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Donaciones piadosas y depredaciones patrimoniales en el área leonesa a

inicios del siglo XII: una aproximación a los conflictos entre laicos y
eclesiásticos en el Monasterio de Sahagún.
Esteban Herrera
LU: 32.883.986
Introducción

El presente trabajo se propone indagar sobre la relación entre laicos y eclesiásticos en


función de la lucha por el acceso a la tierra, factor estructurante de las relaciones sociales
de producción durante la época feudal. Nuestro objeto no será vano, si tenemos en cuenta
que en una sociedad caracterizada por la existencia de clases estamentales 1 la tierra
interesa, no sólo en cuanto a los conceptos de propiedad y riqueza que de ella se
desprenden, sino también como medio de alcanzar un estatus determinado capaz de
explotar al máximo la diferenciación social.
Como marco teórico general utilizaremos la tesis de Jack Goody, para quien el cambio
operado en las estructuras de parentesco a partir del siglo IV se encontró directamente
relacionado con la propia lógica de acumulación de la Iglesia medieval. En su planteo
general, la misma logró institucionalizar y regular unas pautas de matrimonio específicas
que le permitieron canalizar la riqueza desde el ámbito privado hacia el seno de las
estructuras eclesiásticas2. Intentaremos extraer de esta interpretación todos aquellos
elementos que nos resulten funcionales a nuestro propósito general, con el objeto de
evaluar qué pertinencia tiene este modelo universal para el caso leonés en particular.
A modo de hipótesis previa nos aventuramos a conjeturar que la competencia entre laicos
y eclesiásticos por el acceso a la tierra, estuvo presente en la propia dinámica que el
sistema feudal imprimió en el área leonesa durante los inicios del siglo XII. Con la
intención de dar un contenido empírico a nuestra propuesta, estudiaremos el caso
concreto del monasterio de Sahagún durante una fase expansiva de la economía feudal,
poniendo nuestra mirada en las donaciones piadosas y las intromisiones del poder regio
en las estructuras eclesiásticas. La documentación seleccionada se corresponderá, en este
caso, con la de un señorío eclesiástico tradicional durante un período de alta

1
Hacemos uso del concepto de clase estamental desarrollado por Kuchenbuch y Michael. Volveremos
sobre el mismo a lo largo de nuestro trabajo. Kuchenbuch, L. y Michael, B; ¨Estructura y dinámica del
modo de producción feudal en La Europa preindustrial¨, Studia Historica, Historia Medieval, Vol. IV, 2,
1986.
2
Goody, Jack; La evolución de la familia y del matrimonio en Europa, Barcelona, 1986.
conflictividad social y lucha de clases, tal como lo fue el de la llamada rebelión de los
campesinos y burgueses de Sahagún durante la segunda década del siglo XII3

Jack Goody y la máquina de acumulación perfecta.

El antropólogo británico Jack Goody considera que la conversión de Constantino al


cristianismo supuso un cambio radical al sacar a la iglesia de las sombras mediante la
concesión de privilegios y autoridad a sus sacerdotes. Poseedora de un nuevo
protagonismo y con nuevas responsabilidades en el universo social, la misma comenzó a
interesarse necesariamente en los asuntos materiales. Una vez abiertas sus puertas y
como consecuencia de las donaciones piadosas, los impuestos, las rentas, los diezmos y
la compra de tierras, la Iglesia acumuló riquezas con una rapidez excepcional,
ocasionando ¨un cambio de propiedad de los recursos básicos de producción¨4 en el
occidente europeo. A su vez, esta nueva base material convirtió a la Iglesia en un
poderoso actor político capaz de asumir funciones gubernativas, así como en un
competidor potencial o un poderoso aliado para los intereses laicos. Podemos identificar
en ello, la primera de las causas de los conflictos entre Iglesia y Estado.
Según Goody, los cuantiosos ingresos que comenzaron a recibir las instituciones
eclesiásticas animó el surgimiento de nuevas inversiones y especulaciones. De este
modo, se edificaron nuevas iglesias con el objeto de obtener beneficios mediante el
acaparamiento de sustanciosas porciones de las ofrendas recibidas, para luego invertir los
mismos en tierras y privilegios. Cabe destacar que esta ola especulativa no fue exclusiva
de los hombres de Iglesia, ya que hasta las reformas del siglo XI los límites que
separaban a los laicos de los eclesiásticos no estaban del todo definidos. En efecto,
numerosas familias se embarcaron en la fundación de monasterios, templos y capillas con
la intención de colocar a su frente a los miembros de su linaje. Para Goody, ¨se trataba de
familias nobles estrechamente unidas (…) que conservaban el poder a través de la iglesia,

3
Este trabajo es resultado del seminario de grado dictado por el Dr. Carlos Astarita en 2008 en la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, por lo que sigue sus líneas de investigación. En
este sentido, hacemos referencia a la noción de burgués desarrollada por el mismo, según la cual el
concepto no hace referencia al sentido sociológico moderno del término, sino que define quien
propiamente habita dentro del burgo medieval. De este modo, los burgueses de Sahagún representan una
suerte de elite plebeya, que a pesar de manifestar una doble lógica caracterizada por la búsqueda del
beneficio y el consumo, se encuentra más ligada a las estructuras agrarias que a los circuitos comerciales.
4
Goody, Jack; Op. Cit, p. 149.
la cual no sólo los mantenía en calidad de titulares de un cargo, sino que además protegía
sus propiedades familiares¨5.
El crecimiento desmedido de los patrimonios eclesiásticos fue cediendo hacia principios
del siglo XI, cuando el ritmo de las adquisiciones y porciones de tierra en manos de los
prelados disminuyó6. Se produjo, entonces, una reacomodación en el equilibrio
patrimonial del occidente europeo que respondió a la combinación de diferentes
elementos. En primer lugar, cabe destacar la roturación de nuevas tierras bajo la
iniciativa de los laicos, iniciada en el siglo X. Con la puesta en producción de nuevos
campos, disminuyó el porcentaje global de las posesiones de la Iglesia, generándose un
mayor equilibrio en la relación laicos-eclesiásticos. Pero teniendo en cuenta el objeto de
nuestro trabajo, más importante nos resulta el propio deseo de los primeros y del poder
real por proteger sus propiedades y el inicio de una ofensiva sobre los patrimonios de la
Iglesia. A partir de allí, ¨la proporción de sus posesiones (fue) el resultado del equilibrio
entre lo que adquiría y lo que perdía por depredación¨: estado, invasores normandos,
señores necesitados de tierras para enfeudar a sus vasallos como recompensa por los
servicios prestados en la guerra7 y clérigos que utilizaban los bienes de la Iglesia para sus
propios fines, avanzaron continuamente sobre los patrimonios eclesiásticos. Esta
creciente inestabilidad, habría sido producto del importante desequilibrio generado por
las inmensas riquezas acumuladas por las instituciones eclesiásticas como fruto de las
donaciones piadosas.
¿Qué medidas tomó la iglesia para detener la ola de expoliación desatada por los laicos?
En principio intentó detener la depredación que provenía del interior de sus propias filas,
condenando como sacrilegio la apropiación que los obispos hacían de los bienes
eclesiásticos. Por otra parte, proclamó que las donaciones a la Iglesia se consideraban
irrevocables (ante lo cual no se hizo esperar el rechazo del poder real). Sin embargo, el
experimento más significativo llegó de la mano del movimiento reformista que alcanzó
su punto culminante durante el papado de Gregorio VII (1073-1084). Como
consecuencia de la Reforma Gregoriana la separación entre laicos y eclesiásticos, como
estamentos diferenciados al interior de la nobleza, se hizo más evidente.

