Está en la página 1de 10

LIBRO CESAR 17/7/07 13:51 Página 5

ros
Lib
Adrian Goldsworthy

CÉSAR

l os
de

Traducción
Teresa Martín Lorenzo
fe ra
Es
La
LIBRO CESAR 17/7/07 13:51 Página 11

ros
INTRODUCCIÓN

Lib
La historia de Julio César posee un intenso dramatismo que ha fascinado
a generación tras generación: atrajo la atención de Shakespeare y Bernard

os
Shaw, entre otros muchos novelistas y guionistas. César fue uno de los ge-
nerales más capaces de todos los tiempos y dejó relatos de sus propias
campañas cuya calidad literaria raramente —tal vez nunca— ha sido su-
perada. Al mismo tiempo fue un político y hombre de Estado que, más
l
adelante, asumió el cargo supremo de la República romana y se convirtió
en un monarca de facto, aunque nunca llegó a adoptar el apelativo de rey.
de
César no fue un dirigente cruel y mostró clemencia ante sus enemigos
derrotados. Sin embargo, acabó muriendo apulañado como resultado de
una conspiración liderada por dos hombres que habían sido indultados
por él y en la que también participaron algunos de sus propios partida-
rios. Más tarde, su hijo adoptivo, Octavio —nombre completo: Cayo Ju-
ra

lio César Octavio—, se convirtió en el primer emperador de Roma. El


linaje familiar se extinguió con Nerón en el año 68 d.C., pero todos los
emperadores posteriores siguieron adoptando el nombre de César aunque
fe

no hubiera ningún vínculo de sangre o adopción. Lo que había sido sen-


cillamente el nombre de una familia aristocrática —y además una familia
poco conocida— llegó a convertirse en un título que simbolizaba poder
Es

supremo y legítimo.Tan fuerte era la asociación que, a principios del si-


glo XX, dos de las grandes potencias mundiales seguían estando en manos
de un káiser y un zar, nombres ambos derivados del de César. Hoy en día
los clásicos han perdido su posición fundamental en la educación occi-
dental y, sin embargo, Julio César sigue siendo una de las escasas figuras
cuyo nombre es reconocido al instante. Multitud de personas sin ningún
La

conocimiento de latín recuerdan la versión de Shakespeare de sus últimas


palabras: et tu Brute, aunque, de hecho, y dicho sea de paso, es probable
que lo que dijera fuera otra cosa (véase página 652). Entre los demás ro-
LIBRO CESAR 17/7/07 13:51 Página 12

12 CÉSAR

ros
manos, sólo Nerón, y tal vez Marco Antonio, disfrutan de una fama simi-
lar, y de otras naciones, probablemente sólo Alejandro Magno, los filóso-
fos griegos,Aníbal y, sobre todo, Cleopatra, están tan presentes en la con-
ciencia pública. Cleopatra fue amante de César y Marco Antonio uno de

Lib
sus principales lugartenientes, de modo que ambos forman parte de su
historia.
César fue un gran hombre. Napoleón es sólo uno de los numerosos
generales famosos que admitieron haber aprendido mucho del estudio de
sus campañas.
En el plano político tuvo un enorme impacto en la historia de

os
Roma y desempeñó un papel clave en la erradicación del sistema de go-
bierno republicano, que había perdurado cuatro siglos y medio. Aunque
era extremadamente inteligente y culto, también era un hombre de ac-
ción y es por esa faceta por la que se le recuerda. Sus talentos eran varia-
l
dos y excepcionales, desde su habilidad como orador y escritor, pasando
por su capacidad como artífice de leyes y como político, hasta su talento
de
como soldado y general. Con todo, fue principalmente su encanto lo que
tan a menudo cautivó a la multitud en Roma, a los legionarios en cam-
paña y a las muchas mujeres que sedujo. César cometió numerosos erro-
res, como comandante y como político, pero ¿qué ser humano no los co-
mete? Su mayor talento era recuperarse de los reveses, admitir, al menos
ra

