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La crisis de la sociedad disciplinaria y el “shock” como nueva forma de disciplinar los

cuerpos y las mentes. Implicancias sociales, políticas y económicas.

Introducción

Luego de un rápido viaje a través del pensamiento de Michel Foucault que hemos realizado a lo
largo de la segunda parte de esta materia, llegamos al momento de proponer esta humilde
tesis, respecto al pensamiento del pensador francés en las obras que han sido objeto de
nuestro análisis.

Luego de ver la película “One flew over the Coocko´s nest” (1975) del director Milos Forman,
basada en la novela homónima del escritor Ken Kesey, publicada en el año 1962, procedemos
a realizar un análisis de la misma, lo cual nos ha arrojado una serie de interrogantes y algunas
buenas ideas, que pretendemos demostrar en el presente trabajo.

Lo primero que advertimos, es que el film, más allá de retratar a la perfección una institución
insignia del poder disciplinario propuesto por Foucault, como lo es un hospital psiquiátrico, y la
forma en la que a través de las rutinas, los hábitos, el examen y la coherción se moldean los
cuerpos y las mentes de los internos, podemos advertir que tanto la novela, quienes hemos
tenido la suerte de leerla, como la película, nos entregan una imagen de una institución en
crisis, de un poder disciplinario que comienza a resultar insuficiente para contener la
individualidad de los sujetos, por lo cual, se recrudece su violencia, su accionar directo sobre
los cuerpos, buscando nuevas técnicas y formas de ejercer el poder sobre estos.

Que es en este contexto, en el que surge la noción del “shock”, que se vuelve una bandera de
la psiquiatría, especialmente en los Estados Unidos, eje absoluto del poder global en
representación de occidente en el marco de la guerra fría (por oposición a la Unión Soviética,
expandiendo su influencia sobre el campo socialista) y desde este campo de la ciencia médica,
se expande hacia la política y la economía, hacia la sociología y hacia todas las ramas del
conocimiento y de la técnica que hacen al devenir de la sociedad. El “shock” se consagra como
la nueva forma de disciplinar los cuerpos y las mentes, funcionando ya no en forma ortopédica,
corrigiendo lo que está torcido en un proceso lento y paulatino, sino buscando una ruptura, una
destrucción de lo anterior, para construir desde los cimientos derrumbados, una nueva
personalidad, una nueva economía, una nueva sociedad y un nuevo orden mundial.

Que, así las cosas, es que, mediante el presente, pretendemos demostrar ni más ni menos, la
crisis de la sociedad disciplinaria y su evolución a través de la política de “shock”, en un nuevo
paradigma de transformación rápida y control permanente, cuyo nacimiento tuvo lugar en los
“asylums” norteamericanos durante la segunda mitad del siglo XX.
Guerra fría y crisis del modelo disciplinario

Desde el final de la segunda guerra mundial, el modelo de la sociedad disciplinaria entra en


una profunda crisis, de la cual no podrá salir sin una transformación. Los cambios en la matriz
productiva mundial y en la hegemonía política, nos arrojaron a un mundo completamente
diferente al de preguerra. Con una Europa occidental diezmada, en reconstrucción y con
EE.UU. y la Unión Soviética pasando al frente como los dos grandes hegemones que decidirán
el futuro de la humanidad, oponiendo dos modelos completamente diferentes, que darán lugar
al occidente, democrático, liberal y capitalista y al campo socialista, colectivista y estatal de la
Unión Soviética y sus aliados. Asimismo, la posguerra, entrega toda una nueva gama de
tecnologías industriales, médicas, energéticas, de comunicación y de vigilancia sin
precedentes, que se complementarán con una carrera armamentística que provocará cambios
tecnológicos tan rápidos en las siguientes décadas que será difícil mantener el paso.

En este contexto, los EE.UU. y la Unión Soviética chocan lanzas en diferentes campos de
batalla alrededor del globo, utilizando como avatares a diferentes naciones, en la batalla por el
dominio ideológico mundial, con el peligro siempre presente del holocausto nuclear. Se
reproducirán enfrentamientos sucesivos en la Indochina francesa (luego Vietnam), en la
península coreana, Cuba y Oriente Medio. Así como también movimientos de descolonización
en diversas partes del globo con apoyo de uno y otro lado.

