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Nos encontramos ahora en un momento posterior al del libramiento o emisión de la letra. Lo más
habitual es que la letra nazca ya aceptada, pero no siempre es así.
La aceptación es el negocio jurídico-cambiario en virtud del cual el librado asume, bajo su firma, la
obligación de pagar la letra a su vencimiento. Hay que recordar que hasta el momento de la
aceptación, el librado no es obligado cambiario.
Con la aceptación de la orden de pago dictada por el librador, el librado se convierte en el obligado
principal y en vía directa de la satisfacción de la obligación que incorpora la letra de cambio. Hasta
ese momento, la mención del librado no es más que un nombre, un requisito formal de la letra, que
no puede producir por sí mismo ninguna obligación cambiaria a su cargo. Hay que tener en cuenta
que la LC en su art.1 se refiere al «nombre de la persona que ha de pagar» y no a la firma y
entrega de la letra de cambio.
El librado pasa a ser obligado principal y directo, mientras que el librador y los endosantes
siguen siendo obligados en vía de regreso, es decir, personas que en cierto modo cumplen una
función de garantía, respondiendo frente al tenedor en caso de falta de pago por parte del
aceptante.
Por tanto, si se revoca la aceptación antes de su entrega al tenedor, se entenderá que la letra no ha
sido aceptada. Sin embargo, si el librado hubiere notificado por escrito su aceptación al tenedor o
cualquier firmante de la letra, aunque cancele o tache su aceptación se entiende que queda
obligado frente a éstos en los términos de su aceptación.
Obligación de aceptar.- El problema interpretativo consiste en establecer si, una vez recibida la
provisión de fondos, el librado asume frente al librador una obligación de aceptar la letra o no. El
problema es muy discutido y no está resuelto en la LCCH que no contiene ni un solo precepto en el
que se diga que existe la obligación, por parte del librado, de aceptar la letra. Un sector de la
doctrina opina que por el mero hecho de haber recibido la provisión de fondos, el librado no está en
principio, obligado a aceptar la letra (que sería el sinalagma en ese contrato). Otra cosa distinta es
que, en el contrato subyacente, el librado se haya obligado a la aceptación. En este caso
estaríamos ante una obligación extracambiaria que generaría, en caso de incumplimiento, la
consiguiente obligación de resarcimiento de daños y perjuicios (art. 1707 CC), pero que no hay que
confundir con la aceptación misma.
Lo habitual en el tráfico económico es que, antes de poner la letra en circulación, el propio librador
pida al librado su aceptación con el fin de negociar más fácilmente la letra.
Momento de la presentación. – La ley cambiaria permite que la letra sea presentada a la aceptación
en cualquier momento desde la emisión de la letra hasta la fecha de su vencimiento (art 25). Se
concede una amplia libertad al librador, que puede establecer incluso un plazo para su
presentación o una fecha concreta en la que puede o tiene que llevarse a cabo la presentación de
la letra a la aceptación, e incluso permite que se prohíba la presentación de la letra a la aceptación,
lo que se conoce como letras no aceptables, y que se incluye en la letra como cláusula facultativa
(“no aceptable”). La misma facultad corresponde a cualquier endosante, salvo que el librador haya
prohibido la aceptación (art. 26 LCCH). En cualquier caso siempre tendrá que ser anterior al
vencimiento.
Las letras cuya presentación a la aceptación está prohibida (letras no aceptables), son aquellas en
las que se ha incluido una clausula facultativa del tipo: “no aceptable”, “sin aceptación” o similar, y
suponen una prohibición por parte del librador al tenedor, para que presente la letra a la aceptación.
Esta prohibición utiliza sobre todo, para no apremiar al librador con el envío de la provisión de
fondos que puede retrasarse hasta el vencimiento, el librador no quiere que se acepte la letra
porque él no tiene todavía la provisión de fondos (el coche).
Estas cláusulas también tienen otra finalidad importante, que es la de evitar las acciones
anticipadas en vía de regreso por falta de aceptación (apuntes sobre acciones cambiarias)*.
Sin embargo, esta cláusula facultativa de “sin aceptación”, en determinados supuestos, tal y como
recoge el art. 26, será una clausula prohibida de las que se tienen por no puestas, no de las que
anulan la letra. Esta clausula no se podrá incluir en aquellas letras que, por ley, son de presentación
obligatoria a la aceptación, y estas son:
+ Las letras domiciliadas son aquellas pagaderas, según el art. 26 párrf. 2º, en el domicilio de un
tercero o en una localidad distinta de la del domicilio del librado. Aquí la razón de la prohibición
de este tipo de cláusulas se encuentra en la necesidad que tiene el librado de ser advertido a
tiempo con la presentación a la aceptación de que el pago será requerido en domicilio distinto.
El primer supuesto, las letras de presentación obligatoria a la aceptación por mandato de la ley,
lo acabamos de ver, y es el caso de las letras giradas a un plazo desde la vista y las letras
domiciliadas.
