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El lenguaje positivo: ¿Qué significa ser incluyentes y cómo relacionarse respetuosamente

con una persona con discapacidad?


“Cuando se abre la puerta de la comunicación, todo es posible.
De manera que debemos practicar el abrirnos a los demás para restablecer
la comunicación con ellos”.
Thich Nhat Hanh

El comprender que no existe una discapacidad sino varios tipos de discapacidad nos permite
adoptar medidas de real inclusión, ya que cada una requiere una forma específica de atención.

Para que exista una comunicación abierta y respetuosa, se debe propiciar un cambio de actitud y
mirar a las discapacidades no como algo ajeno y extraño sino como algo que forma parte de la
diversidad humana.

INCORRECTO CORRECTO
Personas normales y personas Personas sin discapacidad y
anormales personas con discapacidad
Discapacitados, minusválidos, Personas con discapacidad
capacidades especiales, inválidos,
personas especiales, tullidos,
rengos, sordomudos, muditos,
paralíticos, lisiados, patojos,
enfermitos, pobrecitos, pcd
Mutilada, muca, cortadita, mocha Persona con una amputación
Retrasados, débiles mentales, Persona con discapacidad
mongólicos, discapacitados intelectual
mentales, inocentes, retardados,
subnormales, morones, imbéciles,
idiotas, shunshos
Defecto de nacimiento Discapacidad congénita

PARA TRATAR CON PERSONAS CON DISCAPACIDAD VISUAL:


Recuerde presentarse al momento de ofrecer su ayuda, esto le dará más confianza a la persona. Su tono y
volumen de voz no debe cambiar al tratar con una persona con discapacidad visual.

Para ubicarla en el espacio físico Descríbale verbalmente entornos y escenarios, (izquierda, derecha, adelante, atrás,
arriba, abajo).
Utilice las manecillas del reloj para contextualizarle en el entorno (por ejemplo, el tribunal está ubicado a las 3, el
abogado defensor a las 6, etc.).

Para desplazarse Ofrézcale su ayuda, con mayor razón si usted identifica que existe algún obstáculo.
Ofrézcale su brazo o su hombro, esperando que ella lo tome del suyo, lo cual direcciona y evita accidentes.
Camine ligeramente por delante guiando la ruta, de acuerdo a su ritmo.
Descríbale el camino anticipando obstáculos o posibles dificultades (gradas, cruces de calles, desniveles en el piso,
etc.).

Para guiar, actúe con naturalidad y camine junto a la persona, procurando que haya espacio suficiente para que pasen
los dos. Si requieren atravesar un lugar angosto, como una puerta estrecha o un espacio entre muebles u otras
personas, adviértale con un ligero movimiento de su brazo que debe colocarse tras de usted para caminar.

Si la persona necesita sentarse, usted debería colocar la mano de él o ella en el respaldo de la silla e invitarle a tomar
asiento. Si requiere estar de pie, junto a un escritorio por ejemplo, procure ubicar la mano de la persona en el filo del
mueble.

Al caminar, dé indicaciones concretas que puede ser en metros, número de pasos, derecha o izquierda. Gritar
“cuidado” no le indica a la persona qué acción tomar y puede sentirse desubicada.

El acceso a la justicia y las personas con discapacidad: inclusión efectiva


El acceso a la justicia es considerado como la posibilidad de toda persona, independientemente de
su condición o situación personal, de acudir al sistema previsto para la resolución de conflictos y
garantía de sus derechos protegidos por las normas jurídicas. Es decir, que este principio actúa
ante una controversia o en la necesidad de esclarecimiento de un hecho, con el fin de lograr acudir
a los medios legales respectivos sean estos nacionales y/o internacionales para su respectiva
resolución (Robles, 2005: 1).

Por otro lado, para hablar de acceso a la justicia, partimos en primer lugar del principio de
igualdad ante la ley como un “principio básico general de la protección de los derechos humanos,
(…) indispensable para el ejercicio de otros derechos humanos” (Comité sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad, 2014: Observación General No.1, párr. 1); reconociendo también que
la mera declaración normativa no es suficiente para lograr una igualdad material, a lo cual se
encamina el modelo de derechos humanos de la Convención sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad.

En ese sentido, los operadores de justicia deben hacer un análisis basado en el tipo y el nivel de la
discapacidad para no vulnerar los derechos de las personas con discapacidad, ya que el acceso a la
justicia es una pieza importante en la construcción de un Estado democrático.

El derecho de las personas a acceder a un sistema de justicia en condiciones de igualdad ante la


Ley, de forma efectiva y eficaz, comprende el derecho al debido proceso, que incluye:
El derecho a ser oído
El derecho a un recurso efectivo
El derecho a la igualdad ante los tribunales
La igualdad de medios procesales
El derecho a la asistencia letrada sumado al derecho a ser juzgado por un tribunal competente,
independiente e imparcial

De ahí que las y los operadores de justicia tienen en sus manos la capacidad de garantizar el goce
efectivo de los derechos de las personas con discapacidad, eliminando las barreras que entorpecen
su acceso, desde el cargo y las funciones que le corresponden.

Cabe señalar que el artículo 13 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad hace referencia a tres dimensiones que se le pueden atribuir al derecho de acceso a
la justicia. Estas tres dimensiones son: legal, física y comunicacional. La primera tiene que ver con
el derecho a participar en los procesos judiciales por sus propios medios; la segunda, se refiere a la
accesibilidad de todas las instalaciones judiciales, y la tercera, a la accesibilidad de la información y
los medios de comunicación alternativos para las personas con discapacidad sensorial, como la
lengua de señas, el sistema de escritura Braille, entre otros (Programa Eurosocial para América
Latina, 2013: 11).

Para garantizar a las personas con discapacidad el acceso a la justicia de forma directa o indirecta
y de acuerdo a su situación física, sensorial, psicosocial (mental) o intelectual, se requiere adoptar
todas las medidas legales, físicas y comunicacionales posibles. Las y los operadores de justicia
deben analizar no solamente si la persona tiene o no discapacidad, sino su grado de discapacidad y
si existen más factores de vulnerabilidad, pues una doble condición requerirá una protección
especial.
Ahora bien, para garantizar la efectiva aplicación del principio de igualdad para las personas
con discapacidad, se deben considerar los siguientes principios establecidos en el artículo 3 de la
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad:
Principios para garantizar los derechos
de las personas con discapacidad
Respeto a la dignidad inherente

Autonomía individual, incluida la libertad de tomar las propias


decisiones

Independencia de las personas

No discriminación; y,

Accesibilidad

El acceso a la justicia de las personas con discapacidad en los instrumentos internacionales


de los cuales Ecuador es parte
El acceso a la justicia está consagrado en varios instrumentos internacionales como un derecho
inherente a las personas. La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH por sus siglas
en español), establece que “Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales
nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales
reconocidos por la Constitución o por la ley” (DUDH, 1948: Art. 8). En relación con la efectividad, la
Corte IDH estableció que el Estado cumpla con el acceso a la justicia; no basta con que los recursos
existan formalmente, sino que los mismos deben tener efectividad, es decir, debe brindarse a la
persona la posibilidad real de interponer un recurso que sea sencillo y rápido, en los términos del
artículo 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Corte IDH, caso Paniagua
Morales y otros vs. Guatemala, 1998: párr. 164).

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