Así, en 1962 se publica la obra de Kesey, que nos da cuenta de una de un sistema disciplinario
en crisis, desde su experiencia como administrativo en el Hospital de Veteranos de Menlo Park
(San Francisco, California) y como voluntario para experimentos con LSD realizados en este
establecimiento.

La generación de posguerra, no parece aceptar tan bien los mandatos de la sociedad


disciplinaria, algo de lo que la cultura popular occidental ya daba cuentas hacia los años 50’
con movimientos contraculturales que se replicaban en diferentes estratos sociales como los
“Greasers” y los “Beatniks” en EE.UU. o los “Rude Boys” y los “Skinhead” británicos.

Podemos ver que R.P. Mc. Murphy es un personaje típico de su época. Con un desprecio
generalizado hacia las normas, tanto legales como sociales, en rebelión permanente. Cuando
se realiza su entrevista de ingreso a partir el minuto 00:09:38, se comienza a leer su informe
pericial en donde se lo caracteriza como agresivo, con poco apego al trabajo (algo típico de los
miembros de los movimientos contraculturales de la época) y se lo acusa de haber intentado
violar a una menor de edad, de lo cual se defiende aduciendo desconocer la edad de la niña,
pero demostrando que no existe un arrepentimiento en cuanto al hecho, sino en cuanto a
circunstancias que podríamos llamar situacionales, ya que parece no tener un límite claro en
cuanto a su sexualidad y la sexualidad de una menor y en general el deseo sexual parece ser
una constante en la personalidad del reo, algo muy propio de la revolución sexual que se vivía
desde fines de la década del 50 (recordar que en 1962 se estrenó la controversial adaptación
cinematográfica de Stanley Kubrick, de la novela “Lolita” de Vladimir Nabokov, sacudiendo
todos los tabúes de la época).

La introducción de un personaje como Mc. Murphy en un ambiente disciplinario como el del


hospital mental, produce un choque constante contra las reglas de juego establecidas para
normalizar a los pacientes, que al principio se muestran efectivas, pero que en definitiva,
cuando existe un agente disruptor del orden, como lo es Mc. Murphy, quien plantea la invalidez
de las normas o cuando menos su flexibilización, y a su vez se crean vínculos y relaciones
estrechos entre los miembros de la comunidad, esta rebelión inevitablemente se extiende,
aumentando la resistencia y fortaleciendo la individualidad de los sujetos frente al intento
normalizador.

Se ve claramente a lo largo de la película como el poder normalizador fracasa una y otra vez,
frente a un único agente disruptor del orden, que no posee grandes medios para hacer frente a
este poder institucionalizado, pero que genera adhesión, a través del refuerzo de los vínculos
con sus compañeros. Mc. Murphy que en la primera votación donde propone que les permitan
ver la “serie mundial” de baseball obtiene escasos apoyos (00:36:02), al cultivar e incrementar
sus vínculos con los otros internos, logra que estos se enfrenten a la enfermera Ratched y
logran cambiar la votación la segunda ocasión (00:41:50). Aunque finalmente la enfermera
encuentra la forma de no permitirles triunfar, la chispa que iniciará el infierno ha sido liberada.

Esta institución es el fiel reflejo de la sociedad occidental durante el final de la década de 1950
y toda la década de 1960, que fue testigo de grandes manifestaciones en contra del poder
disciplinario como la “Primavera de Praga” y el “Mayo Francés”. (ambas en 1968). A su vez, en
nuestro vecindario, corría el espíritu de la joven Revolución Cubana que había triunfado en
1959 y se admiraba a las figuras del Che Guevara y Fidel Castro, que nos identificaban con la
consigna de “la imaginación al poder”.

