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INTRODUCCIÓN La globalización se ha convertido en tema obligado de análisis y discusión, tanto

en los foros políticos y empresariales como en el ámbito académico. Pese a ser tan difundido el
concepto, no existe consenso sobre los alcances que ha tenido el proceso globalizador a escala
planetaria, sino que más bien se presenta una verdadera confrontación de ideas bajo el supuesto
de que todos los países tienen las mismas oportunidades, al tiempo que otras rechazan cualquier
posibilidad de inserción ventajosa en la actual división internacional del trabajo. Una tercera
posición trata de conciliar los puntos de vista extremos y de formular una especie de síntesis, en la
cual las fortalezas y las debilidades dependen no solo de la correlación de fuerzas en el plano
económico y político a escala mundial, sino también de las transformaciones estructurales que se
lleven a cabo al interior de las naciones menos desarrolladas. En este informe se analiza el
fenómeno de la llamada globalización, a partir de los diferentes enfoques y teniendo en cuenta los
cambios experimentados por la economía mundial durante la segunda mitad del siglo XX. En
particular se muestra cómo pese a los innegables avances tecnológicos, que han hecho posible una
mayor integración económica, cultural y política entre las naciones, las asimetrías, características
de la participación de los diferentes grupos de países en la división internacional del trabajo, no
solo se conservan sino que tienden a profundizarse. Independientemente de los enfoques
planteados, la globalización se ha convertido en una especie de pretexto para justificar las
desigualdades entre los diferentes grupos de países dentro de la actual división internacional del
trabajo y, si bien es cierto que los cambios tecnológicos ocurridos en las últimas décadas ofrecen
nuevas oportunidades de mejorar la situación de las naciones atrasadas en el contexto
internacional, ésta tiende a depender cada vez más de la estrategia transnacional de acumulación
a escala mundial. 2 Concepto de globalización Según la Real Academia de la lengua Española (RAE)
el significado de globalización es: “Tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse,
alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales.” LA GLOBALIZACION
Este término se usa comúnmente desde los años ochenta, es decir desde que los adelantos
tecnológicos han facilitado y acelerado – exponencialmente - las transacciones internacionales
comerciales y financieras. Se trata de la prolongación, más allá de las fronteras nacionales, de las
mismas fuerzas del mercado que durante siglos han operado a todos los niveles de la actividad
económica humana: en los mercados rurales, las industrias urbanas o los centros financieros. De
acuerdo a esta definición, el uso dado al término Globalización - es decir que el libre mercado se
expanda a través del globo terráqueo - es una exageración, puesto que esto no ha sucedido así,
hasta nuestros días. En efecto, existen en la actualidad vastos sectores de la humanidad que están
marginados de la información y los mecanismos que permiten el intercambio en la forma casi
instantánea que caracteriza el concepto en uso. En los estudios relacionados con las relaciones
local-global o la globalización frecuentemente se puede encontrar un vasto espectro de
interpretaciones y conceptos. Esto se debe al carácter multifacetario de las transformaciones
observadas actualmente relacionadas con las diferentes asociaciones que se puede hacer entre
cambios globales y consecuencias locales. Por eso mismo, que la palabra globalización se convirtió
paulatinamente en el término más adecuado para designar de forma más general a una fuerza que
actúa en diferentes dimensiones, superior a la voluntad de los actores individuales o colectivos
locales. Sin embargo, este término carece de una mejor conceptuación. Este proceso de cambio es
algo que ha evolucionado a lo largo del 3 tiempo, adquiriendo por eso mismo diferentes
significados. Quizás el momento más significativo de lo que podríamos llamar, de hecho, proceso
de globalización sería el advenimiento de las grandes navegaciones, con la expansión del hombre
europeo a las regiones más distantes y desconocidas del mundo. Asimismo los cambios más
extraordinarios han sido observados principalmente en el transcurso de los últimos dos siglos, con
expansión de los ferrocarriles, la invención del telégrafo, las viajes transcontinentales , con los
avances tecnológicos, el extraordinario incremento de los flujos comerciales y financieros, y las
notables transformaciones en la esfera política y económica. El término "globalización" tiene hoy
numerosos matices y su connotación varía de acuerdo con la perspectiva interpretativa. En los
últimos años pasó a ser empleado de forma más intensa, generalizando su uso en los campos de la
