¿Se combate correctamente la corrupción en el Perú?
Mediante Decreto Supremo N.º 180-2021-PCM se aprobó la Estrategia de Integridad
del Poder Ejecutivo al 2022 para la Prevención de Actos de Corrupción, la cual consta de diez acciones, priorizadas en cuatro ámbitos, tiene por finalidad fortalecer la respuesta coordinada de todas las entidades pertenecientes al Poder Ejecutivo, para asegurar el cumplimiento de la Política Nacional de Integridad y Lucha contra la Corrupción y la implementación del Modelo de Integridad para las entidades del sector público. Sin embargo, el Perú atraviesa actualmente un relativo proceso de mayor inestabilidad económica y política en especial desde el momento en que se hicieron explícito las prácticas corruptivas del presente régimen gubernamental. El conocimiento público de estos actos de corrupción gubernamental provoca que se tienda a considerar la corrupción como el mayor mal en nuestro país. ¿Dónde está el problema? Considerada como el principal problema, que es el mal uso del poder público en procura de obtener una ventaja o beneficio indebido para quien actúa, o para terceros, que genera restricciones para el ejercicio de los derechos fundamentales. Para alcanzar mayores niveles de utilidad, éstos tratan de incrementar sus niveles de ingreso mediante el proceso de maximización del ingreso neto generado por las actividades irregulares ¿Existen formas de solución? para que los países e instituciones tiendan a reducir los niveles de corrupción y así tratar de asignar eficientemente los recursos en aras del crecimiento económico, deben propugnar a reducir los incentivos (ingresos) e incrementar los costos que generan las actividades de la corrupción; en ese contexto, la corrupción tenderá a ser menor, entre otros, cuando: a) se reduzca el grado de libertad en el manejo de los recursos mediante medidas y políticas de mayor y efectiva fiscalización, b) exista administraciones democráticas y horizontales, c) se incremente el grado y efectividad de las sanciones, d) sea mayor el costo de oportunidad de cometer actos de corrupción en el marco de una sociedad donde la pobreza sea mínima y los ingresos personales bastante satisfactorios, e) exista una escala de valores que muestre una alta aversión a la corrupción. Finalmente, Estos datos documentan de manera preocupante que la ciudadanía aún desconfía de ciertas instituciones públicas y evidencia que por delante queda un largo recorrido para fortalecer la legitimidad de las mismas. Es importante que el Estado peruano siga realizando esfuerzos para incluir e involucrar a la ciudadanía como un medio de control contra la corrupción en el sector público del país.