En los EE.UU. que venían de años de represión macartista con sus celebres listas negras, el
final de la década del 50´ y toda la década del 60´ marcará una explosión de expresividad, a
nivel artístico, sexual, contracultural e ideológico que aterrará al establishment estadounidense,
profundamente compenetrado en la guerra fría y en combatir al enemigo comunista tanto en el
ámbito externo, como en el interno. Con el riesgo de ese gran caldo de cultivo para
movimientos revolucionarios que en los EE.UU. constituía la minoría afroamericana, que sufría
por el racismo social y económico, especialmente en el sur de los EE.UU. Por esos años surge
el movimiento “Black Panther Party” (1966) y gana gran fuerza la ya antigua “Nación del Islam”
cuya vertiente mas extrema liderada por Malcom X (1925-1965) planteaba el potencial
revolucionario de la minoría negra en EE.UU.
Así, frente a la crisis de una sociedad disciplinaria que se va tornando ineficiente, y
particularmente, empujado este proceso por la guerra fría y el temor al enemigo soviético tanto
fuera como dentro de las fronteras, en los EE.UU. se comienza a barajar la idea de un método
disciplinario mas radical, ya no simplemente de ortopedia social, sino para crear al sujeto desde
cero. Se busca destruir la personalidad reticente, para crear una tabula rasa, sobre la cual erigir
una nueva personalidad dócil y acorde a los objetivos de la democracia capitalista occidental.

La iniciativa para el desarrollo de esta nueva técnica de control social, surge de los servicios de
inteligencia, esos sótanos de la democracia donde no existen las garantías del estado liberal,
en este caso, de la CIA estadounidense y el campo científico elegido para apuntalar este
proyecto fue la psiquiatría, a la cual ya Foucault le atribuía una importancia suprema en la
conformación de los discursos de verdad, especialmente en su faz pericial.1

De este modo, hacia fines de la década de 1950, surge un programa de la CIA denominado
como MK ULTRA. Un proyecto para estatal, destinado a llevar a cabo experimentos ilegales,
con el fin de desarrollar nuevas técnicas de interrogación, tortura y control mental mediante la
privación sensorial, drogas psicotrópicas y alucinógenas, así como también mediante la
utilización del tratamiento de electroshock y la utilización del abuso y la violencia psicológica,
física y en ocasiones, sexual. En el marco de este programa es que el escritor Ken Kesey
realiza sus primeras experiencias con LSD.

Las actividades se llevaron a cabo en diversos centros médicos tanto en los EE.UU. como en
Canadá, mayormente en forma ilegal, sin el consentimiento de pacientes y/o familiares o
mintiendo para conseguir dicho, dejando un largo rastro de sufrimiento, que se extiende hasta
el día de hoy en los sobrevivientes, muchos de los cuales han obteniendo, compensaciones
económicas de los gobiernos de EE.UU. y Canadá que no hacen justicia a los daños
ocasionados. Finalmente, toda la información sobre este proyecto se hizo pública gracias al
trabajo de la “Comisión presidencial acerca de las actividades de la CIA dentro de Estados
Unidos”, más conocida como la Comisión Rockefeller, creada en 1975 por el presidente Gerald
Ford, que finalmente cerró el ciclo de estas investigaciones ilegítimas, en forma oficial.

No obstante, toda la información recopilada por este proyecto, se constituyo en el tristemente


célebre “manual de interrogatorios de contrainteligencia KUBARK” desclasificado en el año
1997, que es el manual más grande sobre tortura e interrogación jamás escrito y que fue objeto
de enseñanza en la Escuela de las Américas, aprendiendo de el, los verdugos de miles de
argentinos, las técnicas con las que sembrarían el terror durante la década del 70’. Asimismo,
las técnicas aquí aprendidas se utilizaron en la represión a gran escala en Bolivia, Guatemala,
Nicaragua, El Salvador, Venezuela, Colombia, Chile, Uruguay, México, Vietnam, Camboya,
Congo, Namibia, Angola y todos los teatros de operaciones de la guerra fría entre la década
1960 en adelante y recientemente, han sido utilizadas por los EE.UU en la “guerra contra el

1
Cf. Foucault, Michel; Los anormales, Bs. As., Fondo de Cultura Económica, 2000, pp. 15-38.
terrorismo”, en prisiones militares fuera del territorio estadounidense como Guantánamo y la
prisión de Abu Ghraib en Irak.

Los experimentos del Dr. Ewen Cameron y el nacimiento del “shock” como técnica para
construir cuerpos y mentes.

