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DE PANDEMIA
LA CONSTITUCIÓN EN TIEMPOS
DE PANDEMIA
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Los autores
Madrid, 2021
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: 978-84-1377-388-9
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Depósito Legal: M-5717-2021
Maquetación:
german.balaguer@gmail.com
ÍNDICE
ÍNDICE .......................................................................................................................................................7
PREFACIO .................................................................................................................................................9
ANDRÉS IVÁN DUEÑAS CASTRILLO, DANIEL FERNÁNDEZ CAÑUETO, PABLO GUERRERO VÁZQUEZ
Y GABRIEL MORENO GONZÁLEZ
PRIMERA PARTE.
PANDEMIA Y ESTADO DE DERECHO
SEGUNDA PARTE.
IMPLICACIONES TERRITORIALES E INSTITUCIONALES
TERCERA PARTE.
DERECHOS FUNDAMENTALES Y PANDEMIA
CUARTA PARTE.
LA RESPUESTA A LA COVID-19 EN PERSPECTIVA COMPARADA
ANDRÉS IVÁN DUEÑAS CASTRILLO, DANIEL FERNÁNDEZ CAÑUETO, PABLO GUERRERO VÁZQUEZ
Y GABRIEL MORENO GONZÁLEZ
ANDRÉS IVÁN DUEÑAS, DANIEL FERNÁNDEZ, PABLO GUERRERO Y GABRIEL MORENO
1
Para un mayor análisis del estado de alarma, entre otros cfr. (Aba Catoira, 2011) y (Sieria Mucientes,
2018).
LA CONCENTRACIÓN DEL PODER DE DIRECCIÓN DEL EJECUTIVO EN EL PERÍODO DE PANDEMIA 19
tidos que convierte al Parlamento «en una institución sin relieve político propio,
totalmente sometida a la voluntad del Gobierno» (Aragón Reyes, 2013: 701).
De este modo, en el seno de la relación Parlamento-Gobierno, en lugar de ser
protagonistas los parlamentarios, se introduce «una férrea estructura jerárquica
que descansa en la subordinación del parlamentario individual a su jefe de grupo,
en la de éste a su partido y en la del partido a su líder» (Aragón Reyes, 2013:702).
Más bien se abandona la posición central del monismo parlamentario con raíz
de los principios revolucionarios.
No por ello puede hablarse de una mutación de nuestra forma parlamenta-
ria de gobierno, considerando que muda a un sistema presidencialista. Nuestro
ordenamiento jurídico constitucional reconoce el reparto esencial de funciones
políticas del Estado2. Por un lado, el Gobierno tiene la función de dirección po-
lítica (art 97 CE), y, por otro, el Parlamento tiene la función de control (art. 66.2
CE). Un parlamentarismo racionalizado que facilita que el Gobierno dirija la
política –indirizzo–, ya sea en base a un Gobierno de coalición si un partido no
obtiene la mayoría absoluta, sea en consenso para las decisiones trascendentales
con unas mayorías cualificadas. En definitiva, al Parlamento le corresponde el
papel de controlar la política gubernamental. «Ahora no la realiza con plenitud:
de una parte porque no ejercita debidamente los instrumentos de control que
posee» (Aragón Reyes, 2013: 707).
Recapitulando, se trataría de que el equilibrio en la división de poderes se
base en la existencia de control que impida el ejercicio ilimitado de un poder. El
control parlamentario tendrá como titular al Parlamento y como destinatario
la acción del Gobierno. En sentido estricto, propio del sistema parlamentario
de gobierno, el control supone «la capacidad de remover al titular del órgano
controlado; su ejercicio se llevaría a cabo mediante la votación de confianza y la
moción de censura» (Aragón Reyes, 2013: 708). Aunque en este trabajo tratamos
un sentido amplio de control, en cuyo caso comprende un control parlamentario
de toda la actividad de las Cámaras destinada a fiscalizar la acción gubernamen-
tal, sin llevar aparejado necesariamente la remoción de los titulares del órgano
controlado. Esta idea fue criticada por Santaolalla (1987: 222), al considerar que
el control «parlamentario en particular sólo se producen cuando se presenta un
acto de confrontación o juicio de una determinada conducta, unido a la facultad
de sancionarlo, esto es, de corregirlo por medios claramente establecidos en
derecho». Para el autor, las preguntas, interpelaciones y comisiones de investi-
gaciones pasarían a ser instrumentos de información y no de control.
2
Fernández Sarasola (2000: 99) considera que el control «esté denido constitucionalmente ab initio
en términos interorgánicos es una manifestación clara de la adscripción del texto de 1978 al constitucio-
nalismo liberal, y es el resultado congruente con la expresa proclamación de la Monarquía Parlamentaria
como forma de gobierno del Estado español».
22 AMIR AL HASANI MATURANO
3
«El control no sólo se encuentra en la decisión, sino también en el debate, y, por tanto, en manos
de la minoría» (Fernández Sarasola 2000: 90).
4
(Aragón Reyes, 2013: 710) en la misma línea, <<ya no es la clásica contraposición Gobierno-
Parlamento la que resulta más relevante, sino la contraposición Gobierno-oposición». También (Presno
Linera,1999: 92) al considerar que en «la actualidad resulta absurdo pensar en una rígida división entre
Parlamento y Gobierno, puesto que el partido o partidos que asumen la dirección política del Estado tiene
en sus manos tanto el Gobierno como la mayoría parlamentaria».
5
La distinción conceptual «se basa en la diferencia entre el Parlamento como órgano y el Parlamento
como institución» (Aragón Reyes, 2013: 711).
