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y

derecho

En este libro, el autor aborda la problemática de los


Derechos Humanos en su dinámica de las violaciones,
las luchas, los reconocimientos y los mecanismos de
protección en el mundo j en nuestro país, con la
convicción de que sólo mediante u » aprendizaje crítico
se puede aspirar a su efectiva vigencia.
El Dr. Eduardo Angel Russo es abogado egresado de la
Universidad de Buenos Aires, donde actualmente se
desempeña como profesor titular regular, consulto en las
asignaturas Teoría General del Derecho y Filosofía del
Derecho, en la Facultad de Derecho, y en la Facultad de
Ciencias Sociales tiene a su cargo el Seminario “El Estado
y el Derecho en la Posmodernidad”. Es autor de nume­
rosas publicaciones, entre las que cabe señalar los libros
Teoría General del Derecho en la M odernidad y en la
Posmodemidad, La Lengua del Derecho. Introducción a la < , T
■» *■
Lin^isticay a la Hermenéuticajurídicas; El Tercer tablero. J t
Una aproximación a las Teorías del Derechoy del Estado
desde la Teoría de losjuegos, con prólogo de Gianni
Vattimo. Ha dictado cursos y conferencias en diversas
universidades públicas y privadas del país y del extranjero
y en el Colegio Público de Aboga4os de la Capital Federal.
Se desempeñó en 1996 como asesor de la Presidencia de
la Convención Constituyente de la Ciudad de Buenos
Aires y hasta el 2 0 0 0 en la DGI (AFIP) como Juez
Administrativo. A partir de esa fecha, se desempeña como
Juez de Cámara del Fuero Contencioso Administrativo
y Tributario de la Ciudad de Buenos Aires.

ISBN 9 7 8 -9 5 0 - 2 3 - 1 6 4 9 -9

f ^ l

789502 316499
C a p it u l o II

No tiene ni el derecho ni el poder de hacerlo yeso no tendría además ningún


sentido. El representante del Estado puede juzgar, pero el perdón no tiene nada
que ver con el juicio, justamente. Ni siquiera con el espacio público o político.
Incluso si el perdón fuera ‘justo’, lo sería de una justicia que no tiene nada que
ver con una justicia judicial, con el derecho... Esta mujer quería tal vez sugerir
otra cosa: si alguien tiene alguna calificación para perdonar, es sólo la víctima y
no una institución tercera. Porque por otra parte, incluso si esta esposa también
^ C a p ít u l o I I I ^
era víctima, de todos modos, la víctima absoluta, si se puede decir así, seguía
siendo su marido muerto. Sólo el muerto hubiera podido, legítimamente, con­
siderar el perdón. La sobreviviente no estaba dispuesta a sustituir abusivamente
¿ Q ué so n lo s llam ad o s " d e r e c h o s h u m a n o s "?
al muerto. Inmensa y dolorosa experiencia del sobreviviente: ¿quién tendrá derecho
d e perdon ar en nom bre d e victim as desaparecidas?'. '^

Derrida usa el término “desaparecido” como sinónimo de “muerte”. Pero, en la


Argentina y en otros países en que se aplicó la misma metodología de la “desaparición
forzada de personas”, el término adquiere aun mayor dramatismo: ¿quién puede
1. D ificultades para la d e f in ic ió n
perdonar en nombre de las víctimas de los “vuelos de la muerte”, de los enterrados
colectiva y anónimamente como “N N ”, de los quemados en piras funerarias, de las
criaturas nacidas en cautiverio y apropiadas ilegítimamente, privándoselas de su
La expresión “derechos humano,s” puede resultar tan equívoca como casi todas
familia natural y de su identidad, etc,? Ello, como hemos visto, en forma indepen­
diente del criterio legislativo que se adopte en general, y, en particular, en las decisio­ las palabras del vocabulario jurídico-político: “pueblo”, “libertad”, “.soberanía”, “de­
nes judiciales que se dicten para cada caso. mocracia”, “bienestar general”, etc. La fórmula puede ser tomada en algún senti­
do amplísimo, absoluto, o, por el contrario, en algún sentido restringido, relati-
vizándola a alguna cuestión en especial, generalmente relacionada con vitrlacio-
nes que se denuncian en casos concretos (privaciones ilegítim as de libertad,
torturas, discriminaciones, etc.).
B ibliografía El uso impreciso e indiscriminado de la expresión en el lenguaje cotidiano
apunta más a su significación emotiva, casi irracional, produciéndose un inevitable
vaciamiento semántico y un desgaste de su fuerza política. Podríamos decir, enton­
Benton, Wilbourn E, y Grimm, George (comps.): £lju icio de Nuremberg, Mexico, Diana, ces, que el primer derecho humano es el de conocer cuáles son los alcances de la
1973. expresión, más allá de sus connotaciones emotivas.
Borradori, Giovanna: La filosofia en una época de terror - Diálogos con Jürgen Habermas y En un .sentido amplio, todos los derechos son humanos, en cuanto -a l menos
Jacques Derrida, Buenos Aires, Taurus, 2004. en los sistemas jurídicos modernos- todas las normas jurídicas se dirigen, directa o
Baudrillard, Jean: Elparoxista indiferente, Barcelona, Anagrama, 1998. indirectamente, a los hombres. En la Edad .Media, en cambio, los derechos eran
Derrida, jaques: El siglo y el perdón, Buenos Aires, La Flor, 2006. “estamentales”, es decir, propios de los estamentos y corporaciones sociales. Aquella
Nino, Garlos .Santiago: Ju icio al mal absoluto, Buenos Aires, Emccé, 1997. noción, la del derecho dirigido a regular las conductas humanas, resulta ran omni­
Nunca más, ¡njortne ele la Comisión Nacional sobre la Desaparición ele Personas, (Conatlcp), comprensiva como inútil.
Buenos Aires, Eiidcba, 2006. En sentido m.ís restringido, se lo ha limitado durante mucho tiempo al .inibito
de los derechos y garantías individuales, tal como ha sido recept.ido por el constitu­
cionalismo del siglo XIX. Esta concepción, que en su origen íue liberal y en la
16. Jacques Derrida. /:/siglo )' elperelón..., oh. dt., pp. 22-23. El dcsracado me peneirete. actu.ilidad debe ser tildada de conservatlor.i, tieja fuera la c.ucgoi í,i de los llamados

72
; Q jÉ SON LOS LLAMADOS “ DERECHOS HUMANOS” ?
C a p ít u l o III

“derechos sociales”, tales como los receptados por nuestro art. 14 bis de la C onsti­ Figura 1 Figura 2
tución Nacional (ver apéndice norm ativo), y, en general, por el constitucionalismo
del siglo X X y las convenciones internacionales de posguerra. Podemos intentar
una aproxim ación diciendo que los derechos hum anos son los derechos funda­
mentales de la persona humana, tom ando esta en sus tres dimensiones: como ser
físico , com o ser p s íq u ico y c o m o ser social. Esa aproxim ación im plica tom ar una
decisión, desplazando un criterio objetivo (catálogo de derechos) hacia uno subje­
tivo (definición de persona).
Las tres dimensiones referidas se corresponden con otras tantas etapas del pen­
samiento antropológico, que fueron completando una concepción integral de lo que
consideramos persona, partiendo de su aspecto externo, biológico, para un posterior
reconocimiento de una “vida interior”, espiritual, intelectual o psíquica, para finalizar
adm itiendo la interdependencia del ser hum ano, como unidad psicofísica con el
medio social al cual pertenece.
Partiendo de esas tres dimensiones se pueden ordenar derechos fundamentales
reconocidos o reivindicados a la persona humana. Así, por ejemplo, en la primera Figura 3
dimensión podemos encontrar al derecho a la vida, a la subsistencia y a la integridad
física; en la segunda, los derechos a la libertad de pensamiento y de creencia y el
derecho a educarse; y en la tercera, el derecho a participar en la vida cultural y cívica
de la comunidad, los derechos de asociación, de reunión, de igualdad de trato, etc.
El desplazamiento del concepto de “catálogo de derechos” por el de derechos
fundamentales de la persona hum ana permite afirmar que, má,' que hablar de una
tem á tica de los derechos humanos, se debe hablar de una p ro b lem á tica de esos
derechos, lo que, en otras palabras, significa resaltar el dinamismo de la cuestión, por
oposición a la visión estática de la tradicional concepción de los “derechos subjetivos”. Figurad
Esta concepción tradicional, eminentemente civilista, piensa a la persona como sus-
tractum portador de derechos y obligaciones. Hay algo así como un sujeto gramatical,
la persona, y los derechos que se le predican, que pueden existir o no. Com o cuando
decimos “Juan es alto” para afirmar una cualidad de “Juan” de la que podría carecer.
La idea de los derechos humanos es eminentemente diferente. Los derechos no son
“cualidades” o predicados de la persona, sino su propia definición. “Juan” no “tiene”
derechos, como podría tener una casa o un automóvil. “Juan” « e l conjunto de sus
derechos, y si lo privamos de ellos o de su ejercicio, “Juan” desaparece,' tal como nos
lo enseñó la reciente historia argentina.

1. 1anibicn podría dccir.se i|uc Juan d a tcoc .sus derechos y, asi, el posible desap.iiecer de
Juan podría ser entendido como una Mierrupción de su devenir, (|iied.indo |uan t|iueio,
aquietado, detenido (sin necesidad).
C apítulo Ili Q JÉ SON LOS LLAMADOS “ DERECHOS HUMANOS” ?

