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Metonimia También conocida como trasnominación, es una figura literaria en “Leer a Cervantes”, para decir leer
la cual una cosa es designada con el nombre de otra con la cual las obras escritas por Cervantes.
tiene alguna relación semántica de presencia o de contigüidad.
Prosopopeya De representar una cualidad, virtud o vicio a partir de Don Juan es la personificación del
determinados rasgos de una personalidad que se convierte en seductor.
prototipo.
Ironía Expresión de lo contrario a lo que se piensa de tal forma que, por el ¿Y quién duda de que tenemos
contexto, el receptor puede reconocer la verdadera intención del libertad de imprenta? ¿Qué quieres
emisor. imprimir una esquela de muerto;
¿más todavía, una tarjeta con todo
tu nombre y tu apellido bien
especificado?
Nadie te lo estorba.
Hipérbole Figura retórica consistente en ofrecer una visión desproporcionada “Tengo un sueño que me muero”
de una realidad, amplificándola o disminuyéndola. Es exageración. “Érase un hombre a una nariz
El poeta desea dar a sus palabras una mayor intensidad o emoción. pegado: érase una nariz superlativa;
La hipérbole se concreta en el uso de términos enfáticos y érase una nariz sayón y escriba;
expresiones exageradas. Este procedimiento es utilizado con érase un pez de espada muy
frecuencia en el lenguaje coloquial y en la propaganda. En esta barbado.”
última se produce una comunicación encomiástica desmesurada
con el fin de provocar en el oyente la adhesión a su mensaje en el
que todo se revela como “excepcional”, “extraordinario”, “colosal”,
“fantástico”, etc
Alegoría Se denomina alegoría a la correspondencia prolongada de símbolos Nuestras vidas son los ríos Que van
o metáforas. Consiste en traducir un plano real, A, a un plano a dar en la mar
imaginario, B, a través de una serie ininterrumpida de metáforas
Fábula Son composiciones breves literarias en las que los personajes casi La liebre y la tortuga
siempre son animales u objetos, que presentan características
humanas como el habla, el movimiento; las cuales dejan una
moraleja o enseñanza.
Enigma El Enigma es una Figura Retórica que consiste en la descripción de ¿Cuál es el animal que por la
una cosa por medio de términos oscuros, bastantes ambiguos para mañana anda en cuatro pies, por la
encubrir el sentido oculto de lo que se propone o la adivinación. tarde en dos y por la noche en tres?
Enigma de Tebas.
Símbolo Es una figura retórica muy parecida a la metáfora y la alegoría en Una rosa de sangre
que consiste en la sustitución de una palabra por otra. Es decir, el Y una azucena
símbolo es un término que representa o sugiere otra realidad
ausente en el texto. El símbolo puede nacer de una asociación
lógica, histórica, emotiva o de semejanza. El símbolo también
puede ser polisémico.
Parábola La parábola es una narración con una enseñanza moral. El hijo pródigo.
Normalmente es un relato muy sencillo y fácil de entender, en la
que se utilizan las pasiones y deseos humanos a través de
personajes, animales o aspectos cotidianos de la vida.
Símil Figura retórica que consiste en relacionar dos términos entre sí “Murmullo que en el alma se eleva y
para expresar de una manera explícita la semejanza o analogía que va creciendo, como volcán que
presentan las realidades designadas por ellos. Esa relación se sordo anuncia que va a arder” “Y
establece, generalmente, por medio de partículas o nexos todo en la memoria se rompía
comparativos: “como”, “así”, “así como”, “tal”, “igual que”, “tan”,
“semejante a”, “lo mismo que”, etc.
Interrogación La Interrogación Retórica o Erotema es una figura retórica que ¿Por qué este inquieto y abrasador
consiste en realizar una pregunta sin esperar una respuesta por deseo? José de Espronceda
estar ya contenida o por imposibilidad de encontrarla. Se utiliza (es una interrogación retórica ya
para afirmar con mayor énfasis una idea o sentimiento. que no espera que nadie le dé
respuesta. Simplemente sirve para
expresar con mayor énfasis la
pasión que siente).