5
Goody, Jack; Ibid, p. 153.
6

7
Nos referimos tanto a la guerra para contener a los invasores normandos como a las propias guerras
feudales. En cuanto a estas últimas, la llamada ¨Paz de Dios¨, es unánimemente interpretada como una
respuesta de la Iglesia al traslado de la guerra hacia el interior del continente y sus intentos por contener la
devastación de sus tierras. Duby, Georges; Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía
Europea (500-1200), Siglo XXI editores, México, 1999, Tercera parte, Cap. I: ¨la época feudal¨.
Uno de los fines perseguidos por la misma consistió en poner coto a los intereses
hereditarios de los laicos en las propiedades de la iglesia. La tensión entre grupos
familiares y defensores de los patrimonios eclesiásticos tenía su origen en el propio
sistema de tenencia de la tierra, ya que el mismo hacía difícil que un individuo enajenase
las propiedades que heredaba si no poseía el consentimiento del grupo extenso de
parentesco, a diferencia de las que adquiría por si mismo. En este sentido, la ampliación
de las prohibiciones impuestas al matrimonio se convirtió en uno de los principales
instrumentos para debilitar el control que los parientes ejercían sobre la propiedad. Con
intenciones de lograr la enajenación definitiva de la misma, la iglesia se lanzó a la
predicación de enseñanzas orientadas a desaprobar las adopciones, el matrimonio entre
parientes de grado cercano que tendía a conservar los patrimonios dentro de una misma
familia y las segundas nupcias, fomentando la reproducción de la familia elemental. A su
vez, el clero se abocó de manera directa a la institucionalización del matrimonio
cristiano8 e intentó hacer del mismo un sacramento regulado, con vistas a extirpar el
control de la autoridad familiar del mismo. Una gran herramienta para conquistar este
objetivo, fue la promoción de los matrimonios por consentimiento en oposición a los
matrimonios arreglados por los padres de las partes.
Por otra parte, entre las medidas tomadas para evitar la creación de linajes dentro de las
instituciones eclesiásticas y conservar los bienes materiales hasta entonces adquiridos,
puede citarse el establecimiento del celibato sacerdotal. Además de sus intenciones
materiales, la medida fue acompañada de una profunda significación ascética y moral.
Según Goody, los efectos económicos de las reformas recién enumeradas produjeron una
reacción indirecta en la organización de la tierra de los laicos. Al respecto, Duby llamó la
atención sobre los cambios en el sistema de sucesión, cuando la generalización de la
primogenitura en el siglo XI se convirtió en la principal estrategia para la conservación
de los patrimonios familiares. Al promover el declive de los llamados ¨derechos de los
parientes¨, indirectamente favoreció los intereses de los eclesiásticos al quitar validez a
los reclamos sobre las tierras donadas. Por otro lado, el aumento de las donaciones en
metálico, en detrimento de la donación de tierras, acompañó la receta de los laicos.9
Para concluir su análisis, Goody estima que si bien las reformas del siglo XI, el menor
grado de violencia y los cambios en la vida familiar hicieron efecto en la recuperación

8
El proceso de institucionalización del matrimonio, frente a la diversidad de prácticas cristianas y paganas,
data del siglo XII. Goody, Jack; Op. Cit. pp.143-147.
9
Duby, Georges; Ibid, Cap. I: ¨la época feudal¨.
patrimonial de la Iglesia, el porcentaje de tierras en su poder no volvió a crecer
desmesuradamente, manteniéndose estable por más de cinco siglos.

Acumulación de tierras y donaciones piadosas en Sahagún.

Emplazado sobre la región norte de la provincia del León y parte de la Tierra de Campos,
el abadengo de Sahagún10 conformaba un extenso eje norte-sur de más de 150Km,
caracterizado por la existencia de una gran cantidad de posesiones sin solución de
continuidad. De este modo, la estructura monástica señorial adquiría la forma de una
serie de núcleos dispersos de población y actividad económica, enlazados en forma
eslabonada y perfectamente comunicados entre si, sobre los cuales el monasterio ejercía
su influencia.11 La inmensidad del señorío puede advertirse a partir de las más de dos
docenas de villas, aldeas, caseríos, casas monásticas e iglesias que el papa Pascual II
confirmó al monasterio de Sahagún en 111612. Como el mismo documento lo indica, y en
consonancia con la tesis de Mínguez Fernández, gran parte de las posesiones del
abadengo, parecen haberse incorporado al mismo en calidad de donaciones, limitándose
el pontífice romano a revalidar las concesiones hechas por Gregorio VII y Urbano II
algún tiempo atrás:

¨Ea Propter, petitionibus tuis fili in Christo Kariassime Domino non in merito annuendum censuimos
ut monasterium Sancti Facundi, cui auctore Deo presides, ad predeces/sorum nostrorum
Gregorii VII et Vrbani II ejemplar Apostolice Sedis privilegio muniremus.¨13

Si consideramos que existe una relación directa entre el incremento patrimonial del
Monasterio de Sahagún y las donaciones piadosas, nos parece apropiado poner nuestra
mirada sobre algunas de éstas, lo cual nos permitirá corroborar la aplicación del esquema
de Goody al área leonesa.
Comencemos con una donación de tamaño relativo, realizada por Doña Mayor y su hijo
Pedro Díaz, al abad Diego en el año 1097. Lo primero que advertimos en el testamento,
10
Manuel Carriedo Tejedo rastrea los orígenes del monasterio de Sahagún en el período Toledano.
Reconoce una primera fundación alrededor del año 711 por mandato de los reyes toledanos y una segunda
en 883 encabezada por los reyes alfonsinos. Carriedo Tejedo, Manuel; En torno a los orígenes del
monasterio de Sahagún, Tierras de León: Revista de la Diputación Provincial, Vol. 43, Nº 120-121, 2005,
pp. 65-87. Consulta on-line: 3 de Febrero de 2010.
11
Mínguez Fernández, J. M; El dominio del Monasterio de Sahagún en el siglo X: Paisajes agrarios,
producción y expansión económica, Salamanca, 1980
12
Fernández Flores, J. A; Colección Diplomática del monasterio de Sahagún (857-1230) IV (1100-1199),
Fuentes y estudios de historia leonesa, León, 1991, p. 44. Documento 1194. Todas las fuentes
pertenecientes a la Colección Diplomática serán llamadas ¨Sahagún¨.
13
Ibid.
es que se trataba de una operación de carácter voluntario y conciente, cuyo objeto era
remediar los pecados y alcanzar la salvación del alma:

¨Ego domna Maior, una cum filio meo Petro Díaz, cuenit nobis caro animo integroque concilio ut
faceremos cartulem testamenti, pro remedio animorum nostrarum, a Sancto Facundo et Primitiuo
et donmo Diaco abbati, sicuti et facimus, de nostra divisa Quam habemus in Uilla de Matella¨14

En segundo lugar, prestemos atención a la naturaleza de la donación:

¨Integra uobis concedimos domos, cum terris et uinis, ortos, pratis, pascuis, paludibus, montes,
fontes, aquis aquarum cum aquaductibus¨15

Creemos que es importante exponer en detalle la calidad de la donación, porque la misma


representa un traspaso de recursos productivos desde una unidad económica campesina
hacia el monasterio. En el caso citado, siguiendo a Kuchenbuch y Michael, estaría
tratándose del suelo, el cual representa un ¨sistema articulado de medios de trabajo
localmente integrados¨16: tierras de labranza, prados, pastos, huertos, tierras destinadas a
cultivos específicos (en nuestro caso la vid, cuya producción se encuentra directamente
relacionada con la satisfacción de las necesidades de la familia monacal), bosques, cursos
de agua y minerales. Sabemos que todos y cada uno de ellos son recursos vitales para la
reproducción del campesinado medieval, clase generadora del excedente agrario en el
modo de producción feudal. Su importancia no puede pasar desapercibida si tenemos en
cuenta que estos factores son constitutivos de la propia base del modo de producción y
es a partir de ellos que se estructuran los conceptos de propiedad y las relaciones sociales
de producción.
Analizada la importancia económica de nuestra donación, conviene indagar ahora sobre
las tensiones que la misma es potencialmente capaz de disparar en el interior del núcleo
familiar, en lo referente a las diferencias generacionales y los derechos de los parientes
sobre la tierra enajenada:

¨Ita tamen ut teneamus ipsa hereditate in omni uita nostra; post mortem uero nostram, si mei filii
uoluerint esse de Sancto Facundo, teneant ipsa hereditate; si uero noluerint, carean tea ab
integro et stet post partem Sancti Facundi¨17

14
Sahagún, doc. 997.
15
Ibid.
16
Kuchenbuch, L. y Michael, B; Ob. Cit., p. 13.
17
Sahagún, doc. 1194.
Sin lugar a dudas, una donación comprometía el futuro de los supuestos herederos. Al
respecto, Goody llamó la atención sobre la diferencia en los intereses generacionales:
mientras que los mayores estaban interesados en usar sus propiedades para alcanzar la
salvación del alma, las generaciones jóvenes estaban inmersas en los problemas
mundanos y reconocían en las mismas las bases materiales necesarias para su
reproducción.18 Lo que resulta llamativo de nuestro testamento, es que el mismo
establece una fórmula que sirve de profilaxis frente a conflictos capaces de estallar en un
futuro cercano: luego de su muerte Doña Mayor cederá sus tierras al monasterio, pero
sólo a condición de que sus descendientes no deseen servir a Sahagún. Si por el
contrario, éstos optan por ser vasallos del abad, las propiedades serán conservadas dentro
del grupo familiar. De todo ello, podemos concluir que los derechos de los parientes no
habían declinado en forma definitiva en las tierras que comprendían el área de influencia
del gran abadengo leonés.
Por último, el documento que estamos analizando presenta una peculiaridad excepcional:

¨Ego domna Maior, cum filio meo Petro Diaz, ut detis nobis per singulos annos X solidos de
argento, hunc nostrum Facttum robora (signa)mus¨19

El hecho de que el monasterio deba pagar diez sueldos de plata anuales a quien efectuó la
donación, nos dice algo más acerca del carácter de la misma. Además de las intenciones
de signo metafísico, en última instancia (deberíamos preguntarnos sino en primera) el
testamento no hace otra cosa que asegurar una renta a una viuda que se encuentra en
situación crítica. Resulta suficiente recordar que en el medioevo las mujeres tenían
vedadas las tareas de labranza y que la capacidad productiva de la unidad económica
estaba condicionada por la cantidad de brazos existentes al interior del grupo familiar y
los ciclos vitales20. Considerando que el testamento menciona sólo a una madre y su hijo,
no es arriesgado concluir que una explotación con las características expuestas más arriba
se encontraba infraexplotada, peligrando la reproducción de sus tenentes y aumentando
las posibilidades de acudir al endeudamiento.
Las tierras acumuladas por el monasterio, no sólo provenían de manos miserables o de
campesinos acomodados. Las altas jerarquías de la sociedad feudal también entregaban
parte de sus patrimonios como medio para obtener la salvación de sus almas y, tanto la
nobleza leonesa como el monasterio que se encuentra bajo nuestra lupa, no escaparon a
18
Goody, J; Ob. Cit., pp.174.
19
Sahagún, doc. 1194.
20
Kuchenbuch, L. y Michael, B; Ob. Cit., pp. 14.
esta condición general. El análisis de la concesión del monasterio de Nogal que Alfonso
VII realizó al abadengo de Sahagún nos resulta muy ilustrativo de la situación y nos
permitirá indagar en la tensión que subyace al interior de la relación entre laicos y
eclesiásticos en función de la titularidad de la tierra.
El monasterio de Nogal era uno de los tantos cenobios que se encontraban bajo la
jurisdicción de Sahagún. Sin embargo, hacia principios del siglo XII fue sustraído de la
misma por la propia urgencia del rey Alfonso VII de enfeudar a sus caballeros y sanear
las necesidades del reino:

¨Ego Adefonsus, Raimundi comitis et Urache regina filius, totius Hispanie Dei gratia rex et Dominus,
multis pro capatando regno necesitudinibus circumuentos monasterium sancti Saluatoris,/
quod dicitur Nogare, a iure et dominio Sancti Facundi subductum, meis illud militibus dedi.¨21

Hacia el año 1127, con motivo de la salvación de su alma y la de sus parientes, el titular
de la corona leonesa restituyó la heredad al gran abadengo. Creemos que es sumamente
importante de destacar que el monasterio de Nogal había sido originalmente concedido a
Sahagún por Alfonso VI, en calidad de donación piadosa. Así lo explica su nieto, cuando
con intenciones similares restituyó la heredad a los monjes:

¨Nunc, uero, tactos inspiratione diuina, plus in Deo Quam in hominibus confidens, quod Deo astuli et
hominibus / dedi, saniori consilio hominibus aufero et Deo omnipotenti restituo. Vnde et
testamenti cartulam facio Deo et sanctis martiribus eius Facundo et primitivo et uobis, abbati
domino B[ernardo], uobisque cuntis / monachis monasterii Sancti Facundi omnibusque uestris
sucesoribus, de supradicto monasterio Sancti Saluatoris de Nogare (…) sicut illud octulit auus
meus rex Adefonsus, pro anima (a)uie mee Regine Constantine, sic ego supradictus rex
Adefonsus illud recupero ab integro monasterio/ sanctórum Facundi et Primitivi, pro rerum
remisione pecatorum et pro animabus parentum meorum¨22

A nuestro entender, el constante cambio de manos que sufrió el monasterio de Nogal es


representativo de la existencia de una cierta inestabilidad en la titularidad de la tierra,
siendo la misma producto de la puja entre laicos y eclesiásticos. La necesidad primera del
rey de recompensar a sus nobles, y luego el deseo de ponerse al servicio de Dios, nos
habla de una relación de fuerzas cambiante, cruzada por las necesidades y urgencias
coyunturales.

