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Ficha1

Sobre Restricción Externa, estructura


productiva y precios relativos.

Contenidos temáticos
Parte 1: Sobre concepto de Restricción externa.

- Introducción

Límite al crecimiento “Demand Led”

Elasticidades como expresiones de problemas estructurales

Un poquito de historia del concepto de RE

- La “tradicional” restricción externa comercial (productiva)

- Restricción externa y los otros componentes deficitarios de la cuenta corriente

- La cuenta capital y financiera y la restricción externa

- Una implicancia: “Desarrollo como diversificación productiva”

Desarrollo como superación de las restricciones “externa” (económica) y “política”

Parte 2: El tipo de cambio en el centro de la escena

- Los tradicionales ciclos stop and go

- Los efectos de una devaluación

- Cuestionando el tipo de cambio como herramienta única

1
Elaborado por el docente Pablo Alberto Tavilla para uso en la asignatura Estructura Económica Argentina y Mundial, del
Ciclo General de las carreras del Depto. de Economía y Administración de la Universidad Nacional de Moreno y para la
Cátedra “Elementos de Economía y Concepciones del Desarrollo”, titular José Castillo, Licenciatura en Ciencias de la
Comunicación, FCS-UBA.

1
Anexo: Precios relativos, tipo de cambio y políticas cambiarias

Cuestiones de léxico económico: magnitudes reales y nominales


La clasificación en bienes transables y no transables internacionalmente
Los impuestos al comercio exterior

2
Parte 1: Sobre Concepto de Restricción Externa
Introducción
“Restricción externa”,“ insuficiencia estructural o tendencial de divisas”, “tendencia a déficit en
cuenta corriente”, “crecimiento restringido por balanza de pagos”,“alta elasticidad del PIB respecto
de las importaciones”, “cuello de botella externo”, “estrangulamiento externo”, “ley de Thirlwall”,
“insuficiencia en la producción de bienes transables internacionalmente”2, “problemas de
competitividad externa”, “problema de las elasticidades precio e ingreso de las importaciones y
exportaciones”, “crecimiento proporcionalmente mayor de la demanda de divisas respecto de la
oferta”, “países con problemas de cuentas externas”, son todas nociones emparentadas que
remiten a la forma de expresarse de problemas determinados:

- por una estructura productiva subdesarrollada o “incompleta”, es decir, en las


características del entramado de actividades, sectores y ramas productivas.

- por las características de los vínculos y el lugar de país periférico en un contexto sistémico
histórico, económico y político mundial jerarquizado (economía mundial capitalista) y con
desarrollos desiguales, con restricciones provenientes de un sistema monetario y
financiero internacional condicionante (dependencia financiera y tecnológica). Este punto,
relevante, remite a cuestiones de geopolítica y sistema de poder internacional en la
explicación sobre desarrollo o subdesarrollo relativo (relaciones de hegemonía,
dependencia, imperialismo, etc.)

En su funcionamiento se asocia a situaciones de déficits tendenciales en varios rubros integrantes


de la balanza de pago, es decir, salida neta de divisas, no sólo de la cuenta corriente sino también,
y en forma cada vez más relevante, en relación con los movimientos de flujos de capitales que se
registran en la cuenta capital y financiera (IED, inversiones de cartera, deudas).

Crecimiento económico y bienestar material, es decir, los objetivos de crecimiento del PIB y del PIB
per cápita (productividad promedio, ingreso medio de una economía nacional) suelen tener un
comportamiento inestable (auge-estancamiento-recesión) especialmente pronunciado o “no
sostenido en el tiempo”.

Se trata de la expresión de un límite para el crecimiento económico originado, en buena parte, en


las características de la estructura productiva nacional (pero siempre referenciada como parte de
un sistema capitalista mundial). De ahí la idea de “restricción”, que se refiere a ese límite u
obstáculo para el crecimiento expresado como de escasez estructural de divisas.

En términos de balanza comercial de bienes y de flujos de producción, la necesidad de comprar


externamente bienes no producidos loclamente, en especial, bienes más “complejos” como los
bienes de capital, ciertos insumos y partes (combustibles, autopartes) y, también, bienes de
consumo durables (electrónicos, automóviles). Es decir, transacciones que se hacen con divisas,

2
Bienes comercializables internacionalmente, importables o exportables, importaciones y exportaciones.

3
monedas aceptadas internacionalmente, en especial dólar, que sigue siendo la moneda de un alto
porcentaje del comercio mundial.

La necesidad de una política de desarrollo industrial es clave para el cambio estructural, lo cual
tiene una vinculación decisiva con objetivos de ampliación de derechos económicos (materiales) y
civiles. Cualquier gobierno de carácter democrático popular, comprometido con una idea muy
diferente de democracia republicana “restringida” a lo ritual o formal, es decir, con contenidos de
equidad para toda la población, debe tener una agenda estratégica de distribución de ingresos y
reconocimientos con contrapartida de cambio consecuente en la estructura productiva.

Podemos hablar de un enfoque “estructuralista” para explicar los problemas de economías de


desarrollo intermedio como la nuestra, en el sentido de que derivan de su estructura productiva
heterogénea, desequilibrada o “insuficientemente diversificada”: la insuficiencia de divisas es una
expresión de límite o barrera para satisfacer con producción doméstica la demanda agregada
mayor que surgiría de políticas macroeconómicas favorables al mayor nivel de actividad económica
interna, con sus efectos positivos en materia de empleo, salarios y disminución de la pobreza y la
indigencia.

Entender la centralidad que en Argentina tiene la discusión sobre tipo de cambio, y que
desarrollamos luego, remite a dos cuestiones claves para su comprensión:

- el tipo de cambio es un precio clave de la economía, y en ese sentido, sus variaciones


tienen consecuencia directa sobre la distribución de ingresos (relación salarios-ganancias,
básicamente). En línea con la tradición de la economía política clásica, la distribución
depende de cuestiones “extra-económicas” (conflicto social y político, instituciones
laborales, consensos culturales sobre nivel de vida necesario, organización de las clases
trabajadoras, signos y orientaciones de los gobiernos, etc.)

- el tipo de cambio es un precio que, en tanto no es producido localmente, expresa la


escasez o abundancia de divisas necesarias como moneda aceptada internacionalmente.
Es decir, de la oferta (disponibilidad) y la demanda de divisas, conforme las operaciones
financieras y comerciales con residentes del exterior (registradas en balanza de pagos).

En esta ficha nos referiremos al segundo aspecto, escasez de divisas como expresión de un
problema estructural que, por supuesto agrava la situación en materia de inestabilidad y cambios
en la distribución de ingresos (progresiva o regresiva).

Se trata de una problemática histórica, más propia de los países periféricos y dependientes y de su
(in)capacidad para emitir medios de Pago (divisas) aceptadas internacionalmente. Es decir, en este
último caso, debido a las jerarquías de las distintas monedas en el mundo y los correspondientes
casos de monedas dominantes y periféricas que, a su vez, remiten a cuestiones de relaciones de
poder, de hegemonía mundial y de desarrollo económico desigualmente distribuidos en la
geografía planetaria y el orden capitalista e interestatal internacional.

4
Por otro lado, en la actualidad, ya no sólo se trata sólo de problemas vinculados a las relaciones
comerciales externas del país, como lo era hasta mediados de los años 1970s, sino que con el
cambio de contexto mundial, y de políticas e instituciones, son más relevantes los componentes de
la Cuenta Capital y Financiera de la Balanza de Pagos (movimientos de capitales financieros, IED,
deuda).

Una buena y sintética caracterización de estructuras periféricas o subdesarrolladas y centrales o


desarrolladas la encontramos en Burachik, G. (2016):

Los países desarrollados son los que se industrializaron durante el siglo XIX; tienen elevada
productividad laboral e ingresos per cápita, lideran el proceso de cambio tecnológico y por lo tanto
acaparan la mayor parte del comercio internacional de productos industriales complejos.
Constituyen el núcleo de la acumulación de capital a escala global y son por lo tanto la principal
fuente (actualmente, también el principal destino) de inversión y crédito internacional. Esta
supremacía económica les confiere también capacidad de dominación política y militar (y
viceversa).

Los países periféricos son aquellos que experimentaron una industrialización parcial, distorsionada
y tardía y en los que la acumulación depende de la tecnología, el capital y los mercados de los
países desarrollados. La dominación social de la burguesía en las sociedades periféricas refleja el
carácter dependiente que allí adquiere el capitalismo; el empresariado local comparte la
apropiación del producto del trabajo local con el capital extranjero.

Un mundo mucho más integrado e interrelacionado económicamente, sobre todo en y por las
finanzas, con movimiento de flujos de capitales que crecen mucho más que las operaciones de
comercio, a la vez que cobran cierta autonomía relativa respecto de la acumulación de capital en la
esfera productiva y cuentan con opciones ampliadas debido al proceso histórico de desregulación e
innovación en materia de reglas, instrumentos e instituciones financieras que ya lleva más de 40
años de despliegue.

ESTRUCTURA PRODUCTIVA PERIFÉRICA 🡪 RESTRICCION EXTERNA (insuficiencia estructural de


divisas)🡪 CICLOS (STOP AND GO, PENDULO, INSUSTENTABILIDAD DE CRECIMIENTO MAS
INCLUSIVO) 🡪 PLANTEA NECESIDAD DE DESARROLLO, ENTENDIDO COMO CAMBIO ESTRUCTURAL
O DIVERSIFICACION PRODUCTIVA O EXPANSION INDUSTRIAL.

Límite al crecimiento “demand led”

Tomamos como válidos los postulados de la tradición de enfoques kaleckianos, marxistas y


poskeynesianos3 en cuanto a la explicación de los “motores” del crecimiento económico en
cualquier economía capitalista, es decir, a partir de los componentes de la demanda agregada
(consumo e inversión, públicas y privadas, y exportaciones) y sus efectos aceleradores y
multiplicadores. Mas precisamente, el crecimiento económico en el largo plazo depende de los
conocidos como componentes “autónomos” (respecto del ingreso nacional) que son: gasto

3
Particularmente interesante resulta el modelo del “supermultiplicador clásico-keynesiano”.

5
público, consumo autónomo impulsado por crédito y exportaciones. Y los componentes inducidos
que amplifican variaciones (multiplican): inversión, consumo, importaciones)4.

Todo impulso activador de los componentes autónomos de la demanda genera efectos positivos
sobre el nivel de actividad económica y sobre las tasas de crecimiento y de acumulación de un país
periférico, pero terminan chocando en algún momento con este límite de oferta restringida de
divisas (no de la capacidad productiva de bienes o problemas fiscales), es decir, se trata de
limitaciones que se expresan en la disponibilidad de moneda aceptada para transacciones
internacionales (dólar, euro) o “restricción externa”.

Una idea asociada es que se trata de la expresión de una estructura productiva caracterizada por la
escasez de eslabonamientos productivos críticos (hacia adelante, hacia atrás), con déficits de
integración y diversificación para, al menos, sustentar en el largo plazo el crecimiento económico5.
También referidos como los “casilleros vacíos” de la matriz de insumo-producto, que son cubiertos
por proveedores externos.

Se da claramente una situación de déficit comercial en las industrias con mayor contenido
tecnológico (importaciones de electrónica, bienes de capital, bienes de consumo durable, partes
para automotores, también combustibles), generalmente asociada a procesos de mayor acceso de
vastos sectores de la población al consumo (mejoras distributivas), es decir, con un deseable
fortalecimiento del mercado interno nacional, en línea con objetivos popular democráticos.

Las políticas neoliberales de apertura comercial y liberalización financiera suelen ser favorables a
postergaciones temporales del problema de la restricción externa gracias al endeudamiento
externo (en divisas)6 y a la entrada de capitales especulativos (de corto plazo) , que se estimula
(divisas) en una primera fase. Los supuestos teóricos, la ideología y los intereses que motivan este
aliento a la “integración financiera con el mundo”, en el caso argentino, se han asociado a tres
ciclos de endeudamiento explosivo en dólares con escaso o nulo desarrollo productivo, inclusive
con desindustrialización y pérdida neta de puestos de trabajo (períodos 1977-1982, 1991-2001 y
2015-2019).

