0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
1K vistas2 páginas
El poema describe la triste situación de las "abandonadas", mujeres que fueron abandonadas por sus parejas después de quedar embarazadas. Ahora vagan solas con sus hijos, recordando al hombre que las dejó y llorando por el amor perdido. Son comparadas a frutas caídas del árbol de la vida, derribadas por un beso engañoso y ahora deben elegir entre la honra o la deshonra. El poema expresa pena por su suerte.
El poema describe la triste situación de las "abandonadas", mujeres que fueron abandonadas por sus parejas después de quedar embarazadas. Ahora vagan solas con sus hijos, recordando al hombre que las dejó y llorando por el amor perdido. Son comparadas a frutas caídas del árbol de la vida, derribadas por un beso engañoso y ahora deben elegir entre la honra o la deshonra. El poema expresa pena por su suerte.
El poema describe la triste situación de las "abandonadas", mujeres que fueron abandonadas por sus parejas después de quedar embarazadas. Ahora vagan solas con sus hijos, recordando al hombre que las dejó y llorando por el amor perdido. Son comparadas a frutas caídas del árbol de la vida, derribadas por un beso engañoso y ahora deben elegir entre la honra o la deshonra. El poema expresa pena por su suerte.
Cómo, me dan pena las abandonadas, que amaron creyendo ser también amadas. Y van por la vida llorando un cariño, recordando a un hombre y arrastrando un niño. Como hay quién derribe del árbol la hoja, y al verla en el suelo, ya no la recoja,
y hay quién a pedradas tire el fruto verde,
y lo eche rodando después que lo muerde. Las abandonadas son frutas caídas, del árbol frondoso y alto de la vida, son más que caídas, fruta derribada, por un beso artero, como una pedrada. Por las calles ruedan estas tristes frutas como maceradas mansanas intutas
y en sus pobres cuerpos antaños surgentes
llevan la indeleble marca de sus dientes. Tienen dos caminos que escoger el quicio de una puerta honrada o el harén del vicio, y en medio de tanto, de tantos rigores hay quién al hablarles, se atreva de amores.
Aquellos magnates que ampararlas pueden
más las precipitan para qué más rueden y hay quién se vuelva su postrer verdugo queriendo exprimirlas, si aún les queda jugo. Las abandonadas son como el bagazo, que alambica el beso y exprime el abrazo, si aún les queda zumo, lo chupa el dolor, son tristes bagazos, bagazos de amor. Cuando las encuentro me llenan de angustia, sus senos marchitos, y sus caras mustias, y pienso que llevan en sus arrepentimientos un niño que es hijo del remordimiento.
El remordimiento lo arrastra algún hombre oculto
que al ver a esos niños de blondos cabellos yo quisiera amarlos y ser padre de ellos. Las abandonadas me dan estas penas porque casi todas son mujeres buenas son manzanas secas, son frutas caídas,
del árbol frondoso y alto de la vida.
De sus hondas cuitas ni el Señor se apiada, porque de esas cosas Dios no sabe nada, y así van las pobres, llorando un cariño, recordando a un hombre, y arrastrando un niño.