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El Editor
Dirección Editorial
Hernán Maino
Edición Ejecutiva
María Alejandra Dulcić
Asesoría Historiográfica y Editorial
Isabel Cruz de Amenábar
Producción
Alejandra Valenzuela
Investigación y Textos
Ana Francisca Allamand
Teresa Huneeus
Fotografía
Archivo Origo
Diseño
Isabel Fernández
Producción Gráfica
Marcelo Baeza
Origo Ediciones
Padre Alonso de Ovalle 748
Santiago de Chile
www.origo.cl
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10 El pintor y su época
12 Infancia en Colchagua
13 La Academia de Pintura
14 La atracción de París
16 Primeros triunfos
17 Enseñanza en la Escuela de Bellas Artes
18 Técnica moderna, actitud conservadora
19 El taller de Santa Rosa
20 Percepción de la naturaleza
21 Nuevos triunfos
23 Los años '20 y París
24 Sus últimos años y el mar
26 Obras y análisis
28 Paisajes campestres
70 Paisajes urbanos
88 El mar
96 Índice de obras
Introducción
el rodeo
Durante la Colonia, para las celebraciones del Apóstol Santiago, patrono de la capital, los habitantes reunían al ganado en la
Plaza Mayor de Santiago para marcarlo y seleccionarlo. A medida que fueron avanzando los años la fecha fue fijada para prin-
cipios de octubre y se exigió que los traslados, de un corral a otro, los hicieran jinetes adiestrados: así nació el rodeo. A fines del
siglo XVII la actividad comenzó a reglamentarse: los jinetes retiraban el ganado de los corrales y los llevaban a una pista central
de forma rectangular de 75 metros de largo, donde tenían que demostrar sus habilidades para apartar y conducir su ganado sin
ayuda de otros jinetes. En 1860 se impuso definitivamente la medialuna, que en su interior posee un apiñadero donde se encierran
30 cabezas de ganado y desde el cual cada pareja debía sacar el animal de sus marcas sin más ayuda que su habilidad. Con el tiempo
surgieron las quinchas, donde debía realizarse la “atajada” y junto con ello los puntajes, premiándose la labor con puntos buenos y
malos. A pesar de que el rodeo nació en la ciudad, fue en las zonas rurales donde alcanzó su mayor desarrollo y se estableció como
una actividad característica del campo chileno. “Un rodeo en Chile”. 1860. Ernesto Charton. Óleo sobre tela. 63 x 120 cm. Colección particular.
mediante la instalación de familias en los lindes de sus terre- Sin embargo, a fines de la década ambos mercados
nos, de que alguien los protegiera, y tenían a su disposición habían decaído junto con la baja en la cantidad de oro
mano de obra para sus cultivos o trabajos con ganado. disponible y la desaparición de las esperanzas de encontrar
Desde el siglo XVIII la agricultura chilena y, por ende más. Esto amenazó la pujante producción local, pero apare-
la hacienda, su célula de producción, se había convertido en ció un nuevo cliente: Gran Bretaña, que estaba creciendo de
un excelente negocio. A la Independencia le siguieron algu- manera acelerada y comenzó a pedir cereales, impulsando
nos años lentos, en los que se produjo casi exclusivamente un nuevo ciclo de alta producción en el agro.
para el mercado local; pronto, sin embargo, un impulso Para satisfacer la demanda internacional, desde
foráneo vino a cambiar el escenario para los hacendados California en adelante, los hacendados chilenos se vieron
chilenos. En 1848 se encontró oro en California y estalló obligados a adaptar sus infraestructuras productivas,
una verdadera fiebre que atrajo a gente de todo el mundo a construyendo canales de regadío y caminos, y dividiendo
la costa del Pacífico norte; estos nuevos habitantes estaban los grandes latifundios en haciendas más pequeñas que
dedicados, principalmente, a buscar oro y por lo mismo no pudieran manejarse con relativa facilidad. También se
producían alimentos. Ello, sumado a la actividad comercial introdujeron algunas maquinarias modernas que facilita-
cada vez más dinámica en el océano Pacífico y al hecho de ban el cultivo y la cosecha de cereales, pero estos cambios
que en Chile se produjera trigo mientras en el hemisferio no significaron una verdadera modernización de la agricul-
norte estaban en invierno, hizo que la demanda de Califor- tura, pues los hacendados estaban más preocupados de la
nia fuera muy grande, y atrajo la atención de los chilenos producción del cereal que de planificar el futuro. Mientras
que aumentaron significativamente su producción de trigo. Chile “se dormía en los laureles”, Estados Unidos y Argen-
A medida que la fiebre del oro californiana perdía tina sí modernizaron sus cultivos; además, eran países más
fuerza, un nuevo foco de búsqueda del metal precioso apa- grandes y sus costas les permitían una relación más directa
reció en Australia, el año 1851. Esta circunstancia aumentó con el mercado inglés, todos factores que, conjugados,
la ya interesante demanda por cereales en las costas bañadas generaron que a mediados de los ’70 los precios del cereal
por el Pacífico oriental, y los chilenos aprovecharon esta se derrumbaran y Chile ya no fuera competitivo: entonces
condición para plantar más trigo. la agricultura nacional entró en un periodo de crisis.
introducción 7
arturo alessandri PAlma
Esta depresión en que se sumergió la agricultura dos volúmenes de producción que manejaban disminuían
chilena se vio salvada por el brusco crecimiento de los su capacidad de negociar con los representantes de las casas
mercados internos a partir de la Guerra del Pacífico en comerciales que se interesaban en sus productos. En general
1879. En el norte del país las exigencias venían por parte los comerciantes compraban los productos en condiciones
de las numerosas oficinas salitreras y en el centro por el desventajosas para los agricultores, y muchas veces esto
rápido crecimiento de los centros urbanos de Valparaíso y los llevaba a hipotecar sus tierras: como la situación solía
Santiago. Las sofisticadas demandas motivaron una espe- repetirse, en general terminaban perdiendo sus propiedades
cialización creciente de la agricultura —como la fabricación cuando se involucraban en el sistema.
