Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
de nuestro tiempo. No es una crisis ecológica, sino social. Es el resultado de una visión mecanicista del mundo que,
ignorando los límites biofísicos de la naturaleza y los estilos de vida de las diferentes culturas, está acelerando el
calentamiento global del planeta. Este es un hecho antrópico y no natural. La crisis ambiental es una crisis moral de
instituciones políticas, de aparatos jurídicos de dominación, de relaciones sociales injustas y de una racionalidad
En función de lo expuesto, consideramos fundamental recuperar aquí la categoría “cultura del agua”. “Llamamos
cultura, entonces, a los modos o formas de ser (pensar - sentir - decir - obrar), de hacer, de vivir, de los pueblos”.
(Vargas y Piñeyro, 2005, p. 64). Por lo tanto, debemos realizar un cambio cultural que avance en la construcción de
sociedades democráticas en las que la democracia del agua sea posible. Haciendo foco en el conflicto que aborda
nuestro proyecto podemos pensar en un cambio en la cultura hídrica de la comunidad que avance más allá de una
mera concientización o difusión de información, sino más bien que implique un trabajo conjunto entre la comunidad y
“La gestión del agua debería ser entendida como el "hacer concreto"
del conjunto de la sociedad y la "cultura del agua" el fondo profundo
que embebe todas las conductas individuales e institucionales que
se expresan en una sociedad hacia el agua”. (Vargas, R. 2006. p49)
Repetimos el antiguo refrán: "el agua es vida"; y con ello recortamos
nuestra responsabilidad sobre el agua y sobre la vida. Preferimos
afirmar: el agua es vida si la manejamos responsablemente. Esa
condición establece una dimensión ética al manejo del agua.
Entonces, el agua es una ética de la vida, donde la vida es sagrada y
el agua también.
En nuestro caso trabajaremos con el escenario del río Gualeguaychú. En la
actualidad, el río sigue siendo un espacio fundamental para el desarrollo
local. Desde sus posibilidades como medio de comunicación fluvial
interregional, como referente de actividades económicas, como disfrute de las
familias en sus tiempos libres, como espacio de recreación y prácticas
deportivas, y como espacio de desarrollo turístico. Lo cierto es que en los
últimos años se han llevado a cabo políticas tendientes al desarrollo
económico, o procesos de urbanización complejos, que arrojaron como
resultado un aumento denodado en el índice de contaminación de nuestro río,
poniendo en jaque a una gran cantidad de recursos que se movilizan en
consonancia con este. Hoy el río es receptor de contaminación de agentes
locales como externos, que escapan a nuestro control. Adicionando los
posibles impactos de las fuentes de aportes generados por la actividad
humana de nuestro ejido como la planta de tratamientos de efluentes del
parque industrial, la deriva de los inmuebles rurales que utilizan agrotóxicos, la
planta de tratamientos de efluentes cloacales de Pueblo Belgrano, la planta de
tratamientos cloacales de la ciudad y las actividades irregulares apostadas en
zona ribereña.