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EN EL CASTILLO DE BARBA AZUL Aproximacién a un nuevo concepto de cultura por George Steiner a _En una poscultura primer lugar debemos hacer el inventario preciso posible de lo irreparable. Psicoldgica- 'y populosas de lo que fueron antes de la stacion. En el paisaje actual las marcas deja- spor Ia Primera Guerra Mundial, las mesetas radas, los campos despanzurrados, son mas das que los rastros dejados por la guerra de 48. Hoy puede uno viajar a través de la ropa Occidental y hasta por la Union Soviética o encontrar un lugar preciso donde situar los echos de la Segunda Guerra Mundial olosrecuer- Jos que uno tenia de los monticulos de ceniza de 1945. Es como si hublera prevalecido un violento tinto de borrarlo todo y de renovarlo todo, una sspecie de amnesia creativa. [ra indecente sobre- “vivir, para no hablar de prosperar de nuevo, te- iniendo presente el grafico einmediato pasado. Fre ‘cuentemente, en realidad, fue la totalidad de la 83, destruccion 1o que hizo posible instalar plant industriales enteramente modernas. El mi ‘econémico alemén es irénicamente proporcionak allas dimensiones de las ruinas del Reich. Sin e bargo, el paisaje mecanizado, a menudo antisépt 0, de la Europa contempordnea puede ser ilus0 rio, Las fachadas de las nuevas casas, los espaclog: econémicamente dinamicos que se extienden de tras de ellas exhiben un curioso vacio. El caso ti pico es el de os centros urbanos restaurados. Co grandes trabajos y costos se han recons ciudades viejas, ctudades enteras, pledra por pl dra, tiesto de geranto por tiesto de geranio. Foto ‘graficamente no hay manera de distinguir, pues patina de los remates de las casas es aun mas que antes. Pero allf inconfundiblemente se sient que falta algo. St va uno por las calles de Dresde @ de Varsovia, si se detiene en una de las exquisitas mente recompuestas plazas de Verona lo sentiré sin falta. La perfeceién de lo renovado tiene una profundidad barnizada. Es como st la luz de lag ‘comisas no se hubiera restaurado, como si el aire fuera inapropiado y llevara consigo atin clerta car- gadel anterior fuego. Estaimpresién no tienenada de mistico, es cast penosamente literal. Puede darse que la coherencia de un antiguo edificio esté en armonia con el tiempo, que la perspectiva de una calle, de una linea de teJados que vivieron naturalmente en el pasado pueda reproducirse, Pero no es posible recrearla (aun cuando sea idealmente indistinguible del original, una repro- duceion no es la forma vital). Hermosa como es la 84 d Vieja de Varsovia da la impresién de un je escénico; cuando camina uno por sus no se sienten las resonancias activas de lo Es la imagen de esos frentes de casas preci- ite restaurados, de esos juegos de luces y as, lo que tengo presente cuando trato de nguir entre lo que es irrecuperable —aunque a podria recuperarse—y lo que tiene en si el o y la presion de la vida. Debodejara un lado el aspecto genético, y esta lon podria ser gravemente dafiosa. Es eviden- nuestro estado actual refleja formidables duos que ahora estarian sintiendo y pensando hosotros—, sino también de futuras potencia- des. Ciertos futuros vitales han quedado elim- dos para siempre de la gama de posibilidades. como ya dije antes, “la blosociologia” y la mnética historica son todavia demasiado rudi- as, demasiado amplias en sus esquemas wales, para permitimos una estimacion ible y verificable de lo que fue el deterioro gico de la clvilizacién occidental. Lo que ‘considerar ahoraes la destruccién deformas Laprimera de ellas implicala situaciénlocal de civiizacién elevada. La cultura occidental se arrollé sobre el supuesto, a menudo no exami- de que su propio legado era en efecto “lo ejor que se haya dicho y pensado*, Salida de Uentes judeohelénicas, en una geografia singular- ‘mente templada para el hombre creativo, dentro de 85 una matriz racial que se sentia p historia occidental desarrollé la privil de su ser. Vistas desde esas alturas sup historias, las vidas sociales, las ereacionés ase intelectuales de otras razasy paises unaire disminuido, ocasional. Yio cierto se las ignoraba. En difererentes épocas, la islamica y las culturas del Lejano Orient stonaron la sensibilidad europea. La chi ‘siglo xvi, el interés mostrado por clertos py res victorianos y la tradicién idealista alem “la luz procedente del Oriente” son mor caracteristicos. Pero en ningin caso exis sentimiento de genuina paridad, para no deel inferioridad. El mito del noble salvaje habia Hlorizado un vigoroso dogma jerarquico. La bilidad occidental podia detenerse con nosté admiracton a considerar virtudes oceanic hasta ver en tales virtudes un reproche a Propias deficiencias, precisamente porque la p en los valores clasicos. Las masc: Pero ni siquicra es ciastneaciones procedentes de afuera fla herencia occidental. Esta continuaba piedrade toque del orden y del continuo electual, que en realidad hizo al hombre y-anglosajén en gran medida amo del Wy. después de sdlo una generacién de crisis, ro parece anticuado) aticantesyseudo- fs han familiarizado al Occidente con laidea Syabre Dances dfanieron una lepra peri dela terra, que ou evzacin es runes impostura 6 en el mir de tos Src audor dots den exponen mice y militar. Se nos dice en tonos de swaniva, ya que nuesta cultura eat ee da a muerte —éste es el modelo spengle- apocalipsis racional—, ya que solo puede tar por abra de ura volenta transfusion de ‘energias, de esos modos de sentir, propios de los del “tercer mundo”. Ellos tienen verda- ‘alma’ ellos poseen la belleza de la negrura y eros) Este neoprimitivismo (0 masoquismo fl) tiene sus raices en el centrodelacrisis eidental y es menester comprenderlo tanto pst- ica como sociolégicamente. Lucgo volveré a parme de esta cuestién. Lo que hay queafirmar ra es evidente: no puede haber ningtin retorno ral ala perdida situacién central del Occiden- 87 Tanto esanostalgia exotica como la autocritieg se basaban en un estable y firme punto de apoyay Y esa estabilidad no fue seriamente minadi hasta las décadas de 1920 y de 1930. La atraccion carismatica que ejercieron “formas barbaras” en ld imaginacién plastica y musical, como en el.caso del Jazz 0 del arte fauve, de la danza, del nuevo teatro. de mascaras, se debio a varias complejas tensio- nes. Pero ese fenomeno no puede disociarse de la eatastrofe de la guerra mundial y del subito vacio 86 te, Para 1a mayoria de los seres pen clertamente sobre todo parallos jévenes, de la cultura occidental concebida como mente superior, como encarnando casi total de la fuerza intelectual y moral es 0 absurdo teftido racialmente 0 bien una pi museo, Especialmente en los Estados Unid Jos Estados Unidos son hoy los principales dores y depositos de medios culturales— el centro de una geografia clasica se ha quebs iereparablemente gEn qué medida se justifican ese sentidg pérdida y el consigutente sentimtento de culp dad? => Contrariamente a las fantasias del siglo con sus fabulas apocalipticas sobre invasio escitas, la barbarie procedié del corazén ~europeo. Aunque en formas parodicas y én tilt instancianegadoras, la bestialidad politica reco} Giertas convenciones, cierto lenguaje y cic valores exteriores de ia cultura elevada. Y, co vimos, la infecci6n fue, en numerosos caso3, red x Proca. Minada por el ennut y la estética de violencia, una buena proporcion’de-lerclase inte: Tectual_y de-las-instituciones de la civilizacion ‘europea —en el. campo de las letras, dé Tas acade~ mias, de los ejecutantes de artes—avogié Ta inhu> nanidad con variados grados de bienvenidda. Nada impidié en ef cercano mundo de Dachau que en. Munich se desarrollara el gran ciclo de invierno de a mtisica de cémara de Beethoven. Ninguna tela desaparecié de las paredes de los museos cuando 88 sanguinarios pasaban reveren- ate a ellas con guias y catdlogos en la jente cierto que —en una medida en ‘deben estimar los historiadores econé- ssoclales— muchos de los lujos supertluos, de placer y de las jerarquias impli Mla cultura occidental dependian del so- ento de otras razas y continentes. Esa 4a no se ha eliminado por obra de los, bles clementos de intercambio creativoy de Amportaciones que suponia el colo- smo. Relaciones de fuerza especificas y a me- indefencibles con el resto del mundo presta~ gia al predominio cultural del Occidente. que esa acusacién sea vista en todo su ‘es menester también intemnalizarla: den- sla propia civiizacién europea clasica nume- reallzaciones representativas de ella —itera- "artisticas, flos6ficas— son inseparables del ante de absolutismo, de extrema injusticia yy hasta de cruda violencia, ambiente en el florecieron, para argumentar seriamente, la tion de la “culpabilidad de la civilizacion” debe ir no sélo el colonialismo y las rapacidades Periales sino también la verdadera naturaleza Hlas relacioncs que hay entre las producciones gran arte y del pensamiento, por un lado, jenes de orden violentoy represivo, por el tr, suima, trétase de un argumento que comprende O s6lo el goblemo del hombre blanco en Arica 0 fla India sino también la corte de los Medici, e 89 van mas alla de los tambores y cimbalos que conmueven profundamente con uerdos de otros suerios. ¥ también es clerto que postura misma de autoacusacién, de remordi- jiento en que se encuentran hoy muchas de las as de educacion y sensibilidad occidentales Versalles de Racine yelactual gento delalitera rusa. (En que sentido fue el stalinismo la co ign necesaria de un Mandelstam, de un P nak, de un Solzhenitsyn?) > ero por acusador que sea el argumento | cualquiera que sea la histeria penitencial con 7 nie eticsl die toncaelstoeaen ae /asimismo un fenémeno especificamente cultu- durante dos milenios y medio es en gran medid 2Oué otras razas se han mostrado penitentes (erin dA pean de ierea ivenciuath ciyesca n aquellos a quienes esclavizaron? 