LA CONCENTRACIÓN DEL PODER DE DIRECCIÓN DEL EJECUTIVO EN EL PERÍODO DE PANDEMIA 23
6
«Me pregunto pues si esta distinción clásica, parlamentarismo versus presidencialismo…un mismo
fenómeno jurídico con distintos escalones en la parlamentarización de la división de poderes y diferencias
de grado» (García Roca, 2016: 74).
24 AMIR AL HASANI MATURANO
tiempo, «el propio Gobierno ha sufrido una mutación en sus facultades, adqui-
riendo un vasto poder normativo que contribuye a disminuir la importancia de
la ley» (Fernández Sarasola, 2000: 90).
En definitiva, si ya parte de un extendido poder de dirección y normativo
derivado del parlamentarismo formalizado con fuerte liderazgo presidencial,
la concentración de poderes de los gobernantes en una situación de derecho
excepcional, no hace otra cosa que aumentar el desequilibrio entre poderes.
Lo que hace necesario una cultura democrática diferente de control político,
y, previsiones normativas en los reglamentos parlamentarios que introduzcan
mejoras para las minorías parlamentarias.
7
«El carácter abrumadoramente mayoritario que ha adquirido la opción favorable a condicionar la
apreciación del estado de excepción/derecho de excepción a la existencia de regulación previa aplicable»
(Fernández De Casadevante, 2020: 119).
LA CONCENTRACIÓN DEL PODER DE DIRECCIÓN DEL EJECUTIVO EN EL PERÍODO DE PANDEMIA 25
Con todo, las diversas situaciones de crisis posibles son causadas por múlti-
ples razones, pero nos hace considerar que las mismas «han sido perfectamente
comprendidas por el legislador» (Fernández Segado, 1981: 89).
La Constitución como norma suprema es un proyecto de racionalización
político que ha de realizarse. De ese modo, la norma suprema contiene unas ga-
rantías, es decir, unos institutos que se le atribuye específicamente para reforzar
dicha misión. Asimismo, la Constitución se concibe en una condición temporal,
aunque no con ello se limita a contener un proyecto limitado, sino que posibilita
su propia reforma constitucional. Derivado de ello, la Carta Magna permite una
garantía temporal mediante la posibilidad de mantener su eficacia normativa
ante la realidad social. En suma, hablaríamos de una garantía de continuidad
frente a los cambios. Y, por otro lado, cumple la misión de proteger la consti-
tucionalidad de las normas emanadas de la acción del legislador. Lógicamente,
esto se produciría en situaciones previstas u ordinarias, si bien como anticipa-
mos, surgen situaciones de excepción o situaciones de crisis frente a las cuales
la Constitución no cuenta con respuestas idóneas. En palabras de Cruz Villalón
(1984: 17), «una situación en la que se ve superada la capacidad normativa de la
Constitución». Ante este problema puede que la Constitución no contenga nin-
guna respuesta, o puede que haya incorporado determinadas respuestas frente
a esta situación de crisis. En nuestro caso, contiene un modo de organización
alternativo del poder que «ciertamente supone la negación temporal del orden
constitucional en principio previsto» (Cruz Villalón, 1984: 18) pero que tiene
ventajas ante la opción anterior. Entre las ventajas: «1º, mantener la eficacia
formal de la Constitución como Constitución alternativa de emergencia, evitando
el fenómeno siempre penoso de imposición de la fuerza normativa de lo fáctico,
2º, de facilitar, en la medida de lo posible, la vuelta ordenada a la Constitución
ordinaria, a la Constitución legítima» (Cruz Villalón, 1984: 19).
En esta circunstancia excepcional, al tener presente que la Constitución
democrática está fundamentada en su legitimidad –formación de la voluntad
del principio de la mayoría con la primacía de la Constitución–, no puede tener
un efecto contrario al que se espera8. En ambas ocasiones que se ha declarado
8
«El derecho de excepción tiene que cumplir el objetivo de protegerse frente a sí mismo, es decir,
tiene que garantizar no sólo la superación de la crisis sino la vuelta a la Constitución legítima» (Cruz
Villalón, 1984: 24).
26 AMIR AL HASANI MATURANO
El voto telemático está previsto por el artículo 82.2 del Reglamento desde su re-
forma de 21 de julio de 2011 para casos de embarazo, maternidad, paternidad
o enfermedad grave en que, por impedir el desempeño de la función parlamen-
taria y atendidas las especiales circunstancias se considere sucientemente
justicado, previa autorización de la Mesa. El artículo 79.3 RC establece que
se computarán como presentes en la votación los miembros de la Cámara que,
pese a estar ausentes, hayan sido expresamente autorizados por la Mesa para
participar en la misma».
6. CONCLUSIONES
12
«en este contexto han cobrado especial importancia los acuerdos de las Mesas de las Cámaras, como
instrumentos que han dotado de especial ^exibilidad a las normas de organización y funcionamiento
internas, permitiendo con ello la adaptación de las Cortes Generales a las nuevas circunstancias. Ello es
consecuencia directa de que la enumeración de sus funciones por el artículo 31.1 del Reglamento del
Congreso de los Diputados no se realiza de manera taxativa» (García de Enterría & Navarro (2020: 259).
LA CONCENTRACIÓN DEL PODER DE DIRECCIÓN DEL EJECUTIVO EN EL PERÍODO DE PANDEMIA 31
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34 AMIR AL HASANI MATURANO
1. INTRODUCCIÓN
1
Becario del Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas y
Asesorado por el Dr. Daniel A. Barceló Rojas.
36 MANUEL CABANAS VEIGA
Por ello, será preciso analizar en qué consisten los mecanismos mencionados.
