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Final del libro 6:

Lucio es tomado por los bandidos para recoger oro de un asalto y llevarlo a la cueva. En el
arreo se lastima una pata y cojea, lo que hace enojar a los bandidos y una vez terminada la tarea
planean matarlo. Aprovechando que se habían ido, intenta escapar, no sin antes tener que
forcejear con la vieja que cuidaba la cueva. Mientras la arrastraba, ella colgada de él, la muchacha
aparece en su ayuda, le quita a la anciana de encima y cabalga sobre Lucio para escaparse. Cuando
estaban en una intersección, ella quiso ir por la derecha, pero el asno sabía que allí se encontraban
los bandidos. Forcejeando con la joven para no encontrarse con ellos, aparecen los maleantes y se
los llevan de vuelta a la cueva. Allí planean matar a Lucio y vaciarle las entrañas, para luego meter
a la captiva dentro suyo, y dejarla morir bajo el calor del sol y por el hedor de la putrefacción.

Libro 7:

Aunque se encontraba muy asustado, para suerte de Lucio, y de la chica, durante la noche
llegó un nuevo personaje, quien, a causa de las bajas de los malhechores, sería reclutado para
engrosar sus filas. Luego de presentarse como Hemo, el famoso bandido, el recluta fue tomado
como jefe de la banda. Este nuevo personaje no era ni más ni menos que Tlepólemo, el prometido
de la cautiva, que, aprovechando su precoz ascenso, decidiría un futuro no tan fatal para la
muchacha: ser vendida en algún pueblo para poder sacar provecho de ella, y no tener una
venganza inmediata. Al escuchar esto, Lucio se sintió aliviado, ya que no sufriría una muerte
prematura. Dicho todo esto, esa misma noche, los bandidos y el falso Hemo deciden dar un
banquete como celebración por la nueva incorporación. Durante el mismo todos se emborrachan
y beben del tibio vino, todos excepto Tlepólemo, que, probablemente con la ayuda de un
soporífero, ata a los maleantes para que no se muevan, libera a su prometida y la pone sobre Lucio
para finalmente escapar. Una vez en el poblado, todos, incluso Lucio, festejan el regreso de los
amantes, se termina por dar muerte a los bandidos y se celebra la boda.

Como Gracia, la excautiva, juró otorgarle todo su agradecimiento por haberla salvado, Lucio
pensó que por fin la Fortuna ya no lo acosaría. Pero es tan desgraciada la divinidad que, sin prisa,
ni pausa, sucedió todo lo contrario a lo prometido. Más que vivir la buena vida, Lucio es entregado
a un molinero poco piadoso que, junto a su esposa, aún más abusiva, explota para la molienda de
trigo.

Posteriormente, el burro cae bajo el cuidado de un esclavo, que lo usa como animal de
carga, pero de un amanera excesiva. Lo maltrata y tortura, además de otras vilezas que comete.
Un día, aburrido de molestar tanto al pobre asno y esperando vengarse por unas coces que recibió
de él, le juega una treta y lo prende fuego. Lucio, acusado de torpe y culpable del casi incendio,
recibe como destino la castración, para así volver manso, aunque los campesinos que tomaron
dicha decisión manejaron antes la posibilidad de matarlo. Esperando su castigo, el asno es llevado
por el esclavo a recoger leña cerca de una cueva, de donde sale un oso que ataca al joven y del
que Lucio escapa. Atrapado por sus dueños, vuelven a buscar al esclavo. Una vez en el lugar de los
hechos, no es a él a quien encuentran, sino a sus restos desparramados por el campo.

Luego de darle sepultura al muerto, la madre del muchacho, entre lágrimas y enojo, acusa al
burro por no haber ayudado a su hijo y comienza a azotarlo en venganza. Al estar atado, y sin
poder hacer uso de sus cascos, utiliza como último y único recurso sus desperdicios gástricos,
bañando a la mujer en heces y logrando que esta huya.

