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1. El robo de la fórmula secreta de un postre especial.

2. La dueña llama a la policía para investigar el caso.


3. Pudín, el detective, llega a la escena del crimen.
4. Empieza a buscar pistas por la fábrica.
5. Encuentra a dos sospechosas de entre todos en la fábrica.
6. Melody es la primera en ser interrogada.
7. Melody acusa a Kuromi de ser la culpable.
8. Kuromi es interrogada y amenaza con ya no consumirle a la fábrica.
9. Pudín analiza las pruebas que tiene y saca conclusiones del caso.
10. Expone al culpable, todo apunta a que Kuromi tomó la fórmula.
11. Arrestan a Kuromi.
12. Melody se delata diciéndole el ingrediente principal de la fórmula a Pudín.
13. Melody toma el lugar de Kuromi de ser arrestada.
14. En la estación Melody es cateada y se encontró en su gorro un papel con fórmula secreta.
Pudín, el detective, es considerado uno de los mejores en el mundo y, hace diez años, se vio
involucrado en el caso más importante de su carrera.
Se trataba del robo a una fábrica de postres, siendo está muy reconocida por sus ingredientes que
nadie conoce, pero que todos quisieran tener para poder recrearlos. Era complicado resolver este
misterio, ya que las pistas eran escasas para completar los hechos, pero nuestro detective no se
rendiría por eso y buscaría lo necesario para llegar al final de esto. La primera sospechosa fue la
señorita Melody una joven dulce, educada y amable, era consciente del robo, pero no había
suficientes pruebas para inculparla, aun así ella fue de gran ayuda para el detective, ya que su
aportación nos ayudó a llegar con la segunda sospechosa y con más pruebas para cometer su
crimen, la chica Kuromi, una persona mal educada, gruñona y agridulce, quien solo se dispuso a
comentar lo que hizo en su día, inconscientemente ella le dio al detective una de las mayores
pruebas que tenía, su gorro tenía un pompón faltante, ¿dónde podría estar el otro? Nuestro
detective se dirigió a la fábrica, al llegar notó otra incongruencia, la señorita Melody dijo que fue
al baño, pero este estaba fuera de servicio, puede que no tenga importancia, pero esto creaba más
dudas, ¿será que alguna de las dos estuvo mintiendo?
Las pruebas, las acusaciones y las sospechosas se irán hilando o perdiéndose en el proceso,
únicamente falta que se acomode y hasta puede que todo de un giro inesperado.
Todo comenzó cuando sin previo aviso la alarma de la estación y el teléfono sonaron, la justicia
siempre es inoportuna mientras estás en el baño. Lo siguiente que recuerdo es que estaba
llegando a la fábrica, después de que aquella llamada fuera de la mismísima dueña del lugar,
entre pensando que podría ser una falsa alarma, aunque resulto que había un problema mayor.
—¡Se han robado mi fórmula! —gritó la propietaria.
—Tranquilícese, señora Kitty, llegaremos al fondo de todo este enredo —le contesté calmado
ante la situación—. ¿Alguien más tiene acceso a la fórmula?
—Solamente yo, nadie más —admitió agobiada la dueña.
Mire por la oficina de la señora Kitty buscando alguna pista que me diera una determinada
dirección sobre quién pudo llevarse la fórmula. El sitio estaba abarrotado de papeles, se notaba el
caos de la situación, pero eso no iba a impedir que diera con el responsable del crimen. Seguí
buscando un buen rato por el sitio, sin embargo, lo único que conseguí fue salir con las narices
frías y la colita entre las patas.
Fui al área donde elaboraban los postres, había demasiados trabajadores más uno llamo mi
atención sobre todos los demás, la gerente Melody, demasiado calmada como para ser quien este
al mando en esta situación.
—Buenas madrugadas, señorita —saludé cortésmente.
—Muy buenas, señor detective, ¿en qué le puedo ayudar? —me pregunto muy dulcemente.
—He escuchado que usted es la gerente, ¿no es así?
—Así es oficial.
—Ya sabrá usted sobre el robo, ¿me podría decir que hizo el día de ayer?
—Si, claro, solo estuve sacando cuentas de los postres que iban saliendo.
—¿Alguna otra cosa? ¿Ha visto a alguien sospechoso?
—Como le decía, estuve sacando cuentas, haciendo el inventario y además fui al baño —estaba
calmada, era muy amable, algo que me resultaba sospechoso, pero no puedes acusar a alguien
por eso, ella proseguía—. Bueno, alguien que no me da buena espina, es mi vecina, se llama
Kuromi y es una clienta frecuente aquí, a veces cuando viene le saludo de abrazo y su última
visita la noté muy extraña, estaba nerviosa y miraba hacia dentro de la fábrica, como buscando
algo.
Nuevamente, no pude obtener algo, estaba devastado y algo somnoliento, pero no me rendía,
tenía una sospechosa más, una oportunidad de cerrar este caso y no la iba a desaprovechar. Así
que me dirigí a la casa de la siguiente sospechosa, Kuromi.