de cuerdas a partir de fibras naturales, el secado de frutas o Todos estos cambios tuvieron implicancias importan-
la producción de vinos— especialmente en los alrededores tes en la estructura no sólo productiva sino también social
de Santiago y Valparaíso: el valle de Aconcagua y los llanos del campo chileno. Una de las transformaciones más visi-
del Maipo y del Cachapoal. Nuevas tierras, más fértiles, bles fue el aumento de la población flotante en los medios
fueron anexadas por el Gobierno en la década de los '80: la rurales: mientras con anterioridad los inquilinos trabajaban
Araucanía, Valdivia y Llanquihue. La toma de posesión de y vivían la vida entera en una sola porción de tierra y bajo
estas regiones se logró, en muchas ocasiones, a expensas de el mandato de un solo patrón, en la nueva agricultura
los indígenas de la zona o los pequeños colonos mestizos, “modernizada” se vieron obligados a moverse de un lado
empeorando sus condiciones de vida. a otro. La razón fue que las tierras empezaron a interesar
El desarrollo agrícola también afectó a los pequeños a los más ricos, quienes comenzaron a comprar nuevos
agricultores de todo el territorio chileno porque los limita- terrenos, y muchas veces expulsaron a los inquilinos, que
Entre fines del siglo XIX y principios del XX el sistema de transportes, en Santiago y las regiones, se modernizó con rapidez y aceleró la interco-
nexión entre provincias y la capital. La Estación Central fue un verdadero emblema de estas mejoras: a ella llegaban los orgullosos trenes del sur y
de Valparaíso, cargados de personas y productos. “Estación Central”. 1920. Fotografía. Archivo Fotográfico Chilectra.
introducción 9
Alberto Valenzuela Llanos
1869-1925
estilística, una visión propia de la naturaleza nacional. “Alberto Valenzuela Llanos”. Fotografía.
A mediados del siglo XVI el valle en el que habitaban los indígenas “chiquillanes” fue entregado como encomienda a doña Inés
de Suárez. En el siglo XVII se crearon las primeras haciendas en el Valle, muy codiciadas por el clima, ideal para la agricultura
y la ganadería. En la zona también se instaló la Orden Jesuita, que plantó las primeras viñas, necesarias para producir el vino
de misa. Muchas de las batallas de la Independencia tuvieron lugar en esta zona y, una vez conseguida la emancipación, las
familias tradicionales adquirieron tierras en el valle, construyendo las típicas casas chilenas. A fines del siglo XIX estas familias
introdujeron variedades finas de cepas de origen francés que reemplazaron a las variedades españolas. Gracias a la inexistente
Filoxera, una plaga que devastó las plantaciones europeas, Chile pudo seguir produciendo y exportando vino cuando el resto del
mundo casi no tenía; a inicios del siglo XX se exportaron los primeros barriles de vino a granel, con lo que la zona se estableció
definitivamente como uno de los grandes terroirs del mundo. “La Represa, El Portezuelo-Lolol”. (Detalle). Alberto Valenzuela Llanos. Óleo sobre
tela. 81 x 63 cm. Colección particular.
La Academia de Pintura
Alberto tenía un carácter solitario y hermético, por lo
que sus compañeros de estudio, en general, le ignoraron.
En la capital, el joven de provincia se dedicó por completo
al estudio, y todos lo conocían por educado, respetuoso
y tranquilo.
Juan Mochi, formado en las tendencias neoclásicas y románticas, liberalizó
las normas educativas de la Academia de Pintura de Santiago. “El vendedor de
sandías”. (Detalle). Giovanni Mochi. Óleo sobre madera. 35 x 55 cm. Colección particular.
el pintor y su época 13
ANTONIO SMITH y el paisaje
los alumnos no tenían más remedio que acatar lo que éste sumaba su natural talento, con lo que pronto sus esfuerzos
decidiera, ahora los estudiantes tenían más libertad, pues comenzaron a dar fruto. En 1889, apenas dos años después
los maestros los dejaban desarrollar sus aptitudes. de llegado a la capital, el Salón Oficial aceptó la participa-
Especialmente respecto de los temas que tenían que ción de una de sus obras en el certamen; al año siguiente
tratar los cuadros, el cambio había sido radical: mientras en ganó su primera Medalla de Bronce, algo meteórico en el
el pasado los profesores escogían el motivo de las pinturas, contexto nacional. Los diez años que transcurrieron hasta
ahora cada cual decidía lo que le parecía interesante. Eso 1900 estuvieron llenos de triunfos: en 1892 ganó la Medalla
fue una suerte para Alberto, que estaba interesado funda- de Plata en el Salón Oficial, al año siguiente ganó la Meda-
mentalmente en pintar el paisaje: si en los primeros años lla de Oro, en 1894 se hizo acreedor del premio Edwards en
de la Academia este género había sido un motivo menor, el mismo certamen, en 1895 obtuvo la Medalla de Primera
cuando el colchagüino entró a la institución el tema ya Clase en la categoría de paisaje, y en 1897, 1899 y 1900
había sido validado, tanto en las discusiones encabezadas volvió a ganar el Premio Edwards en esa especialidad.
anteriormente por artistas como Antonio Smith como por Internacionalmente también comenzó a brillar: en
las nuevas tendencias en boga en Francia; así, el joven no 1900 logró que uno de sus cuadros calificara para ser
tuvo problemas para dedicarse a pintar la naturaleza. expuesto en el Salón de París de 1901, y ese año ganó su
De su estadía en la Academia, Valenzuela Llanos primera Medalla en el extranjero, una mención honrosa en
incorporó las lecciones de Pedro Lira, Alfredo Valen- la Exposición de Buffalo, en Estados Unidos.
zuela Puelma, Cosme San Martín y en particular, de Juan
Mochi. Con él aprendió la importancia de la disciplina
en el dibujo, en el trazo bien ejecutado y la composición La atracción de París
previa al color. Ésta es una característica que acompañaría En 1901 el pintor de 32 años ganó una beca gubernamental
al artista durante toda su carrera: el prestar gran atención a que le permitió viajar a París para continuar sus estudios.
la etapa previa a la ejecución de la obra para resolver todos Su maestro en la capital francesa fue Jean-Paul Laurens,
los problemas referidos a la composición y luego abordar profesor de la prestigiosa escuela particular conocida como
el uso de pigmentos. la Academia Julian. Por las aulas del establecimiento ya
El artista no era un mero aficionado a la pintura sino habían pasado otros chilenos, como Alfredo Valenzuela
que estaba enamorado de ella y aprovechaba cada instante Puelma y Alberto Orrego Luco.
