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PENSAMIENTO CRITICO / PENSAMIENTO UTOPICO Claude Lefort Colca por Jost M, Ontepa 145 LA INCERTIDUMBRE Pensar de Nuevo DEMOCRATICA wie tptaaoasmneeen Fe cee ounce Diigo por Reyes Mate (Inst de Fost) y Frangois Jun (stl dla Pensée Contemporaine, Uni. Pats 7) ‘Taulos aparecidos Paul RICOEUR De otro modo, Lectura de De otro modo que ser ‘mds all dela esencia de Emmanel Levinas, 1999 Alain BADIOU San Pablo, La fmdacién del universalismo, 1999 Frangois JULIEN ‘La propensién de las cosas. Para wna historia de I effcacia en China, 2000, ‘Alain DE LIBERA Rensaten la Faladl Media, 2000, Eidicién de Esteban Molina fs oo ssi ae ‘ eed de lice Universi de os Anes Jean-Luc NANCY ‘Un pensamientofinito, 2002, ob se boeici dl Srsoo do Cooper y de Aion Cura dla inbojada de roe or Bsa yea instar ret estos xii en ef merc del Programa de Pareto ea Pubheacion (PAP Canc LORCN Al ANTHROPOS PERMANENCIA DE LO TEOLOGICO-POLITICO™* Durante el siglo x1x existié la conviceién, ampliamente compartida, de que no era posible descifrar las transforma- clones dela sociedad politica tomar la verdadera medida de To que se esfumaba, le lo que acontecfa © de lo que regresa- ba sin interrogar el significado religioso de lo Antiguo y de Jo Nuevo, De aquella eonviecién, tanto en Francia como en Alemania, la filosoffa, In historia, a novela y la poesfa ofre- fan méltiples testimonios, Bs cierto que esta disposicién no ‘es nueva: es posible hallar ss huellas remontando muy lejos ‘el curso del tiempo. No estoy pensando en las obras de los tedlogos y de los juristas que disputaban sobre los lazos de la utoridadl de los reyes y Ia de Jos papas; como quiera que se cjerciera, su pensamiento se situaba dentro de los horizontes ide una experlencia teol6gico-politica del mundo. En el siglo xvencontramos los primeros signos de una reflexi6n moder- na sobre religin y politica en el nacimiento de una sensibili- dad nueva para ka cuestién de los fundamentos del orden civil ‘bajo los efectos conjugados del sacudimiento de la autoridad dela Iglesia, tras las huchas de In Reforma, y de la afirmacion ¥y contestacién del poder absoluto del principe. A principios Gel siglo xix se instituye wn debate dle muy diferente magn- tud, como consecuencia dela Revolucion Francesa. El recuet- do deese acontecimiento suscita el sentimiento de una ruptur ‘ra que no esté en el tiempo y que, sin embargo, lo pone en ton du Sei, 186 32 relacién con el tiempo como ta, haciendo surgir un misterio dela historia; una ruptara que no secircunseribe al eampode Jas insttuciones politicas, econémicas, o sociales, sino que nos pone en relacién con In institucién como tal, haciendo surgir un misterio de In sociedad. El sentido religioso de esa ‘ruptura persigue a los espfritus, sea cual seaeljuicio formula- do —bien porque se busquen los signos de una restauracién del eatolicismo, de una renovacién del cristianismo en el ea tolicismo 0 en el protestantismo, de su cumplimiento en la vida politica social, fuera del antiguo marco de ls iglesias, © bien, finalmente, porque se busquien los signos de su com- pleta destruccién y del nacimiento de una fe nueva. Por evo- car sélo el caso dé Francia, digamos que, en un polo, el legi- timista Maestre; en el o10, el socialisia Leroux, entre ambos, pensadores tan singulares como Ballanche, Chateaubriand, ‘Michelet o Quinet hablan wna misma lengua‘ ala ver politica, filos6fica y religiosa. Es cierto que en el mismo periodo, no lo olvidemos, se afiema un nuevo estado del espiritu, una disposicion (de ln {ue también podemos encontrar huellas en ol siglo xvt, y que se dibuja plenamente con la Revolucién Francesa) a concebir el Fstado como una entidad independiente, ahncer de la polf- tica una realidad sui generis, a relegar a religidn al eampo de Ins ereencias privadas. Ya en 1817 Hegel la condenaba en tér ‘minos que permiten entrever st age. Afirmaba en stn frag ‘mento de Ia Eneyclopddie que «la religion constitaye para la conciencia de sla base dela moralidad social y del Estadow,y afindia este precioso comentario: «Fue un inmenso error de nuestra 6poca querer considerar que podian separarse estas dlos cosas indisolubles y que podtan ser indiferentes la una a In otza, Se consideré la relacién entre religion y Bstado de tal