2Qué otras taclin del mapa ceatiic y caltoral en for dell Aciones han acusado moralment® el brill de Chingy poullcocnts 0 Le dia oe Cacia Sul Dropio pasado? EI relejo de escrutase a si Jasmés fascinantes emaginativas aventuras inte: oor rameinenietslreateiestisinine ssn lectuales del Occiclente modem, os centros m= pecnciariaticemseptsiceeiiesta) ayaa: eee ae ‘Nuestra actual ineapacidad de formular abier- ese Sear aaa fae constr con ene camo no sea dentro de geogrifica y social anglosajona. Las causas de esta, p fepedc et eenienaies Coal malla de culpabilidad y de impilsos maso- ep eerie ac netiiamee rece ists, plantea graves problemas. Tratando de (Eeieterscgarielirs coarivanintere nay ar a la farias del presente rebajamos 4 teoria de la historia sea capaz de analizarlas. Di- La earner in ei pia at og ee are trahistria,nuestosenuajesenienaes, Glones de clima y nutrién (los altos niveles de Senin ple fears Anemia re peae tees accents cranial pasion ebrenuestras pels nos insitana partilpar de 6 les), hasta esas minimas reparticiones de herencia eee cir cuyesteas, ete ene BGs genética y de accidente sobre cuyo papel determi- oar aire ere a ene Se gaciones y las arbtrarias reestructuraciones de Seiki maveemeinsaace cnet pate ps recuerdos histricos que nuestra sensacén de decir que el mundo de Platon no es el de los eee chamanes, que la fistea de Galileo y de Newton es is enc ate BN Sit articuld una importante porcion de la realidad con ppeinte Scie pea rcieicir Reaae ree! el espiritu humano, que las composiciones de 0s grupos étnicos, para omprender sus cosmo- 91 90 ‘istones, las reglas de concienela de una e color ode! tercer mundo”, es inevitable Pequefio, Cast todo gun y publicista acct ue proclama el nuevo ecumenisino. ue profesa ser el hermano, bajo otra plel, vvengativa que se desplerta en Asia 0 en. viviendo una mentira retérica, Esas persona. encuentran, en el sentido mas agudo, en fa ‘situation. En virtud de las falsas lealtades que lexige, esta situacién continéa deteriorando tras reservas emocionales ¢ intelectuales. Si ‘mos de comprender desde el punto de vista soci ¥¥ politico en qué cometio errores el pasado, deb ‘mos reconocer no s6lo la incomparable crealivids humana de ese pasado, sino tambien los p entes, aunque probleméticos,lazos quencs ‘Sinembargo, enel momento actual, seme} legato es ilusorio. Segiin creo, ese seguro centt ‘es ahora irrecuperable. Romen'est plus dans Ro (Roma no esta ya en Romal. ‘También se ha perdido, ditia yo—oa lo meno esta decisivamente datiado—, el axioma del prom reso, el supuesto, dinémico en su evidencia, de ue la curvadela historia occidental era una curva ascendente, Sin duda, stempro hubo cuestiona- ‘mientos a este supuesto. Antes senalé una especie de movimiento mitico que iba en sentido contrario. al de las agujas del reloj, sefialé indicios amplia~ ‘mente sustentados, en parte teolégicos. en parte ucélicos y romanticos, de un paraiso perdidoy de ‘una edad de oro, Pero nt siquiera en su forma mas 92 “premoniciones de una ruina iltima, ‘expuestas por el estudio de la ent la década de 1820. La desolada vision retorno” de toda Ia historia como ‘como la encontramos en Nietszche y j, constituia una excéntrica pesadilla. El jo comiin estimaba las cosas de otra manera bien eran inevitables transitorios retrocesos, Igosos desvios y caminos sin salida, st bien la cha podria a veces parecer que volaba con. tica entitud, la historia se movia hacia adelan= ocialmente, intelectualmente, tocante arecur™ ‘perspectivas, el hombre civilizado estaba en decir verdad, la continuidad desu andar igula de la tnercia, dela estasis del “salvaje Acerrado en el mito, (Solo la poesia y las bellas. ‘como observé Marx, parecian presentar una ‘anomalia, pues desde tempo atris ‘aleanzado una cumbre de maestria quizas ada y seguramente insuperada desde en- ces.) En lo que se referia a las instancias cipales de la historia, el progreso no era un sino una simple cuestidn de observacién. 1 y Marx coineidian en esta conviccién. Y sbién. coineidian Darwin y Samuel Smiles, Uyos libros curiosamente paralelos, y que hicie- época, Elorigen de las especies y Autoayuda, ron en el mismo mes del afio 1659, en el ediodia de una era colmada de conflanza 93 Annosotros nos ha quedado muy poco de e: ‘tructura de la realidad ablerta en todos sus puntos, ala grita del absurdoy del desastre ha llegadoa ser: para nosotros un lugar comin. Hemos vuelto a. adoptar una politica de tortura y de rehenes. La violencia publica y privada corroe los fundamentos mismos de la sociedad, los mina, al producir su eida marca como ocurre con las aguas oscuras de ‘Venecia. Nuestro nivel de comprensién se ha visto enormemente rebajado. Cuando salieron clandes- tinamente de Polonia los primeros informes sobre Jos campos de muerte, la gente en general no crey6, cenellos: semejantes cosas no podian ocurnir en la, Europa civilizada de mitad del siglo 2%. Hoy es, dificil smaginar una bestialidad, una demencia de ‘opresién o de repentina devastacién en la que no ‘ereamos, quenocoloquemosen el ordennatural de Jos hechos. Moral y psicolgicamente es un hecho terrible el de nuestra incapacidad de asombro. Inevitablemente el nuevo realismo conspira con lo, que es, 0 deberia ser, por lo menos aceptable en. realidad. ‘Ademas no tendemos a concebir el actual lima de extremismo como un momentaneo desliz © retroceso,. como un sucio trecho que pronto quedaraatras. Y esto es decisivo. Llameselo Kultur- pessimismus—y no es un accidente la cireunstan- la de que el idioma sea el aleman— o lldmeselo ‘nuevo realismo estoico. Ya no experimentamos la hhistoria como una curva ascendente. Hay dema- oa o de lo que estuvieron aquellos iujeres civilizados de Occidente en cu mento a partir defines del siglo xvi. Sobt tro prondstico debe ser el quehace YY puedo estar peor aun: lo peor ‘io dura tanto que podamos dectr “Esto es 16 Pero al mismo tiempo nuestro hacia adelante es inmenso y evi 3 de la técnica, de la medicina, del tico son precisamente eso, “milagros", | mds seres humanos que antes dad de vivir hasta la madurez, de far hijos normales, de subir por la escala de la condicién milenaria dela mera sul gine usted un mundo sin cloroformo”, C.S. Lewis, Pero trtase también de una verdad que 10 de nosotros y lo hace de dos alejadas de! mejoramiento racior istracién y de los victorianos. Ahora que no sabian ni Adam Smith ni M ‘1 progreso material implica una dialéctica rjutcio 0 dafio concomitante, que el progres ‘rreparables equilibrios entre la sociedad 95 luna de.los principales sintomas, aunque todavia oco entendido, de una poscultura, En cuanto’al conocimiento de los clasicos, ‘aqui tambien los testimonios varian y son suscep. bles de diferentes interpretaciones, Pero, el cond ciraiento de las formas y conveneiones activas contenidas en Licidas ue clertamente parte de una buena educacion desde et siglo xvu hasta muy recientemente. Por supuesto, diferentes progra. ‘mas y diferentes marcos sociales determinaban variados grados de profundidad, pero la épica de Homero y de Virgilio, la poesia de Ovidio y de Horacio, la teoria de los generos de Aristoteles y de Longino eran temas que no se ignoraban. Con ocas excepciones (prinelpalmente referentes al Cuerpo latino italiano y del Renacimiento) ninguna de las imitaciones de Milton estuvo fucra det alcance de la educacién de mi padre que se des- arrolld en un. Gymnasiwn de Viena antes de la Primera Guerra Mundial, ni fuera de mi propio aleance en la section lettres del lycée durante las décadas de 1930 y 1940. Laamnesia organizada de la actual educacion primariay secundaria es un fenémeno muy recien te, Hay cierta ironfa en el hecho de que uno relacione el impulse principal de este cambio y sus ‘mis francas justificaciones teéricas eon los Esta dos Unidos. Porque fue en los Estados Unidos de Snes del siglo xvi y del siglo 2ax donde mas se apunté al ideal, tanto puritano como jeffersoniano, de una educacién general biblica y clasica Junto con estas esferas de “conocimiento de 140 See Schoscas cael St are ee See eee neers et ne atime pence Sierras eae aoe ueetenh tea Siabe concn eae io textos potcn, dramatco de hea Se ee ee oa SS area 2 Seren ieemees re one We were the last romanites chose for theme ‘Traditonalsanetty and loveless: ‘The mind of man or elevate arte; 14 va y susceptible de engendrar ilusiones. Pero nobleza de estos errores es incuestionable ‘como la funcion de engendrar de errores. Buena parte de lo mas verdadero de ness. tra cultura estuvo animada por una utopia ontolé: ‘ica. Implica modestia y realismo hacer a un lado €lsuefio milenarto, pero es mendaz negar la ventit~ ra de quienes Io sofiaron u olvidar que nuestra actual clara vision procede directamente de un. catastréfico fracaso de las postbilidades humanas, ‘Ademés no es seguro que pueda uno idear un ‘modelo de cultura, un programa heuristico para realizar nuevos avances, sin un niicleo utépleo. La cuestién “hacia qué fin dirigir el esfuerzo, hacia {qué fin dirigir el trabajo” se remonta rapidamente: ‘lun oscuro esquema instintual o bien aun priori de esperanza anclado menos en la fenomenologia, cen as lineas reales de la historia, que en un sueno, de ascenso: Dans tambre tmmense du Caucase, ‘Depuls des sicles, en révant, (Conduit par les hommes dexiase, ‘Le genre humain marche en avant: marche su a tere; d passe, ‘Mea dans ta rut, dans Fespace, Dans ytnd. dar e bore. Dans Vazur, dane Conde triée, ‘Ala lueur de Prometnee, Le lbérateur enchane! (Bn Ja tamensa sombra del Cavcas0, Desde sigos atras, como sofande, _ocirculares del pensamiento medieval y de ‘Conducido por los hombres de éxtasis, El genero huano marcha hacia adelante: ‘Marcha por la errs: pass, ‘Va en medio dela noche, en medio del espacio, ‘Através de lo tnfnito ya través de regiones ‘A través del anil de los clelos, através de los t ‘Ala hse de Prometeo, Bt iberador encadenado) Aqui estiin todos los indicadores de la ‘readora de energia: los lideres extiticos, a ‘cha hacia adelante de la humanidad como: ‘suefio, el simbolo prometeico de la rebelién, de vida, simbolo instrumental para Marx fuera para Shelley. gCémo hemos de volver: « seguridad nosotros que ya no ‘mos la confianza de Vietor Hugo, para quien! toria asi y todo no es, 0 10 es s6lo difusa e "mente, una marche en avant? Una critica ta de la cultura es una construceién ‘hasta la sitira (que en esto estriba su ‘mal) trabajaba contra un implicito “utopia. Ya no disponemos de aquellos “cielos ‘pensadores" que dleron a las sociologias ‘acimlento su desequllibrio dinamico lleno ppiracion. Como suseribir un modelo lineal, ‘explicito veetor de progreso como el que: nuestras sensibllidades desde menos el siglo xvur? Nada, salvo la realidad, nos! ensetado y preparado para la estasis o la rege: sion. 99 YC, Tesla esta euestion de wna operante teoria d Ja cultura (en ausencia de un dogma o de imperativo de progreso y perfectibilidad gent mente sentido por metaforico que sea), me pa una de las mayores dificultades que enfrentai {Puedes pues comprender que cosa muerta ‘ea todo micstro conocimiento desde el moment ‘en que se clerra la puerta del futuro.) "Se clerra la puerta del futuro” —es d renunciar al axioma ontolégico del proceso hist rico— y “todo nuestro conocimiento” es co muerta. El tercer axioma al que ya no podemos a sin una extrema reserva es el que relaciona ‘hhumanismo —como programa educativo, como referente ideal— con la conducta social human La cuestién debe formularse muy culdadosame te, La Ideologia de la educacion liberal, de humanismo clasicamente basado en el esquet de cultura del siglo xix, corresponde alas expects clones de la Tlustracién. Esa ideologia se da en ‘muchos niveles, por ejemplo, la reforma universt+ 100 las revisiones de los programas de 8, la expansion de la base educs cin de los adultos, la inculcaciém. por obra de periédicos y libros: ). Estas expectaciones, lockelanas, si se quiere, se desarrollaron S por si mismas 0 evidentes por si ser difusas (la universalidad implica: Pero su principio central era claro: sonatural que iba desde el cultivodel beneficiosa de la sociedad. Eh del progreso moral y politico era ecin publica y de la escuela —el eva piblica, los colegios de tral quellos elementos dinamicos de la Ik « ento humano enderezado a la jea que otrora fue teologica y trase te electiva. Por ejemplo, el lema J Ja escuela era el templo y el foro m a libre marca la secularizacién de jamente a una casta privilegiada. Tanto | ltaire como para Matthew Amold —y que entre ambos se definen las generaeid= de promesas culturales— hay una evidente 101 congruencia entre el cultivo del espiritu del ind duo mediante el conocimiento formal y un mejo miento en la calidad de