Nos han enseñado a buscar lo más cerca posible las fuentes de una ventaja competitiva
sostenible: frente a clientes, proveedores y competidores. Sin embargo, en un mundo de
océanos agotados los riesgos están lejos de nuestro Ámbito más cercano: en los proveedores de nuestros proveedores o los clientes de los clientes de nuestros clientes, por ejemplo. Hay que expandir nuestros horizontes. Hasta ahora hemos analizado a vista de pájaro la economía lineal, pero ha llegado la hora de acercarnos un poco a cada sector del mundo de los negocios. El uso del pensamiento horizontal para obtener nuevos ingresos no es la única manera de convertir la seguridad de la cadena de suministro en un elemento de valor para la empresa. También puede obtenerse valor a través de la reducción de costos. Mientras algunas compañías creen que el proceso de cambio de vertical a horizontal es un poco complicado, otras parecen haber nacido para ello. Y es que el pensamiento horizontal exige que nos movamos fuera de las típicas divisiones funcionales u organizacionales de una empresa. Hay que buscar el valor en los espacios interdivisionales e incluso interempresariales. La transición de una visión vertical de los negocios a una visión horizontal es, quizás, el principio más difícil de implantar de la Estrategia del Océano Agotado. Durante más de un siglo nos han enseñado a abordar los negocios con un modelo fijo y lineal: hay que repartir el trabajo, focalizarse en funciones específicas, dominar a la competencia y crear grandes barreras para protegernos de ella.