Son justas, por tanto, las ac- ciones y normas que promueven esta convivencia. Para concretar més su idea Grocio establecié cuatro reglas fundamentales: respetar las cosas ajenas, cum- plir las promesas, reparar el dafio ocasionado y guardar una sana proporcién entre el delito y la pena. Una adecuacién més moderna del pensamiento ante- rior lo constituye la doctrina de La naturaleza de las cosas (Natur der Sache) que est4 mas préxima a la concepcién de la filosofia griega de “lo justo natural” y al rerum natura del derecho romano (ex facto oritur ius). Para Radbruch, la naturale- za del hecho es el criterio tiltimo de interpretacién, cuando existe una laguna legislativa; en cambio, segin Coing, la naturaleza de las cosas debe ser el crite- rio obligado del legislador? Por ultimo, vale la pena presentar, aunque sea someramente, la concep- cién de la justicia en Santo Tomas. Lumia la presenta dentro del racionalismo, pero la posicién del Aquinate es bastante diversa y mas bien podria denominarse realista o existencial. Es oportuno sefialar que autores modernos que han re- flexionado sobre los fines del derecho y la ética, como R. von Thering, se han lamentado de haber descubierto tardiamente el pensamiento de Santo Tomas. Siguiendo a Aristételes, el Doctor Angélico se refiere a lo justo como lo igual o lo que iguala, es decir, lo que “se ajusta”. Sus grandes reflexiones filoséficas se elaboran a partir de los datos de la experiencia. Asi, el fenémeno juridico se pre- senta como algo complejo, de muchos y variados elementos: persona, sociedad, leyes, autoridades, aparato coactivo. Sin embargo, el derecho objetivo es para el Aquinate lo justo, la misma cosa justa (jus sive iustum). La base y el centro de todo el orden juridico es el objeto justo, o bien la accién justa. Y aunque en el lenguaje tradicional se empleaba la palabra ius como sinénimo de norma o ley, para el Aquinate la ley, propiamente hablando, no es el mismo derecho, sino cierta regla del derecho (aliquis ratio iuris). Recordemos que también en el dere- cho romano se usé la palabra ius para aludir al derecho subjetivo, que en la Summa se denomina potestas o facultas, y de este modo se completa la proyeccién objetivista con lo justo como lo adecuado, lo que es debido a otro. Este poder # Idem, pp. 118s. Idem, pp. 120s. Scanned with CamScanner 125 4 126 Deontologia juridica espiritual o moral de la persona humana esta en las ant{podas del derecho como fuerza, si bien no se niega la exigencia de la coactividad, ya que la facultad implica una exigencia respecto de los demas. Lo debido a una persona es lo que le es propio, lo suyo, lo que le corresponde. De aquf surge lo que después va a ser empleado por Savigny: el derecho como relacién, y que también es esencial a la justicia. De esta manera se destacan los cinco elementos de Ia relacién juridica: a) el sujeto activo, la persona humana titular del derecho; b) el objeto o materia de la acci6n u omisi6n a la que se refiere el derecho; c) el sujeto pasivo o sujeto del deber correlativo; d) el titulo juridico o fundamento de la relacién, ye) la regla juridica que determina el derecho.'° Como sefialamos arriba, la relacién pone de relieve la alteridad que es esen- cial a la justicia. Lo debido es lo que se iguala a las exigencias del otro o de los otros. Asi, la igualdad es la medida de lo justo y al mismo tiempo el efecto de realizar el derecho. En suma, la esencia de lo justo, objeto formal de la justicia, consiste fundamentalmente en tres elementos: que sea en orden a otro, que sea algo debido y que se deba en igualdad. Lo debido es completado por la idea de igualdad. Y asf como lo debido puede ser obligacién moral o legal o ambas, en la igualdad puede tratarse de algo medible (justicia conmutativa), algo propor- cional (justicia distributiva), o algo que busca el equilibrio en las relaciones de Ia sociedad (justicia social). La idea de igualdad impregna todos los aspectos de las relaciones de justicia y, desde luego, incluye la igualdad de los sujetos ante el derecho. La razén de esta igualdad y de la facultad moral de la persona radica para Santo Tomés en las propiedades y la dignidad de la persona. En varias partes de la Summa se alude a la dignidad de “existir en si” y al “dominio sobre los propios actos”, es decir, a la inteligencia y ala libertad. A esto hay que afiadir la dignidad de su fin personal. De esta visién personalista fluye la perspectiva comunitaria y social del bien comin, que ayuda a la persona a conseguir su fin ultimo y puede considerarse la fuente de los modernos derechos humanos."