vida. Aunque expusieron sus ideas en diferentes idiomas y aportaron difés rentes elementos a su silogismo, Voltaire y Amo consideraban como definitivamente establecido crucial lema de que las humanidades humanizan La raiz de lo “humano” est explicitamente en ambos términos y la etimologia los liga estrecha- mente, Todo esto es para nosotros terreno familiar, Pero la proposicién necesita ser afinada. Aun- que conceptos de “educacién”, de “erianza”, de “cultura” y de mejoramiento social o de perfectibie lidad humana estaban intimamente mezclados y @ ‘menudo eran intercambiables, continuaba siendo examinada la precisa estructura de las relaciones centre ellos, de los elementos instrumentales que conducian de uno al otro. Encontramos una buena dosis de estrepitosa conflanza en la correlacién, inmediata de mejor escuela y mejor sociedad, particularmente en las doctrinas. progresistas norteamericanas y en el soclalismo victoriano, ero también encontramos, en un plano superior de debate, una continua conciencta de Ia comple- Jidad de la cuestién. Los Ensayos sobre una educa- ‘cin Uberal, publicados por F. W. Farrar en 1867, dos afios antes de la publicacion de Cultura y ‘narquia de Amold y tres aos antes de la Ley de Educacién, constituyen un eemplo representative de cémo se revalué desde adentro, por asi decirio, el axioma general del mejoramiento por obra del humanismo. Lo que le preocupaba a Farrar, a 102 Sidgwick y a sus colegas era limitaciones del canon elsico. Se lanzarot ar el concepto ortodoxo de ed ay examinaron siesta era aproptaia para es de una comunidad cada vez enolgea y socialmente diversiicada, a para que incluya las letras mod conddtmlents delascencias, Yanose dar que ia hteratura grega y latina todoslos conocimientasesencais. nl en una forma idealizada y parad etension de sas iteraturas “de dar la taza en loeoia mental, cic poltea” ciendo rapidamente. La encla st ahora tan ligada con todos los intereses| imantdad’ que es indispensable cet dean ella para comprender “la actual fase dela numanidady parteparen ella Tas téenicas ye contenido sustancial smisidn cultural eran vigorosamente d cn el momento culminante del optimismo, flo xx. Lo que no se debatia era la ente llevada a cabo, llevaria necesariamer condicién del hombre mas estable, ente responsable. “Una educacion eseribia Sidgwick convencido de estar ido cosas obvias, “tiene por objeto impartit Ia ultura suprema, hacer que los jovenes ejerzan dé odo mas pleno, vigoraso y armonioso (de confor 103, ‘midad con el mejor ideal accesible) sus facultades, activas, cognitivas y estéticas”. Formulada en st plenitud, extendida gradualmente de acuerdo con los diferentes grados de capacidad innata a secto= rescada vez mayores dela sociedad y del globo, esa educacién aseguraria un permanente mejorae ‘miento de Ja calidad de vida. Donde florecia la ‘cultura la barbarie era, por definicion, una pesadi= Ta del pasado. Hoy sabemos que esto no es asi. Sabemos que la excelencia formal y la extensién numérica de la educacién no tiene por quéestar en correlacion con, ‘una mayor estabilidad soctal y una mayor raciona- dad politica, Las virtudes demostrables del Gymnastum o del lycée no son garantias de como habra de votar la comunidad en el siguiente plebis- ito, Ahora nos damos cuenta de que extremos de histeria colectiva y de salvajismo pueden coexistic on tuna eanservacion paralela y, es mas, con el desarrollo ulterior de las instituciones, burocra- ‘las ¥y cédigos profesionales de una cultura supe- ‘lor: En otras palabras, las biblioteca, losmuseos, {ps teatros, las universidades, los centros de inves- {igacion por obra de los cuales se transmiten las +humanidades y las ciencias pueden prosperar en las proximidades de los campos de concentracién. El vigor de la empresa de tales instituciones puede clertamente sufrir por el impacto de la violencia y del régimen quelasrodea. Pero sufren sorprenden- { temente poco. La sensibilidad (particularmente la ‘de los artistas ejecutantes),lainteligencia, et ‘empeno de aprender-contintian desacrolléndase 104 yunazona neutral, También sabemos—y aquise de ur conoctnitento enteramente documen= tado aunque en modo alguno incorporado en una ja racional- que las cualidades evidentes la respuesta letrada, del sentimlento estétieo ‘coeistircon la conducta barbara, politcal ‘sadica, en un mismo individuo. ‘como Hans Frank, que administraban final” en la Europa Oriental, eran pros 0s conocedores de las bellas artes y en aligue os casos elecutantes de Bach y Mozart. C os a gente de la burocracia de los tarturadorea: “de las camaras de gas que cultivaban el no tiene peso la fail excusa de decir: "I abres no entendian los poemas que lefan 0 sica que conocian y parecian tocar tan encillamente no hay prueba alguna de que bres sean més obtusos que cualquler otro} 10 sensibles al genio humano, a las ene: les de la gran literatura y del arte. Una de. ipales obras que tenemos sobre filosofia del uajeyy sobre la interpretacién total dela poesia “de Holderlin fuze compuesta casi a la distancia de “un tiro de bala de un campo de muerte. La pluma, de Hejdegger no se detuvo nt su espiritu enmudes a4 tuando cito este material, me encuentro con a siguiente objecton: “De qué se asombra usted? ‘@Por que esperaba usted otra cosa? Uno siempre ‘eberia haber sabido que la cultura y la accién humanas, que las humanidades y el impulso poli> 105 tico no estan en una correlacion necesaria 0 sufi- ciente*, Bsta objecion parece convincente, pero en realidad es inapropiada si se tiene en cuenta la ‘enormidad del caso. La comprensién que ahora tenemos delasrelaciones negativaso, porlomenos ialécticamente paradéjicas y parddicas, entre ‘cultura y sociedad es algo nuevo y moraimente desconcertante. A los hombres de la Thustracion y a muchos de los del siglo xxx esta comprensién les hhabria parectdo una morbosa fantasia (y son pre- clsamente las premoniciones de Kierkegaard y ‘Netszche sobre esta cuestion lo que los coloca en ‘una situacién aparte). Nuestro actual conocimien- to de una transferencia negativa que va desde la eivilizacién a la conducta (en el individuo y en la sociedad) va contra la fe, contra los supuestos ‘operantes en que estaba fundado el progreso de la ‘educacion, de la alfabetizacion general y de la difusion de las artes. Lo que ahora sabemos hace befa de la vision de la historia penetrada y vuelta ‘maleable por la inteligencia y los sentimientos edueados, una visién dela historia comin aJeffer- son y a Marx asi como lo era a Amold y a los reformadores de 1867. Es facil deeir que uno “deberia” haberlo sabido. Sia ilustracién y el siglo ax hubieran comprendido que no podia presumir- se un vehiculo que fuera desde la eWvilizacion a la civilidad, desde el humanismo a lo humano, se hhabrian secado los manantiales de la esperanza y no habria sido posible buena parte de la inmensa Iiberacién delos espiritus y de la sociedad durante cuatro generaciones. Sin duda aquellos hombres 106 hhabrian tenido menos conflanza. Quiz conflar en Ja cultura suponia una actitud orgullosa y ciega respecto de las contracorrientes y nostalgjas de Gestruceién que la cultura contenia en su seno, ‘Acaso la incapacidad de la razin y de la voluntad pout pasa jeberia haber sido.una advertencia final sobre la fraglidad ya waislada dela estructurade Pero aqui nuestra comprension (y ésta esti extrahamente ausente en las Notas de Eliot eseri tas en 1948) se da después de ocurridos tos he: chos. Ella misma es —y éste constituye el punto pprincipal— parte de nuestra desolacion. En no menor medida que nuestra competencia técnica para construir el inflero sobre la tierra, nuestra conoeimiento del fracaso de la educacién, de Ia fradicién humanista, para aportar “dulzura” y luz" a los hombres es un claro sintoma de lo que se perdi, Ahora nos vemos obligados a volver a ui anterior pesimismo pascaliano, a un modelo de historia cuya logica deriva de un postulado de pe- ado original. Hoy podemos admitir factimente el puunto de vista de De Maistre de que la barbarte de Ja politica modema, de que el retomo del hombre slustrado y tecnologicamente inventive al asesina 0 es un resultado necesaro de la escatologia de Ia aida, Pero en nuestro retomo a estos paradigmas anteriores, mas "realistas’, hay un elemento espu Ho y, por lo tanto, psicoldgicamente corrostvo. A diferencia de Pascal y de De Maistre, muy pocos de nosotros sustentamos en realidad un concepto 107 dogmatico, explicitamente religioso, de los desas- tres personales y sociales del hombre. Para la ‘mayoria de nosotros, Ia légica del pecado original y la imagen de la historia como un proceso de ‘Purgatorio son, en el mejor de los casos, una me- ‘éfora. Nuestra visién pesimista, a diferencia dela de un verdadero jansenista, no dispone de un principio de causalidad ni de una esperanza en ‘una remisién trascendente. Estamos atrapados en el medio de estos extremos. No podemos hacernos eco del famoso saludo de Carducet al futuro: ‘Salute, 0 gent! unane afasicatet ‘Tuto wapassa, e rullo pub mort. ‘Not troppo edianmo e seffermo, Amate: ‘mondo e belle sanio e Cawvent. (jSatud, of humanidad fatgadat ‘Todo pasa y nada puede mon Demasiado hemes odiadoy sulrio. Ahora amad: El mundo es hermoso y santo e futuro.) Pero nosotros no pademos tampoco responder con plena y honesta aqulescencia al diagnéstico pascaliano de las crueldades y absurdos de la condicién historica como consecuencias naturales de una primaria falta teologica. Esta inestabilidad de un terreno esencial y las evasiones psicoldgicas que dicha inestabilidad implica caracterizan a buena parte de nuestra actual postura. Realista y al propio tiempo psico- Jogieamente hueco, nuestro nuevo pesimismo estoico o trdnico es un factor determinante de Ia 108 Itura. No haber sabido que existian inhuma /potencialidades en el hombre cultivado (cosas hoy sabemos) fue un enorme privilegio. En las sraciones que van desde Voltaire a Arnold ta sneia de ese conocimiento no era inocencla no que antes bien formaba parte de un programa fomentaba la civilizacion, Podemos agrupar estos hechos “irreparables mun rétulo general. La pérdida de la situacién entral, geografica y sociologica, el abandono del gxioma del progreso histérico o las extremadas. as con que lo miramos, nuestra sensacion de facaso ode las graves deficiencias del conocimien= y del humanismo respecto de la accién social; dos estos hechos significan el in de una estrue= ‘de valores jerarquicay aceptada. Esas divisio= © cortes binarlos que organizaban la percep= ‘social y que representaban la dominacién del cultural sobre el cédigo natural se han do ahora o son directamente rechazados. S€ ta de cortes entre la clvilizacion occidental ¥ das las demas, entre os instruidos ylos incultos, los estratos superiores ¢ infertores de la gciedad, entre Ia autoridad de la edad y Ia depen= gnela de los Jovenes, entre los sexos. Estos cortes. ;no s6lo diacriticos —que definian la dentidad Tas dos unidades en relacion consigo mismas tre si-— sino que eran expresamente horizontae La linea divisoria separaba lo superior de lo fertor, lo mayor de lo menor, la eivilizacién del imitivismo atrasado, la instruccién de la igno= ancia, el privilegio social de la subordinacién, Ia 109 madurez de edad de la inmadurez, los hombres de las