que tenía para trabajar. Era un buen alumno, atento con sus Aunque al poco andar el artista ya era un enamo-
maestros y que seguía a conciencia sus indicaciones, a lo que rado de la cultura, lengua y capital francesas, su afán por
La capital francesa creció de manera explosiva durante el siglo XIX: si en 1836 tenía un millón de habitantes, para 1904 ya
contaba cuatro millones, muchos de ellos de escasos recursos, lo que empobreció dramáticamente algunas zonas de París y puso
en evidencia los problemas de salud y calidad de vida que generaban las estrechas calles y deficientes servicios sanitarios que
caracterizaban la ciudad. A mediados de siglo ya era evidente la necesidad de replanificar la capital, y Napoleón III le confió al
barón Georges-Eugène Haussmann el proyectar un nuevo plan urbanístico, que se implementó entre 1852 y 1870. Para hacerlo
reestructuró calles que se hicieron más amplias, creó los grandes bulevares, reguló del aspecto de las fachadas, se ocupó de los
parques públicos, se hizo cargo de los servicios de aguas, y puso un marcado acento en la conservación de los edificios públicos y
monumentos. Esta reestructuración le dio a París el aspecto que conserva hasta hoy, con grandes bulevares flanqueados por cafés
y tiendas. “El Puente de las Artes, París”. 1867. Pierre-Auguste Renoir. Óleo sobre tela. 62 x 102 cm. Norton Simon Foundation. California.
el pintor y su época 15
LOS “RASTACUEROS”
Valenzuela Llanos fue un enamorado de París. Aprovechó cada oportunidad que tuvo para visitarla, aprendió con fluidez el idioma e hizo suya la cultura
francesa, que consideraba como la más bella del mundo, y llegó a ver en Francia su “segunda patria”. A la izquierda. “Bois du Boulogne, Paris”. Alberto Valenzuela Llanos.
Óleo sobre cartón tela. 23,5 x 15,5 cm. Colección particular. A la derecha. “Río Sena y Notre Dame”. 1902. Alberto Valenzuela Llanos. Acuarela sobre papel. 24 x 31 cm. Colección particular.
La tensión al interior de la Escuela durante la primera década del siglo XX no sólo enfrentaba a los estudiantes y profesores de la
institución sino que involucraron a toda la intelectualidad de la época. La personalidad de su director, el escultor Virginio Arias
quien había asumido en 1900, era descrita por uno de sus adversarios como alguien “incapaz de impresionar agradablemente y
conquistar simpatías, (y) pretende imponerse a sus alumnos por medio de la violencia (...). Es un tirano el Sr. Arias”. Su tempe-
ramento era irritable y llegaba a destrozar las obras de sus alumnos si no le gustaba el resultado. El pintor Pedro Lira, maestro de
la Academia y ex director de la misma, un pedagogo que estaba por dejar mayores cotas de libertad a sus alumnos, encabezaba
la resistencia al escultor. Las partes se enfrentaban a través de anónimos, demandas judiciales, huelgas y sabotajes a los salones,
para lograr la salida del escultor, que finalmente tuvo lugar en 1911. A la izquierda. “Caricatura de Virginio Arias”. Portada de “Instantáneas de luz
y sombra”. Nº 52. 17 de Marzo de 1900. Colección Biblioteca Nacional. Al centro. “Museo Nacional de Bellas Artes”. c. 1915. Fotografía. A la derecha. “Autorretrato”. Pedro
Lira. Óleo sobre tela. 35 x 20 cm. Colección particular.
ellos se hiciera acreedor del galardón y, elegantemente, Enseñanza en la Escuela de Bellas Artes
Alberto renunció a él. En todo caso, fue un gesto generoso Enterado del pésimo estado de salud de su padre, el pintor
de su parte que dio lugar a comentarios interesantes en la volvió lo más rápido posible a Chile pero no alcanzó a
prensa, que destacó los avances del colchagüino. llegar antes de su muerte. Su madre, todavía a cargo de sus
Ese mismo año dos de sus cuadros fueron selecciona- hermanas, vivía pobremente en San Fernando, y Valenzuela
dos para el Salón de 1903, y en 1904 presentó en la Ciudad Llanos estaba preocupado por ellas. Por eso, decidió traer-
Luz el “Puente de Charenton”; ese mismo año ganó en las a vivir cerca de él en Santiago, para lo cual hubo que
Chile el Premio General Maturana y en 1905 volvió a ser vender la casa de Colchagua. Esto, sumado a los esfuerzos
aceptado en el Salón parisino. económicos del hijo, permitió comprar una pequeña casa
En 1903 y 1904 se le abrieron las puertas de la docencia: en la calle San Isidro.
sin estar seguro de que pudiera volver a Francia, el artista El artista aprovechó las experiencias de su estadía
postuló y ganó en Santiago el cargo de profesor de dibujo europea para pintar telas pictóricamente más maduras, que
de los Liceos Miguel Luis Amunátegui de hombres, y el le llevaron a obtener el Premio de Honor del Certamen
Liceo Javiera Carrera de mujeres, para poder mantenerse. Edwards, en 1908 primero, y en 1910 la Medalla de Oro
Sin embargo, pronto supo que se le había renovado la beca del Salón del Centenario, galardón de gran importancia,
y volvió a su admirada París. Dos años más permaneció en puesto que formó parte del programa de celebraciones en
la Ciudad Luz, donde trabó una amistad duradera con Julio homenaje a los cien años de la República.
Fossa Calderón, un pintor más joven que Alberto y quien En 1911 comenzó a enseñar en el curso de paisaje en la
le tuvo enterado de las últimas novedades europeas cuando Escuela de Bellas Artes, reemplazando al español Fernando
Valenzuela Llanos volvió al país, en 1906. Álvarez de Sotomayor, quien dejaba su cargo como profe-
sor para asumir como el director de la Escuela.
el pintor y su época 17
Valenzuela Llanos era un profesor con métodos nove- Técnica moderna, actitud conservadora
dosos, que durante varios años realizó sus clases al aire libre, No es posible encasillar al artista en una determinada tenden-
estimulando a los estudiantes a trasladarse por Santiago. Su cia. Por un lado, la orientación académica fue muy importante
sitio preferido era Lo Contador —actualmente el barrio para Valenzuela Llanos, no sólo en su formación de juventud,
Pedro de Valdivia Norte— cuyos parajes de “tranquilidad sino también en sus estudios posteriores con Laurens y su
poética” le recordaban los alrededores de París. Don Luis amistad con el pintor académico Fernand Cormon.