ante sí mismo, que se había equivocado, y luego adaptarse a la nueva si-


tuación y, de algún modo, salir victorioso a largo plazo.
Pocos pondrían en duda su grandeza, pero es mucho más difícil afir-
fe

mar que fue un buen hombre, o que las consecuencias de su carrera fue-
ron inequívocamente buenas. No fue ni un Hitler ni un Stalin, ni desde
luego un Genghis Khan y, sin embargo, una de las fuentes consultadas
Es

sostiene que más de un millón de enemigos perecieron en sus campañas.


Las actitudes de la Antigüedad diferían de las actuales, y los romanos te-
nían pocos escrúpulos respecto a las guerras de César contra oponentes
extranjeros, como las tribus galas. En ocho años de campañas, como mí-
nimo, sus legiones mataron a cientos de miles de personas en aquella re-
gión e hicieron esclavos a muchos más. Hubo momentos en los que su
La

comportamiento fue absolutamente despiadado, ordenó masacres y eje-


cuciones y en una ocasión decretó la mutilación en masa de varios pri-
sioneros, a los que se les cortó las manos antes de liberarlos. Era más fre-
LIBRO CESAR 17/7/07 13:51 Página 13

A D R I A N G OL D S W ORT H Y 13

ros
cuente que mostrara compasión ante los vencidos, por la razón eminen-
temente práctica de que quería que aceptaran la dominación romana y se
convirtieran en pacíficos contribuyentes de una nueva provincia. Su acti-
tud era de frío pragmatismo: elegía entre la clemencia o la atrocidad de-

Lib
pendiendo de cuál pareciera ofrecerle mayor ventaja. Era un imperialista
activo y enérgico, pero, dicho esto, también es cierto que no fue él el
creador del imperialismo romano, sino únicamente uno de sus múltiples
agentes. Sus campañas no fueron más brutales que otras guerras romanas.
Mucho más controvertidas en la época fueron sus actividades en Roma y
su voluntad de librar una guerra civil cuando sus rivales políticos mostra-

os
ron la determinación de acabar con su carrera. Sus sospechas estaban más
que fundadas, pero, aun así, cuando llevó su ejército desde su provincia a
Italia en enero del año 49 a.C., se convirtió en un rebelde. Las guerras ci-
viles que siguieron a su asesinato supusieron el golpe de gracia para la
l
República romana, cuyo estado, en cualquier caso, posiblemente fuera
terminal a consecuencia de las propias acciones de César. La República
de
cayó y fue reemplazada por el dominio de los emperadores, el primero de
los cuales fue su heredero.
Durante su dictadura, César disfrutó de poder supremo y, por lo ge-
neral, gobernó bien, introduciendo medidas sensatas y propias de un esta-
dista, así como beneficiosas para Roma.Anteriormente, la República ha-
ra

bía estado dominada por una limitada élite senatorial, cuyos miembros
con demasiada frecuencia abusaban de su posición para enriquecerse ex-
plotando tanto a los romanos más pobres como a los habitantes de las
fe

provincias. César tomó medidas para solucionar problemas que habían


sido reconocidos como reales y serios durante algún tiempo, pero que no
habían llegado a resolverse debido a la reticencia que existía a permitir
Es

que un senador se llevara todo el mérito a título individual. El sistema re-


publicano estaba en decadencia y había sufrido ataques violentos desde
antes de que él naciera, así como una guerra civil desde sus primeros
años. Julio César llegó al poder por medio de la fuerza de su ejército y sa-
bemos que empleó el soborno y la intimidación en algunos momentos
de su carrera. Los métodos de sus oponentes no eran diferentes y estaban
La

tan dispuestos a combatir en una guerra civil para destruir la posición de


César tanto como él para defenderla, pero eso sólo significa que no era ni
mejor ni peor que ellos. Tras su victoria, gobernó de manera muy res-
LIBRO CESAR 17/7/07 13:51 Página 14

