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VENEZUELA:
Ascenso y crisis
del Chavismo
Editorial Socialista Centroamericana
2 Ascenso y Crisis del Chavismo
Presentación
El fenómeno político del chavismo tiene sus orígenes reales en el
Caracazo, una insurrección popular que fue aplastada a sangre y fuego,
pero que sacudió Venezuela en 1989. Diez años más tarde, el coronel
Hugo Chávez Frías, después de una intensa campaña, logró ganar las
elecciones generales de Venezuela en diciembre de 1998, asumiendo
la presidencia por primera vez el 2 de febrero de 1999, encabezando
un proceso de surgimiento de gobiernos nacionalistas de “izquierda”
en América Latina, en el marco de una furiosa ofensiva neoliberal.
Después del triunfo de la izquierda en Venezuela, siguió Luis Ignacio
Lula da Silva en Brasil en el año 2003, después Evo Morales en Bolivia
en el año 2006, Rafael Correa en Ecuador en el año 2007, Daniel Ortega
en Nicaragua en el año 2007, Mauricio Funes en El Salvador en el año
2009, etc.
Utilizando los mecanismos de la democracia burguesa, convocó a una
Asamblea Nacional Constituyente, obtuvo la mayoría necesaria que
le permitió aprobar en 1999 una nueva Constitución que reorganizó
completamente el Estado en Venezuela.
En 2002 Chávez logró derrotar un intento de golpe de Estado. Después
en el año 2004, teniendo bajo su control la inmensa riqueza petrolera
de Venezuela, impulsó la creación de la Alianza Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos o
ALBA-TCP, denominada simplemente ALBA, lo que le permitió tener
influencia diplomática en América Latina
Los altos precios del petróleo le permitieron también ampliar su base
social a lo interno de Venezuela, enfrentar a sus enemigos de derecha y
derrotarlos a través de múltiples procesos electorales impecablemente
democráticos.
Después del derrumbe de la URSS en 1990, bajo la ofensiva neoliberal
y cuando ya no quedaban guerrillas en América Latina (excepto las
FARC en Colombia), uno de los grandes méritos de Chávez fue que
resucitó la discusión sobre el socialismo, al formular en el año 2005 su
proyecto de “Socialismo del Siglo XXI”, retomando el esquema teórico
de Heinz Dieterich Steffan.
Pero, en realidad, detrás de los discursos a favor del “socialismo” se
ocultaba un modelo económico que no era socialista, sino un capitalismo
Melchor Benavente
1)El Caracazo
2.1.- El petróleo
2.2.- CANTV
2.3.- Electricidad
Pero las presiones del naciente PSUV sobre los aliados de izquierda
se hicieron sentir inmediatamente. El partido Podemos sufrió una
sangría de sus dirigentes: 14 de 19 legisladores, 22 de 42 alcaldes y
15 secretarios regionales se sumaron al PSUV. Lo mismo ocurrió con
miembros del secretariado nacional del PPT: el diputado Mario Isea, Juan
Montenegro (diputado por Amazonas), Rodolfo Sanz (viceministro de
Relaciones Exteriores para América Latina), Carlos Camargo (dirigente
en Yaracuy). Miguel Benavides (miembro del Secretariado Nacional),
Johnny Milano (diputado y líder del Movimiento los Sin Tierras), Julio
Millán (secretario del PPT en Anzoátegui). Un sector del PCV se sumó
al PSUV, entre los que se encontraba el diputado Roberto Hernández
Incluso, las fuerzas que se reclaman trotskistas o marxistas
revolucionarias también sufrieron los efectos de la gran aspiradora del
PSUV. Inicialmente, el 20 de Marzo del 2007, el conjunto de la Corriente
Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma (CCURA) de la Unión
Nacional de Trabajadores (UNT), impulsada por el Partido Revolución
y Socialismo (PRS), solicitó al Presidente Chávez, mediante carta
pública, el ingreso al PSUV. Esta decisión de subordinar al sindicalismo
independiente al gobierno de Chávez, originó un gran debate y provocó
una ruptura del PRS el 25 de abril: el sector liderado por Stalin Pérez
Borges, Gonzalo Gómez, Vilma Vivas, José Meléndez y Rubén Linares,
entre otros, mantuvo su posición de ingresar al PSUV, lo que implicaba
disolver el PRS.