No obstante, con sus límites, recurrir a estrategias de atracción de capitales no es algo para
descartar de por sí en el marco de un plan de desarrollo integral y con políticas “racionales” de
gestión al respecto, algo muy diferente de las experiencias de gobiernos liberales. Se necesitan
dólares y si las exportaciones, que son la fuente más genuina, no alcanzan, hay que trabajar sobre
distintas fuentes de moneda internacional (turismo, IED, etc.).

4
Más estrictamente, son los conocidos como elementos autónomos de la demanda los que lanzan y relanzan el
crecimiento, es decir, no inducidos por el aumento inicial del ingreso nacional como es el caso del Consumo, las
importaciones y una muy buena parte de las inversiones (efecto “acelerador”). Ejemplos son: el gasto público (inversión
pública, asignaciones y subsidios, etc.), expansión del crédito, exportaciones, consumos autónomos.
5
Algunos autores diferencian crecimiento (tasas de crecimiento del PIB) de desarrollo en el sentido de que este último
implica cambio estructural. A partir de concebir el crecimiento como condición necesaria y que es motorizado por los
componentes de la demanda agregada.
6
Importa, y mucho, diferenciar claramente entre endeudamiento en divisas (dólares, yenes, euros) y endeudamiento en
pesos, es decir, en la moneda nacional emitida por el mismo Estado que se endeuda.

6
Las exportaciones deben considerarse o visualizarse en sus dos dimensiones:

- como fuente de demanda autónoma (junto a gasto público, y parte del consumo)

- y como “combustible” del crecimiento, en tanto proveedor de divisas.

Nos interesa aquí, especialmente, la segunda dimensión, en tanto proveedor de divisas, que
permite multiplicar valor agregado nacional y empleo. Una economía mediana como la argentina,
depende en más de un 65% del consumo interno, es decir, su estrategia de crecimiento no puede
apoyarse en la dinámica de las exportaciones como componente principal de demanda. Muchas
propuestas pro exportadoras se basan en el desentendimiento de la problemática del empleo y el
consumo de las mayorías populares.

El desempeño exportador nacional apenas si depende de las decisiones de política nacional, más
bien de demanda internacional (comercio mundial, ciclo y nivel de actividad de los países clientes,
evolución económica de centros “cíclicos” industriales, nivel de actividad económica de EEUU y
China, etc.).

Descartada la opción de ser un país que puede emitir su propia moneda para transacciones
internacionales, no parece evitable la necesidad de recurrir a otros medios y alternativas para
abastecerse de divisas, como medios dentro de un proyecto integral de desarrollo: la inversión
extranjera directa, las inversiones de cartera y al endeudamiento, si bien en otro marco de políticas
de desarrollo (políticas de infraestructura, industrial, tecnológica, administración de comercio, etc.)
muy diferente al propiciado por el liberalismo.

Australia, Israel y Corea del Sur son de los muy escasos ejemplos de países que han contado con el
decisivo apoyo internacional de potencias hegemónicas, a partir de intereses geopolíticos
(Commonwealth, frontera en contexto de “Guerra Fría”), para financiar déficits de cuenta corriente
con moneda de pago internacional por extensos períodos de tiempo (apertura de mercado de
bienes y servicios en EEUU, préstamos, IED, etc.), lo cual les ha permitido superar y trascender las
características de “país periférico” y lograr un desempeño satisfactorio en materia de desarrollo
económico y social. Contar con facilidades de financiamiento suficiente de los déficits de cuenta
corriente implica un claro contraste con la historia de Argentina a la hora de las comparaciones.

Los gobiernos neoliberales (liberalización financiera y apertura comercial) y de predominio de


políticas económicas ortodoxas se han asociado en Argentina a la inviabilidad de un
sobre-endeudamiento que termina inevitablemente en crisis financieras, bancarias o de balanza de
pagos (insolvencia, etc.). Los tres ciclos de endeudamiento recientes (iniciados en 1977, 1990 y
2015) terminaron mal y aún subsisten sus consecuencias. No obstante, en un marco de estrategia
nacional de desarrollo capitalista, no parece posible eludir la exploración de políticas que
estimulen dosis adecuadas de distintos instrumentos de política.

La perspectiva estructuralista aquí adoptada jerarquiza la escasez de divisas como restricción


clave al crecimiento y como parte importante de la explicación de la inestabilidad y el “péndulo”

7
que caracterizan el funcionamiento argentino recurrente de mediano y largo plazo, en íntima
relación con sus efectos distributivos reales (salarios, ganacncias)

Finalmente, vale aclararlo, esta restricción al crecimiento no guarda relación ninguna con la que se
destaca en otras visiones, como la muy difundida que pone el foco en la evolución de las cuentas
fiscales (déficit o superávit, en pesos). Muy importante diferenciar, además: endeudarse o
financiarse en pesos o en dólares, es algo muy distinto.

Elasticidades como expresiones de problemas estructurales

La elasticidad ingreso de las exportaciones argentinas (mayoritariamente ligadas a productos


primarios o MOA) suele ser baja (menor a 1). Es decir, no se incrementa su demanda en proporción
al crecimiento del PIB de los países clientes.

En cambio, la elasticidad ingreso de las importaciones es alta (supera el valor 3). Nos referimos a la
relación entre variaciones porcentuales de las importaciones y el PIB argentino (o Ingreso nacional)
y es un dato “estructural”7. Cuando medimos para un período de 10 años, aproximadamente da 3
o 3,5%, es decir, si aumenta 1% el PIB crecen más del 3% las importaciones. El coeficiente de
importaciones o la propensión a importar, como también suele llamarse, es alta en una economía
periférica como la de Argentina, en tanto refleja las insuficiencias de su estructura productiva. Es
un factor importante de demanda de divisas ante políticas de incentivo al crecimiento económico.

Se puede hablar de un “pesimismo de las elasticidades” que está detrás de los análisis originales
del argentino Raúl Prebisch como fundamento para su propuesta de desarrollo industrial como
necesario para los países periféricos.

Asimismo, las “elasticidades precio” de las exportaciones e importaciones suelen ser bajas. Esto
tiene importancia en tanto habla de la baja sensibilidad de las impo y las expo a las variaciones en
el tipo de cambio. Es decir, las devaluaciones no son eficaces, por la vía de precios, para alentar
exportaciones.

Alta elasticidad ingreso de las importaciones argentinas o alta propensión importadora es una
parte esencial, si bien ya no exclusiva desde los años 80s, en la explicación de la Restricción Externa
o tendencia estructural a la insuficiencia de divisas que, a su vez, guarda íntima relación con el
insuficiente desarrollo y de dominio en materia de ciencia aplicada y tecnología y de
infraestructura (importaciones de electrónicos, bienes de capital y equipo, insumos para industria y
servicios).

También se relaciona con la tendencia reflejada en la conocida como “curva de Engel”: mayores
ingresos de la población se correlacionan con consumos más diversificados y sofisticados y con la
disminución de consumo de bienes y servicios esenciales. Es decir, la pretensión de mayor
bienestar material para las clases populares implica la necesidad de cambios en la estructura

7
Dato estructural que la elasticidad ingreso de las importaciones es alta y muy mayor a la elasticidad ingreso de la
exportaciones. El primero es el ingreso nacional, el segundo, el ingreso nacional de los países que nos compran.

8
productiva para sostenerlo temporalmente (mas clases medias, mas consumos industriales y de
servicios).

La opción “técnica o teórica pero no políticamente sostenible ni deseable” es la de una economía


que pretende sostener las cuentas externas controladas al costo social de bajo crecimiento
(estancamiento) con exclusiones de amplias capas de la población. Menos crecimiento, menos
nivel de actividad económica y empleo permite ahorrar dólares.

Podemos decir que la RE es manifestación de la dependencia, subdesarrollo o carácter periférico,


de la estructura productiva (desequilibrada o heterogénea), o de la “industrialización trunca”,
según distintas perspectivas teóricas que veremos (teorías de la dependencia y del imperialismo,
estructuralismo latinoamericano y CEPAL en sus distintas fases, estructuralistas y desarrollistas
argentinos como Diamand). En el fondo, los países más poderosos y desarrollados se apoyan en el
dominio de las tecnologías avanzadas, poder y fuerza militar y moneda aceptada
internacionalmente (para pagos y como reserva de valor).

Aquí se trata de un enfoque “estructuralista” que prioriza el análisis de los problemas de falta de
diversificación de la estructura productiva, con elasticidades de comercio exterior como las citadas.

Vale repetirlo, la insuficiencia de divisas no guarda relación aquí con problemas fiscales o, como
suele decirse, con frases de tipo “vivir por encima de las posibilidades”, “populismo” o con
supuestos “precios incorrectos lejanos del equilibrio”, como se postula desde la ortodoxia
neoclásica (liberalismo).

A los fines de sostener el crecimiento económico y la acumulación de capital en el tiempo, las


características de la estructura productiva no son algo neutral, sino decisivas. La gran divergencia
que operó en el mundo, especialmente a lo largo del siglo XIX, es decir, la conocida como
“revolución industrial” que involucró a solamente unos pocos países (Europa occidental, EEUU,
Japón) que lograron sistemas industriales, están detrás de las grandes diferencias en el desarrollo
de países.

En las dificultades y la no verificación de procesos masivos de “convergencia” o “catch up” hacia los
niveles de vida y de dominio tecnológico de los países desarrollados, se conjugan razones
económicas y relaciones de poder (geopolítica) en el orden político y económico mundial. Un
sistema capitalista y de poder mundial.

Un poquito de historia del concepto de RE

Esta situación o problema estructural se identificaba y conceptualizaba ya en los años 60s y 70s en
el marco de los conocidos como “modelos de ciclos stop and go” propios de la etapa de
industrialización por sustitución de importaciones (Diamand, Braun y Joy, Canitrot, Díaz Alejandro,
Villanueva), en un contexto mundial muy diferente al actual de predominio de “finanzas
mundializadas” que, lejos de solucionar, redefine la problemática de restricción externa aunque
sin que pierda vigencia el concepto.

9
Durante la etapa de industrialización sustitutiva (ISI), en esos ciclos “stop and go”, la razón principal
era la tendencia al déficit en la balanza comercial, en un contexto mundial muy diferente al actual
en que las finanzas no estaban desreguladas. El endeudamiento era casi inexistente y básicamente
vinculado a problemas transitorios de déficit comercial de bienes y servicios en lo esencial. Es
decir, el crecimiento, con alta elasticidad de importaciones, arrastraba a estas hasta resultar en
déficits de la balanza comercial (X-M).

No existían los hoy conocidos como “movimientos autónomos” de capitales, es decir, desligados
del financiamiento del déficit en cuenta corriente, en busca de rentabilidad financiera. Diferentes a
la actualidad de auge de las finanzas mundiales, “finanzas que trabajan para las finanzas”
(Rapoport) y que plantea un escenario mundial muy diferente luego del fin de la vigencia de los
acuerdos de posguerra conocidos como “de Bretton Woods” y la inconvertibilidad del dólar (1971)

A partir de 1976 en Argentina, puede identificarse un cambio en la evolución de las cuentas


externas con el proceso conocido como de “apertura de la cuenta de capital y financiera”, es decir,
a partir de la integración al nuevo contexto de las finanzas mundiales. En especial, el
endeudamiento externo, es decir en divisas, cobra otra magnitud y se explica en razones muy
diferentes a las del período anterior, durante la ISI. Se trata de movimientos de capitales que
abrevan en la lógica del mundo de las finanzas y en la búsqueda de distintos tipos de renta
financiera globalizada. Un contexto de globalización o mundialización financiera.

Estamos hablando de la dinámica de largo plazo del “sector externo” argentino, con tendencia
actual a, en el mejor de los casos, superávits en la balanza comercial pero que son insuficientes, no
sólo por razones de importaciones vinculadas al crecimiento económico, en tanto también juegan
el pago de intereses de la deuda externa, el fuerte flujo de remisión de utilidades al exterior por
parte de Empresas Transnacionales radicadas en el país, el creciente turismo hacia otros países y la
demanda de dólares para atesoramiento y fuga para colocaciones en el exterior (referencia en
rentabilidad y riesgo con óptica mundial).

En la actualidad, los flujos de capitales (sean estos financieros, préstamos o con destinos
productivos vía IED) resultan tan (o más) relevantes que los típicos componentes históricos de
balanza comercial y ciertos rubros crónicamente deficitarios de la Cuenta Corriente de la Balanza
de Pagos8.

