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Alfredo Etcheberry

Editorial Jurídica ·d e Chile


·-
Obr;l cl;ísica y genuina que an;diza i:l Derecho Penal mediante 1111
ex;une11 severo desde el punto de Yista del derecho positin> Yigcnte ,
de Lt tradiciún doclrinaria y de los preceptos constitucionales.
L1 primera\ la segunda ediciún de esta obra en cuatro tomos,
ptthlicados en 1~)(i4 v 1971i, res1wc1iv;uncnte, marcaron 1111 hito en el
est1ulio de h~ ciencias pen a les y se encuetllr;m agotadas desde h;1ce
tnucho tiempo . Sin duda , este texto , cotno nin~ÚII otro en nuestro
IIH'dio , constitiiH' el m;ís completo an ;ílisis d~l lkred10 Pcn;d y
til' l1e la \l'llt ;¡j ;l de extenderse 110 súlo a la Parte (;ener;d, sino tam-
hit'·n ;1 los delitos l'll particubr o l'art<' EspeciaL cuyo estudio ha sido
llH' IIOS cultiYado por la doctrina nacional , con lo cual la obra presta
una pendi;tr utilid;td a losjutTcs y ahogados.
La nueva edición de este valioso tratado no sólo ofrece la exce-
lente sistematización del Derecho Penal hecha por su autor, sino
que, además, contiene interesantes reflexiones sobre nuevas mate-
rias comprendidas en disposiciones constitucionales, en el Código
Penal, y en numerosas leyes penales especiales, y presta particular
consideración a las implicancias de carácter penal que derivan del
derecho internacional y limitan el ius puniendi.
En cuanto a la teoría del delito, el autor ha prestado especial
atención a las cuestiones relativas a la interpretación de la ley penal;
a los problemas derivados de los delitos de omisión y de comisión
por omisión; a la culpa y los delitos culposos; al error, sus clases y
efectos, y a la teoría de la participación criminal, temas todos que
son objeto de un desarrollo considerablemente más extenso que en
las ediciones anteriores.
Aunque el libro conserva fundamentalmente su carácter didácti-
co, extiende su análisis más allá del Código Penal, cuerpo legal al cual
están limitados los programas universitarios de enseñanza del ramo.
La erudita formación jurídica del autor y su extensa experiencia
acumulada en la cátedra y el foro, son ofrecidas con generosidad a
quienes cultivan el Derecho Penal, en esta tercera edición actualiza-
da y aumentada. A ello debe agregarse la forma clara y precisa de
exposición, que la hace accesible tanto al especialista como 'al estu-
diante.

Editorial Jurídica de Chile


DERECHO PENAL
Tomo Cuarto
PARTE ESPECIAL
ALFREDO ETCHEBERRY
Profesor Ordinario y Extraordinario de Derecho Penal
de la Universidad de Chile
con la colaboración del Profesor jorge Ferdman,
de la Universidad de Chile

DERECHO PENAL

TOMO CUARTO

PARTE ESPECIAL
Tercera edición revisada y actualizada 1997

EDITORIAL JURIDICA DE CHILE


PRIMERA PARTE

DELITOS CONTRA
LOS INTERESES INDIVIDUALES
econtinuación)
DEUTOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

ofensas contra la integridad y sanidad de la estirpe, contra la familia y


contra la moralidad y buenas costumbres; en el Código Alemán, son
infracciones contra la vida, contra el estado matrimonial y familiar, y
contra la moralidad y decencia.
La renuncia a encontrar un bien jurídico único en este título no nos
impide, sin embargo, intentar una sistematización sobre la base del aná-
lisis del texto legislativo y la naturaleza de cada una de las infracciones
sancionadas. En general, cabe distinguir dos clases de delitos: aquellos
que primordialmente atentan contra el orden de las familias, y los que
aparecen referidos a la moralidad pública.
En primer término, el orden de las familias ha sido considerado
por el legislador bajo un doble aspecto: ante todo, el respeto a la cons-
titución jurídica de la familia y a las relaciones de este carácter que de
ella nacen, y en segundo lugar, el recto uso de la función sexual de
acuerdo con las normas jurídicas que rigen la constitución de la familia
y con las reglas sociales y biológicas que el legislador ha estimado con-
veniente proteger. Al primer aspecto se refieren los delitos contra el es-
tado civil de las personas y la celebración de matrimonios ilegales. Al
segundo aspecto sólo se refiere el delito de incesto, al haber sido des-
penalizado el adulterio.
Más compleja es la consideración del bien jurídico dentro de los de-
litos asignados al grupo de la moralidad pública. Desde luego, pese a
lo genérico de su enunciado, esta fórmula alude únicamente a ciertos
aspectos de la moral sexual. El principio general en esta materia, desde
el punto de vista exclusivamente jurídico, es el de la libertad sexual:
cada persona es libre para ejercitar su actividad sexual como desee. La
primera forma de atentar contra la moralidad pública es, en consecuen-
cia, lesionando la libertad sexual, impidiendo a una persona la libre de-
terminación de su actividad sexual. De esta clase de delitos son la
violación, el estupro, el rapto, los abusos deshonestos y las formas cali-
ficadas de la sodomía. Pero, por otra parte, la libertad sexual no es un
principio absoluto, y encuentra limitaciones. Unas de ellas nacen de cier-
tos vínculos jurídicos, como el matrimonio y el parentesco, y están
reglamentadas ya en el grupo anterior de delitos. Otras limitaciones pro-
vienen del hecho de que el común de los ciudadanos considera grave-
mente lesivo a sus sentimientos éticos el ejercicio o despliegue público
de la actividad sexual: son los delitos de escándalo, como los ultrajes
públicos a las buenas costumbres y la difusión de pornografía. Final-
mente, hay ciertos ejercicios excesivos o desviados de la actividad
sexual que en concepto del legislador pueden acarrear consecuencias
serias de degeneración en un grupo social más o menos vasto, y son,
por consiguiente, verdaderos delitos de peligro común contra la nación

10
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

toda, considerada desde el punto de vista fisiológico e higiénico, tanto


en la actualidad como para el porvenir. Estos son los llamados delitos
de corrupción, como la sodomía simple, la promoción de prostitución
y la corrupción de menores.
Hay, además, dos infracciones que no son referibles a ninguno de
los dos grupos anteriores: el delito de aborto, con el cual se inicia el
título VII, y que es claramente un delito contra la vida del feto, por lo
cual nos hemos ocupado de él dentro del respectivo capítulo, y el deli-
to de abandono de niños y personas desvalidas, segundo párrafo
del título VII, que es un delito contra las personas, o en todo caso con-
tra la seguridad (por ser infracción de peligro). Pero como entre noso-
tros este delito contiene numerosas referencias a ciertos deberes de
asistencia familiar, nos parece preferible no distorsionar demasiado el
sistema del código y tratarlo en este capítulo, aunque en grupo separa-
do de los otros dos.

11
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDMDUALES

Sección Primera

ABANDONO DE NIÑOS Y PERSONAS DESVALIDAS

En nuestra ley, la punibilidad de estas conductas se fundamenta en el


peligro abstracto que la ley presume por el hecho del abandono de los
niños, 1 como asimismo en el efectivo daño que para el abandonado haya
resultado, en el delito de abandono de personas desvalidas (y en el caso
de los niños, como agravante de la penalidad). Pero en uno y en otro
caso también se toma en consideración la violación de ciertos deberes
de asistencia que la ley impone. Muy vinculado con esta materia se en-
cuentra el delito de omisión de socorro, que entre nosotros es sólo cons-
titutivo de falta, pero que por su importancia merece ser considerado
aquí.

ABANDONO DE NIÑOS

Para la reglamentación de este delito, nuestra Comisión Redactora se


apartó de su modelo habitual y siguió al Código Belga, por considerar
"más regulares y comprensivas sus disposiciones". En efecto, el Código
Español no se refería al abandono de personas desvalidas, lo que es
justamente criticado por GROIZARD. 2
Todas las disposiciones relativas a este delito giran en tomo de un
concepto central: el abandono. IRURETA GOYENA3 lo define como "dejar
librado a un menor o a un incapaz a sí mismo, interrumpiendo la guar-
da que impone la ley, antes de que dicha guarda haya sido sustituida
por la de otra persona". Para SOLER, la esencia del abandono radica, más
que en el alejamiento del autor, en "la existencia o inexistencia de una

1 Contra, GRISOUA-BUSTOS-POLITOFF, op. cit., pp. 368 y 371.


2
GROIZARD, op. cit., V, p. 680.
3 IRURETA GOYENA, ]OSE, Delitos de aborto, bigamia y abandono de niños y de
otras personas incapaces, Montevideo, 1932, p. 164.

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DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

situación de peligro". 1 Según MEZGER, la materialidad del delito reside


en "poner a una persona en situación de desamparo", 2 concepto este
último que precisa como la circunstancia en que un hombre "no está
en condiciones de defenderse por sí solo contra un peligro que amena-
za su vida". Entre nosotros, sin embargo, debe tenerse presente que la
ley no integra el delito con una mención de la institución jurídica de la
guarda, y que, por otra parte, no exige la efectiva producción de un
peligro para la punibilidad del delito, bastándole la edad del abandona-
do y el hecho del abandono. Por consiguiente, podría definirse el aban-
dono como "dejar librado a sus propios recursos a un niño que se
encuentra al cuidado de hecho o de derecho de quien lo deja".
En cuanto a las modalidades de ejecución, el abandono puede re-
vestir varias formas. En primer término, puede consistir en trasladar al
niño del ambiente de protección en que se encontraba a otro carente
de ella y dejarlo allí; además, puede verificarse dejando al niño en el
sitio en que se encontraba, pero alejándose de él el abandonante, que
representaba la protección y asistencia indispensables para el abando-
nado; finalmente, puede consistir en una simple omisión, al no impedir
que el niño se coloque voluntariamente en una situación de desampa-
ro, como en el ejemplo de ANTON y RODRIGUEZ, 3 del tutor que no impi-
de que su pupilo de seis años salga de noche en busca de aventuras.
El concepto de abandono tiene como característica el desamparo
que a consecuencia de él se produce. Esta última situación puede ser
definida a la manera de MEZGER, pero teniendo presente que nuestra
ley no exige la efectiva comprobación del peligro, sino que le basta
con su posibilidad. Diríamos que el desamparo es una situación en que
el niño no está en condiciones de protegerse por sí solo contra un peli-
gro que eventualmente puede amenazar su vida, integridad corporal o
salud.
Dadas las distintas modalidades de comisión, el abandono no supo-
ne necesariamente la soledad del sujeto pasivo, pero sí su separación
material del abandonante. Por eso advierte SOLER que no se incluye en
este delito el abandono moral: 4 no es lo mismo el abandono de un de-
ber que el abandono de una persona. El incumplimiento de un deber
de asistencia puede, en ciertas circunstancias, constituir otro delito, pero
no el de abandono (homicidio, lesiones, omisión de socorro, etc.).

1
SOLER, op. cit., III, pp. 178-179.
2
MEZGER, Libro de Estudio, 11, p. 82.
3 ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., 11, p. 333.
4 SOLER, op. cit., III, p. 180.

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DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

No debe confundirse el abandono de niños y personas desvalidas


como delito penal, del que ahora nos ocupamos, con el "abandono de
hijo" a que se refiere el Código Civil en el Art. 267, ni con el "abando-
no de familia" mencionado en la Ley 14.908. En ambos casos se trata
en realidad de incumplimiento de obligaciones de socorro, de abando-
no de deberes, más que de abandono de personas. Particularmente se
considera en dichas disposiciones la falta de pago de las pensiones ali-
menticias que se deben por ley o por sentencia judicial.
Criticaba PACHEC0 1 la excesiva generalidad del enunciado del Códi-
go Español, que no distinguía entre las diferentes posibilidades de aban-
dono, y particularmente, por abarcar aun los abandonos hechos en la
inclusa. Haciéndose eco de esta crítica, la Comisión Redactora excluyó
expresamente de las penas del delito, para considerarlo una conducta
impune, el abandono hecho en las casas de expósitos, o exposición.
Por la exposición se coloca a un niño en situación en que, si bien ma-
terialmente abandonado (separado del abandonante), no corre peligro,
porque otros lo toman bajo su cuidado y protección (en el caso parti-
cular que el código señala, las instituciones llamadas "casas de expósi-
tos", concepto que es preciso entender hoy día en sentido amplio,
referido a los establecimientos de asistencia social).
El abandono de niños reviste dos variedades, atendiendo al lugar
en que el abandono tiene lugar.

l. ABANDoNO EN LUGAR SOUTAKIO. Conocido ya el concepto de aban-


dono, es preciso determinar el alcance de los términos "lugar solitario".
No debe interpretarse esta expresión en un sentido estrictamente lite-
ral, como "lejanía de poblado" o "ausencia de personas". La doctrina y
la tradición histórica de este término concuerdan en asignarle otro sen-
tido: el de "lugar donde el socorro no es probable en el momento del
abandono". Esta expresión fue tomada por nuestro código del belga,
donde un comentarista, NYPELS, define el lugar solitario como el "no fre-
cuentado durante el abandono". Parecido concepto dan los comentaris-
tas del Código Sardo y luego los del Código Zanardelli. Entre nosotros,
FERNANDEZ 2 estima también que la calidad de "solitario" resulta dada por
el hecho de que exista peligro para la vida del niño.
El sujeto activo de este delito puede ser cualquiera persona. Debe
cumplir sólo un requisito: tener al niño bajo su cuidado o poder de
hecho (Art. 349). Si además el abandonante tiene al niño bajo su cui-

1
PACHECO, op. cit., III, p. 255.
2 FERNANDEZ, op. cit., II, p. 88.

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DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

dado o poder de derecho (padres legítimos o ilegítimos o guardado-


res), la penalidad resulta agravada (Art. 350). En la expresión "padres
ilegítimos" se entienden comprendidos, en sentido amplio, tanto los
naturales como los simplemente ilegítimos, y aun, según la Comisión
Redactora dejó testimonio, a los que entonces se llamaban "de daña-
do ayuntamiento" (adulterinos, incestuosos, sacrílegos). En el seno de
la Comisión existió una indicación para restringir el sujeto activo del
delito sólo a quienes fueran padres o guardadores, pero en definitiva
hubo acuerdo expreso en el sentido de mantener como sujetos acti-
vos, aunque con penalidad diferente, a quienes tienen al niño simple-
mente a su cuidado de hecho, sin que nadie se lo haya confiado, y
también a los padres y guardadores. Pero, por lo menos, es indispen-
sable tener al niño bajo cuidado. Encontrar a un niño ya abandonado
y no auxiliado puede ser el delito de omisión de socorro, pero no es
abandono. 1
En cuanto al sujeto pasivo, es un niño menor de diez años
(Art. 349). Esta disposición nos ha servido en otro lugar para mostrar la
independencia de las definiciones penales en relación con las civiles:
para el Código Civil, infante o niño es el que no ha cumplido siete años
(Art. 26 de dicho Código). Se sigue advirtiendo el carácter de delito de
peligro abstracto que estas figuras tienen: por debajo de dicho límite de
edad la ley presume el riesgo por el solo hecho del abandono, aunque
se trate de un niño inteligente, esforzado y capaz de valerse por sí mis-
mo en gran medida; por encima de dicho límite, aunque sea en un solo
día, desaparece la tipicidad de la conducta, sin atender a las particula-
res condiciones personales del menor.
Aunque el delito siempre es punible, los eventuales resultados da-
ñosos para el menor no son indiferentes para la ley: si del abandono
resultaren lesiones graves o la muerte del niño, esto constituye una causal
de agravación, que obra sin perjuicio de la agravante constituida por el
parentesco o la guarda, de modo que si el abandonante es uno de los
padres y además, resultan lesiones graves, la penalidad es doblemente
agravada (Art. 351). La expresión "lesiones graves" debe entenderse en
sentido genérico amplio, comprensiva de las mutilaciones, castración, y
lesiones del Art. 397 en ambos numerales. La posición anímica del suje-
to con respecto al resultado de muerte o lesiones puede variar, desde
la culpa inconsciente hasta el dolo eventual (por lo general, será este
último caso). Pero si la muerte o las lesiones se han querido, esto es, si
al respecto ha existido dolo directo, las penas aplicables serán única-

1 Véase GROIZARD, op. cit., V. p. 717.

15
DEUTOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

mente las de homicidio o lesiones: el delito de lesión hace desaparecer


al de peligro.
La relación de causalidad entre el abandono y las lesiones o muerte
se determina de conformidad a las reglas generales.

2. ABANDONO EN LUGAR NO SOliTARIO. El concepto de lugar no solitario


resulta dado por oposición al de lugar solitario: es aquel en el cual el
socorro es probable en el momento del abandono.
El sujeto pasivo de este delito es el niño menor de siete años
(Art. 346). Este límite fue tomado sin mayores discusiones del Código
Belga; el mismo existe en el Código Francés. Se estimó en dichas legis-
laciones que, tratándose de un lugar no solitario, esto es, donde el so-
corro es probable, no se puede abandonar a un niño mayor de siete
años, ya que éste está en condiciones de bastarse a sí mismo y de pro-
curarse el auxilio de gente o la asistencia que necesita. El concepto es
discutible en principio, y el límite de edad nos parece algo restringido.
En todo caso, el abandono de un niño mayor de siete años, si las cir-
cunstancias concurrieren, podría sancionarse siempre como abandono
de personas desvalidas.
El sujeto activo del delito puede ser en primer término una persona
que tenga de hecho al niño bajo su cuidado (Art. 346). Si tal es el caso,
la pena será agravada cuando resultaren lesiones graves o la muerte
del niño (Art. 348).
Además, el sujeto activo pueden ser los padres legítimos o ilegí-
timos o quienes tienen al niño de derecho bajo su cuidado. En este
caso, la ley distingue entre dos situaciones posibles: a) El abando-
nante reside a menos de cinco kilómetros de un pueblo o lugar en
que hubiere casa de expósitos, o b) Reside a más de cinco kilóme-
tros de dicho lugar (Art. 347). En el primer caso, la pena es más gra-
ve, pues de acuerdo con la Comisión Redactora, a la cual se debe la
introducción de esta regla, la culpabilidad aumenta mientras mayo-
res son las facilidades para evitar el abandono (otra disposición que
pone de manifiesto que los principios de la concepción normativa
de la culpabilidad no son extraños a nuestro código). Pero si resul-
tan lesiones graves o la muerte del niño, la penalidad es más eleva-
da, y en este caso no se atiende a la mayor o menor distancia entre
la residencia del abandonante y el pueblo o lugar en que hubiere
casa de expósitos.
Valen respecto de este caso las observaciones formuladas en rela-
ción con el abandono en lugar solitario, en las respectivas circunstan-
cias.

16
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

ABANDONO DE PERSONAS DESVALIDAS

El Art. 352 castiga al que abandonare "a su cónyuge o a un ascendiente


o descendiente, legítimo o ilegítimo, enfermo o imposibilitado, si el aban-
donado sufriere lesiones graves o muriere a consecuencia del abando-
no". Por lo tanto, éste es ya un delito de lesión, no de mero peligro,
abstracto ni presunto, y lo que se sanciona en él es primordialmente la
violación de los deberes de asistencia familiar. No es forzoso que estos
deberes surjan de una disposición de la ley o sentencia judicial, pues
nuestra ley no exige tales requisitos. Sin embargo, como el verbo rector
sigue siendo "abandonar", es preciso que el sujeto pasivo haya estado
por lo menos de hecho al cuidado del abandonante.
Si bien es éste un delito de lesión contra la vida o la integridad cor-
poral y salud de las personas, no está reglamentado entre los delitos
contra las personas, porque dicha lesión no es aquí directamente queri-
da por el agente: si tal fuera el caso, se trataría derechamente de un
delito de homicidio o de lesiones. Respecto de la muerte o lesiones gra-
ves, el abandonante se encuentra en situación de culpa inconsciente,
consciente o dolo eventual.
En cuanto al sujeto activo, no hay exigencias especiales, aparte de
encontrarse unido con la víctima por alguno de los vínculos que la ley
señala: matrimonio, o bien ascendencia o descendencia, legítima o ile-
gítima, concepto sobre el cual vale lo dicho precedentemente. Tocante
al sujeto pasivo, aparte del expresado vínculo, la ley exige que se trate
de una persona enferma o imposibilitada. Estos conceptos, que en sí
son bastante amplios, deben ser precisados a la luz del epígrafe del pá-
rrafo, que se refiere al abandono de una persona "desvalida". No cual-
quiera enfermedad es suficiente para integrar la tipicidad de este delito:
debe tratarse de una enfermedad que imposibilite a la persona para va-
lerse por sí misma, o sea, para defenderse de los peligros que eventual-
mente la amenacen o de procurarse la asistencia que necesita para el
mantenimiento de su vida y su salud. Tal es también el sentido de las
expresiones "desvalida" o "imposibilitada". La enfermedad puede ser fí-
sica o mental; la imposibilidad puede derivar de otras causas: privación
de sentido, inmovilidad por ataduras, etc. Una y otra no necesitan ser
permanentes; pueden ser transitorias, siempre que su duración sea sufi-
ciente como para hacer previsible la posibilidad de la muerte o lesio-
nes graves.
Como se trata de un delito de lesión y no de peligro, la ley no dis-
tingue aquí entre lugares solitarios y no solitarios, ni atiende a la edad
de la persona abandonada. Si el descendiente abandonado es un niño
menor de diez años, en lugar solitario, o menor de siete años, en lugar

17
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

no solitario, el título que prevalece es el de abandono de niños, en vir-


tud del principio de especialidad (en el primer caso, la pena será más
elevada).

OMISIÓN DE SOCORRO

Por su íntima relación con las figuras anteriormente expuestas y por lo


similar de sus fundamentos, consideramos necesario ocuparnos aquí de
algunos casos que en otras legislaciones constituyen el delito llamado
de "omisión de socorro" o "indolencia culpable", y que entre nosotros
constituyen meras faltas.
El Art. 494 N° 13 sanciona al que "encontrando perdido o abando-
nado a un menor de siete años no lo entregare a su familia o no lo
recogiere o depositare en un lugar seguro, dando cuenta a la autoridad
en los dos últimos casos". En el abandono, el delito consiste en crear
un peligro; en la omisión de socorro, en no remediarlo. 1 El delito tiene
su razón de ser en la infracción de un deber general de asistencia al
prójimo, que nace con la sola situación de peligro en que éste se en-
cuentra. El delito es omisivo y consiste en no entregar al niño a su fa-
milia, o en no recogerlo o depositarlo en lugar seguro. De ello se deduce
que la situación en que el niño se encuentra da nacimiento a un deber
que debe cumplirse de alguna de estas maneras: 1) Entregando al niño
a su familia; 2) Recogiéndolo, esto es, llevándolo consigo quien lo en-
contró, o 3) Depositándolo en lugar seguro, entendiéndose por tal aquel
en que se encuentre a salvo de los peligros razonablemente previsibles
para su vida y salud. En estos dos últimos casos es preciso dar aviso a
la autoridad; dados los fines del aviso y la generalidad de los términos
de la ley, la autoridad puede ser cualquiera: política, administrativa, ju-
dicial o policial.
Para que el deber que comentamos surja, es necesario que la per-
sona encuentre al menor perdido o abandonado. En verdad, el senti-
do de la disposición es más bien "encontrándose un menor perdido o
abandonado", ya que puede no tratarse de un encuentro o hallazgo ca-
sual. Menor perdido es el que no está en situación de volver a su ho-
gar o bajo el amparo de las personas que lo tienen bajo su cuidado;
menor abandonado es el que ha sido objeto de abandono, según el
concepto explicado respecto de este último delito. No tiene importan-
cia que el menor se encuentre en tal condición por causas fortuitas o

1 IRURETA GOYENA, op. cit., pp. 196 y ss.

18
DELITOS CON1RA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

como consecuencia de un delito. No se exige tampoco que el menor


se encuentre en situación de efectivo peligro, o que en definitiva resul-
te para él alguna lesión como consecuencia de la omisión de socorro, y
estas circunstancias no influyen en la penalidad. Ni toma en considera-
ción la ley el hecho de encontrarse el menor en un lugar solitario o no
solitario. Pero sí exige que sea menor de siete años, con lo cual resulta
cierta inconsecuencia, ya que en el delito de abandono, cuando se trata
de lugar solitario, presume el peligro para el niño si éste tiene menos
de diez años; en cambio, el que lo encuentre sólo tiene obligación de
socorrerlo si el niño tiene menos de siete años. Si el que encuentra al
niño es el propio abandonante, no comete un nuevo delito; en virtud
del principio de consunción, solamente se le sanciona por el abando-
no, sin considerar la posterior omisión de socorro.
La otra forma de comisión de este delito se encuentra en el Art. 494
No 14, que sanciona al que "no socorriere o auxiliare a una persona que
encontrare en despoblado herida, maltratada o en peligro de perecer,
cuando pudiere hacerlo sin detrimento propio". Esta figura contiene al
decir de SOLER1 la expresa imposición de un alto deber de solidaridad
social.
La figura es similar a la anterior, pero de alcance más vasto. El suje-
to pasivo se ha ampliado considerablemente: se trata de cualquiera per-
sona herida, maltratada o en peligro de perecer. Del mismo modo, el
deber de asistencia que se impone es amplio: socorrerla o auxiliada.
En cuanto a la expresión "encontrare", debe entenderse en el mismo
sentido ya explicado tratándose de la figura precedente. La exigencia
de que se le encuentre "en despoblado" no parece justificada, ya que
la razón de ser de la figura es el peligro efectivo en que la persona se
encuentra, y no el peligro posible que pudiera amenazarla, y en tal
caso parecería que la justificación del precepto es la misma tratándose
de poblado que de despoblado. En todo caso, el concepto de despo-
blado ya ha sido precedentemente analizado.
A diferencia de la anterior, esta figura exige que la persona a quien
se encuentra esté efectivamente en situación de peligro, que la ley ca-
racteriza con las voces "herida, maltratada o en peligro de perecer". El
empleo de esta última expresión da su pleno sentido a las anteriores:
no basta cualquiera herida o maltrato físico para hacer surgir la obliga-
ción de socorro, sino uno que cree un verdadero peligro de perecer.
De otro modo no se justificaría considerar en un mismo plano de pena-
lidad dos hipótesis de gravedad tan diferente. Herido, para la ley, es el

1
SOLER, op. cit., III, p. 186.

19
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

lesionado; maltratado, el que ha sufrido violencia física que le ha cau-


sado menoscabo en su salud o integridad corporal. También se encon-
trarán en este caso los enfermos o inválidos. El que está en peligro de
perecer a veces estará también herido, pero podrá no estarlo, como el
nadador que se ha alejado mucho de la playa, o el excursionista extra-
viado en la montaña. No importa cuál sea el origen de la situación de
peligro: si fortuita o debida a un delito, o incluso provocada por la im-
prudencia del mismo sujeto (navegante solitario, andinista).
La ley agrega aquí un requisito: esta obligación de asistencia surge
cuando el auxilio puede prestarse "sin detrimento propio". La expre-
sión "sin detrimento" no debe entenderse como si fuera "sin molestia",
ya que la prestación de auxilio a un desvalido en despoblado por lo
regular exigirá alguna clase de incomodidad a quien lo socorre. Nos
parece que este requisito responde sólo al principio general, reconoci-
do en nuestra ley en diversas disposiciones, de que la ley no puede
exigir el heroísmo a los súbditos del orden jurídico. Por consiguiente,
creemos que la expresión analizada significa que la obligación de pres-
tar auxilio cesa cuando el sujeto, para hacerlo, tendría que exponerse a
un mal grave o a un peligro inminente en su vida, su salud o su liber-
tad. Si se trata de males menores, como lesiones de poca monta o una
pérdida pecuniaria, estimamos que el deber de asistencia subsiste. Aun-
que el texto legal sólo formula dicha limitación en esta figura, opina-
mos que ella es igualmente aplicable en la figura anterior, pues existen
idénticos motivos y la razón de ser de ambas infracciones es la misma.

20
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

Sección Segunda

DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS

Se ha dicho ya más arriba que el legislador ha considerado el orden de


las familias desde un doble punto de vista: por una parte, la protección
a las reglas sobre constitución jurídica de la familia, y por la otra, la
tutela de las normas sobre el uso de las funciones sexuales en el orde-
namiento familiar, lo que da origen a dos diferentes grupos de delitos.

Primer grupo
Delitos contra el ordenamiento jurídico
de la familia

Los delitos de este grupo están considerados en dos párrafos diversos:


uno de ellos trata de los delitos contra el estado civil de las personas, y
el otro, de la celebración de matrimonios ilegales.

I. DELITOS CONTRA EL ESTADO CIVIL DE LAS PERSONAS

El Código Civil (Art. 304) define el "estado civil" como "la calidad de
un individuo, en cuanto le habilita para ejercer ciertos derechos o con-
traer ciertas obligaciones civiles", definición que no da un concepto en-
teramente claro de la naturaleza del estado civil, ni de su diferencia con
la capacidad.
Más preciso resulta decir que el estado civil (CARRARA lo llama tam-
bién "estado de familia") 1 es la situación de una persona con respecto
de sus relaciones de familia, en cuanto de ella derivan derechos y obli-
gaciones jurídicas. 2 Las fuentes del estado civil son principalmente el

I CARRARA, Programa, § 1950.


2 Conceptos similares en SOLER, op. cit., III, p. 355; ANTON y RODRIGUEZ, op.
cit., 11, p. 288, citando a MERKEL.

21
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

nacimiento, el matrimonio y la muerte, sin perjuicio de otros actos jurí-


dicos, como el reconocimiento de hijo natural.
De los elementos del estado civil enumerados en la definición pre-
cedente, el primero de ellos es abstracto, y por lo tanto inmutable, no
alterable por la voluntad del interesado ni de terceros. Quien nació hijo
legítimo (realmente y no sólo en apariencia), no puede perder jamás
tal calidad. Los delitos de que aquí tratamos no ofenden por lo tanto el
estado civil como calidad abstracta, sino el estado civil concreto y de-
terminado de una persona; esto es, los derechos y obligaciones que es-
pecíficamente van anexos al estado civil de una persona en particular.
Aunque el estado civil es siempre el mismo, no es igual ser hijo legíti-
mo de cierta persona que serlo de otra.
Por otra parte, no basta, para lesionar el estado civil, con una usur-
pación de nombre, y ni siquiera de identidad; debe tratarse de una usur-
pación (cuando éste es el medio escogido) de calidad, o sea, una
usurpación de identidad en cuanto ésta lleva consigo un determinado
estado civil (derechos propios y obligaciones de terceros).
Nuestro Código incluyó en este párrafo diversas figuras que en el
Código Español tenían una ubicación diferente: los delitos de los Arts. 355
y 357 eran variedades de la sustracción de menores, y la figura del
Art. 356, una forma de abandono de niños, todas ellas dentro de los
delitos contra la libertad y seguridad, donde ciertamente estaban mejor
situados.

SUPOSICIÓN DE PARTO

Se ocupa de esta figura el Art. 353, primera parte. El delito aparece tipi-
ficado, escuetamente, como "suposición de parto". Sin embargo, la fi-
gura no puede tener el alcance tan general que su simple enunciado
parece indicar. "Suposición de parto" significa fingir que una mujer ha
dado a luz cuando en verdad no lo ha hecho. Pero como, de acuerdo
con el epígrafe del párrafo, esto debe constituir un delito "contra el es-
tado civil de las personas", una conducta semejante sólo constituirá este
delito cuando altere o pueda alterar el estado civil de una persona. Esto
únicamente puede ocurrir cuando se presenta a una criatura viva (o bien
muerta, pero pretendiendo que nació viva) como producto de un parto,
no siendo en realidad así. Por esta razón, está en lo cierto GROIZARD 1
cuando afirma que este delito debería más bien llamarse "suposición

1 GROIZARD, op. cit., V, p. 520.

22
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

de hijo". CARRARA1 distingue igualmente entre la suposición de parto (no


ha existido parto) y la suposición de niño (ha existido parto, pero se
ha reemplazado su fruto muerto por una criatura viva). Pero para que
estas hipótesis puedan constituir delito, CARRARA exige, en ambos ca-
sos, que se presente una criatura como nacida. Está claro que sólo de
este modo puede alterarse el estado civil de alguien (precisamente, de
la criatura que se sostiene producto del parto). Suponer un simple em-
barazo, fingir que se ha dado a luz una criatura que no alcanzó a vivir
(y que para nuestro derecho civil no comenzó a existir legalmente), o
inscribir o aparentar en otra forma la existencia de una criatura imagi-
naria, no constituye este delito.
Sujeto activo de esta figura puede ser cualquiera, aunque será difí-
cil que pueda cometerse sin que la mujer a quien se atribuye la criatura
haya participado en alguna forma.
La inscripción del supuesto producto del parto será forma ordinaria
de comisión del delito, pero no es indispensable. El carácter de delito
no puramente individual que tiene esta infracción queda de manifiesto
por la circunstancia de que generalmente esta forma delictiva no perse-
guirá un perjuicio para la criatura cuyo estado civil se altera, sino un
beneficio para la misma, lo que no impide la punibilidad del hecho.

SUSTITUCIÓN DE UN NIÑO POR OTRO

A esta figura se refiere el Art. 353, segunda parte. Según ANTON y RO-
DRIGUEZ, este delito se produce "cuando cualquiera persona cambia dos
niños al objeto de procurar que el uno y el otro formen parte de fami-
lias a las cuales no pertenecen". No nos parece que este último requisi-
to sea estrictamente necesario con respecto a los dos niños, pero al
menos es indispensable con respecto a uno de ellos. Aquí ha habido
realmente embarazo y alumbramiento de criatura viva, mas se ha cam-
biado a ésta por otra. Pero constituiría este delito el hecho de sustituir
a un niño nacido dentro de matrimonio por otro abandonado o expuesto,
de tal modo que este último adquiriera de hecho el estado civil del pri-
mero, y éste tuviera conjeturalmente el estado civil de hijo ilegítimo sin
familia conocida.
Un problema que esta figura plantea es el determinar qué debe
entenderse por niño, expresión que el legislador penal no define.
Para CARRARA, este delito puede cometerse incluso con respecto a per-

1
CARRARA, Programa, § 1963.

23
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

sonas adultas, siempre que éstas no conozcan su estado o no estén


en condición de investigarlo y reclamarlo (dementes, sordomudos,
etc.). 1 Nos parece que la naturaleza de la infracción no exige en ver-
dad una limitación en cuanto a la edad de las personas sustituidas,
mas como nuestra ley emplea la expresión "niño", será preciso ad-
mitir como límite máximo el que impone el sentido natural y obvio
de la expresión, según su uso general, o sea, la pubertad. Pero in-
cluso por debajo de dicho límite puede rechazarse la existencia del
delito si las personas sustituidas ya conocen su estado o están en
situación de investigarlo y reclamarlo, según el enunciado criterio de
CARRARA, puesto que en tal caso ya no será posible atentar contra el
estado civil de dichas personas, sin perjuicio de otros delitos, como
sustracción de menores.

SUPRESIÓN DE ESTADO CML

Se designa con este título genérico la figura del Art. 354, inciso zo, que
consiste en "sustraer, ocultar o exponer a un hijo legítimo o ilegítimo
con ánimo verdadero o presunto de hacerle perder su estado civil". La
denominación genérica no es del todo exacta, ya que siendo el estado
civil un atributo de la personalidad, nunca puede decirse que se supri-
me todo estado civil respecto de una persona. Pero teniendo siempre
presente que estos atentados lo son contra un estado civil específico y
particular, es posible admitir que puede hacerse perder a una persona
un estado civil de tal clase sin hacerle adquirir ningún otro estado civil
determinado, de tal modo que se ignore a qué familia y por qué filia-
ción pertenece.
El sujeto activo no está restringido a los padres de la víctima, sino
que puede tratarse también de otros ascendientes, o aun de terceros
extraños. El sujeto activo debe tener la calidad de hijo legítimo o ile-
gítimo. En el Código Español, sólo podía tratarse de un hijo legítimo,
lo que era comprensible. En cambio carece de sentido la agregación
de la calidad de hijo ilegítimo que hizo la Comisión Redactora. No se
advierte cómo puede perderse una calidad como ésa, a menos que se
pierda también la vida o que se cree una apariencia de estado civil de
hijo legítimo, lo que desplazaría el delito hacia otras figuras. No hay
especiales limitaciones en cuanto a la edad, siempre que respecto de
la víctima pueda resultar idónea una conducta de ocultación o sus-

1 CARRARA, Programa, § 1962, nota.

24
DELITOS CONlRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

tracción para hacerle perder su estado civil (v. gr., el caso de un de-
mente).
Este delito tiene un elemento subjetivo especial: la conducta debe
ser realizada con el ánimo verdadero o presunto de hacer perder al hijo
su estado civil. La expresión "verdadero o presunto" no tiene sentido
alguno; fue introducida por la Comisión Redactora solamente para per-
mitir (sesión 68) que pudiera probarse tal ánimo por presunciones. Siendo
tal medio probatorio de general aplicación hoy día en materia criminal,
carece de alcance práctico la fórmula legislativa. La exigencia de este
ánimo tiene importancia, porque de otro modo las conductas aquí des-
critas podrían ser impunes (como la exposición) o constituir otros deli-
tos más graves (como la sustracción de menores).
La conducta incriminada puede consistir en primer término en sus-
traer al hijo, concepto que ya se ha analizado extensamente al tratar
del delito de sustracción de menores. Este último delito, empero, no
puede ser cometido por los padres, según se ha explicado, en lo que
difiere de la presente figura. Para quienes opinan que el delito de sus-
tracción de menores podría también tener a los padres por sujeto acti-
vo, la única diferencia con esta figura radicaría en que éste requiere del
ánimo de hacer perder al hijo su estado civil. Se produciría, sin embar-
go, admitiendo tal interpretación, la inconsecuencia de que, cuando los
padres son autores de la sustracción impulsados por afecto al hijo y
para beneficiarlo, reciben una pena mucho más elevada que cuando
realizan la sustracción para hacerle perder su estado civil. En seguida,
la conducta puede consistir en ocultar al hijo, o sea, colocarlo en un
sitio desconocido para los demás o no presentarlo, estando obligado a
hacerlo, cuando los demás desconocen su paradero. Finalmente, se ha-
bla de exponer al hijo, conducta ya definida al tratar del abandono de
niños. Se dijo en esa oportunidad que la exposición de niños, por ex-
presa disposición legal, no era punible como abandono. Excepcional-
mente, cuando tiene como finalidad hacer perder al hijo su estado civil,
es punible a este título.

USURPACIÓN DE ESTADO CML

El Art. 354 inciso 1o sanciona al que "usurpare el estado civil de otro".


La usurpación significa el atribuirse el estado civil de otro (no simple-
mente su nombre o identidad, como se ha hecho observar), y, como
expresan ANTON y RODRIGUEZ, "suplantar a dicha persona en las posi-
ciones de titularidad que aquel estado supone", suplantación que se ma-
nifiesta "en el ejercicio de las facultades jurídicas y de los poderes que

25
DEUTOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

aquellas titularidades comportan" .1 Fue explícita la Comisión Redactora


en dejar testimonio de que este delito exige usurpar los derechos de un
tercero, " ... como si yo pretendo ser hijo de Pedro en vez de Juan, que
lo es en realidad; pero no el caso en que se arrogue uno cierto estado
civil que no le pertenece, pero que tampoco corresponde a un tercero,
como si sostuviera que era soltero siendo viudo o viceversa" (sesión 67).

LAS RESTANTES FIGURAS

Según se ha dicho, las restantes figuras del párrafo no aparecían en esta


ubicación dentro del Código Español. En verdad, sólo con una inter-
pretación muy amplia podrían verse en las figuras de los Arts. 355 y
357 casos de peligro abstracto para el estado civil. La eventualidad de
que el Art. 356 pueda sancionar una lesión contra el mismo bien jurídi-
co resulta remota.

l. No PRESENTACIÓN DE UN MENOR. El Art. 355 sanciona al que "hallán-


dose encargado de la persona de un menor no lo presentare, reclamán-
dolo sus padres, guardadores o la autoridad, a petición de sus demás
parientes o de oficio, ni diere explicaciones satisfactorias acerca de su
desaparición". Esta conducta en el Código Español no era sino un caso
especial de sustracción de menores, situación que PACHECO justificaba
señalando que ella despertaba una presunción tan grave y tan desfavo-
rable para el encargado, que la ley había hecho bien en presumirlo au-
tor de la sustracción. 2 La pena era la misma de la sustracción; empero,
en nuestro Código pasó a ser mucho menor que la de ésta, aun en el
tenor original de nuestro texto legal. La redacción del artículo parece
excluir, como posibles sujetos activos, a los padres y guardadores, lo
cual evidencia su naturaleza similar a la de las sustracciones. Este ar-
tículo, en verdad, no es sino una presunción legal de sustracción de
menores. Su sujeto activo es la persona encargada de un menor, sea
por delegación de sus padres o guardadores, sea simplemente de he-
cho. La conducta consiste en no presentar al menor, esto es, no indicar
su actual paradero, cuando lo solicitan los padres, los guardadores o la
autoridad. El sujeto pasivo es un menor, concepto que la ley no ha pre-
cisado en este caso, y debe entenderse, por consiguiente, como cual-
quiera persona que no ha cumplido dieciocho años.

1
ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., II, p. 291.
2
PACHECO, op. cit., 111, p. 250.

26
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

¿Qué quiere decir "ni diere explicaciones satisfactorias acerca de su


desaparición"? La expresión "satisfactorias" es bastante desafortunada; lo
que la ley ha querido expresar es que no se trata aquí de una presun-
ción de derecho, sino que el encargado puede justificar que él no ha
sustraído ni oculta al menor. Las explicaciones son "satisfactorias", en
consecuencia, en el sentido de que libran al encargado de la presun-
ción de ser autor de sustracción; pueden no serlo en cuanto al estado
de ánimo de los padres. Si el encargado prueba que el menor murió
accidentalmente ahogado mientras nadaba, ello será una explicación "sa-
tisfactoria" para la ley; difícilmente lo será para los padres.
¿Por qué razón se considera esta figura como un atentado contra el
estado civil? Pudiera concebirse un caso: el menor es de tan corta edad,
que no conoce su estado civil ni está en situación de investigarlo o re-
clamarlo, y a través de su desaparición (sustracción) se le hace perder
su estado civil. Pero en tal evento estaríamos, naturalmente, en pleno
delito de sustracción de menores. En todo caso, el texto legal es de
alcance mucho más amplio, y puede aplicarse incluso cuando el estado
civil no ha sido alterado ni puesto en peligro.

2. INDUCCIÓN A ABANDONO DE HOGAR. El Art. 357 sanciona al que "in-


dujere a un menor de edad, pero mayor de diez años, a que abandone
la casa de sus padres, guardadores o encargados de su persona". Nue-
vamente nos encontramos en presencia de una conducta que está mu-
cho más vinculada a la sustracción de menores que a los delitos contra
el estado civil. Dada la edad del sujeto pasivo, es incluso difícil conce-
bir un caso concreto en que el estado civil del menor resulte lesionado
por esta conducta. El concepto de "inducir" ha sido analizado al tratar
de la autoría en la Parte General. Aquello a lo que se induce es al aban-
dono, o sea, el alejamiento material y permanente de la casa de sus
padres, guardadores o encargados de la persona del menor (que cons-
tituye el símbolo material de la esfera de custodia o resguardo en que
el menor se encuentra). El sujeto pasivo es un menor, es decir, el que
no ha cumplido dieciocho años.
Al tratar de la sustracción de menores señalamos que si la conducta
del sustractor consistía en inducir al menor a abandonar su hogar, era
preciso hacer una distinción: si el menor tenía menos de diez años, el
delito era siempre el de sustracción, pues para la ley la voluntad del
menor carecía de relevancia; si, en cambio, era mayor de diez años, el
delito era el del Art. 357.
Como se trata igualmente de una figura derivada de la sustracción
de menores, el ámbito del sujeto activo excluye a los padres, guarda-
dores o encargados de la persona del menor.

27
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

3. ENfREGA DE UN MENOR A TERCEROS. La figura del Art. 356 se refiere al


que "teniendo a su cargo la crianza o educación de un menor de diez
años, lo entregare a un establecimiento público o a otra persona, sin la
anuencia del que se lo hubiere confiado o de la autoridad en su defec-
to, y de ello resultare perjuicio grave". Sin ser propiamente un abando-
no, esta conducta se vincula mucho más a dicho delito que a los
atentados contra el estado civil, ya que supone un quebrantamiento de
las obligaciones de asistencia y cuidado del menor. La conducta misma
que se pena no ofrece mayores dificultades. El Código Español sancio-
naba el solo hecho de la entrega, con lo cual resultaba la figura (situa-
da dentro del abandono) ser de peligro abstracto. Actualmente la
penalidad se agrava si hay peligro concreto para la salud o moralidad
del menor. Nuestra ley va más allá y exige una efectiva lesión para el
menor: "perjuicio grave", que el texto legal no especifica, aunque la Co-
misión Redactora señaló que podría tratarse tanto de perjuicio para el
menor mismo como para sus padres. Si el perjuicio es en la salud o
integridad corporal, habrá que exigir que se trate al menos de lesiones
graves. Puede tratarse de otra clase de perjuicio: pérdida pecuniaria, co-
rrupción moral, pérdida del estado civil. Sólo en este último caso po-
dría vincularse esta conducta con los restantes delitos del párrafo.
Es de notar que el sujeto activo es "el encargado de la crianza o
educación de un menor", concepto que no se identifica necesariamente
con el de guardador, ya que precisamente el texto legal se refiere a am-
bos como si fueran personas distintas: uno el encargado y otro el que
ha hecho el encargo (guardador). En cuanto al sujeto pasivo, es entre
nosotros un menor de diez años. Es, sin embargo, discutible la posibili-
dad de considerar como sujetos pasivos a los padres o guardadores del
menor (los que han hecho el encargo de su crianza o educación), ya
que es la anuencia de éstos la que hace desaparecer la antijuridicidad
de la conducta, y en el pensamiento de los redactores de la ley el per-
juicio puede resultar tanto para el menor como para éstos (sesión 159).
ANTON y RODRIGUEZ se pronuncian por la afirmativa. 1
La expresión "establecimiento público", dada la naturaleza de la in-
fracción, deberá entenderse como "abierto al público", ya que de otro
modo quedarían excluidos, sin ninguna razón, los establecimientos de
propiedad privada que prestan servicios al público y respecto de los
cuales se justifica igualmente la disposición.

1
ANTON y RODRIGUEZ, op. cit. 11, p. 335.

28
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

II. CELEBRACION DE MATRIMONIOS ILEGALES

El párrafo 10 de este artículo se refiere a una serie de infracciones que


atentan contra el matrimonio en cuanto fuente de la familia legítima.
En general, consisten en celebrar o contraer matrimonio faltando a las
disposiciones de fondo o forma que la ley civil establece en esta mate-
ria. Tratándose de vicios de forma, hay algunas infracciones que en rea-
lidad lo son más contra la administración pública que contra el orden
de las familias. En verdad, algunas ofensas tienen tan escasa trascen-
dencia que bien podrían haber sido reprimidas como meras faltas.

BIGAMIA

Con este nombre tradicional -que nuestro Código no emplea- se cono-


ce la figura a que se refiere el Art. 382, que sanciona "al que contrajere
matrimonio estando válidamente casado". Sería tal vez más propio lla-
mar a este delito poligamia, como lo hace CARRARA, 1 ya que puede tra-
tarse, no de un segundo matrimonio, sino de un tercero, cuarto o ulterior.
La acción misma del delito consiste en "contraer matrimonio". No
consiste en "quedar casado", por lo cual no cabe duda de que entre
nosotros, al menos, la bigamia es un delito instantáneo y no permanen-
te, o sea, que se consuma con el hecho de contraer matrimonio, punto
de máxima importancia para los efectos de la prescripción. Si al matri-
monio bígamo sigue cohabitación de los cónyuges, podría surgir un delito
de usurpación de estado civil, pero ya punible separadamente según
las reglas del concurso de delitos (la última figura constituye un delito
permanente). Este tratamiento de la bigamia no carece de lógica, pues-
to que el bien jurídico protegido es la unidad y la indisolubilidad del
matrimonio, el que aparece violado apenas se contrae un nuevo matri-
monio, sin que sea necesario nada más aparte de dicha circunstancia.
¿Qué significa "contraer matrimonio"? La cuestión es interesante, ya
que no cabe duda de que el segundo matrimonio será siempre nulo,
por la existencia del impedimento del "vínculo matrimonial no disuel-
to". Sin embargo, la ley alude a él claramente como un matrimonio que
se ha contraído. Por otra parte, tampoco parece exigible que se hayan
cumplido todas y cada una de las formalidades del matrimonio, ya que
más adelante la ley sanciona precisamente la omisión de dichas forma-
lidades como "celebración de matrimonios ilegales", con lo cual queda

1
CARRARA, Programa, § 1936.

29
DEUTOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

de manifiesto que para el Código Penal la falta de formalidades no es


obstáculo para seguir llamando "celebración de matrimonio" a determi-
nada conducta de los cónyuges. Sin embargo, al menos ciertos requisi-
tos serán indispensables para tipificar el delito, y ellos no son otros que
los mínimos exigidos para que se tenga el matrimonio por existente
(aunque no por válido). Entre nosotros estos requisitos son: 1) La di-
versidad de sexos entre los contrayentes, y que éstos sean solamente
dos; 2) El consentimiento, prestado en términos formales y explícitos,
en recibirse recíprocamente como marido y mujer, y 3) La presencia del
Oficial Civil (competente o no) y de dos testigos (hábiles o no). Los
dos primeros requisitos son siempre indispensables; el tercero es exigi-
ble con respecto a los matrimonios celebrados en Chile; con respecto a
los celebrados en el extranjero, sus formalidades mínimas de existencia
serán determinadas por la ley del país en que se contrae, según el Art. 15
de la Ley de Matrimonio Civil. De este modo, si se cumplen dichas for-
malidades esenciales, queda consumado el delito de bigamia. Carece
de importancia el hecho de que este segundo matrimonio resulte nulo
además por otra causa (incumplimiento de formalidades, incompeten-
cia del Oficial Civil, etc.), ya que de todas maneras siempre será nulo
por el impedimento señalado. Por añadidura, si en la celebración del
matrimonio se incurre en otra figura de celebración de matrimonios ile-
gales, ella será punible separadamente, en principio.
El texto legal se refiere a una circunstancia importante: el sujeto ac-
tivo es el que "está válidamente casado". En consecuencia, si el matri-
monio anterior (o los matrimonios, si han sido varios) adolece de nulidad,
no se configura la bigamia. Empero, la regla en la materia es que todo
matrimonio existente (según los criterios ya enunciados) se reputa váli-
do mientras no es declarado nulo por sentencia judicial. Por lo tanto, la
validez del matrimonio anterior es una cuestión que debe suscitarla el
acusado de bigamia mediante la interposición de la correspondiente de-
manda de nulidad. Esta cuestión debe ser llevada ante el tribunal civil
competente (Art. 173 del Código Orgánico de Tribunales), y mientras
ella es resuelta, el juicio criminal se paraliza (Art. 4° del Código de Pro-
cedimiento Penal). En seguida, y siempre en relación con el sujeto acti-
vo, cabe preguntarse cuál es la situación de la persona que contrae
matrimonio con el bígamo. Desde luego, si a su vez dicha persona es-
taba también válidamente casada, comete bigamia, pero independiente-
mente, no como copartícipe del cónyuge. Si el contrayente en cuestión
no estaba a su vez válidamente casado, no realiza, indudablemente, la
conducta descrita en la tipificación legal, y su posible punibilidad de-
berá buscarse en la aplicación de las reglas generales sobre participa-
ción. Toda posible responsabilidad penal debe, por cierto, fundamentarse

30
DEUTOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBUCA

en el dolo correspondiente a la figura, esto es, en el conocimiento de


que se está contrayendo matrimonio y de que la contraparte está ligada
por un vínculo matrimonial válido y no disuelto. Si así ocurre, es preci-
so distinguir dos casos: a) Existe concierto: el otro contrayente es coau-
tor en virtud del Art. 15 No 3o, pues facilita los medios con que se lleva
a efecto el hecho; b) No existe concierto (v. gr., si el sujeto se ha ente-
rado por su cuenta, y sin que lo sepa el bígamo, de la situación de
éste, y no obstante, decide llevar adelante el matrimonio). En este caso,
es un cómplice. El inductor es punible según las reglas generales. La
responsabilidad del Oficial Civil se rige por el Art. 388 y no por las re-
glas generales sobre participación.
Nada especial ofrece este delito en materia de culpabilidad. El co-
nocimiento de la validez del vínculo anterior es esencial al dolo. Pero
es suficiente el dolo eventual: la duda razonable acerca de la validez
del matrimonio anterior, que en definitiva resulta ser válido. Sobre el
iter criminis puede decirse que, aun siendo la bigamia un delito for-
mal, como la acción misma de celebrar un matrimonio es compleja, cabe
la tentativa, pero que sólo pueden considerarse "actos directos de co-
mienzo de ejecución" los que empiezan la ceremonia matrimonial mis-
ma: las etapas preliminares (manifestación, información) serían actos
preparatorios impunes.
Si una persona contrae matrimonio en país extranjero encontrán-
dose válidamente casada ante la ley chilena (lo que no significa nece-
sariamente que el primer matrimonio se haya celebrado en Chile), el
delito de bigamia no sería en principio sancionable por la ley y los
tribunales chilenos, en virtud de las reglas sobre el ámbito espacial de
la ley penal y sobre competencia internacional de los tribunales chile-
nos. Empero, el Art. 6° No 6° del Código Orgánico de Tribunales seña-
la como un caso de excepción para el cual tienen competencia los
tribunales chilenos, el de los delitos "cometidos por chilenos contra
chilenos en el extranjero, cuando el culpable regresa a Chile sin ha-
ber sido juzgado por la autoridad del país en que delinquió". Supo-
niendo que el autor de la bigamia fuera chileno, ¿daría tal disposición
competencia a los tribunales chilenos para juzgar el delito? La pregun-
ta obliga a determinar si la bigamia es un delito que se comete contra
una persona determinada, y en caso afirmativo, cuál sería ella. La bi-
gamia aparece concebida como un delito contra el orden de las fami-
lias, bien jurídico abstracto, que no pertenece a ninguna persona en
particular, sino en cierto aspecto al grupo familiar y en cierto aspecto
a la sociedad entera. Por otra parte, difícil sería determinar quién re-
sultaría víctima en este delito: si el primer cónyuge, cuya situación ju-
rídica de cónyuge legítimo no se ve en absoluto afectada por el nuevo

31
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDMDUALES

matrimonio, ni en el aspecto familiar ni en el patrimonial y que sólo


recibe una ofensa en su honor; o el segundo cónyuge, que sin em-
bargo es por lo general un coautor o cómplice del delito, y al cual,
en todo caso, tampoco el matrimonio bígamo le produce directa e in-
mediatamente ningún perjuicio (naturalmente, sus consecuencias pue-
den producírselo más tarde).
Aunque esta figura tutela fundamentalmente el ordenamiento jurídi-
co de la familia, también aparecen protegidos otros bienes jurídicos: la
fe conyugal, las buenas costumbres, el mismo estado civil, etc. Por lo
tanto, es posible que el delito de bigamia consuma, por producirse un
concurso aparente, otras infracciones que la preceden, acompañan o si-
guen (como por ejemplo la cohabitación subsecuente, que aisladamen-
te considerada pudiera constituir estupro), salvo, según los principios
generales de dicho concurso, que tales infracciones fueran más graves
que la bigamia, pues en tal caso no podría suponérselas absorbidas por
el desvalor delictivo de ésta.

VIOLACIÓN DE IMPEDIMENTOS

El Art. 383, en su segunda parte, sanciona al que contrajere matrimonio


a sabiendas de que lo afecta un impedimento dirimente. A continua-
ción, para los efectos de la penalidad, distingue el artículo según si el
impedimento en cuestión es dispensable o no es dispensable. En este
último caso la pena es corporal; en el primero es sólo pecuniaria, salvo
que por culpa del afectado no se revalidara el matrimonio posterior-
mente, previa dispensa, evento en que la pena es también corporal, pero
se le pone término cuando se revalida el matrimonio.
Este artículo emplea la terminología canónica, ya que a la época de
la dictación del Código todo lo relacionado con la celebración, requisi-
tos y validez del matrimonio se regía por el derecho eclesiástico. Den-
tro del derecho canónico, los impedimentos para contraer matrimonio
son de dos clases: los dirimentes, que acarrean la nulidad del matri-
monio, y los impedientes, que hacen el matrimonio ilícito, pero no
inválido, y llevan consigo otras penas o consecuencias distintas de la
nulidad. Este artículo se refiere exclusivamente a los primeros, o sea, a
los que llevan consigo la nulidad del matrimonio. Los impedimentos im-
pedientes están reglamentados en los Arts. 385, 386 y 387.
Ahora bien, dentro del sistema canónico existe la institución de la
dispensa o exención de la ley, concedida por la autoridad eclesiástica,
que puede otorgarse respecto de ciertos impedimentos, mas no de otros.
Según ello, los impedimentos dirimentes, de que se trata en este artícu-

32
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

lo, pueden ser dispensables o no dispensables, y de ahí la terminología


de este último.
Al cambiar el sistema de matrimonio para la ley chilena de confor-
midad con la Ley de Matrimonio Civil, se mantuvo un sistema doble:
determinadas circunstancias vician de nulidad el matrimonio (Arts. 4°,
5°, 6° y T de la Ley de Matrimonio Civil) y a ellas se da el nombre de
impedimentos; otras, en cambio, señaladas en el Código Civil, aca-
rrean otra clase de sanciones para el evento de la contravención, pero
no la nulidad, y a ellas se da el nombre de prohibiciones. De este
modo, la expresión "impedimento dirimente" que este artículo emplea
quiere decir "impedimento que anula el matrimonio" o, en la termino-
logía actual, simplemente "impedimento". La referencia a la dispensa no
tiene ya ningún alcance, porque dicha institución no existe en el régi-
men de matrimonio civil, de modo que todos los impedimentos deben
ser considerados como "no dispensables". Ello no es injusto, porque los
impedimentos que subsistieron como tales en nuestra Ley de Matrimo-
nio Civil son casi todos impedimentos que en el derecho canónico se
consideran también dirimentes no dispensables.
Hay en la Ley de Matrimonio Civil otra causas que invalidan el ma-
trimonio (incompetencia del Oficial Civil, falta de testigos hábiles, falta
de libre y espontáneo consentimiento), pero que no son consideradas
impedimentos, sino requisitos de la celebración misma del matrimonio,
y por lo tanto, quien contrae matrimonio en dichas condiciones no in-
curre en el delito de que nos ocupamos, sin perjuicio de que pueda
incurrir en algún otro según las circunstancias.
Puede observarse que la bigamia en realidad es sólo una figura par-
ticular de este mismo delito, ya que en ella también la conducta consis-
te en contraer matrimonio encontrándose ligado por un impedimento
(dirimente no dispensable): el vínculo matrimonial no disuelto. Sin em-
bargo, la ley ha reglamentado separadamente dicha figura y con una
penalidad algo más elevada, por tratarse, para aquélla, del caso más
grave.
La conducta punible misma consiste siempre en contraer matrimo-
nio, sobre lo cual vale lo expuesto en relación con la bigamia.
LABATIIT1 afirma que la división de los impedimentos canónicos en
dispensables y no dispensables equivale a la división entre impedimen-
tos y prohibiciones de la ley civil, lo cual es un error, según se ha he-
cho observar. Llevado por este error, LABATIIT se ve obligado a admitir
la inconsecuencia (dentro de su afirmación inicial) de que, compren-

1
LABATIIT, op. cit., 11, p. 253.

33
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDMDUALES

diendo el Art. 383 todos los impedimentos y todas las prohibiciones, se


ocupe a continuación el código, en artículos separados, de las prohibi-
ciones en particular.

VIOLACIÓN DE PROHIBICIONES

Las prohibiciones -circunstancias que hacen ilícito contraer matrimonio, pero


que acarrean otras sanciones distintas de la nulidad para el evento de con-
travención- se encuentran reglamentadas en los Arts. 385, 386 y 387. La
conducta base en todos estos artículos corresponde siempre al delito-tipo
de todas estas figuras: contraer matrimonio. Por tal razón, son aplicables
aquí las observaciones formuladas al respecto tratándose de la bigamia.
Las conductas que en particular se sancionan se refieren a contraer
matrimonio violando las siguientes prohibiciones:
1) Prohibición relativa al consentimiento de ciertas personas. Los
menores de edad que deseen contraer matrimonio deben obtener el con-
sentimiento de ciertas personas, según los Arts. 105 a 111 del Código
Civil. El Art. 385 sanciona al menor "que de acuerdo con el funcionario
llamado a legalizar su matrimonio, lo contrajere sin el consentimiento
de sus padres o de las personas que para el efecto hagan sus veces". Si
la intervención del funcionario se obtiene en otra forma, por engaño,
intimidación o sorpresa, el delito es otro: lo sanciona el Art. 384, de que
más adelante se tratará. El funcionario concertado no comete este mis-
mo delito: su responsabilidad se rige por la figura del Art. 388. En esta
materia no han sido derogadas las reglas generales sobre responsabili-
dad penal, de modo que el menor será punible solamente si es mayor
de 18 años, o bien si, teniendo entre 16 y 18, ha obrado con discerni-
miento, y en todo caso, se beneficiará de la respectiva atenuante. Esta
figura ofrece además la particularidad de ser de acción privada, que co-
rresponde exclusivamente a las personas de cuyo consentimiento se pres-
cindió, las cuales podrán siempre remitir la pena. Además, tiene el plazo
de prescripción más breve del Código Penal: dos meses desde que di-
chas personas tuvieren conocimiento del matrimonio (y sin perjuicio de
la prescripción según las reglas generales, si dichas personas tardan más
de los plazos ordinarios en enterarse del matrimonio).
2) Prohibición relativa a la guarda. El Art. 116 del Código Civil dis-
pone que para contraer matrimonio un tutor o curador, o uno de sus
descendientes, con mujer que ha estado bajo la guarda de aquél, este
último deberá obtener la aprobación judicial de las cuentas de la admi-
nistración de los bienes de la pupila. El Art. 387 sanciona la infracción
de esta prohibición en forma un tanto más amplia, puesto que habla

34
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

de la "persona" bajo guarda, y no de la "mujer", como el Código Civil,


pero como el texto agrega "en contravención a lo dispuesto en el Códi-
go Civil", habrá que entender que se refiere sólo a la mujer, única a
que alude dicho cuerpo de leyes. Esta figura tiene la interesante parti-
cularidad de que una de sus hipótesis se aparta un tanto de la conduc-
ta típica "contraer matrimonio", ya que además de contraer matrimonio,
el delito del guardador puede consistir en "prestar su consentimiento
para que lo contraigan sus hijos o descendientes" con la pupila. Sin em-
bargo, dada la estructura general de estos delitos y el epígrafe del pá-
rrafo, entendemos que de todos modos será preciso, para la consumación
del delito, que el matrimonio haya llegado efectivamente a celebrarse,
y no bastará con el solo consentimiento.
3) Prohibición relativa a las segundas nupcias de la viuda o
anulada. La mujer cuyo matrimonio ha sido disuelto (viuda) o declarado
nulo, no podrá pasar a nuevas nupcias antes del parto si estuviere
embarazada, o, no habiendo señales de preñez, antes de cumplirse los
270 días subsiguientes a la disolución o declaración de nulidad. La
violación de esta prohibición está sancionada en el Art. 386, que hace
también aplicable la regla del Art. 128, inciso 2°, del Código Civil: se
descuentan de dicho plazo los días que hayan precedido inmediatamente
a la disolución o declaración de nulidad y en los cuales haya sido
absolutamente imposible el acceso del marido a la mujer.
Además de estas prohibiciones, el Art. 126 del Código Civil estable-
ce otra: el viudo que quiere pasar a nuevas nupcias debe presentar al
Oficial del Registro Civil certificado auténtico de nombramiento de cu-
rador especial para los efectos del inventario solemne de los bienes que
está administrando y que pertenecen a sus hijos, o información sumaria
de que no tiene hijos de anterior matrimonio bajo su patria potestad,
tutela o curaduría. El Art. 28 de la Ley 7.613 sobre Adopción establece
igual obligación respecto del adoptante que tenga la patria potestad o
la guarda del adoptado. La infracción de esta prohibición, sin embargo,
no está directamente sancionada en el Código Penal, sin perjuicio de
que eventualmente pueda llegar a constituir otro delito. Ya hemos fun-
damentado nuestra opinión contraria a la de LABATUT, quien cree que
el Art. 383 comprende todos los impedimentos y todas las prohibicio-
nes, con lo cual incluiría a ésta.

ATENTADOS CONTRA LAS FORMAliDADES DEL MATRIMONIO

El matrimonio es un contrato especialmente solemne, y su celebra-


ción está rodeada de formalidades. La ley penal se ha ocupado de

35
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDMDUALES

sancionar tanto la celebración de matrimonios prohibidos como la


infracción de las formalidades de celebración. A esta situación se vin-
culan dos disposiciones: una se refiere al Oficial Civil como sujeto
activo, y la otra, a los contrayentes. La conducta fundamental, em-
pero, es siempre la de contraer matrimonio o autorizar (celebrar) un
matrimonio.
1) El Art. 388 sanciona al "funcionario eclesiástico o civil que auto-
rice matrimonio prohibido por la ley o en que no se hayan llenado las
formalidades que ella exige para su celebración". El sujeto activo es hoy
día solamente el Oficial Civil, ya que ni los eclesiásticos, ni otros fun-
cionarios administrativos pueden legalmente autorizar matrimonios, que
serían incluso inexistentes para la ley civil. Se trata, naturalmente, de
una figura dolosa, aunque sea con dolo eventual. Si el funcionario obra
engañado o de buena fe, no es punible. Aquí se sanciona una variedad
bastante grande de conductas, ya que se comprende desde el funciona-
rio que a sabiendas autoriza un matrimonio bígamo hasta el que autori-
za un matrimonio prescindiendo, v. gr., de la formalidad de la
información o de la manifestación, o de la lectura de determinados ar-
tículos del Código Civil a los contrayentes. En estos últimos casos el
tratamiento penal parece excesivo; en el primero, resulta más benigno
que el que correspondería según las reglas generales. La ley no distin-
gue, para aplicar la pena, si el matrimonio en definitiva es válido o nulo,
o si los contrayentes a su vez incurren o no en alguna responsabilidad
penal. Esta disposición es la que rige la conducta dolosa del Oficial Ci-
vil en todos los casos comprendidos en este párrafo y aun en otros que
no constituyen delito para los contrayentes.
2) El Art. 384 sanciona al contrayente que hiciere intervenir al fun-
cionario que debe autorizar su matrimonio sin haberse observado las
prescripciones que la ley establece para su celebración. Para los efectos
de la penalidad se distingue según si la intervención se ha obtenido
por sorpresa o engaño (conceptos ya analizados), o bien si se ha obte-
nido por violencia o intimidación (nociones también conocidas), caso
en que la penalidad es mayor. Aquí el delito consiste en procurar la
intervención del funcionario (que obra sin culpabilidad y es impune)
con infracción de las formalidades de celebración del matrimonio (no
con infracción de impedimentos o prohibiciones), señaladas en la Ley
de Matrimonio Civil. La ley impone esta sanción, según expresamente
señala el texto legal, "aunque el matrimonio sea válido", lo cual refuer-
za la idea de que aquí se protege la recta administración pública tanto
o más que el orden de las familias.

36
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

SIMULACIÓN DE MATRIMONIO

Dejamos para el término de este grupo la figura del Art. 383, que se
refiere al que "engañare a una persona simulando la celebración de ma-
trimonio con ella". Esta disposición, original de nuestra Comisión Re-
dactora, está manifiestamente mal situada en este párrafo. Estos delitos
se refieren todos a la "celebración de matrimonios ilegales", con lo cual
resulta un requisito indispensable que se haya celebrado realmente un
matrimonio (concepto precedentemente desarrollado), aunque éste sea
nulo. Aquí, por definición legal, no ha habido sino una apariencia de
matrimonio; en verdad, no se ha celebrado ninguno, ni válido, ni nulo.
Se trata de matrimonios inexistentes, y en estas circunstancias no se apre-
cia cómo tal conducta pudiera afectar el orden de las familias, ni la ins-
titución matrimonial. Se comprende que pudiera sancionarse el acceso
carnal logrado fraudulentamente a través de la celebración de un matri-
monio simulado, o el perjuicio económico que se causara en la misma
forma (sería una verdadera estafa). Pero por la sola simulación de un
matrimonio no se advierte qué bien jurídico se violaría. Como se trata
de un engaño a través de una simulación, será preciso aplicar aquí los
mismos criterios expuestos en materia de estafas acerca de la naturale-
za e idoneidad del engaño y del error. Parecería, dice SOLER, que aquí
se estuviera protegiendo algo así como la buena fe o la candidez del
contrayente engañado. 1 La simulación de matrimonio, opina CARRARA, 2
podrá pertenecer a las falsedades, donde rija el matrimonio civil, o a
los delitos contra la religión, donde rija el matrimonio religioso, o a los
adulterios o aun a los delitos contra el estado civil. Pero no a la especie
de los matrimonios ilegales.
En caso de que a través de la simulación de matrimonio se logre
acceso carnal constitutivo de delito o se produzca una estafa, estos últi-
mos títulos consumirán, desplazando, al de simulación de matrimonio,
en virtud del principio de consunción (concurso aparente).

Segundo grupo
Delitos contra el ordenamiento sexual de la familia

En las ediciones anteriores de esta obra, señalábamos que en doctrina


no sólo existía una aguda polémica por lo desigual del tratamiento del

1 SOLER,op. cit., III, p. 366.


2 CARRARA, Programa, § 1933.

37
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDMDUALES

adulterio de la mujer casada frente al del varón, sino que, más allá de
eso, esta decía relación con el hecho mismo de incriminar dichas con-
ductas y sancionarlas penalmente. A partir de la dictación y promulga-
ción de la ley 19.335, del 23 de setiembre de 1994, los artículos 375 a
381 han quedado derogados, regulándose las consecuencias de tales con-
ductas exclusivamente por el derecho de familia, postulado que corres-
ponde a lo que plantea la política criminal en esas materias.

INCESTO

El tratamiento penal del incesto no ha sido uniforme a través de las


legislaciones, ni unánimes los pareceres en doctrina. No era tal infrac-
ción delictiva en sí misma en el Código Español de 1848, y solamente
se le consideraba una circunstancia agravante o calificante del delito de
estupro. Tal enfoque es expresamente aprobado por PACHECO, 1 quien
no ve conveniencia social alguna en sancionar el incesto en otras cir-
cunstancias. GROIZARD expresa idea similar. 2 El propio CARRARA3 cree muy
difícil señalar un bien jurídico ofendido por el solo incesto, sin otras
circunstancias. Esta ofensa es castigada, sin embargo, en el Código Ale-
mán y en el Código Suizo. En la ley italiana lo es sólo si está acompa-
ñado de escándalo. En el derecho inglés, el castigo del incesto estuvo
reservado a los tribunales eclesiásticos hasta comienzos del presente si-
glo, en que pasó a la jurisdicción de los tribunales ordinarios.
Nuestra Comisión Redactora se apartó fundamentalmente de su mo-
delo español tratándose del incesto. En efecto, se ha dicho que en el
Código Español el vínculo de parentesco se consideraba sólo como una
circunstancia calificante del delito de estupro, definido por PACHECO como
"el goce de una doncella, conseguido por seducción" (vale decir, enga-
ño o astucia). 4 Se trataba, por consiguiente, de una infracción en que
existía un sujeto activo, varón, y un sujeto pasivo, mujer y doncella. En
el delito de estupro simple, la edad de la víctima debía ser entre doce y
veintitrés años (si era menor de doce, había siempre violación). Tratán-
dose, en cambio, del estupro incestuoso, se agregaba "aunque sea (la
víctima) mayor de veintitrés años".
Entre nosotros se cambió totalmente el carácter de esta infracción,
elevándola al carácter de delito autónomo, integrado por las solas cir-

1PACHECO, op. cit., 111, p. 165.


2 GROIZARD, op. cit., V, p. 171.
3 CARRARA, Programa,§§ 2001, 2002.
4 PACHECO, op. cit., 111, p. 130.

38
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

cunstancias de la relación sexual y del vínculo de parentesco, y dándo-


le su propia denominación. El Art. 364 lo sanciona en estos términos:
"En igual pena (la de estupro) incurrirá el que, conociendo las rela-
ciones que los ligan, cometiere incesto con una ascendiente o descen-
diente por consanguinidad legítima o ilegítima o afinidad legítima o con
hermano consanguíneo, legítimo o ilegítimo, aunque sea mayor de veinte
años". ·
Esta redacción resulta bastante extraña, ya que la frase final, justifi-
cable en el texto del Código Español, no tiene sentido en la estructura
que nuestros redactores dieron al delito. El incesto no es entre nosotros
un delito con un sujeto activo y otro pasivo, pues ambos partícipes son
en principio coautores. La frase "aunque sea mayor de veinte años", de
consiguiente, es por completo redundante. Si el acceso carnal incestuo-
so es logrado por la fuerza, prevalecerá el título de violación, o sodo-
mía calificada, según el caso, y la víctima no habrá cometido delito
alguno. Lo mismo si una de las partes es menor de doce años, .si es
mujer, o de catorce, si es varón, o si la víctima se halla privada de ra-
zón o sentido por cualquier causa (Arts. 361 y 365). El parentesco, en
tal caso, podría operar como circunstancia agravante genérica, confor-
me al Art. 13. En cambio, nunca podría ser agravante del incesto, ya
que forma parte de la descripción típica de éste, y con carácter esen-
cial, no de circunstancia accidental (Art. 64).
El Código no ha definido lo que es "cometer incesto". Partiendo
de la base de que existe una relación carnal, debe dilucidarse si los
incestuosos han de ser siempre personas de diferente sexo, y si los
actos entre ellos realizados deben consistir en la cópula normal, o si
pueden ser también actos de acceso carnal anormal o de homosexua-
lidad. Dada la parquedad del texto legal, será preciso acudir al análi-
sis del bien jurídico que se ha querido proteger. Para nuestro legislador,
el incesto ha dejado de ser una variedad del estupro. No requiere, por
lo tanto, del engaño o seducción (aunque eventualmente pudiera ha-
berlos). Por otra parte, si existe fuerza o intimidación, el delito se des-
plaza hacia la violación o la sodomía calificada. Tampoco la punibilidad
de la figura depende del escándalo público. Por consiguiente, el bien
jurídico ofendido no es la libertad sexual, ni la moralidad pública. Si
el incesto se realiza libremente y a sabiendas, tampoco se ofende la
honestidad de los hechores. El carácter delictivo de la relación carnal
surge únicamente del parentesco que une a los copartícipes. Ello nos
indica que este delito ha sido concebido como una ofensa al orden
de las familias, que aparece afectado de doble manera: primeramente,
por la posibilidad de engendrar hijos, que de acuerdo con las leyes
biológicas pueden ser un factor de degeneración de la familia y aun

39
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDMDUALES

de la estirpe, 1 y en seguida, representa un atentado contra las buenas


costumbres en forma particularmente chocante al sentimiento familiar.
Sin embargo, es el primer aspecto el más importante, pues en materia
de ofensas a las buenas costumbres la ley siempre exige la presencia
de escándalo; tutela la moralidad pública y no la privada. Aunque la
Comisión Redactora no consignó expresamente tal razonamiento, dejó
testimonio de que restringía las relaciones propias del incesto a aque-
llas que impedían el matrimonio entre quienes las tuvieran, lo que co-
rrobora la idea más arriba expuesta.
Siendo talla razón de ser de la ley, parece claro que sólo los actos
idóneos para introducir la descendencia incestuosa y eventualmente de-
generada serían constitutivos de este delito: la cópula normal entre va-
rón y mujer, aunque, igual que ocurría con el adulterio, no sea exigible
la emisión del semen. Debe admitirse, eso sí, que dados los amplios
términos del texto legal, tal conducta es punible aun en situaciones en
que está ausente la posibilidad de introducción de descendencia even-
tualmente degenerada, como en ciertos casos de relación de afinidad o
cuando las circunstancias excluyen la posibilidad de fecundación. Sub-
siste, empero, en tales casos, la ofensa a los sentimientos familiares. Es
importante hacer notar que la ley se refiere expresamente al carácter
de legítima o ilegítima que la consanguinidad puede tener, sin exigir
que los hijos ilegítimos hayan sido reconocidos. Todo ello muestra la
preocupación del legislador por el orden biológico-sexual de la familia,
más que por el orden jurídico de la misma. En cuanto a la afinidad,
solamente se menciona la legítima en línea recta, ya que únicamente
en tal caso, de conformidad a las disposiciones del Código Civil enton-
ces vigentes, se daría origen a prole incestuosa. En verdad, dicho códi-
go consideraba incestuosos a los hijos nacidos entre parientes más
alejados que los que menciona el Art. 364, pero los redactores del Có-

1 LABATUT, op. cit., II, p. 233. Debe tenerse presente, sin embargo, que desde el

punto de vista puramente biológico, la procreación entre consanguíneos próximos pro-


duce tanto la concentración de los rasgos favorables de los padres, como la de los des-
favorables, circunstancia que es ampliamente conocida y aprovechada en la genética
animal para el mejoramiento de las razas, todo ello según las leyes de MENDEL sobre
herencia biológica. Por otra parte, no obstante, es también un hecho reconocido por
los antropólogos que el tabú o prohibición más universalmente difundido en las socie-
dades humanas, civilizadas o primitivas, es el del incesto, respecto de cuya explicación
hay teorías divergentes (v. gr., las de FREUD y WESTERMARCK). Ello no obsta a que la
historia registre notables excepciones, como en el antiguo Egipto y en la familia impe-
rial de los Incas. Cf. FOX, ROBIN, Sistemas de parentesco y matrimonio, Alianza Uni-
versidad, Madrid, 1972; MEAD, MARGARET, Male and Female, Mentor Books, Nueva
York, 1954.

40
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

digo Penal, según se ha dicho, acordaron restringir la tipicidad del deli-


to a aquellos casos en que era imposible el matrimonio de los partíci-
pes. Ello parece indicar que, en concepto de aquéllos, las relaciones
sexuales entre parientes más lejanos, si bien pudieran ser chocantes a
los sentimientos familiares o a las buenas costumbres, no eran biológi-
camente objetables, ya que podía obtenerse dispensa para legitimarlas
mediante un matrimonio. Esto es particularmente cierto si se observa
que los redactores no exigieron, para la impunidad de tales relaciones,
que los parientes efectivamente contrajeran matrimonio u obtuvieran la
respectiva dispensa, sino que les bastó con que el matrimonio fuera po-
sible. Queda en evidencia la preocupación fundamentalmente biológi-
ca y no jurídica ni social-familiar. En todo caso, resulta inaplicable al
caso del incesto la disposición del Art. 369, según la cual en estos deli-
tos se suspende el procedimiento o se remite la pena casándose el ofen-
sor con la ofendida. Aparte del hecho de que los partícipes del incesto
serán coautores y no autor y víctima, el matrimonio resulta imposible
entre ellos por la misma definición legal del delito, y el artículo 369 no
incluye el incesto entre los delitos a que se aplica.
MEZGER1 suscita a este propósito la cuestión de si serán punibles a
título de incesto las relaciones entre tales parientes (que en el Código
Alemán son los mismos que en el nuestro) cuando ellos se encontraren
unidos en matrimonio, aunque naturalmente se trataría de un matrimo-
nio nulo ante la ley civil. Opina que mientras la nulidad no sea judicial-
mente declarada, no habría incesto punible, pero menciona el parecer
contrario de SCHONKE y de WELSEL. A nuestro juicio, estos últimos auto-
res están en lo cierto, pues las razones existentes para la punibilidad
del incesto subsisten íntegras en el caso de un matrimonio incestuoso.
Precisada así la tipicidad del acto mismo, el incesto resulta ser un
delito instantáneo, aunque al igual que en el adulterio, no sea de des-
cartar la posibilidad de un delito continuado. En cuanto a los sujetos, si
el acto es realizado voluntariamente por ambas partes, ambos serán au-
tores del delito. Si ha intervenido engaño, pero no concurren las cir-
cunstancias propias del estupro, habrá un sujeto punible y un sujeto
impune.
Además del acto sexual, se requiere la existencia de una determina-
da relación de parentesco entre los partícipes. Esta relación de paren-
tesco es la de ascendientes y descendientes, por consanguinidad legítima
o ilegítima o afinidad legítima, y la de hermanos consanguíneos, legíti-
mos o ilegítimos. Estos parentescos se determinarán según las disposi-

1 MEZGER, Libro de Estudio, 11, p. 121.

41
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

dones respectivas del Código Civil (Arts. 27 y siguientes). No distinguien-


do la ley, y existiendo las mismas razones de punibilidad, debe enten-
derse que los hermanos pueden serlo tanto carnales como sólo de padre
o de madre.
A propósito del parentesco como circunstancia atenuante o agra-
vante, y del parricidio, nos hemos ocupado de la especial situación crea-
da a través de la Ley 16.346 sobre Legitimación Adoptiva, efecto de la
cual es otorgar al así legitimado el estado civil de hijo legítimo de los
legitimantes para todos los efectos legales, poniendo término a sus vín-
culos familiares anteriores. También en el delito de incesto se presenta
un problema semejante. En principio, las consideraciones formuladas
precedentemente deberían llevarnos a la conclusión de que la ficción
legal de filiación legítima se extiende también a la sanción penal de
las relaciones sexuales con los miembros próximos de la nueva fami-
lia. Aunque el factor biológico se encuentra ausente en este caso, debe
recordarse que el "orden de las familias" también se ve perturbado en
el incesto, como lo demuestra el hecho de que se sancionen a tal títu-
lo las relaciones entre parientes próximos por afinidad, caso en el cual
no existirían razones genéticas para sancionar. No obstante, hay aquí
una dificultad adicional: ¿constituyen incesto las relaciones sexuales del
legitimado adoptivo con sus parientes consanguíneos biológicos (su an-
tigua familia legal)? La razón recién expuesta debería llevarnos en prin-
cipio a la solución negativa, pero ello significaría dar definitivamente
primacía al factor "orden familiar" por encima del "orden biológico",
ya que sin duda aquí se presenta este último valor, que también fun-
damenta la sanción del incesto. A ello se añade que según el Art. 5° de
la Ley 16.346, los vínculos de filiación anterior del legitimado no cadu-
can en cuanto a los impedimentos para contraer matrimonio por pa-
rentesco próximo, "sin perjuicio de que en la nueva filiación rija también
la prohibición para contraer matrimonio" con respecto a los nuevos pa-
rientes próximos. Precisamente, debe recordarse, los vínculos de pa-
rentesco que integran la tipicidad del incesto son aquellos respecto de
los cuales existe prohibición de contraer matrimonio entre quienes es-
tán ligados por ellos. Por todas estas razones, opinamos que el legiti-
mado adoptivamente comete incesto al tener relaciones sexuales tanto
con sus antiguos parientes, como con los nuevos, dentro de los grados
señalados en el Art. 364.
La Ley 18.703, sobre Adopción de Menores, de 1988, derogó expre-
samente en su integridad la Ley 16.346 sobre legitimación adoptiva. Sin
embargo, los vínculos que se crearon al amparo de esta última ley de-
ben entenderse subsistentes, ya que aquella ley no se otorgó a sí mis-
ma efecto retroactivo, ni contiene disposiciones que se refieran a los

42
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

estados civiles u otras relaciones surgidas de la ley derogada. En conse-


cuencia, conforme a los Arts. 9° del Código Civil y 3o de la Ley sobre
Efecto Retroactivo de las Leyes, el estado civil creado bajo una ley an-
terior subsiste. Por lo demás, la Ley 18.703 no modificó el estado civil
de "legitimado adoptivo" que creaba la Ley 16.346, sino que simplemente
confirió al adoptado en adopción plena el estado civil de hijo legítimo.
Corrobora esta interpretación lo dispuesto en el Art. 53 de la Ley 18.703,
que junto con derogar la Ley 16.346, estableció que las disposiciones
de esta última continuarán aplicándose a las solicitudes de legitimación
adoptiva que se encontraban en tramitación con anterioridad a la vi-
gencia de la nueva ley. Con mayor razón, por tanto, es lícito concluir
que también rigen tales disposiciones para la calidad de legitimado adop-
tivo que ya se había adquirido definitivamente al entrar a regir la
Ley 18.703. Para tales casos, por lo tanto, valen las consideraciones for-
muladas precedentemente.
En cuando a la calidad de hijo legítimo conferida a través de la adop-
ción plena, el Art. 36 de la Ley 18.703 hace caducar los vínculos de fi-
liación de origen del adoptado "en todos sus efectos civiles", de lo que
se colige que tales vínculos no caducan para los efectos penales, y que
por lo tanto los vínculos de consanguinidad existentes originariamente
con respecto al adoptado en plenitud, conservan su relevancia jurídico-
penal, tanto cuando este último es sujeto activo, como cuando es suje-
to pasivo de un delito en que el parentesco juegue algún papel, sea
como elemento de la figura delictiva, sea como circunstancia atenuante
o agravante: parricidio, incesto, etc. Por lo demás, en estas dos infrac-
ciones, la razón de ser de la penalidad radica básicamente en el víncu-
lo de consanguinidad existente entre autor y víctima o entre los
coautores, respectivamente. Se refuerza esta conclusión atendiendo a que
conforme lo dispuesto expresamente en el Art. 36 de la Ley 18.703, in-
cluso en materias civiles, no caducan los lazos derivados de la filiación
de origen del adoptado en plenitud cuando se trata de apreciar la exis-
tencia de los impedimentos para contraer matrimonio establecidos en
el Art. 5o de la Ley de Matrimonio Civil, esto es, precisamente los que
se basan en el parentesco y anulan el matrimonio: ya se ha dicho, al
tratar del incesto, que los grados de parentesco que integran la figura
delictiva son precisamente los que impiden contraer matrimonio. Si ta-
les vínculos son considerados subsistentes incluso para los efectos civi-
les, a fortiori también deben serlo para los efectos penales. Por la misma
razón estimamos que, estando ausente la consanguinidad auténtica, no
se producen respecto del legitimado pleno los efectos penales con res-
pecto a su familia adoptiva (donde ha pasado a ser hijo legítimo, pero
sólo para los efectos civiles). La situación, como puede observarse, no

43
DELITOS CONlRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

es la misma que para el legitimado adoptivamente conforme a la


Ley 16.346.
La ley exige además expresamente el conocimiento de la relación
de parentesco, exigencia redundante en presencia de las reglas genera-
les en materia de dolo. Si las partes ignoran tal relación, obrarán incul-
pablemente. Si una de ellas la conoce y la otra no, solamente la primera
será punible. Si ambas la saben, serán coautores.
Si la relación sexual se ha logrado por fuerza o intimidación, o si la
mujer es menor de doce años o está privada de razón o sentido, existi-
rá un delito de violación. Lo mismo puede decirse en relación con el
estupro, si concurren las circunstancias propias de dicho delito. Si el
acto que se realiza no es la cópula normal, sino otra conducta torpe, el
delito será de sodomía, abusos deshonestos o de ultrajes públicos a las
buenas costumbres, según concurran los requisitos propios de estas fi-
guras. De otro modo, serían actos no delictivos.

44
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

Sección Tercera

DELITOS CONTRA LA MORALIDAD PUBLICA

Según se ha explicado precedentemente, el principio fundamental en


esta materia es el de la libertad sexual: cada persona es básicamente
libre para ejercitar su actividad sexual en la forma que desee. La prime-
ra forma de atentar contra la moralidad pública en esta materia es, por
consiguiente, lesionar la libertad sexual y determinar, mediante fuerza,
intimidación, engaño o aprovechamiento de circunstancias análogas, un
ejercicio de la actividad sexual, por parte de otra persona, no libremen-
te consentido. Tales atentados formarían el primer grupo de delitos de
esta sección. Por otra parte, esta libertad no es absoluta, y encuentra
sus límites, para la ley, en la existencia de determinados vínculos jurídi-
cos o biológicos (delitos ya sancionados dentro del grupo anterior, como
el incesto) (ilicitud del ejercicio de la libertad sexual), en las consecuen-
cias sociales y biológicas de ciertos ejercicios anormales de la actividad
sexual (sodomía), y finalmente en la publicidad de los actos sexuales,
lesiva para el sentimiento ético del común de los ciudadanos, aunque
se trate de actos normales y lícitos (ultrajes públicos a las buenas cos-
tumbres). Todas estas infracciones quedarían en el segundo grupo, que
genéricamente designamos como referido a la "buenas costumbres", por
hacer referencia a lo externo del comportamiento más que a la morali-
dad intrínseca. 1

Primer grupo
Delitos contra la libertad sexual

La determinación del bien jurídico protegido es especialmente delicada


en esta categoría de delitos, por el equilibrio, difícil de mantener, que
siempre debe observarse entre la tendencia a identificar la incorrección

1 MAGGIORE, op. cit., IV, p. 49.

45
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

moral con la infracción penal, y el pensamiento de que esta esfera de


actividades debe quedar totalmente al margen del derecho penal. La
moral cristiana, fundamento de nuestras instituciones sociales y jurídi-
cas en gran medida, considera tradicionalmente incorrecto todo ejerci-
cio de la actividad sexual que sea fisiológicamente anormal o que se
desenvuelva fuera del matrimonio monógamo e indisoluble. Sin embar-
go, en esta materia, como en muchas otras, no es posible otorgar a las
infracciones morales el carácter de delitos, si no aparece al mismo tiempo
violado un bien jurídico socialmente relevante. 1 La existencia de un bien
jurídico es precisamente el concepto o elemento que debe primar a la
hora de determinar la incriminación de éstas como de toda otra con-
ducta, debiendo tenerse siempre en cuenta la necesaria distinción entre
lo que es "pecado" y lo que es "delito", pues el derecho penal no pue-
de intervenir en una cuestión que está reservada al interior de cada cual.
"Los pecados que sólo ofenden a Dios, sólo por El deben ser juzga-
dos". A ello, por lo demás, deben necesariamente añadirse los cambios
acaecidos en la valoración de la conducta sexual a través del tiempo.
Los propósitos que animaron los planteamientos más conservadores en
la materia -evitar la decadencia e intervenir en las costumbres de la gente
en este ámbito- no se avienen con lo que son los principios de un de-
recho penal de mínima intervención, mayoritariamente aceptado. 2
De este modo, ante el derecho penal, la regla general pasa a ser la
libertad sexual: la irrelevancia del empleo de las funciones sexuales. Por
excepción, este ejercicio de la libertad sexual se tornará punible, al apa-
recer la lesión a otro bien jurídico, individual o social.
Reconocido en principio el derecho a la libre actividad sexual, debe
admitirse la punibilidad de las conductas que atentan contra él, obli-
gando a otra persona a una conducta de carácter sexual en la que no
ha consentido libremente. Al referirnos a la categoría de delitos contra
la libertad, hicimos notar que los atentados contra la libertad podían
concebirse de tres maneras: 1) Impidiendo a una persona cumplir con

1
Ya defendía este punto de vista con elocuencia CARRARA (Programa, § 2001).
Modernamente, merecen citarse en el mismo sentido la introducción del American Law
Institute al Proyecto de Código Penal Modelo para los Estados Unidos, donde se señala
que se ha observado el criterio de sancionar como delitos sexuales sólo las conductas
que significan uso de fuerza, o corrupción de menores, o escándalo público; el mensa-
je del Proyecto de Código Penal de Alemania, de 1962, y en el terreno religioso, las
conclusiones del llamado Roman Catholic Advisory Committee, del Cardenal Griffin, Ar-
zobispo de Westminster.
2 Consúltese al respecto, DIEZ RIPOLLES, ]OSE LUIS, El Derecho Penal ante el Sexo,

Bosh Casa Editorial S.A., Barcelona, 1981.

46
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

la ley, sea obligándola a quebrantarla positivamente, sea haciéndole im-


posible el cumplimiento de su deber; 2) Violentando la voluntad de una
persona en el campo de los actos indiferentes, esto es, obligándola a
hacer algo que no es ilícito, pero que la persona no deseaba libremen-
te hacer, y 3) Invadiendo ilícitamente la intimidad de la persona. Los
delitos de este grupo se sitúan característicamente en la segunda forma
de atentados contra la libertad, sin perjuicio de que también a veces
representen infracciones del primero y del último grupo. Las figuras que
aquí se contemplan son el rapto, la violación, el estupro, los abusos
deshonestos y la violación sodomítica.

RAPTO

Este delito, de sabor arcaico, va desapareciendo, como el duelo, de las


legislaciones contemporáneas. Ya no es delito en la ley española.
De este delito se ocupan los Arts. 358, 359 y 360, que no lo defi-
nen. PACHEC0 1 expresa: "Llámase rapto la sustracción violenta o furtiva
de una mujer, de la casa o establecimiento que habita; ora se ejecute
con miras de goces deshonestos, ora para casarse con ella, burlando
los impedimentos que lo estorban". CARRARA lo define como "la violen-
ta o fraudulenta reducción o retención de una mujer contra su volun-
tad, con fines libidinosos o de matrimonio". 2 Entre nosotros, LABATUT3
dice que es la "sustracción de una mujer de su propio domicilio o de
cualquier otro lugar en que se encuentre, con fines deshonestos o ma-
trimoniales, o mejor aún, con miras de orden sexual", añadiendo que
puede ser de fuerza o de seducción. En general, el delito de rapto tal
como aparece a través de la doctrina y las legislaciones se caracteriza
por dos elementos: 1) Se atenta primaria y directamente contra la liber-
tad individual de una mujer, en sentido amplio (libertad de movimiento
o desplazamiento), y 2) Este atentado contra la libertad personal tiene
por fin facilitar una ofensa contra la libertad sexual, que se designa ge-
neralmente como "miras deshonestas", "fines libidinosos", etc. De este
modo, y con especial referencia a nuestra ley, estimamos correcto defi-
nir el rapto como "la sustracción o detención de una mujer, con mi-
ras deshonestas, mediante fuerza, intimidación o engaño".
El empleo de los términos "sustracción o detención" nos parece pre-
ferible al solo uso del primero de ellos, como generalmente se hace, ya

1
PACHECO, op. cit., III, p. 147.
2
CARRARA, Programa, § 1684.
3 LABATUT, op. cit., II, p. 225.

47
DELITOS CONTRA LOS INfERESES INDMDUALES

que es evidente que contra la libertad personal de la mujer puede aten-


tarse tanto trasladándola materialmente de lugar (sustracción) como me-
diante un encierro o detención en el lugar en que se encuentra
(conductas que designamos genéricamente como "detención"). La sus-
tracción es una conducta de orden material, referida a la traslación físi-
ca de la víctima, de tal manera que quede privada de su libertad personal,
sea en el sentido de falta de autonomía de desplazamiento o actividad
no constreñida, sea en el sentido de exclusión de la esfera de tutela o
protección de la persona bajo cuya potestad se encontraba, si tal fuere
el caso. En cuanto a la "detención", ya se ha señalado que es una ma-
nera de designar las formas de privación de la libertad personal que se
producen sin desplazamiento de la persona. Tal como el secuestro y la
sustracción de menores (de los que difiere sólo en las particulares mi-
ras del hechor), el rapto se consuma con la sola sustracción o deten-
ción, pero es un delito permanente, cuya consumación se prolonga
mientras dure la privación de libertad.
El segundo elemento de la acción típica es la concurrencia de "mi-
ras deshonestas", según el tenor del Art. 358. Esta exigencia sólo se for-
mula expresamente en el primero de los tres casos de rapto que la ley
reglamenta, pero indudablemente se extiende a todos ellos: en el pri-
mero, por el texto legal; en el segundo (rapto de mujer menor de doce
años), porque de otra manera el delito en nada se distinguiría de la
sustracción de menores, y en el tercero (rapto de doncella entre 12 y
20 años, con su anuencia), porque tampoco se distinguiría de la induc-
ción a abandono de hogar del Art. 357, figura ya analizada. Además, un
antecedente histórico abona esta interpretación: en el proyecto presen-
tado por Rengifo a la Comisión Redactora se trataba en general de la
sustracción de personas (secuestro), pero la Comisión acordó ocuparse
de tales infracciones entre los atentados contra la seguridad de las per-
sonas (libertad) y destinar el párrafo que comentamos "para el solo rapto
de mujeres con fines deshonestos" (sesión 70).
Es preciso, al respecto, determinar qué son "miras deshonestas". Otras
legislaciones lo precisan; así, el Código Penal Alemán (§ 236) señala una
penalidad diferente según si el propósito del raptor ha sido el de tener
relaciones sexuales ilegítimas con la mujer o bien el de forzar a ésta al
matrimonio; el Código Italiano distingue (Arts. 522 y 523) entre el rapto
con fines matrimoniales y el rapto con fines libidinosos. Puede obser-
varse que no cabe duda acerca de la significación sexual del término
"deshonestas", pero que la vacilación surge cuando el propósito del rap-
tor ha sido el de contraer matrimonio con la raptada. ¿Puede conside-
rarse "deshonesto" tal propósito? PACHECO estima que la definición de
rapto (transcrita más arriba) comprende también el que se hace con fi-

48
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

nes matrimoniales. En cambio GROIZARD, 1 aunque tiene un concepto am-


plio de las "miras deshonestas" ("todo acto y propósito lúbrico"), cree
que, lamentablemente, no puede extenderse tal concepto al que rapta
con fines de matrimonio. ANTON y RODRIGUEZ 2 consideran que los fines
matrimoniales son miras "honestas", y lo propio sostiene CUELLO CALON. 3
CARRARA4 afirma que el rapto es integrado por los fines "libidinosos o
de matrimonio", y por esta última circunstancia señala que propiamen-
te el rapto es un delito contra la libertad y no contra la honestidad.
SOLER, 5 frente a un texto similar al de nuestro Código, se pronuncia de-
rechamente por la exclusión de los fines matrimoniales, que a su pare-
cer no son deshonestos, con lo que concuerda FONTAN BALESTRA. 6 Entre
nosotros, FERNANDEZ7 había ya insinuado el problema, y LABA~ defi-
ne el rapto incluyendo en él los fines "deshonestos o matrimoniales, o
mejor aún ... miras de orden sexual", concepto que repite posteriormen-
te, aun admitiendo que los fines matrimoniales no son deshonestos.
A nuestro juicio, el texto de la ley es suficientemente claro en el
sentido de integrar este delito con las miras "deshonestas", de tal mane-
ra que no es posible sustituir este concepto por el de "fines sexuales".
La clave del problema debe buscarse, por consiguiente, sólo en la de-
terminación de si acaso los fines matrimoniales pueden ser considera-
dos "deshonestos" o no. Pese a lo ilustre de las opiniones contrarias, ya
citadas, nos inclinamos a pensar que tales miras son siempre deshones-
tas. Claro está que desde el punto de vista del raptor o bien si se anali-
za objetiva e intrínsecamente el estado matrimonial, no encontraremos
ofensa a la honestidad. Pero sí la hay con relación a la raptada, que es
precisamente la víctima del delito. La honestidad tiene un doble as-
pecto: objetivamente, es la observancia de las normas de corrección y
respeto que en materia sexual imponen las buenas costumbres (y así
decimos que una mujer es honesta cuando en su comportamiento ob-
serva tales normas); subjetivamente, es el derecho que la persona tiene
(y por lo tanto, el interés) a que los demás observen, con respecto a
ella, esas mismas normas de corrección y respeto. Por lo tanto, si las
miras del raptor son las de contraer matrimonio con la raptada y consu-

1 GROIZARD, op. cit., V, p. 251.


2 ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., 11, p. 270.
3 CUELLO CALON, op. cit., 11, p. 565.
4 CARRARA, Programa, §§ 1684, 1688.
s SOLER, op. cit., III, p. 346.
6 FONTAN BALESTRA, Delitos, p. 208.
7 FERNANDEZ, op. cit., 11, p. 97.

s LABATUT, op. cit., 11, p. 225.

49
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDMDUALES

marlo carnalmente, nos parece que ello atenta contra la honestidad de


la raptada. La mera licitud formal que tales relaciones sexuales tendrían
no borraría la ofensa inferida a la honestidad de la mujer al obligarla a
tener tales relaciones sexuales (y todavía, en una unión indisoluble) con-
tra su voluntad. Por lo demás, es preciso recordar que un matrimonio
contraído en tales condiciones sería jurídicamente nulo por vicio de fuer-
za en el consentimiento de la mujer (Arts. 32 y 33 de la Ley de Matri-
monio Civil). Por consiguiente, en nuestro concepto, la expresión "miras
deshonestas" es amplia, y se extiende al propósito de realizar cualquie-
ra conducta de significación sexual contra la voluntad de la víctima: abu-
sos deshonestos o acceso carnal. No se excluye, según lo dicho, la
hipótesis en que se busca tal acceso carnal a través de una ceremonia
matrimonial.
Este delito se integra además por el empleo de la fuerza, intimida-
ción o engaño, que permiten diferenciar las distintas variedades del mis-
mo, a las que nos referiremos más adelante por separado.
El rapto queda consumado por la sola sustracción o detención con
miras deshonestas, sin que sea necesario que tales miras lleguen a sa-
tisfacerse efectivamente. Por tal razón CARRARA1 considera que es exclu-
sivamente un delito contra la libertad y no contra la honestidad. Si tal
fuera el caso, sin embargo, no se advertiría diferencia con las figuras de
secuestro o sustracción de menores, ya que las miras deshonestas del
raptor, en sí mismas, no significarían ninguna lesión a un bien jurídico
distinto de la libertad, y por lo tanto, no justificarían un tratamiento se-
parado de esta figura. Lo que ocurre es que el rapto es un delito de
peligro contra la libertad sexual, que se comete atentando contra la
libertad personal. Algo parecido ocurre con el delito de extorsión, 2 que
es un delito contra la propiedad que se comete a través de un atentado
contra la libertad.
Admitido que el rapto sea efectivamente un delito de peligro contra
la libertad sexual, es preciso preguntarse qué ocurre si el atentado con-
tra esta última se consuma efectivamente, esto es, se realizan con res-
pecto a la mujer los abusos deshonestos o el acceso carnal que el raptor
buscaba. Nuestra Comisión Redactora (sesión 160) se ocupó del punto,
aunque no consignó un texto expreso para resolverlo. Se dejó testimo-
nio de que en tales casos sólo debía imponerse una pena: la del rapto,
haya o no violación, puesto que tales actos son por lo regular una con-
secuencia del rapto (principio de la consunción). El Código Españolan-

J CARRARA, Programa,§ 1685.


2 Véase lo dicho sobre el delito de extorsión en Parte Especial, Tomo III, pp. 348 y ss.

50
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

terior al actual, en cambio, indicaba expresamente la regla contraria: debe


sancionarse como un concurso real o material entre el rapto y la viola-
ción. SOLER1 se pronuncia por esta última solución. A nuestro juicio, aun-
que el parecer de la Comisión Redactora no sea de ningún modo
obligatorio para el intérprete, no puede desconocerse la presencia de
una relación de consunción entre el rapto mismo y la realización de las
miras deshonestas. En efecto, hemos caracterizado el rapto como un de-
lito de peligro para la libertad sexual, y según se ha expuesto al tratar
de los concursos, la regla general indica que la efectiva producción de
la lesión (violación, abusos deshonestos) consume o desplaza al delito
de peligro que la precedió. Del mismo modo, siendo ejecutado el rapto
precisamente con el fin de realizar conductas deshonestas, tiene sobra-
da razón la Comisión Redactora al estimar que dichas conductas "son
por lo regular una consecuencia del rapto". Justamente, la aparición or-
dinaria y constante de una infracción como consecuencia de otra es una
de las formas características de la relación de consunción entre ambas.
Por esta razón, estimamos que en principio existe un concurso aparen-
te de leyes y no un concurso material de delitos entre el rapto y el
respectivo delito de lesión contra la libertad sexual. Sin embargo, co-
rrespondiendo decidir cuál disposición prevalece, somos de parecer, con-
tra la Comisión Redactora, de que la violación es la que excluye al rapto,
y no éste a aquélla. En efecto, la violación es el delito-lesión que des-
plaza al rapto, delito-peligro; la violación es delito-fin, que desplaza al
rapto, delito-medio. Además, la violación es el delito con mayor pena
de los dos, lo que indica que su desvalor delictivo puede, en el pensa-
miento del legislador, absorber el del rapto, pero no puede el del rapto
consumir al de la violación. De otro modo se daría el absurdo de que
si un sujeto desea violar a una mujer, le resulta penalmente más venta-
joso hacerlo previo rapto, ya que en tal caso recibiría sólo la pena de
este último delito, que es más baja, y no la de la violación. Es decir, el
atentado contra otro bien jurídico adicional (la libertad personal) le ser-
viría como mitigante de la pena. Sin embargo, cuando no llega a reali-
zarse una violación, sino sólo abusos deshonestos, la situación es
diferente. En efecto, al tratar de la relación de consunción2 señalamos
que la infracción-fin consumía a la infracción sirviente sólo en caso de
que aquélla tuviera mayor penalidad que esta última, ya que en caso
contrario no era lícito presumir que en el pensamiento legislativo el des-

1
SOLER, op. cit., V, p. 349.
2 Véase lo dicho sobre el concurso aparente de leyes en Parte General, Tomo 11,
pp. 122 y SS.

51
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDMDUALES

valor de la primera fuera absorbido por la última. En el caso presente,


para lograr la consumación de una infracción de gravedad relativa (abu-
sos deshonestos) se ha ejecutado una infracción de mayor gravedad (rap-
to), y por lo tanto aquí cobra valor el pensamiento de la Comisión
Redactora en el sentido de que es el rapto el que desplaza a los abusos
deshonestos. En resumen:
1) Si el rapto es seguido de una violación, se pena únicamente esta
última.
2) Si el rapto es seguido de abusos deshonestos, se pena solamente
aquél.
Por su naturaleza, el rapto, al igual que el secuestro y la sustracción
de menores, es un delito permanente, cuya consumación subsiste mien-
tras dure la privación de libertad (aunque el atentado mismo contra la
libertad sexual ya se haya realizado).
Sujeto activo del delito puede ser cualquiera persona, sin requisitos
típicos especiales. Sujeto pasivo, por expresa disposición legal, es úni-
camente una mujer. Esta mujer debe reunir diversos requisitos, según
las distintas figuras de rapto, de las que pasamos a ocuparnos por se-
parado.

l. RAPTo PROPIO o DE FUERZA. A esta situación se refiere el Art. 358.


Pese al nombre que ordinariamente le da la doctrina, el texto legal no
incluye expresamente la fuerza entre los requisitos de la figura, sino que
exige únicamente que el rapto (sustracción o detención) se haga "con-
tra la voluntad" de la mujer. Esto ocurrirá cuando se violente el expreso
disenso de la mujer, mediante fuerza o intimidación; cuando se proce-
da contra la voluntad presunta de la misma (rapto de mujer dormida o
privada de razón o sentido), o cuando la mujer carezca de voluntad
relevante para la ley (menor de 12 años cumplidos). En estos dos últi-
mos casos, no es preciso que se emplee fuerza o intimidación, y en el
último, puede haber incluso un simple engaño, astucia o conquista de
la voluntad de la mujer por requerimientos amorosos.
Para determinar la penalidad de esta forma de delito es preciso aten-
der a los siguientes factores:
a) Edad de la raptada. Si es menor de doce años, sea que se em-
plee fuerza o se utilice otro medio, sea que la mujer conserve o no su
doncellez, sea que se le considere honesta o no, la penalidad es siem-
pre la misma (la más elevada dentro de este delito);
b) Si la raptada es mayor de doce años, es preciso hacer una nueva
distinción: si goza o no de buena fama. En el primer caso, la pena es
mayor. Esta disposición muestra que el rapto no es esencialmente un
delito contra la honestidad, pues también las mujeres deshonestas (in-

52
DELITOS CON1RA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

cluso las prostitutas) pueden ser víctimas de rapto. La distinción de que


hablamos fue introducida por la Comisión Redactora (sesión 70), pro-
bablemente bajo la influencia de los comentarios de PACHEC0. 1 Sin em-
bargo, este_ autor se refiere a las distinciones, que él estima convenientes,
entre el rapto o violación de una mujer casada y de una soltera o viu-
da, de una doncella y de una mujer pública, de una mujer honesta y de
una deshonesta, etc., conceptos todos objetivamente determinables y que
se refieren a ciertas condiciones intrínsecas de la víctima. La expresión
escogida por la Comisión Redactora no fue feliz, porque no alude a
una cualidad de la persona, sino al concepto que los demás tienen de
ella, el que muy a menudo no corresponde a la realidad.

2. RAPTO IMPROPIO O DE SEDUCCIÓN. Se refiere a él el Art. 359, que san-


ciona el rapto "de una doncella menor de dieciocho y mayor de doce
años, ejecutado con su anuencia". Esto es lo que suele llamarse "rapto
de seducción". Se diferencia del anterior en que ya no se obra "contra
la voluntad" de la raptada, sino que se cuenta "con su anuencia", o sea,
con su consentimiento. Por esta última circunstancia, no podrá darse la
forma de comisión del delito consistente en encierro o detención, ya
que si la mujer consiente, no hay privación de libertad. Pero es siem-
pre preciso que exista una acción de rapto, o sea, una sustracción o
apartamiento de la mujer de la custodia o potestad a que se encuentra
sometida. Es posible que la raptada colabore en esta conducta de sus-
tracción, pero es indispensable que el raptor tenga en dicha sustracción
una participación de las que el Código califica de autoría en el Art. 15,
y que si ha consistido en una simple autoría moral, debe haber llegado
a la inducción directa, y no consistir en la mera insinuación, consejo o
ruego.
Según se ha dicho precedentemente, también son de exigir en este
caso las "miras deshonestas", para diferenciar este delito de la "induc-
ción a abandono de hogar", del Art. 357, y de sustracción de menores,
del Art. 142.
El sujeto activo sigue siendo indiferente. El sujeto pasivo es la mu-
jer, aunque materialmente realice conductas de coautoría. Esta infrac-
ción lesiona además el orden de las familias (violación de la potestad
paterna o derechos de guarda). La mujer debe tener entre doce y die-
ciocho años. Si es menor de doce años, el hecho se pena siempre como
la forma más grave del rapto propio (Art. 358 inciso 2°). Si es mayor de
dieciocho años, el hecho no es ya punible a título de rapto.

1
PACHECO, op. cit., III, p. 148.

53
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

La figura que estudiamos presenta ciertos problemas. En efecto, la


sola fornicación o relación carnal fuera del matrimonio entre perso-
nas libres de vínculo matrimonial con terceros, consentida voluntaria-
mente por ellas, y teniendo la edad legal de la pubertad, no constituye
delito en sí (dejando aparte la hipótesis de escándalo). Ahora bien, si
aquí la presunta víctima o sujeto pasivo del delito ha prestado su con-
sentimiento o anuencia para la sustracción y para la consumación car-
nal de los propósitos del raptor, ¿por qué se considera delictiva tal
conducta? ¿Dónde estaría la ofensa a la libertad personal y la lesión o
peligro para la libertad sexual? La respuesta debe encontrarse en el
elemento seducción que aquí interviene, y que, a pesar de no haber
sido formalmente expresado por el legislador, resulta indiscutible, y
puede determinarse por la vía interpretativa. Factor importante para
ello es la consideración de la exigencia de doncellez en la víctima.
Doncella es la mujer que no ha tenido relaciones sexuales, en sentido
amplio, ni normales ni anormales. No debe confundirse con el con-
cepto puramente fisiológico de la virginidad, que significa sólo no ha-
ber realizado la cópula normal, circunstancia evidenciada por la
incolumidad del himen o membrana vaginal. Tampoco debe confun-
dirse con el concepto ético-social de la honestidad, que se refiere a
la observancia de ciertas normas en el comportamiento sexual, y que
es aplicable a mujeres casadas o viudas, que han tenido experiencia
sexual. Si no concurre la exigencia de la doncellez, no hay esta clase
de rapto, por censurable que parezca la conducta del hechor. La don-
cellez ha sido considerada esencial por la ley, debido a la ignorancia
que ella supone por parte de la mujer en materias sexuales. La mujer
que ha tenido experiencia en materia sexual (sea normal o anormal),
aunque sea honesta (v. gr., porque fue víctima a temprana edad de
una violación), ya no es doncella, porque conoce la naturaleza y efectos
del acto sexual. La doncella, en cambio, los ignora, al menos por ex-
periencia directa. Por esta razón estimamos que la exigencia de la don-
cellez en la víctima sólo se explica como una referencia implícita a la
necesaria concurrencia de la seducción, que, tratándose de una don-
cella, resulta un abuso de su credulidad o inexperiencia, o sea, una
verdadera forma de engaño. Este engaño hace que su consentimien-
to no sea verdaderamente libre, y por lo tanto, aparece ofendida la
libertad sexual de la mujer. SOLER 1 estima que en esta clase de rapto
el consentimiento de la mujer no debe estar viciado por error deter-
minado mediante engaño, pero se está refiriendo al engaño y al error

1 SOLER, op. cit., III, p. 348.

54
DEUTOS CONlRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBliCA

que podrían recaer sobre el rapto mismo, es decir, sobre el alejamien-


to de la mujer de la esfera de custodia en que se encuentra. Concor-
damos enteramente en ello: en ese sentido la voluntad de la mujer
debe ser exenta de vicios para que pueda darse esta figura de rapto,
y si no lo es, se trataría de rapto propio. El engaño integrante de la
seducción, a nuestro juicio, recae sobre las "miras deshonestas", sobre
las consecuencias sexuales del rapto. La exigencia del límite superior
de edad, fijado en los dieciocho años, corrobora esta interpretación.
Por sobre tal edad, aunque subsista la doncellez, la ley presume que
la mujer tiene ya un conocimiento de las relaciones sexuales y una
madurez de juicio que hacen imposible un verdadero engaño acerca
de la naturaleza y consecuencias del acto sexual.

3. DISPOSIOÓN ESPECIAL O RAPI'O AGRAVADO. El Art. 360 sanciona con una


pena mucho más severa a los reos del delito de rapto que no dieren
razón del paradero de la persona robada, o explicaciones satisfactorias
sobre su muerte o desaparición. Esta figura es semejante a la del Art. 355
en relación con los delitos sobre el estado civil (aunque la penalidad es
aquí muy superior). Nos remitimos a lo ya dicho en relación con el con-
cepto de "explicaciones satisfactorias". Esta regulación vale para todas
las formas de rapto, pues la ley no distingue y el precepto está coloca-
do a continuación de los artículos que sancionan ambas clases de rap-
to. La estructura de esta disposición parece indicar que la penalidad en
ella establecida no se agregará a la pena que corresponda por el rapto,
sino que desplazará a ésta. En cambio, si resultan comprobadas la muerte
o lesiones de la raptada, no entrará en juego este precepto (aunque la
comprobación de la muerte sea fortuita y no se deba a las explicacio-
nes satisfactorias del raptor), y se procesará al raptor por homicidio o
lesiones y por rapto (pero sin aplicarle el Art. 360). Ello se debe a que
en el fondo este artículo no establece sino una presunción de homici-
dio. ANTON y RODRIGUEZ ponen de relieve los inconvenientes que se
siguen de este sistema de transformar presunciones en figuras delicti-
vas, y se preguntan qué efecto podrían surtir las explicaciones satisfac-
torias dadas después de la condena, o la reaparición de la raptada
indemne. 1 Según PACHEC0, 2 con ello terminaría o se extinguiría la pena.
Entre nosotros, no puede sostenerse tal cosa.

1 ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., II, p. 272.