! Asi pues, en la concepcién tomista la justicia supone equilibrio, equidad, no hacer acepcién de personas y procurar la igualdad para todos, tal como se lee en el Palacio de Justicia de Coblenza (Alemania): Me llamo justicia, «No conozéo ni el veneno ni la hiel, No hago acepcién de personas: sean pobres o ricas. Tengo la misma balanza para el emperador y el mendigo. 1 Cfr. O. B. Urdénoz, Comentario a la Summa Theologiae, 2a. ed., BAC, Madrid, 1965, pp. 295-214. Scanned with CamScanner Principios generales de la deontologia juridica © 127 # La justicia y el derecho se quedarfan en mero discurso retérico si no se esforza- ran por tratar de igual modo a ricos y pobres. Esta tarea no es facil. Ya Solén, el gran legislador griego, admitfa que las leyes son como telarafias, que sdlo atra- pan a las moscas, las cuales cuando caen en esas sutiles redes dificilmente es- capan. La misma metéfora se utiliza en el Martin Fierro, de José Hernandez: La ley es tela de arafia... pues la rompe el bicho grande ¥ s6lo enreda a los chicos. Mas atin, en el mismo célebre poema argentino se afirma algo inaudito, pero real; se dice que ser pobre es un delito: Porque el ser gaucho, ibarajo! el ser gaucho es un delito, Para él son los calabozos, para él las duras prisiones; en su boca no hay razones, aunque la razén le sobre que son campanas de palo las razones de los pobres. Y sia ser pobre se afiade ser indigena, se llega al colmo de la desgracia, Pablo Neruda, en su poema Los jueces, nos describe esta tragica situacion. i Vino la ley a despoblar tu cielo @ arrancarte temores adorados, a discutir el agua de los rios, @ robarte el reinado de los drboles. | Te sepultaron en edictos frios, y cuando despertaste en la frontera de la mas despefiada desventura, desposeido, solitario, errante, te dieron calabozo, te amarraron, te maniataron para que nadando, no salieras del agua de los pobres, sino que te ahogaras pataleando. Scanned with CamScanner 128 Deontologia juridica Las denuncias anteriores parecen referirse a los legisladores y a los jueces, pero dada Ia estrecha relacién entre derecho y justicia, el abogado debe luchar por el perfeccionamiento de las leyes y por su recta aplicacién. Es obvio que el aboga- do postulante no es ni legislador ni juez, pero tiene sin duda un importante papel cuando la ley entra en accién en la controversia jurfidica. E] fantasma de la antigua escuela de la exégesis sigue recorriendo nuestro pafs cuando el abogado o el juez, faltos de creatividad, se esclavizan, con una actitud rigida, a la letra muerta de la ley, de manera rutinaria, sin esforzarse por extraer del derecho toda su vida y riqueza que conduzcan a“lo justo”. Una sana teorfa del derecho nos ensefia que la ley né es la unica normatividad y tampoco el primer analogado de las normatividades. La justicia juridica debe estar inte- grada a otras formas de regulacién de la vida social. Desde Aristételes hasta nuestros dias, pasando por la Ilustracién, se han propuesto otras sensibilidades y otras categorias para orientar, junto con la ley, las relaciones sociales. Si no atendiéramos a estos aspectos nos quedarfamos entrampados en una etapa inmadura de la justicia meramente legal.’ En el polo opuesto se encuentra el movimiento del “derecho libre”, enca- bezado por Kantorowicz, que le daba a la justicia no sélo un lugar central, sino desorbitado, al grado de propugnar que la labor de los jueces y abogados se cifiera sobre todo a procurar la justicia, incluso al margen y en contra de las normas juridicas. Ideal sin duda laudable, pero que entre otras cosas vulneraria otros de los fines del derecho: la seguridad juridica. El compromiso que asume el jurista con este principio es doble: servir ala justicia y al derecho. Esto nos plantea el problema de las leyes injustas. Las leyes injustas éQué hacer ante una ley inmoral, claramente injusta y que viola derechos y libertades fundamentales de la persona humana? El espiritu de la solucién lo da Eduardo Couture en el cuarto mandamiento de su decdlogo deontoldgico: “Tu deber es luchar por el derecho; pero el dia en que encuentres en conflicto el dere- cho con la justicia, lucha por la justicia.” Asimismo, el séptimo mandamiento del decdlogo deontolégico de Angel Ossorio es tajante: “Pon la moral por encima de las leyes”, y en el primer man- damiento especificaba el