Martínez, propietario de las tierras, disponía para el artista Pero el pintor chileno no dejó que su arte se sometiera
y su clase de todas las facilidades posibles, construyéndole a las orientaciones académicas, de las que heredó ideales
incluso una bodega para que dejaran sus materiales. El pictóricos y en las que adiestró la técnica. Ninguno de sus
pintor trataba amablemente a sus alumnos; respondía sus profesores lo marcó definitoriamente, aunque sí moldea-
preguntas en voz baja, pausada y con frases cortas, ganán- ron su observación y percepción al estudiar las obras de
dose su cariño y respeto. los grandes maestros. Su mirada estética se hizo perspi-
Pero la actividad docente nunca lo motivó por completo caz, mostrándole la importancia de observar la naturaleza
y si no fuese por la obligación contraída con el Estado, que directamente y de dar a cada paso del proceso pictórico la
lo había enviado a Francia, y la necesidad de mantenerse, mayor perfectibilidad posible. Esto explica por qué no fue
habría dedicado más horas a trabajar en su taller. Esto un pintor del gesto fácil y rápida ejecución. Por el contrario,
explica que el pintor dejara escasa descendencia artística, y su labor es minuciosa y paciente, y el pincel no responde a
fuera un solitario dentro del arte chileno. Entre los pocos los impulsos sino a lo que fue propuesto con anterioridad
artistas formados por él destaca Luis Strozzi, también en el dibujo. Su mano es reflexiva, analítica y consciente
paisajista, pero sus discípulos fueron sobre todo mujeres, a de sus objetivos, pero sin caer en una reiteración imitativa.
quienes prefería, como Dora Puelma, Humberta Zorrilla y Como resultado, obtiene composiciones armónicas, equili-
Ema Formas de Dávila. bradas, en las que se perpetúa el mundo real sin anular su
Las expediciones que Valenzuela Llanos organizaba con sus estudiantes a “Lo Contador” partían desde la Escuela de Bellas Artes. Una vez en la
chacra, el artista enseñaba a los jóvenes a tomarse su tiempo, imbuirse del paisaje y cuando ya tenían dibujado con precisión lo que iban a pintar,
lanzarse a poner el color en la tela. “Paisaje Lo Contador”. Alberto Valenzuela Llanos. Óleo sobre tela. 145 x 252 cm. Colección Museo Nacional de Bellas Artes.
el pintor y su época 19
Valenzuela Llanos no copiaba el paisaje en sus cuadros: lo filtraba a través de sus sensaciones y pintaba sólo cuando estaba seguro de que su pincel y su
emoción estaban en sincronía. “Paisaje crepuscular”.(Detalle). Alberto Valenzuela Llanos. Óleo sobre tela. 173 x 243 cm. Colección Pinacoteca Universidad de Concepción.
fijar su rumbo”. Normalmente seguía la misma rutina; se se desprendía de todo su aspecto, creando alrededor cierta
levantaba muy temprano e iba a misa en la Iglesia San distancia infranqueable. Diríase que no era pintor”. Su
Francisco. Luego se dirigía a sus clases en Lo Contador; severo aspecto exterior escondía un alma extremadamente
después de unas horas, regresaba a su taller con su andar sensible, que traspasaba a sus telas. Su energía creadora no
pausado y ahí trabajaba en base a los estudios tomados en brotaba apasionada ni se manifestaba en palabras, tampoco
largas sesiones al aire libre. Obrero infatigable, pocas veces era amigo de explicar su doctrina estética.
realizó una actividad que no se vinculara a la pintura, des- Era católico practicante pero no le gustaban las mani-
cansando para retomar fuerzas y luego proseguir con nuevo festaciones extremas ni las beaterías; nunca se aficionó a la
brío. Perfeccionista como era, podía permanecer meses pintura religiosa y, aunque hizo excepciones como “Jesús
abocado al mismo cuadro, lo que explica que pese su dedi- Solitario” y una Virgen de las Mercedes, su misticismo se
cación, pintase apenas unas 300 obras. Se preocupaba de plasmó más bien en la naturaleza.
preparar la tela cuidando toda su extensión, fijándose que la
altura de los soportes y su inclinación en el caballete fueran
las adecuadas. Cuando pintaba, su mano corría con firmeza Percepción de la naturaleza
sobre la tela, y no admitía correcciones posteriores. El bucólico recuerdo de los paisajes del campo en su infan-
Cuando anochecía se instalaba en la salita de su hogar cia permite entender la fascinación de Valenzuela Llanos
con el resto de la familia; su esposa tejía, él leía y los niños por los paisajes naturales. Desde pequeño tuvo acceso a
jugaban. Solía acostarse temprano y no exageraba en el contemplar los horizontes lejanos, las tierras cultivadas, los
comer ni el beber; tampoco fumaba. viñedos y los trigales sin fin que lo enamoraron de su tierra
Los que no lo conocían se sorprendían ante su estampa y la sencillez de la vida campesina; y aunque en el curso de
misteriosa: tenía ojos brillantes y una figura distinguida, en su vida este ambiente pacífico se vio convulsionado por los
la que destacaba su barba, cada vez más gris a medida que acelerados cambios económicos y sociales, sus dulces telas
pasaban los años. Marco Bontá lo describía con un cierto no reflejaron esta mutación. Sus cuadros son una muda y
“aire de magistrado o de grave notario; una atmósfera fría ferviente contemplación de la belleza de la naturaleza y en
ello radica el secreto de su pintura meditativa y armónica: sol, según correspondiera, e iniciaba su labor. Comenzaba
en hacer de cada rincón, cada trozo de cielo y cada planta, por realizar el conjunto en aguarrás, en los que disponía
un motivo de profunda admiración. los colores generalmente suaves con lo que deseaba pintar.
Las obras de Valenzuela Llanos están marcadas por el Usaba un pincel pequeño, que movía ágilmente. Antes de
sello de su autor, no sólo en la técnica sino en las emociones dibujar, reflexionaba y observaba lo que quería capturar,
que transmiten. El maestro chileno no copiaba la natura- pues le importaba considerar la obra en su conjunto y no en
leza sino que la recreaba con fidelidad pero tras pasar por parcialidades. “La sombra de ese árbol —afirmaba a su dis-
el filtro de sus sentimientos: esta modificación daba nueva cípulo Luis Strozzi— no es nada aislada, ni como elemento
vida al paisaje, buscaba acentuar la belleza de la composi- siquiera del árbol. Debe integrarse en el total y ser un factor
ción a partir de la observación de elementos reales. En su armonizado. Esto hay que verlo antes”.
búsqueda por lo delicado y lo tenue solía inclinarse por la Su hora favorita para pintar era el crepúsculo, que
gama de los grises, desde los cenizas más puros a los verdes consideraba como la hora más serena del día. El propio
claros y violáceos. Los colores de sus pinturas, al igual que Valenzuela Llanos contaba que, a su juicio, “esa pintura no
las formas, tienen un dejo plácido y están extendidos sin cansa, no fatiga ni el espíritu ni la vida”.
tensiones. Esta visión contemplativa y admiradora de lo La representación de la figura humana no interesó
creado era enfatizada con el magistral uso de la luz, que en nunca mayormente al pintor, que apenas la tomó como
su pintura fue suave y carente de brillos sensuales. tema; sin embargo, en las escasas ocasiones en que lo hizo
En el lugar en que estuviera, Valenzuela Llanos las obras logradas fueron de gran maestría.
encontraba siempre algo que pintar; de rincones aparen-
temente inexpresivos hacía una composición magistral,
encontrando belleza donde otros no veían nada de especial. Nuevos triunfos
Cuando salía en sus excursiones solía llevar telas de enor- El arte de Valenzuela Llanos fue ampliamente reconocido
mes dimensiones —casi siempre de más de un metro—, en su propio tiempo. En 1911 obtuvo de nuevo el Premio
colocaba un gran paraguas para protegerse de la lluvia o el Edwards; al año siguiente recibió otra vez la distinción
el pintor y su época 21
Maturana en el Salón de Chile, y en el extranjero la Pero en 1914 este escenario optimista cambió al esta-
Sociedad de Artistas Franceses, en virtud de sus méritos, llar la Primera Guerra Mundial, que convulsionó no sólo al
le confirió una Medalla. continente europeo sino a todo el planeta.