Enfocado el problema desde una visión sistemica, podemos diferenciar a la Puede seguir un método dogmático (de lege lata) -en cuyo caso no se diferencia de
concepción iusnaturalista como dos sistemas superpuestos (ver figura ! ) donde la descripción histórica y es, por lo mismo, asistem ático-, u ordenarse según
el sistema de los derechos naturales tiene una ubicación jerárquica respecto del ciertos principios hermenéuticos, formando una teoría general sistemática -com o
Derecho Positivo. En cambio, para el positivismo (ver figura 2) los “derechos cuando se distinguía entre derechos humanos o p er a tiv o sy los p ro gra m á tico s (ios
subjetivos” ocupan una porción del espacio cerrado reservado para el Derecho primeros eran los que sólo requerían de un reconocimiento normativo expreso o
Positivo. Aquella es una posición “dualista” (dos derechos) mientras que ésta es im plícito -n o meramente supuesto- para su plena vigencia, mientras que los
una posición “m onista”, que reserva el alcance de la expresión “Derecho” sólo programáticos no podían funcionar sin una reglamentación dictada al efecto -distinción
para el positivo. hoy abandonada, por entenderse que todos los derechos humanos son operativos-),
La teoría de los derechos humanos también suele presentarse desde una o cuando se discute la vigencia de los tratados internacionales sobre la materia en el
visión “dualista” (ver figura 3) como un derecho alternativo, reflejando el esque­ derecho interno en colisión con la noción de soberanía, o el tema de las garantías
ma del derecho natural. Esta es la postura “intem acionalista” de los derechos implícitas contenidas en el art. 33 de nuestra Constitución Nacional (ver apéndice
humanos, especialmente para aquellos derechos no incorporados a los derechos normativo), etc.
nacionales, que surgen de documentos, declaraciones, congresos, fallos declarati­ Estos tres enfoques son complementarios y, a nuestro juicio, no se puede com­
vos, etc., cuya eficacia, cuando no existe un poder coercitivo internacional, es prender uno sin el otro. Las fundamentaciones filosóficas no son creadas de la nada,
casi nula. por alguna inteligencia abstracta, sino que responderían a una necesidad política
Por nuestra parte, y siempre desde un plano teórico, sostenemos que el sistema concreta, en un momento y en un lugar dado de la historia. Las garantías legales, por
de derechos humanos es un sistema abierto a un entorno de “realidad social” (luchas, su parte, tampoco son concesiones graciosas de un soberano ni meros logros de una
demandas, reivindicaciones, etc.) que incluye, como un sistema, al derecho positivo, hipotética ciencia jurídica, sino que aparecen como respuestas a reales conflictos
también abierto respecto de aquél (ver figura 4). preexistentes. Los reclamos políticos, finalmente, tampoco surgen por la sola existen­
cia de agitadores o líderes carismáticos, sino de una conciencia grupal o sectorial que
reacciona frente a una real o supuesta marginación, y de la cu:J aquellos no .son sino
los voceros. Las variantes reduccionistas, que jibarizan la cuestión de los derechos
humanos a uno sólo de los posibles abordajes, oscurecen, más de lo que aclaran, el
2. D i s t i n t o s a b o r d a j e s p a r a un m i s m o p r o b l e .m a sentido último de la cuestión.

La cuestión de los derechos humanos permite distintos abordajes: podemos


encontrar así un abordaje h istórico-p olítico, otro filo só fico y un tercero n orm ativo.
Podríamos decir que el primero analiza la fuente de creación de los derechos, el 3. El d e r e c h o de g e n t e s

segundo la interpretación y el tercero la aplicación de aquéllos.


El enfoque político estudia la génesis histórica de los derechos humanos, las
luchas y reivindicaciones, los modos de expresión, los triunfos y los fracasos. En Dentro de esta últim a tendencia lim itativa, últim am ente ha aparecido de la
cuánto sigue un método histórico o genealttgico, es e.scncialmcnte asistcmático. mano de nostálgicos juristas romanistas un intento de fundamentación históri-
El enfoque filosófico, con las variantes propias de cada autor o escuela, parte de co-filosófica de los derechos humanos, remontándolos ai “derecho de gentes”,
un concep' o de “hombre” aharcativo de sus dimensiones, y avanza .sobre los medios que el im perio romano reservaba para los pueblos conejuistados. La posición
considen- ios necesarios para el desarrollo pleno de su existencia, de su actividad v de resulta insostenible. En prim er lugar, el “derecho de gentes’ - “aquello que la
su |K-r te .ionamiento. Al utilizar una metodología estriciameiite racional, es esenci.il- razón natural constituyó entre todos los ht)mbrcs (Cirocio) no es un cuerpo
mcnti :n eniot|ue sistemático. jurídico en sentido moderno -racio n al, coherente y codiheado, o, al menos,
' eníoque normativo, en cambio, presupone un análisis técnico de los inec.inis- escriro, fuera de las recopilaciones tardías- , sino una vaga reterenci.i al “sentido
mo egaics y procesales, dirigidos al reconocimiento v al .miparo de esos derechos. común”, tal como ocurre con la definición de “justicia como la “actividad de dar

/O //
C apít u l o III ¿ Q j É SON LOS LLAMADOS “ DERECHOS HUMANOS” ?

a cada uno Io suyo”,^ que el pretor se encargaba de traducir en “fórmulas” para cada a éstos a la condición de esclavos, jurídicamente equiparable a “cosas”, de las cuales se
caso concreto. encargaban una especie de “capataces”:
Costa lo define diciendo:
“...se pasa de un trato casi familiar y directo, que hasta ese momento mantiene el
“El ‘derecho de gentes’ (iusgentiuni) es el derecho común a todos los pueblos. El amo con el esclavo, a una relación prácticamente anónima, distante, llevada a
derecho romano tiene acceso a el por intermedio de la actividad de la pretura cabo por intermedio de terceros (capataces), que aplican los medios de coerción
peregrina, creada en el año 242 a.C. para intervenir en los conflictos suscitados en nombre del amo ante cualquier atisbo de sospecha, ugr., la vara (férula), la
entre ciudadanos romanos y extranjeros o éstos entre sí”.^ correa de cuero (cutica), el aguijón (stimulos), etc.”.*

En segundo lugar, se trataba de una regulación imperial para aquellos hombres Estas, y similares disposiciones contenidas en la recopilación -principal fuen­
y pueblos que, por no ser ciudadanos romanos —para quienes se reservaba el ius te para informarnos acerca del derecho que el imperio aplicaba a los no ciudada­
civ ile- carecían de “derechos” propiamente dichos. Conviene recordar, sólo a título nos rom anos- no parecen ser un antecedente citable como fundam ento del
de ejemplo, un par de disposiciones recopiladas por el Código de Justiniano: derecho humanitario.^
La confusión proviene de la situación en que se encontraba Europa después de
“...los ManiqueosC que llegaron a la cumbre de la maldad, no podrán reunirse la caída del Imperio Romano, ante la falta de regulación que normase las relaciones
ni detenerse en territorio romano... A los maniqueos deberá echárseles de la entre los Estados, especialmente ante las guerras que se producían entre los mismos.
ciudad y castigarles con pena capital, pues no debe concedérseles lugar alguno Es así que en los siglos XVI y XVII aparece la doctrina de San Agustín sobre las
para que no contaminen los mismos elementos”.'’ guerras motivadas por una “justa causa” y las que no lo .son. Pero la conquista de
“No es lícito a un judío el comprar ni adquirir, sea por título gratuito o por América y las guerras confesionales religiosas como consecuencia de la división del
cualquier otro, un esclavo cristiano. Si un judío tuviese un esclavo, ya sea cristiano cristianismo debilitaron la teoría. La concepción de la “justa causa” derivaba en las
o de otra seaa o nación, y creyendo tener su posesión, lo circuncidase, no solamen­ ideas de “enemigo absoluto” y de “guerra absoluta”. La justificación de ciertas guerras
te perderá el esclavo que quedará libre, sino que será condenado a muerte”.^ varió hacia la teoría del enfrentamiento entre soberanos, ejue se reconocen como tales
recíprocamente, y, por lo tanto, pueden negociar la paz.
Por otra parte recordemos que Roma durante la República y con posterioridad, El principal responsable de esta teoría insnaturalista racional fue I lugo Clrocio
merced a la incesante expansión territorial y la toma de prisioneros de guerra, reduce (1 583-1645) que en su libro D eiu re belli acpacis(\G 25), la primera obra .sobre el
derecho internacional, que siguiera el pensamiento de Francisco de Victoria y de la
Escuela de Salamaca, sostiene que el derecho internacional proviene del derecho
2. Dice KcLsen: “Como esta definición no indica qué es lo debido a cada uno. el reenvío natural y del derecho de gentes y que no depende exclusivamente de la existencia de
al derecho positivo es inevitable. En otras palabras, significa que la justicia del derecho Dios, como ocurría con la teoría de Santo Tomás de Aquino, lo que implicaba que no
natural exige dar a cada uno lo que le es debido según el derecho positivo ’ (.’!). Kel.sen,
se podía establecer diferencias entre naciones cristianas y no cristianas. Para Grocio el
Hans, Teoría Pura d el Derecho, Buenos Aires, Eudeba, 1994, p. 108. Ver también: Chaim
Perelman, De la Justicia, México, UNAM, 1964. derecho natural y las normas legales del Estado requieren de un soberano fuerte, que
garantice el desarrollo mercantil, el orden y la paz. Partidario de la monarquía absolu­
.?. José C. Costa, M anual de Derecho Romano público y privado, Buenos Aires, Lexis Nexis,
2007, p. 71. ta afirma que hasta el rey está sujeto a sus propias leyes; ya que es soberano por
* Maniqueísmo, antigua religión que tomó el nombre de .su fundador, el sabio persa Mani
(c. 216-c. 276). Durante varios siglos represenró un gran desafío para el cristianismo. La
doctrina fundamental del maniqueísmo se basa en una división dualista del universo, en 6. Jo.se C. Costa, ob. dt., p. 227,
la lucha entre el bien y el mal: el ámbito de la luz (espíritu) está gobernado por Dios y el
7 Esta denoniinadón e.s t.inibién utilizada en el ámbito del Derecho Iniem.idonal. eonio
de la oscuridad (problemas) por .Satán.
sinóiuino del Derecho tic guerra; es decir, pani aludir al coujtimo norinaiivo reiaiivo a la
4. Código, Libro I, Título V, art. 5. protección mínima de los derecho.s humanos, aplic.ible arrn en tiempo de conllicios
5. Código, Libro 1, Título X, art. I. armados.