política y economía. Fue asociado a otros términos como integración, modernidad,
postmodernidad y mercado, hasta adquirir un fuerte recorte economicista que, de cierta forma,
prevaleció sobre las demás asociaciones hasta volverse referencia inevitable a la expansión de los
mercados, el consumo global, la moda, los veloces flujos comunicativos y las nuevas tecnología de
información. 1.- Globalización Económica Podríamos definir la globalización económica como el
proceso que tiende a la eliminación de las trabas que los países aún mantienen ante la libre
circulación de capital y mercancías. Está impulsada fundamentalmente por las grandes
multinacionales y los centros del poder económico internacional (como el Banco Mundial o el
Fondo Monetario Internacional). Su herramienta esencial serán las nuevas tecnologías de la
comunicación, como Internet. De consumarse, todo el planeta sería un único mercado en manos
de grandes multinacionales: capital y mercancías se moverían libremente por todo el planeta. El
libre comercio no es 4 meta o fin en sí mismo. El libre comercio debe darse dentro de un marco
regulado que se preocupa por la redistribución social y la protección del medio ambiente. Las
mercaderías, los servicios y las inversiones se mueven a través de las fronteras con creciente
libertad y velocidad, creando numerosas ventajas económicas para mucha gente y muchas
naciones. Pero esta forma de globalización también crea gran cantidad de problemas: Los
problemas ambientales aumentan, la desigualdad social es mayor que nunca y la pobreza es
todavía la realidad de miles de millones de personas. Hace cincuenta años, el nivel arancelario
promedio sobre mercaderías industriales en los países ricos del Norte sobrepasaba el 40 por
ciento. Hoy ha caído por debajo del cuatro por ciento. Este es un aspecto de la liberalización. En el
mismo período de cincuenta años, la brecha entre ricos y pobres se ha ensanchado. La
desigualdad ha aumentado, no solamente en el Sur, sino también en una cantidad de países ricos.
Al mismo tiempo hemos sido testigos de un alza dramática en los problemas ambientales: Los
bosques lluviosos tropicales desaparecen a un ritmo sin precedente, la capa de ozono está
amenazada por la contaminación y todo indica que el aumento en la emisión de CO2 conducirá al
calentamiento global y a un clima inestable, con consecuencias negativas serias para todos los
países, ya sea industrializados o en vías de desarrollo. El concepto de globalización económica es el
hecho de que en los últimos años ha aumentado vertiginosamente la parte de las relaciones
económicas entre personas de distintos países. Se consagra a las importaciones de otros países
una proporción creciente del gasto en bienes y servicios, y una proporción creciente de la
producción de los países se vende al extranjero en calidad de exportación. Entre los países ricos o
desarrollados, la proporción en el producto total (exportaciones más importaciones en relación
con el PIB) aumentó de 27% en 1987, a 39% en 1997. En los países en desarrollo subió del 10% al
17%. (El origen de muchos de estos datos es el trabajo del Banco Mundial titulado World
Development Indicators 2000 (Indicadores del desarrollo mundial). Las empresas constituidas en
un país invierten cada vez más en el establecimiento y funcionamiento en otros países. En 1998,
firmas 5 estadounidenses invirtieron en el exterior US$133.000 millones y empresas extranjeras
invirtieron US$193.000 millones en los Estados Unidos. En todo el mundo las corrientes de IED se
triplicaron con creces entre 1988 y 1998, pasando de US$192.000 millones a US$610.000 millones,
y en relación con el PIB, la proporción de la IED generalmente va en aumento, tanto en los países
desarrollados como en desarrollo. Estos últimos recibieron, como promedio, alrededor de una
cuarta parte de las corrientes de IED movilizadas en todo el mundo entre 1988 y 1998, aunque la
proporción varió bastante de un año a otro. Hoy día, esta es la forma más cuantiosa de
transferencias de capitales privados hacia los países en desarrollo. En muchos países
(especialmente en el mundo industrializado) los ahorristas diversifican cada vez más sus carteras
para incluir activos financieros extranjeros (bonos, capitales y préstamos en el exterior) y los
prestatarios, también en grado creciente, recurren a fuentes de fondos externas, además de las
internas. Si bien la afluencia de capitales de esta clase hacia los países en desarrollo también
aumentó considerablemente durante los años noventa, ha sido mucho más inestable que las
corrientes comerciales o de IED. En general, el Banco Mundial se inclina a favor de una mayor
apertura para el comercio y la IED porque las evidencias sugieren que los beneficios en materia de
desarrollo económico y reducción de la pobreza tienden a ser relativamente mayores que los
