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La intrusión salina es un fenómeno que siempre ha afectado las costas debido a la permeabilidad

de los suelos en estas áreas, pero la sobre explotación de los mantos acuíferos ha propiciado que
este fenómeno se extienda a lo largo de la península (Lesser, s.f, P.6) este problema ha
desembocado en el uso inocente de agua salina para las actividades diarias incluyendo el riego.

Los daños a los cultivos por la presencia de sal en el agua de riego pueden tener varios efectos
adicionales cuando se utiliza el riego por aspersión, ocasionando una acumulación de residuos
solubles en el follaje y haciendo un daño a la planta (Bustamante, 1985)

El riego con agua salina afecta de manera negativa a muchos cultivos frutales como lo son el
aguacate, cilantro, ciruelo, tomate; esto debido a los valores elevados de la presión osmótica del
suelo de la salinidad (Flowers, 2004); estando expuestas las raíces a grandes cantidades de sal,
provocando tanto estrés osmótico como iónico, provocando que la planta pierda agua y no crezca
de manera óptima (Munns y Gilliham, 2015). El método de riego aplicado tiene un gran impacto
en la acumulación y distribución de la salinidad en el suelo y en el rendimiento de los cultivos, la
extensión del daño también depende de la frecuencia y duración del riego, así como de ciertos
factores climáticos (Francois y Clark, 1979).

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