Libro 8:

Ese mismo día, durante la noche, llegó un siervo de la familia de Gracia, con tristes noticias.
La desgracia había llegado a ella y su esposo. El joven procede a contar la breve historia: Trasilo,
un amigo de la familia, había asesinado por despecho a Tlepólemo durante un encuentro de caza
con un jabalí. El homicida era un ciudadano de alta alcurnia, rico y de buen pasar, pero su adicción
a la bebida y las mujeres de mala vida manchaban su nombre. Al enterarse de que Gracia se
encontraba soltera, Trasilo intentó obtener su mano, pero debido a su mala conducta no pudo
superar a Tlepólemo. Como se había empeñado a obtener el amor de Gracia, planeo el acto
sangriento y poco a poco, a razón de mentiras, se fue acercando a la familia de los dos amantes.
Cuando tuvo la oportunidad, durante un día de caza, estando Tlepólemo indefenso por una vileza
cometida por Trasilo, este malhechor le dio muerte a su adversario. A partir de esto la joven cayó
en una gran depresión e intentó darse muerte por inanición, pero el asesino logró convencerla
para que desista.

Luego de un tiempo, Trasilo le pidió matrimonio a Gracia, también revelando su delito.


Gracia cae desmayada, y en su sueño ve como Tlepólemo le explica lo que sucedió en su lecho de
muerte y le pide que, si se casa con otro hombre, este no sea su asesino. Luego de recobrar la
consciencia, vuelve a recibir insistentemente pedidos de matrimonio de parte de Trasilo, por lo
que ella termina aceptando, pero con la condición de que sea a escondidas de todos, ya que no
había pasado un año de luto y sería contraproducente para ambos. Trasilo acepta, y siendo
engañado por Gracia, va a su encuentro para terminar desmayado por un soporífero que la
sirvienta de la muchacha puso en su vino. Aprovechando su inconsciencia, la viuda pone un castigo
a los actos de felonía: lo deja ciego pinchándole los globos oculares. Posteriormente, ante todo el
pueblo, se suicida y es enterrada junto a su amante. A raíz de estos hechos y de su maldición,
Trasilo decide dejarse morir por hambre, encerrado en la tumba de la ahora reunida pareja.

Contada esta historia, el jefe de establos/molineros que tenía control sobre Lucio, decide
irse junto a su familia y otras personas, por miedo al cambio de jefes. Durante su camino se
encuentran con distintas adversidades, como una turba de perros y campesinos temerosos, o
dragón que, haciéndose pasar por anciano, engaña y engulle al más fuerte y joven de la caravana.

Pasados estos sucesos, al llegar a una gran ciudad deciden asentarse y ponen en venta el
ganado y los animales de carga, el último en ser vendido es nuestro asno, que fue comprado por
un sacerdote de desconocida diosa siria. Dicho sacerdote era un invertido o travesti que tenía
como discípulos a otro grupo de invertidos. Luego de recibirlo y darle de comer, emprendieron un
viaje hasta la casa de algún rico vecino donde, azotándose a sí mismos, obtuvieron ofrendas de
aquellos que pasaban por allí. Después de eso empezaron a acosar a un labriego que fue salvado
por un grupo de campesinos, quienes llegaron al lugar a causa de los gritos del burro. Huyendo de
la escena, llegan a la casa de un devoto que los recibe, dónde Lucio corrió peligro de muerte por
un cocinero que quiso utilizarlo en reemplazo de una pata de ciervo robada.