Autores como Médici (2017) y Diamand (1992) han analizado la secuencia de comportamientos
financieros especulativos con implicancias de crisis y situaciones explosivas de tipo Ponzi. Es decir,
fases que pueden iniciarse con ingreso de inversiones de cartera, préstamos y algo de IED que
alivian transitoriamente la escasez de divisas pero que inevitablemente terminan mal (crisis
financieras y de balanza de pagos), en tanto en esos ciclos de endeudamiento los fondos no suelen
destinarse a expandir sectores productivos que generen o que ahorren dólares (sustitución de
importaciones o aumento de exportaciones) y así, la necesaria capacidad de repago posterior de
las deudas contraídas en divisas más intereses.

8
Claudio Scaletta suele llamarla CU Co en un libro que publicó en 2017.

10
Al menos buena parte de la población de ingresos altos y medio altos entiende como normal y
hasta como “un derecho” el de disponer libremente de divisas para ahorro o consumos suntuarios
(o turismo), siempre en el contexto problemático citado. La posibilidad de ofrecer opciones para
sus colocaciones financieras en pesos, de modo de desalentar la posición en dólares, es un recurso
que debe tenerse en cuenta desde el punto de vista de las políticas macroeconómicas (financiera,
monetaria, cambiaria).

Un claro ejemplo de esto es el éxito mediático de la construcción de la idea de “cepo cambiario” y


de “dólar blue” como manifestaciones de supuestas políticas incorrectas o “defectos e
irracionalidades” cuando en realidad se trata de intentos de políticas públicas regulatorias del
mercado cambiario frente a la irrupción de la restricción externa o escasez de divisas (interrupción
de préstamos en mercado voluntario privado, caída de reservas, retiro de fondos externos, fuga de
capitales, etc.). El gobierno que finalizó en 2019, de clara orientación neoliberal, no pudo
sustraerse a la obligación de adoptar medidas de políticas restrictivas para la compra y venta de
divisas.

El desafío de las políticas económicas es desalentar ese ahorro mediante un menú que permita
calzar con los objetivos de cambio estructural, lo cual se asocia a procesos de maduración en el
mediano y largo plazo (promoción de exportaciones, sustitución de importaciones).

Del excedente generado en Argentina, o en cualquier país de la periferia, en moneda local (por
acumulación en economía real o por valorización financiera) una parte tiende a dolarizarse,
centralmente, porque es en esta divisa como el capital líquido mejora sus opciones para
colocaciones en los mercados financieros globales (dolarizados predominantemente: títulos deuda,
acciones, depósitos en otros países). Alta propensión de de las clases “cosmopolitas”o
“globalizadas” de la Periferia a mantener activos dolarizados (Medeiros 2008) con propósitos
económicos de provisoriedad en la Periferia y de transnacionalidad de los excedentes financieros
obtenidos en ella (Grasso, Malic y Zicarelli, 2017).

Las recesiones, aceleraciones inflacionarias y empeoramiento en la distribución de ingresos suelen


asociarse a las decisiones recurrentes de devaluaciones de la moneda nacional (política cambiaria)
como frecuente respuesta ante los problemas de insuficiencia estructural de divisas (pérdida de
reservas, deterioro cuentas externas, demanda superior a oferta). Respuesta de política de “corto
plazo” muy utilizada, por problemas relacionados con la ausencia de políticas de desarrollo o
“cambio estructural” que tiendan a remover en el largo plazo estos problemas (políticas de
promoción de exportaciones y de sustitución de importaciones)

La “tradicional” restricción externa comercial (productiva)


En principio, el caso más tratado por toda una tradición en la literatura especializada es el de
tendencia al déficit en la balanza comercial (en los 60s y 70s: Braun y Joy, Diamand, Sourrouille,
Canitrot, Villanueva, Díaz Alejandro) propio del período de Industrialización por Sustitución de
Importaciones (ISI): cuando la economía crece, demanda cantidades crecientes de importaciones

11
(bienes de capital, insumos), las cuales aumentan más rápido que la capacidad nacional para
obtener las divisas en que se pagan aquellas, es decir, vía las exportaciones del país.

Se podía postergar con algún endeudamiento y créditos de los importadores, pero el desenlace
crítico postergado igual se daba y era recurrente9. Generalmente terminaba en una devaluación de
la moneda nacional.

En Porta y Fernández Burgna (2011), definen a la restricción externa como: “…incapacidad para
generar o procurarse de modo permanente y sostenido las divisas necesarias para financiar el
acceso a las importaciones de bienes intermedios y de capital requeridos para el proceso
productivo”.

Crespo-Bertholet, (UNM, 2014)10:“La escasez de divisas en economías como la argentina no solo


reduce el crecimiento. Obstaculiza el desarrollo al tornarlo inestable, frena la inversión pública y
privada, interrumpe obras de infraestructura, provoca inestabilidad política y tiende a estancar la
productividad, al frenar el lento proceso que lleva a la adquisición de capacidades tecnológicas, ya
que estas, siguiendo a Kaldor y Verdoon11, son más la consecuencia que la causa del crecimiento”.

Hacia mediados de los años setenta del siglo pasado M. Diamand planteó su idea de Estructura
Productiva Desequilibrada para representar la economía argentina luego de un proceso expansivo
de las actividades industriales (ISI), ocupando centralidad este problema estructural en la
explicación de los ciclos y la inestabilidad característica de la economía argentina.

Reactivar la economía mediante impulso al mercado interno (empleo, salarios) y sostener el


crecimiento implica demandar importaciones de ciertos insumos (energéticos e industriales:
autopartes, partes electrónicas) y bienes de capital y, en los últimos años, también bienes de
consumo (p.e. electrónicos en general, equipamiento del hogar, automóviles; textiles y hasta
alimentos en etapas de gobiernos aperturistas como el que asumió en 2015).

Claramente, si clasificáramos los bienes por su complejidad tecnológica incorporada o grado de


diferenciación (cuasi rentas), el déficit comercial está en los bienes más complejos, diferenciados y
con mayor valor agregado de conocimiento técnico, que sueles ser tirados por el consumo de
sectores que acceden a los ingresos de “clases medias” y por el arrastre de la inversión productiva.

El patrón de especialización comercial típicamente “periférico” del país que explica el grueso de
nuestras exportaciones está básicamente asentado en las ventajas comparativas tradicionales
(estáticas) de recursos naturales (tierras y minerales): tradicionalmente se vinculaban
vulnerablemente a los ciclos económicos y a las políticas e intereses geopolíticos de los países

9
En realidad, el contexto de posguerra hasta entrados los 70s era muy diferente en cuanto a opciones de endeudamiento
y créditos externos, con finanzas muy reguladas. Los créditos externos estaban muy restringidos a organismos
multilaterales (Banco Mundial,. FMI, BID) o créditos bilaterales (inter estatales).
10
“El Desarrollo económico en Argentina y Australia a la luz del contexto internacional”, Eduardo Crespo y Nicolás
Bertholet, UNM., presentado en el I Congreso de Economía Política Internacional, Universidad Nacional de Moreno,
noviembre de 2014.
11
Ver McCombie, Pugno y Soro (2002).

12
centrales, en especial, de las economías hegemónicas. Más recientemente a otros países
periféricos industriales grandes como China (desacople y comercio Sur-Sur)

Es decir, preponderantemente se trata de exportaciones de “commodities”(bienes estandarizados


o no diferenciados por marca o diseño): productos primarios (complejo cerealero), algunas
manufacturas de primera etapa (Manufacturas de Origen Agropecuario), con gran importancia del
complejo oleaginoso y cerealero (granos, harinas proteicas, aceites, alrededor del 30%) y
exportaciones industriales de insumos difundidos (siderurgia, petroquímica, aluminio, químicos) y
automóviles (Cadena de Valor Regional Sudamericana).

Ciertamente, son significativas las exportaciones del complejo automotriz pero, en realidad, se
parece más a una industria de tipo “armaduría” o “ensamble” con alto porcentaje de
importaciones de autopartes y componentes en los vehículos fabricados en el país (nunca menos
del 70% del valor agregado en los autos armados en el país), a partir de un fuerte intercambio
comercial entre terminales automotrices de Argentina y Brasil predominantemente (Cadena de
Valor Regional). De hecho, los principales componentes explicativos del insuficiente saldo
comercial nacional, con déficit comercial sectorial (impo mayores que expo), son el sector
automotriz, sector de electrónica (bienes de consumo durable y bienes de capital en general) y
combustibles.

La balanza comercial, es decir, de exportaciones e importaciones de bienes y serbvicios, es un


indicador razonable de las características de la estructura productiva nacional, con su fuerte
especialización en commodities (soja, minerales) y déficits en bienes industriales complejos
tecnológicamente (electrónica, bienes de capital).

Sobre la evolución y vigencia de este condicionante, en base a datos de Coatz, Grasso y Kosacoff
(2015), mientras en 1993 las importaciones per cápita eran de 497 dólares (1997, 871 dólares), en
2014 ya ascienden a 1549 dólares, lo cual habla de un agravamiento, incluso con la recuperación
de producción y empleo nacional que operó entre 2003 y 2013.

Podemos también percibir la problemática haciendo el ejercicio de pensar en los bienes que
consumimos o pasamos a consumir cada uno de nosotros si mejoramos nuestros ingresos y
condiciones laborales: adquisición de electrónica (celulares, tablets, computación, equipamientos
para juegos, etc.), automóviles, equipamiento para hogar (televisiones de última generación,
equipamientos de aire acondicionado, lavarropas y heladeras con mejores prestaciones, etc.),
textiles y calzado deportivo de marcas internacionales e incluso alimentos elaborados o
sofisticados y con marcas de origen (vinos, fiambres, delikatessen, golosinas), mayor consumo
energético, mas equipos de (aire acondicionado, por mayor producción industrial, urbanización,
mayor actividad del sector de transportes, etc.) y viajes al exterior. Todos ejemplos de consumos
asociados a importaciones y salida de divisas, directamente como producto final o como insumo o
partes incorporadas al producto final armado y consumido en el país.

Si asumimos que es prácticamente imposible resignar la voluntad de acceso al modelo de


consumo globalizado y pretendemos una sociedad más integrada (sin pobreza, equidad en
reparto de oportunidades, servicios de salud y educación generalizados y de buena calidad, etc.)

13
es evidente que el foco apunta a las necesidades de desarrollo entendido como diversificación
productiva y que incluye al menos una activa política de sustitución de importaciones (ahorro de
divisas) y, en la medida de los posible, promoción de exportaciones (ingreso de divisas
adicionales). No es sólo por una cuestión técnica (escasez de divisas, economías de escala, etc.)
sino política y distributiva (sostener crecimiento del mercado interno con mejores salarios y más
empleo, menos pobreza).

Finalmente, de esta manera estamos diciendo también que el problema de RE de una economía
nacional periférica como la de Argentina, trasciende, es decir, va mucho más allá, de la
problemática conocida como “Tesis Prebisch–Singer”, relacionada con la evolución desfavorable de
los términos de intercambio externo para los países especializados en exportar productos
primarios o poco elaborados12 (materias primas, commodities en su mayoría).

Más allá de las soluciones transitorias que, en un deseado marco de proyecto estratégico integral
de desarrollo capitalista, puedan implicar las opciones de recurrir a préstamos u otras formas de
entrada de capitales, es evidente que la solución de largo plazo pasa por el desarrollo mismo,
entendido como cambio en la estructura productiva, con sus correlatos de aumento de la
productividad media de la economía y, en particular, logros en materia de sustitución de
importaciones y de aumento de exportaciones de modo que alivien la Restricción Externa a través
del ahorro o la obtención de mas divisas.

La Restricción externa y los otros componentes deficitarios de la cuenta corriente


En la estructural tendencia a la mayor presión de demanda de divisas, también debemos tomar en
cuenta otros componentes crónicamente deficitarios de la Cuenta Corriente(Cu Co) del Balance de
Pagos que integran la demanda o necesidad de dólares.

Recordemos que los movimientos de flujos comerciales y financieros que se registran en la Balanza
de Pagos implican operaciones en divisas (dólares), es decir, de demanda y oferta de las divisas
disponibles en el territorio nacional por operaciones entre residentes y no residentes (y residentes
transnacionalizados!!).