21
Sahagún, doc. 1230.
22
Ibid.
Como lo hicimos con el documento anterior, revisemos ahora la calidad de la donación:

¨Quem habet uel habere debet, Indus uel foris, / et cum tota sua hereditate quam habet longe
uel prope, cum ómnibus uillulis uel diusis suis, populatis uel pro populandis ubique, cum terris
et uineis, pratis, pascuis paludibus, areis, / montibus, fontibus, molendinis, secisis
molendinorum, aquis aquarum, cum aqueductibus earum, arboribus fructuosis, cum exitu et
regresitu, et cum omnibussuis directis / et sus pertinenciis¨

Sin lugar a dudas se trata de un núcleo productivo importante; no sólo por su extensión,
ya que la donación comprende la riqueza interior del monasterio y las aldeas que se
encuentran bajo su jurisdicción, sino también por la calidad de los recursos y edificios
que comprende: tierras de labranza, viñas, prados, pastos, montes, fuentes, molinos,
acueductos, etc. Hemos hablado ya de su importancia en el Modo de Producción Feudal.
Por último, nos resulta llamativo el hecho de que se ofrendan no sólo las tierras pobladas,
sino también aquellas potencialmente capaces de ser ocupadas. A parir de ello, podemos
inferir que nos encontramos en una fase de expansión del sistema, con lo cual la
donación presenta una mayor importancia en términos económicos.

Revueltas, poder regio y depredaciones patrimoniales en Sahagún.

Si a lo largo del apartado anterior nos hemos ocupado en analizar diferentes donaciones
que dan testimonio del incremento patrimonial en el monasterio de Sahagún, creemos
llegado el momento de estudiar la otra cara de nuestra moneda: la depredación laica.
La primera evidencia de tales intenciones se nos presenta de modo implícito en un
episodio concreto de la rebelión desatada en el interior del burgo de Sahagún y sus
comarcas aledañas entre los años 1110 y 1117. Este levantamiento de campesinos y
burgueses, habría sido desatado por las pesadas cargas que recaían sobre los primeros y
los deseos de los segundos de abolir las trabas impuestas a la formación de comunas y su
ansia por la acumulación de nuevas tierras capaces de ser explotadas económicamente.
Lo que resulta sumamente interesante, de acuerdo al objeto de nuestro trabajo, es el papel
jugado por el poder regio durante la disputa que sacudió a la región durante casi una
década: mientras que las fuerzas nobiliarias y el clero se agruparon en torno a la reina
Urraca, los burgueses y campesinos lo hicieron alrededor de la figura de Alfonso I ¨El
Batallador¨. Con el fin de unificar los reinos de Castilla y Aragón, Alfonso VI de Castilla
había decidido unir en sagrado matrimonio a su hija Urraca con el rey de León, Alfonso I
¨el Batallador¨, en 1109. Sin embargo, el supuesto de que el fruto de ese matrimonio sería
el único heredero de todos los reinos y la política del rey de dar privilegios a los nobles
aragoneses, pronto despertó el recelo de los castellanos y navarros. La formación de dos
partidos en torno a la figura de los cónyuges, proclamados en guerra abierta, trajo como
consecuencia que el matrimonio fuese finalmente anulado en 1112, abogándose razones
de haber cometido incesto.23
Cuando la rebelión estalló en Sahagún y los burgueses se decidieron a copar el recinto de
la ciudad, el rey se apresuró a enviar a sus caballeros a León, hasta ese momento ocupada
por las fuerzas leales a Urraca. Una vez desalojadas las mismas y celebrada la pascua,
Alfonso decidió destinar a Sahagún a los caballeros aragoneses, quienes en alianza con
los burgueses de dicha ciudad, se aventuraron a expulsar al abad del claustro. Luego de la
reunión de los concejos, y por pedido de los burgueses, Alfonso finalmente se decidió a
nombrar a un lugarteniente suyo, de nombre Sanchianes, como señor de la ciudad.24
Creemos que es preciso detenernos aquí, porque los hechos nos permiten extraer una
primera conclusión. En efecto, podemos decir que existen dos niveles de análisis sobre
los cuales poner el ojo crítico del historiador: el de la revuelta propiamente y el de un
conflicto en el seno de la clase dominante. Nos interesa este segundo aspecto y creemos
que para abordarlo de forma correcta es preciso prestar la debida atención al concepto de
clase estamental.
Si bien hemos dicho que la tierra y la propiedad estructuran las relaciones de producción,
estamos de acuerdo con Kuchenbuch y Michael, en que ambos conceptos no sirven por si
solos para explicar la reproducción del sistema y que la estructura social del modo de
producción feudal no es cognoscible mediante la utilización del criterio de clase, en su
acepción puramente económica. Por el contrario, confiamos en que la noción de clase
estamental resulta más apropiada para el abordaje del mundo precapitalista, ya que
permite una fusión de los criterios jurídico-políticos con la estructura económica. Ello
nos proporciona una herramienta más útil para comprender las esferas de la apropiación
y el intercambio, así como la forma que define las relaciones sociales del modo de
producción feudal: la coacción extraeconómica.25 A su vez, nos permite comprender que
existe una interacción recíproca entre estructura y superestructura en la que la una sirve

23
Jackson, Samuel; Introducción a la España Medieval, Alianza Editorial, Madrid, 1974.
24
Puyol, Julio, "Crónicas Anónimas", en, Boletín de la Real Academia de la Historia, LXXVI y LXXVII,
1920. Capítulo 27.
25
Kuchenbuch, L. y Michael, B., Op. cit., p. 38.
de condición a la otra, en lugar de ser un mero reflejo de la misma.26 Si utilizamos este
criterio de análisis, podemos decir que la sociedad medieval presenta una estratificación
vertical y una horizontal. La primera es conocida y hace referencia a la contradicción
entre señores y campesinos.27 La segunda se refiere a las diferencias en el interior de un
mismo estamento. De acuerdo a nuestro propósito de analizar los conflictos en el interior
de la clase dominante, para entender las diferencias que existieron en su seno, así como
su lucha por el acceso a los recursos, pongamos nuestra atención en la nobleza28. La
misma no conformaba un grupo homogéneo, ya que horizontalmente se puede identificar
la existencia de una ¨alta nobleza¨, conductora de la política y constituida por un puñado
de familias, y una aristocracia de ¨segundo rango¨, más amplia cuantitativamente y que,
si bien es servidora de los intereses de la alta nobleza, nunca deja de competir con ésta a
la hora de llevarse una mayor tajada del excedente económico e incrementar su prestigio
social. Pero la diferencia que más nos interesa remarcar en el interior de la clase
estamento nobiliar, es el corte vertical que supone la presencia de dos órdenes bien
diferenciados: los bellatores y oratores. Lo fundamental, radica en que no se trata de una
simple división esquemática, sino de una verdadera segmentación al interior del
estamento. Ambos grupos contribuyen al funcionamiento y legitimación del sistema,
pero contienen su propia esencia y sus intereses pueden no ser compatibles. Creemos que
es necesario hacer esta aclaración conceptual, porque si tomamos a ambos estamentos
como uno sólo, sería imposible comprender los conflictos entre laicos y eclesiásticos y su
lucha por el acceso a la tierra.
En la documentación que hemos seleccionado se expresa claramente la lucha abierta
entre el la nobleza laica y la eclesiástica. El rey, representante de la primera, se encuentra
declaradamente a favor de los insurrectos, en franca oposición al círculo eclesiástico. En
términos políticos, sabemos que los rebeldes apelaban al poder real para desatar los cabos
que los mantenían como dependientes de los eclesiásticos. Si los campesinos lo hicieron

