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La astrología plantea que así como cada individuo está regido por un signo zodiacal,
del mismo modo cada Era o Etapa de la Historia está dominada por una de tales
casas cósmicas. Esto quiere decir que, según el peculiar aspecto del Zodíaco que
esté influyendo, cada ciclo histórico tendrá un ritmo físico o espiritual diferente.
Según el criterio antes esbozado, la época del culto al Minotauro, que se desarrolló
en la isla de Creta hacia el año 600 a.C., pertenecía a la Era de Aries, primer signo
de fuego.
Esta casa zodiacal abre la puerta de comunicación de las fuerzas cósmicas que, una
vez liberadas, fluyen con todo su poder vivificante hacia el Hombre. Es a través de
Aries que el mandato divino entra en nosotros: no obstante, el ser humano que
prosperó en aquella época aún no estaba consciente de esta gran potencialidad. Por
ello, los hijos e hijas de la Era de Aries fueron grandes hombres y mujeres de
acción, más dotados para la lanza y la hazaña que para la meditación y la plegaria.
De esta manera, la Era de Piscis, que se inició con el amoroso apostolado de Cristo,
desembocó en la intolerancia de la Inquisición, continuó con el severo deterioro del
medio ambiente que causaron los excesos de nuestra tecnología y finalizó con
sendas guerras mundiales.
El Hombre de la Era de Piscis fue un individuo que intentó por todos los medios
plasmar sus sentimientos –buenos o malos; benignos o feroces- y si bien fue capaz
de los actos más altruistas también causó graves desastres. Como sentimental,
vivió en un mundo donde prevalecieron las desbordadas emociones del alma sobre
los equilibrios psico-espirituales, como aguas de un tsunami abatiendo a ciudades
balnearias. Adquirió enormes cantidades de conocimiento… ¡pero no supo
manejarlas!
En la figura del aguador se puede observar otro elemento clave: los fines del ego
no son los más importantes para este nuevo ser humano, porque él es un siervo
que está en capacidad de dar y compartir las abundantes aguas del conocimiento.
En los tiempos que corren, todas las culturas se mezclan; las disciplinas científicas
y humanísticas se acercan; el saber mágico y el saber tecnológico se funden en
armonioso mestizaje; y las religiones y credos espirituales empiezan a ver más sus
similitudes que sus diferencias.
Podríamos describir la figura del Hombre de Acuario con estas palabras del maestro
Jesús: "El que quiera ser grande entre ustedes, sea servidor de los demás;
el que quiera ser el primero, hágase servidor de todos, igual que yo. No he
venido a que me sirvan, sino para servir" (Mateo, 10:16).
¡Así sea!