7H
CAmuLo III ; Q jÉ SON LO.S LLAMADO.S “ d ERECHO.S HUMANOS” ?

derecho divino y sus leyes son necesariamente justas, y todos, incluso él, deben Utiliza en .su sentido de “origen o antecedente histórico”, para luego, en la siguiente
obedecerlas. No cabe duda de que la obra comentada dio origen al Derecho Interna­ premisa, usarlo con el alcance de “fundamentación”. Dice el lógico Irving Copi:
cional Público, pero sería una demasía y un anacronismo considerarlo por esc sólo
hecho como antecedente del derecho internacional humanitario. Como vimos, en el “Los razonamientos de este genero son más comunes de lo que podría sospe­
capítulo II el concepto de soberanía absoluta cae frente a la moderna concepción de charse. Generalmente, el que cambia su significado es el término medio; en una
los derechos humanos, y sería un poco difícil aceptar sin discusión que los hechos y dirección tiene un sentido que lo conecta con el término menor, y en una
las normas reseñadas en el capítulo 1.6 son el resultado de un derecho divino y dirección diferente tiene otro sentido que lo relaciona con el término mayor.
necesariamente justo.* Pero de esta manera se conectan los dos términos de la conclusión con dos
Esta noción recibió, en la terminología anglosajona, el nombre de ius cogens, términos diferentes, de modo que la relación afirmada por la conclusión no
como derecho que necesariamente han de cumplir los Estados sin que éstos puedan queda establecida. Aunque en ocasiones esta falacia es llamada la falacia del
cambiarlos a voluntad. En el artículo 53 de la Convención de Viena sobre el derecho término medio ambiguo, este nombre no puede aplicarse con generalidad, pues
de los tratados de 1969, se consagró como norma expresamente. Sólo podrían modi­ también uno de los otros términos puede cambiar en su significado, lo cual
ficarse mediante tratados expresos y su vigencia se reduciría exclusivamente al ámbi­ implica el mismo error”."’
to internacional. Pero a pesar de la convención de Viena, no hay fórmula general para
definir abstractamente las normas internacionales de este carácter. No hay precisión La apelación al “derecho de gentes”, además de ser errónea, vaga e imprecisa -
sobre cuáles son estas normas, y en cuanto a su eficacia, baste recordar que se suele según se señaló—resulta inadecuada para resolver los conflictos que se plantean
incluir en el ius cogenss, la autodeterminación de los pueblos y la proscripción del aso cuando se juzga por igual a los Estados y a sus funcionarios por delitos de lesa
de la fuerza. Dice Scaglione Roco que: hum anidad, y se aceptan los principios de im prescriptibilidad retroactividadde las
norm as penales, extraterritorialidad de la com peten ciay se cuestionan los principios
del derecho moderno como se hizo a partir dcl juicio de Nürembcrg, según vimos
“El Tribunal Internacional de Justicia cuando intervino en el problema no supra en el capítulo II, punto 1. Precisamente, el ius cogens o “derecho de gentes”
definió exactamente [las normas del ius cogens], sólo invocó en algunas de sus fue un concepto al que se recurrió, retóricamente, para soslayar el obstáculo de la
decisiones ‘principios que obligan a los Estados al margen de todo vínculo irrctroactividad de la ley penal, válido e irrenunciable en el derecho interno de un
convencional’, ‘intereses de la humanidad en general’ y la idea de ‘misión .sagra­ Estado, pero que no podía servir de coartada para la im punidad frente a las
da de civilización”’.“^ violaciones de los derechos humanos. Se trata, en definitiva, de un pretendido
retorno a las superadas nociones del “derecho natural” confrontadas con las dcl
Finalmente, en el razonamiento .se comete la falacia del “término medio ambi­ “derecho positivo”, según veremos a continuación en el punto 5; y una negativa
guo” en la utilización del concepto de “fuente”, ya que en un primer momento se lo conservadora a admitir la renovación de los conceptos jurídicos, como postulara el
Procurador Becerra en el fallo de la Corte Suprema de anulación de las leyes de
8. Sobre la monarquía absoluta, ver también Tomás de Aquino: “Es además claro que “Punto final” y “Obediencia debida” que ya tuviéramos oportunidad de comentar
varios gobernantes no podrían mantener la unidad de la multitud, si no estuviesen de en el Capítulo II, punto 3.5, y tal como ocurriera en su oportunidad con el
acuerdo. Por tanto se requiere de todos ellos una cierta unión, para poder gobernar de moderno advenimiento de las concepciones respecto dcl Estado y del Derecho,
algún modo, como no .sería posible conducir una nave a ninguna parte si varios estuvieran operado a fines dcl siglo XVIII y durante el siglo XIX.
de alguna manera en desacuerdo. Se dice que muchas cosas están unidas en cuanto se
acercan a la unidad. Por tanto mejor gobierna uno que muchos, en cuanto éstos se
acercan a la unidad. Además, lo mejor es aquello i¡iicproviene de la naturaleza misma, y la
utiirlad natural es la de un hombre, y es la más perfecta', luego el gobierno ordinario más natural
es el dirigido por uno", Gobierno de los prinapes, México, Pornia, 1P96, p. 260 (el desi.icado
me pertenece).
0. Ver Dame Scaglione Roco, M anual de Derecho hnernaeiunal l'úbtieo, Buenos /Vires,
Estudio, 2006, pp. 44-48. 10. Irving M. C'.opi. Introducción a la lógica, Buenos .Vires, Eueleba, 1998, p. 226.

dO 8Ì
¿ Qué son los llamados “ derechos humanos ” ?
C ai’Jt u l o III

4. ¿S ó l o c o m p e t e al E stado la p r o t e c c i ó n 2007 un bloqueo de la frontera, a raíz del constante envío de misiles que se
DE LOS DERECHOS HUMANOS?
disparaban sobre el territorio israelí. 700.000 personas, la m itad de la población
palestina, rompió el muro que separaba la franja de Egipto y emigró a ese país en
busca de alimentos, medicinas, combustible, etc., ante la hambruna que provocó el
En la sociedad moderna, compete primordialmente al Estado la protección de bloqueo. Frente a esa situación, un grupo de activistas israelíes, incluyendo hasta
diputados y víctimas de los misiles, se reunieron en esa frontera para llevar a los
los derechos humanos, en tanto posea el monopolio del poder coactivo, cuya legiti­
palestinos alimentos y medicamentos."
mación se basa, precisamente, en esa protección. Pero de ninguna manera ésta es
excluyente, puesto que, de lo contrario, el hombre quedaría desvalido frente a las
eventuales violaciones que pudiese cometer el propio Estado.
Paralelamente al reconocimiento y a la protección estadual de los derechos, en
los tiempos modernos se han ido creando organismos internacionales de defensa,
cuyas funciones, como veremos más adelante, no son meramente declarativas. Pero, 5. L o s ANTECEDENTES Y LA ACTUAL CONCEPCIÓN:
además de la protección estadual e internacional, a todos compete la vigilancia por la D e r e c h o N atural vs . D e r e c h o P ositiv o
irrestricta vigencia de los derechos humanos. Decía Luther King:

“...cuando las gentes oprimidas aceptan con gusto su opresión, sólo sirven para La tradición judeo-cristiana, el budismo, la antigua concepción racionalista del
dar al opresor la conveniente justificación de sus actos. De este modo -agrega­ Derecho Natural, el liberalismo y el socialismo utópico, entre otros, introdujeron,
b a - para ser sincero con nuestra conciencia y sincero ante Dios, un hombre con diferentes ópticas, una concepción filosófica humanista, que reivindicaba la
recto no tiene más alternativa que negarse a cooperar con un sistema injusto”. libertad y la dignidad de la persona humana como algo anterior y superior al Estado.
Tales concepciones son, empero, radicalmente distintas de las que comienzan a per­
Por otra parte, es natural que la reivindicación de cierto derecho nazca de la feccionarse, como hemos visto, en la segunda mitad del siglo XX.
necesidad o sensibilidad de un grupo o sector social, reciba posteriormente una El auge del positivismo en las ciencias, con su radical rechazo a todo presu­
defensa política y una fundamentación filosófica y, finalmente, un “status” jurídico puesto metafisico, que se desarrolló a fines del siglo pasado y a comienzos del
nacional y/o internacional. De modo que el papel del Estado asume singular impor­ presente, se tradujo en el campo de la teoría jurídica en la antinom ia “Derecho
tancia frente al deber de preservar esos derechos -lo cual, en definitiva, no es sino el Natural vs. Derecho Positivo”, que dividió aguas entre los juristas. Desde el sector
papel de preservar la sociedad m ism a- pero tal labor no es excluyente sino comple­ de los iusnaturalistas se acusaba al bando de los positivistas de justificar al Estado
mentaria del accionar de particulares y de asociaciones no gubernamentales de reco­ absoluto, sin límites y sin necesidad de legitimación trascendente, con todas las
nocimiento y protección -tal como veremos con algún detalle en el último capítulo aberraciones que ello implicaba. A la inversa, los positivistas acusaban a los iusna­
de esta obra. turalistas de irracionales y de oscurantistas, opuestos al desarrollo científico, cuya
La cuestión capital sobre este punto la sintetiza Christian Tomusehat al neutralidad se presuponía sobre la base de una legitimidad inmanente. Esta divi­
preguntarse: “¿tienen derecho los pueblos, o incluso los individuos, a juzgar por soria de aguas no coincidía, necesariamente, con las ideologías vigentes. Como
su propia cuenta los actos de la autotidad pública y, llegado el caso, ir más allá señala Norberto Bobbio, los fascistas en el poder eran positivistas, mientras que en
que declararlas injustas o ilegítim as?”. Dejaremos por ahora sin respuesta este el llano adherían al iusnaturalismo. Incluso los propios gobiernos, positivistas por
interrogante y cuando abordemos el tema específico de los mecanismos de garantía definición, toda vez que son autores de las leyes cuya obediencia se reclama actúan
delinearemos algunas posibles formas de contestarlo. Por ahora nos limitaremos como iusnaturalistas, cuando necesitan apartarse de lo normado pretextando “ra­
a seguir avanzando en la caracterización de la moderna teoría de los derechos zones de Estado o de Emergencia”.
humanos, distinguiéndola de sus importantes, aunqtie superados, antecedentes.
Vale señalar, aunque más no fuese por sti enorme valor sim ltólico, un hecho
producido en estos días en el paso Lrez, en la frontera Norte entre la “franja de
Gaza” y el Estado de Israel. Este últim o país había dispuesto el 17 de enero ele 1 I. f uente, diario C'/u/ó; del 27/1.'08.

S2 SJ
C apit u l o III ; Q jÉ .SON LOS LIAMADOS “ DERECHOS HUMANOS” ?

Johannes Messner, un caracterizado iusnaturalista contemporáneo, reconoce producidos o puestos de manifiesto en la última gran conflagración. Tampoco lo es el
que, históricamente, desarrollo de las comunicaciones y de la informática, que facilitan la pérdida de
individualidad y de privacidad, y, por consiguiente, de libertad.
“...el derecho natural justificó o permitió la poligamia, la esclavitud, el esclaviza- En su estado actual, la cuestión de los derechos humanos no se circunscribe a la
m iento de los prisioneros de guerra, el empleo de eunucos como cantores, el enumeración de un catálogo de derechos fundamentales, sino que en su considera­
abuso de lapropiedad, el capitalismo... (y) la Inquisición, que existió hasta fines ción intervienen diversas variables que se interfieren entre sí, y que es preciso elucidar
del siglo X V III” {Sociología M ocU ma y D erecho N aturati­ pacientemente para encontrar un punto de equilibrio.
Así, por ejemplo, en el plano internacional, la aspiración de encontrar reglas
c i positivismo radical, a la manera kclseniana, por su parte, no resuelve de comunes para los Estados tropieza con el principio de soberanía que los inviste a cada
manera satisfactoria la cuestión de la legitimidad de los actos de gobierno, por lo que uno de la facultad relativamente excluyente de crear sus propias normas y tomar sus
se ve obligado a reconocer como sistemas jurídicos válidos a las más aberrantes y propias decisiones, mientras que en el ámbito interno de un Estado la necesidad de
despóticas dictaduras de la historia, en la medida en que controlen y ejerzan el arm onizar intereses provenientes de sectores disímiles no es un cam ino llano. En
m onopolio del uso de la fuerza: efecto, permitir ciertas libertades individuales no reconocidas con anterioridad {ugr.
tom ar sol desnudos en una playa, oferta callejera de sexo pago, etc.) puede chocar
“Los juicios de justicia no pueden ser objetivamente comprobados; por tanto, con valoraciones sociales que la censuren. Cada avance de una persona en el campo
una ciencia del derecho no tiene lugar para ellos. Los juicios morales y políticos de sus derechos puede implicar un retrocc.so en los derechos o privilegios de otro.
son de la misma naturaleza que los juicios de justicia... Presuponen una norma Permitir, por ejemplo, un acceso igualitario a la educación significa un mayor gasto
objetivamente válida. Pero la existencia y los contenidos de esta norma no pue­ fiscal, que debe ser soportado con rccunsos provenientes de impuestos, lo que cons­
den ser comprobados por los hechos. Esta está determinada sólo por un deseo tituye una limitación al derecho de propiedad. Y así con muchos otros ternas.
subjetivo del sujeto que hace el juicio. Los juicios morales y políticos de valor se
basan en ideologías que no son paralelas a una determinada realidad social”
( Teoría Pura d el D erecho).

Este positivismo jurídico tiene su precedente en la idea de “estado racional”, 6 . Los PRESUPUESTOS BÁSICOS
donde racional significa, solamente, la correcta adecuación de los medios a los fines,
sin im portar cuáles fuesen éstos. M ax W eber enseñaba:
6.1 P rin cip io s y d e rech o s
“El que hace política aspira a poder: poder, ya sea como medio al servicio de otros
fines -ideales o egoístas-, o poder por el poder mismo: o sea para gozar del Las tres dimensiones de la persona que refiriéramos en el punto 1 de este capítu­
sentimiento de prestigio que confiere. El Estado, lo mismo que las demás asocia­ lo -co m o ser físico, como ser psíquico y como ser social- se cori espondcn con otros
ciones políticas que lo han precedido, es una relación de d om in io de hombres tantos presupuestos 0£. los derechos humanos. El primer presupuesto, cor relato de la
sobre hombres, basada en el medio de la coacción legítima (es decir: considerada dim ensión biológica del ser humano, es el de la vida misma, vida que debe ser
legítima). Así, pues, para que .subsista, es menester que los hombres dominados entendida en plenitud máxima, comprensiva de sir salud, de su integridad física, de
se sometan a la autoridad de los que dominan en cada caso. Cuándo y por qué su intangibilidad, cic., lo que implica, de suyo, todo lo necesario para su conserva­
lo hagan sólo puede comprenderse cuando se conocen los motivos internos de ción V pr'cscr'vación (alimento, abrigo, techo, medicina, etc.).
justificación y los medios externos en los que la dominación se apoya" {Econoinía El presupuesto correlativo con la dimensión psíquica es el de la libertad o mito-
y Sociedad). nomia de la persona, lo que conlleva la aptitud de pensar, y expresar sus ideas y de
actual' en consecuencia. Estos tix's estadios de la libertad son un continuo: no se
No .son ajenos a la diíerenciación de la moderna concepción, con sus anteccdciuc.s, puede reconocer uno y negar otro. Expresar lo pensado permite el diiüogo, )■éste
el desarrollo del Estado en su sentido actual, ni las grandes violaciones y genocidios reti'oaliinenta al pensamiento. El actuar implica la experimentación de las ideas.

S-í SS
C apit u l o III ¿ Q jÉ SON LOS LLAMADOS “ DERECHOS HUMANOS” ?