26
Para la extracción del excedente agrario en el modo de producción feudal, es necesaria la existencia de
condiciones jurídicas que legitimen la explotación. De esta manera, si bien la relación entre señores y
campesinos se desarrolla en el ámbito del señorío, que se corresponde con los elementos que conforman la
¨estructura¨, ella es posible porque existen condiciones ideológicas y normas consuetudinarias que, lejos de
ocultar la desigualdad social, la hacen explícita.
27
Kuchenbuch, L. y Michael, B., Op. cit., p. 39.
28
Como clase estamental, variables tales como los ingresos percibidos por la apropiación de una renta, el
monopolio de las armas y el ejercicio de la violencia justa, las facultades jurisdiccionales, las facultades de
mediar y negar la salvación, la libertad ¨innata¨, el consumo suntuario formas de socialización propias,
entre otras, determinan su condición. Por otra parte, existe una competencia entre sus miembros en función
de la lucha por obtener una mayor parte en la participación de la renta total y sus miembros están unidos,
además de los lazos de parentesco, jerárquicamente por lazos feudo-vasalláticos. Kuchenbuch, L. y
Michael, B., Op. cit., pp. 42-43.
con la intención de aligerar las cargas que pesaban sobre ellos, los burgueses lo hicieron
con el fin de poder organizarse como ¨ayuntamiento¨, ya que a diferencia de los señoríos
laicos, los eclesiásticos mostraban mayor recelo a la hora de permitir la reunión de este
tipo de instituciones características de las comunidades del medioevo. José Luis Romero,
no pasó por alto la existencia de estas alianzas entre los diferentes segmentos de la
sociedad feudal. Nuestra diferencia con el notable historiador de la burguesía medieval,
radica en que el mismo veía en este tipo de revueltas un camino lineal que conducía
inevitablemente a los sucesos de 1789. Sin una clara conciencia de si misma, pero como
consecuencia de su experiencia en la interacción con la realidad, adquirida a partir de la
naturaleza misma de su actividad económica29, la burguesía habría comenzado a minar
las bases de un orden hasta entonces considerado inmutable. Poseedora de grandes
riquezas, pero sin posibilidad de participar en la alta política, habría sabido aprovechar
las fracturas existentes en el interior de la clase dominante para establecer un orden
diferente, regido por las leyes de lo profano. En este sentido, las alianzas que los
burgueses supieron forjar con los príncipes u obispos, adquieren un carácter puramente
instrumental, teniendo como fin la liberación de sus actividades económicas y la
conquista del poder.30
Si bien rescatamos la importancia de los aportes historiográficos de Romero en lo que
refiere a sus estudios acerca del modo en que operaron las alianzas entre los diferentes
grupos y las tensiones al interior de cada estamento, nuestra diferencia interpretativa
reside en la definición misma y el rol que otorga a la burguesía. Por nuestra parte, no
concebimos al burgués del siglo XII como un agente capitalista y no creemos que las
revueltas tempranas de la época medieval sean un antecedente mediato de la Revolución
Francesa. A nuestro entender, los burgueses de Sahagún supieron aprovechar la lucha
entre los diferentes segmentos de la clase dominante pero siempre se mantuvieron dentro
de una lógica feudal: con el objeto de logar el reconocimiento del derecho de
autoorganizarse se mostraron como agentes capaces de negociar, pidiendo ellos mismos
la subordinación a un nuevo señor, Sanchianes31:
29
El trabajo artesano, el comercio y la vida en la ciudad, serían actividades capaces de despertar en el
sujeto una conciencia de que el mismo es un agente operador y transformador de la realidad. Ello entra en
contradicción directa con la ideología de la clase dominante de la sociedad feudal, según la cual el orden y
la movilidad social son inmutables por mandato divino.
30
Romero, José Luis; La revolución burguesa en el mundo feudal, Siglo XXI, México, 1989.
31
En este sentido, encontramos una diferencia importante con el comportamiento antisistémico que algunas
fracciones del campesinado mantuvieron durante la revuelta. No lo desarrollamos aquí, porque nuestro
análisis se limita al de la acción de los burgueses en relación a las disidencias y competencias entre laicos y
eclesiástico. La radicalización del campesinado y la moderación de los burgueses puede verse en la
Crónica de Sahagún, Caps. 19 y 27.
¨a petiçion de los burgueses, antepuso a la villa vn su caballero, que se llamaua Sanchianes¨32

Hecho esto, el abad fue expulsado del monasterio y los burgueses instaron a los
aragoneses a tomar posesión de todo aquello otrora en manos de los prelados:

¨ayuntaronse todos los burgueses al dicho Sanchianes, aconsejandoles que todas las cosas cosas que
pertenecían al abbad quitase de poder de los monjes y las sometiese a si¨

¿Pero qué fue aquello que el nuevo señor, un representante de la nobleza laica, pudo
servirse como suyo?

¨del hospital de Sant Fagum ficiese palacio para si, la qual cosa, sin tardanza fue fecha. En aquella
hora, tomaron todos los plados del monasterio, huertos, tierras, campos, viñas e molinos, e

sometieronlos a los aragoneses¨33

El hecho de que el señor ocupe un lugar central para establecer su nueva residencia, sin
lugar a dudas materializa una condición simbólica del poder. A su vez, ya hemos dicho
que todos los elementos mencionados en la cita, se resumen en aquello que puede
conceptualizarse como el ¨suelo¨ y son fundamentales para el normal funcionamiento de
la economía feudal. Nos interesa citarlos una vez más, porque nos permite apreciar con
toda claridad el traspaso de tierras de manos eclesiásticas a manos laicas. La pérdida de
un recurso productivo por parte del abadengo, en beneficio de otro, los vasallos del rey,
es totalmente explícita. En este sentido, este párrafo nos resulta extraordinariamente
importante para validar nuestra hipótesis acerca de la competencia entre ambos
segmentos de la nobleza por el acceso a los recursos. Lo que la documentación está
enseñándonos, no es otra cosa que el mostrarnos cómo las tierras que el monasterio supo
incorporar a su patrimonio por vía de las donaciones piadosas, fueron víctimas de la
depredación de los laicos en el momento particular de la rebelión; coyuntura que por otra
parte, puede ser considerado de expansión económica, ya que los burgueses pronto
pusieron en actividad las tierras del nuevo señor, manifestando de forma directa sus
intereses agrarios:

32
Crónica de Sahagún, Cap. 27.
33
Ibid.
¨Dieronle a vn precio y començaron a cortar el monte, e desrraigar e arrancar los huertos e
hedificar plantas, e las viñas otrosi del monasterio destroian, arrancando las bides e plantando
guertos, alçando palomares e flauicando lugares e estançias para las obejas e bueis; e destroian

de rraiz todas las cosas que eran del monasterio¨34

De lo anterior, hay dos cosas que resultan evidentes. Por un lado, las tierras comenzaron
a ser roturadas y puestas en producción, lo cual nos habla de una economía en
crecimiento. Por otro, pareciera haber operado un cambio en la estructura productiva
mediante la introducción de ganado, en detrimento de aquellos cultivos que antes servían
para satisfacer las necesidades de la familia monacal. El equilibrio entre agricultura y
ganadería, siempre fue muy delicado en la economía feudal35. Podemos presuponer de
esto que, o bien la ganadería era una actividad rentable en el León del siglo XII o que los
intereses prioritarios del abadengo, no se encontraban en la misma dirección que los de la
economía campesina.36
Por otra parte, la competencia entre laicos y eclesiásticos se manifiesta no sólo en el
detalle exhaustivo de los bienes en disputa, sino también en la querella por el control
sobre ¨los hombres¨37 y los lazos de dependencia personal. Apenas asumieron la
conducción del monasterio, los aragoneses declararon la ruptura de obligaciones de todos
los siervos para con el abad, a fin de que éstos caigan en una nueva relación de
servidumbre como dependientes de Sanchianes. Baste recordar que en el abadengo de
Sahagún las prestaciones de trabajo obligatorio aún eran frecuentes en el siglo XII:

¨fue aun enbiado por todas las villas e obediencias de Sant Fagum mandado que ninguno de los
rústicos o subditos diese ni fiçiese algun serviçio o ayuda a cualquiera de los monjes salvo al

dicho Sanchianes¨38

34
Ibid.
35
Se trata de un equilibrio en el cual le mayor peso de una actividad incide en forma inversa sobre la otra.
Los animales proporcionaban fuerza de tiro, abono y alimento, pero una mayor cantidad de ellos requería
mayores porciones de tierras para el pastoreo, reduciendo necesariamente la superficie cultivada.
36
Según Gabriel Jackson ¨a lo largo de todo el siglo XII y XIII, los nobles y el clero de Castilla y León,
fueron desarrollando constantemente la cría de ganado lanar y la exportación de lana¨. Jackson, Samuel;
Op. Cit., p.63.
37
Según Duby este título se refiere a lo que el mismo llama señorío doméstico. Antiguo resabio de la
esclavitud, se trata de una forma evolucionada de dependencia personal que puede denominarse con el
nombre de servidumbre, enajenación que ponía el cuerpo de una persona a disposición de otra. Instalados
en la casa de su señor o establecidos en su tierra o la de otro, los siervos estaban obligados por la
costumbre a realizar prestaciones personales de trabajo y pagar censos, derechos para contraer matrimonio
con personas ajenas al señorío y entregar parte de sus herencias. Duby, Georges, Op. Cit., p. 221.
38
Crónica de Sahagún, Cap. 27.
Analizada la querella entre laicos y eclesiásticos, en función de la posesión del suelo y
los derechos feudales sobre el campesinado, veamos ahora algunos elementos simbólicos
de la lucha entre ambos estamentos.
Luego de que los caballeros aragoneses expulsaran al abad del claustro y lo hicieran
partir de Sahagún despojado de todos los elementos simbólicos que lo identificaban
como miembro de las altas jerarquías eclesiásticas, todo el clero gregoriano39 en si
mismo, fue denigrado como estamento por los laicos. Fue en entonces, cuando las
acciones de los burgueses se embebieron de un fuerte contenido anticlerical. Nos resulta
interesante destacar que en última instancia el discurso de los insurrectos apela a la
autoridad real, cuerpo laico, como instancia última de legitimidad:

¨e ninguno de nosotros en aquel tiempo era llamado por su nombre, mas hermanos llamados
garganteros, beberrones, e semejantemente por otro cualquiera nombre de mengua e deshonor
(…) los burgueses por toda esta villa andar de cada dia goçandose del daño del monasterio; e si
por abentura alguno de nosotros ellos beian triste o turuado de nuestro daño, silbabannos e
burlauannos; e si por abentura oyesen tañer la canpana por alguna causa, como aconteçe, fuera
del tiempo acostumbrado, luego nos llamaban traidores, e malfechores, e motilitas, e nos deçian

que tañiamos para nos ayuntar a maldeçir al rrei¨40

Es preciso reconocer que la tensión entre los diferentes segmentos de la nobleza, en


cuanto estamentos diferenciados, se encuentra entremezclada en sus diferentes facetas. Si
por razones analíticas hemos intentado diferenciar aquellos elementos más puramente
económicos de los que tienen que ver con el problema del estatus, el hecho de que se
trate de clases-estamentales, hace que en la práctica la lucha se disemine en todos los
campos de manera simultánea. Veamos un ejemplo de ello.
Luego de que Sanchianes adquiriera potestad señorial en Sahagún, el rey se decidió a
nombrar al frente del monasterio a su propio hermano. Según los cronistas, su intención
no fue otra que la de saquear lo último que había quedado al margen de la mano de los
burgueses: el interior del monasterio

39
Hacemos la aclaración, porque es posible distinguir en Sahagún la existencia de un clero de tipo rural,
con intereses diferentes e intenciones de resistir la política de los monjes gregorianos. ¨e aun los clerigos
que eran en las iglesias que son en la villa, de los cuales los monjes acostumbraban a reçeuir parte de las
obligaciones, rreuelaronse contra ellos e neguan la parte que eran obligados, façiendo ynjurias por
palabras e denuestros¨. Crónica de Sahagún Cap. 27.
40
Ibid.
¨E el rrei doliendose, que bien que todas las cosas que estauan fuera del claustro el obiese
rrobado e disipado, non demenos, las cosas que eran de dentro del claustro enteras quedauan e
sanas; e por enbio e llamo a vn su hermano, falso e mal monje, llamado Ramiro, e mandole que
entrase en el monasterio de Sant Fagum e se enseñorease a los monjes e tobies presidençia
sobre ellos…
…vsurpaba a si e aparopiaua el oficio de presbiterado, dando bendiçion sobre los çirios e
candelas e rramos; e aun mas: en las proçesiones non se abergoñaba de ir solemnemente con
capa e baculo, e leyendo presentes los prestes sacerdotes, deçia la oracion sobre los difuntos,

como el non fuese preste de misa nin abad electo, como ya dixe¨41

De este fragmento, dos cosas resultan significativas. En primer lugar, el hecho de que el
rey ordene sacerdote a su hermano sin participación de los monjes, expresa una clara
ingerencia del poder laico por sobre las facultades propias del eclesiástico. A pesar de la
queja de los prelados y la falta de legitimidad que éstos ven en las acciones del nuevo
abad y su utilización de elementos cargados de un alto simbolismo estatutario y
religioso, nada pueden hacer para remediar la situación. En segundo orden de cosas,
debemos poner nuestra mirada en el lenguaje despectivo del cronista (¨todas las cosas
que estaban por fuera del claustro hubiese robado¨, ¨que era falso e mal monje¨).
Notaremos entonces que la subjetividad propia del enunciador, enemiga tenaz de la
objetividad en el discurso histórico, en esta oportunidad nos permite percibir la tensión
latente entre los dos estamentos.
Sin embargo, decíamos que a veces resulta imposible separar el conflicto en sus
diferentes esferas. Al respecto, en medio de la disputa por el status y la injerencia entre
poderes, la apropiación de la riqueza no se mantuvo al margen. Si bien nuestro trabajo
concentra su atención en la lucha por el acceso a la tierra, creemos que no podemos dejar
de lado los intereses suscitados en torno a otros bienes materiales. Sucedió así, que luego
de ser nombrado abad del monasterio de Sahagún, el hermano del monarca comenzó a
sustraer reliquias y tesoros del mismo:

¨El qual ansi como entro en el monasterio, mando que le presentasen toda la sustançia del
monasterio, al qual, como le fuese antepuesto e presentado todo, conbiene a saber, tapetes,
almohadas, coçedoras, coberturas, sabanas basos de oro e de plata, custodias llenas de
rreliquias de santos, e ornamentos de la yglesia de muchas e dibersas maneras, (e) de todas
estas cosas escogio y selecciono lo que mejor le pareçio, e pusoselo aparte, e poco a poco, non se
a que partes se lo traspaso; entre las quales cosas tomo el pulgar de Santa Maria Magdalena;

41
Ibid.
otrosi, de las cruçes de oro lleno las piedras muy preciosas, e en su lugar metio yeso e huesos de
perros e dientes…
…El moraua con nosotros, e las cosas de la çellereçia o bestuario que podia fallar expendiaselo
con los suyos, e aun las mulas mucho buenas de las obediencias, e basos de plata, e caliçe[s] de
oro, e muchas otras cosas, que al presente no me ocurren a la memoria, por manos de los que
seuian tomo e non sabemos a donde lo trespaso. Deçiase, pero, que al monasterio de San Ponçe

traspasaua estas cosas, ca ay auia rresçiuido el abito monacal¨42

Quien lee la crónica, al instante tiene la sensación de que un agente foráneo a la


comunidad monacal, se introdujo en el seno de la misma para apropiarse de una gran
cantidad de objetos, cuyo valor material y espiritual parece resultar bastante considerable.
Realidad o alteración de lo real, no caben dudas del sentimiento de invasión que sacudió
a los prelados. Ello reviste una enorme importancia, porque creemos que puede leerse
como una puja entre dos polos bien diferenciados: un agente del poder laico inmiscuido
en la comunidad eclesiástica, con el objeto de posibilitar una transferencia de riquezas de
un centro al otro. Las referencias que así lo demuestran, son evidentes: el ¨falso
sacerdote¨ pidió que le trajesen todas las riquezas para luego llevarse los objetos a un
lugar desconocido u ocultó los tesoros reemplazándolos por elementos sin valor.
La misma sensación (y expresión de lo real, sin lugar a dudas) parece manifestarse
cuando de uno de los elementos del suelo, a saber el bosque, se trata:

¨el qual, bien que el fuese hermano del rrei, era aun mucho aborrecible a esos aragoneses, porque
según ya fable, era de ningún provecho, mas los burgueses mucho era açeto, porque por cualquiera
bil don les otorgaua que trajesen grandes olmos e fresnos para edificar sus casas¨43

Como podemos ver, el asalto sobre una potestad del abad, para permitir su usufructo por
los tributarios del nuevo señor, resulta evidente. La cita se carga de mayor relevancia, si
tenemos en cuenta que los monjes de Sahagún guardaban derechos exclusivos para
regular la explotación del monte. Así parece indicarlo la propia actitud de los campesinos
durante la rebelión que sacudió a la comarca entre 1110 y 1117, ya que los mismos
sacaron provecho de la debilidad del abad haciendo uso del bosque sin demandar su
autorización, manifestando tal modo de operar como un derecho natural:

¨por siete annos continuamente, cortaban madera del monte, de donde façian e acauauan sus obras,
ninguna cosa demandando al abbad nin façiendoselo saber; e ya si alguno los reprhendiese de los

42
Ibid.
43
Ibid.
excesos sobredichos o les cotradixese, duramente respondiendo, deçian: de parte del diablo fue e
vino quien dono a los monjes poseer tal heredad, e aun añadian, por el braço, por los ojos e por
la sangre de Dios jurando: si alguno dixere palabra destas cosas, su caueça cortaremos o
quebrantaremos¨44

Si retomamos la cuestión de las facilidades que el nuevo abad concedió a los burgueses
para extraer madera del bosque, tal actitud parece confirmar una vez más, que existió una
puja real entre los segmentos laicos y eclesiásticos de la nobleza por el acceso a la tierra.
Antes de entrar en la conclusión de este trabajo, nos interesa abordar una última
cuestión. Nos referimos, en concreto, a dos disposiciones emanadas del Papa Pascual II
durante el concilio de Letrán (1116), que expresan en forma acabada la defensa de los
intereses de la iglesia frente a la depredación de los laicos. Las mismas fueron destinadas
al monasterio de Sahagún, cuando este se encontraba ya en el otoño de la rebelión.
En primer lugar, el papa se encargó de controlar la proliferación de patronatos laicos.
Para ello, condenó la erección de iglesias en la villa sin contar con la buena voluntad del
abad y estableció el monopolio de la distribución del óleo y el crisma en su persona:

¨Sane, in ipsa uilla, preter tuam aut succesorum tuorum uolumtatem, ecclesiam quamlibet
haberi prohibemus; / nec in eodem burgo oleum aut chrisma, nisi per abbatis manum, ab
episcopo quolibet dari permittimus¨45

Tenemos evidencias de la existencia de familias que ostentaban el patronato o la posesión


de instituciones eclesiásticas en el León de fines del siglo XI. Así lo demuestra la
donación de un monasterio ubicado en la villa de Vende, que un grupo familiar realizó al
abadengo de Sahagún en el año 1094:

¨In Christi nomine. Nos (…) damos et concedimos ad partem Sancti Facundi monasteruim
nostrorum uocabulo Sanctę marię / in Uilla de Uande, ab omni integritate, cum suas quintas
ubicunque eas potueritis inuenuri et suos dextros: de una parte, karraria quę discurrit de Orbeco ad
illos molinos; de alia / parte, calciata quę discurrit at pontem¨ 46

Como podemos apreciar, además del edificio monástico propiamente, la donación


incluye unidades de producción: quintas y dextros. Una vez más, podemos dar cuenta de
que la tierra se encuentra en el centro de la escena, encontrándose en esta oportunidad,
cedida voluntariamente por un grupo de laicos a uno de eclesiásticos. Pero lo que nos