riesgos o costos posibles (aunque también se preste atención a políticas concretas para atenuar o
aliviar esos costos y riesgos). El Banco es más cauteloso respecto de la liberalización de otras
corrientes financieras o de los mercados de capital, cuya extrema inestabilidad muchas veces
puede fomentar ciclos de auge y quiebra y crisis financieras con enormes costos económicos,
como la que sacudió a los mercados emergentes de Asia oriental y de otras partes del mundo
entre 1997 y 1998. En este aspecto, debe hacerse hincapié en la configuración de instituciones y
políticas internas que reduzcan los riesgos de la crisis financiera antes de emprender una apertura
ordenada y cuidadosamente escalonada de la cuenta de capital. Para muchos de los países menos
desarrollados más pobres, el problema no consiste en que la globalización los empobrezca sino
que se encuentran en peligro 6 de quedar casi totalmente excluidos de ella. En 1997, la
participación de esos países en el comercio mundial era de apenas el 0,4%, proporción minúscula y
equivalente a la mitad de lo que había sido en 1980. Su acceso a las inversiones extranjeras
privadas sigue siendo insignificante. Lejos de condenar a esos países a que sigan sumidos en el
aislamiento y la pobreza, es urgente que la comunidad internacional les ayude a incorporarse en
mayor grado a la economía mundial, brindándoles asistencia para ayudarlos a formar las
instituciones y las políticas de respaldo necesarias y a continuar mejorando su acceso a los
mercados mundiales. Es importante que se comprenda que la globalización económica no es una
tendencia totalmente nueva. De hecho, y en un plano básico, ha sido un aspecto presente en la
historia de la humanidad desde las épocas más remotas, a medida que las comunidades
ampliamente esparcidas por el mundo fueron estableciendo relaciones económicas cada vez más
amplias y complejas. En la era moderna, la globalización tuvo un florecimiento temprano hacia
fines del siglo XIX, que abarcó a los países que hoy día son ricos o desarrollados, para muchos de
los cuales las corrientes de comercio y capitales en relación con el PIB llegaron a ser similares o
superiores a las que registran en la actualidad. Ese apogeo de la globalización declinó en la
primera mitad del siglo XX, época que se caracterizó por el aumento del proteccionismo dentro de
un marco de contiendas nacionales y entre las grandes potencias, guerras mundiales,
revoluciones, auge de las ideologías autoritarias y vasta inestabilidad económica y política. En los
últimos 50 años reapareció la tendencia hacia una mayor globalización. Las relaciones
internacionales han sido más tranquilas (por lo menos en comparación con la primera mitad del
siglo), respaldadas por la creación y la consolidación del sistema de las Naciones Unidas como
medio para la solución pacífica de las diferencias políticas entre los Estados, y de instituciones
como el GATT (hoy día la OMC), que ofrecen una estructura normativa para que los países
administren sus políticas comerciales. El fin del colonialismo incorporó numerosos actores nuevos
e independientes a la escena mundial, limpiando al mismo tiempo una mácula vergonzosa
asociada al anterior proceso de globalización del siglo XIX. En la Ronda Uruguay del GATT de 1994
los países en desarrollo participaron por 7 primera vez en una gran variedad de aspectos del
comercio internacional multilateral. El ritmo de la integración económica internacional aumentó
en los años ochenta y noventa, a medida que en todas partes los gobiernos fueron reduciendo las
barreras de política que obstaculizaban el comercio y las inversiones internacionales. La apertura
hacia el mundo exterior ha formado parte de un vuelco más amplio hacia una mayor dependencia
de los mercados y de la empresa privada, especialmente a medida que muchos países en
desarrollo y comunistas fueron comprobando que un alto grado de planificación e intervención del
gobierno no rendía los resultados deseados en materia de desarrollo. Las vastas reformas
económicas emprendidas por China a fines de los años setenta, la disolución pacífica del
comunismo del bloque soviético a fines de la década de 1980 y el arraigo y crecimiento constante
de las reformas con base en el mercado que tuvo lugar en la India democrática en los años
noventa, figuran entre los ejemplos más notorios de esta tendencia. El progreso tecnológico, con
su consiguiente reducción del costo del transporte y las comunicaciones entre los países, también
ha brindado impulso a la globalización. La caída radical del costo de las telecomunicaciones y del
procesamiento, acopio y transmisión de la información, facilita enormemente la detección y el
aprovechamiento de oportunidades comerciales alrededor del mundo, la coordinación de las
operaciones en sitios distantes o las transacciones por línea que comprenden servicios que antes
