Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ya era muy tarde y probablemente no encontraría respuestas a esa hora, sin embargo, ella
respondió al timbre, y salió, pero de muy mala gana.
—¿Qué se le ofrece? —rezongó la chica.
—Vengo a hacerle un par de preguntas —comenté amablemente.
—¡¿Ahorita?! Son las tres de la mañana, ¿usted no duerme? —estaba enfurecida, su actitud era
muy irrespetuosa. Tanto, que notaba su indiferencia en contestar mis preguntas y eso hacía que
las sospechas de la señorita Melody tengan su razón.
—Acaba de ocurrir un robo en la fábrica donde usted es clienta frecuente, ¿no ha ido a la
fábrica últimamente?
—Fui ayer, ¿y qué? Yo no tengo nada que ver. Nada más busca inculpar inocentes.
—Solo busco respuestas, señorita. Me comentaron que el día de ayer la notaron nerviosa al
llegar al local y vine para ver si todo está en orden.
—¡¿Está pensando que he sido yo?! Lo que me faltaba, ayer la gerente me hizo esperar
demasiado tiempo, tardo media hora para entregarme mi pedido, estaba desesperada, no
nerviosa, ¡ya no volveré a ese lugar! Aparte de que me hacen perder el tiempo, también me creen
ladrona.
La muchacha estaba demasiado furiosa, sin mediar palabra, dio media vuelta y entró a su casa.
Fue ahí cuando pude notar que a su gorro le faltaba uno de sus pompones, ¿dónde podrá estar el
otro? ¿Acaso podrá ser relevante para el caso?
Inmediatamente me dirigí a la fábrica, si mis dudas no fallaban ese pompón podría estar en la
fábrica y sería clave para poder tener a un culpable. Entre, me dirigí a uno de los lugares
mencionados en las cuartadas de uno de los interrogados, el baño, no obstante, me encontré que
el baño estaba fuera de servicio desde hace algunos días.
Posteriormente, le pedí a la señora Kitty que dejara revisar la caja fuerte y al abrirla,
sorprendentemente, el pompón faltante de Kuromi cayó al momento en que se abrió.
—¡Fue ella, Kuromi es la ladrona, maldita! Y yo le entregué toda mi confianza. ¡Es una sucia
descarada! —estaba exaltada y con justa razón.
Mi sorpresa no fue mucha, aunque me sentía aliviado de poder cerrar este caso, es un hecho,
ella era la culpable y tiene que pagar por sus crímenes.
Nos dirigimos inmediatamente a la casa del responsable, ese día acompañé a las patrullas para
arrestarla, la señorita Melody iba llegando de una larga noche de trabajo, cuando pudo presenciar
como esposaban a su vecina.
—Pero, ¿qué fue lo qué pasó? ¿Qué hizo? —cuestionó curiosa.
—Aléjese señorita, lo que paso fue que sus sospechas eran ciertas, su vecina fue responsable
del hurto de la fórmula secreta.
—¡No puede ser! Con razón nunca me dio buenas vibras.
Posteriormente, los oficiales escoltaron a Kuromi a la patrulla, observé a la distancia que
nuevamente se acercaba la joven Melody. Sin embargo, estaba seguro de que había resuelto el
caso hasta que un comentario hizo que toda mi investigación diera un giro y esto lo cambió todo.
—¿Y todo para que Kuromi? Solo para saber que el ingrediente secreto era piel de conejo,
pobrecilla Kuromi.
La volteé a ver, me sorprendí por su comentario, y ahora todo lo ocurrido volvía a tener
sentido. Su amabilidad tan constante, su acusación a alguien tan allegado teniendo un contacto
cercano a ella cuando iba a la fábrica, pudo acercarse tanto como para quitarle un pompón a
escondidas, su cuartada no tenía sentido, puesto que a la hora de ir al baño estaba fuera de
servicio desde hace algunos días además de que tardo demasiado tiempo en volver para darle a
Kuromi su pedido, todo estaba claro ella tenía más acceso a los lugares, era la gerente,
fácilmente podría sacar la fórmula sin ser detectada e implantar la evidencia que había tomado al
abrazar a Kuromi para posteriormente volver y darle su pedido a Kuromi, no obstante había
cometido un gran error.
—¡Aguarden!, ¿y usted como sabe cuál es el ingrediente principal? —le pregunté intrigado.
Su expresión cambio radicalmente, no fui el único que cometió un error, su risa nerviosa la
delataba, era consciente de lo que había dicho.
—Es que, pues verá, yo, yo…
—¡Así que fuiste tú, tú me inculpaste, maldita rata! —gritó indignada Kuromi desde la
distancia.
Rápidamente, ordené a los oficiales que arrestaran a Melody antes de que intentara escapar,
gracias al error del culpable se evitó que un inocente fuera a la cárcel. Una vez en la estación,
después de hacer el cateo a la joven Melody, encontramos el papel que contenía la fórmula
secreta, por tanto, el caso quedo resuelto y archivado.
Ya han pasado diez años desde aquel suceso y la responsable sigue pagando por sus crímenes,
crímenes que no hubieran sido descubiertos si no fuera por su boca suelta. De no ser por ello, la
verdad se hubiera ido tan fácil como bajar la palanca y dejar que el agua se la llevara por el caño.