El sector encabezado por Stalin Pérez Borge defendió el ingreso al
PSUV con el siguiente argumento central: “Queremos luchar juntos
por defender un proyecto de partido socialista, revolucionario y
profundamente democrático, donde se acaben la dedocracia, los
privilegios y los representantes de la nueva ‘boliburguesía’, todos
grandes peligros que tiene nuestra revolución. Vamos al nuevo partido
para ser parte de la inmensa fuerza anti imperialista que allí estará y ser
vanguardia para que todos tengamos una militancia consecuentemente
anticapitalista (…) Convocamos a los dirigentes de CCURA a trabajar
3) Democracia interna
5) La ideología chavista
2) Inflación y desabastecimiento
3) Cooperativismo e informalidad
1) Estado “socialista”
La base del nuevo Estado socialista serían las “comunas”, ciudades que
vendrían a sustituir a los municipios. El problema es que la “ciudad
comunal” podría ser organizada por el presidente de la República, previo
acuerdo de la Asamblea Nacional, lo que permitiría una manipulación
de los territorios o circunscripciones electorales adversas al gobierno.
Se les arrancaba a los ciudadanos el elemental derecho de decidir
por ellos mismos como se organizarían estas ciudades. A partiere de
ahí, comenzaba en un enredado esquema de la nueva “geometría del
poder”, en vez de la clásica y ya conocida divisan política en estados y
municipios.
La reforma constitucional definía al Estado como “socialista”, a pesar que
en la realidad en Venezuela continúa predominando la propiedad privada
sobre los medios de producción, bajo la modalidad de un capitalismo
impulsado, protegido y regulado desde el Estado. El “socialismo del
siglo XXI” que Chávez propone no es realmente el socialismo, sino un
capitalismo de Estado, considerado una fase necesaria para desarrollar
las fuerzas productivas y más adelante, cuando las condiciones lo
permitan, instaurar el socialismo.
Pero lo que más preocupación causo entre las masas fueron las claras
intenciones de Chávez de acumular mayores poderes. De haberse
aprobado la reforma constitucional, el presidente Chávez podría optar
no solo a la reelección de manera indefinida, sino que además tendría
las facultades de “crear y suprimir provincias federales, territorios
federales, ciudades federales, municipios federales (...) designar y
remover a sus autoridades” (artículo 236). De igual manera, nombraría
a los vicepresidentes y tendría la facultad de crear “regiones estratégicas
de defensa” y podrá decretar autoridades especiales para las mismas.
En pocas palabras, Chávez podría burlar la voluntad popular en
elecciones regionales, estatales o locales, cuando los resultados le
fueran adversos. En la actualidad Chávez controla 21 de los 23 Estados.
La reforma del artículo 337 era gravísima, pues la Constitución de 199
garantizaba, aun bajo estado de excepción, el “derecho a la información
y los demás derechos humanos intangibles”. La reforma sencillamente
borraba estas líneas, y limitaba estos amplios derechos al especificar
cuáles permitía.
Detrás de esta abigarrada reforma constitucional, Chávez podría
manejar las divisas del Banco Central sin ningún tipo de control, crear
las “milicias populares bolivarianas” como un organismo para militar del
ejército, bajo control de la oficialidad, no de los sindicatos y organismos
populares. De aprobarse la reforma, Chávez tendría capacidad de
disolver la Asamblea Nacional, así como ejercer la iniciativa constitucional
para convocar a constituyente. La concentración de poder en una sola
persona o institución no auguraba nada bueno, porque implica la
disminución del poder de los sindicatos y los organismos de la sociedad
civil.
7) Confites envenenados
8) Derrota previsible
¿“Socialismo” importador?
