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LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LA EDUACIÓN

JOSE DAVID LOPEZ LAISECA1


Autor

El desarrollo humano se concibe como un proceso a través del cual construimos


una identidad como personas autónomas y solidarías, al interior de una
colectividad histórica y socialmente determinada. En este proceso transitamos de
una condición heterónoma e inconsciente a una condición de conciencia y
capacidad de praxis sobre uno mismo, los demás y el entorno. En el proceso de
desarrollo humano se potencian las cualidades distintivas del hombre como
especie y como individuo, tras la utopía de la felicidad colectiva.
(Carlos Bolívar Bonilla B.)

La Educación; es maleable y dinámica que va evolucionando a los requerimientos


sociales, ejerciendo la función educativa sobre las dimensiones del desarrollo
humano como son la motricidad, lo cognitivo, lo comunicativo y lo socioafectivo,
posibilitando experiencias y aprendizajes desde la infancia. Asimismo, como la
integración a las futuras generaciones, como lo describe Di pego:

La educación supone siempre la doble tentativa de incorporar a las nuevas


generaciones a un mundo común ya existente, pero también, como hemos
visto, el desafío de insertarlos en prácticas que les permitan prepararse
para ser capaces de transformar ese mundo que les ha sido legado. La
educación, por tanto, no es mera reproducción, sino que su razón de ser
consiste por el contrario en que los niños sean capaces de actuar
libremente y manifestar su singularidad”. (2013, pág. 24)

Por consiguiente, la educación a través de su historia en la escuela, no solo tiene


el papel de construir imaginarios, sentidos, creencias, modelos de enseñanzas y

1
Estudiante de maestría de investigación educativa.
de aprendizajes, también el papel de construir ciudadanía como lo describe Di
pego

La educación desempeña un papel fundamental en la construcción de la


ciudadanía y esto no quiere decir, enseñarles a los niños contenidos de
educación ciudadana, sino más bien implicarlos en prácticas en las cuales
puedan aprender a tratar a los otros como iguales, a respetar sus
posiciones y a partir de ello coordinar las acciones conjuntas. (2013, pág.
22)

Por lo tanto, se debe aprovechar las ventajas que de la Educación como espacios
de convivencia y de cultura; la cual está en manos de los y las maestras que la
llevan a cabo día a día desde el aula; dado que la formación del profesorado es la
clave, ellos la conceptualizan y la contextualizan, considerando las características
e intereses del educando para la enseñanza; significa identificar los métodos y la
didáctica adecuada para su proyección, sin ignorar un aspecto del proceso
educativo significativo, teniendo en cuenta “que no están garantizadas en igual
medida y calidad para todos los miembros de las nuevas generaciones.” (Tenti
Fanfani, 2008, pág. 13)

Sin embargo, debe afrontar diferentes aspectos como son la tradición y la


institucionalidad; ya que son importantes para el desarrollo y desempeño para
cada contexto. En la tradición, aquellas creencias, valores, comportamientos o
patrones que se daban con anterioridad por establecidos, de forma que “la escuela
era un espacio protegido y autónomo donde se imponían las reglas de la
institución (los modos de comportamiento, los modos de hablar, los valores
legítimos). Por eso, “las cosas” del mundo no debían “contaminar” el quehacer
escolar.” (Tenti Fanfani, 2008, pág. 17)
Al mismo tiempo como institución, “es definida entonces por su capacidad de
hacer advenir un orden simbólico y de formar un tipo de sujeto ligado a este orden,
de instituirlo.” (Dubet , 2007, pág. 40) Por ende, la escuela es una institución cuyo
oficio es el de instruir y socializar, tal cual como lo describe Dubet: “Inscriben un
orden simbólico y una cultura en la subjetividad de los individuos, porque
“institucionalizan” valores, símbolos, porque “instituyen” una naturaleza social en la
naturaleza “natural” de los individuos.” (2007, pág. 41)

Frente a lo descrito, dichos elementos están en constante tensión debido a las


transformaciones por las cuales atraviesa determinados contextos, en donde
dichos cambios presentan implicaciones en el papel de la escuela y en el tipo de
relaciones que se dan al interior con los diferentes actores, como lo describe el
Ministerio de Educación de la Nación:

Los cambios en el contexto sociocultural tienen implicancias para los


sujetos (alumnos, docentes y demás miembros de la comunidad escolar),
para los vínculos que se establecen entre ellos, para el conocimiento y el
proceso de transmisión, y para las dinámicas que atraviesan lo Escolar.
(2008, pág. 15)

Transformación que se dan mediante la globalización o mundialización, los


cambios ambientales y las crisis económicas, sumado a ello, los cambios
tecnológicos y de comunicación o como se diría las TIC, este último aspecto trae
consigo consecuencia para desarrollo de las sociedades como lo señala el
Ministerio de Educación de la Nación:

Las TIC plantean nuevos modos de producción, acceso, circulación y


relación con el conocimiento, que tienen efectos profundos en la forma en
que se construye o produce el saber, en las categorías de espacio y tiempo
con que nos manejamos, en las identidades individuales y colectivas, en los
criterios de verdad, así como también en la organización política y
económica de nuestras sociedades. (Ministerio de Educación de la Nación,
2008, pág. 14)
De manera que, la sociedad y la escuela presentan nexos muy estrechos, por un
lado, la escuela debe interpretar los diversos fenómenos sociales y por otro, debe
dar respuesta a esos fenómenos que son dinámicos y cambiantes de la
percepción de la realidad que están inmersos los escolares. Es por ello, que a la
escuela le adjudican responsabilidades sociales debido a que en este escenario
todo lo que pasa en la sociedad se vivencia en la escuela, como lo describe Tenti
Fantini: “Todos los cambios estructurales que se registran en las principales
dimensiones de nuestras sociedades tienen su manifestación en las instituciones y
prácticas escolares.” (2008, pág. 14)

Por lo tanto, la educación a través de la escuela, como proceso, actividad, función


y labor estructurada por y desde la cultura, se puede concebirse partiendo
inicialmente desde los siguientes cuatro pilares, pero en gran medida complicados
al ejecutarse:

1) Capital Social. No se limita al escenario institucional, ni es propiedad de


los sabios o intelectuales. La educación, como proceso diario de
conocimiento, práctica e intercambio de significados, ha sido siempre un
bien material e inmaterial de los diferentes contextos y culturas,
acompañado en la construcción del sujeto. Se construye y reconstruye en
cada momento, buscando nuevos y viejos significados en la comunicación
humana en cada lugar y en cada momento histórico. Se acumula y se
difunde desde los diferentes tipos de lenguaje, se instala en el ADN de las
personas y se colectiviza en cada estructura y realidad entre cada sujeto.

2. Formación de conocimientos y significados. Como capital social


compartido, propicia la integración del conocimiento, para que cada sujeto
pueda sostenerse y expandirse. Como función y tarea, el proceso educativo
debe producir significado para la puesta en escena del conocimiento.
3. Transformación individual y colectiva. Incorporarse en la cultura es,
fundamentalmente, transitar el camino del proceso educativo, implica
comprender patrones de relaciones culturales y sociales, obtener normas
para la comunicación colectiva y reducir la incertidumbre en el caos creado
por los lazos entre cada sujeto. El sujeto debe establecer su propia lógica
comprensiva para construir su realidad, pero encuentra su propio
significado en la comunicación con los demás, estableciendo e inspirando
así la conciencia colectiva. Es precisamente en las actividades educativas
donde se produce efectivamente el soporte y el fundamento, que hace
realidad la transformación de los individuos y las comunidades.

4. Capacidad de desenvolvimiento. Ver la educación como una elección al


desarrollo no solo es ineludible, sino inevitable. incorporar lógica educativa
desde el nacimiento para construir la realidad al interactuar con el discurso
social, cultural e institucional, comprender métodos, dominar herramientas y
construir sentidos, permite que cada sujeto y colectividades se desarrollen y
encuentren sus propios lugares, derechos y trayectos de expresión.
Formarse en el camino del desarrollo no es un escalón, ni una línea de
ascenso bajo la lógica de empresa, se trata de encontrarse en la diversidad,
disfrutarla, conectarla con la realidad personal y de los demás, y tomarla
como eje de transformación.

El enfoque de responsabilidad social de la educación a través de la escuela


implica comprender desde la perspectiva del capital social, entendiéndola como
eje de formación de conocimientos y significados, eje de transformación social y
colectiva, y Capacidad de desenvolvimiento, Si bien está institucionalizado e
involucra a la educación como sistema y estructura, se basa en la realidad de los
individuos y en el colectivo. Si bien además de las funciones formativas,
educativas y sociales, la escuela también debe realizar la función de ser
responsables ante la sociedad, los individuos deben participar en las tareas y
funciones como lo describe Di Pego:

El desafío de la escuela consiste, entonces, en erigirse en un espacio que


promueva la integración social, pero que al mismo tiempo fomente la
disposición de los alumnos a juzgar y pensar por sí mismos, para que de
este modo otorgue herramientas para ponerle coto y hacer frente
críticamente a ciertos comportamientos sociales. (2013, pág. 22)

Hacer significativa su propia realidad, permitiéndole emprender su propio camino


de desarrollo, promover la transformación de cada sujeto y de los demás, y
convirtiéndose en un elemento que demuestre que la educación como proceso,
función y actividad socialmente responsable tenga éxito e impacto en medio de la
realidad cada sujeto. Esta es la posición de cara al mundo de cada sujeto y la
realidad con los demás, es la razón para explicar esto y la razón para construir
alternativas sostenibles y efectivas.

Bibliografía

Di Pego, A. (2013). Las prácticas del profesorado. Mediadores didácticos para la.
En V. Pruzzo, Las prácticas del profesorado. Mediadores didácticos para la
innovación (págs. 11-43). Córdoba: Brujas.

Dubet , F. (2007). EL declive y las mutaciones de la institución. Revista de


Antropología Social, XVI, 39-66.
doi:http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=83811585003

Ministerio de Educación de la Nación. (2008). Eje 2 problemáticas educativas


contemporáneas: módulo para los docentes. (Primera ed.). Buenos Aires:
Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación.
Tenti Fanfani, E. (2008). Nuevos temas en la agenda de política educativa .
Buenos Aires: Siglo Veintiuno editores.

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