OFERTA de DIVISAS (disponibilidad de divisas en DEMANDA DE DIVISAS (requerimientos de


la economía nacional) divisas de la economía nacional)
Cuenta corriente: Cuenta Corriente:

- exportaciones de bienes - importaciones de bienes

12
América Latina está en su historia íntimamente ligada a las exportaciones de productos minerales (petróleo, cobre,
hierro y otros metalíferos), cultivos tropicales (azúcar, tabaco, café, té,) y frutales (bananas, palmitos, etc.), cultivos de
clima templado (cereales, oleaginosas como soja y girasol, etc.), huano, salitre, etc. Y mas recientemente, algunos países
cuentan con sectores integrados a cadenas globales de valor en los segmentos demandantes de trabajo menos calificado
y baratos como es el caso de la maquila (armadurías de electrónicos, textiles) como en México, algunos países
centroamericanos (Nicaragua, Costa Rica) y del sur (Perú).La industria automotriz argentina actual tiene importantes
características asemejables (armaduría de partes y componentes mayoritariamente importados), si bien no está en las
menores escalas más bajas en cuanto a requerimiento de mano de obra poco calificada y barata.

14
- exportaciones de servicios (Ej: fletes y - importaciones de servicios (turismo en el
seguros de exportaciones, transporte exterior)
aéreo, turismo extranjero en Argentina,
software) - transferencias pagadas (remesas de
inmigrantes hacia su país de origen,
- transferencias recibidas (remesas de donaciones realizadas)
emigrantes argentinos en el exterior,
donaciones recibidas sin contraprestación) - rentas pagadas (en Argentina, este ítem es
importante, por la remisión de utilidades de
- rentas cobradas (entrada por rentas de las empresas extranjeras que operan en el
capital argentino invertido en el exterior, país)
p.e.ganancias de ARCOR o utilidades y
dividendos del exterior muy raramente - pago de intereses
repatriados)
Cuenta Capital y Fianciera:
Cuenta Capital y Financiera
amortizaciones de capital (pago de deuda
- entrada de capitales (inversiones de externa)
cartera, Inversión Extranjera Directa, etc.)
- salida de capitales (inversiones argentinas
- préstamos y créditos recibidos en el exterior)

- Demanda para atesoramiento: colocaciones


en el exterior (la denominada “fuga de
capitales”), compra de dólar para ahorrar
“en el colchón” (reserva de valor)

Podemos hablar entonces de un concepto “extendido” de restricción externa respecto al más


tratado tradicionalmente que es el componente de balanza comercial (impo y expo de bienes), y
ahora vinculado con otros tipos de relaciones comerciales y financieras externas.

Al componente comercial clásico le sumamos los otros componentes crónicamente deficitarios de


la cuenta corriente de la balanza de pagos: los compromisos de pagos en dólares por intereses
(tomó especial relevancia con el salto en el endeudamiento a partir de la última dictadura militar,
se agudizó durante los años 90 y parece reiniciarse un nuevo ciclo intensivo de endeudamiento en
2016), el frecuente giro de utilidades al exterior por parte de filiales de empresas extranjeras
radicadas en el país y con presencia significativa en su estructura productiva13 nacional y la cuenta
Turismo, que suele ser deficitaria a partir de los sectores de la población que fueron adquiriendo
hábitos de viajar al exterior, formando parte de tendencias mundiales, especialmente durante los
períodos de “revaluación” de la moneda nacional (abaratamiento de dólares, en especial durante
los períodos transitorios de acelerado endeudamiento o ingreso especulativo de capitales en
divisas en búsqueda de rápidas rentas financieras).

13

15
El capital ingresado se registra en la Cuenta Capital y Financiera y aquí, en la Cuenta Corriente, se
registran los intereses que se deben pagar, en el caso de endeudamiento en divisas, o el giro de
utilidades, relacionado con las operaciones de filiales de Empresas Transnacionales radicadas en el
país (IED).Se trata de rubros crónicamente deficitarios (mucho mas lo que se paga que lo que se
cobra).

En cuanto a la cuenta “remisión de utilidades al exterior” por parte de filiales de empresas


transnacionales, las mismas ocupan un lugar relevante en la estructura productiva y financiera
nacional: recordemos que las empresas extranjeras explicaban el 57,5% de lasventas totales de las
200 empresas que más facturan anualmente en Argentina, siendo 113 firmas en 2011, bajando al
53% en 2012 (109 empresas). En tanto explican el 64,9% de las ventas en el sector industrialy en
2012 el 44,2% de las exportaciones totales del país (Gaggero, Schorr y Wainer, 2015). Durante el
período 2002-2012, en promedio anual, la remisión de utilidades equivalió al 72% de las IED. Lo
que sigue son algunos datos de la historia reciente.

La evolución de este componente es interesante analizarlo conjuntamente con las IED (inversiones
extranjeras directas, un rubro registrado en la Cuenta Capital y Financiera) en lo que hace al
“balance de divisas”. Es decir, las remisiones son la contracara de los ingresos de estas últimas y, al
menos desde el punto de vista de la contabilidad de divisas en el mediano y largo plazo, no suelen
asociarse a un rol claro de aporte neto de divisas: la salida por remisión de utilidades a lo largo de
varios años suele más que compensar la entrada por Inversión en el momentos inicial de llegada al
país como compra de empresas nacionales existentes, ampliación de capacidad productiva de
empresas o apertura de una nueva filial.

En base a las estadísticas de CEPAL, el trabajo de Nagy, Camila (2017) es ilustrativo de esta
tendencia que surge de la comparación de ambos rubros y que desmienten la relevancia de las IED
en lo que sería su supuesto rol como alivio de la restricción externa: la salida de divisas por
remisión de utilidades representó el 98,95% de las IED del período 2003-2015, además de que
prevalecieron destinos de inversión en sectores que no mejoran la situación del país en materia de
ventajas comparativas (recursos naturales, bienes no transables,).

Las IED tienen como motivaciones típicas, en el caso de países como Argentina, las de abastecer
mercados internos (industria automotriz, grandes cadenas de supermercados, telefónicas) o
destinarse a explotación de recursos naturales para la provisión de materias primas (comercio
mundial, por ejemplo: petróleo, minerales metalíferos, alimentación) que cuentan con demanda
mundial (posibilidades argentinas en cobre, litio, hidrógeno, carne porcina, carne de pescado de
criadero, petróleo y gas).

La cuenta capital y financiera y la restricción externa


Sin dudas, el carácter de la Restricción Externa ha cambiado en los últimos años, complejizándose,
en especial a partir de la profundización en la orientación liberal ocurrida en la década del 90 del
siglo pasado y su reinicio en 2015 hasta 2019, al menos. El trabajo de Malic, E. (2014), es ilustrativo
con su foco “..en las compras definidas como “formación de activos externos del sector privado no

16
financiero” en el Mercado Único y Libre de Cambios, dada la relevancia que han tomado en el
período y las constantes perturbaciones sobre el sector externo que generaron”.

Este autor señala: “A diferencia de las anteriores crisis externas de la Argentina, dadas por las
limitaciones en la cuenta corriente, provenientes de déficit comerciales y pago de servicios de
deuda, en el lustro 2007-2011 el drenaje de divisas aparece fundamentalmente ligado a la cuenta
capital del balance de pagos, resultando la compra de dólares billetes por parte del sector privado
no financiero de los argentinos una variable clave al momento de entender el problema”. (Malic, E.
2014)

Una buena descripción de la óptica de los activos actores “financierizados y tansnacionalizados”


que juegan en marcado financiero y de divisas nacionales está en Grasso, G. Malic, E. y Zicarelli, L.
(2017, Médici editora): “analizan la devaluación pasada, la cantidad de reservas del Banco Central
para responder ante la crisis, la capacidad del gobierno nacional para endeudarse, los incentivos a
los privados vía tasas de interés locales activas y pasivas para hacer carry trade –o para
endeudarse en dólares-, la dinámica de las IED, la política monetaria en el Centro, los episodios
electorales y/o políticos; los episodios de crisis financieras en el exterior y los términos del
intercambio, entre otros factores”.

La capacidad de endeudarse sin límites ha sido una característica de los países capitalistas mas
avanzados y hegemónicos, en términos de poder y de robustez de su economía. “La dependencia
tecnológica (incapacidad para generar autónomamente innovaciones tecnológicas) aunque
importante, es subsidiaria, en tanto la dependencia financiera (incapacidades para endeudarse
en su propia moderna) es central”. (Vernengo, M. 2004)

En cuanto al endeudamiento externo en divisas, desde ya que puede servir hipotéticamente para
paliar una situación coyuntural de escasez de las mismas (no deseable como forma peramente,
visto la experiencia histórica). Incluso puede ser un instrumento o “puente” para incluir en una
estrategia nacional de desarrollo siempre que se cuiden los balances intertemporales en materia
de demanda y oferta de divisas (generar capacidad de repago).

Un caso ideal, por ejemplo, sería el de endeudarse en dólares para expandir actividades
productoras de bienes transables que ahorran o generan divisas y que, en consecuencia,
permitirán luego pagar deudas e intereses sin terminar en crisis e inestabilidad (sustituir
importaciones o aumentar exportaciones industriales).

Sin embargo, no ha sido esta la norma de comportamiento histórico cuando se recurrió al


endeudamiento en dólares en Argentina, predominando enfoques, políticas, e ideologías asociadas
a intereses financieros transnacionalizados en un contexto mundial de globalización con
hegemonía de las fracciones financieras del capital y la expansión de oportunidades de
rentabilidad globalizada.

“Las finanzas trabajan para las finanzas” (Mario Rapoport). Algunos autores (por ejemplo, Hyman
Misnky y su hipótesis de inestabilidad financiera) sostienen que es inevitable la entrada en

17
esquemas explosivos tipo “Ponzi” (deuda para cubrir deuda). Es decir, de endeudamiento
insustentable y explosivo, de mayor inestabilidad y fragilidad con desemboque en una crisis, muy
especialmente en países de la Periferia, ya de por sí más vulnerables atento a sus problemas
estructurales de restricción externa (un análisis de este tipo “Ponzi” puede leerse en Médici, F.
2017).

El dólar en Argentina se constituyó en una moneda que se demanda también como reserva de
valor, es decir, que cumple esa función del dinero para ciertos sectores sociales, especialmente de
altos ingresos y medio altos, que hacen colocaciones en divisas en el exterior (FAE, formación de
activos externos, cuevas). Desde ya, este proceso de demanda de divisas se acelera en períodos de
expectativas de devaluación o incluso para presionar especulativamente y que esta se implemente
(“profecía auto-cumplida” con ganancias especulativas). Incluso también cumple algunas funciones
de medio de pago o cambio nacional (p.e. en mercado inmobiliario).

Sectores que forman parte de los circuitos transnacionales, aún cuando estén en el país y perciban
importantes rentas e ingresos, es decir, están en el país pero su acumulación es realizada en
función de una óptica mundial y no necesariamente de intereses de desarrollo de la economía
nacional. La referencia en el dólar es clave para pensar la rentabilidad de este importante sector
transnacionalizado, que es mas “una parte del sistema mundial en el país” que una parte de la
economía nacional.

De ahí la relevancia de aceptar la situación y entender que ya existe una restricción adicional: que
la política económica genere condiciones de rentabilidad suficiente para colocaciones en activos
financieros (o no) en pesos, de modo de desalentar la demanda de divisas.

Todo esto facilitado por el contexto mundial con predominio “neoliberal financiero” y su correlato
de instituciones, políticas e innovaciones favorables a la generación de oportunidades de
obtención de rentas financieras y de opciones acordes de alta rentabilidad en general. En
particular, se destacan las mayores facilidades que implica la existencia de zonas financieras
liberadas de controles, impuestos y otras restricciones al movimiento de capitales (“paraísos fiscal
financieros”, inversiones off shore).

En definitiva, la dinámica de la balanza de pagos ya no depende sólo de la estructura productiva


sino también del sistema monetario y financiero internacional y de los intereses de actores
estatales y transnacionalizados que actúan en todos los países y activan una dinámica específica en
los países periféricos, agravando los problemas y la vulnerabilidad de estos últimos. De ahí que
resulte relevante entender los determinantes (internos y externos) de los flujos de capitales desde
y hacia las economías con estructuras productivas desequilibradas como las nuestras (F. Médici,
2017).