14 CÉSAR

ros
ponsable y marcadamente distinta a la de la aristocracia senatorial: sus me-
didas estaban diseñadas para beneficiar a una parte mucho más amplia de
la sociedad. Su régimen no era represivo e indultó y ascendió a muchos
antiguos enemigos. Roma, Italia y las provincias estuvieron mucho mejor

Lib
bajo su mando de lo que habían estado por algún tiempo. Y, sin embar-
go, aunque gobernaba responsablemente, su gobierno también significó
de manera efectiva la desaparición de las elecciones libres y, por muy jus-
to que fuera su régimen, al final la monarquía acabó llevando hasta em-
peradores como Calígula y Nerón. Era la acaudalada élite romana la que
tendía a escribir la historia y el ascenso de César supuso una reducción

os
del poder de esta clase: esa fue la razón de que muchas fuentes se mostra-
ran críticas respecto a su figura.
César no era un hombre moral; de hecho, desde muchos puntos de
vista, resulta amoral. Parece probado que su naturaleza era amable, gene-
l
rosa y propensa a olvidar los resentimientos y a convertir a los enemigos
en amigos, pero también estaba dispuesto a ser totalmente despiadado. Era
de
un mujeriego empedernido, infiel a sus esposas y numerosas amantes.
Cleopatra es, con diferencia, la más famosa de todas y es posible que el ro-
mance fuera auténtico por ambas partes, pero eso no le impidió a César
tener una aventura con otra reina poco después, o seguir persiguiendo a
las mujeres de la aristocracia romana.
ra

Era muy orgulloso, incluso presumido, en especial en lo tocante a su


apariencia. Resulta difícil evitar concluir que desde su juventud estuvo
absolutamente convencido de su propia superioridad. Gran parte de esa
fe

autoestima estaba justificada, porque era más inteligente y más capaz que
la gran mayoría de los senadores.Tal vez, como Napoleón, estaba tan fas-
cinado por su propio personaje que eso le ayudó a embelesar a otros.
Es

También como en el emperador francés en su personaje existían muchas


contradicciones. Sir Arthur Conan Doyle escribió una vez de Napoleón:
«Era un hombre maravilloso, tal vez el más maravilloso que haya existido
nunca. Lo que me sorprende es la falta de un rasgo definitivo en su ca-
rácter. Cuando te has convencido de que es un villano absoluto, descubres
un rasgo de nobleza y, a continuación, tu admiración se disuelve en algún
La

tipo de acto de increíble maldad».1 Hay algo de esta misma extraña mez-
cla en César, aunque quizá era menos extremo. Es chocante que, aunque
se supone que los académicos de hoy en día están preparados para exa-
LIBRO CESAR 17/7/07 13:51 Página 15

A D R I A N G OL D S W ORT H Y 15

ros
minar el pasado sin apasionamiento, es muy poco habitual encontrar un
viejo historiador que no tenga una firme opinión sobre César. En el pa-
sado algunos lo han admirado, incluso idolatrado, considerándolo un vi-
sionario que reconoció los graves problemas a los que se enfrentaba la

Lib
República y supo cómo resolverlos. Otros son mucho más críticos y le
ven como un aristócrata más con ambiciones muy tradicionales que es-
caló hasta la cima sin importarle el coste para la ley y el precedente que
sentaría, pero que luego no sabía exactamente qué hacer con su poder.
Ese tipo de comentaristas tienden a enfatizar el oportunismo que carac-
terizó su llegada al poder. César ciertamente fue un oportunista, pero ese

os
apelativo es sin duda aplicable a casi todos los políticos de éxito. Creía
con firmeza en el poder del azar en todos los asuntos humanos y sentía
que él era especialmente afortunado. En retrospectiva, sabemos que Octa-
vio —a quien en estos días se llama más a menudo Augusto— creó el sis-
l
tema por el cual los emperadores gobernarían el Imperio romano duran-
te siglos. Hay un encarnizado debate sobre hasta qué punto los años del
de
control de César sobre Roma comenzaron lo que Augusto logró com-
pletar, o bien fueron un falso inicio y sólo sirvieron de ejemplo de lo que
su hijo adoptivo debía evitar conscientemente para escapar al mismo des-
tino. Las opiniones siguen estando muy divididas y no es probable que
esto llegue a cambiar. La verdad, probablemente, se sitúe en algún punto
ra

entre las dos opciones más extremas.