El Dr. Donald Ewen Cameron, psiquiatra escoces, que fuera el encargado de entrevistar al
jerarca nazi Rudolf Hess en el año 1945, con el objeto de evaluar su capacidad para ser
enjuiciado y que fuera miembro del tribunal medico de Nuremberg, así como también fundador
de la Asociación Mundial de Psiquiatría, trabajó para la CIA en el marco del programa MK
ULTRA, primero en Albany, Nueva York, en diferentes centros médicos y finalmente en
Canadá, donde en 1964, funda el departamento de psiquiatría de la Universidad Mc. Gill en
Montreal y pasa a dirigir el recientemente creado Allan Memorial Institute, donde llevó a cabo
una serie de nefastos experimentos.

Allí se realizaban terapias que consistían en altas dosis de insulina para provocar el coma,
seguidas de alucinógenos como el LSD y el PCP, exóticas combinaciones de antidepresivos y
estimulantes, largos periodos de sedación, privación sensorial y altas dosis de terapia de
electroshock, en un nivel de voltaje y cantidad de sesiones semanales ocho veces superiores a
la norma. Esto provocaba en sus pacientes un estado de regresión tan grande, que muchas
veces perdían la capacidad de deletrear o contar e incluso funciones básicas como el control
de esfínteres. Se trataba de destruir la psique, de demoler la barrera del individuo, del “yo”,
para crear una nueva personalidad desde cero. Ya no se trataba de doblegar las mentes y los
cuerpos sino de derrumbarlos para construirlos de nuevo, a la medida de sus constructores.

Nos dice Naomi Klein en su oba, “La Doctrina del Shock”: “(…) Cameron se había apartado del
enfoque estándar freudiano, (…) que se empleaba para deducir las “causas arraigadas” de las
enfermedades mentales de los pacientes. Su ambición era recrear la mente de sus pacientes,
en lugar de curarles o arreglar lo que fuera disfuncional, y para ello utilizaba un método de su
invención, llamado “pulso psíquico”. (…) Cámeron creía que la única forma de enseñar a sus
pacientes a comportarse de forma sana y estable era meterse dentro de sus mentes y “quebrar
las viejas pautas y modelos de comportamiento patológico”. El primer paso consistía en
“erradicar las pautas”, cuyo objetivo era asombroso: devolver la mente al estado en que
Aristóteles describió como “una tabla vacía sobre la cual aún no hay nada escrito”, una tabula
rasa. Cameron creía que se podía alcanzar dicho estado atacando el cerebro con todos los
elementos que interfieren en su funcionamiento normal. Todos a la vez.” 2

Para provocar este estado en los sujetos, que frecuentemente acudían al Allan Memorial
Institute por leves depresiones o desordenes menores de personalidad y eran engañados para
2
Klein, Naomi; La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre, Buenos Aires, Paidós, 2014. Traducción
de Isabel Fuentes García, (Pag. 55-56).
dar su consentimiento a estas practicas monstruosas, se utilizaba el electroshock, el cual se
aplicaba por un nuevo método que permitía hasta seis descargas a la vez, en combinación con
la aplicación de diversos tipos de drogas alucinógenas. Así lo describe Naomí Klein: “(…) No
había ninguna duda de que el electroshock podía causar amnesia en el paciente. (…) el otro
efecto secundario era la regresión (…) en los momentos inmediatamente posteriores al
tratamiento, los pacientes se chupaban el dedo, adoptaban la posición fetal, había que
alimentarlos como a bebes y lloraban reclamando a sus madres (…) en algunos casos, cuando
las sesiones de electroshock eran numerosas, los médicos informaban de casos en los que la
regresión de los pacientes era completa, llegando estos a olvidarse de andar y de hablar.” 3

Cameron veía en esta regresión una gran oportunidad para reprogramar a los sujetos, que
habían sido llevados a un estado anterior a la aparición de los defectos de su personalidad.
Esto a su vez, era acompañado por el efecto de las drogas psicotrópicas: “(…) Cameron
escribió en un artículo en 1956 que, gracias a estos fármacos, el paciente “se desinhibía y sus
defensas se debilitaban”. 4

Así, luego de derribar el edificio de la personalidad, comenzaba la reconstrucción, cuyo proceso


se describe de la siguiente manera: “(…) consistía en que Cameron hacia escuchar a los
pacientes cintas grabadas con mensajes como “Usted es una buena madre, y una buena
esposa, y la gente disfruta de su compañía.” (…) creía que, si sus pacientes se impregnaban
de los mensajes grabados en la cinta, empezarían a comportarse de forma distinta. (…) En una
ocasión, Cameron le hizo escuchar a un paciente la cinta por 101 días.” 5