modo gue éste pudiera existir por s{ mismo, en virtud de un cierto poder y de una cierta fuerza, y la religi6n tnicamente se afiadiera como elemento individual subjetivo, para darle solider, de alguna manera como algo deseable y a la ver indi- ferente, en tanto Ia moralidad del Estado, esto es, su derecho yy su constitucién racionales, era sélidamente establecida por sf misma en su propio fundamento» (§ $52). CCriticns en el mismo sentido se multiplicaron un poco mas tarde en Francia a partir de premisas diferentes, bajo la inspi- 33 -zacién de un humanismo o de un soctalismo tertidos de una religiosidad nueva, frente a adversarios que ocupan los prime- 10s lugares, ctsndo el reino de Luls Felipe aseguara el éxito de una politica pragmética, mas bien cinica, a la que Victor ‘Cousin pintara con los colores del eclecticismo. Esta filosofia ‘bastarda, segdn el término de Leroux, celebrard ciertamente las virtudes indestructible dela religion, pero solo para some- terlas ala conservacién de un orden politico que, segin la ex- presién de Hegel, descansa sobre su propio fundamento, “Habria, pues, que reconocer que la concepcién de la polit ca impuesia actualmente posee races antiguas. Su origen pa- reco confundirse con el del espiritu burgués,espfritu de una bburguesfa politicamente domninante. Nuestra modernidad no se anuncia por el Indo de los pensadores a los que evocsba- ‘mos inicialmente, sino por el lado del eclecticismo —sin clete- nernos en las vicisitudes de la ideotogia que los ha expulsado dela eseena intelectual. Ast, el sinmenso error» dentncindo ppor Hegel designaria lo que constituye la verdad de los tiem- pos modernos, Ia de nuestro propio tiempo. El juicio de la Historia, que Hegel tenfa costumbre de invoear, se volverfa ‘contra él y condenarfa su propio error. De manera general deberfamos concluir que si los pensadores que buseaban la ‘verdad religiosa de la revolucién politica dela que eran test gos (dela revolucion democrética, pues de ella se trataba) se hnan convertido en ajenos a la sensibilidad de nuestra época, ¢s porque no entendlan lo nuevo, Pero, zconviene detenerse fen esta conclisién e ironizar sobre sus quimeras? 2No po- ddriamos preguntarmos st los que vivian recordando el Antiguo ‘Régimen yla Revoluci6n, queatin se movfan en Ia fractara de ‘un mundo en desaparicién y otro en aparicién, aquellos cuyo pensamiento estaba habitado por una interrogacién sin lin tes —quiero decir: que no era todavia detenida por la defini- cin supuesta de las cosas por conocer, la definicién dela po- Iitica, de la religién, del derecho, de la economta, de Is cultura, si aquellos’no posefan, atin si se equivocaron, un poder singular de captar una dimensién simbdlica de lo poll- tico que més tarde seria ocultada, que ya el discurso burgués ‘ocultaba bajo un supuesto saber del orden real de la socie- dad? Para intentar responder a esa progunta, conviene prime- ro precisar sts términos, 34 Una costes ques istcones polticassesepararan hace tnucho tempo dela nsttsionsreligoss yon any a, Fonte neta de las creenla rains I els deo Priva. Ese fendmeno es observable nels dondecl coal, Eisme permanece como relliondominnnte, Un enssespocal esl eos piss europeot bajo dominalon tla Foss aunque ssetelelleson, dénalos poisonlentogon indo para tenemos an consatation general se ee portaor des sento? gPomos dcr simploments sel tellin se desvanee ant a plica, par sobre se on ‘porters, sn pregintmosfoque anata signee fe vestidra ene orden paleo? 0 quads dberamos sipoee Aue cat investi fe tanprofunda que sehizolecaibetie tara quienes cosidran agotao aus cleton? Nosology, mite qu lo eigoso, pesados eambionocunn oo Conserve bajo os rasgondemevas een de nacre sentnclones de manera que pueda repress insupetits bafe formas tradelonates nas, cuando los cones bastante agdon para heer quar el eased eta aj i primera perapetv, la notion ery de a Politica no no plantar dda: derarn de nies Spe eneln lect. ajo la sgn, sera Ilo de sirens Gia,o dela nogacin, denn parte seerela densa cecos deci delosproceton que gobienan la ahesionle los hee, bresa unréginen-mesints, que dleeminan su ase en socidad™ yaeguran aes regimen ewe made de sec, da una permanent en cl tempo, indendicstesane de ios acontecmienton que les alscton ea ta novos centage via necesariamente