imperativo basico de la moral: no pasar por encima de nuestra conciencia. Ahora bien, para considerar una ley injusta, que merezca una oposicién decidida y firme, deben aducirse argumentos sélidos y profundos, debe haber 2 Gff. M. Vidal, Moral de opcién fundamental y de actitudes, San Pablo, Madrid, 1995, p. 77. Scanned with CamScanner Principios generales de la deontologla juridica 129 un suficiente ntimero de opositores y contar entre ellos con personas capacita- das y, finalmente, sopesar si la oposicién a la ley no ocasiona mayores dafios que su aceptacién pasiva. Para Santo Tomis la ley es un ordenamiento racional, y si el ordenamiento no es conforme a la raz6n “no se trata de una ley, absolutamente hablando, sino mis bien de cierta perversién de la ley” (1-2, q.42, a.1). Ante una ley gravemente injusta y repudiada por muchos sectores de la poblacién se puede incluso justificar el uso de medios violentos, siempre que antes se hayan agotado los medios pacificos y que existan probabilidades de éxito de la oposicién violenta, o bien que de los medios violentos no se sigan mayores dafios de los que se quieren corregir. Hasta Norberto Bobbio, notable jurista italiano y defensor, en una época, del positivismo juridico, admitié que “sélo la apelacion a valores tltimos que trascienden todas las leyes positivas, impuestas 0 justificadas por quienquiera que sea, salva, en tltima y desespera- da instancia, la libertad de la conciencia y la austeridad y la integridad de nues- tra vida moral”.!? Lo anterior lo confirma claramente la norma 8 del Cédigo de Etica Profesional de la Abogacia Iberoamericana: “El abogado debe saber que su misién es ser defensor de la justicia y que su intervencién profesional es indis- pensable para su realizacién. La ley injusta no obliga al abogado.” La objecién de conciencia y la desobediencia civil ya estan siendo acepta- das en algunos casos por varias legislaciones del mundo. Incluso Rawls admite que la desobediencia civil en una sociedad democratica y relativamente justa puede servir a la consolidacién y superacién de esa sociedad. No olvidemos que la independencia estadounidense comienza con un acto de desobediencia civil (1775) contra las leyes del té, y que entre los mas destaca- dos paladines de la desobediencia civil se encuentra Henry David Thoreau, que se niega a pagar impuestos en protesta contra la esclavitud en Estados Unidos de América y Ja injusta invasién estadounidense a México (1846-1848). Con todo, el defensor mds destacado de la desobediencia civil en este siglo fue Mahatma Gandhi, quien desarrollé en la India la mas eficaz accién politica no violenta del siglo XX."* Sobre las leyes justas Marguerite Yourcenar nos da en Memorias de Adriano un juicio critico sobre las leyes, quizd demasiado realista y severo: © Norberto Bobbio, El problema del positivismo juridico, Eudeba, Buenos Aires, 1965, p. 9, en Miguel Villoro Toranzo, op. cit., p. 159. ¥ Véase el estudio sobre desobediencia civil de Augusto Hortal, en Conceptos fundamentales de ética teoldgica, ed. M. Vidal, Trotta, Madrid, 1992, pp. 709-723. Scanned with CamScanner 130 Deontologia juridica ‘Tengo que confesar que creo poco en las leyes. Si son demasiado duras, se las trans- grede con raz6n. Si demasiado complicadas, el ingenio humano encuentra facilmen- te el modo de desligarse entre las mallas de esa red tan fragil. El respeto a las leyes antiguas corresponde a lo que la piedad humana tiene de mAs hondo; también sirve de almohada a la inercia de los jueces. Las mas remotas participan del salvajismo que se esforzaban por cortegir; las mas venerables siguen siendo el producto de la fuerza. La mayoria de nuestras leyes penales s6lo alcanzan, por suerte quiz4, a una minima parte de los culpables; nuestras leyes civiles no serdn nunca lo suficientemente flexi- bles para adaptarse a la inmensa y fluida variedad de los hechos. Cambian menos rapidamente que las costumbres; peligrosas, cuando quedan a la zaga de éstas, lo son atin mAs cuando pretenden precederlas. Sin embargo... sobresalen aqu{ y alld, como sucede en la medicina, algunas formulas utiles..." Esta larga cita nos revela lo compleja y dificil que es la labor de los legisladores. Tan perniciosas son las lagunas legislativas como las “inflaciones” legislativas. La proliferacién excesiva de normas, legislaciones “al vapor”, abrogaciones 0 derogaciones precipitadas, crean una marafia legislativa que favorece la corrup- cién y produce inseguridad