Por si fuera poco, organizó sus primeras exposiciones Al artista, que amaba a Francia y la consideraba su
personales, una en la Sala de “El Mercurio” y otra en la segunda patria, le impactaron profundamete las noticias
Galería Eyzaguirre. Confiado en su suerte, envió dos obras, que le enviaban sus amigos desde territorios europeos. La
“Tierras de cultivo” y “Puesta de sol en Los Andes”, al Salón “guerra de trincheras”, los bombardeos, la destrucción, el
Oficial de París: ganó la Segunda Medalla, lo que aumentó hambre, la desesperanza, la interrupción de la vida artística
todavía más su prestigio nacional e internacional. La prensa en la antaño luminosa capital gala, sumado a que muchos
y crítica chilenas estaban fascinadas por esta victoria, que de sus conocidos se enrolaron en el Ejército conmovieron al
posicionaba el arte nacional en el imaginario europeo. Los pintor quien, buscando una manera de “devolver la mano”
diarios de la época señalaron que las telas ganadoras poseían al que sentía como su país de adopción, envió por interme-
“un carácter salvaje que nos traslada a regiones desconocidas, dio de la Legación de Chile en París, una obra de su auto-
que nos atraen por el estilo atormentado de su vegetación ría, con el fin de subastarla en beneficio de la República de
y la grandeza de sus nevadas rocas”. La naturaleza chilena Francia. Algunos años más tarde donó 5.000 francos para
recibió, de este modo, los vítores y aceptación de la comu- instituir un premio dirigido a los artistas que, por haber
nidad artística internacional, dando a nuestros pintores la quedado invalidados tras la guerra, se veían imposibilitados
confianza necesaria para dedicarse a ella con entera libertad. de dedicarse al arte como antes.
Un año después consiguió de nuevo el éxito en los salones de Mientras en Europa se sucedían las batallas, el artista
la capital francesa con “Otoño, alrededores de Santiago”. En recordaba los alrededores de París pintando en Lo Con-
Chile se hizo acreedor, una vez más, del Premio Edwards. tador. Al mismo tiempo, encontró un nuevo territorio
para pintar: el Cajón del Maipo. Visitaba con energía prerrogativas de los jóvenes, fijando algunos puntos de vista
los valles colindantes de Santiago y como nunca antes y rectificando ciertos aspectos.
desplegó su intensidad en pintarlos, decidido a que nada Al otro lado del Atlántico, Europa ya se recuperaba
lo interrumpiera. Sin ir más lejos, se cuenta que un día de las devastadoras consecuencias de la Guerra, que había
estaba pintando en la montaña cuando, de la nada, apa- finalizado en 1918, y en 1920 los salones artísticos volvieron
reció un puma de aspecto amenazador. Sin inmutarse, el a abrir sus puertas. Valenzuela Llanos aprovechó la ocasión
artista lo miró fijamente al tiempo que empezaba a silbar; para enviar algunas obras y obtuvo elogios de la crítica y
el desconcertado felino simplemente se dio media vuelta los entendidos, quienes finalmente le invitaron a volver a
y dejó en paz al pintor, que continuó con su dibujo como París ese mismo año, una oportunidad que aprovechó no
si nada hubiera pasado. En los veranos acudía junto a los sólo para volver a Francia sino también para escapar del
suyos al fundo El Portezuelo de Lolol, perteneciente a la convulsionado ambiente chileno.
familia de su mujer, donde también exploraba y estudiaba En 1921, después de 16 años de lejanía, Valenzuela
el paisaje. Llanos vuelve solo a París. Pero encontró una ciudad muy
cambiada: la campiña que rodeaba la ciudad por la que solía
pasear en busca de temas para pintar había desaparecido en
Los años '20 y París parte, tragada por la urbanización desatada de la capital
Los años veinte fueron un periodo de importantes convul- La escena artística también era radicalmente dife-
siones para la historia de Chile, llenos de huelgas y mani- rente. Los “ismos” habían desplazado al academicismo en
festaciones estudiantiles, entre ellas, las de la Escuela de la atención mundial: el expresionismo, cubismo, fauvismo,
Bellas Artes, entonces dirigida por Joaquín Díaz Garcés. y dadaísmo. Pero eso no afectó la excelente acogida que
Las revueltas de los alumnos, que buscaban su remoción el arte más formal del pintor tuvo en las salas parisinas.
para poder modernizar el aprendizaje, los enfrentaron a sus Acompañado de sus amigos residentes en la ciudad, Valen-
maestros. El comedido Valenzuela Llanos fue una pieza zuela Llanos inauguró una exposición completamente
fundametal de las negociaciones, pues rechazaba las des- dedicada a su obra en la Galería J.Allard, compuesta por
calificaciones de lado y lado, defendiendo a la vez ciertas 32 telas. Y aunque la excelente respuesta de la crítica le abría
el pintor y su época 23
El descubrimiento de la potencia expresiva del mar como protagonista de los paisajes fue una verdadera revelación para Alberto Valenzuela Llanos.
Por eso durante sus últimos años abandonó la pintura de paisajes tierra adentro para privilegiar la pintura de las costas. “Playa de Algarrobo”. (Detalle).
Alberto Valenzuela Llanos. Óleo sobre madera. 24 x 33 cm. Colección particular.
la posibilidad de quedarse en la Ciudad Luz, el recuerdo de cotas de libertad, dejando espacio a la intuición. Sorpren-
su familia le impidió seguir en París y optó por volver a diendo a quienes estaban acostumbrados a una pintura
Chile, contento en todo caso por su triunfo y tranquilo tras más estructurada, le dio mayor espacio al gesto espontá-
haber comprobado con sus propios ojos que su arte, a pesar neo, e incluso compuso algunos cuadros con apenas un par
de las nuevas tendencias, no estaba demodé. de pinceladas que vibran por efecto de la luz que reflejan.