ponerlas a prueba, lo que impulsa a su ratificación o modificación. El pensamiento diferentes salarios, etc. Pero las diferenciaciones son funcionales y no personales,
aislado, reducido al fuero íntimo, suele ser estéril, y termina, generalmente, apagán­ lo que quiere decir que existen solamente en la medida de la función, y mientras
dose, ahogado en su propia impotencia. Sin embargo, así como existe el derecho a ésta subsista.
expresarse, debe reconocerse, al mismo tiempo, el derecho a guardar silencio, no sólo Rstos presupuestos, en cuanto principios, son absolutos. Esto quiere decir que su
por la garantía que impide que alguien sea obligado a declarar contra sí (Constitución validez no depende de otros principios superiores o circunstancias fácticas a verificar.
Nacional, art. 18, ver apéndice normativo), o en el caso del “secreto profesional”, sino Se aceptan como definitorios de la personalidad o se buscan otros para definirla. El
respecto de aquella parte de su pensamiento que no se desea dar a publicidad, lo que art. 1° de la “Declaración Universal de Derechos Humanos” (ver apéndice normati­
Lyotard denomina no-m an’s la n d (país sin hombre), “donde somos dueños de noso­ vo) afirma que “[tjodos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
tros mismos”, una segunda existencia, íntima, recoleta, que incluso puede ser com­ derechos ”. En esta fórmula liminar están mencionados esos presupuestos, el primero
partida con otros. No únicamente en las sociedades totalitarias sino incluso en las de manera implícita (“nacen”) y los dos restantes de manera explícita.
democracias liberales, donde existe una sociedad de control, tal territorio está, expre­ Pero si como principios son absolutos, no puede decirse lo mismo de los dere­
sa o sutilmente, vedado: chos que, con mayor o menor extensión, surjan de ellos. Estos son necesaria nente
relativos, dado que, como hemos visto, toda ampliación de la significación de! dere­
“Esta insinuación no es en ningún caso terrorífica. La llamada a los derechos cho ya reconocido, o el reconocimiento de otro nuevo, implica, de suyo, la limitación
del hombre, a los derechos instituidos puede legitimarla y cubrirla perfecta­ de algún otro. Como ocurre con los bienes económicos, su limitación cuantitativa
mente. Exprésese librem ente, tenga el mismo valor ']ue sus ideas, que sus implica que cualquier alteración en la forma de reparto agregará a unos lo quitado a
opiniones, comuníquelas, enriquezca a la comunidad, cnriv]uézcase usted mismo, otros. Este es el eje de la problemática de los derechos humanos.
atrévase, dialogue, el que utilice sus derechos no repcicute más que en su
propio provecho, ya que lo hace respetando los de los dema,:, muévase, todo es 6.2 Los d erech o s en la D ecla ra ció n U n iversal
posible dentro de los lím ites fijados por la ley o la regla; ac emás, incluso, la
podemos revisar... Estos mandamientos de la democracia liberal son buenos. La permanente búsqueda del punto de equilibrio hace que no pueda definirse
Permiten, y hasta piden, Amnesty Internationalex ísn. Permiten, cuando el sistema de esos derechos de una manera cerrada y estática. Si algún sistema |)uede
se da el caso, publicar pequeñas reflexiones como ésta sin dificultad alguna.
articularse teóricamente a partir de los citados presupuestos, no debiera ser un siste­
Quien no esté de acuerdo con lo que tratan siempre podrá rebatirlas. Ahora ma formal deductivo, m ore geom étrico, sino un sistema abierto al entorno social.
bien, el ruego constante para que se ejerzan los derechos y se practique la La “Declaración Universal...”, luego de resumir esos principios en el art. 1”, pasa
observancia puede llegar a ser opresivo... Habría que reconocer el derecho a desarrollarlos en los siguientes. El art. 3° reitera los presupuestos con una ligera
absoluto de la ‘segunda existencia’, ya que ésta es la que da derecho a los
variante: “Todo individuo -d ice- tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad
derechos” {Moralidadesposmodernas).
de su persona”. El concepto de “seguridad” alude más a las garantías de los derechos
que a los derechos en sí. En otras palabras, la seguridad es el derecho a los derechos.'”
El tercer presupuesto, correlativo de la dimensión social, es el de la igualdad. La
igualdad no es un concepto descriptivo. Objetivamente, los hombres son diferentes.
Hay mujeres y hombres, grandes y chicos, altos y bajos. Tienen diferente color de piel
12. En este punto se detecta la posibilidad de una regresión ad infiniturn del .sistema de
y de ojos, diferentes tradiciones y culturas, distintas ideas y actitudes. Pero no es lo
protección de los derechos humanos. Este peligro no ha de extrañar si se tiene en cuenta
mismo diferenciar que discriminar. Se discrim ina-com o veremos-cuando las dife­ que este sistema oficial está basado, más bien, en una concepción “caialoguista” de los
rencias son llevadas a un plano absoluto, reconociendo a unos derechos o facultades derechos humanos que presupone un sujeto (yo) cartesiano que se tienen sí mismo y a sus
que son negados a otros, en nombre de esa diferencia. El ordenamiento jurídico a detechos. Efste sujeto cartesiano, ,se sabe, se soporta en su duda existential, la cu.il podría
menudo establece diferenciaciones entre funcionarios y quienes no lo son, o entre postergar infinitamente la existencia, del mismo modo tjue la segundad podría postergar
infinitamente los derechos. Ahora bien, si juan «sus derechos y, más aún, si los deviene
trabajadores de diferente jerarquía, etc. Un legislador no puede ser detenido si pre­
(ver nota 1 del cap. II. 1), entonces no hav regresión u d posible, pues comienza
viamente la Cámara respectiva no dispuso el desafuero, un Ministro no puede ser a concebirse un movimiento prospectivo del sujeto Juan y no ya una quietud tnás liieti
compelido a declarar personalmente como testigo, diferentes jerart|tiías perciben I et rospecriva.

<S’6 ,S'7
C apítulo III ;Q u ÉSON l o s LIAMADOS “ DERECHOS HUMANO.s” ?

Se vinculan directa o indirectamente con la vida los artículos 5 (torturas y penxs Usted concurre a la hora señalada con sus mejores ropxs y se apresta a disfrutar de un
o tratos ctuelcs), 17 (propiedad), 22 (seguridad social y derechos económicos sociales gran banquete. Lo primero que le llama la atención es la rusticidad de la vajilla y la
y culturales), 23 (derechos laborales), 24 (descanso y tiempo libre) y 25 (nivel de ausencia de platos y cubiertos. Luego, acostumbrados sus ojos al gran desorden
vida digno y protección a la maternidad y a la infancia). reinante, observa a comensales que se ubican sentados sobre la mesa, debajo de ella o
Se relacionan en forma direaa o indirecta con la libertad los anículos 4 (prohibición de espaldas a la misma. Los invitados se suenan las narices con las servilletas que luego
de la esclavitud), 9 (sobre detención arbitraria), 12 (intimidad, honra y reputación), 13 arrojan a otros, y se limpian la boca con el mantel. Toman la comida con la mano y
(libre circulación), 18 (libertad de creencias), 19 (libertad de expresión), 20 (libertad de con ella se quitan bocados a medio masticar que depositan en la misma fuente de la
reunión y de asociación), 26 (derecho a la educación) y 27 (derecho a la cultura). que .se sirven y luego limpian su propio cuchillo en la vestimenta del vecino, cuchillo
Están relacionados con la igualdad los artículos 2 (no discriminación), 6 (persona­ que también usan para grabar dibujos sobre la mc.sa. Mientras comen vociferan
lidad jurídica), 7 (igualdad ante la ley) y 16 (igualdad de derechos de los cónyuges). insultos y proponen acertijos obscenos y otras delicadezas por el estilo. Usted cree
Los artículos 10 (derecho de ser oído), 11 (presunción de inocencia y ley penal haber sido víctima de una broma sangrienta o de un aquelarre surrealista o de haber
más benigna), 14 (derecho de asilo), 15 (derecho a la nacionalidad), 21 (derechos equivocado la dirección y haber penetrado en medio de una fiesta bárbara de alguna
políticos) y 28 (efectividad de los derechos) están referidos a mecanismos de garan­ tribu primitiva del planeta.
tías de los derechos, mientras que el art. 29 se refiere a limitaciones de los derechos, y No se equivocó de lugar sino de tiempo: está en el siglo XV en una corte
el 30 -últim o artículo de la Declaración- contiene una norma interpretativa, negan­ florentina, cuna del Renacimiento italiano, donde florecerían Botticelli, Miguel Ángel
do la posibilidad de que la misma pueda ser interpretada como autorización para la y Leonardo da Vinci. Precisamente a este último le .son atribuidas unas notas sobre
supresión de derechos y libertades (ver apéndice normativo). cocina de donde hemos extraído las observaciones con la que comenzamos este
Al forzar la clasificación precedente, no dejamos de advertir que muchos dere­ texto.' ’ Lo que ha ocurrido, simplemente, es que usted ,sc ha enfrentado a otra
chos caen, simultáneamente, bajo más de un principio. Esto es necesariamente así cultura, a la cultura del otro.
toda vez que, como dijéramos, las tres dimensiones de la personalidad forman una Algo similar ocurrió con Colón cuando se enfrentó a los originarios habitantes
unidad inescindiblc. El derecho de propiedad, v.gr., que relacionamos con la vida, en de América. Los indios son cobardes, porque no u.san armas; salvajes, porque andan
cuanto que la propiedad de medios de subsistencia resulta indispensable a aquella, desnudos; tonto.s, porque dan igual valor a un trozo de vidrio que a una moneda de
también se vincula a la libertad, dado que la posibilidad de educarse, de circular, de- oro; generosos, porque tienen sus posesiones en común y no vacilan en rcgaianselas a
expresarse, de acceder a la cultura, etc., requiere de medios económicos. Y esto, los conquistadores; pero ladrones si intentan tomar algo de los españoles, al punto de
igualmente, podría decirse de otros derechos clasificados aquí sólo didácticamente. mandar que se les corten la nariz y las orejas cuando llevan a cabo este tipo de
conductas. Las mujeres son bárbaras si intentan resistirse al acoso sexual de los espa­
ñoles, pero prostitutas si, luego de ser azotadas, acceden.'* Así como Ixs tierrxs deben
ser tomadas en propiedad para la corona española, los indios deben .ser esclavizados,
todo dentro de un plan de “evangclización”. Ni Colón, ni su generación ni las
7. C ultura y m u l t ic u l t u r a l is m o * sucesivas intentaron comprender a esa otra cultura con la que .se enfrentaban.
La etimología de “cultura” proviene de la palabra “cultivo ’, que presupone algo
diferente a la pura naturaleza: un trabajo de agricultor o jardinero que siembra,
A usted lo invitan a una gran fiesta a la que concurrirán la alta burguesía, cuida, poda, etc. productos vegetales deseados para la alimentación, el vestido o el
representantes de la nobleza extranjera, altos jefes militares y la jerarquía eclesiástica. adorno, al mismo tiempo en que se dedica a erradicar la mala hierba y la cizaña.

1.7. hconaalo cl.i Vinci, Nolac /le cmiih: /le Leouiir/l/i da Viuei. aiinpilacii'm y cclicióii úc
* I.os puntos 7 V 8 que siguen, escritos en co.uitoría ton la l)ra. .Analia i I. .Mas, han tenido
.Slielagh y Jon.nliaii Routh, Buenos .Alies, l’laniei.i, 2001, pp. 00 y 105 y ss.
una primeia versión bajo ei título “Multiculturalismo y Dereciios Humanos publieatla
en la revista //VZ7/C7; 2004, Revista de Ciencias .Sociales, h.diional O.iia-t .entro de 14. l/.W'ian lüdorov. La eon/jui/t/i de .l/í/érna - 18 ¡/rahleiaa del otra, .México, Siglo .XXI,
F.suidios Sociales, Buenos Aires, 2004 , i 007, pp. 4 1 V ,ss.