als intrpetalone, por lo dents con tndetorlas, qu consileraban ndlsolublel aro Io lgiosoyTo police, pero al menos tend algo de arplracton, Sinembargo, al prelsaras los érminos ds estin cues Len, no podemos dejar de conser que we halla en cases cha racin cone send que dams mina selon, ero sobre onl quedamossl rnin pollcoy. Halon debemos examina: aoe face Alprimeropsemos signal una extensin mayor ome nor dsctlet puntos prt decal pena oda pores Gis por parece que estamos de euerd, an aicot famos que recoger jurgar que las ereencias, las actitudes, las representaciones que Tos sujetos interesaclos no redcen a un dogma; que no impli- can por si parte fidelidad a una iglesia; que en ocasiones son ‘compaadas por un ateismo mllitante, pueden dar fe de una Sensibilidad religiosa —estatltima expresién podfa conser Yarn contenido bastante preciso si nos remite a fenémenos historica y culturalmente determinados, es decit, no a lo reli- sgioso en general, sino alo religioso cristiano, del que podemos encontrar manifestaciones diversas sin correr el riesgo de equ Yorarnos. En cambio, el térmiino «politicos nos pone en pre- encia de una amnbighedad que debemos examinar para saber de qué hablamos, Fl hecho de que elijamos decir lo poltico, 0 la politica, proporciona, como sabemos, un indiclo de esa ar Dighedad. Lo cierto es que a delimitacién del campo denomi- nado politico no depene de simples eriterios metodologicos. {a nocién misma de «limites» procede, en efecto, de In pre- ‘cupacién por tna definici6n xobjetiva» —preocupacion que radica en el origen de la teorta politica, de la ciencia politica, dela sociologfa politica, tal y como se han definido a lo largo tie nuestro siglo, Ya se trate, por ejemplo, dle eixcunscribir un forden de relaciones sociales intligibles en sf mismas, el de las telaciones de fuerza; 0 de concebir un conjunto de funciones sociales cuya articulacién necesaria sefiala Ia colevencia de lun sistema; o bien de distinguir el nivel de una superestructu- ra construida sobre as relaciones de produccién en que la do- tminacién de clase se traduce, travistiéndose en instituciones, pcticas, representaciones que supuestamente recogen el in- terés general; o bien, Finalmente se rate de indicar por la ob- servacién empitica de la masa de los hechos sociales aquellos {que tienen que vor directa o indirectamente con el ejereicio del poder, en todas los casos el supuesto es el mismo: el objeto S6lo podria tener consistencta stendo particular. En otros ‘minos, la operacion de conocimiento que pone en relacién con cl objeto --sea coneebide como «reals, 0 como sideal»— lo hace surgirseparsindolo de otto objetos definicioso deintbles El eriterio de lo que es politico es una funcion de lo que es n0 politico, es decir, de lo econémico, de lo social, de lo jurfdico, deo estético... 0 elo religioso. Esta operacién no es inocen- te, se realiza bajo In apatiencia de una evidencia prestada del ‘campo consttuco como campo del conocimiento exacto, &s 56 decir, que slo hay ciencia de lo particular... s init precisae que tina disposicién de espivitu tal no probibe, sino que de hecho requiere investigar Ins articulaciones entre lo que pro- viene dela polftica y lo que proviene de otra realidad, ode otro sistema, ¢Cémo se combinan, por ejemplo, las relaciones de fuerza con las relaciones jridicas? allf donde la soviedad no es ya representable como un Cuerpo, no esfigurada por eleneypo dl principe, el pueblo, el 6 Estado, la naci6n, es cierto, aduleren wna fuerza nueva, se convierten en los polos mayores en virtud de los cuales se siz- ican Ia identidad y la comunidad sociales, Pero afitmat, para exaltarla, que se forma una neva ereencia religiosa es olvidar que esa identidad, esa comnidad, son indefinibles. A Jn inversa, encontrar en esa creeneia el signa de wna pura il si6n, como lo preconizaba el pensamiento liberal, es techazar Ja nocién misma de Ia sociedad, borrar simultaéneamente la ‘cuestién dela soberanfa yla del sentido dea institucién,siem- pre ligadasa la cuestin ltima de Ia legitimidad de lo que es, Es por ejemplo reducir el poder, o el Estado, con el que abusivamente se lo confunde, a una funcién instrumental; y al pueblo a una ficeion que sélo correspondiera a la eficacia de una contrato, gracias al cual una minorfa se