El objetivo de este libro es estudiar la vida de César por sí misma y
situarla con claridad en el contexto de la sociedad romana del primer si-
fe

glo antes de Cristo. No se ocupa de lo que sucedió después de su muer-


te, y no se discutirán las diferencias entre su régimen y el sistema que fue
surgiendo en los años en los que Augusto asumió el poder. Se centra en
Es

lo que César hizo y en tratar de comprender por qué o cómo lo hizo.


Evidentemente, es inevitable una mirada retrospectiva, pero esta obra pre-
tende evitar dar por supuesto que la guerra civil y la caída de la Repúbli-
ca eran inevitables, o el extremo opuesto, que afirma que la República no
tenía ningún problema en absoluto. En el pasado se ha tendido a ver a Ju-
lio César o como político o como general, pero tal distinción no tenía
La

significado real en Roma, a diferencia de lo que sucede en las modernas


democracias occidentales. Un senador romano debía realizar tareas mili-
tares y civiles a lo largo de su carrera y ambas eran parte normal de la vida
LIBRO CESAR 17/7/07 13:51 Página 16

16 CÉSAR

ros
pública. Ninguna podía entenderse por completo sin la otra y en este li-
bro ambas se cubrirán con igual detalle. Esta es una obra larga, pero no
puede aspirar a proporcionar un relato integral de la política romana en
Roma durante la vida de César, ni pretende acometer un análisis exhaus-

Lib
tivo de las campañas en las Galias o de la guerra civil. La atención se cen-
tra siempre en César y la descripción de los sucesos en los que no parti-
cipó personalmente se ciñe a lo esencial. Muchos puntos polémicos son
tocados muy por encima, como, por ejemplo, los detalles de una ley o un
juicio concreto en Roma, o cuestiones topográficas u otras relacionadas
con las operaciones militares. Por muy interesantes que sean, esos puntos

os
serían meras digresiones a menos que desempeñaran un papel importan-
te a la hora de comprender al personaje. Aquellos que se sientan atraídos
por esos temas podrán encontrar más información sobre ellos en la lista
de obras citadas en las notas que se presenta al final del libro. Igualmente,
l
en la medida de lo posible, el texto principal evita mencionar de forma
directa a los muchos eruditos de renombre que han escrito sobre César,
de
así como debatir sus respectivas interpretaciones. Ese tipo de cuestiones
son una preocupación principal y esencial de un estudio académico, pero
resultan extremadamente tediosas para el lector general. De nuevo, las
obras relevantes son citadas en las notas al final del libro.
Por mucha que fuera su fama y pese al hecho de que vivió en las
ra

décadas probablemente mejor documentadas de la historia romana, sigue


habiendo muchas cosas que no sabemos de César. La mayor parte de las
pruebas en las que nos basamos han estado ahí durante bastante tiempo.
fe

Las excavaciones arqueológicas siguen revelando información sobre el


mundo en el que vivía: en el momento de escribir se están realizando
excavaciones en Francia y Egipto que quizá nos digan mucho más acer-
Es

ca de la Galia de la época y de la Alejandría de Cleopatra. No obstante,


no es probable que ningún descubrimiento altere radicalmente nuestra
comprensión de la carrera y la vida de César. Por eso, confiamos en la
mayoría de los casos en las fuentes literarias en latín y en griego que han
sobrevivido desde la Antigüedad hasta nuestros días, complementadas en
ocasiones por inscripciones en bronce o en piedra. Los propios Comen-
La

tarios de César sobre sus campañas se han conservado y nos proporcionan


descripciones detalladas de sus campañas en la Galia y los primeros dos
años de la guerra civil. A eso se unen otros cuatro libros escritos tras su
LIBRO CESAR 17/7/07 13:51 Página 17