2
PACHECO, op. cit., III, p. 151.

55
DELITOS CONTRA LOS INI'ERESES INDIVIDUALES

VIOLACIÓN

Este delito es el de mayor gravedad entre los que integran el presente


grupo. El Código no ha dado una descripción general del delito de vio-
lación, sino que se ha referido a las distintas hipótesis que la constitu-
yen. En términos generales, violación es el acceso carnal de un varón
a una mujer sin la voluntad de ésta.
La esencia de la conducta delictiva está representada por el acceso
carnal. Otras legislaciones se refieren expresamente a esta circunstan-
cia; la nuestra habla de "yacer" con mujer. Dicha expresión tiene un
significado indudablemente sexual para la ley. "Yacer" significa "reali-
zar la cópula sexual". En materia de violación, tal es el significado mí-
nimo de la expresión, esto es, "yacer" se refiere, por lo menos, a la
realización de la cópula normal. Queda por determinar si pudiera tam-
bién referirse al acceso carnal contrario a la naturaleza. La doctrina es-
pañola es en general adversa a tal idea, y sostiene que únicamente el
acceso carnal representativo de la cópula normal constituye violación. 1
En el derecho alemán, MEZGER2 considera integrado este delito por la
conjunción carnal, entendiéndose por tal la "unión de los órganos geni-
tales de dos personas de distinto sexo", por contraposición a los "actos
similares a la conjunción carnal", donde quedarían comprendidas las for-
mas anormales de la cópula. En cambio en la doctrina italiana es am-
pliamente aceptada la idea de que las fórmulas anormales de la cópula
pueden constituir también la "unión carnal" propia de la violación (por
lo menos el coito anal, existiendo discrepancias en lo que toca al coito
oral o fellatio in ore). La doctrina argentina, sobre un texto legal que se
refiere sólo al "acceso carnal", admite, en general, que las formas anor-
males de la cópula son suficientes para constituir violación. 3
Quienes son partidarios del concepto restringido de "yacimiento" ar-
gumentan por lo general sobre la base de la significación de dicho tér-
mino para la ley: de ordinario se emplea para designar la realización
del acto sexual normal. Además, se dice, sin perjuicio de la ofensa a la
honestidad que otros actos de molicie puedan significar, únicamente la
cópula normal representa un verdadero uso forzado de la actividad
sexual. El argumento basado en el empleo del término "yacimiento" no
es en verdad muy fuerte, pues si bien es cierto que de ordinario la ley

1
ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., II, p. 262; CUELLO CALON, op. cit., II, p. 510;
PUIG PEÑA, op. cit., IV, p. 31; QUINTANO RIPOLLES, op. ctt., II, p. 231.
2 MEZGER, Libro de Estudio, II, p. 108.

3 FONTAN BALESTRA, Delitos, p. 65; SOLER, op. cit., III, p. 291; URE, ERNESTO J.,
Los delitos de violación y estupro, Editorial Ideas, Buenos Aires, p. 15.

56
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

quiere referirse con él a las formas normales del coito, no es menos


cierto que las formas anormales o desviadas de éste no son objeto de
regulación o sanción jurídica más que en esta parte del Código Penal,
de tal modo que la analogía no resulta convincente. En cuanto al se-
gundo argumento, es sólo parcialmente verdadero, ya que desde el punto
de vista del sujeto pasivo el acceso anormal representa una experiencia
de orden sexual e incluso sensaciones de este orden. Además de los
órganos genitales, principalmente el ano, pero también la boca, son zo-
nas erógenas, susceptibles de ser excitadas sexualmente. Debe conside-
rarse además que el delito de violación no es un atentado contra la
honestidad ni contra el orden de las familias ni contra las buenas cos-
tumbres, sino primordialmente contra la libertad sexual. En este terre-
no, las ofensas más graves constituyen violación, en tanto que las de
menor entidad integran los abusos deshonestos. Nos parece que forzar
a una mujer a una cópula anormal representa un atentado tan grave
contra su libertad sexual como el forzarla a un coito vaginal: éste y aqué-
lla tienen en común el concepto de penetración del órgano masculino,
de acceso carnal, elemento que se halla ausente en otra clase de con-
tactos o abusos deshonestos. Creemos, por lo tanto, que el concepto
de "yacimiento" en la violación es amplio, y comprende toda entrada
del miembro viril en orificio natural de la víctima, de modo de posibili-
tar la cópula o un equivalente anormal de la misma. Se comprenderían,
en suma, el coito normal o vaginal, el coito rectal o anal y el coito oral
o bucal. En este último caso, sin embargo, debe exigirse que se trate
de un verdadero remedo de la cópula, pues de lo contrario sería única-
mente una forma de masturbación constitutiva de abusos deshonestos. 1
Sujeto pasivo del delito sólo puede ser una mujer, por expresa exi-
gencia del texto legal. No se requieren características especiales en ella:
ni doncellez, ni honestidad, ni buena fama, ni vínculo matrimonial, ni
parentesco, ni edad. El coito anormal a que se fuerce a un varón cons-
tituirá violación sodomítica, si el hechor es también un varón, y abusos
deshonestos, si el sujeto activo es una mujer. El texto legal es terminan-
te en cuanto a que en la violación la víctima es siempre una mujer.
Respecto al sujeto activo, el solo texto legal no establece exigencias es-
peciales, pero dado que la acción consiste en una penetración o acceso
carnal, y que la víctima sólo puede ser una mujer, es indudable que
sólo el varón puede ser sujeto activo del delito. La llamada violación
lésbica, de mujer a mujer, sólo puede realizarse mediante el roce exter-

1 MAGGIORE, op. cit., IV, p. 60; FONTAN BALESTRA, Delitos, p. 56; URE, op. cit.,
p. 16.

57
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

no de los órganos genitales o mediante la introducción de un órgano o


instrumento que remede el pene; en uno y otro caso está ausente la
penetración o acceso carnal, y no puede estimarse que hay violación.
SALVAGNO CAMPOS cree que en tal caso habría violación, pero para él el
acto consumativo del delito es la mera yuxtaposición de los órganos
genitales, sin exigir penetración. 1
La tipicidad del delito de violación se integra, además, por la falta
de voluntad de la mujer. Esta situación se produce en tres casos: cuan-
do se obra contra la voluntad de la mujer (por fuerza o intimidación),
cuando ésta no puede manifestar su voluntad y cuando la voluntad de
ésta es irrelevante para la ley, por su escasa edad. La ley especifica es-
tos casos en el Art. 361, señalando que constituye violación el yacimiento
con mujer en alguno de los siguientes casos:

l. CUANDO SE USA DE FUERZA O INTIMIDACIÓN. La fuerza es la violen-


cia física: el empleo de energía material para someter a la víctima contra
su voluntad a la penetración del varón. Es corriente entre los autores po-
ner en guardia contra la posibilidad de considerar como fuerza el em-
pleo de lo que SOLER llama "la discreta energía con que el varón vence el
pudor de la doncella que en el fondo desea y consiente". 2 Tampoco hay
fuerza cuando los actos del varón no van encaminados al logro de la
cópula misma, sino a provocar la excitación del instinto en la mujer y
que ésta se entregue luego por impulso propio (aunque pudiera haber
abusos deshonestos). Por la inversa, siempre existe violación si se em-
plea fuerza para lograr la cópula misma, aunque la mujer haya previa-
mente excitado al varón con requerimientos, insinuaciones o concesiones
libidinosas, pero sin la intención de permitirle el acceso carnal completo.
CARRARA3 sugiere una atenuante para tal caso. Entre nosotros no existe
una atenuación específica, pero de ordinario podrá admitirse la concu-
rrencia de la atenuante de "estímulos poderosos" (Art. 11 N° 5°).
No hay fuerza en el empleo de violencia contra cosas (derribar puer-
tas) o terceras personas. Si tales conductas atemorizan a la mujer y la
inducen a no resistir, estaremos ya en la hipótesis de intimidación y no
de fuerza propiamente tal.
La jurisprudencia y la doctrina francesas son exigentes en materia
de violación por lo que toca a la resistencia que debe haber opuesto la
mujer. En la doctrina española y la nacional, en cambio, se acepta

1
URE, op. cit., pp. 46 y 47.
2 SOLER, op. cit., III, p. 292.
3 CARRARA, Programa, § 1540.

58
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

generalmente el criterio de PACHEC0: 1 "No es indispensable que se haya


hecho una resistencia desesperada, y que hayan sido vencidos todos
los esfuerzos. La ley no exige tanto. Sobre todo, al igualar con la violencia
física la intimidación ha dado bien claro a entender la idea que la dirige ...
En resultando que la resistencia fue verdadera, y que se emplearon
medios materiales capaces de sujetar, de inutilizar, de amedrentar a una
persona común, la violación está justificada".
La intimidación es la violencia moral o coacción, que actúa psíqui-
ca y no físicamente. URE 2 indica que el mal con que se amenaza a la
mujer debe ser grave, injusto, posible (al menos en apariencia), de-
pendiente (al menos en parte) de la voluntad del que amenaza, y
futuro. Respecto de este último requisito, creemos que debe tratarse
de un mal inminente, y no más remoto, pues en este último caso ya
estaríamos ante un delito de amenazas y no ante una verdadera intimi-
dación, según el alcance de este término que hemos dado en relación
con el delito de robo. En nuestro concepto, además, el mal con que se
amenaza debe consistir en causar daño físico, en el cuerpo, la vida o la
salud de la propia mujer o de una tercera persona con la cual se en-
cuentra ligada por vínculos afectivos que hacen eficaz la intimidación.
La amenaza de otra clase de daños (en la propiedad, v. gr.) no parece
que pudiera considerarse suficientemente grave como para admitir la
violación por fuerza moral.
Si del empleo de la fuerza física resultan lesiones graves o la muer-
te, el delito correspondiente concurrirá en concurso material o ideal.
Las lesiones menos graves y leves, sin embargo, creemos que no son
punibles separadamente, sino que su penalidad es consumida o absor-
bida totalmente por la del delito de violación. Cuando el legislador in-
tegra una figura delictiva con el elemento "violencia", es lícito admitir
que en su pensamiento siempre concurrirán algunas lesiones por lo me-
nos, y que por lo tanto el desvalor delictivo de ésta ya ha sido tomado
en consideración al establecer la penalidad de aquel delito. Empero, si
las lesiones son graves, no puede ya suponerse dicha absorción, y ha-
brá concurso de delitos en vez de concurso aparente de leyes.
Cuando con motivo u ocasión de la violación se causare la muerte
de la mujer, el Art. 372 bis impone una pena única para ambas ofensas,
que es de las más altas del Código: presidio perpetuo a muerte. Aun-
que a diferencia de lo dispuesto en el Art. 433 respecto del robo califi-
cado, no se dice aquí "se cometiere además homicidio", sino "se causare

1
PACHECO, op. cit., III, p. 126.
2
URE, op. cit., p. 27.

59
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

la muerte", el resultado de muerte debe haber estado cubierto por el


dolo, al menos eventual, del autor.

2. CUANDO LA MUJER SE HALlA PRIVADA DE RAZÓN O DE SENTIDO POR


CUALQUIER CAUSA. En este caso no se obra violentando la voluntad con-
traria de la mujer, sino que se prescinde de la voluntad de ésta. No es
ni siquiera preciso que se obre contra la voluntad presunta de la mujer,
ya que siempre habrá violación, aunque sea cierto que la mujer, de ha-
ber estado en posesión de sus facultades, se hubiera entregado volun-
tariamente al varón, salvo que hubiera precedido una autorización
inequívoca para ejecutar el acto sexual en tales condiciones. La priva-
ción de "sentido" se refiere a la privación de conciencia, no a la falta
de alguno de los cinco sentidos perceptivos (vista, oído). Puede deber-
se a enfermedad, golpes, acción de drogas, sueño, embriaguez, etc. No
se requiere que la causa sea independiente de la voluntad de la mujer.
En cuanto a la privación de "razón", debe estar referida a la capaci-
dad de la persona para dirigir su propia conducta y para darse cuenta
de la naturaleza y significación del acto que va a realizar. Un trastorno
psíquico que no llegara a producir tal efecto no sería suficiente para
estimar que concurre esta circunstancia. Además, una privación de ra-
zón de tal clase debe ser notoria o conocida del hechor, ya que de otro
modo faltaría en éste el dolo propio de esta figura en particular. Es fre-
cuente en las mujeres dementes una excitación que las lleva a buscar
el acto sexual o a consentir en él inmediatamente.
El Código Argentino contempla (Art. 119) todavía otra circunstan-
cia que indudablemente se echa de menos entre nosotros, pues con-
curren idénticas razones que en los casos anteriores para estimar que
hay violación. Se trata del caso de la mujer que por enfermedad o por
cualquier otra causa se encuentra imposibilitada para resistir (v. gr.: por
la sorpresa con que ha actuado el violador, o por estar físicamente
inmovilizada por ataduras que han sido obra de un tercero, etc.). En
algunos de estos casos podrá acudirse a una interpretación amplia de
la "privación de razón" o "privación de sentido", e incluso de la "fuer-
za o intimidación" (especialmente en el caso de la violación por sor-
presa). Pero no puede llegar a considerarse como "fuerza" constitutiva
de violación el simple empleo de la energía física indispensable para
la ejecución misma del acto sexual. Del mismo modo, se echa de me-
nos la hipótesis (a este título o a otro) del acceso carnal fraudulento,
que se obtiene mediante engaño (v. gr., suplantación de personas),
que es un claro y grave atentado contra la libertad sexual, y que no
se encuentra sino muy excepcionalmente reprimido dentro de las dis-
posiciones sobre el estupro.

60
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

3. CUANDO lA MQJER SEA MENOR DE DOCE AÑOS CUMPLIDOS, AUN aJAN-


DO NO CONCURRA NINGUNA DE lAS DOS CIRCUNSTANCIAS ANTERIORES. En
esta situación puede existir incluso anuencia o iniciativa por parte de la
mujer: para la ley la voluntad de ésta en materias sexuales es irrelevan-
te, dada su corta edad, que la hace legalmente impúber. Como todos
los límites de edad, éste puede resultar arbitrario, pero en todo caso
estimamos preferible este sistema al de dejar en la incertidumbre el lí-
mite de la violación, especialmente si se considera que en este caso no
son necesarias la fuerza, intimidación ni privación de razón o sentido.
Cabe destacar que por inciso agregado por el DL 2.967, en esta hipóte-
sis la pena es más alta, presidio mayor en su grado medio a máximo,
en vez de presidio menor en su grado máximo a presidio mayor en su
grado medio, que corresponde a los otros casos.
Tratándose de un delito con pluralidad de hipótesis, es igual, para
los efectos de la ley, realizar la violación con una sola de las circuns-
tancias comentadas o concurriendo dos de ellas (las dos primeras son
prácticamente incompatibles entre sO. Una basta para que el delito sur-
ja, y la otra no tendrá efecto para calificar el delito, ni para agravar la
pena, ni siquiera en el caso de ser en sí una agravante, dada la regla
del Art. 63. Tal cosa se desprende de la aplicación de las reglas genera-
les y se ve confirmada por el hecho de que el texto legal exprese, en la
circunstancia tercera, que ella da origen a una violación "aun cuando
no concurra ninguna de las dos circunstancias anteriores", lo que indi-
ca claramente que también lo es en caso de que efectivamente concu-
rriere alguna de ellas.
En materia de culpabilidad, el delito se ejecutará ordinariamente con
dolo directo. El dolo eventual sólo cabría en algunos casos dentro de
las hipótesis segunda y tercera (se duda acerca de la edad de la mujer
o de su privación de razón).
A propósito de la antijuridicidad de este delito, los autores plantean
el problema de la posible violación de la mujer casada por parte de su
marido que le exige el cumplimiento del débito conyugal. LABATUT, 1 si-
guiendo a DEL RIO, cree que habría violación en los casos en que la
mujer puede oponerse legítimamente al coito, y que el derecho del ma-
rido a la realización del acto sexual está limitado por la obligación que
sobre él pesa de proteger a la mujer, de acuerdo con el Art. 131 del
Código Civil. URE opina, de acuerdo con PECO,Z que en caso alguno el
marido podría ser considerado autor de violación de su mujer, pero que

1
LABATUT, op. cit. II, p. 229.
2
URE, op. cit., p. 49.

61
DELITOS CON1RA LOS INTERESES INDIVIDUALES

en los casos en que ésta tenía causa razonable para oponerse al coi-
to, tal conducta podría ser incriminada a otro título. SOLER admite la
posibilidad de violación en el matrimonio con respecto a la realiza-
ción de cópulas anormales, que no son debidas. 1 ANTON y RODRIGUEZ 2
vinculan la solución del problema al ejercicio legítimo de un derecho:
cuando el derecho no existe (cópulas anormales, estado de divorcio)
o cuando se ejercita ilegítima o abusivamente, habría violación. Por
nuestra parte, estimamos que comete violación el marido que mediante
fuerza o intimidación, o aprovechando la falta de razón o sentido de
su cónyuge, realiza con ella la cópula. Una persona no puede usar de
violencia para el ejercicio de su derecho, ni aun tratándose de dere-
chos patrimoniales (v. gr., no puede apoderarse con violencia de una
cosa de su deudor para hacerse pago; Art. 494 No 20). Menos aún puede
admitirse que esté facultado para ejercerla tratándose de un derecho
tan delicado y personalísimo, y que envuelve en tal alto grado la per-
sonalidad, la libertad y la intimidad de otra persona. De ello no cabe
duda cuando lo que pretende el marido es una conducta sexual anor-
mal, distinta de la cópula vaginal, y cuando existen circunstancias que
justifican la negativa de la mujer (su salud, circunstancias escandalo-
sas, peligro para la criatura que lleva en el vientre, etc.). Pero incluso
cuando la negativa de la mujer parece caprichosa, estimamos que al
marido no asiste otro derecho que el de solicitar el divorcio, confor-
me al Art. 21, causal 7a, de la Ley de Matrimonio Civil. Esa misma dis-
posición alude a las "causas justificadas" que la mujer pueda tener para
negarse a la cópula.

!TER CRIMINIS EN LA VIOLACIÓN

Esta figura ofrece todavía otro aspecto importante. El Art. 362 señala: "Los
delitos de que trata este párrafo se consideran consumados desde que
hay principio de ejecución". Esta disposición está tomada del Código Belga
(Art. 374), y está redactada en plural ("los delitos"), pese a que el párrafo
en cuestión no contempla más que uno, el de violación, debido a que
en el proyecto que la Comisión tuvo por base, el párrafo comprendía
también el delito de abusos deshonestos, que después fue trasladado al
párrafo siguiente, quedando así la inconsecuencia que anotamos.
La disposición indicada presenta dos problemas fundamentales: a)
Qué debe entenderse por "principio de ejecución", y b) ¿Significa este

1
SOLER, op. cit., III, p. 294.
2 ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., 11, p. 261.

62
DEUTOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORAliDAD PUBliCA

artículo que en materia de violación desaparece la distinción entre ten-


tativa, frustración y consumación, que se castigan del mismo modo?
El texto del Art. 362 es escueto y no da mayores luces sobre el pri-
mer problema. Tampoco el argumento histórico nos ayuda mayormen-
te, pues la disposición fue tomada, según se ha dicho, del Código Belga,
donde aparece referida al delito de atentado contra el pudor (semejan-
te al de abusos deshonestos), con una formulación igualmente lacóni-
ca. La Comisión Redactora no anotó comentarios en actas acerca del
sentido y alcance de la expresión. LABATIIT1 cree que la expresión "co-
mienzo de ejecución" se refiere al comienzo de la cópula misma, o sea,
al comienzo de penetración del miembro viril en orificio natural de la
víctima. Para otra tesis, habría "comienzo de ejecución" en los actos an-
teriores a la cópula, pero que directa e inequívocamente tienden a ésta.
En la doctrina, en general, se admite que este último es el "comienzo
de ejecución" por lo que toca a la violación. 2
De este modo, para LABATIIT habría que distinguir entre el "comien-
zo de ejecución de la cópula" y el "comienzo de ejecución del delito".
Y respecto del segundo problema, en consecuencia, sería preciso ad-
mitir que la violación puede tener tentativa punible, cuando ha habido
comienzo de ejecución del delito (actos anteriores tendientes directa-
mente a la cópula), y que debe entenderse consumada en cuanto hay
comienzo de ejecución de la cópula (penetración). Discrepan de este
parecer FERNANDEZ, 3 ORTIZ MUÑOZ y SCHWEITZER, 4 para quienes el efecto
del Art. 362 ha sido simplemente el de eliminar la diferencia entre ten-
tativa, frustración 5 y delito consumado. Se fundamentan en la redacción
de los Arts. 7o (que define la tentativa) y 362. Los actos realizados para
lograr la cópula o son principio de ejecución o no lo son. Si no lo son,
no pueden ser castigados ni aun a título de tentativa. Si lo son, deben
ser sancionados como delito consumado, al tenor de lo dispuesto en el
Art. 362.
En nuestra opinión, siendo ingeniosa y sutil la interpretación de LA-
BATIIT (quien sigue a DEL RIO), está en lo cierto la tesis de SCHWEITZER y

1
LABATIIT, op. cit., 11, p. 231.
2 CARRARA, Programa, § 1535, nota 1; ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., 11, p. 264.
SOLER, op. cit. III, p. 297.
3 FERNANDEZ, op. cit., 11, p. 100.
4 ORTIZ MUÑOZ, op. cit., p. 80; SCHWEITZER, MIGUEL, El principio de ejecución

en los delitos de violación, en Revista de Ciencias Penales, Segunda epoca, tomo VIII,
N° 1, 1945, p. 25.
5 En verdad, los ejemplos de frustración que se mencionan son más bien casos de

delito imposible.

63
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

ORTIZ MUÑOZ. No hay base legal ni histórica para sustentar la distinción


entre el principio de ejecución de la cópula y el principio de ejecución
del delito. No puede admitirse que la razón de ser de esta disposición
sea la de evitar la difícil prueba de la cópula completa, es decir, de la
emissio seminis. En primer término, porque en el Código Belga, de donde
se tomó la regla, ella se aplicaba al delito de atentado al pudor, que no
supone cópula. Lo mismo ocurría en la redacción primitiva del proyec-
to de la Comisión: el Art. 362 valía tanto para la violación como para
los abusos deshonestos. En seguida, es doctrina universalmente acepta-
da que la emissio seminis no es necesaria para tener por consumados
los delitos de cópula, de modo que el problema no se planteaba en
este terreno: producida la introducción o acceso carnal, ya el delito es-
taba consumado, sin necesidad de precepto especial que lo dijera. Por
lo tanto, si hay un precepto especial, como el Art. 362, que da una re-
gla diversa y adelanta el momento consumativo al "principio de ejecu-
ción", es porque se ha querido sancionar el delito como consumado
antes de la conjunción carnal. Por lo demás, el argumento de texto pre-
cedentemente expuesto nos parece incontestable: si no hay principio
de ejecución, no puede haber tentativa; si lo hay, debe sancionarse ya
a título de consumación. Así se desprende de los Arts. 7° y 362.
En suma, a nuestro parecer el "principio de ejecución" está consti-
tuido en la violación por aquellos actos que de una manera directa e
inequívoca tienden a la cópula, y por otra parte, desde que ellos se
producen, ya el delito debe sancionarse como violación consumada. Esto
pone de relieve la fundamental importancia del elemento subjetivo, ya
que los actos constitutivos de "principio de ejecución" de la violación,
considerados intrínsecamente, en sí mismos, son sancionables a título
de abusos deshonestos. Solamente el elemento subjetivo (si iban o no
encaminados a la cópula) determinará si constituían una u otra cosa (con
penalidad muy diferente).

ESTUPRO

A este delito se refiere el Art. 363: "El estupro de una doncella, mayor
de doce años y menor de dieciocho, interviniendo engaño, será casti-
gado con ... ". El término "estupro", siempre ligado al de acceso carnal,
ha sido sin embargo entendido con diverso alcance según las épocas y
los países. En el Código Español de 1848, PACHEC0 1 lo caracteriza como

1 PACHECO, op. cit., III, p. 130.

64
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

"el goce de una doncella, conseguido por seducción". Dentro de las


disposiciones legales se distinguían el estupro incestuoso, el estupro co-
metido por ciertas personas investidas de autoridad o confianza y el es-
tupro cometido por cualquiera otra persona. En estos dos últimos casos
la edad de la víctima debía estar comprendida entre los doce y los vein-
titrés años. Siendo esencial la seducción en todas las formas de este
delito, solamente en la última de ellas se especificaba que la seducción
debía consistir en un engaño.
En nuestro Código el sistema cambió por completo. El incesto pasó
a constituir un delito diverso y separado, que atenta contra el orden
familiar, y en el cual no hay una víctima y un hechor, sino dos coauto-
res. La calidad de especial autoridad o confianza del hechor pasó a ser
una circunstancia agravante común de este y otros delitos, y quedó so-
lamente el estupro que puede llamarse "simple" dentro del Código Es-
pañol, que tiene el "engaño" como elemento constitutivo indispensable.
El primer elemento típico del estupro es el acceso carnal. Siendo
también el estupro un delito que atenta primordialmente contra la li-
bertad sexual (no se exige el escándalo ni la honestidad de la víctima),
puede decirse respecto de este elemento lo mismo que se dijo tratán-
dose de la violación. El acceso carnal consiste en la penetración del
miembro viril en orificio natural de la víctima, en forma de representar
la cópula normal o un equivalente de la misma. Consecuencialmente,
el sujeto activo será siempre un varón, y sujeto pasivo, una mujer. Por
lo demás, respecto de esta última, el texto legal se refiere claramente a
una doncella, en femenino.
El segundo elemento típico de este delito es la doncellez de la víc-
tima. DEL RIO afirma al respecto que la mujer debe ser virgen, y que el
delito consiste en desflorada. Ordinariamente podrá ser así, pero no es
enteramente exacto afirmarlo. Como se ha dicho, tratándose del rapto
de seducción, son conceptos distintos la doncellez, la virginidad y la
honestidad. La virginidad es un concepto puramente fisiológico, refe-
rido a la circunstancia de que el himen se encuentre intacto. Esto pue-
de darse en mujeres que se entregan a cópulas anormales o a la
masturbación, y puede apreciarse su diferencia con el concepto de ho-
nestidad. Este último se refiere a la observancia de las normas que las
buenas costumbres imponen en materia sexual, y no se opone a que
una mujer tenga o haya tenido relaciones sexuales (mujer casada o viu-
da; mujer que ha sido víctima de un delito de violación, etc.). La don-
cellez de que nuestro Código habla es un tercer concepto. En relación
con el rapto de seducción, se dijo ya que la doncellez suponía la igno-
rancia o al menos la inexperiencia en materia sexual. En este delito se
encuentra un notable paralelismo, pues también hay una exigencia de

65
DEUTOS CONTRA LOS INfERESES INDIVIDUALES

doncellez, la edad de la víctima es la misma, y por añadidura se men-


ciona expresamente la necesidad de que exista un engaño. "Doncellez"
tiene aquí el mismo alcance que en el delito de rapto: es la cualidad de
la mujer que no ha tenido relaciones sexuales1 ni normales ni anorma-
les, ni voluntarias ni forzadas. Por lo general esto supondrá también la
virginidad, pero no siempre ni necesariamente. Pero las conductas de
aproximación sexual o de masturbación no serían suficientes para eli-
minar la doncellez.
En seguida, la ley formula una exigencia en cuanto a la edad de la
doncella. Debe tener entre doce y dieciocho años, que son los mismos
límites que en el rapto de seducción. Ya se ha dicho que el acceso car-
nal con mujer menor de doce años es considerado siempre violación.
Por sobre los dieciocho años, la ley estima difícil la existencia de un
engaño idóneo; la mujer, aunque siga siendo doncella, tiene ya al me-
nos conocimiento y madurez suficientes como para no dejarse engañar.
Esta limitación es un tanto arbitraria, pero dentro del texto legal es in-
dudable.
El último elemento típico de este delito es el engaño. Hemos visto
que en el Código Español PACHECO definía el delito como el goce de
una doncella "conseguido por seducción", y que sólo en el último caso,
estupro simple, se exigía que la seducción consistiera en un verdadero
engaño. En el texto del proyecto inicial de nuestro Código, la Comisión
había integrado este delito con el elemento de "seducción culpable" (to-
mado textualmente de PACHECO), entendiendo por tal expresión "aque-
llos engaños que la ofendida, por su edad u otras circunstancias, no ha
podido comprender para evitar el peligro que la amenazaba" (sesión
71). No satisfecha la Comisión con esta aclaración de su pensamiento
en las actas, determinó en definitiva (sesión 160) reemplazar la expre-
sión "seducción culpable" por la de "engaño", ya que el primer término
es más vago, en tanto que el segundo tiene un significado "conocido y
preciso". No cabe duda, por consiguiente, que dentro de nuestra ley el
estupro no está integrado por la "seducción", sino por el "engaño". Nues-
tro Código sigue así el pensamiento de CARRARA, 2 para quien "la seduc-
ción verdadera tiene, en el sentido jurídico, por indispensable sustrato
el engaño". En efecto, la voz "seducción" tiene un alcance mucho más
amplio que la de "engaño": aquélla incluye el logro de los propósitos
del hechor merced a ruegos, a caricias, a requerimientos, a artes de ena-
moramiento, etc., medios todos que no alcanzan a constituir engaño.

1
Véanse DEL RIO, op. cit., III, p. 315, y LABATIIT, op. cit., 11, p. 233.
z CARRARA, Programa, § 1503.

66
DEUTOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBUCA

Ya al tratar del delito de estafa nos hemos referido al engaño: debe in-
ducirse a la mujer a formarse una falsa representación de la realidad
(error), y entre este error y el acceso carnal debe existir una relación
de causa a efecto. Así, el engaño podrá recaer sobre la naturaleza y
consecuencia del acto sexual o sobre la licitud del mismo o sobre la
identidad de la otra persona o sobre los verdaderos propósitos del otro,
etc. Pero en todo caso se requerirá un verdadero engaño, por lo menos
corroborado por apariencias externas, aunque no se llegue a montar
una mise en scéne complicada.
A este propósito LABATUT 1 señala que una de las formas más carac-
terísticas del engaño constitutivo de estupro es la promesa matrimonial
no cumplida. Los autores españoles en general concuerdan en ello, 2 y
lo propio hace su jurisprudencia. Sin embargo, ya PACHEC03 ponía en
guardia sobre la admisión demasiado amplia de la promesa matrimo-
nial como engaño idóneo, y CARRARA4 se manifiesta de acuerdo con el
Código Toscano en cuanto la promesa matrimonial sólo podía conside-
rarse engaño cuando se hubiere formalizado mediante solemnes espon-
sales y se hubiere violado sin justa causa la fe dada, estimando que
una promesa menos solemne no autorizaba a la mujer para considerar-
se "engañada". El Código Italiano (Art. 526) contempla una figura espe-
cial (no existe el delito de estupro en sentido amplio) para sancionar la
seducción (conjunción carnal) lograda con promesa de matrimonio, cuan-
do la mujer es menor de edad y ha sido inducida a error sobre el esta-
do matrimonial del seductor.
A nuestro parecer, la promesa matrimonial no cumplida puede ser
considerada como una forma de seducción, pero no de engaño. El en-
gaño, según se ha dicho, debe consistir en hacer formarse a la víctima
una falsa representación de la realidad, esto es, debe recaer sobre he-
chos presentes o pasados. La promesa no puede engañar a nadie: la
doncella a quien se le formule bien sabe que una promesa está sujeta a
la mudanza de estado de ánimo de quien la hizo, a que el matrimonio
sea verdaderamente posible, en fin, a numerosas contingencias, como
la muerte o enfermedad del prometiente, etc. La promesa de matrimo-
nio sólo podría ser "engaño" dentro del delito de estupro si se recurrie-
ra a una verdadera mise en scéne para hacer creer en la posibilidad, en

1
LABATUT, op. cit., II, p. 233.
2
ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., II, p. 268; CUELLO CALON, op. cit., II, p. 549;
PUIG PEÑA, op. cit., IV, p. 58.
3 PACHECO, op. cit., III, p. 136.
4 CARRARA, Programa, § 1506.

67
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

las intenciones y en la verdadera inminencia del matrimonio. Aun así,


siempre el caso será dudoso, ya que de todos modos la doncella al en-
tregarse sabe que está anticipando derechos conyugales todavía no na-
cidos, y que su acto, si bien no es delictivo, es generalmente considerado
incorrecto desde el punto de vista de las buenas costumbres. No se en-
gaña la doncella acerca de la licitud del acto, pues sabe que es extra-
matrimonial. Ahora bien, si el engaño llega a tal punto que se simula la
celebración misma de un matrimonio, el delito se desplaza hacia la fi-
gura del Art. 383, ya estudiada precedentemente, y cuya penalidad es
algo mayor. En este caso sí que habría un propio y verdadero engaño.
El estupro puede cometerse con dolo directo o eventual (duda acerca
de la edad o doncellez de la víctima). Respecto del iter criminis, no
existe aquí una regla semejante a la del delito de violación. Debe en-
tenderse consumado con el acceso carnal, y se considerarán actos de
tentativa los que precedan a la cópula y tiendan directa e inmediata-
mente a ella.

ABUSOS DESHONESTOS

Este delito se encuentra en el linde entre los atentados contra la liber-


tad sexual y los que ofenden la honestidad y las buenas costumbres.
Ha sido tratado por nuestro Código en forma particularmente tortuosa
y que provoca serias dificultades de interpretación. Dice el Art. 366: "El
que abusare deshonestamente de persona de uno u otro sexo mayor
de doce años y menor de dieciocho, será castigado con ... Si concurrie-
re alguna de las circunstancias expresadas en el Art. 361, se estimará
como agravante del delito, aun cuando sea mayor de veinte años la per-
sona de quien se abusa" .1
El primer problema que aquí se plantea es el determinar cuál sea
la conducta sancionada. ¿Qué es "abusar deshonestamente"? Para DEL
RIO, aquí se comprende todo "mal uso" o uso indebido de la activi-
dad sexual, lo que incluiría las principales perversiones sexuales. En
este mismo sentido se orienta el parecer de COUSIÑ0. 2 En nuestra opi-
nión, no puede darse un significado tan amplio a la expresión, pues
podrían quedar incluidos en el artículo conductas como la masturba-
ción, la necrofilia y la bestialidad, que son ejercicios anormales de la

1 Una completa exposición sobre todos los aspectos de este delito en nuestra le-

gislación puede encontrarse en BASCUÑAN, ANTONIO, El delito de abusos deshonestos,


Editorial Jurídica de Chile, 1961.
2 COUSIÑO, Medicina Legal, 11, p. 191.

68
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

actividad sexual. Mejor es el concepto de LABATUT, 1 para quien el de-


lito está constituido por un atentado al pudor que se realiza "median-
te actos lascivos no consentidos que no configuren otro delito
específico". En efecto, la redacción del artículo ("el que abusare des-
honestamente de persona ... " y "... aun cuando sea mayor de veinte años
la persona de quien se abusa") no deja lugar a dudas de que se trata
de abusar de una persona y no de la función sexual. Por lo tanto
este delito debe construirse siempre y necesariamente sobre la base
de la existencia de un sujeto activo y de un sujeto pasivo o víctima.
Los actos solitarios, o realizados con animales o cadáveres, o bien con
otra persona, pero libremente consentidos por ésta, no pueden inte-
grar el delito de abusos deshonestos.
Sentada esta premisa, debe considerarse luego la esencia misma de
la conducta. ¿En qué consiste? Como límite superior, este delito encuentra
la figura de la violación, sea heterosexual o bien sodomítica. Si ha ha-
bido acceso carnal, normal o anormal, nos encontraremos en alguna de
estas últimas figuras. El abuso deshonesto debe ser menos que eso. Sin
embargo, debe consistir en actos que ofendan la honestidad o pudor
de la víctima, esto es, en actos de significación sexual. SOLER,2 razonan-
do sobre un texto muy parecido al nuestro, describe las conductas cons-
titutivas de abuso deshonesto como "acciones corporales de
aproximación o tocamiento inverecundo, realizados sobre el cuerpo de
otra persona". No bastarían, en su concepto, los actos deshonestos rea-
lizados sobre sí mismo o un tercero en presencia de la víctima, ni la
propia exhibición impúdica ante la víctima, ni las simples palabras, ni
la contemplación de la víctima, a menos, en este último caso, que ésta
se encuentre en situación desairada por obra del sujeto activo (desnu-
dez, posición indecorosa, etc.). CARRARA3 define el delito de ultraje vio-
lento al pudor como "actos impúdicos cometidos sobre otra persona,
contra su voluntad, y que no constituyen tentativa de violencia camal"
(violación), y considera indispensable el contacto físico con el cuerpo
de la víctima; no basta haber ofendido sólo el sentido del oído y de la
vista. ANTON y RODRIGUEZ, 4 siguiendo en esto a la doctrina alemana, co-
locan la esencia de estos actos en el propósito libidinoso del autor, y
así resuelven, v. gr., la relevancia penal de un beso o de un reconoci-
miento médico, que serían lícitos o delictivos según el propósito del

1
LABATUT, op. cit., II, p. 235.
2
SOLER, op. cit., III, p. 330.
3 CARRARA, Programa, §§ 1542 y 1546, nota l.
4 ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., II, p. 265.

69
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDMDUALES

hechor. Estimamos que esta solución no es aceptable entre nosotros. El


texto legal no formula ninguna exigencia especial de carácter subjetivo
en cuanto al propósito del agente. Sólo se requiere que el acto sea ob-
jetivamente deshonesto, lo cual debe apreciarse en cuanto a su aptitud
intrínseca para ofender la honestidad o el pudor de la víctima, sin que
sea necesario atender a la finalidad del hechor, que bien puede haber
realizado el acto para satisfacer su libídine, o solamente para ofender a
la víctima, o por diversión, etc. Subjetivamente, basta en este delito con
el dolo propio de toda infracción penal: la conciencia, por parte del
agente, de la idoneidad de su acto para ofender la honestidad de la
víctima. Además, es indispensable un requisito negativo: el dolo debe
limitarse al abuso deshonesto, ya que si existe dolo de violación (si los
actos van encaminados a la cópula), ordinariamente existirá tentativa
de este último delito y no abusos deshonestos.
En suma, este delito consiste en realizar sobre otra persona actos
que no lleguen al acceso carnal ni vayan encaminados a él, que sean
objetivamente aptos para ofender la honestidad o pudor de la otra per-
sona, y que no sean libremente consentidos por ésta. De este modo,
los actos constitutivos de abusos deshonestos pueden realizarse mediante
violencia, o sorpresa, o engaño, o intimidación, o aun mediando el con-
sentimiento de la víctima, cuando éste es irrelevante para la ley evícti-
ma menor de doce años o privada de razón). Aquí quedan situadas las
violaciones de mujer por mujer, la cópula hombre-mujer forzada por
esta última (normal o anormal), los tocamientos impúdicos, el ejercicio
forzado de la actividad sexual de la víctima, sea consigo misma, sea
con animales, con cadáveres, con cosas, con el propio autor del delito,
etc. Para quienes hacen radicar la violación sólo en la cópula normal,
quedarían también incluidas aquí las cópulas anormales forzadas por
un hombre sobre una mujer.
Sujeto activo del delito puede ser cualquiera persona, de uno u otro
sexo. La determinación del sujeto pasivo provocaba dificultades inter-
pretativas por la defectuosa redacción del texto legal, que se tornó aún
más confuso después de la modificación introducida por la Ley 19.221.
En efecto, el delito es descrito en el inciso primero, donde se circuns-
cribe el sujeto pasivo (de cualquier sexo) a los límites de edad entre
doce y dieciocho años. Pero en seguida se añade que será circunstan-
cia agravante cualquiera de las mencionadas en el artículo 361 (viola-
ción), una de las cuales es ... que la víctima sea menor de doce años.
¿Cómo puede ser agravante del abuso de un mayor de doce años que
la víctima sea menor de doce años? Termina de confundir al intérprete
la advertencia de que tales circunstancias serán agravantes del delito "aun
cuando sea mayor de veinte años la persona de quien se abusa".

70
DEUTOS CONlRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

¿Y qué ocurre si tiene diecinueve años? Esta confusión sólo se resuelve


admitiendo que se trata de un delito con pluralidad de hipótesis, en la
siguiente forma:
1) Se penan los abusos deshonestos cometidos sobre persona de
uno u otro sexo, si la víctima tiene entre doce y dieciocho años de edad,
siempre que no intervenga fuerza o intimidación, ni la víctima esté pri-
vada de razón o sentido por cualquiera causa (forma simple);
2) Se penan los abusos deshonestos cometidos en persona menor
de doce años, aunque no haya fuerza ni intimidación, ni esté privada
de razón o sentido; en este caso el delito se considera revestido de una
circunstancia agravante; y
3) Se penan los abusos deshonestos cometidos sobre persona ma-
yor de doce años y sin límite superior de edad, siempre que se use de
fuerza o intimidación o la víctima esté privada de razón o sentido por
cualquier causa; también se considera en este caso la concurrencia de
una agravante.
Los dos últimos casos señalados constituyen la forma agravada de
este delito.
La diferencia de penalidad entre ambas hipótesis no es muy gran-
de. La penalidad base se encuentra señalada para el caso menos grave
(inciso primero). La penalidad del caso más grave es la misma, pero
debe considerarse en tal evento que concurre un circunstancia agravante.
La ley no ha asignado aquí efectos especiales a esta circunstancia agra-
vante, de modo que sus consecuencias se regirán por las reglas genera-
les sobre influencia de atenuantes y agravantes en la pena.

VIOLACIÓN SODOMÍTICA

Hasta el año 1972, el Código Penal sólo sancionaba escuetamente el


delito de sodomía en el Art. 365. Había consenso en que él se refería
a conductas homosexuales realizadas entre varones con pleno consen-
timiento de ambas partes; esto es, que no se trataba de un delito con
autor y víctima, sino de un delito con dos copartícipes o coautores,
ambos igualmente culpables. Si la cópula homosexual se obtenía por
fuerza o intimidación, ella caía en los abusos deshonestos (ya que en
la violación sólo una mujer puede ser víctima), cuya penalidad era
mayor que la de la sodomía. Dicho delito, por lo tanto, era considera-
do doctrinalmente como un delito de corrupción, no como delito de
abuso o contra la libertad sexual, lo que por lo demás concordaba
con los antecedentes históricos sobre la incorporación de dicha figura
al Código Penal.

71
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

La Ley 17.727, de 1972, alteró toda esta estructura y creó complica-


dos problemas interpretativos. Probablemente para entrar en paralelis-
mo con la violación y con los abusos deshonestos, incorporó al texto
del Art. 365 las circunstancias propias de la violación, señalando que la
sodomía sería castigada con mayor pena cuando ellas concurrieran. Ol-
vidó, sin embargo, el legislador que tanto la violación como los abusos
deshonestos eran delitos de abuso contra la libertad sexual, en tanto
que la sodomía no lo era. En suma, las llamadas por la ley circunstan-
cias agravantes son incompatibles con la forma simple del delito: nunca
pueden agregarse a ella, ya que ésta es un delito plurisubjetivo, en
tanto que aquéllas suponen una conducta de abuso o forzamiento so-
bre una víctima.
Por esta razón, opinamos que la Ley 17.727, más que establecer cir-
cunstancias agravantes de la sodomía, creó una nueva figura, de natu-
raleza distinta de la anterior (tan distinta como la violación del incesto),
a la que pudiéramos denominar sodomía calificada, o mejor todavía,
pues da una idea más clara de su carácter, violación sodomítica. Se
trata, igual que la violación ordinaria y los abusos deshonestos, de una
fi~ra que atenta contra la libertad sexual, y por lo tanto debe ser estu-
diada en este grupo, en tanto que la sodomía propiamente tal, delito
de corrupción, es estudiada en el grupo siguiente.
El núcleo de la conducta delictiva es un hecho de sodomía. Al tra-
tar, en el párrafo siguiente, de la forma originaria y simple de esta figu-
ra, analizamos los antecedentes que nos llevan a afirmar que se trata
de conductas de acceso carnal o cópula realizadas entre dos varones
(no se incluyen actos de homosexualidad femenina; ni cópulas hetero-
sexuales, pero anormales; ni actos de bestialidad o necrofilia). La con-
clusión a que llegamos, en el sentido de que debe tratarse de una cópula
anormal, y no de otros actos de significación sexual, se refuerza con la
introducción de la violación sodomítica, ya que sin duda en ella la con-
ducta a la cual se fuerza es la cópula: si comprendiera otros actos de
significación sexual, pero sin acceso (v. gr., masturbación), no habría
diferencia entre la violación sodomítica y los abusos deshonestos, que
tienen pena más leve.
Las circunstancias en las cuales el acceso carnal de varón a varón
constituye violación sodomítica son semejantes a las constitutivas de vio-
lación; reemplazando el vocablo "mujer" por "víctima", la redacción del
Art. 365 es idéntica a la del Art. 361. El empleo de voz "víctima" no debe
inducir a pensar que pueda tratarse tanto de un varón como de una
mujer: el término se usa, simplemente, ya que siendo tanto el autor como
la víctima varones, el empleo de la palabra "varón" habría sido ambi-
guo, sin indicar claramente a cuál de los protagonistas se refería. En

72
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

cambio, en la violación propiamente tal se puede hablar sin equívocos


de "mujer", puesto que el sujeto activo siempre es varón, y el sujeto
pasivo, de sexo femenino. La redacción del número 3o del Art. 365 co-
rrobora esta interpretación, ya que habla del "ofendido", y pone el lí-
mite de edad para la irrelevancia del consentimiento, en catorce años
(no en doce, como en la violación). Precisamente ello se ha debido al
deseo de mantener paralelismo con el Art. 361, el cual niega relevancia
al consentimiento de la mujer cuando ésta no ha alcanzado la pubertad
(doce años); como el varón la alcanza a los catorce años, ésta es la
edad que se ha fijado en la violación sodomítica. Si el "ofendido" ha
consentido libremente y tiene más de catorce años, deja de ser "ofendi-
do", y pasa a ser co-reo en el delito de sodomía simple (exento de res-
ponsabilidad por inimputable, si tiene entre catorce y dieciséis años, y
sujeto a la calificación de discernimiento si tiene entre dieciséis y die-
ciocho años).
Sobre la conducta misma constitutiva de sodomía, nos remitimos a
lo que se dice en el párrafo siguiente, a propósito de la forma simple
de dicho delito. Sobre las especiales circunstancias que configuran la
violación sodomítica, véase lo dicho a propósito de la violación nor-
mal, supra. Debemos también tener presente que de la misma manera
que en la violación, la muerte del ofendido causada por el delito está
tratada especialmente por el artículo 372 bis del Código Penal, del que
nos hemos ocupado a propósito de aquel delito.

Segundo grupo
Delitos contra las buenas costumbres

En el concepto de "buenas costumbres" consideramos incluidas aquí la


"honestidad" y la "moralidad pública", o sea, tanto la observancia de
ciertas reglas de comportamiento público en materia sexual como el de-
recho de todos los ciudadanos a que se observen dichas reglas y a que
se respeten sus sentimientos relativos al ejercicio público de la activi-
dad sexual. Pero también se advierte en la estructura de los delitos de
este grupo la preocupación del legislador por el aspecto social de la
actividad sexual, esto es, por proteger a la nación toda o a un grupo
considerable dentro de ella, desde los puntos de vista fisiológico, higié-
nico, psicológico, eugenésico. No ha perseguido el legislador el propó-
sito de imponer forzadamente y bajo sanción penal normas de moralidad
privada, sino el de sancionar conductas que producen escándalo públi-
co o acarrean peligro social.

73
DEUTOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

SODOMÍA

El Art. 365 sancionaba "al que se hiciere reo del delito de sodomía".
Esta disposición no se contemplaba en el Código Español ni en el Có-
digo Belga. De entre los cuerpos legales que la Comisión Redactora tuvo
a la vista, solamente se refería a una infracción semejante al Código Aus-
tríaco (Art. 113, N° 1°), que muy vagamente lo llamaba "el delito contra
la naturaleza". La Comisión Redactora no dejó testimonio de su fuente
de inspiración en esta materia (debe suponerse que ha sido el antepro-
yecto de RENGIFO), ni del preciso alcance de la incriminación.
El texto del Código Penal decía literalmente: "El que se hiciere reo
del delito de sodomía ... ". Las leyes 19.047 y 19.114 dispusieron el re-
emplazo general en la legislación de las expresiones "auto de reo", "en-
cargatoria de reo", y "auto encarga torio de reo" por "auto de
procesamiento", y la expresión "reo" por "procesado". Al repararse en
que en numerosas ocasiones las leyes vigentes empleaban la expresión
"reo" no sólo en el sentido del "procesado", sino también en otros, como
el de "condenado", "inculpado", etc., y las inconsecuencias derivadas
del reemplazo literal y uniforme de todas esas voces por la de "pro-
cesado", la Ley 19.158 restringió el reemplazo aludido al caso que la
voz reo estuviere tomada en el sentido preciso de "sometido a proce-
so" y todavía no sobreseído, absuelto o condenado. En los otros ca-
sos, autorizó a sustituir la palabra "reo" por "inculpado", "condenado",
"demandado" o "ejecutado", o bien a mantener dicha palabra, según
correspondiere.
A la fecha de esta edición, las ediciones oficiales del Código Penal
se han atenido sólo al contenido inicial de la modificación, y han reem-
plazado la expresión "reo" simplemente por "procesado" en todos los
casos, lo que contraviene la ley. En el Código Penal, en general, la ex-
presión "reo" está tomada como sinónimo de "condenado", no de sim-
plemente "procesado", y a veces, en el alcance de "inculpado". En el
Art. 365, que comentamos, nunca hubo duda de que a pesar del cir-
cunloquio "el que se hiciere reo del delito de sodomía", el hecho de
que señalara a continuación la pena que debía imponérsele indicaba
claramente que la ley entendía referirse al "condenado por el delito de
sodomía": no se imponen penas a los simples procesados. La edición
oficial del Código, datada en 1994, que hemos tenido a la vista, ha re-
emplazado, sin embargo, esa expresión por "el procesado por el deli-
to de sodomía", donde ha reemplazado no sólo la voz "procesado" por
"reo", sino toda la expresión "el que se hiciere ... del", por "el procesa-
do por", lo que la ley no autoriza. El texto conforme a las leyes que
hemos mencionado y correcto sentido jurídico y gramatical debería ser:

74
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

"El condenado por el delito de sodomía", o en todo caso, siempre con-


forme a la autorización legal, mantener simplemente la locución origi-
nal del Código: "El que se hiciere reo del delito de sodomía". Sea como
fuere, el sentido continúa siendo el mismo: la pena se impone al con-
denado por este delito, no al procesado.
¿Cuál es la tipicidad de esta figura? LABATIJT1 advierte que la expre-
sión "sodomía" tiene tres acepciones: la científica, que la haría sinóni-
ma de bestialidad o contacto sexual de hombres con animales; la vulgar,
que la equipara a homosexualidad o tratamiento carnal entre perso-
nas del mismo sexo, y la jurisprudencia!, según la cual consiste en el
coito entre varones, impropiamente llamado también pederastia. La ver-
dad es que la expresión "sodomía" puede ser tomada en alguno de los
siguientes sentidos: 1) Prácticas homosexuales entre varones. Es el sen-
tido más tradicional y antiguo, y alude precisamente al vicio de Sodo-
ma según el relato bíblico; 2) Práctica del coito anal, sea entre varones,
sea de varón con mujer; 3) Prácticas sexuales entre individuos huma-
nos y animales (bestialidad), y 4) Prácticas sexuales varias, que no lle-
gan al coito, entre personas del mismo o de distinto sexo (masturbación,
fellatio in ore, etc.). No es correcto afirmar que el tercer sentido sea el
que "científicamente" corresponde al término, pues la verdad es que
más corrientemente se emplea en el primer sentido, que coincide con
la acepción que el uso general del término le da, y con lo que LABATIJT
llama el alcance "jurisprudencia}". La homosexualidad femenina es lla-
mada "lesbianismo", no "sodomía".
Para determinar correctamente el alcance de la expresión en nues-
tra ley, debe considerarse ante todo que hay antecedentes históricos muy
precisos que señalan que se ha querido excluir de su ámbito la bestiali-
dad o concúbito con animales. La Comisión Redactora (sesión 71) re-
chazó expresamente la idea de consagrar a la bestialidad una disposición
especial, debido a la rareza de su perpetración y a que no existía peli-
gro de que se extendiera su contagio y llegara a ser una plaga en la
sociedad, como ocurría con la sodomía. Además, si concurría escánda-
lo público, podría sancionársele como ultraje público a las buenas cos-
tumbres. Con ello se diferenció netamente la bestialidad de la sodomía.
Quedan como posibilidades la homosexualidad masculina, la homo-
sexualidad femenina, el coito anal de varón y mujer, y las prácticas sexua-
les desviadas o anormales que no llegan al coito. Por razones
terminológicas, descartaremos la homosexualidad femenina, conocida
como lesbianismo, y no como sodomía. En cuanto a las otras hipótesis,

1 LABATIJT, op. cit., II, p. 234.

75
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDMDUALES

la determinación del sentido de la ley debe encontrarse atendiendo a


las razones que movieron a los legisladores a sancionar este delito. No
se impuso pena por tratarse de una perversión o de una práctica mo-
ralmente reprobable, pues tal criterio fue expresamente rechazado al pro-
ponerse la hipótesis de la bestialidad (que sin duda es una perversión
o desviación, y que moralmente es mirada con reproche). La razón de
penar la sodomía fue "el peligro de que se extienda su contagio y lle-
gue a ser una verdadera plaga en la sociedad". El legislador tuvo en
vista la protección al patrimonio fisiológico, biológico y psicológico de
la nación toda. No cabe duda de que entre las tres hipótesis posibles
que nos quedan, solamente una, las prácticas homosexuales (coito anal)
entre varones, presenta los caracteres de extensión suficiente como para
constituir "una plaga en la sociedad", según la expresión de los Comi-
sionados. Las relaciones anormales de varón y mujer son más raras, y
las prácticas sexuales desviadas que no llegan al coito no parecen pre-
sentar los caracteres de generalidad y de trascendencia suficiente para
ser incluidas en el pensamiento del legislador. Estimamos, por consi-
guiente, que el sentido que LABATUT llama "jurisprudencia!" es el que
corresponde al auténtico de la ley: sanciona ésta solamente la práctica
del coito anal entre varones. Los otros hechos mencionados, si se reali-
zan con escándalo, constituirán el delito de ultrajes públicos a las bue-
nas costumbres; si se realizan contra la voluntad de una de las partes,
constituirán abusos deshonestos o violación sodomítica; si se realizan
privadamente y en forma libre y voluntaria, no serán en sí punibles.
Esto último nos lleva a considerar otra importante característica del
delito de sodomía. El texto legal no exige que se emplee fuerza ni inti-
midación, ni hace referencia alguna a la edad de las partes ni a la ho-
nestidad de ellas, lo que impide considerarlo como un atentado contra
la libertad sexual. En consecuencia, es un delito plurisubjetivo o pluri-
personal, que supone la participación voluntaria de ambos sujetos, que
resultan así coautores del delito. Cuando interviene el elemento "fuerza
o intimidación", el delito se transforma en el de violación sodomítica,
pues la sodomía propiamente tal supone la participación libre de am-
bos sujetos y su voluntario consentimiento. Así se desprende también
de la historia de la ley: además de los antecedentes ya citados, la Comi-
sión Redactora (sesión 160) dejó testimonio de ser la sodomía un delito
de igual culpabilidad en el que lo comete (esto es, no lo integran cir-
cunstancias que pudieren hacer la conducta más reprochable, como la
fuerza, el engaño, etc., y por eso también su penalidad es bastante pre-
cisa: un solo grado de presidio).
Finalmente, recordaremos que, aunque la práctica homosexual más
difundida no es, como suele creerse, el coito anal, sino la masturbación

76
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

recíproca, 1 el delito de sodomía consiste necesariamente en la cópula


anal, ya que otras conductas de significación sexual quedan incluidas
en los abusos deshonestos: de lo contrario no habría diferencia típica
entre esta última figura y la sodomía.

FAVORECIMIENTO DE PROSTITIJCIÓN

A este delito se le denomina también "proxenetismo" o "alcahuetería".


En verdad, esta infracción es solamente la primera hipótesis de una fi-
gura con pluralidad de ellas, en el Art. 367, que se refiere al que "habi-
tualmente o con abuso de autoridad o confianza, promoviere o facilitare
la prostitución o corrupción de menores de edad para satisfacer los de-
seos de otro". Se encuentran aquí referencias a dos situaciones diferen-
tes: la prostitución de menores de edad, y la corrupción de los mismos.
Por las especiales características de una y otra hipótesis, estimamos pre-
ferible dividir la figura y considerar separadamente uno y otro caso.
El primero de ellos, al que llamamos sintéticamente "favorecimiento
de prostitución", consiste en promover o facilitar la prostitución de me-
nores de edad, habitualmente o con abuso de autoridad o confianza,
para satisfacer los deseos de otro.
Esta figura tiene, en consecuencia, como concepto central el de pros-
titución. Para CARRARA, 2 las notas esenciales de este concepto son la ve-
nalidad, la multiplicidad de hombres recibidos, y la libertad del acceso
promiscuo. Prostituta es, para CARRARA, la que se alquila a cualquiera
que solicite sus favores, aunque se trate de un recién venido y descono-
cido. SOLER,3 en esta misma línea de pensamiento, señala que la prosti-
tución es "la actividad consistente en entregarse habitualmente a tratos
sexuales con personas más o menos determinadas, que eventualmente
lo requieran". El fin de lucro concurre habitualmente, aunque no es in-
dispensable. Por lo general, esta actividad es propia de las mujeres, aun-
que no están excluidos de ella los varones. En concepto de MAGGIORE, 4
lo que caracteriza a la prostitución es la pluralidad de relaciones carna-
les promiscuas, sin que sea necesario el elemento de la venalidad, ni de
la habitualidad. ANTON y RODRIGUEz5 estiman que prostitución es "la en-

1 Cf. KLING, SAMUEL G., Sexual Bebavior and tbe Law, Bernard Geis Associates,

Nueva York, 1965.


2
CARRARA, Programa, § 2979.
3 SOLER, op. cit., 111, p. 307.
4 MAGGIORE, op. cit., IV, p. 120.

5 ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., 11, p. 269.

77
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDMDUALES

trega de una mujer a los apetitos deshonestos de cualquiera que la soli-


cite mediante precio". Ni la multiplicidad de actos, ni el fin de lucro
son suficientes para conferir la calidad de persona prostituida. Lo esen-
cial radica en que haya un trato sexual frecuente, en el cual importe
más el acceso carnal mismo o el lucro que con él se obtiene, que la
consideración de la persona con quien se realiza, que es en principio
indiferente. Creemos, con SOLER, que el concepto no está necesariamente
limitado a las mujeres, sino que también puede referirse a varones. Es
interesante observar a este respecto que no aparece sancionada delicti-
vamente la prostitución misma, ni la conducta del cliente que requiere
los servicios de una prostituta. El Código Sanitario (Arts. 39 y 41) y el
Reglamento sobre Profilaxis de las Enfermedades Venéreas (Decreto 169
de Salud, Diario Oficial del 2 de julio de 1966) establecen ciertas obli-
gaciones para quienes ejercen la prostitución (o "se dedican al comer-
cio sexual", como eufemísticamente dice aquel Código), de lo que se
infiere que entre nosotros no es una actividad intrínseca y absolutamente
prohibida.
La acción que se sanciona es una conducta accesoria a la prostitu-
ción misma, consistente en promoverla o facilitarla. Esta ocupación,
llamada clásicamente lenocinio, ha sido objeto de variada reglamenta-
ción y tratamiento punitivo. La actividad consistente en promover la pros-
titución significa tomar la iniciativa en determinar a otro a dedicarse a la
prostitución. Queda aquí comprendida la instigación a prostituirse, pero
cuando se ha llegado al uso de fuerza, intimidación o engaño para que
otro se dedique a la prostitución, frecuentemente el delito se desplazará
hacia otras figuras. La expresión "prostitución" indica tanto la acción como
el efecto de prostituirse, de modo que surge aquí un problema interpre-
tativo: ¿deberá consistir la conducta solamente en prostituir a quien no lo
está, o también puede consistir en promover el ejercicio de la prostitu-
ción por quien ya es meretriz? A nuestro juicio, se trata de esta última
situación, aunque sin duda también queda comprendida la primera de
ellas. En cuanto a facilitar la prostitución, es una conducta menos activa
que la anterior, y supone ya solamente una modalidad de cooperación a
una iniciativa ajena. La mera pasividad o descuido en el ejercicio de los
deberes de padres o guardadores no convierte a éstos en autores de este
delito. CARRARA, con quien se manifiesta de acuerdo GROIZARD, 1 conside-
ra de mucho menor entidad esta conducta que la anterior, hasta el punto
de no ver en ella un verdadero delito, por lo menos donde no esté pro-
hibida la prostitución. Nuestra ley, sin embargo, no hace tal distinción.

1
GROIZARD, op. cit., V, p. 213.

78
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

Sujeto activo de este delito puede ser cualquiera. Sujeto pasivo, úni-
camente un menor de edad. Opinamos con LABATUT, y contra DEL RI0, 1
que en ausencia de definición legal, y no exigiendo la naturaleza del
delito una interpretación diversa, por "menor de edad" debe entender-
se el que no ha cumplido dieciocho años, aun cuando en otras figuras
de este título el límite máximo de edad del sujeto pasivo se haya fijado
en otra edad.
En seguida, la actividad del sujeto activo debe desarrollarse habi-
tualmente o con abuso de autoridad o confianza. Este último con-
cepto es más fácil de determinar en la práctica. Ocurre tal circunstancia
cuando para promover o facilitar la prostitución se vale el sujeto de las
ventajas en que lo coloca la relación de autoridad o de confianza que
tiene con respecto a la víctima (padre, guardador, maestro, criado, au-
toridad de un establecimiento de educación, curación, reclusión, etc.).
En este caso no se requiere habitualidad por parte del sujeto activo,
pero no debe olvidarse que el concepto mismo de prostitución supone
una actividad más o menos permanente o habitual por parte de la per-
sona prostituida. En suma, por parte del sujeto activo bastará con pro-
mover o facilitar una sola vez la prostitución, pero para dar por acreditada
la prostitución será preciso exigir una conducta habitual en quien la ejer-
ce. El concepto de habitualidad en el promovedor es más difícil de
precisar. CARRARA analiza las diversas teorías, especialmente francesas,
en relación con este punto; si se exige pluralidad de víctimas, o si basta
con una sola, pero existiendo multiplicidad de actos, y si es necesaria o
no la existencia de diversos amantes de la prostituida. Para CARRARA la
única razón de exigir habitualidad en quien comete el delito es la pro-
tección a la moral pública y las costumbres públicas, que no se lesio-
nan con un acto singular y transitorio, sino por el hecho de hacer oficio
o profesión del lenocinio, aunque no sea una ocupación exclusiva. Se-
gún CARRARA, no basta la multiplicidad de actos, ni es exigible la multi-
plicidad de víctimas. Se requiere, eso sí, multiplicidad de personas, de
las cuales una puede ser la víctima y las demás, sus amantes o clientes.
En nuestro concepto, no parece estrictamente exigible la profesionali-
dad, al menos en un sentido de actividad lucrativa o fuente de ingre-
sos. Se requiere, indudablemente, una multiplicidad de actos de
promoción o favorecimiento de la prostitución, durante un tiempo más
o menos prolongado, que permita afirmar la costumbre o hábito. No
creemos necesario que se trate de varias víctimas o prostitutas, pero eso
sí debe recordarse que el concepto mismo de prostitución supone la

1
LABATUT, op. cit., II, p. 238; DEL RIO, op. cit., III, p. 323.

79
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

libertad de acceso, la promiscuidad de clientes, de tal modo que favo-


recer habitualmente las relaciones de una mujer con el mismo varón no
constituirá ordinariamente este delito, no por falta de habitualidad, sino
por faltar el elemento esencial de la prostitución misma. Mantener o
dirigir un prostíbulo será una característica conducta de habitualidad en
la promoción o favorecimiento de la prostitución.
El último elemento de la figura consiste en la exigencia de que tal
conducta se realice para satisfacer deseos de otro. En el caso de la
prostitución, ese "otro" será el eventual cliente de la prostituta. En reali-
dad, tratándose de la prostitución, es difícil concebir que se la promue-
va o facilite para satisfacer los deseos propios, ya que, según se ha
explicado, la prostitución no supone la simple entrega, sino la multipli-
cidad de clientes o amantes. La ley no exige el ánimo de lucro en el
hechor, de modo que éste puede obrar movido por el solo propósito
de ayudar a complacer a otro, sin esperar ganancia. Por la inversa, el
requisito está cumplido si los actos, objetivamente, tienden a satisfacer
los deseos de otro, aunque el hechor haya obrado movido por espíritu
de lucro, más que por el afán de satisfacer a otro.

CORRUPCIÓN DE MENORES

La corrupción de menores es la otra hipótesis de la figura del Art. 367,


y ofrece bastantes dificultades de construcción. Comete este delito el
que "habitualmente o con abuso de autoridad o confianza, promoviere
o facilitare ... la corrupción de menores de edad para satisfacer los de-
seos de otro". Solamente se diferencia de la hipótesis anterior en que el
concepto central es aquí el de corrupción en vez de prostitución.
Pero debido a la diferente naturaleza de ambos conceptos, los restantes
elementos típicos tienen también un matiz o forma distinta en ambas
variedades del delito.
El concepto de corrupción debe ser interpretado cuidadosamente,
para evitar los excesos que pueden derivar de la fácil identificación del
concepto jurídico con el concepto moral. CARRARA, 1 siempre preocupa-
do de no confundir los campos del delito y del pecado, sostiene que la
corrupción de que aquí se trata debe ser una corrupción ítsica, y no
moral. Para GROIZARD, 2 corromper es "echar a perder, depravar", y, en
sentido figurado, "pervertir o seducir a una mujer". Según este pensa-

1
CARRARA, Programa, § 2978.
2 GROIZARD, op. cit., V, p. 211.

80
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

miento, parecería que la corrupción es el concepto opuesto al del "ho-


nestidad", y se reducirá a la inobservancia de las reglas que las buenas
costumbres imponen en materia de vida sexual. Este concepto, sin em-
bargo, a nuestro juicio pecaría de insuficiente y excesivo al mismo tiem-
po. De insuficiente, por cuanto las normas de las "buenas costumbres"
se refieren al ejercicio público o notorio de la actividad sexual, y deja-
ría al margen la actividad sexual desarrollada oculta o privadamente; de
excesivo, porque identificaría demasiado estrechamente el concepto de
"corrupción" con el de "liviandad" o "incorrección", en estricta depen-
dencia de los principios éticos. Para SOLER, 1 corromper tiene un sentido
esencialmente psicológico y moral, pero referido a la normalidad psí-
quica, o sea, al "sentido natural, biológico y sano de la sexualidad". LA-
BATIJT2 sigue en esto a SOLER, y entiende por corrupción "la perversión
o depravación sexual de una persona, alterando las condiciones nor-
males de su sexualidad en un sentido antinatural y degenerado".
En nuestra opinión, el criterio de SOLER es el más acertado. Debe
tenerse presente que la acción y efecto de corromper representan una
alteración de carácter más o menos permanente en la personalidad y
psicología de la víctima. Gráficamente, puede decirse que "corromper"
no es "hacer cosas malas" con un menor, sino "hacer malo" al menor.
Aquí estaría el límite, precisamente, entre este delito y el de abusos des-
honestos, sodomía, etc. Pero esa "maldad" no debe apreciarse con un
criterio puramente moral, que nos llevaría a la identificación del delito
con el pecado, sino con un criterio biológico-natural. Se trata de per-
vertir el sentido natural de la sexualidad. Esto ocurre, según SOLER, en
dos situaciones: cuando se hace nacer en el menor la afición o el hábi-
to de prácticas antinaturales o pervertidas, y cuando se crea en él una
actividad sexual normal, pero acusadamente prematura por su corta edad
y falta de desarrollo sexual. Nosotros añadiríamos una tercera situación:
cuando se acostumbra al menor a ofender el pudor público, aunque
sea en el desarrollo de una actividad sexual normal y no prematura (ex-
hibicionismo, aproximación sexual en público, etc.). En cambio acos-
tumbrar a un menor a un trato sexual frecuente fuera del matrimonio,
aunque pueda ser corrupción moral, no es corrupción en el sentido ju-
rídico-penal.
Si tal es el concepto de "corrupción", réstanos por determinar qué
cosa sea "promover" o "facilitar" la corrupción. Lo primero significa to-
mar la iniciativa en una acción corruptora; lo segundo, cooperar en la

1
SOLER, op. cit., III, p. 309.
2
LABATIJT, op. cit., II, p. 237.

81
DELITOS CONTRA LOS INfERESES INDMDUALES

corrupción iniciada por un tercero o aun por el propio menor en vías


de corrupción. Para SOLER, los actos constitutivos de estas conductas de-
ben ser actos materiales que se hacen presenciar por el menor o se
realizan con la participación corporal, activa o pasiva, de éste. No bas-
tarían las palabras o los consejos ni la exhibición de estampas ni las
proposiciones deshonestas. A nuestro parecer, no puede sentarse en esto
un criterio absoluto, sino que siempre deben juzgarse tales conductas
en relación con su aptitud corruptora en cada caso particular, y con re-
ferencia a una persona determinada. En la exhibición de estampas pro-
bablemente faltará esta condición de ordinario, pero ya no puede decirse
lo mismo en la entrega de literatura pornográfica. Generalmente, faltará
esta condición en las palabras, consejos o proposiciones, pero puede
estar presente en la instigación.
Al tratar de la prostitución, se dijo que la promoción o favorecimiento
cabían con respecto a la persona ya prostituida igual que con respecto
a la que todavía no lo era. En materia de corrupción, SOLER opina que
no es posible corromper al ya corrompido. LABATIJT estima que sí es
posible. Creemos que este último está en lo cierto, pues hay diversos
grados y formas de corrupción, y nadie puede decirse absolutamente
corrompido. Así, sería cometer este delito el inducir a prácticas homo-
sexuales a un menor ya corrompido en el sentido de practicar una acti-
vidad sexual normal, pero prematura por su corta edad.
El sujeto activo de este delito es cualquiera persona. El sujeto pasi-
vo es un menor de edad, concepto también explicado. El abuso de au-
toridad o confianza es un requisito que concurre en este delito
aproximadamente con las mismas características que en la forma ante-
rior. En cuanto a la habitualidad, presenta aquí ciertas peculiaridades.
Desde luego, es necesario que el corruptor promueva o facilite múlti-
ples veces la corrupción, durante un tiempo más o menos prolongado.
Puede tratarse de la corrupción de un mismo menor (siempre que sea
en diferente forma o grado de intensidad) o de menores distintos. Pero
en seguida es preciso tener en cuenta que de ordinario para corromper
a un menor, para depravado, no bastará con un solo acto corruptor,
sino que será necesaria una multiplicidad de actos, que en conjunto re-
presentarán una sola corrupción y no llegarán a constituir habituali-
dad. En suma, con frecuencia este requisito se traducirá en la exigencia
de multiplicidad de ,corrupciones que a su vez se componen, cada una,
de diversos actos.
El requisito que distorsiona completamente la estructura de este de-
lito es la exigencia de que los actos corruptores se realicen para satis-
facer los deseos de otro. Si bien esta exigencia parece natural, o al menos
no suscita problemas tratándose de la prostitución, provoca perplejidad

82
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

en materia de corrupción de menores. Es una manifiesta inconsecuen-


cia de la ley, ya que junto con la corrupción destinada a satisfacer los
apetitos ajenos, es perfectamente concebible, y bastante frecuente en el
hecho, la corrupción de un menor para satisfacer los deseos del propio
corruptor. Esta última conducta podría ser sancionable a título de abu-
sos deshonestos, pero si los actos corruptores han sido libremente con-
sentidos por el menor, sólo serían incriminables en el caso específico
de la sodomía. O bien el corruptor tendría que haber recurrido a los
servicios de un intermediario o autor mediato, que corrompiera al me-
nor para satisfacer los deseos de aquél. En tal caso el corruptor sería
un coautor por instigación, según el Art. 15 No 2°. Pero siempre sería
exigible que el autor material hubiera obrado habitualmente o con abu-
so de autoridad o confianza, lo que hace en todo caso remota la posi-
bilidad de castigar al que corrompe para satisfacer deseos propios y no
ajenos.

DISPOSICIONES COMUNES A LOS DEUTOS ANTERIORES

El párrafo 7 de este título contiene disposiciones comunes "a los tres


párrafos anteriores", lo que literalmente interpretado significa que ellas
se extienden a los delitos de incesto, rapto, violación, estupro, abusos
deshonestos, sodomía, violación sodomítica, favorecimiento de prosti-
tución y corrupción de menores. Sin embargo, como se verá, no todas
estas disposiciones resultan aplicables a todos esos delitos, ya que ellas
fueron tomadas del Código Español y del Belga, donde los "párrafos
anteriores" no comprendían las mismas infracciones que entre nosotros.
Estas disposiciones pueden ser clasificadas en tres grupos:

l. DISPOSICIONES RElATIVAS A lA CALIDAD DE WS AUTORES. Por la parti-


cular gravedad que estos delitos revisten cuando se realizan por perso-
nas que en razón de sus funciones tienen especiales deberes de
protección o educación hacia los ofendidos, el Código ha establecido a
su respecto ciertas reglas:
a) Si el rapto, la violación, el estupro, la sodomía, los abusos des-
honestos o la corrupción de menores han sido cometidos por autoridad
pública, sacerdote, guardador, maestro, criado o encargado por cualquier
título de la educación, guarda o curación de la persona ofendida o pros-
tituida, se impondrá al reo la pena señalada para el delito en su grado
máximo. Esta disposición no es aplicable al incesto, ni tampoco (pese a
la expresa mención legal) a la sodomía, ya que en tales delitos no hay
"persona ofendida", sino que se trata de infracciones plurisubjetivas. Re-

83
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES

cuérdese que las formas calificadas de la sodomía sí permiten aplicarla,


pero que se trata en verdad de una figura diferente, a la que hemos
llamado "violación sodomítica". Esta disposición fue tomada del Art. 366
del Código Español, que la contemplaba solamente en relación con el
estupro, y fue adicionada según los términos del Art. 377 del Código
Belga, agregándose a la persona encargada de la "curación" del ofendi-
do. Esta circunstancia también tendrá aplicación respecto de los delitos
de favorecimiento de prostitución y de corrupción de menores, cuando
ellos se hayan realizado "con abuso de autoridad o confianza", ya que
en tal caso la agravante estaría incluida en la figura delictiva (Art. 63).
En los demás delitos, la aplicación de esta agravante especial excluye
la eventual concurrencia de las agravantes generales de "abuso de con-
fianza" y de "prevalerse del carácter público del culpable" (Art. 12, N05 7°
y so).
b) El Art. 371 señala una regla especial para la complicidad de las
personas señaladas: quienes con abuso de autoridad o encargo (el Có-
digo señala ejemplarmente a los ascendientes, guardadores, maestros que
se encuentren en tal caso) cooperen como cómplices a la perpetración
de los delitos comprendidos en los tres párrafos anteriores, serán pena-
dos como autores. Las observaciones generales hechas en relación con
la regla anterior valen también aquí.
e) Los Arts. 371, inciso 2° y 372 establecen penas accesorias. Los
"maestros o encargados en cualquiera manera de la educación o direc-
ción de la juventud, serán además condenados a inhabilitación especial
perpetua para el cargo u oficio", según el Art. 371, inciso 2°. Se entien-
de, naturalmente, que esta penalidad se impone a los que participan
como autores o cómplices (equiparados a aquéllos) en los delitos de
los tres párrafos anteriores. De acuerdo con el Art. 372, los autores del
delito de corrupción de menores y además aquellas personas a que se
refiere el Art. 371, sufrirán la pena de interdicción del derecho de ejer-
cer la guarda y de ser oídos como parientes en los casos que la ley
designa, y la de sujeción a la vigilancia a la autoridad por el tiempo
que el tribunal determine.

2. DISPOSICIONES RElATIVAS A lA INDEMNIZACIÓN DE lA VÍCfiMA. De con-


formidad con el Art. 370, los reos de violación, estupro o rapto (no los
de otros delitos) serán también obligados, por vía de indemnización: a)
A dotar a la ofendida si fuera soltera o viuda, y b) A dar alimentos con-
gruos a la prole que, según las reglas legales, fuera suya. La referencia
a las "reglas legales" debe entenderse hecha especialmente a los Arts. 76
y 280 N° 6° del Código Civil, que se ocupan de la determinación de la
época de la concepción y de las obligaciones alimenticias en los casos

84
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

de violación, estupro y rapto. El concepto de alimentos congruos se de-


termina por el Código Civil (Art. 323).

3. DISPOSICIONES PROCESALES Y SOBRE EXTINCIÓN DE lA RESPONSABILIDAD


PENAL. La idea central que preside estos delitos es la de que, tal como
en los casos de adulterio y de injuria, se halla primordialmente com-
prometido en estos casos el honor de la persona ofendida, "y no sería
prudente que el juez, por el interés remoto de la sociedad, fuera a irro-
garle un perjuicio cierto e inmediato", dándole publicidad y trascendencia
(RENGIFO, en la sesión 160 de la Comisión Redactora).
El estupro es un delito estrictamente de acción privada, ya que sólo
puede perseguirse por querella de la persona ofendida, o de sus pa-
dres, abuelos o guardadores (no fija el código una regla de preceden-
cia o exclusión entre ellos). En cambio, los delitos de violación y rapto
son de acción mixta, esto es, para iniciar procedimiento se requiere al
menos denuncia de la persona interesada o de sus padres, abuelos o
guardadores. Pero a diferencia de lo que ocurre en los delitos de ac-
ción privada, una vez iniciado el procedimiento ya no puede detenerse
sino por las mismas causales que determinan el término del procedi-
miento en los delitos de acción pública, y es irrelevante el desistimien-
to de la parte querellante o denunciante.
Si la persona agraviada, a causa de su edad o estado moral, no pudie-
re hacer por sí misma la acusación o denuncia, ni tuviere padres, abuelos
o guardadores, o, teniéndolos, se hallaren imposibilitados o complicados
en el delito, podrá el Ministerio Público entablar la acusación (Art. 369, inc.
3°). De conformidad con el Decreto con Fuerza de Ley 426, que suprimió
los cargos de promotores fiscales en primera instancia, debe entenderse
que en estos casos los jueces podrán proceder de oficio.
Además de la regla general sobre el efecto del perdón de la parte
ofendida como extinción de la acción penal en los delitos que requie-
ren denuncia de la parte agraviada (Art. 19), hay aquí una causal espe-
cial de extinción de responsabilidad penal incluso después de
pronunciada sentencia de término: el matrimonio del ofensor con la ofen-
dida. No se trata de una forma de perdón presunto, pues el solo per-
dón, sin matrimonio, no surtiría este efecto (salvo en el estupro, que es
delito de acción privada), y por otra parte el solo hecho del matrimo-
nio basta para producir esta consecuencia, aunque exista paralelamente
una declaración formal y explícita de que se niega el perdón. La simple
proposición de matrimonio, rechazada por la ofendida o por la perso-
na que debe prestar su consentimiento para el matrimonio, o por el
juez en su caso, no es suficiente, como tampoco lo es cuando el matri-
monio no puede realizarse por impedimento legal.

85
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDMDUALES

Los demás delitos son de acción pública y están en todo sometidos


a las reglas generales. En realidad, admitiéndose ahora una forma de
violación sodomítica parecería que existe la misma razón que respecto
de la violación propia para haberle dado el carácter de delito de acción
mixta, al menos cuando la víctima es un menor. Pero no cabe duda de
que el texto legal no hace aplicable a este delito la regla en referencia.

ULTRAJES PÚBLICOS A LAS BUENAS COSTUMBRES

Bajo este rubro comprende el Código dos delitos: el del Art. 373, de
origen español, y el del Art. 374, de origen belga. Estas figuras están
claramente referidas, como bien jurídico protegido, a lo que CARRARA
llama el "pudor público", esto es, los sentimientos predominantes en la
colectividad en cuanto al ejercicio de la libertad sexual. La exhibición
pública de tal actividad es considerada ofensiva por la generalidad de
los ciudadanos, y este sentimiento es el tutelado por la ley.

l. ULTRAJE AL PUIX>R PÚBUCO. El Art. 373 sanciona a los que "de cual-
quier modo ofendieren el pudor o las buenas costumbres con hechos
de grave escándalo o trascendencia, no comprendidos expresamente en
otros artículos de este Código".
La acción misma aparece en principio bastante indeterminada: "de
cualquier modo" significa, en último término, "con cualquiera acción".
Pero por lo menos encontramos un primer requisito en la exigencia del
texto en el sentido de que se trate de hechos. Es verdad que en un
sentido amplio las palabras, los escritos, etc., también son hechos, y tal
es el sentido que se le da a esta disposición entre los españoles, donde
no existe una disposición especial semejante a la del Art. 374 nuestro.
Pero entre nosotros, en presencia del Art. 374, que sanciona las ofensas
a las buenas costumbres que se cometen mediante escritos o imágenes,
el delito del Art. 373 parece estar restringido a los hechos que consisten
en actividad o movimiento corporal del agente.
En seguida, estos hechos deben ser ofensivos para el "pudor" o las
"buenas costumbres". Este último concepto lo hemos referido ya a la
observancia de las normas de conducta que el común de los ciudada-
nos exige en cuanto al ejercicio público de actividades relacionadas con
las funciones sexuales. En cuanto al "pudor", no es sino el aspecto sub-
jetivo de la "honestidad": el interés que una persona tiene en que los
demás observen a su respecto las normas de corrección y respeto que
la moral impone en cuanto a la actividad sexual, interés que de ordina-
rio va ligado a un sentimiento particularmente delicado. Ahora bien, en

86
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

esta materia se presenta un problema: si el legislador ha querido refe-


rirse al "pudor" en sentido privado o público. El "pudor público" se iden-
tifica, en realidad, con las "buenas costumbres", subjetivamente
consideradas. En cuanto al "pudor privado", no hay inconveniente en
admitir que el Código quisiera referirse a él, pero no como bien jurídi-
co directamente protegido, sino como vehículo a través del cual se al-
canza una ofensa al pudor público, pues siempre se exige la concurrencia
de "grave escándalo o trascendencia" para que las ofensas al pudor pri-
vado sean punibles. Lo que en el fondo ha querido significar el artículo
es que es posible causar escándalo público, tanto a través de actos que
ofenden también el pudor privado, como a través de actos que intrín-
secamente no ofenden el pudor privado (actos libremente consentidos
por ambas partes), pero sí el público, por las circunstancias de realiza-
ción. Debe advertirse, no obstante, que rara vez será punible esta con-
ducta por este título cuando se trate de ofensas al pudor privado, ya
que este artículo se encuentra expresamente en situación de subsidiad-
dad con los restantes del título, de tal modo que las ofensas al pudor
privado serán prevalentemente sancionadas en calidad de violación o
abusos deshonestos.
Esto nos lleva a agregar que los hechos realizados no necesitan ser
constitutivos de delito, y ni siquiera ser ilícitos o inmorales en sí mis-
mos. Puede cometer este delito la pareja de cónyuges que realice el
acto sexual en la vía pública. Es más: si los hechos realizados son in-
trínsecamente delictivos, por la expresa subsidiaridad de este tipo serán
penados únicamente en razón del delito que en sí mismos constituyan.
La determinación de cuándo un hecho ofende "el pudor o las bue-
nas costumbres" es una tarea difícil, y para lo cual no pueden darse
reglas fijas. Nuevamente debe observarse que no es dable identificar
las normas morales, generalmente estrictas y que tienen por fin un ideal
de perfección, con las normas jurídicas y aun sociales, que sólo persi-
guen la tutela de los intereses individuales y comunes, el respeto recí-
proco y la convivencia pacífica de los ciudadanos. El pudor público, el
sentimiento colectivo en materia de actividad sexual no se manifiesta
en la misma forma en todas partes ni en todas las circunstancias. El
juzgador debe tratar de captar el sentimiento colectivo, y no de impo-
ner su propio criterio o sus ideales como medida de la delictuosidad
del hecho.
Finalmente, el texto legal exige que los hechos en cuestión sean de
"grave escándalo o trascendencia". Ya CARRARA1 criticaba esta exigencia,

I CARRARA, Programa, § 2951.

87
DELITOS CON1RA LOS INTERESES INDMDUALES

que él consideraba muy vaga, y estimaba preferible hablar de la "publi-


cidad" del hecho. Para CARRARA el escándalo es un concepto complejo,
integrado por la circunstancia de haber llegado el hecho torpe a cono-
cimiento de un número elevado de personas, y por el resultado de tal
conocimiento, que es la "conmoción despertada en los ánimos de los
que lo conocen y que se exterioriza en un sentimiento de reprobación
o en un apetito de imitación, que se llama mal ejemplo".l En cuanto a
la "trascendencia", nos parece sólo un matiz de la misma idea, proba-
blemente menos impregnado de subjetividad que el escándalo, y referi-
do primordialmente a la publicidad o conocimiento por gran número
de personas. También alude, lo mismo que la exigencia de "gravedad"
en el escándalo, a la necesaria importancia intrínseca que los hechos
incriminados deben tener como aptos para ofender el pudor y las bue-
nas costumbres.
Siguiendo las reglas generales, el dolo propio de esta figura debe
cubrir también los elementos de escándalo y trascendencia, al menos
en forma de dolo eventual. Esto es, quienes realizan estos hechos de-
ben tener conciencia de que ellos son aptos para ofender el pudor o
las buenas costumbres, y al menos de que es posible que causen grave
escándalo o tengan trascendencia. Pero quienes realizan privada y ocul-
tamente tales hechos y son casualmente espiados o sorprendidos, sin
haberlo previsto, no incurren en este delito aunque se cause escándalo.
Del mismo modo, el escándalo y la trascendencia deben provenir di-
rectamente de los hechos realizados, y no de su posterior comentario o
publicidad a través de los órganos de difusión o de las simples habla-
durías. El hombre, como señala CARRARA, no puede ser responsabiliza-
do por el hecho ajeno.
Si los hechos son ofensivos para el pudor y las buenas costumbres,
y se realizan también en público, pero no alcanzan a revestir grave es-
cándalo o trascendencia, pueden ser encuadrados en la falta del Art. 495
No 5°, que sanciona al que "públicamente ofendiere el pudor con accio-
nes o dichos deshonestos".

2. DIFUSIÓN DE PORNOGRAFÍA. El Art. 374, tomado del Código Belga, dis-


pone: "El que vendiere, distribuyere o exhibiere canciones, folletos u
otros escritos, impresos o no, figuras o estampas contrarios a las bue-
nas costumbres, será condenado ... En las mismas penas incurrirá el au-
tor del manuscrito, de la figura o de la estampa, o el que los hubiere
reproducido por un procedimiento cualquiera que no sea la imprenta".

1 CARRARA, Programa, § 1550, nota 2.

88
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

Puede observarse, por consiguiente, que cuando la conducta con-


siste en la difusión del material obsceno o pornográfico (venta, distri-
bución o exhibición) se incluye entre este último a los libros y otros
impresos. En cambio, cuando la conducta consiste en crear o reprodu-
cir tal material, se aplican las disposiciones de la Ley 16.643, sobre Abusos
de Publicidad. El Art. 20 de este cuerpo legal, bajo el rubro genérico de
"delito de ultraje a las buenas costumbres", advierte que cuando éste se
cometiere por alguno de los medios de difusión mencionados en el
Art. 16 (concepto al cual ya nos hemos referido a propósito de los deli-
tos contra la libertad de expresión y opinión), la pena será corporal (la
misma que la del Art. 374 del Código Penal) y pecuniaria (bastante más
elevada que la de esta última disposición).
La Ley 16.643 en verdad hace una tipificación bastante minuciosa,
que excede con mucho la del Art. 374 del Código Penal, y que en la
práctica ha venido a desplazar totalmente a ésta. Cuando se han em-
pleado los medios de difusión que dicha ley señala, resultan punibles
las siguientes figuras:
1) La difusión en sentido amplio (venta, internación, oferta, exhi-
bición) de material pornográfico, que la ley caracteriza aquí como obs-
ceno (término que el Código Penal no emplea) o contrario a las buenas
costumbres, y que se pena en tres circunstancias distintas:
a) Cuando se hace públicamente;
b) Cuando se hace a menores, aunque no se haga públicamente, y
e) Cuando se hiciere a domicilio o por correo en forma abierta
(no en sobre cerrado).
2) La difusión verbal o sonora de material pornográfico;
3) La divulgación, por cualquier medio de difusión, de avisos o co-
rrespondencias obscenos o contrarios a las buenas costumbres.
Debe agregarse que en la primera hipótesis, tratándose de la venta,
no es necesario que ésta se haya perfeccionado (lo que podría acarrear
grandes dificultades de prueba), sino que es suficiente tener en venta u
ofrecer para la venta el material pornográfico.
Es circunstancia de agravación que hace elevarse la pena al doble
el hecho de que las conductas incriminadas tengan por objeto la per-
versión de menores de dieciocho años. La ley no define el concepto de
perversión: existiendo la misma razón de ser, estimamos que es aná-
logo al de corrupción, que emplea el Art. 367 del Código Penal, y al
cual nos hemos referido precedentemente. La ley crea además una pre-
sunción (simplemente legal) de que ha existido un propósito de per-
versión de menores, en los siguientes casos:
a) Cuando los medios de difusión, por su naturaleza, estén al alcan-
ce de los menores;

89
DEUTOS CONTRA LOS INTERESES INDMDUALES

b) Cuando el material pornográfico se entregue, ofrezca, venda o


exhiba a un menor;
e) Cuando el delito se cometa dentro del radio de doscientos me-
tros de un establecimiento educacional para jóvenes.
Además del comiso, pena accesoria propia de toda sentencia con-
denatoria por crimen o simple delito, la sentencia debe en estos casos
ordenar la destrucción del material pornográfico incautado.
El Decreto Ley 303 de 1974 agregó una cuarta figura al Art. 20, con-
sistente en imprimir en talleres del responsable, material pornográfico.
Pero más que una figura específica, es en verdad una ampliación de
los grados de responsabilidad, ya que la misma disposición agrega que
las personas mencionadas pueden "excusar su responsabilidad" (lo que
no podría ocurrir si se tratara de una figura autónoma) en caso de que
se presente el autor material que sin conocimiento ni autorización de
aquéllos haya hecho imprimir el material pornográfico.
El verdadero problema que este artículo plantea es lo que debe en-
tenderse por "contrario a las buenas costumbres", o sea, "obsceno". Tra-
tándose de hechos, la solución no es tan difícil, pero resulta ardua en
materia de escritos e imágenes. El ejercicio público de la actividad sexual
es sin duda obsceno, pero no puede hacerse afirmación tan tajante cuan-
do se trata de la descripción por otros medios (la palabra o la imagen).
No puede decirse que la descripción, aun detallada, de los órganos y fun-
ciones sexuales, normales o anormales, sea obscena en sí misma, pues
los textos de Medicina o de Derecho que tratan de estos temas sin duda
no son obscenos. Pero tampoco puede afirmarse que sólo el enfoque cien-
tífico eliminaría la obscenidad, pues también un propósito artístico, al me-
nos en el sentir generalmente aceptado hoy, elimina la calificación de
obscenidad. El desnudo es tema de numerosas obras pictóricas y escultó-
ricas; el "realismo erótico" está presente en muchas grandes obras de la
literatura. La línea divisoria entre lo artístico-erótico y lo obsceno es difí-
cil de trazar. Obras hoy reconocidas como de gran valor artístico han sido,
en uno u otro momento, consideradas obscenas, como Los Viajes de Gu-
lliver, Rojo y Negro y hasta la Sonata a Kreutzer, para no mencionar las
vicisitudes de autores modernos como JOYCE y D. H. LAWRENCE. SOLER pro-
pone un criterio que en principio es exacto, pero siempre provocará in-
certidumbre en casos límites: en las obras obscenas existe un
"apresuramiento inmoderado por llegar sin otras preocupaciones a la des-
cripción o exhibición de actos o cuestiones del sexo" .1 URE 2 recomienda

1
SOLER, op. cit., III, p. 338.
2 URE, ERNESTO, El pudor y la ley penal, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, pp. 48 y 49.

90
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS Y LA MORALIDAD PUBLICA

atender a la finalidad de la obra en conjunto y en sus circunstancias de


difusión, modo de presentarla al público, etc. Todos estos factores deben
considerarse en cada caso y muy especialmente debe atenderse a la obra
en su conjunto y no sobre la base de pasajes aislados. 1
Es menester tener presente también en esta oportunidad lo señala-
do a propósito del delito de violación, en relación con el bien jurídico
protegido. El contenido del concepto de "buenas costumbres" u "obs-
cenidad" está desde luego determinado por los valores imperantes con
los cuales se lo interprete, y en esto no constituye novedad alguna una
cada vez menos conservadora moral sexual, en materia de publicacio-
nes y espectáculos, lo que implica una extensión a la vez más restringi-
da de su contenido. Las garantías de determinación y estricta concreción
de los tipos penales que exije un derecho penal moderno desde luego
no se avienen con una técnica legislativa de estas características, pero a
su turno resulta poco menos que imposible definir con toda exactitud
algo que sólo está caracterizado por su cambio constante.

1 Un interesante estudio sobre la línea divisoria entre la pornografía y el "realismo

erótico" es la obra de E. y P. KRONHAUSEN, Pornograpby and the Law, Ballantine


Books, Nueva York, 1960.

91
Segunda Parte

DELITOS CONTRA
LOS INTERESES SOCIALES
CAPITULO VI

DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD


EXTERIOR E INTERIOR DEL ESTADO

CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE


EL DEUTO POLÍTICO

En la introducción a la Parte Especial hemos señalado la raíz de la dis-


tinción entre los delitos que atentan contra intereses primordialmente
individuales, y los que ofenden intereses fundamentalmente sociales o
comunes.
La comunidad jurídica organizada ha sido concebida, dentro de la
doctrina liberal clásica, como dotada de una voluntad y aun de una per-
sonalidad propia, diferente de las voluntades individuales y superior a
todas ellas, a la que se da el nombre de soberanía. Al monarca-sobe-
rano sucede la nación-persona, también soberana. De este modo, en el
derecho vigente los atentados contra los intereses sociales son concebi-
dos como ofensas a la soberanía, sea en su existencia misma, sea en
sus manifestaciones particulares. La esencia de la soberanía reviste un
doble aspecto: externamente, se traduce en la potestad para actuar en
el concierto de las naciones en un pie de independencia e igualdad;
internamente, es imperio, es decir, facultad de autodeterminación, de
adoptar la organización jurídica que se estime más conveniente, y de
imponerla coercitivamente a los miembros de la comunidad. De la so-
beranía derivan otras manifestaciones más particularizadas consideradas
"bienes jurídicos" por el legislador: la llamada "fe pública", la soberanía
económica, la honesta y eficiente gestión de los negocios públicos, la
recta administración de justicia, la integridad del patrimonio común, la
tranquilidad de la vida diaria, el ordenado y regular funcionamiento de
las relaciones nacidas al amparo del orden jurídico, etc.
De acuerdo con el método seguido hasta ahora en la Parte Espe-
cial, deberíamos determinar primeramente cuál es el bien jurídico pro-
tegido en los delitos de que pasamos a ocuparnos. Genéricamente, se
denominan delitos políticos los que atentan contra la esencia o la exis-
tencia mismas de la soberanía, exterior e interior, aunque a veces se

95
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

restringe la denominación sólo a los que se relacionan con este último


aspecto. El primer problema que aquí se nos presenta es el de determi-
nar si la existencia del Estado, su seguridad exterior y su organización
jurídica interna son o no son bienes jurídicos. A nuestro parecer, la
expresión "bienes jurídicos" sólo adquiere sentido dentro de un orde-
namiento jurídico determinado. Los bienes de cualquiera naturaleza pa-
san a ser llamados "bienes jurídicos" cuando un ordenamiento legal les
reconoce o les asigna valor y los protege mediante sus normas. Pero
en esta clase de atentados el ataque se dirige no contra bienes valo-
rados por las normas jurídicas, sino contra el ordenamiento jurídico mis-
mo, que es la fuente de valoración. No es posible que el orden jurídico
pueda asignarse a sí mismo el carácter de valor o bien jurídico. El or-
den jurídico es la única fuente de valores jurídicos, y por lo tanto no
puede en sí mismo ser un valor jurídico. El valor del ordenamiento jurí-
dico es dado por otro orden de consideraciones: sociales, morales, filo-
sóficas, religiosas. El ordenamiento jurídico como un todo no es un bien
jurídico, sino un valor político, y por lo tanto, en el fondo, un valor so-
cial o un valor moral, según la doctrina que se profese en materia de
filosofía del derecho. Es posible determinar, dentro de un orden jurídi-
co específico, que ciertos actos son prohibidos, incriminados y sanciona-
bles: su reprochabilidad emana de que la ley lo dice así. Puede decirlo
por múltiples razones, pero en último término, como se ha hecho notar
al ocuparnos de la antijuridicidad, la fuente inmediata de la antijuridici-
dad es la ley. Mas el acto que va contra la existencia misma de la ley,
porque la considera mala, evidentemente no puede ser calificado de an-
tijurídico por la sola fuerza de la ley misma que se intenta suprimir.
La incertidumbre reinante incluso en el campo de la ciencia política
acerca de la naturaleza del Estado, hace que sea imposible buscar justi-
ficación jurídica al delito político colocando la personalidad del Estado
como sujeto de protección. 1 Por lo demás, la historia demuestra que
con frecuencia se confunde, con intención, el Estado con el Gobierno,
el Gobierno con la forma de gobierno, y la forma de gobierno con la
persona de los gobernantes.
Históricamente, las formas de perduellio y de crimen majestatis, con-
cebidas primero como una traición a la patria y como un delito contra
el pueblo y la seguridad pública, fueron identificándose, con el proce-
so de autocratización del poder, con el concepto de atentado contra la

1 Recuérdese el escepticismo de DUGUIT y de KELSEN acerca de la pretendida


"personalidad" del Estado. Sobre el particular, es del más alto interés el estudio de BA-
LLADORE PALLIERI, GIORGIO, "La crisis de la personalidad del Estado", en Crisis del
Derecho, E.].E.A., Buenos Aires.

96
DELITOS CON1RA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INTERIOR DEL ESTADO

persona del príncipe, que adquirió gran desarrollo con el nacimiento


del concepto medieval de soberanía de éste. Esto motivó que la noción
de delito político llegara a considerarse como una protección de la tira-
nía, y de ahí que el pensamiento liberal mirara con simpatía al delin-
cuente político. Con el advenimiento del régimen liberal y democrático
se han invertido los términos y se ha procurado buscar sustentación al
concepto de delito político sobre la base de los postulados democráti-
cos: delito político sería un delito atentatorio contra la voluntad de la
mayoría. 1 EUSEBIO GOMEZ, en esta línea de pensamiento, lleva a su últi-
mo extremo tal posición. 2 El simple criterio mayoritario resulta incierto,
peligroso y hasta antidemocrático, como sustentación jurídica del delito
político, ya que el sistema democrático se fundamenta tanto en la vo-
luntad de la mayoría como en el respeto de los derechos minoritarios e
individuales. SOLER3 piensa que la base del delito político debe buscar-
se en el orden constitucional vigente y en los presupuestos sobre los
cuales descansa, y al respecto dice: "Bien está que las leyes modernas
miren con tolerante indulgencia al que con impaciencia delictuosa re-
curre a la revuelta para lograr, en definitiva, reformas políticas que ca-
ben dentro del principio de soberanía del pueblo y de la división de
poderes. Pero no vemos motivos plausibles para que el pueblo vea con
indulgencia los reiterados alzamientos de usurpadores militares o de tipo
militar, el abuso de las poderosas armas modernas entregadas bajo ju-
ramento para la defensa exterior". Puede observarse que el pensamien-
to de SOLER significa ya un planteamiento de carácter político y una
valoración diferente de los llamados delitos políticos según la inspira-
ción que los guíe, en lo cual podemos estar de acuerdo, pero no por
razones jurídicas, sino precisamente políticas o filosóficas. ¿Sería idénti-
co el planteamiento de SOLER si se tratara de calificar a un rebelde que
intenta reformar o derogar una Constitución Política tiránica, que colo-
ca la suma del poder público en manos de un jefe o "mandarín", como
el propio SOLER lo ha llamado? Nos parece que cuando el atentado po-
lítico se dirige contra la Constitución misma, no puede buscarse en ella
la fuente de su propia valoración jurídica.
Quizá el mayor escepticismo en esta materia es el demostrado por
CARRARA, 4 quien no solamente renuncia a encontrar bienes jurídicos o
derechos ofendidos en materia de delito político, sino que incluso esti-

1Tal es, por ejemplo, el pensamiento de FLORIAN. Véase, GOMEZ, op. cit., V, p. 314.
2GOMEZ, op. cit., V, pp. 317 y ss.
3 SOLER, op. cit., V, pp. 17 y ss.
4 CARRARA, Programa,§§ 3913 y ss.

97
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

ma imposible encontrar para ellos fundamentación filosófica dentro de


su pensamiento jusnaturalista. Así, la última clase de su Programa, de-
dicada precisamente a los delitos políticos, consta de un capítulo único,
titulado "Por qué no expongo esta clase", donde afirma haber llegado a
la conclusión de que no hay principios absolutos en materia de delito
político, y que la exposición del tema no puede ser más que una histo-
ria. En efecto, apunta CARRARA que la justicia "vegeta" cuando la toma
la política, merced a lo cual la doctrina de estos delitos se toma empíri-
ca y mudable, sin que rijan en estos delitos los principios que inaltera-
blemente constata en todos los demás. El delito político, utilizando sus
propios términos, "no se define por verdades filosóficas, sino más bien
por la prevalecencia de los partidos y de las fuerzas y por la suerte de
una batalla", lo que le lleva a cuestionarse seriamente los esfuerzos que
demanda "la construcción de una trama jurídica que siempre será rota
por la espada o por el cañón". 1 Habiendo transcurrido más de un siglo
desde que el insigne jurista acuñara tales afirmaciones, el atropello de
los derechos más elementales del ser humano, perpetrados la mayoría
de las veces en nombre de la supuesta "defensa del Estado", por parte
de ideologías de un extremo u otro, refuerzan plenamente lo sostenido
por CARRARA.
En suma: en materia de delitos políticos, que atentan contra la in-
dependencia del Estado y contra su organización jurídica misma, no hay
bienes jurídicos protegidos. El fundamento de estas incriminaciones es
únicamente la defensa social, la necesidad de vivir pacíficamente y de
mantener la autonomía de un conglomerado humano conforme a los
principios aceptados por la generalidad de los ciudadanos.

1
CARRARA, Programa, § § 3913 y ss.

98
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INTERIOR DEL ESTADO

Sección Primera

CRIMENES Y SIMPLES DELITOS CONTRA


LA SEGURIDAD EXTERIOR Y SOBERANIA DEL ESTADO

De estos delitos se ocupa el título 1 del Libro 11 del Código Penal. Parece,
para comenzar, que existiera una contradicción entre el epígrafe del título
y el texto del Art. 5° de la Constitución Política, que se refiere a la Nación
y no al Estado como titular de la soberanía. Empero, a la época de redac-
ción del Código ambas nociones se consideraban sólo matices de la mis-
ma idea. Los delitos de este título giran todos en torno a una consideración
fundamental: la nación chilena, organizada jurídicamente como Estado, tie-
ne derecho a existir en su integridad, igualdad e independencia en el con-
junto de las naciones, y todos los súbditos chilenos tienen, respecto del
Estado chileno y por el solo hecho de pertenecer a él, un doble deber:
activo, en el sentido de cooperar en la forma que las leyes determinen a la
defensa y mantenimiento de este derecho fundamental, y pasivo, en cuan-
to deben abstenerse de toda conducta que pueda traducirse en un menos-
cabo de dichos derechos. Este deber, que no tiene una denominación técnica
en materia penal, equivale a lo que en inglés se denomina allegiance, y
podríamos llamarlo deber de fidelidad o lealtad. Este deber aparece par-
ticularmente de relieve cuando la nación se encuentra en guerra, y el título
del Código Penal de que nos ocupamos discurre principalmente sobre esta
hipótesis, pero también se manifiesta en tiempo de paz, y a tal caso se
refieren también el Código Penal y particularmente el Código de Justicia
Militar. Por lo demás, debemos señalar que estos deberes, denominados
"patrióticos" por la doctrina constitucional, están establecidos en el artícu-
lo 22 de la carta fundamental, que establece, en su parte pertinente, que
"los chilenos tienen el deber fundamental de honrar a la patria, de defen-
der su soberanía y de contribuir a preservar la seguridad nacional y los
valores esenciales de la tradición chilena". Precisar este último concepto
escapa con mucho de los lúnites de este trabajo y depende en último tér-
mino de las preferencias de cada cual. 1

1 Al respecto consultar Derecho Constitucional, VERDUGO, MARIO y otros, op. cit.,

tomo I, p. 323.

99
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

Estas infracciones pueden dividirse en dos grupos: los delitos que


atentan contra la seguridad exterior del Estado, y los que ofenden la
soberanía del Estado.

Primer grupo
Delitos contra la seguridad exterior

Estos delitos se caracterizan por consistir en provocar una guerra entre


Chile y otra potencia, o crear el peligro de la misma, o tomar parte en
ella contra Chile o sus intereses. Comprende tres infracciones funda-
mentales, cada una con pluralidad de hipótesis: la traición, el espio-
naje y la infracción de principios del Derecho Internacional.

TRAICIÓN

LABATIJT 1caracteriza en términos generales la traición como "el quebran-


tamiento de los deberes de fidelidad y lealtad a la patria". Ya se ha di-
cho que ésta es una característica de todos los delitos de este título, de
modo que deberíamos complementar la idea de LABATIJT, precisándola
en esta forma: "... consistente en procurar una guerra contra Chile o en
cooperar activamente con el enemigo una vez estallada la guerra". Dentro
del delito de traición se distinguen varias modalidades:

l. DEUTO DEL ART. 107, que consiste en "militar contra la patria bajo
banderas enemigas". El sujeto activo es exclusivamente un chileno, de
nacimiento o naturalizado. De acuerdo con el Art. 6o N° 3° del Código
Orgánico de Tribunales, los tribunales chilenos son competentes para
juzgar este delito, al igual que todos los otros de este título, aunque se
hayan cometido en el extranjero, si el sujeto activo es un chileno (en
esta figura lo es necesariamente).
Otras legislaciones emplean fórmulas como "tomar armas" o "hacer
armas" contra la patria. La Comisión Redactora buscó la actual fórmula
para precisar que el delito consiste en cooperar con otra potencia que
está en guerra con Chile, y no en emprender acciones bélicas contra
Chile independientemente o por cuenta de particulares (filibusterismo),
conducta que queda sancionada en otras disposiciones.
La fórmula "militar bajo banderas" da a entender que el chileno debe
haberse enrolado en las Fuerzas Armadas enemigas, y que no sería cons-

1
LABATUT, op. cit., 11, p. 25.

100
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INfERIOR DEL ESTADO

titutiva de este delito una conducta de cooperación con el enemigo no


consistente en enrolarse en las Fuerzas Armadas, sino en otros cuerpos
no bélicos (como la Defensa Civil, etc.). Por otra parte, sin embargo, la
expresión en análisis no exige que el chileno haya llegado a tomar efec-
tivamente parte en acciones guerreras, sino que basta con el enrola-
miento. La palabra "enemigas" indica que debe existir una declaración
formal de guerra entre Chile y la otra potencia, o al menos haberse pro-
ducido de hecho las hostilidades.

2. DEIJTo DEL AR.T. 106. Esta figura es más compleja. Reza la disposi-
ción citada: "Todo el que dentro del territorio de la República conspira-
re contra su seguridad exterior para inducir a una potencia extranjera a
hacer la guerra a Chile, será castigado con ... Si se han seguido hostili-
dades bélicas, la pena podrá elevarse hasta la de muerte ... Las prescrip-
ciones de este artículo se aplican a los chilenos, aun cuando la
conspiración haya tenido lugar fuera del territorio de la República".
Se trata de un delito de peligro abstracto (derivado del hecho de
conspirar), agravado cuando surge un peligro concreto (las hostilida-
des) para la seguridad exterior. No puede afirmarse que la eventualidad
de hostilidades subsecuentes transforme este delito en calificado por el
resultado, ya que de la redacción misma del artículo se desprende que
las hostilidades, consecuencia normal de la guerra, han debido estar cu-
biertas por lo menos por el dolo eventual del hechor.
Sujeto activo de este delito es "todo aquel que dentro del territorio
de la República" conspirare, etc., de modo que comprende tanto a los
nacionales como a los extranjeros, siempre que la conspiración haya
tenido lugar en territorio chileno. La redacción del inciso zo es artificio-
sa, porque parece dar a entender que su efecto es ampliar el alcance
de la disposición, cuando en realidad es superfluo. Normalmente, los
delitos de este título son perseguibles según la ley chilena y por los
tribunales chilenos, aunque se cometan en el extranjero, si los autores
son chilenos. El efecto del inciso zo es simplemente el de repetir que,
cometido este delito en el extranjero por un extranjero, no cae bajo la
ley chilena.
La acción típica consiste en "conspirar para inducir a una potencia
extranjera a hacer la guerra a Chile". Como bien hace notar LABATIIT, 1 la
expresión conspirar no está tomada en el sentido técnico que le atribu-
ye el Art. 8°, como una etapa del iter criminis, sino en el sentido de intri-
ga o maquinaciones, según rezaba originalmente el inciso zo del Art. 1o6.

1
LABATIIT, op. cit., II, p. 26.

101
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

En consecuencia, dentro del alcance de este artículo, puede conspirar una


persona sola, y por otra parte puede darse, respecto de esta conducta, la
etapa previa de "conspiración" (una "conspiración para conspirar"). LABA-
TIIT estima además que no es necesario que la guerra haya llegado efec-
tivamente a declararse, y que basta con la conspiración para que el delito
se consume. En edición anterior de esta obra manifestamos que la tesis
de LABATIIT sería correcta si el texto legal describiera el delito diciendo
"conspirare para inducir", pero no estábamos de acuerdo con ella, debi-
do a que el texto original decía "induciendo ... a declarar la guerra". Pero
la Ley 17.266 modificó el Art. 106, y ahora precisamente la conducta con-
siste en "conspirar para inducir", y no "induciendo", con lo cual la tesis
de LABATIIT resulta correcta: no es necesario que la guerra se produzca
efectivamente, y basta con la conspiración intencionada para que el deli-
to se consume. Del mismo modo, a raíz de dicha reforma legal el objeto
de la conspiración es que la potencia extranjera "haga la guerra a Chile",
y no "declare la guerra", como decía antes el artículo: no se ha hecho
más que recoger la reciente experiencia internacional que muestra que
paulatinamente se abandona la costumbre o tradición jurídica de declarar
formalmente la guerra, y ésta simplemente estalla con la agresión de he-
cho. Si tal es el caso, se aplica la penalidad agravada (agravación faculta-
tiva), prevista para el caso en que "se hayan seguido hostilidades bélicas".
Coincidimos ahora también con LABATIIT en que siendo el delito formal,
y consumándose con la sola conspiración, no cabe en él la tentativa. La
expresión "hostilidades bélicas" tiene por objeto precisar mejor la natura-
leza de las "hostilidades" y excluir de su ámbito las meramente políticas,
diplomáticas, de propaganda, etc.

3. DEUI'OS DEL ART. 109. El Art. 109 consta de 14 incisos, y es uno de


los más extensos de la parte especial. Se trata de una enumeración pro-
lija y minuciosa de diversas conductas de traición, con excepción de
las mencionadas en los incisos 6°, 7° y 8°, que son formas del delito de
espionaje. La redacción de este precepto se debe a RENGIFO, que mez-
cló elementos del Código Español y del Belga. Con razón dice FERNAN-
DEZ1 que este artículo "peca por minucioso: en una sola frase habrían
podido encerrarse todos sus numerosos incisos, sin correr el riesgo de
omitir hechos igualmente punibles, por no encontrarse en la enumera-
ción". Esta frase sintética, que echa de menos FERNANDEZ, podría ser
"auxiliar al enemigo o cooperar con él". O, como propone LABATIIT, 2 se

1 FERNANDEZ, op. cit., 1, p. 28.


2 LABATIIT, op. cit., 11, p. 28.

102
DEUTOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INfERIOR DEL ESTADO

podría recurrir a la primera parte del inciso 5°, "favorecer el progreso


de las armas enemigas en el territorio de la República o contra las fuer-
zas chilenas de mar y tierra" (hoy agregaríamos las fuerzas aéreas). Las
hipótesis legales son:
a) Facilitar al enemigo la entrada en el territorio de la república.
b) Entregarle ciudades, puertos, plazas, fortalezas, puestos, almace-
nes, buques, dineros u otros objetos pertenecientes al Estado, de reco-
nocida utilidad para el progreso de la guerra. ¿Por qué "pertenecientes
al Estado"? Parece igualmente censurable entregar buques y dineros pro-
pios al enemigo. Del mismo modo, sólo en un sentido político amplio
puede decirse que las ciudades "pertenezcan" al Estado.
e) Suministrarle auxilio de hombres, dinero, víveres, armas, muni-
ciones, vestuario, carros, caballerías, embarcaciones u otros objetos co-
nocidamente útiles al enemigo. La enumeración llega a ser irritante en
este inciso, sobre todo en presencia de la amplia fórmula final, que per-
mite incluir las aeronaves, cohetes y otros instrumentos de la guerra
moderna.
d) Favorecer el progreso de las armas enemigas en el territorio de
la República o contra las fuerzas chilenas de mar y tierra, corrompien-
do la fidelidad de los oficiales, soldados, marineros u otros ciudadanos
hacia el Estado. Aunque el texto no lo señala expresamente, la voz "co-
rrompiendo" parece aludir a una dádiva o promesa, y si ella consistiera
en dinero, este precepto primaría, por el principio de la especialidad,
sobre el que sanciona el soborno (forma activa del cohecho) en lo que
respecta al corruptor.
e) Dirigir como práctico el ejército o la armada enemigos. Hoy día
hay que entender incluida la aviación, lo mismo que en todos los pre-
ceptos que aluden a "ejército" o "fuerzas armadas" y otras expresiones
semejantes, de alcance amplio. Dirigir como práctico significa indicar la
ruta más segura o apropiada, aprovechando los especiales conocimien-
tos que se poseen de los accidentes geográficos de un paraje determi-
nado.
f) Dar maliciosamente rumbo falso o falsas noticias al ejército o ar-
mada de la República. El uso de la expresión "falsos" indica que no
debe tratarse solamente de un rumbo o de unas noticias inadecuados o
inexactos, sino que debe obrarse a conciencia de la inexactitud. El em-
pleo de la voz "maliciosamente" es una alusión al dolo directo de per-
judicar la suerte de las Fuerzas Armadas nacionales, que no se presume.
g) Faltar maliciosamente un proveedor a su deber, con grave daño
del ejército o armada. El proveedor es el comerciante encargado de su-
ministrar a las fuerzas armadas los materiales que éstas necesitan, espe-
cialmente en materia de alimentación y vestuario. El faltar a su deber

103
DELITOS CONlRA LOS INTERESES SOCIALES

puede consistir en no entregar el material convenido, o no hacerlo opor-


tunamente, o no hacerlo en la cantidad y calidad debidas. La expresión
"maliciosamente" denota también, dada la índole del delito, el propósi-
to específico de perjudicar la suerte de las fuerzas armadas nacionales.
h) Impedir que las tropas de la República reciban auxilio de cauda-
les, armas, municiones de boca o de guerra, equipos o embarcaciones,
o los planos, instrucciones o noticias convenientes para el mejor pro-
greso de la guerra. El texto original del acápite decía "en tiempo de
guerra extranjera", lo que tenía por objeto precisar que se trataba de
una conducta desarrollada cuando el país se encontraba en guerra con
otra potencia, excluyendo así la guerra interna o civil. La Ley 17.266 su-
primió la mención a la guerra extranjera, por lo cual debe entenderse
que el precepto se aplicará también en una guerra interna o civil. So-
bre el concepto mismo de guerra civil nos extendemos con referencia
al delito de rebelión, que atenta contra la seguridad interior del Estado.
Generalmente en tal caso existen autoridades políticas rivales, que rei-
vindican para sí el carácter de legítimas, lo que crea dificultades para la
aplicación de las graves penas de este artículo. En todo caso, la refe-
rencia final al "progreso de la guerra" indica que debe existir alguna
forma de ésta.
i) Incendiar por cualquier medio algunos objetos, con intención de
favorecer al enemigo. Esta hipótesis tiene interés, porque se presenta
un concurso aparente de leyes con el delito de incendio, que se decide
por la aplicación de este precepto en virtud del principio de la especia-
lidad, la que le es conferida por la particular intención del sujeto acti-
vo, que de ordinario es indiferente en el incendio. Es importante
consignar, además, que si bien debe haberse consumado el incendio
para que se aplique la penalidad respectiva, no es en cambio necesario
que se haya logrado la finalidad de favorecer al enemigo, que es sólo
un momento psicológico que debe concurrir al realizar la acción.
Un punto de interés respecto de estos delitos es el de determinar la
nacionalidad y otras características del sujeto activo. El texto legal no
establece en principio exigencia alguna al respecto y tampoco la en-
contramos en el Código Belga que sirvió de principal fuente a este tex-
to. Sin embargo, parece cierto que por lo menos debemos excluir como
posibles sujetos activos a las personas que militan en las fuerzas arma-
das enemigas, o que les prestan servicios en virtud de algún vínculo
jurídico, ya que de lo contrario habría que considerar a todo soldado
enemigo como un delincuente. Creemos incluso que los chilenos que
militan en el ejército enemigo quedan excluidos como posibles sujetos
activos de estos delitos, y sujetos únicamente a la penalidad (igualmen-
te severa) de la figura de traición del Art. 107.