Apóstrofe Es una figura literaria que interrumpe el discurso, el diálogo o la ¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!
narrativa de una obra escrita —o hablada en caso de la
escenificación— que, invocando a seres reales o imaginarios, trata
de captar la atención de los remitentes para hacer llegar unos
pensamientos o transmitir unos sentimientos.
Antítesis La antítesis se usa cuando el escritor emplea dos frases de Cuando Neil Armstrong pisó la Luna
significados opuesto, pero cercanos en proximidad para crear pudo haber sido un pequeño paso
contrate. Juega con los opuestos complementarios para crear un para el hombre, pero fue un gran
significado más vívido. salto para la humanidad.
Proverbio El proverbio es una expresión de pocas palabras y se tornó popular, No ha de dormir toda la noche un
con la finalidad de transmitir un pensamiento, enseñanza o consejo hombre que toma decisiones.
moral.
El proverbio forma parte de las paremias, se caracterizan por la
representación de ideas y pensamientos en sentido figurado, como
es el caso de los refranes, adagio, aforismo, sentencia, entre otros,
que tiene como objetivo sintetizar un concepto moral, o el
conocimiento de un pueblo.
Paradoja Una paradoja es una figura literaria o retórica que consiste en una Vísteme despacio que tengo prisa.
idea de aparente contradicción lógica que, sin embargo, encarna
un cierto sentido y una coherencia.
“Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando
llamarán. Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar, aquellas que
aprendieron nuestros nombres...¡esas... no volverán!.
Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar, y otra vez a la tarde aún más hermosas sus
flores se abrirán. Pero aquellas, cuajadas de rocío cuyas gotas mirábamos temblar y caer como lágrimas del
día… ¡esas... no volverán!
Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar; tu corazón de su profundo sueño tal vez
despertará. Pero mudo y absorto y de rodillas como se adora a Dios ante su altar, como yo te he querido...;
desengáñate, ¡así... no te querrán!”
“Hubo un tiempo… ¿recuerdas? Su memoria, vivirá en nuestro pecho eternamente…Ambos sentimos un cariño
ardiente; el mismo, ¡oh virgen! que me arrastra a ti.
¡Ay! desde el día en que por vez primera, eterno amor mi labio te ha jurado, y pesares mi vida han
desgarrado, pesares que no puedes tú sufrir; desde entonces el triste pensamiento, de tu olvido falaz en mi
agonía: olvido de un amor todo armonía, fugitivo en su yerto corazón. Y sin embargo, celestial consuelo llega
a inundar mi espíritu agobiado, hoy que tu dulce voz ha despertado recuerdos, ¡ay! de un tiempo que pasó.
Aunque jamás tu corazón de hielo palpite en mi presencia estremecido, me es grato recordar que no has
podido nunca olvidar nuestro primer amor. Y si pretendes con tenaz empeño seguir indiferente tu camino…
Obedece la voz de tu destino, que odiarme puedes; olvidarme, no.”
“Una vez tuve un clavo clavado en el corazón, y yo no me acuerdo ya si era aquel clavo de oro, de hierro o de
amor.
Sólo sé que me hizo un mal tan hondo, que tanto me atormentó, que yo día y noche sin cesar lloraba cual lloró
Magdalena en la Pasión. “Señor, que todo lo puedes —pedile una vez a Dios—, dame valor para arrancar de
un golpe clavo de tal condición.” Y diómelo Dios, arranquelo.
Pero... ¿quién pensara?... Después ya no sentí más tormentos ni supe qué era dolor; supe sólo que no sé qué
me faltaba en donde el clavo faltó, y tal vez... tal vez tuve soledades de aquella pena... ¡Buen Dios! Este barro
mortal que envuelve el espíritu, ¡quién lo entenderá, Señor!...”
Todo su mundo estará regido por un sinfín de oposiciones. Desde su postura política conservadora salpicada de ideas
progresistas y filantrópicas, hasta la alternancia de períodos de máxima actividad y sabia pereza, pasando por un gusto
musical que fluctúa entre la ópera y las seguidillas flamencas. De todo esto serán fieles testigos no sólo sus rimas y
leyendas, sino también sus creaciones periodísticas o proyectos como la Historia de los templos de España. Todos sus
escritos dan muestra de un universo personal dividido entre el sueño y la razón, la mujer ideal y la mujer carnal, la idea y
la palabra, la aristocracia y el pueblo, el sentimiento y la inteligencia...