88 80
C a I'ÍTULO III ; Q jÉ SON LOS LLAMADOS “ DERECHOS HUMANOS” ?

constituyendo así una división entre el orden deseado y el no deseado. En su novela El concepto de “cultura” admite otros subordinados, como el de subcultura, por
Palomar, Italo Calvino describe el césped; “El césped tiene como finalidad represen­ lo bajo, y el de multiculturalismo o pluralismo cultural, por lo alto. El primero alude al
tar la naturaleza -d ic e - y esta representación se opera sustituyendo la naturaleza hecho de que dentro de una cultura más o menos reconocible, existen variaciones que
propia del lugar por una naturaleza en sí, pero artificial en relación con ese lugar. En escapan al patrón general y que abarcan grupos de individuos cada vez m is reducidos.
una palabra: cuesta caro, el césped requiere gastos y esfuerzo sin fin: para sembrarlo, Así, podremos hablar de una subcultura política, artística, universitaria, etc., segiin el
regarlo, abonarlo, desinfectarlo, segarlo”. La metáfora alude a la relación que se da conjunto de reglas que señalemos como definitorias de la cultura de un grupo.
entre lo natural y lo artificial en la cultura, relación que se agudiza cuando el señor Por el otro extremo podemos observar la confrontación de culturas propias de
Palomar se ocupa infructuosamente de separar la “mala hierba” del césped.'^ grupos numerosos que coexisten en un mismo espacio. Desde luego que esta distin­
ción no es nítida y será difícil precisar frente a un caso dado si lo que se enfrentan son
“La cultura -d ice B aum an- no sólo promueve tal orden artificial, sino que dos subculturas de una misma cultura o dos culturas diferentes suficientemente
también lo evalúa. Cultura significa preferencia. La cultura exalta a un orden autónomas. En cualquiera de los dos casos, que dependerán -m ás que de un criterio
como el mejor, quizá hasta como el único bueno; y denigra todas las alternativas cuantitativo- de la decisión relativa a la supremacía de las reglas que conforman uno
como inferiores o desordenadas”.'*’ y otro grupo, el punto a considerar se relaciona con el conflicto entre las distintas
culturas o, con más precisión, entre nuestra cultura y la cultura del otro.
Quiere decir que la definición de cultura no sólo es descriptiva, en cuanto se Ese conflicto se despliega en diversos grados. En primer lugar una lu ch a d or la
refiere a un conjunto de creencias, tradiciones, hábitos y costumbres de un grupo supremacía de una cultura sobre la otra. Aquí habría que distinguir, como lo hace
social, sino también, y al mismo tiempo, valorativa, y, por lo tanto y de algún modo, Deleuze, entre “lucha contra” y “lucha entre”. La lucha cow/nzbusca la eliminación
prescriptiva. No dice únicamente cómo se comportan las personas de una comuni­ del otro, su aniquilamiento total, como ha ocurrido con las culturas precolombinas'y
dad dada, sino también si está bien o mal que lo hagan, y, por lo tanto, si deben o no como se intentó en el holocausto. La lucha entre, en cambio, bu,sca la unificación de
deben seguir haciéndolo. las culturas mediante la imposición de la propia y la asimilación de la ajena, como lia
Señala Cortés que “el malvado siempre es el Otro. Aquel que es percibido como ocurrido con la formación de los Estados modernos.
un impostor potencial al tratar de abolir lo que hasta esc momento parecía incuestio­ A renglón seguido aparece la tolerancia, un concepto agradable y “civilizado”
nable, aquel que pretende invadir el espacio intocable; aquel que transgrede los sólo si se lo compara con el de lucha. La tolerancia que permite convivir a dos culturas
límites establecidos, aquel que nos devuelve una imagen inquietante de nuestro no deja de considerar a la propia como “mejor” c imitable. Tanto es “superior” nuestra
cuerpo que no se corresponde con las viejas ideas, aquel a quien su diferencia relega cultura que permite tolerar a la diferente, a la que sigue considerando como inferior.
a la frontera externa de la realidad. Su m onstnw sidadno le permite la convivencia con La tolerancia tiene una raíz religiosa. Nuestra religión, eterna y verdadera, intenta
la sociedad”.''' convivir ecuménicamente con otras, a pesar de que no lo son, a la espera de la
La palabra “cultura” deja así de ser un término inocente, o inclusive de ribetes conversión final,'*
laudatorios, como cuando le damos un sentido próximo a las artes y a la creatividad, Como un grado superior podemos encontrar el respeto. Respetar quiere decir
o a la abundancia de información, mencionando con ello a una cultura exquisita o reconocer al otro en su diferencia, que no se considera ni jerárquica ni esencial: ni falsa
superior en el seno mismo de una cultura general, para convertirse en un término identidad ni separación absoluta, como ocurre con las autonomías regionales en la
sospechoso de exclusiones, marginaciones y aun exterminaciones de lo diferente. España contemporánea.
Un último escalón lo encontramos en la hitegraciónAc 1;ls diferentes culturas en un
pluralismo cultural que enriquece en lugar de empobrecer. Antes de cerrar este [¡unto
conviene extenderse un poco más sobre el concepto de “tolerancia” recién tnencionado.

15. Italo Calvino, I'ahmutr, Bueno.s Aires, Alianza, 1985, pp. .Ì5-.50,
U>. /.vmmini Baiinian, Pcnsaiido socwlópiiwìente. Bueno.s Aires, N'tieva Vision, 1994, p. IS. Desde aquí hasta el final del pumo /■, .scguinio.s el texto de l.i Dra. An.ilí.i H. Mas
I‘i5. titulado: “¿Tolerancia?’’, publicado en la revi.sta Zetic!, Buenos Aires, Aiio III, X" 3,
If. lose' Miguel Ci. Cortes, Onlcn y cans, Baieclona, Aiiagi.ima. 1997, p. 14. p. 17 ,

9 ()
C a pitu lo III ¿ Q jÉ SON LOS LLAMADOS “ DERECHOS HUMANOS” ?

La obra de Hcgel, en su contexto, resulta a todas luces revolucionaria, aunque su una antítesis para llegar a la nueva síntesis, y así sucesivamente, conformándose el
búsqueda de lo absoluto sólo puede darse -com o veremos- en el plano ideal. Para proceso de desarrollo intelectual o histórico. Otros autores, en cambio, trabajan la
cuando produce su obra se encuentra con una Alemar.'.a, ccírnómica y políticamente idea de devenir sin pensar en una evolución, sin la búsqueda de absoluto alguno. Lo
en ruinas, por lo cual sus modelos son Francia en lo político e Inglaterra en lo que prim eram ente podríamos notar es que al aparecer la noción de diferencia ya terulriamos
económico. Recordemos que la obra de pensadores como Hobbcs, Locke y Rous­ que plantear el tem a de la tolerancia, ya que el pensamiento que parte de la identidad
seau, que habían sido tres puntos de vista diferentes dirigidos a una misma meta, absoluta, como el de Parménides, Platón o Santo Tomás, la “tolerancia” no puede ser
intentan justificar la existencia del Estado. Tanto Rousseau como el entusiasmo que entendida más que como concesión graciosa del poder y en circunstancias limitadas
en el pensador idealista despertó la revolución francesa fueron parte de la inspiración y excepcionales.
de éste. Todo ello conlleva a acordar con el autor en su elaboración sobre la etica y la La modernidad se ha quedado a lo sumo en una primera aproximación entre
política, como así también su pensamiento sobre el Estado y la religión. Si bien para sujeto cognoscente y objeto congnoscible, es decir que el sujeto encuentra a su
Hegel, con respecto a la moralidad, el bien y el mal son aspectos que conciernen a la alrededor al otro que es diferente y se abre el interrogante sobre que hacer con ello.
conciencia individual, desde los que se avanza hasta el nivel de la ética social, ya que A efectos de ubicar las posiciones señaladas resulta apropiado cxplicitar una
el deber no es en esencia el producto de un juicio individual. Los individuos sólo .son categorización de planos del conocimiento que —conforme a Gilles D eleuze- pue­
íntegros en la medida en que mantienen relaciones sociales, por ello el único contexto den resumirse en un plano de trascendencia (de tipo metafisico, que tra.sciende al
en el que el deber puede existir de hecho es en el plano social. Hcgel consideraba hombre); un plano de consistencia{áe. tipo ideal o teórico) y, finalmente, un plano de
que la pertenencia al Estado es uno de los mayores deberes posibles que cabe inm anencia (concreto, en el que se dan las cosas). El plano (o plan) de trascendencia
asumir al individuo. De una forma ideal, el Estado aparece como la manilcstación corresponde a la filosofía de la verdad, a la teología y a la religión, pero también
de la voluntad general, que es la más alta expresión del espíritu ético. El someti­ corresponde ubicar en este plano a toda teoría cuya fundamentación se encuentra
miento a esa voluntad general es el acto propio de un individuo libre y racional, fuera de la propia teoría. El plano (o plan) de consistencia es el de la ciencia, el de la
pero también afirmaba que la lim itación de la libertad por parte del Estado es lógica y el de toda teoría sistemática cuyo fundamento se encuentra en la propia
inaceptable en el orden moral. teoría (por ejemplo, como un axioma de la geometría). Por último, en el plano de
Pero a poco que contemplemos el accionar del individuo, de la sociedad y del inmanencia se incluy'e la realidad misma y las técnicas llamadas a operar sobre ella, sin
Estado, sólo podemos observar que el trabajo del filóst)k) únicamente puede darse en fundamenro o a p riori último.
el plano ideal. La historia de la humanidad -si es que se espera de ella la tolerancia- El concepto de tolerancia enfocado desde un punto religioso se ubica en el plano
parece un lamentable desencuentro. Todo el iluminismo apostó al hombre —ser de trascendencia, donde las verdades y el conocimiento son absolutos c inmutables,
racional—como oposición a la metafísica que fundara el poder permitiendo toda clase por lo que los sujetos (personas) sólo pueden ser de una determinada manera, y su
de sometimientos y desconocimiento de derechos y libertades. La idea de hombre consecuencia es que todo aquel que no se corresponda con esa idea no tendrá el
racional, aquel que poseía ¿wr para Aristóteles, sólo podía para la modernidad íormar estatus de persona, por lo que será un aquello que se tolerará si no provoca ninguna
una sociedad racional y un Estado racional. Esc ser racional tenía la capacidad para perturbación. Y, en caso de hacerlo, podrá ser marginado, excluido o eliminado. Por
comprender el valor de la libertad, podía luchar por ella y entender que sólo con una eso, las convicciones de tipo fundamentalistas son las que se acomodan a este pensa­
limitación a su voluntad podría garantizarla; por ello: la “voluntad general” y, como miento, su resultado es el genocidio. El mismo concepto de tolerancia enfocado
consecuencia, el Estado como garante de esa voluntad. Sin embargo, no podría desde un punto de vista teórico—co m o aparecía en H egel- se ubica en un plano de
asegurar que esa creación teórica de hombre racional fuera algo más que eso. Su consistencia, donde las verdades y el conocimiento son relativos y objetivos: relativos
pretensión descriptiva parte de una noción de sujeto cognosccntc y un mundo puesto que su verdad depende del sistema del cual forman parte, y objetivos por
observado en el lugar de objeto, comenzando con la noción de diferencia, cuyo cuanto dentro de ese sistema y conforme a sus reglas son independientes de los
sentido es que hay un sujeto diferente del objeto que examina, pero en tanto posi­ sujetos. Entonces los sujetos (personas) deben ser de determinada manera y, en
ción de obseivador es un sujeto superior al objeto (mundo u hombre observado). En consecuencia, en este caso, tendremos dos posibilidades: o bien se eligen las caracte­
la dialéctica hegeliana, la sintesiscs un cambio cu.ilitativo y se basa en que el movi­ rísticas que .asimilan a las personas al modelo teórico de que se ti'ate, prescindiendo de
miento, proceso o progreso, es el resultado del conflicto entre opuestos y acepta la liLs diferencias; o ésns serán consider;id;is como anomalías a corregir, y en este último
idea de evolución, toda vez que ella puede ser la próxima tesis a la c]ue se le opontii-á caso el resultado, en la hipótesis más benigna, sería el etnocidio. Fin:ilmcnte, si

