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¿Qué es Desorden Alimenticio?

Se denominan Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) o Desórdenes Alimenticios a un grupo


de enfermedades caracterizadas por conductas anormales que ocurren en respuesta a ideas de
tipo obsesivo.

Ideas permanentes que la persona no puede controlar y que le generan gran angustia respecto al
peso, la figura y la alimentación.

Estas conductas alimenticias anormales son adaptadas por las personas que sufren un trastorno,
con el fin de sentir sensación de “control” sobre su peso y figura.

Sin embargo, esta sensación de control nunca llega a pesar de los cambios evidentes que ocurren
en el peso, de manera que estos patrones se convierten en hábitos que traen como consecuencia
deterioro físico importante o incluso la muerte.

A diferencia de lo que cree la mayoría de la población, estos trastornos abarcan un número


importante de manifestaciones que van desde la Anorexia Nerviosa de tipo restrictivo en un
extremo, hasta la Obesidad en el extremo contrario.

Trastornos alimenticios más comunes

Síndrome del atracón

Se habla de síndrome del atracón cuando se produce una sobre ingesta compulsiva de alimentos.
Después de este ataque de glotonería aparece una fase de restricción alimentaria en la que baja la
energía vital y se siente la necesidad imperiosa de comer.
Una vez que se inicia otra sobre ingesta, disminuye la ansiedad, el estado de ánimo mejora, el
individuo reconoce que el patrón alimenticio no es correcto y se siente culpable por la falta de
control.

Bulimia Nerviosa

La persona con bulimia experimenta ataques de voracidad que vendrán seguidos por vómitos para
contrarrestar la ingesta excesiva, uso y abuso de laxantes para facilitar la evacuación,
preocupación excesiva por la imagen corporal y sentimientos de depresión, ansiedad y
culpabilidad por no tener autocontrol.
Los factores principales que van a mantener este problema son la ansiedad, la falta de autoestima
y la alteración de la imagen corporal.
Anorexia Nerviosa

La anorexia se caracteriza por una pérdida de peso elevada (más del 25%) debido al seguimiento
de dietas extremadamente restrictivas y al empleo de conductas purgativas (vómitos, ejercicio
físico en exceso). Estas personas presentan una alteración de su imagen corporal sobrestimando el
tamaño de cualquier parte de su cuerpo.
Las características psicológicas y sociales incluyen miedo intenso a comer en presencia de otros,
dietas bajas en hidratos de carbono y grasas, preocupación por el alimento, abuso de laxantes,
robos y mentiras.

Casos Reales de Anorexia

Camila es morena, luce corto su cabello castaño, pesa 55 kilos, mide 1.65 metros y desde hace 1
año que su lucha contra la Anorexia y la Bulimia comenzó a dar frutos.

"Yo no salía de mi casa ni a rumbear ni nada, yo era juiciosa. De pronto era muy inestable pero
mira, tenía un novio de 4 años y medio. Yo me decía, "bueno yo estoy con mi novio, después de
todo él me quiere y ya, me voy a casar con él y yo no tengo la posibilidad de mirar a otra persona",
pero de todas maneras a mí sí me había entrado como un complejo de gordura. Yo me quería
poner algo de ropa y mi familia me decía "no, no se ponga eso que usted es gorda!".

En el colegio le decían a uno cosas, uno pasaba cerca de un grupo y decían duro "Uy, empezó a
temblar, o gorda maletuda... todas esas cosas a uno le van afectando. Una vez un tío me dijo
"Usted tiene que adelgazar porque así nunca va a poder cambiar de novio, nunca nadie más se va
a fijar en usted", todas esas cosas a uno lo van afectando, que la gente le empiece a toda hora a
decir "vea como está de gorda!". Ahora creo que lo que verdaderamente me impulsó fue la
ruptura con mi novio con el que duré 4 años y medio. El me cambió por una sardina toda flaquita,
delgadísima!, entonces yo me metí en la cabeza que él me había cambiado por ella era porque yo
estaba gorda.

Mi novio nunca me trataba mal pero sí me trataba de insinuar que me cuidara, que hiciera dieta,
aunque él veía otras cosas en mí más que mi cuerpo. Yo había ido donde una nutricionista,
dietista, había hecho de todo y nada me servía, hasta que una pelada de la U me contó que ella
tomaba Dualit. Recuerdo que ese día yo me prometí que costara lo que costara tendría que
adelgazar, entonces compré la pesa, el metro y las pastillas en San Andrecito y empecé. Cuando
acabé el primer frasco las conseguí en "La 14".