Así, en primer lugar, dentro del Derecho ordinario común nos encontramos con
el Derecho ordinario de excepción, el cual produce un desplazamiento temporal
del Derecho ordinario en situaciones de crisis, pero no por razones de jerarquía,
sino de especialidad, por lo que se aplica el común de forma supletoria. Pero este
Derecho ordinario de excepción debe respetar todos los límites de los derechos,
así como las garantías ordinarias y extraordinarias (Cotino Hueso, 2020: 89 y 94).
Se trata de leyes ordinarias que dan al Ejecutivo mayores poderes en situaciones
excepcionales que no se permitirían en otras circunstancias, ya que pueden res-
tringir derechos (Cotino Hueso, 2020: 89 y 94). Así, el art. 26 de la Ley 14/1986,
el art. 14 de la Ley Orgánica 3/1986, de 14 de abril, de Medidas Especiales en
Materia de Salud Pública (en adelante, LOMEMSP)2 y el art. 54 de la Ley 33/2011
son preceptos de leyes ordinarias a través de las cuales las autoridades pueden
adoptar las medidas que consideren necesarias, como incautación o inmovili-
zación de productos, suspensión del ejercicio de actividades… De este modo,
la determinación de los límites a estas cláusulas deben hacerse caso por caso,
atendiendo a la proporcionalidad y al peligro, tal y como se recoge en las leyes
citadas (Álvarez García, 2020: 9). Incluso algunos consideran que las medidas
que se pueden adoptar a través de estas leyes son las mismas que las se pueden
establecer a través del Derecho de excepcionalidad. Cotino Hueso (2020: 89 y
94), por ejemplo, entiende que la legislación ordinaria permite adoptar decisio-
nes incluso más restrictivas, ya que la ordinaria puede suspender derechos y el
estado de alarma sólo limitarlos. Y éste, junto con Nogueira López (2020: 25-27),
considera que incluso las medidas de confinamiento se pueden adoptar por la
legislación ordinaria para poblaciones concretas especialmente afectadas.
Por otro lado, nos encontramos con el Derecho de excepción, el cual podemos
definir como todas aquellas normas constitucionales que tienen una aplicación
temporalmente limitada a aquellas situaciones que alteran el normal funciona-
miento de la vida del Estado. Se trata de las crisis más importantes que se pueden
plantear en el interior de un país ante la «imposibilidad en que se encuentran las
autoridades competentes para mantener la normalidad, mediante los “poderes
ordinarios”, ante la emergencia de determinadas circunstancias extraordinarias»
(ATC 7/2012). Por ello, sólo se aplicará cuando exista una amenaza real y efectiva
apreciada por el Ejecutivo, debiendo las medidas ser ponderadas y pudiéndose
2
La LOMEMSP busca dotar a las autoridades sanitarias, como su propia literalidad indica, de cierta
autonomía decisoria para actuar ante temas como son las crisis sanitarias, pero el poder para adoptar
medidas de relevancia política, como la administración de los medios sanitarios, continúa en poder del
Gobierno.
38 MANUEL CABANAS VEIGA
controlar y fiscalizar en todo momento, pues así lo exige el art. 1.2 de la Ley
Orgánica 4/1981, de 1 de junio, de los estados de alarma, excepción y sitio (en
adelante LOEAES), propuesta por la enmienda socialista 230 al proyecto de Ley
Orgánica de Seguridad Ciudadana. Por tanto, sólo podrán declararse los estados
excepcionales cuando los medios ordinarios resulten insuficientes para hacer
frente a la crisis y así lo aprecie el Gobierno. Se trata de una respuesta política de
la Constitución frente a las situaciones de excepcionalidad que impiden la normal
aplicación de la misma y se justifican, precisamente, para volver a recuperar el
normal funcionamiento de las instituciones del Estado.
Pero estas situaciones implican una alteración de la división de poderes, ya
que mientras que el Poder Ejecutivo se ve reforzado, algunas garantías consti-
tucionales pueden verse restringidas, limitadas o suspendidas. Por ello, el De-
recho positivo debe regular, en las situaciones de excepción, las relaciones entre
los poderes, por lo que ni sus límites, ni su control ni las garantías que pueden
suspender deben quedar al arbitrio del Gobierno, el cual sólo podrá realizar, en
dichas circunstancias, lo que permitan la Constitución y las leyes. No obstante,
ello no es óbice para no mantener el respeto de la primacía de la libertad, la segu-
ridad jurídica y el control político y judicial de las actuaciones políticas sobre los
valores instrumentales, como es el orden y la seguridad ciudadana (Aba Catoira,
2011: 316-317). Y es que estos estados sólo tienen sentido que sean declarados
en Estados de Derecho, pues en un Estado autoritario, donde todo el poder re-
side en el Jefe del Estado, carecen de sentido. Por esta razón, es necesario que
exista un sistema fuerte que cuente con los pesos y contrapesos suficientes que
impidan al poder extralimitarse y quedar al margen de cualquier tipo de control
o fiscalización (Nieto, 2003: 386-392).
No obstante, la declaración formal de los estados de excepcionalidad respon-
de al periodo de entreguerras. Pero existen países, como Reino Unido, en los que
no se da tal declaración, sino que es la propia Ley la que autoriza al Gobierno a
dictar medidas provisionales de emergencia cuando se den ciertas situaciones
extraordinarias3. No hay, por tanto, en el país británico, estados de emergen-
cia como tal, sino problemas emergentes que autorizan al Gobierno a adoptar
medidas extraordinarias. En España, sin embargo, la publicidad exigible tanto
3
De este modo, las diferencias regulatorias de los estados de excepcionalidad que se dan entre
los diferentes países deriva de la diversa regulación de los supuestos y de las autoridades que pueden
desencadenar la situación de emergencia, los ámbitos del funcionamiento del Estado que se ven alterados
y la diferente afectación de los derechos fundamentales. La Constitución alemana, por ejemplo, distingue
entre los supuestos de defensa nacional (arts. 115, 80 y 87), de riesgo de subversión del orden democrático
(art. 91) y de desorden público o de catástrofe natural (art. 35), cuya diferenciación determina si va a
existir colaboración entre los Länder o si las Fuerzas Armadas, que sólo pueden intervenir si se produce
una agresión exterior, entran en acción, (arts. 87 y 115 de la Ley Fundamental de Bonn). Sin embargo, en
Reino Unido, las civil contingencies y en España el art. 166 de la Constitución, permiten la intervención
del ejército en una emergencia civil (VELASCO CABALLERO, 2020: 78-80).