A esta infeliz experiencia, Cameron sumaría luego, a raíz de las investigaciones de su colega el
Dr. Donald Hebb, técnicas de privación sensorial, ya que estas habían demostrado efectividad
para quebrar las defensas del sujeto y hacerlo altamente influenciable. Los pacientes de
Cameron comenzaron a ser encerrados en celdas de aislamiento, sin luz, con los ojos y oídos
cubiertos, con sistemas que producían un ruido blanco monocorde y con tubos de cartón que
recubrían sus extremidades, privándolos del tacto. Se alteraba el orden cronológico de las
comidas y sesiones de electroshock y administración de drogas, provocando una
desorientación total en los sujetos que sufrían fuertes regresiones y alucinaciones de todo tipo.
6
Tristemente nos recuerda a las múltiples descripciones y testimonios de sobrevivientes de la
ESMA y otros centros clandestinos de tortura.

Finalmente, el financiamiento para los estudios de Cameron fue cada vez menor en parte
debido a su escasa justificación ante los magros resultados médicos ya que sus pacientes no
solo empeoraban con el tratamiento, sino que quedaban con graves secuelas producto de los
mismos. La renuncia de Cameron a su puesto en el Allan Memorial Institute en 1964 y su
3
Op. Cit. (Pag. 56-57)
4
Ibidem (Pag. 58)
5
Ibidem (Pag. 58)
6
Cf. Klein, Naomi; La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre, Buenos Aires, Paidós, 2014.
Traducción de Isabel Fuentes García, (Pag. 59-64).
posterior muerte en dudosas circunstancias mientras practicaba escalada en 1967, puso fin a
los experimentos dejando un enorme legado de información para esta agencia que se tradujo
en el manual KUBARK, en base al cual se sigue torturando en todo el mundo, bajo la consigna
de la libertad. Asimismo, deja como legado el concepto de “shock”, y la idea de destruir al
sujeto para reconstruirlo, en algo que, muy a la americana, se convierte en una etapa
superadora, mas violenta e inmediata, de acuerdo a las necesidades de la guerra fría, del
poder disciplinario tendiente a moldear al sujeto.

El “shock” como modelo y sus implicancias políticas, sociales y económicas.

Así como a fines del Siglo XVIII y principios del XIX el incipiente capitalismo creó la sociedad
disciplinaria, para moldear a través de sus instituciones a los sujetos que serán instrumentos de
su forma de producción 7, la guerra fría, nos entregará el nuevo paradigma del “shock”, violento,
inmediato, que demuele el edificio de la subjetividad para crear desde cero, una nueva, a la
medida de los medios de producción y del entramado económico y sociológico deseado por la
democracia liberal occidental, en su lucha contra el campo socialista.

Como bien hemos anticipado, esta noción del shock escapa de los institutos psiquiátricos y
llega al fértil campo de la economía y de la política. En el caso de la economía, lo hará de la
mano de Milton Friedman, que desde La Universidad de Chicago, generará una revolución
dentro del pensamiento económico, que se volverá la bandera de la gran transformación que
sacudiría las bases del modelo de bienestar, agotado para la década de 1970. “La misión de
Friedman, como la de Cameron, se basaba en el sueño de regresar a un estado de salud
“natural” donde todo estaba en equilibrio, antes de que las interferencias humanas crearan
patrones de distorsión. (…) También al igual que Cameron, Friedman creía que cuando la
economía estaba muy distorsionada, la única manera de alcanzar el estado previo era infligir
deliberadamente dolorosos shocks (…) Cameron usaba electricidad para provocar shocks; la
herramienta que escogió Friedman fue la política (…)” 8

Desde su “Escuela de Chicago”, se encargo de formar a las élites de diversos países del
mundo, que luego regresaban para expandir el movimiento dentro del ámbito local. Aquí en el
cono sur, han desfilado en altos cargos de todos los gobiernos autoritarios y democráticos. En
Argentina, sus teorías han sido receptadas entre otros, por Martínez de Hoz y Domingo
Cavallo. Friedman asimismo daba cursos en multiples universidades y fundaba numerosos
think tanks llevando sus propuestas a oídos del establishment mundial.