104
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INfERIOR DEL ESTADO

4. DELITO DEL ART. 112. La disposición citada reza: "Todo individuo


que hubiere mantenido con los ciudadanos o súbditos de una poten-
cia enemiga correspondencia que, sin tener en mira alguno de los crí-
menes enumerados en el Art. 109, ha dado por resultado suministrar
al enemigo noticias perjudiciales a la situación militar de Chile o de
sus aliados, que obran contra el enemigo común, sufrirá ... La misma
pena se aplicará cuando la correspondencia fuere en cifras que no per-
mitan apreciar su contenido. Si las noticias son comunicadas por un
empleado público que tiene conocimiento de ellas en razón de su em-
pleo, la pena será ... " Esta figura delictiva aparecía tanto en el Código
Español como en el Belga, aunque la redacción ha sido tomada más
de cerca de este último. Las reiteradas referencias a la "potencia ene-
miga" y al "enemigo" nos indican que un requisito de esta figura es la
existencia de un estado de guerra entre Chile y otra potencia. La ac-
ción incriminada consiste en "tener correspondencia". Esta expresión
comprende sin duda la epistolar y la telegráfica. También incluye las
comunicaciones telefónicas, pero no las simples conversaciones. Se
comprenden además las emisiones radiales. La expresión "correspon-
dencia" no exige que los mensajes hayan sido respondidos: basta con
su envío. La correspondencia debe mantenerse con "ciudadanos o súb-
ditos de una potencia enemiga". No es preciso que ellos se encuen-
tren en el extranjero (el Código Español hablaba de correspondencia
"con país enemigo"); es suficiente su nacionalidad. Por la inversa, si
la correspondencia se ha mantenido con chilenos traidores, escapa a
la tipicidad de este artículo.
Esta figura tiene dos formas posibles de comisión. La primera exi-
ge, objetivamente, la producción de un resultado: el enemigo se entera
de noticias perjudiciales a la situación militar de Chile o de sus aliados.
Las noticias "perjudiciales" son aquellas que pueden causar perjuicio,
aunque no lleguen efectivamente a provocarlo. En seguida, desde el pun-
to de vista subjetivo, es preciso que el autor no haya tenido en mira
ninguno de los crímenes señalados en el Art. 109 (ya examinado en cuan-
to a las figuras de traición, y que comprende además algunas figuras de
espionaje, que se analizan más adelante). Si se han tenido tales miras,
el delito será tentativa o frustración de los respectivos delitos del Art. 109,
y si el perjuicio ha llegado efectivamente a producirse, el delito será
simplemente la forma consumada de tales infracciones. ¿Cuál es, enton-
ces, la forma subjetiva de este delito? ¿En qué posición anímica debe
encontrarse el autor de la correspondencia con respecto al resultado pro-
ducido (suministro de informaciones perjudiciales)? No es difícil admitir
(eliminado el dolo directo por expreso texto legal) la posibilidad del
dolo eventual. Es más discutible la admisibilidad de la forma cuasidelic-

105
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

tual; que se obre con culpa, consciente o inconsciente. GROIZARD 1 cree


que puede cometerse este delito con "imprudencia temeraria", mas del
texto de su obra se desprende que sólo ha querido excluir con ello, de
acuerdo con la ley, el dolo directo, de modo que más bien parece de-
signar con esa expresión el dolo eventual. Opinamos que, no siendo
explícito el texto legal, sigue imperando la regla general de impunidad
del cuasidelito, y que por consiguiente será preciso que el autor de este
delito se haya encontrado, con respecto al resultado, en una posición
de dolo eventual.
La segunda forma de comisión constituye un delito de peligro abs-
tracto. El delito consiste ahora en mantener con ciudadanos o súbditos
de una potencia enemiga correspondencia en cifras que no permitan
apreciar su contenido. La expresión "cifras" está tomada en su acepción
de "escritura secreta", y no de "número", aunque naturalmente pueden
emplearse guarismos dentro de un sistema de claves. Del hecho de en-
viarse una comunicación indescifrable, la ley presume el peligro para la
seguridad exterior del Estado. Es importante insistir en que un requisito
de esta forma del delito es que no pueda descifrarse la escritura. Si es
posible enterarse de su contenido, no podrá entrar en juego este inciso
segundo, y la penalidad del hecho dependerá del contenido mismo: si
encuadra o no en la previsión del inciso primero. Tratándose de un de-
lito formal y de peligro abstracto, la subjetividad de esta forma de co-
misión es el dolo común: la conciencia de estar escribiendo en cifras a
un ciudadano o súbdito de una potencia extranjera.
Finalmente, hay una elevación de penalidad bastante considerable
(dos grados por sobre el máximo) para el caso de que el autor sea un
empleado público que haya tenido conocimiento de las informaciones
suministradas en razón de su cargo. Lo elevado de la penalidad en este
evento corrobora nuestra interpretación de la subjetividad del delito en
el sentido de que al menos debe haber existido dolo eventual; la san-
ción resultaría excesiva para un cuasidelito.
La conducta descrita en este artículo es una forma bastante menos
grave de traición, y por consiguiente el legislador impone una pena sen-
siblemente más baja y ha excluido esta figura de la regla general en
materia de traición respecto de la punibilidad de las resoluciones mani-
festadas (conspiración y proposición).

5. REGIAS ESPECIALES DE PENALIDAD. En esta materia existen reglas es-


peciales de penalidad para ciertos casos:

1
GROIZARD, op. cit., 111, p. 210.

106
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INfERIOR DEL ESTADO

a) Respecto de los delitos de los Arts. 106, 107, 108 (del que se tra-
tará más adelante), 109 (en todas sus hipótesis, incluyendo las que son
de espionaje y no de traición) y 110 (cuyo contenido se analiza a conti-
nuación), el Art. 111 señala una regla especial sobre iter criminis: el delito
frustrado se castiga como consumado; la tentativa, como si fuera frus-
tración; la conspiración, como si fuera tentativa, y la proposición, con
presidio menor en cualquiera de sus grados. Esta regla, que por vía ex-
cepcional señala la punibilidad de las resoluciones manifestadas, se debe
a la extrema gravedad de las conductas incriminadas y al hecho de que
con frecuencia se hará materialmente imposible sancionar el delito una
vez consumado.
b) En todas las hipótesis del Art. 109 (incluyendo las de espionaje),
si el delincuente fuere funcionario público, agente o comisionado del
Gobierno de la República, que hubiere abusado de la autoridad, docu-
mentos o noticias que tuviere por razón de su cargo, la pena podrá
elevarse hasta la de muerte. En virtud del principio de especialidad, prima
esta disposición sobre el eventual encuadramiento en alguna de las fi-
guras de delitos funcionarios del título V del Libro 11.
e) También respecto de todas las hipótesis del Art. 109 la penalidad
es un tanto más baja si ellas se refieren, no a Chile y sus fuerzas arma-
das, sino a los aliados de la República que obran contra el enemigo
común (Art. 110). Esto supone, en consecuencia, un pacto o alianza entre
Chile y otras potencias, y un estado de guerra entre Chile y sus aliados,
por una parte, y otro u otros Estados por la otra.

ESPIONAJE

El delito de espionaje no aparece expresamente definido en la ley. Su


esencia está íntimamente ligada a la violación de secretos, que según
se ha dicho, puede manifestarse en dos formas: introduciéndose inde-
bidamente en la esfera del secreto (intromisión) y difundiendo indebi-
damente el secreto al que se ha tenido acceso legítimo (revelación)_! El
Código Penal, limitado en esta materia al espionaje realizado en tiempo
de guerra por vía de revelación de secretos militares, aparece comple-
mentado por el Código de Justicia Militar, que sanciona también el es-
pionaje cometido en tiempo de paz y el realizado por vía de intromisión.
Sin embargo, no hay una disposición de carácter general que proteja la
violación de todos los secretos relativos a la defensa nacional, omisión

1 Véase SOLER, op. cit., V, p. 52.

107
DELITOS CONTRA LOS INfERESES SOCIALES

grave, ya que, como lo manifiesta LABATUT, los aspectos científico e in-


dustrial son tan importantes como los estrictamente militares dentro de
la guerra moderna. 1 Las figuras de espionaje son:

l. ESPIONAJE POR IN1ROMISIÓN. Se refieren a él los Arts. 252, N°5 1° y 3°,


del Código de Justicia Militar (en tiempo de guerra) y 254 del mismo
código (en tiempo de paz). Las conductas punibles son:
a) Subrepticiamente, o con ayuda de disfraz o de falso nombre, o
disimulando calidad, profesión o nacionalidad, introducirse en tiempo
de guerra, sin objeto justificado, en una plaza de guerra, en un puesto
militar, o entre las tropas que operan en campaña (C. de J. M. Art. 252
No lo).
b) En tiempo de guerra, y sin la competente autorización, practicar
reconocimientos, levantar planos o sacar croquis de las plazas, puestos
militares, puertos, arsenales o almacenes que pertenezcan a la zona de
operaciones militares, cualquiera sea la forma en que se ejecute. La úl-
tima frase permitiría incluir la captación de imágenes mediante la foto-
grafía, no expresamente incluida en el texto. El contenido inusitadamente
amplio de esta figura crea una obligación de extraordinaria prudencia
para los pintores y fotógrafos de afición (C. de J. M., Art. 252 N° 3°).
e) Realizar estas mismas conductas en tiempo de paz, de conformi-
dad al Art. 254 del Código de Justicia Militar. La penalidad, siendo ele-
vada, es menos severa que en los casos anteriores, que tienen asignada
pena de presidio perpetuo a muerte.
Puede apreciarse que todas estas hipótesis son de peligro abstracto,
sin que se requiera un daño efectivo para la seguridad o defensa nacio-
nales, ni siquiera peligro concreto, ni tampoco intenciones o propósitos
especiales en quienes las realizan.

2. ESPIONAJE POR REVElACIÓN. Se refieren a esta forma las siguientes dis-


posiciones:
a) Art. 109, inciso 6°, que sanciona al que "suministrare al enemigo
planos de fortificaciones, arsenales, puertos o radas". La referencia al "ene-
migo" indica que se trata de un delito cometido en tiempo de guerra.
b) Art. 109, inciso 7°, que castiga al que "le revelare (al enemigo) el
secreto de una negociación o expedición". Al concepto de "secreto" nos
hemos referido ya al tratar de los delitos contra la libertad, concebida
como esfera de intimidad. 2 Nuevamente, se trata de una hipótesis reali-

1
LABATUT, op. cit., II, p. 31.
2
Véase al respecto, Parte Especial, Tomo 111, pp. 264 y ss.

108
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INfERIOR DEL ESTADO

zada en tiempo de guerra. El secreto puede ser diplomático ("negocia-


ción") o militar ("expedición"). Debe recordarse que estas figuras del
Art. 109 se rigen también por las reglas especiales de penalidades men-
cionadas al tratar de la traición.
e) El Código de Justicia Militar, sin darles expresamente la denomi-
nación de espionaje, sanciona ciertas conductas que consisten en la re-
velación de secretos en tiempo de paz. Así, el Art. 255 castiga la entrega
o divulgación de planos, mapas, documentos o escritos secretos que
interesen a la defensa nacional o seguridad de la República, o datos o
noticias extraídos de ellos, siempre que el autor hubiere tenido acceso
a ellos en razón de su cargo o por habérseles confiado; el Art. 256 san-
ciona al que extraoficialmente hubiere obtenido tales piezas o docu-
mentos o hubiere tomado conocimiento de ellos, y el Art. 257 se refiere
al que sin tener calidad para tomar conocimiento de los mismos se los
proporcionare, y al que por negligencia o inobservancia de las leyes o
reglamentos diere lugar a la sustracción, divulgación o destrucción de
los mismos.

3. EsPIONAJE POR ENCUBRIMIENTO. Es una forma asimilada al espionaje,


que comprende las siguientes figuras:
a) Ocultar o hacer ocultar a los espías o soldados del enemigo en-
viados a la descubierta (Art. 109, inciso 8°).
b) Ocultar, hacer ocultar o poner a salvo a un espía, agente, o mili-
tar enemigo enviado a la descubierta, conociendo su calidad de tal (C.
de]. M. Art. 4°). Esta conducta, sensiblemente igual a la anterior, supo-
ne también un estado de guerra (alusión al "enemigo"). El Art. 254 del
Código de Justicia Militar sanciona asimismo esta conducta cuando se
realiza en tiempo de paz, pero en tal caso surgiría el problema de de-
terminar qué puede entenderse por espía, agente o militar "enemigo".
Esta conducta, entregada a las reglas generales, podría a veces, se-
gún el Art. 17, ser sancionada como encubrimiento del delito de espio-
naje, y otras veces resultaría conducta impune. El efecto de las
disposiciones citadas es extraer tales conductas del ámbito de las reglas
generales y darles entidad propia como figuras autónomas. La expre-
sión "a la descubierta" debe entenderse referida solamente a los solda-
dos que se destacan en forma aislada o en pequeños grupos, en misión
de observación o reconocimiento, no formando parte de una acción o
maniobra bélica. Por definición misma, no es aplicable al espía, que
actúa clandestinamente y disimulando su calidad de tal.

4. ESPIONAJE POR COOPERACIÓN. Tal es el nombre que podría darse a la


conducta sancionada en el Art. 252 N° 2° del Código de Justicia Militar,

109
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

que sanciona al que "conduzca comunicaciones, partes o pliegos del


enemigo, no siendo obligado a ello; o, caso -de serlo, no los entregare
a las autoridades nacionales o jefes del Ejército al encontrarse en lugar
seguro". En realidad, esta conducta, que supone colaboración con el
enemigo, podría más propiamente ser considerada una forma de trai-
ción que de espionaje (presenta semejanzas con las formas de traición
del Art. 109), pero es calificada expresamente de espionaje por el Códi-
go de Justicia Militar. El Art. 254 también hace sancionable esta conduc-
ta en tiempo de paz, mas al igual que en el caso anterior, es problemático
hablar de "enemigo" en tal evento.
El Art. 258 del Código de Justicia Militar hace aplicable a las figuras
de que hemos venido tratando (Arts. 252 a 257) la regla de penalidad
establecida en el Art. 250 del mismo, y que es semejante a la del Art. 111
del Código Penal: el delito frustrado se castiga como consumado; la ten-
tativa, con la pena inferior en un grado a la señalada para el delito; la
conspiración, con la inferior en dos grados, y la proposición, con la
inferior en tres grados.
Respecto del espionaje por revelación, opina LABATIIT1 que se per-
fecciona por la simple revelación, sin que sea preciso que el secreto haya
llegado efectivamente a conocimiento de una potencia extranjera o sus
agentes, ni que haya producido un daño al país. Es verdad que el delito
es de peligro abstracto, pero como la ley se refiere a "revelar secretos al
enemigo", "suministrar planos, etc., al enemigo", y otras expresiones
similares, la consumación del delito consistirá, precisamente, en hacer
conocer al enemigo los secretos. Por "enemigo" debe entenderse el que
actúa a nombre de una potencia extranjera en guerra con Chile.

DELITOS CONTRA PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL

Son infracciones contra el derecho nacional que se cometen al violar


determinados principios o reglas del derecho internacional. Las figuras
son las siguientes:

l. DEIJTo DEL ART. 113. Sanciona este artículo "al que violare tregua o
armisticio acordado entre la República y otra nación enemiga o entre
sus fuerzas beligerantes de mar o tierra". Además de atentar contra prin-
cipios de derecho internacional, esta conducta pone en peligro la segu-
ridad exterior, ya que lleva el riesgo presunto de la reanudación de

1
LABATIIT, op. cit., 11, p. 32.

110
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INTERIOR DEL ESTADO

hostilidades. La tregua es una suspensión momentánea y restringida de


las hostilidades, convenida por los jefes militares; el armisticio es una
convención relativa a la cesación general de las acciones guerreras, aun
manteniéndose de derecho el estado de guerra. La violación de tregua
o armisticio puede realizarse, sea reanudando las hostilidades, sea que-
brantando las demás condiciones convenidas por los pactantes. A me-
nudo este artículo será desplazado por la disposición del Art. 260 del
Código de Justicia Militar, que contempla una conducta análoga.

2. DEUTO DEL ART. 114. Se sanciona allí al que "sin autorización legíti-
ma levantare tropas en el territorio de la República o destinare buques
al corso, cualquiera que sea el objeto que se proponga o la nación a
que intente hostilizar". BELLO, hablando del corso, dice: "Las potencias
marítimas, además de las naves de guerra del Estado, suelen emplear
el voluntario auxilio de armadores particulares o corsarios, que apre-
san las embarcaciones y propiedades enemigas, y a las cuales ceden
en recompensa de este servicio una parte o todo el valor de las pre-
sas". 1 El peligro para la seguridad de Chile radica en la posibilidad de
que la potencia hostilizada tome represalias sobre buques o propieda-
des chilenos, o en que Chile se vea eventualmente obligado a pagar
reparaciones. Hoy día el corso ha sido abolido por convenciones inter-
nacionales. 2

3. DEuTo DEL ART. 115. Se refiere esta disposición al que "violare la neu-
tralidad de la República, comerciando con los beligerantes en artículos
declarados de contrabando de guerra en los respectivos decretos o pro-
clamas de neutralidad ... " Hay un aumento de pena para el empleado pú-
blico autor o cómplice de este delito. Como el sujeto activo no está
restringido a los chilenos, habrá que entender que el artículo se refiere a
actos de comercio que por lo menos parcialmente se verifican en Chile;
así por lo demás lo consignó la Comisión Redactora (sesión 143).
Para que este delito surja, es preciso que la autoridad chilena haya
expedido decretos o proclamas de neutralidad; esto es, se refiere a la
neutralidad como estatuto jurídico y no como simple situación de he-
cho. Además, la calidad de contrabando de guerra debe haber sido de-
clarada en esos decretos o proclamas: no basta con que lo haya sido
por parte de alguna de las potencias beligerantes.

1
Citado por FERNANDEZ, op. cit., I, p. 250.
2 Véase lo dicho sobre el corso al tratar del delito de piratería, Parte Especial,
tomo III, pp. 346 y ss.

111
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

4. DEilTO DEL ART. 116. Esta figura tiene una particularidad: el sujeto
activo es únicamente el ciudadano o súbdito de una nación con la cual
Chile está en guerra. La conducta consiste en violar los decretos de in-
ternación o expulsión del territorio de la República, expedidos por el
Gobierno respecto de los ciudadanos o súbditos de dicha nación. La
internación y la expulsión son medidas extraordinarias que limitan la
garantía de libertad personal establecida en la Constitución, por razo-
nes de seguridad nacional. Se viola la internación saliendo del país, o
del lugar o zona de internación; se viola el decreto de expulsión per-
maneciendo en el país o retornando a él después de haber sido expul-
sado. La pena tiene la particularidad de estar en todo caso limitada en
su duración a la de la guerra que motivó dichas medidas, lo que la con-
vierte casi en una medida de seguridad.

5. DEUTO DEL ART. 117. Sanciona al "chileno culpable de tentativa para


pasar a país enemigo, cuando lo hubiere prohibido el gobierno". Su "ten-
tativa" para pasar a país enemigo puede realizarse desde territorio chi-
leno o desde territorio extranjero; en este último caso, el delito caería
bajo la ley chilena y bajo la jurisdicción de los tribunales chilenos, de
conformidad con el Art. 6° N° 3o del Código Orgánico de Tribunales. Esta
disposición fue tomada del Código Español, donde, comentándolo, afirma
PACHEC0 1 que se sanciona la tentativa por la imposibilidad práctica de
sancionar el delito consumado una vez que el súbdito ya ha pasado al
territorio enemigo. En este mismo pensamiento, LABATIJT afirma que el
delito consistiría en "pasar a país enemigo", y que el efecto del Art. 117
sería el de equiparar las etapas punibles del iter criminis: el delito frus-
trado y el consumado serían punibles con la misma pena que la tentati-
va. FERNANDEZ2 va todavía más lejos y cree que si el intento ha tenido
éxito, se trataría de un delito consumado, pero impune, porque la ley
ha restringido la sanción a la mera tentativa. En nuestra opinión, la voz
"tentativa" en este artículo, como la expresión "conspirar" en el Art. 106,
no pueden ser entendidas en su sentido técnico, sino en su sentido na-
tural y general. El delito, en suma, consistiría en "tratar de pasar a país
enemigo". Si efectivamente se ha logrado pasar, se trataría sólo del ago-
tamiento del delito, no punible en sí mismo, sino en cuanto necesaria-
mente ha estado precedido del intento de pasar. 3

1PACHECO, op. cit., II, p. 101.


2
FERNANDEZ, op. cit., 1, p. 251.
3 Véase al respecto ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., y, p. 7.

112
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INTERIOR DEL ESTADO

6. DEUTOS DEL ART. 120. Se castiga al que "violare la inmunidad per-


sonal o el domicilio de representante de una potencia extranjera". En
caso de que tal violación importe un delito que tenga señalada mayor
pena, se aplicará la disposición que sancione a este último, pero la vio-
lación de inmunidad o domicilio será considerada circunstancia agra-
vante. Opina LABATUT1 que nuestro código tiene un vacío al no referirse
a la violación de inmunidad o domicilio de un Jefe de Estado extranje-
ro. Nos parece que dichas personas son representantes por excelencia
de sus respectivos Estados (nótese que nuestra ley no habla de "agen-
tes diplomáticos", sino de "representantes" en general), y que en con-
secuencia el Art. 120 se refiere a ellos también. Como el texto se refiere
a la violación de la "inmunidad o el domicilio", se colige claramente
que para que se cometa este delito es preciso que el representante ex-
tranjero se encuentre en territorio chileno.
La "violación de inmunidades" se refiere a ciertas prácticas, princi-
pios y convenciones de derecho internacional, que establecen que la
persona del representante extranjero es inviolable y se encuentra al mar-
gen de la jurisdicción de los tribunales del Estado ante el cual se des-
empeña; está exento de ciertas obligaciones (v. gr., pago de impuestos
y derechos) y la entrada en su domicilio está sujeta a especiales forma-
lidades. Las detenciones, allanamientos, etc., son violaciones de tales
inmunidades, las que se extienden a los miembros de la familia del re-
presentante y a los funcionarios de la representación respectiva que sean
de nacionalidad extranjera, y en algunos aspectos, también a los cónsu-
les de carrera. Toda esta materia está reglamentada en las Convenciones
de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y sobre Relaciones Consulares,
aprobadas por Chile y promulgadas por Decretos Supremos 666 y 709,
respectivamente, publicados en el Diario Oficial el 4 y el S de marzo
de 1968. 2
Indudablemente, de conformidad a las reglas generales, será preci-
so que el autor del delito conozca la calidad funcionaria del ofendido
para que exista esta infracción o la respectiva circunstancia agravante a
su respecto.

7. DEUTO DE IA LEY 5.478. La ley mencionada sanciona al chileno que,


dentro del país o en el exterior, preste servicios de orden militar a un
Estado extranjero que se encuentre comprometido en una guerra res-
pecto de la cual Chile se hubiere declarado neutral (Art. 1°). Es necesa-

1
LABATUT, op. cit., II, p. 35.
2
Véase Tomo I, pp. 152 y ss.

113
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

rio que Chile haya hecho una expresa declaración de neutralidad en la


guerra, y no basta con que simplemente no tome parte en ella (neutra-
lidad jurídica y no de facto).

Segundo grupo
Delitos contra la soberanía

En este grupo de delitos no se trata de provocar una guerra entre Chile


y otra potencia, sino de lesionar alguno de los atributos de la soberanía
chilena en su aspecto exterior: el ejercicio de la misma sobre la integri-
dad del territorio o la autodeterminación de la nación chilena y su Go-
bierno.

SEPARATISMO

En líneas generales, el separatismo consiste en atentar contra la sobera-


nía nacional sustrayendo a ella, o propiciando tal sustracción, parte del
territorio nacional. Reviste diversas formas.

l. DELITO DEL ART. 108. Sanciona a todo individuo que, sin proceder
a nombre y con autorización de una potencia extranjera, hiciere ar-
mas contra Chile, amenazando la integridad de su territorio. El objeti-
vo sería independizar alguna zona o provincia del país, sin actuar en
representación de una potencia extranjera, lo que podría constituir otro
delito. Si este objetivo se busca a través de la promoción de guerra
civil, se planteará un concurso aparente con el delito de rebelión, que
atenta contra la seguridad interior del Estado. No hay mayores exi-
gencias en cuanto al sujeto activo. La tipicidad del delito requiere que
efectivamente se hayan producido acciones bélicas y que ellas hayan
llegado a constituir una amenaza (peligro concreto) para la integridad
del territorio. Si no llega a haberla, puede pensarse en la frustración o
tentativa del delito.

2. DELITO DE SECESIÓN. La Ley 12.927, llamada de Seguridad del Esta-


do, sanciona en su Art. 1°, letra b), a "los que de palabra o por escrito,
o valiéndose de cualquier otro medio, propiciaren la incorporación de
todo o parte del territorio nacional a un Estado extranjero". En la figura
anterior se trataba de independizar una porción del territorio nacional;
en ésta, de incorporarla, total o parcialmente, a un Estado extranjero. A
diferencia de la anterior, no es una figura que exija acciones bélicas,

114
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INTERIOR DEL ESTADO

sino que basta la simple propaganda o aun la expresión de opiniones.


Es, en consecuencia, una figura claramente atentatoria contra la libertad
de opinión, pues quien, llevado por el más elevado sentimiento patrió-
tico y considerando las ventajas que ello acarrearía para Chile, propi-
ciara de palabra la federación de Chile con otros Estados americanos, o
alguna modificación semejante de las actuales categorías políticas en
materia internacional, incurriría en este delito.

SOMETIMIENTO

Con este nombre común pueden agruparse diversas figuras que consi-
deran atentados contra la autodeterminación de la nación chilena o sus
autoridades.

l. DEUTO DEL ART. 108. Esta disposición, ya analizada en su primera


parte, sanciona a "todo individuo que sin proceder a nombre y con au-
torización de una potencia extranjera hiciere armas contra Chile, ame-
nazando la independencia... de su territorio". También se llama a este
delito "filibusterismo", y la Comisión Redactora dejó expreso testimonio
de que a él intentaba referirse. La "independencia" significa aquí la so-
beranía externa, esto es, el delito consiste en propiciar activamente el
sometimiento político internacional del territorio chileno, siempre que
ello sea realizado por cuenta y riesgo de particulares que obren oficio-
samente en beneficio del extranjero (de otro modo no podría haber tér-
mino o menoscabo de la independencia) y sin autorización de otro
Estado. Se exige también la efectiva producción de hostilidades.

2. DEUTOS DE IA LEY 12.927. La ley de Seguridad del Estado sanciona


diversas conductas que pueden ser referidas a esta clase de ofensas:
a) Prestar ayuda a una potencia extranjera con el fin de desconocer
el principio de autodeterminación del pueblo chileno o de someterse al
dominio político de dicha potencia (Art. 1°, letra e). Consiste, como ex-
presa LABATIIT, 1 en convertir a Chile en un Estado títere o satélite, con
el consiguiente menoscabo de su independencia política. Aquí no se
trata ya de la acción independiente de un particular, sino de una con-
ducta de colaboración con una potencia extranjera, que practica la po-
lítica llamada de "imperialismo" o expansión externa de su poder político
en desmedro de la soberanía de las demás naciones.

1 LABATIIT, op. cit., 11, p. 37.

115
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

b) Mantener relaciones con Gobiernos, entidades u organizaciones


extranjeras, o recibir de ellos auxilios materiales, con el fin de ejecutar
hechos que el Art. 1°, letras a), b) y e), pena como delitos; colocarse en
Chile al servicio de una potencia extranjera para cualquiera de los fines
calificados como delitos en el Art. 1°, letras a), b), e) y d); asociarse en
partidos políticos, movimientos o agrupaciones para cometer los delitos
previstos en el Art. 1°, letras a), b), e), d) y e). Todas estas conductas,
que pueden ser consideradas como actos preparatorios de los delitos
precedentes, están contempladas en el Art. 1°, letras d), e) y D.

3. DEUTo DEL AR.T. 118. Se sanciona aquí "al que ejecutare en la Repú-
blica cualesquiera órdenes o disposiciones de un Gobierno extranjero
que ofendan la independencia o seguridad del Estado". En realidad, esta
disposición estaba dirigida originalmente contra los eclesiásticos o civi-
les que ejecutaran bulas o decretos pontificios contrarios a la paz públi-
ca. Dicha parte del precepto se suprimió en el Congreso, quedando
subsistente sólo el pasaje ya mencionado, que PACHEC0 1 declara no ha-
ber encontrado en otros códigos, y que GROIZARD 2 afirma no ser conce-
bible. Es difícil, en verdad, que pueda darse esta figura delictiva sin que
ella signifique la realización de algún otro de los delitos de este título.
Es circunstancia agravante la de ser empleado público que abusa de su
oficio (Art. 119).

4. OFENSA AL PATRIOTISMO. La Ley 12.927, Art. 1°, letra a), sanciona a "los
que de hecho ofendieren gravemente el sentimiento patrio o de inde-
pendencia política de la nación". Se excluyen, por consiguiente, las ofen-
sas de palabra. Es más fácil concebir una ofensa al sentimiento patrio
que al sentimiento de independencia política, ya que de ordinario las
conductas que ofendan gravemente este último quedarán comprendi-
das dentro de alguna de las figuras ya analizadas. Sin embargo, las ofen-
sas al sentimiento patrio consistentes en ultrajes a la bandera, el escudo
o el nombre de la patria, quedan sancionadas por el Art. 6°, letra b) de
la misma ley, como delitos contra el orden público y no contra la segu-
ridad exterior del Estado. La ley considera digno de protección, al igual
que el sentimiento del honor individual, que el sentimiento de pudor y
moralidad en materia sexual, que el sentimiento religioso, el sentimien-
to de afecto y respecto por la nación de que se es súbdito y los objetos
que la simbolizan.

1 PACHECO, op. cit., 11, p. 90.


2 GROIZARD, op. cit., 111, p. 184.

116
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INfERIOR DEL ESTADO

Sección Segunda

CRIMENES Y SIMPLES DELITOS CONTRA


LA SEGURIDAD INTERIOR DEL ESTADO

Tratan de estos delitos el título 11 del Libro 11 del Código Penal y la Ley
de Seguridad del Estado No 12.927. A diferencia de las infracciones de
la sección anterior, ya no se atenta aquí contra el aspecto externo de la
soberanía, sino contra ésta considerada como la facultad de organizarse
jurídicamente en determinada forma, y de imponer coercitivamente a
los ciudadanos el acatamiento a esa forma de organización.
Con el nombre genérico de sublevación sanciona el Código Penal
dos formas delictivas que la doctrina conoce como rebelión y sedi-
ción, respectivamente.

REBEUÓN

A este delito se refiere el Art. 121. El hecho central que tipifica esta in-
fracción es el de "alzarse a mano armada". La expresión "alzarse" está
tomada en su sentido metafórico, esto es, de rebeldía hacia el orden
jurídico y la autoridad legalmente constituida, que puede asumir una
forma activa, manifestándose oposición expresa a las disposiciones le-
gales o de la autoridad, respaldada por el empleo de armas o la ame-
naza del mismo, o bien una forma pasiva, como desobediencia a dichas
disposiciones u órdenes, siempre que ella también se fundamente en la
existencia de fuerza armada. Debe existir, según expresión de SOLER, 1
una irrupción ostensible, un levantamiento colectivo más o menos tu-
multuoso, pero con cierta organización necesaria para la consecución
de los fines de que el artículo habla. Producido el alzamiento y exis-
tiendo los objetos en cuestión, el delito se consuma, aunque debe ha-
cerse notar que frecuentemente el Código alude a este artículo
refiriéndose a "los delitos en él señalados", con lo que quiere expresar,

1 SOLER, op. cit., V, p. 69.

117
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

no el alzamiento mismo, sino los fines perseguidos con él. Las finalida-
des que dan al alzamiento el carácter de rebelión son:
a) La promoción de guerra civil. Promover la guerra civil es
provocar el estallido de la misma. El concepto de guerra civil perte-
nece más bien al Derecho Internacional Público, que ofrece varios
criterios para distinguir una guerra civil de una simple revuelta, se-
dición o motín. En general, se exige un estado de beligerancia bas-
tante extendido, la existencia de cuerpos armados de consideración
por ambos bandos y la posesión de territorio o plazas fuertes por
parte de uno y otro. Ordinariamente va acompañada también de la
simultánea existencia de dos gobiernos o autoridades públicas, que
reivindican para sí la auténtica representación del poder político de
la totalidad del país. En este sentido, la revolución de 1891 fue entre
nosotros una verdadera guerra civil; no así los golpes de Estado de
1931, 1932 y 1973.
b) Cambiar la Constitución o la forma de gobierno. En reali-
dad, como la forma de gobierno está determinada en la Constitución
(republicano y democrático), resulta imposible cambiar aquélla sin cam-
biar a la vez la Constitución, a menos que se trate de una situación de
facto, que sin alterar la Constitución, simplemente no la respete. Aun-
que la ley se refiere a "cambiar" la Constitución, también se comprende
el caso del que se propone eliminar la Constitución sin reemplazarla
por ninguna otra.
e) Privar de sus funciones o impedir que entren en el ejerci-
cio de ellas ciertas autoridades. Se trata de las autoridades que enca-
bezan los tres poderes del Estado: el Presidente de la República, los
miembros del Congreso Nacional y de los Tribunales Superiores de
Justicia. Hay otros delitos (como los atentados y desacatos y los deli-
tos contra la administración de justicia), que también atentan contra
los poderes públicos, pero en cuanto al normal desenvolvimiento de
sus funciones y atribuciones; aquí se atenta contra ellos en cuanto
órganos del Estado, no en su carácter administrativo, sino en su ca-
rácter de entes políticos. Aquí quedan tipificadas la destitución del
Presidente de la República o los magistrados del Poder Judicial y la
disolución del Congreso, hechos frecuentes en las revoluciones y gol-
pes de Estado.
Debido a la gravedad de este delito, y a las serias consecuencias
que su agotamiento acarrea (la consecución de los fines perseguidos
por los sublevados a menudo imposibilita su sanción), el Código ha ti-
pificado ciertas conductas accesorias de participación o actos prepara-
torios de dichos delitos, elevándolas a la categoría de figuras
complementarias del delito de rebelión. Ellas son:

118
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INfERIOR DEL ESTADO

l. FIGURA DEL ART. 122. Allí se sanciona a "los que, induciendo a los
alzados, hubieren promovido o sostuvieren la sublevación, y los caudi-
llos principales de ésta", con los grados máximos de las penas del
Art. 121. Razona la ley sobre la base implícita de que no puede darse
un delito de rebelión sin que participen en él pluralidad de personas,
aunque no se pueda precisar una cifra. Y como debe existir un mínimo
de organización indispensable para la consecución de los fines perse-
guidos, también supone el Código que hay jefes y subordinados. De
ahí la referencia a los "caudillos principales" de la rebelión. De acuerdo
con las normas generales, las personas señaladas en el Art. 122 serían
coautores de la rebelión, sea como autores ejecutores o como autores
instigadores. Sin embargo, no todos los inductores quedarían compren-
didos en esta regla: debe tratarse de inductores que "hubieren promo-
vido o sostuvieren la sublevación", o sea, que tuvieren también alguna
forma de intervención personal y directa en el alzamiento mismo, aun-
que no consista en su presencia física a la cabeza de los sublevados o
en el sitio de los sucesos. El concepto de "caudillo principal" es des-
afortunada pero inevitablemente vago, y deberá precisarse en cada caso.

2. REGIA DEL ART. 123. Se pena en dicha disposición a "los que toca-
ren o mandaren tocar campanas u otro instrumento cualquiera para ex-
citar al pueblo al alzamiento y los que, con igual fin, dirigieren discursos
a la muchedumbre o le repartieren impresos, si la sublevación llega a
consumarse ... a no ser que merezcan la calificación de promovedores".
Esta última limitación corrobora la idea de que los "promovedores" no
son cualesquiera instigadores, sino los indicados en el Art. 122, o sea,
los que tuvieren un papel directo en el alzamiento mismo. Este artícu-
lo, como el anterior, establece sanciones sobre la base de que la suble-
vación haya llegado a consumarse. Si tal cosa no ocurre, se vuelve a la
aplicación de las reglas generales, y las personas mencionadas en los
Arts. 122 y 123 solamente son sancionadas como coautores, si se dan
los requisitos legales. La acción misma constitutiva de esta hipótesis re-
vela el concepto "congoleño" del golpe de Estado que sustentaba el le-
gislador; las formas modernas de la rebelión no revisten, por lo general,
estas características filarmónicas.

SEDICIÓN

Define este delito el Art. 126, en forma tal que resulta ser sólo una re-
belión de tono menor, que esencialmente también consiste en un alza-
miento contra la autoridad legítima. Difiere de la rebelión en que aquí

119
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

se habla de "alzarse públicamente", sin la exigencia expresa de que se


haga a mano armada, aunque naturalmente así ocurrirá de ordinario.
Este alzamiento público debe ser colectivo, pues necesitará presentar,
al menos externamente, un carácter idóneo para la consecución de los
fines de que el artículo trata; debe ser amenazador, coactivo. Es lo que
los alemanes llaman la "reunión tumultuosa", que MEZGER1 caracteriza
como "el hecho de que varias personas se reúnan o se mantengan re-
unidas a fin de actuar en común, pudiéndose reconocer externamente,
en la mayor parte de ellas, una voluntad dirigida a perturbar la tranqui-
lidad pública", citando a SCHONKE y OLSHAUSEN.
En cuanto a los objetivos que se persiguen, son de menor entidad
que los señalados en el Art. 121, y por lo tanto la penalidad es inferior.
Aunque también tienen significación política, son atentados de carácter
funcional contra los poderes públicos, y no institucional, como los
anteriores. Dichos objetivos son los siguientes:
a) Impedir la promulgación o la ejecución de las leyes. Esta fi-
nalidad debe entenderse cuidadosamente, para no dar una indebida ex-
tensión al artículo. Se trata de impedir la ejecución y no el
cumplimiento de las leyes. Este último depende de los destinatarios
de las mismas, de los ciudadanos a quienes se dirigen los mandatos de
las normas jurídicas. En cambio la ejecución depende de la autoridad
pública, a quien el ordenamiento jurídico impone la obligación de rea-
lizar determinados actos necesarios para que la ley pueda surtir efecto.
Es este último aspecto el que interesa aquí al legislador: la sedición con-
siste siempre en un atentado contra las atribuciones constitucionales y
legales de la autoridad pública. La simple instigación a no cumplir o
acatar las leyes puede caer bajo otros preceptos penales. Esto es pues-
to de relieve por la circunstancia de que la ley equipare la ejecución
con la promulgación; ambas conductas tienen por efecto el que la ley
no pueda entrar en vigencia en la práctica.
b) Impedir la libre celebración de una elección popular. Los
delitos particulares que atentan contra la libertad y pureza del sufragio
se penan en la Ley de Elecciones y de ellos hemos tratado en relación
con los delitos contra la libertad. Aquí se trata de una conducta que
impide todo el proceso electoral mismo, de tal modo que una elección
en su totalidad no se realice o se realice viciada.
e) Coartar el ejercicio de sus atribuciones o la ejecución de sus
providencias a cualquiera de los poderes constitucionales. Tampo-
co se trata aquí de una simple conducta de desobediencia o incumpli-

1 MEZGER, Libro de Estudio, 11, p. 382.

120
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INfERIOR DEL ESTADO

miento de las órdenes legítimas de los poderes públicos, sino de aten-


tados contra las atribuciones constitucionales de los mismos (v. gr., quien
no acata una orden judicial no comete este delito, sino otro; pero co-
metería este delito quien, alzándose públicamente, impidiera que un tri-
bunal dictara sentencia en un proceso).
d) Arrancarles resoluciones por medio de la fuerza (a cualquiera
de los poderes constitucionales). Por "fuerza" debe entenderse también
la amenaza o intimidación. El Art. 7° de la actual Constitución Política
declara la nulidad de derecho de tales resoluciones.
e) Ejercer actos de odio o venganza en la persona o bienes de
alguna autoridad o sus agentes o en las pertenencias del Estado o
de alguna corporación pública. Debe recordarse que una de las cir-
cunstancias de calificación del delito de daño (Art. 485 N° 1°) es la de
realizarse con la mira de impedir el libre ejercicio de la autoridad o en
venganza de sus determinaciones. Pero la punibilidad de los daños surge
con la efectiva consumación de éstos, en tanto que aquí el delito se con-
suma con el simple alzamiento público inspirado por esta finalidad. Ade-
más, debe tratarse de propósitos de odio o venganza por actos realizados
por la autoridad en su calidad de tal y no como personas privadas.
De conformidad con el Art. 127, las reglas de los Arts. 122 y 123 so-
bre penalidad de los promovedores y los tañedores de campanas son
también aplicables a la sedición, pero la penalidad es inferior en un
grado en los respectivos casos.
El Código de Justicia Militar (Arts. 265 a 271) sanciona los delitos de
rebelión o sublevación militar, cuya tipicidad es la misma a que nos he-
mos venido reftriendo, y que se distinguen solamente por la calidad del
sujeto activo, que en el Código de Justicia Militar son militares o bien
civiles mandados por militares o militarmente organizados. En general,
las penas son más elevadas que las que se contemplan en el Código Pe-
nal, especialmente si tales delitos tienen lugar en presencia del enemigo
extranjero. Pero por otra parte, quedan exentos de pena los cabos y sol-
dados que actuaren bajo el mando de sus superiores directos (Art. 271).
Con el nombre de sedición o motín contempla también el Código
de Justicia Militar (Arts. 272 y siguientes) otro delito, con pluralidad de
hipótesis, que es diferente de la sedición política común (Art. 126 del Có-
digo Penal ) y de la sedición militar (Arts. 265 y siguientes del Código de
Justicia Militar). La llamada simplemente sedición o motín es un delito
contra el orden y seguridad del Ejército, que esencialmente consiste en
rehusar cumplir las órdenes de los superiores o los deberes militares, y
que es más grave que la desobediencia, porque tiene carácter colectivo y
tumultuoso, y menos grave que la sedición militar, porque no se propo-
ne fines políticos, sino puramente institucionales o circunstanciales.

121
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

ALTERACIÓN INSTITUCIONAL

Este nombre podría darse a la ~igura del Art. 133, que sanciona a "los
que por astucia o por cualquier otro medio, pero sin alzarse contra el
Gobierno, cometieren alguno de los crímenes o simples delitos de que
tratan los Arts. 121 y 126 ... salvo lo dispuesto en el Art. 137 respecto de
los delitos que conciernen al ejercicio de los derechos políticos". Esta
última salvedad sólo recalca que este artículo no se aplica a los delitos
electorales, que sanciona especialmente la Ley de Elecciones. Esta figu-
ra provoca cierta perplejidad, ya que consiste en cometer los delitos de
rebelión y sedición, pero "sin alzarse contra el Gobierno". Mas los deli-
tos en cuestión consisten precisamente en alzarse contra la autoridad.
¿Cómo puede ser posible cometer los delitos que consisten en "alzar-
se", sin alzarse? La única respuesta que torna inteligible este artículo pa-
rece ser que en verdad él ha querido referirse a la realización efectiva
de aquellos hechos que los sublevados tienen en mira en los Arts. 121
y 126, esto es, que el delito consiste en "promover la guerra civil", "cam-
biar la Constitución", etc., pero sin alzarse públicamente. ¿Cómo puede
realizarse ello? El artículo nos dice que "por astucia", "o por cualquier
otro medio". Esto último no puede ser entendido literalmente, por lo
menos en lo que se refiere a cambiar la Constitución y la forma de go-
bierno, porque de otro modo parecería punible el que lograra cambiar
la Constitución mediante una reforma constitucional ordinaria. Habrá que
entender que se trata de "cualquier otro medio ilegítimo".
Otra dificultad que presenta esta figura es su difícil delimitación en
relación con el delito de atentado de que se ocupa el Art. 261, y que
consiste en "emplear fuerza o intimidación sin alzarse públicamente, para
alguno de los objetos señalados en los Arts. 121 y 126". Parecería una
inconsecuencia aplicar el Art. 261, que tiene una pena inferior, cuando
se emplea fuerza o intimidación, y el Art. 133, con penalidad más seve-
ra, cuando se emplea astucia o cualquier otro medio no violento. Esto
confirma que el verdadero sentido de la ley es el de sancionar de con-
formidad al Art. 261 cuando hay un simple empleo de fuerza con cier-
tos fines, en tanto que el Art. 133 sólo recibe aplicación cuando esos
fines ya han sido logrados.

SEDUCCIÓN DE TROPAS Y USURPACIÓN DE MANDO

El Art. 124 sanciona una forma delictiva especial, que es en realidad una
tentativa elevada a la calidad de figura autónoma. Se sanciona a los que
sin cometer los crímenes enumerados en el Art. 121, pero con el pro-

122
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INfERIOR DEL ESTADO

pósito de ejecutarlos, sedujeren tropas, usurparen el mando de ellas,


de un buque de guerra, de una plaza fuerte, de un puesto de guardia,
de un puerto o de una ciudad, o retuvieren contra la orden del Gobier-
no un mando político o militar cualquiera. Nuevamente, la forma de
expresarse del legislador nos muestra que para él "los crímenes del
Art. 121" son los hechos que los sublevados tienen en vista como obje-
tivos, y no el simple hecho del alzamiento. De conformidad al Art. 127,
esta disposición es también aplicable a quienes tienen el propósito de
ejecutar los simples delitos del Art. 126 (esto es, los fines allí enumera-
dos), aunque con penalidad inferior.
La "seducción de tropas" es la realización de maniobras (arengas,
proclamas, amenazas, actitudes) que tengan por fin y efecto conseguir
la adhesión de un cuerpo armado, con infracción de la disciplina jerár-
quica. En seguida vienen dos hipótesis equivalentes. Una, la usurpa-
ción de mando propiamente tal, que equivale a una insurrección, y
ordinariamente va acompañada de un amotinamiento o respaldo tumul-
tuoso a la conducta del usurpador. La otra, retener contra la orden del
Gobierno un mando político o militar cualquiera. En uno y otro caso,
es preciso determinar cuidadosamente las finalidades de los autores, ya
que entre los delitos propios de los funcionarios públicos se encuen-
tran hipótesis análogas (usurpación de atribuciones, prolongación de fun-
ciones) que sólo difieren de estos delitos en la especial finalidad que
aquí se persigue.
Este delito tiene además la particularidad de poder ser cometido por
una persona sola, a diferencia de la rebelión y sedición mismas, que
suponen necesariamente la pluralidad de personas que realicen la ac-
ción punible.

DISPOSICIONES GENERALES

La ley establece determinadas disposiciones generales que se aplican a


los delitos de rebelión y sedición, llamados conjuntamente "sublevación",
y a las figuras accesorias.

l. ExENCIÓN DE PENA POR DESISTIMIENTO. A esta situación se refieren los


Arts. 128 y 129. De conformidad con el régimen en ellos establecido, la
autoridad, antes de hacer uso de la fuerza pública, debe intimar a los
sublevados por dos veces que se disuelvan y retiren. Tales intimaciones
no son necesarias si los sublevados han hecho uso de violencia. Si los
sublevados, sin haber ejecutado actos de violencia, se disolvieren o so-
metieren, quedarán exentos de toda pena. Aunque comúnmente se con-

123
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

sidera éste un caso de "excusa legal absolutoria", ya hemos manifesta-


do nuestro parecer en el sentido de que se trata de una causal especial
de extinción de responsabilidad penal, pues el delito ya está consuma-
do. Se trata, por ello, más bien de un arrepentimiento que de un desis-
timiento, como expresa SOLER. 1
La exención de penalidad no alcanza a los instigadores, promove-
dores y sostenedores de la sublevación, pero éstos gozan en todo caso
de una atenuación de pena. La forma de expresión de la ley ("inferior" ...
a la que les hubiere correspondido consumado el delito) no debe indu-
cir al error de creer que con el desistimiento (arrepentimiento) el delito
no alcanza a consumarse; el sentido de la disposición es simplemente
el de imponer una pena inferior en uno o dos grados a la del delito
consumado. La referencia a los "instigadores, promovedores y sostene-
dores" debe entenderse hecha a las personas a que aluden los Arts. 122
y 123. El arrepentimiento debe manifestarse externamente en la disolu-
ción del alzamiento o tumulto colectivo.
LABATIIT 2 coincide con SOLER3 en opinar que la práctica efectiva de
las intimaciones es una condición indispensable para el empleo legíti-
mo de la fuerza por parte de la autoridad pública. Si tal formalidad se
omitiera, se incurriría en el delito de abusos contra particulares (Art. 255).
Empero, si a consecuencia de la fuerza usada los sublevados se some-
tieran sin emplear violencia, siempre podrían beneficiarse de la extin-
ción de responsabilidad penal, ya que el Art. 129 se refiere a la disolución
"antes de las intimaciones" (tal sería el caso) o a consecuencia de ellas.

2. ATENUANTE ESPECIAL La establece el Art. 130, y consiste en que la


sublevación "no llegare a agravarse hasta el punto de embarazar de una
manera sensible el ejercicio de la autoridad pública". El efecto de esta
atenuante es el de hacer aplicable a los sublevados la regla del Art. 129
inciso final, esto es, la imposición de la pena inferior en uno o dos gra-
dos a la correspondiente al delito respectivo. Esta atenuante beneficia a
todos los sublevados, o sea, a los responsables de rebelión, sedición y
figuras accesorias (Arts. 122 y 123), sean individuos de fila o cabecillas.

3. REGLA SOBRE ITER CRIMINIS. A semejanza de lo que ocurre en los de-


litos contra la seguridad exterior del Estado, también se sancionan aquí
la conspiración y proposición, con penalidad especial, y no como eta-

1 SOLER, op. cit., V, p. 79.


2 LABATIIT, op. cit., II, p. 43.
3 SOLER, op. cit., V, p. 82.

124
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INfERIOR DEL ESTADO

pas inferiores a la tentativa. Tal cosa dispone el Art. 125 con respecto a
los delitos de los Arts. 121, 122 y 124 (se excluye el toque de campanas
del Art. 123), y de conformidad al Art. 127, también se aplica a las hi-
pótesis de sedición, del Art. 126, aunque en tal caso la penalidad es in-
ferior en un grado.

4. CONCURSO DE DELITOS. De conformidad al Art. 131, los delitos parti-


culares cometidos en una sublevación o con motivo de ella se penan
independientemente, aunque la sublevación resulte impune por desisti-
miento según el Art. 129. En seguida, el artículo señala que si no pu-
dieren descubrirse los autores, serán considerados y penados como
cómplices de tales delitos los jefes principales o subalternos de los su-
blevados que hallándose en la posibilidad de impedirlos, no lo hubie-
ren hecho. Se trata de una regla especial sobre concurso, que excluye
la aplicación del principio del Art. 75, pese a la relación de medio a fin
que pudiera existir entre los delitos, para dar primacía a la regla del
Art. 74.
En cuanto a la punibilidad de los jefes en relación con tales delitos,
LABATUT, 1 citando a FERRER SAMA, cree que se trata de un caso de res-
ponsabilidad objetiva, inaceptable desde el punto de vista técnico. No
participamos de tal opinión, ya que la eventual responsabilidad de los
jefes no deriva exclusivamente de su calidad de tales, sino de una omi-
sión de que son plenamente responsables: haber podido evitar la comi-
sión de un delito y no haberlo hecho. Y todavía esta disposición
solamente entrará a regir para el caso de que no pueda descubrirse a
los autores de los delitos en cuestión.

5. DEFINICIÓN ESPECIAL DE "ARMA". El Art. 132 proporciona una defi-


nición de lo que debe entenderse por "arma" para los efectos de los
delitos de sublevación contemplados en este título, y dice que lo es
"toda máquina, instrumento, utensilio u objeto cortante, punzante o
contundente que se haya tomado para matar, herir o golpear, aun cuan-
do no se haya hecho uso de él". La definición es de RENGIFO, tomada
con ligeras modificaciones del Código Belga. La calidad de "arma" está
determinada por un doble criterio: el carácter "cortante, punzante o
contundente" del objeto, y la intención con que el sublevado la haya
tomado: "para matar, herir o golpear", lo que aparece corroborado por
el agregado final en el sentido de que no es necesario haber hecho
uso efectivo del arma. La Comisión Redactora dejó expreso testimo-

1
LABATUT, op. cit., 11, p. 45.

125
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

nio de que en la expresión "máquina" se comprendían las armas de


fuego, y a nuestro parecer ella es lo bastante amplia como para in-
cluir todas las armas explosivas modernas. En la Comisión existió el
propósito de trasladar a la Parte General este artículo, como una defi-
nición genérica de "arma", pero como las disposiciones en que se em-
pleaba esta voz no eran muchas, se prefirió dejarlo donde estaba, y
hacer referencia a él cada vez que se mencionaran las "armas" en la
Parte Especial. Sin embargo, este propósito no se cumplió, y hay nu-
merosas disposiciones que se refieren a las "armas", donde no hay
referencia a este artículo. Empero, dada la amplitud de la fórmula le-
gal, y el antecedente histórico mencionado, estimamos que no hay in-
conveniente en considerar el Art. 132 como una definición legal general
de "arma". El artículo 450 se remite al 132 para determinar cuándo un
robo se comete "con armas".
La Ley 17.798, de 1972, sobre Control de Armas, reglamenta la ad-
quisición, posesión y uso de las armas de fuego (no las demás), pero
no da un concepto general de arma, ni se remite al Art. 132 del Código
Penal. Además, extiende sus prescripciones a otros elementos distintos,
que no son armas en el sentido natural y obvio del término, pero tie-
nen poder destructivo u ofensivo (explosivos, municiones, sustancias
químicas inflamables o asfixiantes). La misma ley modificó el Art. 10 de
la Ley de Seguridad del Estado, N° 12.927, en forma que actualmente
prohíbe, salvo permiso de la autoridad competente, el uso de armas
cortantes, punzantes y contundentes a quienes no pertenezcan a las Fuer-
zas Armadas, Carabineros o Prisiones (hoy Gendarmería). Interpretado
literalmente, este precepto haría incurrir en delito aun a quien portara
un cuchillo de cocina para menesteres de esa naturaleza. Debe enten-
derse esta prohibición como referida a un uso permanente y eventual-
mente para dañar o amenazar personas. Recuérdese que el Art. 132 del
Código Penal agrega a la naturaleza material del arma (cortante, pun-
zante o contundente) la exigencia de que se haya tomado "para matar,
herir o golpear", aunque no se haya hecho uso de ella. En cambio, el
tenor actual del Art. 10 de la Ley 12.927 sanciona precisamente el uso
mismo del arma.

COOPERACIÓN DE FUNCIONARIOS PÚBLICOS AL ALZAMIENTO

Los Arts. 134, 135 y 136 se ocupan de diversas conductas relativas a los
empleados públicos. El Art. 134 se refiere a la situación de los emplea-
dos públicos que no hubieren opuesto resistencia al alzamiento, estan-
do obligados a ello por razón de su oficio. Esto último debe entenderse

126
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INTERIOR DEL ESTADO

que siempre ocurre cuando se trata de funcionarios encargados de ve-


lar por el mantenimiento del orden público. Naturalmente, debe tratar-
se de una simple conducta omisiva, ya que si se procede de concierto
con los sublevados se tratará de coautoría de rebelión o sedición, y si
se presta otra clase de cooperación podría existir complicidad. La ex-
presión "por todos los medios que estuvieren a sus alcances" debe ser-
vir para restringir esta figura a sus justos límites, pues debe recordarse
que para el legislador el heroísmo no es obligatorio.
El Art. 135 sanciona una conducta similar, que admite dos hipótesis:
continuar funcionando bajo las órdenes de los sublevados o abandonar
el cargo cuando haya peligro de alzamiento, sin previa admisión de la
renuncia. En otras palabras: el empleado público debe resistir el alza-
miento, si puede hacerlo; si no lo puede, al menos no debe seguir des-
empeñando su puesto bajo los sublevados. Pero debe abandonar el cargo
una vez que el alzamiento se haya producido, no antes, aunque sea
inminente.
Finalmente, el Art. 136 sanciona a "los que aceptaren cargos o em-
pleos de los sublevados".
Aunque el código no lo diga expresamente, debe entenderse que
estas penas se impondrán "si los sublevados son sometidos". Si tienen
éxito, no se aplicarán penas, sino que se otorgarán medallas.

DELITOS DE LA LEY DE SEGURIDAD DEL ESTADO

La Ley 12.927 se refiere a varias categorías de delitos: los que atentan


contra la seguridad exterior, de los que ya nos hemos ocupado; los que
afectan el orden público y la normalidad de las actividades nacionales,
que serán analizados más adelante, y también los que se refieren a la
seguridad interior del Estado propiamente tal. De esta materia tratan los
Arts. 4°, 5°, 5°a, 5°b y 5°C de la ley.
El Art. 4° comienza señalando que cometen delito contra la seguri-
dad interior del Estado los que "en cualquiera forma" o "por cualquier
medio": a) se alzaren contra el Gobierno constituido, o b) provocaren
la guerra civil. Esta tipificación, demasiado amplia, es inaplicable en la
práctica, salvo para los casos que a continuación se contemplan de ma-
nera expresa y especial, puesto que las demás conductas constitutivas
de alzamiento político o promoción de guerra civil se encuentran ya
sancionadas en el Código Penal, y ese encuadramiento prevalece, se-
gún disposición expresa del propio Art. 4° de la Ley 12.927.
Las conductas contempladas en forma especial y separada son las
siguientes:

127
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

l. INCITACIÓN A lA REVUELTA, AL TERRORISMO, A lA DESOBEDIENCIA O A


IA INDISCIPLINA. Se refieren a ellas las letras a) y b) del Art. 4°. El delito
consiste en incitar o inducir:
a) A la subversión del orden público;
b) A la revuelta, resistencia o derrocamiento del Gobierno constituido;
e) A la ejecución de los delitos contemplados en los títulos I y II
del Libro II del Código Penal, o los de homicidio, robo, incendio o es-
tragos. En este caso se sanciona también la "provocación";
d) A la indisciplina de las Fuerzas Armadas, Carabineros, Gendar-
mería o Policías o al desobedecimiento, por parte de su personal, de
las órdenes del Gobierno constituido o de sus superiores jerárquicos.
Entregada a las reglas generales, esta conducta sería ordinariamente
coautoría del respectivo delito al cual se induce, pero sólo es punible
si este último llega a tener al menos principio de ejecución (tentativa).
El efecto de la Ley 12.927 es el de elevar esta conducta de inducción a
la calidad de figura autónoma, lo que la hace punible aunque el delito
al cual se induce no haya llegado a tener principio de ejecución (lo
que dentro de las reglas generales sería una proposición impune).

2. COMPLOT o CONSPIRACIÓN. Son sancionados "los que se reúnan, con-


cierten o faciliten reuniones destinadas a proponer el derrocamiento del
Gobierno constituido o conspirar contra su estabilidad". Se trata tam-
bién de una tipificación especial de ciertas formas de conspiración, que
hacen excepción a la regla general, contenida en esta ley, en el sentido
de que las resoluciones manifestadas (conspiración y proposición) se-
rán penadas con la sanción del delito consumado, rebajada en uno o
dos grados.

3. BANDIDAJE. Consiste este delito en incitar, inducir, financiar o ayudar


a la organización de milicias privadas, grupos de combate u otras orga-
nizaciones semejantes, y en formar parte de ellas, con el fin de sustituir
a la fuerza pública, atacarla o interferir en su desempeño; o alzarse contra
los poderes del Estado, o atentar contra las autoridades a que se refiere
el Art. 6°, letra b) (Presidente de la República, Ministros de Estado, Se-
nadores o Diputados, miembros de los Tribunales Superiores de Justi-
cia; Contralor General de la República; Comandantes en Jefe de las
Fuerzas Armadas, o General Director de Carabineros). Prevalece por so-
bre la figura común de "asociaciones ilícitas", y en su caso, por sobre
la organización o formación de grupos armados, a que se refiere el Art. 8°
de la Ley de Control de Armas; todo ello en virtud del principio de
especialidad, dada la particular finalidad política que tiene esta conduc-
ta en la Ley de Seguridad del Estado.

128
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INTERIOR DEL ESTADO

4. PROPAGANDA SUBVERSIVA. El delito consiste en propagar o fomentar,


de palabra o por escrito, o por cualquier otro medio, doctrinas que tien-
dan a destruir o a alterar por la violencia el orden social, o la forma
republicana y democrática de gobierno.

5. INFORMACIONES TENDENCIOSAS. La acción castigada es la de propa-


gar, de palabra o por escrito o por cualquier otro medio en el interior,
o enviar al exterior, noticias o informaciones tendenciosas o falsas, des-
tinadas a destruir el régimen republicano y democrático de gobierno, o
a perturbar el orden constitucional, la seguridad del país, el régimen
económico o monetario, la normalidad de los precios, la estabilidad de
los valores públicos y el abastecimiento de las poblaciones, o en divul-
gar en el exterior dichas noticias, si el divulgador fuere un chileno que
se encuentra en el extranjero.
Respecto de todos los delitos enumerados precedentemente, tiene
aplicación lo dispuesto en el Art. 3° de la ley, según el cual, si es con-
denado por alguno de ellos un extranjero que no sea casado con cón-
yuge chileno, ni tenga hijos chilenos, sufrirá como sanción adicional la
expulsión del territorio, después de cumplida la pena.

6. ATENTADO POLfnco. El Art. 5° a, sanciona una forma particular de


delito contra la vida o integridad corporal de las personas ("física", dice
el texto legal, lo que podría tener la consecuencia injustificable de ex-
cluir los atentados que lesionaren gravemente la salud mental). La con-
ducta consiste en un "atentado" contra dichos bienes jurídicos, esto es,
en un acto realizado con la intención de lesionados, lo que entregado
a las reglas generales constituiría una tentativa. La pena es más grave
en caso de que efectivamente resultaren la muerte o lesiones graves de
la víctima (no otras lesiones). Se requiere además una exigencia subje-
tiva, que es la que particulariza esta infracción y le da el carácter de
delito político: es preciso que dicho atentado se realice "con el propó-
sito de alterar el orden institucional o la seguridad pública o intimidar a
la población". Esta última finalidad parece concebida en términos de-
masiado amplios, pues el carácter político podría estar ausente, y en tal
caso el delito sería más bien contra el orden público que contra la se-
guridad interior del Estado.
El mismo artículo contempla también idéntico atentado, cuando él
se realiza en razón del cargo que la víctima desempeñe, haya desem-
peñado o esté llamada a desempeñar; incluye como posibles sujetos pa-
sivos también al cónyuge y determinados parientes próximos de la
persona vinculada al cargo público, y aumenta las penas si efectivamente
el atentado ocasionare la muerte o lesiones graves de la víctima. La for-

129
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

ma de redacción de ambos incisos demuestra que la subjetividad en los


dos casos es distinta: en la figura analizada precedentemente, el objeti-
vo perseguido es alguno de los de carácter político ya mencionado; en
la que ahora nos ocupa, el atentado se origina solamente en el hecho
de encontrarse la víctima o uno de sus parientes vinculado al ejercicio
de un cargo público. No se exige que concurran simultáneamente am-
bos propósitos o motivaciones.

7. SECUES1RO POúnco. Lo contempla el Art. 5° b, y nos hemos ocupado


de él a propósito del delito de secuestro, en el tomo III, pp. 208 y ss.

130
CAPITULO VII

DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA


Y DE FALSEDAD

BIEN JURÍDICO PROTEGIDO

Los llamados genéricamente "delitos de falsedad" presentan numerosos


problemas teóricos y prácticos de importancia. El primero de todos es
la determinación del bien jurídico protegido. La falsedad, o "mudamiento
de la verdad", como la caracterizaban las Partidas, es en verdad un me-
dio de cometer delitos, que se encuentra presente en numerosas infrac-
ciones no sistematizadas en este grupo. En sí misma, la falsedad o mentira
no es un delito, pues el legislador no ha trasladado el desvalor ético de
la mendacidad al campo penal con idéntica extensión. En principio, pa-
recería que la ley ha agrupado aquí ciertos delitos en atención exclusi-
va al medio o modo de comisión, en vez de atender al bien jurídico
protegido, como habitualmente hace. Tal conclusión, sin embargo, no
resolvería el problema, ya que cuando el legislador procede en esta forma
es porque supone que el medio empleado crea un peligro por su sola
presencia (delitos de peligro abstracto) y, naturalmente, este peligro debe
afectar a algo. La determinación de cuál sea el bien amenazado conti-
núa siendo el problema central.
Coinciden los autores en estimar que el antecedente histórico más an-
tiguo de estos delitos se encuentra en la Lex Cornelia de los romanos, la
cual primitivamente se refería a la falsificación de testamentos y mone-
das, y más tarde fue ampliando su ámbito, para llegar a incluir otras cla-
ses de documentos, y nuevas formas de falsedad, como el falso testimonio,
la calumnia y algunas formas de falsedad personal. El derecho germáni-
co y el derecho intermedio fueron extendiendo todavía más el campo de
estos delitos con otras infracciones no ligadas entre sí más que por el
elemento de falsedad. Los glosadores y comentaristas, siguiendo el crite-
rio de los romanos, insistieron en la necesidad de verificar la existencia
de un daño o perjuicio para alguien, que algunos exigen efectivo, y otros
admiten sólo potencial. De general aceptación es la definición de FARINA-
CIO: "Falsedad es la mutación dolosa de la verdad en perjuicio ajeno".

131
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

Al comenzar la elaboración científica de la doctrina penal, se empe-


ñaron los juristas en descubrir un elemento común a los delitos de fal-
sedad y creyeron encontrarlo en la existencia de un "derecho a la
verdad", que sería en el fondo el bien jurídico protegido. Esta idea se
encuentra, en una u otra forma, detrás de todas las teorías que tienen
como concepto central la idea de fe pública. El origen de esta expre-
sión es atribuido a FILANGIERI, aunque al parecer este autor quería refe-
rirse a la "fe" en el sentido de "fidelidad" obligatoria para los funcionarios
públicos. CARMIGNANI considera la fe pública como una circunstancia ca-
lificativa de estos delitos, que en el fondo atentarían siempre contra la
propiedad. Es con la obra de CARRARA con la que esta doctrina llega a
su mayor elaboración. 1 CARRARA afirma que el hombre siempre necesita
creer en personas o cosas. Pero mientras esta creencia no se fundamenta
en la intervención de la autoridad, es simplemente fe privada, en tanto
que cuando la autoridad interviene se transforma en fe pública, que
no nace de la simple confianza en la buena fe ajena, "sino de una pres-
cripción de la autoridad que la impone". Si el ciudadano cree que una
moneda es de oro, o en la verdad de lo aseverado en una escritura
pública, es porque la autoridad así lo manda. Por esta razón, CARRARA
sitúa en este grupo los delitos de falsedad monetaria, de falsedad de
timbres o sellos, de falsedad en documentos públicos, de peculado y
de bancarrota, aunque el tratamiento de estas dos últimas infracciones
no resulta tan preciso como el de las tres primeras. La doctrina italiana,
sin grandes discrepancias, acogió el pensamiento de CARRARA. Así, PES-
SINA afirma que la fe pública es "la fe sancionada por el Estado, la fuer-
za probatoria atribuida por él a algunos objetos, o signos o formas
exteriores". Con diversos matices, esta concepción perdura hasta auto-
res modernos como ROCCO y MANZINI.
Legislativamente, el concepto de fe pública pasó a formar parte de
los sucesivos códigos penales italianos. En el derecho español, cuyas
disposiciones en materia de falsedad derivan principalmente del Códi-
go Francés, la expresión "fe pública" apareció fugazmente en el Código
de 1822, y desapareció en los posteriores. Sin embargo, tuvo forma en
las legislaciones hispanoamericanas, aun en aquellas que en materia sus-
tantiva siguieron el sistema español y no el italiano.
Ni el Código Francés ni el Código Alemán se refieren al concepto
de fe pública como elemento sistematizador de los delitos. Siguen lla-
mando a estos delitos simplemente "falsedades", como el Código Espa-
ñol. Tampoco se encuentra este concepto en el derecho anglosajón.

1
CARRARA, Programa, §§ 3355 a 3361.

132
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

La doctrina alemana, si bien por medio de alguno de sus represen-


tantes (entre los que puede mencionarse a MERKEL, A. y MITIERMAIER)
acogió a veces la idea de la fe pública, es en general decididamente
adversa a tal concepción. Para FEUERBACH, por ejemplo, hay diversidad
de bienes jurídicos ofendidos a través del delito de falsedad, especial-
mente el patrimonio. Una de las críticas más mordaces es la de VON
LISZT, quien llama a la fe pública "expresión atractiva y poética", y la
compara con ciertos animales marinos que deslumbran con su fosfores-
cencia, pero que al intentar cogerlos se deshacen en una masa gelati-
nosa entre los dedos. Para VON LISZT, estos delitos se han agrupado
simplemente por "el medio de ataque" o modo de comisión, sin que
sea posible referirlos a un bien jurídico unitario. A partir de BINDING, ha
predominado entre los alemanes la idea de que el bien jurídico prote-
gido en esta clase de infracciones es la autenticidad y veracidad de los
medios de prueba. El pensamiento de VON LISZT ha encontrado eco
en Italia en autores como ANTOLISEI y LOMBARDI, y en España, en QUIN-
TANO RIPOLLES. 1 En cuanto al criterio .de BINDING, ha tenido considerable
influencia en muchos autores modernos fuera de Alemania; en Italia lo
comparten, entre otros, CARNELUTTI y MAGGIORE. 2 También ha sido aco-
gido en la doctrina nacional, particularmente con referencia a la false-
dad documental, como puede observarse en las obras de COUSIÑo3 y
de LABATUT. 4
Modernamente ha tenido gran desarrollo en la doctrina alemana la
idea de que estos delitos son ofensas a la seguridad del tráfico jurí-
dico, entendiendo por tal el desarrollo normal y expedito de los nego-
cios jurídicos que tienen como fundamento la veracidad de los signos y
objetos que en ellos se emplean. La influencia de este pensamiento, entre
cuyos expositores debe mencionarse especialmente a FRANK, culmina con
la modificación del párrafo 267 del Código Penal Alemán, que integró
la falsedad con la exigencia de "fines de engaño en el tráfico jurídico",
lo que orienta en este sentido a la mayor parte de los autores moder-
nos, como MEZGER, SCHONKE, MAURACH y WELSEL. Esta posición es com-
partida en España por ANTON y RODRIGUEZ. 5
SOLER tiene una posición ecléctica. Sobre la base de su legislación
positiva, opina que los delitos de este título se refieren a la fe pública

1
QUINTANO RIPOLLES, ANTONIO, La falsedad documental, Reus, Madrid, 1952,
p. 78.
2
MAGGIORE, op. cit., 111, pp. 508 y 509, nota 3.
3 COUSIÑO, LUIS, La falsificación de instrnmento privado, Santiago, 1954, p. 11.
4 LABATUT, op. cit., 11, p. 84.
s ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., 11, p. 135.

133
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

sancionada, o sea, a las cosas a las cuales el Estado vincula la garantía


de autenticidad, y por otra parte, también al perjuicio que pueda resul-
tar de la alteración de ciertos medios de prueba. 1
La tendencia legislativa moderna va hacia una progresiva especiali-
zación, reduciendo el ámbito de los delitos de este grupo mediante el
traslado de algunas infracciones a otras categorías, por su vinculación
con bienes jurídicos diferentes. Así ocurre, v. gr., con los delitos de fal-
so testimonio y perjurio, considerados generalmente hoy día como ofen-
sas contra la administración de justicia.
Nuestro Código Penal se ocupa de estas infracciones en el título IV
del Libro II, bajo el epígrafe de "Crímenes y simples delitos contra la fe
pública, de las falsificaciones, del falso testimonio y del perjurio". Por
una parte, en consecuencia, nuestra ley pertenece al grupo de legisla-
ciones que emplean el concepto de fe pública como criterio unificador;
por la otra, no todos los delitos del título en cuestión están referidos a
ese concepto. Desde luego, el propio texto del encabezamiento excluye
a los delitos de falso testimonio y perjurio, que en verdad son ofensas
contra la administración de justicia. La dificultad reside en determinar
dónde está el límite entre los delitos "contra la fe pública" y las llamadas
en el epígrafe "falsificaciones", que constituirían otro grupo.
Hemos dicho que el concepto de fe pública, tal como ha sido de-
sarrollado por la doctrina, supone siempre una intervención autentifica-
dora de la autoridad pública que garantiza la veracidad de ciertas
atestaciones o la genuinidad de ciertos objetos, o que impone la creen-
cia de ellos. Pues bien, dentro del título que analizamos encontramos
sucesivamente la falsificación de moneda y valores, la de ciertos signos
de autentificación, la de documentos públicos y la de documentos pri-
V<;tdos. Respecto de estos últimos, tropezamos con una grave dificultad
para referirlos a la fe pública, puesto que en sí no tienen ninguna au-
tentificación de autoridad; la confianza en ellos no es impuesta por el
Estado. El propio CARRARA excluye la falsedad en documento privado
de los delitos contra la fe pública. Esta conclusión es indudable entre
nosotros, porque el texto legal (Art. 197) exige, para la consumación de
este delito, la producción de perjuicio para tercero, lo que convierte a
dicha infracción en una ofensa de carácter patrimonial, situada única-
mente en este título por el medio de comisión. Las "falsificaciones" de
que habla el epígrafe serían las de documentos privados.
Quedarían referidas a la fe pública las falsificaciones de moneda y
valores, de ciertos signos de autentificación y de documentos públicos.

1 SOLER, op. cit., Tomo V, p. 266.

134
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

¿Y en qué sentido debe entenderse la expresión "fe pública"? Nos pare-


ce en principio rechazable la tesis que ve en la integridad probatoria
el bien jurídico tutelado, a la manera de BINDING, pues si tal tesis pue-
de ser satisfactoria en la ley alemana, donde la falsedad monetaria está
por completo separada de la falsedad documental, no es en cambio útil
como concepto unificador de ambas clases de infracciones, ya que la
moneda, v. gr., no tiene una virtualidad ni una finalidad probatorias. En
cuanto a la noción de fe pública como "fe impuesta o sancionada por
el Estado", en principio parece un concepto contradictorio, ya que si la
fe es una creencia interna, ella no puede ser impuesta por prescripción
de autoridad. Por otra parte la duda o el escepticismo acerca de lo que
el Estado afirma no parece vulnerar ningún bien jurídico. Lo que el Es-
tado puede exigir, y en lo único que la autoridad tiene interés, es que
los ciudadanos se comporten como si los objetos o documentos auten-
tificados fueran genuinos o afirmaran verdades, esto es, que los acep-
ten como tales externamente, aunque en su fuero interno no tengan fe
de ninguna clase.
De más interés es la idea de seguridad del tráfico jurídico como
bien jurídico protegido. Sin embargo, entendido este concepto sólo
como el desarrollo normal de las relaciones jurídicas, es demasiado
amplio, ya que todos los fraudes y hasta el incumplimiento civil de
obligaciones atentarían contra dicho bien jurídico. Nos parece que la
seguridad del tráfico jurídico se ve afectada en esta clase de delitos
de una manera muy especial, que basta para particularizar dichas in-
fracciones en un grupo discernible con precisión. En estos atentados,
las falsedades recaen sobre determinados objetos materiales que tie-
nen una característica común: la ley ha ligado a ellos ciertos efectos
jurídicos de obligatoriedad general. A las monedas, valores y do-
cumentos públicos, la ley asigna determinados efectos jurídicos obli-
gatorios: deben ser recibidos en pago, crean derechos, sirven de medios
de prueba, etc. Esto no ocurre con los documentos privados y con
otros objetos que también pueden ser falsificados (cuadros, joyas, etc.).
Para señalar cuáles son los objetos dotados de esta obligatoriedad ju-
rídica, la autoridad se vale de ciertos signos de autentificación: sellos,
timbres, firmas, diseños, etc.
Puede observarse que la normalidad del tráfico jurídico descansa de
un modo primordial en la efectiva producción de los efectos jurídicos
obligatorios de dichos objetos materiales (que la moneda sea recibida
como tal, que las escrituras públicas sirvan para probar derechos, etc.).
La falsedad en alguno de dichos objetos alterará considerablemente la
normalidad del tráfico jurídico. Correspondientemente, existe sin duda
un gran interés en todos los miembros de la comunidad en que real-

135
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

mente los signos dotados de eficacia obligatoria produzcan sus efectos,


para lo cual es indispensable su autenticidad. Este es, por consiguiente,
un bien jurídico perfectamente singularizable y definido, y es, a nuestro
entender, el sentido que la expresión "fe pública" tiene en el epígrafe
del título IV del Libro 11.
En suma, las infracciones de dicho título tienen las siguientes obje-
tividades jurídicas:
a) Son delitos contra la fe pública los de los párrafos 1, 2, 3, 4, 6 y
8. Por "fe pública" entendemos la seguridad del tráfico jurídico, en cuanto
ella depende de la real producción de ciertos efectos jurídicos obligato-
rios que la ley ha atribuido a determinados objetos materiales.
b) Son delitos contra la propiedad los del párrafo 5 (falsificación
de documentos privados).
e) Son delitos contra la administración de justicia los del párra-
fo 7 (falso testimonio y perjurio).
Esta clasificación debe adicionarse en el sentido de que, como fre-
cuentemente ocurre, también puede observarse la protección que se
brinda a otros bienes jurídicos, como la seguridad del comercio y la
economía, en la falsedad de ciertos valores o documentos mercanti-
les, o la administración pública en un sentido amplio, en la falsedad
de certificados.
Considerando, sin embargo, que el modo de comisión tiene dentro
del sistema de la ley una importancia preponderante, para los efectos
del análisis de los mismos serán divididos en tres grupos: 1) Falsifica-
ción de moneda, valores y signos de autentificación; 2) Falsedades do-
cumentales, en documentos públicos, privados, pasaportes, portes de
armas y certificados, y 3) Falso testimonio, perjurio y usurpación de fun-
ciones o nombres.

136
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

Sección Primera

FALSIFICACION DE MONEDA,
VALORES Y SIGNOS DE AUTENTIFICACION

Comprende esta sección los delitos del párrafo 1 ("De la moneda fal-
sa"), del párrafo 2 ("De la falsificación de documentos de crédito del
Estado, de las Municipalidades, de los establecimientos públicos, socie-
dades anónimas o Bancos de emisión legalmente autorizados") y del
párrafo 3 ("De la falsificación de sellos, punzones, matrices, marcas, pa-
pel sellado, timbres, estampillas, etc.").

FALSIFICACIÓN DE MONEDA

El párrafo 1 se refiere exclusivamente a la moneda metálica. La falsifica-


ción del papel moneda está sancionada en el párrafo siguiente. Si bien
las disposiciones que analizamos tenían mayor importancia práctica cuan-
do circulaba en abundancia la moneda de metal fino, no debe creerse
que en la actualidad carezcan de aplicación, ya que las normas legales
sobre acuñación, valor, ley, peso y denominación de las monedas de
oro chilenas siguen en vigencia, y además el Código sanciona las con-
ductas de falsificación de moneda sin curso legal (moneda extranjera o
moneda nacional que ya no está en circulación como tal). La ley crea
al respecto varias figuras.

l. FABRICACIÓN DE MONEDA. Se refiere a esta conducta el Art. 162. Con-


siste esencialmente en forjar, en elaborar totalmente una moneda, no
en alterar una ya existente. Tiene dos hipótesis:
a) La del inciso primero, que consiste en fabricar moneda de la misma
materia, peso y ley de fino que la verdadera (la ley dice "aunque sea
de la misma materia, etc.", lo que debe entenderse en el sentido de
que forzosamente debe ser así, pues de lo contrario se aplicaría el inci-
so segundo). Aunque hay opiniones en el sentido de que esta conduc-
ta sería solamente una "usurpación de atribuciones", por el monopolio
estatal de la fabricación de monedas, en verdad es también una falsifi-

137
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

cación en sentido lato, ya que como observa LABATIIT1 "se está atribu-
yendo origen estatal a piezas monetarias que en realidad no lo tienen".
La autenticidad deriva tanto de la sustancia intrínseca como del origen
auténtico. Eso sí que no hay aquí perjuicio económico para quien even-
tualmente reciba tales especies monetarias.
b) La del inciso segundo, que consiste en fabricar moneda de peso
o ley inferiores a los legales. No habló aquí la ley de la materia, pero
ello está implícito en la voz "ley", que no designa sino la relación o
proporción entre el metal fino y la liga, que conjuntamente constituyen
la materialidad de la moneda. La penalidad es mayor en este caso, puesto
que además de lesionarse la fe pública se atenta contra el patrimonio
de quien recibe una moneda de valor intrínseco inferior al verdadero.
No hay requisitos especiales en cuanto al sujeto activo. No hay su-
jeto pasivo (aunque alguien reciba efectivamente la moneda, perjudi-
cándose). Es importante, sí, hacer notar la exigencia de un elemento
típico implícito. En los delitos de falsificación, la doctrina distingue dos
variedades: la imitatio veri o imitación de lo verdadero, y la mutatio
veri o alteración de lo verdadero. Aquí nos encontramos frente a la pri-
mera variedad de comisión: se imita lo verdadero. Y la fabricación re-
quiere además un elemento de carácter objetivo: el éxito artístico, esto
es, que el producto resultante realmente imite al verdadero en forma
que pueda pasar por éste. Esto es lo que CARRARA llama la expendibi-
lidad,2 cuya concurrencia debe apreciarse prácticamente en cada caso.
Se trata de la idoneidad o aptitud para engañar. Es posible que la mo-
neda haya sido efectivamente recibida por alguien, y que sin embargo
no sea expendible (v. gr., la ha recibido un ciego, o se ha entregado
dentro de una bolsa cerrada). Si la moneda falsa no es expendible, no
se comete este delito. Así lo señala el Art. 171: "Si la falsificación o cer-
cenamiento fueren tan ostensibles que cualquiera pueda notarlos y co-
nocerlos a la simple vista, los que fabricaren ... la moneda así falsificada ...
se reputarán reos de engaño y serán castigados por este delito con las
penas que se establecen en el párrafo respectivo". Por "cualquiera" debe
entenderse, naturalmente, una persona adulta normal de escasa cultura
que esté en condiciones de apreciar por sus sentidos la apariencia de
la moneda. La referencia al "engaño" alude, según en su oportunidad
se señaló, al delito del Art. 473 ("otros engaños"). Este requisito de la
expendibilidad o idoneidad es común para todas las figuras del párra-
fo. Además de su situación sistemática, al término del párrafo, el texto

1 LABATIIT, op. cit., II, p. 84.


2
CARRARA, Programa, § 3546.

138
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

del Art. 171 se refiere a los que fabricaren, cercenaren, expendieren, in-
trodujeren o circularen la moneda falsificada o cercenada, con lo que
cubre todas las hipótesis del delito.

2. FALSIFICAOÓN DE MONEDA. Comprende dos hipótesis:


a) Adulteración de moneda. Se refiere a ella el Art. 163. La con-
ducta consiste en falsificar moneda de oro o plata que tenga curso le-
gal, empleando sustancias diversas. También se sanciona, con penalidad
inferior, idéntica conducta cuando se trata de moneda de vellón. En ver-
dad, la voz "falsificar" es genérica y cubre también la hipótesis de fabri-
cación, pero como esta última ha sido separada por el legislador, es
preciso atribuir en esta disposición a la voz "falsificar" el sentido espe-
cífico de alterar o adulterar la moneda. La Comisión Redactora, en su
sesión 37, dejó testimonio de ello, al hablar de "cercenamiento o altera-
ción" de la moneda legal. En estricto rigor, hay aquí dos modos posi-
bles de comisión; uno, que es también de fabricación, esto es, crear
moneda que imite el oro o la plata, siendo de otra sustancia, y la otra,
alterar la moneda verdadera de valor inferior para darle la apariencia
de estar hecha de oro o plata, aunque esta última conducta será difícil
de realizar en la práctica con éxito artístico. La pena se gradúa si la
moneda falsificada fuere de oro o plata o de vellón. Esta última expre-
sión designa el cobre o la aleación del mismo con que antiguamente se
fabricaban las monedas de valor inferior, submúltiplos de la unidad mo-
netaria. Por extensión se aplica hoy a todas las monedas metálicas de
este carácter, a las que también se llama "moneda divisionaria".
b) Cercenamiento de moneda. Es la otra hipótesis por la cual se
altera el valor de la moneda. Se cambia, no la apariencia de la moneda,
sino su valor intrínseco. Se refiere a esta conducta el Art. 164, indican-
do como objeto material solamente la moneda de oro o plata. No se
refiere a la de vellón, ya que esta última es de valor intrínseco tan esca-
so, que lo que pueda obtenerse de ella por cercenamiento es insignifi-
cante. Por lo general se realiza esta conducta raspando, limando, tratando
químicamente, etc., la moneda, de modo de hacerle perder parte de su
metal fino, pero conservando intacto su cuño y demás características
externas.

3. OBJETO MATERIAL DEL DELITO. Se ha hecho ya observar que las hipó-


tesis anteriores se refieren a la moneda metálica; algunas de ellas tanto
a las de metal fino como a las de vellón; otras, solamente a las prime-
ras. Las descripciones legales restringen en aquellos artículos el objeto
material a la moneda que tenga curso legal en la República. Los Arts. 165
y 166 extienden estas hipótesis a la fabricación y falsificación de mone-

139
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

da metálica que no tenga curso legal en la República. Por "moneda de


curso legal" debe entenderse la de curso forzoso, esto es, la que las
disposiciones legales mandan tener por moneda nacional y obligan a
recibir con poder liberatorio amplio, en pago de obligaciones de dine-
ro. Puede tratarse de moneda nacional en sentido estricto, como tam-
bién de moneda extranjera a la que se haya dotado de curso forzoso
en el país. En cuanto a la moneda que "no tiene curso legal", por la
inversa, comprende las especies monetarias que carecen de tal efecto
obligatorio y general. Se comprenden en tal concepto las monedas na-
cionales que ya no circulen (por ley y no simplemente de hecho) y las
monedas extranjeras en general, salvo el caso excepcional ya mencio-
nado. En todo caso, es necesario que se trate de moneda propiamente
tal, y no de especies corporales que hayan hecho sus veces. Esto es,
deben ser piezas metálicas que lleven el sello de algún Estado o sobe-
rano y autentificadas por éste.

4. CIRCUlACIÓN INDEBIDA DE MONEDA FALSA. Este delito comprende tres


situaciones, de gravedad decreciente:
a) Circulación concertada con los autores. Se refiere a ella el
Art. 167. La conducta consiste en tomar parte en la emisión o introduc-
ción a la República de la moneda falsificada o cercenada, de concierto
con los falsificadores o cercenadores. Las penas son las mismas de la
falsificación y del cercenamiento. Contra la opinión de LABATIIT1 y de
FERNANDEZ, 2 no creemos que se trate de un simple caso de coautoría,
que sería siempre punible como tal de conformidad a las reglas genera-
les. De ser coautoría, tendría que serlo de la "falsificación o cercena-
miento". Y la conducta descrita en esta disposición no es coautoría de
la falsificación o cercenamiento desde ninguno de los puntos de vista
del Art. 15: no se realiza la acción de falsificar o cercenar; no se impide
o procura impedir que se evite; no se fuerza o induce directamente a
realizarla; no se facilitan los medios con que se lleva a efecto el hecho
(de la falsificación o cercenamiento mismos), ni se lo presencia sin to-
mar parte inmediata. A lo más, de conformidad con las reglas genera-
les, podría tratarse de una conducta de encubrimiento, ya que el emisor
o introductor interviene después de consumado el delito de falsifica-
ción o cercenamiento. De este modo, la ley ha creado una verdadera
figura autónoma, que debe sancionarse de acuerdo con sus propios tér-
minos, y no según las reglas generales de participación en otro delito.

1 LABATUT, op. cit., II, p. 85.


2 FERNANDEZ, op. cit., I, p. 302.

140
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

Más aún, la referencia de la penalidad nos indica que este delito se co-
mete sólo por quienes no son los autores de la falsificación o cercena-
miento, porque si la realizan estos mismos, para ellos es sólo una
conducta de agotamiento de su delito anterior, no punible independien-
temente de éste (principio de consunción).
La conducta misma consiste en obrar de acuerdo con los falsifica-
dores para: 1) Emitir la moneda falsa; es ponerla en circulación como
verdadera, aunque no haya sido precisamente aceptada por alguien en
particular (v. gr., echándola en una alcancía pública, como indica so-
LER),1 o 2) Introducirla en la República, lo que supone que la moneda
se ha fabricado en el exterior. Debe recordarse que estos delitos caen
siempre bajo el imperio de la ley penal chilena, aunque se cometan en
el extranjero, en virtud del principio real o de defensa, consagrado le-
gislativamente en el Art. 6° N° 5° del Código Orgánico de Tribunales. La
introducción en la República sólo exige la entrada material de la mone-
da falsa, y no requiere su efectiva emisión o expendición. Eso sí que,
tratándose de una figura con pluralidad de hipótesis equivalentes, no
debe pensarse en ver reiteración de delitos en la conducta que consiste
en introducir primero la moneda y luego emitirla.
LABATUT2 opina que, como la ley se refiere aquí a la moneda "falsi-
ficada o cercenada", ha dejado fuera a la moneda "fabricada", y que la
punibilidad de estas conductas con relación a dicha moneda debería
sancionarse de conformidad al Art. 15 N° 1°. Discrepamos de ambas afir-
maciones. De la última, en virtud de las consideraciones más arriba ex-
puestas, por las cuales estimamos que aquí no hay coautoría de
falsificación, sino una conducta autónoma. De la primera, porque la
moneda "fabricada" también es moneda "falsificada" en sentido amplio,
según se desprende con claridad del epígrafe del párrafo ("De la mo-
neda falsa") y del Art. 171, que se refiere a los que "fabricaren, cercena-
ren, etc." la moneda así "falsificada o cercenada". De modo que el
Art. 167, al mencionar la moneda "falsificada", comprende también la
"fabricada" indebidamente.
b) Circulación maliciosa sin concierto. Se refiere a esta conduc-
ta el Art. 168, que la sanciona con pena inferior al caso precedente. La
conducta consiste en procurarse a sabiendas moneda falsificada o cer-
cenada y ponerla en circulación. Se diferencia fundamentalmente de la
hipótesis anterior en que aquí está ausente el concierto con los falsifi-
cadores. La conducta resulta ser de "doble acto": en una primera parte,

1 SOLER, op. cit., V, p. 285.


2
LABATUT, op. cit., 11, p. 85.

141
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

el hechor se "procura" moneda falsificada o cercenada, esto es, la bus-


ca y se hace de ella, cualquiera que sea el método empleado: compra,
préstamo, incluso un simple apoderamiento material. Lo hace además a
sabiendas de su calidad de moneda falsificada o cercenada. Según lo
ya dicho, dentro de la moneda "falsificada" se encuentra la "fabricada"
indebidamente. En la segunda parte del delito, el hechor la "pone en
circulación", concepto del todo semejante al de "emitir", al que ya nos
hemos referido. Significa hacerla cumplir, con respecto de terceros, en
alguna forma, su función de moneda. No bastaría, v. gr., con dejarla
abandonada o expuesta al apoderamiento del público. No se alcanza a
sancionar aquí la simple "introducción en la República", si no va segui-
da de la efectiva circulación de la moneda.
e) Circulación maliciosa previa recepción de buena fe. Es la úl-
tima de las figuras del párrafo, y tiene una penalidad todavía más baja.
La conducta consiste en hacer circular (la ley dice "la circulare", con
impropiedad) moneda falsificada o cercenada que se ha recibido de bue-
na fe, pero después de cerciorarse de su falsificación o cercenamiento.
Esta conducta está sancionada en el Art. 170. Para los efectos de la pe-
nalidad se distingue según el valor de la moneda circulada: si el valor
de la misma es de medio sueldo vital o menos, se sanciona el hecho
como mera falta (Art. 496, N° 31). Para ello debe tomarse en considera-
ción el valor total de la moneda que se hace circular, y no el de cada
pieza.
Dentro de la objetividad de la figura, es preciso que el sujeto haya
recibido el dinero, lo que, en opinión de SOLER, 1 excluye el caso de
quien ha encontrado o robado el dinero. La razón de ser de la menor
penalidad de esta figura radica probablemente en la comprensión del
legislador hacia la actitud de quien fue engañado en su buena fe y, nor-
malmente, perjudicado, y que trata simplemente de deshacerse del per-
juicio recibido, trasladándolo hacia otros, de identidad más o menos
indefinida (ya que la moneda falsa podrá eventualmente seguir circu-
lando más allá de la persona a quien directa e inmediatamente se le
entrega). Aunque de ordinario quien ha recibido dinero falso ha sufri-
do un perjuicio económico, no siempre será ello así: puede tratarse, v.
gr., de dinero recibido como limosna.
Subjetivamente, el delito requiere dolo directo, ya que el texto legal
exige que la falsedad o cercenamiento le consten al hechor. No basta la
simple duda (dolo eventual).

1
SOLER, op. cit., V, p. 288.

142
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

5. REGLA ESPECIAL SOBRE ITER CRIMINIS. De acuerdo con el Art. 169, se


impone a la tentativa el mínimum de las penas establecidas para los
delitos consumados. Esta regla es aplicable a todos los delitos del pá-
rrafo, con excepción de la figura del Art. 170 (circulación fraudulenta
después de haber recibido la moneda de buena fe), que sigue someti-
da a las reglas generales. Con ello se hace excepción al tratamiento ge-
neral de la tentativa, que recibe de ordinario una penalidad inferior en
dos grados al mínimum de las señaladas para el delito consumado
(Art. 52). Sin embargo, esta disposición no ha modificado la regla del
Art. 51, según la cual el delito frustrado se sanciona con una pena infe-
rior en un grado al mínimo de las establecidas para el delito consuma-
do, con lo cual queda la aparente incongruencia de que en esta materia
la tentativa resultaría penada con más severidad que el delito frustrado.
Para superar esta contradicción, debe entenderse que el Art. 169 se re-
fiere a la "tentativa" en su sentido doctrinal, amplio, comprensivo de
las formas imperfectas de aparición del delito, esto es, que se aplica
tanto a la tentativa propiamente tal, como al delito frustrado. Esto que-
da más en evidencia si se considera que la disposición comentada se
tomó del Código Belga, donde no se hace distinción entre delito frus-
trado y tentativa, y por lo tanto, la regla comprende ambas formas de
aparición del delito. Debe entenderse, por consiguiente, que tanto la
tentativa como el delito frustrado se sancionan con el mínimum de las
penas respectivamente señaladas para los diversos delitos del párrafo~

FALSIFICACIÓN DE TITULOS VALORES

Con esta denominación sintética nos referimos a la falsificación de de-


terminados papeles o documentos representativos de títulos de créditos
o valores negociables, de que trata el párrafo 2 de este título. Estas fal-
sificaciones guardan un notable paralelismo con las falsificaciones de
moneda, con las naturales diferencias debidas a las distintas característi-
cas de los objetos materiales sobre los cuales recaen. Salvo la hipótesis
del cercenamiento, que supone un valor intrínseco del material del ob-
jeto, las demás variedades de falsificación enumeradas con respecto a
la monetaria son también concebibles aquí. Es especialmente importan-
te determinar en qué consiste la conducta de falsificación, porque, a
diferencia de lo que ocurre en las falsedades documentales, el Código
no ha procedido aquí a describir, enumerándolas, diversas hipótesis pu-
nibles, sino que se refiere, en general, a "falsificar" bonos, billetes, ac-
ciones, etc. La falsificación de estos títulos valores puede asumir alguna
de las formas clásicas de comisión: 1) La imitatio veri, es decir, la crea-

143
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

ción o forjamiento completo de un documento falso, que imita uno ver-


dadero, y 2) La mutatio verí o alteración de un documento verdadero,
de tal suerte de darle aparentemente un menor o un mayor valor. Una
simple alteración que no tuviera tal efecto no tendría relevancia para
este título. También es necesaria la expendibilidad o éxito artístico de
la falsificación, según se desprende del Art. 179, que hace aplicable con
respecto a estos títulos la regla del Art. 171 sobre las falsificaciones gro-
seras y ostensibles, que se sancionan como engaños.
El Decreto Ley 726, de 1925, sanciona dos formas especiales de imi-
tatio verí, aunque con penalidad apreciablemente menor que el Código
Penal. La primera es la reproducción de billetes o de planchas usadas
para fabricarlos. La segunda es la circulación de imitaciones de bille-
tes. En verdad, un billete simplemente falsificado es una "imitación de
billete": será en la práctica difícil distinguir entre las dos situaciones,
que sin embargo son sancionadas con penalidades bien diversas. De
estimarse que existe un concurso aparente, el principio de especialidad
nos obligaría a optar por la aplicación exclusiva del Decreto Ley 726,
de penalidad más benigna que el Código Penal.
Anteriormente, todavía, la Ley 53 (de 1893) prohíbe la fabricación,
venta o circulación de objetos cuya forma se asemeje a estampillas, bo-
nos, billetes o cualesquiera otros valores fiduciarios "de manera que sea
fácil su aceptación en lugar de los verdaderos". Este último requisito es
el éxito artístico o expendibilidad, a que nos hemos referido más arri-
ba. La conducta no hace sino describir nuevamente, y en otros térmi-
nos, la actividad de falsificación ya contemplada en el Código con
respecto a tales objetos. Por lo demás, la regla de penalidad es hacer
aplicables las sanciones de los párrafos 2 y 3 del título IV del Libro 11
del Código Penal, lo cual hace evidentemente necesario que la respec-
tiva conducta se encuadre en alguno de los preceptos de dichos párra-
fos, que contemplan acciones diferentes y penas también desiguales.
En verdad, los títulos valores mencionados en este párrafo son, con-
siderados intrínsecamente, documentos, pero el legislador ha preferido
referirse a ellos separadamente y asimilarlos más bien a la moneda, de-
bido a su alta significación económica, a la gravedad del trastorno que
su falsificación significa, y a su estrecha vinculación con el tesoro pú-
blico. En realidad, en algunos casos, como los billetes de banco, estos
documentos tienen el mismo poder liberatorio de la moneda, y en otros,
son recibidos como equivalentes de ella en una serie de negocios o
actividades públicas (bonos).

1. FAI.SIFICAOÓN DE BONOS, CUPONES Y BilLETES. El Art. 172 sanciona la fal-


sificación (en alguna de las formas ya señaladas) de tres clases de objetos:

144
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

a) Los bonos emitidos por el Estado. Los bonos son títulos repre-
sentativos de la deuda pública. Dejó testimonio la Comisión Redactora
(sesión 39) de comprender aquí tanto los bonos de la deuda interna
como los de la deuda externa.
b) Los cupones de intereses correspondientes a dichos bonos. Los
bonos son títulos de una deuda que se sirve periódicamente mediante
la cancelación de cuotas correspondientes al pago de intereses y de amor-
tización. Estos intereses se cobran mediante la presentación de cupo-
nes, trozos de papel adheridos a los títulos y que se desprenden de
ellos para canjearlos por dinero a la fecha de los vencimientos corres-
pondientes.
e) Los billetes de Banco al portador, cuya emisión estuviere auto-
rizada por una ley de la República. La forma de redacción de esta dis-
posición resulta un tanto anticuada hoy día, ya que desde 1925 la
exclusividad de la emisión de billetes pertenece al Banco Central de
Chile.
La ley considera la falsificación de esta clase de valores tan grave
como la de moneda metálica; aun más, puesto que la penalidad es más
elevada. Se trata de especies valiosas en sí mismas, no por su materiali-
dad, pero sí por su significación y efectos, y que se equiparan a la mo-
neda desde este punto de vista. Los billetes de banco tienen curso
forzoso, y en este sentido son propiamente la moneda nacional hoy día,
desde la Ley 13.305 sin respaldo metálico alguno; esto es, la moneda-
papel debe recibirse por imperativo legal, y no por representar valor
en oro o plata. Los otros valores no tienen tan vasta circulación, pero
su falsificación pone en peligro el tesoro público y las finanzas priva-
das, ya que por disposiciones legales son recibidos a la par por su va-
lor nominal, en cancelación de muchas obligaciones tributarias y de otro
carácter por las Tesorerías de la República, y son considerados "valores
realizables de primera clase" en numerosas disposiciones legales que
reglamentan la inversión obligatoria de ciertos fondos.
Con relación a los billetes de banco de curso legal, el Art. 64 de la
Ley 18.840, Orgánica Constitucional del Banco Central de Chile, contie-
ne una figura delictiva consistente en "fabricar o hacer circular objetos
cuya forma se asemeje a billetes de curso legal, de manera que sea fá-
cil su aceptación en lugar de los verdaderos". Es la misma conducta
prevista en el Art. 172 del Código, pero restringida a los billetes de cur-
so legal. Se exige el mismo requisito de expendibilidad o éxito artísti-
co, a que ya nos hemos referido, y que el Código contempla en el
Art. 179, en relación con los billetes de banco. El Art. 172 sigue vigente
respecto de los otros documentos que allí contempla, lo mismo que los
artículos siguientes. La figura del Art. 64 de la Ley Orgánica del Banco

145
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

Central comprende las conductas de "fabricar" y de "hacer circular". Las


otras acciones relativas a los mismos siguen siendo sancionadas en el
Código. Por la posterioridad en el tiempo, estimamos que el Art. 64 de
la Ley 18.840 ha derogado tácitamente al Art. 172 del Código aunque
sólo en lo relativo a los billetes de banco de curso forzoso y a las con-
ductas consistentes en fabricar y hacer circular. La pena de la Ley 18.840
es apreciablemente menor que la establecida en el Art. 172 del Código.
Respecto de los billetes de banco (y aun de la moneda metálica)
algunas legislaciones contemplan una figura específica1 llamada de emi-
sión ilegal, que no está configurada como tal entre nosotros. Consiste
tal delito en que un funcionario público o un director o administrador
de un banco o una compañía fabricaren, emitieren o autorizaren la fa-
bricación o emisión de moneda, billetes de banco o títulos, de diferen-
tes características o en superior cantidad a la autorizada. Aunque el delito
tiene por sujeto activo al funcionario encargado de autentificar la mo-
neda o el billete, puede hacerse extensivo también a quien sin estar
encargado por la ley de ello, pone indebidamente en circulación espe-
cies monetarias o papel moneda. 2 En estricto rigor, la amplia expresión
"falsificación" que entre nosotros se emplea al describir las figuras pre-
cedentes, también podría comprender las emisiones indebidas de papel
moneda (no así las de moneda metálica, porque allí las conductas apa-
recen descritas en forma mucho más concreta y material), ya que la emi-
sión no es solamente un acto material, sino jurídico, y el papel moneda
indebidamente puesto en circulación es jurídicamente falso. Su autenti-
cidad no proviene solamente de sus características materiales, sino del
acto de autoridad que legitima su puesta en circulación. Por "emisión
indebida", naturalmente, no debe entenderse la que es inconveniente o
injustificada, desde el punto de vista económico, sino la que se hace en
contravención a la ley.
El Art. 173 equipara, aunque con penalidad menor, las conductas pre-
cedentemente descritas cuando ellas recaen sobre obligaciones al por-
tador de la deuda pública de un país extranjero, o cupones de intereses
correspondientes a dichos títulos, o billetes de banco al portador cuya
emisión estuviere autorizada por una ley de ese país extranjero. La ex-
presión "obligaciones al portador de la deuda pública", tomada del Có-
digo Belga, es algo más amplia que la de "bonos".

1 V. gr., Código Penal Argentino, Art. 287.


2 SOLER, op. cit., V, pp. 290 y ss. Un completo estudio sobre los efectos jurídicos
de la pérdida, sustracción, mutilación y circulación indebida del papel moneda puede
encontrarse en NUSSBAUM, ARTHUR, Derecho monetario nacional e internacional, Edi-
ciones Arayú, Buenos Aires, pp. 116 y 22.

146
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

2. FALSIFICACIÓN DE ACCIONES, OBliGACIONES Y CUPONES. El Art. 174 san-


ciona la fálsificación de:
a) Acciones o promesas de acciones de sociedades anónimas.
La referencia a la "fe pública" como confianza garantizada por el Esta-
do, aparece aquí muy lejana, ya que las acciones de sociedades anóni-
mas son títulos privados, emitidos por particulares. La ley sanciona esta
conducta en atención a que estos títulos, por la particular naturaleza de
las sociedades anónimas, representan valores en sí mismos, negociables,
comprados y vendidos en mercados especiales (Bolsas o Lonjas de Co-
mercio), y en consecuencia su falsificación supone un trastorno econó-
mico y comercial mucho mayor que la simple falsificación de un
documento privado cualquiera. A pesar de ello, la pena es aproximada-
mente equivalente, pero el tratamiento sistemático sigue siendo diver-
so. Debido al texto de la ley, solamente se incluyen en esta disposición
las falsificaciones de acciones y promesas de acciones de sociedades
anónimas; no las que recaigan, v. gr., sobre bonos o títulos de deudas
de estas sociedades (debentures). La Comisión Redactora dejó testimo-
nio de que "no se estimaba prudente extenderlo a las obligaciones de
las sociedades particulares", por lo que la falsificación de estos últimos
títulos quedará entregada a las reglas sobre falsedades documentales.
b) Obligaciones u otros títulos legalmente emitidos por las mu-
nicipalidades o establecimientos públicos de cualquiera denomina-
ción. Se trata aquí de los bonos municipales o de los emitidos por otros
establecimientos autorizados para ello por la ley. Su expendibUidad y uni-
versalidad de circulación son menores que las de los títulos emitidos por
el Estado mismo y, por consiguiente, hay menor peligro para las finanzas
públicas y la normalidad de las actividades comerciales.
e) Cupones de intereses o de dividendos correspondientes a
estos diversos títulos. Se incluye a los intereses y dividendos, tanto
de las acciones como de los bonos u obligaciones.
Las expresiones "acciones" y "obligaciones" no están tomadas en su
significación abstracta de cuota ideal de capital o de derecho personal
o crédito, sino que aluden a la materialidad de los títulos que los repre-
sentan.
La pena de estas infracciones es diferente según si la emisión hu-
biere tenido lugar en Chile o en el extranjero. En este último caso, el
Art. 6° No so del Código Orgánico de Tribunales hace aplicable la ley
penal chilena y da jurisdicción a los tribunales nacionales.

3. CIRCUlACIÓN FRAUDULENTA. Los Arts. 175, 176 y 178 establecen figu-


ras de circulación o introducción concertada con los falsificadores; de
circulación maliciosa después de procurarse a sabiendas las especies fal-

147
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

sas, y de circulación de mala fe después de haber recibido las especies


de buena fe. La tipificación es al respecto idéntica que en el caso de la
moneda metálica. En la última hipótesis se distingue también el caso en
que las especies tuvieren un valor que no excediere de medio sueldo
vital, caso en que se sanciona el hecho como mera falta (Art. 496 N° 31).

4. REGIA SOBRE ITER CRIMINIS. Tal como en la falsificación de moneda


metálica, la tentativa de estos delitos se sanciona con el mínimum de
las penas señaladas en los respectivos casos para el delito consumado
(Art. 177). La regla no se extiende a la circulación fraudulenta de títulos
que se han recibido de buena fe. Valen al respecto las consideraciones
formuladas tratándose de aquellos delitos.

FALSIFICACIÓN DE CIERTOS SIGNOS DE AUTENTIFICACIÓN

El párrafo 3 sanciona la falsificación de sellos, punzones, matrices, mar-


cas, papel sellado, timbres, estampillas, etc. Estos objetos son los me-
dios materiales de que la autoridad pública se vale para autentificar
determinadas especies y otorgarles su garantía de genuinidad y valor.
En líneas generales, el tratamiento penal es el mismo que el de los pá-
rrafos anteriores, con las lógicas variaciones propias de la diferente na-
turaleza de los objetos materiales.

l. FALSIFICACIÓN DE TIMBRES, SELLOS, PUNZONES, MATRICES O MARCAS.


Dentro de esta clase de falsificaciones, cabe distinguir las siguientes hi-
pótesis:
a) Falsificación propiamente tal. Se refieren a ella los Arts. 180 y
181. El Art. 180 sanciona con una penalidad muy elevada al que falsifi-
care "el sello del Estado" o hiciere uso del sello falso. Para DEL RI0 1 esta
figura, tomada del Código Belga, no tiene mayor aplicación entre noso-
tros, pues el sello del Estado sería un objeto propio de los países mo-
nárquicos. LABATUT2 discrepa, y menciona la existencia del "gran sello
del Estado", utilizado preferentemente en las cartas de nacionalización,
custodiado en el Ministerio del Interior. La cuestión es en verdad dudo-
sa, ya que si la función del mencionado gran sello no es otra, no se
advierte claramente la razón para penar su falsificación en forma tan
severa (presidio mayor en su grado medio), sobre todo atendiendo a

1
DEL RIO, op. cit., 111, p. 132.
2
LABATUT, op. cit., 11, p. 89.

148
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

que la falsificación de otros sellos o timbres de las autoridades (Art. 185)


es tratada en forma mucho más benigna.
En el Art. 181 se sanciona la falsificación de "punzones, cuños o cua-
drados destinados a la falsificación de moneda; punzones, matrices, cli-
sés, planchas o cualesquiera otros objetos que sirvan para la fabricación
de bonos, acciones, obligaciones, cupones de intereses o de dividen-
dos, o billetes de banco cuya emisión haya sido autorizada por la ley;
timbres, planchas o cualesquiera otros objetos destinados a la fabrica-
ción de papel sellado o estampillas ... ". Aquí hay una referencia a todos
los objetos cuya falsificación se pena en los párrafos anteriores: mone-
da metálica, billetes, bonos, acciones, obligaciones, cupones. Pero aquí
se sanciona una conducta preparatoria: la falsificación de ciertos obje-
tos materiales que están destinados a la fabricación de la moneda o tí-
tulos falsos. El delito consiste en falsificar imitando o alterando las
máquinas o instrumentos verdaderos; no en inventar, v. gr., un sello o
modelo de moneda, lo que podría constituir alguna forma de estafa. El
objeto sobre el cual recae la falsificación es el instrumento material mismo
(sello, matriz, clisé, etc.) y no la imagen o especie que tal instrumento
produce. No cae bajo esta disposición la alteración de la imagen o di-
seño de un billete de banco, sino en el párrafo anterior.
La falsificación misma de la moneda y los títulos ya está sancionada
en los párrafos anteriores. Si se hace uso de los instrumentos o utensi-
lios falsificados y se fabrica con ellos moneda o títulos falsos, solamen-
te se sancionará, en virtud del principio de la consunción y de la lógica
relación entre ambas clases de preceptos, la falsificación misma de la
moneda o los títulos. Aquí aparece, sin embargo, un nuevo objeto de
protección: el papel sellado y las estampillas. En efecto, el Art. 181
termina de tipificar el delito agregando "... o el que hiciere uso de estos
sellos o planchas falsas". La referencia al "uso" no está hecha a todos
los instrumentos enumerados (punzones, cuños, matrices, etc.), sino úni-
camente a los "sellos o planchas". Y las planchas aparecen menciona-
das solamente como "timbres, planchas o cualesquiera otros objetos
destinados a la fabricación de papel sellado o estampillas". En suma,
en el Art. 181 se comprenden dos clases de conductas: 1) La falsifica-
ción de instrumentos o máquinas destinadas a fabricar moneda, títulos,
papel sellado y estampillas, y 2) La falsificación misma de papel sellado
y estampillas. Las de moneda y títulos ya estaban sancionadas en los
párrafos anteriores. Naturalmente, vale en esta materia la observación
precedente: si primero se falsifican las planchas y luego se fabrican pa-
pel sellado y estampillas, no hay dos delitos, sino sólo este último.
La expresión "papel sellado" no está limitada al que está destinado
a usos judiciales y administrativos, sino que se extiende a los papeles

149
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

que llevan otros timbres o sellos oficiales como testimonio de alguna


circunstancia o calidad especial. El texto de la ley no es restrictivo, y
por otra parte la Comisión Redactora así lo entendió (acta de la sesión
40). En cuanto a las "estampillas", tal término era un neologismo a la
época de dictación del Código: se trata de un trozo pequeño de papel,
con propiedades adhesivas, que representa el pago de una cantidad al
Fisco o a una repartición pública. Se adhiere al documento al que acce-
de y se inutiliza al hacerse uso del mismo. Comprende las estampillas
de correos, las de impuestos, las de organismos públicos, etc.
Debe observarse, sin embargo, que la particular forma de tipifica-
ción de la ley con relación al papel sellado y las estampillas no com-
prende cualquiera forma de falsificación, como ocurre con la moneda
metálica y los títulos valores; solamente se sanciona la falsificación a
través del uso de sellos o planchas previamente falsificados. No resulta-
ría castigada aquí la falsificación hecha dibujando a pluma o lápiz un
escudo en papel simple, para hacerlo pasar por sellado, o alterando en
la misma forma el diseño y color de una estampilla para hacerla apare-
cer como de valor más alto.
El Art. 184 establece, como en los párrafos anteriores, la exigencia
de la expendibllidad o éxito artístico respecto del papel sellado y las
estampillas falsificadas, lo que corrobora la conclusión de que en este
párrafo sólo se considera la falsificación misma de tales objetos. No ten-
dría sentido exigir expendibilidad respecto de los punzones, matrices,
etc. La falsificación grosera y ostensible de papel sellado y estampillas
se sanciona como engaño.
Las mismas conductas de falsificación de instrumentos o utensilios
de fabricación y de falsificación de papel sellado y estampillas apare-
cen sancionadas en el Art. 187 con una penalidad inferior cuando se
refiere a objetos de tal clase que pertenezcan a países extranjeros.
b) Emisión fraudulenta. Los Arts. 182 y 183, inciso 1°, se refieren
a la emisión de papel sellado y las estampillas falsas, distinguiendo en-
tre quien lo hace de concierto con los falsificadores, y quien, sin estar
concertado, se hubiere procurado a sabiendas tales especies y las emi-
tiere o introdujere en la República. No se contempla aquí una figura
especial para quien hubiere recibido de buena fe el papel sellado o las
estampillas falsas y los hiciere circular constándole su falsedad.
e) Falsedad por uso indebido. Encontramos aquí una interesante
variedad dentro del sistema general de las falsificaciones. A ellas se re-
fieren los Arts. 186 y 188, por una parte, y el Art. 183, inciso zo, por la
otra.
El Art. 186 sanciona al que habiéndose procurado indebidamente los
verdaderos sellos, timbres, punzones, matrices o marcas que tengan al-

150
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

guno de los destinos expresados en los Arts. 180 y 181, hiciere de ellos
una aplicación o uso perjudicial a los derechos e intereses del Estado,
de una autoridad cualquiera o de un particular. El Art. 188 establece una
figura similar, relativa a los que se han procurado los referidos objetos
verdaderos que pertenezcan a países extranjeros e hicieren de ellos en
Chile un uso perjudicial a los derechos o intereses de dichos países,
autoridades o particulares.
Esta conducta se parece un tanto a la falsificación de moneda metá-
lica consistente en "fabricar" moneda igual a la legítima, ya que formal-
mente hablando los objetos que se fabriquen con los instrumentos
auténticos no se diferenciarán en nada de los genuinos. Su única false-
dad no estribará en un elemento material, sino en uno jurídico, abstrac-
to: no emanar verdaderamente de la única autoridad legítimamente
autorizada para fabricarlos. Este delito, a diferencia de todas las demás
falsificaciones referidas al concepto de fe pública, no es meramente for-
mal, sino que es un delito material, de resultado; un delito de lesión y
no de peligro. Ello, porque no basta con procurarse los instrumentos
auténticos (sin perjuicio de que ello pudiera constituir otro delito, como
un hurto, dado el caso), ni tampoco con usarlos (aunque en este caso,
si hay propósito de perjudicar, de ordinario ya habrá tentativa), sino que
el delito se consuma con el perjuicio que se causa con dicho uso, sea
al Estado, sea a una autoridad, sea a un particular.
La otra figura de falsedad por uso indebido está en el Art. 183, inci-
so 2°, que sanciona el hecho de hacer uso del papel sellado o estampi-
llas falsas, habiéndoselos procurado a sabiendas. No se trata de la emisión
de tales objetos, sancionada separadamente y con pena mayor, sino de
un simple uso. No se exige la producción de un perjuicio, pero en ver-
dad el solo hecho de emplear un papel sellado o estampillas falsas, a
menos que la autoridad competente los rechace en su oportunidad, sig-
nificará un perjuicio para el Estado o la respectiva repartición.