mujeres, y en cada caso estaba implicita una distincién de superioridad. Es el colapso, ms 0 ‘menos completo, masomenos consciente, deestos ‘gradientes de valor Jerarquizados y definitorios (zy puede haber valores sin Jerarquia?) lo que consti- tuye ahora el hecho principal de nuestra situacién {intelectual y social. ‘Los “cortes” horizontales del orden clasico se hhan hecho verticales y a menudo indistintos. ‘Me imagino que nunca un estadista blanco volvera a escribir como lo hizo Palmerston en 1863 fen ocasién de una accién punitiva que debia verificarse en remotos lugares: “Me inclino a pen- sar que nuestras relaciones con el Japén estan pasando por las habituales e inevitables fases del trato de las naciones fuertes y clvilizadas con naciones més débilesy menos eivilizadas” (hastala ccapitalizacion se expresa en voz alta). Un antropo- logia ubieua, relativista, no evaluativa, en su estu- dio de las diferentes razas y culturas, penetra ahora nuestra imagen denosotros mismosy de los demés. “Contraculturas” y conjuntos individuall- zados de referencias ad hoc estén reemplazando diseriminaciones establecidas entre instruccién y analfabetismo. La linea que separaba la educacién y la ignorancia ya no es Jerarquica con evidencia. ‘Buena parte de las reaiizaciones mentales de la sociedad se produce ahora en unazona intermedia de eclecticismo personal. Bl alterado tono de las relaciones entre grupos de edad es hoy lugar comin que penetra cast todos los aspectos de las 110 entemente, con la fisién de los modos sexuales 8. Las tipologias de la liberacion de las de la nueva homosexualidad, politica y mente ostentosa (especialmente en los Esta~ Unidos) y del “unisex” indican un profundo eordenamiento 0 desorden en fronteras larga te establecidas. “Vagamente denegados” (se- la elocuente frase de Milton), hombres y mus estan actuando nd s6lo en un terreno neutro {ndistincin sino que intercambian papeles en 0a la vestimenta, en cuanto a la psicologia, cante a las funciones econdmicas y erdticas que. es estaban claramente diferenciadas. ‘Nuevamente aqui se insintia un esquema ge- ‘Una comdn falta de formas o la busca de formas no ha hecho sino minar las lineas de edad, de las divisiones sexuales, de las. icturas de clasey delos gradientes jerarquicos ‘espiritu y poder. Nos encontramos cogidos en ‘movimiento browniano en todo nivel vital, lecular, de la individuacién y de la soctedad. Y me es licito llevar la analogfa un poco mas lejos, ‘que las membranas a través de las cuales se itran las energias sociales se han hecho ahora ermeables y no selectivas, Se ha afirmado abundamente que el indice de ambio social que estamos experimentando no tiene precedentes, que las metamorfosis y las cones a través de las lineas del tiempo, de sexualidad, delasrazas, se producen ahora mais ‘Fapidamente que lo que se produjeron alguna vez ul antes. 2Ese indice y esa untversalidad de reflejan transformaciones organicas verifleablee Esta es una cuestion muy dificl de plantear eo precision, para no hablar de darle una respuest Experimentamos buena parte de la realidad, damente flltrada y preelaborada, a través de sociologia diagnéstica de los medios de comunica cién social. Ninguna sociedad anterior se relle ‘simisma con semejante y profusa fascinacion. B In actualidad, modelos y mitologias de hecho, ‘menudo muy astutos y aparentemente generale Se offecen en intervalos asombrosamente breves, Esta rapidez y “metaprofundidad” de explicacié puede oscurecer la distincién entre lo que es, uestion de moda, de colorido superficial, y lo q ‘ocurre en los niveles internos de tin sistema psico= ogico o social. Lo que sabemos sobre la escala ‘temporal evolutiva hace en alto grado improbable que se estén produciendo cambios psicofisiologle 0s a un ritmo dramatico observable. Considere= ‘mos un ejemplo; se estin estableciendo grandes correlaciones entre la revolucin producida en las costumbres sexuales y una supuesta reduccion de laedad en que aparece la menstruacién. Pareceria que esta fenomenologia es susceptible de una ins dagacion estadistica exacta. Pero en realidad abundan las dudas materiales y metodologicas. Qué culturas o comunidades se ven afectadas y ‘cuantos casos dentro de ellas podrian constitulr ‘una masa critica? ,Nos encontramos aqui frente a sintomas primarios 0 secundarios, frente a un cambio fsiol6gico oa un cambio dentro del contex- 112 de la conciencia y de la aceptacion social? tendo el hecho, ges legitima esa correlacion. tan actuando aqui mecanismos paralelos pero ente disociados? En este punto cabe ser sin embargo deberia haber también clerta . para expresarlo modestamente, que bios proviucdos en esquemas de nutricién, de ol de la temperatura, de rapidos viajes a ‘de zonas y climas diferentes, que la prolon- ‘del promedio de vida y la ingestién de tancias terapéuticas y narchticas estén deter do una genuina modificactén de la persona dy, marginalmente, acaso del fisico. sos podrian definirse como “mutaciones in- as", algo entre lo organico y lo que esta de en el sentido mas fuerte de esta expresin. jposeemos tun vocabulario exacto para designar tamorfosis psicosociales de segundo orden o arfosis sociofisologicas. Ello no obstante, [parece que estas metamorfosis constituyen la ite mas importante de toda la poscultura. ‘Buena dosis de todo esto es terreno comin. bién lo es el punto de vista, expresado la pri- ‘vez por Benda (que ain continua siendo ¢l ‘agudo de los criticos de la cultura), de que el smoronamiento de las jerarquias clasicas se desde adentro. Las decisivas brechas abter- fen las lineas del orden serian la obra de padores que excavaron tineles desde el interior “dela comunidad, La conciencia del privilegio, dela 3. ‘madurez de edad, de los derechos de mandarin se hha vuelto contra si misma. La pregunta que se formula menos frecuente- ‘mente es la de saber si vale la pena reanimar lertos elementos centrales de los valores de la Jerarquia clasica. gHay una defensa concebible del ‘concepto de cultura contra los dos principales ataques que ahora se dirigen aella? Especialmente staceptamos la proposicion central de Eliot de que “Ia cultura no es la mera suma de varias activida. des, sino que es un estilo de vida’. Elataque se lanzé contra la fragilidad y costos de ese “estilo de vida". 2Para qué elaborar y trans zullir cultura si ésta hizo tan poco para contener lo Anbumano, sien ella estan insertas ambigiiedades ‘Que hasta solieitaron la barbarie? En segundo lu ar, admitiendo que la cultura sea un medio de ex celencia humanay dedesarrollo intelectual, gno se aga por la cultura un precio demasiado elevado? Considerando la desigualdad social y espiritual; ‘considerando el desequilibrio antolégico —-que es ‘mas profundo que el econémico— entre las privile Wladas realizaciones intelectuales y artisticas y el excluido mundo de la pobreza y del stubdesarrallo. Puede haberse debido a un accidente ellhecho de que buena parte de la ostentosa eivilizacién—dela Atenas de Pericles, la Florencia de los Medic, la Inglaterra del siglo 7, el Versalles del grand siécle y la Viena de Mozart— estuviera estrechamente ‘correlacionada con el absolutismo politico, can tin igido sistema de castas y con la presencia cireun- dante de un populacho sometido? El gran arte, la ua a lencla deBacon y de Laplace en todos mas o menoe tala 0 soclal. Puede ser fortuita esta cireuns- ela? ¢Hlasta qué punto son vitales las aflnida- entre las relaciones de poder ylas humanida- as (elaciones iniladas en el proceso de )? gNo es la nocién misma de cultura: janimo de elitiama? ,Cuantas de sis principales jas se alimentan de una violencia que esta inada y contenida por dentro pero que es pe ‘visible en una sociedad tradicio~ ‘0 represiva? De ahi la erfca de Pisarev (de la sposteriormente se hizo eco Orwell delartey de Tetras consideradas ‘como instrumentos de tay de regimen absolutista. t08 son los reparos expuestos despectiva- = la “contracultura’. {Qué cosa buena p el elevado humanismo por las masas oprinil= dela comunidad? .Qué utilidad tuv lacultura Jo liego la barbarie? 2Qué poema inmortal o alguna vezo mitig6 alguna vez el terrorisma itico, aunque algunos de ellos lo celebraron? Y manera mis escrutadora: aquellos para quie- jun gran poema, un pensarmlento ilos6flo, un ‘son en defiitiva el supremo valor; amo pudan acaso a los que arrojan napalm miranda ‘tra parte y adoptando una posicion ‘de ‘objetiva”@ de relativismo histérico? Io argo de este ensayo he tratado de sugerit hho existe una respuesta adecuada ala cues: ela fagilidad de la eultura. Podemos clabo~ “rar toda clase de puntos de vista past facta sobre la ns, Buchenwald situado a pocos kilametros de “Pero el diagnéstico después de ocurridos los aco {eeimientos es, en el mejor de os casos, una ‘brensidn superficial y parcial. Por lo que soy ca — ‘aiin sin explicar mucho del Podemos dar una respuesta. la cuestion de una cultura superior esta inevtablemnenteentrete: 4ida con la injusticia social, Noes difell formulae ‘una apologia de lacviizacionfirmemente basada, sin hipocresias, en un modelo de historia once: ‘ida como prvileso, como orden jerarquieo. Puce tuno decir simplemente que las realizaciones del arte, de la imagmnacion especulativa, de la mis- temética y de las clencias empirieas fueron, son y serdn en tna dimension abrumadora la ereacion de unos pocos hombres dotados. En la perspectiva dela evoluctén de as especies hacia una interven. ln cada vez mis completa de las potencialidades de la corteza cerebral —y la summa de la historia puede ser precisamente eso resulta val preser- ‘ar el tipo de sistema politico en el que se recone. canlos dones superioresy se acepten las presianes ‘bao las cuales elas Norecen, at existencia de tn Platon, de un Karl Friedrich Gauss, de un Mocart pueden hacer sorprendentemente mucho. para fedimit la det hombre, (a inmensa mayorta de las Diografias humanas son un grisdceo relat que desarrolla entre espasmos domésticosy e olvido, Para una sensibiidad verdaderamente eullvada 116 esto, con pretexto de devocien liberals ender sao que ray en la ingratid viva" esaquelia que se alimenta te de las grandes ¢ indispensables o do, de lag verdades ybellezas alcanzadas ni, Contra estas cosas no cuenta la jo generaron ohicteron posible una‘ una concepelin metafisica. Stes ite honesta, la doctrina de una cultura: fas paradéjicamente, pero no por eso menos mente, fuera de proporeion con mt ‘aun cuando éstas se produzcan ‘embargo, es una posicion que hoy ‘lepucstos a exponer publicamente clon. Esa posicion se opone drs idudas sobre la cultura que, segin vimos, tilcadas. Esta demasiado crasamente ono con los ideales generales de respeto ide preocupacién social. Hay algo hi Psicologicamente sospechoso hasta en la mulacién de un eanon elitsta, Pero es importante comprender precisamente [por qué ello es asi. Empleando los términos quel Tndicado y haciendo con completa honestidad wit nr Buchenwald situado a pocos kilametros de “Pero el diagnéstico después de ocurridos los aco {eeimientos es, en el mejor de os casos, una ‘brensidn superficial y parcial. Por lo que soy ca — ‘aiin sin explicar mucho del Podemos dar una respuesta. la cuestion de una cultura superior esta inevtablemnenteentrete: 4ida con la injusticia social, Noes difell formulae ‘una