44
Crónica de Sahagún, Cap. 35. En esta oportunidad, nuevamente puede apreciarse la radicalidad que
caracterizó al campesinado durante la revuelta, en comparación con la actitud más moderada de los
burgueses. Hicimos referencia de ello en la nota Nº 30 de este trabajo.
45
Sahagún, doc. 1193.
46
Sahagún, doc. 916
interesa resaltar, es que estas familias ejercían el control directo del monasterio de Santa
María de Villa de Vende, lo cual cumple la propuesta de Jack Goody acerca de la
existencia de dinastías familiares en las instituciones eclesiásticas. Veamos más de cerca
quienes eran los propietarios del monasterio:

¨Nos Petro Uellitiz, cum germanos meos; Sanxo, cum suos germanos; Citi Martinez, cum suos
germanos; Martin Donniz, cum suos germanos; Petro Uellitiz, cum suos germanos; / Dominico
Uitas cum suos germanos; Uelliti Zadonez, cum suos germanos: Gartia Zulemanez, cum suos
germanos; Iohannes Uellitiz, cum suos germanos; Uita Onaldiz, cum sus filiis; Petro Ouequiz,
cum suos germanos; Fazmel Fernandiz, / Uita Fernandiz, cum sus filiis, Uilian Martiniz, cum
suis germanis; Feliz Gartiaz, cum suos germanos; Citi Gizaz, cum suos grmanos¨47

La primera conclusión que podemos extraer de este numeroso índice de donantes, es que
se trataba de un grupo familiar extenso. Si agudizamos un poco la mirada, notaremos que
la repetición de muchos apellidos evidencia que se trataría de miembros de una misma
familia. Pero en segundo lugar, la larga enumeración nos permite advertir la presencia de
algo cualitativamente significante: los derechos de los parientes aún no han declinado
para este momento particular, ya que para la donación se necesita el permiso del grupo
extenso de parentesco. Según Goody, esta situación generaba mayores obstáculos para
los propósitos de la iglesia de enajenar definitivamente la tierra. A pesar de ello, nuestro
ejemplo da cuenta de un consenso dentro del grupo familiar, a la hora de realizar la
transferencia del patrimonio en cuestión. Lo que no podemos saber, es si con
posterioridad a este acto, alguna rama de la familia emprendió algún reclamo con el
objeto de recuperar el monasterio antes ofrendado.

Conclusión.
Si bien el trabajo de Goody pone su atención en los cambios originados en las estructuras
de parentesco, como variable dependiente de la puja entre laicos y eclesiásticos por el
acceso a la tierra, en el mismo se presenta de forma latente la existencia de dicho
conflicto por el acceso a los recursos. Es en este sentido que no sólo nos ha servido su
tesis, sino que luego de realizar nuestro análisis, podemos concluir que efectivamente
existió en León del siglo XII una relación conflictiva entre ambos estamentos en función
del acceso a la tierra. Como ha quedado expuesto a la largo de nuestro desarrollo, es
imprescindible comprender que esta lucha se produjo entre fracciones de clases-

47
Ibid.
estamentales, ya que la misma tuvo como escenario el propio interior de la clase señorial.
Tomar a la misma como una unidad indivisible, nos impediría ver la naturaleza de sus
fracciones, sus intereses y particularidades.
En su propuesta, Goody expone el desarrollo de dos fases diferenciadas en relación a los
patrimonios eclesiásticos: una primera etapa de acumulación y concentración, producto
de la recepción de donaciones piadosas, y una segunda etapa de reacomodación,
consecuencia de la ofensiva de los laicos deseosos de detentar nuevamente la propiedad
del suelo.
En nuestro trabajo hemos reconocido la presencia de esa primera etapa, ya que de la
documentación propuesta se desprende que gran parte de las tierras que formaban parte
del abadengo fueron incorporadas en calidad de donaciones. Aún concluyendo que los
documentos no fuesen sino una falsificación de los prelados para atribuirse la potestad
sobre las tenencias, la apelación al recurso de la donación nos sugiere que ésta sería una
práctica corriente en el León del siglo XII. Como hemos observado también, las
donaciones provenían de diferentes segmentos de la jerarquía social, siendo muy diversa
la importancia económica de las mismas. Sin embargo, por insignificantes que resultasen
en términos materiales, no cabe duda de que representan un traspaso en la propiedad de
los recursos productivos. Como hemos dicho en nuestras primeras páginas, esta
problemática resulta extraordinariamente significativa, ya que es la tierra el factor a partir
del cual se estructuran las relaciones sociales de producción en los modos de producción
precapitalistas.
Si prestamos atención a la fase que Goody caracteriza con el rótulo de ¨depredación¨,
encontramos que la misma adquiere una forma similar en el monasterio de Sahagún: los
intereses y las necesidades de los laicos del reino muchas veces atentaron contra las
propiedades de la iglesia, tal como hemos visto al estudiar la relación entre el rey y el
abad. Más aún, puede advertirse una preponderancia política del segmento laico sobre el
eclesiástico, ya que el primero pudo introducirse en el interior del segundo, a fin de
expoliar sus riquezas muebles e inmuebles. De gran importancia a su vez, resultan los
intentos del papado por sustraer del control laico cualquier institución que se encuentre
bajo la jurisdicción de Sahagún, tal como se evidencia de los dictámenes emanados del
Concilio de Letrán. Debemos advertir, sin embargo, que en esta segunda fase el proceso
acumulación-depredación no adquirió la forma de dos etapas consecutivas, sino que si se
presta atención a las fechas de la documentación, ambas dinámicas parecen jugar en
forma alternante entre si.
El presente trabajo se propuso abordar el problema de la relación entre laicos y
eclesiásticos en función de la lucha por el acceso a la tierra en el área leonesa a inicios
del siglo XII. Luego de nuestro esfuerzo teórico y empírico, finalmente podemos concluir
que la misma fue conflictiva y se encontró embebida de tensiones. Sin embargo, y tal
como lo sugiere el título, se trata de una primera aproximación, por lo que nuestros
resultados no resultan de ninguna manera suficientes y se encuentran a la entera
disposición de la crítica historiográfica.

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Bibliografía

- Carriedo Tejedo, Manuel; En torno a los orígenes del monasterio de Sahagún,


Tierras de León: Revista de la Diputación Provincial, Vol. 43, Nº 120-121, 2005.

- Duby, Georges; Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía


Europea (500-1200), Siglo XXI editores, México, 199.

- Goody, Jack; La evolución de la familia y del matrimonio en Europa, Barcelona,


1986.
- Jackson, Samuel; Introducción a la España Medieval, Alianza Editorial, Madrid,
1974.

- Kuchenbuch, L. y Michael, B; ¨Estructura y dinámica del modo de producción


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- Mínguez Fernández, J. M; El dominio del Monasterio de Sahagún en el siglo X:


Paisajes agrarios, producción y expansión económica, Salamanca, 1980

- Romero, José Luis; La revolución burguesa en el mundo feudal, Siglo XXI,


México, 1989.

Documentación

- Fernández Flores, J. A; Colección Diplomática del monasterio de Sahagún (857-


1230) IV (1100-1199), Fuentes y estudios de historia leonesa, León, 1991.

- Puyol, Julio, "Crónicas Anónimas", en, Boletín de la Real Academia de la


Historia, LXXVI y LXXVII, 1920.

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