A D R I A N G OL D S W ORT H Y 17

ros
muerte por sus oficiales que cubren el resto de operaciones. Además,
contamos con las cartas, los discursos y las obras teóricas de Cicerón, que
nos facilitan infinidad de pormenores sobre este periodo. La correspon-
dencia de Cicerón, que incluye cartas que le escribieron muchos de los

Lib
principales personajes de la República, se publicó a su muerte y contie-
ne varios mensajes breves del mismo César. Sabemos que se publicaron
todos los libros de la correspondencia entre Cicerón y él, así como otro
compuesto por mensajes intercambiados entre Cicerón y Pompeyo,
pero, desafortunamente, se han perdido. Lo mismo ha sucedido con otras
obras literarias y discursos publicados de César. Siempre es importante

os
recordar que sólo una mínima parte del uno por ciento de la literatura
de la Antigüedad se ha conservado hasta hoy. Hay varias omisiones deli-
beradas de las cartas publicadas de Cicerón, en especial las cartas a su
amigo Ático de los primeros tres meses del año 44 a.C. Ático participó
l
en la publicación de la correspondencia, pero eso no se produjo hasta
que Augusto se estableció como el dueño de Roma. Es más que proba-
de
ble que las cartas desaparecidas contuvieran algo que podría haber im-
plicado a Ático en la conspiración contra César, o, más probablemente,
sugerían o bien que estaba enterado de la existencia del complot o que
lo aprobaba, y fueron eliminadas de forma deliberada para protegerse.
Otra fuente casi contemporánea es Salustio, que escribió varias historias,
ra

incluido un relato de la conjura de Catilina. Durante la guerra civil, Sa-


lustio había luchado a favor de César y había sido reincorporado al Se-
nado como recompensa. Enviado para gobernar África, había sido con-
fe

denado más tarde por extorsión, pero fue perdonado por César. Más
favorable a César que Cicerón, Salustio escribió con el beneficio de la
visión retrospectiva y su opinión del dictador parece haber presentado
Es

bastantes altibajos. Irónicamente, considerando su propia carrera —aun-


que siempre negó con energía haber obrado mal—, su opinión era que
todos los problemas de Roma provenían del declive moral entre la aris-
tocracia, y así, inevitablemente, esa opinión teñía su narrativa. Cicerón,
Salustio y César eran los tres activos participantes en la vida pública. Cé-
sar en concreto escribió para celebrar sus hazañas y conseguir apoyo para
La

su larga carrera. Ni él ni los otros que hemos mencionado fueron obser-


vadores desapasionados a quienes sólo les interesaba informar sobre la
verdad sin adornos.
LIBRO CESAR 17/7/07 13:51 Página 18

18 CÉSAR

ros
La mayoría del resto de las fuentes son de una época muy posterior.
Tito Livio escribió durante el reinado de Augusto y, por esa razón, algu-
nos hechos habían permanecido vivos en la memoria, pero los libros que
cubren este periodo se han perdido y sólo disponemos de breves resúme-

Lib
nes.Veleyo Paterculo escribió un poco más tarde y hay algún material útil
en su escasa narrativa de ese periodo. Sin embargo, gran parte de las fuen-
tes sobre César en las que nos basamos no fueron escritas hasta principios
del segundo siglo después de Cristo, más de ciento cincuenta años des-
pués del fallecimiento del dictador. El escritor griego Apiano redactó una
monumental historia de Roma, de la cual dos libros están dedicados a las