someteria a tun goblerno salido de una mayorfa; es, finalmente, planteat ‘como reales solamente a los individuos y las coaliciones de intereses y de opiniones. En esa ttima perspectiva, cambia- ‘mos la fiecién de una unidad en s{por la de wna diversidad en sf; nos privamos asimismo de comprender que las aspiracio- nes que se han mostrado a lo argo de Ia historia cle las socie- dlades democraticas bajo el signo de la instauracién de un Estado justo, 0 de la emancipacién de un pueblo, lejos de marear una regresi6n alo imaginatio, enfan por efecto impe= dra petrificacién de Ia sociedad en un otcen dado; nos pri- ‘vamos de restablecer Ia dimensién instituyente del derecho all donde la ley servia para fijarel lugar del dominador y del dominado, asf como las condiciones de apropiacion de las # quezas, del poder y del saber: Separar estos dos modos de interpretactén (sin olvidar ‘como se perfilan por el hecho mismo de la constitucién de wn nuevo tipo de sociedad) ano permitirfa, en fin, detectar las vias por Ins que puecle operarse un retorno a Jo religioso? @otorno? Ese término permite suponer que no habfa des- aparecido. ;De acuerdo! Pero una cosa es considerar que Ins ‘reencias se conservan bajo su forma tradicional y otra cosa aceptar que un fuego extinto puede reactivarse. Valea la pena preguntarse, como ya lo proponta Metleat-Ponty, sien la his {oria hay superaciones absolutas, De momento, el anslisis que esbozamos hace entrever Ia posibilidad de situaciones en las ” que la eficacia simbélica del sistema democratico quede an Ida, En efecto, si el modo de instauracién del poder y la na- tuuraieza de su ejeteicto, o de forma general la concurrencia politica, on impotentes para ar forma y sentidoa la division Eocial, el conflicto apareceen toda la exienston dela sociedad como un conflieto fctico. Se esvanece la distineién del po- {ler como instancia simbélica y como érgano real, La referen- cia a un lugar vaefo cede ante Ia imagen insostenible de un vacio efectivo. La antoridad de los hombres que poseen la de- Cision publica, o buscan apoderarse de ella se desvanece pata no s6lo dejar ver individuos, 0 clanes, ocupaclos en salisiacer su apetito de poder: La oposicién de intereses entre clases y Catezorfas diversas, pero no menos la diferencia de opinio- nes, de valores y de normas, todo lo que indiea una fragmen= tacién del espacio socal, una heterogeneldad, se pone a pric: tba del hundimiento de la legitimidad. En esas situaciones limite se efectia una fantéstica inversion de las represen cones que ofrecen el indicio de una Identidad y de wna uni- dad sociales, y se anuncia la aventura totalitavia, Para nuestto fin no importa distinguir los medios de for ‘macién del totalitarismo, No podlemos ignorar que la imagen del pucblo se actualice por medio de uma sacralizacién del proletariado, ode una sacralizacién de la nacién; que el pti- ‘mer proceso se extienda por una redefinici6n de la humani- dad y el segundo por una redefinicion de la raza: comunismo ¥ fascismo no se confunden, Pero en cuanto ala cuestion que planteabamos, la similitudl entre ambas empresas es sorpren- lente, Se trata, de una forma wi otta, de dar al poder wna rea- lidad sustancial; de recondcit a su érbita el principio de Ia ley y del saber; de rechazar la divisién social bajo todas sus formas; de proporcionar de nuevo a la sociedad un cuerpo. ¥ sefialaremos de paso que el compromiso de numerosos filéso- fos de nuestra era, y no precisamente de segunda fila, con la aventura del nazismo, del fascismo, odel comunistno, enewen- ta ahf sts razones; st gusto por Io religioso los encierra en la ilusién de una restauracién dela unidad y dela identidad como tales, que ven anunciarse en la uniém del euerpo social. No es la stimisién a una autoridad carismética la que comporta su adhesin a un régimen totalitario, y menos ain cuando se suman al comunismo; ceden ante la atracci6n de una certeza, 8 reencontada bajo nyo cabijo se asegurarin, paradéjicamen tem derechos pensaeHbtementee! fundamen de toa ex pevienta del mano, Sin dia, deberfamos cuklarnos de reduc el fenémeno totlitario a ats sapectosrligiosos como impradentement se ha hecho. La comprensién del totliarismo puede Consegltse mejor explora la genesis de aol se alan Tas mtamorfons de in dscurs que bajo el ign del