apologia de lacviizacionfirmemente basada, sin hipocresias, en un modelo de historia once: ‘ida como prvileso, como orden jerarquieo. Puce tuno decir simplemente que las realizaciones del arte, de la imagmnacion especulativa, de la mis- temética y de las clencias empirieas fueron, son y serdn en tna dimension abrumadora la ereacion de unos pocos hombres dotados. En la perspectiva dela evoluctén de as especies hacia una interven. ln cada vez mis completa de las potencialidades de la corteza cerebral —y la summa de la historia puede ser precisamente eso resulta val preser- ‘ar el tipo de sistema politico en el que se recone. canlos dones superioresy se acepten las presianes ‘bao las cuales elas Norecen, at existencia de tn Platon, de un Karl Friedrich Gauss, de un Mocart pueden hacer sorprendentemente mucho. para fedimit la det hombre, (a inmensa mayorta de las Diografias humanas son un grisdceo relat que desarrolla entre espasmos domésticosy e olvido, Para una sensibiidad verdaderamente eullvada 116 esto, con pretexto de devocien liberals ender sao que ray en la ingratid viva" esaquelia que se alimenta te de las grandes ¢ indispensables o do, de lag verdades ybellezas alcanzadas ni, Contra estas cosas no cuenta la jo generaron ohicteron posible una‘ una concepelin metafisica. Stes ite honesta, la doctrina de una cultura: fas paradéjicamente, pero no por eso menos mente, fuera de proporeion con mt ‘aun cuando éstas se produzcan ‘embargo, es una posicion que hoy ‘lepucstos a exponer publicamente clon. Esa posicion se opone drs idudas sobre la cultura que, segin vimos, tilcadas. Esta demasiado crasamente ono con los ideales generales de respeto ide preocupacién social. Hay algo hi Psicologicamente sospechoso hasta en la mulacién de un eanon elitsta, Pero es importante comprender precisamente [por qué ello es asi. Empleando los términos quel Tndicado y haciendo con completa honestidad wit nr defensa contempordnea de la cultura concebida como un “estilo de vida", esa defensa presentara asiy todo un vacio en su centro. fioresulta plau- sible en definitiva hacer un alegato en favor del ‘orden y los valores clasicos apoyandose en una base puramente inmanente secular. Al hacer hin- ccapié sobre este punto Eliot esta Justficado y sus Notas con miras a definir ta cultura contingan siendo validas. Pero si.cl nucleo de una teoria de la euitura ea “relioc™ iain arse coma nun ‘Aunque s6lo sea por su ‘mplicacion en alto grado ambigua en el holocaus- to, el eristianismo no puede servir como foco de ‘una redefinicién de la cultura, y la nostalgia que slente Eliot por la disciplina cristiana es ahora el mas vulnerable aspecto de su argumentacién. Yo entiendo lo “religioso” en un sentido mis ‘que es central en una verdadera fhuraes clerta concepciénde las relacionesentre Elimpulto dela voluntad queengendra arte y pensamiano desintresado, Ia respuesta ques 10 Enteo que pusde asegurar i traneminion a otros teres iumanos al fauro, denen susralcesen una Sepiracion ala tascendencia, en una apuesta 8 ‘Gascender, Blesertor 0 el pensador wil las Palabras del poem law Aras dela argument. ln, os personajes deldramaparaaque perdu st propia vida, para superar el misterio dea presen- En autonomta y el estar presente. El eacaltor fentrega In picdra wtalidaes contra el dempe, us al vitalidades que pronto se escaparén de su mano ‘viva. El arte y el espiritu se dirigen a aquellos que todavia no han pasado inadvertidos a los vivos. No hay nada natural, nada evidente por si ‘mismo en esta apuesta contra la mortalidad, cont= tra las comunes promesas de vida, En la gran. Yoria de los casos —y el que apuesta a la trascen- iencia lo sabe de antemano— el intento fracasard nada sobrevivira. Puede haber una cancerosa ‘ania en la mera idea de producir gran arte @ pensamientos filoséfices, actos, por definiclén, gue no tenen uilldad nl recompense inmediata jubert bramaba como un hombre atormentadg ante el pensamiento de que Emma Bovary triatura, su invento de ordenadas silabas— estuviera viva y real mucho después después hhaber sufrido él una penosa muerte. Hay Serena enormidad, mAs incisiva por su delibet ‘ec0 en a literatura, en la afirmacién de Pope: ‘cual “para seguir a la poesia como det Ahacérsclo debe uno olvidarse de padre y madre: ‘Degarse a ella solamente”. Podemos sustituit Ia Palabra “poesia” de esa oracién por matematica, Imisica, pintura, astrofisica o cualquier otra disels plina que exija al espiritu una demanda total. ‘cada caso, se trata de un sacrificio ambiclo= 80, de la obsesidn de perdurar, de sobrepujar ala banal democracia de la muerte, Morir alos treinta yeeinco atios pero haber compuesto el Don Giovan nit, saber, como sabia Galois durante la lima Aoche de sus veintitin afios de existencia, que las PAginas que estaba escriblendo alterarian las for- 19 mas futuras del algebra y del espacio. Quiz {endria yo la eoperanza de conguistar par set tnmenssi gloria gue ereceria a través de Ios silos Pues si Néstor y Sarpedonte de Licia son célebres {entre los hombres, ‘sabemos que fue la vos de cantoresinspirados Ja que nos ransmitio sus nombres, ‘Los poetas dustres inmoraizan la vitud eon sug ‘teantoal ‘ero son pocos aquellos a quienes les es ado lo- (eran Notese la modulacton que pasa de la acci6a poética a la verdad aristocratica “pero son poco aquellos a quienes les es dado lograrlo". ¥ esto es accidental. El tropo de la inmortalidad persist en la cultura occidental, es central en ella, desd Pindaro a la época de la vision de Mallarmé de Le Livre, “tentéd son insu par quiconque a écrit. Esta ‘obsest6n est una vez més memorablemente cris talizada en Ia frase de Eluard “le dur desir de ddurer”. Sin ese “duro deseo de durar” puede haber 120 e¢ “Waves de los siglos"? ¥ es ete esa légica. con Su inferencla de per- sbilidad en virtud de la creacion artistica € fecttsal, o que yo considera “religioso”. © Esta lozica y su idioma estan ahora deteriora- Ta idea, axiomatica en el arte yen el pensa- 0 clasicos, de sacrificar la vida presente, la iidad presente ala postbilidad marginal de turo literario 0 de un renombre universal, Jos nervios modernos. Hoy en dia para los an de “dona delacto Iniceetaal ig umamente eompectone. Uso sularmente en Tos Estados Unidos, necias teorias que estin de moda sobre ones totales de la conciencia. Pero muta- de las estructuras internas no ocurren con jante ritmo. Sin embargo en esta cuestion del equivoco entre polesis —Ia creacidn del del pensador—y muerte, pueden discer- sprofundos cambios de perspectiva. Psicolég= ente, hay un abismo de afios luz entre la bllidad de la época de mi propia formacién de curio formal francés, con su evidente 121 acento puesto en el prestigio del genio yla compul- ‘sion de la supervivencia ereativa, y la actitud de ‘mils actuales alumnos. ¢Acaso ponen éstos a las plazas de la cludad nombres de mateméticos? Las causas de este cambio son miltiples. Pue- den comprender elementos tan diferentes como la estandarizacién de la muerte en dos guerras mun- diales, la “cultura de la bomba” y el surgimiento de tunnnuevo colectivismo. Analizar esas corrientes e3- ‘4 fuera del alcance de este ensayo, pero los sin- tomas se advierten claramente. Incluyen la ideolo- ia del “happening” y artefactos autodestructores, ‘con su énfasis puesto en la inmediatez, en la irre- petibilidady el medio efimero dela obra. La misica aleatoria es un caso llamativo dela disminucion de la autoridad creativa en favor del espontanco shadourplay colaborativo. (Werner Henze ha de- clarado que hay explotacion y amenaza de poder arbitrario en la funcién misma del compositor.) Cada vez hay mas textos Iiterarios y obras de arte que se oftecen como obras colectivas y/o anéni- ‘mas. Lapoéticadel éxtasisy del sentimientogrupal considera como vanidad areaica un solo “gran nombre” en el proceso de la creacién. El auditorio ‘ya no es un eco del talento del artista, alguien que Fesponde a su singular empresa y que a transmite; ‘es un creador colectivo arrastrado por un impulso de participacin que parece el movimiento de una rueda libre. Basta de presunciones de permanen- cia en una cewore clasica, basta de maestros, Seria absurdo tratar de Jjuzgar los méritos de estanueva “nivelacién’, y uso esta palabra porque 122 oscuros pero sustanciales precedentes en los 0s milenarios del siglo xv1! que veian a todos, ahora parece, elndeleo del con do.|Si la apues~_ ‘wascendencia yano parecedigna dchacerse yal nos estamos moviendo en una utopia de oie dato, la eatractura de valores de nuestra lve actin se alterara (despues de por lo mens te 5) de maneras cas imprevisibles, Hablando con la serena agudeza de la edad ta obra reaizada, Robert Graves afr recien te que "Nada puede detener la destruccl de nuestras antiguas gloria, encantoa yy en lugar de “destruccién” podriamos deck pr “transmutacén’ cambio™ Ello no ob ‘eS casi seguro que él antiguo vocabulario est do y que las formas de la cultura clasica edan reconstruirse en ninguna escala general El mafiana ‘Ojala fuera yo capaz de dar un resonante final ‘esta argumentacin y terminaria con una rotun- dda nota de promesa. “Yano es posible", observaba Eliot, “hallar consuelo en tinteblas proféticas”. Las apremiantes necesidades de una situacién eriti- cca", alas que se referia Eliot veinte afios atrés, se hhan hecho mas drasticas desde entonces, Nos ssentimos enredados constantemente en una ur- dimbre de crisis que nos flagela. ‘Que este sentimiento sea enteramente legiti- ‘mo o no es una cuestiOn que habria que resolver. En el seno de la civilizacién oceidental hubo ante lores estadios de extrema presidn. Solo ahora, ala luz provisional de las actuales “arqueologias de la conciencia” que estan demoda, es cuandoestamos: " comenzando a estimar lo que debe de haber sido el clima de nervios durante los conocidos accesos de pestilencia producidos a fines de la Edad Media y enel siglo xviten Europa. Se pregunta uno gcuales eran las mecénicas de la esperanza y del futuro mismo durante las invasiones de los hunos? Es 197 preciso leer la deseripei6n que hace Michelet de la vida de Paris en 1420. 2Quién, en las fases finales de la Guerra de los Treinta Anos, cuando, como dicen los cronistas, habia s6lo lobos para alimen- tar alos lobos en las ciudades vacias, quién podia preverel préximo resurgimiento de energias cultu- rales y las fuerzas compensadoras de las Améri- cas? Bien podria ser que nuestro marco apocalip- tico estuviera peligrosamente inflado, aun cuando 8e lo presentase en tono menor € irénico. Quizis exageremos tanto las dimensiones como ia vehe- mencia dea erisis en las cuestiones internaciona- les, en Jas que en condiciones improbables se dio ‘empero un cuarto de siglo de paz; en la ecologia, que hubo de salvarse (como lo atestigua el Sahara hecho por el hombre) y recobrarse; en la sociedad yenla conctencia personal que conocieron ambos ‘momentos anteriores de extrema urgencia. Una ‘venade histeria penetra nuestro actual “realismo” Puede uno imaginar a Pangloss exponiendo un razonado alegato sobre la humantdad ya felicidad de los tiempos. Pero Voltaire agrega, “ayant soute une fots que tout allaltd merveille, le soutenait toyjours, et n’en croyait rien” fhablendo sostenido una vez que todo iba a las mil maravillas, 10 sostenia siempre, y no creia nada de esol. Y noso- tros tampoco. Que nuestros presentimientos de ‘una amenaza extrema estén justificados 0 no no viene al caso. Lo cierto es que ellos penetran nuestra sensibilidad ya posculturadesarrolla con, ellos sus asuntos fragmentados, a menudo contra- dictorios. 