no podían comercializase a escala internacional. Finalmente, y en estas circunstancias, quizá no
sea sorprendente que a veces se use el término "globalización" en un sentido económico mucho
más amplio, como otro nombre del capitalismo o de la economía de mercado, pero esto no es de
mucha ayuda. Globalización junto con algunas de sus características fundamentales, como la
producción en manos de empresas privadas con fines de lucro, redistribución frecuente de los
recursos de acuerdo con los cambios de la oferta y la demanda y cambios tecnológicos rápidos e
imprevisibles. Es importante, por cierto, el análisis de los aspectos positivos y las deficiencias de la
economía de mercado como tal, así como una mejor comprensión de las 8 instituciones y políticas
necesarias para que su funcionamiento sea mejor. 2.- Globalización Política Podría definir la
globalización política como la extensión por todo el mundo del sistema político que ha resultado
más provechoso en el reconocimiento de la dignidad de la persona, la democracia. Tomando como
punto de arranque que todo ser humano tiene derecho a vivir bajo el amparo de un sistema
democrático, un sistema global en lo político deberá basarse en un marco jurídico que garantice el
estado de derecho, y en una separación de los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. La
globalización política sólo tiene sentido si es acompañada por la justicia global, con base en un
sistema de reglas globalmente vinculantes, la resolución de conflictos y la aplicación colectiva.
Debemos reconocer que la justicia global debe ser justa, y debemos entender que no es
necesariamente vista como tal por todas las naciones y toda la gente en la actual fase de
globalización. A menudo es percibida como amenazadora para los dictadores, así como para la
gente que está siendo oprimida por éstos. Ha ocasionado estragos en Irak, Burundi, Libia y otras
partes. Pero no ha lidiado adecuadamente con los Saddam y Milosovich de este mundo. Además,
no ha sido aplicada siempre cuando se necesita, ni ha sido aplicada con justicia. Por tanto, causa
más bien temor en las personas de las naciones más débiles. Es importante mantener el principio
de subsidiariedad como base de todos los procesos políticos. Pero un número creciente de
decisiones debe tomarse en el plano global. Los países poderosos podrían resistir un sistema
internacional basado en la democracia, con tribunales y mecanismos independientes y neutrales
para la resolución de conflictos, dado que tal sistema a menudo favorecerá a los países más
pequeños y débiles. Los acontecimientos en la OMC, con respecto a reglas globalmente
vinculantes y una función judicial eficaz, pueden servir como ejemplo de 9 cooperación
internacional en otras áreas. Sin embargo, no es el único ejemplo positivo: El protocolo de
Montreal sobre la reducción de las sustancias que agotan la capa de ozono, es un acuerdo
internacional con reglas vinculantes y una combinación de normas, medidas comerciales y
asistencia ambiental. El protocolo de Kioto es el primer acuerdo global legalmente vinculante
sobre la protección del clima de la tierra. La prohibición del uso de las minas antipersonales ha
resultado del impacto global de la sociedad civil. El caso de Pinochet demuestra que ni los jefes de
Estado pueden eludir la justicia. Además, el establecimiento de tribunales para delitos
internacionales -que persiguen y pasan sentencia a los criminales de guerra sin considerar donde
se ocultan- es uno de los avances más alentadores hacia un sistema internacional de justicia. Estos
ejemplos indican que los contornos de un sistema efectivo de globalización política se están
haciendo visibles poco a poco. Sin embargo, hay todavía mucho que hacer antes de que las reglas
globalmente vinculantes reemplacen la tradición de declaraciones vagas y no vinculantes. Los
llamados "derechos olvidados", como el derecho a la alimentación, a la salud, al abrigo y al trabajo
son igualmente importantes que los derechos civiles y políticos La Declaración Universal de los
Derechos Humanos de la ONU se adoptó hace 50 años. Pero no fue sino hasta después del fin de la
guerra fría entre el Este y el Oeste que los derechos humanos fundamentales se fueron
estableciendo, poco a poco, como un conjunto de reglas globales que se aplican sin distinción de
nacionalidad, idioma y cultura. Es un hecho, sin embargo, que los derechos humanos
fundamentales siguen siendo violados diariamente en muchos lugares del mundo. Es también un
hecho que todavía se analizan en muchas partes del mundo, porque el régimen de 10 derecho en
el que se basó la ONU es considerado como un reflejo del desarrollo de la civilización en
Occidente. Y mientras se reconoce que los principios medulares son universales, se entiende
también que no necesariamente toman en cuenta otros valores civiles que son igualmente válidos.