Sin embargo, Gustavo Adolfo, que nació en Sevilla un 17 de febrero de 1836, fruto del matrimonio entre José María
Domínguez Bécquer y Joaquina M.ª Bastida, no adopta estas dicotomías de forma artificial, como muchos otros poetas
del momento. Sus dudas serán siempre auténticas y a través de la palabra tratará de lograr, a veces sin éxito, la síntesis
de todos esos contrarios. La primera confrontación importante tiene lugar cuando Bécquer, gracias a una aspiración
compartida con sus amigos de infancia, Narciso Campillo y Julio Nombela, decide marchar a Madrid en 1854 en busca de
fortuna literaria.
1. ¿Qué es el barroco?
El barroco fue un período de la historia de la cultura en Occidente, que abarcó todo el siglo XVII y principios del XVIII.
Este período se caracterizó por un cambio en la manera de concebir el arte (el “estilo barroco”), lo cual tuvo impacto en
numerosas áreas de la cultura y del saber, como las letras, la arquitectura, las bellas artes e incluso la filosofía.
Surgido en una época de tensiones entre los países católicos y protestantes, entre las monarquías absolutistas y las
parlamentarias, el barroco se dio en la Europa occidental y en algunas de sus colonias, como Latinoamérica, y constituyó
el peldaño intermedio entre el manierismo y el rococó.
Su origen, sin embargo, se ubica en Italia, durante el período conocido como Seicento, y su nombre durante mucho
tiempo fue empleado de manera despectiva, para referir algo recargado, caprichoso, engañoso.
Luego del siglo XIX, el término “barroco” se revalorizó y actualmente se emplea no sólo para referir a este período, sino
para cualquier manifestación artística que vaya en contra de los valores del clasicismo.
El período barroco suele clasificarse en tres momentos diferentes: primitivo (1580 a 1630), pleno (1630 a 1680) y tardío
(1680 a 1750). A lo largo ellos el arte ganó en refinamiento y en ornato, cultivando un gusto por lo anecdótico y lo
sorprendente, por el efectismo y las ilusiones. A menudo ello se interpreta como una mayor crudeza en el
enfrentamiento entre artista y realidad.
Posteriormente se le apreció como una forma “degenerada” (según Jackob Burckhardt) del Renacimiento, que termina
considerando la negación de lo clásico: donde este último es masculino, racional y apolíneo, el barroco era femenino,
irracional y dionisíaco. Se trata de dos formas opuestas de concebir el arte y la cultura.
El barroco, entonces, cambió radicalmente el modo de hacer arte y de pensar la cultura, expresándose principalmente
por dos grandes vías:
Énfasis en la realidad. Se presta atención al aspecto mundano de la vida, a la cotidianidad y lo efímero, lo cual
condujo a la “vulgarización” o mundanización del imaginario religioso en los países católicos.
Visión grandilocuente. Se exaltaron los conceptos de lo nacional y lo religioso como expresiones del poder
político, produciendo así obras monumentales, fastuosas y recargadas, a menudo con cierto contenido
propagandístico a favor de la aristocracia y del clero.
El barroco fue así una cultura de la imagen, que aspiraba a generar la obra de arte total: una que pusiera en escena el
poder dominante (la Iglesia y la monarquía), pero a través de engaños y artificios que se resumían en la frase theatrum
mundi (“El mundo es un teatro”).
3. La pintura barroca
fue una de las expresiones artísticas más favorecidas en el período y que mayor diversidad exhibió en cada una de
sus manifestaciones geográficas. Sus estilos se pueden clasificar en dos vertientes contrapuestas:
Naturalismo. Un estilo que se basa en la observación y reproducción de la naturaleza, pero dando cabida a
directrices morales o estéticas del artista, cuando no interpretaciones muy libres realizadas del objeto copiado.
