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«Dictatus Papae» (1075)

1.- Que solo la Iglesia romana ha sido fundada por Dios.

2.- Que, por tanto, solo el pontífice romano tiene derecho a llamarse universal.

3.- Que solo él puede deponer o establecer obispos.

4.- Que un enviado suyo, aunque sea inferior en grado, tiene preeminencia sobre todos los
obispos en un concilio, y puede pronunciar sentencia de deposición contra ellos.

5.- Que el Papa puede deponer a los ausentes.

6.- Que no debemos tener comunión ni permanecer en la misma casa con quienes hayan sido
excomulgados por el pontífice.

7.- Que solo a él es lícito promulgar nuevas leyes de acuerdo con las necesidades del tiempo,
reunir nuevas congregaciones, convertir en abadía una canonjía y viceversa, dividir un
episcopado rico y unir varios pobres.

8.- Que solo él puede usar la insignia imperial.

9.- Que todos los príncipes deben besar los pies solo al papa.

10.- Que su nombre debe ser recitado en la iglesia.

11.- Que su título es único en el mundo.

12.- Que le es lícito deponer al emperador.

13.- Que le es lícito, según la necesidad, trasladar los obispos de sede a sede.

14.- Que tiene poder de ordenar a un clérigo de cualquier iglesia para el lugar que quiera.
15.- Que aquel que haya sido ordenado por él puede ser jefe de otra iglesia, pero no
subordinado, y que de ningún obispo puede obtener grado superior.

16.- Que ningún sínodo puede ser llamado general sino está convocado por él.

17.- Que ningún capítulo o libro puede considerarse canónico sin su autorización.

18.- Que nadie puede revocar su palabra y que solo él puede hacerlo.

19.- Que nadie puede juzgarlo.

20.- Que nadie ose condenar a quien apele a la Santa Sede.

21.- Que las causas de mayor importancia de cualquier iglesia, deben remitirse para que él las
juzgue.

22.- Que la iglesia romana no se ha equivocado y no se equivocará jamás según el testimonio


de la Sagrada Escritura.

23.- Que el romano pontífice, ordenado mediante la elección canónica, está indudablemente
santificado por los méritos del bienaventurado Pedro, según lo afirma San Enodio, obispo de
Pavía, con el consenso de muchos santos padres, como está escrito en los decretos del
bienaventurado papa Simmaco.

24.- Que a los subordinados les es lícito hacer acusaciones conforme a su orden y permiso.

25.- Que puede deponer y establecer obispos sin reunión sinodal.

26.- Que no debe considerarse católico quien no está de acuerdo con la Iglesia romana.

27.- Que el pontífice puede liberar a los súbditos de la fidelidad hacia un monarca inicuo.

GREGORIO VII, Registrum, P. L. CXLVIII, c. 407-408. Recoge M. Artola: Textos


fundamentales para la historia, Madrid, 1968, pp. 95-96.
El Concordato de Worms (1122)

Privilegium pontificis.

Yo, Calixto obispo, siervo de los siervos de Dios, te concedo a ti, querido hijo Enrique, por
la gracia de Dios augusto emperador de los romanos, que tengan lugar en tu presencia, sin
simonía y sin ninguna violencia, las elecciones de los obispos y abades de Germania que
incumben al reino; y que si surge cualquier causa de discordia entre las partes, según el
consejo y el parecer del metropolitano y de los sufragáneos, des tu consejo y ayuda a la parte
más justa. El elegido reciba de ti la regalía en el espacio de seis meses, por medio del cetro, y
por él cumpla según justicia sus deberes hacia ti, guardando todas las prerrogativas
reconocidas a la Iglesia Romana. Según el deber de mi oficio, te ayudaré en lo de mí dependa
y en las cosas en que me reclames ayuda. Te aseguro una paz sincera a ti y a todos los que son
o han sido de tu partido durante esta discordia.

Privilegium imperatoris.

En nombre de la Santa e Indivisible Trinidad. Yo, Enrique, por la gracia Dios augusto
emperador de los romanos, por amor de Dios y de la Santa Iglesia romana y de nuestro papa
Calixto y por la salvación de mi alma, cedo a Dios y a sus santos apóstoles Pedro y Pablo y a
la Santa Iglesia Católica toda investidura con anillo y báculo, y concedo que en todas las
iglesias existentes en mi reino y en mi imperio, se realicen elecciones canónicas y
consagraciones libres. Restituyo a la misma Santa Iglesia Romana las posesiones y privilegios
del bienaventurado Pedro, que le fueron arrebatadas desde el comienzo de esta controversia
hasta hoy, ya en tiempos de mi padre, ya en los míos, y que yo poseo; y proporcionaré
fielmente mi ayuda para que se restituyan las que no lo han sido todavía. Igualmente
devolveré, según el consejo de los príncipes y la justicia, las posesiones de todas las demás
iglesias y de los príncipes y de los otros clérigos o laicos, perdidas en esta guerra, y que están
en mi mano; para las que no están, proporcionaré mi auxilio para que se restituyan. Y aseguro
una sincera paz a nuestro papa Calixto y a la Santa Iglesia Romana y a todos los que son o
fueron de su partido. Fielmente, daré mi ayuda cuando la Santa Iglesia me lo reclame y
rendiré a ella la debida justicia. Todo esto está redactado con el consenso y el consejo de los
príncipes cuyos nombres siguen (...)

Constitutiones et acta publica, I., pp. 159-161. Trad. Fliche, A., La querelle des Investidures,
París, 1946, pp. 198-199. Recoge: M. A. Ladero, Historia universal de la Edad Media,
Barcelona, 1987, pp. 506-507.

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