EL DERECHO DE EXCEPCIONALIDAD ESPAÑOL ANTE FUTURAS PANDEMIAS 39
dicha declaración. Por tanto, los decretos de declaración y sus prórrogas están
sometidos a un doble control: político y judicial.
En relación al control judicial, la ATC 7/2012, de 13 de enero consideró que
los actos de autorización de los estados de excepcionalidad tienen valor de ley,
pues no poseen mero carácter autorizatorio, sino que su contenido es regulador,
ya que modifican, excepcionan o suspenden la aplicabilidad de ciertas leyes,
por lo que no tendría sentido que se invirtiese el sistema de fuentes, sino que lo
mejor es otorgarles dicha fuerza. De esta forma, la declaración de estos estados
no constata, para el TC, que exista un hecho habilitante para declararlo sino que
crea un estatuto jurídico por el que tiene lugar el sistema de fuentes de excepción,
que desplaza al ordinario (FJ. 10). Sin embargo, en el voto particular a este auto,
algunos magistrados, encabezados por don Luís Ortega Álvarez, se opusieron a
darle dicha posición al Real Decreto del estado de alarma, sosteniendo que si la
prórroga tiene fuerza de Ley, también debería tenerla la declaración, ya que tam-
bién modifica, excepciona o suspende algunas leyes. Y así lo consideró, aunque
esa no era la intención de los magistrados disidentes, la STC 83/2016 en el FJ 10,
al extender la doctrina del auto sobre la autorización de prórroga a la declaración
del estado de alarma en sí, otorgándole fuerza de ley. Si la ATC ya entendía que
dichas autorizaciones no se pueden recurrir en amparo, sino a través del recurso
de inconstitucionalidad o planteando la procedente cuestión de inconstitucio-
nalidad por el órgano jurisdiccional correspondiente, la STC 83/2016, como
afirma en su FJ 11, sostiene que el TC puede enjuiciar la constitucionalidad de
las declaraciones de excepcionalidad y sus prórrogas, dejando a la jurisdicción
ordinaria el conocimiento de los actos y disposiciones que se dicten durante los
mismos, en las que se recojan las medidas concretas para lograr el fin buscado,
pudiendo las personas afectadas imponer el amparo constitucional, previo ago-
tamiento de la vía ordinaria, contra los actos lesivos de derechos fundamentales
susceptibles de lesión.
Esto supone, como sostiene Velasco Caballero (2020: 80), que también el Go-
bierno o la Asamblea de las CCAA pueden interponer los mencionados recursos
cuando la declaración de excepcionalidad afecte a sus competencias de forma
injustificada. Pero el juicio de constitucionalidad no consiste en comprobar si el
gobierno ha acertado en la declaración de alarma, sino sólo en determinar si, en
el contexto de incertidumbre propia de toda situación de emergencia, el Gobierno
ha actuado con la suficiente información y diligencia para poder evaluar correc-
tamente la situación. Sólo será inconstitucional la declaración de excepcionalidad
que no cuente con la suficiente justificación y proporcionalidad para suspender
los derechos perjudicados, afectando a su contenido esencial de forma irrazo-
nable (Cotino Hueso, 2020: 92-93). Por tanto, no era necesario, como pretendía
el senador Torrez I Perenya (pp. 5316-5318), una adicción al art. 1 en la que se
EL DERECHO DE EXCEPCIONALIDAD ESPAÑOL ANTE FUTURAS PANDEMIAS 41
5
Velasco Caballero (2020: 84) considera que las medidas gubernativas que se adopten no deben
calicarse como decisiones o actos, ya que éstos no pueden ser superiores a una ley o dictarse sin seguir
un concreto procedimiento administrativo, por lo que propone que se caliquen como “medidas de
emergencia”, siguiendo las emergency regulations inglesas, que prescinden de calicarlos. De este modo,
estas medidas se caracterizan porque no atienden a la distribución ordinaria de competencias.
46 MANUEL CABANAS VEIGA
6
Así, por ejemplo, la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente
y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica, regula ciertas actuaciones
en caso de epidemias, pero sólo se limita a enfermos, personas o locales concretos afectados, por lo que
no permite restringir la libertad a personas sanas. Igualmente, el art. 3 de la LOMEMSP permite limitar los
derechos a la circulación, pero no permite extenderlos de forma general, ya que, a través de ella, sólo se
pueden restringir derechos a los mismos afectados que la ley anterior. Por tanto, la limitación de derechos
a través del Derecho ordinario de excepción sólo se puede aplicar a personas concretas y en supuestos
muy taxativos, siendo necesario la autorización judicial en caso de negativa del afectado, mientras que
los estados de excepcionalidad son adecuados para aplicar medidas a la población con carácter genérico.
De este modo, no cabe duda de que para connar a una población sana es preciso adoptar alguno de los
estados de excepcionalidad.