En cuanto a las explicaciones de este fenómeno de “tendencia al repudio a la moneda nacional” en


los países periféricos en general pero que en Argentina tiene una especial intensidad
(“bimonetariedad”), especialmente en coyunturas críticas, son varias y amerita profundizarlas.
Desde ya que plantean duros obstáculos quitando grados de libertad para políticas soberanas de

18
desarrollo nacional, en especial, políticas: monetaria, crediticia, de manejo de tasa de interés y de
gestión de la autoridad bancaria central (BCRA). Nos referimos a cuestiones que hacen a la puja
distributiva y a las políticas e instituciones nacionales para moderar la gran inestabilidad
característica.

Se entiende así el lugar tan relevante pero excesivo que tiene la situación relacionada con la
política y el mercado cambiarios en la historia económica argentina (y en la actualidad).

Lo sucedido entre abril 2018 y noviembre de 2019, que dejó como saldo la duplicación del valor
cambiario (cotización del dólar), se inscribe en el marco de retiro de fondos cuando los grandes
operadores analizan las cuentas externas y la viabilidad en el tiempo de las políticas que incentivan
la obtención de suculentas rentas financieras. Las ganancias son privadas y de pocos, pero las
deudas que quedan y los costos se socializan a todo el mundo, al menos a las mayorías que no
tienen opciones de fugar dinero a paraísos fiscales o mudarse de país.

Médici (2017) y Nagy (2017), sostienen que la inversión extranjera directa (IED), las inversiones en
carteras (financieras) y el endeudamiento externo, si bien pueden traer un alivio de corto plazo,
terminan casi siempre constituyendo una costosa carga en el mediano y largo plazo cuando no son
destinados a expandir capacidades productivas.

La remisión de utilidades, el pago de intereses y, en especial, la reversión de esos flujos financieros


cuando se recortan ganancias por expectativas de devaluación o se interpretan riesgos de
insolvencia (pagos y su relación con las exportaciones o con la cantidad de reservas disponibles),
originan salidas de dólares que suelen estar en el núcleo de la explicación de la inestabilidad y las
crisis financieras y de cuentas externas.

Desarrollo como superación de las restricciones “externa” (económica) y “política”

Sin propósito de profundizar en esto, nuevamente destacamos aquí la relevancia y la necesidad de


realizar enfoques transdiciplinares en ciencias sociales. La interrelación de causalidad entre
factores políticos y económicos en la conocida como “restricción externa” (y restricción “política”,
incluyendo la geopolítica) constituye un aspecto desafiante por poco explorado y tratado a la hora
de dar luz sobre estas cuestiones.

En ese sentido, y al sólo fin analítico, dos son las tipologías de restricciones en que pueden
agruparse los límites para el crecimiento económico sostenido y la continuidad de la acumulación
de capital en países como Argentina. Es decir, el planteo en términos de “restricciones” u
“obstáculos”, conforme el enfoque de raigambre estructuralista:
- El límite “económico” tratado como “restricción externa” o tendencia a la insuficiencia
estructural de divisas como expresión (cuello de botella externo, problemas de balanza de
pagos), que ya no es solo de carácter comercial (brecha tecnológica) como la tratada por la
tradición de autores estructuralistas (Ferrer, Braun y Joy, Díaz Alejandro, Diamand,
Prebisch) sino principalmente financiera (moneda de reserva internacional). En coherencia
con una concepción de sistema político y económico mundial condicionante, la expresión
“restricción externa” refiere al nexo de la posición de una economía nacional y su tipo de

19
inserción económica y política.
- Un límite de tipo “político”:
o Interno: ya sea de conflicto interno “kaleckiano” (lucha de clases) o en torno a
coaliciones sociales y proyectos diferentes de desarrollo nacional. En el primer
caso, “kaleckiano”, está referido a los conflictos sociales estructurales y lucha de
clases por el reparto de riqueza y la conducción del proceso económico. Los
apoyos a políticas expansivas en la recesión y la oposición a las mismas por sus
efectos de prolongación de situaciones de alto o pleno empleo y fortalecimiento
de la capacidad de negociación de las clases sublaternas. Tal como analizaba
lúcidamente Michal Kalecki en su ensayo de 1943. La otra dimensión endógena o
interna del conflicto político es la relacionada con los diferentes proyectos de
desarrollo nacional, es decir, el relacionado con la conformación de alianzas,
coaliciones o bloques político-sociales “desarrollistas” o “liberales” que, valiéndose
del Estado como “poder político condensado”, definen e implementan estrategias
de acumulación de capital con distintos resultados en materia social y económica.
No es ajeno a idea mediática de “grieta” o “polarización” o “péndulos”. Situaciones
de vacancia hegemónica caracterizan la historia económica y política nacional.
o Un límite externo o “geopolítico”. el lugar de los países en el orden mundial
económico y político y el rol de las potencias hegemónicas y sus juegos de poder e
intereses geopolíticos deben jerarquizarse como variables explicativas claves de las
posibilidades de expansión económica capitalista de los países, incluyendo a las
muy escasas experiencias de industrialización tardía que dejó atrás el
subdesarrollo (p.e. Corea del Sur, Taiwán y China en Guerra Fría, Australia e Israel).
Por ejemplo, el apoyo a Corea del Sur en el marco de la “guerra fría” URSS-EEUU.
En la escasez de financiamiento externo, “moneda convertible o “de reserva” o “unidad de cuenta
aceptada internacionalmente”, se expresan problemas de la estructura productiva nacional (EPD,
Heterogeneidad) y del lugar periférico y dependiente. Un sistema mundial en que las
exportaciones e importaciones de los países reflejan las demandas recíprocas y las posibilidades de
contar con moneda internacional que, en definitiva, expresa relaciones de poder que aquí no
podemos dejar de mencionar (imperialismo, hegemonía, dependencia).
Sobre las oportunidades de desarrollo económico y social y la influencia decisiva del ámbito
externo u orden económico y de poder mundial, es decir, el sistema capitalista mundial interestatal
(competencia entre países, conflictos, intereses hegemónicos, etc.), pesan las asimetrías de poder
y de desigualdad en el desarrollo económico acumulado.
Finalmente, y a modo sintético, pueden identificarse tres aspectos que son decisivos en estas
diferencias claves entre países: poder militar, control de la moneda y las finanzas internacionales,
control sobre las tecnologías y el progreso técnico.

20
21
Parte 2: El tipo de cambio en el centro de la escena
En una país en que algunos periodistas llegan a hablar del deseo de dólares, por parte de ciertos
sectores de la población, como síntoma de TOC (trastorno obsesivo compulsivo)y en que el dólar
llega a reemplazar a la moneda nacional hasta en algunas funciones como “medio de cambio” (por
ejemplo compra y venta de inmuebles), de unidad de cuenta o “expresión de precios” (precios de
ciertos alquileres, precios de inmuebles, algunos precios de insumos) y más aún como “reserva de
valor” (atesoramiento o ahorro en dólares, FAE), tiene sentido detenernos y analizar mas algunas
cuestiones vinculadas al tipo de cambio o precio de las divisas (el precio en pesos de los dólares).

Preguntas relevantes que siempre surgen: ¿Es mejor tipo de cambio alto (dólar caro) o tipo de
cambio bajo (dólar barato)?, ¿alcanza con focalizar sólo y obsesivamente en la política cambiaria o
de tipo de cambio?, ¿es mejor dejar al mercado libremente o el estado debe involucrarse en la
gestión de este “precio” y “costo” tan relevante en la formación de otros precios?, ¿qué significa
tipo de cambio “real”?

Nos parece interesante reflexionar y contar con algunos elementos para comprender esta
temática, al menos con carácter introductorio. No obstante, somos muy críticos a lo que ha sido
una situación en que el tipo de cambio y sus oscilaciones ocupa una centralidad que consideramos
desmedida y hasta cierto punto perjudicial, en tanto se suele asociar a un gran empobrecimiento
del debate sobre problemas económicos nacionales.

Como se detalla en Médici, F. (2017), Introducción, un especial debate se da en torno al manejo del
tipo de cambio y su posible vinculación con las mejores condiciones para el crecimiento y el
desarrollo, incluyendo superar la restricción externa. Desde posiciones escépticas (década del 80,
autores como Canitrot y Díaz Alejandro; o autores del Mainstream como Williamson, O.) a
“neodesarrollistas” optimistas, que parten de una cierta interpretación particular acerca del
desarrollo de países asiáticos y que proponen y apuestan a los efectos supuestamente positivos de
un “dólar caro y estable” sobre la competitividad (importaciones y exportaciones) y sobre la
productividad.

Aquí pensamos, en principio, que de ninguna manera se resuelven los problemas estructurales y
de subdesarrollo por la vía de un solo instrumento como es la política cambiaria o “de precios
relativos”, más allá de la indudable relevancia que la ponen en el centro de la escena.

Esperamos NO contribuir aquí a la reproducción de la creencia tan difundida acerca de la


omnipotencia de la política cambiaria para resolver los problemas económicos nacionales y centrar
en ella casi todas las discusiones y hasta las expectativas y esperanzas. “Pasión cambiaria” que
comparten también tantos economistas neo-desarrollistas.

“…el tipo de cambio representa una suerte de elixir mágico, el cual es presentado por economistas
de varias orientaciones para cumplir múltiples objetivos: impulsar exportaciones, evitar
importaciones e inducir sustitución, diversificar la estructura productiva, estimular el desarrollo
tecnológico y fomentar el empleo, limitar el turismo o lograr frenar una creciente formación de

22
activos externos, entre otras, en la convicción nunca fundamentada de que tiene una llave que abre
conjuntamente múltiples puertas de la macroeconomía” (Amico y Fiorito, Médici, 2017).

Lo central es que el tipo de cambio es una variable en torno a la cual se expresa (y es objeto de) el
conflicto distributivo14, no se producen divisas aceptadas internacionalmente y su escasez expresa
problemas estructurales y de orden internacional, a la vez que también es un activo (moneda de
reserva) sujeto a demanda para ahorro y especulación, aunque no únicamente sí muy
especialmente por su alcance en Argentina .

Se entiende entonces la prioridad de los gobiernos en torno a la política cambiaria, ya que


controlar estabilizando el tipo de cambio permite moderar el conflicto distributivo, quien gana y
quien pierde, según sea su nivel, y evitar inflación. Ello guarda íntima relación con la inmensa
mayoría de las aceleraciones inflacionarias en Argentina: los sectores que pierden no se resignan y
pujan por recuperar ingresos.

Frases como “atraso cambiario” suele ser una manera de decir, por parte de fracciones del capital,
que “los salarios reales son muy altos”, como para reclamar devaluaciones , es decir, bajas
salariales reales.

A partir de la explicación (muy parcial y reduccionista) que dieron ciertos especialistas acerca de las
experiencias asiáticas exitosas (Corea del Sur, Taiwán, China más recientemente), ciertos autores
defienden una política de “dólar caro” como condición para el desarrollo (R. Frenkel, C. Bresser
Perira, Ros Jaime, P. Gerchunoff, etc.). Se trata de una convocatoria a esfuerzos vanos y muy
costosos socialmente: las elasticidades de exportaciones ya son un dato para pensar en quimeras
de señales de precio, además del efecto en materia de reducción real de salarios y las
consecuencias conflictivas que ello conlleva.

Las exportaciones son un componente de la demanda agregada, pero importan más en su rol de
proveedor de divisas para generar condiciones de crecimiento en un país periférico. No obstante,
sus posibilidades de expansión son muy limitadas y dependen de factores externos,
básicamente, de la demanda de otros países.

Aunque excede el marco del presente, entendemos necesaria una mirada más integral de todas las
dimensiones involucradas cuando pensamos estrategias de desarrollo. No obstante, analizaremos
aquí el tema tipo de cambio y los efectos de sus modificaciones.

Los tradicionales ciclos stop and go y las devaluaciones

14
Como se dice a partir de la tradición económica clásica, los precios son “el microcosmos de la lucha de
clases”, y el dólar como fetiche que oculta relaciones sociales y de poder. Extenso sería aquí desarrollar el
tema, pero las divisas” fuertes”, monedas de reserva e intercambio internacional, son atributos del poder de
las potencias hegemónicas (o imperialistas). En la existencia de monedas “periféricas” y “centrales” (dólar,
euro) se expresa el orden político y económico mundial con sus jerarquías y desigualdades.

23
En una economía con escasez estructural de divisas y una sociedad marcada por una especial
intensidad de su conflicto socio-político parece tener lógica la centralidad de la discusión en torno
a las problemáticas del tipo de cambio o “precio del dólar en pesos” y de cómo gestionar o
administrar su oferta y demanda. Nos referimos a la política cambiaria.