conocimieno de o real pretene sustraese aos efectos dela ineterminacion deo soci dominar el pineipi de st instucin,elevase por encina dela dvision para emunclor sus condiciones, sus terminos, inscibrn en a roconal dad, ya sea para fa en su estado de hecho, o para some. tera al movimento desu aboliciy es detectand la mora relacign que surge ente ol punto de wists a cincla ye Pato de vista del on sotal comme mejor peemos nie dere totatariso, Con ete regimen cule design ar ficitsta queso esbora ene siglo tn: una sociedad te Seraito-organtrarta del mode que eh dlsutoo que ennsla In tactonaldd tecnica ofp on a orn sna de Inarelaciones sociales, de tal modo que ene ite la sane. vi socal la materia humanae se revel oa corn ago ‘organizabes. Pero sesfavano esprardo un aj lo ec ode reigioso, puss est imo recharada por cant to Indien oto hug se ve sin embargo tentvado por la queda de una nt mista y por i figuracon den cuerpo dal quesina parte, cl proleasndo el partido police el rye, no diigntee egocratn (epi clcrnino Sozhenteyn, presenta in ver In eabera del puso al pueblo entero, todelo que se repredice de sector en sector porlasctedad, ConvirGondo Tos indivios en miembros de tltples tmlrocerpoe Incliso podemos conebir eno marco del scuso que a representncion de la organiasion (ms preisamont de Ia Indqna) ae combine oon adel cverpo, No solamente ex treo arifcatismo, bajo ln exigncta dona pena a ion dela catdad social tendo aintercamblrse con elextt Dalabrts, ese cacao slo 38 rortieneformands un cuerpo onsgomismocincorporandoalossjton quel habla 9 de a abolir la distancia entre la enunciaci6n y el enunciado, tiende a imprimirse en cada individuo, incluso independien- temente del significado de Ins palabras, ‘Sin embargo, no son menos instructivos los efectos cada ver. més perceptibles del fracaso de la ideologta totalitari. a imposibilidad de hacer precipitar lo simbélico en lo real, deredueir el poder a una definici6n puramente social, de ma- terializarloen la persona de sus detentadores, de representar f In sociedad como wn cxierpo sin proporcionatle fuera de ‘lla un garante de su ordenamiento y de sus limites, la impo- sibilidad de borrar la division social, todas estas circustan- Cias destacan en la reapaticién de una separacién, Ia més pro- funda que jams pudo abrirse en ningin otro régimen, entre eldiscurso del poder ya experiencia que tienen los hombres de su propia sittaci6n, Tal es, en efecto, la naturaleza de ese discurso que el sueto pierde la noci6n de su propia posicion, fo lo percibe como totalmente extraiio, como el simile pro- ‘dueto de un grupo que manipula las palabras para disimular Jos hechos. Desde el momento en que se resquebraja la creen- cia en el comunismo, surge la imagen de un partido, de wn poder que, reinando por Ia fuerza, somete desde el exterior a In sociedad que pretende encarnar la imagen de ana ley que ces st propiedad, de una ley hecha para enmasearar lo arbi- trario; la imagen de una verdad hist6rica que tapa la menti- ra. ¥ cuando los signos se invierten, cuando se revela bajo Ia plenitud del eomunismo wna brecha, la descomposietén del pueblo, la disolucién de las costumbres, —o, para retomar tuna ver:mas el lenguaje de Hegel, el hundimiento de la mora- lidad social y del Estado—, al mismo tiempo que las aspira- ‘ciones democrsticas, retorna In fe antigua, la fe cristiana prin- cipalmente, Como respuesta al fantastico intento de ‘comprimir el espacio y el tiempo dentro de Jos limites del cuerpo social vuelve la referencin a un cuerpo ausente, sfm- bolo de una duracién inapropiable, indomable, inveductible. Ta certeza renace con el poder singular de ridiculizarla ima- ‘gen del shombre nuevo», del sporvenir radiantes, ‘eNo seria equivocarse el creer que los nuevos lazos que se tejen entre Ja oposicién democratica y la oposteién religiosa son expresion de la esencia democritica del cristianismo, 0 de la esencia cristiana de la democracia? No perderiamos 80 el sontido dela aventura puesta en jue fenl siglo x1x? De forma mas simple, gue tendeiamos que Feconocer qu se unen ela restauracion de una dimensidn del otr que el totaltarisme intent supronir en a represen, nein del pueblosuno? los que somos libres ce remitirnos, sea cual sea el grado de aL rostroa un mediador hombre-Dios; que se supone revine