2. FAISfi1ICACIÓN DE BOLETAS, SElLOS, TIMBRES O MARCAS PRIVADAS. Se re-


fiere a esta figura el Art. 185. La conducta sancionada es la falsifica-
ción propiamente tal y la falsedad por uso indebido de dos clases
de objetos: las boletas para el transporte de personas o cosas, o para
reuniones o espectáculos públicos, y el sello, timbre o marca de una
autoridad cualquiera, de un establecimiento privado de banco, de in-
dustria o de comercio, o de un particular. La hipótesis de uso o circula-
ción indebidos no exige la efectiva producción de un perjuicio, sino
únicamente la conciencia de la falsedad. Tratándose de las boletas, en
la hipótesis de falsificación propiamente tal, la ley exige un elemento
subjetivo o propósito especial, distinto del dolo, que se refiere sólo a la

151
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

falsificación. Este designio es el de "usarlas o circuladas fraudulentamen-


te". De este modo, si bien no se exige el perjuicio efectivo, se requiere
por lo menos del ánimo de causarlo mediante el uso o la circulación
de las boletas falsas.
Nuevamente se aparta el Código del concepto de la "fe pública" como
"fe sancionada o garantizada por el Estado", ya que aquí puede tratarse
del boleto de entrada a un cinematógrafo particular, o de una marca de
ganado, o del simple timbre de un comerciante, que no tienen garantía
o autentificación del Estado. En cambio, se observa siempre la preocu-
pación por proteger la normalidad de las relaciones jurídicas y la segu-
ridad del comercio y la economía.

3. RESTAURACIÓN DE OBJETOS INUfiLIZADOS. Esta figura está prevista en


el Art. 189, que sanciona al que hiciere desaparecer de estampillas de
correos u otras adhesivas, o de boletas para el transporte de personas o
cosas, la marca que indica que ya han servido, con el fin de utilizarlas,
y el que a sabiendas expendiere o usare estampillas o boletas de las
cuales se ha hecho desaparecer dicha marca. Si el valor de tales estam-
pillas o boletas no excede de medio sueldo vital, tal conducta se pena
como falta (Art. 494 No 19).
La conducta consiste esencialmente en borrar o lavar, por cualquier
medio, los timbres o rasgos que inutilizan las estampillas, o en recom-
poner las estampillas o boletas rotas, o rellenar las perforaciones que
sirven de inutilización de las mismas. No se exige el perjuicio, pero sí
el fin de utilizarlas. También se sanciona el hecho de expender o el
simple uso directo de tales estampillas o boletas siempre que se proce-
da a sabiendas de la restauración indebida.
No se incluye aquí la conducta consistente en alterar la fecha que
algunas estampillas llevan (las de impuestos de valor más elevado), a
fin de "poner al día" las ya vencidas, pero que no se han usado, lo cual
sería una falsificación del Art. 181 (estampillas) o del Art. 185 (boletas).
Tampoco se sanciona el empleo por segunda vez de una estampilla ya
usada, pero que por error no se ha inutilizado, ni tampoco el uso de
una estampilla ya inutilizada, pero sobre la cual no se ha realizado nin-
guna maniobra, sino que se emplea en la esperanza de que el funcio-
nario respectivo no repare en la inutilización.

4. USO INDEBIDO DE MARCAS COMERCIALES. Es la última de las figuras


de este grupo. La contempla el Art. 190. Consiste en hacer poner so-
bre objetos fabricados el nombre de un fabricante que no sea autor
de tales objetos o la razón comercial de una fábrica que no sea la de
verdadera fabricación, o bien en poner en venta o circulación un mer-

152
DELITOS CONI'RA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

cader, comisionista o vendedor, objetos marcados con nombres supues-


tos o alterados.
No debe confundirse este delito con las infracciones correspondien-
tes a la Ley 19.039, sobre Propiedad Industrial (patentes, marcas y mo-
delos), que consisten en usar una marca registrada en cuanto símbolo;
esta figura radica en usar una marca, que puede ser propia o ajena, en
cuanto materialidad: es suficiente estampar un nombre o razón comer-
cial, aunque no sean registrados. Puede cometerse este delito poniendo
una marca propia sobre objetos fabricados por otro, o una marca ajena
sobre objetos de fabricación propia.
Nuevamente se observa la protección a la seguridad del comercio y
a la normalidad de las relaciones jurídico-económicas. Se trata de una
figura de peligro abstracto, que no requiere perjuicio efectivo para na-
die en particular.

DISPOSICIÓN GENERAL PARA LOS DEUTOS DE ESTE GRUPO

El Art. 192 establece una causal especial de extinción de responsabili-


dad penal (pese a que el texto reza "exención"), fundamentada en la
delación. Los culpables de los delitos sancionados en los Arts. 162, 163,
165, 167 (fabricación, falsificación y circulación de moneda metálica),
172, 173, 174, 175 (falsificación y circulación concertada de acciones,
bonos, billetes y cupones), 180, 181 y 182 (falsificación de signos de
autentificación, de estampillas y papel sellado y emisión concertada de
estos últimos), que antes de haberse hecho uso de los objetos falsifica-
dos, y sin ser descubiertos, se delataren a la autoridad, revelándole las
circunstancias del delito; si no se ha iniciado todavía procedimiento al-
guno en su contra, no reciben pena. Esta exención se refiere a las con-
ductas de falsificación misma; obviamente, se excluyen aquellas que
suponen que ya se haya hecho uso de las especies falsificadas. Dentro
de la falsificación de moneda se exceptúa el cercenamiento, porque en
éste el daño es irreparable. Tampoco se aplica esta disposición a la fal-
sificación de boletas, sellos, timbres o marcas particulares, ni a la res-
tauración de especies inutilizadas. La revelación "de las circunstancias
del delito" ordinariamente exigirá la delación de los demás partícipes
del mismo.

153
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

Sección Segunda

FALSEDADES DOCUMENTALES

En esta sección quedan situados los delitos de los párrafos 4, 5 y 6, que


se refieren, respectivamente, a la falsificación de documentos públicos
o auténticos, a la falsificación de documentos privados y a la de pasa-
portes, portes de armas y certificados. Esta materia ofrece variados y
complejos problemas, y ha sido objeto de numerosos estudios particu-
larizados sobre ellos, y también en la doctrina nacional.

PROBLEMAS PRELIMINARES

Tres importantes cuestiones deben ser resueltas antes de entrar al estu-


dio particularizado de los distintos casos de falsedades documentales:
cuál es el concepto de documento; la diferencia entre los públicos y
los privados, y las formas generales de comisión de los delitos de false-
dad documental.

l. CONCEPTO DE DOCUMENToi'Por lo general, las legislaciones no pro-


porcionan una definición general de documento: tal es el caso del Có-
digo Francés, el Italiano, el Alemán, el Español, y desde luego, el Chileno.
Algunos códigos modernos a veces la dan, como el Código Griego y el
Código Suizo. Las definiciones doctrinales están inspiradas a menudo
por el pensamiento de los distintos autores acerca de la naturaleza del
bien jurídico protegido en esta clase de infracciones. Así, las definicio-
nes alemanas incluyen por lo general una mención a la finalidad o la
aptitud probatoria. Para FRANK, documento es "una declaración materia-
lizada, destinada, según su contenido intelectual, a las relaciones jurídi-
cas".1 Según MEZGER, 2 es "una declaración materializada, con contenido

1
SOLER, op. cit., V, p. 305, nota 6.
Véase
2 MEZGER, Libro de Estudio, 11, p. 300.

154
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

jurídico". En la definición de VON LISZT, es "todo objeto formado con el


fin de probar, mediante su contenido de pensamiento y no sólo me-
diante su existencia, una cosa jurídicamente relevante" .1 Entre los auto-
res franceses, el problema es menor, pues su texto legal no se refiere a
documentos, sino a "escritos", lo que ya reduce considerablemente el
ámbito del concepto. Entre los autores italianos, cuyo código habla de
atti, esto es, "actos", lo que supone la existencia de textos escritos, se
admite que los "actos" son sólo una especie del género "documentos",
y en general las opiniones se orientan en dos direcciones: una, que pone
el acento en la forma escrita como característica esencial del concepto,
y la otra, siguiendo el pensamiento alemán, que se refiere con más én-
fasis a su finalidad o aptitud probatoria. En la primera encontramos a
LOMBARDI ("documento es toda escritura que tenga un autor y contenga
una declaración, manifestación o atestación capaz de producir efectos
jurídicos") 2 y a MANZINI ("toda escritura fijada sobre un medio transmisi-
ble, debida a un autor determinado, que contiene declaraciones o ma-
nifestaciones de voluntad o atestaciones de verdad idóneas para fundar
o para sufragar una pretensión jurídica o para probar un hecho jurídi-
camente relevante, en una relación procesal o en otra relación jurídi-
ca", definición de la que posteriormente MANZINI elimina el requisito del
"medio trasmisible"). 3 En la segunda, puede situarse a CARNELUITI y a
BORETTINI. Por excepción, algunos autores como ANTOLISEI se atienen
exclusivamente al carácter representativo general del documento ("todo
escrito debido a una persona que en él se manifiesta, que contiene ex-
posiciones de hechos o declaraciones de voluntad"). 4 SOLER define el
documento como "una atestación escrita en palabras, mediante las cua-
les el sujeto expresa algo dotado de significación jurídica".s
Debido al origen directo de las disposiciones españolas sobre el par-
ticular, tomadas del Código Francés, es opinión común entre los auto-
res que los documentos deben ser escritos. Así lo estima PACHEC0, 6 y
siguen su pensamiento GROIZARD ("todo género de escritos")7 y VIADA

1
Véase sobre esta y otras definiciones, y acerca de la evolución histórica de estos
delitos, MALINVERNI, ALESSANDRO, Teoría del falso documenta/e, Giuffré Editor, Mi-
lán, 1958. En especial, pp. 16, 17, nota 30.
2
Véase SOLER, op. cit., V, p. 305, nota 6.
3 Véase SOLER, op. cit., V, p. 305, nota 6, y MAGGIORE, op. cit., III, p. 545, nota 28.
4 Véase MALINVERNI, op. cit., p. 15, nota 28.
5 SOLER, op. cit., V, p. 305.

6 PACHECO, op. cit., II, p. 295.


7 GROIZARD, op. cit., II, p. 887.

155
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

("escrituras, instrumentos y actas con que se prueba, acredita o se hace


constar alguna cosa"). 1 Más modernamente, CUELLO CALON lo define como
"un escrito destinado a probar hechos de los que se originen o puedan
originarse consecuencias jurídicas". 2
Para nosotros es importante determinar el concepto de documento,
pues él ha inducido a graves confusiones entre los campos civil, proce-
sal y penal, ya que se trata de un término común a estas tres ramas del
derecho (y aun a otras, como el derecho comercial y el administrativo),
pero que es considerado bajo distinto aspecto en cada una de ellas.
Nuestro ordenamiento jurídico no nos ofrece una definición amplia y
general de lo que debe entenderse por "documento". Debe, por lo tan-
to, buscarse, dentro de las reglas de interpretación de la ley, un con-
cepto lo suficientemente amplio como para ser valedero en todas las
ramas del derecho, sin perjuicio de que cada una de ellas precise y re-
glamente esta noción en conformidad a su naturaleza y finalidades pro-
pias. Las definiciones precedentemente transcritas, en general, pecan por
defecto al ser aplicables al vasto campo de los documentos privados,
pues excluyen de su ámbito las fotografías, planos, dibujos, etc., que
incluso procesalmente son en general admitidos como documentos. En
este sentido se oriem:a la crítica de QUINTANO RIPOLLEs,3 para quien nada
en el texto de la ley penal, ni de la ley civil, obliga a integrar el con-
cepto de documento con el de escrito de finalidad probatoria. Estima
que la falsedad documental puede recaer sobre objetos que no sean
escritos, siempre que sean obra humana y respondan a una finalidad
de atestación o prueba. La definición de QUINTANO RIPOLLES es: "docu-
mento -para los efectos penales- es todo objeto trasmisible emanado
de una persona y que sea susceptible de constituir, disponer o testimo-
niar un derecho o un hecho de trascendencia jurídica". Desde el punto
de vista gramatical, debe tenerse presente que "documento" tiene su
raíz en docere, enseñar o mostrar; en el origen del vocablo no hay una
referencia a la finalidad probatoria, sino a una simple información o
manifestación de algo. En el uso general de la expresión, "documento"
también se emplea con un sentido de información o noticia, no necesa-
riamente ligado al de prueba, donde se usa de preferencia el término
"instrumento".
En nuestro concepto, documento puede ser definido como todo ob-
jeto que representa un hecho o una manifestación de pensamien-

1
VIADA, op. cit., II, p. 386.
2 CUELLO CALON, op. cit., 11, p. 225.
3 QUINTANO RIPOLLES, La falsedad, p. 87.

156
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

to, emanado de un autor y fijado en forma permanente~a "per-


manencia", claro está, es un concepto relativo, y no requiere perpetui-
dad. No se exige, por lo tanto, que conste de palabras (puede tratarse
de cifras o ideogramas), ni siquiera que se trate de un escrito (puede ser
un dibujo o una fotografía), ni que esté fijado sobre un medio trasmisi-
ble (puede ser una inscripción en piedra o roca), siempre que tenga un
valor de símbolo o signo, por encima de su simple materialidad o de
otra clase de valores (estético, v. gr.). El ordenamiento no ha podido
prescindir de consideraciones como éstas, que por lo demás en la ac-
tualidad se basan en la propia realidad, en la cual la tecnología día a día
ofrece medios más sofisticados para fijar o consignar el pensamiento o
un hecho. El artículo 113 bis del Código de Procedimiento Penal, en su
primer inciso establece que "Podrán admitirse como pruebas películas
cinematográficas, fotografías, fonografías, y otros sistemas de reproduc-
ción de la imagen y del sonido, versiones taquigráficas y, en general,
cualquier medio apto para producir fe. Estos medios podrán servir de
base a presunciones o indicios". Los restantes incisos de la disposición
transcrita regulan los aspectos procesales de esta prueba, debiendo se-
ñalarse, por último, que de conformidad a las disposiciones sobre pro-
tección a la intimidad, los mencionados medios constituyen instrumentos
expresamente incluidos en la Jpificación de esos delitos.

2. CLASES DE DOCUMENTosk distinción fundamental, para los efectos


penales, es la que existe entre los documentos públicos y los priva-
dos. En esta materia han existido grandes confusiones, por el vacilante
pensamiento de la Comisión Redactora y por la fuerte influencia del
pensamiento civilista, que tiende a trasladar a todos los ámbitos del de-
recho los conceptos propios del ordenamiento privado. Así, es opinión
generalizada que en materia penal es válida la definición del Art. 1699
del Código C1vd, según la cual "instrumento público o auténtico es el
autorizado con las solemnidades legales por el competente funciona-
rio", agregando que, otorgado ante escribano e incorporado a un pro-
tocolo o registro público, se llama "escritura pública". En principio, a la
verdad, no habría razón para dar tal generalidad a la definición trans-
crita, que en ningún momento pretende, en su texto, asignarse mayor
validez que en el terreno de la prueba de las obligaciones. Con igual
criterio podrían considerarse "documentos públicos" en materia penal
los instrumentos que según el Art. 342 del Código de Procedimiento Ci-
vil son "considerados públicos" desde el punto de vista procesal, enu-
meración más amplia que el concepto del Código Civil. O bien podrían
considerarse "públicos" los documentos privados que se encuentran en
alguna de las particulares situaciones de los Arts. 1702 del Código Civil

157
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

y 346 del Código de Procedimiento Civil. Sin embar5o, sigue prevale-


ciendo la idea de ue la definición del Art. 16 9 de Códi o Civil es
tam ién válida en materia penal. 1
A nuestro parecer, el concepto penal de documento público debe
construirse independientemente de las definiciones de otras ramas del
derecho, sobre la base de los principios generales de interpretación de
la ley, de los textos penales mismos, de sus antecedentes históricos y
de los fines y naturaleza propios del derecho penal. Tanto en materia
civil como en materia procesal, lo que el legislador ha querido regla-
mentar es la prueba en el campo del derecho privado. Tal es la ubica-
ción sistemática del Art. 1699 del Código Civil: después de la definición,
dicho código se ocupa del instrumento público únicamente para regla-
mentar su fuerza o valor probatorios, y lo propio hace a continuación
con los instrumentos privados. Del mismo modo, el Código de Procedi-
miento Civil trata de las diferentes clases de instrumentos sólo en fun-
ción de su valor probatorio en juicio. En cambio, en materia penal, hemos
visto ue la finalidad del le islador es rote er la se uridad del tráfico
jurídico, de tal modo gue la prue a o aptitud probatoria no es más que
uno de los muchos aspectos del documento <J.m: interesan al derecño
penal. Por tal razón las falsedades en documentos públicos se enan
eñSi mismas inde en ientemente de que se usen aquéllos en "uicio o
no · mera e ar a usarse. 1 aun se exige la pro-
ducción efectiva de un perjuicio. Siendo distintos los angulas desde los
cuales se enfoca el documento •público en el derecho penal y en el de-
recho privado, es preciso admitir que bien pueden llegar a definiciones
concretas de distinto alcance. Ya hemos señalado que la regla de inter-
pretación del Art. 20 del Código Civil hace obligatorias las definiciones
legales solamente en las materias respecto de las cuales tales definicio-
nes se han dado.
La adopción indiscriminada del concepto civilista de documento pú-
blico puede conducir a extremos tales como los denunciados por SOLER
en Argentina. 2 Quien falsificara un acta de las sesiones de los cuerpos
legislativos, o un decreto del Presidente de la República, o una carta
privada acompañada en juicio e incorporada a un expediente, no co-
metería, para el criterio privatista, una falsificación de documento pú-
blico, debido a la ausencia de disposiciones legales acerca de las
"solemnidades" de dichos documentos. "Públicos" serían solamente los
documentos "autorizados" por funcionarios públicos, esto es, "otorga-

1
Véase LABATUT, op. cit., II, p. 94.
2
SOLER, op. cit., V, pp. 309 y ss.

158
DELITOS CONI'RA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

dos" realmente por personas o partes privadas ante aquél, que es un


testigo calificado, y respecto de los cuales la ley establece determina-
da ritualidad o "solemnidades". Tal es el concepto que se desprende
de los Arts. 1699 y siguientes del Código Civil, y evidentemente de él
se excluyen diversos documentos de la más alta importancia política
y administrativa, que son unilateralmente emitidos o extendidos por
los funcionarios o autoridades, sin intervención de particulares, y en
los cuales no hay "partes" y "terceros" en el concepto privatista de
tales expresiones.
No es efectivo, como suele afirmarse, que históricamente nuestra ley
penal haya pretendido someterse en esta materia a los conceptos civi-
listas. El Código Español se ocupaba de las falsedades de documentos
en tres secciones del respectivo título: "De la falsificación de documen-
tos públicos u oficiales y de comercio"; "De la falsificación de docu-
mentos privados", y "De la falsificación de pasaportes y certificados".
La Comisión Redactora (sesión 41) acordó solamente en principio cam-
biar la voz "documentos" por la de "instrumentos", para conformarse,
según se dijo, a la terminología del Código Civil, pero en cuanto a la
sustancia de las disposiciones, para nada se tuvo en vista al Código Ci-
vil: Más todavía: pese a esa declaración de la Comisión Redactora, ni
siquiera la uniformidad terminológica se mantuvo, pues mientras el
Art. 1699 del Código Civil define el "instrumento" público, el párrafo 4
del título IV del Libro II del Código Penal se refiere a la falsificación de
"documentos" públicos. La diferencia entre ambos términos es signifi-
cativa, pues mientras la voz "instrumento" tiene un claro sentido de "me-
dio que puede usarse para un fin determinado" (ese fm es, precisamente,
la prueba en materias de derecho privado), la voz "documento", en cam-
bio, según se ha hecho notar, señala sólo algo que lleva una cosa a
nuestro conocimiento: es una atestación o afirmación y no una prueba.
PACHECO, al ocuparse de este tema, comienza diciendo que en verdad
la tarea de precisar lo que sean documentos públicos, de comercio y
privados les corresponde más bien a otras ramas del derecho, pero a
continuación proporciona sus propias definiciones, que no guardan ab-
soluta correspondencia con las privatistas. Para PACHEC0, 1 "documentos
públicos son los otorgados legalmente, los redactados en cualquier for-
ma de derecho, por ante persona que goza de la fe pública: una escri-
tura, un testamento, una actuación judicial, una fe de bautismo o de
matrimonio; documentos oficiales son los autorizados por el Gobierno,
por sus agentes, por los empleados que tienen el poder de hacerlo, por

1 PACHECO, op. cit., II, pp. 295 y 296.

159
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

las oficinas de todas clases, que con arreglo a su institución los expi-
den". Puede observarse que si bien para PACHECO el concepto de "do-
cumento público" puede estimarse coincidente con el civilista, en cambio
el "documento oficial" tiene un claro sentido administrativo, y a ambas
clases de documentos se refiere el Código Penal. Por lo demás, la ex-
presión "documento oficial" no puede encontrarse definida en el dere-
cho privado, ya que es propia del derecho público. Ahora bien, en
nuestro Código Penal el epígrafe del respectivo párrafo ya no se refiere
a la falsificación de documentos "públicos u oficiales", sino a los docu-
mentos "públicos o auténticos", pero el texto de las disposiciones sus-
tantivas mismas no ha sido alterado, y ellas se refieren tanto a los
documentos públicos en un sentido civilista como a los documentos ofi-
ciales. Prueba de ello es que el Art. 193 sanciona a quienes cometieren
falsedad "ocultando ... cualquier documento oficial". Ahora bien, si una
manera de cometer falsificación de documento público es ocultando
un documento oficial, no cabe duda de ue la expresión "documento
público" en el epígrafe del párrafo 4 y en e texto e sus disposiciones
es am lía com rende tanto los documentos ue son úblicos ara el
erecho rivado, como os ocumentos amados "oficia cam-

Para los efectos penales, el documento público debe, ante todo, ser
un documento en el sentido ya explicado. En seguida, debe estar dota-
do, según se ha hecho presente al tratar del bien jurídico protegido, de
ciertos efectos jurídicos de general obligatoriedad (uno de los cuales puede
ser la aptitud probatoria). Pero estos efectos jurídicos obligatorios sólo se
los atribuye la ley a los documentos que han sido emitidos por el Estado,
es decir, aquellos a cuya formación o custodia concurre un funcionario
público por mandato de la ley. En seguida, esto aparece todavía más pre-
cisado por el texto del Art. 193, que considera como sujeto activo prima-
rio de estos delitos al empleado público que abusa de su oficio. En
consecuencia, la intervención del empleado público debe ser ordenada
por la ley y desempeñada del modo que ésta indica. En suma, documen-
to público, para los efectos penales es todo documento a cuya fgrma-
cióñ o custodia debe concurrir un fimdonario público obrando en
ae
Sil caracter tal y en el cumplimiento de sus funciones legales.
Por exclusión, documento privadO sera todo aguel gue, cumplien-
do con la definición general de documento, no sea público. parte de
es as os g es a egonas, e o 1go se re 1ere en ispos1c1ones par-
ticulares a ciertas clases de documentos que no son sino especies de
los grandes géneros anteriores: los partes telegráficos, los documentos
mercantiles, los pasaportes, portes de armas y certificados. A ellos nos
referiremos al tratar en particular de los delitos que de ellos tratan.

160
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

3. FORMAS GENERALES DE FAI.SIFICAOÓN. Nuestro Código Penal, siguien-


do el modelo español, que a su vez lo tomó del francés, adopta en esta
materia el deficiente sistema de la enumeración casuística, en vez de
determinar en forma genérica las modalidades de comisión del delito,
lo que provoca algunos vacíos en el sistema, según más adelante se
verá. Esencial o las formas osibles de comisión e
estos elitos son dos: 1) La imitación e un modelo verdadero
teración de un ob'eto auténtic · 2 La men acidad de lo manifestado
en un ocumento ue formalmente~ auténtico. A la rimera forma se
ama falseda ma ; a a segun a, alsedad ideológica. En los ca-
sos de falsedad de los delitos del primer grupo (moneda y valores) siem-
pre se trataba de una falsedad material: se imitaba un modelo verdadero
o se alteraba un objeto auténtico. Aquí, como el documento contiene
una atestación o aseveración de algo, surge la posibilidad de falsificar
en otra forma; aunque el documento sea genuino, se afirma en él algo
que no es cierto. Algunos autores 1 llaman "falsificación" a la material, y
"falsedad" a la ideológica, lo cual no es en principio rechazable, pero
dentro de nuestro Código la voz "falsificación" cubre, en el epígrafe del
párrafo 4, tanto las materiales como las ideológicas, y en el texto del
Art. 193 la voz "falsedad" se usa para referirse a las unas y a las otras.
De este modo, puede decirse que para nuestra ley ambas voces se em-
plean como equivalentes.
Castiga además nuestro Código otras dos formas de comisión del
delito, que para Irureta Goyena son también falsedad, o al menos se
asimilan generalmente a ella: la falsedad por ocultación o destrucción,
y la falsedad por us<(malicioso. En suma, la falsificación de documen-
tos puede cometer' de las siguientes maneras:
1) Mediante la · itación o la alteración de las formas auténticas (fal-
sedad material); ~
2) Mediante la atestación de cosas f lsas o mentirosas, siendo las
formas auténticas (falsedad ideológica);
3) Mediante la ocultación destrucci' e un documen-
to (false ad por ocultación), y
4) Mediante el uso malicioso de un documento falsificado, sin ser
autor de la falsificación (falsedad por uso).
Esta distinción es importante, porque no todas las formas de comi-
sión son e uivalentes. ta falsedad matenal puede ser cometida or cuál-
e mstrumentos en tanto ue la

1 SOLER, op. cit., V, p. 319.

161
DEUTOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

mente obligadas a decir la yerdad al extender documentos, lo que ge-


neralmente ocurre sólo co cto a los funcionarios úbl" ue
e en intervenir en su formación, no con res ecto a los articulares.
o re este aspecto se volverá más adelante. Por lo demás, la falsedad
por ocultación y la falsedad por uso son incompatibles entre sí, al me-
nos simultáneamente y por la misma persona.

FALSIFICACIÓN DE DOCUMENTOS PÚBliCOS Y PARTES TELEGRÁFICOS

De estas infracciones se ocupa el párrafo 4, que trata además de los


partes telegráficos. En el Código Español se trataba también de la falsi-
ficación de documentos mercantiles, materia que ha sido trasladada, con
mayor propiedad, a la falsificación de documentos privados.

l. FALSIFICACIÓN DE DOCUMENTOS PÚBUCOS. Los Arts. 193 y 194 se refie-


ren a las distintas formas de falsificación de documentos públicos: ma-
terial, ideológica y por ocultación. El Art. 196 se ocupa de la falsedad
por uso malicioso. Los Arts. 193 y 194, con referencia a las tres prime-
ras formas de falsedad, señalan pena distinta según si el autor es un
empleado público que abusa de su oficio o un particular. Esta asimila-
ción no es enteramente apropiada, según veremos después de conside-
rar las tres primeras formas de comisión de estas falsedades. En la
falsedad por uso malicioso no se hace distinción en cuanto al sujeto
activo.
a) Casos de falsedad ideológica. Según se ha dicho, esta clase de
falsedad consiste esencialmente en dar un contenido mendaz a un do-
cumento en que se han observado las formas auténticas. A diferencia
de lo que ocurre en otras legislaciones, no se exige entre nosotros que
la falsedad del funcionario ocasione perjuicio a alguien. Se trata de un
delito de peligro abstracto o presunto contra la seguridad del tráfico ju-
rídico. Esta materia de la falsedad ideológica debe relacionarse con la
estructura misma de los documentos públicos. En ellos un funcionario
determinado debe dejar testimonio de ciertos hechos en la forma que
la ley señala. La misión del funcionario es dejar testimonio de los he-
chos así como a él le constan por su carácter de tal o dentro del res-
pectivo servicio, y no de los hechos del modo que son en realidad. Así,
por ejemplo, si concurren dos personas ante un notario y manifiestan
que Juan vende a Pedro una casa en determinada suma, 'que se ha pa-
gado de contado, el notario está obligado a dejar testimonio de ello en
la misma forma, aunque sepa, por informaciones privadas o de cual-
quiera otra manera, que en verdad se trata de una donación, o que el

162
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

precio realmente no se ha pagado. Más aún: si al extender la escritura


no consigna lo que las partes manifiestan, sino lo que a él personal-
mente le consta como verdadero, incurre en falsedad ideológica, aun-
que los hechos afirmados sean en el fondo ciertos. Porque la misión
que la ley le asigna al notario no es la de ser testigo calificado de la
verdad de los hechos, sino de lo que las partes han manifestado, de la
forma en que lo han hechó y de la fecha de la manifestación. Sólo con
respecto a esos extremos está la escritura pública dotada de efectos de
general obligatoriedad: debe ser aceptada como prueba de que real-
mente esos hechos son ciertos, y no de que son ciertas las aseveracio-
nes de los comparecientes en cuanto al fondo. De este modo, el
funcionario público comete falsedad ideológica cuando miente acerca
de aquellos hechos respecto de los cuales está obligado por la ley a
decir la verdad, porque su palabra hace prueba. Los casos específicos
de falsedad ideológica son:
1) Suponer en un acto Ja intervención de personas que no Ja
han tenido (Art. 193 N" 2°). LABATIIT, 1 al igual que CUElLO CALON, 2 opina
que debe tratarse de suponer la intervención de una persona real y exis-
tente, pero que no ha intervenido en el acto. Nos parece más acertada la
opinión de QUINTANO RIPOLLEs,3 para quien la supuesta intervención de
una persona imaginaria caería igualmente en este número. Creemos que
la falsedad ideológica es la misma en uno y otro caso. En cambio, coinci-
dimos con LABATIIT en que la omisión de consignar la intervención de
una persona que realmente intervino no caería dentro de este número,
aunque pudiera quedar comprendido en otro (especialmente el N° 4°).
2) Atribuir a los que han intervenido en un acto declaraciones
o manifestaciones diferentes de las que hubieren hecho (Art. 193
N° 3°). Aquí se aprecia claramente que la esencia de esta clase de false-
dad radica en la discrepancia entre lo consignado y lo afirmado por
las partes, y no entre lo consignado y la realidad. Naturalmente, debe
tratarse de una discrepancia que tenga significación jurídica, y no de di-
ferencias meramente formales o gramaticales que no alteren la sustancia
de lo manifestado.
3) Faltar aJa verdad en Ja narración de hechos sustanciales
(Art. 193 No 4°). Esta es la fórmula general, que permite incluir práctica-
mente todas las falsedades ideológicas. Los otros casos expresamente
reglamentados no son más que formas particulares de realización de

1
LABATIIT, op. cit., 11, p. 99.
2
CUELLO CALON, op. cit., 11, p. 223.
3 QUINTANO RIPOLLES, La falsedad, p. 180.

163
DELITOS CONTRA LOS INfERESES SOCIALES

esta amplia hipótesis, y bien podrían eliminarse sin problemas. Cuando


se habla de "narración" debe tenerse presente que debe tratarse de aque-
llos hechos de que el funcionario da testimonio por ciencia propia: fe-
cha del acto, identidad de las personas, lugar, firma de los otorgantes y
testigos, tenor de las aseveraciones hechas, etc. El texto español se re-
fería solamente a "faltar a la verdad en la narración de hechos"; la Co-
misión Redactora, con indudable acierto y para reducir el rígido
formalismo de estas infracciones, añadió "hechos sustanciales", es de-
cir, aquellos que dan su sentido o alcance al documento, en relación
con lo que el documento está destinado a constituir o a probar.
4) Dar copia en forma fehaciente de un documento supuesto, o
manifestar en ella cosa contraria o diferente de la que contenga el
verdadero original (Art. 193 N' 7°). Se trata de la llamada "falsedad trans-
criptiva". En cualquiera de sus dos hipótesis puede observarse que en
realidad el funcionario está "faltando a la verdad en la narración de he-
chos sustanciales"; en la primera, porque aftrma existir un original que es
supuesto; en la segunda, porque afirma tratarse de una copia o transcrip-
ción exacta, cuando no lo es. Igual que en el caso anterior, deben ser, en
este último evento, discrepancias que alteren el sentido del documento.
En opinión de CARRARA, 1 aunque el documento original sea un documen-
to privado, si la copia es fehaciente y manifiesta cosa distinta, siempre se
incurre en esta hipótesis. QUINTANO RIPOllES, en cambio, opina que se
trataría de falsiftcación de documento privado. 2 Nos parece más sólido el
razonamiento de CARRARA, al menos frente a nuestra ley, que no exige
que el "verdadero original" sea público. El documento público en el cual
se comete la falsedad es la copia (el caso característico sería la copia
fehaciente de un documento privado protocolizado en una notaría).
A este propósito, el Art. 427 del Código Orgánico de Tribunales pre-
cisa que los notarios "sólo podrán dar copia íntegra de la escritura o
documentos protocolizados", salvo los casos en que la ley ordene otra
cosa, o que por decreto judicial se les ordene certificar sobre parte de
ellos. El Art. 443 del mismo Código los sanciona, en caso de contrave-
nir esta obligación, con las penas del Art. 193 del Código Penal. Esta
disposición viene a eliminar una posible duda de interpretación, en el
sentido de si una copia parcial, pero exacta, puede o no ser considera-
da "diferente" del original. A nuestro juicio, sí es diferente, pero en todo
caso la disposición del Código Orgánico de Tribunales termina con toda
incertidumbre.

1
CARRARA, Programa,§§ 3655, nota 1, y 3697, nota l.
2 QUINTANO RIPOLLES, La falsedad, p. 186.

164
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

b) Casos de falsedad material. En éstos se altera el sentido del


documento a través de una alteración de la materialidad del mismo. Ellos
son:
1) Contrahacer o fingir letra, firma o rúbrica (Art. 193 N° 1°). Este
es el caso más claro y uno de los más corrientes en materia de falsedad
documental. Para LABATUT, 1 contrahacer y fingir serían cosas diferentes;
"contrahacer" equivaldría a imitar algo verdadero, en tanto que "fingir"
significaría inventar algo inexistente. Firma contrahecha sería la imita-
da, y firma fingida sería la inventada. En nuestra opinión, ambos térmi-
nos han sido usados como sinónimos o matices de una misma idea,
que es la de imitación. 2 Para incurrir en esta hipótesis es preciso imi-
tar la letra, firma o rúbrica de alguien existente y determinado. Si se
inventa una firma de fantasía, ordinariamente el caso caerá en otra dis-
posición (por lo regular, estafa), como en el caso del que desfigure la
propia firma o letra. Si bien en el caso de la firma pudiera ser dudoso
el punto, la referencia a la contrafacción o fingimiento de "letra" escla-
rece el sentido de la disposición, ya que si no se imita la letra de nadie,
sino que se escribe con una letra de fantasía o desfigurando la propia,
no parece que ello pueda ser delito alguno, salvo que surja posterior-
mente un perjuicio, caso que regularmente constituirá estafa. En cam-
bio, la imitación de letra ajena sí que puede tener relevancia jurídica,
cuando ella es el elemento que permite determinar la autenticidad de
un documento, como en el caso de los testamentos ológrafos o de los
papeles escritos por el acreedor (Art. 1705 del Código Civil).
En relación con esta misma hipótesis, LABATUT afirma que el anóni-
mo (en que se ha ocultado la identidad del autor)3 no es documento,
jurídicamente hablando. No estamos de acuerdo con ello. Tal papel co-
rresponde a la definición general de documento que se ha dado prece-
dentemente. Está ajena a él la finalidad probatoria, pero tiene un autor,
contiene una manifestación de pensamiento y se ha objetivizado en un
medio más o menos permanente. Si un anónimo da origen a un proce-
so por injuria, podrá servir de prueba en calidad de documento, y si es
alterado, puede verse en ello una forma de falsedad documental.
También sostiene a este propósito LABATlJT'Í que aquí se comprende
tanto la alteración parcial de un documento como el hecho de crear o
forjar un documento falso en su totalidad. Ello es sólo parcialmente exac-

1
LABATUT, op. cit., II, p. 98.
2 Conf. CUELLO CALON, op. cit., 11, p. 222, texto y nota.
3 LABATUT, op. cit., 11, p. 99.
4 LABATUT, op. cit., II, p. 99.

165
DEUTOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

to. Desde luego, la hipótesis de forjamiento total no es posible tratán-


dose de la falsificación que comete el propio funcionario público en-
cargado por la ley de la emisión del documento de que se trata, puesto
que éste tendrá siempre al menos la genuinidad proveniente de ema-
nar en realidad de la persona o autoridad legítimas. En cuanto a la si-
tuación de los particulares, ellos sí que pueden forjar íntegramente un
documento público falso, que no tenga nada de auténtico, pero en tal
evento quedarán incluidos en esta disposición sólo en el caso de que
lo forjen por vía de imitación de la letra o firma del verdadero funcio-
nario, pues si inventan nombre y firma de un funcionario inexistente,
no los comprenderá el tenor de esta disposición.
2) Alterar las fechas verdaderas (Art. 193 No 5°). Para CUELLO CA-
LÓN1 podría tratarse tanto de una falsedad material, al adulterar físicamente
la fecha primitivamente estampada en el documento, como ideológica, si
al extender el documento se consignara una fecha inexacta. Las fechas a
que esta disposición se refiere son aquellas respecto de las cuales el do-
cumento hace fe, o sea, la de otorgamiento y las que se consignan como
manifestadas por las partes, o las de validez del documento (una licencia
o permiso, v. gr.), etc. La interpretación de CUELLO CALON puede aceptar-
se, pero a nuestro juicio aquí se ha querido sancionar la falsedad mate-
rial consistente en modificar o adulterar la fecha verdadera inicialmente
consignada. Lo creemos por el empleo de la voz "alterar", que indica más
bien cambio, y no mentira. Además, es la misma expresión que se em-
plea en la hipótesis siguiente para describir la forma más general de fal-
sedad material. En todo caso, la falsedad ideológica relativa a las fechas
es perfectamente sancionable dentro de la fórmula general "faltar a la ver-
dad en la narración de hechos sustanciales".
3) Hacer en documento verdadero cualquiera alteración o inter-
calación que varíe su sentido (Art. 193 ~ 6°). Es la última hipótesis de
falsedad material. Por su amplitud equivale a la del ~ 4o con respecto a las
falsedades ideológicas, ya que puede comprender prácticamente la totali-
dad de formas concebibles de falsedad material. La "alteración" supone un
cambio; la "intercalación", un agregado. Aquí encontramos una nueva refe-
rencia a la relevancia juñdica de la falsificación, al exigirse que la alteración
o intercalación "vañen el sentido" del documento, exigencia sobre cuyo al-
cance es valedero lo expuesto al tratar del N° 4° ("hechos sustanciales").
El Art. 428 del Código Orgánico de Tribunales dispone que "las pa-
labras que en cualquier documento notarial aparezcan interlineadas, en-
mendadas o sobrepasadas, para tener valor deberán ser salvadas antes

1 CUELLO CALON, op. cit., 11, p. 225.

166
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

de las firmas del documento respectivo, y en caso de que no lo sean,


se tendrán por no escritas". El Art. 443 del mismo Código sanciona al
notario que contraviniere esta obligación, con la pena que señala el
Art. 193 del Código Penal. Interpretada literalmente esta disposición, pa-
recería hacer aplicable la pena de falsedad documental (bastante eleva-
da), sin atender a la naturaleza, importancia o sentido de las palabras
intercaladas o enmendadas. No puede ser éste el alcance del precepto.
La referencia al Art. 193 nos indica que el legislador ha querido sólo
particularizar un caso específico dentro de las conductas allí descritas, y
que por lo tanto, para equiparar esta hipótesis a las demás que con-
templa el Art. 193, será preciso exigir las mismas condiciones de grave-
dad o importancia. En otras palabras, estimamos que la disposición del
Art. 443 del Código Orgánico de Tribunales sólo se aplicará cuando las
palabras intercaladas o enmendadas signifiquen una alteración o inter-
calación que "varíe el sentido" del docume~to
e) Casos de falsedad por ocultación ste único caso está con-
templado en el Art. 193 N° so; consiste en tar "en perjuicio del Es-
tado o de un particular cualquier documento oficial". Otros códigos
asimilan a este caso el de la supresión o destrucción de documento.
Entre nosotros, tratándose de documentos públicos y de empleados pú-
blicos (debe entenderse, en este caso, que están encargado~ su cus-
todia), la conducta de supresión se sanciona específica nte en el
Art. 242 como "infidelidad en la custodia de documentos" Tratándose
de particulares, a nuestro parecer esta hipótesis los comprende cuando
destruyen o suprimen un documento oficial, en tanto que el Art. 470
N° 5°, de carácter más general, sólo se aplica en caso de defraudar a
otro sustrayendo o destruyendo documentos privados (esta última dis-
posición también sanciona la defraudación que cometen los particula-
res ocultando cualquier documento, y no cabe duda de que el Art. 193
N° so se aplica con preferencia cuando el perjuicio se causa ocultando
un documento oficial; lo mismo ocurre tratándose de la supresión).
Ya se ha explicado precedentemente qué son documentos "oficia-
les" y por qué debe entenderse que dentro de este párrafo tal expre-
sión se emplea como equivalente de "público" en un sentido amplio.
E falsedad or ocultación tiene una particularidad: es el único caso,
dentro de los documentos u icos, en ue a ey exi e a concurrencia
e e meto ara e Esta o o para un articu ar. No es, por consiguiente,
una igura de peligro, sino una e esion. No es un delito formal, sino
material o de resultado. Creemos que el perjuicio a que se refiere la ley
es un pefJUlClO apreóable en dinero; cuando la ley quiere aludir a otra
clase de perjuicio generalmente emplea más bien la voz daño, tal como
en materia civil.

167
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

Antes de entrar a ocuparnos de la falsedad por uso indebido, don-


de el sujeto activo es indiferente, debemos analizar la situación del su-
jeto activo en las tres clases de falsedad precedentemente analizadas. El
Art. 193, que enumera las ocho hipótesis transcritas, señala com-º sujeto
activo al empleado público que obra abusando de su oficio. En segui-
da, el Art. 194 alude al particular que cometiere en documento público
o auténtico alguna de las falsedades designadas en el Art. 193, sin aña-
dir otras, ni eliminar ninguna. En consecuencia, parecería que la tipici-
dad de la falsificación de documento público es la misma cuando el
sujeto activo es un empleado público que cuando es un particular, y
que sólo variaría la penalidad. Sin embargo, esta asimilación no es exacta.
No hay problemas por lo que toca a los casos de falsedad material, donde
sin duda el particular puede obrar igual que un funcionario público.
Tampoco la hay en cuanto a la falsedad por ocultación propiamente
tal; en lo que se refiere a la sustracción. Ya se ha señalado que sólo el
particular puede incurrir en esta forma, puesto que el empleado públi-
co tiene en tal caso un título específico de penalidad en el Art. 242.
Donde la asimilación no es exacta, es por lo que toca a los casos ·
de falsedas:J ideológica. Ellos consisten, en general, en mentir en un do-
cumento4'" si la ley los pena tratándose de empleados públicos, ello se,
debe a que únicamente éstos están obligados por la ley a decir la ver-
dad, porque solamente sus declaraciones van a ser prueba de lo con-
signado. Ello no ocurre con los particulares que concurren a la formación
de un documento público. No están jurídicamente obligados a decir la
verdad y, por consiguiente, el documento no tiene un valor de general
obligatoriedad en cuanto a la veracidad del fondo de las declaraciones
que formularon. No se puede ver, por consiguiente, en la eventual men-
tira en que incurren, la violación de ningún bien jurídico, ni un atenta-
do contra la fe pública, en ninguna forma que se la considere, ni un
quebrantamiento de deber jurídico alguno. Ahora, si a través de una
declaración mentirosa consignada en un documento público se crea una
falsa apariencia, se engaña y se perjudica, el hecho será característica-
mente una estafa, pero no una falsedad en documento público. La fal-
sedad ideológica es propia y personalísirna del funcionario que interviene
en la formación, autorización o emisión del documento público, ya que
sólo en su caso puede la mentira lesionar la fe pública, el valor proba-
torio o la seguridad del tráfico jurídico. Esta doctrina es de general acep-
tación entre los autores, salvo que el texto de la ley positiva imponga a
algunos de ellos la solución contraria. En el caso de CARRARA, 1 debe ha-

1
CARRARA, Programa, § 3704.

168
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

cerse notar que él llama falsedad ideológica a "una mentira dicha por
la parte ante el oficial público", y a continuación 1 agrega que tal clase
de falsedad no es punible como falsedad documental, sino a título
de estelionato (defraudación). A pesar de la diferente terminología, co-
incide en la idea expuesta. Así también MEZGER, 2 SCHONKE, FRANK. SO-
LER3 considera que es posible que un particular cometa esta forma de
falsedad, pero el texto de la ley argentina se refiere al que "insertare o
hiciere insertar en un instrumento público declaraciones falsas", de tal
modo que expresamente se refiere al caso del particular que "hace in-
sertar" declaraciones falsas, lo que entre nosotros no ocurre. Y de to-
dos modos, aun en la ley argentina, la declaración falsa debe versar
sobre "un hecho que el documento deba probar", y como el documen-
to ordinariamente no sirve de prueba de la verdad sustancial de lo afir-
mado, sino únicamente del tenor de las declaraciones, tal exigencia
excluiría la mayor parte de los casos de simples declaraciones mentiro-
sas. Por excepción, es posible que un texto legal determinado obligue
a los particulares a ser veraces en cuanto al contenido de las declara-
ciones que formulan cuando tienen que concurrir a la formación de un
documento público, y, en tal caso, como se encuentran bajo el deber
jurídico de decir la verdad, pueden ser sancionados como autores de
falsedad ideológica si mienten. Tal es, v. gr., el caso de la Ley 4.808,
Art. 27, sobre Registro Civil, que sanciona al que en escritura pública
suministrare maliciosamente datos falsos sobre un estado civil, con la
pena que el Código Penal aplica al que faltare a la verdad en la narra-
ción de hechos sustanciales en documentos públicos. Otro caso se en-
cuentra en el Art. 59 de la Ley 18.840, Orgánica Constitucional del Banco
Central de Chile, donde se sanciona (aunque no con remisión al Códi-
go Penal) al que incurriere en falsedad maliciosa en los documentos
que acompañare en sus actuaciones con el Banco Central o en las ope-
raciones de cambios internacionales regidas por dicha ley.
Sin embargo, el Art. 194 comete otra inexactitud, esta vez por defec-
to. Ya hemos hecho alusión a la posibilidad de falsificación de un docu-
mento público por forjamiento o fabricación, esto es, la creación
íntegra de un documento que no tiene ningún elemento genuino. Esta
hipótesis no se encuentra enumerada en el Art. 193, lo que es lógico, ya
que no puede ocurrir cuando el autor de la falsificación es el propio
funcionario público encargado por la ley de la emisión o autorización

1
CARRARA, Programa, § 3705.
2
MEZGER, Libro de Estudio, 11, p. 311.
3 SOLER, op. cit., V, pp. 335 y ss.

169
DELITOS CONlRA LOS INTERESES SOCIALES

del documento. En tales casos, siempre el documento será en principio


legítimo, ya que realmente emanará del funcionario legalmente compe-
tente y que aparece otorgándolo o autorizándolo; será solamente men-
tiroso o alterado, no creado o inventado. Pero tratándose de un particular
como sujeto activo, la situación es diferente, puesto que bien puede
éste proceder a crear o fabricar íntegramente un documento público que
no tiene nada de auténtico. Esta conducta sólo podría sancionarse den-
tro del Art. 194 por vía indirecta, cuando en el forjamiento se hubiere
procedido a imitar (contrahacer o fingir) la letra, firma o rúbrica del ver-
dadero funcionario. Pero si la letra, firma o rúbrica son imaginarias, pro-
ducto de la fantasía del falsificador, el hecho no encuadraría en ninguno
de los números del Art. 193. Esta omisión es tanto más notoria, cuanto
que la hipótesis del forjamiento aparece expresamente contemplada más
adelante, en el Art. 195, a propósito de los partes telegráficos, y en el
Art. 200, en relación con los pasaportes (que también son documentos
públicos). Entre los españoles se había advertido este vacío, y de ahí
que por reforma de 1944 se añadió a la enumeración de que tratamos,
el caso de "simular un documento de manera que induzca a error so-
bre su autenticidad", aunque con cierta impropiedad, ya que fue añadi-
do a las hipótesis de falsedad cometidas por funcionario público, en
circunstancias que, según se ha dicho, nunca en tal situación será el
documento totalmente falso.
d) Caso de falsedad por uso. A él se refiere el Art. 196, donde se
señala que "el que maliciosamente hiciere uso del instrumento ... falso,
será castigado como si fuere autor de la falsedad". La penalidad es idén-
tica, quienquiera que sea el sujeto activo, ya que del empleado público
no puede decirse que obre en su calidad de tal cuando usa un docu-
mento falso, sino sólo cuando lo falsifica. La expresión "hacer uso" es
amplia, y se refiere tanto al uso propio a que el documento está desti-
nado, como a cualquiera otra clase de uso, siempre que el documento
se haya empleado como tal, y no como mera materialidad o trozo de
papel. La ley, por tratarse de un documento público, no exige que el
uso cause perjuicio, ni que pueda causarlo, ni que exista el ánimo de
provocarlo, ni el fin de lucro de quien lo usa. Esto parece corroborar la
idea de que el bien jurídico protegido no es la fe pública en el sentido
clásico (que se vería lesionada por la falsificación, pero no por un mero
uso), sino la seguridad del tráfico jurídico, que por lo menos es puesta
en peligro con el empleo de documentos públicos falsos. Si el uso con-
siste en acompañar el documento falso en juicio, prevalece por el prin-
cipio de especialidad la disposición del Art. 212.
La expresión "maliciosamente" significa "a sabiendas de la falsedad",
y sólo tiene por efecto destruir en este caso la presunción general de

170
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

dolo, y requerir la comprobación de éste. Esta exigencia se justifica en


atención a que el autor del uso no es el autor de la falsedad misma,
como se desprende de la regla de punibilidad, que lo castiga "como si
fuere autor de la falsedad", lo que demuestra que no lo es. Con respec-
to al autor de la falsedad, el uso no sería más que el agotamiento de su
delito, y no sería punible de nuevo, en virtud del principio de consun-
ción: 1 sólo se sancionaría la falsedad misma. JLcl tercero que hace ~~o
ha sido cómplice o encubridor de la falsedad, se produce la situación
iñVefsa: por el rincipioae espeClahdad se le sanclona sólo comoaÜtor
e uso malicioso Por mstrumen o a n en erse aque en e
~ual se ha realizado alguna de las hipótesis de falsedad enumeradas en
el Art. 193.

2. FALSIFICACIÓN DE PARTES TELEGRÁFICOS. El Art. 195 sanciona al encar-


gado o empleado de una oficina telegráfica que cometiere falsedad en
el ejercicio de sus funciones, forjando o falsificando partes telegráficos.
Estos últimos son los llamados ordinariamente "telegramas" o "cable-
gramas". Técnicamente, la asimilación de los mismos a los documentos
públicos no es muy exacta, pero la ley ha procedido así en considera-
ción a la necesidad de garantizar estrictamente el secreto y la exactitud
de la correspondencia telegráfica, mucho más expuesta, por su natura-
leza, a violaciones y adulteraciones que la epistolar.
Sujeto activo de este delito es el empleado o encargado de una ofi-
cina telegráfica. Por lo tanto, es un delito funcionario, pero la calidad
de tal se la confiere al sujeto activo el hecho de ser empleado o encar-
gado de telégrafos, y no tiene importancia que se trate de un funciona-
rio público (de un telégrafo del Estado) o de un particular (de otras
empresas de telégrafos o cables privadas). El texto de la ley es claro, y
hay además una expresa mención en este sentido de la Comisión Re-
dactora (sesión 43).
En la trasmisión de un mensaje telegráfico se distingue el texto es-
crito que entrega el particular para su transmisión; en seguida el hecho
mismo de la trasmisión, y luego el texto escrito que forma el funciona-
rio que recibe la trasmisión. En cualquiera de estas etapas es posible
incurrir en falsedad: se puede adulterar el texto entregado por el parti-
cular, o el texto escrito por el funcionario receptor para ser entregado
al destinatario, o bien se puede trasmitir en forma inexacta el conteni-
do del mensaje (esta última sería falsedad ideológica; las otras, materia-
les). Hemos visto que el Art. 156 sanciona a los empleados de telégrafos

1
Conf. LABATIIT, op. cit., II, p. 103.

171
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

que intercepten o abran la correspondencia telegráfica o se aprovecha-


ren o divulgaren sus secretos. Por su parte, el Art. 337 pena al emplea-
do de telégrafos que divulgare el contenido de un mensaje sin
autorización expresa del destinatario o del remitente, y al que por ne-
gligencia transmitiere mal un mensaje. Pero si la trasmisión inexacta es
hecha de mala fe, la disposición indicada se remite a este Art. 195, puesto
que habría indudablemente falsedad ideológica. De todos modos, siguien-
do la regla general en materia de falsedad, será preciso que ella sea de
tal naturaleza que altere el sentido del mensaje. Sin embargo, el delito
es siempre formal, y no se exige que la falsedad ocasione o pueda oca-
sionar perjuicio. Dentro de las formas de comisión puede advertirse que
aquí se ha contemplado expresamente la hipótesis de forjamiento de
un parte falso, además de las falsedades mismas (ideológicas o materia-
les). En todo caso, el sujeto activo es un funcionario de telégrafos, de
modo que el particular que falsifica un parte telegráfico es sancionado
a título de falsificación de documento privado, si concurren las exigen-
cias de tal figura (las falsedades ideológicas, como enviar un telegrama
afirmando una mentira, serían impunes dentro de este título, según lo
ya expuesto).
La tecnología moderna ha introducido nuevos medios de transmi-
sión de mensajes escritos aparte del telégrafo y cable: el télex y el
telefax o transmisión telefónica facsimilar (llamado también simplemente
fax). A nuestro juicio, se trata sólo de modalidades de transmisión de
mensajes enteramente asimilables al telégrafo: se entrega un mensaje
escrito y éste es recibido y luego transcrito o simplemente reproduci-
do en el otro extremo de la línea o medio de comunicación, por lo
que a nuestro juicio deben ser considerados dentro del concepto "te-
légrafo" que ha querido proteger penalmente el Código. No es una
aplicación de la ley penal por analogía, sino una interpretación analó-
gica del concepto mismo de comunicación telegráfica (distinta de la
telefónica, que es sólo de viva voz), no circunscrito a los modelos en
existencia a la época de promulgación del Código. Naturalmente, para
la penalidad de las falsificaciones en estos medios de comunicación,
deben reunirse las mismas exigencias que en los casos de los partes
telegráficos: los mensajes deben haber sido confiados para su trans-
misión a una "oficina" telegráfica (sea de propiedad pública o priva-
da) que ofrezca sus servicios a quien lo requiera para estos fines,
mediante un pago. Valen por lo tanto las consideraciones que hace-
mos en relación con la falsificación de partes telegráficos en los de-
más aspectos relativos a estas figuras.
También se refiere la ley en el Art. 196 a la hipótesis de uso mali-
cioso del parte falso (debe entenderse, forjado o falsificado), donde el

172
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

sujeto activo puede ser cualquiera persona, y respecto del cual valen
todas las consideraciones precedentes relativas al uso malicioso del do-
cumento público falsificado.

FALSIFICACIÓN DE DOCUMENTOS PRIVADOS

A esta materia se refiere el párrafo 5 del título IV, en los Arts. 197 y 198,
bajo el epígrafe "De la falsificación de instrumentos privados", termino-
logía, según se ha dicho, adoptada para conformarse a la del Código
Civil. El concepto de "documento privado" ya ha sido tratado más arri-
ba. Por lo demás, en el texto mismo del Art. 197, inciso zo, el Código
vuelve a emplear la voz "documentos" en vez de "instrumentos".
De conformidad con lo expuesto precedentemente, no es preciso
que el documento privado esté firmado para que tenga la calidad de
tal; por lo demás, incluso en materia civil (Arts. 1704, 1705, 1711 del
Código del ramo), hay casos en que tal firma no es necesaria, y en ma-
teria procesal (Arts. 477 y siguientes del Código de Procedimiento Pe-
nal), "documento privado" puede ser cualquier papel.
De acuerdo con el Art. 197, el delito consiste en cometer en instru-
mento privado algunas de las falsedades designadas en el Art. 193, con
perjuicio de tercero. Se eleva la penalidad si tales falsedades se hubieren
cometido en letras de cambio u otra clase de documentos mercantiles.
No es tampoco aquí exacta la remisión al Art. 193 por lo que toca a
las posibles formas de comisión del delito. Por las mismas razones que
anotamos en relación con la falsedad cometida por particular en docu-
mento público, no son admisibles las formas ideológicas de falsifica-
ción. Quienes extienden u otorgan documentos privados pueden mentir
en ellos sin que la ley los sancione por esa sola circunstancia; no están
jurídicamente obligados a decir la verdad, y lo que ellos afirmen no es-
tará dotado de fe pública ni de fuerza probatoria. En cambio, la hipóte-
sis del forjarniento, que se echa de menos en el Art. 194, no es concebible
aquí, ya que el forjamiento es una forma de falsedad por imitatio veri,
imitación de un modelo, de una forma verdadera. En materia de docu-
mentos privados no hay "modelo", es decir, no hay "formas auténticas",
solemnidades legales que imitar. Un documento privado enteramente
fabricado por alguien, o es materialmente falso (v. gr., porque se ha
imitado letra, firma o rúbrica de alguien) o es ideológicamente falso (por-
que se afirman mentiras), y entonces no es punible como falsificación,
aunque pudiera ser otro delito (estafa, injuria, etc.). En cuanto a la fal-
sedad por ocultación, tampoco se da en estos casos, ya que el texto del
Art. 193 N° 8° se refiere a los documentos públicos, y respecto de la

173
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

ocultación de documentos privados con perjuicio de tercero, tal hipóte-


sis ya está especialmente prevista a título de defraudación o estafa en
el Art. 470 No so. En suma, a pesar de la remisión en apariencia tan am-
plia, solamente los casos de los N°5 1°, so y 6° del Art. 193 quedan in-
cluidos en esta disposición.
En seguida, el texto legal exige que las falsedades en documento
privado se realicen con perjuicio de tercero. Sobre la naturaleza del per-
juicio (puede ser jurídico, pero debe ser apreciable en dinero) nos re-
mitimos a lo dicho precedentemente al tratar de los fraudes. Esta
exigencia nos muestra que las falsedades en documento público y en
documento privado están referidas a bienes jurídicos diferentes. No puede
verse aquí una ofensa a la fe pública en el sentido de fe impuesta o
sancionada por el Estado, ni tampoco a la integridad probatoria, ya que
no basta con alterar ésta, sino que se exige positivamente un perjuicio.
Ello nos ha movido a no ver en la falsificación de documento privado
sino un delito contra la propiedad, y particularmente una forma especí-
fica de defraudación por engaño, que ha sido tratada por el legislador
en esta situación sólo por la similitud del modo de comisión y del obje-
to material con los demás delitos del título. La estructura típica de este
delito señala otra diferencia con las falsedades en documentos públi-
cos: estas últimas son delitos formales, en tanto que las que recaen en
documentos privados son delitos materiales, en que el resultado es el
perjuicio. Además, el medio de comisión está restringido a las falsifica-
ciones y más particularmente a las señaladas en los números 1o, so y 6°
del Art. 193. Por añadidura, la falsificación de documento público es delito
de peligro abstracto para la seguridad del tráfico jurídico (excepto la
falsedad por ocultación), en tanto que la de documento privado es de-
lito de lesión o daño contra la propiedad.
Nos referiremos a algunos problemas que este delito ha suscitado, to-
dos ellos relacionados de un modo u otro con la exigencia del perjuicio.

l. NATIJRAI..EZA DEL ELEMENTO "PERJUICIO". Se ha sostenido por ORTIZ


MUÑOZ que el perjuicio, dentro del Art. 197, no desempeñaría el papel
de elemento de la figura delictiva, sino el de condición objetiva de pu-
nibilidad, tesis que ha sido rebatida por COUSIÑO.l Ya en la Parte Gene-
ral hemos hablado de las condiciones objetivas de punibilidad como
ciertos eventos ajenos a la acción misma, pero cuya concurrencia es in-
dispensable para que pueda entrar a imponerse pena. Como precisa el
propio ORTIZ MUÑOZ, "nada tienen que ver con el hecho delictuoso mis-

1
COUSIÑO, La falsificación, pp. 23 a 36 y 51 a 57.

174
DEUTOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

mo, ni con sus elementos constitutivos". Son extrañas a la acción del


agente, no necesitan estar incluidas en su culpabilidad, pero sin ellas
no puede imponerse pena alguna (ni siquiera por tentativa o frustra-
ción). La ley las crea por razones prácticas o de política criminal. La
tesis de ORTIZ MUÑOZ se sustenta en que los dos elementos señalados
en el Art. 197 (falsificación y perjuicio) son diferentes y pueden darse
en la práctica independientemente. El texto legal no exige que el mis-
mo autor de la falsificación sea el autor del perjuicio. Además, señala
ORTIZ MUÑOZ que el Código Español integraba el delito en esta forma:
"El que con perjuicio de tercero o con ánimo de causárselo ... ", y como
la Comisión Redactora eliminó la frase "o con ánimo de ca usárselo",
ello evidenciaría su propósito de dejar el requisito del perjuicio con un
carácter absolutamente objetivo, disociándolo del ánimo del agente. Por
fin, ORTIZ MUÑOZ afirma que el bien jurídico protegido (según su doc-
trina, de inspiración alemana) es la integridad probatoria, la cual se ve-
ría lesionada por el solo hecho de la falsificación, independientemente
del perjuicio y, en consecuencia, en la falsificación se agota la tipicidad
de la figura. Si se ha añadido en el texto legal el perjuicio, ha sido sólo
por razones prácticas: una lesión de la integridad probatoria de un do-
cumento privado que no produzca perjuicio alguno no parece tener su-
ficiente importancia como para sancionarla penalmente. COUSIÑO sostiene
la posición contraria: para él, el perjuicio es un elemento del tipo, y
por consiguiente el delito no está consumado mientras el perjuicio no
se produce, y por otra parte el perjuicio debe estar comprendido den-
tro del dolo del agente.
Las consecuencias de uno u otro punto de vista no son indiferentes
desde el punto de vista práctico. Si adoptamos la tesis de ORTIZ MUÑOZ,
la falsificación no sería punible a ningún título si no concurriera efecti-
vamente el perjuicio, y de este modo, quien falsificara un cheque e in-
tentara cobrarlo sin éxito, no sería punible, por no haberse producido
perjuicio, ni aun a título de tentativa o frustración. Por otra parte, si el
perjuicio llega efectivamente a producirse, la falsificación es punible,
aunque él haya estado por completo fuera de la intención del agente, y
éste ni siquiera haya podido preverlo. Con la tesis de COUSIÑO, los re-
sultados son exactamente opuestos: en el primer caso hay tentativa o
frustración punibles; en el segundo, no hay punibilidad por falta de dolo.
A nuestro juicio, la tesis correcta es la defendida por COUSIÑO: la
producción del perjuicio es un elemento del tipo y debe estar cubierta
por la culpabilidad. Desde luego, el solo texto legal no proporciona una
descripción categóricamente objetiva del perjuicio, sino que lo señala
simplemente como el resultado de una acción, la de falsificar. La regla
general, en estos casos, es la de que el dolo del agente debe referirse a

175
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

la acción, al resultado y a la virtud causal de la primera con relación al


segundo. Para prescindir de esta regla es preciso que por el texto ex-
preso de la ley o por la estructura misma de la figura se imponga la
construcción meramente objetiva del resultado producido, como ajeno
a la acción y al propósito del agente. No ocurre tal cosa en esta figura,
donde el perjuicio de tercero las más de las veces se produce como
consecuencia de la acción del agente y está abarcada por su dolo: es
precisamente el objeto que el hechor se ha propuesto. Por lo que toca
al argumento histórico, es verdad que la Comisión Redactora eliminó la
frase "o con ánimo de causárselo", relativa al perjuicio de tercero. Pero
la brevísima razón que consignó la Comisión Redactora fue la de que
"siempre es necesario que haya dolo para que un hecho se considere
delito". De modo que la supresión no fue por cambio de conceptos,
sino por estimar superfluos los términos. Para la Comisión Redactora,
el dolo propio de este delito consiste en el propósito de causar perjui-
cio, no en la mera conciencia de falsificar. Con tal supresión, desde lue-
go, transformó el delito de formal en material, y eliminó un requisito
psicológico, transformándolo en objetivo. Pero aparte de estas consecuen-
cias técnicas, parece claro que la eliminación de los términos aludidos
no robustece la posición de ORTIZ MUÑOZ, sino que la debilita y demues-
tra la tesis contraria. En cuanto al argumento que se basa en la conside-
ración de la integridad probatoria como bien jurídico protegido, depende
de nuestra aceptación de tal punto de vista. Ya hemos consignado nues-
tro parecer contrario. El bien jurídico protegido no es la integridad pro-
batoria. En suma: estimamos que el "perjuicio" es un elemento del tipo;
que el dolo propio de esta figura debe abarcar la falsedad y el perjuicio
a la vez, y que es posible sancionar a título de tentativa o de delito frus-
trado, aunque el perjuicio no haya llegado efectivamente a producirse.

2. RElACIONES ENTRE FALSIFICACIÓN Y ESTAFA. ¿Qué ocurre cuando se fal-


sifica un documento privado, se engaña a un tercero y se le causa per-
juicio? Se dan, aparentemente, tanto los elementos típicos de la
falsificación de documento privado como los de la estafa. La respuesta
a este problema está íntimamente vinculada a la cuestión precedente.
De todos modos, debe advertirse de partida que el eventual con-
curso se produciría en todo caso entre la figura del Art. 197 y la del
Art. 468 (y en algún caso menos probable, la del Art. 473 en vez de esta
última), esto es, cuando la falsificación sea el engaño (ardid o simple
engaño) utilizado para defraudar. No se producirá con relación a otras
figuras de estafa donde hay casos de falsedad ideológica, ya que las
falsificaciones del Art. 197, por las razones arriba expuestas, son siem-
pre de carácter material.

176
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

Si pensamos, como ORTIZ MUÑOZ, que el delito se perfecciona con


la mera falsificación, y que el perjuicio es únicamente una condición
objetiva de punibilidad, es preciso convenir en que el dolo propio de
la falsificación sólo debe referirse a ésta, y que el bien jurídico tutelado
sería la integridad probatoria del documento, como opina ORTIZ MUÑOZ.
Por lo tanto, si con respecto al perjuicio (siempre necesario para casti-
gar) concurre también el dolo y es consecuencia de la acción del sujeto
activo, dicho elemento conserva su autonomía y debe ser sancionado
separadamente. Se produciría un concurso ideal entre la falsificación y
la estafa, sancionable de conformidad al Art. 75, o en último término
un concurso material en que uno de los delitos (falsificación) constitu-
ye el medio necesario para cometer el otro, situación punible también
según la disposición citada.
En cambio, si llegamos a la conclusión, por la cual nos hemos pro-
nunciado, de que el perjuicio forma aquí parte integrante de la tipici-
dad de la figura, deberemos dar por sentado que el delito de falsificación
de documento privado es sólo un delito contra la propiedad, y que su
única diferencia con la estafa estriba en que el medio engañoso está
más particularizado en el Art. 197. La estafa sería "causar perjuicio me-
diante el engaño consistente en falsificar". Ambas figuras se encontra-
rían, por consiguiente, en relación de especialidad, lo que determina la
existencia de un concurso aparente de leyes y la exclusión absoluta de
la disposición general, para aplicar únicamente la especial (en este caso,
la falsificación de documento privado). Esta misma posición es defendi-
da por COUSIÑO, 1 aunque desde su punto de vista parecería más bien
aplicable el principio de consunción. En efecto, COUSIÑO estima que el
"perjuicio" del Art. 197 puede ser cualquier perjuicio, de tal modo que
la estafa y la falsificación estarían en una doble relación de especiali-
dad: la falsificación sería especial en relación con el medio (falsedad
documental frente a cualquier engaño), pero la estafa sería especial en
relación con el resultado (perjuicio patrimonial frente a cualquier per-
juicio). De este modo, habría que recurrir al principio de consunción
para estimar que, siendo lo ordinario y corriente que el perjuicio resul-
tante de la falsificación sea pecuniario, es lícito admitir que el legisla-
dor ha tomado en cuenta su eventual desvalor al establecer la penalidad
de la falsificación en el Art. 197, y que por consiguiente esta última consu-
me a la estafa. Por fin, FONTECILLA2 piensa que hay también un concurso

1 COUSIÑO, La falsificación, pp. 43 y ss.


2 PONTECILLA, RAFAEL, El concurso aparente de leyes y sus principios fundamen-
tales, Editorial Jurídica de Chile, 1956, pp. 103 y ss.

177
DELITOS CONlRA LOS INTERESES SOCIALES

aparente, que debe ser resuelto en favor de la falsificación, pero en vir-


tud del principio de alternatividad. Ya hemos señalado nuestro escepti-
cismo frente a la pretendida autonomía de tal principio. Aparte de ello,
el razonamiento de PONTECILLA se fundamenta en que las figuras serían
iguales, pero que estarían referidas a bienes jurídicos diferentes y de
distinta importancia: la propiedad y la fe pública (entendida ésta como
integridad probatoria). No nos parece que el bien jurídico tutelado sea
la integridad probatoria, y en todo caso, si consideramos que el perjui-
cio forma parte integrante del tipo legal, ya no podemos sostener que
el delito de falsificación de documento privado sea un delito contra la
fe pública, cualquiera que sea el sentido que se atribuya a esta expre-
sión.
Por consiguiente, concluimos que entre las figuras de falsificación
de documento privado y de estafa existe una relación de especialidad,
que determina la existencia de un concurso aparente de leyes, y que el
Art. 197 reviste el carácter de especial (y, por consiguiente, de aplica-
ción exclusiva y preferente) frente a las disposiciones que sancionan la
estafa. Esta conclusión parece haber inclinado el favor de la jurispru-
dencia nacional, hasta el punto que LABATIJT1 afirma que "ya no se dis-
cute que en la especie estamos en presencia de un concurso aparente
de leyes penales, que algunos fallos resuelven por la vía de la alternati-
vidad, y otros -los más-, recurriendo al principio de la especialidad".

3. FALSIFICACIÓN DE DOCUMENTOS MERCANTILES. El Art. 197 describe el


delito de falsificación de instrumentos privados en la forma ya analiza-
da: "El que, con perjuicio de tercero, cometiere en instrumento privado
alguna de las falsedades designadas en el Art. 193, sufrirá las penas de ... ".
Y más adelante el inciso segundo agrega: "Si tales falsedades se hubie-
ren cometido en letras de cambio u otra clase de documentos mercanti-
les, se castigará a los culpables ... ". La penalidad en este último caso es
más elevada. Esta redacción ha hecho surgir a veces la duda acerca de
si el elemento "perjuicio", requerido expresamente en el inciso 1°, será
también necesario en las falsedades que recaen en documentos mer-
cantiles, donde no se le vuelve a mencionar explícitamente. Debe re-
cordarse que la falsificación de documentos mercantiles se encontraba,
en el Código Español, dentro del párrafo relativo a la falsificación de
documentos públicos u oficiales, de modo que allí era, en verdad, un
delito meramente formal, que no requería perjuicio. Pero la Comisión
Redactora, atendida la naturaleza misma de estos documentos, trasladó

1 LABATIJT, op. cit., 11, p. 106.

178
DEUTOS CONfRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

su reglamentación al párrafo que se ocupa de los documentos priva-


dos, donde creyó conveniente exigir el perjuicio de tercero para san-
cionar. Si hubiera deseado mantener el carácter de delito formal de la
falsificación de documentos mercantiles, no habría tenido objeto el tras-
lado de sede. Es verdad que, por su importancia, la falsificación de do-
cumentos mercantiles resulta más grave que la de meros documentos
privados, pero esta mayor gravedad está ya considerada al establecerse
penalidad más alta respecto de aquéllos. Además, la referencia del tex-
to a "tales falsedades" está hecha a las que se han designado en el inci-
so primero, que son precisamente las "falsedades con perjuicio". La
falsificación de documentos mercantiles también requiere la producción
del perjuicio.

4. FAlSEDAD POR uso. El Art. 198, en una figura muy semejante a la del
Art. 196, sanciona a los que maliciosamente hicieren uso de los instru-
mentos falsos a que se refiere el artículo anterior, sancionándolos como
si fueren autores de la falsedad. Sobre el particular debemos reiterar lo
ya dicho respecto de la falsedad por uso en materia de documentos
públicos. Esta figura también exige la concurrencia del perjuicio, ya que
"los instrumentos falsos a que se refiere el artículo anterior" son los ins-
trumentos falsos que causan perjuicio a tercero. Por lo demás, no ten-
dría sentido exigir la concurrencia del perjuicio en la figura principal y
que intrínsecamente parece más grave, como es la falsificación misma,
y prescindir de tal exigencia tratándose de una conducta marginal y pos-
terior, como es el mero uso del documento falso.
La posible concurrencia con la estafa se resuelve de idéntica mane-
ra que en el caso anterior: el uso malicioso no sería más que una "de-
fraudación mediante uso de documento falsificado", especial en relación
con las estafas.

FALSIFICACIÓN DE PASAPORTES, PORTES DE ARMAS Y CERTIFICADOS

De la falsificación de estas clases especiales de documentos se ocupa


el párrafo 6 de este título. En general, presenta los mismos problemas
que las falsedades documentales anteriores, que se resuelven en idénti-
ca forma.

l. FAISfiliCACIÓN DE PASAPORTES Y PORTES DE ARMAS. Los Arts. 199, 200


y 201 se refieren conjuntamente, tipificando idénticas conductas, a la
falsificación de pasaportes y de portes de armas. Estos documentos,
de naturaleza eminentemente administrativa, caen sin duda dentro de

179
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

la definición general de documentos públicos u oficiales que hemos


enunciado más arriba, pero en virtud del principio de especialidad su
falsificación se rige exclusivamente por las disposiciones de los expre-
sados artículos. En general, puede decirse que el sistema seguido por
el Código en esta materia es más satisfactorio que el empleado en rela-
ción con los documentos públicos en general, ya que se ha prescindi-
do del casuismo excesivo en beneficio de fórmulas más amplias, que
cubren incluso algunos vacíos del sistema general.
a) Falsedad cometida por funcionario público. Se contemplan
dentro de ella los siguientes casos:
1) Falsedad ideológica. Se refiere a ella el Art. 199, que tiene por
único sujeto 'activo al funcionario público. Se sancionan allí dos con-
ductas diferentes: expedir un pasaporte o porte de armas bajo nom-
bre supuesto, esto es, que no corresponde a la persona que lo va a
usar, y darlo en blanco, conducta esta última que no es propiamente
una falsificación, y parece de bastante menor gravedad, a menos que
se obre a sabiendas de que el pasaporte se va a usar por persona que
no tiene derecho a ello, eventualidad que ya se asemejaría mucho al
caso anterior. Tal cosa opina FERNANDEZ, 1 quien cree ver aquí una sim-
ple irregularidad funcionaria.
2) Falsedad material. En esta clase de falsedades no tiene impor-
tancia la calidad del sujeto activo, y se sanciona igualmente al funcio-
nario que al particular. La conducta consiste, según el Art. 200, inciso
2°, en mudar, en un pasaporte o porte de armas verdadero, el nombre
de la persona en cuyo favor se halle expedido, o el de la autoridad que
lo expidió, o alterar en él alguna otra circunstancia esencial. Esta última
fórmula es sin duda la mejor en la materia.
b) Falsedad cometida por particular. A ella se refiere el Art. 200
en ambos incisos. Acertadamente, la ley no alude a las falsedades ideo-
lógicas cometidas por particulares en esta clase de documentos, ya que
siendo ellos públicos, la falsedad ideológica es exclusiva de los funcio-
narios. Las formas delictivas que aquí se contemplan son:
1) Forjamiento total de un pasaporte o porte de armas. A esta
conducta se refiere el Art. 200, con la fórmula "el que hiciere un pasa-
porte o parte de armas falso". A pesar de la fórmula "el que", debe con-
cluirse que esta forma de falsedad no puede ser cometida por un
empleado público que obra en su carácter de tal, pues en tal caso el
documento no podría ser íntegramente falso.
2) Alteración de un pasaporte o porte de armas. La conducta es

1 FERNANDEZ, op. cit., 1, p. 336.

180
DEUTOS CON1RA LA FE PUBliCA Y DE FALSEDAD

idéntica a la analizada precedentemente como falsedad material come-


tida por empleado público.
e) Falsedad por uso. De esta clase de falsedad se trata en el Art. 201,
y reviste dos variedades:
1) El uso de documento falso. Esta conducta consiste, según el
escueto texto legal, en hacer uso del pasaporte o porte de armas falso
a que se refiere el artículo anterior. Ese pasaporte o porte de armas fal-
so es el que ha sido forjado íntegramente o ha sido objeto de altera-
ción material en parte sustancial. La ley es más severa en esta figura
que en las correspondientes de los documentos públicos y privados, ya
que aquí no exige la comprobación del dolo, al no emplear la voz "ma-
liciosamente" u otras semejantes. Aunque aquí tampoco la regla de pe-
nalidad expresa que se sancionará al culpable "como si fuera autor de
la falsedad", debe también entenderse que esta figura tiene como suje-
to activo únicamente al que no ha sido autor de la falsedad, puesto
que para este último, que falsifica el documento para usarlo, el uso no
es más que el proceso de agotamiento de su delito, un "acto posterior
impune", cuyo desvalor delictivo es consumido por la penalidad del de-
lito de falsificación mismo.
2) La falsedad personal o suplantación. Por primera y única vez
encontramos esta forma especialísima de falsedad en relación con los
documentos. A ella se refiere el Art. 201, en su segunda parte, que ca-
racteriza la conducta sancionada como "hacer uso de un pasaporte o
porte de armas verdadero expedido a favor de otra persona". Esta figu-
ra puede estar en correspondencia con la falsedad ideológica del Art. 199,
cuando el funcionario público ha expedido un pasaporte o porte de
armas formalmente auténtico, pero bajo nombre supuesto. O bien pue-
de tratarse de un pasaporte enteramente auténtico, por todos concep-
tos, pero que corresponde a otra persona por la cual el suplantador se
hace pasar. Si se trata del primer caso, debe igualmente entenderse que
esta conducta está sancionada por separado sólo si quien hace uso del
pasaporte expedido bajo nombre supuesto es una persona distinta del
funcionario que lo expidió, por las razones ya señaladas precedente-
mente.

2. FALSIFICACIÓN DE CERTIFICADOS. Los certificados son documentos por


excelencia, ya que consisten precisamente en la aseveración o atesta-
ción de algo que le consta a quien lo emite. Los Arts. 202 a 205 se ocu-
pan de la falsificación de dos clases diferentes de certificados.
a) Certificados que otorgan beneficio indebido. Se contempla la fal-
sedad ideológica cometida por quienes los otorgan o expiden, en los si-
guientes casos: 1) El facultativo que librare certificación falsa de enfermedad

181
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

o lesión con el fm de eximir a una persona de algún servicio público


(Art. 202); 2) El empleado público que librare certificación falsa de méritos
o servicios, de buena conducta, de pobreza o de otras circunstancias se-
mejantes de recomendación (Art. 203). Estos documentos, por su naturale-
za, constituyen documentos privados, y ha sido necesario reglamentar
separadamente estas situaciones, ya que entregadas a las reglas generales,
serían impunes; se ha explicado que las falsedades punibles en documen-
tos privados son de carácter material y no ideológico, como son éstas.
Ahora bien, si el médico que libra la certificación falsa lo hace en
su calidad de funcionario público encargado por la ley de determinar
el estado de salud y la aptitud física de los llamados al servicio público,
comete el delito de falsificación de documento público del Art. 193 N° 4°. 1
Igualmente, prevalece por sobre esta disposición la del Art. 140 de la
Ley de Elecciones que sanciona a los que certifican falsamente para que
los designados vocales de mesa puedan excusarse. Del mismo modo,
los documentos mencionados en el Art. 203, aunque son expedidos por
funcionarios públicos, constituyen documentos privados, porque en ellos
no se certifican hechos determinados, sino opiniones, o situaciones ge-
nerales muy vagas y subjetivas. Pero si dicho funcionario certifica en
relación con ellas hechos falsos, y se trata del funcionario encargado
por la ley de certificarlos con exactitud, debe sancionársele en virtud
del Art. 193 y no por el Art. 203.
En cuanto a la falsedad material, se refiere a ella el Art. 204, que
sanciona "al que falsificare" un documento de la clase designada en los
dos artículos anteriores, expresión amplia que incluye la alteración del
certificado verdadero y el forjamiento completo de uno falso, recordan-
do sí que esta última conducta no es posible en cuanto al otorgante
mismo.
Por fin, también es sancionada la falsedad por uso, aunque no la
falsedad personal o suplantación, como ocurre con los pasaportes y por-
tes de armas. El Art. 204 pena a los que maliciosamente usaren, con el
mismo fin, de los documentos falsos. Se vuelve a exigir el requisito de
la prueba del dolo, y por las razones tantas veces señaladas debe res-
tringirse el sujeto activo a quienes no sean autores de la falsedad mis-
ma. La expresión "con el mismo fin" resulta oscura, pues ni el inciso
primero ni el artículo anterior mencionan ninguna finalidad particular.
Debe entenderse, en consecuencia, que en el caso del certificado mé-
dico el "fin" debe ser el de eximir del servicio a una persona llamada a
él (expresamente exigido por la ley), en tanto que en el caso de los

1
Conf. LABATIIT, op. cit., II, p. 108.

182
DELITOS CONfRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

certificados de recomendación el fin será el de obtener el beneficio para


el cual se ha procurado el. certificado.
b) Certificados que pueden causar perjuicio. El Art. 205 se refiere
al que falsificare certificados de funcionarios públicos que puedan com-
prometer intereses públicos o privados, y en otro inciso, a idéntica con-
ducta cuando el certificado ha sido falsificado bajo el nombre de un
particular. Esta imprecisa figura fue introducida en nuestro Código toma-
da del Código Belga, que a su vez se inspira en el Art. 162 del Código
Francés. Debe tenerse presente que en realidad la casi totalidad de los
documentos públicos constituyen verdaderos certificados, ya que los fun-
cionarios públicos que los expiden o autorizan están certificando, aseve-
rando, que les constan los hechos que allí narran como presenciados o
verificados por ellos. De este modo, si se estimara que el Art. 205 com-
prende todos los certificados, tanto los que constituyen documentos pú-
blicos como los que son documentos privados, el campo de aplicación
de los Arts. 193 y 194 prácticamente desaparecería, absorbido por el
Art. 205. Por consiguiente, debe estimarse que el Art. 205 sólo se refiere a
la falsificación de certificados que no constituyen documentos públicos,
lo que se ve corroborado por la pena notablemente inferior que el Art. 205
establece en relación con los Arts. 193 y 194, sin que hubiera razón para
justificarlo, en caso de estimarse que los certificados del Art. 205 también
podrían ser documentos públicos. En suma, el Art. 205 se refiere: a) A los
certificados que aparecen extendidos por particulares (inciso 2°); b) A los
certificados que PACHECO llama "de opinión", esto es, los ya contempla-
dos, desde otro punto de vista, en el Art. 203, y que no certifican hechos
específicos, y e) A los certificados que aparecen emitidos por funciona-
rios públicos, pero que no obran dentro de la esfera de sus atribuciones.
Tiene interés esta particular figura, ya que ella no es un delito mera-
mente formal, como la falsificación de documentos públicos, ni tampoco
exige la efectiva producción de un resultado dañoso, como la falsifica-
ción de documento privado. Es una figura de peligro concreto, en la cual
se exige la efectiva comprobación de que los certificados falsos tienen la
aptitud necesaria para llegar a producir perjuicio para intereses públicos
o privados. No se requiere la efectiva producción del perjuicio, pero tam-
poco se presume el peligro por el solo hecho de la falsificación.
No se sanciona, en esta figura, el mero uso de los certificados fal-
sos, conducta que, si es desarrollada por el propio falsificador, resulta
consumida en la falsificación misma, y si es realizada por un tercero,
debe ser encuadrada dentro del Art. 198 (uso malicioso de documento
privado falso), siendo por consiguiente de exigir la efectiva producción
del perjuicio para poder sancionar.

183
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

Sección Tercera

LOS RESTANTES DELITOS DEL TITULO

Finaliza el título IV con el párrafo 7, que trata del falso testimonio y el


perjurio, y el párrafo 8, que se refiere al ejercicio ilegal de una profe-
sión y a la usurpación de funciones o nombres. Estas últimas infraccio-
nes son atentados contra la seguridad del tráfico jurídico en su aspecto
más amplio, en tanto que aquéllas no aparecen vinculadas a la fe pú-
blica en el epígrafe del título, y en definitiva deben ser referidas a la
administración de justicia como bien jurídico protegido.
El falso testimonio y el perjurio nacieron a la vida jurídica dentro
del gran grupo de los delitos de falsedad de la Lex Cornelia, pero pro-
gresivamente doctrina y legislaciones han ido apartándolos de la no-
ción de "fe pública". Sobre la base del concepto de CARRARA ("fe
sancionada por el Estado"), no puede verse en el falso testimonio y el
perjurio una ofensa a la fe pública, de la cual las deposiciones de los
testigos no están investidas. En cuanto a la seguridad del tráfico jurídi-
co, se ve afectada por estos delitos sólo de modo indirecto y más re-
moto. Quedarían como posibles bienes jurídicos protegidos la integridad
probatoria, vinculada al pensamiento general de BINDING en esta ma-
teria, y la administración de justicia, punto de vista favorecido ya por
CARRARA, 1 que es el de más amplia aceptación en la actualidad. El pri-
mer criterio tropieza con la dificultad de que generalmente se sanciona
en las distintas legislaciones el falso testimonio por el solo hecho de
prestarse, aunque en definitiva no haya sido considerado por la senten-
cia judicial como prueba del hecho sobre el cual recae, lo cual marca-
ría una diferencia fundamental entre las falsedades documentales (que
serían delitos de lesión) y el falso testimonio (que sería delito de peli-
gro abstracto). Por esta razón, aunque estimamos que los conceptos
de tutela de la prueba y de tutela de la recta administración de justicia
no son enteramente incompatibles entre sí, nos parece más adecuado

1 CARRARA, Programa, § 2593.

184
DEUTOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

referir estas infracciones al último bien jurídico mencionado, como ob-


jeto específico de protección.
¿En qué sentido puede constituir un bien jurídico la "recta administra-
ción de justicia"? La administración de justicia, como poder del Estado, no
es sino una parte de la soberanía en su aspecto interno; equivale a juris-
dicción o imperio. Sería la facultad de que está investido el Poder Judi-
cial constitucionalmente y en su carácter de poder político en su más alto
sentido. Por tal razón los atentados contra la administración de justicia en
este elevado aspecto son verdaderos delitos políticos, y de ellos nos he-
mos ocupado en el capítulo anterior. Por otra parte, en el extremo opuesto,
la expresión que analizamos tiene una manifestación más concreta y que
pudiera denominarse administrativa, relativa al cumplimiento efectivo
de sus resoluciones o actuaciones. Quien estorba tal cumplimiento puede
cometer ciertos delitos contra el orden público (desacatos) o determina-
das infracciones funcionarias (denegación de auxilio, desobediencia). Por
fm, entre estos dos extremos, la administración de justicia tiene un tercer
aspecto, que podría llamarse funcional Se reconocen las atribuciones
de los funcionarios judiciales, se acatan sus resoluciones, pero se cum-
plen mal o torcidamente las funciones propias del Poder Judicial. Este in-
cumplimiento o mal cumplimiento puede producirse por culpa del propio
funcionario judicial o sus auxiliares, caso en que nos encontramos ante el
grupo de las prevaricaciones en general, o debido a responsabilidad de
los particulares obligados a prestar determinada cooperación a la autori-
dad judicial, y que no la prestan o la prestan mal. En este último grupo
pueden situarse infracciones como el falso testimonio, el perjurio, la acu-
sación falsa, la supresión o adulteración de pruebas, el soborno de testi-
gos, el encubrimiento, y algunas otras figuras. Los delitos de falso testimonio
y de perjurio representan una infracción al deber que la ley impone de
decir la verdad cuando se declara en calidad de testigo ante la autoridad
judicial o bajo juramento ante otra autoridad (en este último caso, de per-
jurio, el bien jurídico protegido sería más amplio, la administración públi-
ca en general). En este sentido el delito ya está perfecto en cuanto se
miente, aunque la mentira no llegue a producir daño o a constituir prue-
ba. Con relación al bien jurídico protegido, por consiguiente, estas infrac-
ciones son delitos de peligro abstracto, sin perjuicio de que el daño efectivo
pueda ser tomado en consideración para agravar la pena.

FALSO TESTIMONIO

El falso testimonio es una figura de falsedad esencialmente ideológica,


que consiste en mentir. La autenticidad de las formas (autoridad com-

185
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

petente, prestación del juramento, etc.) es incluso esencial para que pue-
da configurarse el delito. La Comisión Redactora probablemente pensó
que los términos "falso testimonio" eran suficiente caracterización del
delito, y por lo tanto no describió la acción punible, sino que, al igual
que su modelo español, sólo reglamentó la penalidad de la misma aten-
diendo a diversas hipótesis, en los Arts. 206 a 210 inclusive.
Sobre la base de los términos "falso" y "testimonio", podríamos in-
tentar una descripción de la conducta, diciendo que es la del "testigo"
que "miente". CARRARA considera en el fondo estos mismos elementos,
cuando define el delito como "la afirmación de lo falso o la negación
de lo verdadero emitida a sabiendas en daño -aun meramente posible-
de otro, por quien depone en juicio legítimamente como testigo". 1
El primer problema típico es la determinación del sujeto activo. No
cabe duda alguna respecto del testigo, pero existen dudas respecto de
otras personas, que también tienen por misión cooperar con la adminis-
tración de justicia, y que prestan generalmente juramento antes de des-
envolver su actuación, como el perito y el intérprete, y aun respecto
de las mismas partes, que a veces también prestan declaración de modo
semejante a los testigos, y bajo juramento (absolución de posiciones).
La expresión "testimonio", literalmente entendida, sólo comprendería las
declaraciones que formulan los testigos propiamente tales, pero también
podría interpretarse tal expresión en sentido extensivo, para incluir las
deposiciones de las demás personas ya indicadas, que en un alcance
más amplio son también testimonios. Aunque dentro de un concepto
de protección a la administración de justicia parecería lógico incluir como
sujetos activos a los peritos y a los intérpretes (aunque no a las partes),
nos parece que la interpretación literal es la que debe prevalecer en este
caso, pues aparte del término mismo "testimonio", el Art. 208, al esta-
blecer la penalidad del testigo en determinada hipótesis, señala: "Se apli-
cará la misma (pena) al testigo falso", indicando así a éste como el sujeto
activo del delito. Por lo demás, los Arts. 206 y 207 discurren sobre la
base de que el testimonio se ha prestado a favor o en contra del reo, en
tanto que el perito y el intérprete, en principio, no prestan declaración
ni a favor ni en contra del reo; no son testigos de cargo ni de descargo.
Además, el Art. 212 sanciona la presentación de testigos falsos en jui-
cio, sin mencionar al perito ni al intérprete.
La Comisión Redactora durante la discusión empleó de continuo los
términos "falso testimonio" y "perjurio" como equivalentes, de modo que
al encontrarse referencias en las actas donde se usan aquellos términos,

I CARRARA, Programa, § 2666.

186
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

no debe pensarse que estén tomados en un sentido estrictamente técni-


co para designar cada una de las figuras en que el párrafo se divide,
sino con un alcance amplio y general, conveniente a todas las figuras
del párrafo. Entendido esto así, parece que la intención de los Comisio-
nados fue la de comprender al perito entre los posibles sujetos activos
de estos delitos. Así, en la sesión 43, tratándose de la pena de los mé-
dicos que libran certificaciones falsas, la Comisión estampó en el acta
que dicha sanción no se extendía a los médicos que certificaren falsa-
mente sobre reconocimientos periciales en materia criminal, pues en esos
casos habría "una falsa declaración, un perjurio", punible por dicho tí-
tulo. En seguida, en la sesión 45 se dejó testimonio de que en las dis-
posiciones relativas al perjurio en causa criminal (debió decirse "falso
testimonio") se incluyen también las personas que no declaran bajo ju-
ramento por su dignidad, como los miembros del Parlamento (que ac-
tualmente deben jurar, aunque por escrito), o por la naturaleza especial
de su declaración "como los médicos, farmacéuticos y peritos de toda
clase", y lo mismo se repitió en relación con la falsa declaración en ma-
teria civil, señalando que en esta inteligencia no se consignaría una dis-
posición especial para dicha clase de testigos, comprendidos en las reglas
generales.
Sin embargo, por las razones antedichas, estimamos, con LABATIIT 1
que el tenor de las disposiciones de nuestro Código no permite inter-
pretarlas extensivamente para incluir al perito y al intérprete. Al respec-
to, son valederas las consideraciones de FERNANDEZ: "Sin duda, habría
sido preferible hacer de esta observación un precepto del Código. La
Comisión Redactora ... partió de la base de que las actas de sus sesiones
debían ser conocidas por todos los jueces, y atribuyó un alcance exa-
gerado a las notas y explicaciones de que en ella acordaba dejar cons-
tancia ... Estas actas constituyen la historia fidedigna del establecimiento
del presente Código, pero sólo pueden y deben servir para interpretar
expresiones oscuras de la misma ley ... de ningún modo pueden tener
el valor de disposiciones enteramente nuevas y aun diversas de las tra-
tadas en el presente Código. El delito sólo puede ser creado por ley y
no por actas ... Esta nota está bien respecto de los que declaran como
testigos ... , pero aparece completamente desligada respecto de los mé-
dicos o peritos que no son considerados como testigos, sino como auxi-
liares de la justicia".
Sobre lo que existe unanimidad de pareceres es acerca de la exclu-
sión, como posibles sujetos activos, de las propias partes que prestan

1 LABATIIT, op. cit., 11, p. 112.

187
DELITOS CON1RA LOS INTERESES SOCIALES

declaración ante el tribunal, aunque lo hagan bajo juramento. Tal es el


caso de los litigantes, en materia civil o penal, que absuelven posicio-
nes, o de los reos que prestan declaración indagatoria, aunque en este
último caso depongan falsamente con relación a los demás inculpados,
para favorecerlos o perjudicarlos. Del mismo modo, no comete esta in-
fracción el testigo que está declarando en calidad de tal, pero que se
ve interrogado sobre hechos cuya demostración equivaldría a admitir
culpabilidad propia en un delito. Todo esto en virtud de que nadie puede
ser testigo y parte a la vez, y de que nadie puede ser obligado a confe-
sar hechos que van en perjuicio propio. La propia Constitución Política
prohíbe que en las causas criminales se haga declarar bajo juramento al
inculpado y a ciertos parientes de éste (Art. 19, N° 7°, letra D. Se admi-
te, en fondo, el principio de la "no exigibilidad de otra conducta" res-
pecto de quien se ve forzado a escoger entre mentir y condenarse a sí
mismo. Además, las leyes de procedimiento eximen expresamente de
la obligación de declarar a ciertas personas, en general o con relación a
determinados hechos (Código de Procedimiento Civil, Art. 360; Código
de Procedimiento Penal, Art. 201). La Comisión Redactora dejó también
expreso testimonio de su parecer contrario a la punibilidad de los que
declaran en causa propia (sesión 45), entendiéndose por "causa pro-
pia" no sólo aquella en que se es parte formalmente, sino en general
aquella en que el testigo se ve personalmente afectado o comprometi-
do por la pregunta.
Dentro de los testigos, CARRARA distingue 1 entre los instrumenta-
les y los ordinarios. Son instrumentales los llamados expresamente a
asistir a un acto solemne para certificar y completar la fuerza probatoria
externa del mismo, y ordinarios los que, informados accidentalmente
de cualquier hecho, son llamados a narrar lo que saben de él. Sola-
mente los testigos llamados ordinarios son sujetos activos de falso testi-
monio; los instrumentales en realidad no prestan un testimonio, sino
que cumplen un requisito o solemnidad, generalmente para preconsti-
tuir prueba. Si el documento al que concurren deja testimonio de una
falsedad, podrá cometerse otra infracción, pero no falso testimonio (ge-
neralmente, alguna forma de estafa o falsedad documental en calidad
de coautores o cómplices).
En cuanto a la acción misma de prestar falso testimonio, la doctrina
se orienta en dos posiciones diversas. Para unos, la esencia del delito
radica en faltar a la verdad; para otros, en faltar al juramento. En la
práctica, por lo general se faltará a las dos cosas, pero hay algunos tes-

1
CARRARA, Programa, § 944.

188
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

tigos que no declaran bajo juramento, y hay, por otra parte, ciertas de-
claraciones juramentadas que no constituyen testimonio, respecto de los
cuales surgiría la duda. Entre nosotros, el punto parece estar resuelto
merced al desdoblamiento del delito en dos formas: el falso testimonio
y el perjurio. El primero consiste esencialmente en faltar a la verdad
cuando se declara como testigo; el segundo, en faltar a la verdad cuan-
do se declara bajo juramento, pero no en calidad de testigo. Ya hemos
visto cómo la Comisión Redactora dejó expresa constancia (sesión 45)
de que en los preceptos relativos al falso testimonio se entendía san-
cionar también a los testigos que por diversas razones no estaban obli-
gados a declarar bajo juramento y, al mismo tiempo, se dijo excluir de
estas disposiciones a los que deponen en causa propia, aunque lo hagan
bajo juramento. De este modo, dentro del delito de falso testimonio pro-
piamente tal, el núcleo del delito consiste en faltar a la verdad cuando se
declara como testigo, sea que ello se haga bajo juramento o no.
La tipicidad de este delito aparece todavía precisada por la exigen-
cia de los siguientes extremos:
a) Validez formal del testimonio. Ello significa que debe prestar-
se ante la autoridad competente y con las formalidades del caso (ante
juez o ministro de fe). Si se prescinde de las formalidades que la ley
exige, el testimonio será de todos modos nulo, y aunque se haya afir-
mado una falsedad, no constituirá este delito. De este modo, si la ley
exige (como ocurre de ordinario) que se juramente al testigo, y tal prác-
tica se omite, no habrá falso testimonio. Pero ello no significa que la
esencia del delito radique en la falta al juramento, sino que el juramen-
to se presenta como un requisito de validez formal del testimonio, para
que jurídicamente pueda ser tenido por tal, sea verdadero o falso.
b) Materia sustancial. No es preciso que la declaración falsa cause
perjuicio o beneficio, ni que pueda causarlo. Bastará, como señala so-
LER, 1 que la declaración pueda contribuir, positiva o negativamente, a la
formación del juicio del juez. Por lo tanto, será requisito necesario que
la falsedad recaiga sobre extremos sustanciales de la declaración, sobre
aquellos que constituyen esencialmente su contenido. 2 Es el mismo cri-
terio presente en materia de falsedades documentales: sólo la falsedad
que altere o varíe el sentido de lo afirmado puede tener relevancia pe-
nal. En cuanto a la declaración que recae sobre las circunstancias gene-
rales de identificación del testigo (identidad, profesión, domicilio, etc.),
estimamos que ella no es susceptible de constituir falso testimonio, ya

1 SOLER, op. cit., V, p. 261.


2 Conf. LABATIIT, op. cit., 11, p. 110.

189
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

que al respecto la declaración del propio testigo no hace prueba, y en


esta parte declarará sobre hechos propios. 1
e) Hechos externos y específicos. Esto significa que el testigo co-
meterá falso testimonio cuando declare sobre hechos que ha percibido,
según la expresión de la ley, "de ciencia propia", es decir, "por sus pro-
pios sentidos" (Código de Procedimiento Civil, Arts. 383 y 357 N° 4; Có-
digo de Procedimiento Penal, Arts. 459 y 460 No 13), o sobre hechos
propios relativos a la forma como le consta determinada circunstancia.
No habrá delito si el testigo expresa sus opiniones, o hace afirmaciones
de carácter jurídico y no material, o depone sobre el pensamiento aje-
no, como no sea a través de las manifestaciones externas del mismo
que él haya podido percibir. Todo ello, en virtud de que el testimonio
es medio idóneo de prueba solamente en relación con los hechos obje-
tivamente percibidos por el testigo, y no respecto de otros puntos.
En cuanto a las formas de comisión del delito, son dos las funda-
mentales: afirmar lo que es falso y negar lo que es verdadero. No basta
una discrepancia objetiva, naturalmente, entre lo afirmado y la realidad,
para constituir el delito; solamente se dará la parte objetiva del mismo.
La subjetividad está constituida por el dolo propio de todo delito; la
conciencia de la inexactitud de lo afirmado. Bastaría el dolo eventual o
duda acerca de la exactitud de lo que se afirma, siempre que a pesar
de la duda la declaración se prestara en términos categóricos. Por otra
parte, dentro de nuestro sistema procesal, el testimonio puede ser falso
aunque verse sobre un hecho intrínsecamente verdadero. En efecto, los
testigos deben, entre nosotros, "dar razón de sus dichos", esto es, ex-
plicar cómo y por qué les consta el hecho que aseveran. De este modo,
el testigo puede aseverar un hecho que sea cierto, pero cometer falso
testimonio al dar razón de sus dichos, v. gr., si afirma que el hecho le
consta por haberlo presenciado, si en realidad no estaba presente cuando
ocurrió. De este modo, para apreciar la existencia de un falso testimo-
nio es preciso atender a la totalidad de la declaración, esto es, al hecho
mismo que el testigo asevera y a las razones que da para fundamentar
su aseveración.
En opinión de LABATUT, 2 no comete delito el testigo reticente que
afirma desconocer un hecho que en realidad conoce, pues en tal caso
su declaración sería inoperante como medio probatorio. CUELLO CALON,
citando jurisprudencia española, 3 estima lo contrario, y cree que cons-

1 CUELLO CALON, op. cit., 11, p. 280, notas 1 y 2.


2
LABATUT, op. cit., 11, p. 110.
3 CUELLO CALON, op. cit., 11, p. 280.

190
DEUTOS CONfRA LA FE PUBUCA Y DE FALSEDAD

tituye falso testimonio (las reticencias parciales constituirían otra figu-


ra dentro de la ley española). QUINTANO RIPOLLES 1 opina lo mismo. Cree-
mos que estos últimos autores tienen razón, ya que no se divisa
diferencia esencial entre la mentira positiva y la negativa: la coopera-
ción que el particular debe prestar a la administración de justicia con-
siste en decir la verdad, y tanto se falta a ella cuando se afirma algo
falso como cuando se niega algo verdadero (se afirma "no saber nada"
acerca de un punto que en verdad le consta al testigo). En cambio,
tiene razón SOLER cuando sostiene 2 que no debe confundirse esta for-
ma de falso testimonio con la desobediencia: tal sería el caso del que
se niega a concurrir a declarar, o que, habiendo concurrido, rehúsa
prestar declaración en ningún sentido, sin hacer afirmación alguna. Es-
tos casos, que en otras legislaciones están reprimidos específicamente
como desobediencias o desacatos, entre nosotros son sometidos a un
régimen de apremios personales (Art. 380 del Código de Procedimien-
to Civil y Art. 190 del Código de Procedimiento Penal). Estas últimas
disposiciones hacen mención a la eventual "responsabilidad penal" del
testigo rebelde o renuente, pero como no establecen específicamente
una incriminación, en verdad la conducta resulta atípica, pues no po-
dría extremarse la construcción del delito de falso testimonio hasta el
punto de comprender estos casos, que claramente responden a una
objetividad distinta.
En cuanto a la consumación del delito, ella se identifica con la con-
sumación del testimonio mismo, esto es, se produce cuando la declara-
ción ha sido terminada, suscrita por el juez o ministro de fe y el
declarante, y autorizada por el secretario. La posterior retractación, que
en otras legislaciones está expresamente contemplada, no tiene la vir-
tud de hacer desaparecer el delito. Así lo estima también GROIZARD,3
aunque cree que podría existir una atenuante en este caso. Entre noso-
tros, de ordinario será admisible la atenuante de procurar con celo la
reparación del mal causado o de impedir sus ulteriores perniciosas con-
secuencias. Tampoco tiene influencia sobre la consumación el efecto
que en definitiva tenga el falso testimonio sobre la sentencia que se
pronuncie, ya que la penalidad del delito sólo atiende al sentido en que
la declaración se prestó, y no al efecto que produjo. Eso sí que si la
declaración falsa no ha alcanzado a terminarse (caso en que regular-
mente habrá tentativa o frustración), podría verse un acto impune si ello

1
QUINTANO RIPOLLES, Compendio, ll, p. 139, nota 8.
2 SOLER, op. cit., V, p. 228.
3 GROIZARD, op. cit., lll, p. 993.

191
DELITOS CONI'RA LOS INTERESES SOCIALES

se debiera a voluntaria retractación, ya que en tal evento existiría una


tentativa abandonada o desistida. 1
Para la penalidad del falso testimonio es preciso distinguir la natu-
raleza del acto judicial en que se presta y el sentido de la declaración.
La ley considera separadamente el falso testimonio que se presta en
juicio criminal, el que se presta en juicio civil y el que se presta en
asunto no contencioso. En materia criminal, el tenor original del Có-
digo obliga, en los Arts. 206 y 207, a distinguir si se presta a favor o
en contra del inculpado, y en ambas situaciones, a si el juicio versa
sobre crimen, simple delito o falta. Si el testimonio se ha prestado con-
tra el acusado y a consecuencia del mismo se ha impuesto a éste una
pena superior a la que corresponde al falso testimonio, al autor de
éste se impondrá la misma pena que se hubiere impuesto al acusado,
salvo que esta pena hubiere sido la de muerte, caso en que al testigo
falso se le impondrá la de presidio perpetuo (Art. 208). PACHEC0 2 aplau-
de este criterio taliona! del Código Español, donde ni siquiera se con-
signaba esta última excepción. En materia civil sólo se gradúa la
penalidad atendiendo a la cuantía del juicio: si es de cuatro sueldos
vitales o más, o si no excede de dicha cantidad (Art. 209). Por fin, en
materia no contenciosa la pena es única y no se hacen distinciones
(Art. 2210)
Las leyes 19.047, 19.114 y 19.158 dispusieron el reemplazo, en to-
dos los preceptos legales, de las expresiones "reo", "auto de reo", "en-
cargatoria de reo", etc. por las expresiones "procesado", y "auto de
procesamiento" cuando la ley se refiere a un inculpado sometido a pro-
ceso y aún no sobreseído, absuelto o condenado. En las demás situa-
ciones, la voz "reo" habría de sustituirse por las de "inculpado",
"condenado", "demandado" o "ejecutado", o incluso mantenerse, según
correspondiere. Dada la estructura del procedimiento penal vigente a la
fecha de esta edición, será muy frecuente que las deposiciones falsas
se presten durante la etapa inquisitiva del sumario, y antes de que se
haya dictado auto de procesamiento. En ediciones anteriores de esta
obra, explicábamos que en los artículos 206 y 207 la palabra "reo" no
estaba empleada en su sentido técnico riguroso, como equivalente de
"procesado", sino que comprendía también a los simples inculpados.
Pero al efectuar la sustitución, las ediciones oficiales del Código Penal
han sustituido la expresión "reo" por "procesado", lo que a nuestro jui-

1
Véase al respecto Parte General, Tomo 11, p. 63.
2
PACHECO, op. cit., 11, p. 333.

192
DELITOS CONlRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

do es un error: los artículos comprenden tanto a los inculpados, como


a los procesados, como a los acusados. 1
Algunas veces la declaración será prestada a favor de un inculpado o
procesado y en contra de otro. ¿Cómo debe penarse este caso? Opina-
mos que por el principio de consunción, la forma más grave de falso
testimonio (contra un inculpado) puede absorber el desvalor delictivo de
la forma menos grave (a favor de otro), pero no podría darse la situación
inversa, ni menos pensarse en condenar por dos delitos de falso testimo-
nio. También es posible que una misma declaración, respecto del mismo
inculpado, le sea en parte desfavorable y en parte favorable. En tal caso,
es preciso esclarecer previamente si alguna de tales partes es verdadera y
la otra es falsa, caso en que únicamente esta última (favorable o desfavo-
rable) es punible. Si ambas partes son falsas, volvemos a aplicar el princi-
pio de consunción, y consideramos que el desvalor delictivo de la parte
desfavorable (más grave) absorbe al de la parte favorable, pero no es líci-
to suponer lo contrario. Por fm, si es absolutamente imposible determinar
si la declaración, aunque se sepa que es falsa, viene a favorecer o a perju-
dicar al inculpado, el hecho resulta impune, pues la ley no prevé este
caso, y no podría crearse una figura delictiva y su correspondiente pena,
por analogía, quebrantando el principio de la reserva (nullum crimen).

PERJURIO

De este delito se ocupa tan sólo el Art. 210, que sanciona al que ante la
autoridad o sus agentes perjurare. En su sentido natural y obvio, el tér-
mino "perjurar" indica jurar en falso, mentir bajo juramento. De este
modo, si el perjurio se produce ante la autoridad judicial, declarando
como testigo, surge un concurso aparente de leyes entre el falso testi-
monio y el perjurio, que se resuelve en favor del falso testimonio, tanto
por especialidad como por consunción. El perjurio es un delito residual
o subsidiario, que comprende todos los casos en que se miente a una
autoridad bajo juramento, salvo aquellos en que se declara como testigo.
Objetivamente hablando, el perjurio presenta semejanza con el fal-
so testimonio, en el sentido de que debe faltarse a la verdad en puntos
sustanciales y en materias que le consten a la persona que declara. Ade-
más, debe prestarse juramento; el juramento debe estar establecido como

1 Véase lo dicho sobre este mismo punto a propósito del delito de sodomía, don-

de la ley emplea el circunloquio "el que se hiciere reo" del delito de sodomía. Véase
este mismo tomo, p. 74.