128 orca ao pdf conjure sobre lo 1c podrian ser sinapsls dgnas de observarse Gindro es de una compleidad y de una tasa de feambio que no tiene paralclos (aida de Churchill ubriéellapso que va deade una batalaibrada en Omdurman a caballo ycon sabes, dena manera asi homérica, hast a fabricacion de la bombade “Wardgeno), Tal ver peda hacer algunas conjetu fas,no con mirasa profeticar sino con Inesperanza Ge que puieran ser errOneas de una manera tal “uc conservaran un interés documenta. Habré de donoiderar la cuestidn de un nuevo sentido de as ypumanidades, de esa minima gama de recanodl- fmientos y codigos compartios sin los cuales no [puede haber ni ona sociedad coherente nl una Bontnuacion (por stenuada y transitora que sea) fe una cultura "viva", Aun con este proposito Timitado, no deja uno de tener conclencla de la “exasperacion de Blake por”elidiotaque pregunta’. Fiey on dia preguntar es mucho mas incsWo, mucho mas halagador para nuestra intligencia ue la confusa, borrosa, respuesta a hemos dicho alg sobre el eolapso de las Jerarquias y sobre los radicales cambios produci- fos en los sistemas de valores que relacionan la seaclén personal con la muerte, ‘nes han puesto fin a las bus (Con esta expresin entiendo algo perietamente ‘concreto, La mayor parte de la literatura occiden- tal, que durante més de dos mil aftos estuvo eliberadamente en tnteraccién (pues las obras se hhacian eco de obras anteriores de la tradicién, las 129 reflejaban 0 aludian a ellas), se est4 ponter - Farapldament fuera denucsto alcance,Guallas Femotas galaxias que seinclinan sobre el horizonte de la invistbilidad, el grueso de la poesia inglesa, desde el Ovidio de Caxton hasta Sweeney among the Nightingales se esta transformando ahoray pa- ‘sando de la presencia activa a la inercia de la con- servacién académica. Basado, como firmemente lo esta, en una profunda anatomia de multiples ra- mas de referencia a los cldsicos y a las escrituras, ‘expresado en una sintaxis y un vocabulario de subido tenor, el continuo arco de la poesia inglesa, del discurso que une a Chaucer y Spenser con ‘Tennyson y con Eliot, esta desapareciendo rapida- mente del aleance de la lectura natural. Aquel pulso central dela conciencia y del lenguaje se esti convirtiendo en material de archivo. Aunque ‘compleja en sus causas y consecuencias, esta disminucién de reconocimfentos literarios es facil de demostrar: Yet once more Oye laurels, and once mere, Yesmures tour eth ty neve see, come fo pluck your bees harsh and crude, ‘And wit freed gers tude Shatter your eabes beer the meting ‘Biter constraint, and sad occasion des Compas met distr your season (in embargo, oh vosotros laureles, uma ver ms, Nosotros oscuros mirtes con hiedra nunea marchita, ‘Vengo a arrancar vuestras bayas aspera y cruda~ mente Y¥ con dedos rudos: ‘Acsacudir wuestras hojas antes de sazon. ‘Amango constrenimiento y triste ocasién entrafable ‘Me obligan a perturbar vuestra debida estacion: Pes Lieidas ha muerto, muerto antes de alcanzar la ‘Wor dela edad, joven Leas que no ha dja amide que e ale {¢Quién no cantara en honor de Licidas? El mismo Sabia cantar y componer elevada poesia} Ellaurel, el mirto y Ia hiedra tienen su especi- fica vida emblematica a través de toda la poesia y elarte occidentales, y también ena obra de Milton, En su delicado tributo rendido a Giovanni Manso eemos: -Rorstan et nostros duicat de marmore vultus, [Nectens aut Paphia myrt aut Parnasside laurt Pronde comas. (al ver reproductria en el mérmol nuestro rostro Entretejlendo con Mirto de Pafos o laurel del Parnaso ‘nuestros eabelos.) La hiedra representa la poesia cuando esta particularmente aliada con la ilustracién: Las fodas I, 29 de Horacio y el Calendario de pastores para setiembre nos lo dicen, como se lo dijeron a Milton, En Odas también aparecen “oscuros mir- tos" (pulla myrtus). En el Calendario de pastores 131 para enero y en Macbeth abunda el empleo del vo- ‘cablo cere (marchito, agostado). ¥ los ecos llegan hasta la Ode to Memory de Tennyson y a los versos “Esas flores sin par que en medio del mas rudo vento / Nunca se marchitan” (el vocablo rudoliegé ‘a Tennyson procedente de los versos de Milton). La expresi6n “duro constrenimiento” movi6aSpenser escribir su Egloga pastoral sobre Sidney y todo el. tropo de compulsién esta sintetizado en ia Oda a Psique de Keats: O Goddess! hear these tunes ruber wrung [By sweet enforcement and remembrance dear. (Won diosa! Oye tos desacordados acentos,arran- [cates Por dulee constrenimiento y recuerdo entranable,) La fraseologia de Spenser y de Keats suaviza y ‘ala vez acrecientala particular espiral del orden de palabras de Milton: “triste ocasién entrafable” [sad occasion dear| en que “dear” (entraftable) significa aquello que nos afecta del modo mas directo, ya en amor, ya en odio, ya en el placer, ya ena aflicein (vease Hamlet, “mi mas entranable ‘enemigo en el cielo" o Enrique V, “todas tus en- tranables ofensas"). Por supuesto, Licidas es el ‘nombre del pastor del séptimo Idilio de Teserito y tel de uno de los oradores de la novena Fgloga de ‘Virgilio, La repeticion inmediata del nombre. espe~ ‘cialmente al comienzo del verso, es una conven ‘in largamente establecida de pathos. un aumien- to musical de afliccion. Probablemente Milton pensaba en el Astrophel de Spenser: 132 Young Astrophe. the pride of shepherds prise Young Asvophe, tie rusticke lasses love. oven Astrophel, ensalza el angullo de los ‘Joven Astrophel, amma alas mozas campetrea) ‘Ambas repeticiones, la de Spencer y la ton, resonardin en el Adonais de Shelley. % no cantaré en honor de Licidas?" es traduccion de la décima Egloga 11.3 de “Carmine sunt dicenda: neget quis carmina Considérese la reprisecontenidaen' de Pope: Granwie commands: your aid, O Musses ‘What Mase for Grane can refuse to 504? (Granvile lo manda; 0 musas prestad -aQué musa se negara a cantar por Grane) Y¥ asi sucesivamente. ‘Todas éstas son marcas superficiales, contramos en diccionariosy concordancias ys puede poner en la parte inferior de la pagina ue podriamos llamar “notas de pie de primer nivel”. Pero la informacion que st te s6lo exterior al hecho literario, Ta plenitud de la respuesta depende acuerdo, cast intuitivo, con toda lanaturaleza\ obra de Milton, de un acuerdo con el contextoi {nteneion emocional y con los reflejos desi sobre los que esta compuesto el poema. Unalecti- ranatural implica una comprension, generalizada 133, pero exacta, de lo que significan el idiioy la égloga ¥ de la milenaria accion reciproca (simbélica y al ‘mismo tiempo convencional) entre las imagenes de In Arcadia y dela muerte. Tratase de una compren- sign que abarea (en todas sus referencias) no solo ‘algo de la poesia pastoral griega y una buena dosis: ‘de Virgilio sino también a Glorgloney a Poussin, La ‘monodia de Milton (un término cargado 1 mismo con precisas insinuaciones de dimension y ono) ¢s casi imposible de captar debidamente si uno no esta familiarizado con ese modo de la poesia pas- toral elegiaca italiana (a menudo compuesta en Jatin) en la que el mundo de la Arcadia comprende problemations y floséficos elementos de la religion Yy de la politica contemporaneas. ¢Puede haber ‘aturalidad plausible en la respuesta al texto sin ‘estar uno familiarizado con la urdimbre (esponta- nea largamente establecida) de as marcas de las ‘estaciones, de las marcas botanicas y celestes que ddirigen todo el movimiento del discurso y le dan su ‘economia vital (el amaranto, el astro del dia, las resonancias agricolas y litirgicas de mayo)? “Leer” el Licidas, aprehender su dimensién en ‘un nivel que vaya mas alla de la vaga musicalidad, ‘es participar, no solo con el cerebro, en el equivoco ‘central entre muerte y gloria poética. La de Milton ‘es una de as enunclaciones arquetipicas del tropo de la trascendeneia, de esa aspiracion a la inmor- talidad mas alla dei “viento asolador’. Este es un. poema sobre la fama y el juego del sacrificio que "desprecia los deleites de ios dias laboriosos de la vida". El pulso de la alusién que palpita casi 134 permanentemente en cada verso, alust6n a la Il feratura griega, ala latina, a las Bscrituras cuyos cos llegan luego a Dryden, a Amold, a in memo amde Tennyson no es un ormamento técnica, ES lun acabado pronunciamiento de acuerdo con las relaciones de valor del genio personal y del tiempo amenazador que estan en la base de la cultura ela (ca. Ellamento por el poeta desaparecido es slem= pre autobiograico: el que se lamenta aplica sus propios recursos contra el ubicuo chantaje de la muerte. La “sinceridad” de su aflicién es intenst pero reflexiva. Se lector disiente con este cédigo 4e moral, de conducta psicolégtea si presta oidos sordos a su particular idioma, ya no sera capaz de leer, de oir. a gran tradicion de la poesta elegiaca, de la mediacion que hay entre el lenguale y la ‘muerte, tradicion que va ininterrumpidamente de Pindaro y Virgilio a Thyrss ya la eonmemoracion de la muerte de Wiliam Butler Yeats por Auden. ‘También aqui podrian ponerse notas de ple de Pigina, Bs concebible que esas anotaciones de segundo nivel puedan indicar al leetor de Licidas todo el material requerido, todo el material clasic, delas Escriturasy contemporaneco. Esas anotacio- nes podrian hablarle de la historia de los modos elegiacos y de a dea de Milton (tan antigua como Hesiodo) de las funciones elvizadoras y sacra mentales del pastor cantor. Pero, en realidad, esas ‘anotaciones pronto alcanzarian unas dimensiones inconmensurablemente absurdas (creo queestoes Jo que las distingue, aunque no siempre aguda mente, delo que ie lamado“notas de piede pagina 135, pero exacta, de lo que significan el idiioy la égloga ¥ de la milenaria accion reciproca (simbélica y al ‘mismo tiempo convencional) entre las imagenes de In Arcadia y dela muerte. Tratase de una compren- sign que abarea (en todas sus referencias) no solo ‘algo de la poesia pastoral griega y una buena dosis: ‘de Virgilio sino también a Glorgloney a Poussin, La ‘monodia de Milton (un término cargado 1 mismo con precisas insinuaciones de dimension y ono) ¢s casi imposible de captar debidamente si uno no esta familiarizado con ese modo de la poesia pas- toral elegiaca italiana (a menudo compuesta en Jatin) en la que el mundo de la Arcadia comprende problemations y floséficos elementos de la religion Yy de la politica contemporaneas. ¢Puede haber ‘aturalidad plausible en la respuesta al texto sin ‘estar uno familiarizado con la urdimbre (esponta- nea largamente establecida) de as marcas de las ‘estaciones, de las marcas botanicas y celestes que ddirigen todo el movimiento del discurso y le dan su ‘economia vital (el amaranto, el astro del dia, las resonancias agricolas y litirgicas de mayo)? “Leer” el Licidas, aprehender su dimensién en ‘un nivel que vaya mas alla de la vaga musicalidad, ‘es participar, no solo con el cerebro, en el equivoco ‘central entre muerte y gloria poética. La de Milton ‘es una de as enunclaciones arquetipicas del tropo de la trascendeneia, de esa aspiracion a la