no a {un pueblo, sino ala huimanidad; que el cuerpo de Cristo sim- boliza la unién de los hombres con Dios y la unin entre ellos ‘mismos porla eucaristfa, que sobrevive en la Tglesin, cuya ea- bean parece al mismo tiempo ser; que el acontecimiento mis- zo de st hacimiento, en tin lugar yen una fecha como el nuevo Adan, el lazo que se establece entre la dea ce la cafdn y In de redencién vuelve sensible la dimensién histérica de lo divino: todos ellos son temas que se prestan a interpretacio- nnes politica, pero cto significado sigue indeciso. A partir {del momento en que se tee wna relacién precisa entre wn cier- to tipo de instituciones politicasy un cierto tipo de institucio- nes religiosas podemos leer un fundamento religioso de or. den politico, peta también un fundamento pottico de la Iglesia, ‘pues ésta deja de confundirse con la humanfdad eristiana para ‘ireunscribirse en un espacio, para ordenarse bajo un poder, te impeimirse en un territorio. Corrljanios pues desde ahora una f6rmula que paveeta con- ducimnos al centro de la dificultad. Nos preguntébamos sino se tansferia In creencia religiosa al pensamientofilos6fico en el momento mismo en que éste pretendia discernir la persi tencia de lo religioso en lo politico, en suma, sino se descono- cia ella misma al desconocer el sentido de la sociedad nueva {que se eshora en el siglo pasado. Serfa, pues, mas justo deci: ese pensamiento no presenta la huella ce um cisma teol6gi- ‘co-politice? ¢Su alraccién por el uno no es silenciosamente ¢gobernada por una identificacién singular con el principio de lrealeza del espiritu? ta obra de Michelet parece justine est cuestién, Iugara das nose tata den sof, sgn as definiiones {isn escuela, poro yu halaanos advert que no utiliza tos el érmin en st acepeionrstltiva, Et hecho esque no pertonee ala raza dels historiadoreseialfins, ve porlo {ral se consis ve! Norn er relative, Iga aun ntrvogacin sobre el sentido del de- Eavollo de la humana y singlarmente sobre el sentido fielnrevolucion poltiay reigoss, quele parece ocurrrante Sts ojo psa dels reas ge ntentan fp o des tiny seus, Consieramos su penesmient cjemplae porque a ¢s testimonio de un debate que pocas veces vemos evsrse a abo en un solo hombre Ent punto e partidaenlaay come bina ene stlas dos concepciones que hacen de la Revolucion Inheredera delacbra real ys pore crisanisin, ya po a ‘onarguf. En muptura con est inapireeinemprende poste Fiormeate una ern radical del Antiguo Regimen, en tanto ‘que formacion teoldgco-plltic,cuya destrueionsrla obra dela Revolucion, Pero esa cic ex al que vudve sevisede Ins categories teoléieo polis, aparentemente desert. dns, para una apologi de a tevnidad Sin embargo la ope "cign misma dela que pdlamos preguntarnosenqué med dines conscenteo incontcente, choca con aida delibertay ona idea de un derecho qi encontatansfandamento en sla mismas; choca eo la den de na humana que pvt Tine signo de su propa trscehdencia,o incluso con lade un sheroismo de expt (expresin que toma tompranamente prestada de Veo), de in movimiento indefinido de inervoun, éién Hamad a reconguistare de cial en cuando por enel tna de oa configuacion daa del sabes Dela introduction a une histoire universlle, ode los Orig nes da do franetis, la Bible de [Tarmanité. oa pretacio de 1869 a su Historie de France, pasando por la Revolution Francaise, edibuja vn ecorsido en que observamos toate sin continua entre la idea de la elizion como un horizonte infrangueable del hombre y In idea del derecho come lente Akima dela ereacion del hombre po el hombre o, mejor cho, como principio, alojado en su interien, dle una supera- cidn del hombre; la primera de estas dos ideas osdena un pm Samnento dl artigo en era, en el empo, petsamiento dels limites y de fa teaicion, pensamiento de a Menta desty dese (pucble, clon, htmanidad) a segunda iige tun pensumiento del dsarelgo, de lo errabundo, de torbells else pesanieto dena sae atimciondes ena Cipado de toda atoridad, que slo se sstiene por la obra que se lleva a cabo, . ' : ‘No es muestra intenckin resi litineraro de Michelet, sino alarar la euestin que nos ocupa por meio de un rae Volvamos pues l punto de para que ofrece la Inadaction 4 Thistori univer. Por qué nos tnteresa? No porque en la se manifest Ia orginal del aor sino, para deklo 83 