La Ley 36/2015, de Seguridad Nacional, por su parte, en su art. 23, regula la gestión de la crisis en
situaciones excepcionales, permitiendo declarar la situación de seguridad nacional, que es una medida
excepcional pero de carácter ordinario, la cual sólo exige comunicación al Congreso, conforme al art. 24. Su
declaración en ningún caso puede implicar la suspensión ni la restricción de derechos fundamentales, pero
sí que permite adoptar, a través de la misma, otras medidas ordinarias de excepción que se encuentran en
otras leyes y sí implican la restricción de derechos. Además, la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de
protección de la seguridad ciudadana, también incluye facultades y actuaciones de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad restrictivas de derechos que son aplicables tanto en situaciones ordinarias como extraordinarias.
Y si el Gobierno precisa practicar requisas temporales o forzosas por razones de epidemias o calamidades,
esta posibilidad se contempla en el art. 120 de la Ley de Expropiación Forzosa de 1954. En cambio, si lo
que necesita el Estado son prestaciones personales comunes, el art. 7 bis 2º de la Ley 17/2015 obliga a
cualquier mayor de edad a realizar las prestaciones que se le exijan sin indemnización, quedando obligado
«al cumplimiento de las órdenes e instrucciones, generales o particulares» que aquellas establezcan. Esto
supone una restricción de derechos, lo cual puede hacerse por ley en ciertas circunstancias, como establece
el FJ. 11 de la STC 292/2000. Además, los gobiernos pueden usar los Reales Decretos para hacer frente a
razones de extrema y urgente necesidad, sin necesidad de declarar los estados de excepción, siempre que
no se busque restringir derechos. Incluso el art. 21.1 de la Ley 7/1985 permite al alcalde adoptar medidas,
en caso de catástrofes, dando cuenta al Pleno. Por tanto, no cabe duda de que la legislación ordinaria
contempla mecanismos para que las diferentes autoridades puedan actuar ante una crisis sanitaria.
EL DERECHO DE EXCEPCIONALIDAD ESPAÑOL ANTE FUTURAS PANDEMIAS 47
FJ. 5). También es posible, a través del mismo, como vimos, intervenir empresas
e industrias, lo cual permite al Estado dotarse de los medios que necesita para
superar la crisis con rapidez y eficacia. Sin embargo, los agentes, durante el esta-
do de alarma, no pueden acceder a los domicilios, salvo casos de fragrante delito
o contando con autorización judicial, lo que si pueden hacer durante los estados
de excepción, siempre que el Congreso autorice la suspensión de tal derecho.
En el estado de excepción las situaciones recogidas se relacionan con altera-
ciones de orden público y funcionamiento anormal de las instituciones democrá-
ticas, como vimos. Ello no se dio, al menos de forma notable, afortunadamente,
durante la crisis del coronavirus en nuestro país. Sin embargo, en la medida en la
que se vio gravemente afectado el funcionamiento de la sanidad pública, podría
entenderse que había justificación suficiente para adoptar este tipo de medidas.
Ahora bien, no toda paralización de servicios públicos permite la declaración
de estados de alarma, sino sólo cuando no se garanticen los servicios mínimos
y siempre que se produzca otro supuesto del estado de alarma adicional, como
es el desabastecimiento, pero cuando éste no se dé por causas de conflictividad
social, ya que en ese supuesto debe de declararse el estado de excepción (Aba Ca-
toira, 2011: 331-332). De este modo, nos encontramos con que, durante la crisis
sanitaria del 2020 se produjo, junto con una notable paralización de los servicios
mínimos de forma temporal y su constante riesgo de convertirse en grave, el de-
sabastecimiento de productos sanitarios, así como un relativo funcionamiento
anormal de las instituciones democráticas y una crisis sanitaria pandémica, más
que epidemiológica, por lo que se daba la concurrencia necesaria de factores
que habilitaban tanto la declaración del estado de alarma como la de excepción.
De esta forma, como vimos, el estado de excepción puede suspender la li-
bertad de circulación y no sólo limitarla, como sucede en el estado de alarma,
siempre que el Congreso autorice tal suspensión, así como también suspender,
con dicha autorización, la inviolabilidad del domicilio, la libertad de expresión,
de información, artística… Los senadores Portabella Rafols y Benet i Morell de-
fendieron, en su voto particular, que no se pudiese eliminar la libertad de prensa
ni la libertad artística en el estado de excepción, planteando incluso Morán López
si el arte puede ser subversivo de alguna forma, pero sus propuestas fueron re-
chazadas (pp. 5337-5338). También aumentan las facultades arbitrarias de los
agentes para detener a una persona por alteración del orden público durante
estos estados. Además, la pena de prisión preventiva acabó establecida en 10
días para dichos delitos, no siendo posible la condicionalidad de la prisión en
estos casos. Y en el supuesto de extranjeros, se les aplica un régimen diferente a
los españoles, siendo posible su expulsión inmediata por cometer delitos contra
el orden público.
EL DERECHO DE EXCEPCIONALIDAD ESPAÑOL ANTE FUTURAS PANDEMIAS 49
el ejercicio de la profesión. Los otros 12 son elegidos por voluntad de las Cortes,
ya que la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, que se encarga
de normar estos supuestos, establece que esos 12 sean propuestos por los co-
lectivos profesionales del ámbito de la judicatura mediante listas de 36 candi-
datos, de entre los cuales se eligen 6 vocales por el Congreso y 6 por el Senado,
por mayoría de tres quintos (3/5). Por tanto, en los casos en los que un partido
único o coalición controlase el poder Ejecutivo y tuviese la mayoría absoluta en
el poder Legislativo, o incluso sólo en el Congreso, no existiría ningún control,
para que una futura gripe más laxa que la del coronavirus se usase de pretexto
para establecer un Estado autoritario pues, como sostiene Heller (2006: 120),
«todo poder humano no fiscalizado se expone, tarde o temprano, al peligro de la
arbitrariedad no calculable».