En Algarrobo alcanzó una síntesis formal y cromática al
componer sus obras que dan pie a que se le considere un
sus últimos años y el mar pintor moderno.
En su viaje de vuelta, el enamorado de la naturaleza des- La valoración de su obra ya no estaba confinada a Chile
cubrió un nuevo tema para pintar: el mar. Se dedicó todo o París: en 1923 se exponen también en Buenos Aires.
el viaje desde la cubierta del barco a dibujar los océanos Ese mismo año recibe la “Cruz de Caballero de la Legión
que cruzó para volver a Chile y, fascinado con su descubri- de Honor francesa”, al tiempo que es invitado a exponer
miento, decidió instalarse a vivir en Algarrobo cuando pisó en la prestigiosa Galería Georges Petit en la capital gala.
territorio chileno. Aunque a estas alturas su salud estaba bastante deteriorada,
Entusiasmado con la gran cantidad de paisajes que el artista se embarca una última vez a París; en 1924 inau-
ofrecía la costa central para pintar, con sus olas, la espuma gura la muestra, que fascina a los franceses, quienes a través
del agua chocando contra las rocas, sus brumas matinales, de su prensa alaban su arte calificándolo como “refinado,
playas, dunas, rancheríos y quebradas, el artista recorría reflexivo, sabio. Su trazo se resume en grandes líneas sinté-
estos territorios durante horas, acompañado de su hija Clo- ticas, donde se afirma su verdadera e indiscutible maestría.
tilde. Parajes poco conocidos en ese entonces, que dan pie a Su colorido adorna los mil matices del día (…) artista entu-
obras como “Dunas de Algarrobo”, “Chozas de Algarrobo”, siasta, vibrante, lleno de lirismo (…) Francia se ha honrado
“Choza abandonada”, “Cielo y mar” y “Cardenales de Alga- con acogerlo y él a mostrarse digno de la confianza que ella
rrobo”, todos en colecciones particulares. le ha testimoniado”. La muestra se compuso de 60 telas y,
En el balneario, Alberto se compenetró con la natura- al acabarla, el Gobierno europeo adquirió sus “Romeros en
leza de la región como nadie lo había hecho hasta la fecha. Flor” para el Museo de Luxemburgo.
En estas etapas finales de su carrera abandonó un poco Aprovechando su estadía, la Sociedad de Artistas
la obsesión por preparar la pintura y se permitió mayores Franceses lo hizo miembro de la agrupación, distinción
Un trazo más suelto caracterizó la última etapa de Valenzuela Llanos: el artista, finalmente, manifestaba en sus obras las nuevas libertades pictóricas
que se pregonaban en la Ciudad Luz que tanto amaba y que recogió en su última visita, dos años antes de morir. “Playa de Algarrobo”. (Detalle). Alberto
Valenzuela Llanos. Óleo sobre tela. 77 x 97 cm. Colección particular.
el pintor y su época 25
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Paisajes campestres
obras y análisis 27
Paisajes campestres
El artista nacido en el valle central de Chile siempre estuvo como en el trazo. La paleta del artista adquirió colores cada
profundamente interesado en captar en sus telas la belleza vez más vivos y puros, violetas intensos, verdes profundos,
del paisaje campestre que aprendió a amar en su juventud. que le permitieron jugar con las diferentes atmósferas de sus
La suya es la naturaleza bucólica y acogedora del campo, cuadros. Los aires traslúcidos de sus primeras obras empe-
“domesticada”, tranquila y alegre. Sus obras parecen invitar zaron a llenarse de ricos matices, casi de olores, a través
al espectador a pasear por ellas, a dejarse estar y sentir la de su sabio uso de las tonalidades en las diferentes horas
paz de la vida rural; Valenzuela Llanos nos presenta una del día. Por su parte, la pincelada, cada vez más suelta, le
naturaleza que dista mucho del temor reverencial que permitió dotar a sus paisajes de una vida y movimiento que
imponen los paisajes románticos, por ejemplo: nos invita a no se habían desarrollado antes.
contemplar escenas a escala humana. Si bien en este “soltar el pincel” el artista comenzó
Sus paisajes parecen estremecerse por la emoción que el aplicando de manera más libre una pasta liviana y, por
artista supo transmitir a través de ellos: cuidando de no caer ende, difuminando los contornos de los objetos y “desha-
en idealizaciones alejadas de la realidad, sí se permitió mati- ciéndose” en cierta manera de la línea, a medida que este
zar lo que observaba al momento de plasmarlos en la tela, cambio se hacía más acusado en su pintura la pasta se fue
con los sentimientos que lo embargaban al observarlos. espesando. Estos trazos, claramente distinguibles a simple
En su primera etapa el trazo bien definido del artista, vista, le permitieron a Alberto desarrollar aún más el senti-
y sus colores intensos, le permitieron dotar a sus capturas miento y las atmósferas de sus cuadros. En su última etapa
campestres de una atmósfera muy transparente, que realza las pinceladas cargadas de óleo, sabiamente manejado, le
la belleza del campo chileno. El dibujo seguro da carácter dieron vitalidad y movimiento a sus flores, árboles y cielos
a cada uno de los elementos de los cuadros —las flores, y nubes, que parecen moverse siguiendo las caprichosas
los árboles, el cielo, el suelo—, mientras el color también formas que imprimieron el pincel y la pasta en las manchas
juega un rol importante para dar riqueza a los diferentes que componen la tela.
componentes de la escena: los suelos, por ejemplo, están Los colores siguieron intensificándose, y dejaron de
compuestos por trazos de colores disímiles, desde el café corresponder, necesariamente, a la realidad. En esta etapa
hasta el rosado, y los diferentes tonos le entregan una paleta los violetas, azules y verdes adquirieron protagonismo,
que casi se puede tocar. aplicados en manchas gruesas que se conjugan para dar
En los últimos años de su vida Alberto Valenzuela con el tono del sentimiento del artista al momento de
Llanos fue relajando su arte y atreviéndose a experimentar pintar el cuadro.