Así, durante la década del 70’, con la guerra fría en un impasse y el modelo del estado de
bienestar visiblemente agotado, sus propuestas se convirtieron en la solución tan buscada y así

7
Cf. Foucault, Michel; La verdad y las formas jurídicas, México, Gedisa, 1988
8
Klein, Naomi; La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre, Buenos Aires, Paidós, 2014. Traducción
de Isabel Fuentes García, (Pag. 79-80).
se buscó instalar diversos laboratorios de esta política económica, de los cuales el mas
importante es el Chile de Pinochet. El golpe de Estado fue organizado por el Departamento de
Estado de los EE. UU., que buscaba evitar el surgimiento de un nuevo régimen socialista en
América Latina y a su vez, necesitaba un laboratorio para las teorías de shock de Friedman.

Así, se inaugura la faz política del shock, que consiste en la acción directa del Departamento de
Estado estadounidense, aplicando el shock, torturando las economías y las sociedades, para
destruirlas y reestructurarlas a su antojo. Chile fue la primera víctima, pero no la última. En
primer lugar, la presión fue económica, a través de las empresas estadounidenses en suelo
chileno y a través de los organismos de crédito, así como también, evitando comprar el cobre
chileno. “Cuando Nixon se enteró de que habían escogido presidente a Allende, lanzó su
famosa orden al director de la CIA, Richard Helms, de que “hiciera chillar a la economía” (…),
las empresas estadunidenses le declararon la guerra a su administración. (…) planeaban
bloquear los créditos estadounidenses a Chile y “discretamente”, hacer que todos los bancos
privados hicieran lo mismo.” 9

En todo este proceso, cobro una enorme importancia la firma estadounidense ITT (International
Telephone and Telegraph), que poseía el monopolio de las telecomunicaciones en Chile y que
veía cercana la nacionalización de sus intereses. Esta firma y su lobby político participaban de
los círculos más altos de decisión en Washington respecto a la política para Chile. “La empresa
se tomó además la libertad de preparar una estrategia de dieciocho puntos para la
administración Nixon que contenía una petición clara de un golpe de Estado: “Contacten con
fuentes fiables dentro del ejército chileno”, decía, “(…) alimenten y planifiquen su descontento
con Allende y luego propongan su necesidad de apartarlo del poder.”10

Así, la suerte del país vecino estaba echada y el golpe se materializó el 11 de Septiembre de
1973 con imágenes penosas que recorrieron el mundo mostrando el cuerpo sin vida de
Salvador Allende siendo sacado del Palacio La Moneda. Así se configuraba no la primera de
estas operaciones ya que anteriormente se habían ensayado con mayor o menor éxito otras en
Indonesia, colocando a Suharto en el poder y el golpe militar en Brasil que destituyo a Joao
Goulart en 1964, pero hasta ahora ninguna de estas experiencias había resultado tan perfecta
como lo fue la de Chile, donde se pudo aplicar un triple shock. En primer lugar, el shock del
golpe militar y su violencia, en segundo lugar, el shock económico de la mano de los discípulos
de Milton Friedman y finalmente el shock del terror, la represión y la tortura, que permitió
sustentar un modelo de exclusión y destrucción del estado de bienestar.

Los resultados hablan por sí mismos: “En el primer año de la terapia de shock recetada por
Friedman, la economía chilena se contrajo un 15% y el desempleo-que solo sufría un 3% con
Allende- alcanzó el 20% (…)” Contrariamente a lo que opinaba Friedman, la crisis duró años,
no meses. Hacia 1986 uno de cada cinco trabajadores industriales había perdido su empleo
9
Op. Cit. (Pag. 97-98)
10
Ibidem (Pag. 98-99)
11
(…)” . El país estaba destruido, se había convertido en la tan ansiada tabula rasa, sobre la
cual se escribiría uno nuevo que al día de hoy intenta ser puesto como ejemplo una y otra vez
por los cultores del libre mercado, por su PBI que supera al de la Argentina, pero se ignoran
intencionalmente factores como su escasa movilidad social, su alto índice de represión, una
enorme desigualdad estructural y una población endeudada y desesperanzada que se por ello
se volcó masivamente a las calles en las protestas que han sacudido al país vecino en años
recientes y que ponen aun al día de hoy en jaque al gobierno de Sebastián Piñera.