Y la forma que tienen los estados de excepcionalidad para impeler el cum-
plimiento de sus ordenanzas es a través de las sanciones, las cuales pueden
recogerse en los decretos leyes al tener éstos rango de ley, como sucedió con
el Real Decreto del estado de alarma destinado a combatir la actual pandemia
(Amoedo-Souto, 2020: 71). Las sanciones, en caso de incumplimiento de los
mandatos o prohibiciones durante el estado de excepcionalidad son, en primer
lugar, para los ciudadanos, las que se recojan en los decretos, bien sean de decla-
ración, de ejecución de las medidas o de prórroga. Si éstos no establecen nada,
se aplica la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad
ciudadana o, si procede, el Código Penal. Sin embargo, los ciudadanos siguen
gozando de los derechos que le asisten en los procesos sancionadores ordinarios
también en los estados de alarma (Amoedo-Souto, 2020: 67), mientras que en
los estados de excepción sólo tendrán aquellos que no hayan sido suspendidos.
En segundo lugar, los funcionarios pueden ser suspendidos de sus cargos, que
junto con la responsabilidad penal y administrativa (disciplinaria) que su acción
u omisión acarree, pueden verse despojados de sus deberes, los cuales serían
asumidos por otra autoridad, conforme al art. 10 de la LOEAES. De este modo, si
una autoridad autonómica no quiere obedecer a la autoridad competente no es
necesario proceder por el art. 155, sino simplemente destituirla (Álvarez García,
2020: 20). Además, se prescindió ya en el proyecto de Seguridad Ciudadana de
crear Tribunales de excepción para dichos estados, por ética democrática, op-
tándose por permitir tramitar las causas por comisión de actos contra el orden
público, durante, obviamente, el estado de excepción, mediante el procedimiento
de urgencia.
En cuanto al derecho de indemnización de los afectados por las medidas
de algún estado de excepcionalidad, el art. 3.2 de la LOEAES exige, para tener
derecho al mismo, que los daños sean directos y no imputables al afectado. La in-
demnización ha de ser individualizada, para un perjuicio y una persona concreta,
52 MANUEL CABANAS VEIGA
de acuerdo con el art. 32 de la Ley 40/2015, y el daño debe haber sido causado
directamente por el Estado, de acuerdo con el art. 3. 2 de la LOEAES. Pero la Ley
40/2015 excluye la responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públi-
cas por los perjuicios causados por el funcionamiento de los servicios públicos
en los casos de fuerza mayor (art. 32.1) y cuando el daño no se pueda evitar se-
gún el estado de los conocimientos, de la ciencia y de la técnica (art. 34) pero no
cuando los daños se pudieron haber evitado o mitigado si se hubieran tomado
las adecuadas medidas de precaución, adoptando la diligencia debida, por lo que,
en ese caso, nacería la obligación de indemnizar. De este modo, sólo se podrían
resarcir los daños ocasionados por el Covid-19 cuando las Administraciones Pú-
blicas, pudiendo haber adoptado medidas preventivas, no lo hicieron. No basta,
por tanto, con que la medida sea ilegal para que el perjudicado sea indemnizado,
sino que esa ilegalidad debe nacer de una omisión del deber exigible. De este
modo, el perjudicado tiene el deber de soportar los daños causados por actos
ilegales de la Administración cuando éstas no se cometan por negligencia de la
misma. Esto ayuda a que la Administración no tenga miedo a actuar y que el per-
judicado intentará evitar, en lo posible, el potencial riesgo (Doménech Pascual,
2020: 105-108). En conclusión, si bien la responsabilidad del Estado puede ser
muy cuestionable al principio de la pandemia por la novedad que el coronavirus
introdujo a todos los niveles, a medida que pasa el tiempo y aumentan los cono-
cimientos sobre este virus, la diligencia debida del Estado se hace más estricta.
Por tanto, los daños generales deben resarcirse a través de ayudas y actividades
de fomento, pero no a través de la responsabilidad patrimonial del Estado.
De este modo, no cabe duda de que estas crisis han venido a reforzar el papel
del Estado, tanto en su intervencionismo como en el aumento del papel del Poder
Ejecutivo. Lo que se trata de determinar ahora son las garantías procedimentales
que debe superar el Gobierno según el grado en que quiera limitar los derechos.