nuevas maneras de capturar el campo, tanto en lo cromático
primavera en lo contador
técnica Óleo sobre tela
dimensiones 157 x 277 cm
colección Club de la Unión
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la granja
técnica Óleo sobre tela
dimensiones 61 x 91 cm
colección Pinacoteca Universidad de Concepción
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otoño
año 1908
técnica Óleo sobre tela
dimensiones 147 x 254 cm
colección Club de la Unión
obras y análisis 33
manzanillas en flor
técnica Óleo sobre tela
dimensiones 88 x 200 cm
colección Museo Nacional de Bellas Artes
obras y análisis 35
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tarde en los quillayes
técnica Óleo sobre tela
dimensiones 74 x 98 cm
colección Particular
obras y análisis 37
38 alberto valenzuela llanos
bois du boulogne, parís paisaje
técnica Óleo sobre cartón/tela técnica Óleo sobre cartón/tela
dimensiones 23,5 x 15 cm dimensiones 23,5 x 16 cm
colección Particular colección Particular
obras y análisis 39
paisaje con álamos
técnica Óleo sobre cartón/tela
dimensiones 27 x 34 cm
colección Particular
obras y análisis 43
paisaje de campo
técnica Óleo sobre cartón
dimensiones 58 x 78 cm
colección Particular
obras y análisis 45
46 alberto valenzuela llanos
árbol
técnica Óleo sobre cartón/tela
dimensiones 28 x 37 cm
colección Particular
obras y análisis 47
hora solemne
técnica Óleo sobre tela
dimensiones 148 x 254 cm
colección Club de la Unión
obras y análisis 51
52 alberto valenzuela llanos
estero lolol
técnica Óleo sobre cartón/tela
dimensiones 26,5 x 34,5 cm
colección Particular
obras y análisis 53
paisaje crepuscular
técnica Óleo sobre tela
dimensiones 173 x 243 cm
colección Pinacoteca Universidad de Concepción
obras y análisis 57
58 alberto valenzuela llanos
paisaje de lolol
técnica Óleo sobre tela
dimensiones 62 x 86 cm
colección Pinacoteca Universidad de Concepción
obras y análisis 59
fundo “el ingenio”, cajón del maipo
técnica Óleo sobre cartón/tela
dimensiones 27 x 35 cm
colección Particular
obras y análisis 61
cordillera nevada, cajón del maipo
técnica Óleo sobre tela
dimensiones 72 x 97 cm
colección Particular
obras y análisis 63
64 alberto valenzuela llanos
paisaje lo contador
xxxxxxx técnica Óleo sobre tela
técnica Óleo sobre tela dimensiones 145 x 252 cm
dimensiones 00 x 00 cm colección Museo Nacional
colección Particular de Bellas Artes
obras y análisis 65
cardenales de algarrobo
técnica Óleo sobre cartón/tela
dimensiones 27 x 35 cm
colección Particular
obras y análisis 69
Paisajes urbanos
Aunque Valenzuela Llanos fue conocido por ser uno de un par de trazos bien puestos y nada más. Así las calles
los más grandes pintores del campo chileno, las ciudades parecen cobrar vida.
también le interesaron, tanto en América como en Europa, Su pintura de ciudades fue evolucionando a la par con
y fueron protagonistas de telas interesantes, aunque menos su arte; estas especies de joyas brillantes de los primeros
numerosas, a lo largo de su carrera. años comenzaron a verse un poco más opacas y pesadas a
Las pintó desde ángulos insólitos: desde arriba, a través medida que pasaban los años. Esto se debió a la utilización,
de los árboles o mirándolas desde el agua, lo que imprimió por parte del artista, de colores cada vez menos brillantes,
desde el comienzo un cierto carácter lúdico a sus cuadros; privilegiando los grises, los morados y los azules, que dieron
éste se vio reforzado por la selección cromática del artista, a sus cuadros atmósferas llenas de sentimiento.
que se atrevió con colores puros y llamativos, como turque- La vida en estos cuadros reaparecía, sin embargo,
sas, morados, amarillos y rojos, que dieron movimiento y a través de la vitalidad del trazo del artista aplicado con
vitalidad a sus ciudades. fuerza, casi “a golpes”, y de la sabia aplicación de colores
Como en sus naturalezas, las atmósferas de este primer fuertes como rojos o anaranjados en partes estratégicas: por
periodo son transparentes y luminosas, y aunque las formas ejemplo, el sol en la “Vista Notre Dame”. El espesor del aire,
están bien delineadas, hay algo poco definido en ellas. Esto sumado a estos tonos “ahumados” les dieron a las ciudades
es especialmente evidente cuando aparecen personajes, pues capturadas en las telas de Valenzuela Llanos un cierto aire
el artista apenas los esboza: pululan por la ciudad gracias a de misterio que no estuvo presente en sus paisajes.
obras y análisis 71
valparaíso en 1895
técnica Óleo sobre tela
dimensiones 75 x 110 cm
colección Particular
obras y análisis 75
76 alberto valenzuela llanos
toledo
año 1909
técnica Óleo sobre tela
dimensiones 30 x 50 cm
colección Particular
obras y análisis 77
paisaje europeo interior de iglesia
técnica Óleo sobre cartón/tela técnica Óleo sobre cartón/tela
dimensiones 27 x 34,5 cm dimensiones 23,5 x 15,5 cm
colección Particular colección Particular
obras y análisis 83
atardecer en el río sena
técnica Óleo sobre madera
dimensiones 10 x 15 cm
colección Particular
obras y análisis 87
El mar
Los paisajes de mar fueron un descubrimiento tardío para naturaleza menos amigable, más violenta y más ajena que
Valenzuela Llanos, quien había consagrado su carrera las de sus bucólicos paisajes.
como pintor de las vistas “tierra adentro”. Empezó a Las aguas son turbias, oscuras, amenazantes, una
pintarlos cuando, estando en la cubierta del barco que sensación que el artista logra transmitir gracias al uso de
en 1921 lo traía de regreso a Chile desde Europa, se dio tonos grises y a la pasta espesa que hace que el agua parezca
cuenta de las posibilidades expresivas que ofrecían los densa, casi como mercurio.
cielos y las aguas en alta mar. Soltando definitivamente el Una vez en tierra firme, e inspirado por las vistas de
trazo, relajando la composición y permitiéndose el uso de Algarrobo, el artista siguió pintando el mar, pero esta vez
colores cada vez más llamativos, el artista hizo vibrar las desde la orilla. En estos cuadros, más alegres y menos ame-
aguas marinas y alcanzó un tono pictórico muy en la línea nazantes, usó los colores con una gran libertad, de la misma
de las tendencias modernas en boga, aunque llegando a manera que lo hizo en sus cuadros de la época que se abocan
esta síntesis a través de su propia exploración. La nueva a otras temáticas. En sus costas las dunas están compuestas
expresión formal y cromática lograda por el artista en este por manchas rosadas, moradas, y cafés; los arbustos están
periodo hace posible considerarlo un pintor moderno. pintados con verdes intensos que combinan con los tonos
Una vez de vuelta en el país siguió desarrollando de la arena; y las aguas se componen de turquesas, azules
esta fascinación por el océano, con una perspectiva de y celestes con dejos morados, que se combinan para dar
tierra firme. movimiento al mar.