Los tradicionales modelos estructuralistas de dos sectores, explicativos de la estructura productiva


derivada del proceso de sustitución de importaciones, reflejaban una secuencia cíclica de fase
expansiva (nivel de actividad económica) que se iniciaba con aumento de salarios 🡪 aumento de
ventas en mercado interno 🡪 aumento de la producción industrial y el empleo 🡪aumento de las
importaciones de insumos y bienes de capital (al aumentar la inversión) 🡪déficit balanza comercial
(dado que las exportaciones, que dependen de factores externos y no de ese ciclo, no
acompañaban el crecimiento al mismo ritmo).

Esta situación deficitaria “comercial” generalmente llevaba a una devaluación de la moneda


nacional que, como impacto inmediato, reducía los salarios en términos reales por el alza del
costo de vida (inflación), por lo cual, se enfriaba la economía y vía recesión se reducían las
demandas de importaciones, posibilitando el cierre en las cuentas del balance comercial externo
de bienes (fase recesiva que lleva a superávit comercial). Las devaluaciones son recesivas en la
Periferia, pero sirven para distribuir ingresos regresivamente (contra los asalariados) y para
mejoras transitorias de la balanza comercial vía reducción de importaciones (y NO de aumento de
exportaciones).

La actualidad nacional no es extraña al recurso de esta política cambiaria para dar respuestas a los
problemas de caída en las reservas e irrupción del problema de restricción externa, cuando esta
emerge con toda su dimensión, tal como podemos constatar a partir de 2012 y, en especial, a
partir de la devaluación del gobierno que asumió en diciembre de 2015 y las devaluaciones de
2018 y 2019.

El stop and go y el clásico “movimiento pendular en políticas” no es algo del pasado, más allá de
sus especificidades durante el presente siglo XXI. El efecto de mejora en saldo comercial, es vía
recesión que reduce las importaciones (y no vía precio).

En el recuadro siguiente se sintetiza la secuencia causal de los efectos de una devaluación.

LOS EFECTOS DE UNA DEVALUACIÓN


●SOBRE EL NIVEL GENERAL DE PRECIOS 🡪 INFLACION. La historia económica nacional muestra
una altísima correlación entre inflación y devaluación. Cuando se produce un alza en el tipo de
cambio, impacta automáticamente en la formación de los precios de alimentos y de los
productos importados (bienes transables), se motivan pujas distributivas (presiones para
aumentos salariales compensatorios con defensa y sostenimiento de altas tasas de ganancias)
lo cual traslada el aumento inicial a otros precios aunque no estén vinculados de manera

24
directa al mercado externo15. Aumenta el precio en pesos de los bienes transables o
comercializables con el exterior (mas adelante definimos “bienes transables”y “no transables”).
Es la llamada también “Inflación cambiaria”.
●SOBRE LA DISTRIBUCION DE INGRESOS 🡪 REGRESIVIDAD. Redistribuye ingresos en contra de los
asalariados especialmente. También discrimina en contra de productores de bienes no
comerciables con el exterior, los cuales se abaratan en relación a los bienes importados o los
bienes exportables (estos se encarecen por devaluación), si bien en Argentina se encuentran
bastante “dolarizados” y aumentan también. Cae el salario en términos reales y se elevan las
ganancias y, en especial, las rentas del sector exportador. Podemos decir también que se
abaratan los salarios expresados en dólares, bajando costos de la producción nacional.
●SOBRE EL NIVEL DE ACTIVIDAD ECONÓMICA 🡪 RECESIÓN: al menos en Argentina y como
impacto por cierto lapso de tiempo, el efecto recesivo es muy claro y se da fundamentalmente
por la caída de los salarios en términos reales ante el encarecimiento de alimentos y productos
importados, es decir, por la contracción del consumo interno tomando en cuenta que es el
principal componente de la demanda agregada. En cuanto a los otros componentes de esta
última: también es lógico que se retraigan las inversiones ante la caída de las ventas y, en
consecuencia, las perspectivas contractivas de la economía y el menor uso de las capacidades
instaladas; en tanto las exportaciones no suelen incrementarse de manera compensatoria ya
que dependen de factores que exceden en mucho lo que puede hacerse desde el país (baja
elasticidades “precio” e “ingreso”). Desde ya, operan todos los efectos aceleradores y
multiplicadores, en este caso, acentuando la contracción si no se compensa con otras políticas:
suelen generarse efectos de caída en el empleo e incluso abierto aumento en el desempleo
debido a la contracción del consumo, principal componente de la demanda interna que explica
en torno al 70% de ella, y el arrastre inducido de caída en la inversión priovada (RECESIÓN). Este
es un punto de especial controversia en tanto no pocos especialistas (ortodoxos y no pocos
heterodoxos) sostienen que el abaratamiento de la mano de obra por devaluación favorecería
el aumento del empleo, omitiendo o subestimando la mirada keynesiana sobre el decisivo rol
de la demanda en las decisiones de inversión y de contratación de nuevos empleos. No suele
verificarse una relación inversa entre niveles de salario y de empleo, como indican las miradas
de la perspectiva neoclásica tan influyente (desempleo voluntario, NAIRU, tasa natural). En
cambio, sí abundan evidencias históricas (estudios econométricos) acerca de la relación entre
desocupación y baja de salarios y, a la inversa, aumento del nivel de empleo y aumentos de
salarios (poder de negociación de los trabajadores organizados).
●SOBRE LA BALANZA COMERCIAL Y LA BALANZA DE PAGOS 🡪 MEJORA EL SALDO: En general
impacta mejorando la balanza comercial de bienes y servicios, fundamentalmente porque
reduce importaciones a causa de la recesión que genera devaluar(caída del consumo y la
inversión además del encarecimiento de las importaciones).También desalienta los viajes de

15
La definición de inflación es: aumento sostenido en el nivel general de precios. Algo muy distinto a una situación de
incremento de un precio individual en relación con otros. Lo que sí se vincula a este aumento individual es que el
incremento de ciertos precios “especiales” (tipo de cambio, salarios) se convierte en inicio de impulsos inflacionarios, es
decir, que se generalizan. El caso del precio de la carne, del tipo de cambio y de los precios internacionales de nuestras
exportaciones y de tarifas de servicios públicos que suelen influenciar las negociaciones salariales y con ellos la puja
distributiva entre sectores del capital y del trabajo. En Argentina es muy clara la aptitud explicativa de la visión de
“costos” para entender las causas de la inflación, en especial el efecto de puja distributiva.

25
residentes al exterior y puede alentar el de No residentes a la Argentina por el abaratamiento
relativo. Pero, en la experiencia nacional, claramente, no mejora las exportaciones16. Puede
generar transitoriamente algún pequeño saldo exportable(caso muy especial de empresas con
redes en países vecinos) como también favorecer la resistencia a la competencia de ciertas
pocas importaciones puntuales o mejorar ventas a turistas extranjeros (esto es muy puntual y
marginal y se sostiene transitoriamente mientras la inflación no compense el aumento del tipo
de cambio, como suele pasar). Aunque en general la contracción de la demanda suele ser el
factor decisivo a la hora de alentar o desalentar muchas producciones nacionales; es decir, el
incentivo neto por devaluación es despreciable en cuanto a expandir las producciones
nacionales destinadas al mercado interno ya que se contrajeron mucho las ventas y no hay
incentivos para la inversión y la contratación de empleados.
●SOBRE EL COMERCIO EXTERNO 🡪 un efecto PROTECCION: Un tipo de cambio alto, mientras
pueda sostenerse en términos reales, opera como protección de la producción nacional; en
otros términos, otorga más competitividad transitoria a la producción nacional al encarecer las
importaciones en pesos. Si bien ello NO implica que aumenten sus ventas y ganancias en el
mercado interno, porque este claramente se contrae a partir de la caída de los ingresos
salariales que implica la devaluación y siempre el efecto predominante es el de RECESION.
Tampoco hay evidencia empírica de aumento de las exportaciones ante una devaluación (ver
nota al pie nro.12). Nuevamente, suelen darse luego mejoras en el saldo de la balanza
comercial pero como resultado del “ajuste” recesivo y de su efecto en materia de contracción
de las importaciones. Muchas de estas se demandan menos al caer la demanda interna (caída
de salarios reales, caída del consumo y la inversión, recesión) y encarecerse en pesos. Es decir,
el efecto protección de una devaluación, además de que suele ser transitorio, de por sí solo no
suele traducirse en un impacto relevante en materia de sustitución de importaciones y sólo
puede ser beneficioso para escasos y muy puntuales negocios (cierto comercio y servicios con
turistas que vienen al país, algún proveedor de empresas exportadoras, algunos que están en
situación competitiva límite y pueden resistir competencia importada, turismo receptivo, etc).
“No mueve la aguja”.
●SOBRE POSIBILIDAD DE EFECTO REAL SOSTENIDO: lógico es pensar que cuando se devalúa se
pretende encarecer el valor del dólar en relación con otros precios, es decir que “se adelante” o
aumente su valor en términos de los otros (los cuales disminuyen en la relación): que el tipo de
cambio crezca en relación con otros precios básicos que intervienen en la formación de todos
los costos de la economía como es el caso de los salarios y las tarifas de servicios públicos. Es
útil aclarar que la experiencia histórica muestra como regla que el aumento del dólar por sobre
los salarios y las tarifas no suele sostenerse mucho tiempo, debido a las presiones por recuperar
los perdido de los otros dos precios: en especial por la legítima presión sindical para recuperar
la caída del salario real, es decir, el poder de compra de los salarios (puja distributiva, demanda
de indexación salarial) aunque también se puede dar la necesidad de recuperar con aumentos
los valores de las tarifas (transporte, servicios de gas y electricidad, telefonía, etc.). Estamos

16
En Médici, Di Giobambattista y Garriz (2016) se citan varios trabajos de estimaciones de las elasticidades de
importaciones y exportaciones argentinas respecto de los precios y del ingreso (sensibilidad muy baja, por no decir casi
nula, de las expo a las devaluaciones, etc.).

26
diciendo que otro aspecto relevante es la duda acerca de la sostenibilidad en el tiempo de una
buscada mejora o encarecimiento en el valor del dólar respecto de otros precios, es decir,
sostenerlo en términos reales, al menos en una sociedad con funcionamiento satisfactorio de
las instituciones democráticas y respeto por cierta tradición igualitarista nacional. Apenas si
pueden nombrarse pocos ejemplos en la historia más cercana de efectos reales sostenidos por
un tiempo en las devaluaciones: 1976 (golpe militar, terrorismo de Estado) que posibilitó una
caída estructural de los salarios, que venían de alcanzar sus mayores niveles en términos
históricos hacia 1974 y años 2001/2002, contexto de una brutal crisis social y económica con
depresión y explosión de desempleo y precarización que debilitaron la capacidad de resistencia
de la clase trabajadora y devaluaciones de 2018 y 2019, que sí fue “exitosa” en términos de baja
de salarios reales en favor de aumentos de tarifas y tipo de cambio. Por el contrario, los
ejemplos de devaluaciones más recientes en 2014 y 2015 muestran lo señalado anteriormente
en cuanto a rápida Revaluación en términos reales por aumentos de salarios en paritarias y, en
la última, también por fuertes aumentos en las tarifas de servicios públicos.

Es decir, tal como demuestran las experiencias recientes de 2014, de fines de 2015 y principios de
2016 y de 2018 a 2021, las devaluaciones suelen tener efectos transitorios de “corrección”, es
decir, si aporta soluciones suelen ser transitorias y cada vez menos duraderas en relación a ciertos
efectos aparentemente buscados de mejorar un precio en términos de los otros precios, aunque sí
se pueden reconocer como seguros correlatos: posibilitar ganancias de capital a los tenedores de
divisas, bajar salarios reales y mejorar saldos de la balanza comercial por la vía de la recesión
interna y así la reducción de importaciones. El gobierno 2015-2019 tuvo un relativo éxito en
cambiar la estructura de precios relativos en contra de los salarios y a favor de tarifas de servicios
públicos y tipo de cambio.

Las devaluaciones de la moneda nacional suelen tener efectos inflacionarios posteriores (espiral de
amentos con tarifas y salarios, básicamente) que suelen compensar el alza inicial en las
cotizaciones de las divisas: es decir, los efectos reales suelen ser transitorios o poco sostenibles
política y socialmente, salvo se logre reprimir o bloquear los aumentos defensivos de los otros
“precios”, como es el caso típico del salario (real y nominal) bajo condiciones de alta desocupación
y represión.

