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Los “aguijones” de Dios

“Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba,


y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Dura cosa te es dar coces contra el aguijón.”
(Hechos 26:14)
Por LT. Lidio Bautista Solís

ILUSTRACIÓN:
¿Qué significa la expresión “dar coces contra el aguijón”? La palabra coces significa “patadas”, esta
frase constituía una expresión proverbial de aquel entonces, donde se tenía la imagen de un buey que da patadas
al mismo aguijón con el cual su amo lo punza para que siga arando. Esto hace referencia, a quien porfía contra
la razón o un poder mayor, a quien trata de resistir a una fuerza a la que no se puede vencer. No hay que
empeñarse en hacer frente a una fuerza superior, pues lo único que se consigue es salir perjudicado, como le
sucede a la bestia que pretende dar patadas a la punta afilada, con lo que se pincha más pronta y profundamente.
Saulo en su rebeldía insistía constantemente en hacer oposición a la verdad del evangelio y esta rebeldía
lo llevó a agraviar a muchos cristianos; Jesús hace este comparativo para enseñarle a Pablo que lo que él estaba
haciéndole al evangelio terminaría por dañarlo a él mismo. Cuántas veces al igual que Pablo hemos insistido en
cosas que no nos convienen y que a fin de cuentas terminaran por dañarnos; cuántas veces hemos hecho las
cosas a nuestra manera sin mirar las consecuencias que tras nuestros actos acarreamos.
Lamentablemente muchas veces no vemos que hay cosas que nos hacen daño y seguimos luchando;
seguimos insistiendo; seguimos empujando hacia eso que sabemos que no traerá provecho para nuestras vidas.
Imagina golpearte varias veces con una pared y aun así seguir insistiendo en ello, crees que será doloroso; por
supuesto que lo será, pero hasta que no decidas abandonar las insistentes acciones que te hieren simplemente no
dejarás de sufrir.
No seamos necios, la Palabra de Dios nos llama a dejar de persistir en aquellas cosas que
definitivamente no son buenas para nosotros, “Así que aléjate de la maldad y haz siempre lo bueno, así te
quedarás para siempre en la tierra prometida”, (Salmos 37:27). Debemos vivir conforme a la Palabra; esta será
la garantía de conducirnos de la manera correcta y sobre todo de tomar decisiones beneficiosas para nuestras
vidas y evitemos así “dar coces contra el aguijón”.

INTRODUCCIÓN:
Saulo había estado hasta ese día resistiendo la evidencia de que Jesús era el Cristo. Quizá desde la
muerte de Esteban luchaba contra la convicción de la verdad. Muchos como él resisten el llamamiento divino, y
se obstinan en la incredulidad. Dios acostumbra a usar para el pecador rebelde ciertos aguijones contra los
cuales algunos cocean (Patean).
1. ¿CUÁLES SON ALGUNOS DE LOS AGUIJONES DE DIOS?
a) La conciencia: ¡Cuán agudo es su aguijón! No importa que nadie nos condene, o nadie sepa el
mal que hacemos; ella hiere. Ejemplo: Macbeth. La conciencia puede estar dormida por algún
tiempo, pero Dios la despierta siempre que quiere. ¡Ojalá sea antes de llegar al infierno!
b) La ley divina: declarando aquello que es pecado … Señalando inflexiblemente nuestras faltas.
Condenándolas … Anunciando las penas del pecado. ¡Con razón Israel no quería oír!
c) La vergüenza: sólo el hombre la siente. Fue el primer aguijón clavado en Adán. Vergüenza
ante nosotros mismos y ante nuestros semejantes; el que es cogido en mentira, en robo, etc.
¡Cuánta será la vergüenza del último día!
d) El temor: de ser descubierto; del castigo; de la muerte; del infierno.
e) Los sufrimientos consecuentes. Físicos y morales: Dios hace que ciertos pecados tengan
tremendas consecuencias. Quizás, la mayoría de nuestros sufrimientos no reconocen otra
causa.

2. LO QUE DIOS SE PROPONE CON ELLOS:


a) Apartarnos de lo malo: eso se proponía con Saulo. Así lo hacía con Israel en el tiempo de los
Jueces.
b) Enseñarnos a obedecerle: para esto usa el aguijón el carretero. Hay mucha rebeldía en
nosotros contra su voluntad.
c) Estimularnos en el camino del bien, nos hace caminar más de prisa. No todos necesitan
estos aguijones. Dios prefiere valerse de otros medios: la influencia de su espíritu; sus
promesas; bendiciones; su aprobación; su amor; su gozo. ¡Ojalá bastaran éstos! Pero casi
todos hemos necesitado algún aguijón. Observemos, no obstante.

3. EL INSENSATO PROCEDER DE MUCHOS: “DAR COCES …”


a) Cosa inútil. No se destruye el aguijón, ni desaparece el peligro (ej.: el que mató al perro que
ladraba a los ladrones). Dios sabe aguzar de nuevo el aguijón que parecía embotado (ej.: Joacím,
quemando el rollo de Jeremías (cap. 36).
b) Cosa que nos daña más. Cuanto más rebelde, más castigo. ¿Quieres que Dios te hiera aún más?
c) Actitud peligrosa. ¡Ay de aquel a quien Dios ya no castiga! Está señalado para destrucción
(Isaías 1:5–8). El buey que dio en echarse: ¡Al carnicero! ¿Eres rebelde? ¿Estás luchando contra
la convicción de tu deber? David, herido por su conciencia y por la Palabra del profeta, se
humilló y arrepintió; el pródigo, herido por la pobreza, la vergüenza, y la decepción, vuelve
arrepentido. ¿Quieres que Dios te hiera aún más? Si no quieres, ¡Entonces, ven a Cristo hoy!
¡Acéptalo y obedécelo!

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