Como bien sabemos la CBRV señala en el artículo 7 que ella es la norma
suprema y el fundamento de nuestro ordenamiento jurídico, pero en ella también se señala que esta rectoría es compartida con los tratados internacionales suscrito por nuestro país, tal y como lo señala en su artículo 23.
Cuando relacionamos esa norma con el alcance de la protección de los
derechos humanos, inequívocamente encontramos un vínculo con otros derechos fundamentales como lo son el derecho al desarrollo, lo cual a su vez se relaciona con el desarrollo pleno de los diferentes países para lo cual se les otorga plena libertad y soberanía para manejar sus recursos mineros y energéticos.
Por otro lado es importante señalar que la protección del ambiente y la
garantía de ese derecho humano individual y colectivo se relaciona con el ejercicio de las libertades económicas, que al no ser absolutas tiene entre sus límites la protección ambiental y la preservación de los recursos así como de los beneficios generados por este para garantizar la satisfacción de necesidades humanas para la generaciones presentes y futuras.
Siendo Venezuela uno de los principales exportadores de petróleo y
teniendo la reserva más grande del planeta de este hidrocarburo, resulta lógico que la mayoría de los tratados suscritos tengan que ver con este recurso natural.
Es importante destacar que el derecho internacional energético existe
una predominancia de los acuerdos entre Estados y empresas, las cuales no constituyen sujetos de derecho internacional público, ya que se trata fundamentalmente de contratos privados. Sin embargo existen organizaciones internacionales encargadas de regular tales negociaciones como lo es la OPEP.