193
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

formalidad legal (no se trataría, v. gr., de un juramento prestado por un


particular en forma puramente voluntaria, para reforzar su afirmación
ante la autoridad), y debe prestarse ante la autoridad o sus agentes, o
sea, ante los funcionarios competentes según la ley para recibir el jura-
mento y la declaración correspondientes.
El juramento consiste en afirmar una cosa poniendo como testigo a
Dios. Específicamente, el Código de Procedimiento Civil (Art. 363) se-
ñala como formalidad del juramento la pregunta: "¿Juráis por Dios decir
verdad acerca de lo que se os va a preguntar?", seguida de la respues-
ta: "Sí, juro", cuando se trata de declaraciones testimoniales. El Art. 62
del mismo Código señala idéntica fórmula con carácter general para las
declaraciones narrativas, y añade otra para los juramentos judiciales pro-
misarios (como el de los peritos): "¿Juráis por Dios desempeñar fiel-
mente el cargo que se os confía?", seguido de: "Sí, juro". El Art. 304 del
Código Orgánico de Tribunales señala otra fórmula para el juramento
que deben prestar los jueces al ser instalados en sus cargos: ¿Juráis por
Dios Nuestro Señor y por estos Santos Evangelios que, en el ejercicio
de vuestro Ministerio, guardaréis la Constitución y las leyes de la Repú-
blica?; "Sí, juro"; "Sí así lo hiciéreis, Dios os ayude, y si no, os lo de-
mande". No existe una fórmula general de juramento para los demás
casos en que la ley exige que se preste en determinadas circunstancias.
De ordinario se emplea una fórmula semejante a la que existe en mate-
ria testimonial, pero se admiten incluso declaraciones juradas por escri-
to, en las que simplemente se expresa: "Declaro bajo juramento" o
fórmulas parecidas.
Pese a la naturaleza del juramento, no debe verse en la sanción del
perjurio una reminiscencia de los delitos contra la religión, como la blas-
femia, ni la supervivencia de un prejuicio ideológico. Tampoco debe
verse en la exigencia de juramento una forma de violentar la concien-
cia de los no creyentes. La finalidad del juramento y la sanción del per-
jurio son diversas en la actualidad. La función del juramento es la de
una formalidad especialmente solemne para hacer objetivamente apre-
ciable el momento a partir del cual la persona que presta declaraciones
se encuentra en la obligación jurídica de decir la verdad, la que de or-
dinario no existe, según se ha hecho presente varias veces. Facilita, en
consecuencia, la tarea de quienes deben sancionar la infracción a este
deber, y facilita el cumplimiento del mismo a quienes se encuentran
sometidos a él. Es particularmente acertado SOLER a este respecto, cuando
manifiesta que la sanción de estos delitos no deriva de la concepción
religiosa del juramento, sino "de la necesidad de que medie una formal
advertencia para el declarante en el sentido de que las manifestaciones
que haga durante un acto determinado deben ser especialmente cuida-

194
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

dosas, porque pueden acarrear!e graves consecuencias", especialmente


si se trata de actuaciones administrativas, menos solemnes que las judi-
ciales. Es verdad que la misma finalidad podría conseguirse mediante
otras fórmulas convencionales, o aun mediante fórmulas cabalísticas o
ininteligibles, pero se ha conservado la fórmula de la invocación a la
Divinidad, en parte por razones tradicionales, y en parte porque no es
posible desconocer que siendo la fe religiosa un hecho social muy ex-
tendido, el empleo de la fórmula tradicional tiene el efecto de añadir al
imperativo jurídico de decir la verdad, la conciencia religiosa de la mis-
ma obligación, favoreciendo así, en el caso de los creyentes, las finali-
dades de la ley.
Ahora bien, el juramento puede ser de dos clases. Puede ser decla-
rativo, cuando se presta para testimoniar la verdad de hechos presentes
o pasados que se afirman o niegan. Y puede ser promisorio, cuando
versa sobre la conducta futura de quien lo presta, en el sentido de com-
prometerse a hacer o no hacer algo. De esta última especie son por lo
general los juramentos que prestan los miembros de los tres poderes
del Estado (Presidente de la República, Ministros de Estado, Senadores
y Diputados, magistrados judiciales) y otros funcionarios al asumir sus
cargos, con respecto al futuro desempeño de los mismos. Aunque la
Comisión Redactora parece haber tenido en vista ambas especies de ju-
ramento (sesión 45, en la que se habla de "declaraciones o compromi-
sos"), estimamos que el juramento que da origen al perjurio es solamente
el declarativo, que versa sobre hechos sabidos (presentes o pasados)
que se alteran. La infracción del juramento promisorio es sólo el incum-
plimiento de un compromiso, no una mentira. El juramento de los fun-
cionarios tiene sólo el valor admonitorio que le presta la fe de la persona
que lo formula. De otro modo, toda infracción sustancial de los debe-
res funcionarios, además del delito específico que constituyera (preva-
ricación, v. gr.) debería sancionarse a título de perjurio. Sin embargo,
hay algunos casos en que los juramentos de los funcionarios son decla-
rativos, como los que versan sobre la ausencia de inhabilidades que los
afecten, que algunas leyes exigen en ciertos casos. En cuanto a los tes-
tigos llamados instrumentales, que concurren a un acto para solemni-
zado, a menudo no formulan juramento de ninguna clase, como los
testigos de las escrituras públicas. Otras veces, sin embargo, declaran
bajo juramento sobre ciertas circunstancias, como los testigos de infor-
mación matrimonial, que deponen sobre la ausencia de impedimentos
de los contrayentes (Ley de Matrimonio Civil, Art. 12). En caso de false-
dad, dichos testigos incurrirían en perjurio.
En los demás aspectos, los problemas suscitados por el delito de
perjurio son sustancialmente idénticos a los del falso testimonio, y de-

195
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

ben resolverse en la misma forma. No es, empero, exacto afirmar que


"no hay perjurio en causa propia", ya que hay numerosos casos en que
la ley obliga a declarar bajo juramento precisamente con referencia a
hechos propios, y en tal caso debe estimarse que si se impone la obli-
gación, debe tener también vigencia la sanción correspondiente cuan-
do ella es infringida. 1

PRESENTACIÓN DE PRUEBAS FALSAS

El Art. 212 sanciona al que a sabiendas presentare en juicio criminal o


civil testigos o documentos falsos. En verdad, entregada a las reglas ge-
nerales esta conducta sería sancionable como uso malicioso de docu-
mento falso, o bien como coautoría de falso testimonio. Empero, no ha
sido superflua la creación de esta figura autónoma y separada, con ca-
rácter más amplio, pues a veces las reglas generales no serían suficien-
tes para sancionar todos los casos (v. gr., si el testigo falso no ha sido
forzado o inducido por la parte, sino que presta declaración en forma
espontánea y voluntaria). Dentro de esta figura se incluye un caso que
generalmente las legislaciones contemplan específicamente por separa-
do: el soborno de testigo, que no es sino una forma particular de in-
ducción al falso testimonio. De todos modos, las reglas generales
continúan subsistentes para sancionar a los coautores de falso testimo-
nio o de falsedad documental, en su caso, si no caen bajo las disposi-
ciones de este artículo.
Por lo que toca a los documentos falsos, ya hemos señalado que el
Art. 212 es especial con relación a los Arts. 196 y 198, ya que no es más
que una forma muy particular de documento falso. Debe repetirse aquí
lo ya dicho en relación con aquellas disposiciones, en el sentido de que
esta pena se impone cuando el autor de la presentación de documen-
tos falsos no es el propio autor de la falsedad, pues respecto de éste se
trata de una conducta de agotamiento, no punible por separado. Sin
embargo, en materia de documentos privados existe una diferencia im-
portante. En el Art. 198 señalamos que el uso de tales documentos, al
igual que la falsificación misma, debía producir perjuicio. En este caso,
tanto el texto del Art. 212 como su situación sistemática revelan que el
bien jurídico fundamentalmente protegido es la administración de justi-
cia, a través de la autenticidad de los medios de prueba. De este modo,
estimamos que al presentar un documento privado falso en juicio, no

1 Contra, LABATUT, op. cit., 11, p. 113.

196
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

es preciso que se produzca efectivamente un perjuicio, pero sí es nece-


sario que tenga aptitud probatoria y que sea falso precisamente en aque-
llos extremos en que la tiene. A este respecto valen los mismos criterios
que en materia de falsedad sustancial del testimonio.
¿Quién "presenta" los testigos o documentos falsos? Dada la estruc-
tura de nuestro sistema procesal, quien materialmente lo hace es la per-
sona que suscribe el escrito con que se acompañan los documentos o
en que se indican los nombres de los testigos que posteriormente pres-
tan falso testimonio. Por excepción, en los procedimientos o actuacio-
nes orales, será quien de hecho entrega los documentos o señala los
testigos. De este modo, material y objetivamente, habrá a primera vista ·
responsabilidad para el apoderado de la parte que aparece suscribien-
do tales escritos o realizando tales actuaciones. Pero en definitiva debe
determinarse su responsabilidad desde el punto de vista subjetivo, lo
que puede llevar a la responsabilidad conjunta de la parte y el aboga-
do o procurador, o solamente de éste, o únicamente de aquélla, o in-
cluso de un tercero, solo o de concierto con ambos o uno de ellos.
Debe tenerse además presente que el delito está integrado por un ele-
mento subjetivo, "a sabiendas", que exige la verificación del dolo, pres-
cindiendo de la presunción del Art. 1°.

ACUSACIÓN O DENUNCIA CALUMNIOSA

En redacción un tanto artificiosa, el Art. 211 dispone: "La acusación o


denuncia que hubiere sido declarada calumniosa por sentencia ejecuto-
riada, será castigada ... ", y distingue para los efectos de la penalidad se-
gún si ella ha versado sobre crimen, simple delito o falta. Procesalmente,
debe entenderse que el Art. 211 se refiere a la denuncia o querella, tér-
mino este último con que el Código de Procedimiento Penal (posterior
al Código Penal) designa al ejercicio de la acción penal pública por un
particular.
De este modo, el núcleo de esta figura delictiva radica en la presen-
tación, a la autoridad, de una denuncia o querella. Sobre la naturaleza,
características y formalidades de una y otra, debe estarse a lo dispuesto
en los Arts. 81 y siguientes del Código de Procedimiento Penal.
En seguida, esta denuncia o acusación debe ser calumniosa. No
existiendo una definición especial, del término, debe entenderse que él
significa "perteneciente o relativo a la calumnia", esto es, que participa
de las características de la calumnia. Esta última, según se ha señalado,
consiste en la imputación de un delito determinado, pero falso, que pue-
da actualmente perseguirse de oficio (Art. 412). Por consiguiente, la de-

197
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

nuncia o querella debería contener la imputación de un delito determi-


nado, pero falso, y que pudiera actualmente perseguirse de oficio. So-
bre la necesidad de que se impute un delito, y que éste sea determinado
y falso, no hay discusión. Pero sí la hay respecto del requisito de que
la imputación verse sobre delito "que pueda actualmente perseguirse
de oficio", lo que excluiría del ámbito de este delito la querella por una
infracción de acción privada (injurias, amenazas). LABATUT estima que
el último requisito no es exigible, y que basta con que la denuncia o
querella sea falsa, 1 fundándose en la diversidad de bienes jurídicos pro-
tegidos. En verdad, en este delito no se protege sólo el honor de las
personas, sino primordialmente la administración de justicia. Ahora bien,
ésta puede verse afectada cada vez que surge la posibilidad de dictarse
una sentencia injusta, por falsearse los hechos (lo mismo que puede
ocurrir cuando se adulteran los medios de prueba). No cabe duda de
que esta situación puede presentarse con respecto a una querella en
que falsamente se imputa a otro la comisión de un delito de acción
privada. Pero no puede decirse lo mismo con respecto a la querella o
denuncia por un delito ya penado o prescrito, a menos que la falsedad
recaiga precisamente sobre estas últimas circunstancias, puesto que si
se admite que el delito está penado o prescrito, desaparece la posibili-
dad de que se llegue a dictar una sentencia injusta, y por lo tanto sólo
habrá ofensa para el honor del afectado, pero no para la administra-
ción de justicia. En suma, estimamos que la querella o la denuncia se-
rán calumniosas cuando ellas contengan la imputación de un delito
determinado pero falso, y que se presenta como actualmente punible.
La falsedad puede consistir en la afirmación de un hecho inexis-
tente, o de una participación inexistente del afectado, o en silenciar
circunstancias que quitan al hecho su punibilidad, intrínsecamente o
con respecto al imputado. No es falsedad el error o la afirmación
inexacta acerca de la calificación jurídica de los hechos o de las cir-
cunstancias particulares de comisión, según lo dicho al tratar del deli-
to de calumnia.
La redacción poco directa de la ley ha provocado dificultades de
interpretación respecto de la exigencia de que la acusación o denun-
cia haya sido "declarada calumniosa por sentencia ejecutoriada". Se
ha interpretado a veces este precepto en el sentido de que antes de
iniciarse procedimiento por el delito de acusación o denuncia calum-
niosa es preciso que haya una declaración judicial anterior (sea dicta-
da en el mismo juicio iniciado por la querella calumniosa, o en otro

1
LABATUT, op. cit., II, p. 115.

198
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

procedimiento especial), que declare calumniosa la querella o denun-


cia y que esté ejecutoriada. En opinión de SCHWEITZER1 y de LABATUT, 2
no se trata más que de una repetición de la regla general de que no
puede imponerse ninguna pena sino en virtud de sentencia judicial
ejecutoriada. Concordamos con este pensamiento, ya que en verdad
la supuesta "declaración previa", aparte de ser completamente extraña
a todo nuestro sistema procesal penal, o sería una declaración super-
flua, carente de fuerza jurídica obligatoria, o bien haría inútil el se-
gundo juicio, donde ya no habría nada que investigar, ni que
controvertir, ni que calificar, y que sólo tendría por objeto la imposi-
ción de la pena (una especie de "juicio ejecutivo" en materia penal).
Por lo demás, no sería posible pronunciar un juicio condenatorio, de-
clarando la comisión de un delito, en una forma puramente inciden-
tal, sin ninguna de las formalidades procesales indispensables, de
investigación, discusión, acusación, defensa y prueba. Además, no se
divisa la razón que existiría para crear este régimen excepcionalísimo
con respecto a este delito y nada más que a él. En suma, estimamos
que una vez terminado por sobreseimiento o absolución el proceso a
que dio origen la denuncia o querella calumniosa, podrá iniciarse un
proceso por acusación o denuncia calumniosa contra quien la formu-
ló, en conformidad a las reglas generales. Si la sentencia es condena-
toria, una vez ejecutoriada se impondrá la pena.
No basta, eso sí, la absolución o el sobreseimiento en el primer pro-
ceso para estimar Calumniosa la denuncia O querella; es preCiSO acredi-
~ar la falsedad de la imputación (lo que ño s1empre se da por probado
en la sentencia absolutoria) y gue el querellante procedió a conciencia
de la falsedad de lo que imputaba. Todo esto, naturalmente, se acreai-
tará en el segundo proceso.
Este delito es diferente de la calumnia en su forma específica de
comisión, en algunos de sus aspectos típicos (puede referirse a la im-
putación de delitos de acción privada, según se ha hecho presente, y
también a la imputación de faltas, de acuerdo con el texto del Art. 211,
lo que no es punible en la calumnia) y en el bien jurídico a que se
refiere. Por consiguiente, no puede entendérsele comprendido en la re-
gla que declara la calumnia delito de acción privada. La acusación o
querella calumniosa es delito de acción pública.

1
SCHWEITZER, MIGUEL, El delito de acusación o denuncia calumniosa, en Revis-
ta de Ciencias Penales, Tomo III, 1937, p. 357.
2 LABATUT, op. cit., II, p. 116.

199
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

EJERCICIO ILEGAL DE UNA PROFESIÓN Y USURPACIÓN DE NOMBRE

Es la última figura del título, contemplada en el párrafo 8. Se trata de


casos de falsedad netamente personal y no material. Se incluyen aquí
solamente por su eventual repercusión sobre la seguridad del tráfico
jurídico, ya que no aparecen lesionadas ni la fe pública en sentido tra-
dicional, ni la integridad de la prueba, ni la propiedad, ni la administra-
ción de justicia, que son los bienes jurídicos que se suelen mencionar
como ofendidos por los delitos de este título. Las infracciones de que
nos ocupamos han sido modificadas por la Ley 17.155, de 1969, para
adecuarlas a las circunstancias sociales modernas. Ellas son:

1. FINGIRSE AUI'ORIDAD, FUNCIONARIO PÚBUCO, O TITULAR DE UNA PROFE-


SIÓN QUE, POR DISPOSICIÓN DE LA LEY, REQUIERA TÍTULO O EL CUMPLIMIEN-
TO DE DETERMINADOS REQUISITOS, Y JUERCER ACTOS PROPIOS DE DICHOS
CARGOS o PROFESIONES. El delito consumado exige tanto el fingimiento
como el ejercicio de actos. El fingimiento es una imitación, una super-
chería sin base real. En esto se diferencia esta figura (en lo tocante a
simular autoridad o la calidad de funcionario públicó) de los delitos de
anticipación, prolongación y usurpación de funciones o atribuciones por
parte de los funcionarios públicos, en los cuales existe verdaderamente
un cargo o atribuciones que se anticipan, prolongan o usurpan; aquí
sólo hay una invención. El fingimiento, que es una imitación o remedo,
exige algo más que una afirmación; una mise en scene o apariencia ex-
terna, por simple que sea (una tarjeta, un aviso en un periódico, un
timbre, etc.). En cuanto al ejercicio de actos, la ley determinará en cada
caso cuáles son los "actos propios del cargo o autoridad" que se finge,
ya que serán distintos según cuales sean las calidades fingidas. Tam-
bién debe tenerse presente que los Arts. 439 y 440, a propósito de los
delitos de robo, asimilan a estos delitos ciertos casos en que la apropia-
ción de las especies se obtiene merced a "fingirse ministro de justicia o
funcionario público", o "simulación de autoridad". En tales casos, en
virtud de los principios de especialidad y consunción, se sancionará úni-
camente a título de robo.
El inciso segundo del Art. 213 señala que "el mero fingimiento de
esos cargos o profesiones" será sancionado como tentativa de este deli-
to, situación que ordinariamente habría también recibido esta califica-
ción según las reglas generales. No obstante, la disposición es útil, ya
que a veces será difícil probar la intención encaminada al ejercicio de
actos específicos propios de la profesión.
Debe tenerse presente que en la actualidad no es requisito el perte-
necer a un Colegio Profesional para ejercer una profesión titular. En lo

200
DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

que respecta a la profesión médica y las de dentista, químico-farmacéu-


tico, bioquímico u otra semejante, relativas a las artes curativas, la san-
ción se encuentra en el Art. 313 a del Código Penal, entre los delitos
contra la salud pública, donde nos ocupamos de analizar su tipicidad.
El Art 3° de la Ley 18.120 sanciona la realización de ciertos actos pro-
pios de la profesión de abogado, sin serlo. El Art. 213 se aplicará a los
casos no comprendidos en las disposiciones citadas. La ley española llama
a este delito "intrusismo".

2. USURPAR EL NOMBRE DE OTRO, SIN PERJUICIO DE lA PENA QUE PUDIERE


CORRESPONDER AL USURPADOR A CONSECUENCIA DEL DAÑO QUE EN SU FAMA
O INTERESES OCASIONARE A lA PERSONA CUYO NOMBRE HA SUPLANTADO
(Art. 214). En los delitos contra el orden de las familias nos ocupamos
de la "usurpación de estado civil", que esencialmente es usurpación de
identidad. Aquí se trata de una simple usurpación de nombre, o sea, de
atribuirse y usar el nombre de otro, aunque no se trate de hacerse pa-
sar por él. Como no se exige perjuicio, y en caso de concurrir, se pena
separadamente, puede advertirse que es éste un delito de peligro abs-
tracto, contra la seguridad del tráfico jurídico. La conducta consiste en
usar el nombre de otra persona real y existente, no en usar nombre
inventado o seudónimo, 1 o el de una persona fallecida. Es curioso ano-
tar que la Comisión Redactora (sesión 45) acordó sancionar este hecho
como mera falta (lo que sin duda habría sido más acertado), y que no
hay constancia del acuerdo contrario. Es probable que RENGIFO haya
olvidado hacer la anotación correspondiente en el ejemplar de su ante-
proyecto.
El Código de Justicia Militar sanciona a quien, sin derecho, usare
uniforme, insignias, distintivos o condecoraciones correspondientes a las
Fuerzas Armadas, en tiempo de paz o de guerra (Art. 333), y el uso in-
debido de insignias, bandera o emblemas de la Cruz Roja, en tiempo
de guerra y en la zona de operaciones de una fuerza en campaña
(Art. 264).

1
LABATUT, op. cit., 11, p. 121.

201
CAPITULO VIII

DELITOS DE LOS EMPLEADOS


PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO
DE SUS CARGOS

PROBLEMAS PRELIMINARES

El título V del Libro II se ocupa de los crímenes y simples delitos come-


tidos por empleados públicos en el desempeño de sus cargos. Estas in-
fracciones presentan problemas complejos y de mucho interés técnico,
algunos de los cuales es menester dilucidar antes de entrar al estudio
de las distintas figuras en particular.

l. BIEN JUIÚDICO PROTEGIDQ. La búsqueda del bien jurídico protegido


resulta particularmente difícil en este título, pues literalmente hablando
el legislador parece haber agrupado aquí las infracciones atendiendo al
sujeto activo ("los empleados públicos":YY no al bien jurídico tutelad~~~~
En otras legislaciones estos delitos se Ilaman "contra la AdministraciÓn'
Pública", entendida esta expresión en un sentido amplio. Se trataría de
las tareas concretas que realiza en el cumplimiento de sus funciones la
autoridad pública encargada de ejercer la soberanía. Se extiende este
concepto a los tres poderes del Estado (comprendiendo, v. gr., la admi-
nistración de justicia), e incluso alcanza a sus manifestaciones moder-
nas más ramificadas (instituciones de carácter mixto o dotadas de cierta
autonomía, como las semifiscales o de administración autónoma) y tam-
bién al Gobierno público local o poder municipal.
Sin embargo, resulta claro que el legislador debe haber tenido en
consideración algún bien ·jurídico particular dentru del título V, ya que
encontramos en varios otros títulos del Código diversas infracciones que
también son cometidas por empleados públicos en el desempeño de
sus cargos, y que no se reglamentan en este título./En tal sentido, el
epígrafe del mismo no resulta exacto y peca por defecto.
A nuestro juicio, el bien jurídico protegido en el título es también
entre nosotros la ~e . -. a "~istraciófl úbli ¡f.Para estos efectos la
expresión "Administrae1on Pública" e e e tenderse en sentido muy
aJ11plio, como "actividad general del Estad<¿,/no sólo en el aspecto

203
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

técnicamente llamado administrativo, sino también en el legislativo, y el


judicial. Esta idea es expuesta por BUNSTER1 quien manifiesta su acuerdo
· con el pensamiento de EUSEBIO GOMEZ, en el sentido de que en estos
delitos no resulta atacado el Estado mismo, sino su regularidad funcio-
ñat En el título V se reglamentan aquellas infracciones en las cuales el
bien jurídico prevalecientemente afectado es la administración pública.
En otros delitos cometidos por empleados públicos en el desempeiio
de sus cargos, la ley ha considerado de mayor importancia otros bienes
jurídicos atacados, como es el caso de los atentados contra las garantías
constitucionales o contra la fe pública, bienes que han parecido más re-
levantes para el legislador que la administración pública, aunque esta
última también resulta sin duda lesionada por dichas conductas.
La ley no ha sancionado en este título todos los atentados contra el
recto y normal desenvolvimiento de la administración pública, sino so-
lamente aquellos que tienen, como sujeto acti.,y a un empleado públi-
co. Es~~ es, S(!~$»-:f>ar;tieylar.'. , siders:Ci??-1fl. racción de un deber
espec1f1co d~ _de .. · c(e ef1c1eit, que pesa sobre de-
termina~a personas liga as con a orida(fj ública por un vínculo
es,g$-1 . ste"Ctéber confier na mayo vancia a las infra~s
•¿ontra administración pública cuando su autor es un empleado pú-
blico, ya que a la ofensa del bien jurídico protegido se añade el que-
brantamiento de un deber específico;-:~os atentados que tienen como
.,sujetos activos a los particulares se eíkuentran reglamentados en otros
títulos del Código, y especialmente en el título VI.
Lo expuesto en el párrafo presente pone de manifiesto la necesidad
de dilucidar dos problemas comunes a las infracciones de este título: el
concepto de emplead . .. 1 la situación d los extrañps que to-
man parte junto e ellos en es~ infracs;;·~~W
.....--··- / \

último del párrafo, su-

1
BUNSTER, La malversación, p. 7.

204
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

"tg!lo "!¡"'f JleA'fil


nuentoelete e{
~ ¡¡¡u¡¡o público~ue no sea de nombra-
\pu 1:a, m reClba sueldo del Estado. La Ley 13.211
añadió los términos "semifiscal, de administración autónoma y munici-
pal", con el propósito de resolver por esta vía algunas dificultades prácti-
cas surgidas en relación con dichas categorías de empleados._
Posteriormente, la Ley 15.078 dio al precepto su complicada redacción
actual. Aun cuando la técnica legislativa no ha sido particularmente afor-
tunada, debe ponerse de relieve que el concepto original era lo suficien-
temente amplio como para incluir a todas las categorías de personas que
ahora son menCionadas expresamente, ya que la locución "cargo públi-
co" se refería a cualquiera clase de vinculación, permanente o accidental,
a las funciones propias de la administración pública, con las responsabi-
lidades y deberes que ellas suponen. Tal es el concepto que ofrece BUNS-
TER.1 Siendo ello así, tal noción permite aplicar el calificativo de empleado
público a los funcionarios que sirven la administración pública dentro de
las nuevas formas administrativas, jurídicas y económicas que las activi-
dades del Estado han ido asumiendo. En consecuencia, los sucesivos agre-
gados legislativos eran innecesarios, y en cambio han tenido la
consecuencia perjudicial de dar a los términos "cargo público" un alcan-
ce restringido, en vez del amplio que antes tenían. _]n efecto, al con_!!a-
honer la expresión "público" con las de "sernifiscal", "municipal", etc. 1 ~e
a atribuido a a u' la u entido administrativo técnico más reciso,
dentro el cual los "semifiscales" "mumc1 es etc. no son em leados
"públicos", sino ue se asimilan a ellos '86iü'-~-or dis osición ex resa de=--
la ley¡_).fl cambio, dentro e texto primitivo la voz "público" comprendía
sin duda todos los grupos o categorías de empleados ligados a las labo-
res propias de la administración pública.
Afortunadamente, la última reforma del Art. 260 ha introducido expre-
samente la noción de "funci~~_pQl:>lica", que mantiene el concepto funcio-
nal de "empleado público". Para el derecho penal, puede decirse que la
fun¿ióii:_cr<:~ al_~~gl~"a.do.l.y_n()~ la invt:~sa.¡G advertencia legal en el sen-
tido de que no son necesarios ni el nombramiento del Jefe del Estado ni la
remuneración, y de que incluso los funcionarios de elección popular están
incluidos en el concepto, es particularmente importante, porque resuelve
de modo tajante un punto que es controvertido en otras legislaciones. Así,
para FRANK y BINDING es esencial el nombramiento o vínculo contractual
de derecho público, en tanto que para MEZGER y SCHONKE la noción funda-
mental es la de "función pública" y no la de nombrarniento. 2

1
BUNSTER, La malversación, p. 31.
2 MEZGER, Libro de Estudio, 11, p. 403.

205
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

En Derecho AdministratiyoJ suele distinguirse entre "~H!P~e.~dc:Lpú­


blli;o:' y " _ngOfl.'iQQ...P-:!J 1co', estimándose que este último está inves-
tido de cierta ¡mtoridad o autonomía_ de determinación, en tanto que
aquél es subordinado al funcionario y sólo realiza tareas de ~cuc!ón.
para el JPP~ho J>~n<Ü~~ eo/ambio, son sinónima.s las expresiones "~­
eleado' v~il:m_<;:i_Q_qª!i~~ modo que incluso el Presidente de la Repú-
blica-es un érii.pTeaao· público para los efectos de los delitos designados
en este párrafo, al igual que los parlamentarios, los miembros del Po-
der Judicial, los regidores y alcaldes, etc. Lo demuestra la circunstancia
de incluirse expresamente a quienes desempeñan cargos de elección
popular, que corrientemente no son llamados "empleados públicos".
Además, la definición del Art. 260 aparece dada también para los efec-
tos del.páf!:_afo IV del título III, el cual se refiere a los delitos contra los
derechos constitucionales que _.<;.qmeten los "fun;z.ionar&e~"..J;?úblicos, lo
que nos indica la sinonimia de amJ:as expresione~v;,: .
Si la qefinición del Art. 26Q_~~--v~Hc:fa ~olamente dentro del título V y
el ~fo · • e~~o/I~~:~,~i~~~b!~qi~~~;E~~~r~~f~en~ /
Y;~~~l':!qüere'Spectü<""Cfe lós" restantes delitos ·-et-·concepto~e
emple o p' ico es fijado por el Estatuto Administrativo, el cual atien-
dé primor ialmente al servicio fiscal en que se desempeñan las labores"·
y a la fuente de remuneración. En nuestra o inión tal conce to es errad
El Derecho na ocupa de emp ea o pu tco para mes mue o s
los- De cho Administrativo. De acuerdo con la conocida
as
cv . definiciones lesales sólo son obligato-
o

. para las cuales el legislador las proporcio-


qu a nocton e emp ea o pu tco so a al
Es tuto A rativo para los efectos de determinar quiénes son los
sujetos de derechos y deberes gue el propio Estatuto señala. El interés
del Derecho Penal por el funcionario público, en cambio, cubre mu-
chos otros aspectos de su actividad. De seguirse el criterio de LABATIJT,
deberíamos llegar a la conclusión de que dentro del Art. 193, que trata
de la falsedad en documento público cometida por empleado público,
el sujeto activo debería determinarse de conformidad al Estatuto Admi-
nistrativo, lo cual significaría que un Notario Público no podría cometer
este delito, ya que según el Estatuto Administrativo no es empleado pú-
blico.
Hemos dicho ya que la calidad de empleado público, para los efec-
tos penales, está siempre dada por la función pública que una perso-

1
LABATUT, op. cit., II, p. 70.

206
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

3. SmrAqóN Dll ~:R§Jff'JA~ ffiPAR'ÚCII!ll~.; Uno de los problemas que


han dado origen a mayore; fscusiones es el que se refiere a la partici-
pación de personas extrañas (es decir, que no son funcionarios que obran
en el desempeño de sus cargos). ¿Cómo debe calificarse la conducta
del tercero que es coautor, cómplice o encubridor de un empleado pú-
blico que obra abusando de su oficio? EJ>!e tercero es llamado en dÓc-
trina el "extraño" o extraneus, y puede ser un particul~ bien otro_
empleado públicoJ1fero que no obra ~n el ejerciciq de sus funciofleS.
En la doctrina española, PACHEC0 2 y CUELLO CALON3 tienen una posición
contraria a la comunicabilidad de la calidad de empleado público, de
modo que para ellos la sanción del extraneus debe buscarse en otros
preceptos del Código. En cambio, VIADA4 y GROIZARDs estiman que la
calificación del delito aparece dada por el empleado público que inter-
viene, y que esta calificación se extiende al extraño copartícipe.
Nuestra posición al respecto ya ha sido expuesta en términos gene-
rales al tratar de la participación criminal, 6 donde sostuvimos que el
bft. 64 era de aplicación general, y que en principio, por lo tanto, la
calidad de empleado. público no era comunicable a los extraños que
participaban en los hechos. Sin embargü,anies de-apTícar"esta-regla, es
préciso determinar si la c~_li(i~<:i_E:<::_t:p_p)_<:_::¡d_o p~bJi:co forma parte eseri=--
cial ~el delitofd~ tal modo de ?"eterm~~~ la a_ptijurid.ifida~ del mismo,
-ODien si es solamente una circunstancia agravante incorporada a lan-
gu -de 1 modo ue el hecho en'~Uestión siem re se 1a delicti-
vo, aunque no concurriera la calidad de empleado público. ara ello es
preciso prescindir mentalmente de la calidad de emplea o público y
determinar así si el hecho en cuestión puede todavía concebirse y si
continúa siendo delictivo. En la malversación de caudales públicos con-
sistente en la sustracción de fondos, la conducta resulta igualmente pu-
nible si se prescinde de calidad de empleado público, pues en tal caso

1 FERNANDEZ, op. cit., 1, p. 416.


2 PACHECO, op. cit., 11, p. 510.
3 CUELLO CALON, op. cit., 11, p. 379.
4 VIADA, op. cit., IV, p. 479.
s GROIZARD, op. cit., IV, p. 307.
6 Véase al respecto Parte General, Tomo U, pp, 64 y ss.

207
DEUTOS CON1RA LOS' INTERESES SOCIALES

estaremos ante un hurto o una apropiación indebida. En cambio la pre-


varicación, que consiste en dictar a sabiendas una sentencia contraria a
la ley, no puede ser realizada sino por un empleado público: suprimida
tal calidad, la conducta ya no puede concebirse, pues un particular nunca
puede dictar algo que sea jurídicamente una sentencia.
Los delitos en los cuales la calidad de empleado público es insepa-
rable, pues sin ella la conducta no puede existir o de·a d~ ser: delictiva,
~on ilamados delitos de posición J<:n esta clase de d~litos no es ¡;wsi-
ple concebir la concurrencia de un_extraneus_como coa.u.tru" material del
delito, y sólo puede pensarse en él como inductor, cooperador (coau-
tor o cómplic~) o encubridor. En tales hipótesis, no es posible a~icar
\_a regla del ~- 64, puesto que la calidad de empleado público no es
una circunstancia agravante 'incorporada al tipo, y por consiguiente los
extraños iiti8ad()¡e8~eradür~ encubfidorc¡,sdo serál},del delito
funci<:l_l:ario. y no de o_p;6_#al es el pensamiento de FONTECILIA.. 1 En cam-
bio, BIIT§FR2 es partidafio de 1~. incomunicabi~i a, y estima
que en los delitos de posici 'n el · Ul}~
Por el contrario, en los e ltOS ue no son e OSlCl ercaráctero

de empleado público -~ _9 ad, la cali-


dad delictiva del hecho, sino que es solamente una circunstancia agra-
vante, que le da particular relieve a la conducta realizada. Aauí es
v&lesiera, pgr <;gpsiguiegtc la regla del i.rt. 64,_<;!n el sentido de que
calidad personal esíncomunicabie. En consecuen~i_~el~~~~~~
puede ser consider do como copartícipe wl mj8ij!Q delito, sino e los
'ÍaiEWPf bf:ch~s:· ue, con res ecto a él deben ser ·urídicamente califi-
cados c6ir pres ~- dencía de la circunstancia agravante e la calidad fun-
cionaria, que no e es comumca e por ser persona 1 egáramos a la
conclusión contraria, nos encontraríamos con el absurdo de que resul-
taría más grave para el extraneus ser instigador o cómplice del funcio-
nario que realizar él mismo directa y materialmente la conducta. Es~o
no ocurre si se acepta la incomunicabilidad de la agravante personal.
Esta inconsecuencia que señalamos no puede presentarse, en cambio,
en los delitos de posición, ya que en ellos, por definición, es imposible
para el extraneus ejecutar por sí mismo, directa y materialmente, la ac-
ción delictiva.
No es posible ofrecer una lista pormenorizada de los delitos que
son de posición y los que no lo son. Es preciso determinar tal circuns-
tancia en cada caso, empleando el criterio de la supresión mental ya

1
PONTECILLA, Concurso de delincuentes, pp. 37 y ss.
2
BUNS1ER, La malversación, p. 35. En el mismo sentido, CURY, op. cit., pp. 259 y ss.

208
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

indicado. Los resultados son variables, incluso dentro de las distintas


figuras de un mismo delito. Así, v. gr., dentro de las malversaciones, la
figura del Art. 236 es un delito de posición, en tanto que la del Art. 233
no lo es.
Una situación especial se produce respecto de los delitos funciona-
rios en general, cuando la inducción del extraneus se manifiesta a tra-
vés de un ofrecimiento de dádiva o de una promesa, pues esta situación
ha sido especialmente tipificada por el legislador dentro del delito de
cohecho, donde volveremos a referirnos a ella./
Es posible también que el e111pleado pühliaue valg01, para cometer
materialrrieme el delito, de un e¡;tmneus. Esto sólo podrá ocurrir en Jos
delitos que no son de posición, pues ya sabemos que únicamente en
ellos puede un extraño realizar por sí mismo el acto. En tal evento, la
calificación de los hechos será también distinta para ambos: al emplea-
do público lo afectará su calidad de tal, y será coautor Cinductgr) del
respectivo delito funciop.arjo. En cambio, el ertmneus no se verá alcan-
zado por la mencjgnada circunstancia, y a su respecto los hechos _se
-califiCarán como ej respectivo delito no f¡mci9nari<¿>¡

209
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

Sección Primera

DELITOS DE CARACTER REGLAMENTARIO


O FORMAL

Designamos en es~ forma genenca a ciertos delitos en los cuales la


conducta del funcionario consiste en omitir determinados requisitos o
formalidades que la ley exige para la licitud o validez de los actos ad-
ministrativos .

.ANTICIPACIÓN Y PROLONGACIÓN INDEBIDAS DE FUNCIONES PúBUCAS

Como lo hacía observar PACHEC0, 1 las disposiciones relativas a estos de-


litos sancionan conductas que en lo fundamental están fuera del campo
del Derecho Penal y pertenecen más propiamente a las infracciones pu-
ramente administrativas. A lo más, estas conductas debieron ser pena-
das como faltas.

l. ANTICIPACIÓN DE FUNCIONES. Se refiere a este delito el Art. 216, que


describe la conducta como entrar a desempeñar un cargo público sin
haber prestado en debida forma el juramento o fianza o llenado las de-
más formalidades legales. El Art. 218 establece una causal de agrava-
ción que consiste en percibir emolumentos por razón del cargo o
comisión;
La Constitución Política y las leyes, particularmente el Estatuto Ad-
ministrativo y el Código Orgánico de Tribunales, determinan las forma-
lidades que deben llenarse para entrar a desempeñar un cargo público:
nombramiento de autoridad competente por decreto, y cumplimiento
de ciertas solemnidades: juramento, fianza, etc. Sin embargo, esta figura
no se refiere al caso en que falte el decreto de nombramiento, pues en
tal caso habría más bien una usurpación de función que no existe, sino
a la omisión de las demás formalidades, estando ya nombrado el inte-

1 PACHECO, op. cit., 11, p. 487.

210
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

resada. Por "formalidades" deben entenderse las externas, análogas al


juramento o fianza, y no el cumplimiento de los requisitos de fondo
necesarios para desempeñar el cargo (edad, posesión de un título, etc.).
Así se desprende del texto, que habla de "formalidades", y de una cons-
tancia expresa en tal sentido de la Comisión Redactora (sesión 48).
Entre estos delitos se contemplaba inicialmente la "usurpación de
funciones" de que hemos tratado en el capítulo anterior, y que en
definitiva fue trasladado por la Comisión a los delitos de falsedad,
ya que consiste en un verdadero fingimiento de una función que no
existe en absoluto, en tanto que en los delitos de que ahora nos ocu-
pamos hay siempre una función pública que realmente existe o ha
existido.

2. PROWNGACIÓN DE FUNCIONES. Esta figura tiene dos formas:


a) Prolongación propiamente tal. Sanciona el Art. 217 al empleado
público que continuare desempeñando su empleo, cargo o comisión
después de que debiere cesar conforme a las leyes, reglamentos o dis-
posiciones especiales de su ramo respectivo. También es aplicable la
agravante del Art. 218.
Las mismas disposiciones legales mencionadas más arriba determi-
nan las causas y formas de terminación de las funciones del empleado
público. Quien continúa en su cargo después de haber cesado confor-
me a la ley, realiza una verdadera usurpación de funciones, que sólo se
diferencia de aquel delito en que aquí se requiere una función anterior
que ha cesado de derecho, pero no de hecho.
Esta hipótesis es considerada por la ley de mayor gravedad que la
anticipación de funciones, pero nos parece que ha ido demasiado le-
jos, al imponerle pena de crimen, .cot:l las graves consecuencias que
ello acarrea.
b) Persistencia en las funciones. Se refiere a ella el Art. 219: "el
empleado público que legalmente requerido de inhibición continuare
procediendo antes que se decida la contienda, será castigado ... ". Este
delito se contemplaba en el proyecto dentro de la usurpación de atri-
buciones (no de "funciones"), pero luego se atendió a la crítica formu-
lada por PACHECO al Código Español y se la trasladó a este párrafo. Como
lo expresa LABATUT, 1 probablemente la razón de ser de este delito con-
siste en tratar de evitar la nulidad de los actos administrativos que reali-
ce el empleado incompetente.

1 LABATUT, op. cit., 11, p. 125.

211
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

NOMBRAMIENTOS ILEGALES

A esta figura se refiere el Art. 220, que sanciona al empleado público


que a sabiendas nombrare o propusiere para cargo público a persona
en quien no concurran los requisitos legales. Esta figura llena en parte
el vacío de la anterior ("anticipación"), ya que alude a la necesidad de
que se cumplan los requisitos de fondó exigidos para el nombramien-
to. Sin embargo, queda excluido del delito el propio individuo propuesto
o nombrado ilegalmente, el cual, si además observa las formalidades
legales al asumir su cargo, resulta en definitiva impune.
Los requisitos legales que no concurren pueden consistir tanto en
la carencia de una cualidad positiva (edad, título profesional), como a
la presencia de un impedimento negativo (no estar afecto a sanciones
penales).
Este delito tiene dos variedades: el nombrar y el proponer para
un cargo público a un individuo legalmente inhábil. Para ello es nece-
sario que el empleado público respectivo sea precisamente el funciona-
rio a quien la ley encomienda nombrar al que ocupará algún cargo o
proponer formalmente a la autoridad que corresponda la designación
del mismo. Para consumar el delito bastaría, v. gr., con incluir a una
persona inhábil en una terna, aunque no se propusiera determinada-
mente el nombramiento de esa persona en particular. El delito se con-
suma, según los casos, con el solo nombramiento o la sola proposición,
sin que se requiera que el interesado haya asumido el cargo. Quedan
fuera de esta figura las conductas consistentes en simples recomenda-
ciones privadas o en gestiones particulares para obtener el nombramiento
de determinada persona.
Como la ley exige que se obre "a sabiendas", es necesario que conste
el dolo directo, la conciencia de la inhabilidad, prescindiendo de la pre-
sunción de dolo del Art. 1°. ·. ·

212
DEUTOS DE LOS EMPLEADOS PUBUCOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

Sección Segunda

· DELITOS QUE CONSISTEN EN INFRACCION


DE DEBERES DEL CARGO

Este grupo de delitos se refiere a conductas en las cuales se han obser-


. vado, a diferencia de las anteriores, las formalidades que la ley estable-
ce para la validez y licitud de las actuaciones administrativas, pero que
significan una violación sustancial de los deberes o funciones propios
del cargo que se desempeña.

PREVARICACIÓN

El Código no define lo que se entiende por prevaricación. Es más co-


rriente designar este delito como "prevaricato". El concepto de preva-
ricación debe extraerse del análisis de las distintas formas delictivas
que el Código sanciona bajo este rubro en el párrafo 4o del presente
título. A través del examen de dichas conductas, puede apreciarse que
t()das ellas envuelven un grave quebrantamiento de los deberes pro-
pios delcargo que se desempeña. Es corriente relacionar la prevarica-
ción· con actuaciones de los miembros del Poder Judicial; tal cosa parece
entender, v. gr., la Constitución Política, que se refiere a la prevarica-
ción dentro del capítulo dedicado al Poder Judicial, con las expresio-
nes:· "toda prevaricación en que incurran en sus funciones". Dentro
del Código Penal, el sujeto activo es más amplio, e incluye a ciertos
funcionarios del orden político-administrativo y también a los aboga-
dos y procuradores, pero no se llega a hacer de la prevaricación un
delito común a todos los empleados públicos. En forma directa o in-
directa, el delito sigue estando vinculado a la administración de justi-
cia. Tomando como base la definición proporcionada por ANTON y
RODRIGUEZ, 1 podemos caracterizar la prevaricación como la grave in-

1
ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., 11, p. 194.

213
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

fracción del deber de aplicar la ley, cometida por las personas espe-
cialmente obligadas a ello.

l. PREvARICACIÓN DE FUNCIONARIOS JUDICIALES. Los Arts. 223 a 227 se


refieren a esta clase de prevaricación. Los sujetos activos, señalados en
ellos, son los siguientes: 1) Los miembros de los tribunales de justicia
colegiados o unipersonales. La expresión "tribunales de justicia" es am-
plia y comprende los tribunales ordinarios y los especiales (jueces del
trabajo, militares, de aduanas, etc.), los letrados y los legos (alcaldes);
2) Los funcionarios que desempeñan el Ministerio Público. Son los Fis-
cales de la Corte Suprema, de las Cortes de Apelaciones y especiales;
3) Las personas que se encuentran desempeñando por ministerio de la
ley los cargos de miembros de los tribunales de justicia unipersonales o
colegiados. La redacción del Art. 227 N° 1o es poco fe}iz, pu,es aparente-
mente sólo repite lo ya dicho. En verdad, esta última· disposición se re-
fiere a aquellos que, sin ser miembros titulares o permanentes de dichos
tribunales, son llamados por la ley a servirlos, en calidad de subrogan-
tes, de suplentes, de interinos o de integrantes. Tal es el caso de los
secretarios de juzgados, fiscales, defensores públicos, abogados integran-
tes; 4) Los compromisarios, peritos y otras personas que, ejerciendo atri-
buciones análogas, derivadas de la ley, del tribunal o del nombramiento
de las partes, se hallaren en casos similares a los de los funcionarios ya
mencionados. Los compromisarios son los jueces árbitros, lo que inclu-
ye tanto a los árbitros de derecho como a los árbitros arbitradores. En
cuanto a la referencia a los peritos y otras personas, al parecer el pro-
pósito de la Comisión Redactora (acta de la sesión 36) fue el de sancio-
nar como prevaricación las infracciones que cometen los peritos y otras
personas que con sus fallos o dictámenes pueden influir en una torcida
administración de justicia. Sin embargo, como las formas de comisión
del delito son siempre las mismas que en el caso de los jueces, debe
llegarse a la conclusión de que los peritos sólo pueden cometer algu-
nas de las formas de prevaricación, y que, por otra parte, muchas gra-
ves infracciones a sus deberes no resultan punibles a este título. Por lo
demás, esta observación es valedera respecto de los otros grupos de
personas mencionadas, con excepción de los jueces propiamente tales.
Las conductas constitutivas de prevaricación judicial son las siguientes:
a) Prevaricación propiamente tal. A ella se refieren los Arts. 223
N° 1°, 224 No 1° y 25 N° 1°. La primera de las disposiciones citadas san-
ciona a las personas que hemos señalado como sujetos activos, cuando
a sabiendas fallaren contra ley expresa y vigente en causa criminal o
civil. "Fallar", en su sentido natural y obvio, significa dictar sentencia,
interpretación que se ve corroborada por las otras dos disposiciones

214
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

mencionadas, que establecen la forma culposa de este delito y la caracte-


rizan como "dictar sentencia". Ahora bien, de conformidad con el Art. 158
del C. de Procedimiento Civil, las sentencias pueden ser definitivas o in-
terlocutorias. No cabe duda de que las sentencias definitivas están inclui-
das en este precepto, pero se ha suscitado duda respecto de las sentencias
interlocutorias. PACHEC0, 1 comentando el respectivo artículo del Código
Español, aftrma que en la expresión "sentencias defmitivas", que dicho
Código empleaba, deben entenderse incluidas las sentencias interlocuto-
rias "que tienen fuerza de defmitiva" y que causan "perjuicios irrepara-
bles". Como nuestra Comisión Redactora tuvo a la vista el comentario de
PACHECO y eliminó la exigencia expresa de que se tratara de sentencias
definitivas, parece estar en lo cierto LABA1Uf2 cuando señala que aquí se
incluyen aquellas sentencias interlocutorias que establecen derechos per-
manentes en favor de las partes, pero no las otras.
Exige luego la ley que se falle "contra ley expresa y vigente". No
ofrece dudas la expresión "ley vigente", pero es más oscura la de "ley
expresa", ya que no hay leyes tácitas. Lo que se quiere decir con ello
es que la sentencia debe infringir lo que técnicamente se denomina una
ley, y no cualquiera otra fuente de derecho, como la costumbre, el es-
píritu de la legislación y la equidad natural, cuando ellas pueden invo-
carse como fundamentación de un fallo. En cuanto a la ley extranjera,
si ella es aplicada por el juez nacional en virtud de los principios del
derecho internacional privado, constituye propia y verdadera ley res-
pecto al fondo del caso, aunque procesalmente sea a veces necesario
acreditarla como si se tratara de una cuestión de hecho.
Tiene especial interés la exigencia de la ley en el sentido de que el
fallQ inicuo sea dictado a sabiendas. Se trata de una alusión, de nin-
gún modo superflua, al dolo directo que debe animar al juez. SOLER3
hace notar que la esencia de la prevaricación no radica en la discor-
dancia entre el derecho declarado y el derecho tal como es, sino en la
discrepancia entre el derecho que el juez conoce y el derecho que el
juez aplica. Ni siquiera es suficiente que el juez se encuentre en duda
acerca del recto alcance e interpretación de la ley. El juez debe tener la
conciencia de que está aplicando un precepto legal en forma contraria
a lo que su texto y sentido señalan. No se trata sólo de una incorrec-
ción jurídica, sino de una incorrección moral. Esta exigencia es de es-
pecial interés, porque admite en forma expresa el poder excusante del

1
PACHECO, op. cit., 11, p. 401.
2
LABATIJf, op. cit., 11, p. 130.
3 SOLER, op. cit., V, p. 206.

215
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

error de derecho, y precisamente en relación con las personas que tie-


nen mayor obligación de conocer la ley, en razón de su profesión y
funciones. Por añadidura, no se parte de la presunción de conocimien-
to del derecho tal como es, sino que, por el contrario, para poder san-
cionar a título de prevaricación es preciso que conste el dolo directo,
sin que valga en este terreno la presunción general del dolo del Art. 1°.
Sin embargo, hay formas de prevaricación en las cuales la exigen-
cia subjetiva es menor, y que por consiguiente tienen asignada menor
penalidad. El Art. 224 N° 1o sanciona al que por negligencia o ignoran-
cia inexcusables dictare sentencia manifiestamente injusta en causa cri-
minal. El Art. 225 N° 1o contempla la misma situación con respecto a las
causas civiles. En concordancia con lo expresado anteriormente, a la
expresión "sentencia" debe dársele el mismo alcance que en el Art. 223.
La diferencia con la conducta anterior radica exclusivamente en el as-
pecto subjetivo. En el caso anterior se exigía dolo directo; aquí son su-
ficientes el dolo eventual o la culpa. El empleo del calificativo
"inexcusables" revela, sin embargo, que también es admisible aquí el
poder exculpante del error de derecho, puesto que se acepta que cier-
to grado de negligencia o ignorancia puede ser disculpable en un juez,
esto es, que lo exima de responsabilidad penal. Debe tenerse presente,
en todo caso, que en esta hipótesis la injusticia de la sentencia puede
provenir de la infracción de ley, pero también de otras causas, porque
la ley no ha distinguido (v. gr., se prescinde del mérito de la prueba
rendida).
Los términos "causa criminal o civil" y "causa civil" de los Arts. 223
y 225 permiten hacer extensivo el campo de la prevaricación a las sen-
tencias que se dicten en asuntos judiciales no contenciosos.
b) Prevaricación-cohecho. A esta conducta se refiere el Art. 223
No 2°, que sanciona al juez que por sí o por interpuesta persona admita
o convenga en admitir dádiva o regalo por hacer o dejar de hacer al-
gún acto de su cargo. Esta misma conducta aparece sancionada más
adelante por el Código en el párrafo 9°, que trata del delito de cohe-
cho, de tal modo que si no existiera el precepto que examinamos, esta
conducta sería punible a este último título. Sin embargo, como la ley
ha reglamentado separadamente el caso del cohecho del juez, en cali-
dad de prevaricación, será el Art. 223 exclusivamente el que rija esta
situación. El contenido específico de la conducta será analizado al tra-
tarse del cohecho. Solamente debe dejarse aquí advertencia de que la
Comisión Redactora entendió comprender en esta parte no sólo el caso
del juez que admite dádiva para realizar un acto injusto o prohibido,
sino el del que lo hace para ejecutar un acto lícito u omitir uno faculta-
tivo. El juez debe aquí "admitir" (recibir efectivamente) o "convenir en

216
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

admitir" (llegar a formal acuerdo). El acuerdo puede ser tácito pero in-
equívoco. No es preciso que el juez efectivamente llegue a hacer o de-
jar de hacer lo prometido: si lo hace no se eleva la penalidad.
A pesar de que el texto legal se refiere a "admitir o convenir en
admitir dádiva o regalo", lo que parece indicar una actitud pasiva del
juez, estimamos que se incluye también el caso del juez que toma la
iniciativa y exige al particular el otorgamiento de dádiva o regalo. Si así
no fuera, esta actitud del juez, claramente más grave que la simple acep-
tación, sólo sería punible en virtud del Art. 157, a título de exacción, y
como en este caso ella se haría con ánimo de lucrarse, el hecho se san-
cionaría sólo como estafa, de acuerdo con el precepto aludido. Claro
está que la situación del particular sería muy diferente en uno y otro
caso: si es él quien ofrece, es inductor de prevaricación; si es el juez
quien exige, aquél es víctima del mismo delito.
e) Prevaricación-abuso. Se refiere a ella el Art. 223 No 3°, que cas-
tiga al juez cuando, ejerciendo las funciones de su empleo o valiéndo-
se del poder que éste le da, seduzca o solicite a mujer procesada o que
litigue ante él. Llamamos a esta hipótesis "prevaricación-abuso", porque
la misma conducta es sancionada más adelante, en el Art. 258, con res-
pecto a todos los empleados públicos, como una de las hipótesis del
delito de "abusos contra particulares". Se trata también de un concurso
aparente de leyes, en que prevalece el Art. 223, por especialidad. La ti-
picidad de esta conducta será también analizada en relación con aquel
delito. Seducir significa, como en otras disposiciones que ya hemos co-
mentado, lograr acceso camal a una mujer sin su pleno y libre consen-
timiento (en este caso, por la presión moral derivada del poder del juez).
Solicitar, según LABATUT, 1 es requerir insistentemente de amores a una
persona. Debe precisarse esta última conducta en el sentido de que lo
solicitado de la mujer procesada o litigante debe ser una conducta de
significación sexual, aunque no consista precisamente en acceso camal.
La circunstancia de que el sujeto pasivo en esta figura sea únicamente
la mujer no quiere decir que el sujeto activo sea necesariamente un va-
rón. Pero no se comprenden, evidentemente, la seducción o solicita-
ción de un juez varón a un procesado varón, ni de una jueza mujer a
un procesado varón. Tales conductas encuadrarían, probablemente y se-
gún las circunstancias, en la figura de abusos deshonestos, agravados
porprevalerse del carácter público del culpable.
d) Prevaricación-torcida administración de justicia. Aparte de
la conducta fundamental del Art. 223 N° 1o, los Arts. 224 y 225 señalan

1
LABATUT, op. cit., 11, p. 131.

217
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

otras formas particulares de "torcida administración de justicia". Tales


hipótesis son:
1) Contravenir a sabiendas las leyes que reglan la sustanciación de
los juicios, en términos de producir nulidad en todo o en parte sustan-
cial (Art. 224 No 2°). Las leyes de procedimiento señalan los casos de
nulidad procesal y cuáles son las solemnidades o formalidades proce-
sales cuya omisión la produce. La expresión "a sabiendas" tiene aquí el
mismo alcance que dentro de la prevaricación propiamente tal. El Art. 225
N° 2° contempla la forma culposa o cuasi delictual de esta hipótesis. La
conducta es la misma, pero el elemento subjetivo es el de "negligencia
o ignorancia inexcusables", concepto también analizado ya. La Comi-
sión Redactora acordó contemplar esta conducta y otras semejantes en-
tre los cuasidelitos (sesión 153), pero en definitiva olvidó hacer el traslado
correspondiente.
2) Negar o retardar maliciosamente la administración de justicia y el
auxilio o protección que legalmente se pida a los jueces. Esta misma
conducta, realizada por cualquier otro empleado público, constituye "abu-
sos contra particulares", según el Art. 256. También esta hipótesis tiene
forma dolosa (Art. 224 No 3°) y culposa (Art. 225 N° 3°). En la primera,
el elemento subjetivo es el dolo directo, indicado por la voz "maliciosa-
mente", cuyo alcance es el mismo que el de "a sabiendas". En la se-
gunda, el elemento subjetivo es "negligencia o ignorancia inexcusables",
como en los casos anteriores. Es difícil que se produzca una "negativa"
formal a administrar justicia; ordinariamente la voluntad negativa del juez
se manifiesta en un retardo, que deberá considerarse denegación cuan-
do a causa del mismo sea ya inútil o imposible hacer justicia en el caso
concreto. Denegar una petición justa no es negarse a administrar justi-
cia, pues el hecho de dictar la resolución significa ya administrar justi-
cia, bien o mal. Si la denegación es injustificada, podrá incurrirse en
alguna de las otras figuras del párrafo. Lo propio puede decirse de la
variante que consiste en negar o retardar el auxilio o protección que
pida un particular.
3) Omitir decretar la prisión de alguna persona, habiendo motivo
para ello, o no llevar a efecto la decretada, pudiendo hacerlo. En su
forma dolosa, esta hipótesis exige obrar "maliciosamente" (Art. 225 ~ 4°);
en su forma culposa, supone hacerlo "por negligencia o ignorancia inex-
cusables". El Código de Procedimiento Penal y otras disposiciones pro-
cesales señalan los casos en los cuales debe procederse a decretar la
prisión de una persona, en forma de arresto, detención, prisión preven-
tiva, etc. La infracción consiste en no decretar la prisión cuando ello es
obligatorio, no meramente facultativo. En cuanto a "no llevar a efecto
la decretada", debe entenderse en el sentido de "no realizar las actua-

218
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

ciones judiciales que son necesarias para que se pueda llevar a cabo la
detención decretada", ya que los jueces no llevan a cabo materialmente
las aprehensiones.
4) Retener preso a un individuo que debiera ser puesto en libertad
con arreglo a la ley. El Art. 224 No so exige obrar "maliciosamente". La faz
culposa de esta hipótesis está en el Art. 22S No so, donde el elemento sub-
jetivo, como siempre, es la "negligencia o ignorancia inexcusables", pero
se agrega otra exigencia: debe retenerse preso al individuo "por más de
48 horas". Este requisito fue agregado por la Comisión Redactora en vista
de la habitual lentitud de la maquinaria administrativa, por lo cual, no
habiendo malicia sino negligencia, es de exigir un lapso como el indica-
do para estimar que existe delito. Las mismas disposiciones procesales
mencionadas precedentemente señalan cuándo debe ponerse en libertad
a una persona. Esta conducta, realizada administrativamente por otros
empleados públicos, constituiría un delito contra la libertad personal, san-
cionada en el título III.
S) Revelar los secretos del juicio o dar auxilio o consejo a cualquie-
ra de las partes interesadas en él, en perjuicio de la contraria (Art. 224
N° 6°). La primera conducta consiste en revelar los secretos del jui-
cio, que más adelante, en el párrafo 8°, se sanciona con respecto a toda
clase de empleados públicos, con el título de "violación de secretos".
Es un delito formal y de peligro, que no requiere perjuicio ni otras con-
secuencias. Debe ser una conducta dolosa, al menos con dolo even-
tual. La otra hipótesis consiste en dar auxilio o consejo a cualquiera
de las partes interesadas en él, con perjuicio de la contraria. Es una fi-
gura material y no formal, de daño y no de peligro, porque requiere
que la parte que recibe el auxilio o consejo lo aproveche y perjudique
así injustamente a la parte contraria. Estas dos conductas no tienen for-
ma culposa.
6) Fallar en causa criminal o civil con manifiesta implicancia, que
sea conocida para el juez y sin haberla hecho saber previamente a las
partes. Es el último caso de esta variedad de prevaricación (Art. 224
N° 7°). La expresión "implicancia" debe entenderse en sentido amplio y
comprender también las causales de recusación. De otro modo la ex-
presión "sin haberla hecho saber previamente a las partes" no tendría
razón de ser, ya que las implicancias deben ser declaradas de oficio
por los jueces y son irrenunciables. En cambio la recusación sólo pue-
de entablarse por la parte perjudicada, y ésta no podrá hacerla valer si
el juez no le da a conocer la causal en cuestión. Con la expresión "ma-
nifiesta implicancia" pretende la ley excluir ciertas causales de impli-
cancia o recusación que no son objetivamente apreciables, o que pueden
presentarse con mayor o menor intensidad.

219
DEUTOS CONlRA LOS INTERESES SOCIALES

e) Prevaricación-desobediencia. Esta conducta está impropiamente


asimilada por el Código a la prevaricación, ya que verdaderamente es
un delito de desobediencia, como el reglamentado en el párrafo 10. A
esta conducta se refiere el Art. 226. Junto con los Arts. 10 N° 10°, 159 y
252, nos ha permitido elaborar una teoría de la obediencia jerárquica,
que no está sistematizada en la Parte General. 1
La regla general es que las órdenes de los superiores deben obede-
cerse, siempre que desde el punto de vista formal aparezcan como obli-
gatorias (autoridad competente, notificación legal, etc.). Sin embargo,
de conformidad con el Art. 226, el funcionario inferior está obligado a
suspender el cumplimiento de la orden en ciertos casos y dar cuenta
inmediata al superior de las razones de la suspensión. Si el superior
insiste, el subordinado cumplirá la orden, y quedará exento de respon-
sabilidad, la que recaerá sobre el superior. Ya hemos señalado que a
nuestro juicio se trata aquí de una causal de inculpabilidad por no exi-
gibilidad de otra conducta. De este modo, si el subordinado, pese a la
insistencia, deja sin cumplir la orden, no puede ser sancionado por el
delito de desobediencia, si en definitiva la orden resulta ser ilícita, den-
tro de las instancias legales de revisión.
Las razones que hacen procedente la suspensión del cumplimiento
de la orden por parte del subordinado son: 1) Que las órdenes sean
evidentemente contrarias a las leyes; 2) Que aparezca que se han obte-
nido por engaño, y 3) Que se tema con razón que de su ejecución re-
sulten graves males que el superior no pudo prever.

2. PREVARICACIÓN POÚI'ICO-ADMINISTRATIVA. El Código contempla dos


casos:
a) El Art. 227 N° 2° se refiere a los "subdelegados e inspectores que
incurrieren en iguales infracciones". Dichas "infracciones" son las con-
ductas constitutivas de prevaricación judicial ya comentadas. Antes de
la dictación del Código Orgánico de Tribunales, los subdelegados e ins-
pectores, que son funcionarios del orden político-administrativo, des-
empeñaban las funciones de jueces inferiores. Los subdelegados e
inspectores no tienen ya facultades judiciales, por lo que esta disposi-
ción ha quedado sin aplicación práctica.
b) Prevaricación de los empleados públicos no pertenecientes al or-
den judicial. El Art. 228 sanciona a su respecto las siguientes conductas:
1) Dictar providencia o resolución manifiestamente injusta en nego-
cio contencioso-administrativo o meramente administrativo. Tiene una

1 Véase al respecto Parte General, Tomo I, pp. 350 y ss.

220
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

forma dolosa, si se dicta "a sabiendas" (inciso 1°), y una culposa, si se


da por "negligencia o ignorancia inexcusables" (inciso 2°), conceptos
ya conocidos. A la época de dictación del Código existían diversos asun-
tos considerados contencioso-administrativos. Después del Código Or-
gánico de Tribunales dichos asuntos quedaron reducidos a aquellos cuyo
conocimiento correspondía al Consejo de Estado (materias de patrona-
to, contiendas de competencia) y a los juicios de cuentas. Actualmente,
no habiéndose creado todavía los tribunales administrativos, sólo po-
drían considerarse contencioso-administrativas las actuaciones judiciales
de ciertos organismos, como la Contraloría General de la República, que
se realizan con fines administrativos (v. gr., sumarios para establecer res-
ponsabilidad de ese orden).
2) No proceder a la persecución o aprehensión de los delincuentes,
faltando a las obligaciones del oficio, después de requerimiento o de-
nuncia formal hecha por escrito. Subjetivamente, puede tratarse de una
infracción dolosa ("por malicia") o culposa ("negligencia inexcusable").
Ambas formas están sancionadas en el Art. 229 con idéntica penalidad,
pese a lo evidentemente impropio de este tratamiento. Se trata sólo de
un caso particular del delito de denegación de auxilio (Art. 253) y el
concurso aparente de leyes que surge debe resolverse por vía de espe-
cialidad en favor de la aplicación exclusiva del Art. 229.
El Art. 230 señala una regla particular de penalidad: si el funciona-
rio no tiene renta, además de la suspensión o inhabilitación sufrirá las
penas de reclusión o de multa, según los casos.

3. PREvARICACIÓN DE ABOGADOS Y PROCURADORES. Los Arts. 231 y 232


han asimilado a la prevaricación ciertas conductas de abogados y pro-
curadores, auxiliares de la administración de justicia, que estarían mejor
calificadas como "infidelidad profesional". Las figuras sancionadas son:
a) El abogado o procurador que con abuso malicioso de su oficio
perjudicare a su cliente (Art. 231). Para la penalidad, la ley ordena aten-
der a la gravedad del perjuicio, aunque no señala en forma directa y
precisa la forma en que la distinta gravedad debe influir en la pena. La
forma de causar perjuicio puede ser cualquiera, siempre que ella signi-
fique un abuso malicioso del oficio. Ello supone dolo directo, que debe
constar. La negligencia o impericia del abogado, por grave que sea, sólo
da origen a responsabilidad civil. Por excepción, estimamos que en este
caso la expresión "perjuicio", dada la naturaleza del delito, no está to-
mada en sentido patrimonial, sino que tiene un alcance amplio, y com-
prende también los perjuicios morales, jurídicos, etc. No es preciso que
el abogado haya asumido el patrocinio de un juicio; es suficiente con
que haya atendido profesionalmente a una persona (cliente). En cam-

221
DELITOS CONlRA LOS INTERESES SOCIALES

bio, con respecto al procurador, es necesario que se le haya constituido


mandato, ya que no es un profesional, sino un mandatario. Así lo esti-
mó, además, la Comisión Redactora (sesión 49).
b) El abogado o procurador que con abuso malicioso de su oficio
descubriere los secretos de su cliente (Art. 231). Aunque el texto legal
opone esta conducta a la anterior, que consiste en perjudicar, parecería
que también se exige que la revelación de secretos redunde en perjui-
cio del cliente, ya que la penalidad debe determinarse "según la grave-
dad del perjuicio que causare", regla común a ambas hipótesis. Dada la
importancia del secreto profesional, creemos que la exigencia del per-
juicio no se justifica, y que esta figura debió ser puramente formal. El
Art. 247 sanciona una conducta similar con respecto a todos los profe-
sionales. Tratándose de abogados, la disposición del Art. 231 desplaza a
aquélla, en virtud de la especialidad. El elemento subjetivo es el mismo
que en la figura anterior. Véase lo que decimos más adelante acerca de
la naturaleza y límites del secreto profesional en general, que es aplica-
ble al de los abogados.
e) El abogado que teniendo la defensa actual de un pleito patroci-
nare a la vez a la parte contraria en el mismo negocio (Art. 232). El
sujeto activo de esta figura es solamente el abogado, no el procura-
dor. A la vez, debe tratarse de un negocio en que existan partes con-
trarias, esto es, que tienen intereses contrapuestos. Esta figura sí que
es formal y no exige la producción de perjuicio. En cambio, la Comi-
sión Redactora varió el criterio del Código Español, en el cual el deli-
to consistía en defender sucesivamente a partes contrarias en un
mismo negocio, y exigió en cambio que este patrocinio fuera simul-
táneo, dejándose expreso testimonio de que no se entendía penar el
patrocinio sucesivo de partes contrarias (salvo, naturalmente, que al
hacerlo se incurriera en alguna de las hipótesis anteriores de prevari-
cación profesional). Por "patrocinio" no debe entenderse solamente el
que se ha constituido en términos formales en un proceso, sino en
general la defensa o asesoría legal que un abogado presta a su clien-
te. Nuestra ley no habla de "juicio", como hacen otras, sino de "nego-
cio", expresión de alcance más amplio. Además, la Comisión Redactora
excluyó al procurador como posible sujeto activo de esta infracción,
considerando que su intervención en un juicio es tan manifiesta que
no podría representar a la vez a las dos partes (sesión 49). Si estima-
mos que el patrocinio del abogado es sólo el que consta por escrito
en el proceso, estaría en verdad en la misma situación que los procu-
radores. Este delito puede cometerse en forma inmediata y directa por
un abogado o por interpuesta persona, caso en el cual habrá que aplicar
las reglas generales sobre participación.

222
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

USURPACIÓN DE ATRIBUCIONES

Se refiere a este delito el párrafo 3° del título, Arts. 221 y 222. Responde
al principio fundamental de derecho público, según el cual los funcio-
narios no pueden exceder las atribuciones que las leyes les otorgan.
Las figuras sancionadas aquí son las siguientes:

l. ABuso DE AUfORIDAD. Comete este delito el empleado público que dic-


tare reglamentos o disposiciones generales excediendo maliciosamente sus
atribuciones (Art. 221). El sujeto activo puede ser cualquier empleado pú-
blico, del orden administrativo o del judicial. Los reglamentos o disposicio-
nes así dictados son intrínsecamente ilegales. Esta ilegalidad puede ser
sustancial, en caso de que el funcionario esté facultado para dictarlos pero
las disposiciones dictadas sean contrarias a la ley, o bien formal, en caso
de que el funcionario no tenga legalmente atribuciones para dictar tales
reglamentos. Debe tratarse, eso sí, de la dictación de reglamentos o dispo-
siciones generales, y no simplemente de órdenes o disposiciones aisladas.
Sin embargo, es preciso que el sujeto activo tenga realmente la calidad de
empleado público, pues si solamente fmge tenerla y dicta tales reglamen-
tos o disposiciones, se tratará de un delito de usurpación de funciones. Las
atribuciones deben ser excedidas maliciosamente. La Comisión Redacto-
ra (sesión 151) acordó decir "manifiestamente" para excluir los casos du-
dosos de competencia no claramente delineada. No hay constancia de la
razón por la cual el texto defmitivo dice hoy "maliciosamente".

2. ARROGACIÓN DE ATRIBUCIONES. Trata de ella el Art. 222, en dos varie-


dades:
a) El empleado del orden judicial que se arrogare atribuciones pro-
pias de las autoridades administrativas, o impidiere a éstas el ejercicio
legítimo de las suyas (Art. 222 inc. 1°). En su primera parte esta con-
ducta es una verdadera usurpación. El sujeto activo es el empleado del
orden judicial, expresión que comprende tanto a los magistrados como
a los funcionarios subalternos, pero excluye a los auxiliares, salvo a los
del escalafón primario. Arrogarse atribuciones no consiste solamente en
decir que se tienen, sino en ejercer actos que no puedan realizarse sino
en virtud de dichas atribuciones. En su segunda parte, está conducta es
un caso extremo y particularizado _del delito de denegación de auxilio
del Art. 252. La presente figura es especial con respecto a aquélla.
b) El empleado del orden administrativo que se arrogare atribucio-
nes judiciales o impidiere la ejecución de una providencia dictada por
tribunal competente (Art. 222 inc. 2°). No es sino el reverso o contra-
partida de la figura anterior.

223
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

Estas dos hipótesis tienen una disposición común, según la cual las
sanciones correspondientes sólo se aplicarán cuando entablada y resuelta
la contienda de competencia, los empleados continuaren procediendo
indebidamente (Art. 222 inc. 3°). Es posible, sin embargo, que antes de
resolverse la contienda se haya ordenado al empleado correspondiente
inhibirse o suspender su actividad, y en tal caso, si continúa procedien-
do, incurrirá en la figura de prolongación de funciones públicas del
Art. 219.
En su oportunidad señalamos que los delitos de los Arts. 152 y 154
podían fácilmente ser confundidos con éstos. Tratan dichas disposi-
ciones de los empleados públicos que arrogándose facultades judicia-
les imponen alguna pena. Son disposiciones de carácter especial con
respecto al Art. 222, porque en ellas la arrogación de facultades judi-
ciales debe consistir precisamente en el acto de imponer una pena, y
no en otro.

INFIDELIDAD EN LA CUSTODIA DE DOCUMENTOS

La buena marcha de la administración pública requiere a veces custo-


diar ó preservar ciertos objetos o documentos, colocándolos bajo la guar-
dia de un funcionario público, y a veces poniéndoles un cierre simbólico.
El párrafo 7 se refiere a los atentados contra estas situaciones, que tie-
nen como sujeto activo a un funcionario público. También alude a los
particulares, pero sólo cuando éstos desempeñan temporalmente una
función pública.

UPBESióN Y APEIUJRA DE DOCUMENTOS. Esta conducta comprende dos


1~: .
u resión de d.ornmentos. Art. 2 2 sanciona al eclesiástico
eaYo público que sustrai a o tru a ocumentos o papeles que
le estuvieren confiados por razón de su o: Con el régimen constitu-
cional de hoy, ya ningún eclesiástico tiene documentos confiados por
la ley a su custodia por razón de su cargo, por lo cual en la práctica el
_suieto activo de este delito ha quedado reducido al empleado públic.i"
Los documentos confiados pu.ede11"$er tanto públicos como privados.
La acción misma consiste e}'l. Sliqti!f o desttiiii"los documentos. La
.sustracción. lo mismo que (en el hujto, es el elemento material de la
agopiacióQ( una acción déapo_derámiento físico que debe entenderse
consumdda cuando se ha sacado la cosa de la esfera de custodia en la
que se encontraba. Como aquí el que sustrae es la misma persona que
tenía lactittodia de la cosa, debe entenderse que consuma la sustrae-

224
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

a u co s1s e en n sin a autoriza


ClÓn COmpeten~, papeles O documentos cerrados. cuya CUS dia e -
viere e~al empleado que realiza tal conducta. La expresion "sin
la a torización com etente" es en verdad redundante, ya que si ella existe
e acto estará jusf ica o. En cuanto a la exigencia de que los papeles y
documentos estén "cerrados", nos remitimos a lo expresado al tratar del
delito de violación "'de correspondencia, 1 y lo mismo respecto de la ac-
ción de abrir. Respecto del cierr.e, sin embargo, debe tenerse presente
que si él consiste en un sello, la figura se transforma en otra de este
mismo párrafo. Cuando la conducta consiste en consentir que otro abra
los papeles o documentos cerrados, se re<;¡u~r.< dolo. en el empleado
público, og 1mª simple pegHgepda#
En cuanto a la penalidad, no se hace aquí la distinción de la hipó-
o
tesis anterior según si resulta no perjuicio, y queda así la figura como
de Qeli¡ro abstracto y meramente fopnai. -·
-~ ~n
&~--público que, teniendo a su cargo la cus-
2 ·\ lÓf Se contempla esta figura en el 243. Art.

todia de papeles o efectos sellados por la autofiaad, quebrantare los


sellos o consintiere en su quebrantamiento. Aquí los objetqs J1;pteriales
pueden ser · ·' " e os", es decir,
otras cosas susce tibles ·de ser materia de a osicion os. Por con-
siguiente, los objetos no deben e~sar cerrados sjno sellados. Como ex-
presa LABATUT, 2 el sello .r~re.senta un obstáculo material y simbólico a
la vez, con pn;,dominio de este último carácter. Aunque no es necesario

1
Véase al respecto Parte Especial, Tomo III, pp. 266 y ss.
2 LABATUT, op. cit., 11, p. 150.

225
DEUTOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

que el sello haya sido puesto como consecuencia de la medida judicial


llamada aposición de sellos, es pr~_s:iso, sin embargo, qJ.Ie lo haya sido
~or orden de a.lltorlrla&Lso=peten~: A~~~ás, debe tratarse de un sello
puesto para R¡2~~~Q'a~~na cosa, y no con otro
fin. El 9uebrantamiento Jersello tiene un sentido amplio, y comprende
cuaJqlilera conducta que signifique violar la ptohibición que él repre-
senta. Romperlo o deteriorarlo materialmente, pero sin penetr~r en la
cosa sellada, no configuraría J!P quebrantamiento; por la inversa, abrir
un sobre sella , evitando romper materialmente el sello, coñstituiría
este del" -
·E · se reliere al guardián que por su negligen-
cia diere lugar al delito, forma culposa de esta misma infracción. El su-
jeto activo es el mismo que en el inciso 1°, aunque se le dé diferente
nombre. Subjetivamente, debe haber negligencia: si hay concierto o con-
sentimiento, el hecho sería doloso para ei guardian. Iuego, es preciso
que su negligencia "dé lugar" a la comisión del hecho por o!fo; ~s
delito el ue rantamiento ne · e im rudente hecho or el ropio
SUardián ebe existir tal relación entre la negligencia y el quebranta-
miento, e éste no hubiera podido cometerse sin aquélla, al menos en
la ocasión y circunstancia en que lo fue. Finalmente, la ley exige que
se dé lugar "al delito", lo que significa que el quebrantamiento debe
producirse por un acto doloso de un tercero y no por culpa de éste o
por caso fortuito. Sin embargo, la expresión "delito" no resulta exacta,
ya que el quebrantamiento de sellos es una figura que tiene por sujeto
activo únicamente al guardián, por lo cual no puede decirse que el ex-
traño cometa este delito. Ni siquiera puede afirmarse tal cosa por vía
de participación, ya que aquí se trata de una figura culposa, donde ~p.
rincipiol~~cipación queda excluid~

~ ' .\ 1 sujeto de todas est~s infracciones aparece exten-


. 4 a los particulares encargados accidentalmente del
~e;;.;sp;;;a;;!ic•oo..&i¡;;;;c;;u,;;;s~t;.;;;;a_,ae documentos o papeles, por comisión del go-
bierno Q de os uncionarios a quienes hubieren sido confiados aqué-
llos en razón de su oficio y que dieren el encargo ejerciendo sus
atribuciones .. En estos casos, en verdad, e · ha tra sfor- .
mado tem oralmente en eín ~ · ,para s efectos del Art. ~(k/
or a nc1on u 1ca ue esta esem en -. orro ora es a 1dea
la rase ma y ue ieren el encar o e·erciendo sus a ibuciqn~, la
que fue expresamente mtro uci a por la Comisión Re actora2fsesión

1
Véase Parte General, Tomo I, p. 323.

226
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

52), para excluir el caso de los particulares que reciben simples en-
ca,rgfs de amistad a título prir;a<}.o, aunque provengan de funcionarios
pu lCOS. V

VIOLACIÓN DE SECRETOS

Contempla este grupo de delitos el párrafo 8 del título. Sobre el con-


cepto de "secreto", sus formas generales de comisión, y d Jr~taw!~lJ.tO
disperso de esta materia dentro del Código, nos remitimos a lo expre-
sado tratándose del delito de violación de correspondencia.l En este pá-
rrafo pueden distinguirse las siguientes figuras:

l. VIOIAQÓN DEL SECRETO FUNOONARIO. Esta figura, a su vez, comprende


dos hipótesis diferentes.
a) Revelación de secretos públicos. Puede parecer paradojal
el empleo de la expresión "secretos públicos". Sin embargo, lo que
quiere señalarse con ella es que en esta clase de secretos el interés
en mantener la reserva es un interés que afecta a la autoridad públi-
ca. Se refiere a está hipótesis el Art. 246. La conducta consiste en
que. un empleado público revele los secretos de que tenga conoci-
miento por razón de su oficio o entregue indebidamente papeles o
copia de papeles que tenga a su cargo y que no deban ser publica-
dos. Esta última conducta está en el límite entre la infidelidad en la
custodia de documentos y la violación de secretos. Se sistematiza en
relación con este último delito, ya que es esencial la circunstancia
de que los papeles o copias no deban ser publicados, lo que es irre-
levante en la infidelidad en la custodia. Revelar los secretos significa
tanto comunicarlos expresamente a otra u otras personas, como des-
cubrirlos, es decir, exponerlos de manera que un extraño pueda en-
terarse de ellos, siempre que alguien llegue de este modo a conocerlos
efectivamente.
La circunstancia de que una cosa no deba ser revelada deriva, o
bien de la naturaleza misma de las funciones que el empleado público
desempeña, o bien de las instrucciones de la autoridad competente, o
de las disposiciones legales o reglamentarias que directamente lo seña-
len. Esta obligación pesa sobre el funcionario independientemente de
que la cosa sea más o menos conocida por personas extrañas . Incluso
existe si antes de serle confiado por razón de su cargo, el funcionario

1
.,.
Véase Parte Especial, Tomo III, pp. 264 y ss.

227
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

·,
tenía cotiocimiento del secreto, aunque por cierto en este caso no se
sancionarán las revelaciones o divulgaciones hechas antes de haberse
confiado oficialmente el secreto. La penalidad se aplica por la soMil.
revelación del secreto, sin que se requiera producción de perjuicio,
ni intención de dañar. Sin embargo, la pena aumenta si resulta "grave
daño para la causa pública" (Art. 246 inc. 2°). Si bien el texto del
Art. 246 no distingue entre secretos públicos y privados, debe enten-
derse que se refiere únicamente a los públicos, puesto que la revela-
ción de secretos privados está sancionada separadamente a
continuación.
Numerosas leyes y otras disposiciones especiales establecen sancio-
nes por la revelación de secretos. Algunas de ellas son: el Código Tri-
butario (Art. 101); la Ley 17.374, Orgánica del Instituto Nacional de
Estadística (Art. 29); el Decreto Ley 645, de 1925, que crea el Registro
General de Condenas (Art. 6°); el Decreto con Fuerza de Ley 196, de
1960, Orgánico del Instituto Médico Legal (Art. 16); la Ley General de
Bancos (Art. 20); la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques
(Art. 1°); la Ley 19.172, sobre Arrepentimiento Eficaz; la Ley 19.366, so-
bre Tráfico de Estupefacientes; la Ley 18.703, sobre adopción; la
Ley 18.045, sobre Mercado de Valores, etc.
b) ·Revelación de secretos privados. El Art. 247, inc. 1°, sanciona
al empleado público que, sabiendo por razón de su cargo los secretos
de un particular, los descubriere con perjuicio de éste. La conducta con-
sistente en descubrir los secretos comprende tanto la revelación como
la exposición de los mismos. Pero aquí el delito es material, y no for-
mal; de lesión, y no de peligro. Se exige la efectiva producción de un
perjuicio para el particular afectado. Por las razones señaladas a propó-
sito de la prevaricación de abogados y procuradores, estimamos que el
concepto de perjuicio es amplio, y comprende tanto el pecuniario como
el jurídico, el moral, etc.

2. VIOlACIÓN DEL SECRETO PROFESIONAL De esta clase especial de secre-


to se ocupa el Art. 247 inc. 2°, asimilándolo al "secreto privado". La con-
ducta consiste en que la persona que ejerce alguna de las profesiones ·
que requieren título revele los secretos que por razón de ella se le hu-
bieren confiado. El sujeto activo de este delito es la persona que ejerce
una profesión que exige título. Sobre el requisito de la titularidad, nos
remitimos a lo señalado al tratar del delito de usurpación de funciones.
Del mismo modo, el concepto de secreto es aquí idéntico al que hemos
analizado precedentemente. Como sujeto activo, se excluyen de esta fi-
gura los abogados, porque a su respecto la violación de secretos consti-
tuye prevaricación (Art. 231). Sin embargo, como la figura del Art. 231 exige

228
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

la producción de un perjuicio para el cliente, la revelación de secretos


hecha por el abogado sin que resulte dicho perjuicio podría ser sancio-
nada dentro del Art. 247, que es de peligro abstracto y formal: no requie-
re la producción del perjuicio ni el ánimo .de perjudicar.
Es preciso, además, que el secreto indebidamente revelado haya sido
previamente confiado al profesional. Esto incluye los hechos que el clien-
te ha comunicado al profesional, y también aquellos de que el profe-
sional se haya enterado por sí mismo, merced a la confianza depositada
en él por un cliente. Por otra parte, si el profesional ya estaba enterado
de los hechos anteriormente y por otras vías, no pesa sobre él la obli-
gación de secreto, pero sólo por lo que toca estrictamente a los hechos
que ya conocía.
La obligación de secreto profesional no cesa por el solo hecho de que
el secreto se haya hecho público, pero sí cesa al menos en dos casos:
a) Cuando se cuenta con el consentimiento expreso, tácito o funda-
damente presunto, del titular del secreto o del que lo confío. Esa es al
menos la opinión general de la doctrina, pero estimamos que en el caso
de los sacerdotes, abogados y algunos otros profesionales, como psicó-
logos y psiquiatras que reciben confidencias sobre faltas o culpas de
terceros, ni aun el consentimiento del titular bastaría para eximir de la
obligación del secreto. En efecto, sería fácil en tal caso que la dispensa
del cliente se obtuviera por presiones o amenazas indebidas, o bien que,
siendo admisible la dispensa, el hecho de negarse a otorgarla constitu-
yera prácticamente una confesión o presunción de culpabilidad.
b) Cuando la ley lo ordena. Respecto de este último punto, existen
los sistemas de secreto absoluto, en todas circunstancias, y el secreto
relativo, en que la obligación de reserva cesa por consideraciones de bien
público o privado superior. LABA11JT1 estima que nuestra legislación se
inclina por el sistema de secreto relativo, y señala diversas disposiciones
legales que establecerían la obligación de violar el secreto profesional,
especialmente en relación con los médicos. A nuestro juicio, solamente
la disposición del Art. 20 del Código Sanitario representa verdaderamente
un caso en que la ley ordena violar un secreto profesional. Dicho artícu-
lo obliga a los médicos a declarar a la autoridad las enfermedades tras-
misibles de los pacientes, señaladas en el respectivo Reglamento. Los
demás casos que suelen mencionarse no suponen necesariamente que lo
revelado a la autoridad sea un secreto confiado al profesional. Si de he-
cho se trata de un secreto confiado, cesa la obligación de informar o de-
nunciar, y el profesional estará exento de responsabilidad en virtud del

1 LABATIJT, op. cit., II, p. 155.

229
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

Art. 10 No 10°, pues obrarja en éumplimiento de un deber u oficio. Por lo


demás, si los Códigos de Procedimiento Civil (Art. 360 N° 1°) y Penal
(Art. 201 No 2°) eximen a los profesionales de la obligación de declarar
en juicio sobre los hechos confidenciales de que hayan tomado conoci-
miento en el desempeño de su oficio, con mayor razón la ley los eximirá
de la obligación de denunciar o informar, cuando se trate de hechos con-
fiados al profesional. Este criterio es aplicable a las obligaciones señala-
das en el Art. 494 N°5 9° y 12, en los Arts. 84 ~ so y 138 del Código de
·; procedimiento Penal. En cuanto a la disposición del Art. 40 del Código
Sanitario, que ordena a los médicos denunciar a los pacientes de enfer-
medades venéreas contagiosas que se nieguen a seguir el tratamiento pres-
crito, no impone en el fondo una obligación de violar el secreto
profesional, ya que de ordinario esta enfermedad habrá tenido que ser
denunciada previamente en conformidad al Art. 20. Esta última disposi-
ción sí que es una excepción al secreto profesional, ya que supone casi
necesariamente un conocimiento confiado al médico.
En nuestra opinión, no habiendo establecido explícita o implícitamente
la ley una excepción en esta materia, rigen respecto de esta figura los
principios de justificación encuadrados en la legítima defensa (los casos
anteriores se refieren al consentimiento del interesado y al eventual ejer-
cicio de un derecho o cumplimiento de un deber). De este modo será
lícito revelar el secreto cuando exista una agresión actual o inminente
contra el profesional, sus parientes o extraños, y concurran los demás
requisitos propios de la legítima defensa en cada caso, siendo especial-
mente imperioso considerar la necesidad racional del medio empleado
(revelación del secreto). De la misma manera sería lícito revelar el secre-
to confiado cuando se trata de impedir la comisión próxima de un delito,
pero sólo en la medida estrictamente necesaria para cumplir con ese fin.

RESISTENCIA Y DESOBEDIENCIA

Estos delitos están mencionados en el párrafo 10 del título, aun cuando


sólo se trata en él del delito de desobediencia. Esta infracción reviste
dos formas:

l. DESOBEDffiNCIA ABIERTA. La comete el empleado público que se ne-


gare abiertamente a obedecer las órdenes de sus superiores en asuntos
del servicio (Arts. 252 inc. 1°). Debe haber una dependencia jerárquica
entre superior e inferior; la desobediencia debe producirse respecto de
una orden emitida competentemente por el superior, y que sea formal-
mente válida. En cuando a la desobediencia abierta, ella puede consis-

230
DEUTOS DE LOS EMPLEADOS PUBUCOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

tir en una negativa expresa, verbal o escrita, a cumplir la orden, a me-


nos que se invoque un motivo; pero a veces bastará el simple incum-
plimiento de una orden, según las circunstancias: si ha sido emitida en
carácter de urgente, o ha sido reiterada, y el subalterno ha podido cum-
plirla inmediatamente sin obstáculos. ·

2. PERTINACIA EN lA SUSPENSIÓN. La contempla el Art. 252 inc. 2°, que


se refiere al caso en que el empleado, habiendo suspendido por cual-
quier motivo la ejecución de órdenes de sus superiores, las desobede-
ciere después que éstos hubieren desaprobado la suspensión. A este
artículo ya nos hemos referido tratando de la obediencia jerárquica como
eximente de responsabilidad penal, y de la prevaricación-desobedien-
cia. Del texto de este artículo se deduce el siguiente sistema: a) El em-
pleado público tiene derecho a suspender la ejecución de órdenes
superiores. Suspender significa postergar, de modo que debe tratarse
de un incumplimiento que sin embargo haga posible cumplir la orden
con posterioridad; b) Esta suspensión no es obligatoria, por graves que
sean los motivos que la aconsejen. Si el empleado cumple derechamente
la orden, estará exento de responsabilidad penal en conformidad al
Art. 10 No 10; e) Si el empleado decide ejercer su derecho de suspen-
sión, debe invocar un motivo (cualquiera) y dar cuenta a sus superio-
res de la suspensión; d) Si los superiores aprueban la suspensión, no
existe problema; si la desaprueban, debe distinguirse: si el empleado
cumple la orden, está también exento de responsabilidad penal, y si no
la cumple, incurre en este delito de desobediencia. Pero debe recordar-
se que según lo expuesto en su oportunidad, si el empleado persiste
en la suspensión, y en definitiva la orden resulta calificada de ilícita den-
tro de las instancias legales de revisión de la misma, no puede sancio-
narse al empleado por delito de desobediencia, ya que a la orden le
faltaba el requisito vinculatorio de su legalidad sustancial. 1
Hay, además, una regla común a ambas hipótesis: si el empleado
no goza de renta, tiene pena de reclusión.
,, .
DENEGACIÓN DE AUXILIO Y ABANDONO DE DESTINO

Se refiere a estos delitos el párrafo 11.

l. DENEGACIÓN DE Auxn.IO. Comete este delito el empleado público del


orden civil o militar que, requerido por autoridad competente, no pres-

1
Véase Tomo 1, p. 350.

231
DELITOS CONTRA LOS INfERESES SOCIALES

tare, en el ejercicio de su ministerio, la debida cooperación para la ad-


ministración de justicia u otro servicio público (Art. 253). Como nove-
dad, presenta esta figura la inclusión de los militares entre los sujetos
activos, que hasta ahora no se habían mencionado en relación con es-
tos delitos.
En esta figura no debe existir una relación de subordinación funcio-
naria o jerárquica entre quien solicita la cooperación y el que debe pres-
tarla, sino que debe existir autonomía administrativa. Si hay relación
jerárquica, el delito es el de desobediencia. Esta infracción no consiste
en desobedecer al superior, sino en desobedecer la ley. En consecuen-
cia, los términos "la debida cooperación" aluden a la cooperación im-
puesta por la ley.
Para la existencia del delito se requiere una petición válida, esto es,
que provenga de autoridad competente y que cumpla con las formali-
dades legales. La conducta consistente en no prestar la debida coopera-
ción puede revestir variadas formas: rehusar expresamente la cooperación
solicitada, asumir una actitud enteramente pasiva o retardar o cumplir
imperfectamente la cooperación debida, de modo de frustrar o hacer
ilusorio el servicio requerido, etc. Dentro del concepto de cooperación
"debida" se comprende la exigencia de que sea oportuna y eficaz.
El delito es meramente formal, y no se requiere que haya tenido
por consecuencia la frustración del servicio público para el cual se pi-
dió el auxilio. Pero si resulta grave daño para la causa pública o para
un tercero, la pena es más elevada (Art. 253 inc. 2°).

2. ABANDoNO DE DESTINO. Este delito comprende dos hipótesis:


a) Abandono de empleo renunciable. A esta situación se refiere
el Art. 254, incs. 1° y 2°, que distinguen dos casos: 1) El empleado que
sin renunciar su destino lo abandonare. El abandono comprende tanto
la ausencia física del sitio en que debe ejercerse el cargo, como el in-
cumplimiento absoluto y total de los deberes propios de éste. No toda
ausencia es abandono: sólo lo es aquella que indica que el funcionario
se propone dejar de desempeñar su cargo en forma permanente o por
lo menos tan prolongada que equivalga a lo mismo; 2) El empleado
que ha renunciado su destino y antes de transcurrir un plazo pruden-
cial en que haya podido ser reemplazado por el superior respectivo, lo
abandona con daño de la causa pública. Del texto de la ley se deduce
que el término "renunciar" se refiere no sólo a la presentación de la
renuncia, sino también a la aceptación de la misma. De otro modo no
tendría sentido la alusión al transcurso del plazo prudencial para el re-
emplazo, pues si la renuncia nó es aceptada, no habrá reemplazo. Si el
empleado ha presentado su renuncia, pero ésta no le ha sido aceptada

232
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

y abandona su puesto, se encontrará en el evento anterior. La aprecia-


ción del "plazo prudencial" será una cuestión de hecho que deberá es-
tablecerse en cada caso. Este delito, a diferencia del anterior, es material
y no formal, porque exige daño de la causa pública, otro elemento que
deberá ser precisado en cada situación, como expresa SOLER, 1 "toman-
do en cuenta la eficiencia ordinaria del servicio administrativo con rela-
ción a los actos de administración que debe cumplir".
b) Abandono de cargo concejil. La Comisión Redactora añadió, den-
tro del Art. 254, el caso del que abandona un cargo concejil sin alegar
excusa legítima y al que, habiéndola alegado, lo abandona antes de trans-
currir un plazo prudencial para ser reemplazado, con daño a la causa
pública. Los cargos concejiles son aquellos irrenunciables y no remune-
rados, para eximirse de los cuales es preciso encontrarse en alguna de
las circunstancias que la ley señala y que se denominan "excusas lega-
les". Estas excusas también deben ser aceptadas por la autoridad com-
petente, de modo que con respecto a esta modalidad del delito son
valederas todas las observaciones formuladas en el caso anterior.
El inciso final del Art. 254 señala que las penas por este delito son
"sin perjuicio" de las que el Art. 135 establece para los que abandona-
ren el empleo sin habérseles admitido la renuncia, cuando haya peligro
de alzamiento. Esta disposición es abiertamente violatoria del principio
non bis in idem, pues tanto por especialidad como por consunción, el
Art. 135 debería desplazar absolutamente al Art. 254.

ABUSOS CONTRA PARTICULARES

Trata de estas infracciones el párrafo 12, último del título.

l. VJ;JACIONES o APREMIOS. Se refiere a esta figura el Art. 255, que san-


ciona al empleado público que desempeñando un acto del servicio co-
metiere cualquiera vejación injusta contra las personas o usare de
apremios ilegítimos o innecesarios para el desempeño del servicio res-
pectivo. Los apremios son formas de presión·;-de coacción, que a través
de la mortificación o molestia que causan al afectado, lo impelen a rea-
lizar determinada conducta. En verdad, el uso de apremios no es sino
una forma particular de vejación injusta. "Vejación", según LABATUT,Z es
"cualquier maltrato, molestia, perjuicio o gravamen de que se haga víc-

1
SOLER, op. cit., V, P- 149.
2
LABATUT, op. cit., II, P- 163.

233
DELITOS CONTRA LOS INI'ERESES SOCIALES

tima a una persona". Las expresiones "injusta", "ilegítimos" e "innecesa-


rios" indican que se excluye aquella molestia que es inherente al deber
del funcionario o que es necesaria, en concepto de la ley, para el buen
desempeño de la misma. El Art. 150, que es especial con respecto al
255, sanciona especialmente a los funcionarios públicos que decretaren
o prolongaren indebidamente la incomunicación de un reo, le aplica-
ren tormentos o usaren con él de un rigor innecesario.

2. DENEGACióN DE SERVICIO. De conformidad al· Art. 256;. comete este


delito el empleado público del orden administrativo que maliciosamen-
te retardare o negare a los particulares la protección o servicio que deba
dispensarles en conformidad a las leyes y reglamentos. De menor gra-
vedad considera el Art. 257 una forma particular de denegación de ser-
vicios, en que incurre el empleado público que arbitrariamente rehusare
dar certificación o testimonio, o impidiere la presentación o el curso de
una solicitud, aunque en este último caso la pena es algo más elevada
si el testimonio, certificación o solicitud versaren sobre un abuso come-
tido por el mismo empleado.
La Comisión Redactora estimó conveniente introducir la expresión
"maliciosamente", para no comprender las negativas o retardos de bue-
na fe (sesión 155). La advertencia, como se ve, era innecesaria, pero
habiéndose introducido dicho adverbio es preciso exigir dolo directo y
acreditarlo. En el Art. 257 la expresión "arbitrariamente" tiene un senti-
do enteramente semejante, y se refiere tanto a la negativa de certifica-
ción o testimonio, como al impedir una presentación o el curso de una
solicitud. Debe recordarse que los Arts. 224 No 3° y 225 N° 3° sancionan
conductas similares a título de prevaricación, cuando el sujeto activo es
un juez o algún otro de los que la ley allí señala.

3. ATENTADOS CONTRA lA HONESTIDAD. Los Arts. 258 y 259 contemplan


dos conductas de empleados públicos que representan atentados con-
tra la honestidad o libertad sexual de ciertas personas. El Art. 258 casti-
ga al empleado público que solicitare a mujer que tenga pretensiones
pendientes de su resolución, y el Art. 259 al empleado que solicitare a
mujer sujeta a su guarda por razón de su cargo. En este último evento
se aumenta la pena en caso que la persona solicitada sea mujer, hija,
madre, hermana o afín legítima en los mismos grados de persona que
tuviera bajo su guarda el solicitante. ·
Hemos visto ya sancionada una conducta similar en el Art. 223 N° 3°,
como un caso de prevaricación judicial. Aquí la conducta no incluye
expresamente el hecho de "seducir" a la mujer, sino que se alude sólo
a "solicitarla". La solicitación significa un requerimiento de trato sexual,

234
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

aunque no se intente llegar al acceso carnal completo. Siendo ello así,


en muchos casos la solicitación será sólo una etapa preliminar de la
seducción, que en general significa lograr acceso carnal sin consenti-
miento pleno y libre (con engaño o presión moral). Por lo tanto, en la
solicitación queda también envuelta la seducción. De todos modos, igual
que en la figura anterior, se excluye el caso del empleado que solicita a
varón, y de la empleada· que hace lo mismo. Queda comprendido, eso
sí, el de la empleada que solicita a mujer.

235
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

Sección Tercera

DELITOS QUE CONSISTEN EN FALTA


DE PROBIDAD /

Los delitos que componen este grupo son tres: la malversación, los frau-
des y el cohecho.

MALVERSACIÓN DE CAUDALES PúBUCOS/

Es éste uno de los delitos más importantes del título, por su frecuencia
práctica y por los problemas técnicos que presenta. Nuestro legislador
incluyó en el párrafo 4° del título conductas de una gran heterogenei-
dad, que hacen imposible encontrar un esquema rector común que re-
presente un tipo-malversación para todas las figuras del párrafo. En
general, la malversación se relaciona con la idea de empleo indebido
de los fondos públicosiJ:écniCiiñente, se le suele dar una acepción má~
_ restringida: la de dar a los fondos públicos un destino también público,
· ero dife .· nte del ue tenían asi nados or la le o la autoridad com-
- etente. in embargo, en nuestro código se denomina malversación a
condu as que van más lejos que la acepción técnica, como la sustrac-
ción de fondos, y otras que tienen un¡:arácter completam-~e diverso,
como la ne~ativa a efectuar un pago,y ~ entregar una cosa,
1
Un concepto de importancia que deoe dtl tdarse comenzar el
estudio ae-esta infracción es el de " os
.l2lli:ilifos;:¡ que son ge~ralmente os 'o jetos materiales so re lós cuafes
recae la acción. Por <f1 " e entiende todo ~énero de bienes, de
cualquiera c~hfkr be~~en al=y~S: :)ú? e~ concept? de CUE-
LLO CALÓN. 1 _ _ _ _ _ _ _ . " son e __e:5KL _ tcativas de dmero, en
1
cualquiera de sus formas;En cuanto 'tf'' ",. oeben entenderse, como

se hizo presente al tratarse de la apropíadón indebida "todos los docu-


mento¡:¡ que son susceptibles de es~imación pecuniaria y gue signifiquen

1 CUELLO CALON, op. cit., 11, p. 381.

236
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

-;)un valor negociable~} (BUNSTER), 1 lo que incluye documentos mercanti-


les, títulos, valores, etc. I.a exigencia de que _§t:?º püb1icgs_. po debe en
tenderse solamente en el sentido restringido de pertenencia al Es}ado o
!:isc~, sino que debe relacionarse, para los efectos penales, con el con-
cepto de empleado público del Art. 260, para concluir que si el cargo o
función en alguna de las instituciones mencionadas en el Art. 260 es
suficiente para conferir la calidad de empleado - orrespondien-
temente los fondos de dichas instituciones de s'derados fon-
dos públicos pára los efectos de este títul e aplicables
lasreglas d~Lpárrafo al que se halle car or cu uier-conce. to
de JODdos. rentas o efectos municipa es o erten ntes a un esta e-
cimiento úblico de instrucciÓn o beneficenc a ispos1c1on e e en-
ten erse como amp · icatoria _sólo en lo que se refiere al suieto a<4i,.vo,
ya que los fondos mismos que pertenecen a un establecimiento públi-
co de instrucción o beneficencia o a un Municipio, son sin duda efec-
tos público~n dentro de la redacción primitiva del Código en el
Art. 260. Además, si las conductas de malversación respecto de dichos
fondos son ejecutadas por un funcionario municipal o de tales estable-
cimientos en el desempeño de sus cargos, la disposición del Art. 238
resulta superflua e inútil. Por consiguiente, debe entenderse que el sen-
tido y alcance del Art. 238 es el de extender el ámbito del sujeto activo
a ciertos particulares ~e, por cualquier concepto, se encuentren encar-
gados de la custodi! de esos fondos, aunque no en an el carácter de
e~ole~dos públi~s. En verdad, habría sido lógico ap tcar esta re a a
tüdOsYos casos ti~ particulares encargados de fondos públicos, pues para
todos ellos existirí misma razón de penalidad. Sin embargo, el texto
específico del . 23 o permite tal interpretación extensiva.
También e .2 e refiere, equiparándolos a los públicos, a los
caudales de , pero. de!Je tqttarsede fondos privado~e es-
tén legalmente custodia del malversador, es dectr, que este los
guarde en cumplimiento de sus obligaciones..funcionarías, yno de modo
-puramenievoTtintano./El destino ulterior de los fondos de particulares
carece de-rélevaneia penal.

1
BUNSTER, La malversación, p. 37.

237
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

de la sustracción: si no excede de cuatro sueldos vitales; si excede de


cuatro y no pasa de cuarenta sueldos vitales, y si excede de cuarenta
sueldos vitales. De conformid4d con el Art. 238, si el monto de lo mal-
versado excede de cuatrocientos sueldos vitales, debe imponerse el gra-
do máximo de la pena correspondiente, si ella consta de varios, y si consta
de uno solo, el máximum del mismo, conforme a la regla del Art. 67.
Esta forma de delito se conoce tradicionalmente como peculado.
Hemos analizado ya el concepto de empleado público y la equipara-
ción que al respecto hace el Art. 238. Dentro de esta figura es necesario
ue los caudales o efectos estén al cuidado del funciona . ' e
su cargo. J.as isposiciones e Derec o Público, y particu armente del
Derecho Administrativo, serán las que determinen cuando los cauoafes o
efectos están al cuidado del funcionario or razón de su cargo. Será· pre-
ciso que el funcionario desempeñe el cargo en alguna de as ca i des
que el Derecho Administrativo contempla, en virtud de d1spos1C10n legal
o de formal nombramiento, y también que el cargo, dentro de las dlspo-
siciones le ales o re la entarias vi entes lleve consi o la custod1a de
los fondos malversados Este requisito es tanto más imperativo entre no-
sotros, cuanto que la expresión "teniendo a su carg-~o" 1 ~ce en este delito
@s veces de las expresiones "abusando de su ofic~u otras semejantes
que se emplean en otros delit6S fune1onanos, y que les confieren preci-
samente la calidad de tales. Si el empleado público sustra~ fondos que
no están a su cargo o que lo están, pero no en razón de sus funciones,
sino por un encargo temporal o accidental, o simplemente de hecho,_co-
meterá una_ a ro iación indebida, o un hurto sim o calificado por abu-
sos de co nza, Rero no esta figura de ictiva
El texto legal añade que el empleado pú lico debe tener los fondos
a su cargo "en depósito, consignación o sec__yestro". El origen histórico
de estos términos, que -ñO figuraban en el CÓdigo Español, parece indi-
car que eliOs se refieren únicamente a los caudales de particulares, y
no a los públi<;;os. En efecto, el Código Español sólo mencionaba los
fondos públicos, y así lo hacía también la redacción inicial del proyecto
de la Comisión. En la sesión 154, a indicación de Reyes, se acordó aña-
dir el caso de los fondos de particulares¡ que pueden encontrarse a car-
go del empleado público "sea por vía de depósito, consignación, etc.".
Debe admitirse sí que la redacción dad~ al precepto no ha sido clara,
pues la mención de los títulos i a o parece referirse a toda clase
de fondos públicos y particular . BUNS con cita de abundante juris-
prudencia, 1 sostiene que estos 'tu os s han sido mencionados por

1 BUNSTER, La malversación, pp. 47 y ss.

238
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

vía de ejemplo de alguna de las formas en que la malversación puede


cómeterse, y se manifiesta de acuerdo con la interpretación jurispruden-
cia! en el sentido de que los términos en cuestión no deben ser enten-
didos aquí en el alcan_c~J~cnico que les da la ley civil, sino en su sentido
natural y obvio, qué cubre aproximadamente los distiptos matices de la
cu o i · · s. Concuerda también con esta interpre-

acuer con lo dicho, el objeto material del delito está consti-


tuido ...... s caudales o efectos públicos, concepto ya analizado, o de
particulares, siempre que se encuentren a cargo del empleado público
en razón de sus funciones."
La acción misma constitutiva del de2f?ito onsiste en sustraer o e~
nsentir ue o s . Susuaer si ifica una ecsjóp mats¿rial de
mient ue hace salir la cosa e la esfera de custodia de su
titular. Al a ar de la sustracción de documentos nos referimos a la
nécesal'ia distinción, en estos delitos, de la esfera de custodia del em-
pleado como funcionariojr como persona privada. La primera es la
que sirve para prec1sar el dehto. La meJor dtstmción entre una y otra se
obtiene suponiendo mentalmente que un día sea reemplazado el fun-
cionario por otra p~rsona; si esta última sigue teniendo la custodia de
los fondos, ello quiere decir que éstos todavía no han sido sustraídos.
Esta distinción es imprescindible, porque en esta figura, a semejanza de
lo que ocurre en el delito de apropiación indebida, los fondos sustraí-
dos se encuentran ya dentro de la esfera de custodia del delincuente,
que no necesita extraerlos o trasladarlos desde el resguardo de otra per-
sona. La sustracción puede además consistir -y ello a menudo ocurre-
en quedarse con los caudales o efectos antes de que ellos ingresen ma-
terialmente en arcas fiscales, lo que no les quita su carácter de fondos
públicos desde el punto de vista j ico. En cuanto a la conducta "con-
sentir en ue otro los sustraiga" _puede consistir én_ una conduc~i-
te astva ero en to o caso e e ser no asta a
neg igencia. Pue e ex1stir o no conCierto con e tercero gue sustrae os
fondos: ello es indiferente para los efectos típicos.
Desde el punto de vista subjetivo, esta conducta es siempre y nece-
sariamente dolosa. / ·
La forma culposa de esta infracción está sancionada en el Art. 23·'i."
Allí se castiga al que "por abandono o negligencia inexcusable diere
ocasión a que se efectúe por otra persona la sustracción de caudales o
efectos públicos o de particulares de que se trata en los tres números

1 LABATIIT, op. r;it., 11, p. 141.

239
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

del artículo anteriox;;'/, Además de la penalidad señalada, agrega la dis-


posición analizada que el autor queda obligado "a la devolución de la
cantidad o efectos sustraídos!': En verdad, el concepto de "sustracción
culposa" sería contradictorio consigo mismo; aquí lo que se sanciona
es una coqducta neghgente (cual mera ue eila sea), ue esta en rei;).-
Clon e causa i a con a sustracción ue un tercero efectúa de los cau-
dales o fondos. La i erenca-esénciat-en.tre esta con. ucta y a e
"consentir en ue otro sustrai ' del articulo antenor rad1ca en e, as-
pecto subjetivo, y en este senti o ien pue e ecirse que esta 1gura. } /
la forma culposa de la segunda forma de comisión del delito del Art. 233
En este último caso, no se impide la sustracción porque no se qme e
impedir!~; en el caso del Art. 234, no se la impide porque se obra con
abapdono, con negligencia~a Comisión Reslactora no quiso extender
la per1alidad a cualquier extravío culposo de los fondos (~esión 153).
En cuanto a la conducta del tercero, será constitutiva, según los pre-
ceptos generales explicados, del correspondiente delito contra la pro-
piedad; Debe consistir en una sustracción, no necesariamente una
"apropiación" (esto es, puede obrar con ánimo de señor y dueño o con
· ple ánimo de uso temporal). -

que ha
disposi-

1
BUNSTER, La malversación, pp. 32 y ss.

240
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

1
• LABATUf, op.cit., II, p. 144.
2
SCHWEITZER, MIGUEL, en nota preliminar al trabajo de Bunster, La malversa-
ción de caudales públicos, cit. supra.