De este modo, descartamos que, en situaciones de crisis sanitarias generalizadas,
sea posible restringir derechos fundamentales de toda la población sin acudir
a uno de los estados de excepcionalidad. En primer lugar, se podría pensar que
todo el Derecho ordinario de excepcionalidad fuese suficiente para gestionar
una situación de crisis sanitaria, ya que, como hemos visto, a través del Derecho
ordinario de excepción es posible aplicar restricciones de derechos más elevadas
que a través del estado de alarma. Sin embargo, cabe cuestionar, muy seriamente,
que estas leyes habiliten al Ejecutivo, estatal o autonómico, a restringir derechos
de manera general, a través de un decreto o de cualquier otra norma de desarro-
EL DERECHO DE EXCEPCIONALIDAD ESPAÑOL ANTE FUTURAS PANDEMIAS 53
llo que, a diferencia de los Reales Decretos por los que se declara un estado de
excepcionalidad, carecen de fuerza de ley. Consideramos que esto es conforme
a la Constitución cuando dicha restricción recae sobre personas o bienes con-
cretos para casos recogidos específicamente por dicha normativa, pero no es tal
si se aplica para poblaciones en general sin más criterio que la pertenencia a un
mismo municipio (Auto del Tribunal Superior de Justicia de Aragón de octubre
de 2020), siendo la autoridad ejecutiva, estatal o autonómica, y no el legislador,
la que regula en este caso la restricción de derechos. Esto, simplemente, serviría
para esquivar las enormes garantías que, como vimos, ha establecido cautelo-
samente el legislador orgánico en el Derecho de excepcionalidad, quedando el
estado de alarma inservible para la principal función que se le asignó: la gestión
de las crisis sanitarias. El peligro que de esta interpretación se deriva es que el
Derecho ordinario de excepción permite a la autoridad gubernativa, estatal o
autonómica, a través de cláusulas abiertas, restringir derechos con una mayor
comodidad que la que permite el Derecho de excepcionalidad, lo cual es incons-
titucional (STC 76/2019) y convertiría a las garantías de este último Derecho
en obsoletas. Por tanto, no consideramos inconstitucionales dichas leyes, sino
sólo esa amplia interpretación que permite restringir derechos a la población
de forma general. En cualquier caso, su aplicación queda sometida al principio
de proporcionalidad ya explicado, cuyo respeto depende, en todo caso, del buen
hacer de la clase política y judicial española. De este modo, las medidas de los
estados de excepcionalidad son cualitativamente distintas a las que se pueden
declarar por un mero decreto ley o por los poderes ordinarios del Gobierno
(Velasco Caballero, 2020: 78).
Tampoco consideramos adecuado crear, bien sea por una Ley Orgánica u
ordinaria, una normativa que permitiese a cualquier Ejecutivo limitar derechos
fundamentales, a través de cláusulas generales, cuando se procediese a la decla-
ración política de una situación de crisis sanitaria, siempre sometido al abstracto
principio de proporcionalidad apreciado por los gobernantes o por los jueces.
Creemos, e insistimos, entendiendo válidos otros criterios, que ello podría des-
constitucionalizar, ante este tipo de situaciones, las garantías de los derechos
en favor del Gobierno, estatal o autonómico, lo que puede ser más lesivo para
los derechos fundamentales de los ciudadanos, si cabe, que las medidas que se
pueden adoptar a través del Derecho de excepción, que cuenta con más garantías
y medios de control. No obstante, si la misma estableciese medidas de fiscali-
zación del poder realmente efectivas, no se estaría modificando el contenido
de la LOEAES a través de una ley ordinaria en lo relativo de la gestión de crisis
sanitarias, ya que ésta seguirá siendo vigente cuando el Derecho ordinario sea
insuficiente. Por tanto, entendemos, desde nuestro criterio, siempre mejorable,
que las medidas como el confinamiento o la intervención de empresas deben
54 MANUEL CABANAS VEIGA
5. CONCLUSIONES
Nos encontramos, por tanto, con que los estados de excepcionalidad, pertre-
chados de enormes garantías que garantizan la proporcionalidad de las decisio-
nes del Ejecutivo durante las situaciones de crisis, se ven rebasados, actualmente,
por la legislación ordinaria de excepción, lo que da a entender que ésta puede
restringir los derechos fundamentales a un mayor nivel que el Derecho de ex-
cepcionalidad, cuando el Gobierno, autonómico o local, entienda que se da una
situación de crisis. Así, las garantías establecidas por una Ley Orgánica se ven su-
peradas por las que el legislador ordinario, estatal o autonómico, decide dar a su
Ejecutivo en las situaciones de excepcionalidad, a través de cláusulas generales.
Y al nunca darse el supuesto de que el Derecho ordinario de excepción no tenga
mecanismos para paliar una crisis, pues la Ley siempre proporciona conceptos
indeterminados o cláusulas abiertas que le permitan la suficiente arbitrariedad
en cuanto a la restricción de Derechos, las garantías que los parlamentarios tu-
vieron tanta cautela de erigir en el Derecho de excepcionalidad, pasan a formar
parte de la arqueología constitucional. De este modo, aceptar que a través de esas
cláusulas generales se puede realizar cualquier acción en virtud del principio
de proporcionalidad, porque así lo permite la Ley, supone caer en un excesivo y
peligroso formalismo.
No cabe duda de que el estado de alarma, en la actualidad, es el más adecuado
instrumento, jurídica y fácticamente hablando, para gestionar una crisis sani-
taria. El único problema es que las medidas que se pueden adoptar a través del
mismo se quedan raquíticas ante las realidades actuales que la gestión de una
crisis sanitaria requiere. Y sólo cabría pasar al estado de excepción si de esa crisis
sanitaria surgen alteraciones del orden público. Por tanto, es necesario reformar
la LOEAES para reducir el estado de excepción exclusivamente a supuestos de
orden público; para adaptar las situaciones del estado de alarma, dando entrada
a situaciones de excepcionalidad civil que no caben en supuestos de calamidades
ocasionadas por causas naturales o tecnológicas; y para mejorar el propio proce-
dimiento de los tres estados, creando una normativa eficaz, sin excesivos trámites
parlamentarios, que añadan rapidez al procedimiento, pero garantizando, no
obstante, un control político (especialmente de la minoría) y judicial, que evite
abusos de poder, por tiempo breve o prolongado. Esto, siempre y cuando, no se
EL DERECHO DE EXCEPCIONALIDAD ESPAÑOL ANTE FUTURAS PANDEMIAS 57
cree una Ley, Orgánica u ordinaria, que regule la restricción de derechos durante
la crisis sanitaria de forma precisa y adoptando medidas de control efectivas.