Finalmente, vale la pena repetir que, en la historia nacional, las devaluaciones suelen ser las
principales causas de los empujes o shocks iniciales que disparan procesos de generalización de
aumentos de otros precios, es decir, efectos inflacionarios o de aumentos generalizados y
permanentes de precios (inflación cambiaria, de costos o estructural mas puja distributiva como
propagadora). Es decir, inflación cuyas causas están en los movimientos de “costos”,
básicamente, disparada por movimientos en las relaciones entre salarios, tipo de cambio y
tarifas mas la puja distributiva por defenderse de caídas de ingresos (asalariados, fracciones del
capital).

27
Cuestionando el tipo de cambio como herramienta única
Para una discusión ampliada (y relevante) acerca de la relación entre nivel del tipo de cambio y sus
efectos sobre el desarrollo de una economía periférica como la nuestra, se puede consultar el
excelente artículo de Garriz, Médici y Di Giobambattista (2016) y en los papers incluidos en el
trabajo de Médici, F. como editora (2017).

No obstante, algo diremos: es claro que usar como herramienta única al tipo de cambio no es
suficiente. Quienes defienden el tipo de cambio alto único como herramienta de incentivo para la
diversificación en la producción, es decir, para promover la necesaria expansión de la producción
de bienes transables, industriales y más complejos tecnológicamente, pierden de vista el efecto
negativo que tiene sobre el salario real y con ello, el claro predominio del efecto contractivo de los
principales componentes de la demanda agregada (macro) y el nivel de actividad económica
interna.

Las devaluaciones son recesivas en Argentina y eso es contradictorio con la búsqueda de


inversiones y de activar procesos de acumulación de capital, que suelen ser inducidos por las
perspectivas de ventas, es decir, por el mismo crecimiento económico (tirado por la demanda
agregada). No sólo no es deseable por las negativas consecuencias distributivas y sociales, sino
también porque no es eficaz para el crecimiento económico en vistas a que, por el contrario,
genera recesión en el mercado interno (el consumo agregado es lejos el principal componente de
la demanda agregada: más del 70%).

No se verifica que reducir el consumo y aumentar el ahorro es bueno para que aumenten las
inversiones privadas sino más bien al contrario. Estas últimas no pueden liderar, sino que son
inducidas por el crecimiento y, a la inversa, en realidad el consumo suele ser el principal
componente de la demanda agregada por lo que, si decrece, se genera recesión.

Es interesante, a riesgo de repetición, destacar que su eficacia en cuanto a mejorar la balanza


comercial (reducir déficit), si la tiene, se debe precisamente a que la recesión genera una
disminución de las importaciones, es decir, a un costo social y económico elevadísimo (“Muerto el
perro, se termina la rabia”). No hay efecto sustitución en el consumo y uso de ¿bienes y servicios
gracias a señales de precios.

De ahí que los programas recesivos suelen asociarse a recetas de ajuste para mantener superávitas
de cuenta corriente, pero a costo del nivel de vida de varios millones de personas (desempleo, baja
salarial, pobreza, indigencia, informalidad laboral).

Varias estimaciones (elasticidad de las exportaciones nacionales respecto del precio nacional o
respecto del ingreso de los países centrales que nos compran) demuestran el casi nulo impacto de
una devaluación en cuanto a aumento de las exportaciones.

Pero también, y más que nada, retomar la discusión sobre desarrollo en sentido más amplio y con
vocación integral, se necesitan “políticas desarrollistas”, de aumento de la productividad media de
la economía nacional: políticas industriales y de ciencia y tecnológicas, política de desarrollo de

28
infraestructura (transporte, comunicaciones, provisión de energía, servicios sociales baratos, etc.),
políticas comerciales y de subsidios, así como la situación geopolítica y de contexto histórico del
capitalismo, formación “política” de bloques sociales interesados en el desarrollo nacional ( hoy
inexistente), un rol estatal activo (compras del estado y créditos baratos para sectores definidos
como estratégicos, empresas estatales para desarrollo en ciencia y tecnología, etc.) y, lo que suele
olvidarse, una macroeconomía de manejo acorde en la demanda, con un giro respecto de las
conocidas como políticas contractivas y de austeridad hacia las imperiosas políticas de
sostenimiento de la demanda agregada (Keynes, Kalecki) como condición.

Políticas de demanda mas cambio estructural es la receta para crecer y acumular capital
sostenidamente, es decir, para dar respuestas a ls restricciones económicas o técnicas (expo e
impo) si bien el terreno de las restricciones políticas remiten a consideraciones de construcción de
hegemonía en torno a proyectos de desarrollo y a políticas de relaciones internacionales bajo
fuertes restricciones de poder mundial.

29
Anexo.
Precios relativos, tipo de cambio y políticas cambiarias
Desde la perspectiva del interés por las relaciones de precios y sus movimientos que definen
ganadores y perdedores, los principales precios o “precios centrales” de una economía nacional se
pueden sintetiza en tres:

● tipo de cambio (precio de la moneda extranjera)


● salarios
● tarifas de servicios públicos

Podríamos ser más exhaustivos nombrando también otros:

● precios internacionales (en bienes transables internacionalmente: importados y


exportables)
● impuestos, en especiallos “trasladables aprecios o indirectos” como impuestos al
consumo, al comercio exterior (aranceles que gravan las importaciones y retenciones que
gravan a las exportaciones) o ingresos brutos.
● subsidios (desde el Estado)
● tasa de interés (“precio” del dinero) y tasas de ganancias
● ingresos de los llamados, en términos neoclásicos, “factores de la producción”:salario,
ganancia (normales y extraordinarias o cuasi-rentas), rentas.

Pero podemos simplificar razonablemente la cuestión de los “precios relativos” y las cuestiones
distributivas relacionadas a la consideración de solamente tres de estos precios centrales: tipo
de cambio, salarios y tarifas de servicios públicos, que son los principales precios que intervienen
en la formación de los costos de producción de todos los precios de una economía nacional.

Cuando se dice que una "combinación o estructura de precios relativos” es o no la deseable en un


momento dado o que “los precios relativos vigentes no son los correctos”, se está haciendo
referencia a las relaciones de estos precios entre sí y desde un posicionamiento particular, con un
interés u objetivo específico17.

Con “posicionamiento” detrás de un interés u objetivo nos referimos, ya sea a los fines de un
análisis en función de objetivos de crecimiento, de distribución de ingreso y riquezas, de respuesta
a una situación de emergencia como las presiones “de escasez” en mercado cambiario, o bien
desde una óptica sectorial, para manifestar acuerdo o desacuerdo según beneficie o no a ese
sector (p.e. un sindicato de trabajadores, una cámara patronal) o en función de objetivos de
política e interés públicos.

17
Las relaciones de precios: uno es más alto o más bajo con respecto a otro o a otros. Un ejemplo: un salario es bajo en
relación al precio de las tarifas de servicios públicos y el alto precio del dólar.

30
La frase “situación de atraso cambiario” o de “precios relativos incorrectos o distorsionados” ,
como se señaló, suelen ser muletillas que, en realidad, hacen referencia a una crítica que
considera demasiados altos los salarios vigentes, por parte de sectores del capital.

La cuestión de los determinantes “estructurales” de los precios y la teoría del valor exceden
largamente el fin de esta ficha temática. Al menos mencionemos que, en realidad, expresan
relaciones sociales: detrás de ellos están pujas distributivas de sectores y clases sociales, en
especial el conflicto estructural entre las fuerzas del capital y el trabajo por el reparto del
excedente de la sociedad (salario y ganancias, que dependen de relaciones de fuerza y conflictos
en nuestra visión). En la tradición de los economistas clásicos y la crítica de Max, la distribución del
ingreso y del excedente guarda relación con las pujas, con los conflictos sociales y la luchas de
clases, remitiendo a variables externas a la economía (consensos sobre estándar de vida, políticas
de gobierno, poder relativo de los trabajadores, instituciones protectoras y de bienestar, etc.).

Y aclaremos también que, aún en un plano menos abstracto, los precios están muy lejos de
formarse a través del mero juego de la oferta y la demanda en condiciones competitivas18. No sólo
porque también existen, e incluso son en general la regla y no la excepción, los llamados precios
“administrados” (colusión de empresas, intervención estatal, monopolios, competencia
oligopólica, etc.)19. Nos referimos a la tradición clásica y de su crítica en que los precios y la
distribución del excedente deben analizarse conjuntamente, si bien remiten a teorías diferentes a
las del marco teórico necolásico predominante en que oferta y demanda determina el sistema de
precios, incluyendo el de los facotres productivos escasos (remuneración, ganancias, intereses,
salarios y rentas)

Cuestiones de léxico económico: magnitudes “reales” y “nominales”

La relación de los niveles de estos precios entre sí nos remite conceptualmente a la diferenciación
entre los que llamamos habitualmente valores nominales y reales en el léxico económico usual.
Los cambios en términos reales, son “en relación a” otros precios.

Por ejemplo, cuando hablamos de salario real, sabemos que relacionamos el monto “nominal” en
pesos percibido en concepto de remuneración con el precio de los bienes y servicios en que se
gasta ese ingreso, en general, representados en la idea de una canasta tipo (canasta familiar, de
¨bienes salario”).

18
Nos referimos a la diferencia con el reduccionismo de la tradición neoclásica convencional. El mundo ideal de: muchos
oferentes y demandantes (contrario de concentrar poder de mercado), bienes homogéneos y por eso comparables,
perfecta o casi perfecta disponibilidad de información sobre precios y cantidades para empresas y consumidores;
simetría en la distribución de la información. Por otro lado, si no lo desarrollamos aquí, no es que creamos que las
demandas y ofertas caen desde el cielo, sino que remiten a muchas otras cuestiones (en la determinación de la
demanda: nivel de salario real, tasa de ganancias, instituciones que codifican las relaciones económicas, etc.; y cuando
hablamos de ganancias, inversiones, productividad, etc., para la determinación de la oferta). Por otro lado, en la
tradición clásica, las condiciones de competencia no tienen que ver con el número de oferentes y demandantes sino con
las condiciones de “desafiabilidad competitiva”, lo cual lleva a análisis diferentes, con consecuencias para las políticas
regulatorias y la formación d eprecios y decisiones de inversión.
19
No se pretende aquí tampoco negar la validez de la tradición clásica y marxista de pensamiento en torno a la teoría del
valor, es decir, acerca de los determinantes sociales e institucionales que realmente inciden en la formación de los
precios.

31
Lo usual es que se relacione la evolución del salario con la del índice de precios al consumidor, que
representa la evolución de los precios de una canasta de bienes representativa “promedio”. Al fin
didáctico: sabemos que si otorgan un aumento salarial de 10% al cabo de un período de tiempo,
ello implica un aumento nominal, pero lo que interesa es el “poder adquisitivo” real ganado y, en
eso, si por ejemplo la inflación medida por el IPC para ese mismo período fue del 12%, sabemos
que hubo en realidad una caída del salario real, es decir, que no fue compensada por el
incremento “nominal” y perdió poder adquisitivo.

Otro ejemplo sobre el otro gran precio “central”: es muy frecuente hablar también de “la evolución
del tipo de cambio real”, es decir, si cae, aumenta o se sostiene el tipo de cambio en términos
reales o, lo que es lo mismo, en relación a los otros precios, en especial en relación con los
salarios y tarifas.

A título ilustrativo, durante la vigencia de la Ley de Convertibilidad con tipo de cambio nominal fijo
durante buena parte de la década del 90, nominalmente fijado en un peso = un dólar, el tipo de
cambio real evolucionaba en forma descendente debido a la evolución en relación con los otros
precios de la economía, básicamente en comparación con los niveles salariales, las tarifas de los
servicios públicos y ciertos precios de bienes “no transables” en comercio exterior (servicios en
general).

Al respecto, uno de los comentarios críticos que más se escuchaban era que existía un “problema
de precios relativos” o de “atraso cambiario” o de “revaluación ficticia vía endeudamiento de la
moneda nacional” o de “caída del tipo de cambio real”, siendo estas frases equivalentes en cuanto
a su sentido. Por cierto, un período de muy baja inflación dada la combinatoria de dólar barato
(endeudamiento explosivo) y alta desocupación con presión a la baja de salarios (y no sólo en
términos reales).