Este estilo es heredero del tenebrismo (gusto por los claroscuros) de Caravaggio, por lo que también se le
conoce como Caravaggismo.
Clasicismo. El estilo opuesto al naturalismo y sus influencias era el clasicismo, que era tan realista como aquél,
pero obedecía a una concepción más racional, en la que predominaba el dibujo sobre el color, y las obras eran
cerradas y sin las bruscas diagonales barrocas.
El conceptismo: incide, sobre todo, en el plano del pensamiento. Su teórico y definidor fue Gracián, quien en
agudeza y arte de ingenio definió el concepto como "aquel acto del entendimiento, que exprime las
correspondencias que se hallan entre los objetos". Para conseguir este fin, los autores conceptistas se valieron
de recursos retóricos, tales como la paradoja, la antítesis, la paronomasia, la metáfora o la elipsis. También
emplearon con frecuencia la dilogía, recurso que consiste en emplear un significante con dos posibles
significados, y la polisemia. Su representante principal fue Francisco Quevedo.
El culteranismo: cuyo principal exponente fue Góngora, se preocupa, sobre todo, por la expresión y la búsqueda de
la brillantez formal. Sus caracteres más sobresalientes son la latinización del lenguaje y el empleo intensivo de
metáforas e imágenes. La latinización del lenguaje se logra fundamentalmente mediante el uso intensivo del
hipérbaton y el gusto por las oraciones largas y por incluir cultismos y neologismos, como por ejemplo, fulgor,
candor, armonía, palestra.
5. Un arte teatral
El barroco artístico contrasta abiertamente con el ideal de armonía, proporción y medida que propugnó el
Renacimiento. Las principales características del arte barroco son:
Dinamismo. El artista barroco desea crear sensación constante de movimiento. Frente al predominio de las
líneas rectas en el arte renacentista, el Barroco se vale, sobre todo, de la línea curva.
Teatralidad. El artista intenta conmocionar emotivamente al espectador y para ello recurre a procedimientos
hiperrealistas. Esta intencionalidad se aprecia, por ejemplo, en la representación de Cristos yacentes y en toda la
imaginería sacra.
Decorativismo y suntuosidad. El artista del Barroco atiende por igual a lo esencial y a lo accidental. De ahí su
minuciosidad en la composición de pequeños detalles y su gusto por la ornamentación.
Contraste. El artista barroco se manifiesta contrario al equilibrio y a la uniformidad renacentistas. Su ideal es
acoger en una misma composición visiones distintas, y hasta antagónicas, de un mismo tema. En los cuadros de
asunto mitológico, por ejemplo, los dioses aparecen mezclados con personajes del pueblo.
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El Neoclasicismo
1. ¿Qué es el neoclasicismo?
El neoclasicismo (o sea, “nuevo clasicismo”) fue un movimiento artístico surgido en el siglo XVIII, como una
reacción a la abundancia de formas y la frivolidad sensual del barroco y del rococó, imperantes desde el siglo
anterior.
Rescataba los valores estéticos de la antigüedad clásica grecorromana, es decir, que aspiraba a continuar o retomar
lo propuesto por el clasicismo.
El neoclasicismo, sin embargo, es mucho más que una simple renovación del clasicismo: surgido en plena era de
la Ilustración francesa, aspiraba a reflejar los valores de sencillez, seriedad y racionalidad que eran propios de la
época, y que habían sido exaltados en tiempos de la Antigua Grecia.
En ese sentido, el neoclasicismo es la forma de arte propia de la Ilustración y del llamado “Siglo de las Luces”.
Tal y como el clasicismo, el estilo neoclásico influyó notoriamente diversas formas de arte, como la literatura,
la pintura, la arquitectura y la música. Surgido en la Francia napoleónica, coincidió con la decadencia del
bonapartismo, y finalmente perdió adeptos en favor del Romanticismo.
4. Neoclasicismo literario
Aunque en España, en el ámbito literario no se produjo una explosión de obras y creadores como sucedió en el
Barroco, por poner un caso, sí tenemos un puñado de autores que han pasado al canon patrio por su aportación
a la literatura.
Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro (1676-1764), uno de los introductores del neoclasicismo español
Fue un fraile benedictino profesor en la Universidad de Oviedo. Con estos datos nos sorprende su actitud
revolucionaria (para la época) en el ámbito intelectual. Considerado uno de los máximos exponentes del
neoclasicismo español, fue un ávido lector de obras publicadas en el extranjero a la par que un estudioso
incansable. En 1726, cuando contaba la edad de cincuenta años, publica Teatro crítico universal y Cartas
eruditas. En ellas aborda, con el estilo claro, conciso, limpio y libre de adornos tan característico de la literatura
neoclásica, temáticas diversas de arte, teología, ciencias, filosofía, historia… Combatiente de la supersticiones
tan populares y extendidas en la época, promulgaba que la ciencia y la religión no eran incompatibles. Su
ejemplo y sus libros, que fueron auténticos best-sellers en la época, fueron la base para la crítica y el ensayo
generado durante todo el siglo XVIII.
Nació en Cádiz en 1741, por entonces un hervidero intelectual, procedente de una familia de la baja nobleza. Su
formación no solo fue libresca ya que viajó por Europa y estudió idiomas (algo raro en la sociedad hispana hasta
hace prácticamente unos cuantos años) llegando a coronel del ejército a una edad bastante temprana. Tras un
incidente tenebroso casi al morir su amada (la actriz María Ignacia Ibáñez), su familia lo envía a Salamanca
donde entra en contacto con el mundillo de los ilustrados.
Cadalso es uno de los autores más representativos del neoclasicismo español al crear una obra crítica con visos
satíricos siguiendo todos los postulados del movimiento. Destacan sus Cartas marruecas (1793), que ha entrado
en el canon, Noches lúgubres (publicadas tras su fallecimiento en 1798) que adelanta las características del
Romanticismo y Los eruditos a la violeta (1772). Murió en 1782 en la guerra contra Inglaterra, al ser alcanzado
por una granada en la cabeza en el Bloqueo de Gibraltar.
Tomás de Iriarte, el autor del neoclasicismo español que gustó de las fábulas
Nacido en 1750 y muerto en 1791 fue educado en los principios de la Ilustración. En sus libros recoge pequeños
cuentos moralizantes en los que predomina una crítica ácida a las costumbres de la burguesía y de las gentes de
su tiempo.
Gaspar Melchor de Jovellanos, el escritor del neoclasicismo español que gustaba del periodismo
Nacido en 1744, se suicida en 1811. Aunque participa de los principios de la Ilustración con una prosa clara,
concisa, sencilla y con visos de verosimilitud muy cercana al periodismo, adelanta el Romanticismo literario. Sus
escritos satíricos y críticos han entrado incluso en el canon y son testimonios fieles de los vicios de la época:
adulterios, corrupciones, costumbres supersticiosas, atrasos económicos y de instrucción, la mala educación de
la élite (lee aristocracia e, incluso, monarquía) pasan por su pluma inteligente y mordaz.
Nace en Madrid en 1760 y muere en París en 1828 donde estaba exiliado. Sus obras se encuadran en la poesía
(que cultivaba desde joven), la sátira y el teatro. En estas últimas se dedica a criticar y a satirizar todos los vicios
y costumbres de la época llegando, incluso, a granjearse enemistades importantes. Vivió sin apuros económicos
gracias al mecenazgo de Floridablanca, uno de los ministros más poderosos del reino. Durante los asaltos de la
Revolución Francesa se refugió en Inglaterra. Fue, por tanto, por educación, familia, instrucción, vida
cosmopolita y profesión, uno de los intelectuales más significativos de la época.
Otros nombres que forman parte del neoclasicismo español son José Francisco de Isla, Diego Torres Villarroel y
José María Blanco. El movimiento, como hemos visto, a pesar del carácter patrio tan poco dado a la razón y al
orden, tuvo representantes de interés y dejó bellas obras de arquitectura y literatura para la posteridad.
Fuente: https://concepto.de/neoclasicismo/#ixzz6LVhszvKm
https://ocio.uncomo.com/articulo/como-crear-tu-propio-crucigrama-1877.html
https://ocio.doncomos.com/como-crear-un-crucigrama