Ya era muy tarde y probablemente no encontraría respuestas a esa hora, sin embargo, ella
respondió al timbre, y salió, pero de muy mala gana.
—¿Qué se le ofrece? —rezongó la chica.
—Vengo a hacerle un par de preguntas —comenté amablemente.
—¡¿Ahorita?! Son las tres de la mañana, ¿usted no duerme? —estaba enfurecida, su actitud era
muy irrespetuosa. Tanto, que notaba su indiferencia en contestar mis preguntas y eso hacía que
las sospechas de la señorita Melody tengan su razón.
—Acaba de ocurrir un robo en la fábrica donde usted es clienta frecuente, ¿no ha ido a la
fábrica últimamente?
—Fui ayer, ¿y qué? Yo no tengo nada que ver. Nada más busca inculpar inocentes.
—Solo busco respuestas, señorita. Me comentaron que el día de ayer la notaron nerviosa al
llegar al local y vine para ver si todo está en orden.
—¡¿Está pensando que he sido yo?! Lo que me faltaba, ayer la gerente me hizo esperar
demasiado tiempo, tardo media hora para entregarme mi pedido, estaba desesperada, no
nerviosa, ¡ya no volveré a ese lugar! Aparte de que me hacen perder el tiempo, también me creen
ladrona.
La muchacha estaba demasiado furiosa, sin mediar palabra, dio media vuelta y entró a su casa.
Fue ahí cuando pude notar que a su gorro le faltaba uno de sus pompones, ¿dónde podrá estar el
otro? ¿Acaso podrá ser relevante para el caso?
Inmediatamente me dirigí a la fábrica, si mis dudas no fallaban ese pompón podría estar en la
fábrica y sería clave para poder tener a un culpable. Entre, me dirigí a uno de los lugares
mencionados en las cuartadas de uno de los interrogados, el baño, no obstante, me encontré que
el baño estaba fuera de servicio desde hace algunos días.
Posteriormente, le pedí a la señora Kitty que dejara revisar la caja fuerte y al abrirla,
sorprendentemente, el pompón faltante de Kuromi cayó al momento en que se abrió.
—¡Fue ella, Kuromi es la ladrona, maldita! Y yo le entregué toda mi confianza. ¡Es una sucia
descarada! —estaba exaltada y con justa razón.
Mi sorpresa no fue mucha, aunque me sentía aliviado de poder cerrar este caso, es un hecho,
ella era la culpable y tiene que pagar por sus crímenes.
Nos dirigimos inmediatamente a la casa del responsable, ese día acompañé a las patrullas para
arrestarla, la señorita Melody iba llegando de una larga noche de trabajo, cuando pudo presenciar
como esposaban a su vecina.
—Pero, ¿qué fue lo qué pasó? ¿Qué hizo? —cuestionó curiosa.
—Aléjese señorita, lo que paso fue que sus sospechas eran ciertas, su vecina fue responsable
del hurto de la fórmula secreta.
—¡No puede ser! Con razón nunca me dio buenas vibras.
Posteriormente, los oficiales escoltaron a Kuromi a la patrulla, observé a la distancia que
nuevamente se acercaba la joven Melody. Sin embargo, estaba seguro de que había resuelto el
caso hasta que un comentario hizo que toda mi investigación diera un giro y esto lo cambió todo.
—¿Y todo para que Kuromi? Solo para saber que el ingrediente secreto era piel de conejo,
pobrecilla Kuromi.
La volteé a ver, me sorprendí por su comentario, y ahora todo lo ocurrido volvía a tener
sentido. Su amabilidad tan constante, su acusación a alguien tan allegado teniendo un contacto
cercano a ella cuando iba a la fábrica, pudo acercarse tanto como para quitarle un pompón a
escondidas, su cuartada no tenía sentido, puesto que a la hora de ir al baño estaba fuera de
servicio desde hace algunos días además de que tardo demasiado tiempo en volver para darle a
Kuromi su pedido, todo estaba claro ella tenía más acceso a los lugares, era la gerente,
fácilmente podría sacar la fórmula sin ser detectada e implantar la evidencia que había tomado al
abrazar a Kuromi para posteriormente volver y darle su pedido a Kuromi, no obstante había
cometido un gran error.
—¡Aguarden!, ¿y usted como sabe cuál es el ingrediente principal? —le pregunté intrigado.
Su expresión cambio radicalmente, no fui el único que cometió un error, su risa nerviosa la
delataba, era consciente de lo que había dicho.
—Es que, pues verá, yo, yo…
—¡Así que fuiste tú, tú me inculpaste, maldita rata! —gritó indignada Kuromi desde la
distancia.
Rápidamente, ordené a los oficiales que arrestaran a Melody antes de que intentara escapar,
gracias al error del culpable se evitó que un inocente fuera a la cárcel. Una vez en la estación,
después de hacer el cateo a la joven Melody, encontramos el papel que contenía la fórmula
secreta, por tanto, el caso quedo resuelto y archivado.
Ya han pasado diez años desde aquel suceso y la responsable sigue pagando por sus crímenes,
crímenes que no hubieran sido descubiertos si no fuera por su boca suelta. De no ser por ello, la
verdad se hubiera ido tan fácil como bajar la palanca y dejar que el agua se la llevara por el caño.

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