La experiencia chilena, dio luz verde a todas las que siguieron, en distintos grados, algunas con
golpes militares de por medio, otras aprovechando convulsiones internas y crisis económicas, e
incluso desastres naturales. Argentina, Uruguay, Polonia, Rusia, China, Corea del Sur, las
víctimas del shock se replican durante las décadas siguientes en todo el mundo.

Conclusión

Finalmente, luego del desarrollo propuesto, podemos llegar a las siguientes conclusiones: En
primer lugar, se evidencia una crisis de la sociedad disciplinaria hacia mediados del siglo XX,
que se hace marcadamente notoria en la generación de posguerra, que se rebela
permanentemente contra el poder normalizador y producto de ello, surgen múltiples
movimientos sociales y contraculturales que dan lugar a diversas expresiones de individualidad.
Los métodos para normalizar los cuerpos y las mentes siguen siendo efectivos en buena
medida, pero cada vez comienzan a perder más fuerza, entrando en crisis todas las
instituciones que forman parte del aparato normalizador como bien lo señala Deleuze. 12 Esta
situación es claramente marcada en el filme en el que Mc. Murphy, presiona contra las reglas
de la normalización y consigue la adhesión de sus pares, creando un peligro para el statu quo,
por lo cual finalmente se echa mano de una normalización violenta al practicársele la
lobotomía, que destruye su personalidad, por lo cual “El Jefe” considera que no puede dejarlo
en ese estado y lo mata piadosamente antes de huir.

En segundo lugar, esta situación de crisis se vuelve crítica en el marco de la guerra fría, ya que
la debilidad del sistema disciplinario, presenta una grieta por la cual el modelo capitalista podría
flaquear y ser permeable a los avances del campo socialista, por lo cual, a los hegemones de la
democracia occidental, especialmente a los EE.UU., les urge buscar nuevas formas de
normalización más fuertes, más violentas y eficaces en el corto plazo. Algo que también se ve
en el filme, donde ante la resistencia de Mc. Murphy y otros internos, se les aplica terapia de
electroshock, para intentar normalizarlos, por ejemplo (01:25:50).

11
Ibidem (Pag. 118)
12
Deleuze, Gilles, “Post-scriptum sobre las sociedades de control”, en Conversaciones 1972-1990, Valencia, Pre-
Textos, 1999.
En tercer lugar, esta necesidad de un nuevo método de normalización se resuelve mediante la
invención del shock, como concepto normalizador, principalmente en el campo de la psiquiatría
y posteriormente, extendiéndose a diversos ámbitos de la economía y la política. La nueva
técnica consiste ya no en la ortopedia social, sino en la destrucción total y reconstrucción desde
cero del individuo, de la economía y del tejido social. Algo mucho más efectivo y a corto plazo,
acorde con las urgencias de la guerra fría.

El shock posee múltiples formas en las que se presenta y es utilizado por ese establishment
internacional que Capella bien describe como “soberano privado supraestatal y difuso” 13
, para
construir a los nuevos sujetos y sociedades, a las nuevas economías y a los nuevos estados,
que garanticen utilidades, en su lógica de acumulación infinita. Desastres naturales, desastres
económicos, tortura, miedo, guerra contra el terror y mas recientemente, COVID-19. El shock
muestra sus múltiples caras y se vuelve la fuerza normalizadora por excelencia, omnipresente
en todos los ámbitos del desarrollo humano. Inicia así, una nueva era de control y construcción
de los individuos, en forma agresiva (shock) y en forma pasiva, como se hace, por ejemplo, a
través del creciente mundo digital y las redes sociales. Todo para lograr que seamos
funcionales al medio de producción capitalista, que necesita seguir afianzándose por sobre sus
grandes injusticias y desigualdades.

13
Cf. Capella, Juan Ramón; Fruta prohibida. Una aproximación histórico-teorética al estudio del derecho y del
estado, Madrid, Trotta, 1997, Cap. V: “Poder y derecho en Babel”.

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