241
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

inciso anterior señala de un modo ge~co que si no se verifica el rein-


tegro, las, penas serán las del Art. 233, y el inciso final dis~urre sobre la
hipótesis de que sólo ha habido un "uso indebido",de los fondos, y no
una apropiación definitiva de ellos,)o que exige que ellos hayan sido
reintegrados después de una aplicación temporal. En cuanto a la frase
"sin perjuicio del reintegro", agregada por la Comisión Redactora (se-
sión 171), ella tiene por objeto solamente especificar que la circunstan-
cia de no resultar daño o entorpecimiento del servicio /
no exime al
malversador de la obligación de reintegrar lo sustráí o.
Si la diferencia objetiva entre las figuras dt;f .2 del Art. 235
radica en que la primera es una ." ·' " y la segunda
una "sustracción con reintegroW en principio es e río admitir que el
dolo propio a~e a es a.~oluntad de sustraer y no reintegrar, y que
el dolo de ~ta -~ intención de sustraer y luego reintegran Ello nos .
plantea un ·roblerna: si ob'etivamente ha una sustracción con rein gro(
uede a li arse a na e . 235 aun ue el olo inicial ha a sidCf'el
e sustrae e ro e e Art. 233 .!Por a mv sa si ob'etiva-
$jn1:?23~Xl!~o~~;,sdhflcg!%7~ fa!~(tari::~:;:f!!;::;!:t;;a~
(el del Art. 235Y.Es decir, ¿Gué a,_ena corresponde aplicar~ la tjpici-
dad es la de una figura y_ cu nabmdad es la de otra_? u si:<!. a la
segunda cuestión la ofrece derechamente el texto del - . s jeti-
vamente ha sustracción sin r · las del
Art. 233, aungue e dolo haya sido e e sustraer y reintegr<!.r . a ta de
correspondencia entre la tipicidad y la culpabilidad no imp ae aplicar la
pena que corresponde a la primera. Parece claro, en consecuencia, que
si esta conclusión es explícitamente admitida por la ley en el caso que
e ·udica al incul ado, con igual facilidad debe admitirse la conclusión
contraria, esto es, que si o jetivamente ay reintegro, as penas ap ica-
'bles son las del Art. 235; sin gue iñfluya sobre ello el ammo mtoal del
sustractor.. Desde el punto de vista técnico, ello significa que en el fondo
la tipicidad de estas formas de delito es común, y consiste esencialmente
eñ la sustracción, que forzosamente debe estar abarcada por el dolo. En
seguida, reinte o es concebido como una verdadera circunstancia ate-
nuan tableci con e proposito e estimu ar a arrepent1m1en o para
evitar mal que se teme, como tantas otras circunstancias dentro del
Código, y cuyo efecto es el drástico cambio en la penalidad señalado en
el Art. 235. Todavía más; si ha existido reintegro, la falta de daño o e~to­
pecirniento para el servicio público contribuye a disminuir en mayor e-
dida la pena ya atenuada, dentro de la q,Hsrna línea de pensamien . El
reintegro sería una circunstancia análo ;:¡ ·a la de procurar con celo la re-
aración del mal causado, y tanto es así · ate-

242
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

roceso y tomar o en
~~~~195!~~~~~§-~~E~~e~iru~·~ti~v~~· Ciertamente, para en-
e . 235, el reintegro debe-
rá_ ser completo; si es sólo parcial, a lo más podrá admitirse la
concurrencia de la atenuante de procurar la reparación del daño.
A este delito, sin reintegro, se le llama también desfalco.

1 Ver nuestra obra El Derecho Penal en la jurisprudencia, Tomo VI, pp. 223 y ss.
2 BUNSTER, La malversación, p. 85.
3 LABATIIT, op. cit., II, p. 145.

243 <.
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

La co ducta misma consiste en una\~"i!!.~§~~~le


ministrados a un fin público. Esta aplic ión e nsistirá, precisamente,
~n u~_acto de ad_m_inistración por _el cual ~fondos se jpyjertan efécti-
vameote Cno basta con ordenar láii¡ye~~ en algún objeto público.
Se trataría de una "a· iliCacíón úbli~ " cuando ese objeto en que se in-
v!erten los fondos vaya en . . público; en general, cuando se tra-

1 GROIZARD, op. cit., IV, p. 320.


2 CHAUVEAU y HELIE, op. cit. 11, p. 531.

244
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

te de un objeto al cual deba atenderse con fondos públicos en confor-


midad a las disposiciones legales y reglamentarias, o al menos un objeto
por el cual la causa pública reciba o haya recibido una contraprestación
equivalente desde el punto de vista económico.
En seguida, la aplicación pública de los fondos debe ser "diferente
de a uella a u e estuvieren destinados". Este "destino" éle loffondos
pu 1cos es a sena a o pnmor 1a mente por la ley (sobre todo la de Pre.::
supuesto), pero también puede, secundariamente, estar precisado por
reglamentos (decretos y aun órdenes de los superiores del servicio dentro
ael ámbito de sus atribuciones legales). Esto 11 a a reg1..1ntarse si el
Art. 236 constituye una "ley penal en blanco". TER · tima ue nQ
lo es, por cuanto la acción estaría perfectament dese en e precep-
to, sin necesidad de indagar el contenido de las normas sobre inver-
.~!ón de fondos. Sin embargo, a nuestro j~ifio, no puede desconocerse
que si bien la acción está en principio escrita en la ley ("aplicar" o
''invertir" los fondos públicos), ello no puede precisarse en forma aca-
Bada sin recurrir a las disposiciones que reglamentan la inversión de
ios fondos ~' reglamento, decreto, orden), lo que es justamente la
característica de las leyes penalesp blanco. El Art. 236 sería, en suma,
una
0
ley parcialmente en blanco~ '"'
La expresión "arbitrariamen e" ue integra el Art. 236 es una inne-
M
cesaria referencia a a m 1spensaBle antijuridicidad de condu,.cta, como
en todo delito. 1.~_Comisión Redactora introdujo-el terrhTno(sesión 49)
para excluir a los .funcionarios que cambian el destino de los fondos a
virtud de órdenes superiores y P.roc~<:li __ _ lo a la l V

s cQ!l_J!ctas que prop1amen e no 1 COI}§titu , sino que son _formas


de desot>ed!ts~ja, o de ene c"ó de ---· . o de ;¿hUSos c~gtra ~ar­
tic~s, segl( las circunstancias Sanc1ona dicho precepto emp ea- a
do pu hco que, debiendo hacer un pago como tenedor de fondos del
Estado, rehusare hacerlo sin causa bastante, y al empleado público que,
requerido por orden de autoridad competente, rehusare hacer entrega
de una cosa puesta bajo su custodia o administración. En las respecti-
vas circunstancias, esta disposición prevalece, por el principio de espe-
cialidad, sobre las que sancionan los otros delitos arriba mencionados.
Jampoco ti~ne este artículo una definida si§nificación patrimoniál;
no hay pérdida para el Estado, ni desorden en las inversiones. Se entra-
ba, .eso sí, la ceSl!laf marcha de la aªfujpjsfradóp púbUca. Lá-verdadera

1
BUNSTER, La malversación, p. 120.

245
DELITOS CONfRA LOS INfERESES SOCIALES

razón del castigo de esta conducta parece residir en la sgsgrcha dr aoro-


pii~ó@ que ~al condu_cta encu~re; empero, ~i la aprqgjªcifrtS:Tij~m-
. pro a a, se lffipondran exclusivamente las penas de l o s V '
segÚn las circunstancias; si el dinero ha recibido una ap~íbJ.tca
diferente, se sancionará el hecho de acuerdo con el Art. . or otra
parte, producido el hecho ob"etivo de la ne af a un pago o entrega
de una cosa, es ap 1ca e a isposición dd Art. 23 aunque ella se deba
a simple capricho del funcionario y no a 1ón o aplicación inde-
bida de los fondps o cosas. Es, por consiguiente, un delito f<ynal, de
pmisión simp~ ~e_ posicióq/
La expresión _"sin causa bastante:¡también introducida por la Comi-
sión Redactora (sesión ~53), es una ~~e20'.redundante referencia a la
necesada aptiiuridjcidacJ de la conduc.Q'"/

FRAUDES Y EXACCIONES ILEQALES