A los efectos prácticos de analizar la evolución del tipo de cambio real se puede relacionar la
evolución del precio del dólar (en pesos) con la evolución del Indice de precios mayoristas o del
Indice de Precios al Consumidor20 (IPC).

Desde ya que, en esta línea de razonamiento que separa variables nominales y reales, también
podemos hablar de tasa real de interés (en relación con la inflación del período) o variaciones de
tarifas públicas en términos reales, si se los compara en simultáneo con la evolución de otros
precios que resulten de interés.

En particular, resulta un tema relevante entender que es muy difícil lograr una devaluación en
términos reales mas allá de su utilidad o inutilidad. Es decir, muy difícil sostener un aumento del
tipo de cambio mayor al del resto de los precios, salarios y tarifas de servicios públicos, al menos
en condiciones democráticas y de cierta moderación y estabilidad en el conflicto social, además de
las cuestiones valorativas especiales sobre equidad y bienestar. Como ya citamos, Eduardo Crespo

20
Una “aproximación” que suele utilizarse como indicador es la relación entre el IPC y el IPM (precios mayoristas), siendo
que en el primero tienen una mayor incidencia los precios de los bienes no transables: si el primero aumenta más,
estaría sugiriendo una revaluación cambiaria o una modificación en contra de los precios de los bienes transables.

32
(profesor UNM y UFRJ) suele decir que es imposible la simultaneidad de un tipo de cambio real
estable (que permanece en el tiempo) y “competitivo” (alto).

La clasificación en Bienes Transables y No Transables internacionalmente

Una clasificación interesante a nuestros fines es la que divide a los bienes en transables o
comercializables con el exterior (bienes industriales, agrícolas, mineros), y no transables o no
comercializables (en general, la mayoría de los servicios). Todos los bienes exportables o
importables son los transables, por lo cual, su precio en moneda nacional tiende a estar
determinado por: el valor del tipo de cambio que lo traduce en pesos, la pretensión de
alineamientocon su precio internacional y los impuestos al comercio exterior (u otras medidas que
aíslen el efecto de alineamiento con el precio internacional).

Una fórmula muy difundida acerca de cómo se forma el precio de los bienes transables
(industriales, agropecuarios, mineros) en el mercado doméstico es:

Pbt$ = P* x TC +/- Tributos sobre comercio exterior

El precio de los bienes transables en pesos (en el mercado interno) es igual al producto del tipo de
cambio (nominal) por su precio internacional (en dólares), mas: los aranceles e impuestos (en el
caso de importados), o menos las retenciones (en el caso de exportables). Por ejemplo, el valor de
una tonelada de soja en dólares, multiplicado por el tipo de cambio menos el impuesto al comercio
exterior.

En cuanto a los bienes no transables, presentan la particularidad de no tener competencia


importada por lo que en su precio esta no presiona a la baja ni le fija ningún “techo”; dependiendo
entonces su precio de las condiciones de competencia en el mercado local (p.e. si la oferta está
atomizada o no o, como en el caso de los servicios públicos, un sistema de mark up sobre costos
con mayor grado de discrecionalidad para fijar precios y rentabilidades en los casos de situaciones
mono u oligopólicas). Como ejemplos de mercados más competitivos de servicios: el de
peluquerías, comercio minorista en ciertos rubros, restaurantes.

En Argentina, no obstante, se verifica igualmente una transmisión de aumentos a los bienes no


transables (servicios) cuando operan devaluaciones de la moneda nacional, lo cual habla de una
dolarización más generalizada como referencia para los aumentos de precio, es decir, que va mas
allá de la lógica más justificada que se asocia al aumento de los precios en pesos de los bienes
transables.

Los impuestos al comercio exterior

Vale la pena referirse en particular a los impuestos al comercio exterior, que se relacionan con los
conceptos de “tipo de cambio efectivo” o tipo de cambios múltiples o diferenciados que, en

33
Argentina, han adquirido fuerte presencia a lo largo de su historia económica (aranceles sobre
importaciones, retenciones sobre las exportaciones, políticas de subsidios). Es decir, en realidad, el
tipo de cambio en combinación con otros instrumentos de política comercial o de subsidios e
impuestos, temática ésta muy relevante a partir de las características de la estructura productiva
argentina con fuertes diferencias sectoriales en cuanto a productividad.

Es necesario destacar particularmente el efecto compensatorio que un impuesto sobre las


exportaciones (retenciones) tiene sobre los efectos de un tipo de cambio real alto o suba de
precios internacionales. También el caso inverso de un mayor arancel, en materia de protección,
por ejemplo, en contexto de compensación de un tipo de cambio bajo (dólar barato).

Destacamos que este tipo de tributos no sólo sirven para recaudar impuestos sino como
instrumentos que, complementándose con otras políticas, también proveen a otros objetivos:

- anti-inflacionarios, por ejemplo, cuando se bajan aranceles para abaratar importaciones o


se colocan o aumentan retenciones a las exportaciones (por el efecto de moderación con
el desacople de los precios externos de los “bienes salarios” transables (compensa
aumentos de precios internacionales, tipo de cambio elevado).
- fomento de la producción nacional, cuando se suben aranceles encareciendo
importaciones competitivas para fabricantes locales (equivale a un tipo de cambio más alto
para un sector determinado). Esto protege a la industria local, pero encarece los precios
internos (dado que la producción local es menos competitiva que la externa). Por ejemplo,
en el marco del argumento de “industria naciente o incipiente” (A. Hamilton, F. List).
- contribuir a aliviar la conocida como “restricción externa” (alentando la sustitución de
importaciones vía altos aranceles en cojnjunción con otras políticas de desarrollo
industrial) y posibilitar en consecuencia más altas tasas de crecimiento económico
compatible con la misma
- distribución del ingreso entre actores (retenciones para abaratar “bienes salario”) y
sectores ( p.e. proteger una actividad económica regional o a una Pyme)
- diferenciar situaciones entre sectores productivos impactando sobre rentabilidades
relativas. Típicamente para compensar el desaliento a producciones más tradicionales de
cereales, carne y leche, de interés para abastecer el mercado interno en condiciones de
equidad distributiva, en relación con la alta rentabilidad asociada a la producción sojera
(expansión de frontera mediante sustitución, riesgos de mono-producción).

Es decir, en la Argentina, a mayores retenciones más baratos los precios en pesos en el mercado
doméstico de los productos exportados que se graven (p.e. muchos alimentos y combustibles),
tratándose de un instrumento útil si se toma en cuenta que otra característica “estructural” de la
economía argentina es que posee ventajas comparativas en “bienes salario”, especialmente
alimentos (produce y exporta cereales, carnes, lácteos), por lo cual sirve para moderar la caída del

34
salario real en un contexto de tipo de cambio alto21 o para aprovechar la suba de precios
internacionales con entrada de dólares pero evitando las presiones inflacionarias (costos) y de
bajas de salarios reales.

Conviene una aclaración: en las exportaciones desde hace unos años gravitan más que nada los
productos del complejo oleaginoso, muy en especial de soja (tortas proteicas, porotos, aceites,
biodiesel) más que de girasol. Dado que es producción destinada a los mercados externos en no
menos del 85% podría tratarse de bienes que no son “wage goods” o bienes salarios, como
tradicionalmente se lo consideraba al trigo, el maíz, las carnes y la leche. Pero más allá de sus
particularidades, a los efectos del análisis macro, el complejo sojero opera como ”exportación de
bienes salario”, especialmente si se toma en cuenta la fuerte expansión de la frontera agrícola y la
sustitución por cultivos de soja que viene operando, es decir, en este último caso, reemplazando
explotaciones de los cultivos históricos y ganadería.

Este fenómeno de fuerte predominio de la soja en agricultura, además de ser un claro ejemplo de
sector integrado plenamente a las lógicas de los mercados externos lo es también en términos del
concepto de heterogeneidad estructural característico de la economía nacional (alta productividad,
estándares internacionales de eficiencia): las retenciones diferenciadas a estos cultivos son
también un instrumento para cambiar rentabilidades relativas que compensen el desaliento de
dedicarse a las producciones tradicionales de cereales, carne y leche que sí se consumen en el
mercado interno e impactan sobre el costo de la canasta familiar (salario real). Constituyen uno de
los instrumentos para usar a los fines de definir políticas que den cuenta de la típica
heterogeneidad de la estructura productiva nacional (diferencias de productividad sectorial).

Además, otro argumento favorable a la legitimidad de las retenciones es que las producciones
vinculadas intensivamente a los recursos naturales (en especial, las tierras fértiles de la Pampa
Húmeda pero también recursos minerales) suelen asociarse a la obtención de rentas diferenciales
en el mercado internacional (son ganancias superiores a las normales)22. Cabe mencionar que el
principal sector generador de rentas diferenciales en nuestro país (el agropecuario), está en manos
privadas, a pesar de que es un recurso natural del suelo. En muchos países, el sector con rentas
diferenciales pertenece al Estado (ej: cobre en Chile, petróleo en Venezuela, petróleo en Noruega),
por lo que no es tan motivada la aplicación de retenciones en tanto la renta diferencial y una parte
importante de la entrada de divisas quedandirectamente en manos del Estado.

Al menos al nivel teórico y sin ánimo de sugerir que esto agote el tema, el concepto de “tipo de
cambio diferenciado o múltiple” constituye una posibilidad a la hora de debatir sobre la
combinación de políticas más adecuadas para países como el nuestro, con estructuras productivas

21
O también un contexto internacional altos precios para las commodities (soja, maíz, carnes, combustibles) que
constituyen buena parte de la oferta exportada argentina, lo cual añade argumentos a favor de los que defienden el
sistema de retenciones o impuestos sobre las exportaciones.
22
Se puede consultar Plasencia, A. (1975) “Renta Agraria y Acumulación”. Informes de Becarios Nº 5 del PIETTE del
CONICET (Programa de Investigaciones Económicas sobre Tecnología, Trabajo y Empleo”, Bs. As., Agosto; o el texto
clásico de Flichman, G. (1977) “La renta del suelo y el desarrollo agrario argentino”, Siglo XXI editores, México.

35
desequilibradas o heterogéneas (diferencias sectoriales en cuanto a productividad), y necesidades
de diversificación productiva (industrialización) y homogeneización de niveles de productividad. Es
decir, combinando instrumentos distintos: tipo de cambio alto o mediano con aranceles a
importaciones para sectores con menor productividad relativa que se quieren alentar (sustitución),
combinado con retenciones a exportaciones primarias, subsidios a ciertos consumos de sectores
de menores ingresos (p.e. tarifas), asignaciones sociales focalizadas, etc. .

No obstante, el proceso de desarrollo capitalista es un desafío complejo que involucra múltiples


dimensiones y dificultades que remiten hasta a cuestiones de geopolítica internacional, junto con
políticas de grandes inversiones públicas en infraestructura, políticas de ciencia y técnica, políticas
de formación de recursos humanos, de fortalecimiento de capacidades estatales, etc. y no se
puede pretender resolver solo con un instrumento, como es el caso de la política cambiaria23
(Médici, F. 2017), incluso tampoco si todo se concentra solamente en el establecimiento de un
esquema de tipos de cambios múltiples.

Una estrategia de desarrollo debe ser integral y remite a otras muchas cuestiones con un rol
relevante de acción estatal, tal como demuestra la experiencia histórica de todos los países más
avanzados. Implica políticas de conducción del crecimiento desde los componentes de la demanda
agregada y con políticas comerciales, cambiarias, de crédito, de desarrollo de capacidades
tecnológicas e industriales en general, de sustitución selectiva y desarrollo de sectores
estratégicos, así como a las fundamentales obras de infraestructura e inversión en educación,
políticas de inserción internacional a partir de la comprensión de los distintos momentos históricos
y sus relaciones hegemónicas, políticas de relaciones internacionales y de análisis geopolítico y de
tendencias hegemónicas, políticas de den cuenta de las heterogeneidades no sólo económicas sino
sociales (poblaciones a distintas “marchas”). Lo que podemos afirmar seguro: no se resuelve
mágica y únicamente con políticas cambiarias.

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Tal como se vino sosteniendo, por ejemplo, intentando y pretendiendo reducir la complejidad y las múltiples
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asiáticas (Corea del Sur, China) a una mera cuestión de tipo de cambio “alto y competitivo”.

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