inmor- talidad mas alla dei “viento asolador’. Este es un. poema sobre la fama y el juego del sacrificio que "desprecia los deleites de ios dias laboriosos de la vida". El pulso de la alusién que palpita casi 134 permanentemente en cada verso, alust6n a la Il feratura griega, ala latina, a las Bscrituras cuyos cos llegan luego a Dryden, a Amold, a in memo amde Tennyson no es un ormamento técnica, ES lun acabado pronunciamiento de acuerdo con las relaciones de valor del genio personal y del tiempo amenazador que estan en la base de la cultura ela (ca. Ellamento por el poeta desaparecido es slem= pre autobiograico: el que se lamenta aplica sus propios recursos contra el ubicuo chantaje de la muerte. La “sinceridad” de su aflicién es intenst pero reflexiva. Se lector disiente con este cédigo 4e moral, de conducta psicolégtea si presta oidos sordos a su particular idioma, ya no sera capaz de leer, de oir. a gran tradicion de la poesta elegiaca, de la mediacion que hay entre el lenguale y la ‘muerte, tradicion que va ininterrumpidamente de Pindaro y Virgilio a Thyrss ya la eonmemoracion de la muerte de Wiliam Butler Yeats por Auden. ‘También aqui podrian ponerse notas de ple de Pigina, Bs concebible que esas anotaciones de segundo nivel puedan indicar al leetor de Licidas todo el material requerido, todo el material clasic, delas Escriturasy contemporaneco. Esas anotacio- nes podrian hablarle de la historia de los modos elegiacos y de a dea de Milton (tan antigua como Hesiodo) de las funciones elvizadoras y sacra mentales del pastor cantor. Pero, en realidad, esas ‘anotaciones pronto alcanzarian unas dimensiones inconmensurablemente absurdas (creo queestoes Jo que las distingue, aunque no siempre aguda mente, delo que ie lamado“notas de piede pagina 135, les y salutaciones a. un pasado cuyo esplendor y fautoridad aun se econocen atévicamente ‘tas cuestiones son apremlantes yexigen las respuestas mas honestas que sea posible dar. Ya {una parte importante dela poesia del pensaien toreligoso, delarte ha desaparecidodela inmedia- tee personal para entrar en la custodia de los tepectalistas. All ese material leva una singular Seudovida al proliferar su propio ambiente de tritea Qeemos'a Eliot que eseribe sobre Dante, no ‘a Dante), de exegesis de texto, de polémica nazel- Sista. Nunca hubo prodigalidad mas agitada de trudicion espectalizada: estudlos iterarios, musi- olga, historia del arte, erticay el mas bizantino delos generos, lacriticay teoriadelaeritca, Nunca floreeteon mas los metalenguajes de os custodios Ola arrogante jerga alrededor del silencio de la Siguifleacton viva Se Una seus = jes fuera vida sentida; un exterior semilite 3 imposible que el poema Sobreviva cabalmente, que logre un solo impacto personal. Academia y populismo. Las dos condi- Glones son reiprocas y eada ina polariza aa otra fn una necesaria dialéctica, Las dos determinan nuestra actual situacion. | Se hace el siguient#Teparo: gfue algun vez diferente? Ta respuesta no es tan concluyente como sugeriria el actual desgaste. A pesar de estudics Teeientes, especialmente sobre el sigloxaxen Inga- terra, nuestro conocimiento de Ia historia de los 138 hébitos de lectura, de las estadisticas y calidad de la respuesta allaliteratura en difer ‘momentos y en diferentes comunidades Europa occidental, es todavia rudiment ‘chos bien atestiguados pero locales comola: difusién yel estudio colectivo de Justicia} Godwin durante la década de 1790 o lo que’ ‘mos sobre las ventas y cireulacion de eset George Sand y Tennyson pueden ser 0 no ‘mis indieativos. Las pruebas son dilfcles d niry mas dificlles aun de estimar. Aqui nos! tramos con nociones impresionistas de “ “tonalidad’ 4 ‘Asi y todo se manifiestan ciertos Las Eserituras y, en tn sentido mas literatura religiosa cireularon sobre todo en los paises protestantes. La sintictica, Asimilados desde la nifez, el lib racion Comin, los himnos y salmos lut ‘marcaron una amplia zona de la vida mental su artidulacion estilizada, exacta y con stm ‘mental. Habitos de comunieacion y de e ssurgian ademas directamente de la concente de la memoria. Muchas cosas se conoct aprendian de memoria (by heart, una exp hermosamente relactonada con lo organico, presencia interior en el espiritu individual signuflcacion y del hecho expresado. La ea ca declinacién de la memorizacién en educacion moderna y en los recursos del adult es 130 uno.de los principales sintomas, aunque todavia Poco entendido, de una poseultura. En cuanto al conocimiento de los clasicos, lubles de diferentes interpretaciones, Pero,elcono. clmlento de las formas y convenciones activas Contenidas en Licidas fue ciertamente parte de una buena educacion desde el sigio xv hasta muy reclentemente. Por supuesto, diferentes progra. mas y diferentes marcos sociales determinaban variados grados de profundidad, pero la épiea de Homero y de Virgilio, 1a poesia de Ovidio y de Horacio. la teoria de los géneros de Aristoteles y de Longino eran temas que no se ignoraban, Con ocas excepciones (principalmente referentes al ‘cuerpo latino italiano y del Renacimlento) ninguna de las tmitaciones de Milton estuvo fuera del aleance de la educacién de mi padre que se des- arrollé en un Gymnasium de Viena antes de la Primera Guerra Mundial, nt fuera de mi propio aleance en la section lettres del lycée durante las décadas de 1930 y 1940. Laamnesia organizada de la actual educacin brimaria y secundaria es un fenémeno muy recien. te. Hay Cierta ironia en el hecho de que uno relacione el impulso principal de este cambioy sus ‘mas francas justificaciones teéricas con los Esta~ dos Unidos. Porque fue en los Estados Unidos de fines del siglo xvm y del siglo xix donde mas se punt6 al ideal, tanto puritano como effersoniano, de una educacion general biblica y clasica, Junto con estas esferas de “conocimiento de 140 "se dabaunaespontanea familtaridad perso- Con os nombres formas el mundo natal “con las flores y los arboles, con la medida de las ‘estaciones y el saliry ponerse de las estrellas Las principales energias de nuestra literatura se apo: ‘yaban constantemente en esta serie de hechos que para nuestras sensibilidades metalicas, encerra- _das en apartamentos, se han hecho en gran medi- “da artificiales y decorativos. Hoy es indtil pregun- tar a nuestro vecino si es capaz de identificar, por ‘sui conocimlento personal, siquiera una parte dela flora o de la astronomia que sirvieron a Ovidio y a Shakespeare. a Spenser y a Goethe como un alfabeto corriente. En estas materias, toda generalizacién es pechosa, Pero la fundamental “polsemia” de Jos textes poeticns, dramatic y de fect, que se clertamente al sgio xvly en virtud dela peal dl aster deapllegn cn varia vvelen eral fneos una sgnifleacién, abarcala extension, qulzis {utopica pero tambien quied realista, de wn public _ letrado. El hermetismo, la estrategia de lo incom- _prensible, tl comolo encontramos en buena parte del arte y de la literatura después de Mallarmé, es tuna reaccién arrogante y desolada ante la deca- _ dencia de la literatura natural: We were the last romantics —chose for theme ‘Traditional sanctity and loveliness; ‘Whatever's written in what poets name ‘The book of the people; whatever mast can bless ‘The mind of man or elevate a rhyme: 141 Buta s charged. that high horse ridress, ‘Through mounted in that saddle Homer rode Where the swan drifts upon a darkening flood, (Fuimos los timos romantices, escogidos para el tema De la santidad yla belles tradictonales: ‘Toto lo everto en nombre de los poetas Era Ubro del pueblo; lo que més podia lortear Elespiitu del hombre oelevar una poesta: Pero tnd ha camblado, aquel elewado corel anda sin ‘inet, ‘Aungue en esa alla cabalgo omero Por donde el cane Mota i ventura sobre ennegre- eas agus) Pero admitamos que el cuadro de Yeats esté Sdealizado, que Pegaso solia r mas frecuentemente sin silla. Supongamos que los muchachos de la escuela pablica victoriana, del Gymnasium 0 del iyoée, a quienes les eran accesibles los textos de Homero, de Racine, de Goethe, hubieran sido stempre s6lo un pequefio numero, una elite cons- lente, Aunque ello hubiera sido ast, el argumento es valido, Por restringida que haya sido esa ete, encarnaba la herencia y la dindmica de la cultura. Su predominio social y econémico, suconfianzaen la autoperpetuacién eran tales que el modelo de ‘una cultura —cuyos valores pueden clertamente hhaber sido especializados y estar basados en una minoria— servia como criterio general. Esa es la ‘cuestién. Relaciones de poder. primero cortesanas ¥ aristocraticas, luego burguesas y burocraticas aprobaban ¢ imponian el problema de la cultura 142 clisica y hacian de su transmistén un proceso etiberado. La democratizacion de la alta cultura —evada a cabo por una crisis denerviosreglstra= dadentrodelacultura mismay por una revoluctén social engendro un absurdo producto hibrido, Voleadas al mereado de masas, las producciones detas humanidades clsicas quedaron debiitadas yadulteradas. En el extremo opuesto del espectt0, ‘seas mismas producelones han sido rescatadas Y Sseparadas de la vida al colocérselas en la béveda el museo. “También aqui los Estados Unidos constituyen ‘1 ejemplo representative y premonitori, En nine ‘guna parte ha ido mas lejos el debiitamiento de las genuinas humanidades (considérense la recien= tes encuestas sobre comprensién de lectura en las fescuelas “secundarias norteamertcanas). Pero ‘tampoco en ninguna otra parte sehallevado a cabo con mis generosa autoridad la conservacin del arte 0 la literatura del pasado. Las biblioteca Rorteamericanas, las universidades, los archivos, Jos museos, los centros de estudios avanzados representan ahora el indispensable registro y la tesoreria de Ia civlizacion. Es alli donde deben acudir los artistas y estudiasos europeos para ver Jos atesorados esplendores de su cultura. Aunque generalmente obsesionados con su futuro, los Estados Unidos constituyen ciertamente hoy. enlo que se reflee alas humanidades, los guardlanes activos del pasado clisico. Es posible que esta custodia tenga relaciin on un hecho profundamente enigmatico. Las 43 creaciones de primera linea en filosofia, musica, en buena parte de la literatura, en matematica— contindan dandose fuera del medio norteamerica- no, Los Estados Unidos inmediatamente las reco- gen y las explotan con inteligencla, pero el “movi- iento del espiritu” se desarrolla en otra parte, en el ambiente fatigado de Europa, en el clima opre- sivo de Rusta. Hay sin embargo una buena parte de laproduecién artistica e intelectual norteamerica~ na (la reciente pintura puede ser una notable excepcién} que se caracteriza por clerta grandeza, clerta fuerza que no llega a ser empero lo mejor. No sera que los Estados Unidos estan destinados 2 ser el museo de Ia cultura? En la sociologia del conocimiento no hay euestion mas fascinante que ésta, ninguna que pueda afectar mas intensamen- te nuestro futuro. Pero es una cuestiOn que est mis alla del aleance de este ensayo. Estos cambios que van desde unas humanida- des dominantes a una situacion de poshumanida- desosubhumanidades se expresanen una general “retirada de la palabra’. Vista desde alguna pers- pectiva historica. la eivilizacion occidental, desde ‘sus origenes hebraicos y griegos hasta el presente, podria