Me empecé a volver una hormiguita, hacía aseo en mi casa todo el tiempo, ejercicio hasta de
noche. Una vez los vigilantes me regañaron pues estaba patinando a las cuatro de la mañana. Así
empecé a rebajar en vacaciones de la U. Mi mamá estaba aterrada con mi pérdida de peso y yo le
dije que estaba haciendo una dieta. Mi familia se alegró pues muchas veces me habían regañado
por parecer "una marrana". Estaba pesando 88 u 89 kilos y yo mido 1.57.

La primera semana recuerdo que bajé como 4 kilos por lo que cogí la rutina de pesarme todos los
domingos. En el baño tenía pegado un papelito con todas las fechas y las medidas anotadas de
busto, caderas y cintura. Al otro domingo me di cuenta que había empezado a bajar, yo me sentía
como más holgada, yo me decía que estaba bien aunque sentía que esas pastillas me daban como
mucha hiperactividad, una sensación que yo nunca antes había sentido. Yo quería estar siempre
en la actividad física y no me daba nada de hambre, de un momento a otro dejé de comer y me
daba muchísima sed.

Me compré ropa que nunca había podido usar, antes siempre usaba jeans negros y camisetas
anchas y el pelo largo. Me lo corté. Mi mamá me pagó unas sesiones de gimnasia pasiva para
reafirmar lo flácido y cuando llegué a la Universidad después de vacaciones nadie me reconoció.
Los que nunca me miraban me decían que estaba linda, me invitaban a las fiestas que nunca me
habían invitado. Fue terrible para mí darme cuenta de la forma en que la gente aquí ama la belleza
física antes que cualquier otra cualidad.

Un día cuando andaba por la calle me encontré a mi ex novio que no me reconoció y me tiró
piropos, eso fue lo peor. No podía dejar de tomar las Dualit, me creó dependencia, quería
enloquecer. Fui al psicólogo de la U. y le conté que odiaba a los hombres porque siempre querían
que uno fuera perfecta, el me preguntó que si yo era lesbiana. No volví, no comprendía mi dolor
interior.

De tanto tomar Dualit estaba hiperactiva, ya llevaba dos meses de hambre crónica, ejercicio
compulsivo y esclavitud al metro, la báscula y a las calorías. De repente salí a caminar en una de
mis acostumbradas jornadas de quemar calorías como sea, pasaba por un parque cerca a mi casa y
me desmayé... luego despierto en una clínica, ¿dónde están mis padres? le pregunto a una
enfermera, me siento mareada y creo que me han dopado, ella responde 'usted tiene que estar
aquí hasta cuando supere esa adicción', ellos vendrán por usted cuando la demos de alta'. Nunca
he podido olvidar lo que soporté allí, ese dolor aún me acompaña.

Pasé tres meses allí junto con personas adictas a las drogas cuando mi problema estaba en el
alma. Me di cuenta que ese lugar estaba cerca al Saladito pues era frío y lo comprobé el día que
mis padres me recogieron. Cuando los vi no sabía que decir, tenía sentimientos confusos, odio por
su abandono, recordé que justo en mi cumpleaños la pasé dopada mientras ellos estaban en la
playa. Ellos no comprendían que no era drogadicta, que el Dualit era mi manera de asegurarme la
falta de apetito, mi capacidad de saber que tenía el control, que había algo que era mío. Yo sin
esas pepas sentía que me moría."

Camila, 24 años. Estudiante universitaria.


Carolina es una chica "alternativa"; le gusta el rock, toca guitarra en su tiempo libre y ama el cine
arte. Su cabello es negro intenso y lo usa largo -como "virgen de pueblo" en sus propias palabras-.
Sus ojos son muy expresivos, revelan mucho optimismo pero muestran también un poco de
tristeza. Camila tiene 25 años, pesa 58 kilos, mide 1.70 metros. Hace dos años que dejó de vivir
para obedecer los designios de la anorexia, ahora busca librarse del todo de sus garras y por ello
visita dos veces al mes a su psicoterapeuta.

"En mi época de crisis a mí ya no me importaba nada el estudio, la gente, el novio, etc. Lo único
por lo cual yo vivía era por bajar de peso sin importar cómo, ni cuando, ni a quién utilizaba. Me
explico: si tenía novio me gustaba pelear con él, que me tratara mal o me hiciera 'hasta para
vender' porque eso me 'deprimía' y obviamente no comía y yo 'perdía peso'. Si salía a rumbear no
era porque me quisiera divertir o compartir con los demás, era porque 'brincar o bailar' me
permitían quemar calorías, además de que me trasnochaba y no comía, entonces eso me hacía
bajar de peso. No iba a la U porque me interesara la clase, sólo iba para irme a pie hasta allá y
estar ocupada para no pensar en comer, incluso nunca salía del salón para no antojarme en la
Cafetería, etc. Yo creo que ese es el extremo de esa enfermedad, porque uno pierde el horizonte y
empieza a volverse esclavo de la anorexia."

Carolina M. C., Publicista, 25 años.

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