En el caso de que se trate una letra de presentación facultativa, la no presentación supone que
el tenedor perderá las acciones en vía de regreso por la falta de aceptación.
Si se trata de una letra de presentación obligatoria a la aceptación (letra contra aceptación o letra
girada a un plazo desde la vista) además de la pérdida de las acciones en vía de regreso por
falta de aceptación, también se pierden las acciones en vía de regreso por falta de pago (art.63).
Es decir, el tenedor de una letra de cambio de presentación obligatoria a la aceptación, sea legal
o convencional, pierde todas las acciones en vía de regreso, tanto por falta de aceptación como
de pago. Sin embargo el art. 63.2 de la ley, exceptúa el supuesto de que del propio título se
desprenda de modo inequívoco que la fijación de un plazo para la aceptación era sólo relevante
a efectos de responsabilidad por la falta de aceptación y no a efectos de la responsabilidad por
la falta de pago (por ejemplo que se incluya una cláusula del siguiente tenor: “sin mi
responsabilidad por la aceptación si la presentación se efectúa después de tal día”).
Se tiene que presentar al librado. Así lo establece el art. 25 LCCH. Nada se opone a que la letra
de cambio sea presentada al representante del librado. Si no es posible presentarla a ninguno de
los dos, se levantará protesto haciendo constar la imposibilidad material de la presentación de la
letra a la aceptación.
El art. 28 LCCH introduce en nuestro ordenamiento el derecho del librado a pedir una
segunda presentación de la letra a la aceptación al día siguiente.
Se trata de un derecho del librado que se explica por su posible interés en disponer de
un cierto tiempo para comprobar su posición deudora con el librador, y aclarar con él
ciertos extremos relacionados con la provisión de fondos (negocio subyacente) o
cualquier otra circunstancia.
El párrafo segundo de este mismo precepto establece que el tenedor no está obligado a
dejar en poder del librado la letra. Y esto es importante porque hay que tener en cuenta
que la LCCH establece la presunción de que el obligado cambiario que tenga la letra en
su poder tras el vencimiento de la misma, es el que ha pagado.
Contenido de la aceptación. El librado, en virtud de la aceptación debe asumir la
obligación cambiaria tal y como ha sido formulada por el librador, y en los mismos
términos responderán todos los obligados cambiarios.
“La aceptación será pura y simple, pero el librado podrá limitarla a una parte de la
cantidad.
1º) El art. habla de que la aceptación tiene que ser pura y simple, por tanto no se permite
una aceptación condicionada. La aceptación condicionada sería nula, la letra se tendría
como no aceptada (sería aquella aceptación en la que el pago de la suma cambiaria se
somete a una condición en sentido técnico, es decir, a la realización de un
acontecimiento futuro e incierto, ya se trate de condición suspensiva o resolutoria).
2º) La aceptación parcial está admitida en el art. 30 y beneficia a todos los interesados.
Le interesa al librador y a los demás obligados en vía de regreso porque limita su
responsabilidad a la diferencia entre la cantidad que figura en la letra y la suma por la
que fue aceptada. También le interesa al tenedor porque en la parte cubierta le asegura,
al menos, la posibilidad de ejercitar contra el aceptante la acción directa para exigirle el
pago.
La aceptación parcial deberá ser entendida como aceptación por la cantidad cubierta y
como negativa a la aceptación por la diferencia. Esto significa que el tenedor de la letra
por la parte no cubierta, si así lo desea, puede levantar protesto por la falta de
aceptación y actuar contra los obligados en regreso antes del vencimiento (art. 50
LCCH).
Esta aceptación modificativa equivale una negativa a la aceptación, por tanto, el tenedor
de la letra aceptada de esta manera, podrá elegir tres opciones:
a) levantar protesto y ejercitar las acciones por falta de aceptación contra los obligados
en vía de regreso.
En cualquier caso el tenedor no puede hacer valer contra los obligados en vía de
regreso las modificaciones introducidas por el aceptante. Por ejemplo si el librado ha
cambiado la fecha de vencimiento, el tenedor que quiera conservar la acción de regreso
estará obligado a presentar la letra al pago el día del vencimiento indicado en el
momento de emisión de la letra.
El librado pasa a ser obligado principal y directo de la letra. Directo porque es en la vía
directa y no en la de regreso en la que responde. Y principal no tanto porque sea el
primer obligado al pago, sino porque asume una deuda propia mientras que los otros
obligados cambiarios en vía de regreso prometen el pago por parte del librado. Es cierto
que el art. 37 LCCH establece que todos los que hubieren librado, aceptado, endosado o
avalado una letra de cambio responden solidariamente frente al tenedor, pudiendo éste
proceder contra todos ellos individual o colectivamente. Pero de todos ellos el librado-
aceptante él es el único obligado frete a todos ellos y es el único que pagando se libera
a sí mismo y a todos los demás firmantes de la letra de cambio.