épidamente, porque condlesa a interpretacion de Guizot y la de Ballanche. Dela monarquia hace un agente de nivelacidn y ide centralizacién, cuya virlud fue erear las condiciones de la Jgualdad y dar a la socledad un earécter erecientemente ho- ‘mogéneo, Ei el eristinnismo reconoce el surgimiento de una religidn dela igualdad, de la fraternidad, una religion del amor fila humanidad, De Guizot toma Ia idea de que a viela monar {guia se hizo nat] cuando a sociedad se hubo edificado plena- ‘mente; de Ballanche toma la idea de que el espiritu del crista- nnismo paséalasinstrueciones sociales. Al menoses importante hacer notar que Michelet realiza muy pronto una doble lect- ra de Ia historia de Francia en términos politicos y religiosos: Toque a su modo de ver constituye el rasgo distintivo de 6staes {que nace en esta nacién el «sentimiento de Ja generalidad so- cialy. A pesar dela esigualdad de condiciones y costumbres, ‘apesar de las particularidades que subsisten hasta la Revol cién, se conforma tn pucblo bajo el doble efecto de wn prinel- pio de unificacion material y de un principio de unificacion ‘spiritual, No nos detengamos en clertas formulas que seria Tan el papel emsinente de Francia en el straslado del cielo ala tierras: asf como sel mundo moral {uvo su verbo en Cristo, hijo de Judea y de Grecia, Francia explicara el verbo al mundo social,orznellatoea hacer bill esta nueva revelaciéne, Fran- cia dice vl verbo de Europa», poses vel pontificado de a nue- ‘va civilizacién. Pero destaquemos por lo menos este juicio ‘ue posteriormente sera desechado: #EI nombre del sacertiote 4 del rey, representantes de lo ms general es decir, delo divi hho en el pensamiento nacional, prestaron al oscuro derecho del pueblo una especie de recubrimiento mistico bajo el cual, crecis y se fortaleciée(subrayado nuestro). ‘Michelet convirtié en sux Revolution franaise este arect bbrimiento mistico» en una tlusién; disocia por completo el derecho y a justicia del nombre del sacerdotey del rey, quie- nes los abrazain para ahogarlos. Sin embargo, no deja de en- contrat en la emonarqufa sacerdotals el fundamento de a so ‘iedad del Antiguo Regimen, Mas atin, si hemos de creerle, es como una revelacién religiosa lo que estuvo en el origen de st conversi¢n a la cha contra el eristianismo y de su proyecto de escribir la Révolution. Poco importa la atitenticidad de la fescena que recompone en 1869, ésta presenta una imagen 4 ‘admirable de como cambian de lugar los simbotos en la cons: truceién que él mismo ha montado y como ésta se preserva a pesar de una inversion de sentido, Su Histoire de France, sefala en el prefacio, lo condujo al Jumbral del estudio de los «siglos monarquicoss, cuando wn yzar®alter6 los planes: «Un dia, pasando por Reims, observé ccon gran detalle Ia magnifica catedral, Ia espléndlida iglesia del sagratio. La cornisa interior, por la que se puede marcha ‘ ochenta pies de altura por el interior dela iglesia, a hace lucir espléndida, con una riqueza florida, un aleluya perma: nente, Fn la vagfa inmensidad parece siempre poderse escu- char el gran clamor oficial, lo que lamabams Ia vor del pite- blo... Llegué al ultimo ‘campanario pequeno. Allf, wn especticulo me sorprendid. La torre redonda estaba adorna- dda con una guiralda de sacrificados. Uno, con Ia cuerda al ccuello; el otro, sin uma oreja. Los mutilados son més tristes atin que los muertos, ;Cudinta razén tienen! {Qué aterrador contraste! ;Cémo es posible que la iglesia de las Fiestas, esa ceasada,utilice como collar de novia tan ligubre ormamento! E] eadalso del pucblo erigido sobre el altar. gPero acaso los antos no lograron atravesar las bovedas y eaer sobre la cabe- za de los reyes? Uncion temible de la Revohueién, de la ira de Dios. "No comprenderé los siglos monarqicas si antes no es- tmblezco en mi el alma y la fe del pueblo”, me die, y luego de Louis X1 escribt la Revolucién (1845-1853). Sorprendente descripcién, mas elocuente que miichos ar sgumentos apoyados en la historia y la teor‘a para hacernos comprencer a partir de dénde leva a cabo Michelet si juicio contra lo teoldgico-politico. gDesde donde?, preguuntamos. Desde ah mismo, desde a catedral del sagratio, pues nos hace ver cémo se formé y reformé la Francia cristlana, El autor recorre el lugar. Asciendea sus