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¿ Q jÉ SON LOS LLAMADOS “ DERECHOS HUMANOS” ?
C apít u l o III

tomamos el concepto de tolerancia desde un punto de vista fá ctico se ubicará en el Esta polarización ha sido una constante en la cultura occidental, desde la oposi­
plano de inmanencia, donde la idea de verdad adquiere -a l igual que el conocimien­ ción Occidente-Oriente, siguiendo por Norte-Sur, metrópoli-colonia, cristianismo-
paganismo, hombre blanco-hombre de color, hombre-mujer, etc. Pero en las últimas
to - características de precariedad y provisoriedad o, en el caso de la primera, se
sustituye por la idea de verosimilitud. El resultado es que nos encontraremos frente décadas adquiere una renovada vigencia a raíz de ciertos fenómenos fácticos y de
a una problemática, porque de esta manera los sujetos (personas) serán conocidos de ciertas construcciones teoréticas de carácter filosófico que veremos a continuación.
manera provisoria, pues el tiempo también incide en ellos y, en lugar de ser como A: Las migraciones. Desde fines del siglo XIX se sucedieron en el mundo migraciones
ente, devendrán. Entonces, será inevitable que se presente la diferencia. Ahora bien, masivas, primero desde la Europa devastada por las guerras y la pobreza hacia América y,
el problema a decidir es mayor que si se impone o no el deber de tolerancia. Sino si se luego, durante el siglo XX, del campo a las ciudades, de la periferia al centro v del Sur al
impone o no una igualdad esencial, no en lo que se considera idéntico, sino en lo que Norte, originadas en una desigualdad de riqueza y de oportunidades nunca vistas en la
se considera diferente (ver capítulo III, punto 6.1). historia, y que pone frente a frente a culturas diferentes alejadas hasta entonces entre sí.
B: La globalización. Después de la Segunda Guerra M undial y especialmente
luego de la finalización de la Guerra Fría, tiende a expandirse una ideología económi­
ca neoliberal, monitoreada y estimulada por los organismos de crédito internacional
y por las grandes potencias económicamente desarrolladas, menoscabando las iden­
tidades de los países del Tercer Mundo.
8. M ulticulturalism o y globalización
C: El desarrollo tecnológico de los medios de comunicación. El avance de la tecnología de
los medidos de comunicación, especialmente con la incorporación de los satélites artificiales
La cultura occidental se ha caracterizado por una manera binaria de pensar al servicio de ésta, pone instantáneamente en contano a las culturas más alejadas, y, a pesar
las diferencias, donde lo “uno” era lo verdadero, m ientras que lo “otro” de la manipulación de la información y de la censura, .se obtiene un conocimiento rápido
representaba lo falso. Ello fue así desde Parménides, para quien el “no ser” no y bastante acertado de lo que sucede en otr as partes del mundo.
podía siquiera ser pensado, porque si decimos que el “no ser” « d e tal o cual D: La m ayor velocidad en los cam bios y transformaciones. No sólo la tecnología,
manera, se estaría cayendo en el campo de la contradicción y, por lo tamo, todo sino también las tradiciones, las modas y el propio lenguaje (incorporación de neolo­
lo que dijéramos devendría falso. De allí la consecuencia necesaria de negar la gismos, extranjerismos, regionalismos, etc.) cambian v se transforman con mayor
división, los lím ites, el m ovim iento, el nacer y el morir de lo Uno. Platón, en rapidez en el presente que en la antigüedad, por lo que las fronteras de las distintas
forma más elaborada, continúa la línea y desarrolla su filosofía con una diferencia culturas fluyen de la misma manera.
radical entre el “verdadero” mundo ultraterreno de las ideas o formas puras y el En cuanto a los aportes filosóficos de los pensadores que reflexionaron sobre las
nuevas fronteras que se abrían, debe mencionarse en primer lugar la caída del pensa­
falso mundo de las apariencias.
El tratamiento binario de las diferencias, las polarizaciones, como lo señala el miento metafisico que preanunciara Nietzsche:
posestructuralismo, luego de la división en partes en principio equivalentes, prioriza
“Lo que cuento es la historia de los dos próximos siglos -escribe este autor en
a una de ellas y tiende a desvalorizar, cuando no a suprimir a la otra. Lo que Derrida
1888-. Describe lo que sucederá, lo que no podrá suceder de otra manera: la llegada
intenta con la deconstrucción como método, tomado de la destruktion heideggeria­
del nihilismo. ¿Qué significa nihilismo?: que los valores supremos pierden validez.
na, es la eliminación de esas polaridades, el desplazamiento del “centro” constituido
Falta la meta; falta la respuesta al “por qué”. El niltilismo radical es el convencimiento
por la parte privilegiada hacia el otro polo de la división, en primer lugar, y luego la
de la insostenibilidad de la existencia, cuando se trata de los valores más altos que se
fijación de la atención en el “entre”, el espacio abierto entre aquellas polaridades, la
reconocen, añadiendo a esto la comprensión de que no tenemos el menor derecho a
zona gris entre el blanco y el negro.
plantear un mis allá o un en-sí de las cosas que sea ‘divinó, que sea mor:il viva”.”'

19. V'cr Patricio Pcn.ilver Gómez, 1‘renmas y comextos de la ileeomtrucai'm en Jaa|ues


20. l-'riedrich Nietzsche, La voluntad de poder, .Madrid, Hdal
Derrida, Introduaiún: La descumtriwaón en las fronteras de la filosofìa, Barcelona, Paiclo.s,
primero, I Nihilismo, 2 y 3.
1989, p, 13.

03
d-i
C a p ít u l o III ¿ Qué s o n los lla m ad os “derechos h u m an os”?

Dice Vattimo que: Junto al alejamiento de la metafísica tradicional se llegó filosóficamente a la


conclusión de que el lenguaje es una herramienta del poder. Por ello, en el nacimiento
“en la filosofia de Nietzsche existe una especie de summa de los “desenmascara­ de los Estados modernos, en cada uno de ellos se “ordenó” una lengua “oficial”
mientos” de la disciplina metafisica propuesta en el último siglo o poco más, tratando de homogeneizarla, suprimiendo a los dialectos, a los regionalismos y a otras
desde la crítica de la ideología de Marx al descubrimiento freudiano del incons­ lenguas “menores”, como las de las subculturas originarias sometidas al Estado. Por
ciente, pasando por el positivismo y el surgimiento de las “ciencias humanas’ . ello, también dice Lyotard que “hablar es combatir, en el sentido de jugar, y que los
Pero hay también en el pensamiento de Nietzsche, como nota más característica actos de lenguaje se derivan de una agonística general”^’ (de agón: lucha).
y específica, un radical desenmascaramiento del desenmascaramiento’; según B1 enfrentamiento entre culturas diversas es también una disputa de sentido,
éste, la idea misma de la verdad, del esfuerzo, y la pretensión de alcanzar, más allá por los diferentes contextos, las diferentes historias de los interlocutores y la perma­
de las ideologías y de toda forma de falsa conciencia, un ‘fondo’ sólido que nente e inconclusa lucha del Estado-Nación por imponer no sólo una lengua única
permita develar su carácter de máscara, es, precisamente, una vez más una devo­ sino también un único habla y unos sentidos homogéneos.
ción ‘humana, demasiado hum ana, otra vez, una máscará’d'

