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Recuerdos infinitos

Hoy me puse a contemplar el cielo


desde lejanos horizontes.
y te encontré en mis recuerdos gratos,
de aquellos años trascurridos:
en que nos amamos si medida y si recelo.

Hoy solo queda el recuerdo


de aquellas noches de desvelo,
en las que queríamos alargar el tiempo:
para amarnos sin medida y con esmero.

Y en esos avatares de la vida,


en el que solo importábamos tú y yo,
nos bastaba aquel amor furtivo
y las infaltables muestras de amor de cada día.

Nos amamos con ansias de amor furtivo,


que despierta pasiones insufribles
y ni que hablar de los placeres impostergables.
Algún día quizá volvamos a encontrarnos:
es la esperanza y la fe que aún cultivo.

De aquel furtivo amor,


que era solo tuyo y solo mío
yo me quedaré con los recuerdos
y las ansias de tenerte.
Mientras que tú, te llevaste
impregnadas en tu piel:
las huellas de aquel amor.

Añoro tu sonrisa suavizada de ternura


y esa mirada de tus ojos sin iguales.
Extraño esas gratas conversaciones
y hasta tus inexplicables silencios prolongados.

Como infinito es el cielo,


infinito fue mi amor por ti,
y hoy que quizá ya te pedí
Me queda desnudarte,
en la intimidad de mis recuerdos.
Allá en lugares lejanos nos amamos,
allá donde las montañas parecen besar el cielo;
también en el llano, en la playa y quizá en el desierto
o bajo la sombra discreta de un algarrobo,
que cobijó nuestras insanas pasiones.

Que sí, te amé con pasión, yo no lo niego;


te entregué mi corazón mi vida entera,
a pesar que mi amor por ti fue sincero:
el destino se encargó de separarnos.

Pero, que más puedo pedirle yo a la vida,


si contigo yo aprendí casi de todo,
tener tu amor para mí fue un tesoro:
poseer tu cuerpo para mí fue un deliro

Seguro, que mucho sufrí por tu partida,


lágrimas de amor, también de pena;
poseer tu amor fue mi dicha:
vivir con este recuerdo es mi condena.

Quizá algún día no muy lejano,


me sorprenda volver a encontrarte,
y aquel amor apasionado, vuelva a encenderse:
de mi ser y de tu cuerpo apoderase.

Para entonces otras serán las circunstancias,


quizá nuestros cuerpos hayan envejecido,
pero nuestras ganas de amarnos seguirán intactas;
o quizá sean quimeras de la vida:
el vivir impregnado de aquellos ¡Recuerdos infinitos!

Autor: Alejandro Eneleo Cordova Peña


Ayabaca- Piura- Perú
Derechos reservados del autor.
Fecha 2/04/2022
Imagen - fotografía: Atardecer andino, propiedad del autor.

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