alturas al igual quese suponta aque el alma de los reyes se elevaba por el clamor de los Files para aleanzar su lugar junto a Dios; yen una nueva ltargia st propio pensamfento aleanza un lugar junto al pueblo. Michelet mismo se coloca en escena dentro de la iglesia; en verdad, la transforma, pero sin dejar de estar ligado a ella, Se convierte cen espectador de la insttucién real; secretamente la transfor ma en destitucién, para dejar aparecer otra institucién que de alggin modo sustituye ala primera. Utliza todos los antiguos 85 sionbolos: el sgrarlo la aclamacién que hace entra a leg Trees omnia de lo santos, el matelmonio del ein seat del rina eon el rey a fetima sarifiada ln er SSbye el aa la uncign por medio dela eual a cabeza del ey eis por encima dela masa do sus stbits, Pero els Se etal pueblo, Su venadera ores Ta qe esacha en eee otro matrimonio imaginal ecebracion, nei tilda s'serfcados sistitye a Cristo mrt el ada ela altars as lgrimas sttyen a eor saprado a emi dal Senor se converte en la unlén del Revolncin, ile converts en la gata de Dos. falta anair que surge Ar eerenia st tiempo qu, sn estar furs del emp, no Risen fempor el del pusblo, down pueblo en espera des Sitsonaeion yalalguna manera siempretavisibe, pesarde Tater djado wer en fa hss rane un momento f= némeno que demanda fe ero no ereamos que laescena de I eatedral de Reims se redice a una fantasiagorla;condensa ia parte de todos os {mas que gobiernan el trabajo del pensamiento en la Revolt frangise sini ouliplcn las referencias, a ‘evar de ser expictamentereligiosas. La imagen de a ige- J aparece de nuevo en el prefuelo de 1847 yen el de 1868. A Suleneslamentan que la Revolucign no hubierasabido opo- eral catoiclamo cl esprit dela Reforma (a Quine, en pat tlofan pero sin nombrasfo) abjela que no adopts ninguna Ielenn por la excelente razon de que era una iglesia en sf ‘Mists A utenes hacen la erica desu ibe y se disptan Inherendia del grondlnismo, odeljacobinismo, respond que Ie repugnariacommbatilos, pes «no desea romper la unkdad dele gran Ilesian Pero tanto om que las palabras es In fortantelaconeepeign misica dela Revolucion, Ciertamen- {eoottata deun acontecimiento que ocuri6en un gat per, Some lo escibe en una ocasion y lo sugireconstantemente Stila ignow el espacio y el Heinpo.» Ese acontecimiento es Somo la imagen del peso de Cristo sobre la tierra. Es mani festacign de una plnitud del tempo, segin la forma de Sin Pablo, yt verde wna abeliton del emp augra fina er, peso se susteae oda detrininacion temporal para figura na unidad epiitual queda ala humanidad neceson ‘inismnsqueen ese sentido es indestructible, est fuera del 6 terreno donde continan ocurtiendo los combates politicos y condena por vanidosas Ins empresas de restauracion dl ar tigvo orden, Con la Revolueton Ia humanidad se coloea por encima de sf misma de modo que en lo sucesvo lees ya tm- posible compararse consigo misma, al concebir las vii Aes des historia masque desde esa nueva altura. Ene len- haf del telogo al analiza nest dela federat Gn, Michelet Habla deetlacomo de wn matrimonio de Francia con Francia Gomelant al de Cristo con I iglesia oa del rey cone 10): bien retomand el tema dena human en basen de su cuerpo, evoea el momento en que el mundo se dij: “Al yo era uno, [Ja fispudieta uni ms miembros Aispersos, acerenr mis nacioness, Después, vlviendo al pro- logo de 1868 sobre los acontecimfentosde 1290 afade: «Como Agape y comunién nada puede compardrseles, Dela guerra 21792 hace, en el mnisino pasa, una eget sagrada. Alt Se most eo absolut, Toit dl sscrificon. Con es le basta para rechavarl tests de Qube, seq la ual la Revo. Iei6n no supo dase nivossftbolos: «La Teo es tl, la forma ex poea coxa. Oe importa el arrelo del altar? Sub- sistee alla del Derecho, dela Verdad, de a eterna Raz6n. No ha perdido wna piedray espera tranguilamenter ste establctmento en la etter y lana reacion que se ejeentrelociertoyoreveladomucstran una reinseripctOn del pensamiento de Michelet en la mati de a religion ers tiana, Pero en ningin momento podemos perder de vista que Jreferenia monarqatca se combina con la referencn a Crs. 10. Michelet no sé toma por si centalanocion dena ce Tide entre lo temporal y fo intemporal para lipatl, tesla

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