Los derechos humanos van más allá de los derechos civiles y políticos. Pero es necesario asegurar
que la discusión no solamente se enfoque en la definición estrecha de los derechos humanos
como siendo derechos civiles y políticos. Esto es necesario porque todos los derechos,
colectivamente, forman la base para la creación de una vida decente y digna. Es también necesario
poner más énfasis en los derechos relacionados con el trabajo, como salarios y condiciones
laborales decentes. Un desafío mayor debe ser el desarrollo de herramientas y métodos que
aseguren que los derechos humanos universales se cumplan en un mayor grado que hasta ahora.
Una posibilidad es hacer de la observación de los derechos humanos una condición necesaria para
la completa participación en la cooperación económica global. También se deben fortalecer los
tribunales internacionales. Los derechos humanos, sin embargo, no son simplemente una cuestión
de derechos individuales del ciudadano con respecto al Estado. La lucha de mujeres, niños y
jóvenes por los derechos humanos, la igualdad y mejores condiciones sociales puede
frecuentemente ser vista como una lucha dirigida en contra de ciertos mecanismos de represión
determinados local, tradicional y culturalmente. La educación, la sensibilización y la movilización
deben dirigirse hacia las mujeres, los niños y los jóvenes en particular. A todos ellos se les debe
asegurar participación e influencia. Mientras que los derechos humanos han llegado a ser piedra
angular en la definición de la relación entre individuos y sociedad en muchos países occidentales,
esto no ocurre en todos lados. La gente indígena del Sur de Asia encuentra difícil contestar a la
pregunta "¿cuáles son sus derechos?". Ellos contestan mediante la descripción de sus obligaciones
con respecto a sus 11 comunidades. Dichas obligaciones a menudo son olvidadas en un mundo
que - cada vez más- enfoca los derechos. Se requiere desarrollar un conjunto de obligaciones
universales que, como los derechos humanos, pueda aportar valores trascendentales para el
comportamiento humano. Las obligaciones humanas deberían consagrar los principios de
solidaridad, la consideración del uno hacia el otro, la responsabilidad para con la comunidad y los
valores comunes, además de enfatizar en la participación activa para el desarrollo de la sociedad.
Así como deberían haber obligaciones personales individuales -del individuo hacia la comunidad-,
los principios relativos a las obligaciones internacionales del Estado tendrían que ser considerados
como fundamento para la cooperación internacional. La Declaración sobre el Derecho al
Desarrollo, adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1986, sostiene que los Estados deben
formular políticas apropiadas para su desarrollo, cooperar entre sí y formular políticas
internacionales que aseguren el derecho al desarrollo. La globalización crea riqueza para algunos y
se traduce en pobreza y marginación para otros. La promoción del derecho al desarrollo en sus
diferentes aspectos requiere la generación de una cultura de solidaridad global, con la asistencia
para el desarrollo como una de las expresiones más visibles de solidaridad en un mundo cada vez
más interdependiente. Después de la Segunda Guerra Mundial, la cooperación para el desarrollo
se encontraba vinculada a la dinámica del conflicto estratégico entre Este y Oeste. Las prioridades
ideológicas y geopolíticas hicieron que los esfuerzos por mejorar la calidad de vida de la gente que
vive en las regiones marginadas del mundo fueran relegados.

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