Reelección no es segura
La crisis económica
La década pasada fue calificada como ganada, por el hecho de que una
serie de gobiernos progresistas llegaron electoralmente a los ejecutivos
respectivos, algunos abanderando transformaciones constitucionales
de masas que posibilitaron importantes reformas en los regímenes
políticos, todo ello resultado del fracaso de las políticas neoliberales
aplicadas en la última década del siglo pasado y el rápido desgaste de
la democracia liberal.
El más conspicuo fue el liderado por el teniente coronel Hugo Chávez,
un militar procedente de un ala nacionalista del ejército venezolano
identificada con el ideal bolivariano, que asumió tales posiciones ante la
rebelión de masas de finales de los 80s contra el neoliberalismo.
Ya en el poder, sobre todo el chavismo y el masismo de Evo Morales, con
Orson Mojica y Leonardo Ixim 81
un programa de medianas nacionalizaciones de los bienes estratégicos
como el petróleo, el gas y otros recursos naturales, consiguen la tan
ansiada independencia política por lo menos momentáneamente, a la
par del declive de la economía estadunidense, declive que no es total
ni absoluto. Mientras, las economías China e India lideran durante un
tiempo el crecimiento capitalista mundial. Junto a eso aparecen los Brics
-conformado por economías llamadas emergentes-, un actor de peso
en el reparto de las ganancias a nivel mundial y en la conformación de
un mundo con varios polos capitalistas.
En la región se genera un escenario donde irrumpe la organización
popular, que plantea verdaderas revoluciones democráticas, a la par
que se va perfilando la tendencia hacia la concentración de poderes,
cooptando mucha de esa organización hacia corrientes que representan
intereses de nuevas élites burguesas. Como gobiernos bonapartistas,
éstas buscan equilibrar entre el cumplimiento de las demandas sociales
que han beneficiado a la población y mantener las ganancias de los
sectores oligárquicos, así como el control de las disputas interburguesas.
En esa tónica, en Venezuela han sido una constante las leyes habilitantes
que otorgan al presidente la potestad de emitir leyes sin autorización
de la Asamblea Nacional -aunque ésta otorga la potestad- que en
algunos momentos son instrumentos necesarios para hacer frente a
las arremetidas de la derecha, pero que a cada paso se vuelven un
acumulado que reduce el margen y la independencia del movimiento
popular. Con la muerte de Chávez, Nicolás Maduro ganó las elecciones de
diciembre de 2012 por estrecho margen sobre la oposición de derecha.
Al interior de la coalición gobernante, el Polo Patriótico (PP) y el Partido
Socialista Unido de Venezuela, se empiezan a dar desavenencias en
la forma de conducción gubernamental, evidenciando que Maduro no
puede ejercer el mismo papel de bonapartismo que Chávez.
Crisis real
La crispación social
La ofensiva de la derecha
Pero a finales de marzo del 2017, Luis Almagro volvió a la carga contra el
gobierno de Nicolás Maduro. Después de un intenso cabildeo, Almagro
logró reunir 14 votos de cancilleres para convocar a una reunión del
Consejo Permanente de la OEA con el objetivo de discutir la crisis en
Venezuela. Los cambios de gobierno en Brasil, Argentina y Perú, se
hicieron sentir en la nueva correlación de fuerzas dentro de la OEA.
Después de un forcejeo, al final 20 países propusieron una hoja de ruta
“para restaurar la democracia en Venezuela”.
No propusieron una resolución para derrocar al gobierno de Maduro,
sino iniciar una transición. Todos los gobiernos del continente, incluido
Estados Unidos, tienen un profundo temor al estallido de una guerra civil
que puede desestabilizar la región. Las vacilaciones de la OEA tienen un
mensaje claro: las presiones diplomáticas persiguen el objetivo central
que el Ejercito de Venezuela tome la decisión de solucionar la crisis,
que sean las propias fuerzas armadas la que impongan una salida a la
crisis política, sea suplantando a Maduro o por cualquier otra vía.
Los resultados