parecer una fase de concentrado “verbalis- mo", Lo que nos parecen distinciones salientes pueden haber sido partes de una era general en la ‘cual el discurso hablado, recordadoyy escrito fuela columna vertebral de la conclencia. En la actual sociologia y en “el estudio de los medios de comu- 144 — nnlcacin” es un lugar comin el hecho de que esta primacia de la “logica” —de aquello que organiza Jas articulaciones de tiempo y signifieacion alrede> dor del logos— esta ahora tocando a su fin. Cada ‘vez mas la palabra esta subordinada a la imagen. Sectores cada vez mayores de los hechos y de las sensibilidades, especialmente en las cienciasexac- ‘tas y las artes no representativas, estén fuera del alcance de la expresion verbal o de la parafrasis. Las notaciones dela logica simbdlica, los lenguajes de la matematica, el idioma de las computadoras ya no son metadialectos que respondan a las iframaticas de la cognicion verbal y que puedan Feducirse a ellas. Son modos de comunicacion ‘auténomos que expresan por si mismos tn cre ‘lente campo de tareas activas y contemplativas. Las palabras estan deterioradas por las falsas esperanzas y mentiras que han proclamado. EL ‘alfabeto electrénico de la comunieacion global inmediata y de la simultaneidad no es el antiguo legado de Babel, divisorto, sino que es la imagen en movimiento. ‘Muchos aspectos de este analisis (que en realidad fue emprendido varios aos antes de que ‘MeLuhan hiciera conocer sus explosivas ideas) ppodrin ser erréneos o exagerados. Transmutacio- nes de este orden de magnitud no se dan de la noche a la mafiana y en una superflele Inmediata- ‘mente graflea; pero el "tanteo" general de la argu- ‘mentacion es persuasivo. Se da hoy una deeaden- ia general de los tradicionales ideales del discurso terario, La retorica y las artes de conviccion que 14s. aqué! disciplina estén hoy casi en un deserédito ‘total. Complacerse en el estilo, en forjar formas ‘expresivas implica una posicién casi sospechosa, ‘una postura de mandarin. Cada vez més la energia de la informacién necesaria a una sociedad de ‘consumo masiva se transmite en imagenes plcto- ricas. Las proporciones de la distribucién entre el ‘margen y el articulo impreso se estin invirtiendo. Estamos retrocediendo hacia una disposteton de Jos “espacios de significacion” en la cual la imagen piletorica lo va invadiendo todo. Ahora frecuente- mente es el dibujo lo que “ilustra” el texto (aqui también la presencia premonitaria es la de Blake). Si mis anteriores sugestiones son de algin ‘modo validas, es evidente dénde se encuentran las ter central de la palabra estan informades por un sistema jerdrquico de valores y por el tropo de la trascendencia que aquéllos expresan. Estos mo- dos de sensibilidad son interactivos y se refuerzan reciprocamente en todos los puntos. La sintaxis indoeuropea es un reflejo activo de sistemas de orden, de dependencia Jerdrguica, de posiciones activas y pasivas, tales como se dieron temente en laestructura de la soctedad occidental. El elise relativo a la capacidad de la gramética latina de reproducir actitudes caracteristicas dela ‘conducta y del sentimiento romanos es exacta en €l sentido mas agudo y general. Una gramatica ‘explicita supone aceptar un orden; es una jerar- 4quizacién (tanto mas penetrante por haberse in- 146 culcado en edad temprana de la vida del individuo) de las fuerzas y valoraciones que prevalecen en el ‘cuerpo politico (las tonalidades de “clase”, “clasifi- ‘cacién” y “clisico” estan por supuesto emparenta das). Las fibras del discurso occidental impusie: ron, estabilizaron y desarrollaron las relaciones de poder propias del orden social occidental. Las diferenciaciones de genero, los cortes temporales, ns reglas que rigen la formacion de prefijos ¥ ‘sufjos, las sinapsis y la anatomfa de una gramé- tea son las figuras ostensibles y al propio tiempo profundamente internalizadas del comercio entre los sexos, entre amo y subordinado, entre historia oficial y ‘suefio utépico en la correspondiente ‘comunidad ling0istica, Las afinidades que hay entre la preeminencia dela palabra yla jugada clisica en que se apuesta ‘contra la muerte son aun mas centrales y comple- Jas. Los aspectos ontolégicos y hermenéuticos de las modulaciones entre un cultivo del lenguaje y la muerte, estudiados por ejemplo en la obra de Heldegger y de Paul Ricoeur, son demasiado com- pplejos para que podamos ocupamos de ellos aqui. Lo cierto es que los sistemas verbales mismos de las lenguas indocuropeas son “performativos” de ‘esas actitudes ante el acto y la supervivencia que ‘animan la doctrina clasica del conocimiento y del arte. Lo que el poeta denomina “gloria” es una funcion directa de la realidad sentida del tiempo futuro. La densidad ordenada del recuerdo depen de de las prédigas exactitudes de los pretéritos indoeuropeos. Asi, la c6pula tlempo-muerte de 47 luna estructura clasica de valores personales y filoséficos es, en muchos aspectos, sintéctica © Inherente a la estructura de vida en la cual et lenguaje impera como soberano ejerciendo un papel validado casi magicamente. Si se disminuye ese papel, si se lo rebaja, si se subvierte esa emi- neneia, se habra comenzado a demoler las jerar- quias y los valores de trascendencia de una eivili- zacion clasica. Hasta la muerte puede quedar re- duecida al silencio, a contracultura tiene perfecta conciencia de donde debe comenzar el trabajo de demolicién. El violento analfabetismo de las inseripeiones que aparecen en las paredes, el obstinado silencio de los adolescentes, los insensatos gritos que parten del escenario del happening son resueltamente estrategicos. El rebelde y el extravagante han roto todo discurso eon un sistema cultural que despre- clan por considerarlo un fraude cruel y anticuado, No cambiarén palabra con ese sistema. Si aceptan siguiera momentineamente las convenciones del intercambio lingUistico letrado, se verén cogidos en la red de los antiguos valores, en la red de las {gramaticas que pueden condescender o esclavizar. Los cambios de idioma entre generaciones son una parte normal de la historia social. Sin embar- 0, antes esos cambios y las provocaciones verba- les de los jévenes contra la edad madura fueron variantes de un continuo evolucionar. Lo que est ccurriendo ahora es nuevo; s¢ trata de intentar tuna ruptura total. El farfullar del marginado, et “fuck-off” \6dete) del beatnik, el silencio de tos 148, ‘adolescentes dentro de la casa enemiga de sus padres estin enderezados a destrutr. Elascetismo de Cordelia, que se negaba a incurniren las men> dacidades del discurso, resulté asesino, Lo mismo ccabe decir del nifio autista que infama el lenguaje: alpulverizario hasta convertirlo en una jerigonza ‘en maniaco silencio. Privamos de su humanidad a quienes les negamos el discurso, los dejamos. desnudos y absurdos. Es una terrible imagen literal la de “sordera de ptedra’, la imagen que hay cenel opaco balbucear o en elsilenciode lo "pétreo™ ‘Siimpedimos el discurso a otros, la Medusa traba> Jara hacia adentro. Esta es parte del dano ydela desesperacion que exhibe el actual conflicto entre eesesioae tahoto deibrniersnts Alea 60s lazos primarios de identidad y de social debidos a un lenguaje comin. a Pero, ggsmemedutiesomashumidaes, ~mumanidades” no de las letras? Estoy estribiendo estas ineas ene estudio de tuna facultad de una delas grandes univesidades norteamericanas, Las paredes del cuartopalpttan estremecidas al son de la misiea que procede de “unampiifeador cercanoy de otros varios que esta ‘is distantes. Las paredes eestremecen tanto al ‘ida comoal tacto, durante dieciocho horas por di ¥y.aveces durante veinticuatr. La misica es lite= Talmente interminable, Poco importa si se trata de musica pop, folk o rock. Lo que cuenta es la in~ ‘vasién permanente, desde la maftana a la noche y 49 durante la noche misma, de la misica electronica confundida en su fria quemadura. Una gran por- ‘ion de la humantdad que se encuentra entre los trece aitos y. digamos, los veinticinco, vive ahora ‘inmersa en ¢sa constante baratinda. El martilleo dela musica rocio pop crea un espacio envolvente. ‘Actividades tales como leer, escribir, comunicarse Privadamente, estudiar, actividades que antes estaban enmarcadas en el silencio, ahora se desa- rrollan en un campo de estridentes vibraciones. Esto significa que la naturaleza esencialmente ngOistica de tales actividades se ha adulterado: son solo vestigios de la antigua “logica". La nueva esfera sonora es global. Se agita a gran velocidad a través de lenguas, ideologias, fronteras y razas. Elestrépito que me liega através delas paredes en unanoche invernal delnoreste de los Estados Unidos esta resonando muy probable- mente al mismo tiempo en una sala de baile de ‘Bogota. por mediode un aparatode transistores en. Narvik, en un fonégrafo tragamonedas de Kiev y mediante una guitarra electronica en Bengazi. La ‘composicion es el éxito del ultimo mes 0 de la tiltima semana de los pops;ya lene como auditorio ‘a todalla sociedad de masas. Los elementos deeste ‘esperanto musical son méviles. El rock y el pop ‘engendran concéntricos mundos de moda y esta- bblecen un estilo de vida. La masica popular aporté consigo sociologias de las maneras pablicas y privadas, de solidaridad de grupo. Se han estudiado muchos contextos de la cultura de los decibeles. Lo que es mas importan- 150 te pero difiell de investigar, para no hablar de expresarlo cuantitativamente, es la cuestion del desarrollo de las facultades mentales cuando ese ‘desarrollo serealiza dentro de unaperpetuamatriz Sonora. ,Qué le estaran haciendo al cerebro 80s ‘vociferantes martllos durante fases claves de st desarrollo? No tenemos precedentes que nos digan feomo maduran las formas de vida nl cémo se desarrollan cerca de los niveles del ruldo organiza do que ahora nos eae como cascada durante todo eldiay Ia achispada noche (en particular el rockes aficionado a los colores luminosos alrededor). ‘Cuando un joven recorre una calle de Viadivostocke ‘ode Cincinnati, cuando un automévil pasa hacien- do oir su radio en el volumen maximo ocurre que ‘una capsula sonora encierra al individuo y dismi- ‘nuye el mundo exterior para reducirio a una serie de superficies acisticas. Un régimen pop impone ‘severos esfuerz0s fisicos al ofdo humano. Algo det ‘embotamlentoodafos que se siguen deellohasido ‘en realidad medido, pero sabemos muy poco sobre los efectos psicol6gicos de la saturacion causada por el alto volumen y la repeticion de una misma miisiea {a menudo se oyen las mismas dos 0 tres plezas durante todo el dial. 2Qué tejidos de la Sensibilidad estan siendo entorpecidos 0 exacer- bados? ‘Sin embargo aqui nos encontramos incuestio- nablemente ante un conjunto de hechos con sus ‘ebdigos de reconocimiento tan difundidos y dina- micos que constituyen una “metacultura’. La ‘miisiea popular ene su semantica, su teoria de 151 los géneros, sus intrincadas partituras delo esoté- reo frente a los tipos canénicos. La miisica folk y pop. la “trad music” y rock, poseen sus varias historias y su cuerpo de leyendas. Exhiben sus reliquias. Enumeran a sus antiguos maestros y a ssus rebeldes, a sus sumos sacerdotes, Exactamen- te como en la literatura elisica. Hay en el mundo

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