La caída del pensamiento metafìsico, junto con la deconstruedón poscstructuralista


de Derrida que mencionamos antes, introduce fuertemente al pensamiento de la diferen-
cia co m o propia de una importante porción de la filosofía contemporánea (Heidegger y 9. Los LÍMITES DEL MULTICULTURALISMO
la diferencia ontològica entre ente y ser, Lyotard y la diferencia como diferendo, confron­
tación; Derrida y la diferencia como “diferancia”, difcrimicnto, e t c . A h o r a bien, ¿en
qué consiste ese tipo de pensamiento? En primer lugar, en la conciencia de que identida­ En Francia recientemente se ha desatado una polémica respecto del uso del
des y altcridades son construcciones intelectuales, con apenas un énfasis en lo semejante velo islámico por parte de las alumnas de las escuelas laicas. Los partidarios de su
o en lo desemejante. En segundo lugar, en que el pensamiento de la identidad constituye uso pretextan la libertad religiosa que es una consecuencia de ese carácter laico. Los
un equívoco producto de la naturaleza del lenguaje, que tiende a trasladar sus propieda­ adversarios sostienen que se trata de un elemento discrim inatorio contrario a la
des a Lis rasas que nombra. Esto ya lo habían advertido los sofistas, pero su prédica quedó igualdad de .sexos y a la dignidad de la mujer. ,Se trata, sin duda, de un caso límite
aplastada por dos mil quinientos años de platonismo, al punto que la palabra “sofisma” en la escala a que hiciésemos mención, que va desde la lucha contra la diversidad
quedó ramo sinónimo de “falacia”, es decir, error de razonamiento. cultural, la tolerancia, el respeto a la integración: si fuese una simple moda no
M ichel Foucault, en el capítulo 111 de Las palabras y Lis cosas, libro totalmente presentaría inconvenientes, pero, como lo demostró Roland Barthes en El sistema
dedicado a este tema, hace referencia al personaje de Don Q nijotey dice de él que: d e la m oda, la forma de vestir tiene una fuerte impronta simbólica, es un lenguaje
que dieex m mensaje con su propio contenido semántico, más allá de una mera
“...esboza lo negativo del mundo renacentista; la escritura ha dejado de ser la cuestión de elegancia o de falta de ella.
prosa del mundo; las semejanzas y los signos han roto su viejo compromiso; las ¿Qué decir entonces de prácticas tales como la ablación de clítoris o la muerte
similitudes engañan, llevan a la visión y al delirio; las cosas permanecen obstina­ por lapidación? Pensamos, ante ello, que el enfrentamiento cultural es algo más que
damente en su identidad irónica: no son más que lo que son; las palabras vagan una cuestión de folclore, que se hallan en juego valores de un grado superior. Ahora
a la aventura, sin contenido, sin semejanza que las llene; ya no marcan las cosas; bien ¿cuáles son esos valores y dónde encontrarlos? En el marco láctico y filo.sófico
duermen entre las hojas de los libros en medio del polvo”.’ ’ que hemos reseñado más arriba, no puede hablarse de valores metafisicos superiores
y universales, puesto que ello no sería sino prolongar la discusión milenaria ai respec­
21. Gianni Vattimo, “Motalisica, táoicncia, .sccnlari/adón’, en I.a scaiiinizaaón de la
to. Tampoco resultaría válido, por las mismas razones, sostener la superioridad de una
lilouilla -herm enéutica ypoinioílm iidiul-, Bartclon.i, Gedisa, 1ÓÓ2, pp. ().L64.
22. Gianni V'attitno, Las aven Unas de la dijcrencia - Peusur después de Nietzselie y tieideyger,
Bartclona, Aitava. 1999. 24. Jean-1'raiiçois Lyotard, La cnndìeìón posnioderna, Barcelona, Planeta Ago.siini, 19U3,
23- Miclicl 1-oucaiilt, Las palabras v las cosas, México. Siglo XXI, 1998, p. 54. p. 29.

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C a p ít u l o III ¿ Q jÉ SON LOS lla m a d o s “DERECHOS HUMANOS” ?

cultura sobre otra, puesto que en principio ambas tendrían la misma legitimidad. Por avances y retrocesos continuos. No se trata, por ende, de una definición clara y
ello, en este trabajo, nos hemos cuidado de no utilizar el término “civilización” como definitiva para resolver los conflictos interculturales, pero se trata de un cartabón algo
sinónimo de “cultura”, por su connotación de “progreso” y “superioridad”. Como más que aceptable para discernir lo que puede ser tolerado, respetado e integrado de
señala Norbert Elias: lo que no puede .serlo.

“...este concepto (civilización) expresa la conciencia que el Occidente tiene de sí


mismo ( . . . ) ‘Civilización describe un proceso o, por lo menos, su resultado.
Dícese respecto de algo que está en movimiento constante, moviéndose incesan­
temente 'hacia delante’ (...) En tanto el concepto de civilización incluye la B ibliografía
función de dar expresión a una tendencia continuamente expansionista de-
grupos colonizadores, el concepto de Kultur remite a la conciencia de sí misma
de una nación que debe buscar y constituir incesantemente y nuevamente sus Aguinsky de Iribarne, Esther: “Conceptos de Derechos Humanos”, en El concepto de
fronteras, tanto en sentido político como espiritual, y repetidas veces preguntarse Derechos Humanos, un estudio interdisciplinario, Montevideo, Fundación de Cultura
Universitaria, Servicio de documentación jurídica, N“ 119, p. 31, 1986.
a sí misma ‘¿cuál es, realmente, nuestra identidad’”.^^
Bauman, Zygmunt: Pensando sociológicamente, Buenos Aires, Nueva Visión, 1994.
Después de la segunda posguerra, a mediados del siglo XX, gana terreno en el Bohhio, Norberto: El problem a d el positivismo jurídico, Buenos Aires, Eudeba, 1963.
mundo una suerte de “ética de consenso” que fundamenta a la moderna teoría de los Calvino, Italo; Palomar. Buenos Aires, Alianza, 1983.
llamados “Derechos Humanos” que, si bien es internacional, aún dista de ser univer­ Copi, Irving M.: Introducción a la lógica, Buenos Aires. Eudeba. 1993.
sal. Fundada en tres principios básicos; vida, libertad e igualdad, paulatinamente se Cortés, José Miguel G.; Orden y caos. Barcelona, Anagrama, 1997.
han ido elaborando una serie de documentos internacionales, desde la Declaración Costa, José C.: M anual de Derecho Romano público y privado. Buenos Aires. ix;xis Nc.'u.s.
Universal de los Derechos Humanos de 1948 hasta pactos, tratados y declaraciones 2007.
.sobre temas específicos, como la convención sobre el genocidio, la discriminación en da Vinci, Leonardo: Notas de cocina de Leonardo da Vinci, compilación y edición de
general y de la mujer en particular, las torturas y las penas crueles, tratos inhumanos Shelagh y Jonathan Rourh, Buenos Aires, Planeta, 2001.
y degradantes, los derechos del niño, etc., que, en conjunto, se conoce como Derecho Derrida, Jacques: La decom truccián en las fronteras de la filo so fa , Barcelona, Paidós,
Internacional Humanitario, a los que deben agregarse otros documentos de alcance 1989.
regional. El trabajo en tal sentido continúa incesantemente. Elias, Norbert: O processo civilizador - urna historia dos costumes. Rio de lanciro, Jorge
El preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se remite Zallar, 1996 (trad, de los autores).
a la Carta fundacional de las Naciones Unidas, señalando que en la misma los pue­ Foucault, Michel; Las palabras y las cosas. México, Siglo XX!, 1998.
blos “han reafirmado (...) su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la García Bouzas, Raquel; López. Rocca, Elbio J.; Manz.oni Rubio, Luis; Correa Frcita.s,
dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres Ruben: Antecedentes históricos de los Derechos Humanos en Cursillo sobre los Derechos Humanos
y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel y sus garantías, Cuadernos N" 13, Montevideo, p. 14, 1990,
de vida dentro de un concepto más amplio de libertad...”. Los “pueblos ’ que se Hübner Gallo, Jorge Iván: Panorama de los Derechos Humanos, Buenos Aires, Eudeba, 1977.
mencionan no son todos lo.s pueblos del orbe, sino sólo aquellos que suscribieron el Kclscn, Hans: La idea del Derecho Natural y otros ensayos, México, Nacional, 1974.
documento liminar de las Naciones Unida.s, cuyo número, sin embargo, ha aumen­ — : leoría Pura del Derecho, Buenos Aires, Fíudeba, 1994.
tado progresivamente a lo largo de los años. Es necesario ver el campo de los Derechos Lyotard, Jean-François: Moralidades Posmodernas. Madrid, Tccnos, 1996.
Humanos como un proyecto inacabado \'cn desarrollo, inclusive no constante, en Mas, Analía H.: fiíolcranaal. Buenos Aires, en rev. Zettel. ,\ii<i ili, N‘ 3. 201)2
Messner, Johannes: Soeimoeia .Modenm y Derecho N atural Barcelona, 1 ieioe:,, i 0,'w
Nieizsche, Friedrich: /,,/ ■¡•olmitad /le porier. M.idiad, hel;il, 2000.
23. Norbert Eli.is, O ¡trí/u'íSd ai'iliziu/vi' - unid íIoí tnnunui. Rio de J-meim, Jorge Nino. Carlos Santiago: El hombre, su, derecho, y el Derecho, Revist;t itirielicti de Buenos
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C a I'ITUIjO III

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