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En cuanto al conocimiento de los signos musicales que nos ofrece la fuente, aunque es
cierto que hemos estudiado el facsímil, a la hora de realizar la interpretación, hemos
tomado como partitura principalmente la edición de Higinio Anglés y nuestra propia
edición, a la que hemos decidido cambiarle el compás con respecto a la de Anglés,
porque nos resultaba más fácil a la hora llevar a cabo su interpretación. Si bien en el
facsímil no hay indicación de dinámica y agógica, en la edición de Anglés tampoco
aparecen signos de dinámica, por lo que nos tocaba a nosotras tomar la decisión sobre si
introducir partes fuertes o piano, indicaciones de tempo, etc.
Como unidad de tiempo decidimos tomar la negra a ciento veinte, para así tener una
referencia y que tanto los instrumentos como la voz estuviesen cuadrados. En cuanto a
las dinámicas, en lugar de establecer partes fuertes o piano, hemos preferido reducir la
carga vocal, esto es, alternar partes a coro con partes en las que solo cante una voz,
disminuyendo entonces por sí sola la carga sonora. Al final, tal y como se vio en clase,
las dificultades y decisiones no serán tanto de carácter interpretativo sino paleográficos,
notacionales y editoriales.
Si hablamos de los elementos tímbricos, hemos usado voces femeninas, ya que las
integrantes del grupo somos cuatro chicas, y consideramos que es posible y necesaria la
adaptación de las tesituras sin hacer una diferenciación por sexo o edad. La ventaja en
este punto es obvia, ya que si queríamos interpretarla con la voz, no teníamos otra
opción, y como desventaja solo añadir que algunas partes se quedaban un poco altas
para nuestro registro, y debíamos esforzarnos en entonar bien las notas agudas sin
desafinar.