Las nubes del mar, brillantes y coloreadas por los La pasta vuelve a ser fundamental como herramienta
tonos de las atmósferas de la tarde tropical sobre las expresiva, pues a través de su aplicación el artista imitó las
aguas —anaranjados intensos, rojos apasionados y ricos formas y los movimientos del mar y de la arena golpeada por
morados—, inspiraron al artista cuadros de gran fuerza el viento. Este movimiento imprime una mayor vitalidad en
expresiva, en los que se puede sentir cómo el aire espeso un paisaje que no pretende capturar la imagen exacta sino
presagia la tormenta. En estos cuadros de pequeño for- que busca expresar la profunda espiritualidad del creador:
mato parecía, por primera vez en su pintura, que el hombre este trazo ondulado parece bailar en la tela, como lo harían
está a punto de ser tragado por la magnificencia de una las olas que llegan a la arena desde el mar.
altamar
técnica Óleo sobre cartón/tela
dimensiones 26 x 34,5 cm
colección Particular
obras y análisis 89
al venir la luna en los trópicos
técnica Óleo sobre cartón/tela
dimensiones 27 x 35 cm
colección Particular
obras y análisis 91
92 alberto valenzuela llanos
playa de algarrobo
técnica Óleo sobre madera
dimensiones 24 x 33 cm
colección Particular
obras y análisis 93
94 alberto valenzuela llanos
atardecer en altamar
técnica Óleo sobre cartón/tela
dimensiones 16 x 24 cm
colección Particular
obras y análisis 95
Índice de obras
Obra, Colección, Página
A orillas del Yerd, Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago, 71 Plaza del Erbe, Verona, Colección particular, Santiago, 68-69
Al venir la luna en los trópicos, Colección particular, Santiago, 90 y 74-75
Altamar, Colección particular, Quillota, 86-87 Primavera en Lo Contador, Colección Club de la Unión,
Árbol, Colección particular, Quillota, 46-47 Santiago, 26-27
Atardecer en altamar, Colección particular, Santiago, 94-95 Puesta de sol en El Canelo, Colección particular, Santiago, 51
Atardecer en el río Sena, Colección particular, Santiago, 84-85 Retrato de caballero, Pinacoteca Universidad de Concepción, 21
Bois du Boulogne, París, Colección particular, Santiago, 16 y 38 Retrato de Julia Montero de Valenzuela, Colección particular,
Cajón del Maipo, Colección particular, Santiago, 11 y 63 Santiago, 21
Cardenales de Algarrobo, Colección particular, Santiago, 66-67 Retrato de Ricardo Valenzuela, Colección particular, Santiago, 13
Casa Fundo, El Portezuelo-Lolol, Colección particular, Santiago, 5 Riberas del Mapocho, Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago, 35
Casas de Portezuelo, Lolol, Colección particular, Santiago, 56 Río Sena y Notre Dame, Colección particular, Santiago, 16 y 82
Cerros en puesta de sol, Colección particular, Santiago, 56 Tarde en los Quillayes, Colección particular, Santiago, 36-37
Cordillera nevada, Cajón del Maipo, Colección particular, Toledo, Colección particular, Santiago, 76-77
Santiago, 62 Trabajo en el campo, Colección particular, Santiago, 57
El bebedero-Lolol, Colección particular, Santiago, 43 Valparaíso en 1895, Colección particular, Santiago, 72-73
El sol en los trópicos, Colección particular, Santiago, 91 Velero en el puerto, Colección particular, Santiago, 83
Estero de “El Ingenio”, Colección particular, Quillota, 61
Estero Lolol, Colección particular, Quillota, 52-53
Fundo “El Ingenio”, Cajón del Maipo, Colección particular, Bibliografía básica
Santiago, 60 Bindis Fuller, Ricardo. Pintura chilena 200 años, Origo Ediciones,
Hora Solemne, Colección Club de la Unión, Santiago, 48-49 Santiago, 2006.
Interior de iglesia, Colección particular, Santiago, 79 Bulnes, Alfonso; Brunet, R. Richon; Lira, Armando y Bontá, Marco A.
La granja, Pinacoteca Universidad de Concepción, 30-31 Alberto Valenzuela Llanos, Editorial Nascimento, Santiago, 1935.
La luna al ponerse el sol, Colección particular, Santiago, 50 Cruz, Isabel. Arte: la historia de la pintura y escultura en Chile desde
La represa, El Portezuelo-Lolol, Colección particular, Santiago, 12 la colonia al siglo XX, Editorial Antártica, Colección Chile a color,
Manzanillas en flor, Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago, 34 Santiago, 1984.
Nubes, Colección particular, Santiago, 89 Ivelic, Milan y Galaz, Gaspar. La Pintura en Chile: desde la colonia
Otoño, Colección Club de la Unión, Santiago, 32-33 hasta 1981, Ediciones Universidad Católica de Valparaíso, 1981.
Paisaje, Colección particular, Santiago, 39 Maldonado, Carlos. Valenzuela Llanos, Ministerio de Educación,
Paisaje campestre, Colección Club de la Unión, Santiago, 45 Departamento de Cultura y Publicaciones, Santiago, 1972.
Paisaje con álamos, Colección particular, Santiago, 40-41 Romera, Antonio. Asedio a la Pintura Chilena: Desde el Mulato Gil
Paisaje con cordillera, Colección particular, Santiago, 29 a los bodegones literarios de Luis Durand, Editorial Nascimento,
Paisaje crepuscular, Pinacoteca Universidad de Concepción, 20 Santiago, 1969.
y 54-55 Romera, Antonio. Historia de la Pintura Chilena, Andrés Bello,
Paisaje de atardecer, Colección Banco Estado, Santiago, 42 Santiago, 1976.
Paisaje de campo, Colección particular, Santiago, 44 Vargas Badilla, José. El pintor Valenzuela Llanos, Ediciones Rumbos,
Paisaje de Lolol, Pinacoteca Universidad de Concepción, 58-59 Santiago, 1992.
Paisaje en altamar, Colección particular, Santiago, 80-81 Catálogo de la exposición Grandes Paisajes de Alberto Valenzuela
Paisaje europeo, Colección particular, Quillota, 78 Llanos, Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago, 1966.
Paisaje Lo Contador, Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago, Catálogo de la exposición Valenzuela Llanos / Enrique Zamudio:
18 y 64-65 Contrapunto en el Paisaje Chileno. Texto: Ramón Castillo, Museo
Playa de Algarrobo, Colección particular, Santiago, 24 Nacional de Bellas Artes, Centro Cultural Matucana 100 y Fundación
Playa de Algarrobo, Colección particular, Santiago, 25 y 92-93 Bank Boston, Santiago, 2004.