juridica. Con todo, la funcién del legislador es de las més nobles, pues siempre debe tener ante los ojos los grandes principios de la moral, el bien comin y Ia justicia social. Aristételes al final de la Etica Nicomaquea reconoce que el legislador es quien més puede hacer por la educacién moral del pueblo. Esta afirmacién de ninguna manera significa que el Estagirita confundiera la moral y el derecho, sino que en buena medida, como Platén, concedia a las leyes una gran funcién educativa. En efecto, las leyes para Plat6n constituyen una verdadera paideia. El con- sidera que el ciudadano debe estar convencido de que las leyes del Estado son justas. En el libro IV del didlogo Las leyes, Plat6n aconseja que las normas juridi- cas no deben ser intimidaciones despéticas, absolutas y amenazantes, sino man- datos justos a los que el legislador debe anteponer un breve preémbulo en el que se explique de modo convincente la bondad de lo mandado, ya que es més sano obedecer las leyes por persuasién que por miedo, lo cual es totalmente opuesto, por ejemplo, al “terrorismo fiscal”. A este propésito, Platén cita el ejemplo del médico de hombres libres, en contraposici6n al de los esclavos: aquél explica al paciente su diagnéstico y su pro- néstico y le da razones de peso para que tome puntualmente los medicamentos. El médico de esclavos, en cambio, sélo prescribe despéticamente la amarga medicina. En suma, estas sugerencias de los proemios no son un ideal utépico, “pla- ténico”; nuestras modernas exposiciones de motivos deberfan presentar, ade- mas de elementos hermenéuticos, reflexiones y motivos de la mas alta ética. De 15 Marguerite Yourcenar, Memorias de Adriano, Edhasa, Barcelona, 1948, pp. 96-97. Scanned with CamScanner princiios generales de la deontologtajuriica 131 esta manera, la tarea legislativa seria un arte que optarfa por el convencimiento mas que por la coaccién, y asi como en la musica cada movimiento sirve para preparar el movimiento culminante, el proemio dispondria al ciudadano a acep- tar con benevolencia y buena disposicién lo prescrito por la ley. Asi pues, dada la delicada responsabilidad de su funcién, el legislador debe considerar que la primera razén que lo ha de mover para votar en pro o en contra de una medida concreta ha de ser el bien comin del pais. na el legislador su deber cuando por amistad, ambicién personal 0 supuesta “lealtad al partido” da su voto a favor de un proyecto injusto, o de un desembolso injustificado de fondos piblicos, o de leyes que significan un dete- rioro ético, social o financiero del pais, o designa para un puesto publico a una persona corrupta, incapaz 0 ambas cosas. Libertad profesional Relacionado con el principio de independencia, el principio de libertad profe- sional alude, sobre todo, a la capacidad del profesional de autodeterminarse en $u actuacién. El profesional no slo debe rechazar intromisiones arbitrarias ex: seat al caso, sino debe proponerse proceder conforme a su conciencia en el ernnit o rechazar una causa, en elegir el procedimiento que considere més adecuado, en usar su libertad de expresion en su vida péb.ica y privada. Le6n Theodor, batonnier belga, con gran energia defendia la Orden de los abogados de su pais, ante la invasién extranjera en 1914: Seré eterno honor de la abogacfa belga no obedecer en el ejercicio de su alta misin mds que a su conciencia, hablar y actuar sin rencor ni temor, permanecer, sea cual- Guiera el porvenir, sin miedo ni reproche... protegida por tradiciones seculares (la apogacfa) no reconoce ni la tuela ni el control de ningiin poder piblico... norecibe érdenes ni mandatos de nadie.’* e ‘Aunque existe cierta obligacién de aceptar la causa del que solicita sus servi- cios, puedan existir justos motivos para rechazarla (cfr. CBM, art. 6). Lo mismo valdrfa en el caso de que le fuere asignada una defensa de oficio. Otros condicionamientos y limitaciones de la libertad profesional se esta- blécen en el art. IV de la Carta de principios fundamentales de la profesién forense de la Unién Internationale des Avocats: Lalibertad de los abogados es imprescriptible. Su deber fundamental es mantener- Ia integra. El mismo es libre de aceptar el encargo. Esta libertad excluye la tutela de intereses contrapuestos y el desempefio de funciones 0 cargos incompatibles con 16 Cfr, Martinez Val, Abogacia y abogados, Bosch, Barcelona, 1999, p. 41. Scanned with CamScanner

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