~~~:e~ma~--in-
~~~~~~~~~~~it!tííil~~~~~~~~~~~~~a Cuando
una
Estado o
permitiendo que el particular lo haga, comete este delito. n la malver-
--
sación, en cambio, como se ha hecho observar, la conducta ·-ae¡
-~..
em-

246
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

una conducta dolos


¡i:l 0eriuido mismo parad Estado aparece pre isado en la ley como
una pérdfa o como una nvadóñaetr ; esto es, cubre
tanto el ño emer e esa , que son las dos gran-
des moda i ades e per¡mcio en genera . N se rec.fuiere, sin embargo,
un beneficio para el funcionario, que pu~de no recibir ninguno, sino
áctuar por amistad, esplñtu dé venganza, etc., pero siempre es indis-
pensable el perjuicio público. Como en la tipicidad de esta figura....!!2....§§
hace mención al~una del reinú!gro, debe concluirse que él no TñffiiYe
sgbre la calificaci?n dd @lito. y que en caso de producirse podria sólo
c_onstituir la atenuanté de re aración celosa del mal causado.¡
. .Subj(:!tivamenté, esta 1g\Jra es o osa, y no se señala una figura co-
rrespondiente integrada· por.cülpa. La forma ·pasiva "consentir en que
se defraude", según se ha explicado, es de todos modos una figura do-
losa.

247
DELITOS CONI'RA LOS INTERESES SOCIALES

Es importante poner énfasis en que en esta figura del Art. 239 no es


oreCiS()au~ el emlf.adp htv~ tenido fprdm hajg §l! SJJ5fm:lia (no es ni
siquiera in ispensae queaya existido un egreso de fondos públicos);
só.lo es necesario qu 1uj)eioííafi<?Jntervenga en Qper<l;ciones econó-
mtcas con te ceros 1i rese'ntando al Estado; )lO manejando fondos pú-
blicos (aunque ocas nalmente así pued _9(:urrir), sino velando/por el
interés público. ''·. F 7 ~ . ., . •1
De acuerdo con las reg rales, y no siendo éste un delito de
posidów''el tercero defraudad que no qÚebranta un deber funciona-
rio, comete el re ctivo delit contra la propiedad (alguw forma de
defrauaadón). //

;¡¡~-~~~~~¡ljtiM~~~,:} da este nombre (que el Código


p.~~:r'q e sanciona al empleado público
que directa o indirectame te se · eresare en cualquiera clase de con-
frato u operación en que 1 ervenir por razón de su cargo ..]!_su-
jeto activo es después amplia o para incluir a los peritos, árbitrOs y
liquidadores comerciales respecto de los bienes o cosas en cuya tasa-
dón, adjudicación, partición o administración intervinieren, y a losJ¡War-
dadores y albaceas tenedores de bienes respecto de los pertep.ecientes
a sus pupilos y testamentarías. Luego se contempla otra forma de este
mismo delito al sancionarse a todas las personas ya mencionadas si en
el negocio u operación confiados a su cargo dieren interés a su cónyu-
ge, a alguno de sus ascendientes o descendientes legítimos por consan-
guinidad o afinidad, a sus colaterales legítimos, por consanguinidad hasta
el tercer grado inclusive, y por afinidad hasta el segundo también in-
clusive, a sus padres o hijos naturales o ilegítimos reconocidos.
El legislador desea roteger aquí la ariencia. áé irn arcialidad y
honestidad··--Üe debe ro ear a a rnimstracton u tea. s. apa tencia
se ve estona a s1 e ne1onano se es o a , según la expresión de
SOLER, 1 y representa su propio interés a la vez que el interés público.
~a disposición es minuciosa, pt:,ro .~u idea central es una: intqe-
sarse, sea en la forma de tomar interés, sea en la forma de dar inte-
tés· ~~expresión significaq·~·u~·~e~e~I==;e~rp.~p:¡:jle~a~do tome parte en la negociación
res ctiv e tal m 11 envar se n os casos, un !

1
/ ... ~--· =~al~za
necesariamente e: ec~~~~ic: e~~~~~~ ~
que se desprende de la ubicación sistemática e precepto entro de
los "fraudes"), de la mención de "bienes y cosas", y finalmente, en

1 SOLER, op. cit., V, p. 188.

248
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

forma clara, de la imposición, como pena, de una multa del diez all'-
cuenta por ciento "del ipterés que st¿ bpbjere tomado ep el negocio"
Hemos señalado que el delito comprende dos formas: tomar int rés
y dar interés. La segunda fue introducida por nuestra Comisión· Redacto-
ra y permite resolver casos dudosos para los intérpretes del Código Espa-
ñol. PACHEC0 1 estima que el interés del cónyuge o pariente próximo está
comprendido en la disposición; GROIZARD 2 cree lo contrario. Se ha visto
lo que es "tomar interés". Ahora bien, este delito no e~~Jlrie el funcio--
nario haya llegado efectivamente a obtener un benefiw(es posible in-
cluso que en definitiva le haya resultado un perjuicio); por la inversa,
tampoco exige que para la causa ública ha a res do un 'uicio (igual-
mente existe el delito en caso de que resulte/ beneficio para el Esta-
do). Se trata, por lo tar¡, de un dentó fonii• . Si de hecho resulta para·
el Estado un perjuicio-. encuadramiento se desplaza hacia la respectiva
forma de fraud~ (Art. 239) o malversación; el "tomar interés" sería única-
mente un acto anterior que necesariamente ha precedido al otro y es con-
sumido por éste. El delito del Art. 240 está consumado cuando se reúnen
enel funcionario QÚblic~I dOs calidades: la de funcionario Iíaffiad6 a
interyepjr en la í3.fieració y la de interesado en la misma. No tiene lffi-
portancia cuál efe estas lidades concurra primero. La "intervención" del
funcionario puede estar llamada a producirse en cualquiera etapa del con-
cierto, determinación de l;¡s modalidades y términos, o cumplimiento ma-
terial de la operación respectiva. No es necesario, incluso, gue el empleado
llegue efuctivaweute a in!fQ'f7pif; b con ue esté llamado a ello
a v z ten a interés en el ne ·
ción e ectiva sea descubiert
que el delito ya esté cons mado): .
En 1 dalidad d 'tomar interéS", este interés debe ser siempre
personal del funcionan ero/il te · ; o legal advierte que el puede to-
marse "directa o indir ta ", esto es, por sí mismo o por persona
interpuesta, a la que se deno~· tre n.95otros "palo blanco", equiva-
lente del " 'a" o o"f Siendo éste un d ito de osi-
.. ción el tercer · terpuesto se Capa de su eventua ca I . e or
dfre¿to) un e autor del Art. 15 , por facilitar los medios con·que el
hecho se lleva a efecto, estando concerta . Si no está concertado (lo
que es difícil de concebir), será un cóm ce. Ambas eventualidades su-
ponen, por cierto, que el tercero obre con dolo, a conciencia de que se
trata de dar interés al funcionario llamado a intervenir.

1
PACHECO, op. cit., II, p. 518.
2 GROIZARD, op. cit., IV, p. 338.

249
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

El sujeto activo del delito es en principio el empleado público lla-


mado a intervenir en la respectiva negociación, pero el inciso segundo,
ya comentado, amplía considerablemente el ámbito ae tal suJeto, para
~.xtenderlo a personas que no son funcionarios públicos (al menos, no
necesariamente), a fin de brindar mayor protección a los intereses pri-
~ados o públicos g~_ g~~nden de tal~,s~,sonas, las que tienen en _
común un "s ntido de ofici6". 1 Tutelan intereses ajenos, y no deben' mez-

En a i r~", los sujetos activos siguen siendo


los mísmos, pero e interés ya no es personal para ell()S, sino para su
cónyuge o alguno de los parientes que la ley señala. La-ley considera
igualmente grave el mezclar el interés propio con el público, que mez-
clar el de estas personas tan estrechamente vinculadas al funcionario.
En cuanto a las personas mismas que reciben el interés, su situación es
distinta a la que tienen los "palos blancos" en la modalidad anterior. En
efecto, estos últimos cooperan a la realización de la conducta consis-
tente en "tomar interés" el funcionario; en cambio el cónyuge y parien-
tes aquí señalados no uede decirse -·ue coo eren con la conducta
cqnsistente en "dar interés", ya que e os simp emente o reci en. Se-
rían, por consiguiente, salvo que también hubieran sido inductores, im-
~unes dentro de esta figura. Si resulta en definitiva un pepuido pJua el
stado, ya hemos dicho que el encuadramiento se desplaza hacia el
Art. 23~y la eventual responsabilidad de estos interesados debe deter-
minarse según las reglas generales en relación con estvúltima figura.
... . - .J" -y
~XACCIONES ll.EGALES. El Art. 241 sanciona al empleado público que
~~o indirectamente exigiere mayores derechos de los que le estén
señalados por razón de su cargo. La penalidad aumenta cuando el fun-
cionario fuere habitualmente culpable de este delit9.
Este delito es el que se conoce históricamente como concusión, y
en la doctrina y legislaciones se ha desarroilado en estrecho paralelis-
mo con el cohecho o corrupción, delito del que más adelante nos ocu-
paremos.
No existen particularidades de importancia respecto del sujeto acti-
vo. Debe tratarse de un funcionario público, de aquellos que por dis-
posición de la ley están autorizados para percibir directamente del
público ciertos derechos como remuneración por sus servicios. Es el caso
de algunos auxiliares de la administración de justicia: notarios, conser-
vadores, archiveros, receptores. La acción misma debe consistir en exi-

1 ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., 11, p. 222.

250
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

gir mayores derechos que los que les estén señalados (por la ley, el
reglamento, decreto, resolución administrativa, etc.). La voz "exigir" in-
dica algo más que "pedir"; un simple cobro excesivo no bastaría para
constituir este delito. La conducta consiste en pedir los derechos exce-
sivos subordinando a su pago la prestación del servicio que el funcio-
nario está llamado a dar. Esta conducta presénta semejanza con el delito
de "abusos contra particulares", puesto que se retarda o niega el auxi-
lio o protección que debe dispensarse a los particulares, pero esta últi-
ma figura resulta desplazada, en virtud de especialidad, por la del
Art. 241.
El tratamiento penal de esta figura es curioso, ya que se establece
una pena adicional para el culpable habitual de este delito. Sin embar-
go, éste no es un delito habitual, ya que un solo acto de exacción ile-
gal es suficiente para la punibilidad. En la Comisión Redactora se propuso
precisar el concepto señalando que bastaría una segunda reiteración para
constituir habitualidad, lo que en definitiva no prosperó (sesión 50). Al
parecer, no se ha querido dar a la voz "habitual" en este delito el senti-
do técnico que hemos analizado en su oportunidad, sino el más amplio
de "pluralidad de delitos", esto es, comprensivo tanto de la reinciden-
cia como de la reiteración. En tales casos, habiéndose ya determinado
el efecto preciso que tales circunstancias producen sobre la pena, no
podrán tomarse en consideración como agravante del delito (la reinci-
dencia) o para elevar en otra forma la penalidad (reiteración).
Los principales problemas que esta figura presenta se relacionan con
su delimitación de otras figuras, especialmente las exacciones del Art. 157
y el cohecho. De su vinculación con este último delito nos ocuparemos
al tratar de él. En cuanto a la figura del Art. 157, también consiste en una
exacción, pero es una exacción que se hace invocando una finalidad
pública, esto es, se exige algo a título de impuesto o contribución. Si
esta fmalidad pública es verdadera, el delito es propiamente el del Art. 157;
si es fingida, y en verdad el funcionario la invoca como pretexto para
lucrarse, el delito se desplaza hacia la estafa, según expresamente lo in-
dica el propio Art. 157. En cambio, en la figura del Art. 241 se invoca una
finalidad privada: el funcionario no oculta que los derechos excesivos
los pide para él, a título de remuneración. No se exige un impuesto, sino
un derecho personal. Además, en la figura del Art. 157 no existe antece-
dente legal alguno para exigir una contribución o impuesto; en el Art. 241
existe en principio facultad para exigir un derecho o remuneración, y la
falta reside sólo en la exageración de su monto.
El texto se limita a describir el delito como "exigir" mayores dere-
chos, por lo cual debemos estimar que es un delito formal, que se con-
suma con la sola exigencia, sin que sea menester que los derechos

251
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

excesivos se hayan percibido efectivamente. El requerimiento puede ha-


cerse directa o indirectamente, siempre que llegue al particular en for-
ma de advertencia de que la prestación del respectivo servicio (o su
prestación oportuna y eficaz, que es lo mismo) está subordinada al pago
de un mayor derecho. Si no hay exigencia, directa ni indirecta, sino sólo
un cobro excesivo, habrá pago de lo no debido, sometido a las reglas
de dicha institución civil. Si en vez de exigencia hay alguna forma de
ardid o engaño para inducir a error al particular, el delito será simple-
mente una estafa. Si no hay sino una simple aceptación de lo que el
particular ofrece, el delito puede encuadrarse a veces en el cohecho, lo
mismo que si se exigen derechos cuando la ley no autoriza para cobrar
ninguno (acto no sujeto a remuneración).

COHECHO

Se ocupa de este delito el párrafo 9. Históricamente, se denomina tam-


bién a esta figura corrupción. ANTON y RODRIGUEZ, siguiendo a MAG-
GIORE1 definen este delito como el hecho de aceptar el funcionario
público una retribución no debida, entregada o prometida en conside-
ración a actos de su oficio. Estos autores, dada la forma en que el Có-
digo Español reglamenta el delito, estiman que el cohecho es una figura
bilateral (plurisubjetiva), en que se consideran copartícipes tanto al fun-
cionario que recibe o acepta como al particular que da u ofrece, con-
clusión que entre nosotros acepta LABATIJT. 2 Parece, en verdad, que es
ésta la correcta construcción del sistema de nuestro Código, pero no
puede desconocerse que él equivale a dejar en la impunidad ciertas con-
ductas del empleado público, y por otra parte a sancionar en la misma
forma hechos que intrínsecamente difieren mucho en gravedad.
A pesar de la bilateralidad del cohecho, no puede negarse que las
conductas de una y otra parte tienen diferente naturaleza y significa-
ción jurídicas, y por tal razón se distingue entre el cohecho activo, que
es el realizado por el particular que ofrece, y el cohecho pasivo, que
es el realizado por el funcionario. Por lo general, este último es sancio-
nado más severamente, ya que se encuentra presente la infracción de
un deber funcionario, lo que no ocurre en el caso del particular. Nues-
tro Código se refiere a ambas especies de cohecho, dando al cohecho
activo el nombre especial de soborno. Desde otro punto de vista, el

1 ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., 11, p. 214.


2
LABATIJT, op. cit., 11, p. 157.

252
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

cohecho propiamente tal consiste en aceptar dádiva para la ejecución


de actos funcionarios que deberían realizarse gratuitamente, y por eso
a tal conducta se le llama cohecho propio. En nuestra ley se contem-
pla además la aceptación de dádiva o promesa para la realización de
delitos funcionarios, conducta que sólo por analogía puede llamarse co-
hecho, en razón de lo cual es denominado cohecho impropio. Tam-
bién nuestra ley se refiere a ambas clases de cohecho.
Debido a la bilateralidad del cohecho, se señala como una diferencia
esencial entre éste y las exacciones ilegales, de las que acabamos de ocu-
pamos, la circunstancia de que en el cohecho hay dos culpables, en tan-
to que en la exacción hay un culpable (el funcionario) y una víctima (el
particular). Sin embargo, como el delito de exacciones está limitado en-
tre nosotros a la exigencia de mayores derechos que los asignados por la
ley, el Art. 241 no basta para cubrir todos los casos de exigencias ilegíti-
mas a los particulares. ¿Qué ocurre si el funcionario público exige que se
le pague por la ejecución de un acto funcionario no sujeto a remunera-
ción? Tal conducta no encuadra en el Art. 241, aunque existirían razones
tanto o más poderosas para penado. Aplicando las reglas generales, de-
bemos llegar a la conclusión de que se trata solamente de una proposi-
ción de delito de cohecho, que, según el Art. 8°, y a falta de regla expresa
en contrario, es impune. Yendo más adelante, si el particular presionado
acepta la proposición y el delito se consuma mediante la ejecución del
acto respectivo, ¿cuál es la situación del particular? Es simplemente un
coautor del delito, aunque su posición parece evidentemente mucho me-
nos censurable que cuando ha sido él quien tomó la iniciativa para ofre-
cer la remuneración. Sin embargo, la sanción penal es la misma en ambos
casos. Podría aceptarse aun esta equiparación en caso de que la dádiva
se otorgare para que el empleado realizara un delito, ya que en tal caso
el propósito del particular, en último término, es también delictivo. Pero
no es en absoluto aceptable cuando la exigencia se ha formulado por el
empleado para realizar u omitir un acto obligatorio propio de su cargo,
que no constituye delito. En tales casos, la posición del particular es mu-
cho más la de una víctima que la de un copartícipe. Hay casos, incluso,
en que la actuación del funcionario es de tan. vital importancia para el
particular, que no vacilaríamos en admitir para éste un caso de "no exigi-
bilidad de otra conducta", al resignarse a otorgar la dádiva que se le exi-
ge. Empero, la ley no distingue tales casos, y dentro de la estructura de
nuestras circunstancias atenuantes, sería incluso difícil encontrar alguna
que pudieta invocarse en su favor.

l. COHECHO PASIVO IMPROPIO. Se refiere a esta figura el Art. 248, que


sanciona al empleado público que por dádiva o promesa cometiere

253
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

alguno de los crímenes o simples delitos expresados en el título V. La


penalidad es compuesta: se impone la pena señalada para el delito co-
metido, y además las penas de inhabilitación y multa. Este cohecho es
pasivo, porque se enfoca desde el punto de vista del funcionario que
recibe o acepta, e impropio, porque tiene por objeto la comisión de un
delito. Por tales razones, la participación del cohechador no se rige por
las reglas generales, sino que está reglamentada separadamente, en el
Art. 250. Empero, ello no obsta a la intervención de otras personas, no
sobornantes, como instigadores, cómplices o encubridores, en confor-
midad a las reglas generales.
La acción aquí penada consiste en cometer alguno de los delitos
del título V, por dádiva o promesa. No basta, por consiguiente, el acuerdo
o aceptación, sino que la consumación del delito exige que el delito
funcionario respectivo se haya realmente llevado a cabo. Antes de eso
existiría una conspiración impune. Si el delito en cuestión admite tenta-
tiva o frustración, se dará el cohecho en una de estas etapas en caso de
que la ejecución de aquél quede en una de ellas. El otro elemento típi-
co es cometer el delito por dádiva o promesa. La dádiva es lo que
efectivamente se entrega; la promesa es lo que se ofrece como com-
promiso formal y explícito. Entre los españoles, CUELLO CALON 1 cree que
las dádivas o promesas pueden consistir en cualquier cosa apetecible,
aunque no tenga significación económica, como las distinciones hono-
ríficas, criterio que comparten ANTON y RODRIGUEZ. 2 LABATIIT3 piensa que
la dádiva debe ser de carácter material, lo que no sería preciso en la
promesa. En Alemania, MEZGER, sobre la base del texto legal que se re-
fiere a "regalos u otras ventajas", opina que la dádiva no es necesaria-
mente patrimonial. 4 Lo mismo estima SCHONKE, contra el parecer de
FRANK.s Creemos que entre nosotros no es preciso que la dádiva o pro-
mesa consista precisamente en dinero, pero al menos es indispensable
que sea apreciable en dinero, ya que la penalidad específica del cohe-
cho impropio es una multa de la mitad al total de la dádiva o promesa
aceptada. Tratándose de la dádiva, es esencial que se haya recibido efec-
tivamente; en el caso de la promesa, debe haber un acuerdo previo y
explícito sobre el particular.
Si no existiera un precepto como el del Art. 248, la punibilidad de
la conducta en cuestión debería determinarse dentro del ámbito del

1 CUELLO CALON, op. cit., 11, p. 371.


2 ANTON y RODRIGUEZ, op. cit., 11, p. 214.
3 LABATIIT, op. cit., 11, p. 158.
4 MEZGER, Libro de Estudio, 11, p. 409.

5 Véase CUELLO CALON, op. cit., 11, p. 371, nota 2.

254
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

respectivo delito funcionario cometido, operando el móvil remunera-


tivo como la agravante del Art. 12 No 2°. La reglamentación del Art. 248,
sin embargo, impide aplicar este criterio. La penalidad resulta una pe-
nalidad compuesta: se impone la pena que al respectivo delito corres-
ponde, y además, las penas de inhabilitación y multa, como sanción
por el "desvalor delictivo" adicional que significa la corrupción. Natu-
ralmente, la circunstancia agravante del Art. 12 N° 2° no puede ser to-
mada en este caso en cuenta. Para los efectos de la calificación misma
del delito, debe considerarse que el empleado público comete dos de-
litos, y a ambos se refería la condena (el delito funcionario corres-
pondiente y además el cohecho). Sin embargo, la penalidad se
determinará exclusivamente por la regla del Art. 248, prescindiendo de
las reglas generales sobre concursos de delitos o reiteración. En el fon-
do, lo que la ley ha hecho ha sido elevar una circunstancia agravante
a la categoría de delito autónomo.
Si la dádiva o promesa se ha recibido o aceptado para la ejecución
de un delito funcionario que no sea de aquellos del título V, subsiste la
regla general señalada: se sancionará en virtud del delito en cuestión y
el móvil pecuniario conservará su carácter de agravante general, salien-
do del campo del cohecho.

2. COHECHO PASIVO PROPIO. A él se refiere el Art. 249. Reviste dos mo-


dalidades, aunque el requisito de obrar por dádiva o promesa es co-
mún a ambas:
a) Ejecutar el empleado público un acto obligatorio propio de su
cargo, no sujeto a remuneración, y
b) Omitir el empleado público un acto debido propio de su cargo.
Esta segunda hipótesis es considerada más grave, porque la conducta
misma es ya en sí ilícita desde el punto de vista administrativo. Si al
omitir el acto obligatorio el empleado está cometiendo un delito del
título V, la figura se desplaza hacia el cohecho impropio, del Art. 248; si
está cometiendo otra clase de delito, la sanción que corresponde es la
de este último delito, obrando el móvil remunerativo como agravante,
según se ha señalado a propósito de la figura anterior. En suma, la omi-
sión del acto obligatorio debe ser un hecho administrativamente inco-
rrecto, pero que intrínsecamente no alcance a constituir delito.
La diferente gravedad de estas hipótesis es evidente; en la primera,
el empleado se hace pagar para cumplir con su deber; en la segunda,
se hace pagar para faltar a sus obligaciones. Tal como en la figura ante-
rior, el delito se consuma con la ejecución del acto obligatorio o la omi-
sión del mismo, según el caso. No basta la entrega de la dádiva o la
aceptación de la promesa. Sobre la naturaleza de éstas, nos remitimos a

255
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

lo ya dicho. Pese a que la Comisión Redactora entendió no incluir en


estas disposiciones a los empleados que reciben regalos que les son
presentados por razón de su oficio, si la recepción de dicho regalo está
en relación directa con la ejecución u omisión de un acto obligatorio,
surgirá la figura de que tratamos. SOLER1 expresa que no están compren-
didas en el cohecho las pequeñas atenciones a un funcionario, de mera
urbanidad o cortesía y que no envuelven acuerdo alguno. Por lo gene-
ral, además, estos obsequios de cortesía o agradecimiento se producen
después de la actuación funcionaria y sin mediar promesa anterior, lo
cual es suficiente para excluirlos de la tipicidad de esta figura. En cam-
bio, los "agradecimientos anticipados" son siempre sospechosos.
También la Comisión Redactora (sesión 52) entendió excluir a los
funcionarios que reciben remuneración por la ejecución de trabajos ex-
traordinarios o urgentes, no obligatorios. El mero texto de la ley es su-
ficiente para excluirlos, ya que el delito consiste en la ejecución o la
omisión de actos obligatorios. Empero, si por la realización de los tra-
bajos extraordinarios se omite realizar los trabajos ordinarios a que se
está obligado, podría pensarse en la existencia de un cohecho. Sería
preciso, sin embargo, determinar cuidadosamente la calificación de tal
conducta, pues a menudo constituirá más bien un abuso contra parti-
culares (los perjudicados con el abandono del trabajo ordinario). Ello,
en virtud de que la remuneración se habría recibido para realizar el tra-
bajo extraordinario, y no para omitir el obligatorio, que sería sólo con-
secuencia indirecta de aquello.
Debe mencionarse también que la Comisión Redactora (sesión 52)
dejó testimonio de que estas disposiciones incluían no sólo a los fun-
cionarios remunerados, sino también a los que desempeñaban cargos
concejiles, como senadores y diputados (a la época), municipales, sub-
delegados, inspectores, etc., lo que corrobora la idea de que el concep-
to de empleado público del Art. 260 es amplio, incluso dentro del texto
primitivo del código.
La conducta en cuestión es mucho más grave cuando el funcionario
público envuelto es un juez, y por tal razón el Art. 223 N° 2° sanciona
esta conducta como prevaricación. Sin embargo, en dicho precepto no
se distingue entre las dos hipótesis de esta figura para los efectos de la
penalidad. Tanto en esta figura como en la anterior, la exigencia o acep-
tación de dádiva o promesa puede hacerse directa o indirectamente. PA-
CHEC02 considera expresamente los regalos que se hacen a los miembros

1
pp. 163 y 167.
SOLER, op. cit., V,
2 PACHECO, op. cit., 11, p. 498.

256
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

de la familia del funcionario. Por lo demás, el Art. 223 N° 2° lo señala


en forma explícita, tratando de la prevaricación-cohecho.

3. COHECHO ACTIVO. La intervención del particular dentro del cohecho,


esto es, lo que en doctrina se denomina cohecho activo, está reglamen-
tada en el Art. 250, con el nombre de soborno: al cohechador se le
llama sobornante. El sistema del Código se apartó de los principios
generales en materia de participación. En efecto, si no existiera el Art. 250
y el texto de los Arts. 248 y 249 fuera idéntico al actual, la situación del
cohechador sería la siguiente:
a) Con respecto al cohecho impropio, debería ser considerado un
autor instigador de los respectivos delitos, si la iniciativa partió de él, y
en caso contrario, como autor cooperador de los mismos delitos o cóm-
plice de los mismos, según las circunstancias. Debe recordarse que en
el caso de los delitos que no son de posición, ellos deben calificarse
separadamente para el empleado (delito funcionario) y para el particu-
lar .(delito común, si lo hay).
b) Con respecto al cohecho propio, el particular sería un autor ins-
tigador del delito del Art. 249, o bien un cómplice del mismo, si la exi-
gencia partió del funcionario y él se limitó a someterse a ella.
El Código ha roto completamente este sistema, y el Art. 250 señala
una regla única de penalidad: el sobomante es castigado con las penas
correspondientes a los cómplices en los casos respectivos, excepto las
penas de inhabilitación y suspensión (penas funcionarias). Este trata-
miento se fundamenta en la consideración de que no es igualmente re-
prochable la conducta del funcionario que la del particular, ya que este
último no incurre en la infracción de un deber especial de lealtad para
con el Estado. PACHECO ya lo señalaba expresamente. 1 Sin embargo, lo
general de la regla provoca algunas confusiones, y en definitiva deter-
mina que no siempre el tratamiento del Art. 250 resulte más favorable
para el sobomante; a veces la aplicación de las reglas generales habría
sido preferible para este último.
¿Cómo funciona la regla del Art. 250? Al respecto, es preciso dis-
tinguir:
a) Con relación a la figura del Art. 250, debe recordarse que se han
cometido dos delitos, y que la penalidad es también doble. Pues bien,
el sobomante recibe la pena asignada al cómplice respecto de cada uno
de los particulares delitos funcionarios que se cometan. Debe señalar-
se, eso sí, que en este caso no se distingue entre los delitos de posi-

1
PACHECO, op. cit., 11, p. 502.

257
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

ción y los que no lo son, pues el delito del sobornante siempre se pe-
nará en relación con la sanción del delito funcionario. Si el delito en
cuestión, v. gr., es el de malversación del Art. 233, pese a no ser delito
de posición, la pena del sobornante se mide a partir de la escala seña-
lada en el propio Art. 233. Esto se deduce de la frase final del Art. 250,
inciso primero, que dice: "excepto las de inhabilitación y suspensión",
penas característicamente funcionarias, lo que demuestra que la penali-
dad del "cómplice" (sobornante) debe determinarse según la pena del
respectivo delito funcionario, y no del delito común correspondiente.
En seguida, también el sobornante debe penarse como cómplice en
relación con la pena específica del Art. 248, regla que no tiene mayor
alcance práctico, ya que la pena de inhabilitación allí señalada no es en
ningún caso aplicable al particular sobornante, y respecto de la multa,
no tiene influencia la calidad de cómplice.
b) Con relación a la figura del Art. 249, el sobornante debe ser pe-
nado como cómplice en relación con dicho delito específico (el único
que hay). Por las mismas razones señaladas precedentemente, tampoco
la regla tendrá efecto práctico, dada la naturaleza de las penas: inhabili-
tación (inaplicable) y multa.
e) Puede apreciarse que el sistema anterior a veces resultará más
favorable al sobornante que la aplicación de las reglas generales, y otras,
menos favorable. Es extraña la regla que hace en todo caso inaplicable
al sobornante las penas de inhabilitación y suspensión (lo que en cier-
tas situaciones se traducirá en impunidad de aqúél), ya que hay algu-
nas inhabilitaciones (las absolutas) que podrían ser impuestas al
sobornante, y respecto de las otras, la regla del Art. 61 No so habría he-
cho ·en todo caso aplicable la multa.
d) Quedan subsistentes las reglas generales, ya señaladas, respecto
de las otras formas de participación que no consisten en la inducción
por medio de dádiva o promesa.
El inciso 2° del Art. 250 señala una circunstancia atenuante especial
para el sobornante, cuando el soborno mediare en causa criminal a fa-
vor del reo por parte de su cónyuge, de algún descendiente o ascen-
diente legítimo por consanguinidad o afinidad, de un colateral legítimo
consanguíneo o afín hasta el segundo grado inclusive o de un padre o
hijo natural o ilegítimo reconocido. En tal caso sólo se impondrá al so-
bornante una multa igual a la dádiva o promesa. Se trata de una ate-
nuante especial, cuyo efecto está determinadamente señalado en la
misma ley. A veces la atenuante no será en la práctica tal, ya que la
multa en ella señalada es superior a la que imponen los Arts. 248 y 249,
de modo que cuando esta última sea la única pena aplicable al sobar-
nante, la atenuante resultará en realidad agravante. Ya hemos caracteri-

258
DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

zado esta disposición en la Parte General como una de las que se ins-
piran, entre nosotros, en la admisión de ciertos principios de la con-
cepción normativa de la culpabilidad y de la no exigibilidad de otra
conducta en algunos casos.
Finalmente, el Art. 251 indica que en todo caso caerán las dádivas
en comiso, disposición que sólo repite la regla general del Art. 31 sobre
comiso de los efectos e instrumentos del delito. Posiblemente se con-
signó para evitar confusiones y dejar en claro que la multa igual a la
dádiva o a cierta parte de ésta era suplementaria del comiso, y no lo
reemplazaba.

259
CAPITULO IX

DELITOS CONTRA EL ORDEN


Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

BIEN JURÍDICO PROTEGIDO

La Comisión Redactora del Código formó el título VI, al que denominó


"crímenes y simples delitos contra el orden y la seguridad públicos co-
metidos por particulares", agrupando en él diversas infracciones que en
el Código Español se encontraban referidas a distintos bienes jurídicos.
Por tal razón, y dado lo heterogéneo de las figuras que en él se regla-
mentan, los delitos de este título presentan serias dificultades de siste-
matización, hasta el punto de que pudiera afirmarse, según la expresión
de BINDING, que este título es una "trastera" 1 o desván, donde se han
agrupado delitos que no encuentran adecuado sitio en otro título. Des-
de luego, debe advertirse que el epígrafe del Código no es del todo
exacto al restringir el sujeto activo a los particulares, ya que en ciertos
delitos es perfectamente concebible que quien los cometa sea un fun-
cionario público que obra en el ejercicio de su cargo.
El Código menciona en primer término como bien jurídico protegi-
do el "orden público". Esta expresión sirve a veces para designar el con-
junto de principios fundamentales político-jurídicos que rigen una
sociedad; tal es el alcance, v. gr., que a esta expresión atribuye el dere-
cho internacional privado. En nuestro Código, sin embargo, "orden pú-
blico" es algo más modesto y restringido: significa simplemente
"tranquilidad". Denota la confianza en el normal y pacífico desenvolvi-
miento de las actividades ciudadanas. Aparte de que así parece indicar-
lo la naturaleza de las conductas incriminadas, debe recordarse que en
la figura del Art. 269, llamada de "desórdenes públicos", el texto del
modelo español hablaba de "turbar gravemente el orden público", ex-
presión que la Comisión Redactora cambió por "tranquilidad pública",
dándose como razón de ello (sesión 56) que estos delitos no atentaban

1 MEZGER, Libro de Estudio, 11, p. 373.

261
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

contra las bases mismas de la organización social, lo que sería sedición,


sino que eran sólo alteraciones pasajeras de la tranquilidad, que no pro-
curan trastornar el orden establecido.
El otro bien jurídico mencionado es el de "seguridad pública". En
un sentido amplio, y teniendo en vista la finalidad de prevención gene-
ral del derecho penal, todo el derecho penal es una protección a la
seguridad. Empero, aquí se quiere aludir a cierta categoría especial de
delitos en que la razón de la punibilidad es el peligro que ellos repre-
sentan para determinados bienes jurídicos, más que el daño efectivo de
los mismos. El solo riesgo para aquellos bienes justifica el castigo de
quien crea el riesgo. Ya hemos explicado que los delitos de peligro se
clasifican en delitos de peligro concreto (los verdaderos delitos de pe-
ligro), en que la pena está subordinada a la efectiva comprobación del
riesgo, y de peligro abstracto, en los cuales no es necesario verificar la
existencia del peligro, sino que la ley lo presume por el solo hecho de
emplear determinado medio, o de desarrollar determinada actividad. A
estos delitos suele denominárseles "contra la seguridad", y de ellos pre-
cisamente se ocupa el título VI, al menos en parte. Ello, sin perjuicio de
que la efectiva existencia del peligro, y con mayor razón del daño efec-
tivo, influyan a veces en la penalidad de estas infracciones o determi-
nen su desplazamiento hacia otros títulos.
Para su mejor estudio, los delitos de este título pueden dividirse en
los siguientes grupos: 1) delitos que afectan la administración públi-
ca en sentido amplio; 2) delitos que afectan la tranquilidad pública;
3) delitos que afectan la economía pública; 4) delitos que afectan la
salud pública, y 5) delitos de peligro común o indeterminado.

Primer grupo
Delitos que afectan la administración pública

En este grupo se encuentran delitos que tocan la administración públi-


ca en sentido amplio, incluyendo la administración de justicia.

ATENTADOS Y DESACATOS CONTRA LA AUTORIDAD

De estos delitos trata el párrafo l. Son las figuras más graves y más próxi-
mas a los delitos políticos, entre los cuales los contemplaba el Código
Español. Sin embargo, no se trata aquí de infracciones contra el carác-
ter institucional de las autoridades, sino sólo contra su aspecto funcio-
nal o administrativo. Los atentados representan verdaderas agresiones

262
DEUTOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

a la persona o bienes de los funcionarios constituidos en dignidad o


autoridad; los desacatos son conductas de injuria, desobediencia o re-
sistencia a la autoridad.

l. ATENTADOS. El artículo fundamental es el 261, que comprende dos


figuras:
a) Emplear fuerza o intimidación para alguno de los objetos señala-
dos en los Arts. 121 (sedición) y 126 (rebelión). Sin embargo, a diferen-
cia de lo que ocurre con estos últimos delitos, el Art. 261 excluye
expresamente la forma de alzamiento público para tales fines, ló que
transformaría el delito, precisamente, en alguno de aquéllos. Se dife-
rencia además esta figura de la del Art. 133 en que aquí el delito se
consuma con el empleo de fuerza o intimidación, en tanto que en aquélla
se exige que los objetivos se hayan logrado.
b) Acometer o resistir con violencia, emplear fuerza o intimidación
contra la autoridad pública o sus-agentes cuando aquélla o éstos ejer-
cieren funciones de su cargo. Aquí se comprenden dos hipótesis dife-
rentes: el atentado propiamente tal ("acometer") y la resistencia a la
autoridad ("resistir"). Ambas formas, en todo caso, suponen el empleo
de fuerza, violencia o intimidación; algo más que una "resistencia pasi-
va" o desobediencia. El peligro para la administración pública queda
de manifiesto considerando que la fuerza debe ejercerse contra el fun-
cionario que obra en carácter de tal, y no contra él como persona pri-
vada.
En el acometimiento se pretende imponer una determinada conducta
a la autoridad; es indiferente que dicha conducta sea lícita o ilícita. En
la resistencia se trata sólo de impedir violentamente que la autoridad
cumpla con sus funciones. Si la autoridad pretende realizar una con-
ducta ilícita, el derecho de resistencia queda justificado dentro del mar-
co de la legítima defensa, cumpliéndose los requisitos generales de esta
institución.
El empleo de violencia puede dar por resultado la muerte o lesio-
nes de algún funcionario público. La ley no se ha ocupado aquí de los
efectos de tales conductas, por lo cual deberán ser sancionadas separa-
damente en caso de concurrir. Debe sí recordarse que en virtud del prin-
cipio de la consunción, cuando la ley integra un delito con el elemento
"violencia" debemos concluir que ha intentado ya sancionar el desvalor
delictivo de las lesiones leves o menos graves que se producen casi
inevitablemente por el empleo de fuerza física.
Los atentados pueden revestir una forma calificada en ciertos casos
señalados en el Art. 262: 1) Si la agresión se verifica a mano armada.
No es necesario que se haya hecho uso efectivo del arma. El concepto

263
DELITOS CONTRA LOS INI'ERESES SOCIALES

de arma, según hemos señalado, equivale al del Art. 132. La voz "agre-
sión" precisa que el acometimiento o la violencia deben realizarse con
relación a la persona misma del funcionario; 2) Si los delincuentes pu-
sieren manos en la autoridad o en las personas que acudieren en su
auxilio. La expresión "poner manos" es metafórica, e indica cualquier
forma de fuerza física aplicada sobre la persona de la autoridad (empu-
jarla, golpearla, sujetarla, etc.); 3) Si por consecuencia de la coacción la
autoridad hubiere accedido a las exigencias de los delincuentes.

2. DESACATOS. Este delito tiene diversas modalidades:


a) Art. 263: Injuriar gravemente de hecho o de palabra al Presidente
de la República, o a alguno de los cuerpos colegisladores, o a las comi-
siones de éstos, sea en los actos públicos en que los representan, sea
en el desempeño de sus atribuciones particulares, o a los tribunales su-
periores de justicia. Es una figura especial con respecto al delito de in-
jurias, en la cual el bien jurídico principal es el "orden público", en contra
del que se atenta mediante la ofensa dirigida al honor. Adviértase tam-
bién cómo en este caso la ofensa contra el honor se dirige en contra de
personas jurídicas o corporaciones, tales como los cuerpos colegislado-
res, tribunales de justicia, etc.
b) Art. 264: Perturbar gravemente el orden de las sesiones de los
cuerpos colegisladores o injuriar o amenazar en los mismos actos a un
diputado o senador; perturbar gravemente el orden en las audiencias
de los tribunales de justicia o injuriar o amenazar en los mismos actos a
un miembro de dichos tribunales; injuriar o amenazar a un senador o
diputado por las opiniones manifestadas en el Congreso, a un miembro
de un tribunal de justicia por los fallos que hubiere dado, a los minis-
tros de Estado u otra autoridad en el ejercicio de sus cargos, o a un
superior con ocasión de sus funciones. Esta última hipótesis muestra
que el sujeto activo de estas infracciones puede también ser un em-
pleado público (Art. 264). Señala el inciso final de este artículo que la
provocación a duelo se reputará amenaza grave para estos efectos, aun-
que sea privada o embozada (desplazará, en su caso, por especialidad,
a la figura del Art. 404).
Para los efectos de esta forma de desacato, el Art. 265 señala una
pena más elevada cuando consiste en perturbar el orden y cuando la
injuria o amenaza fueren graves, y una más reducida cuando se tratare
de injuria leve. En opinión de LABATUT, la expresión "injuria grave" está
tomada en su sentido más lato, y no en el sentido técnico del Art. 417.1

1
LABATUT, op. cit., II, p. 172.

264
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

e) Art. 267: Impedir, con violencia o fraude, el ejercicio de sus fun-


ciones a un miembro del Congreso, de los Tribunales Superiores de Jus-
ticia o del Consejo de Estado (hoy inexistente). Aquí el desacato se dirige
contra un miembro, y no contra los miembros; contra una persona y
no contra la institución u órgano, pero siempre en relación con las fun-
ciones que desempeña tal persona.
d) Art. 268: Ocasionar tumulto o excitar al desorden en el despacho
de una autoridad o corporación pública hasta el punto de impedir o
interrumpir sus actos. Como en tales casos el desorden es indudable-
mente grave, debe suponerse que el legislador no ha querido duplicar
innecesariamente las penalidades; que el delito del Art. 268 es sólo sub-
sidiario del Art. 264, y que se aplica a los desórdenes no incluidos en
aquél.
e) La Ley de Seguridad del Estado, Art. 6°, letra b), sanciona como
"delito contra el orden público" el ultrajar públicamente la bandera, el
escudo o el nombre de la patria, a lo que se agregó después el "himno
nacional"; y el difamar, injuriar o calumniar al Presidente de la Repúbli-
ca, Ministros de Estado, Senadores o Diputados, miembros de los Tri-
bunales Superiores de Justicia, Contralor General de la República,
Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas o General Director de Ca-
rabineros, sea que la difamación, la injuria o la calumnia se cometa con
motivo o no del ejercicio de las funciones del ofendido. Este delito, muy
semejante al desacato, ha venido en la práctica a desplazar en gran me-
dida a los Arts. 263 y 264 del Código, aunque no creemos, como LABA-
TUT,1 que se haya producido una derogación tácita. Los conceptos de
injuria y de calumnia son los mismos estudiados al tratar de dichos de-
litos. En cuanto a la "difamación", el antiguo Decreto Ley 425, en su
Art. 21, se refería a ella como la divulgación maliciosa de hechos relati-
vos a la vida privada, que sin ser calumniosos o injuriosos, "pudieren
producir perjuicios o graves disgustos en la familia a que la noticia se
refiera". Esto fue reemplazado por la Ley 15.476, que en su Art. 18 ca-
racterizaba a la difamación como la difusión de informaciones o comen-
tarios que sin ser constitutivos de calumnia o injuria, "sean lesivas para
la dignidad, honra, honor o crédito de una persona". El texto de la
Ley 16.643, sobre Abusos de Publicidad, suprimió este delito, dejando
subsistentes sólo los ordinarios de calumnia e injuria, calificados por el
medio de comisión. Sin embargo, la Ley 19.048, que modificó el texto
de la Ley 16.643, para desarrollar en ella el ilícito constitucional respec-
tivo, reintrodujo el delito de difamación, aduciendo las insuficiencias de

1 LABATUT, op. cit., II, p. 174.

265
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

la práctica jurisprudencia! en la materia, especialmente en lo relativo a


la exigencia del animus injuriandi. De acuerdo a lo que allí indica-
mos, la difamación está caracterizada por la "imputación de hechos de-
terminados, relativos a la vida privada o familiar de una persona",
difundida por alguno de los medios que ella define, siempre que se
produzca alguna de las consecuencias que en su artículo 22 se señalan.
También se contempla bajo el mismo título "el grabar palabras o captar
imágenes" de otra persona, no destinadas a la publicidad, para luego
difundirlas en la misma forma y con los mismos resultados. Señalamos
al referirnos a los delitos contra el honor y cuando examinamos los de-
litos contemplados en la ley de Abusos de Publicidad, 1 que existía una
suerte de confusión tanto respecto de los bienes jurídicos protegidos
como asimismo de las conductas sancionadas, pues unos y otros no
coincidían necesariamente con lo que la doctrina entiende por difamar.
En la Ley de Seguridad del Estado no existe una caracterización espe-
cial de lo que es "difamar", por lo que será preciso, atendiendo al sen-
tido natural y obvio del término, su etimología y el alcance que se le
da en doctrina, concluir que se trata de una ofensa o atentado contra la
fama o reputación de una persona, esto es, lo que en doctrina se de-
nomina injuria difamatoria, y que por lo tanto la expresión "injuria-
ren", en la Ley de Seguridad del Estado, está tomada en su sentido
restringido de "injuria contumeliosa", por oposición a la difamatoria, des-
crita como "difamación". La aplicación sin más de lo dispuesto por el
artículo 22 de la Ley sobre Abusos de Publicidad a este caso está reñida
con el principio de legalidad.
f) El Art. 240 del Código de Procedimiento Civil dispone que una
vez cumplida una resolución judicial, el tribunal podrá decretar las me-
didas tendientes a dejar sin efecto todo lo que se haga en contraven-
ción a lo ejecutado, y agrega que el que quebrante lo ordenado cumplir
será responsable del delito de desacato y será sancionado con la pena
del Art. 262 N° 1° del Código Penal (que es un caso de atentado y no
de desacato). Probablemente se ha querido decir "inciso 1°" en vez de
"número 1°", ya que el Art. 262 no tiene "número 1°".
El Art. 266 señala que para todos los efectos penales relativos al atenta-
do y al desacato, se entiende que ejercen su autoridad constantemente los
ministros de Estado y las autoridades de funciones permanentes o llama-
das a ejercerlas en todo caso y circunstancias, y que se entiende también
ofendida la autoridad en ejercicio de sus funciones cuando tuviere lugar el
atentado o desacato con ocasión de ellas o por razón de su cargo.

1
Véase Tomo III, pp. 239 y ss.

266
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

ROTURA DE SELLOS

La contempla el párrafo 3°, Arts. 270 y 271. La conducta consiste en


romper intencionalmente los sellos puestos por orden de la autori-
dad pública. La "rotura" del sello debe entenderse en sentido am-
plio, como "violación" del mismo, aunque materialmente no se le
destruya. Esta conducta es muy similar al quebrantamiento de sellos,
delito funcionario: si el sujeto activo es el funcionario público res-
pectivo, que quebranta o consiente en el quebrantamiento, el delito
a su respecto se califica de acuerdo al Art. 243. Si la rotura de sellos
se ha hecho con violencia contra las personas, la pena es la del
Art. 271; si no ha concurrido tal circunstancia, las penas son las del
Art. 270, que reconoce una causal de calificación: cuando los sellos
rotos estaban colocados sobre papeles o efectos de un individuo acu-
sado o condenado por crimen (por el peligro para la administración
de justicia).

EVASIÓN DE DETENIDOS

Trata de este delito el párrafo 12, Arts. 299 a 304. El primer rasgo de
interés de este delito es la circunstancia de que no se sanciona al de-
tenido mismo que se evade, siempre que se trate propiamente de un
detenido o preso y no de un condenado, pues en tal caso surge la
hipótesis del quebrantamiento de condena, de la que nos hemos ocu-
pado en general y que mencionaremos más adelante. En todo caso,
ni siquiera el condenado que se evade es castigado en este título, de
modo que, siendo éste un delito que supone necesariamente dos per-
sonas que participen materialmente, una de ellas es siempre impune,
al menos por este título.
La expresión "detenidos", del epígrafe, y "presos", que también
emplea el texto de los artículos, debe entenderse en su sentido más
amplio: desde el que está cumpliendo pena de encierro por senten-
cia ejecutoriada, hasta el que está sometido a un simple arresto. Para
la penalidad de este delito nuestro Código sigue un criterio talional,
que también subsiste en el delito de falso testimonio, según el cual
se gradúa la pena del delito en proporción a la que correspondería
al evadido. En verdad, la evasión de detenidos es un delito contra la
administración de justicia y como tal debería ser reglamentado.
l. FIGURA DEL ART. 299. Consiste en ser culpable de connivencia en la
evasión de un preso o detenido cuya conducción o Ctistodia estuviere

267
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

confiada al hechor. El sujeto activo puede ser un funcionario público


(nueva inexactitud del epígrafe del título VI) (Art. 299) o un particular
(Art. 300). Esta última situación se presentará rara vez. La voz "conni-
vencia" es también de alcance amplio, pero supone en todo caso con-
cierto o acuerdo con el evadido o con quienes han preparado la fuga.
La pena del empleado público se gradúa de acuerdo con la pena a que
estuviere condenado el evadido, y si no lo estaba, con la pena del deli-
to por el que estuviere procesado. La pena del particular, en los res-
pectivos casos, es inferior en un grado.
El Art. 302 contempla una hipótesis semejante a las señaladas, pero
de carácter cuasidelictual: no hay connivencia, sino descuido culpable.
Los Arts. 296, 297 y 299 No 2° del Código de Justicia Militar sancio-
nan todas estas conductas cuando los sujetos activos de las mismas son
militares.

2. FIGURA DEL ART. 301. Es la otra figura fundamental de este párrafo.


La conducta consiste en sustraer a un detenido del poder de quienes lo
custodian o facilitarle la evasión. Ya no es el delito de los guardianes,
sino de los extraños. Si esta conducta se verificare fuera de las cárceles
o establecimientos penales, es condición para sancionarla que ella se
verifique por violencia o sorpresa. La violencia comprende la intimida-
ción; a la "sorpresa" nos referimos a propósito del robo con violencia o
intimidación en la personas. Si esta conducta ha tenido lugar en las cár-
celes o establecimientos penales, es punible aunque no se haya em-
pleado violencia o sorpresa. Pero las penas son más elevadas en caso
de que efectivamente los extraños se hayan valido de violencia o so-
borno. Si se han valido de soborno, se sancionan exclusivamente con
las penas del Art. 301, y no juega la regla del Art. 250, ya que ésta vale
sólo para la inducción a delitos del título V o la realización u omisión
de actos que no lleguen a constituir delito. En cuanto al funcionario
sobornado, será sancionado según el Art. 299, por su connivencia en la
evasión, y el móvil pecuniario servirá de circunstancia agravante (Art. 12
No 2o).

3. REGIAS DE PENALIDAD. El Art. 303 dispone que si los fugados fueren


dos o más, se tomará como base para la determinación de la penalidad
la más grave a que estuvieren condenados o merecieren aquéllos. Es
una excepción a la regla del Art. 75, ya que en principio, constituyendo
la evasión de varios detenidos varios delitos, debería sancionarse con
la pena mayor del delito más grave. Aquí sólo hay una referencia a la
pena más grave como base para determinar la penalidad única del he-
chor. Debido a lo tortuoso del régimen de penalidad establecido para

268
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

este delito, a menudo resultará imposible encontrar pena que aplicar.


Para estos casos, el Art. 304 hace aplicable la última pena de la respec-
tiva escala gradual (no la multa, que se considera la "inmediatamente
inferior a la última").

QUEBRANTAMIENTO DE CONDENA

Este delito está reglamentado en la parte general del Código (Art. 90).
El "quebrantamiento" de condena supone que ésta tiene cierta dura-
ción en el tiempo (no es concebible en la pena de muerte o en las
pecuniarias) y que se ha comenzado a cumplir en virtud de senten-
cia ejecutoriada que la impone. El texto del Art. 90 no deja lugar a
dudas de que se trata de un delito nuevo y específico. Pero su régi-
men de penalidad es singular, pues en los casos de los N°5 1o y 2° la
pena por el quebrantamiento de condena no es una pena que se agre-
ga a la anterior quebrantada, sino que es una pena accesoria (inco-
municación, celda solitaria) de la que se estaba cumpliendo: a esta
última la ley la llama expresamente "pena principal". En los casos de
los números 4° y 7°, se reemplaza la pena anterior (restrictiva de li-
bertad) por una nueva, de modo que la pena por el quebrantamiento
tiene el carácter de sustitutiva de la anterior; la que queda sin efec-
to y no debe ya cumplirse. Sólo en los casos de los números 5°, 6o y
8° (penas privativas de derechos) la nueva pena (privativa de liber-
tad o pecuniaria) tiene carácter complementario de la anterior y se
añade a ella (el condenado no recobra los derechos de que estaba
privado). El caso que se contemplaba en el número 3o quedó dero-
gado por la Ley 17.266.

OBSTRUCCIÓN A LA JUSTICIA

El número 3 del artículo 2° de la Ley 19.077 introdujo un nuevo párrafo


al título VI del Libro Segundo, el que bajo el número 269 bis se intituló
"De la obstrucción a la justicia". En este párrafo se tipifica una sola figu-
ra, de igual nombre. En efecto, el artículo castiga con la pena señalada al
respectivo crimen o simple delito, rebajada en dos grados, a quien "se
rehusare a proporcionar a los tribunales de justicia antecedentes que co-
nozca o que obren en su poder y que permitan establecer la existencia
de un delito o la participación punible en él, o que, con posterioridad a
su descubrimiento, destruya, oculte o inutilice el cuerpo, los efectos o
instrumentos de un crimen o simple delito". Como se desprende con toda

269
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

claridad de la última parte de la disposición, la obstrucción solamente


procede respecto a crímenes y simples delitos y no a faltas. El tipo penal
consta de dos hipótesis alternativas. En primer término castiga el "rehu-
sar" a proporcionar a los tribunales de justicia antecedentes que conozca
o que obren en su poder. Este término, significa "negar", "oponerse", "re-
chazar" la entrega de estos antecedentes, que han de ser del conocimien-
to del sujeto o bien han de obrar en su poder. En el primer caso sólo los
conoce, es decir, sabe de su existencia, pero no están en su poder, mien-
tras que en el segundo el artículo da a entender que deben estar en po-
sesión de la persona. Pero esto solo no basta, pues, además, es menester
que tales antecedentes permitan establecer la existencia de un delito o la
participación punible en él. Ambas exigencias deben relacionarse con lo
dispuesto por el artículo 274 del Código de Procedimiento Penal, en cu-
yos números precisamente se alude a estas cuestiones como fundamen-
tales para poder someter a proceso a una persona. En otros términos,
serían insuficientes las informaciones vagas o las meras suposiciones o
sospechas. Debe tratarse de antecedentes precisos y concretos, única ma-
nera de cumplir con lo establecido por la disposición procesal antes cita-
da. La segunda conducta que se castiga consiste en "destruir", "ocultar" o
"inutilizar" el cuerpo, los efectos o instrumentos de un crimen o simple
delito, con posterioridad a su descubrimiento. Cabe aquí la misma obser-
vación hecha recientemente con respecto a las faltas: no quedan com-
prendidas. La misma disposición se encarga de entregar los elementos
que marcan la diferencia con la anterior hipótesis: en este caso el crimen
o simple delito ha de haberse descubierto ya. Existe una exención de
pena respecto del cónyuge y los parientes próximos 1 y de quienes están
ligados por el secreto profesional.

Segundo grupo
Delitos que afectan la tranquilidad pública

DESÓRDENES PÚBLICOS

Se refiere a ellos el Art. 269, que castiga a los que turbaren gravemen-
te la tranquilidad pública para causar injuria u otro mal a alguna per-
sona particular, o con cualquier otro fin reprobado. Se advierte que la

1 Véase la relación entre este delito y el encubrimiento en Parte General, Tomo 11,

p. 104.

270
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

penalidad es sin perjuicio de las que les correspondan por el daño u


ofensa que causen. La tipicidad de este delito, como hace notar LABA-
TUT, 1 tiene una doble limitación: por un extremo, no debe tratarse de
los desórdenes que llegan a constituir desacatos, y por el otro, no de-
ben ser desórdenes de escasa gravedad, que se sancionan como faltas
en los Arts. 494 Nos 1° y 2°; 495 N°s 1° y 2° y 496 Nos 7° y 8°. El delito
está integrado por un elemento subjetivo, el propósito de causar "in-
juria u otro mal" a alguna persona particular, o, en términos amplísi-
mos, "cualquier otro fin reprobado". La expresión "injuria" está tomada
aquí en su sentido genérico de "daño" y no en el específico de "deli-
to de injuria".
La disposición que conserva la penalidad autónoma del daño o la
injuria que se causen es importante, y necesitó de un texto expreso, ya
que de conformidad a las reglas generales sobre concursos de delitos y
de leyes, ordinariamente la penalidad de los "desórdenes públicos" ha-
bría sido enteramente desplazada por la correspondiente al mal causa-
do, siempre que ésta fuere mayor que la de aquel delito.

EMBARAZOS PUESTOS A LA EJECUCIÓN


DE LOS TRABAJOS PÚBLICOS

Se refiere a este delito el párrafo 4, que consta de un solo artículo, el


272. La conducta consiste en oponerse por vías de hecho, sin motivo
justificado, a la ejecución de trabajos públicos ordenados o permiti-
dos por la autoridad competente. La expresión "vías de hecho" es bas-
tante amplia, y comprende cualquiera conducta de orden material,
aunque sea omisiva (negarse a salir de un lugar, v. gr.). Sin embargo,
si se emplea violencia o intimidación en las personas contra la autori-
dad o sus agentes, el título de desacato desplaza al del Art. 272. El
delito es formal; no exige ningún resultado, ni tampoco ánimo espe-
cial.
La Comisión Redactora agregó la frase "sin motivo justificado", que
no figuraba en el modelo belga de este artículo, "para evitar malas inte-
ligencias por la vaguedad de esta disposición" (sesión 172). No parece
que el artículo haya ganado mucho en precisión con el agregado de
esta frase redundante que excluye del delito los casos en que hay una
causal de justificación.

1 LABATUT, op. cit., 11, p. 175.

271
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

DELITOS RELATIVOS A LOS TELÉGRAFOS Y CONDUCTORES


DE CORRESPONDENCIA

De estos delitos se ocupa el párrafo 16, conjuntamente con los relativos


a los ferrocarriles, que por su distinta índole deben ser sistematizados
separadamente. Estas infracciones pueden dividirse a su vez en dos gru-
pos.

l. DEUTOS RElATIVOS A LOS TELÉGRAFOS. Comprenden las siguientes fi-


guras:
a) Destrucción o interrupción del servicio. Se trata de conduc-
tas de diversa importancia, que van desde un cuasidelito hasta infrac-
ciones de tipo político, que estarían más adecuadamente reglamentadas
en el título II. Las conductas consisten en romper por imprudencia los
postes o alambres de una línea telegráfica establecida o en construc-
ción, o ejecutar actos que interrumpan el servicio de los telégrafos
(Art. 333); interrumpir intencionalmente la comunicación telegráfica o
causar daño a una línea en construcción rompiendo alambres o postes,
inutilizando los aparatos de transmisión o por cualquier otro medio
(Art. 334); en caso de motín, guerra exterior, insurrección u otra calami-
dad pública, romper los alambres o postes, destruir las máquinas o apa-
ratos telegráficos, apoderarse con violencia o amenazas de las oficinas,
o, empleando los mismos medios, impedir de cualquier modo la co-
rrespondencia telegráfica entre los depositarios de la autoridad pública,
u oponerse con fuerza o violencia al restablecimiento de una línea tele-
gráfica (Art. 335). Aunque el texto legal no lo dice expresamente, por la
circunstancia y la naturaleza de la acción, se trata de un delito de móvil
político, que estaría mejor reglamentado entre las figuras de esa natura-
leza. El Art. 336 señala que los autores del daño estarán siempre obli-
gados a indemnizar los costos que demanden las reparaciones o el
restablecimiento de las líneas deterioradas o destruidas, repetición
inútil de la regla del Art. 24.
b) Violación de secretos. Volvemos a encontrar aquí otra manifes-
tación de esta forma de delito. El Art. 337 sanciona al empleado de una
oficina telegráfica pública o privada que divulgare el contenido de un
mensaje sin autorización expresa de la persona que lo dirige o a quien
es dirigido, y al que por descuido culpable (cuasidelito) no transmitiere
fielmente un mensaje. Si procediere de mala fe (con dolo) se le sancio-
nará en conformidad al Art. 195 (falsificación de partes telegráficos). La
pena incluye la obligación de indemnizar perjuicios (nueva repetición
inútil del Art. 24), lo que no significa que la tipicidad de esta figura los
incluya necesariamente, sino sólo que en caso de haberlos deben ser

272
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

indemnizados. Luego el Art. 338 se refiere al empleado que hubiere trans-


mitido órdenes encaminadas a la persecución o aprehensión de delin-
cuentes, o para que se practiquen diligencias dirigidas a una averiguación
judicial o gubernativa, y que luego transmitiere aviso o prevenciones
que hagan ilusorias dichas órdenes. Otra forma de comisión de esta fi-
gura es frustrar las medidas de la autoridad en tales casos merced a
una transmisión o traducción (transcripción del mensaje recibido) in-
fiel, siempre que se obrare maliciosamente. En esta figura del Art. 338
sí se requiere un perjuicio o resultado: que se malogren las órdenes de
la autoridad. Por tal razón, este delito puede quedar en etapa de tenta-
tiva o de frustración.
e) Cooperación a la rebelión. Los Arts. 134, 135 y 136 contem-
plan sanciones para los empleados públicos que cooperen con los re-
beldes alzados. El Art. 339 contiene una serie de prohibiciones para evitar
la propagación de la rebelión: se sanciona al empleado de oficina tele-
gráfica que: 1) Transmite o tolera que se transmitan mensajes dirigidos
a favorecer o fomentar el desorden; 2) Da aviso de la marcha que si-
guen los sucesos y tumultos, si no es a la autoridad o con el consenti-
miento de ésta; 3) Instruye del movimiento de tropas o de las medidas
tomadas para combatir la insurrección o desorden; 4) Comunica toda
noticia cuyo objeto sea frustrar las providencias tomadas para restable-
cer la tranquilidad interior. Todas estas conductas se sancionan para los
casos de "motín" o "asonada", expresiones de carácter amplio, que de-
notan todo movimiento de insurrección o tumulto que altere la tranqui-
lidad interior. Nuevamente se elimina el concurso aparente, al señalar
el Art. 339 que estas penas son sin perjuicio de las que quepan al autor
como copartícipe del motín o asonada. El Art. 340 añade una regla que
es una verdadera medida de seguridad: cuando en una oficina telegrá-
fica se reincidiere en las infracciones del Art. 339, podrá la autoridad
superior inmediata (se refiere a los telégrafos públicos) prohibir el uso
del telégrafo o someterlo a su dirección o inspección mientras duren
las circunstancias extraordinarias de motín, sedición, etc.

2. DEUTOS RELATIVOS A LOS CONDUCTORES DE CORRESPONDENCIA. El


Art. 341 sanciona al que acometiere a un conductor de correspondencia
pública para interceptarla o detenerla o para apoderarse de ella o de
cualquier modo inutilizarla. Se gradúa la pena según si se hace o no
uso de violencia, aunque es difícil concebir que pueda realizarse un
"acometimiento" sin violencia. No es necesario que el agresor llegue a
conseguir su propósito; basta con el. acometimiento y el ápimo. Si di-
chos objetivos se logran, la penalidad es la misma (no hay concurso
con el Art. 156, que supone abuso de autoridad en vez de acometimiento,

273
DELITOS CONTRA LOS INfERESES SOCIALES

ni con el Art. 146, ya que la apertura o registro de la correspondencia


serán sólo el agotamiento de esta conducta). Pero si con la sustracción
de la correspondencia o la agresión al conductor se comete un delito
que merezca pena mayor, se aplica ésta (exclusivamente, por subsidia-
riedad).

DELITOS RELATIVOS A LAS TELECOMUNICACIONES

Al momento de examinar los delitos en contra de la intimidad hicimos


presente la ausencia en el Código de normativa que se refiera a las co-
municaciones realizadas por medios inmateriales, dada la época en que
se dictó, argumentos que tienen plena validez en este caso. El Art. 36 b)
de la Ley 18.168 1 Ley General de Telecomunicaciones, sanciona al que
"maliciosamente interfiera, intercepte o interrumpa un servicio de teleco-
municaciones", mientras que la Ley 19.227 agregó dos figuras adicionales
a dicha disposición, en virtud de las cuales se castiga a quien "intercepte
o capte maliciosamente o grabe cualquier tipo de señal que se emita a
través de un servicio público de telecomunicaciones", y en segundo lu-
gar se castiga también "la difusión pública o privada de cualquier comu-
nicación obtenida con infracción a lo establecido en la letra precedente",
vale decir, por la interceptación, captación o grabación de una señal emi-
tida a través de un servicio público de telecomunicaciones.

OTROS DELITOS CONTRA EL ORDEN PÚBLICO

La Ley de Seguridad del Estado contempla otros delitos contra el orden


público:
a) Los Arts. so y 9o prohíben transmitir informaciones o comunica-
ciones que inciten a la comisión de un delito penado en dicha ley, como
también el envío y circulación por correos, telégrafos, cables, aduanas
y transportes, de diarios, revistas u otros impresos o noticias constituti-
vos de delitos penados en la ley; se establecen sanciones penales, di-
rectamente o por remisión al Art. 253 del Código Penal, para la infracción
de estas prohibiciones;
b) Provocar desórdenes o cualquier otro acto de violencia destina-
do a alterar la tranquilidad pública (muy semejante al delito del Art. 269)
(Art. 6°, letra a);
e) Destruir o interrumpir las instalaciones o medios empleados para
el funcionamiento de servicios públicos, de utilidad pública o de activi-
dad económica en general; impedir o hacer difícil el acceso a dichos

274
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

servicios o actividades, o a puentes, calles, caminos y otros bienes de


uso público semejantes (Art. 6°, letras e y d).
d) Hacer la apología o propaganda de doctrinas o métodos que pro-
pugnen el crimen o la violencia en cualquiera de sus formas para lo-
grar cambios político-sociales (Art. 6°, letra D;
e) La internación, fabricación, almacenamiento, transporte, entrega,
etc., de armas, municiones, explosivos, gases asfixiantes o lacrimóge-
nos, u otros "instrumentos" idóneos para cometer alguno de los delitos
penados en la ley (Art. 6°, letra g). No obstante, en relación con esta
letra, el Art. 24 de la Ley 17.798 sobre Control de Armas la deroga ex-
presamente "en cuanto se refiere a armas de fuego, explosivos y demás
elementos" contemplados en esta última ley. Subsistirían en la Ley de
Seguridad del Estado sólo las armas blancas y las contundentes. (La Ley
de Control de Armas, Art. 24, hace erróneamente referencia a la letra e)
del Art. 6° de la Ley de Seguridad del Estado, pues en virtud de las mo-
dificaciones sufridas por esta última, la letra que contempla las infrac-
ciones sobre armas es ahora lag) del Art. 6°.)

Tercer grupo
Delitos contra la economía pública

Esta categoría de delitos tiene modernamente mucha importancia por


el considerable desarrollo de los aspectos económicos de la vida social;
por las formas complejas que asume la economía moderna, y por el
estrecho entrelazamiento de los intereses particulares, fiscales y socia-
les. En nuestro Código, probablemente por su inspiración liberal en es-
tas materias, dichos delitos tienen un tratamiento muy parco.

CRÍMENES Y SIMPLES DELITOS DE LOS PROVEEDORES

Los proveedores son personas a quienes determinadas reparticiones pú-


blicas encargan suministrarles las provisiones, pertrechos, materiales, etc.,
o la ejecución de ciertos trabajos que les sean necesarios para el desem-
peño de sus funciones. Los Arts. 273 y 274 se refieren exclusivamente a
los proveedores de las Fuerzas Armadas. El delito consiste (Art. 273) en
que estas personas falten a sus compromisos voluntariamente, embara-
zando el servicio que tuvieren a su cargo, con daño grave e inevitable de
la causa pública. El Art. 274 sanciona a estas mismas personas si ha habi-
do fraude en la naturaleza, calidad o cantidad de los objetos o mano de
obra o de las cosas suministradas, siempre con daño grave e inevitable

275
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

de la causa pública. En la primera conducta hay incumplimiento; en la


segunda, se cumple, pero con engaño (fraude). El delito no es meramen-
te formal; exige que se produzca un resultado, que se "embarace el ser-
vicio". Además, a consecuencias del embarazo debe resultar "daño grave
e inevitable de la causa pública". Con esta última expresión, la Comisión
Redactora entendió referirse al daño inmaterial o moral (v. gr., pérdida
de una acción de guerra) y no al meramente pecuniario, y al daño que
no es posible evitar, y no al que puede evitarse con un esfuerzo pecu-
niario, como por ejemplo aprovisionándose en otra parte, hipótesis am-
bas en que según los Comisionados sólo habría acción civil contra el
proveedor. Sin embargo, el hecho de que el Art. 274 hable de "fraude"
hace que sin lugar a dudas deba comprenderse también el daño pecu-
niario. Respecto del embarazo del servicio y del daño de la causa públi-
ca, basta con que el proveedor se encuentre en dolo eventual.
El Art. 109, inciso 11, sanciona entre las conductas de traición "al
proveedor que maliciosamente faltare a su deber con grave daño para
el ejército o armada". La Comisión Redactora entendió (sesión 156) que
el Art. 109 se aplicaría en caso de guerra, y el Art. 273 en los demás
casos. Pero no lo expresó en el texto de las disposiciones, que no dan
base para trazar tal distinción. Los Arts. 346 y 347 del Código de Justicia
Militar sancionan también estas conductas. En tiempo de guerra se san-
ciona incluso al proveedor negligente.

DELITOS RELATIVOS A LOTERÍAS, CASAS DE JUEGO Y PRÉSTAMOS


SOBRE PRENDAS

El párrafo 6 contiene diferentes figuras:

l. LoTERíAs. El Art. 275 define la lotería como "toda operación ofrecida


al público y destinada a procurar ganancias por medio de la suerte". No
se sanciona a quienes toman parte en la lotería (los adquirentes de nú-
meros o boletos), sino a los "autores, empresarios, administradores, co-
misionados o agentes de loterías no autorizadas legalmente". La pena es
de multa. Si los objetos puestos en lotería fueren muebles, caen en comi-
so, repetición inútil del Art. 31. Por disposiciones legales se ha autoriza-
do el funcionamiento de la Lotería de Concepción, de la lotería de la
Polla Chilena de Beneficencia, instituciones de las cuales dependen nue-
vas formas de juegos de azar existentes a la fecha de esta edición: Loto,
Kino, Tincazoo, Polla Gol, Raspe, etc. A ello es necesario agregar la reali-
zación de loterías (o rifas) realizadas por instituciones de caridad, educa-
cionales, deportivas, Cuerpo de Bomberos, etc., previa autorización del

276
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

Presidente de la República, siempre que los premios no consistan en di-


nero y que las ganancias se destinen exclusivamente a los fines sociales.

2. JUEGOS DE AZAR. Son tales aquellos en que predomina la casualidad


sobre la habilidad personal (inteligencia, destreza o fuerza). Estos jue-
gos son sancionados penalmente sólo cuando se juegue o apueste di-
nero y se realicen en establecimientos destinados especialmente a ello
(casas de juego). El Art. 277 sanciona a este respecto a los banqueros,
dueños, administradores o agentes de casas de juego de azar. El dueño
no es el propietario del inmueble respectivo, sino el que económica-
mente es su dueño, aunque no tome parte en la administración. El
Art. 278 sanciona a los que concurrieren a jugar a las casas referidas;
sea que ganen o que pierdan, o incluso aunque de hecho no jueguen,
siempre que concurran con tal propósito. El Art. 279 dispone el comiso
del dinero o efectos puestos en juego y los instrumentos, objetos y úti-
les destinados a él; nueva redundancia.
El Art. 495 No 14 pena como falta el establecimiento de loterías, rifas
o juegos de azar en las plazas, calles, ferias y otros sitios semejantes.
Leyes sucesivas han autorizado el funcionamiento de casinos o casas
de juego en Viña del Mar, Arica y Puerto Varas, y más recientemente en
los balnearios de Pucón y Peñuelas.
La ley 4566, sobre Hipódromos autoriza el juego en ellos sólo con
el sistema de "apuestas mutuas" y sanciona con las penas de los Arts. 277,
278 y 279 la explotación de otra clase de apuestas hípicas.

3. CAsAS DE PRÉSTAMO SOBRE PRENDAS. Las disposiciones que reserva-


ban a la Caja de Crédito Popular el ejercicio del crédito prendario como
actividad (Leyes 3.607 y 5.257), están actualmente derogadas, de modo
que el único artículo que sigue teniendo vigencia práctica a este res-
pecto es el Art. 280, que sanciona al que sin autorización legal estable-
ciere casas de préstamos sobre prendas, sueldos o salarios. Nuevamente
se insiste en la imposición del comiso como pena. Las restantes dispo-
siciones, sin aplicación práctica, sancionan a los que estando legalmen-
te autorizados, incurrieren en determinadas irregularidades en la
administración de sus establecimientos, o en general infringieren los re-
glamentos que dictare el Presidente de la República, y también a los
que no enajenaren las prendas con sujeción a las leyes y reglamentos
(Art. 281); a los que no dieren resguardo de la prenda o seguridad reci-
bida (esto es, el correspondiente recibo o boleto) (Art. 282), y al presta-
mista que hiciere préstamos de la clase indicada en los artículos
precedentes a una persona manifiestamente incapaz para contratar por
su edad o falta de discernimiento (Art. 283). Esta última es una verda-
dera explotación de la inexperiencia ajena.

277
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

DELITOS RELATIVOS A LA INDUSTRIA, EL COMERCIO


Y LAS SUBASTAS PÚBLICAS

Dado el espíritu liberal en materia económica imperante a la época de


dictación del Código, las disposiciones de éste en la materia son limita-
das y parciales.

l. INDUSTRIAS. El Art. 284, tomado del Código Belga, se refiere al que


fraudulentamente hubiere comunicado secretos de la fábrica en que está
o ha estado empleado. La introducción en la esfera del secreto ha sido
legítima; la conducta consiste en revelar o informar. La mayor parte de
las legislaciones distingue entre lo que se llama "secreto de industria" y
"secreto de empresa" (o secreto comercial). El primero (que en francés
se conoce como tour de main), se refiere específicamente a las técni-
cas de fabricación, sea que consistan en máquinas o artificios origina-
les, o en una disposición particular y diferente de elementos ya
conocidos, etc. El secreto de comercio o empresa, en cambio, versa so-
bre los antecedentes comerciales y financieros de la empresa: negocia-
ciones proyectadas, listado de clientes actuales o potenciales y otros
antecedentes semejantes. Nuestra legislación únicamente se refiere al
primero; el segundo sólo ha venido a quedar parcialmente cubierto en
los tiempos actuales a través del delito de aprovechamiento de in-
formación privilegiada, de que se trata más adelante. La expresión
"fraudulentamente" indica que de la comunicación del secreto debe ha-
berse seguido perjuicio para su titular, o por lo menos que debe haber
existido algún tipo de engaño para tener acceso al secreto de industria
(esto es, tanto el acceso al secreto como su divulgación serían ilícitos,
pero el delito mismo sólo consistiría en esta última). Todo ello supone,
además, que el hecho revelado sea verdaderamente secreto, en el sen-
tido que damos a esta expresión: que sea conocido por un número pe-
queño de personas, y que exista un interés actual en que ese
conocimiento se mantenga restringido a ese círculo de personas. No hay
delito en la divulgación de técnicas que son conocidas o de uso gene-
ral. No debe confundirse este delito con la divulgación de técnicas pa-
tentadas: estas últimas no son secretas, ya que para patentarlas ha sido
preciso explicar sus características al registro respectivo: el empleo de
una técnica patentada por parte de quien no es el titular es un delito
contra la propiedad industrial, no es revelación de secreto de fábrica.
El delito del Art. 284 es de acción privada.
En cuanto al secreto de "empresa" o "comercial", sólo mucho más
tarde se le ha venido a dar protección a través de las figuras de la
Ley 18.045, sobre Mercado de Valores.

278
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

El Art. 10 de dicha ley califica como "información reservada" a "ciertos


hechos o antecedentes que se refieren a negociaciones aún pendientes
que al conocerse puedan perjudicar el interés social", siempre que ha-
yan sido calificadas expresamente como tales por el voto de las tres
cuartas partes del directorio, o por la unanimidad de los administrado-
res, si no hay directorio social, y comunicados a la Superintendencia de
Seguros y Valores al día siguiente hábil de la adopción del acuerdo. El
Art. 60, letra d) de la misma ley, sanciona con presidio menor en cual-
quiera de sus grados a "los socios, administradores y en general, cual-
quier persona que en razón de su cargo o posición en las sociedades
clasificadoras, tenga acceso a información reservada de los emisores cla-
sificados y revele el contenido de dicha información a terceros". Las so-
ciedades clasificadoras de riesgos son sociedades de personas que, como
su denominación indica, tienen como exclusivo objeto clasificar los va-
lores de oferta pública, y se encuentran inscritas en un registro especial
en la superintendencia respectiva. A ellas se refieren los artículos 71 y
siguientes de la Ley 18.045.
Además; el Art. 164 de esta última ley define como "información pri-
vilegiada" a "cualquiera información referida a uno o varios emisores
de valores, a sus negocios o a uno o a varios valores por ellos emiti-
dos, no divulgada al mercado y cuyo conocimiento, por su naturaleza,
sea capaz de influir en la cotización de los valores emitidos". Ella com-
prende también la "información reservadá" del Art. 10 de la Ley, a la
que venimos de referirnos, y la que se tiene de las operaciones de ad-
quisición o enajenación a realizar por un inversionista institucional en
el mercado de valores. El Art. 60 de la Ley, letra e), sanciona con presi-
dio menor en cualquiera de sus grados a "las personas a que se refiere
el artículo 166, que al efectuar transacciones u operaciones de valores
de oferta pública, de cualquier naturaleza, en el mercado de valores o
en negociaciones privadas, para sí o para terceros, directa o indirecta-
mente, usaren información privilegiada". Las personas señaladas en el
Art. 166, sujeto activo de este delito, son determinadas categorías de per-
sonas en las que la ley presume, por la posición que ocupan, o por el
acceso de que gozan a los antecedentes de la sociedad, que tienen co-
nocimiento de la información privilegiada. La enumeración es larga y
prolija, y comprende a los directores, gerentes, administradores y liqui-
dadores, los auditores externos e inspectores de cuentas, los dependientes
que trabajen directamente o bajo la supervigilancia de aquéllos, los ase-
sores permanentes, los funcionarios de las instituciones públicas fiscali-
zadoras y los cónyuges y parientes de todas estas personas. Tanto la
"presunción" de conocimiento del Art. 166, como la presunción general
de dolo del Art. 60, letra e), deben entenderse simplemente legales, dada

279
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

la prohibición constitucional de presumir de derecho la responsabili-


dad penal.

2. COMERCIO. A esta materia se refieren los artículos 285 y 286. El pri-


mero sanciona a los que por medios fraudulentos consiguieren alterar
el precio natural del trabajo, de los géneros o mercaderías, acciones,
rentas públicas o privadas o de cualesquiera otras cosas que fueren ob-
jeto de contratación. El Art. 286 aumenta la pena cuando estas manio-
bras recayeren sobre mantenimientos u otros objetos de primera
necesidad. El Código Español, del que se tomó el artículo, se refería a
los que esparcían falsos rumores o empleaban otros artificios y logra-
ban alterar el precio que resultaría de la libre concurrencia. La Comi-
sión Redactora acordó originalmente sancionar la "coalición industrial",
para encarecer o abaratar abusivamente el precio del trabajo. Posterior-
mente, la Comisión pensó que sancionar tal conducta era contrario a la
"libertad de industria", y acordó suprimir la disposición, y en cambio
añadir el "trabajo" a los objetos que pueden ser objeto de contratación,
y sancionar respecto de los precios solamente las alteraciones de los
"'precios naturales" que se lograran mediante medios fraudulentos, con
lo que el artículo 285 adquirió su redacción actual. Como puede adver-
tirse de su tenor y de los antecedentes históricos que hemos menciona-
do, nuestro legislador tenía el convencimiento de que de la "libre
concurrencia" no podía sino resultar siempre el precio "equitativo" o
"natural" de las cosas, incluido el trabajo entre estas últimas. La expre-
sión "medios fraudulentos" comprende cualesquiera artificios engaño-
sos, según el concepto que ya se ha dado de ellos al tratar el de los
fraudes por engaño, entre los cuales estará esparcir falsos rumores, pese
a que no se nombran de modo expreso. Además, necesariamente re-
sultará un perjuicio, ya que en toda alteración del "precio natural" hay
quien sale perdiendo, sea el público en general, sea el contratante víc-
tima del fraude. Es una conducta semejante a lo que tradicionalmente
se conoce como agio: hacer variar los precios del mercado de manera
artificial y con engaño para lucrar con ello.
El Art. 285, como se ha visto, sanciona la conducta ya analizada cuan-
do lo que se pretende alterar artificialmente es el precio de las accio-
nes. Cuando se trata de éstas y de otros valores de cotización pública,
la Ley 18.045 sobre Mercado de Valores, en sus Arts. 52 y 53, prohíbe
efectuar transacciones en valores "con el objeto de estabilizar, fijar o
hacer variar artificialmente los precios" y "efectuar cotizaciones o tran-
sacciones ficticias respecto de cualquier valor, ya sea que las transac-
ciones se lleven a cabo en el mercado de valores o a través de
negociaciones privadas", y añade que "ninguna persona podrá efectuar

280
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

transacciones o inducir o intentar inducir a la compra o venta de valo-


res, regidos o no por esta ley, por medio de cualquier acto, práctica,
mecanismo o artificio engañoso o fraudulento". Este último agregado
es interesante, ya que innecesariamente pena la inducción, que según
el artículo 15 del Código es siempre una forma de autoría punible, pero
además se agrega el "intentar inducir", lo que hace punible la tentativa
de inducción, que entregada a las reglas generales no sería punible, se-
gún se ha explicado al tratar los principios generales de la participa-
ción criminal. En fm, la prohibición se extiende a la "transacción, compra
o venta" de toda clase de valores, aun de los no regidos por la Ley 18.045,
sin exigir que tales operaciones se efectúen en el mercado público (bolsas
u otras entidades semejantes), lo que, literalmente interpretado, vendría
a desplazar al fraude común cuando éste recayere sobre "valores". Este
concepto está definido en el Art. 3o de la Ley como "cualesquiera títu-
los transferibles, incluyendo acciones, bonos, debentures, cuotas de fon-
dos mutuos, planes de ahorro, efectos de comercio, y en general, todo
título de crédito o inversión". El Art. 59 de la Ley 18.045 sanciona con
presidio menor en su grado medio a presidio mayor en su grado míni-
mo, a los que infrinjan las prohibiciones establecidas en los Arts. 52 y
53, ya explicadas más arriba. Son todas prescripciones más minuciosas
que las del Código, pero que se refieren a la misma finalidad: alterar
artificialmente el precio resultante de las libres transacciones del merca-
do de valores.

3. SUBASTAS PúBUCAS. Por fin, el Art. 287 sanciona a los que emplearen
amenaza o cualquier otro medio fraudulento para alejar a los postores
de una subasta pública, con el fin de alterar el precio del remate. Es
una disposición de carácter subsidiario, pues si el medio empleado me-
rece en sí mayor pena, se aplica exclusivamente esta última, por expre-
sa disposición del texto legal. Debe hacerse notar que el Código Español,
del cual se tomó este artículo, sancionaba a los que solicitaren dádiva o
promesa para no tomar parte en una subasta pública y a los que ofre-
cieren tales dádivas o emplearen amenaza o se valieren de otro artificio
para alejar de la subasta a posibles postores, todo ello "con el fin de
alterar el precio del remate". La Comisión Redactora estimó que tanto
el ofrecer dádiva como el solicitarla para no tomar parte en una subas-
ta no eran sino manifestaciones lícitas de la libertad económica, ya que
tomar parte en una subasta no era un acto obligatorio. Se dejó limitado
entonces el delito al empleo de "amenazas" o de otro medio "fraudu-
lento" (ilícito) para alejar a los postores, y se mantuvo la finalidad de
"alterar el precio del remate". A pesar de que la redacción del precepto
parece satisfacerse con un propósito subjetivo ("para alejar a los posta-

281
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

res en una subasta pública"), su sentido claro es el de sancionar cuan-


do efectivamente se logra alejar al menos a alguno de los posibles con-
currentes a la subasta, ya que si ni la amenaza ni el engaño surten efecto
y nadie es ahuyentado, el precio del remate será el "natural" (resultante
de la libre competencia de los postores).

Cuarto grupo
Delitos contra la higiene y salud públicas

En esta materia el Código Penal se encontraba bastante atrasado con


relación a las condiciones actuales de la salud pública y los importan-
tes descubrimientos científicos en el campo de la medicina y la biolo-
gía que han tenido lugar en el último siglo; en fin, la evolución de las
ideas sociales y políticas, que confieren a todo lo relativo a la salud de
la población un valor eminente. La dictación del Código Sanitario, en
1931, vino a suplir algunos vacíos, pero siempre insuficientemente, so-
bre todo en lo relativo a las sanciones, que en este último cuerpo legal
tienen por lo general carácter puramente administrativo, y no penal. Sólo
con la dictación de la Ley 17.155 se produjo una total renovación de
esta parte del Código. Dicha ley reemplazó íntegramente los párrafos 9
y 14 del título VI del Libro II (relativos a la salud animal y humana, res-
pectivamente) y creó diversas figuras por entero nuevas. Entre las in-
fracciones nuevas introducidas en el Código, se contaron los Arts. 319
a, 319 b, · 319 e, 319 d, 319 e, 319 f y 319 g, todos ellos relativos al
tráfico de sustancias estupefacientes. Sin embargo, poco después la
Ley 17.934 derogó esas disposiciones y las reemplazó por las propias,
aunque sin incorporarlas al Código. A su turno, esta normativa fue de-
rogada en su momento por la Ley 18.403, y a la fecha de esta edición
la ley que nos rige en la materia es la número 19.366, con sus modifi-
caciones posteriores, sobre todo en lo relativo al "lavado de dinero".
Analizaremos por separado todos estos grupos de delitos.

DELITOS CONTRA LA SALUD PÚBLICA

De estas infracciones se ocupa el párrafo 14. Son, en general, delitos de


peligro concreto o abstracto, pero aunque habitualmente los delitos de
peligro son absorbidos por los correspondientes delitos de lesión (con-
curso aparente de leyes), aquí no ocurre lo mismo, y diversos artículos,
según se verá, se limitan a agravar la pena cuando efectivamente ocu-
rre algún resultado dañoso. La razón estriba en que, lesionada en parti-

282
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

cular alguna persona en su salud, no por ello desaparece el peligro ge-


neral que estas infracciones han creado.
Los delitos de este párrafo tienen como bien jurídico tutelado la "sa-
lud pública". Como la salud es un estado general de bienestar o nor-
malidad fisiológica y psicológica (véase el concepto en los delitos contra
la vida, la integridad corporal y la salud), en principio quienes disfrutan
de ella o se ven privados de la misma son las personas individualmente
consideradas: no hay una "salud colectiva" sino en sentido metafórico.
Lo que se quiere señalar al hablarse de "salud pública" es que se desea
proteger a la totalidad de los habitantes, o al menos a un número inde-
finidamente grande de ellos, contra conductas que son aptas para pro-
ducir menoscabos en la salud de un número también elevado de
personas, más allá de la salud de una persona determinada en particu-
lar: los atentados contra esta última se sancionan en el título de los de-
litos contra las personas.
En fin, la salud de que aquí se trata es la salud humana. De la
salud animal y vegetal trata el párrafo 9 de este mismo título.

DELITOS RELATIVOS AL EJERCICIO DE LA MEDICINA

De este primer grupo se ocupan los artículos 313 a, 313 b y 313 c. Gi-
ran ellos en torno del concepto de "profesión médica". En realidad, la
ley no emplea ese término, sino que señala en forma ejemplar algunas
profesiones, como las de médico-cirujano, dentista, químico-farmacéu-
tico y bioquímico, y luego da una noción general, al referirse a las de
"características análogas", relativas "a la ciencia y arte de precaver y cu-
rar las enfermedades del cuerpo humano", concepto bastante extenso,
que incluye a numerosos profesionales llamados "paramédicos" o auxi-
liares de la medicina. Estos últimos aparecen expresamente menciona-
dos en el Art. 313 b. La referencia al "cuerpo humano" debe entenderse
también en sentido amplio, comprensiva de todo el organismo, y por
lo tanto también de la mente. Los psiquiatras quedan sin duda inclui-
dos en el ámbito de estos artículos.
Las figuras comprendidas en este primer grupo son las siguientes:
a) Ejercicio ilegal. Lo contempla el Art. 313 a. La conducta consis-
te en ejercer actos propios de las profesiones ya indicadas, sin tener
el título competente o la autorización legalmente exigible para el ejerci-
cio profesional (en algunas profesiones, además del título, o en vez de
él, se exigen ciertas formalidades, como el pago de patente, etc.). La
falta de cualquiera de estos requisitos, cuando ellos son requeridos por
la ley, torna ilícito el ejercicio profesional. No es necesario que el ejer-

283
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

cicio se haga con fines de lucro; la ley expresamente señala que la san-
ción se aplica aun cuando se ejerciere gratuitamente.
Para evitar problemas a veces difíciles, de apreciación práctica de
conductas aisladas o equívocas, la ley se ha encargado de precisar qué
se entiende por "ejercer actos" propios de la profesión, y señala que lo
hacen:
1°) El que se atribuya la respectiva calidad. Ya al ocuparnos del
Art. 468, a propósito de la estafa, dijimos que "atribuirse" es algo más
que la simple afirmación de un hecho y supone la corroboración o re-
fuerzo externo de lo aseverado, mediante ardides o apariencias que ha-
gan verosímil la mentira. No se requiere una aparatosidad muy
complicada, pero alguna debe haber. Bastaría, en nuestro concepto, con
una tarjeta de visita o letrero en la puerta, en que junto al nombre cons-
tara la calidad de médico; poner avisos; vestir el traje habitual de traba-
jo de los médicos en el hospital; uso de insignias o distintivos; diplomas
falsos.
2°) El que ofrezca tales servicios públicamente por cualquier medio
de propaganda o publicidad. Basta con ofrecer los servicios: en ello está
implícita la afirmación de que se está legalmente habilitado para el ejer-
cicio profesional.
3°) El que habitualmente realizare diagnósticos, prescribiere trata-
mientos o llevare a cabo operaciones o intervenciones curativas de aque-
llas cuya ejecución exige los conocimientos o las técnicas propios de
tales profesiones. Este número traza una línea divisoria razonable entre
lo que debe ser realmente un ejercicio ilícito punible y lo que es una
simple intrusión de aficionado en el campo de la salud. Ante todo se
requiere habitualidad: recomendar aisladamente un producto cualquie-
ra a una persona enferma, o formular una opinión sobre la naturaleza
de su mal, no significará incurrir en este delito; en cuanto a la realiza-
ción ocasional de una intervención quirúrgica, ella acarreará responsa-
bilidad penal a título de las lesiones que cause, pero no por ejercicio
ilegal. Apreciar la "habitualidad" será cuestión de hecho; creemos que
para ello será factor importante considerar la circunstancia de que el
inculpado atienda a personas extrañas, que le son llevadas o presenta-
das en razón de sus supuestos conocimientos médicos. La "habituali-
dad", en cambio, no está tomada en el sentido de "profesionalismo" o
fuente de ingresos, ya que expresamente la descripción de esta figura
sanciona los actos aunque éstos se realicen "a título gratuito". En cuan-
to a los "diagnósticos" o "tratamientos", no se requiere que ellos res-
pondan a los cuadros o sistemas propios de la medicina ortodoxa: quien
prescribe como tratamiento de una enfermedad ciertos ritos mágicos o
sobrenaturales que por sí serían capaces de sanar el mal, con prescin-

284
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

dencia del tratamiento médico científico, incurre también en esta figura.


Asimismo es una cuestión de hecho determinar cuáles operaciones exi-
gen necesariamente los conocimientos propios del profesional: la difu-
sión de conocimientos sobre primeros auxilios hace que actualmente
diversas técnicas sencillas para la curación de heridas o traumatismos
estén al alcance de muchas personas, sin necesidad de recurrir al pro-
fesional. La opinión técnica, sin duda, será la más importante en cada
caso.
El Art. 313a advierte que sus disposiciones no se aplicarán en nin-
gún caso a quienes prestaren auxilios cuando no fuere posible obtener
oportuna atención profesional. Se trata de otro caso de justificación por
estado de necesidad, aunque a veces la ocasionalidad de la conducta
habría bastado para eliminar su tipicidad, ya que la figura exige "habi-
tualidad". De todos modos, la disposición no es superflua, ya que como
lo hemos señalado repetidamente, la fórmula general de estado de ne-
cesidad en nuestro Código es muy parca y sólo permite causar justifica-
damente daños en la propiedad ajena; en un caso como el de este
artículo, se trata de eventuales perjuicios en la salud ajena, o aunque
no se cause daño sino beneficio al paciente, se incurre en una conduc-
ta que la ley presume de peligro común. Por su propia naturaleza, es
evidente que esta especial causal de justificación operará, llegado el caso,
con respecto a la tercera hipótesis de comisión del delito, y no respec-
to de las dos primeras.
En materia de participación, el Art. 313a contiene una regla ex-
presa, que en verdad resulta superflua frente al Art. 15 N° 3°. En efecto,
se hacen aplicables las penas respectivas "al que prestare su nombre
para amparar el ejercicio profesional de un tercero no autorizado para
el mismo". Se trata de una persona que tiene título profesional, o en
todo caso está legalmente habilitada para el ejercicio, y que acepta apa-
recer como la persona que ejerce la profesión, cuando en realidad quien
lo hace es un tercero no habilitado. Ordinariamente, esto es también
una autoría, dado el concierto previo, y que el profesional "facilita los
medios con que se lleva a efecto" el ejercicio ilícito del tercero.
b) Curanderismo o charlatanismo. De esta figura se ocupa el
Art. 313b. Ordinariamente se reserva el nombre de curandero para quien
ejerce la medicina sin tener título competente; no es ése el caso de que
trata este artículo, pues él está comprendido en el precedente, de que
acabamos de ocuparnos. Aquí el sujeto activo es alguien que realmente
está habilitado para el ejercicio de la profesión médica o auxiliar, y el
charlatanismo consiste en la forma de ejercerla, esto es, los métodos
terapéuticos que emplea. La conducta penada consiste en ofrecer la
prevención o curación de enfermedades o defectos. También es un de-

285
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

lito de peligro abstracto y general, que se consuma con el ofrecimiento;


no es necesario que efectivamente resulte daño para personas determi-
nadas, ni siquiera que lleguen a ponerse en práctica los tratamientos
prescritos. Como se verá más adelante, las consecuencias dañosas pue-
den contribuir a elevar la pena. Las expresiones de "prevención" y "cu-
ración" son bastante comprensivas y se explican por sí mismas. La
fórmula legal se refiere a "enfermedades" o "defectos": las primeras com-
e
prenden las físicas y las mentales véase a este propósito lo dicho en
relación con el delito de lesiones); los segundos, las malformaciones
físicas, con repercusión desfavorable en lo estético o en lo funcional.
El medio de curación que se ofrece debe consistir en "fórmulas ocul-
tas" o en "sistemas infalibles". No se trata, por consiguiente, de proscri-
bir el empleo de técnicas o específicos nuevos, aunque sean todavía
poco conocidos o se encuentren en etapa experimental, incluso si aún
no han logrado general aceptación en el mundo de la medicina. Los
términos empleados en la ley indican claramente que el charlatán debe
ofrecer una fórmula o sistema que él proclame desconocida de los de-
más. Un método científico de tratamiento o curación nunca es secreto
ni oculto (aunque pudiera estar patentado): ha debido ser discutido o
exhibido ante el mundo científico o profesional y luego ante la autori-
dad que debe autorizar su empleo o expendio, y ello basta para quitar-
le el carácter de "oculto", aunque su verdadera eficacia pueda ser
debatida, o no sea todavía conocida del mundo médico en general. Por
lo que toca a los "sistemas infalibles", es sabido que el ejercicio profe-
sional serio y consciente de la medicina veda las "garantías absolutas"
de mejoría, y que los pronósticos se mueven siempre en el campo de
las mayores o menores probabilidades, según lo que la ciencia y la ex-
periencia muestren en casos similares. La "garantía de infalibilidad" es a
la vez garantía de engaño. El sentido de las expresiones "fórmulas ocul-
tas" y "sistemas infalibles" aparece más precisado aún por la exigencia
legal de que ello se haga "abusando de la credulidad del público", esto
es, está clara la exigencia de un elemento de engaño o explotación de
la superstición, temor o esperanza del público. Por lo demás, la ética
de la profesión médica veda toda clase de propaganda sensacionalista
de esta clase, lo que también, en cada caso concreto, será un importan-
te factor para apreciar la tipicidad de los hechos frente a esta figura.
El Art. 313c dispone que las penas previstas para las infracciones
precedentes se impondrán "sin perjuicio de las que correspondieren por
la muerte, lesiones u otras consecuencias punibles que eventualmente
resultaren de la comisión de tales delitos". Dichos resultados, por con-
siguiente, no absorberán a los delitos de ejercicio ilegal, sino que con-
currirán materialmente con éstos. No obstante, debe tenerse en

286
DEUTOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBUCOS

consideración que a menudo las peores consecuencias de estos delitos,


particularmente en el caso del curanderismo, consisten en retraer a los
enfermos del tratamiento médico adecuado, al cual revierten con fre-
cuencia cuando es demasiado tarde. En tales casos será preciso analizar
con cuidado la relación de causalidad (por omisión) entre el curande-
rismo y la agravación o desarrollo del mal.··

DELITOS RELATIVOS A SUSTANCIAS NOCNAS O PELIGROSAS

Tratan de estas infracciones los Arts. 313d, 314 y 315. Son las que guar-
dan mayor semejanza con los preceptos que originalmente contenía el
Código Penal en este párrafo, aunque están ahora considerablemente
ampliados y precisados. Se discutía, bajo la vigencia del antiguo texto,
si la "nocividad" de una sustancia debía entenderse en sentido restrin-
gido, esto es, como la virtud de causar un daño en la salud, o en senti-
do amplio, comprensivo del perjuicio resultante de la no producción
del efecto curativo o alimenticio esperado, debido a adulteración, des-
composición o debilitamiento de la sustancia respectiva. El nuevo tenor
de estos artículos abarca ahora, en forma expresa, ambos casos. Las fi-
guras particulares que aquí se incluyen son:
a) Expendio de sustancias medicinales peligrosas (Art. 313 d).
La conducta punible consiste en fabricar o a sabiendas expender sus-
tancias medicinales peligrosas para la salud. La peligrosidad para la sa-
lud debe ser comprobada de hecho; se trata, por lo tanto, de un peligro
concreto que no se presume. Y ella debe consistir en una nocividad
de la sustancia o en un menoscabo de sus propiedades curativas. Tal
vez habría sido deseable que el texto legal se hubiera referido a un
menoscabo "apreciable" de las propiedades curativas; no obstante, de
ordinario será suficiente guía para el juez la exigencia de que este me-
noscabo resulte en un verdadero peligro para la salud, lo que supon-
drá un cierto grado de intensidad o magnitud. Por fin, todavía impone
la ley un requisito más: la nocividad o el menoscabo deben ser conse-
cuencia de que las sustancias medicinales estén deterioradas o adul-
teradas en su especie, cantidad, calidad o proporciones. El deterioro
proviene de causas naturales o accidentales: en tal caso lo delictivo será
el expendio; la adulteración proviene de la actividad humana, y aquí
son delictivos tanto la fabricación como el expendio. Por esta razón, la
ley exige también que se proceda "a sabiendas" en el expendio, no en
la fabricación. En efecto, siempre el dolo es necesario, pero si bien en
la fabricación de una sustancia adulterada es lógico presumirlo, no lo
es en cambio en el simple expendio de una sustancia que no se ha

287
DELITOS CONJ'RA LOS INTERESES SOCIALES

fabricado por el expendedor, y cuyo deterioro o adulteración muchas


veces no es aparente; en este caso no se presumirá el dolo.
Por sustancias "medicinales" debe entenderse exclusivamente las des-
tinadas a la prevención, tratamiento y curación de enfermedades. No se
incluyen otras, aunque sean de las que ordinariamente se expenden en
farmacias (cosméticos, insecticidas o pesticidas, perfumes, etc.). De es-
tas últimas se ocupa el artículo siguiente, donde la penalidad es menor,
por razones obvias.
La ley considera circunstancia agravante (cuyo efecto no se precisa
y queda entregado a las reglas generales) el hecho de que la fabrica-
ción o expendio fueren clandestinos. Es sabido que tanto la una como
el otro están sometidos, por razones de seguridad pública, a la autori-
zación y control de la autoridad sanitaria. La "clandestinidad" no con-
siste tanto en un ocultamiento físico, como en un ocultamiento legal:
fabricar sustancias no autorizadas, o expenderlas, en un laboratorio o
farmacia establecidos legalmente; o fabricar o expender sustancias au-
torizadas, pero en establecimientos no legalmente habilitados para ello;
en fin, pueden ser clandestinos tanto el establecimiento como la sus-
tancia fabricada o expendida. Aquí el peligro propio de la nocividad de
la sustancia se ve aumentado por la imposibilidad de control por la au-
toridad.
b) Expendio de otras sustancias peligrosas. A este caso se refie-
re el Art. 314. Las sustancias aquí comprendidas son todas la demás que
no tengan carácter medicinal: cosméticos y perfumes, insecticidas y pes-
ticidas, pero no las alimenticias, cuyo caso se contempla en el artículo
siguiente. Estas sustancias deben tener como características que sean por
su naturaleza peligrosas para la salud, de tal modo que al hacer de
ellas un uso diverso del indicado, puedan ocasionar daño a la vida o la
salud. Para prevenir tales consecuencias, los reglamentos prescriben una
serie de precauciones para su expendio: una clara advertencia en la eti-
queta o envase de su carácter nocivo; la inclusión de instrucciones de-
talladas sobre su modo adecuado de empleo, de las medidas que deben
tomarse para el caso de accidentes con las mismas; el empleo obligato-
rio de cierto tipo de envases, etc. La conducta consiste, entonces, en
expender dichas sustancias peligrosas violando las disposiciones lega-
les y reglamentarias que se han establecido precisamente en razón de
la peligrosidad de aquéllas.
e) Adulteración de sustancias alimenticias. De esta figura se
ocupa el Art. 315, que comprende numerosas hipótesis. Sustancias ali-
menticias son aquellas que se ingieren por vía bucal u oral con fina-
lidades energéticas o reparadoras de la economía del organismo. No
se incluyen las sustancias medicinales, aunque se ingieran de la mis-

288
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

ma manera, y que sirven a una finalidad preventiva o terapéutica de


un proceso anormal o morboso en el funcionamiento del organismo.
La alimentación por otras vías (v. gr., endovenosa) responde siempre
a situaciones de anormalidad y cae en el campo de la medicina. Los
llamados "tónicos" o "reconstituyentes" son también sustancias medi-
cinales, no alimenticias, incluso los preparados vitamínicos. Este es
el concepto de comestibles. Tanto éstos como las aguas deben estar
"destinados al consumo público", sea a título gratuito u oneroso. Se
incluye, ciertamente, el agua potable, pero también el agua de curso
natural (fuente, vertiente, río, pozo) que de hecho es ordinariamente
empleada por un grupo humano para su bebida (no para el consu-
mo animal).
La acción sancionada consiste en envenenar o infectar las sustan-
cias indicadas. El veneno es un concepto del que nos hemos ocupado,
sea como medio insidioso (a propósito del homicidio calificado), sea
como medio catastrófico (en relación con la agravante del Art. 12, No 3°).
Aquí está considerado como medio catastrófico o de peligro general o
común, pero en nuestro concepto también se necesita la insidia; esto
es, el peligro deriva de que el público consumidor no advierta que el
agua está envenenada, y la consuma en la creencia de que es sana.
Quien vertiera, por ejemplo, gran cantidad de petróleo en el agua pota-
ble, no incurriría en este delito, ya que el agua presentaría inmediata-
mente un evidente aspecto de no poder ser bebida. La infección es una
referencia a la nocividad que proviene de una descomposición orgáni-
ca o toxinas de esa naturaleza.
A la conducta señalada se equipara la de vender o distribuir di-
chas sustancias infectadas o envenenadas. En este caso, por las mismas
razones indicadas respecto de la figura anterior, se requiere obrar a sa-
biendas; esto es, en la venta o distribución no se presume el dolo y es
necesario probarlo.
El envenenamiento y la infección deben alcanzar un grado tal, que
sean capaces de provocar la muerte o grave daño para la salud. La ley
no define en términos estrictos lo que sea "grave daño" para la salud:
estimamos que lo serán los resultados comparables a los constitutivos
de lesiones graves, o sea, por lo menos una enfermedad o incapacidad
para el trabajo por más de treinta días.
Sanciona en seguida el artículo una variedad castigada con menor
pena: la de efectuar otras adulteraciones en las mismas sustancias ya
indicadas, de modo que resulten peligrosas para la salud por su nocivi-
dad (producción de efectos negativos) o por el menoscabo apreciable
de sus propiedades alimenticias (ausencia de efectos benéficos). Aquí
la ley, acertadamente, ha empleado el término "apreciable" para califi-

289
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

car el menoscabo de propiedades alimenticias, lo que se echaba de me-


nos en cuanto a las propiedades terapéuticas de los productos medici-
nales. No obstante, en esta parte no se califica el grado de peligro que
debe producir la adulteración, que quedará entregado al criterio del juez.
Igual que en el caso anterior, se equipara en penalidad el caso de quien
vendiere o distribuyere a sabiendas los productos así adulterados, so-
bre lo cual vale lo dicho precedentemente respecto de conductas aná-
logas.
A propósito de la última hipótesis analizada, estimamos que el nue-
vo texto del Art. 315 ha derogado parcialmente el Art. 495 N° 15, que
contempla como falta el hecho de "vender bebidas o mantenimientos
deteriorados o nocivos". Los "mantenimientos" son los alimentos. Esta
conducta en nada se diferencia de la descrita actualmente en el Art. 315
sobre venta o distribución de sustancias alimenticias envenenadas, in-
fectadas o adulteradas de un modo peligroso para la salud. Sólo po-
dría pensarse en una subsistencia del Art. 495 N° 15 cuando, tratándose
de un envenenamiento o infección, no llegare a tal grado que pudie-
re provocar "grave daño para la salud", sino solamente un daño leve.
Quedaría, sin embargo, una cierta inconsecuencia en sancionar como
falta el envenenamiento de poca monta y seguir sancionando como
simple delito otra adulteración (que en principio es menos grave),
cualquiera que sea el efecto que produzca. Por esta razón, creemos
que el Art. 495 N° 15, en su última parte, ha sido derogado tácitamen-
te por el Art. 315 nuevo, y que el envenenamiento de escasa grave-
dad debe ser sancionado como "otra adulteración", conforme al inciso
zo del mismo.
La ley establece ciertas presunciones para facilitar la persecución de
estos delitos. En primer término, presume (más exacto sería decir que
tipifica) la situación de "vender o distribuir" por el hecho de "tener a la
venta en un lugar público" los artículos alimenticios. "Tener a la venta"
es ofrecerlos al público en general, de ordinario mediante su exhibi-
ción; un "lugar público" no es el de dominio público, sino el abierto
indiscriminadamente al público, que tiene libre acceso a él. Del mismo
modo presume (o "declara") destinados al consumo público los comes-
tibles, aguas o bebidas elaboradas para ser ingeridos por un grupo de
personas indeterminadas.
Desde el punto de vista procesal, los delitos contemplados en el
Art. 315, sobre sustancias alimenticias en general, sólo son pesquisables
previa denuncia o querella del Ministerio Público o de los Servicios Re-
gionales de Salud, siempre que no hayan causado la muerte o grave
daño en la salud de alguna persona, caso en el cual lo son de oficio.
Ni el Ministerio Público ni los funcionarios de los Servicios Regionales

290
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

de Salud están obligados a formular estas denuncias, haciendo excep-


ción expresa a lo dispuesto en el Art. 84 del C. de P. Penal.

Agravación por el resultado. Conforme al Art. 317, cuando a consecuen-


cia de cualquiera de los delitos de este grupo (expendio de sustancias
medicinales, de otras sustancias o de productos alimenticios nocivos o
peligrosos) se produjere la muerte o enfermedad grave de alguna perso-
na, las penas corporales se elevarán en uno o dos grados, "según la na-
turaleza y número de tales consecuencias" (dependerá de la gravedad y
extensión del mal) y la multa podrá elevarse hasta el doble. Ya no hay
aquí, como en el anterior grupo de delitos, una penalidad en concurso,
sino una agravación de la pena atendiendo al resultado;·-aunque no se
trata de delitos calificados por el resultado, pues el dolo de los delitos-
base exige conciencia de la nocividad o peligrosidad de las sustancias,
esto es, de la posibilidad de que ellas causen la muerte, enfermedad o
lesión de algunas personas, de tal modo que estas consecuencias no han
estado fuera de la previsibilidad del agente.

Formas cuasidelictuales. Los delitos de este grupo (Arts. 313d, 314


y 315) tienen una forma cuasidelictual punible: las conductas sanciona-
das son las mismas, pero el elemento subjetivo es la "imprudencia te-
meraria" o bien la "mera negligencia", mas en este caso con infracción
de los reglamentos respectivos. Estimamos que esta regla no es aplica-
ble a los casos en que la ley tipifica la conducta con la exigencia de
obrar "a sabiendas", lo que necesariamente supone el dolo. Tampoco
parece aplicable a las formas cuasidelictuales la agravación por el re-
sultado, ya que la penalidad de los cuasidelitos en cuestión viene esta-
blecida directamente por la ley después de ocuparse de la penalidad
de las formas dolosas y de su eventual agravación por el resultado.

DELITOS RELATIVOS A LA PROPAGACIÓN DE ENFERMEDADES

Se refieren a este grupo de delitos los Arts. 316 y 318. El concepto cen-
tral es el de "enfermedad", del cual hemos tratado a propósito del deli-
to de lesiones. Se sancionan dos figuras, ambas de peligro.
1°) Diseminación de gérmenes. La conducta es descrita en el
Art. 316 como diseminar gérmenes patógenos. El vocabulario es excesi-
vamente técnico. "Patógeno" es lo que tiene la virtud de producir en-
fermedades. "Gérmenes" es un término biológicamente menos preciso;
alude en general a la célula o principio originario de los organismos
vivientes (óvulo, espora, etc.). La expresión parece estar tomada en un

291
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

sentido amplio de microorganismo en general: microbio, bacteria, vi-


rus, etc. Su "diseminación" es esparcirlos o sembrarlos de tal modo que
queden en situación de penetrar en el organismo de otras personas y
producir así una enfermedad.
La figura es dolosa, y subjetivamente exige dolo directo: el "propó-
sito de producir una enfermedad". Pero es figura de peligro: basta con
la diseminación y el propósito; no es necesario que haya resultado la
efectiva propagación de la enfermedad, pues en tal caso la penalidad
se agrava, según se verá.
Respecto de este delito, se aplica también lo dicho a propósito de
las figuras del grupo anterior: la penalidad se eleva cuando efectiva-
mente resulta la muerte o la enfermedad grave de alguna persona, y
también resulta punible la forma cuasidelictual de comisión. Eso sí que
en este último caso será preciso exigir estrictamente el carácter temera-
rio de la imprudencia, pues de lo contrario se sancionaría en forma am-
plia el cuasidelito de "contagio de enfermedad" (v. gr., el caso del que
sigue concurriendo a su lugar de trabajo a pesar de estar aquejado de
una enfermedad contagiosa), lo que ha estado fuera de la intención de
la ley.
2°) Infracción de reglas sanitarias. Esta figura se encuentra en
el Art. 318. Sanciona al que "pusiere en peligro la salud pública" por
infracción de las reglas higiénicas o de salubridad, debidamente pu-
blicadas por la autoridad en tiempos de catástrofe, epidemia o conta-
gio. Se trata de una ley penal en blanco, pero, a diferencia de la
existente en el texto original, tiene el carácter de delito de peligro con-
creto; anteriormente bastaba con la infracción de las reglas: ahora es
preciso que a través de dicha infracción se ponga en peligro la salud
pública. Del mismo modo, las circunstancias han sido ampliadas para
incluir el tiempo de "catástrofe", que se equipara al de "epidemia" o
"contagio". La "catástrofe" puede ser provocada por obra humana o
por fuerzas naturales, y se caracteriza por el daño extenso, de gran
magnitud y generalizado, que afecta a un número importante de per-
sonas. La razón de ser de esta ampliación reside en que cuando ocu-
rre una catástrofe por lo general se deterioran los mecanismos normales
de higiene de las poblaciones, lo que hace que exista un peligro con-
siderable de que surja y se extienda una epidemia; el deseo de la ley
ha sido el de evitar que ello llegue a producirse, y no reservar la pe-
nalidad de las infracciones para los casos en que la epidemia efectiva-
mente ya ha surgido.
Otras disposiciones conexas. El Código Sanitario reglamenta en
detalle las normas sobre higiene y seguridad ambiental y de los lugares
de trabajo; desperdicios y basuras; contaminación del aire; sustancias

292
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

tóxicas o peligrosas para la salud; productos farmacéuticos, alimentos


de uso médico, cosméticos y productos alimenticios; funcionamiento de
farmacias y laboratorios, etc. Sus normas están complementadas por re-
glamentos sobre diversas materias: Profilaxis de Enfermedades Venéreas;
Sanidad Marítima, Aérea y de las Fronteras; Higiene y Seguridad Indus-
triales; Contaminación Ambiental; Estupefacientes; Especialidades Farma-
céuticas; Alimentos; Medicamentos, etc.

DELITOS RELATIVOS A LA SALUD ANIMAL Y VEGETAL

Se ocupa de estas infracciones el párrafo 9 del título VI. Antes se deno-


minaban delitos "relativos a las epizootias", equivalente de epidemia entre
los animales: enfermedad contagiosa que se propaga con gran rapidez.
Las figuras contempladas son tres:
1°) Propagación dolosa de enfermedad. Se refiere a ella el Art. 289,
inc. 1°, que sanciona al que de propósito, y sin permiso de la autoridad
competente, propagare una enfermedad animal o una plaga vegetal. No
hay una diferenciación conceptual entre "enfermedad" y "plaga". La re-
ferencia al "permiso de la autoridad competente" resulta superflua, ya
que es evidente que si la propagación se ha hecho con autorización,
estará justificada en virtud del Art. 10 N° 10. Por lo demás, es difícil con-
cebir que la autoridad permita la propagación de una enfermedad, como
no sea dentro de límites estrictamente controlados, y con fines de ex-
perimentación.
2°) Propagación culposa de enfermedad. La figura es la misma
anterior, y consiste en la propagación de una enfermedad animal o pla-
ga vegetal. La subjetividad de ella es ahora culposa, pues la ley (Art. 289,
inc. 2°) se refiere a la propagación que se produce por negligencia inex-
cusable del tenedor o encargado de las especies animales o vegetales
afectadas por el mal (se atiende primordialmente al encargo o tenencia
de hecho, no al título jurídico respectivo). La ley hace además expresa
referencia, como posible sujeto activo (que en la figura anterior es ge-
neral e indeterminado) al "funcionario a cargo del respectivo control
sanitario".
3°) Infracción de reglas sanitarias. El Art. 290 sanciona a quienes
infringieren las instrucciones de la autoridad competente destinada a im-
pedir la propagación de una enfermedad animal o una plaga vegetal.
Exige el texto legal que la infracción se produzca a sabiendas, esto es,
destruye la presunción de dolo. El conocimiento debe referirse a la exis-
tencia y contenido de las instrucciones de la autoridad competente. Esta

293
DELITOS CONlRA LOS INTERESES SOCIALES

infracción es de peligro abstracto, pues la ley no supone que de la in-


fracción se siga la propagación efectiva de la enfermedad, y ni siquiera
que se verifique la real existencia de un peligro en este sentido. En cam-
bio, las dos figuras anteriores son de lesión o daño: requieren que efec-
tivamente se haya propagado la enfermedad o plaga. En la figura de
que nos ocupamos, no aumenta tampoco la penalidad el hecho de que
efectivamente la enfermedad se haya propagado. El Código no deter-
mina directamente cuál sea la "autoridad competente", ni cuáles sean
los límites de su competencia, lo que queda entregado a las leyes y los
reglamentos administrativos.

DELITOS RELATIVOS A LAS INHUMACIONES Y EXHUMACIONES

En otras legislaciones, como el Código Italiano, se contemplan precep-


tos destinados a proteger la piedad o respeto debidos a los difuntos, en
que el objeto de tutela es principalmente el honor familiar, el sentimiento
que los parientes sobrevivientes albergan hacia la memoria del difunto,
y en general, el sentimiento común de respeto hacia las personas falle-
cidas. Entre nosotros, en cambio, las respectivas infracciones penales
están construidas sobre la base de proteger los principios de higiene y
salubridad en que se inspiran los reglamentos pertinentes. Pero no es
una regla absoluta, ya que en el Art. 321 se encuentra una infracción
en que se protege el respeto debido a la memoria de los muertos. La
Ley de Registro Civil (Arts. 44 y siguientes), y el Código Sanitario (Arts. 135
y siguientes) dan normas sobre estas materias, complementadas por el
Reglamento General de Cementerios (Decreto de Salud 357, de 1970,
con numerosas modificaciones posteriores). El Código Penal contempla
las siguientes figuras delictivas:
1°) Inhumaciones ilegales. El Art. 320 sanciona al que practicare
o hiciere practicar una inhumación contraviniendo a lo dispuesto por
las leyes o reglamentos respecto al tiempo, sitio y demás formalidades
prescritas para las inhumaciones. La "inhumación" es el entierro; dar se-
pultura a un cadáver. Comprende el entierro propiamente tal, y tam-
bién el depósito del cadáver en nichos, sepulcros, mausoleos, etc. No
comprende, en cambio, conductas de destrucción u ocultación de un
cadáver, salvo en cuanto ellas se traduzcan en el depósito de los restos
bajo tierra o en una sepultura. El Código Sanitario y los reglamentos
contienen ahora referencias y disposiciones sobre la cremación, pero
separándola y diferenciándola de la inhumación. El Código Penal sólo
se refiere a esta última. El Art. 140 del Código Sanitario dispone que la
obligación de dar sepultura a un cadáver recaerá sobre el cónyuge so-

294
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

breviviente o sobre el pariente más próximo que estuviere en condi-


ción de sufragar los gastos, pero la infracción de esta obligación (dejar
un cadáver insepulto, abandonarlo en su lecho de muerte, etc.) no aca-
rrea las sanciones del Código Penal, que no castiga la omisión de inhu-
mar, sino el acto positivo de inhumar en forma antirreglamentaria. Se
trata, por consiguiente, de una ley parcialmente en blanco, pues si bien
el núcleo de la conducta aparece descrito ("inhumar"), su complemen-
to se encuentra en otras disposiciones, legales o reglamentarias, que más
arriba hemos mencionado. El delito es de peligro abstracto: la ley ni
siquiera menciona la posibilidad de que se produzca una enfermedad,
epidemia o contagio como consecuencia de la infracción.
2°) Exhumaciones ilegales. La "exhumación" es la extracción del
cadáver fuera de su sepultura. El Art. 322 sanciona a quien exhumare o
trasladare los restos humanos con infracción de los reglamentos y de-
más disposiciones de sanidad. Según el Art. 144 del Código Sanitario, la
exhumación y traslado de cadáveres o restos humanos sólo puede efec-
tuarse con autorización del Director de Salud respectivo, salvo cuando
son decretados por la justicia ordinaria (generalmente, en el curso de
una investigación). Sobre esta figura valen todas las consideraciones for-
muladas a propósito de la anterior.
3°) Violación de sepulturas. El Art. 321 sanciona al que violare los
sepulcros o sepulturas practicando cualquier acto que tienda directamente
a faltar "al respeto debido a la memoria de los muertos". Se protege
aquí un bien espiritual, como es el respeto por los difuntos. La "viola-
ción" de sepulcros supone la apertura de los mismos. En opinión de
LABATIIT, 1 aquí se comprenden los actos de necrofilia de que se haga
objeto a los cadáveres. Se trata, sin duda, de actos gravemente irrespe-
tuosos y ofensivos, y la calificación en virtud de este artículo desplaza-
ría enteramente a la del Art. 373 (ultraje público a las buenas costumbres),
ya que este último se declara expresamente subsidiario de todo otro
artículo del Código. También cree LABATUT2 que se incluyen aquí los
robos de joyas y vestidos de los cadáveres. Ello es ya más dudoso, puesto
que los actos sin duda no tienden directamente (como la ley exige) a
faltar al respeto a los muertos, sino a la apropiación de las especies.
Finalmente, debe recordarse que los daños causados en tumbas se con-
sideran daños calificados (Art. 485 N° 7°).
4°) Normas sobre disposición de cadáveres. Al tratar de los de-
litos contra la propiedad, señalamos que un cadáver no era cosa: no

1 LABATIIT, op. cit., 11, p. 201.


2
LABATIIT, op. cit., 11, p. 201.

295
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

podía ser objeto de apropiación ni de enajenación, y que ni el propio


difunto, antes de su muerte, ni sus deudos, ni la autoridad, podían
legítimamente disponer de un cadáver para fines ilícitos, inmorales o
simplemente irrespetuosos. Pero que bien se podía disponer de los
cadáveres, no a título de lucro, para fines científicos o humanitarios,
y que en tal caso, el derecho de decidirlo correspondía, en orden su-
cesivo y excluyente, a las personas que señalábamos. En concordan-
cia con estos principios, el Libro Noveno del Código Sanitario, en su
artículo 146 dispone que "Toda persona plenamente capaz podrá dis-
poner de su cadáver o de partes de él con el objeto de que sea utili-
zado en fines de investigación científica, para la docencia universitaria,
para la elaboración de productos terapeúticos o en la realización de
injertos". A su turno, el artículo 147 establece que "Los cadáveres de
personas fallecidas en establecimientos hospitalarios públicos o priva-
dos, o que se encuentren en establecimientos del servicio médico le-
gal, que no fueren reclamados dentro del plazo que señale el
reglamento, podrán ser destinados a estudios e investigación científi-
ca y sus órganos y tejidos, destinados a la elaboración de productos
terapeúticos y a la realización de injertos". Agrega su segundo inciso
que "podrán ser destinados a los mismos fines cuando el cónyuge o,
a falta de éste, los parientes en primer grado de consanguinidad en la
línea recta o colateral no manifestaren su oposición dentro del plazo
y en la forma que señale el reglamento". Por su parte, el artículo 148
señala que "podrán también destinarse a injertos con fines terapeúti-
cos los tejidos de cadáveres de personas cuyo cónyuge o, a falta de
éste, los parientes en el orden señalado en el artículo 42 del Código
Civil, otorguen autorización en un acta suscrita ante el director del es-
tablecimiento hospitalario donde hubiere ocurrido el fallecimiento". El
Reglamento al cual hacen alusión todas estas disposiciones es el que
contiene el Decreto 240 del Ministerio de Salud, el que en su artícu-
lo 10 señala que "a los cadáveres de personas fallecidas en estableci-
mientos hospitalarios públicos o privados, que no fueren reclamados
por persona alguna dentro de las 2 horas siguientes a la certificación
de su muerte, podrán extraérseles tejidos oculares que no alteren los
rasgos externos del cadáver". Agrega a continuación que "una vez
transcurridas las 24 horas, podrán ser destinados a estudios o investi-
gaciones científicas en el mismo o en otro establecimiento, y sus ór-
ganos o tejidos, a la elaboración de productos terapeúticos o a la
realización de injertos o trasplantes". El artículo 11 menciona al cón-
yuge y a los parientes legítimos, directos y colaterales de uno u otro
sexo, que, a falta de éste, por acuerdo mayoritario pueden autorizar
ese destino al cadáver, facultándose al mayor de esos parientes para

296
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

decidir el asunto cuando no haya acuerdo mayoritario. La autoriza-


ción debe otorgarse por escrito, en un acta suscrita personalmente ante
el Director del establecimiento en el que ha ocurrido el fallecimiento.
Finalmente debemos señalar que el artículo 152 del Código Sanita-
rio sanciona con la nulidad y priva de todo valor "al acto o contrato
que, a título oneroso, contenga la promesa o entrega de un tejido o
parte del cuerpo humano para efectuar un injerto".
Los trasplantes y donaciones de órganos de personas consideradas
legalmente muertas, se rigen por la Ley 19.451, de la que nos hemos
ocupado a propósito del concepto de muerte en relación con el delito
..de homicidio.l

DELITOS RELATIVOS A LAS SUSTANCIAS ESTUPEFACIENTES

Las leyes que regulan esta materia se caracterizan por dos rasgos: su
corta duración y el progresivo aumento del número de delitos y de la
severidad de su pena. Advertimos expresamente a los lectores que el
texto de esta edición se ha redactado bajo la vigencia de la Ley 19.366,
cuyo texto refundido, ordenado y sistematizado con las modificaciones
de la Ley 19.393 fue fijado por el Decreto con Fuerza de Ley N° 1/95,
de 12 de julio de 1995, publicado en el Diario Oficial el 18 de octubre
de ese último año, por lo que es conveniente cerciorarse, al consultar
esta obra, de las probables modificaciones que se hayan introducido en
la materia con posterioridad a la referida fecha.
Después de permanecer inalterados durante casi cien años, los ar-
tículos 313 y 314 originales del Código, relativos en general a la "elabo-
ración, fabricación, tráfico y expendio" de "productos nocivos a la salud"
(sin mencionar de modo específico a los estupefacientes), fueron reem-
plazados por los Arts. 319a hasta el 319g por la Ley 17.155, de 1969,
que creó infracciones relativas particularmente a la elaboración, tráfico
y prescripción de sustancias estupefacientes. A poco andar, dichos ar-
tículos fueron derogados expresamente por la Ley 17.934, de 1973, que
marginó del Código Penal todo lo relativo a las conductas en referen-
cia, y reguló a través de sus propias disposiciones los delitos relativos a
aquellas drogas. Esa ley fue a su vez derogada por la Ley 18.403, de
1985. Esta última fue a su vez abrogada por la Ley 19.366, de enero de
1995, la que por Ley 19.393 fue modificada y complementada. Por tal
razón el texto refundido, según se ha dicho, fue promulgado por un

1
Véase Parte Especial, Tomo III, pp. 26 y ss.

297
DELITOS CONTRA LOS INI'ERESES SOCIALES

decreto con fuerza de ley, que se califica de "texto refundido, coordi-


nado y sistematizado" de la Ley 19.366.
A pesar de estas continuas mudanzas legislativas, que amenazan con
dejar obsoletos estos comentarios; por la importancia que se le otorga
en la práctica; por el auge que tales infracciones han tenido en países
extranjeros; por la extrema severidad de sus sanciones, y por las noto-
rias deficiencias técnicas de que padece, creemos conveniente ocupar-
nos de estas disposiciones legales.
Señalaremos, antes de entrar a su análisis pormenorizado, los siguien-
tes rasgos fundamentales de esta legislación:
1) La magnitud de las penas previstas en ella ha ido aumentando
progresivamente, y constituyen la más clara muestra de la errónea creen-
cia de que la finalidad del derecho penal es la de suprimir los delitos
y que está en su poder hacerlo. La apreciación correcta es que el dere-
cho penal tiene por fin evitar los delitos, en su momento de preven-
ción general, y no suprimirlos. Porque la experiencia nos muestra,
respecto de toda clase de infracciones, que por severas que sean las
penas con que son conminadas, siempre habrá un número de ellas que
se seguirán cometiendo: el propósito razonable del derecho penal es
mantener ese número dentro de los niveles mínimos posibles para una
convivencia civilizada. De lo contrario, al observar que pese a lo grave
de las penas, continúan cometiéndose delitos, parecería natural modifi-
car la ley para hacerlas más severas todavía, y al no conseguirse aún la
eliminación total, elevarlas otra vez, y así sucesivamente, hasta que to-
dos los delitos terminaran siendo sancionados con pena de muerte o
presidio perpetuo (lo que, por lo demás, tampoco los suprimiría por
completo).
2) Las sucesivas leyes que sobre esta materia se han ido dictando
parten del enfoque unilateral de que la sanción penal es la única arma
eficaz para combatir el tráfico y disuadir del consumo de estupefacien-
tes. Eso es también erróneo. Cuando un hecho socialmente nocivo está
demasiado difundido en una sociedad, el ataque puramente penal es
impotente para erradicarlo. El derecho penal es eficaz respecto de un
grupo pequeño de personas que se resisten a convivir civilizadamente,
mediante conductas que lesionan gravemente a los demás. Pero cuan-
do se trata de una práctica demasiado extendida en un segmento im-
portante de la población (aunque no sea la mayoría), el derecho penal
no basta, y desempeña un papel puramente auxiliar de otras armas, como
la educación, el establecimiento de estímulos, la adecuada publicidad y
especialmente la formación espiritual y psicológica tendiente a crear una
posición de rechazo interno de tal conducta en la gran mayoría de los
ciudadanos: el derecho penal sólo puede desempeñar un papel auxi-

298
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

liar, modesto por comparación al que corresponde a la familia, a la es-


cuela, a la religión. Tal es el caso del aborto, de la prostitución, del
alcoholismo, y tal es el caso también del tráfico y consumo de drogas
estupefacientes.
3) Las sucesivas leyes han incursionado, cada vez con mayor am-
plitud, en la sanción del consumidor de drogas. Eso es un error de
política criminal, pues el toxicómano es un enfermo, no un criminal,
y a su respecto la amenaza penal es inútil, ya que su ansia de con-
sumo superará siempre cualquier temor más remoto por la sanción
penal. En cuanto a la imposición de tratamiento obligatorio, al cual
se puede constreñir mediante apremios corporales, es igualmente ilu-
soria, pues las investigaciones criminológicas y médicas más recien-
tes son unánimes en su conclusión de que el tratamiento forzoso
contra la voluntad del enviciado no produce resultado benéfico
alguno.
4) En fin, la técnica legislativa empleada es notoriamente defectuo-
sa desde el punto de vista del derecho penal liberal, y de las exigen-
cias de tipicidad para incriminar y de un juicio justo para condenar.
Abundan los tipos abiertos, compuestos de prolijas enumeraciones que
concluyen con una frase genérica que hace inútil el detalle que la pre-
cede y es de discutible constitucionalidad frente a la exigencia de que
la ley penal describa expresamente la conducta sancionada. Véase un
ejemplo: el Art. 9°, inciso final (las referencias en este párrafo están he-
chas, salvo indicación contraria, al texto legal mencionado en un co-
mienzo) sanciona al "propietario, arrendatario, administrador" y luego
agrega "o tenedor a cualquier título" de "un establecimiento de co-
mercio, cine, hotel, restaurante, bar, centro de baile y música, recinto
deportivo, establecimiento educacional de cualquier nivel ... " y luego agre-
ga "u otro de similar naturaleza abierto al público". ¿Qué "similar na-
turaleza" tendrán un bar y una universidad? Es como decir: "A María le
agrada vestirse de rojo, de azul, de blanco, y en general, de cualquier
color", o bien "A Pedro le gusta el fútbol, el tenis, el atletismo y todos
los demás deportes".
Analizadas estas características generales, pasamos a un examen, ne-
cesariamente breve, de las figuras delictivas, penalidades y otras dispo-
siciones peculiares de esta legislación.

l. Figuras delictivas. Las figuras giran en torno del concepto de sus-


tancias o drogas estupefacientes o sicotrópicas, pero no lo definen.
En el Art. 2° se hace una mención específica de las "especies vegetales
del género Cannabis", pero seguida de la fórmula general "u otras pro-
ductoras de substancias estupefacientes o sicotrópicas". Pero el signifi-

299
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

cado de la expresión no se deja entregado al sentido natural y obvio,


según el uso general (por lo demás, si bien la voz "estupefaciente" ha
llegado a ser de uso general, la palabra "sicotrópica" no lo es; se trata
de una expresión eminentemente técnica, incluso desconocida para el
común de las personas). Su alcance se revela en el Art. 49: es un regla-
mento el que señalará las substancias y especies vegetales a que se re-
fieren los artículos 1°, 2°, 6° y 10 (los que emplean los términos ya
señalados). Hasta esta fecha, no se ha dictado el referido reglamento
en relación especial con la Ley 19.366. El art. 1° transitorio de la referi-
da ley dispone que en tanto no se dicte ese reglamento seguirá rigien-
do "el actual", esto es, el que reglamentaba para los mismos efectos la
Ley 18.403.
Se trata del Reglamento aprobado por el Decreto Supremo N° 67
del Ministerio de Salud Pública, de 4 de marzo de 1985, publicado en
el Diario Oficial del 11 de junio del mismo año. Pero dicho reglamen-
to no ofrece tampoco ningún concepto de lo que sean substancias es-
tupefacientes o sicotrópicas, sino que recurre a una prolija y extensa
enumeración de las que son oficialmente declaradas tales, divididas
en dos categorías: las que, teniendo esa naturaleza, son capaces de
producir graves efectos tóxicos o daños considerables a la salud pú-
blica, y las que no poseen tal aptitud nociva, distinción que se hacía
en el Art. 1o de la Ley 18.403 y se sigue haciendo en el Art. 1o de la
Ley 19.366. La mención contenida, tanto en la ley como en el regla-
mento, de substancias o drogas estupefacientes o sicotrópicas "pro-
ductoras de dependencia física o psíquica", no parece ser una
característica definitoria (de lo contrario, tendrían tal calidad los ciga-
rrillos de tabaco o las bebidas alcohólicas), sino más bien restrictiva:
podría haber substancias o drogas estupefacientes o sicotrópicas que
no produjeran dependencia, y en tal caso las conductas relativas a ellas
no quedarían comprendidas y sancionadas en la ley. Pero en la prác-
tica, para saber si una substancia es o no estupefaciente o sicotrópica,
hay que recurrir al reglamento: si está enumerada allí, tiene ese carác-
ter; de lo contrario, no lo tiene. De modo que toda la Ley 19.366 es
una ley penal en blanco, que se remite para su complemento a una
disposición reglamentaria emanada del Ejecutivo, y sujeta, por lo tan-
to, para su modificación por adición o por supresión, a un simple de-
creto supremo.
Las principales figuras delictivas son las siguientes:

l. ELABORACIÓN o FABRICACIÓN. El Art. 1o sanciona estas conductas,


a las que añade las de transformación, preparación y extracción, y
distingue, para su penalidad, según si tales substancias son o no capa-

300
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

ces de provocar graves efectos tóxicos o daños considerables a la salud


pública. Esta última expresión no aparece suficientemente aclarada, ya
que evidentemente las intoxicaciones o efectos nocivos se producen a
las personas individuales. Se trata de conductas que recaen sobre pro-
ductos en estado natural que de alguna de las maneras indicadas son
sometidas a tratamiento para tornarlas en drogas. Sirve de causal justifi-
cante el contar con la autorización competente, aunque no se señala en
forma expresa quién tiene dicha autoridad. La penalidad es igual a la
del homicidio simple.

2. SIEMBRA Y CULTIVO. El Art. zo sanciona a los que siembren, plan-


ten, cultiven o cosechen especies vegetales del género Cannabis (can-
nabaceas o cáñamo índico) u otras productoras de sustancias
estupefacientes o sicotrópicas, a menos de contar con autorización del
Servicio Agrícola y Ganadero. La pena es superior a la del delito de
aplicación de tortura. Si el cultivo está destinado al consumo personal
exclusivo y próximo, es sancionado como falta.

3. TRÁFICO. Es la actividad sancionada por excelencia. Se refiere a


ésta el Art. so, que sanciona el tráfico "a cualquier título" y luego espe-
cifica que se entiende por tráfico el importar, exportar, transportar, ad-
quirir, transferir, sustraer, poseer, suministrar, guardar o portar consigo
tales substancias o materias primas que sirven para obtenerlas. No se
distingue entre las substancias más o menos nocivas contempladas en
al Art. 1°, ni se atiende a las cantidades envueltas. La penalidad es la
misma que la del Art. 1°, o sea, equivale a la del homicidio simple. Se
amplía el tipo para incluir conductas de participación: "inducir, promo-
ver o facilitar" el uso y consumo de tales substancias. La penalidad es
la misma del caso anterior.

4. DESVIACIÓN AL TRÁFICO. El Art. 3o sanciona a los que, estando au-


torizados para el cultivo de las sustancias vegetales indicadas, las des-
víen o destinen al trafico ilícito, "o sus rastrojos, florescencias, semillas
u otras partes activas". La pena es también igual a la del homicidio sim-
ple. Hay una forma cuasidelictual en el Art. 4°, que sanciona al que,
teniendo autorización para tales cultivos, abandonare, por negligencia
o descuido, en lugares de fácil acceso al público, dichas plantas, rastro-
jos, etc., o infringiere de otro modo disposiciones reglamentarias. La pena
es de multa de veinte a doscientas unidades tributarias mensuales.

5. PRODUCCIÓN Y TRÁFICO DE PRECURSORES. El Art. 6° sanciona las


conductas que los artículos anteriores califican de producción o tráfico,

301
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

cuando ellas se refieren a precursores o sustancias químicas esenciales,


es decir, las que sirven para la elaboración de las drogas estupefacien-
tes o sicotrópicas, a sabiendas de que están destinadas a esa finalidad.
La pena es superior a la del delito de aplicación de tortura, más una
multa que puede elevarse hasta cuatrocientas unidades tributarias men-
suales.

6. SUMINISTRO ILEGAL. El Art. 7° sanciona al que, estando autoriza-


do para el suministro de las drogas y substancias ya mencionadas, lo
hiciera en contravención de las disposiciones legales reglamentarias per-
tinentes, lo que se extiende también a las materias primas ya referidas.
La penalidad es superior a la de aplicación de tortura. Se pretende san-
cionar aquí a las farmacias, laboratorios o fábricas que cuentan con au-
torización para fabricar tales substancias o traficar en ellas para fines
terapeúticos, industriales, etc.

7. PRESCRIPCIÓN ILEGÍI'IMA. El Art. 8° sanciona al médico, dentista,


matrona o veterinario que recetare alguna de las substancias indica-
das, sin una necesidad médica o terapéutica. La pena es superior a la
de la violación heterosexual o sodomítica. No es preciso que la receta
llegue a expenderse, ni que la substancia llegue a administrarse o con-
sumirse. Tampoco se atiende a la frecuencia o cantidad de la prescrip-
ción injustificada. En el caso del veterinario, habrá que entender que se
trata de alguien que, siendo veterinario, prescribe para un ser humano,
ya que si receta para un animal, ello parecería afectar a la salud animal,
no a la salud pública. Los párrafos 9 y 14 del título VI del Libro II del
Código distinguen entre ambas.

8. FACIUI'ACIÓN DE LUGAR. El Art. 9° sanciona a quien entregare un


bien raíz o vehículo, a sabiendas de que se utilizará para la comisión
de alguno de los delitos ya enumerados (elaboración, almacenamiento,
expendio o consumo) o para siembra o plantío no autorizados de tales
substancias. La pena es la misma que para el delito de auxilio al suici-
dio. El mismo artículo sanciona con idéntica penalidad a la conducta
que hemos dado como ejemplo de casuismo exasperado en nuestros
comentarios generales: a quien tuviere un establecimiento de las clases
más diversas, "u otro de similar naturaleza", que permita o tolere el
tráfico o consumo de substancias estupefacientes en los mismos, no pu-
diendo menos de saberlo y si lo hiciere habitualmente. Las conductas
son pasivas, no concertadas y se advierten como bastante menos gra-
ves que las anteriores del mismo artículo. Habrá que entender, al me-
nos, por '"permitir" o "tolerar", el hecho de no poner término al tráfico

302
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

o consumo si está en poder del agente hacerlo sin grave riesgo para sí
mismo. En la práctica, es una exigencia de poner el hecho en conoci-
miento de la autoridad, aunque el texto no lo dice, pues rara vez será
posible o lícito usar de fuerza privada para tales fines.

9. SUMINIS1RO DE OTRAS SUBSTANCIAS. El Art. 10 sanciona el suminis-


tro de hidrocarburos aromáticos, tales como benceno, tolueno "u otras
substancias similares", en proporción suficiente para producir efectos tóxi-
cos o sicotrópicos, "sabiendo o debiendo saber" que están destinados a
ser consumidos por menores de dieciocho años. Las substancias indica-
das son principalmente de uso industrial, como solventes de grasas y en
la fabricación de colorantes. No se encuentran en la enumeración literal
del Reglamento. La ley no exige que se suministren tales substancias en
estado puro, sino en productos que las contengan. No se advierte con
claridad la limitación del posible consumidor al menor de edad, ya que
el efecto tóxico es similar en el adulto. La penalidad es superior a la que
correspondería si se causaren al menor lesiones graves del Art. 397 N° 2°.

10. CONSUMO CALIFICADO. Llamamos así a las conductas de consu-


mo o de desempeño en ciertas actividades bajo el efecto de tales subs-
tancias. Estimamos que son formas "calificadas" de a::>nsumo, porque
las penalidades aplicables son penas de delitos y no de meras faltas,
como es la regla general en la penalidad del consumo. Conforme al
Art. 11 afectan a oficiales y tripulación de la marina mercante, Gendar-
mería de Chile y Policía de Investigaciones de Chile (consumo actual o
reciente, o portar dichas substancias para consumo personal). Idénticas
conductas se sancionan respecto de los militares, a través de la modifi-
cación debida al Art. 52 mediante la introducción del Art. 299 bis en el
Código de Justicia Militar, y del personal aeronáutico (desempeño de
funciones bajo la influencia del alcohol o drogas estupefacientes), por
lo dispuesto en el Art. 53, que sustituyó al Art. 193 del Código Aeronáu-
tico. La penalidad es la misma aplicable al descarrilamiento intencional
de un convoy ferroviario.

11. AGOTAMIENTO POR APROVECHAMIENTO. Es la forma de encubri-


miento que consiste en aprovecharse por sí mismo o permitir a los de-
lincuentes medios para que se aprovechen de los efectos del delito; en
este caso, del lucro patrimonial obtenido a través de la comisión de cual-
quiera de los delitos contemplados en esta ley. Específicamente, se tra-
ta de efectuar inversiones legítimas o aparentemente tales, con dineros
provenientes de la comisión de estos delitos. Es lo que comúnmente se
conoce como lavado de dinero. Con el casuismo de costumbre, se re-

303
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

fiere el Art. 12 de la ley al "uso, aprovechamiento o destino" de "bie-


nes, valores, dineros, utilidades, provechos o beneficio", y explica que
se entiende por "uso, aprovechamiento o destino", "todo acto, cualquiera
que sea su naturaleza jurídica, que importe o haya importado la tenen-
cia, posesión o dominio de los mismos", "sea de manera directa o indi-
recta, imaginaria, simulada, oculta o encubierta". La conducta misma
consiste en "participar o colaborar" en tal uso, etc., y se exige que ello
sea hecho "a sabiendas", lo que será necesario que conste. La penali-
dad se impone sin distinguir en cuanto a la modalidad, grado de parti-
cipación, frecuencia o cuantía. La pena es superior al delito de levantar
tropas en el territorio de la República.
Los Arts. 13 a 19 y luego los Arts. 29, 30 y 31 reglamentan el proce-
dimiento para la investigación y tramitación del delito específico de la-
vado de dinero y contienen también disposiciones aplicables a la
tramitación de procesos por los demás delitos de esta ley. No nos es
posible entrar en el análisis detallado de tales disposiciones, pero su
rasgo esencial es el establecimiento de una etapa procesal llamada de
"investigación preliminar", a cargo del Consejo de Defensa del Estado,
que a pesar de ser calificada como de meramente administrativa por la
ley, comprende medidas que limitan en forma importante las garantías
constitucionales, como el arraigo de personas, medidas de embargo cau-
telares sobre bienes, e incautación de documentos. Los organismos pú-
blicos y aun privados se encuentran obligados a suministrar al Consejo,
a sola petición de éste, los antecedentes de investigación que les fue-
ren solicitados. La negativa o resistencia a hacerlo constituye delito. La
investigación es secreta, y puede culminar en la interposición de la co-
rrespondiente querella criminal. En la tramitación de esta última, el tri-
bunal goza también de considerables atribuciones de que no dispone
en el procedimiento ordinario.

12. OMISIÓN DE DENUNCIA. El Art. 21 sanciona al funcionario publi-


co que con razón de su cargo tomase conocimiento de alguno de los
delitos contemplados en esta ley, y por beneficio de cualquier naturale-
za omitiere denunciarlo a la autoridad, u ocultare, alterare o destruyere
medios de prueba de la comisión de los mismos o la identidad de los
partícipes. La pena es superior a la de aplicación de tortura. Respecto
del delito de lavado de dinero, la sanción se extiende a cualquier parti-
cular que tomare conocimiento del delito en razón de su cargo o la
función que desempeña y omitiere denunciarlo por recibir un beneficio
de cualquiera naturaleza o incurriere en las mismas conductas relativas
a la prueba del delito y la participación. Las penas son las mismas que
en el caso anterior.

304
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

13. DENUNCIAS O DEClARACIONES FALSAS. El inciso final del Art. 14


castiga a quienes incurrieren en falsedad en las declaraciones prestadas
ante el Consejo de Defensa del Estado durante la investigación prelimi-
nar del delito de "lavado de dinero", con las penas del Art. 210 del Có-
digo Penal (perjurio). La ley no distingue si la declaración falsa se presta
para tratar de ocultar la existencia del delito o la responsabilidad de los
partícipes, o al revés, para tratar falsamente de incriminar a personas
inocentes o fingir delitos inexistentes.

14. DIVULGACIÓN DE SECRETOS. La ley contempla varias figuras es-


pecíficas de violación de secretos. El Art. 17 confiere el carácter de se-
creta a la investigación preliminar del Consejo de Defensa del Estado y
sanciona al que, requerido para proporcionar información a este orga-
nismo, entregue o difunda la información solicitada, e incluso el hecho
de haberle sido requerida. El Art. 33 confiere la calidad de secretas a
todas las actuaciones judiciales y administrativas que se refieran a la ob-
tención de cooperación eficaz de los culpables para con la autoridad y
a las medidas tendientes a proteger la seguridad de los cooperadores, y
sanciona a los empleados públicos que violaren tal sigilo. El Art. 34 san-
ciona la violación del secreto del sumario judicial en estos delitos con
una penalidad especial, superior a la de los casos ordinarios de viola-
ción de secretos por empleado público.

15. AsociACIÓN IÚCITA. Esta es sin duda la conducta verdaderamente


grave con respecto al narcotráfico: el crimen organizado, origen de de-
litos de corrupción, violencia y amenazas para facilitar el tráfico inter-
nacional en gran escala, y es a su respecto que en nuestra opinión se
justifica la severidad de las penas que puedan imponerse. El Art. 22 cas-
tiga a los que se asociaren u organizaren con el objeto de cometer al-
guno de los delitos contemplados en la ley, conducta que se sanciona
por el solo hecho de constituirse la asociación, de modo similar a lo
que ocurre en el delito común de asociaciones ilícitas. Para la penali-
dad de esta conducta se distingue según si se tratare de individuos que
hubieren ejercido mando en la organización o hubiesen aportado el ca-
pital (pena más elevada), o si se tratare de cualquier otro individuo que
hubiese tomado parte en la asociación, o que voluntariamente y a sa-
biendas hubiere suministrado a alguno de sus miembros, vehículos, ar-
mas, municiones, instrumentos, alojamiento, escondite o lugar de reunión
para la comisión de estos delitos.

16. ABuso DE AUTORIDAD. El Art. 31 autoriza al juez que investiga


cualquiera de los delitos de esta ley para la intervención, apertura o

305
DELITOS CON1RA LOS INTERESES SOCIALES

registro de las comunicaciones o documentos privados, o la observa-


ción (espionaje o seguimiento), por cualquier medio, de aquellas per-
sonas respecto de las cuales existan fundadas sospechas de que
intervienen en la preparación o comisión de estos delitos; medidas que
deben ser fundadas, se llevan a cabo sin conocimiento del afectado y
no pueden durar más de veinte días. El mismo artículo dispone que el
"abuso de poder" en el ejercicio de las atribuciones de este artículo será
delito sancionable con pena privativa de derechos.

17. CONSUMO PERSONAL. Los Arts. 41 a 48 forman el Título 11 de


la Ley, titulado "De las faltas y su procedimiento", en que se castiga
básicamente el consumo de substancias estupefacientes o drogas psi-
cotrópicas "de las mencionadas en el Art. 1°", esto es, de cualquiera
de las que están en el Reglamento, sin distinguir si se trata de las de
alta nocividad o de las que no la presentan. En esta materia, según
se ha dicho precedentemente, la tendencia legislativa ha sido a un
aumento progresivo de la punibilidad, ya que el consumo fue en un
comienzo una conducta impune, luego penada solo excepcionalmen-
te, y en la actualidad constituye la regla general, con limitadísimas
excepciones.
Ya hemos considerado precedentemente los casos en que el consu-
mo es sancionado como crimen o simple delito, no como mera falta,
los que afectan principalmente a los miembros de las Fuerzas Armadas,
Carabineros, Investigaciones y Gendarmería, y en ciertas circunstancias
penan el desempeño bajo influencia de drogas, que no es lo mismo
que el simple consumo, y cuya penalidad aparece justificada por el pe-
ligro en que se pone la seguridad de otras personas. A estos casos los
hemos denominado de "consumo calificado".
Las hipótesis contenidas en esta infracción son:
1) El simple consumo de las drogas o substancias mencionadas en
el Art. 1o en lugares públicos o abiertos al público, de los cuales se
hace otra larga e innecesaria enumeración, que no deja de presentar
algunos problemas. Por ejemplo, se cita como uno de esos lugares
"los caminos". Desde luego, no todos ellos son públicos ni abiertos al
público, pero suponiendo que cierto camino lo fuera, incurriría en esta
falta el caminante solitario que fumara marihuana en el camino, mas
no el automovilista no acompañado, estacionado en la berma, que hi-
ciera lo propio, ya que el automóvil es privado. El mismo fumador
incurriría en el delito si lo hiciera solo en su habitación de un hotel,
ya que el hotel está declarado "público", aunque evidentemente la pieza
alquilada por el huésped es para él privada. La ley no distingue entre
las drogas de gran nocividad y las que carecen de ella, pues se refiere

306
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

en general a todas las mencionadas en el Art. 1°. Tampoco distingue


(salvo posteriormente, para otros efectos) entre el consumidor ocasio-
nal y el toxicómano, ni respecto de la cantidad de droga que se con-
suma.
2) Tener o portar en los lugares ya señalados, las mismas substan-
cias o drogas del Art. 1o (sin distinguir), para el consumo personal,
exclusivo y próximo en el tiempo por parte del infractor. Tampoco se
hace diferencia entre el consumidor ocasional y el enviciado. De esta
manera, si un infractor es sorprendido fumando un cigarrillo de mari-
huana y con otro en el bolsillo para consumirlo un rato después, se
cometen dos delitos: consumo y tenencia para el consumo personal
próximo.
3) Consumo de las referidas drogas (sin discriminar tampoco entre
las clases de drogas, ni la frecuencia de su consumo, ni la cantidad con-
sumida) en lugares o recintos privados, "si se hubieren concertado con
tal propósito". Esta última salvedad obliga a admitir que debe tratarse
al menos de dos personas, ya que de otro modo no cabe el concierto,
y hace surgir la duda de si será necesario que todas ellas estén consu-
miendo simultáneamente, ya que a pesar de haber concierto para re-
unirse a consumir, es posible que en un momento dado de la reunión
algunos estén consumiendo y otros no.
Las infracciones anteriores están contenidas en el Art. 41.
4) Siembra o cultivo de Cannabis Indica u otras especies produc-
toras de substancias estupefacientes o sicotrópicas destinadas al uso
personal exclusivo y próximo en el tiempo. Esta figura está concebi-
da como una forma atenuada o privilegiada del delito del Art. zo (don-
de se la contempla), consistente en la siembra o cultivo de tales
especies vegetales, severamente sancionada. No obstante, esta figura
atenuada y excepcional será de difícil ocurrencia por el hecho de
exigirse que tales productos estén destinados al consumo personal
"próximo en el tiempo", ya que tratándose de siembra y cultivo siem-
pre será necesario esperar que las plantas crezcan y puedan ser co-
sechadas antes de consumirlas. En fin, será una cuestión de hecho
variable en cada caso.
5) Tráfico de substancias o drogas estupefacientes para uso perso-
nal y exclusivo próximo en el tiempo. El Art. 5°, que sanciona el tráfi-
co, contempla también como variedad atenuada o privilegiada el que
éste tenga la finalidad indicada. Sin embargo, ella parece incompatible
con algunas formas que la ley enumera como tráfico (como exportar o
transportar, si no es llevando la droga consigo, o suministrar).
En todos estos casos, las penas y procedimiento son los señalados
en los Arts. 41 y siguientes, que se mencionarán más adelante.

307
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

Ya hemos comentado en la introducción a esta materia, el error


de sancionar el simple consumo, por la condición de enfermo que tiene
el toxicómano y el ignorar las conclusiones médico-criminológicas en
cuanto a la inutilidad del tratamiento forzado contra la voluntad del
paciente. A ello debe añadirse el erróneo enfoque de política crimi-
nal, por no reparar en que el enviciado no se atreverá a demandar
auxilio médico o psicológico para librarse de su hábito, porque ello
equivaldría a confesarse autor de un delito; y por otra parte, también
el consumidor será reacio a cooperar con la policía para identificar al
traficante que lo provee de la droga, por temor a reconocer que el
mismo es un delincuente. Y aunque la pena asignada no sea alta, es
una condena que queda anotada en un registro especial, a semejanza
de las infracciones del tránsito, conforme al Art. 48, con lo que perse-
guirá al infractor toda su vida.

18. ABUSO DE IDENTIDAD PROTECTORA. El Art. 33 contempla estímu-


los para la delación que los delincuentes hagan de sus copartícipes, a
la que llama "cooperación eficaz", y entre esos estímulos se encuentra
brindar protección al delator o informante y sus familiares y allegados,
la que puede llegar a autorizarlos para usar nuevos nombres y apelli-
dos y obtener los documentos de identidad correspondientes. Y hemos
señalado que estas medidas son secretas, y que es sancionado el fun-
cionario público que quebrantare este secreto. Pero igualmente este ar-
tículo sanciona al delator o informante que hace "uso malicioso" de su
identidad y documentos anteriores, como también al que "utiliza frau-
dulentamente" los nuevos.

2. PENAS Y MEDIDAS. Las penas impuestas a los crímenes y simples deli-


tos son en general de la misma naturaleza que las establecidas en el
Código Penal. Las de faltas tienen en cambio ciertas modalidades pro-
pias, no aplicables a otros delitos. De ellas nos hemos ocupado al tratar
de las penas en la Parte GeneraP Y tanto respecto de los delitos como
de las faltas, la ley contempla ciertas sanciones, calificadas de acceso-
rias o de "medidas".
Las principales particularidades que aquí encontramos son las si-
guientes:

l. PENA DE COMISO. Adquiere en estos delitos varias particularida-


des. Aparte del destino general de las especies decomisadas, contem-
plado en el Art. 28, ellas pueden ser entregadas, conforme al mismo
artículo, igual que el valor de enajenación de las mismas, al Fondo Na-
cional de Desarrollo Regional, para ser utilizadas en programas de pre-

308
DELITOS CONI'RA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

vención y rehabilitación del uso de drogas. Lo mismo ocurre con el pro-


ducto de las multas impuestas por esta ley y el precio de la subasta de
las especies incautadas y no reclamadas (Art. 675 del Código de Proce-
dimiento Penal). Además, el comiso previsto en general en el Código
Penal aparece considerablemente ampliado en el Art. 27 a los bienes
raíces y muebles, tales como vehículos motorizados, terrestres, naves y
aeronaves, dinero, efectos de comercio y valores mobiliarios; todo ins-
trumento que haya servido o hubiere estado destinado a la comisión
de los delitos penados en esta ley; los efectos que de ellos provinieren
y las utilidades que hubieren originado, "cualquiera que sea su natura-
leza jurídica o las transformaciones que hubieren experimentado, como
asimismo todos aquellos bienes facilitados o adquiridos por terceros a
sabiendas del destino u origen de los mismos". Lo vago y lo general de
estas expresiones lleva fácilmente a un equivalente práctico de la con-
fiscación de bienes. La pena de comiso toma la modalidad específica
de destrucción de especies en los casos previstos en el Art. 26.

2. PENAS ESPECÍFICAS DE FALTAS. Las faltas previstas en la ley contem-


plan la pena ordinaria de multa, y la de "asistencia obligatoria a progra-
mas de prevención", de la que nos hemos ocupado en la Parte General.
Como pena accesoria se contempla la de "suspensión de la licencia para
conducir vehículos motorizados". La pena de multa es conmutable por la
de "realización de trabajos determinados en beneficio de la comunidad".
La sentencia condenatoria por falta ordenará un examen médico del
condenado, a fin de establecer si es o no dependiente de las drogas
(toxicómano), en qué medida, y qué tratamiento será adecuado para
curarlo. Aunque el lenguaje de la ley es vago, parece desprenderse que
se impondrá a continuación al condenado la obligación de someterse
al tratamiento aconsejado por el médico. Si el condenado se resistiere a
ello o se negare a tratarse, el juez ordenará su arresto hasta por ocho
días, susceptible de repetición (Art. 45).

3. MEDIDAS APliCABLES A LOS MENORES. Cuando las faltas hubieren


sido cometidás por menores que tuvieren entre 16 y 18 años, serán pro-
cesados por el juez de menores; se prescindirá de la declaración de dis-
cernimiento y se les impondrán algunas de las siguientes medidas: a)
Asistencia obligatoria a programas de prevención; b) Participación del
menor, con su anuencia, en actividades determinadas en beneficio de
la comunidad. Si las faltas fueren cometidas por menores de 16 años,
éstos quedarán sometidos a las medidas previstas en la Ley de Meno-
res, o bien podrá imponérsele la medida de "asistencia obligatoria a pro-
gramas de prevención". El juez deberá además disponer un examen

309
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

médico acerca de la eventual dependencia de drogas por parte del me-


nor y disponer "la obligación del menor de seguir el tratamiento que se
aconseje", y la ley agrega que el juez "podrá ordenar las medidas con-
ducentes a su cumplimiento", las que no especifica (Art. 46).

4. AllANAMIENTO. La ley permite en el Art. 43 que el inculpado se


allane a admitir su culpabilidad y a aceptar por anticipado la pena pre-
vista por la ley, caso en el cual se dictará sentencia sin más trámite (la
ley dice "de inmediato"), no susceptible de recurso alguno. En cuanto
al hecho punible, se le tendrá por comprobado con el parte policial.

5. MEDIDAS DE ClAUSURA Y PROHIBICIÓN. Respecto de los delitos de


los Arts. 7o y 10, esas mismas disposiciones permiten al tribunal imponer,
además, las medidas de clausura temporal, que en caso de reincidencia
se transforma en definitiva y se le agrega la prohibición permanente de
participar a cualquier título en otro establecimiento de igual naturaleza.

6. DISPOSICIONES ESPECIALES RELATIVAS A LA MULTA. Conforme al


Art. 39, si el sentenciado no pagare la multa, ésta será sustituida por
la de reclusión, a razón de un día por cada media unidad tributaria
mensual, con un máximo de seis meses. Pero en casos calificados,
el juez podrá eximir al condenado del pago de multa o imponerle
una inferior al mínimo establecido en la ley, en resolución fundada
(Art. 39).

7. MEDIDAS ALTERNATIVAS. La ley 18.216, de la que nos hemos ocu-


pado en la Parte General, permite sustituir determinadas penas pri-
vativas o restrictivas de libertad por ciertas medidas alternativas
(remisión condicional de la pena, libertad vigilada, reclusión noctur-
na). El Art. 40 dispone que tales medidas sustitutivas no procederán
respecto de los condenados por delitos previstos en esta ley, a me-
nos que se les haya reconocido la circunstancia atenuante de dela-
ción o información eficaz.

3. OTRAS DISPOSICIONES
l. jUSTIFICACIÓN. En los delitos o faltas consistentes en tener, por-
tar consigo o consumir drogas estupefacientes, la única causal de justi-
ficación es la de tener que consumirlas con fines terapéuticos, acreditados
mediante prescripción médica (Arts. so , 11, 41 y 52).

2. PARTICIPACIÓN. El Art. 1°, relativo a la elaboración o fabricación


de drogas, dispone que "se presumirán autores" del referido delito quie-

310
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

nes tengan en su poder elementos, maquinarias o equipos comúnmen-


te destinados a tal elaboración. Estando prohibidas las presunciones de
derecho en materia penal por la Constitución, deberá entenderse que
se trata de una presunción simplemente legal.
El Art. 34 legitima la actuación de un partícipe fingido al cual llama
agente encubierto y que puede llegar a constituir lo que en doctrina se
llama "agente provocador", del cual nos hemos ocupado en la Parte Ge-
neral, al tratar de la participación criminal. Se trata, según la definición
legal, de un funcionario policial que, debidamente autorizado por sus
superiores, oculta su identidad oficial y se involucra o introduce en las
organizaciones delictivas simulando ser parte de ellas o estar interesado
en la comisión del delito que se investiga, con el propósito de identifi-
car a los partícipes o recoger las pruebas que servirán de base en el
proceso penal. Se comprende que al desempeñar tal papel, el funcio-
nario en cuestión tomará parte en la ejecución de hechos delictuosos,
mediante ejecución o cooperación concertada. La ley no establece en
forma expresa que esté exento de responsabilidad penal, pero ello se
desprende de la orden superior que ha recibido y del motivo que la
inspira.
El informante, según el mismo artículo, es quien suministra ante-
cedentes a los organismos policiales acerca de la preparación o comi-
sión de un delito o de sus partícipes, o bien el que, sin tener la intención
de cometerlo y con conocimiento de dichos organismos, participa como
si fuera agente encubierto. En esta segunda modalidad, la ausencia de
intención de cometerlo y el conocimiento de la autoridad policial lo co-
locan en situación semejante a la del agente encubierto. No así en la
primera modalidad, en la que, si ha tenido participación culpable en
las actividades del grupo delictual, sólo gozaría de una atenuante, se-
gún más adelante se explica.

3. ITER CRIMINIS. El Art. 24 dispone que los delitos de que trata esta
ley se sancionarán como consumados desde que haya principio de eje-
cución. Además castiga la conspiración para cometerlos. La penalidad
es la misma de las lesiones graves del Art. 397 N° 2°. Debe entenderse
que la conspiración es punible cuando no haya pasado a otra etapa
más avanzada de ejecución, ya que en caso contrario se produce un
concurso aparente de leyes, en el cual, por el principio de consunción,
las etapas más avanzadas van desplazando a las precedentes. Además,
debe distinguirse cuidadosamente lo que es una conspiración para co-
meter un delito, de una asociación ilícita para cometer delitos: esto últi-
mo, según se ha visto, es un delito específico sancionado en el Art. 22
y, por lo tanto, no es punible separadamente la conspiración que en

311
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

ella va envuelta para cometer cualquiera de los delitos que constituyen


la finalidad de la asociación.

4. AGRAVACIÓN. Las penalidades, ya de por sí elevadas, pueden verse


todavía aumentadas en ciertas circunstancias:
a) La reincidencia en el delito del Art. T hace posible imponer las
penas de clausura definitiva del establecimiento y de prohibición per-
manente de participar en otro de análoga naturaleza;
b) Las faltas del Art. 41 (consumo) que se cometieren en lugares de
detención, recintos militares o policiales o en establecimientos educa-
cionales por los docentes, funcionarios o trabajadores de los mismos,
recibirán la pena de multa en su máximo (deberá entenderse que se
trata del límite superior, ya que la pena de multa no tiene grados).
e) Los reincidentes en las referidas faltas y los que quebrantaren las
penas impuestas (deberá entenderse que se trata de la pena de asisten-
cia obligatoria a programas de prevención, ya que la pena de multa no
es susceptible de quebrantamiento) serán sancionados con las dos pe-
nas que el Art. 41 establece (que en principio son alternativas), o con
el duplo de una de ellas, o con prisión en su grado mínimo a medio,
según lo decida el juez conforme a "las circunstancias personales del
infractor" y que conduzcan mejor a la rehabilitación de éste.
d) El Art. 23 contempla una serie de circunstancias agravantes, cuyo
efecto es el de aumentar la pena en un grado, para los crímenes y
simples delitos de esta ley (no para las faltas); valerse de personas exentas
de responsabilidad penal conforme al Art. 10 N°5 1, 2 y 3 del Código
(inimputables); utilizar violencia o engaño en la comisión del delito; co-
meter el delito "en las inmediaciones" o en el interior de un estableci-
miento de enseñanza, centro asistencial, lugar de detención, recinto
militar o policial, institución deportiva, cultural o social, o sitios don-
de se realicen espectáculos o diversiones públicas (esto debe estar
referido en la práctica al tráfico, ya que es difícil pensar que se siem-
bre cáñamo o se explote un laboratorio en un recinto militar o poli-
cial, v. gr.); suministrar drogas a menores de dieciocho años de edad o
promover o facilitar su uso o consumo a los mismos; cometerse el deli-
to por funcionarios públicos aprovechándose de su investidura o fun-
ciones, y promover, inducir o facilitar el uso o consumo de las substancias
y drogas enumeradas en la ley a personas que se encuentren bajo el
cuidado o cargo del hechor.

5. ATENUACIÓN. La ley contempla los siguientes casos:


a) En los delitos del Art. 1o (elaboración), la pena puede (facultati-
vamente) ser rebajada hasta en dos grados cuando la droga de que se

312
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

trate sea de aquellas que no producen graves efectos tóxicos ni daños


considerables a la salud pública, conforme al reglamento;
b) En los delitos del Art. zo (siembra o cultivo), la pena podrá (siem-
pre de modo facultativo) rebajarse en un grado, "según la gravedad de
los hechos y las circunstancias personales del inculpado";
e) El Art. 33 crea la atenuante denominada de cooperación eficaz
con la autoridad administrativa, policial o judicial. Se entiende por tal la
circunstancia de proporcionar a estas últimas datos o informaciones pre-
cisos, verídicos y comprobables, que contribuyan necesariamente al es-
clarecimiento del cuerpo del delito (sic) o de sus autores, cómplices o
encubridores, o a prevenir o impedir la perpetración o consumación de
otros delitos de igual o mayor gravedad contemplados en esta misma
ley. El efecto de la atenuante es permitir (siempre facultativamente) re-
ducir la pena al cooperador hasta en dos grados. Para estimular la co-
operación la ley dispone el máximo sigilo acerca de las informaciones
proporcionadas y la identidad del cooperador, como también autoriza a
tomar medidas para proteger a éste y sus familiares. La ley reglamenta
especialmente la situación de los agentes encubiertos y los informantes,
a los cuales ya nos hemos referido a propósito de la participación cri-
minal.

6. REGLAS VARIAS. Sólo resumiremos las más importantes:


a) Los delitos contemplados en esta ley son susceptibles de extradi-
ción, tanto activa como pasiva;
b) Para determinar la existencia de reincidencia en estos delitos, se
toman en consideración las sentencias condenatorias dictadas en el ex-
tranjero, aunque no hayan sido cumplidas;
e) Perpetrados estos delitos en el extranjero, quedan sometidos a
las disposiciones de esta ley y sometidos a los tribunales chilenos, cuan-
do ellos pusieren en peligro la salud de habitantes de la República
(Art. 55, en relación con el Art. 6° N° 3°; del Código Orgánico de Tri-
bunales);
d) En los procesos por delitos de esta ley, los tribunales chilenos
están dotados de amplias facultades para solicitar información y ayuda
a los tribunales y autoridades extranjeros, como también a proporcio-
nárselas a su requerimiento;
e) El Ministerio de Justicia podrá disponer que los extranjeros con-
denados por delitos de esta ley cumplan las penas corporales en el país
de su nacionalidad.

313
DEUTOS CONlRA LOS INTERESES SOCIALES

Quinto grupo
Delitos de peligro común

Está integrado este grupo por diversos delitos de peligro indeterminado


para las personas (vida, integridad corporal y salud), la propiedad y otros
bienes jurídicos en general (tranquilidad pública, etc.).

DELITOS RELATIVOS A LAS ARMAS PROHIBIDAS

El Art. 288 sanciona al que "fabricare, vendiere o distribuyere armas ab-


solutamente prohibidas por la ley o por los reglamentos generales que
dicte el Presidente de la. República". La conducta sancionada consiste
en "fabricar, vender o distribuir"; no en cargar o portar armas prohibi-
das. El Art. 494 No 3° sanciona como falta esta última conducta. Sin em-
bargo, el alcance actual de estos preceptos debe determinarse teniendo
en consideración otras disposiciones. El Art. 24 de la Ley 17.798, sobre
Control de Armas, declara "derogado" el Art. 288 del Código Penal, sólo
en cuanto se refiere a armas de fuego, explosivos y demás elementos
contemplados en dicha ley. Pese a la expresión restrictiva "sólo en cuan-
to", el significado práctico de dicha disposición es el de dejar totalmen-
te sin efecto el Art. 288 del Código Penal, ya que no hay leyes ni
reglamentos del Presidente de la República que declaren "absolutamen-
te prohibidas" armas que no sean de fuego. Por otra parte, la Ley de
Seguridad del Estado (Art. 10) prohíbe, salvo permiso de la autoridad
competente, el uso de armas cortantes, punzantes y contundentes, ato-
dos los que no pertenezcan a las Fuerzas Armadas, Carabineros, Inves-
tigaciones, Prisiones (hoy Gendarmería) o los demás organismos estatales
autorizados por la ley, y sanciona con pena de simple delito la infrac-
ción de tal prohibición, lo que de hecho deja sin aplicación el Art. 494
No 3° del Código Penal. Y el Art. 11 de la Ley de Control de Armas se-
ñala también una pena específica para los que portaren armas de fuego
sin permiso de la autoridad competente que la misma ley indica. En
suma, los Arts. 288 y 494 N° 3° del Código Penal carecen hoy día de
aplicación práctica, y todo lo relativo a la fabricación, expendio, porte
y uso de armas está preferencialmente regulado por las leyes de Con-
trol de Armas y de Seguridad del Estado.
Según el artículo 2° de la Ley de Control de Armas, quedan someti-
das al control de la autoridad, entre otras, todas las armas de fuego, sea
cual fuere su calibre y sus partes y piezas. También menciona al mate-
rial de uso bélico, las municiones y cartuchos, los explosivos y bom-
bas, y demás elementos que detalla.

314
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

Podemos señalar que además prohíbe la posesión o tenencia de "ar-


mas largas con cañones recortados, armas cortas de cualquier calibre
que funcionen en forma totalmente automática, armas de fantasía, es
decir aquellas que se esconden bajo una apariencia inofensiva, ametra-
lladoras, subametralladoras, metralletas o cualquiera otra arma automá-
tica o semiautomática de mayor poder destructor o efectividad, sea por
su potencia, por el calibre de sus proyectiles o por sus dispositivos de
puntería". Asimismo, también prohíbe "la posesión o tenencia de arte-
factos fabricados sobre la base de gases asfixiantes, paralizantes o ve-
nenosos, de sustancias corrosivas o de metales que por la expansión
de los gases producen esquirlas, ni los implementos destinados a su
lanzamiento o activación", todo ello según su artículo 3°, el cual excep-
túa de estas prohibiciones a las Fuerzas Armadas y Carabineros, mien-
tras que a la Policía de Investigaciones, a Gendarmería y a la Dirección
General de Aeronáutica Civil las exceptúa sólo respecto de "armas au-
tomáticas livianas y semiautomáticas", y en general de los disuasivos
que en ese mismo artículo se consagran. El inciso final de la disposi-
ción prohíbe a toda persona la posesión o tenencia de armas que de-
nomina "especiales", entendiendo el artículo por tales las armas
"químicas, biológicas y nucleares". A su turno, el artículo 5° obliga a
inscribir a nombre de su poseedor toda arma de fuego que no sea de
las señaladas en el artículo 3°, inscripción que autoriza exclusivamente
a mantener el arma en el bien raíz declarado correspondiente a su resi-
dencia, a su sitio de trabajo o al lugar que se pretende proteger. Agrega
la disposición que las autoridades "sólo permitirán la inscripción del arma
cuando, a su juicio, su poseedor o tenedor sea persona que, por sus
antecedentes, haga presumir que cumplirá lo prescrito en el inciso an-
terior". Esta autoridad corresponde a la Dirección General de Recluta-
miento y Movilización, la que "llevará un Registro Nacional de las
inscripciones de armas".
Los delitos que contempla esta normativa están referidos, entre otros,
al porte y tenencia de armas de fuego permitidas, con infracción a lo
establecido en las disposiciones precedentes, según puede desprender-
se de lo dispuesto por los artículos 9° y 11 de la Ley, que contemplan
ambos la posibilidad incluso de sobreseer definitivamente la causa o
pronunciar sentencia absolutoria cuando las circunstancias o antecedentes
del proceso permitan presumir fundadamente que la posesión o tenen-
cia no estaban destinadas a cometer los hechos que mencionan (alterar
el orden público, atacar a las Fuerzas Armadas o a las de Orden y Se-
guridad, o a perpetrar otro delito), y si, además, consta en el proceso la
conducta anterior irreprochable del inculpado. A su turno, también se
sanciona la posesión o tenencia de armas de fuego prohibidas, caso en

315
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

el cual no se establece causal de exención de responsabilidad alguna.


El artículo so de la Ley castiga la "organización, pertenencia, financia-
miento, dotación, instrucción, incitación o inducción a la creación y fun-
cionamiento de milicias privadas, grupos de combate, partidas
militarmente organizadas, armadas con algunos de los elementos indi-
cados en el artículo 3°", y en otras disposiciones de su articulado se cas-
tiga la fabricación y la comercialización de estos elementos.

ASOCIACIONES ILÍCITAS Y TERRORISMO

Las infracciones aquí contempladas restringen la libertad de asociación


que en principio es asegurada por la Constitución Política. En realidad,
los casos más importantes de asociaciones ilícitas se encuentran señala-
dos en la Ley de Seguridad del Estado y en la Ley sobre Conductas Te-
rroristas, que en esa materia desplazan las disposiciones del Código Penal.
En la primera de estas leyes son sancionadas las asociaciones (y los miem-
bros de las mismas) que tengan por objeto la comisión de delitos contra
la seguridad exterior del Estado (Art. 1°, letra D y la formación de milicias
privadas y la afiliación a las mismas (Art. 4°, letra d). Por su parte, de acuer-
do a lo prescrito por el artículo primero de la Ley 18.314, que determina
y sanciona las conductas terroristas, constituyen delitos terroristas los enu-
merados en su artículo 2°, cuando en ellos concurre alguna de las cir-
cunstancias que la disposición enumera, las que básicamente consisten,
por una parte, en cometer el delito con la finalidad de producir en la
población o en una parte de ella "el temor justificado de ser víctima de
delitos de la misma especie", por las razones que el numeral primero del
artículo señala, y, por la otra, cuando el delito se comete para "arrancar
resoluciones de la autoridad o imponerle exigencias". Por su parte, el ar-
tículo 2° enumera los delitos que, cumpliendo con los requisitos mencio-
nados, caen en tal categoría. Entre los delitos más comunes que pueden
llegar a tener esta característica, encontramos el homicidio, las lesiones,
el secuestro y sustracción de menores, el incendio y demás estragos, etc.
( artículo 2° N° 1°). Asimismo se contemplan conductas tales como "apo-
derarse o atentar en contra de una nave, aeronave, ferrocarril, bus u otro
medio de transporte público en servicio, o realizar actos que pongan en
peligro la vida, la integridad corporal o la salud de sus pasajeros o tripu-
lantes", conductas que también están contempladas en las respectivas le-
yes sobre navegación, como luego veremos. Sin perjuicio de lo dispuesto
por el artículo so a) de la Ley de Seguridad del Estado, en el número 3
del mismo artículo 2° de la ley se sanciona como conducta terrorista "el
atentado en contra de la vida o la integridad corporal del Jefe del Estado

316
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

o de otra autoridad política, judicial, militar, policial o religiosa, o de per-


sonas internacionalmente protegidas en razón de sus cargos". Mientras el
número cuatro del artículo tipifica también el "colocar, lanzar o disparar
bombas o artefactos explosivos o incendiarios de cualquier tipo, que afec-
ten o puedan afectar la integridad física de personas o causar daño" (sor-
prendentemente no se señala en forma expresa la muerte como
consecuencia de tales conductas), el número 5, último del artículo, esta-
blece que es conducta terrorista "la asociación ilícita cuando ella tenga
por objeto la comisión de delitos que deban calificarse de terroristas con-
forme a los números anteriores y al artículo 1°". A su vez, según el inciso
segundo de este mismo número, el secuestro en cualquiera de sus for-
mas, y el delito de sustracción de menores, cometidos por una asocia-
ción ilícita terrorista, "serán considerados siempre como delitos terroristas",
lo que a contrario sensu permite concluir que para los restantes delitos
necesariamente habrán de concurrir los otros requisitos que el artículo 1o
exige.
El Art. 292 del Código Penal señala que toda asociación que tenga
por objeto atentar contra el orden social, contra las buenas costumbres,
contra las personas o las propiedades, constituye un delito por el solo
hecho de organizarse. Las penalidades se detallan en los artículos si-
guientes. Como no existe responsabilidad colectiva, dichas disposicio-
nes precisan que las penas se aplican a los asociados, en diversas
proporciones. La perpetración de "atentados" quiere decir en realidad
la perpetración de "delitos" (con exclusión de las faltas), ya que el
Art. 293, para los efectos de la penalidad, distingue según si el objeto
de la asociación ha sido la comisión de crímenes o la de simples deli-
tos, sin señalar penas para otros casos. La expresión "orden social" no
es muy precisa, y parece referida al "orden público" en su sentido más
amplio, no en el restringido de "tranquilidad". Del mismo modo, la aso-
ciación debe haber tenido por objeto la comisión de multiplicidad de
delitos, y no de uno solo. A veces es difícil distinguir lo que es una
asociación ilícita de un simple concierto o conspiración para delinquir.
La asociación es un grupo de carácter más o menos permanente y je-
rarquizado, como se desprende del tenor del Art. 293, que alude a los
"jefes" y a "ejercer mando". No se precisa el número de personas nece-
sarias para constituir asociación; en rigor, bastaría con dos.
Para los efectos de la penalidad, los Arts. 293 y 294 distinguen entre
tres categorías de personas:
a) Los jefes, los que hubieren ejercido mando en la asociación y
sus provocadores. La penalidad de esta categoría de personas se gra-
dúa según si la asociación ha tenido por objeto la perpetración de crí-
menes o de simples delitos.

317
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

b) Los demás miembros de la asociación, penados en el Art. 294,


respecto de los cuales se distingue también entre los diversos objetivos
delictuales de la asociación, y
e) Las personas que, sin pertenecer a la asociación, a sabiendas y
voluntariamente, le hubieren suministrado ayuda, en forma de materia-
les, armas, lugar de escondite o reunión, albergue, etc. Son conductas
parecidas a las del encubrimiento habitual del Art. 17. También se dis-
tingue aquí según si la asociación ha tenido por fin la comisión de crí-
menes o de simples delitos.
El Art. 295 contiene una causal de extinción de responsabilidad pe-
nal fundada en la delación. Quedan exentos de pena los partícipes de
la asociación (o los extraños responsables según el Art. 294) que antes
de ser perseguidos (deberá entenderse en sentido jurídico-procesal y
no material), y antes de cometerse alguno de los delitos que son el ob-
jeto de la asociación, revelaren a la autoridad la existencia de la misma,
sus planes y propósitos.
Por su parte, la Ley sobre conductas terroristas es considerablemente
más drástica en el castigo de los delitos que contempla, pues en general
aplica las penas establecidas en la Ley de Seguridad del Estado y las del
Código Penal aumentadas en grado, fuera de alterar las normas relativas
al iter criminis, pues a la tentativa le impone "la pena mínima que co-
rrespondiere al delito consumado", mientras que la conspiración se casti-
ga "con la pena correspondiente al delito consumado, rebajada en uno o
dos grados", todo ello según lo prescribe el artículo 7 de la Ley 18.314. El
mismo artículo establece una figura anómala: "La amenaza seria y verosí-
mil de cometer alguno de estos delitos ... ", que es castigada como "tenta-
tiva" del mismo. De acuerdo a los artículos 296 y siguientes del Código,
que a continuación veremos, es requisito esencial del delito de amenazas
el que ésta se comunique "a otro ... ", lo que al parecer ignoró en este
caso el legislador. Más pudiera asimilarse a una especie de "apología" de
estas figuras que a una verdadera amenaza.
Es importante tener presente respecto a la Ley 18.314, y sobre todo
en lo que dice relación a la "asociación ilícita terrorista", que según el
artículo 1° de la Ley 19.172, sobre "Arrepentimiento Eficaz", se exime de
las sanciones que en ella se contemplan, tanto en el caso del número S
del artículo 2°, como también en las situaciones del artículo 7°, el que
"sin haber cometido otro de los delitos sancionados en ella, en cual-
quier tiempo antes de la dictación de la sentencia de término en el pro-
ceso que le afecte o pueda afectarle, abandone la asociación ilícita
terrorista y
a) entregue o revele a la autoridad información, antecedentes o ele-
mentos de prueba que sirvan eficazmente para prevenir o impedir la

318
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

perpetración o consumación de delitos terroristas e individualizar y de-


tener a los responsables, o
b) ayude eficazmente a desarticular a la asociación ilícita a la cual
pertenecía, o a parte importante de ella, revelando antecedentes no co-
nocidos, tales como sus planes, la individualización de sus miembros o
el paradero de sus dirigentes e integrantes. En caso que se haya tenido
participación en otros delitos terroristas y se abandone la asociación, se
permite rebajar la pena hasta en dos grados, cumpliéndose las letra a) o
b) transcritas. A mayor abundamiento, si los objetivos señalados en esas
mismas letras no se alcanzaren "por causas independientes de la volun-
tad del arrepentido que ha entregado o revelado antecedentes", también
se aplicará lo dispuesto en la ley, según lo expresa su artículo 3°.
Esta última ley se otorgó a sí misma carácter temporal (Art. 6°). Ya
hemos señalado que a pesar de la expresión "eximen" del Art. 1°, se
trata de una causal de extinción de responsabilidad penal, no de exen-
ción.1

AMENAZAS Y CHANTAJE

Como expresamos al tratar de los delitos contra la libertad de determi-


nación, 2 la amenaza constituye ordinariamente un delito contra la liber-
tad mencionada, ya que a través de ella se intenta obtener una
determinada conducta por parte del amenazado, pero también es un
delito contra la seguridad, por la posibilidad de que el amenazador lle-
ve a cabo lo anunciado, y también porque las amenazas, si son graves
y verosímiles, se sancionan aun cuando no se pretenda con ellas impo-
ner ninguna conducta específica a la víctima.
Es importante, ante todo, trazar la línea divisoria entre la coacción, la
intimidación y la amenaza. Como se ha señalado a propósito de los deli-
tos contra la libertad de determinación, la coacción supone el empleo
de fuerza física actual o inminente, el uso de violencia. Siendo una hipó-
tesis más grave que la amenaza, hemos visto que la ley la sanciona sólo
como falta en el Art. 494 No 16. La amenaza, en cambio, requiere el em-
pleo de fuerza moral. En este sentido se parece a la intimidación, pero
se diferencian en que esta última exige causar temor con el anuncio (ex-
preso o tácito) del empleo inminente de violencia o fuerza :fisica, en

1
Véase lo dicho acerca del desistimiento y arrepentimiento en el delito frustrado,
Tomo II, pp. 66 y 85.
2
Véase Parte Especial, Tomo II, pp. 240 y ss.

319
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

tanto que la amenaza supone el anuncio de otra clase de males o bien


el empleo de fuerza física, pero no con carácter inmediato, inminente,
sino más remoto en el tiempo. En suma, la intimidación es una clase
especial de coacción o amenaza, que consiste en atemorizar con el em-
pleo inminente de violencia o fuerza física. La coacción supone el efec-
tivo empleo de esta última, y la amenaza, crear temor con el anuncio
de otros males o del empleo más remoto de la violencia.
Según lo dicho, amenazar es anunciar, expresa o tácitamente, la rea-
lización de un mal a otra persona. En esta parte del Código se trata de
las amenazas contra particulares, ya que las dirigidas a los poderes pú-
blicos son delitos políticos, y las dirigidas a las autoridades son atenta-
dos o desacatos.
El Art. 296 sanciona la amenaza seria y verosímil de causar a otro un
mal que constituya delito, en su persona, honra o propiedad, o en las de
su familia. Que la amenaza sea seria significa que las apariencias seña-
len el propósito real del hechor de llevarla a cabo; que sea verosímil
quiere decir que las circunstancias muestren dicha realización como po-
sible. La expresión "un mal que constituya delito" indica que la conducta
con que se amenaza, en sí misma, en caso de llevarse a cabo, constituiría
delito, aparte del delito mismo de amenaza. Este mismo artículo distin-
gue, para los efectos de la penalidad, tres casos: 1) Si la amenaza ha sido
hecha bajo condición ilícita (v. gr., exigiendo una cantidad) y el hechor
ha conseguido lo solicitado. Por "condición ilícita" debe entenderse la exi-
gencia de cualquier hecho a que el amenazado no esté obligado jurídica-
mente. Ahora bien, es posible que lo exigido por el amenazador sea la
ejecución, por parte de su víctima, de un hecho constitutivo de delito
(que robe, que mate, etc.). En tal evento, si la víctima ha obedecido, el
amenazador es penado con la pena de dicho delito, si es mayor que la
de amenazas (consunción), ya que respecto de aquél es autor-inductor;
2) Si la amenaza ha sido hecha bajo dicha condición, pero el culpable
no ha logrado su propósito; 3) Si la amenaza no ha sido condicional. En
este último caso, no hay delito contra la libertad.
Como agravante especial existe la circunstancia de que la amenaza
sea hecha por escrito o por medio de emisario, y el inciso final del
Art. 296 precisa lo que debe entenderse por "familia" para los efectos
del mismo.
El Art. 297 se refiere a la amenaza de un mal que no constituya de-
lito, y lo pena solamente cuando se ha hecho bajo condición ilícita y el
culpable ha conseguido su propósito (se remite al Art. 297 N° 1°). Debe
entenderse que también se exigen en este caso los requisitos generales
de la amenaza del Art. 297 (seriedad, verosimilitud, naturaleza, perso-
nas a quienes afecta, etc.).

320
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

Si el culpable lleva a cabo su arhenaza y ello constituye delito, la


penalidad de éste consume a la de aquélla (el delito de lesión desplaza
al de peligro).
El Art. 298 establece la posibilidad de condenar al amenazador a dar
caución de no ofender al amenazado o bien a vigilancia de la autoridad.
El delito de amenaza es de acción privada.
La Ley 16.643 sobre Abusos de Publicidad, en su Art. 21, inciso 2°,
entre los delitos de injuria y calumnia, contempla una forma especial
de amenaza que se aproxima mucho a lo que en doctrina se conoce
como chantaje, y que el Código no legisla en forma autónoma y am-
plia. La disposición que comentamos sanciona a "los que solicitaren una
prestación cualquiera bajo la amenaza de dar a la publicidad documen-
tos o actuaciones que puedan afectar el nombre, posición, honor o fama
de una persona". La acción consiste esencialmente en solicitar una pres-
tación, término que puede no significar necesariamente dinero, pero tiene
sin duda naturaleza económica. Aquello con lo cual se amenaza es "dar
a la publicidad" documentos o actuaciones. La ley no especifica más,
pero, dada la ubicación sistemática del precepto, debe entenderse que
se trata de difundir tales documentos o actuaciones a través de alguno
de los medios que se enumeran en el Art. 16, haciéndolo directamente
el autor del delito o entregándolos a otras personas para su difusión. Se
trata, por lo tanto, de una "amenaza condicionada", semejante a las que
se contemplan en los Arts. 296 y 297 del Código. Si lo publicado resulta
por su naturaleza injurioso o calumnioso, estaremos en presencia de
una amenaza de "un mal que constituye delito". Por razón de especiali-
dad, la figura de la Ley 16.643 desplaza totalmente, llegado el caso, a
las del Código Penal, que sólo subsisten para otras circunstancias no
ligadas a los medios de difusión. El sistema seguido por la ley para la
penalidad es el siguiente:
1) Se sanciona la sola solicitación bajo amenaza;
2) Si se consumare la amenaza, la pena puede elevarse;
3) Si una vez hecha la publicación, ella resulta injuriosa o calum-
niosa, la pena que corresponda por la calumnia o la injuria se aplica
además de la correspondiente a la amenaza (concurso ideal);
4) La pena es en principio pecuniaria, pero el tribunal puede impo-
ner además, facultativamente, una pena privativa de libertad; para ello
deberá tomar en cuenta "la gravedad de la presión ejercida" o "el daño
moral causado a la víctima y a sus familiares".
Esta figura es en cierta forma reemplazo de la antigua infracción de
"difamación": acciones o expresiones que, sin ser injuriosas o calum-
niosas, afectan gravemente la tranquilidad, prestigio, etc., de una perso-
na o grupo familiar. Sin embargo, este delito es en parte más amplio

321
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

que la antigua difamación, ya que la ley comprende expresamente tam-


bién el caso en que las publicaciones sean constitutivas de injuria o ca-
lumnia, y por otra parte es más restringida, ya que se sanciona la
difamación sólo cuando ha sido precedida de una exigencia pecuniaria
no satisfecha (una difamación extorsiva).

VAGANCIA Y MENDICIDAD

Hasta la promulgación de la Ley 19.313, estas figuras estaban tanto re-


guladas por las disposiciones del Código como asimismo por lo dispuesto
en la Ley 11.625, sobre Estados Antisociales. De hecho este último cuerpo
legal derogaba las disposiciones que ahora corresponde analizar, pero
tal efecto quedó subordinado a la creación de los centros de trabajo y
colonias agrícolas que la ley contemplaba, y, en el intertanto de su crea-
ción, a los centros de detención transitorios. Incluso fue necesario dic-
tar otra ley, la 13.303, que restableció las disposiciones del Código con
carácter temporal.
La Ley 19.313 derogó el Título I de la Ley 11.625 y todas las demás
disposiciones que dentro de ella tenían relación con esta materia, aun
cuando es conocido que jamás llegaron a aplicarse. En este entendido
debemos concluir que las figuras que veremos a continuación mantie-
nen su regulación dentro del Código Penal.
La vagancia y mendicidad son característicos ejemplos de delitos ha-
bituales, para el castigo de los cuales se requiere la reunión de un con-
junto de actos que separadamente no son punibles. Tampoco son delitos
intrínsecamente inmorales, sino sancionados por razones de política cri-
minal, dado el peligro potencial que llevan envuelto. No está de más
señalar, sin embargo, que conductas de esta naturaleza están reñidas
con los principios que orientan al derecho penal actual. Eri efecto, hoy
por hoy es ampliamente aceptado el denominado "derecho penal del
hecho", por exclusión al "derecho penal de autor", lo que quiere decir
que sólo puede imponerse una pena o una medida de seguridad al res-
ponsable de un "hecho" que revista caracteres de delito, pero no a un
sujeto por un determinado "modo de vida", como lo es la vagancia o la
mendicidad. La única decisión que debe adoptarse en estas materias es
la derogación de los artículos en cuestión. En el fondo, estos artículos
sancionan dos circunstancias de vida: ser pobre y no tener trabajo.

l. VAGANCIA. El Art. 305 señala que son vagos los que no tienen hogar
fijo ni medios de subsistencia, ni ejercen habitualmente alguna profe-
sión, oficio u ocupación lícita, teniendo aptitudes para el trabajo. Esta

322
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

definición se tomó del Código Francés; la del Español era algo diferen-
te. La frase "teniendo aptitudes para el trabajo" fue agregada por la Co-
misión Redactora. El cesante ocasional no es un vago, pues la ley exige
que no se ejerza "habitualmente" ninguna profesión u oficio. El que tie-
ne hogar fijo no es un vago, aunque no trabaje. Al vago se le impone
la pena de reclusión (que, paradójicamente, no lo obliga a trabajar... ) y
la de sujeción a la vigilancia de la autoridad.
El Art. 307 se refiere a ciertos casos que podrían llamarse de "va-
gancia calificada" o "agravada": alude al vago que lleva disfraz o traje
no habitual, o que porta armas, ganzúas o instrumentos sospechosos, o
que intenta penetrar en casa, habitación o lugar cerrado, sin motivo que
lo excuse. Consumada la entrada, en cambio, habrá violación de domi-
cilio, robo tentado u otro delito, sin perjuicio de la penalidad que co-
rresponda por la vagancia simple del Art. 306.
El Art. 308 señala ciertos casos en que el vago puede hacer cesar sus
penas. Pero debe tratarse de la vagancia simple del Art. 306. Puede dar
fianza de buena conducta y aplicación al trabajo, que durará dos años.

2. MENDICIDAD. La mendicidad consiste en pedir limosna habitualmen-


te en lugares públicos (Art. 309). Esta conducta es penada en tres ca-
sos: 1) Cuando se pide sin licencia (Art. 309, inciso 1°); 2) Cuando se
obtiene licencia invocando un motivo falso (Art. 310), y 3) Cuando se
continuare pidiendo limosna después de haber cesado la causa por la
cual se obtuvo la licencia (Art. 310).
En caso de pedirse limosna sin licencia, el Art. 309 inciso 2° da una
regla especial: si se trata de un mendigo que no puede trabajar o me-
nor de 14 años, la autoridad adoptará las medidas que prescriben los
reglamentos.
El Art. 311 hace extensivas al mendigo las circunstancias de califica-
ción y las penas que señala el Art. 307 para la vagancia. Y el Art. 312
también extiende a los casos de mendicidad "simple" el beneficio del
Art. 308 sobre cesación de la pena rindiendo fianza.

DELITOS RELATIVOS A LOS FERROCARRILES Y LA AERONAVEGACIÓN

De esta materia se ocupa el párrafo 16 de este título, en sus Arts. 323 a


332. Sin embargo tales disposiciones deben entenderse derogadas por
los Arts. 105 y siguientes de la Ley de Ferrocarriles (texto definitivo fija-
do por Decreto 1.157 de Fomento, de 1931), que reglamenta las mis-
mas conductas en diversa forma y con distintas penas, y que es posterior
al Código Penal, además de añadir otras figuras punibles. Es menester

323
DEUTOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

señalar asimismo que el transporte aéreo también cuenta con normati-


va que sanciona y castiga las conductas que violan las estrictas normas
de seguridad en que esa actividad debe desenvolverse.

l. DESCARRILAMIENTO. El Art. 105 (todas las referencias que hagamos en


este párrafo debe entenderse que corresponden a la Ley de Ferrocarri-
les, si no se dice otra cosa) y los siguientes sancionan diversas conduc-
tas relativas al descarrilamiento:
a) Intento de producirlo. De él se ocupa el Art. 105, que sanciona
el simple intento de producir un descarrilamiento, delito de mero peli-
gro, que no exige el efectivo acaecimiento de aquél. El texto legal lo
contempla en dos variedades:
1°) Destruir o descomponer voluntariamente la vía férrea, o colocar
en ella obstáculos que puedan producir el descarrilamiento. La expre-
sión "voluntariamente" excluye la destrucción meramente culposa, pero
se satisface con el dolo eventual: la conciencia de que los medios em-
pleados "pueden producir" el descarrilamiento;
2°) Tratar de producirlo de cualquiera manera. Para no dar a este
artículo una extensión desmesurada, es preciso entender que se trata
de "otra manera idónea", es decir, apta objetivamente para producir el
accidente. Subjetivamente, esta variedad exige con claridad el dolo di-
recto, la intención o propósito de causar el descarrilamiento.
b) Amenaza de producirlo. El Art. 110 sanciona la amenaza, he-
cha de palabra o por escrito, de cometer "alguno de los delitos" descri-
tos en el Art. 105, esto es, la amenaza de destruir o descomponer la vía
férrea, o de colocar en ella obstáculos aptos para producir un descarri-
lamiento, o de realizar cualquier otro acto encaminado a provocarlo. La
pena es de prisión (falta) y multa de escasa cuantía.
e) Producción efectiva del descarrilamiento. Los Arts. 106, 107 y
108 tratan de esta materia, graduando la penalidad según las consecuen-
cias que el descarrilamiento acarree:
1°) Sólo se produce el descarrilamiento (a consecuencia de los ac-
tos descritos en el Art. 105); la pena está en el Art. 106;
2°) El descarrilamiento causa heridas o daños a las personas. Ade-
más de la pena del Art. 106, se aplican las que correspondan a las heri-
das o daños causados. Pese al empleo de la expresión "daños", se trata
siempre de lesiones corporales y no en las cosas, ya que el texto de la
ley es claro para referirse a los "daños a las personas". Las lesiones re-
sultantes se castigarán como dolosas o culposas, según el caso (Art. 108).
3°) El descarrilamiento causa la muerte de alguna o algunas de las
persona,s que se encontraban en los trenes o carros. Dispone a este pro-
pósito el Art. 107 que se impondrá al autor del descarrilamiento "la pena

324
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

señalada al homicidio voluntario". Aquí es indudable que la ley entien-


de sancionar siempre el homicidio resultante como doloso, aunque a
su respecto el hechor bien pudiera encontrarse sólo en culpa. Tampo-
co es clara la ley cuando se refiere a la pena "del homicidio volunta-
rio". Tanto el homicidio calificado como el simple son "voluntarios" en
el sentido de dolosos: habrá que interpretar esta disposición de modo
que se imponga la pena del calificado o del simple, según las circuns-
tancias que concurran (v. gr., premeditación, alevosía). Finalmente, es
ambigua la expresión de la ley al decir que se impone la pena señala-
da "al homicidio voluntario" cuando resultare la muerte de "alguna" o
"algunas" de las personas que se encontraban en el tren. No resulta claro
si el sentido de la ley es el de castigar como un solo homicidio, aunque
los muertos sean varios, o como una pluralidad de delitos. Dado que la
ley ha escogido penar los homicidios como dolosos, pensamos que de-
ben sancionarse tantos delitos como muertos haya, ya que ésa es la re-
gla tratándose de delitos dolosos contra la vida, y la posible excepción
no aparece formulada con claridad.
LABATUT1 afirma que estos delitos son calificados por el resultado.
Por nuestra parte, opinamos que se trata de delitos en los cuales la pena
se gradúa atendiendo a los resultados, pero no calificados por el resul-
tado. La forma inicial (Art. 105) supone dolo, directo o eventual, res-
pecto del descarrilamiento. En seguida, los resultados de muerte o
lesiones son siempre previsibles en caso de descarrilamiento, de modo
que a su respecto no puede haber caso fortuito o simple vínculo objeti-
vo: el autor estará también en dolo directo, o en dolo eventual. Aun-
que es difícil de concebir, podría encontrarse también en culpa, si no
se representó los resultados previsibles. En este último caso, se trataría
de un delito preterintencional sancionado como doloso, pero no de un
delito calificado por el resultado.

2. ABANDoNO DE SERVICIO O EMBRIAGUEZ EN ÉL. La conducta básica que


se sanciona consiste en abandonar el puesto durante el servicio o aten-
derlo en estado de ebriedad. "Abandonar" el puesto no significa necesa-
riamente poner una distancia física entre el funcionario y el lugar de trabajo,
sino dejar de atender los deberes del cargo: quien se echa a dormir en el
lugar de trabajo, ciertamente "abandona" su puesto. La "ebriedad" o "em-
briaguez" es un concepto técnico al cual nos hemos referido en la Parte
General, al tratar de la inimputabilidad. El sujeto activo es "el maquinista,
conductor o guardafrenos" (Art. 114), y en general "cualquier otro em-

1
LABATUT, op. cit., II, p. 202.

325
DELITOS CONTRA LOS INfERESES SOCIALES

pleado en el servicio del ferrocarril" (Art. 117), expresión amplia, que evita
la necesidad de precisar el alcance técnico de las denominaciones ante-
riores, ya que las penas son siempre las mismas para todos.
La ley, para los efectos de la penalidad, distingue dos situaciones:
a) El abandono o embriaguez simples, es decir, voluntarios en sí,
pero no movidos por un propósito ulterior de provocar un descarrila-
miento o daños a las personas. En este caso las penas dependen de
que no ocurran accidentes o de que, ocurriendo, no haya muertos ni
heridos (Art. 114), o bien de que ocurran accidentes y resulten muertos
o heridos (Art. 115).
b) El abandono calificado. Se trata de abandono hecho "con inten-
ción criminal" para provocar accidentes con daños a las personas. En
este caso las penas que se imponen son las de los Arts. 105 y siguien-
tes (esto es, las figuras relativas al descarrilamiento mismo, y de que se
ha hablado en el número precedente). Tal es la regla del Art. 116.

3. INTERRUPCIÓN DEL SERVICIO. El Art. 118 sanciona al que "intencional-


mente" cortare los alambres conductores de electricidad para el ferro-
carril, arrancare o destruyere los postes, o ejecutare algún otro acto
tendiente a interrumpir "la comunicación" (debe entenderse que se tra-
ta de la ferroviaria). El delito queda consumado con la acción indicada,
pero la pena se eleva si a consecuencia de la misma ocurre efectiva-
mente un accidente en el tren, y si de dicho accidente resultan lesiones
o la muerte de alguna persona. Si el propósito es el de apropiarse de
los cables o alambres, el delito es el de robo, del art. 443 del Código.

4. ATAQUE A FUNCIONARIOS. De este delito se ocupa el Art. 119, que cas-


tiga "todo ataque o resistencia violenta a los agentes o empleados de
los ferrocarriles en el desempeño de sus funciones". Siguiendo el siste-
ma habitual en esta clase de infracciones, será necesario además exigir
que el funcionario sea atacado con motivo de las tareas de su cargo. La
pena es de falta, y debe entenderse por esta misma razón que no ab-
sorbe la penalidad de las lesiones, aunque sean menos graves, que re-
sulten para los funcionarios, y que deberán penarse por separado. Es
también la regla que da el Art. 341 del Código Penal para el delito de
acometimiento a un conductor de correspondencia.

5. FORMA CUASIDEUCTUAL. El Art. 112 sanciona al que "por ignorancia,


imprudencia, descuido e inobservancia de los reglamentos del ferroca-
rril causare involuntariamente accidentes que hubieren herido o daña-
do a alguna persona", y el Art. 113 establece un caso de penalidad más
grave, cuando resulta la muerte de alguna persona, y uno más leve, cuando

326
DEUTOS CONlRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBUCOS

se produce el accidente, pero sin muertos ni heridos. El Art. 329 del Có-
digo Penal sanciona una conducta muy semejante, pero añadiendo el ca-
lificativo de "culpable" a la ignorancia, e imponiendo sanción sólo cuando
resultan muertos o heridos. El inciso final del artículo dice que sus dispo-
siciones son aplicables "a los empresarios, directores o empleados de la
línea". Esta mención se añadió por la Comisión Redactora (sesión 158)
para comprender los casos en que los accidentes se causaren por el mal
estado de las líneas o equipos, y por culpa de las personas indicadas. Las
penas que les son aplicables, en consecuencia, son las del Art. 329 del
Código Penal, y no las de la Ley de Ferrocarriles, que no contempla dis-
posición análoga; esas penas del Art. 329 sólo están previstas para el caso
en que del accidente resultaren muertos o heridos.
Las expresiones de la ley ("ignorancia, imprudencia, descuido e in-
observancia de los reglamentos del ferrocarril") abarcan todos los mati-
ces con que doctrinalmente se designan las formas de la culpa, por
imprudencia o negligencia, ignorancia o impericia, o infracción regla-
mentaria. Véase lo dicho a propósito de la culpa en la Parte GeneraP
La expresión "involuntariamente" debe entenderse referida a los daños
que se causen, y no a la acción misma, que aunque sea culposa, siem-
pre debe ser voluntaria. Pero si el descarrilamiento o accidente ha sido
provocado dolosamente, las penas son las de los Arts. 105 a 111, aun-
que respecto de los resultados de muerte o lesiones el hechor haya es-
tado solamente en culpa (lo que en verdad es difícil de concebir).
Pese a que la ley dice "... e inobservancia" debe entendersse "... o
inobservancia", tal como reza el Art. 329 del Código.

6. CIRCUNSTANCIA AGRAVANTE. Respecto de los delitos de descarrilamiento


en su diversas variedades, el Art. 111 considera como circunstancia agra-
vante la de ser cometidos en los momentos de una huelga, asonada o
sedición, y su efecto es particularmente calificado: las penas se aplica-
rán duplicadas.

7. DEUTOS CONTRA lA SEGURIDAD DE lA AERONAVEGACIÓN. Tal cual se in-


dicó, la navegación aérea cuenta con estrictas normas de seguridad en
las que se sancionan las conductas que se apartan de sus reglamentos
y exigencias. El Título XIII del Código Aeronáutico se denomina "De
los Delitos contra la Seguridad de la Aviación Civil", y en él se tipifican
y sancionan conductas tales como "pilotar o hacer volar aeronave que
carece de certificado de aeronavegabilidad", "desempeñarse a bordo de

1 Tomo I, pp. 318 y ss.

327
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

una aeronave en vuelo como tripulante de vuelo, sin haber obtenido las
licencias o habilitaciones competentes, o con éstas vencidas", "el desem-
peño en estas funciones bajo la influencia del alcohol o las drogas", "la
omisión por parte del comandante en la información que requiere el con-
trol de tierra para la seguridad del vuelo", "el desvío injustificado de las
rutas aéreas o aerovías por parte del comandante de una aeronave en vuelo
internacional, para entrar o salir del país, o la no utilización de los aero-
puertos", etc. También sanciona ese Código a quienes sin emplear violen-
cia, amenaza de ésta, o intimidación, atentaren en contra de una nave en
vuelo o en servicio o realizaren actos que pongan o puedan poner en
peligro la vida, la integridad personal o la salud de sus pasajeros o tripu-
lantes, según lo preceptúa su artículo 194 bis. Cuando a consecuencia de
estas conductas se causan daños a la aeronave, la pena se aumenta en un
grado. Hay que recordar, por otra parte, que de acuerdo al número dos
del artículo 2° de la Ley 18.314, sobre Conductas Terroristas, se considera
delito terrorista "Apoderarse o atentar en contra de una nave, aeronave,
ferrocarril, bus u otro medio de transporte público en servicio, o realizar
actos que pongan en peligro la vida, la integridad corporal o la salud de
sus pasajeros o tripulantes". Por último, debemos indicar que el artícu-
lo 90 de la Ley de Navegación sanciona en su inciso segundo con las pe-
nas del artículo 485 del Código Penal, aumentadas en un grado, a toda
persona que intencionalmente "destruyere, inutilizare o dañare la carga".

CONDUCCIÓN O DESEMPEÑO EN ESTADO DE EBRIEDAD

La Ley de Alcoholes, en su Art. 121, contempla el delito de conducir un


vehículo o desempeñar ciertas tareas en estado de ebriedad. Anterior-
mente, esta conducta se sancionaba por remisión al Art. 330 del Código
Penal, disposición esta última que debe entenderse tácitamente deroga-
da por la Ley de Alcoholes en la medida en que la conducta que san-
ciona coincide con la que es castigada en aquella ley.
La acción constitutiva del delito consiste en "desempeñarse en esta-
do de ebriedad". Sobre lo que es la ebriedad, nos remitimos a lo dicho
al tratar del efecto de la misma sobre la imputabilidad y responsabili-
dad penal, en la Parte General. 1 El "desempeño" es la realización de las
tareas propias de los sujetos activos que la ley enumera, y que son:
a) Todo maquinista de embarcación y ferrocarriles. El "maquinista"
es quien acciona los mecanismos de aceleración, dirección y freno;

1 Véase Tomo I, pp. 286 y ss.

328
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

b) Todo conductor de vehículos motorizados o a tracción animal.


Estas personas no están mencionadas en el Código Penal, sino única-
mente en la Ley de Alcoholes. Sobre el concepto de vehículos, nos re-
mitimos a lo dicho a propósito del hurto o robo de vehículos, dentro
de los delitos contra la propiedad_! El "conductor" es tanto el profesio-
nal, como el aficionado; tanto el que posee licencia, como el que no la
tiene, y no sólo el que acciona los mecanismos directivos (volantes, pa-
lancas, pedales), sino todo aquel que contribuye a la dirección del ve-
hículo por el papel que desempeña. A este propósito, el Art. 121, inciso
4o dispone que se entenderá que hay desempeño en estado de ebrie-
dad respecto de los que, estando en tal estado, fueren sorprendidos en
circunstancias que hagan presumir que se aprestaban a actuar o acaba-
ban de hacerlo;
e) El guardafrenos y el cambiador. Guardafrenos es el funcionario
que maneja los frenos en los trenes; cambiador es el nombre que se da
en Chile al guardagujas, empleado que cuida el manejo de las agujas
en las vías férreas: agujas son las porciones móviles del riel que sirven,
al moverse, para hacer pasar los trenes de una vía a otra.
El delito es formal, de peligro abstracto y común, pero la penalidad
varía según los resultados, a saber:
1°) Si no se causa daño alguno, o sólo se causan daños materiales
o lesiones leves. La ley reputa leves, para estos efectos, todas las lesio-
nes que produzcan al ofendido enfermedad o incapacidad por un tiem-
po no mayor de siete días.
2°) Si resultaren lesiones menos graves o graves "a una o más per-
sonas": la pena es única, aunque los lesionados sean varios.
3°) Si resultare la muerte "de una o más personas". Vale lo dicho en
el número precedente.
Para todos estos casos se establece como pena accesoria, además
de las generales del Código Penal, el retiro o suspensión del carnet,
permiso o autorización para conducir vehículos, por un plazo variable
según los resultados, que aumenta con la reincidencia y puede llegar
hasta el retiro definitivo. Esta pena accesoria no puede ser objeto de
"suspensión", esto es, de remisión condicional (tampoco podría serlo
conforme a las reglas generales, ya que no es pena privativa ni restricti-
va de libertad).
El Art. 122 establece, respecto de este delito, la obligación de prac-
ticar a los que sean detenidos en estas circunstancias, un examen de
alcoholemia, para establecer la presencia y proporción de alcohol en la

1
Véase Tomo III, p. 355.

329
DELITOS CONfRA LOS INTERESES SOCIALES

sangre o el organismo; examen que tendrá mérito probatorio suficiente


para dar por acreditada tal situación. El detenido puede negarse a la
práctica de dicho examen, pero esta circunstancia podrá ser considera-
da presunción probatoria de la embriaguez.
El Art. 65 de la Ley de Organización y Atribuciones de Juzgados de
Policía Local (15.231) sanciona al conductor que, sin incurrir en el deli-
to de conducir en estado de ebriedad, condujere un vehículo "bajo la
influencia del alcohol, drogas o estupefacientes", en alguna de las cir-
cunstancias siguientes:
a) Si comete infracciones o incurre en contravenciones, sin causar
lesiones;
b) Si causare lesiones leves (concepto que aquí la ley no define)
(con o sin contravenciones).
En caso de que causare lesiones menos graves, graves, o la muerte,
su responsabilidad se determina por el Código Penal. En la ley de que
nos ocupamos, las penas son de falta (prisión, multa, suspensión de la
licencia para com;lucir). Además (Art. 67), en los accidentes de tránsito
se presumirá la responsabilidad del que condujere un vehículo bajo la
influencia del alcohol, drogas o estupefacientes.

PIRATERÍA AÉREA

Ha tenido general aceptación este nombre (que la ley no emplea) para


caracterizar una conducta consistente en tomar el control de una aero-
nave bajo la amenaza de hacerla caer o de dar muerte a sus ocupantes,
exigiendo una determinada condición (ser llevado a un destino espe-
cial; entrega de dinero; liberación de secuaces, etc.) para hacer cesar
esa situación de peligro.
Las convenciones internacionales suelen agregar acciones que no
representan un apoderamiento de la aeronave, sino un atentado directo
contra su seguridad o derechamente su daño o destrucción, conducta
que por razones históricas es conocida también tradicionalmente con la
denominación de sabotaje (aunque nuestra ley tampoco emplea este
término).
Como se hizo notar al tratar de la piratería común (delito del
Art. 434), esta última es esencialmente un delito contra la propiedad, en
que hay además violencia o intimidación como medio de comisión, con
el consiguiente daño o peligro para las personas, pero siempre con ánimo
de lucro y propósito de apropiación de bienes. Por esa razón, señala-
mos, deben tratarse separadamente la piratería común de la llamada "pi-
ratería aérea", que claramente no es un delito contra la propiedad, sino

330
DELITOS CONfRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

que puede llegar a serlo muy excepcionalmente. El bien jurídico que


se protege a través de la sanción de esta figura es la seguridad para la
vida, la integridad corporal y la salud de las personas. Se protege tam-
bién su libertad de determinación. Se presta protección además al orden
público, la seguridad interior del Estado y la administración de justicia.
El aspecto jurídico presente, de superior entidad y que prevalece en la
determinación de su naturaleza.
Menos criticable es la expresión secuestro de aeronave, que tam-
bién suele emplearse, sobre todo si se tiene en cuenta que jurídicamente
la voz secuestro no se aplica solamente a la privación de libertad de
las personas, sino también a la incautación de cosas (Arts. 290 y siguientes
del C. de Procedimiento Civil). Pero tampoco cubriría las hipótesis de
sabotaje (atentado o daño directo a la aeronave).
La historia legislativa de esta infracción entre nosotros ha tenido una
evolución bastante tortuosa.
La Ley de Navegación Aérea (Decreto con Fuerza de Ley 221, del
año 1931) sancionaba en su Art. 58 a quienes realizaran ciertas conduc-
tas de sabotaje, y a quienes trastornaran el viaje de modo de poner en
peligro la vida humana, con sanciones que se agravaban si de hecho
resultaban muerte o lesiones.
El texto de dicho Art. 58 fue reemplazado íntegramente (aunque man-
teniendo su numeración dentro del mismo cuerpo legal) por el Decreto
Ley 559, del año 1974, que creó una figura delictiva bastante complica-
da, que fue analizada en detalle en la edición anterior de esta obra. El
Decreto Ley 1.009 modificó nuevamente el Art. 58, para agregar un nuevo
inciso estableciendo una presunción de peligro derivada del hecho de
portar armas indebidamente.
Dos convenciones internacionales, ratificadas por Chile, se refieren
a este tema. El "Convenio para la Represión del Apoderamiento Ilícito
de Aeronaves" fue ratificado y se publicó en el Diario Oficial de 19 de
abril de 1972. El Art. 1° de dicho convenio define el delito como la ac-
ción de toda persona que, a bordo de una aeronave en vuelo: "a) Ilíci-
tamente, mediante violencia, amenaza de violencia o cualquiera otra
forma de intimidación, se apodere de tal aeronave, ejerza el control de
la misma o intente cometer cualquiera de tales actos; o b) Sea cómplice
de la persona que cometa o intente cometer cualquiera de tales actos".
El Art. 2° del convenio dispone que los Estados Contratantes "se obli-
gan a establecer para el delito penas severas".
El "Convenio para la Represión de Actos Ilícitos contra la Seguridad
de la Aviación Civil" fue promulgado por el Decreto 736, publicado en
el Diario Oficial el 11 de diciembre de 1975. En su Art. 1o contiene una
definición del delito, mediante la enumeración de diversas hipótesis, más

331
DEUTOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

que las contempladas en el otro convenio mencionado más arriba. Se-


gún esta disposición, comete delito toda persona que ilícita e intencio-
nalmente:
a) Realice contra una persona a bordo de una aeronave en vuelo
actos de violencia que, por su naturaleza, constituyan un peligro para
la seguridad de la aeronave;
b) Destruya una aeronave en servicio o le cause daños que la inca-
paciten para el vuelo, o que por su naturaleza, constituyan un peligro
para la seguridad de la aeronave en vuelo;
e) Coloque o haga colocar en una aeronave en servicio, por cual-
quier medio, un artefacto o substancia capaz de destruir tal aeronave
o de causarle daños que la incapaciten para el vuelo, o que, por su
naturaleza, constituyan un peligro para la seguridad de la aeronave
en vuelo;
d) Destruya o dañe las instalaciones o servicios de la navegación
aérea o perturbe su funcionamiento, si tales actos, por su naturaleza,
constituyen un peligro para la seguridad de las aeronaves en vuelo;
e) Comunique, a sabiendas, informes falsos, poniendo con ello en
peligro la seguridad de una aeronave en vuelo.
La definición se hace extensiva a quienes intenten cometer cualquie-
ra de dichas hipótesis, como también a quienes sean cómplices de sus
perpetradores. El Art. 2° defme los conceptos de "aeronave en vuelo" y
"aeronave en servicio", y por el Art. 3o los Estados Contratantes se obli-
gan a establecer penas severas para los delitos mencionados en el Art. 1°.
Como puede apreciarse, el primero de los convenios mencionados
se preocupa de las conductas de apoderamiento o toma de control de
la aeronave, en tanto que el segundo de ellos tiende a proteger la se-
guridad de las personas, la aeronave y el vuelo, contra conductas de
sabotaje: atentados o daños directos a la aeronave o sus ocupantes.
La reglamentación establecida en el Art. 58 de la Ley de Navegación
Aérea, con sus sucesivas modificaciones, intentaba cumplir con los com-
promisos legislativos asumidos a través de aquellos convenios. Con pos-
terioridad, la Ley 18.314 sobre Conductas Terroristas, de 1984 incluyó,
en su Art. zo, N° 2, una conducta que comprendía muchas de las hipó-
tesis contempladas ya en el Art. 58 de la Ley de Navegación Aérea, que
resultaba de aplicación preferente y excluyente con respecto a esta últi-
ma, en virtud del principio de especialidad, cuando concurrían los
requisitos generales propios de las conductas terroristas. Dicha disposi-
ción de la Ley 18.314 continúa en vigencia hoy.
Pero el Código Aeronáutico, promulgado en 1990, derogó íntegra-
mente el texto de la antigua Ley de Navegación Aérea, incluido el Art. 58
de la misma. En su reemplazo, contempla todo el Título XIII, dedicado

332
DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

a los "Delitos contra la Seguridad de la Aviación Civil", donde se san-


cionan diversas conductas de los comandantes, pilotos, personal auxi-
liar a bordo y en tierra y otros responsables legales de la seguridad de
la aeronavegación, cuando ellos infringen las especiales normas de se-
guridad que la regulan (v. gr., volar con licencia vencida; desvío de ru-
tas; vuelo bajo las alturas mínimas exigidas, etc.). Sin embargo, es sólo
el Art. 194 bis, introducido por la Ley 19.047 (febrero de 1991), el que
se ocupa de conductas consistentes en atentados directos contra la se-
guridad de la aeronave y sus ocupantes, cometidos por cualquiera per-
sona.
De esta manera, los casos conocidos corrientes como de "piratería
aérea" caen bajo las siguientes disposiciones legales: Art. zo, No 2, de la
Ley 18.314, sobre Conductas Terroristas y Art. 194 bis del Código Aero-
náutico. Las analizamos separadamente.

l. ART. 2° N" 2, DE LA LEY 18.314 SOBRE CONDUCTAS TERRORISTAS.


Para que esta disposición pueda aplicarse, es preciso que la conducta
en ella descrita sea realizada con alguna de las dos finalidades contem-
pladas en el Art. 1o de dicha ley, pues sólo cuando alguna de ellas con-
curre es posible calificar un acto como conducta terrorista y aplicarle
las sanciones de dicho cuerpo legal. Si no concurre ninguna de tales
finalidades, aunque la conducta corresponda exactamente a la descrip-
ción típica de la ley, ésta no es aplicable, y el hecho queda sometido a
las restantes disposiciones penales, comunes o especiales. Las finalida-
des que el Art. 1o contempla son:
a) La de "producir en la población o en una parte de ella el temor
justificado de ser víctima de delitos de la misma especie, sea por la na-
turaleza y efectos de los medios empleados, sea por la evidencia de
que obedece a un plan premeditado de atentar contra una categoría o
grupo determinado de personas". Esta finalidad se presume (de modo
simplemente legal) por el hecho de cometerse el delito mediante artifi-
cios explosivos o incendiarios, armas de gran poder destructivo, me-
dios tóxicos, corrosivos o infecciosos, u otros que puedan ocasionar
grandes estragos, o mediante el envío de cartas, paquetes u objetos si-
milares, de efectos explosivos o tóxicos;
b) La de "arrancar resoluciones de la autoridad o imponerle exigen-
cias".
Sin que sea de excluir totalmente la primera de tales finalidades, es
evidente que en la mayor parte de los casos conocidos como "piratería
aérea" será la segunda la que concurra. El apoderamiento de una aero-
nave en vuelo acarrea inmediatamente la intervención de las autorida-
des encargadas de controlar el tránsito aéreo y velar por su seguridad,

333
DEUTOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

y es de ordinario a dichas autoridades u otras superiores a quienes los


delincuentes se dirigen para plantear sus exigencias (ser conducidos a
un destino distinto del previsto para la aeronave, pago de sumas de
dinero, liberación de compañeros presos, etc.). Pero es perfectamente
concebible que pueda producirse una conducta como la descrita en el
Art. 2° N° 2 sin que medie ninguna de estas finalidades, como podría
ocurrir en el caso de que sólo se deseara obtener del piloto una desvia-
ción en el rumbo o un cambio de destino de la aeronave, sin pedir
nada a las autoridades. Según se ha dicho, al no concurrir ninguna de
estas dos finalidades, el hecho no es punible conforme a la Ley 18.314
sobre Conductas Terroristas.
Cuando en el hecho concurre alguna de las finalidades expresadas,
el delito aparece tipificado en el Art. 2° N° 2, de la siguiente manera:
"Apoderarse o atentar en contra de una nave, aeronave, ferrocarril,
bus u otro medio de transporte público en servicio, o realizar actos que
pongan en peligro la vida, la integridad corporal o la salud de sus pa-
sajeros o tripulantes".
Se advierte que esta fórmula se aparta del sistema casuístico, prolijo
hasta la exasperación, que es habitual en esta clase de leyes, para adoptar
una fórmula amplia. Los verbos rectores son "apoderarse" o "atentar",
conceptos a que ya nos hemos referido: el primero consiste en tomar
el control de la aeronave o de su ruta, sea directamente, sea a través de
la intimidación; en tanto que "atentar" es una conducta destinada a causar
daño efectivo o destrucción de la aeronave. La expresión "o realizar ac-
tos que pongan en peligro la vida, integridad corporal o salud de los
pasajeros o tripulantes" está ya incluida en la voz "atentar" y no es una
hipótesis distinta de ésta.
El Art. 3o asigna a este delito una penalidad elevada (presidio ma-
yor en cualquiera de sus grados), que se eleva todavía más si a conse-
cuencia del delito resulta la muerte o lesiones graves de alguno de los
ocupantes del avión u otro de los medios de transporte que también
enumera la disposición. Eventualmente, la pena puede ser rebajada, con-
forme al Art. 4°, por conductas que signifiquen evitar o aminorar las con-
secuencias del hecho incriminado o suministrar informaciones o
antecedentes que puedan impedir o prevenir la ejecución de otros deli-
tos de esa índole o individualizar a los responsables de los mismos.

2. ART. 194 BIS DEL CóDIGO AERONÁUTICO. La disposición comentada


reza:
"Los que sin emplear violencia, amenaza de violencia, ni intimida-
ción, atentaren en contra de una aeronave en vuelo o en servicio, o
realizaren actos que pongan o puedan poner en peligro la vida, la inte-

334
DEUTOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

gridad personal o la salud de sus pasajeros o tripulantes, serán sancio-


nados con ... ". La penalidad es considerablemente más baja que en el
caso anterior (presidio menor en grado medio a máximo). Curiosamen-
te, la pena no se ve aumentada si de hecho resultan consecuencias da-
ñosas para la vida, integridad corporal o salud de los ocupantes de la
aeronave, pero sí hay un aumento en un grado, según el Art. 199, si
resulta daño para la aeronave misma o su carga.
La infracción se dirige claramente contra las conductas de atentado
(sabotaje) y no las de apoderamiento o toma de control de la aeronave,
salvo en cuanto las maniobras realizadas para este último fin pongan
en peligro la vida, integridad corporal o salud de los ocupantes, pero
esta situación es difícil de concebir, dado que para obtener tal apodera-
miento será en la práctica necesario valerse de violencia o intimidación,
y la conducta descrita en esta disposición la hace inaplicable cuando se
han usado tales medios.
La tipificación no es de las más felices. Se subordina la pena a la
circunstancia de que no haya "amenaza de violencia, ni intimidación",
como si se tratara de cosas diferentes. La "intimidación", según se ha
explicado a propósito del delito de robo con fuerza en las cosas, con-
siste precisamente en la amenaza del empleo inmediato de violencia, y
así ambos conceptos son sinónimos. Y en seguida se señalan, como hi-
pótesis distintas, las de "atentar" y las de "realizar" actos que pongan o
puedan poner en peligro la vida, etc. El atentado es exactamente eso
mismo: un ataque peligroso. La realización de los actos así caracteriza-
dos es siempre necesariamente un atentado.
Cuando tales "atentados" tengan como consecuencia la efectiva pro-
ducción del resultado lesivo a la vida, la integridad corporal o la salud,
se producirá un concurso aparente de leyes, que se resolverá conforme
al principio de consunción, según el cual el delito de daño desplaza al
delito de peligro que lo ha precedido, y es el único en ser penado. Si
lo que se busca a través del atentado es sólo el daño para la aeronave
misma (lo que es difícil de concebir cuando ésta se encuentra en vue-
lo, ya que siempre estará a bordo su tripulación; empero, pudiera pen-
sarse en un acto de apoderamiento de la aeronave vacía, para luego
dañarla o destruirla sin peligro para las personas), el efectivo resultado
dañoso deberá sancionarse a título de estragos (Art. 480), debido a la
regla de equiparación analógica que se refiere a causarlos, aparte de
los medios de destrucción expresados, por otros tan poderosos "como
ellos". Entre los expresados se encuentra la "sumersión o varamiento
de nave". A estas últimas son claramente equiparables las aeronaves,
aunque desconocidas para el legislador de la época. Si el daño causado
es de escasa importancia, el delito sancionable será el de daños, aun-

335
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

que esto tenga relevancia sólo para la calificación jurídica, pues las pe-
nas de los Arts. 485 del Código Penal y 194 bis del Código Aeronáutico
son las mismas. Sólo si los daños fueran verdaderamente insignificantes
por su cuantía, debería prevalecer el título de "atentado", ya que no sería
lícito, por consunción, concluir que el delito-fin, de menor pena, absorbe
el desvalor delictivo del delito-medio, considerado más grave por la ley.
Los Arts. 3o del Convenio para la Represión del Apoderamiento Ilí-
cito de Aeronaves y 2° del Convenio para la Represión de Actos Ilíci-
tos contra la Seguridad de la Aviación Civil, precisan los conceptos de
"aeronave en vuelo" y "aeronave en servicio".
Como puede apreciarse, hay numerosos actos constitutivos de apo-
deramiento de una aeronave o de atentado contra su seguridad que no
reciben tratamiento específico en ninguna de las disposiciones citadas:
todos aquellos en los cuales se emplee violencia o intimidación (exclui-
dos de la aplicación del Art. 194 bis del Código Aeronáutico) y en los
cuales no concurra alguna de las finalidades indispensables para califi-
carlos y penados como conductas terroristas. Tales casos deberán ser
sancionados conforme a los delitos comunes correspondientes a su ti-
picidad: homicidio, lesiones, robo con violencia o intimidación, estra-
gos, daños. Estas figuras son delitos de lesión, no de peligro, por lo
cual si las conductas han quedado en etapa de tentativa o frustración,
las penas serán rebajadas conforme a las reglas generales.

DELITOS DE VIOLENCIA CON OCASIÓN DE ESPECTÁCULOS DEPORTIVOS

La frecuencia creciente de hechos de violencia contra personas o cosas


con motivo de espectáculos deportivos, caracterizados como desmanes
colectivos y tumultuosos, con mayor o menor grado de concertación
por los partícipes, cuya identidad es por lo mismo difícil de precisar,
llev6 a la dictación de la Ley 19.327, cuyo largo título indica que "Fija
Normas para la Prevención y Sanción de Hechos de Violencia en Re-
cintos Deportivos con Ocasión de Espectáculos de Fútbol Profesional".
Puede advertirse que esta materia es totalmente distinta de las lla-
madas "lesiones deportivas" o "lesiones causadas en el deporte", mate-
ria que estudiamos a propósito de la causal de justificación consistente
en el "ejercicio legítimo de un derecho"; allí se trataba de lesiones re-
sultantes de la práctica del deporte, en que las víctimas eran los pro-
pios participantes en éste, sea por circunstancias fortuitas, sea porque
la índole y reglas del respectivo deporte exponían siempre a un deter-
minado nivel de riesgo. Aquí, en cambio, los delitos son cometidos por
los espectadores o por personas que se mezclan con éstos durante la

336
DELITOS CON1RA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

realización de un encuentro deportivo o a la finalización de éste, y las


víctimas, si bien en algunos casos pueden ser los deportistas que han
tomado parte en el espectáculo, ordinariamente son otros espectadores
o miembros de las "barras" rivales, o policías, y los daños materiales
son recibidos por las instalaciones de los estadios o recintos deporti-
vos, o por bienes públicos o privados de los alrededores.
La ley, conforme a su propio título, se ocupa por separado de las
medidas de seguridad preventivas, destmadas a evitar los hechos de vio-
lencia, y de las sanciones penales destinadas a castigarlos cuando ellos
ya han ocurrido.
Aunque actos de esta naturaleza pudieran tener lugar con motivo de
la práctica de cualquier deporte, la ley restringe sus disposiciones a la
realización de "espectáculos" de fútbol y específicamente, de fútbol pro-
fesional. La ley no define lo que es el fútbol, dando por sentado que no
es necesario, ya que es el deporte de mayor difusión y popularidad. Es
evidente que se refiere al conocido también como "balompié" o fútbol
inglés, que sigue las reglas de la Federación Internacional de Fútbol Aso-
ciado. (FIFA) y no al llamado "fútbol americano", difundido en los Esta-
dos Unidos, con semejanza al "rugby" inglés, y que no se practica
profesionalmente entre nosotros. La exigencia de que se trate de fútbol
"profesional" indica que los participantes en el juego deben ser deportis-
tas que reciben remuneración por jugar y que hacen de esta actividad su
medio principal de ingresos. Dada la índole de juego de equipo que re-
viste el fútbol, los jugadores profesionales prestan sus servicios a institu-
ciones o clubes deportivos mediante contratos remunerados. Los seguidores
y partidarios más cercanos de los diferentes clubes deportivos, que asis-
ten habitualmente a sus partidos para alentar a su equipo y suelen inclu-
so acompañarlo en los partidos disputados fuera de su ciudad de origen,
constituyen la llamada "barra" del respectivo club, a la cual se somete
por primera vez a una reglamentación jurídica a través de esta ley. En
fin, las disposiciones de ésta se aplican cuando se verifican "espectácu-
los", término que la ley ha preferido al de "encuentros" o "partidos". Se
incluyen los partidos de competencia, en que se disputan puntos con miras
a los diversos campeonatos, y a los encuentros ocasionales o "amisto-
sos", siempre que los participantes sean futbolistas profesionales y el es-
pectáculo haya sido organizado o programado por clubes de esta clase o
los organismos que los agrupan. La ley no exige expresamente que la
asistencia al espectáculo haya de ser pagada por el público, pero ése será
casi invariablemente el caso, y por lo demás, no es un elemento que in-
fluya en la comisión o sanción de los posibles delitos.
Las llamadas "medidas de seguridad" contempladas en la ley con-
sisten fundamentalmente en la ubicación de las "barras" de los res-

337
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

pectivos clubes en sectores separados, delimitados y alejados entre sí,


que eviten las provocaciones o los encuentros hostiles derivados de
una posible mezcla o vecindad. Para ello, los clubes profesionales de-
ben empadronar su barra, otorgar una credencial a los integrantes de
la misma y controlar el ingreso y la vigilancia del sector destinado a
ella. Las autoridades del fútbol profesional, por su parte, deben co-
municar a la autoridad pública (Intendencia o Gobernación) con la
debida anticipación el calendario de encuentros; deberán programar-
los en recintos que reúnan las condiciones de seguridad necesarias y
cumplir además con las medidas adicionales de seguridad que en ca-
sos de espectáculos de alto riesgo exija Carabineros de Chile. La auto-
ridad mencionada autorizará la realización del espectáculo o la prohibirá
por razones de seguridad hasta que se cumpla con las medidas exigi-
das; excepcionalmente, las autoridades del fútbol profesional dispon-
drán, en caso de negativa, de un recurso de reclamación ante la justicia
ordinaria. En los casos de espectáculos de alto riesgo, se prohibirá tam-
bién el expendio y consumo de bebidas alcohólicas en los recintos
deportivos y las proximidades.
En el aspecto propiamente penal, esta ley contempla las siguientes
infracciones:
a) Lesiones corporales a las personas, conforme al concepto de tal
delito en el Código;
b) Daños a los bienes;
e) Sin cometer los delitos anteriores, portar armas, elementos u ob-
jetos idóneos para perpetrarlos, y
d) Prqmover o incitar a la ejecución de alguna de las conductas se-
ñaladas en las letras a) y b).
Condición para sancionar conforme a esta ley es que tales conduc-
tas se realicen "con motivo u ocasión de un espectáculo de fútbol pro-
fesional" y "en el recinto en que tiene lugar o en sus inmediaciones",
concepto este último que habrá que apreciar en cada caso.
Las conductas señaladas en las letras a), b) y e) pueden tener la
pena más grave señalada en el Código Penal u otra ley (como la de
Control de Armas) y en tal caso se impondrá "la pena mayor del delito
más grave", curiosa trasposición literal que hace esta ley de la regla de
penalidad del Art. 75, ya que aquí no se trata de dos delitos diferentes,
sino de uno solo: habría un concurso aparente que debería ser resuelto
por especialidad o consunción, en favor de la aplicación exclusiva de
una de las penas: no se justifica la imposición de la pena "mayor".
La ley ha excluido el caso en que el delito cometido sea un homici-
dio, el cual quedará entregado a las reglas generales.
El Art. 7° establece circunstancias agravantes especiales:

338
DEUTOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBUCOS

a) Ser integrante de un grupo organizado para la realización de los


hechos descritos, miembro de la barra o socio de alguno de los clubes
de fútbol profesional que participen en el espectáculo;
b) Ser organizador o protagonista en el espectáculo de fútbol profe-
sional, o dirigente de alguno de los clubes participantes en él;
e) Actuar bajo los efectos de bebidas alcohólicas, estupefacientes,
psicotrópicos, estimulantes o sustancias análogas;
d) Haber causado las lesiones a jugadores, técnicos, dirigentes o pro-
tagonistas del espectáculo de fútbol profesional.
La ley no determina el efecto específico que estas agravantes pro-
duzcan en la determinación de la pena, por lo que aquél quedará en-
tregado a la aplicación de las reglas sobre influencia de las atenuantes
y agravantes que contiene el Código Penal. Es necesario subrayar que
la responsabilidad penal no se adquiere (ni menos agravada) por el sólo
hecho de ser miembro de la barra, socio, dirigente, etc., sino que es
preciso establecer primeramente la participación individual en los he-
chos y luego agravarla conforme al artículo analizado. En cuanto a la
agravante de actuar bajo los efectos del alcohol o drogas, debe recor-
darse que el simple consumo de estas sustancias puede ser constitutivo
de delito en sí mismo, y en tal caso debe aplicarse la regla del Art. 63,
conforme a la cual no se tomarán en consideración para agravar la pena
las circunstancias que por sí mismas constituyen un delito penado por
la ley.
La ley dispone que a los responsables de estos delitos se impon-
drán además ciertas penas accesorias, no contempladas en el derecho
penal común, a saber:
a) Inhabilitación por quince años para ser dirigentes de un club de-
portivo de fútbol profesional;
b) Prohibición de asistir, durante el tiempo de la condena, a futuros
espectáculos de fútbol profesional. Para verificar el cumplimiento efec-
tivo de esta pena, la ley establece la obligación del sometido a ella de
presentarse en el lugar determinado por juez el día y hora en que tales
espectáculos se realicen; la obligación de los dirigentes de las barras de
denunciar las infracciones a esta prohibición, y en caso de que ésta se
produzca, la revocación de cualquier beneficio alternativo a la pena pri-
vativa de libertad de que gozare el infractor;
e) Inhabilitación absoluta, por el tiempo de la condena, para aso-
ciarse a un club de fútbol profesional o para integrar su barra.
Las sentencias ejecutoriadas se comunicarán a las autoridades del
respectivo deporte para su cumplimiento, en lo que corresponda.
También la ley prevé la posibilidad de conmutación de la pena im-
puesta por sentencia ejecutoriada, por la de obligación de realizar tra-

339
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

bajos determinados en beneficio de la comunidad. Un rasgo interesan-


te de esta conmutación es que ella requiere del acuerdo del favoreci-
do; no se otorga por razones sociales, como es la regla general en
materia penal. La ley entrega al juez la determinación precisa de la na-
turaleza del trabajo, duración (no inferior al lapso de la condena ni
superior al doble de éste) y lugar de realización, forma de vigilar el
cumplimiento efectivo, etc. La infracción de esta obligación acarrea la
pérdida del beneficio y la obligación de cumplir la pena conmutada,
salvo resolución contraria del juez. Para la procedencia de esta conmu-
tación se exige que la pena impuesta no sea superior a la establecida
en el inciso primero del Art. 6° (presidio menor en su grado medio) y
que pueda presumirse que el infractor no volverá a delinquir, atendi-
dos sus antecedentes personales, su conducta anterior y posterior al
hecho, y la naturaleza, modalidades y móviles del delito, elementos de
juicio muy semejantes a los que rigen para la remisión condicional de
la pena en los delitos comunes.
Si los delitos de que trata esta ley son cometidos por personas que
tengan entre 16 y 18 años de edad, éstas se pondrán a disposición del
juez de menores, el cual prescindirá de la declaración de discernimiento
y les impondrá las medidas ya vistas y consideradas "penas" en el caso
de los mayores de edad, de prohibición de asistencia a espectáculos de
fútbol profesional hasta por un año, y la de realización de "actividades"
determinadas en beneficio de la comunidad, también de acuerdo con el
infractor y hasta por dos meses. Sin embargo, la ley establece que si la
pena asignada al delito es superior a la de presidio menor en su grado
mínimo, se debe proceder a la habitual declaración de discernimiento al
imponer al infractor las medidas de protección o las sanciones penales
que correspondan, según el caso. Parecería que la excepción pasa a ser
la regla general, dado que los delitos de esta ley tienen asignada en el
Art. 6° la pena de presidio menor en su grado medio, que ya es superior
a la que autoriza a prescindir de la declaración de discernimiento (presi-
dio menor en su grado mínimo). Y la ley se refiere a la pena asignada al
delito, no al delincuente, caso este último en que podría suponerse que
la pena ha sido rebajada por la concurrencia de atenuantes.
El procedimiento para la imposición de las penas es el procedimien-
to sobre faltas (Código de Procedimiento Penal, Libro III, Título 1), y da-
das las habituales dificultades de identificación de los responsables en
esta clase de delitos, la ley confiere especial valor probatorio, en el Art. 8°,
a las películas cinematográficas, fotografías, fonografías y otros sistemas
de reproducción de la imagen y el sonido, y a las aseveraciones de la
policía en sus partes o comunicaciones enviados a los tribunales.

340
Tercera Parte

CUASIDELITOS Y FALTAS
CAPITULO X

CUASIDELITOS Y FALTAS

CUASIDELITOS

El Libro 11 termina con algunas disposiciones generales sobre la penali-


dad de los cuasidelitos. Sabemos que los cuasidelitos en general no son
penados, según los Arts. 2° y 10 No 13. Pero excepcionalmente, a lo largo
del Libro 11 hemos ido encontrando diversas figuras que tienen como ele-
mento subjetivo la culpa y son punibles. Aparte de estos casos, la ley
estimó conveniente consagrar algunos preceptos especiales en el título X
sobre la penalidad general de los cuasidelitos. El Art. 493 señala que es-
tas reglas no se aplicarán a los casos en que el Código ha establecido
disposiciones particulares para sancionar determinados cuasidelitos.

l. DISPOSICIÓN GENERAL DEL ART. 490. Dicha disposición castiga al que


por imprudencia temeraria ejecutare un hecho que, si mediara malicia,
constituiría un crimen o simple delito contra las personas. A continua-
ción se gradúa la pena según si el hecho doloso importaría un crimen
o un simple delito. No hay, por consiguiente, cuasidelito de falta contra
las personas. Como la remisión está hecha a los delitos contra las per-
sonas, el Art. 490 deja fuera la forma cuasidelictual de una importante
infracción: el aborto. Solamente una forma especial de éste aparece san-
cionada a título cuasidelictual en el Art. 343.
Por otra parte, la referencia a los "delitos contra las personas", en
general, no es exacta. Ya hemos señalado que con respecto al homici-
dio solamente puede darse en su forma culposa el homicidio simple. 1
El duelo, la injuria y la calumnia, por su naturaleza y características, su-
ponen siempre el dolo. Lo mismo puede decirse del auxilio al suicidio.
En cuanto a las lesiones corporales, las mutilaciones, incluida la castra-
ción, exigen dolo directo. Las lesiones leves, en el otro extremo, son

1
Véase Parte Especial, Tomo III, pp. 46 y ss.

343
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

constitutivas de falta, y no sería punible a su respecto la forma cuaside-


lictual. Solamente nos quedarían las lesiones propiamente tales, graves
y menos graves, como susceptibles de integrar un cuasidelito.
Desde otro punto de vista, no toda culpa constituye un cuasidelito.
Debe tratarse de una "imprudencia temeraria", expresión amplia, que
incluye en la opinión dominante las conductas de negligencia. LABATUT, 1
citando a VIADA, señala que la temeridad propia de esta forma cuaside-
lictual consiste en ejecutar un acto "sin tomar las precauciones o medi-
das previas que aconseja la prudencia más vulgar", caso en que la
imprevisión sería "inexcusable". En general la doctrina nacional coinci-
de con esta apreciación. 2 A falta de una definición legal, será ésta una
cuestión de hecho, que deberá resolverse en cada caso.
Por otro lado es menester señalar que la disposición expresamente
sanciona a quien "ejecutare un hecho", razón por la cual debe excluir-
se la omisión, sin perjuicio de que ella pueda entenderse comprendida
en el artículo 492, como se indicará. Cuando la ley quiere referirse a
ambas formas de conducta, generalmente emplea la fórmula "ejecutare
un hecho o incurriere en una omisión", como en el propio Art. 492.

2. CUASIDEUfO DE LOS FACULTATIVOS. A este cuasidelito se refiere el Art. 491,


que sanciona al médico, cirujano, farmacéutico, flebotomiano o matrona
que causare mal a las personas por negligencia culpable en el desempe-
ño de su profesión. La pena se hace extensiva al dueño de animales fero-
ces que, por descuido de su parte, causaren daño a las personas. El verbo
rector es siempre el mismo: "causar daño" o "causar mal" a las personas,
expresiones que deben entenderse referidas a los delitos de homicidio sim-
ple y de lesiones propiamente tales, graves o menos graves.
Esta disposición es más restringida que la anterior en cuanto al su-
jeto activo y a la forma de comisión. Sujeto activo son exclusivamente
las personas señaladas: no se incluyen, v. gr., los practicantes o las en-
fermeras, aunque a su respecto existirían en principio las mismas razo-
nes de penalidad. El "flebotomiano" (en otro tiempo, sangrador) es lo
que hoy se llama "dentista", y más recientemente, "odontólogo"; es el
cirujano que se ocupa de los dientes y enfermedades de la boca en
general. Por otra parte, la disposición no sanciona al cuidador de ani-
males feroces, sino exclusivamente al dueño (en el supuesto de que

1
LABATUT, op. cit., JI, p. 397.
2
Al respecto, consultar CURY, ENRIQUE, op. cit., Tomo I, p. 339; y GARRIDO
MONTT, MARIO, op. cit., p. 172, quien asimila la materia al concepto de "culpa lata",
del Derecho Civil.

344
CUASIDELITOS Y FALTAS

tenga culpa). La ley no ha definido al "animal feroz". Parece no corres-


ponder al "bravío" o "salvaje" del Código Civil (Art. 608), sino más bien
al "animal fiero" del mismo Código (Art. 2327). En general, es el que
dejado en libertad de movimientos ataca a las personas y puede cau-
sarles daño.
Subjetivamente, sin embargo, esta disposición es más amplia que la
anterior, pues supone un grado menor de culpa. Basta con "negligencia
culpable" en el inciso primero, y "descuido culpable", en el segundo.
Ello se debe al especial deber de prudencia o cuidado que pesa sobre
quienes ejercen el arte de curar y sobre quienes poseen un animal en
situación de causar serios daños a los demás, lo que hace punible su
negligencia aunque no llegue a constituir "imprudencia temeraria".
Como señala MUÑOZ CONDE, para determinar las reglas de cuidado
hay que recurrir en ocasiones a reglas de experiencia en el ejercicio de
determinadas profesiones, lo que constituye la denominada Lex Artis,
cuestión ampliamente aceptada por la doctrina en casos de responsabi-
lidad médica por actos realizados en el ejercicio de su profesión. 1 Por
otro lado, la obligación de indemnizar derivada de la responsabilidad
civil que pesa sobre el profesional en estas circunstancias, es lo que se
conoce en el derecho norteamericano como juicios de malpractice, tér-
mino cuya traducción puede ser la de "malogro", y cuyo significado alude
a los procesos en los cuales se pretende obtener una indemnización
del médico por un acto que él realizó como tal, que produjo daño en
la vida o en la salud del paciente, y que, según este último o sus fami-
liares, se debió a culpa, imprudencia o negligencia del mismo.
El mero descuido de esos profesionales, sin causar daño a las per-
sonas, es una falta. (Art. 494 1° 10).

3. CUASIDEUI'O CON INFRACCIÓN REGlAMENTARIA. Es el caso tratado en


el Art. 492, que sanciona al que con infracción de los reglamentos y
por mera imprudencia o negligencia ejecutare un hecho o incurriere en
una omisión que, de mediar malicia, constituiría un crimen o simple
delito contra las personas. El sujeto activo es tan general como el Art. 490,
pero esta disposición se singulariza por el hecho de que el sujeto debe
encontrarse en infracción de los reglamentos; lo que se suele denomi-
nar "estado contravencional". Estos reglamentos son ordinariamente los
del tránsito, pero no necesariamente.
La exigencia subjetiva de culpa es mínima: basta la "mera impruden-
cia o negligencia", que contrasta notablemente con el adjetivo "temeraria"

1
MUÑOZ CONDE, FRANCISCO, Teoría General del Delito, Temis, Bogotá, Colom-
bia, 1990, p. 73.

345
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

del Art. 490. Ello se debe a que además es necesaria la infracción de


reglamentos, que ya supone un grado de culpa o dolo, por lo cual el
requisito adicional de ~culpabilidad para sancionar es muy restringido.
Es importante señalar que la infracción reglamentaria pudo incluso ser
dolosa; la "mera imprudencia o negligencia" se refiere al resultado de
daño para las personas, y es un requisito adicional por encima de la
infracción reglamentaria. Sin embargo, es preciso que entre la infrac-
ción reglamentaria y el resultado dañoso haya siempre una relación de
causa a efect;Q. No la habría, v. gr., si la infracción consistiera en tener
el sistema de luces en mal estado, si el accidente ocurrió de día claro;
o en tener la patente o licencia de circulación vencida, etc.
Esta disposición contiene un régimen de presunciones:
a) Los incisos 2°, 3° y 4o contemplan una presunción muy conocida
de culpabilidad del conductor cuando el accidente hubiere ocurrido en
el cruce de las calzadas o en la extensión de diez metros anterior a
cada esquina, y en todo caso, cuando el conductor contravenga las or-
denanzas municipales con respecto a la velocidad o al lado de la calza-
da que debe tomar. En caso de que el accidente se produzca en otro
sitio, se presume la culpabilidad del peatón (salvo la contravención del
conductor en cuanto a la velocidad o al lado de la calzada que le co-
rresponde, caso en que siempre se le presume culpable). Es preciso que
el accidente haya ocurrido en el radio urbano, y que de él resultaren
lesiones o la muerte de un peatón.
b) Señala el Art. 492 que la circunstancia de huir del lugar donde se
hubiere cometido alguno de los cuasidelitos a que se refiere el inciso 5°
de este artículo constituye una presunción de culpabilidad.
El actual texto del Art. 492 establece como pena accesoria de los cua-
sidelitos a que él se refiere, la suspensión temporal del carnet, permiso o
autorización para conducir, y que puede llegarse a la inhabilidad perpe-
tua y cancelación definitiva de la licencia en caso de reincidencia. 1

LAS FALTAS

El Libro III, con que termina el Código, está destinado a las faltas, que
no se agrupan de conformidad al bien jurídico protegido, como ocurre
en los crímenes y simples delitos, sino exclusivamente atendiendo a su
gravedad. El título I del Libro tipifica las faltas, y el título II señala dis-
posiciones comunes a todas ellas.

1 Sobre la culpa en general y sus problemas, ver Tomo 1, pp. 312 y ss.

346
CUASIDELITOS Y FALTAS

Ya al analizar en la Parte GeneraP la clasificación de los delitos se-


gún su gravedad, examinamos la división tripartita de las infracciones,
y nos referimos a las teorías que se han enunc1ado para distinguir in-
trínsecamente entre los crímenes y simples delitos, por una parte, y las
faltas o contravenciones, por la otra, para concluir, con la mayor parte
de la doctrina, que en verdad no existe tal separación esencial, y que
el problema es exclusivamente de política criminal y de técnica legis-
lativa.
Las reglas generales aplicables a las faltas son las siguientes:
a) No hay tentativa ni delito frustrado de falta punibles; las faltas
sólo se castigan cuando han sido consumadas (Art. 9°).
b) En la penalidad general de los cuasidelitos, del título X del Libro II,
se excluye la sanción cuando la tipicidad del resultado producido es
constitutiva de una falta;
e) Respecto de las faltas no se castiga el encubrimiento (Art. 17):
sólo son punibles el autor y el cómplice. A este propósito, el Art. 498
establece una regla especial: los cómplices serán sancionados con una
pena que no exceda de la mitad de la que corresponda a los autores.
Esto es, sigue siendo válida la regla general de imposición de pena in-
ferior en un grado a la de los autores, pero con un límite máximo: no
se puede exceder de la mitad de la asignada a los autores, y en caso
necesario, deberá rebajarse la que corresponda, hasta que alcance di-
cho límite.
d) No es obligatoria en materia de faltas la regla del Art. 31 sobre
procedencia del comiso respecto de los efectos e instrumentos del deli-
to que no pertenezcan a terceros. De conformidad al Art. 500, el comi-
so queda en estos casos entregado al prudente arbitrio del juez. El
Art. 499 señala además cuáles son los instrumentos y efectos sobre los
cuales puede recaer el comiso. Debe entenderse que no existe respecto
de otros objetos. Se ha dicho ya que las faltas han sido agrupadas aten-
diendo a su gravedad.
De conformidad con el criterio seguido por el legislador al tipificar
las faltas, éstas pueden dividirse en dos grandes grupos: aquellas que
responden esencialmente a un mismo tipo o a uno similar que alguno
de los crímenes o simples delitos del Libro II, y que se consideran fal-
tas sólo por la levedad de la ofensa al respectivo bien jurídico, y por
otra parte, aquellas que atacan la seguridad o la salubridad públicas. La
Comisión Redactora (sesión 107) quiso referirse únicamente a éstas, por
su importancia y permanencia, dejando la creación de las restantes "para

1 Véase Parte General, Tomo 1, p. ·171.

347
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

CNe sean penadas en las ordenanzas que se dictaren por las respectivas
mllnicipalidades". A este respecto añadió, sin embargo, en el Art. SOl,
que en dichas ordenanzas y en los reglamentos generales o particulares
que dictare en lo sucesivo la autoridad administrativa, no podrán esta-
blecerse mayores penas que las señaladas en el Libro III, aun cuando
hayan de imponerse en virtud de atribuciones gubernativas, a no ser
que se determine otra cosa por leyes especiales.

l. FALTAS-DELITOS. Encontramos en este grupo las siguientes faltas:


a) Art. 494: Nos 3o (debe entenderse derogado por los Arts. 10 de la
Ley 12.927 sobre Seguridad del Estado, y 11 de la Ley 17.79S sobre Con-
trol de Armas); 4o (amenazas); so (lesiones); so (usurpación de funcio-
nes); 10 (cuasidelito, Art. 491); 13 y 14 (omisión de socorro); lS
(abandono de niños); 16 (coacción); 19 (restauración de estampillas,
hurto, hurto de hallazgo, estafa); 20 (hurto de posesión);
b) Art. 495: Nos so (ultrajes públicos a las buenas costumbres); 7° (le-
nocinio); 10 (exposición de niños); 11 (incendio); 13 (embarazos a los
trabajos públicos); 14 (loterías y juegos); 15, 16 y 17 (estafas); 21 y 22
(daños);
e) Art. 496: Nos 1° (atentado); 11 (injurias); 31 (falsificación de mo-
neda); 32 (estafa); 33 (hurto o robo);
d) Art. 497 (daños).

2. FALTAS CONTRA lA SEGURIDAD Y SALUBRIDAD PÚBUCAS. Se dividen así:


a) Faltas contra la seguridad pública:
1) Art. 494: Nos 1°, 2°, 6°, 9°, 12, 17, lS, 21;
2) Art. 49S: Nos 1°, 2°, 3°, 4°, 6°, S0 , 9°, 12, 19, 20;
3) Art. 496: Nos 1°, 2°, S0 , 6°, 7°, S0 , 9°, 10, 12, 13, 14, lS, 16, 17, lS,
21, 23, 24, 2S, 26, 27, 2S, 29 (en parte), 30, 34, 3S, 36, 37, 3S.
b) Faltas contra la salubridad pública:
1) Art. 494: Nos 7° y 11;
2) Art. 49S: N° lS;
3) Art. 496: Nos 4°, 19, 20, 22, 29 (en parte).

34S
INDICE

PRIMERA PARTE
DELITOS CONTRA LOS INTERESES INDIVIDUALES
(continuación)

CAPITULO V

DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS


Y LA MORALIDAD PUBLICA

Bien jurídico protegido 9

Sección Primera
ABANDONO DE NIÑOS Y PERSONAS DESVALIDAS 12

Abandono de niños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
Abandono de personas desvalidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Omisión de socorro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

Sección Segunda
DELITOS CONTRA EL ORDEN DE LAS FAMILIAS 21

Primer grupo
Delitos contra el ordenamiento jurídico de la familia 21

l. Delitos contra el estado civil de las personas . . . . . . . . . . . . . . . . . 21


Suposición de parto . . . . . . . . . . ........ . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
Sustitución de un niño por otro . . ........ . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Supresión de estado civil . . . . . . ........ . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
Usurpación de estado civil . . . . . ........ . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
Las restantes figuras . . . . . . . . . . ........ . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

349
INDICE

Il. Celebración de matrimonios ilegales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29


Bigamia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Violación de impedimentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Violación de prohibiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
Atentados contra las formalidades del matrimonio . . . . . . . . . . . . . 35
Simulación de matrimonio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

Segundo grupo
Delitos contra el ordenamiento sexual de la familia 37

Incesto 38

Sección Tercera
DELITOS CONTRA LA MORALIDAD PUBLICA 45

Primer grupo
Delitos contra la libertad sexual 45

Rapto ................................................ . 47
Violación ............................................. . 56
!ter criminis en la violación ................................ . 62
Estupro ............................................... . 64
Abusos deshonestos ..................................... . 68
Violación sodomítica ..................................... . 71

Segundo grupo
Delitos contra las buenas costumbres 73

Sodomía 74
Favorecimiento de prostitución ............................. . 77
Corrupción de menores ................................... . 80
Disposiciones comunes a los delitos anteriores .................. . 83
Ultrajes públicos a las buenas costumbres ..................... . 86
l. Ultraje al pudor público ............................. . 86
2. Difusión de pornografía ............................. . 88

350
INDICE

SEGUNDA PARTE
DELITOS CONTRA LOS INTERESES SOCIALES

CAPITULO VI

DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR E INfERIOR


DEL ESTADO

Consideraciones generales sobre el delito político 95

Sección Primera
CRIMENES Y SIMPLES DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD
EXTERIOR Y SOBERANIA DEL ESTADO 99

Primer grupo
Delitos contra la seguridad exterior 100

Traición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
Espionaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
l. Espionaje por intromisión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108
2. Espionaje por revelación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108
3. Espionaje por encubrimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
4. Espionaje por cooperación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
Delitos contra principios del derecho internacional . . . . . . . . . . . . . . . . 110

Segundo grupo
Delitos contra la soberanía 114

Separatismo 114
Sometimiento 115

Sección Segunda
CRIMENES Y SIMPLES DELITOS CONTRA
LA SEGURIDAD INTERIOR DEL ESTADO 117

Rebelión 117
Sedición .............................................. . 119
Alteración institucional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
Seducción de tropas y usurpación de mando ................... . 122
Disposiciones generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Cooperación de funcionarios públicos al alzamiento .............. . 126
Delitos de la Ley de Seguridad del Estado ..................... . 127

351
INDICE

CAPITIJLO VII

DELITOS CONTRA LA FE PUBLICA Y DE FALSEDAD

Bien jurídico protegido 131

Sección Primera
FALSIFICACION DE MONEDA, VALORES Y SIGNOS
DE AUTENTIFICACION 137

Falsificación de moneda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137


l. Fabricación de moneda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
2. Falsificación de moneda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
3. Objeto material del delito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
4. Circulación indebida de moneda falsa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
5. Regla especial sobre iter criminis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
Falsificación de títulos valores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
l. Falsificación de bonos, cupones y billetes . . . . . . . . . . . . . . . . . 144
2. Falsificación de acciones, obligaciones y cupones . . . . . . . . . . . 147
3. Circulación fraudulenta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
4. Regla sobre iter criminis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
Falsificación de ciertos signos de autentificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
l. Falsificación de timbres, sellos, punzones, matrices o marcas . . . 148
2. Falsificación de boletas, sellos, timbres o marcas privadas . . . . . 151
3. Restauración de objetos inutilizados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
4. Uso indebido de marcas comerciales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
Disposición general para los delitos de este grupo . . . . . . . . . . . . . . . . 153

Sección Segunda
FALSEDADES DOCUMENTALES 154

Problemas preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 154


l. Concepto de documento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 154
2. Clases de documentos ............................. :. · '157
3. Formas generales de falsificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 161
Falsificación de documentos públicos y partes telegráficos . . . . . . . . .. 162
l. Falsificación de documentos públicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 162
a) Casos de falsedad ideológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 162
b) Casos de falsedad material . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 165
e) Casos de falsedad por ocultación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 167
d) Caso de falsedad por uso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 170
2. Falsificación de partes telegráficos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 171
Falsificación de documentos privados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 173
l. Naturaleza del elemento "perjuicio" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 174

352
INDICE

2. Relaciones entre falsificación y estafa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176


3. Falsificación de documentos mercantiles . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178
4. Falsedad por uso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
Falsificación de pasaportes, portes de armas y certificados . . . . . . . . . . 179
l. Falsificación de pasaportes y portes de armas . . . . . . . . . . . . . . 179
2. Falsificación de certificados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181

Sección Tercera
LOS RESTANTES DELITOS DEL TITULO 184

Falso testimonio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......... . . . . . . . . . . . 185


Perjurio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......... . . . . . . . . . . . 193
Presentación de pruebas falsas . . . . . . . . . . . ......... . . . . . . . . . . . 196
Acusación o denuncia calumniosa . . . . . . . . ......... . . . . . . . . . . . 197
Ejercicio ilegal de una profesión y usurpación de nombre . . . . . . . . . . 200

CAPITULO VIII

DELITOS DE LOS EMPLEADOS PUBLICOS


EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS

Problemas preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203


l. Bien jurídico protegido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203
2. Concepto de "empleado público" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204
3. Situación de los extraños copartícipes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207

Sección Primera
DELITOS DE CARACTER REGLAMENTARIO O FORMAL 210

Anticipación y prolongación indebidas de funciones públicas . . . . . . . . 210


l. Anticipación de funciones . . . . . ............... . . . . . . . . 210
2. Prolongación de funciones . . . . . ............... . . . . . . . . 211
Nombramientos ilegales . . . . . . . . . . . . ............... . . . . . . . . 212

Sección Segunda
DELITOS QUE CONSISTEN EN INFRACCION
DE DEBERES DEL CARGO 213

Prevaricación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
l. Prevaricación de funcionarios judiciales . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214
2. Prevaricación político-administrativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 220

353
INDICE

3. Prevaricación de abogados y procuradores . .... . . . ... . . . .. 221


Usurpación de atribuciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 223
l. Abuso de autoridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 223
2. Arrogación de atribuciones . . . . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 223
Infidelidad en la custodia de documentos . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 224
l. Supresión y apertura de documentos . . . . . .... . . . ... . . . .. 224
2. Quebrantamiento de sellos . . . . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 225
3. Regla común . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 226
Violación de secretos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 227
l. Violación del secreto funcionario . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 227
2. Violación del secreto profesional . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 228
Resistencia y desobediencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 230
l. Desobediencia abierta . . . . . . . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 230
2. Pertinacia en la suspensión . . . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 231
DenegaCión de auxilio y abandono de destino . . . . .... . . . ... . . . .. 231
l. Denegación de auxilio . . . . . . . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 231
2. Abandono de destino . . . . . . . . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 232
Abusos contra particulares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 233
l. Vejaciones o apremios . . . . . . . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 233
2. Denegación de servicio . . . . . . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 234
3. Atentados contra la honestidad . . . . . . . . . . .... . . . ... . . . .. 234

Sección Tercera
DELITOS QUE CONSISTEN EN FALTA DE PROBIDAD 236

Malversación de caudales públicos . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 236


l. Sustracción de fondos . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237
2. Distracción de fondos . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 240
3. Aplicación pública diferente . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244
4. Negativa a un pago o entrega .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245
Fraudes y exacciones ilegales . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 246
l. Fraudes . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 246
2. Negociaciones incompatibles .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 248
3. Exacciones ilegales . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 250
Cohecho . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 252
l. Cohecho pasivo impropio . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253
2. Cohecho pasivo propio . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255
3. Cohecho activo . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257

CAPITULO IX

DELITOS CONTRA EL ORDEN Y LA SEGURIDAD PUBLICOS

Bien jurídico protegido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261

354
INDICE

Primer grupo
Delitos que afectan la administración pública 262

Atentados y desacatos contra la autoridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 262


l. Atentados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263
2. Desacatos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 264
Rotura de sellos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267
Evasión de detenidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267
Quebrantamiento de condena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269
Obstrucción a la justicia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269

Segundo grupo
Delitos que afectan la tranquilidad pública 270

Desórdenes públicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 270


Embarazos puestos a la ejecución de los trabajos públicos . . . . . . . . . . 271
Delitos relativos a los telégrafos y conductores de correspondencia . . . 272
l. Delitos relativos a los telégrafos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 272
2. Delitos relativos a los conductores de correspondencia . . . . . . . 273
Delitos relativos a las telecomunicaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 274
Otros delitos contra el orden público . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 274

Tercer grupo
Delitos contra la economía pública 275

Crímenes y simples delitos de los proveedores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275


Delitos relativos a loterías, casas de juego y préstamos sobre prendas . . 276
l. Loterías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 276
2. Juegos de azar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277
3. Casas de préstamos sobre prendas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277
Delitos relativos a la industria, el comercio y las subastas públicas . . . . 278
l. Industrias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 278
2. Comercio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 280
3. Subastas públicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281

Cuarto grupo
Delitos contra la higiene y salud públicas 282

Delitos contra la salud pública . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 282


Delitos relativos al ejercicio de la medicina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283
Delitos relativos a sustancias nocivas o peligrosas . . . . . . . . . . . . . . . . . 287
Delitos relativos a la propagación de enfermedades . . . . . . . . . . . . . . . 291

355
INDICE

Delitos relativos a la salud animal y vegetal . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . 293


Delitos relativos a las inhumaciones y exhumaciones . . . . . . .. . . . . . . 294
Delitos relativos a las sustancias estupefacientes . . . . . . . . . . .. . . . . . . 297
l. Figuras delictivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . 299
2. Penas y medidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . 308
3. Otras disposiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . 310

Quinto grupo
Delitos de peligro común 314

Delitos relativos a las armas prohibidas . . . . . . . . . . . . . . . . ........ 314


Asociaciones ilícitas y terrorismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ........ 316
Amenazas y chantaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ........ 319
Vagancia y mendicidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ........ 322
l. Vagancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ........ 322
2. Mendicidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ........ 323
Delitos relativos a los ferrocarriles y la aeronavegación . . . . . ........ 323
l. Descarrilamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ........ 324
2. Abandono de servicio o embriaguez en él . . . . . . . . ........ 325
3. Interrupción del servicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ........ 326
4. Ataque a funcionarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ........ 326
5. Forma cuasidelictual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ........ 326
6. Circunstancia agravante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ........ 327
7. Delitos contra la seguridad de la aeronavegación . . . ........ 327
Conducción o desempeño en estado de ebriedad . . . . . . . . . ........ 328
Piratería aérea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ........ 330
Delitos de violencia con ocasión de espectáculos deportivos ........ 336

TERCERA PARTE

CUASIDELITOS Y FALTAS

CAPITULO X

CUASIDELITOS Y FALTAS

Cuasidelitos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 343
l. Disposición general del Art. 490 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 343
2. Cuasidelito de los facultativos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 344
3. Cuasidelito con infracción reglamentaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . 345
Las faltas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 346
l. Faltas - delitos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 348
2. Faltas contra la seguridad y salubridad públicas . . . . . . . . . . . . 348

356
INDICE ALFABETICO DE NOMBRES *

A B

Abalos, José Vicente 1°, 47 Bacigalupo, Enrique 1°, 59


Aguirre Cárdenas, J. 1°, 212 Bajo Fernández, Miguel 3°, 19, 42, 43, 96,
Agustín de Hipona (San) 1°, 48; 2°, 147 395, 421
Alciato, Andrea 1°, 48 Balladore Pallieri, Giorgio 4°, 96
Alejandro III 1°, 37 Ballesteros, Manuel Egidio 1°, 194
Alessandri Rodríguez,~Arturo 3°, 300 Bar, Von 1°, 55
Alfonso X 1°, 42 Baraona, Carmen Gloria 3°, 82
Alimena, Bernardino 1°, 54, 174; 2°, 120 Barbero Santos, Marino 1°, 57
Altamirano, Eulogio 1°, 46, 285; 3°, 78 Bartolini, Waldo (caso) 1°, 134
Altavilla, Enrico 1°, 53 Bartolo de Sassoferrato ID, 38, 48
Alvarez 1°, 43; 3°, 318 Basauri, Antonio 3°, 466; 4°, 68
Amunátegui, Felipe 1°, 221, 310 Bascuñán, Antonio 1°, 290; 3°, 466
Antolisei, Francesco 1°, 34, 53, 165, 174, Battaglini, Giulio 1°, 54
182, 184, 190, 192, 231, 255, 266, 273, Baumgarten 1°, 55, 174; 2°, 219
313; 2°, 60, 64, 65, 66, 68, 75, 81, 121, Beccaria 1°, 38, 39, 43, 48, 49, 50, 52, 78,
229, 249; 4°, 133, 155 99, 164, 171
Antón Oneca, José ID, 57; 3°, 411 Beling, Ernst Von 1°, 55, 77, 142, 164,
Antón y Rodríguez 1°, 245, 250, 253, 190, 192, 193, 211, 212, 213, 214, 215,
255, 265, 266, 281, 282, 283, 299, 216, 217, 219, 221, 222, 225, 232, 250,
306, 309, 341; 2°, 10, 11, 21, 38, 42, 262, 263, 272, 295; 2°, 60, 101, 113; 3°,
47, 56, 64, 65, 71, 98, 101; 3°, 13, 39, 46, 159
50, 53, 62, 64, 89, 96, 113, 154, 155, Bello, Andrés 1°, 99, 103
166, 176, 182, 203, 204, 212, 241, Bentham, Jeremy 1°, 49, 56
243, 244, 254, 269, 290, 297, 302, Bernaldo de Quirós, Constando 1°, 57
339, 340, 341, 350, 380, 388, 396, Bernard, Claude 3°, 65
399, 402, 413, 427, 431, 440, 463, Bettiol, Giuseppe 1°, 184, 273
464; 4°, 13, 21, 23, 25, 26, 28, 49, 55, Binding, Karl 1°, 25, 26, 55, 83, 114, 190,
56, 62, 63, 67, 69, 77, 112, 133, 213, 211, 225, 231, 271, 406; 3°, 431; 4°,
250, 252, 254 133, 135, 184, 261
Arau jo, Orestes 1°, 59; 2°, 57 Birkmeyer 1°, 55
Aristóteles 1°, 33, 100, 181 Bockelmann, Paul 1°, 55
Armstrong, Diego 1°, 47 Bohler, Ludwig von 1°, 47
Arteaga, Alberto 1°, 59 Borman, Martin 1°, 130, 131

• Los números con cerillos indican el tomo y los demás, puestos a continuación, la página.

357
INDICE ALFABETICO DE NOMBRES

Bramont Arias, Luis 1°, 59 Chauveau y Hélie 1°, 49, 56; 3°, 30; 4°,
Briand, Aristide 1°, 131 244
Bruno, Aníbal 1°, 59 Chauveau, Adolphe (ver también Chau-
Bunster, Alvaro 1°, 182; 3°, 426; 4°, 204, veau y Hélie)
205, 208, 237, 238, 240, 243, 245 Chiossone, Tulio 1°, 59
Bunster, Marcela 1°, 328 Claro, Julio 1°, 38, 48
Buri, Von 1°, 187, 188 Clemente VII 3°, 56
Bustos Juan (ver también Grisolía-Bustos- Cobo del Rosal, Manuel 1°, 57; 3°, 39
Politoff) 1°, 60, 198, 207, 304, 310, Colll 0 , 44
312; 3°, 19, 395 Colombara López, Ciro 3°, 246
Comte, Auguste 1°, 50, 52
e Córdova Roda, Juan 1°, 55, 57
Cortina 1°, 43
Caméades 1°, 263 Cossio, Carlos 1°, 28, 98, 234
Campisi, Nicola 1°, 181 Costa Jr., Paulo José de 1°, 59
Cancino, Antonio José 1°, 59 Costa, Fausto F, 35
Carballa, Juan 1°, 59 Cousiño Mac Iver, Luis 1°, 60, 86, 97,
Carbonen Mateu, J. C. 3°, 39 103, 107, 114, 148, 155, 166, 184, 189,
Cárdenas, Raúl 1°, 59 200, 207, 233, 235, 237, 262, 263, 273,
Carlos V 1°, 38 304, 306, 311, 322; 2°, 71; 3°, 35; 4°,
Carmignani Giovani 1°, 50, 273; 2°, 145; 68, 133, 174, 175, 177
3°, 32, 56, 64, 65, 197; 4°, 132 Covarrubia, Diego 1°, 48, 56, 328
Camelutti, Francesco 1°, 132, 240; 2°, 230; Creus, Carlos 1°, 59
4°, 133 Cucumus 3°, 393
Camevale, Emmanuele 1°, 54 Cuello Calón, Eugenio F, 57, 164, 253,
Carpzov F, 38, 48 267, 306, 309; 2°, 11, 38; 3°, 9, 23, 39,
Carrancá y Trujillo, Raúl 1°, 59 50, 53, 63, 89, 96, 132, 154, 155, 162,
Carrara, Francesco 1°, 23, 33, 35, 50, 166, 182, 186, 212, 241, 242, 243, 252,
51, 114, 142, 161, 162, 163, 174, 176, 259, 290, 297, 302, 305, 318, 341, 388,
211, 235, 271, 273, 279, 291, 341; 2°, 396, 417, 439; 4°, 49, 56, 67, 156, 163,
53, 59, 60, 68, 78, 92, 110, 111, 112, 165, 166, 190, 207, 236, 254
147, 191; 3°, 9, 23, 32, 33, 39, 56, 58, Cury, Enrique 1°, 60, 82, 86, 114, 148,
59, 60, 61, 62, 64, 65, 66, 77, 80, 83, 155, 166, 169, 184, 189, 199, 206,
84, 89, 108, 147, 152, 159, 160, 166, 207, 233, 235, 237, 251, 260, 262,
167, 178, 186, 196, 197, 202, 240, 263, 269, 273, 276, 290, 292, 293,
243, 244, 256, 257, 259, 290, 294, 294, 296, 304, 310, 312, 313, 316,
296, 298, 300, 302, 308, 309, 312, 317, 319, 322, 328, 340, 342, 349,
316, 321, 322, 326, 327, 347, 353, 35~ 2°, 23, 28, 33, 34, 35, 36, 47, 55,
381, 393, 400, 401, 403, 404, 405, 57, 63, 67, 70, 71, 76, 80, 81, 85, 87,
406, 407, 424, 425, 226, 431, 438, 90, 93, 109, 111, 113, 122, 150, 187,
463, 477; 4°, 21, 23, 24, 29, 37, 38, 257, 259; 3°, 99, 344
~'~'~'~'~'~'~'~'~,n,
78, 79, 80, 87, 88, 97, 98, 132, 134, D
138, 164, 168, 169, 184, 186, 188
Carrió, Genaro 1°, 97 Damhouder 1°, 38
Carvallo, Manuel 1°, 46 Delitala, Giacomo 1°, 54, 273
Castro, Alfonso de 1°, 48, 56 Díaz Padrón, José A. 1°, 287
Catalina de Rusia 1°, 49 Diez Ripollés, José Luis 3°, 19, 43; 4°, 46
Cea Egaña, José Luis 3°, 151, 156, 246 Dohna, Alexander Graf zu 1°, 55, 230
Ceniceros, José Angell 0 , 59 Donnedieu de Vabres, Henri 1°, 56, 129
Cerezo Mir, José 1°, 55, 57 Dorado Montero, Pedro 1°, 33, 48, 57

358
INDICE ALFABETICO DE NOMBRES

Doria Furquim, Luiz 1°, 59 Fragoso, Heleno Claudio 1°, 59


Dotti, Rene Ariel 1°, 59 Franco Guzmán, Ricardo 1°, 59
Doyharcabal, Solange 1°, 46 Frank, Reinhard 1°, 55, 250, 272, 299,
Doyle, Arthur Conan 3°, 32 306; 2°, 65; 3°, 57, 154, 243, 399, 476;
Drapkin, Abraham 1°, 189, 194, 195, 196 4°, 133, 154, 169, 205, 254
Duguit, Leon 4°, 96 Freud, Sigmun 4°, 40
Freudenthal F, 272
E Frías Caballero, Jorge F, 58; 2°, 57
Frosali Raoul, Alberto 1°, 53
Echeverría, José 1°, 179 Fuensalida, Alejandro 1°, 59, 253, 309,
Engisch 1°, 55 342, 349; 2°, 23, 63, 183
Erazo, Eduardo 1°, 47
Estrada Véliz, Federico 1°, 59 G
Estrada, Federico (caso) 1°, 134
Etcheberry, Alfredo 2°, 115, 122, 302 Gajardo, Rubén 3°, 82
Etcheberry, Pedro 3°, 473 Gandarillas, José Antonio 1°, 47, 252, 255;
Evans de la Cuadra, Enrique 3°, 151, 156, 2°, 56, 125; 3°, 416, 473
247, 251, 266, 288 Gandino, Alberto de 1°, 38, 48
García Goyena 1o, 43
F García Ramírez, Sergio 1°, 59
García Reyes, Antonio 1°, 46
Fabres, José Clemente 1°, 47, 302, 321, Garcon 1o, 56
327; 2°, 22, 27, 31, 251, 260; 3°, 228, Garofalo, Raffaelle 1°, 53, 162; 2°, 147,
347,435,473 230
Farinacio, Próspero F, 38, 48 Garreaud 1°, 56
Febres Cordero, Héctor 1°, 59 Garrido Montt, Mario 1°, 60, 166, 184,
Fernández, Pedro Javier 1°, 59, 150, 187, 189, 200, 201, 206, 207, 233, 235, 237,
207, 279, 304, 309, 342, 349; 2°, 63; 3°, 244, 259, 261, 262, 263, 273, 276, 288,
109, 189; 4°, 14, 49, 63, 102, 111, 112, 290, 292, 296, 304, 307, 310, 312, 313,
140 317, 322, 340, 342, 346, 349; 3°, 11,
Fernando IV 1°, 49
13, 53, 57, 63, 64, 65, 67, 68, 76, 77,
Ferneck, Hold von 1°, 26 80, 81, 85, 87, 90, 107, 109, 114, 190;
Ferrer Sama, Antonio 1°, 57, 306, 309; 2°, 4°, 344
104; 4°, 125 Garrido, Luis 1°, 59
Ferri, Enrico 1°, 35, 53, 163; 2°, 147 Geib 3°, 393
Feuerbach, Anselm Von 1°, 32, 39, 49, 78; Gimbernat Ordeig, Enrique 1°, 57; 3°, 39
3°, 197, 240; 4°, 133 Gisbert Calabuig,]. A. 1°, 282
Fierro, Guillermo 1°, 58 Goldschmidt, James 1°, 55, 272, 343
Filangieri, Gaetano 1°, 50, 98; 2°, 147; 4°, Gómez, Antonio 1°, 48
132 Gómez, Eusebio 1°, 44, 52, 58; 3°, 99,
Finger 1°, 56 155, 167, 353, 402; 4°, 97
Finzi, Conrado 3°, 422 Gracia Martín, Luis 3°, 19, 40
Finzi, Marcelo]. 1°, 224 Gregario VII 1°, 37
Flisfisch, Claudio 1°, 207; 3°, 29 Griffin 4°, 46
Florián, Eugenio 1°, 53, 143, 163; 4°, 97 Grisolía, Francisco (v. también Grisolía-Bus-
Fontán Balestra, Carlos 1°, 58, 77, 160, tos-Politoft) 1°, 29, 59, 206, 207; 3°, 9,
164, 165, 221, 277, 330, 331; 2°, 12; 3°, 14, 29, 35,45, 53,64, 72, 74, 79,81,82,
167; 4°, 49, 57 86, 87, 89, 91, 93, 96, 97, 101, 110, 112,
Pontecilla Rafael 1°, 304; 2°, 116, 122; 3°, 116, 119, 131, 135, 144; 4°, 12
74; 4°, 177, 178, 208 Grispigni, Filippo 1°, 34, 52, 53, 165, 193,
Fox, Robin 4°, 40 232, 240, 242; 3°, 7

359
INDICE ALFABETICO DE NOMBRES

Grocio, Hugo 1°, 49, 129 Kase, Juan Carlos 3°, 29


Groizard y Gómez de la Serra, Alejandro Kaufmann, Armin 1°, 56, 199, 207
1°, 56; 3°, 155, 166, 182, 212, 242, 249, Kellog, Frank B. F, 131
253, 254, 297, 299, 303, 326, 387, 408, Kelsen, Hans F, 26, 28, 134; 4°, 96
412, 413, 417, 439, 440; 4°, 12, 15, 22, Kleinschord 1°, 34
35, 49, 78, 80, 106, 116, 155, 191, 207, Kling, Samuel L. 4°, 77
244 Kries, Von 1°, 136
Grollmann 1°, 32 Kronhausen, E. 4°, 83
Guillermo 11 1°, 129 Kronhausen, P. 4°, 91
Guzmán Vial, Manuel 3°, 43 Krylenko 1°, 77

H L
Hafter 1o, 56 Labatut, Gustavo F, 60, 114, 149, 165,
Hartmann, Nikolai 1°, 181 181, 189, 232, 267, 268, 273, 284, 290,
Haus 1°, 39, 56; 3°, 463 302, 306, 309, 310, 329, 342, 349; 2°,
Hegel 1°, 32 11, 20, 26, 29, 32, 33, 34, 36, 38, 40,
Hélie, Faustin (v. también Chaveau y Hé- 42, 43, 46, 55, 57, 63, 67, 70, 96, 103,
lie) 104, 107, 109, 111, 177, 183, 187, 225,
Henríquez, Enrique C. 1°, 287 247, 262; 3°, 9, 23, 35, 43, 44, 53, 66,
Hermosilla, Nurieldín 3°, 215 79, 89, 96, 99, 104, 109, 110, 125, 130,
Herrera, Berta (caso citado) 1°, 186 131, 133, 159, 165, 171, 182, 183, 184,
Hippel, Robert von 1°, 55, 190 186, 189, 258, 286, 287, 297, 300, 302,
Hobbes, Thomas 1°, 49 303, 305, 306, 307, 309, 319, 322, 332,
Hold von Feneck 1°, 26 339, 340, 341, 352, 353, 354, 355, 357,
Howard, ]ohn 1°, 39 359, 363, 365, 370, 372, 402, 414, 417,
Huerta Ferrer, Antonio 1°, 186, 187, 190, 426, 440, 449, 450, 464, 475; 4°, 33,
328, 329 35, 40, 47, 49, 63, 66, 67, 69, 75, 76,
Hungría, Nelson 1°, 45, 59 79, 81, 82, 100, 102, 108, 110, 112,
Hurtado, ]osé 1°, 59 113, 115, 124, 125, 133, 138, 140, 141,
148, 158, 163, 165, 171, 178, 187, 189,
190, 196, 198, 199, 201, 206, 211, 215,
Ibáñez, Adolfo 1°, 47; 3°, 93 217, 225, 229, 233, 239, 241, 243, 252,
Ihering, Rudolf von F, 232, 250 254, 264, 265, 271, 295, 325, 344
Impallomeni, Gianbattista 1o, 56 Labeón 1°, 48
Inocencia III 1°, 37 Lacassagne, Alexandre F, 56
Irarrázaval 3°, 78, 473 Laje Araya, Justo 1°, 58
Irureta Goyena, José 1°, 45, 59; 4°, 12, 18 Lamb, David 3°, 28
Lanza, 1°, 54
Lardizábal, Manuel de 1°, 56
J Lastarria, José Victorino 1°, 46
]escheck, Hans Heinrich 1°, 5, 56 Lawrence, David H. 4°, 90
Jiménez de Asúa, Luis 1°, 44, 45, 57, 97 León H., Avelino 3°, 302
José 11 1°, 39, 49 Leopoldo de Toscana 1o, 49
Joyce, James 4°, 90 Levene, Ricardo 1°, 59; 3°, 56, 57, 60, 65
Juan de Santo Tomás 1°, 181 Ley, Robert 1°, 130
Juan Sin Tierra 1°, 77 Lira, José Bernardo 1°, 194
Justiniano F, 98 Liszt, Franz von (v. también Liszt-Schmidt)
1°, 34, 55, 164, 181, 182, 189, 190,
K 201, 211, 23~ 231, 232, 255, 26~ 271,
Kant 1°, 32, 49, 249 279, 290, 291; 4°, 133

360
INDICE ALFABETICO DE NOMBRES

Liszt-Schrnidt 1°, 114, 201, 262; 3°, 9, 57, 4°, 13, 41, 56, 120, 133, 154, 169, 203,
118, 476 254, 261
Livingston, Edward 1°, 46 Mili, John Stuart 1°, 52, 188
Locke, John 1°, 49 Mir Puig 1°, 57, 198
Lombardi 4°, 133 Mittermaier 1°, 49; 4°, 133
Lombroso, Cesare 1°, 52 Molinario, Alfredo S. 1°, 97
Londoño, Hemardo F, 59 Mommsen, Theodor 1°, 24, 48; 3°, 196
Longhi 1°, 54 Montes, Jerónimo 1°, 57
Lucchini F, 51; 2°, 112 Moro, Aldo 1°, 29, 30
Lyra, Roberto 1°, 59 Munhoz Netto, Alcídes 1°, 59
Muñoz Conde, Francisco 1°, 28, 31, 57;
3°, 19, 91, 421; 4°, 345
M
Muyart de Vouglans 1°, 48
Mackay Barriga, Rafael 1°, 353
Magalhaes Noronha, Edgar 1°, 59 N
Maggiore, Giuseppe 1°, 54, 110, 112, 142,
161, 165, 174, 181, 193, 220, 221, 273, Napoleón 1 1°, 39
283, 291, 295; 2°, 64; 3°, 13, 39, 57, 89, Niese, Wemer 1°, 56
154, 166, 240, 243, 255, 269, 296, 297, Nino, Carlos 1°, 59
300, 394, 403, 404, 425; 4°, 45, 57, 77, Nogueira, Humberto 3°, 246
133, 155, 252 Novoa Aldunate, Eduardo 3°, 35
Maistre, Joseph de 1°, 32 Novoa Monreal, Eduardo 1°, 60, 97, 111,
Malinvemi, Alessandro 4°, 155 114, 138, 149, 156, 162, 166, 169, 181,
Malo Carnacho, Gustavo 1°, 59 182, 189, 194, 195, 232, 235, 240, 241,
Manzini, Vincenzo 1°, 54, 88, 99, 149, 244, 245, 253, 255, 257, 258, 265, 267,
174; 3°, 57 243, 297, 394, 404; 4°, 132 268, 269, 273, 279, 281, 282, 284, 290,
Marcelo 1°, 48 295, 305, 306, 309, 315, 319; 2°, 11,
Marsico, Alfredo de 1°, 53; 3° 57 15, 17, 23, 26, 27, 33, 34, 35, 55, 57,
Martínez, Lisandro 1°, 59 63, 64, 67, 70, 71, 84, 96, 100, 107,
Massari 1o, 54 109, 111, 150, 183, 187, 259; 3°, 24,
Maurach, Reinhardt 1°, 55, 165, 184, 253, 43, 44, 45, 51, 126
262, 273, 274, 275; 2°, 249; 4°, 133 Núñez, Ricardo C. 1°, 58, 272, 324, 330,
Mayer, Helmuth 1°, 55, 199, 200 331; 3°, 60, 63, 288, 290, 296, 297,
Mayer, Max Emst 1°, 26, 55, 165, 193, 322, 329, 335, 341, 350, 353
212, 230, 232, 238, 352 Núñez Toribio 1°, 56
Meade, Margaret 4°, 40 Nussbaum, Arthur 4°, 146
Mendel, Gregor 4°, 40 Nypels 1°, 56; 4°, 14
Méndez, Jorge 3°, 29
Méndez, José Agustín F, 45, 59
Mendoza, ]osé Rafael F, 59
o
Mendoza, María Antonieta 3°, 82 Oetker F, 255
Mera, Jorge 3°, 395, 411 Oldekop 1°, 38, 48
Merkel, Adolph 1°, 201, 231; 4°, 21, 133 Olesa Muñido, Francisco Felipe 3°, 83
Mezger, Edmund 1°, 30, 55, 85, 110, 112, Olshausen 4°, 120
142, 165, 184, 192, 212, 224, 230, 234, Orellana, Nemrod 1°, 225
240, 250, 253, 255, 262, 273, 278, 291, Ortiz Muñoz, Pedro 1°, 59, 165, 181, 189,
294, 295, 301, 324; 2°, 64, 65, 98, 100, 215, 232, 255, 257, 272, 278, 309; 4°,
113, 121; 3°, 9, 39, 60, 89, 91, 96, 142, 63, 64, 174, 175, 176, 177
154, 162, 197, 240, 243, 269, 290, 300, Ortiz Quiroga, Luis F, 324
301, 327, 392, 396, 397, 399, 431, 478;

361
INDICE ALFABETICO DE NOMBRES

p Recesvinto 1°, 42
Rengifo, Manuel 1°, 47, 311; 3°, 115, 123,
Pacheco, Joaquín Francisco 1°, 43, 47, 49, 197, 240, 292, 312; 4°, 74, 85, 102,
56, 88, 176, 187, 290, 304, 309, 329, 125, 201
344, 348; 2°, 17, 23, 26, 29, 39, 41, 42, Reta, Adela 1°, 59
44, 45, 46, 51, 54, 58, 62, 92, 120, 191, Reyes Echandía, Alfonso 1°, 59
192, 227; 3°, 18, 22, 44, 45, 49, 57, 58, Reyes, Alejandro 1°, 46; 2°, 23, 54; 3°, 78,
67, 72, 73, 78, 79, 81, 83, 89, 90, 108, 115, 348
115, 121, 123, 124, 131, 135, 166, 175, Río, Raimundo del1°, 59, 329; 2°, 259; 3°,
182, 212, 242, 318, 321, 326, 333, 387, 35, 44, 130, 303, 306, 319, 322; 4°, 61,
443, 444; 4°, 14, 26, 38, 47, 48, 53, 55, 63,65, 66, 79,148
59, 64, 66, 67, 112, 116, 155, 159, 160, Rivacoba, Manuel de 1°, 274, 276, 325,
183, 192, 207, 210, 213, 249, 256, 257 328, 353
Pannain 1o, 54 Roa, Armando 1°, 280; 3°, 24
Papiniano 1°, 100 Rocco, Arturo 1°, 54; 4°, 132
Paulo 1°, 48 Rodríguez Devesa, José María 1°, 57; 3°,
Pavón Vasconcelos, Francisco 1°, 59 39, 40
Peco, José 1°, 44, 58; 3°, 57; 4°, 61 Rodríguez Mourullo, Gonzalo 1°, 57, 207,
Pella, Vespasien F, 129 276; 3°, 19
Peña Cabrera, Raúll 0 , 59 Rodríguez Muñoz, José Arturo (véase tam-
Pereda, Julián 1°, 328 bién Antón y Rodríguez) 1°, 199, 327;
Pessina, Enrico 1°, 51, 52, 273; 2°, 147; 2°, 10
3°, 296, 393; 4°, 132 Roeder 1°, 33
Petrocelli, Biagio 1°, 29, 54, 232; 3°, 424 Rojas, Nerio 3°, 89
Pfeffer, Emilio 3°, 246 Romagnosi, Giandomenico 1°, 32, 50, 52,
Pica Urrutia, René 2°, 87 273
Politoff, Sergio (v. también Grisolía-Bus- Rornán, Sergio, 3°, 74
tos-PolitofD 1°, 60, 207, 221; 2°, 29; 3°, Romero Soto, Luis 1°, 59
72, 300, 305, 424, 426, 428, 430, 433 Romo Pizarro, Osvaldo 3°, 41, 43, 96
Porte-Petit, Celestino F, 59 Rosal, Juan del 1°, 57, 306, 327; 2°, 11,
Prieto Castro, L. 1°, 212 191
Primo de Rivera, Miguell 0 , 43 Rossi, Pellegrino 1°, 50, 98
Prins 1°, 56 Rousseau, Jean-Jacques 1°, 49
Puerto García, Hemán 3°, 99 Roxin, Claus 1°, 56, 198
Puffendorl,Sammuel 1°,49 Roy Freire, Luis 1°, 59
Puga Vial, Juan Esteban 3°, 386 Rudolph, Gilberto 1°, 207
Puig Peña, Federico 1°, 57; 3°, 303; 4°,
56, 57 S
Salas, Ramón 1°, 56
Q Saldaña, Quintiliano 1°, 43, 57
Queralt Jiménez, Joan Josep 3°, 40 Salvagno Campos, Carlos F, 59
Quezada, Franklin 3°, 74 Sánchez Tejerina 1°, 57
Quintano Ripollés, Antonio 1°, 43, 57, 174, Sauer, Wilhelm 1°, 55, 182, 298
Savigny, F. K., Von F, 176; 3°, 430
306, 309, ; 2°, 11, 19, 38, 64, 238, 245;
Scarano, Luigi 2°, 57, 60
3°, 39, 50, 99, 166, 388; 4°, 56, 133,
Schepeler Raveau, Manuel 3°, 35, 99
156, 163
Schepeler Vásquez, Enrique 3°, 74
Schmidt, Eberhard (v. también Liszt-
R
Schmidt) 1°, 55
Ramírez Boisson, Mario 3°, 139 Schonke 1°, 55; 3°, 154; 4°, 41, 120, 133,
Ranieri, Silvio 1°, 53, 191 169, 205, 254

362
INDICE ALFABETICO DE NOMBRES

Schwartzenberg, Juan de 1°, 38 Tomic, Esteban ¡o, 353


Schweitzer Speisky, Miguel 2°, 185; 4°, Torio López, Angel 3°, 42
63, 199, 241 Traeger 1°, 191
Silva Bascuñán, Alejandro 3°, 251
Silva, Pedro 1°, 47; 3°, 43 u
Silvela, Luis 1°, 57; 2°, 10
Soler, Sebastián 1°, 34, 45, 58, 77, 85, 97, Ulpiano 1°, 48
99, 101, 105, 109, 112, 114, 117, 142, Ure, Ernesto]. 4°, 56, 58, 59, 61, 90
149, 165, 174, 182, 187, 193, 212, 214, Uribe Arce, Armando 1°, 59, 326, 327
225, 232, 240, 241, 242, 245, 249, 250,
253, 255, 256, 261, 262, 263, 265, 266, V
267, 271, 278, 291, 295, 299, 319, 323, Valentiniano 111 1°, 100
324, 330, 331, 341, 352; 2°, 64, 78, 98, Vannini, Otorino 1°, 54
109, 111, 120, 229; 3°, 12, 39, 57, 60,
Varas Videla, Eduardo 3°, 74
61, 63, 66, 80, 84, 86, 88, 89, 96, 99,
Varas, Antonio ¡o, 46
10~ 10~ 11~ 11~ 130, 142, 152, 153,
Vargas Baeza, Alfredo 3° 24
154, 155, 159, 160, 161, 167, 178, 212,
Vela, Sergio 1°, 59 '
236, 251, 253, 256, 261, 265, 288, 290,
Vera, Robustiano 1°, 59
296, 297, 312, 347, 350, 353, 394, 396,
Verdugo Mario 3°, 246; 4°, 99
397, 400, 402, 403, 407, 408, 411, 413,
Viada y Villaseca, Salvador 1o 56· 3o
415, 431, 440, 443, 463, 469, 476, 477,
166, 242, 302, 387, 440; 4° i56 '2o/
478; 4°, 12, 13, 19, 21, 37, 49, 51, 54, 344 , , ,
58, 62, 69, 77, 78, 81, 82, 90, 97, 107,
Vianco, Jaime 3°, 296
117, 124, 133, 134, 141, 142, 146, 154,
Vitoria, Francisco de 1°, 133
155, 158, 161, 169, 189, 191, 194, 213,
Vives Antón, T. S. 3°, 39, 395
233, 248, 256
Vizmanos 1°, 43; 3°, 318
Soto Piñeiro, Miguel 3°, 424
Soto, Domingo de 1°, 49, 56
Soto, Eduardo 1°, 310 w
Spencer, Herbert 1°, 50, 57 Weber 1°, 301, 342
Spinoza 1°, 49 Wechsler, Herrnann 1°, 41
Stahl ¡o, 32 Welzel, Hans 1°, 55, 181, 184, 199, 201,
Stamrnler ¡o, 26, 230 234, 250, 253, 255, 262, 273, 274, 291,
Stopatto 1°, 51 292, 294; 2°, 64; 4°, 41, 133
Suárez Montes, Rodrigo Fabio 1°, 56, 57 Wertheirner 1°, 225
Suárez, Francisco ¡o, 49, 56 Westermarck 4°, 40
Wolff 1°, 49
T
Tarde, Gabriel 1°, 56 y
Tejedor 1°, 44 Yáñez Pérez, Sergio 2°, 87, 90; 3°, 82
Thomasius 1°, 49
Thon 1°, 26, 191
Thysen 1°, 189
z
Tiraqueau 1°, 48 Zafaroni, Eugenio Raúl 1°, 59
Tocornal, Manuel Antonio 1°, 46 Zanardelli 1°, 40, 45
Tomás de Aquino (Sto.) ¡o, 33, 48, 181, Zenteno Vargas, Julio 1°, 60
328; 2°, 147 Zitelrnan 1°, 26

363
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS*

A de publicidad 3°, 232


deshonestos 4°, 68
Abandono Accesoriedad
activo 2°, 66 máxima 2°, 80
de destino 4°, 231 mínima 2°, 80
de hogar 4°, 27 principio de 2°, 80
de niños 4°, 12 Acción
de personas desvalidas 4°, 17 civil en el proceso penal 2°, 242, 262
de servicio 4°, 325 concepto de P, 175
Abe"atio exclusión de la 1°, 208
delicti P, 341 lugar de la 1°, 207
ictus 1°, 341 tiempo de la 1o, 207
Abigeato 3°, 352 típica 1°, 215
Ablatio 3°, 296 Acción penal
Aborto prescripción de la 2°, 257
culposo 3°, 98 Acechanza 3°, 60
definición 3°, 88 Actiones liberae in causa 1°, 288
honoris causa 3°, 103 Actos
justificado 3°, 105 administrativos 1°, 88
límite con homicidio e infanticidio 3°, de ejecución 2°, 52, 57
38 durante el sueño 1°, 177, 286
preterintencional 3°, 98, 109 preparatorios 2°, 52, 53
seguido de muerte 3°, 109 reflejos 1°, 177
terapéutico 3°, 105 Acumulación
Absorción 2°, 117 aritmética 2°, 117
Abus de confiance 3°, 391 jurídica 2°, 117
Abuso Acusación calumniosa 4°, 197
de autoridad 4°, 223 Adecuación típica 1°, 215
de confianza 2°, 30; 3°, 423 Administración
de firma en blanco 3°, 438 de justicia 4°, 184
de fuerza, sexo o armas 2°, 37 fraudulenta 3°, 435
Abusos pública 4°, 203
contra particulares 4°, 233 Adopción 2°, 47

• Los números con cerillos indican el tomo y los demás, puestos a continuación, la página.

365
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

e incesto 4°, 42 rem sibi habendi 3°, 296, 425


plena 2°, 47, 48; 3°, 71; 4°, 42 retorquendi 3°, 168
y parentesco 2°, 47 Anticipación de funciones públicas 4°, 210
y parricidio 3°, 69 Antijuridicidad 1°, 229
Aeronaves 1°, 121, 122 ausencia de 1°, 238
secuestro de 4°, 331 esencia de la 1°, 233
Agente provocador 2°, 98 conciencia de la 1°, 307
Agravantes (v. también Circunstancias y tipicidad 1°, 212
agravantes) Apariencias falsas 3°, 408
especiales de las lesiones 3°, 125 Apartheid 1°, 73
especiales de hurto y robo 3°, 364 Aplicación de la ley penal
Agresión ilegítima JO, 253 a las personas 1°, 15
Alcahuetería 4°, 77 en el espacio 1o, 117
Alevosía 2°, 43 en el tiempo 1°, 141
en el homicidio 3°, 59 Aplicación de las penas 2°, 170
y premeditación 3°, 61 de tormento 3°, 219
Allanamiento irregular 3°, 262 Apología del delito 2°, 193
Alteración Apremio ilegítimo 1°, 66; 2°, 134
institucional 4°, 122 Apropiación
o destrucción de deslindes 3°, 373 de pelos y plumas 3°, 355
Alternatividad 2°, 122 de aguas 3°, 375
Alzamiento 4°, 117 indebida 3°, 424
cooperación al4°, 126 Aprovechamiento 2°, 102
de bienes 3°, 386 Ardid 3°, 407
Amenaza 2°, 19 Arma 2°, 39
Amenazas de atentado 4°, 319 Armas 3°, 363; 4°, 125
Amnistía 2°, 248 Arrebatamiento 3°, 345
Amotio 3°, 296 Arrebato y obcecación 2°, 21
Analogía 1°, 115 Arrepentimiento 2°, 263; 3°, 358
en el Common Law JO, 115 activo 2°, 66
en el nacionalsocialismo 1°, 116 eficaz 2°, 65, 66, 262
en la Unión Soviética 1°, 115, 116 Arrogación de atribuciones 4°, 223
in bonam partem l 0 , 113, 114 Asentimiento en el dolo 1°, 291
juris JO, 112 Asesinato 3°, 59
legis 1°, 112 Asistencia a programas de prevención 2°,
Animos 169, 223
de enriquecimiento 3°, 402 Asociación ilícita 4°, 316
de lucro 3°, 305 Asociaciones ilícitas 4°, 316
en el dolo JO, 296 Asperación 2°, 117
Animus Assassinat 3°, 55
consulendi 3°, 168 Astucia, fraude o disfraz 2°, 36
corrtgendi 3°, 168 Atavismo 1°, 53
criticandi 3°, 168 Atentado político 4°, 129
defendendi 3°, 168 Atentados 4°, 262
diffamandi 3°, 166 contra las formalidades del matrimonio
injuriandi 3°, 165 4°, 35
jocandi 3°, 168 Atenuantes (v. Circunstancias atenuantes)
narrandi 3°, 168 Aumento de males 2°, 44
necandi 3°, 44 Ausencia de interés (principio de la) 1°,
nocendi 3°, 166 240

366
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

Autolesiones 3°, 113 Castración 3°, 121


Autonomía de vida 3°, 34 Caución 2°, 140, 141, 167, 221
Autores 2°, 94 Caudillos 2°, 99
cooperadores 2°, 94 Causa insuperable F, 209
ejecutores 2°, 88 Causalidad
indirectos 2°, 90 en general 1°, 188 y ss.
inductores 2°, 91 en la omisión 1°, 201
instigadores 2°, 91 Causas personales de exclusión de la pena
mediatos 2°, 97 2°, 11
morales 2°, 91 Celda solitaria 2°, 139, 153, 221
Autoría 2°, 85 Celebración de matrimonios ilegales 4°, 29
presunción de (en robo y hurto) 3°, Celo de la justicia 2°, 21
359 Centros de reinserción social 2°, 203
Autoridad sanitaria 2°, 231 Certificados, falsificación de 4°, 181
Auxilio Chantaje 4°, 319
al suicidio 3°, 82 Charlatanismo 4°, 285
de gente armada 2°, 38 Cheque 3°, 448
giro fraudulento de 3°, 448
B pago del 3°, 451
Circunstancia atenuante o agravante 2°,
Bandidaje 4°, 128 75
Baratería del capitán 3°, 438 Circunstancias agravantes (véase además
Beneficio de reses 3°, 354 por cada una de ellas) 2°, 28
Bestialidad 4°, 75 en la determinación de la pena 2°,
Betrng 3°, 391 179
Bienes materiales 2°, 35
disponibles 1°, 240 mixtas 2°, 43
jurídicos 1°, 28; 3°, 8 personales 2°, 28
nacionales de uso público 3°, 301, 318 Circunstancias atenuantes (v. también por
no disponibles F, 240 cada una de ellas) 2°, 15
Bigamia 4°, 29 calificadas 2°, 183
Billetes, falsificación de 4°, 144 en la determinación de la pena 2°,
Bonos, falsificación de 4°, 144 179
Bosques, incendio de 3°, 466, 472 entidad de las 2°, 183
Buenas costumbres 4°, 73 específicas 2°, 189
genéricas 2°, 189
e Clasicismo penal 1°, 50
Cabecillas 2°, 99 Clausura de establecimiento comercial 2°,
Cadáveres 3°, 27 164
disposición de 4°, 295 Coacción 1°, 331, 345
Calurnnia(s) 3°, 174 Coacciones 3°, 240
causada en juicio 3°, 185 Código Penal de Chile 1°, 47
e injurias recíprocas 3°, 183 antecedentes 1o, 46
en periódicos extranjeros 3°, 186 Cogitationes poenam nema patitur 1o, 22
encubierta 3°, 181 Cohecho 4°, 252
Cancelación de la carta de nacionaliza- Comienzo de ejecución 2°, 58
ción 2°, 164 Comisión redactora del Código Penal 1°,
Carácter público del culpable 2°, 29 46
Case law l 0 , 41 Comiso 2°, 167, 220; 4°, 308
Caso fortuito 1°, 329 Commonlaw F, 41, 115

367
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

Compensación Corso 3°, 348; 4°, 111


de atenuantes y agravantes 2°, 184 Cosa
de culpas F, 323 ajena 3°, 300
de injurias y calumnias 3°, 183 mueble 3°, 299
Cómplices 2°, 99 Cosas
Complot 2°, 56; 4°, 128 consumibles 3°, 427
Comunicabilidad, principio de 2°, 81 fungibles 3°, 427
en el parricidio 3°, 73 inmuebles 3°, 299, 367
Conato 2°, 52 muebles 3°, 299, 367
Concepción no consumibles 3°, 427
causalista de la acción 1°, 181 no fungibles 3°, 427
finalista de la acción 1°, 175 Costas 2°, 243
normativa de la culpabilidad 1°, 271 Costumbre jurídica F, 87
psicológica de la culpabilidad 1°, 271 Crimen
Concierto 2°, 89 majestatis 4°, 96
Concurso vis 3°, 240
aparente de leyes 2°, 122 Crímenes de guerra 1°, 129
de calificantes en el homicidio 3°, 53 Criminal nato 1°, 52
de calificantes en el hurto o robo 3°, Cuadrilla 3°, 480
363 Cuasidelitos 4°, 343
del deudor 3°, 387 con infracción reglamentaria 4°, 345
formal de delitos 2°, 118 de los facultativos 4°, 344
ideal de delitos 2°, 118 Cuidado personal del menor 2°, 232
material de delitos 2°, 115 Culpa 1°, 298, 312
real de delitos 2°, 115 con representación 1°, 317
Concusión 4°, 250 consciente 1°, 317
Condena condicional 2°, 200 defmición 1°, 314
Condenas irregulares 3°, 221 elementos de la 1°, 314
Condiciones objetivas de punibilidad 2°, formas de la 1°, 318
12 inconsciente F, 317
en el auxilio al suicidio 3°, 87 penalidad de la 1°, 321
Conducción en estado de ebriedad 4°, sin representación 1o, 317
328 Culpabilidad
Confiscamiento 2°, 157 definición 1°, 271
Confiscaciones 1°, 69; 2°, 134; 3°, 279 en general 1°, 270
Conmutación 2°, 251 concepción normativa 1°, 271
Consentimiento en el dolo 1°, 291 concepción psicológica 1°, 271
Consentimiento del interesado 1°, 240 Cumplimiento
en el homicidio 3°, 41 de la condena 2°, 247
Conspiración 2°, 56; 4°, 128 de un deber 1°, 243
desistimiento en la 2°, 56, 57 Curandurismo 4°, 285
Construcción jurídica 1°, 25
D
Consunción, principio de 2°, 124
Contrabando 3°, 445 Daños 3°, 478
Contratos simulados 3°, 390, 442 agravados 3°, 479
Contractatio 3°, 296 falta 3°, 482
Convergencia, principio de 2°, 77 simples 3°, 479
Cooperación al alzamiento 4°, 126 Deber de diligencia 1°, 315
Cooperación eficaz 4°, 313 Deber de obrar 1°, 205
Corrupción de menores 4°, 80 Decretos con fuerza de ley 1°, 79, 80

368
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

Decretos leyes 1°, 79, 81 contra la libertad 3°, 193, 201


Defensa contra la libertad sexual 4°, 45
privilegiada 1°, 258 contra la propiedad 3°, 278, 287
putativa 1°, 253 contra la salud animal y vegetal 4°, 293
Defensas mecánicas predispuestas 1°, 261 contra la salud individual 3°, 112, 138
Delación 2°, 262 contra la salud pública 4°, 282
Delinquimiento durante una condena 2°, contra la seguridad exterior 4°, 99
31, 222 contra la seguridad interior 4°, 117
Delito (v. también por la denominación contra la soberanía 4°, 114
de cada uno) contra la vida 3°, 21, 138
agotado 2°, 68 contra las buenas costumbres 4°, 73
como ente jurídico 1°, 161 contra las personas 3°, 17
consumado 2°, 67 contra principios de derecho interna-
continuado 2°, 110 cional 4°, 110
defmiciones P, 159 y ss., 166 culposos (v. cuasidelitos) 4°, 343
etapas de desarrollo 2°, 53 de comisión 1°, 185
frustrado 2°, 65 de comisión por omisión 1°, 185
habitual 2°, 111 de expresión 1°, 226
imposible 2°, 67 de falsedad 4°, 131
instantáneo, P, 226 de intención P, 226
lugar del 2°, 71 de lesión 1°, 227
mal del 2°, 191 de la Ley General de Bancos 3°, 452
natural P, 162 de la Ley sobre Almacenes Generales
permanente 1°, 226 de Depósito 3°, 457
político 1°, 226; 4°, 95 de los empleados públicos 4°, 203
putativo 2°, 68 de los proveedores 4°, 275
tiempo del 2°, 69 de mera actividad 1°, 185, 227
Delito-tipo 1°, 212 de omisión simple 1°, 185, 200, 227
Delitos (v. también "delito") de peligro 1°, 227
aduaneros 3°, 445 de peligro abstracto 1°, 227
calificados por el resultado 1°, 227, 326 de peligro común 4°, 314
castrenses P, 137 de peligro concreto P, 227
clasificación de los 3°, 8 de posición 1°, 227
complejos 2°, 110 de propia actividad 1°, 227
con pluralidad de actos 2°, 110 de propia mano 2°, 98
con pluralidad de hipótesis 1°, 224 de tendencia 1°, 226
con singularidad de hipótesis 1°, 224 de una sola acción 1°, 224
contra el estado civil 4°, 21 de violencia en espectáculos deporti-
contra el honor 3°, 151 vos 4°, 336
contra el orden de las familias y la económicos 4°, 275
moralidad pública 4°, 9 electorales 3°, 281
contra el orden público 4°, 274 formales 1°, 185
contra el orden y la seguridad públi- habituales 1°, 224
cos 4°, 261 materiales 1°, 185
contra intereses individuales 3°, 8 naturales 3°, 9
contra intereses sociales 3°, 8; 4°, 93 pluralidad de 2°, 109
contra la economía pública 4°, 275 políticos conexos 1°, 226
contra la fe pública 4°, 131 políticos puros 1°, 226
contra la integridad corporal 3°, 112, políticos relativos 1°, 226
138 preterintencionales 1°, 227, 324

369
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

relativos a inhumaciones y exhuma- romano 1°, 36


ciones 4°, 294 sustantivo 1o, 19
relativos a la industria, el comercio y Desacato 4°, 262
las subastas públicas 4°, 278 Descarrilamiento 4°, 324
relativos a las armas prohibidas 4°, 314 Desfalco 4°, 243
relativos a las telecomunicaciones 4°, Desempeño en estado de ebriedad 4°, 328
274 Desistimiento
relativos a los ferrocarriles y a la aero- de la querella 2°, 254
navegación 4°, 323 en el delito frustrado 2°, 60
relativos a los telégrafos y conducto- en la conspiración 2°, 262
res de correspondencia 4°, 272 en la proposición 2°, 262
relativos a loterías, casas de juego y en la rebelión 4°, 123
préstamos sobre prendas 4°, 276 en la tentativa 2°, 63
relativos a sustancias estupefacientes Desobediencia 4°, 230
4°, 297 Desórdenes Públicos 4°, 270
relativos al ejercicio de la medicina 4°, Despoblado 2°, 40
283 Desprecio
simples, calificados y privilegiados 1°, de la autoridad 2°, 40
223 del ofendido 2°, 42
sobre prenda agraria 3°, 448 Destierro 2°, 156
sobre prenda industrial 3°, 448 Destrucción
sociales 3°, 9 de cosa embargada 3°, 440
unidad de 2°, 109 de deslindes 3°, 373
Denegación de auxilio 4°, 231 de documentos 3°, 443
Denuesto por no batirse 3°, 144 Desviación de fondos públicos 4°, 244
Denuncia Detenciones irregulares 3°, 215
calumniosa 4°, 197 Determinación de las penas 2°, 170
y confesión 2°, 26 Difamación 3°, 245
Dependencias 3°, 322 Difunto, injuria a los 3°, 157
Depositario alzado 3°, 446 Difusión de pornografía 4°, 88
Derecho libre 1°, 110 Discernimiento 1°, 290
Derecho Penal Disposición de cadáveres 4°, 295
adjetivo 1°, 21 Distracción indebida 3°, 425
administrativo 1°, 21, 93 Docimasias 3°, 76
canónico 1°, 36 Doctrina como fuente del derecho penal
características 1o, 89 1°, 88
chileno 1°, 45 Documento(s) 4°, 154
ciencia del 1°, 48 falsedad en 4°, 154
común 1°, 21, 93 infidelidad en la custodia de 4°, 224
de policía P, 22 oficial 4°, 160
definición 1°, 21 privado 4°, 161
denominación 1°, 21 público 4°, 157
disciplinario P, 21, 93 Dogmática jurídico-penal 1°, 24
ejecutivo 1°, 21 Dolo 1°, 290
financiero 1°, 22 de peligro 1°, 328; 2°, 64
germánico 1o, 36 directo 1°, 297, 301
historia del 1o, 36 , en el homicidio 3°, 43
intermedio 1°, 37 en el Código Penal 1°, 302 y ss.
internacionall 0 , 129 en la tentativa 2°, 64
moderno 1°, 37 específico 1°, 301

370
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

eventual 1°, 297, 301 Enemigo 4°, 110


eventual en la ley chilena P, 304 Enfermedades, propagación de 4°, 291, 293
genérico 1°, 301 Engaño 3°, 406
indirecto 1°, 297 en el estupro 4°, 66
presunción de 1°, 308 en la estafa 3°, 406
Dolus generalis 1o, 301, 342 Ensañamiento zo, 44
Dolus indirectus 1°, 328 en el homicidio 3°, 67
Doncellez 4°, 54 Entrega de un menor a terceros 4°, 28
Duelo 3°, 139 Entregas fraudulentas 3°, 410
apadrinar un 3°, 143 Envenenamiento 3°, 66
denuesto por no batirse a 3°, 144 Epígrafes de títulos y párrafos 3°, 12
incitación a provocar o a aceptar un Epilepsia larvada 1°, 53
3°, 143 Error
irregular 3°, 141 accidental 1°, 333
provocación a 3°, 143 de acto 1°, 341
regular 3°, 140
de derecho 1°, 333
de hecho 1°, 333
E
de prohibición 1°, 333
Ebriedad 1°, 286 de tipo 1°, 333
conducción en estado de 4°, 328 en los fraudes 3°, 306
Efracción 3°, 325 esencial 1°, 333
Ejecución de las penas zo, 193 evitable 1°, 336
Ejercicio in objeto 1°, 335, 342
ilegal de profesión 4°, 200 in persona P, 336, 342
legítimo de un derecho 1°, 244 inculpable 1°, 334
legítimo de un oficio o profesión 1°, Escalas graduales 2°, 172
247 Escalamiento zo, 42; 3°, 323, 330
legítimo de una autoridad o cargo P, Escándalo 4°, 87
247 Escroquerie 3°, 391
Elementos Escuela
normativos del tipo P, 221, 237 Clásica 1o, 50
subjetivos del injusto 1°, 236
de la Política Criminal P, 55
subjetivos del tipo 1°, 221
Embarazos a los trabajos públicos 4°, 271 Positivista 1°, 52
Espacio aéreo 1°, 119
Embezzlement 3°, 391
Embriaguez 1o, 286 Especialidad
en el servicio 4°, 325 en el concurso aparente 2°, 123
Emissio seminis 4°, 64 en la extradición 1°, 139
Empleado público 4°, 204 Espionaje 4°, 107
Enajenación de cosas compradas a plazo por cooperación 4°, 109
3°, 447 por encubrimiento 4°, 109
Encubridores (v. Encubrimiento) zo, 101 por intromisión 4°, 108
Encubrimiento 2°, 101 por revelación 4°, 108
de parientes 2°, 107 Espontánea confesión 2°, 27
por aprovechamiento 2°, 102 Estado civil 4°, 21
por favorecimiento personal habitual supresión de 4°, 24
2°, 106 usurpación de 4°, 25
por favorecimiento personal ocasional Estado de necesidad 1°, 261
2°, 104 definición 1°, 261
por favorecimiento real 2°, 103 subsidiaridad del 1°, 268
por receptación 2°, 102 y reparación civil P, 269

371
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

Estado peligroso 1°, 330 de documentos mercantiles 4°, 178


Éstafa 3°, 406 de documentos oficiales 4°, 160
y falsificación 4°, 176 de documentos privados 4°, 173
Estragos 3°, 475 de documentos públicos 4°, 162
Estupefacientes 4°, 297 de mensajes facsímiles 4°, 172 .
Estupro 4°, 64 de moneda 4°, 137
Etapas de desarrollo del delito 2°, 51 de obligaciones 4°, 147
Estímulos poderosos 2°, 21 de partes telegráficos 4°, 162, 171
Eutanasia 3°, 41 de pasaportes 4°, 179
Evasión de detenidos 4°, 267 de portes de armas 4°, 179
Exceptío veritatis 3°, 164 de signos de autentificación 4°, 137
Exacciones ilegales 3°, 279; 4°, 246, 250 148
Excusa legal absolutoria 3°, 291 de títulos-valores 4°, 137, 143
Excusas legales absolutorias 2°, 10 y estafa 4°, 176
Exégesis, Escuela de la 1°, 100 Falso testimonio 4°, 185
Eximentes incompletas 2°, 15 Falta
Expedientes, hurto o robo de 3°, 356 de grados superiores o inferiores 2°,
Exposición de niños 4°, 14 172
Expulsión del país 2°, 158 de provocación P, 257
Exterioridad, principio de 2°, 76 de salud mental P, 280
Extinción de tipicidad 1°, 228
de la personalidad jurídica 2°, 164 Faltas 4°, 346
de la responsabilidad penal 2°, 245 Famulato 3°, 308
Extorsión 3°, 348 Favorecimiento
Extradición P, 134 y ss. de prostitución 4°, 77
Extraneus 4°, 207 personal habitual 2°, 106
Extrañamiento 2°, 158 personal ocasional 2°, 104
Extraños copartícipes 4°, 207 real 2°, 103
Fe pública 4°, 132
F Fellatio in ore 4°, 56
Fabricación de instrumentos para robar Fertilización asistida 3°, 94
Feticidio 3°, 89
3°, 333
Facultades económicas del culpable 2°, Fianza de custodia y tratamiento 2°, 231
Figura(s)
190
Fa/se pretences 3°, 391 calificadas 1°, 223
Falsedad complejas 1°, 224
con pluralidad de hipótesis 1°, 224
documental4°, 154
con singularidad de hipótesis 1°, 224
ideológica 4°, 161
de habitualidad 1°, 224
material 4°, 161
personal 4°, 181 de una sola acción 1°, 224
por forjamiento 4°, 165, 169 delictiva 1°, 214
elementos normativos de la 1°, 221
por ocultación 4°, 167
elementos subjetivos de la P, 221
por uso 4°, 170, 179
estructura de las 1°, 217
transcriptiva 4°, 164
mixtas acumulativas 1°, 225
Falsificación
mixtas alternativas 1°, 228
de acciones 4°, 147
privilegiada 1°, 223
de billetes 4°, 144
de bonos 4°, 144 simples 1°, 223
de certificados 4°, 179, 181 Filouterie d'auberge 3°, 398
de cupones 4°, 144, 147 Finalismo P, 179

372
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

Forado 3°, 325 en tratamiento médico-quirúrgico 3°,


Formalidades del matrimonio, atentado 40
contra las 4°, 35 indirecto 3°, 32
Fractura 2°, 42; 3°, 325, 330 por imprudencia 3°, 46
Fraudes por medios morales 3°, 29
aduanero 3°, 445 por medios psíquicos 3°, 29
en contratos aleatorios 3°, 415 por omisión 3°, 30
en el juego 3°, 417 por piedad 3°, 41
impropios 3°, 440 por premio o promesa 3°, 62
por abuso de confianza 3°, 423 por veneno 3°, 64
por engaño 3°, 391 premeditado 3°, 55
relativos a las quiebras 3°, 378 preterintencional 3°, 48
Fraudes al Estado 4°, 246 proditorio 3°, 59
Fuego 3°, 462 simple 3°, 22
Fuerza en la violación 4°, 58 tipo del 3°, 24
Fuerza irresistible 1°, 208, 348 Homosexualidad 4°, 75
Funcionarios públicos (v. empleados pú- Honestidad 4°, 54
blicos) 4°, 204 Humanitarismo 1°, 38, 48
Fundamentos internacionales del Derecho Hurto 3°, 294
Penall 0 , 71 agravado 3°, 308
con falsedad 3°, 435
G de energía eléctrica 3°, 314
de expedientes 3°, 356
Ganado 3°, 352 de hallazgo 3°, 311
Ganzúa 3°, 326 de posesión 3°, 441
Genocidio 1°, 73 de uso 3°, 306
Glosadores P, 38, 48 de vehículos 3°, 355
Grado de desarrollo del delito 2°, 175 doméstico 3°, 308
Guerra civil 4°, 118 famélico 1°, 268
Guet apens 3°, 55 reincidencia de 3°, 361
reiteración de 3°, 361
H simple 3°, 307
Habitualidad 4°, 79
Hallazgo de especies animales 3°, 354
Hechos Ignominia 2°, 37
de las personas jurídicas 1°, 76 Igualdad ante la ley penal 1°, 91
de los animales y de las cosas 1°, 175 excepciones a la 1°, 151
involuntarios 1°, 177 Iluminismo 1°, 38, 48
Hipnotismo 1°, 286 Ilustración 1°, 38
Historia de la ley 1°, 105 Illatio 3°, 296
Hogar, abandono de 4°, 27 Impedimentos 4°, 32
Homicidio 3°, 21 dirimentes 4°, 32
a traición 3°, 59 dispensables 4°, 33
alevoso 3°, 59 impedientes 4°, 32
calificado 3°, 52 violación de 4°, 32
culpa en el 3°, 46 Impedir las ulteriores consecuencias per-
deportivo 3°, 41 niciosas del delito 2°, 24
dolo en el 3°, 43 Imperatividad de la norma P, 27
en general 3°, 21 Impericia P, 319
en riña o pelea 3°, 79 Imputabilidad 1°, 278

373
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

disminuida 2°, 17 oblicua 3°, 160


Imputación objetiva 1°, 197 por omisión 3°, 159
Incendio 3°, 461 recíprocas 3°, 183
agrícola 3°, 466 simbólica 3°, 160
calificado 3°, 468 y animus injuriandi 3°, 168
calificado por el resultado 3°, 468 y desacato 3°, 158
de bosques 3°, 466, 472 Inobservancia de reglamentos 1°, 320
iter criminis en el 3°, 472 Insolvencia punible 3°, 388
presunciones en el 3°, 473 Instigación 2°, 91
privilegiado 3°, 470 Institución jurídica 1°, 25
Incesto 4°, 38 Integridad
y legitimación adoptiva 4°, 42 corporal 3°, 112, 138
y adopción plena 4°, 42 probatoria 4°, 133.
Invitación a provocar o aceptar un duelo Intención
3°, 145 fraudulenta de la víctima 4°, 405
Incomunicación 2°, 139, 140, 153, 221 indirecta 1°, 328
Inculpabilidad 1°, 330 Intention de nuire 3°, 166
Individuo 3°, 34 Interdicción de guarda 2°, 164
Indisciplina 4°, 128 Interés
Inducción 2°, 91 jurídico 1°, 29
a abandono de hogar 4°, 27 no comprometido 1°, 240
Indulto 2°, 251 preponderante F, 242, 249
Inervación 1°, 182, Internación
Infanticidio 3°, 74 en Centro de Reeducación de Alcohó-
límite con el aborto 3°, 58 licos 2°, 233
plazo en el 3°, 76 en establecimiento de educación 2°,
Infidelidad en la custodia de documentos 232
4°, 224 en establecimientos para enfermos
Información privilegiada mentales 2°, 231
uso de 4°, 279 Interpretación de la ley penal 1°, 97
revelación de 4°, 279 analógica 1°, 113
Inhabilidad para conducir vehículos 2°, auténtica 1°, 101
163 doctrinal 1°, 101, 102
Inhabilitación 2°, 160 extensiva 1o, 109
Inimputabilidad 1o, 278 judiciall 0 , 101, 102
Injuria(s) 3°, 154 principios lógicos y valorativos de 1°,
a los difuntos 3°, 157 107
a las personas jurídicas 3°, 154 progresiva 1°, 110
causada en juicio 3°, 185 reglas legales de 1°, 102
contumeliosa 3°, 153, 162 restrictiva 1°, 110
difamatoria 3°, 153, 162 Interrupción de servicio 4°, 326
directa 3°, 160 Interrupción de la prescripción 2°, 258
en periódicos extranjeros 3°, 186 Intervalos lúcidos 1°, 282
encubierta 3°, 160, 181 Intimidación 3°, 335; 4°, 58
grave 3°, 170 Intoxicaciones F, 286
indirecta 3°, 160 Introducción engañosa 3°, 329
larvada 3°, 160 Intromisión en un sistema informático 3°,
leve 3°, 173 270
liviana 3°, 173 Invento, violación del secreto del 3°, 280
manifiesta 3°, 160 Inviolabilidad parlamentaria 1°, 153

374
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

Irreprochable conducta anterior 2°, 23 deportivas 1°, 246


lrretroactividad de la ley penal 1°, 68, 76, elementos del delito 3°, 112
90, 141 en riña o pelea 3°, 137
absoluta 1°, 142 gravísimas 3°, 129
relativa 1°, 142 leves 3°, 136
!ter criminis 2°, 53 médico-quirúrgicas 3°, 119
en el incendio 3°, 472 menos graves 3°, 128
en la falsificación de moneda 4°, 143 seguidas de muerte 3°, 127
en la sublevación 4°, 124 simplemente graves 3°, 133
en la violación 4°, 62 Lethalitas vulneris 1°, 186
en robo y hurto 3°, 357 Ley penal (v. también leyes penales) F,
en tráfico de estupefacientes 4°, 311 186
aplicación de la 1°, 117, 141, 151
J bases constitucionales de la 1°, 65
caracteres de la 1o, 89
Jefes de Estado extranjeros 1°, 151 constitucionalidad de la 1°, 95
Jefes principales 2°, 99 contenido de la 1°, 91
Juramento 4°, 194 extensión de la 1°, 93
Jurisprudencia como fuente del derecho extranjera 1°, 127
penall 0 , 88 formas de la 1°, 89
]us puniendi 1°, 30 fuentes de la 1°, 65
Jusnaturalismo 1°, 48 fuentes del derecho penall 78
0
,
Justicia penal internacionall 0 , 129, 133 internacional 1°, 132
Justicia por propia mano F, 245 interpretación de la 1°, 97
Justificantes putativas 1°, 253, 265, 338 más favorable 1°, 144
posterior 1°, 143
K validez de la 1°, 89, 94
Kein Verbrechen ohne Tatbestand 1°, 213 vigencia de la 1o, 148
y norma jurídica 1°, 25, 229
L
Leyes
finales 1°, 93
Legítima defensa 1°, 249 mixtas acumulativas 1°, 25
ánimo de 1°, 250 mixtas alternativas 1°, 228
bienes defendibles 1°, 255 permisivas F, 93
de extraños 1°, 258 Leyes penales (v. también Ley Penal)
de parientes 1°, 257 declarativas 1°, 92
de terceros 1°, 258 delegadas 1°, 79
del cónyuge 1°, 257 en blanco 1°, 69, 83
defmición 1°, 249 especiales 1°, 94
privilegiada 1°, 258 explicativas F, 92
propia 1°, 252 fundamentativas 1°, 92
Legitimación adoptiva 2°, 47; 3°, 70 impropias 1°, 79
e incesto 4°, 42 intermedias 1°, 147
y parentesco 2°, 47 preceptivas 1°, 92
y parricidio 3°, 70 propias 1o, 79
Lenocinio 4°, 78 temporales 1°, 148
Lesbianismo 4°, 75 Libertad
Lesiones 3°, 112 condicional 2°, 212
agravadas 3°, 135 en el dolo 1°, 299
causadas en el deporte 3°, 119 ocasional o temporal 2°, 212

375
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

vigilada zo, 204, 232 en la estafa 3°, 393, 395, 407


y determinismo 1°, 299 en la pena de muerte F, 148
Loco o demente 1o, 280 Monstrum 3°, 33
Locura moral 1°, 53 Monstruos 3°, 33
Locura o demencia JO, 280 Moralidad pública 4°, 10
posterior al delito 2°, 194, 195 Mord 3°, 52
Lugar Motín 4°, 121
del delito 1°, 207 Motivación y dolo 1°, 300
destinado a la habitación 3°, 318 Móviles bajos o viles 3°, 58
destinado a un culto zo, 41 Muerte 3°, 24
habitado 3°, 318 cerebral 3°, 25
no destinado a la habitación 3°, 318 del reo zo, 246
no habitado 3°, 318 pena de 1°, 66; 2°, 145, 197
no solitario 4°, 16 piadosa 3°, 41
solitario 4°, 14 Multa 2°, 165
Llave falsa 3°, 325, 331 Murder 3°, 57
Mutilaciones 3°, 119, 123
M
Mal producido por el delito zo, 190 N
Malhechores 3°, 365, 480 Naves 1°, 121
Matice aforetbougbt 3°, 55 Necesidad racional del medio empleado
Malicia 1°, 302 y ss. 1°, 254
Malversación de caudales públicos 4°, 236 Negociaciones incompatibles 4°, 248
Manceba 2°, 156 Negotium turpe 3°, 404
Manslaugbter 3°, 55 Negligencia 1°, 319
Maquinación 3°, 407 Neurosis 1°, 281
Mar y plataforma submarina 1°, 118 Niño 4°, 15, 16
Matrimonio No exigibilidad de otra conducta 1°, 343
atentado contra las formalidades del 4°, No hay pena sin culpa 1°, 168, 323
35 No presentación de un menor 4°, 26
de ofendida y ofensor 2°, 262; 4°, 85 Nocturnidad zo, 40
putativo 3°, 72 Nombramientos ilegales 4°, 212
Matrimonios ilegales 4°, 29 Nombre, usurpación de 4°, 201
Medidas de seguridad 2°, 226 Non bis in ídem 2°, 125
en la ley chilena 2°, 230 Norma
Medio catastrófico zo, 36 jurídica 1°, 25, 27
Medios morales 3°, 29 primaria 1°, 26
Medios de tracción 3°, 332 secundaria 1°, 26
Mendicidad 4°, 323 y ley 1°, 25, 229
Menor edad 1°, 288 Nullum crimen, nulla poena sine lege l 0 ,
Menores 1o, 288 78, 165
corrupción de 4°, 180 Nulla poena sine culpa l 68
0
,
en la violación 4°, 61
participación de 2°, 22 o
Mera tenencia 3°, 430
Miedo insuperable 1°, 347 Obediencia debida 1°, 350
Miembros de la Corte Suprema 1°, 154 Obstrucción a la justicia 4°, 269
Miras deshonestas 4°, 48 Obtención de prestaciones improceden-
Mise en scene tes 3°, 418
en el estupro 4°, 67 Ocasión calamitosa 2°, 38

376
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

Ofendículas 1°, 161 proporcionalidad de la 1°, 35


Oligofrenias 1°, 281 reglas constitucionales y legales sobre
Omisión P, 198 la 2°, 134
de socorro 4°, 18 teorías sobre la 1°, 32
justificada 1°, 248 Penas
natural 1°, 199 accesorias 2°, 140
normativa 1°, 198 aflictivas 2°, 142
por causa insuperable 1°, 209 alternativas 2°, 137, 141
y finalidad 1°, 200 aplicación de las 2°, 138
Operaciones de crédito en dinero 3°, 459 compuestas 2°, 142
Orden de las familias 4°, 10 copulativas 2°, 137, 141
Organos corporales 3°, 25 corporales 2°, 143, 150
Ostentum 3°, 33 de crímenes 2°, 138
Otros engaños 3°, 422 de faltas 2°, 138
de simples delitos 2°, 138
p determinación de las 2°, 170
Padrinos 3°, 143 divisibles 2°, 142
Pago del cheque 2°, 263 facultativas 2°, 141
Palabras de la ley P, 103 indivisibles 2°, 142
Parientes infamantes 2°, 143, 151
encubrimiento de 2°, 107 no aflictivas 2°, 142
legítima defensa de 1°, 257 pecuniarias 2°, 144, 165
Parentesco 2°, 45 personales 2°, 144
Parricidio 3°, 67 principales 2°, 140
Parte general de la Parte Especial 3°, 8 privativas de derechos 2°, 144, 160,
Parto 220
prematuro 3°, 89 privativas de libertad 2°, 143, 151, 200
suposición de 4°, 22 reglas generales sobre las 2°, 131
Participación criminal 2°, 73 restrictivas de libertad 2°, 144, 155, 220
de menores 2°, 22 simples 2°, 142
en general 2°, 73 sustitutivas 2°, 140
principios generales 2°, 76 "Pequeño mal" 1°, 53
y culpa 1°, 323 Pérdida de derechos previsionales 1°, 70
Participación en actividades en beneficio Perdón
de la comunidad 2°, 169 del ofendido 2°, 253
Pasaportes 4°, 179 en general 2°, 248
Peculado 4°, 238 tácito o presunto 2°, 255
Pederastía 4°, 75 Perduellio 4°, 96
Peligro 1°, 227 Perjuicio
Peligrosidad 1°, 54 económico 3°, 399
sin delito 1°, 330 en la apropiación indebida 3°, 428
Pena (véase también por cada una de ellas) en la estafa 3°, 399
de muerte 1°, 66 en la falsificación 4°, 174
definición 2°, 134 jurídico 3°, 399
diferencia con otras sanciones 2°, 132 potencial 3°, 400
en general P, 30 real3°, 400
fines 1°, 31 Perjurio 4°, 193
fundamentos 1o, 30 Persona 3°, 17, 37
naturaleza 1°, 30 Personas jurídicas
prescripción de la 1o, 259 responsabilidad penal de las 1°, 176

377
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

como sujetos pasivos de injuria 3°, de altematividad 2°, 128


154 de comunicabilidad 2°, 81
Perturbaciones de la posesión 3°, 279 de confianza 1°, 316
Perversión 4°, 89 de consunción 2°, 124
Piratería 1°, 127; 3°, 346 de convergencia 2°, 77
aérea 4°, 330 de ejecución en la tentativa 2°, 58
Pornografía 4°, 88 de ejecución en la violación 4°, 62
Porte de armas 4°, 179 de especialidad 2°, 123
Posesión, 3°, 430 de exterioridad 2°, 76
hurto de 3°, 441 de subsidiariedad 2°, 127
Posición de garante 1°, 205; 3°, 31 de irretroactividad 2°, 76
Positivismo 1°, 52 de la personalidad 1°, 126
Postglosadores 1°, 38 de la reserva o legalidad JO, 68, 75
Potestad reglamentaria 1°, 82 de la territorialidad 1o, 117
Prácticos 1°, 48 de la tipicidad 1°, 76
Precio, recompensa o promesa 2°, 35 de universalidad 1°, 126
Premeditación 2°, 29; 3°, 255 real o de defensa 1°, 123
concepciones de la 2°, 29; 3°, 56 Prisión 2°, 151, 153
y alevosía 3°, 61 Privación temporal de razón JO, 285
Premio o promesa remuneratoria 3°, 62 Privación de razón o sentido 4°, 60
Prescripción 2°, 256 Privilegios procesales 1°, 156
de la acción penal 2°, 257 Procesabilidad, requisitos de 2°, 12
de la pena 2°, 259 Prolongación de funciones públicas 4°,
de la responsabilidad civil 2°, 242 210
en general 2°, 256 Promesa, precio o recompensa 2°, 35
en la extradición 1°, 138 Promotores 2°, 99
en la reincidencia 2°, 35 Promovedores 2°, 99
gradual o parcial 2°, 261 Propagación de enfermedades 4°, 291, 293
interrupción de la 2°, 258 Propaganda subversiva 4°, 129
suspensión de la 2°, 258 Proposición 2°, 54
Presentación de pruebas falsas 4°, 196 desistimiento en la 2°, 56
Presidente de la República 1°, 155 Prostitución
Presunción promover o facilitar la 4°, 77
de autoría de robo 3°, 359 Provocación o amenaza previa 2°, 19
de tentativa de robo 3°, 334 a cometer un delito 2°, 93
de voluntariedad JO, 308 a duelo 3°, 143
Presunciones en el incendio 3°, 473 o amenaza previa 2°, 19
Preterintencionalidad 1o, 324 Provocadores 2°, 98
Prevaricación 4°, 213 Proscenetismo 4°, 77
abuso 4°, 217 Proyectos de Código Penal de Chile 1°,
cohecho 4°, 216 46, 47
de abogados y procuradores 4°, 221 de la Comisión de 1946 1°, 48
desobediencia 4°, 220 Erazo-Fontecilla 1°, 47
judicial 4°, 214 Ortiz-Von Bohlen JO, 47
político-administrativa 4°, 220 Silva-Labatut 1°, 47
torcida administración de justicia 4°, Psicopatías 1°, 281
217 Psicosis 1°, 281
Principio Pudor
de absorción 2°, 124 privado 4°, 87
de accesoriedad 2°, 80 público 4°, 86

378
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

Q Remisión condicional de la pena 2°, 201


en el Código de Procedimiento Penal
Quebrantamiento
2°, 208
de condena 4°, 269
en el Código Penal 2°, 209
de sellos 4°, 225
en la ley de Juzgados de Policía Local
Quiebra 3°, 378 2°, 208
culpable 3°, 381
en la Ley W 18.216 2°, 201
fraudulenta 3°, 381
Remuneraciones supuestas a empleados
Quot delicta, tot poenae 2°, 109 públicos 3°, 414
Renuncia de la acción penal 2°, 254
R
Reparación del daño
Rapiña 3°, 345 como atenuante 2°, 24
Rapto 4°,47 en el estado de necesidad 1°, 269
agravado 4°, 55 Representación en el dolo 1°, 291
de fuerza 4°, 52 Representantes diplomáticos 1°, 152
de seducción 4°, 53 Reprochabilidad 1°, 272
impropio 4°, 53 Requisitos de procesabilidad 2°, 12
propio 4°, 52 Resistencia 4°, 230
Rebelión 4°, 17 Responsabilidad civil 2°, 235
Recepción del derecho romano F, 42 e inculpabilidad 2°, 242
Receptación 2°, 102; 3°, 360 en general 2°, 235
Recintos diplomáticos F, 123 extensión de la 2°, 237
Reclusión 2°, 151, 152 fundamentos de la 2°, 236
nocturna 2°, 210 objetiva 1°, 324
Recompensa 2°, 35 obligados a ella 2°, 240
Reducción prescripción de la 2°, 242
de cosas 3°, 360 y justificación 2°, 241
de la pena 2°, 251 Responsabilidad penal
Régimen carcelario 2°, 218 en la constitución 1°, 67
aubumiano 2°, 219 objetiva 1°, 324
en establecimientos abiertos 2°, 220 Resultado 1°, 184
pensilvánico o filadélfico 2°, 219 en la tentativa 2°, 59
Reglamento de Establecimiento Peniten- múltiple en el delito culposo 1°, 322
ciarios 2°, 216 Retención en el robo 3°, 344
Reincidencia Retroactividad de la ley penall 0 , 142
en el robo o hurto 3°, 362 e indemnizaciones F, 147
en general 2°, 30 e inhabilidades 1°, 147
específica 2°, 32 requisitos 1°, 143
genérica 2°, 31 y cosa juzgada 1°, 145
impropia o fingida 2°, 32 Revuelta 4°, 128
prescripción de la 2°, 33 Robo
propia o verdadero 2°, 32 de expedientes 3°, 356
Reiteración 2°, 115 de vehículos 3°, 355
en el hurto 3°, 361 reincidencia en 3°, 362
Relaciones Robo con fuerza
consulares 1°, 152 en las cosas 3°, 315
diplomáticas 1°, 152 en bienes nacionales de uso público
Relegación 2°, 155 3°, 331
Remesas explosivas 3°, 145 en lugar destinado a la habitación 3°,
Remisión de la pena 2°, 251 318, 321

379
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

en lugar habitado 3°, 318, 321 en la estafa 3°, 392


en lugar no habitado 3°, 318, 330 Sistemas penales
en sitios no destinados a la habitación bipartito 1°, 173
3°, 331 tripartito 1, 172
Robo con violencia o intimidación en las Sitio no destinado a la habitación 3°,
personas 331
calificado 3°, 338 Soberanía 4°, 99
con lesiones gravísimas 3°, 344 Soborno 4°, 257
con lesiones simplemente graves 3°, Sociología criminall 0 , 53
345 Sodomía 4°, 74
con homicidio 3°, 338 Calificada 4°, 71
con mutilaciones 3°, 344 Simple 4°, 74
con retención 3°, 344 Sometimiento 4°, 115
con violación 3°, 343 a la autoridad 2°, 262
simple 3°, 338 Sostenedores 2°, 99
Robo por sorpresa 3°, 345 Stellionato 3°, 391
Rotura de sellos 4°, 267 Subalternos 2°, 99
Subsidiariedad
S en el concurso aparente 2°, 127
Salud en el estado de necesidad 1°, 268
animal y vegetal4°, 293 Substracción de menores 3°, 211
humana 4°, 291 Sueños y estados afines 1°, 286
individual 3°, 117 Suicidio, auxilio al 3°, 82
pública 4°, 291 Suitas 1°, 182
Secesión 4°, 114 Sujeción a la vigilancia
Secretos, violación de de la autoridad 2°, 140, 141, 159, 220
por empleados públicos 4°, 227 de los centros de reinserción social 2°,
por profesionales 4°, 228 203
Secuestro Suplantación 4°, 181
común 3°, 202 Suposición de parto 4°, 22
de aeronave 4°, 331 Supresión de estado civil4°, 24
político y terrorista 3°, 208 Supresión y apertura de documentos 4°,
Sedición 4°, 119 224
Seducción Suscripción engañosa de documentos 3°,
de doméstico 3°, 329 415
de tropas 4°, 122 Suspensión 2°, 162
en el estupro 4°, 53 de la prescripción 2°, 258
en el rapto 4°, 66 de la licencia para conducir vehículos
Seguridad del tráfico jurídico 4°, 133 motorizados 2°, 163
Semi imputables 2°, 17 Sustancias
Sentencia penal extranjera 1°, 127 nocivas 4°, 287, 288
Separación completa 3°, 34 peligrosas 4°, 287, 288
Separatismo 4°, 114 psicotrópicas 4°, 297
Sepulturas, violación de 4°, 295 Sustitución de niños 4°, 23
Sicarios 3°, 62
Significados de términos legales 1°, 103; T
3°, 288
Simulación Tabula unius capax 1°, 263
de contratos 3°, 390, 442 Tatbestand 1°, 211, 216
de matrimonio 4°, 37 Tecnicismo jurídico 1°, 54

380
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

Tenencia Tipicidad 1°, 69, 76, 210; 3°, 7


fiduciaria 3°, 431 ausencia de 1°, 228
material 3°, 431 historia de la 1°, 210
Tentativa 2°, 52, 58 misión de la 1°, 76
actos de 2°, 58 principio de P, 76
comienzo de ejecución en la 2°, 58 y antijuridicidad P, 212
desistimiento en la 2°, 63 Tipo 1°, 211
idoneidad de la 2°, 62 elementos normativos del 1°, 223
inidónea 2°, 67 elementos subjetivos del 1°, 221
inminencia en la 2°, 62 Tortura P, 73; 3°, 219
Teoría Toxicomanías 1°, 281
de la mise en scene 3°, 393, 395, 407 Trabajo obligatorio sin remuneración 2°,
ecológica P, 28 164, 168
pena del derecho 1°, 26 Trabajo en beneficio de la comunidad 2°,
Teorías sobre el dolo
169
del consentimiento o asentimiento 1°,
Tráfico
291
de esclavos 1°, 127
de la representación 1°, 291
de la voluntad 1°, 291 de estupefacientes 4°, 297
Teorías sobre la pena 1°, 30 jurídico 4°, 133
convencionalista 1o, 32 Traición 4°, 100
de la defensa justa 1°, 33 Transacción 2°, 254
de la prevención especial 1°, 32 Trata de blancas 1°, 127
de la prevención general 1°, 32 Tratamiento
defensistas P, 33 médico-quirúrgico 1°, 247
mixtas 1°, 33 obligatorio 2°, 169, 233
positivistas 1°, 33 Trastornos psico-somáticos 1°, 281
preventivistas 1°, 32 Tropas, seducción de 4°, 122
retribucionistas 1o, 32 Truffa 3°, 391
Teorías sobre la relación de causalidad
de Grispigni 1°, 193 u
de Maggiore 1°, 193
de la causa adecuada 1°, 190 Uberlung 3°, 57
de la causa humana 1°, 192 Ultrajes públicos a las buenas costumbres
de la causa jurídica 1°, 193 4°, 86
de la causa necesaria 1°, 191, 194 Unidad
de la causa normativa 1°, 193 de hecho 2°, 19
de la causa relevante 1°, 192 jurídica de acción 2°, 110
de la causa típica 1°, 192 natural de acción 2°, 110
de la conditio sine qua non P, 134 y pluralidad de delitos 2°, 109
de la equivalencia de las condiciones Unterschlagung 3°, 395
1°, 188 Uso de armas 3°, 363
de la previsibilidad objetiva 1°, 187 Usura 3°, 458
de Soler 1°, 193 Usurpación 3°, 367
y la ley chilena 1°, 194 de aguas 3°, 374
Tercera escuela 1°, 54 de atribuciones 4°, 223
Territorio 1°, 117 de estado civil 4°, 25
ocupado por las normas chilenas 1°, de mando 4°, 122
123 de nombre 4°, 200, 201
Terrorismo 4°, 316 no violenta 3°, 372
Tiempo del delito 1°, 207; 2°, 69 violenta 3°, 368

381
INDICE ALFABETICO DE MATERIAS

V de la mujer por el marido 4°, 61


del secreto del invento 3°, 280
Vagancia 4°, 322
Valoración de bienes 1°, 262 iter criminis en la 4°, 62
Valores jurídicos 1°, 28 lésbica 4°, 57
Vehículos, hurto y robo de 3°, 355 sodomítica 4°, 71
Veneno 3°, 64 Vías de hecho 3°, 114, 126
Venta Violencia P, 345; 3°, 113
de cosa ajena 3°, 410 en el robo 3°, 335
de cosa gravada 3°, 410 privada 3°, 240
Ver.s-ari in re illicita P, 328 Virginidad 4°, 54
Vida (bien jurídico) 1°, 29; 3°, 8 Vis
Vínculo en el parricidio 3°, 68, 71 absoluta 1°, 298, 331, 345
Vindicación próxima de ofensa 2°, 20 compulsiva 1°, 208, 331, 345
Violación 4°, 56 Volenti non flt injuria 1°, 240
de comunicación 3°, 274 Voluntad
de correspondencia 3°, 266 de peligro 2°, 64
de domicilio 3°, 252 en el dolo 1°, 291, 302
de impedimentos 4°, 32 finalista 1°, 274, 275
de prerrogativas 3°, 221 Voluntariedad
de prohibiciones 4°, 34 presunción de 1°, 308
de secretos 4°, 227 Vorbedacbt 3°, 57
de secretos por funcionarios públicos Vor.s-atz P, 275, 276
4°, 227
de secretos por profesionales 4°, 228 y
de secretos telegráficos 4°, 272
de sepulturas 4°, 295 Yacimiento 4°, 56

382

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