Libro 9

Lucio se escapa del carnicero e interrumpe la cena de sus dueños. Lo encierran en un cuarto
y prontamente vuelven a ser interrumpidos por un esclavo que alerta a todos por la llegada de un
perro rabioso que mordió a todos los sirvientes y animales. Persiguen al burro creyendo que su
actitud violenta era causa de la rabia, y lo encierran en el cuarto del dueño de casa. Allí aprovecha
para descansar y viéndolo por el cerrojo, se dan cuenta de que en verdad era manso y no tenía
rabia. Para probar su nueva teoría, le dejan un balde con agua que debería tomar sin rechazo.
Lucio procede a beber todo, ya que estaba sediento, y también se deja maltratar por sus dueños
para que comprueben que era manso y no un burro rabioso. Luego de esto, el sacerdote y sus
seguidores vuelven a retomar el camino y llegan a una ciudad, donde cuenta otra historia que
escuchó:

Había una mujer, cuyo pobre marido se alquilaba para obtener dinero en la plaza pública.
Ella lo engañaba con otro hombre. Un día, mientras se entregaba a su amante, llega temprano de
la plaza su esposo, esconde al hombre en una tinaja vacía y vieja. Ella procede a abrirle a su marido
y recriminarlo por no estar trabajando para poder comer. Él responde que había logrado vender la
tina que tenían por 6 denarios, pero ella responde que mujer y sin moverse de casa logró venderla
por 7, y en ese mismo instante había un hombre revisándola para llevársela. Muy astuto sale el
amante de la tina y le dice que está muy vieja y sucia, manda al esposo de la mujer a buscar algo
con que limpiarla y este termina llevándosela a cuesta a casa de quien lo engañó. Allí, los
sacerdotes también inventan un ardid con el cual engañar a la gente haciéndose pasar por
oráculos. Como los pobladores se dieron cuenta de que los echacuervos eran unos embusteros,
estos huyen, pero caen en manos de una caballería que los buscaba por robar un jarrón de oro de
un templo. Los ladrones proceden a ser encerrados y el burro vendido a un molinero que, otra vez,
pensaba en explotarlo. Una vez en el molino ve cómo todos los animales y los esclavos se
encuentran demacrados por las malas condiciones de trabajo, e incluso desnutridos y enfermos.

Luego de la descripción, Lucio procede a contar una historia acerca del molinero y su
malvada mujer:

Esta esposa era cínica, borracha y adúltera. Tenía a una vieja criada que la ayudaba a
concretar los adulterios. Esta, durante un desayuno juntas, le cuenta la historia de Bárbaro y
Filisitero. El primero era un decurión de la ciudad, a cuya esposa había dejado en manos de su
sirviente más fiel mientras se iba de viaje. Filisitero, un joven ciudadano, ve a la mujer de Bárbaro
y se enamora de ella. Compra la fidelidad de Myrmex, el sirviente, y logra encamarse con la joven
esposa. Prostituidos ambos, mientras duraba el encuentro amoroso llega Bárbaro de improvisto y
protegido por la noche. Filisitero logra enterarse, y con tiempo que le consiguió Myrmex, escapa
de la casa, pero olvidando sus sandalias. Al día siguiente Bárbaro las encuentra y piensa en
Myrmex, a quien arrastra a la plaza pública y crea un espectáculo para ejercer justicia. Pasaba el
amante por allí mientras todo esto sucedía, y recuerda su descuido, por lo que procede a acusar al
sirviente encadenado de haberle robado sus sandalias el día anterior. Bárbaro escucha esto y,
preso de la confusión, lo cree, perdona a Myrmex y le dice que le devuelva las sandalias a
Filisitero. Terminada la historia de la vieja, se arregla un encuentro entre la esposa del molinero y
el joven. La infiel mujer aprovecha que el esposo no estaría para poder ofrecerle un banquete a
Filisitero. Pero mientras estaban cenando llega de improvisto su marido, por lo que ella esconde
rápidamente a su amante.

Primera iniciación. Mithras, pontífice de Isis que inicia a Lucio.

Segunda iniciación. Asinio Marcelo, sacerdote de Osiris en los sueños de Lucio. Orgías del
gran dios Serapis.

Tercera iniciación. Osiris incita a Lucio a practicar la profesión de abogado, haciendo uso de
todos los conocimientos que obtuvo

Lucio entra al colegio de los Pastóforos y luego se convierte en decurión quinquenal.

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