os
guerras civiles y a los disturbios acaecidos entre los años 133 y 44 a.C.
Plutarco también era griego, pero sus obras más relevantes para nuestros
propósitos fueron sus Vidas paralelas, biografías que presentaban la vida de
una pareja compuesta por una famosa figura griega y una romana. César
l
fue emparejado con Alejandro Magno como los dos generales de más
éxito de todos los tiempos. También destacan sus relatos de las vidas de
de
Mario, Sila, Craso, Pompeyo, Cicerón, Catón, Bruto y Marco Antonio.
Suetonio era un romano que escribió biografías de los doce primeros
emperadores, comenzando con César. Dión Casio era de origen griego,
pero era asimismo ciudadano romano y un senador activo en la vida pú-
blica a principios del siglo III d.C.: de su puño nos llega la narrativa con-
ra

tinuada más detallada del periodo.Todos estos escritores tenían acceso a


fuentes, muchas de ellas contemporáneas de César y entre las que se con-
taban algunas de sus obras perdidas.Y, sin embargo, nunca debemos olvi-
fe

dar que esos relatos fueron escritos mucho después y no siempre pode-
mos estar seguros de que comprendieron o reflejaron con exactitud las
actitudes del siglo I a.C. Hay notables lagunas en nuestras pruebas. Por
Es

una curiosa coincidencia, se ha perdido la sección inicial de las biografías


de César escritas tanto por Suetonio como por Plutarco y no sabemos
con total certeza en qué año nació. Cada autor tenía sus propios prejui-
cios, intereses o puntos de vista, y utilizó fuentes que, a su vez, estaban
cargadas de prejuicios y, con frecuencia, eran clara propaganda. Es necesa-
rio ser precavido a la hora de emplear cualquier fuente.A diferencia de los
La

estudiosos de la historia más reciente, los que estudiamos la historia clási-


ca a menudo tenemos que sacar el máximo provecho de fuentes limitadas
y, posiblemente, poco fiables, así como contrastar y encontrar el punto
LIBRO CESAR 17/7/07 13:51 Página 19

A D R I A N G OL D S W ORT H Y 19

ros
medio de visiones en aparencia contradictorias.A lo largo del texto he in-
tentado reflejar de algún modo ese proceso.
Algunos aspectos de la vida interior de César permanecen secretos
para nosotros. Sería interesante y revelador saber más sobre sus relaciones

Lib
personales y privadas con su familia, esposas, amantes y amigos. En el caso
de estos últimos, parece que durante gran parte de su vida y, sin duda, en
sus últimos años, no tuvo ningún amigo que fuera su igual en ningún
sentido, aunque es evidente que mantenía una estrecha y afectuosa rela-
ción con muchos de sus subordinados y ayudantes.Tampoco sabemos casi
nada de sus creencias religiosas. El ritual y la religión impregnaban todos

os
y cada uno de los aspectos de la vida en el mundo romano. César fue uno
de los sacerdotes más importantes de Roma y celebraba o presidía rezos,
sacrificios y otros ritos de forma regular.También dio gran valor a la tra-
dición familiar que sostenía que su linaje descendía de la diosa Venus. Sin
l
embargo, no sabemos en absoluto qué significaban estas cuestiones para
él. Muy rara vez dejaba de hacer algo debido a escrúpulos religiosos y es-
de
taba dispuesto a manipular la religión en su beneficio, pero eso no impli-
ca necesariamente que fuera un cínico absoluto y que no tuviera ningu-
na creencia. En última instancia, sencillamente no lo sabemos. Parte de la
fascinación inspirada por César se debe a que es difícil de definir y a que,
por ejemplo, sus planes para los últimos meses de su vida siguen siendo un
ra

misterio. En los cincuenta y seis años que vivió, fue una larga serie de co-
sas diferentes, entre ellas fugitivo, prisionero, político en alza, jefe de un
ejército, representante legal, rebelde, dictador —tal vez incluso un dios—,
fe

además de esposo, padre, amante y adúltero. Pocos héroes de ficción han


hecho tanto como Cayo Julio César.
Es
La

También podría gustarte