Y desde el punto de vista territorial, aunque la autoridad competente es el
Gobierno central, lo más conveniente ante una crisis sanitaria es que exista co-
municación fluida entre todos los niveles de gobierno, ya que ellos son los que
mejor conocen de sus recursos y personal. Pero dicha colaboración no puede ser,
como bien supo ver el legislador orgánico, obligatoria, ya que ello podría producir
parálisis políticas. La gestión debe ser jurídicamente orgánica pero fácticamente
colaborativa, actuando sus miembros con la lealtad y la eficacia de un comité.
Y es que el único responsable de su gestión es el Gobierno central, no las CCAA.
Y entre el liderazgo fuerte y el liderazgo cooperativo se encuentra el éxito de
cualquier empresa que busca superar una crisis y no limitarse a condenar a los
diferentes responsables de su gestión.
6. BIBLIOGRAFÍA
Aba Catoira, Ana.: (2011), “El Estado de alarma en España”, Teoría y Realidad Cons-
titucional, Nº 28.
Aldrete Acuña, Christian Yair.: (2019), Fuero constitucional: garantía de un estado
democrático y constitucional de derecho. Un análisis de derecho comparado entre
México y España, Vlex.
Álvarez García, Vicente.: (2020), “Respuestas Jurídicas frente a una situación de
emergencia sanitaria, El cronista del Estado democrático y social: El coronavirus…y
otros problemas, Iustel, Nº 86-87, marzo-abril.
Amoedo-Souto, Carlos Alberto: (2020), “Vigilar y castigar el connamiento forzoso:
Problemas de la potestad sancionadora al servicio del estado de amarla sanitario”,
El cronista del Estado democrático y social: El coronavirus…y otros problemas,
Iustel, Nº 86-87, marzo-abril.
Carmona Contreras, Ana: (2020), “El Estado de alarma, ¡Por n!, El País, (Publicado:
14/03/2020).
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ronavirus. Régimen general y garantías y especial atención a las restricciones
de excepcionalidad ordinaria”, El cronista del Estado democrático y social: El
coronavirus…y otros problemas, Iustel, Nº 86-87, marzo-abril.
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De La Sierra, Susana: (2020), “Lectura de urgencia de las reacciones frente al Co-
vid-19 desde una óptica jurídica internacional y comparada”, El cronista del
Estado democrático y social: El coronavirus…y otros problemas, Iustel, Nº 86-87,
marzo-abril.
58 MANUEL CABANAS VEIGA
7. FUENTES NORMATIVAS
- Constitución española.
- Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, de los estados de alarma, excepción y sitio.
- Ley Orgánica 3/1986, de 14 de abril, de Medidas Especiales en Materia de Salud
Pública.
EL DERECHO DE EXCEPCIONALIDAD ESPAÑOL ANTE FUTURAS PANDEMIAS 59
CORTES GENERALES
- Informe de la Ponencia sobre el Proyecto de Ley Orgánica de Seguridad Ciuda-
dana. Boletín ocial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, Serie
A, número 73-I-2, del día 20 de octubre de 1980.
- Informe de la Ponencia sobre el Proyecto de Ley Orgánica de los estados de
alarma, excepción y sitio. Boletín ocial de las Cortes Generales. Congreso de
los Diputados, Serie A, número 73-I-ter, del día 14 de abril de 1981.
- Dictamen de la Comisión Constitucional sobre el Proyecto de Ley Orgánica de
los estados de alarma, excepción y sitio. Boletín ocial de las Cortes Generales.
Congreso de los Diputados, Serie A, número 73-I-ter, del día 14 de abril de 1981.
- Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Sesión Plenaria núm. 160,
celebrada el martes, 21 de abril de 1981.
- Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Sesión Plenaria núm. 160,
celebrada el miércoles, 22 de abril de 1981.
- Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Sesión Plenaria núm. 162,
celebrada el jueves, 23 de abril de 1981.
- Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Sesión Plenaria núm. 170,
celebrada el miércoles, 20 de mayo de 1981.
- Diario de Sesiones del Senado. Sesión Plenaria núm. 105, celebrada el jueves,
14 de mayo de 1981.
8. FUENTES JURISPRUDENCIALES
Hace poco menos de un año parecía poco probable que en el horizonte más
inmediato de nuestras vidas nos encontrásemos ante uno de esos desafíos que
pueden llegar a definir una etapa de la historia. La pandemia de la COVID-19 no
es, por sí misma, tal desafío, pues otras hubo y habrá con mayores índices de
ratio reproductiva o gravedad1, pero el contexto en el que se desarrolla, con sus
correspondientes esfuerzos para hacer frente a la misma y los cambios sociales
que estos exigen, hace que se haya convertido en un verdadero hito. Algunas
personas hablan, quizás, de falta de previsión, otras de cisne negro2, pero, sea
como fuere, hoy sigue siendo una realidad que se alarga en el tiempo y sobre la
que no se observa, al menos a priori, una salida inmediata.
Todos nos acostumbramos hace tiempo al denominado como fin de la historia
(Fukuyama, 1992), que con la caída del comunismo y el triunfo de la democra-
cia liberal nos instaló en la anodina normalidad, con la feliz idea de que este
era el estado natural de la sociedad. Aquella sensación es hoy cosa del pasado,
pues diversas crisis, muchas de ellas de carácter natural, como la presente de la
COVID-19, han puesto de relieve que los mayores riesgos a los que nos enfren-
taremos como sociedad se encuentran agazapados en cualquier momento del
presente. En estos desafíos no se encuentra en juego, exclusivamente, el medio
ambiente o la salud, sino también, aunque, ciertamente, de forma subrepticia,
1
Índices que re^ejan, respectivamente, la velocidad con que una enfermedad puede propagarse en
una población y el grado de afección de las personas una vez infectadas, y la frecuencia de los síntomas
clínicos, las complicaciones de la enfermedad y las consecuencias después de la infección.
2
Un suceso sorpresivo, de gran impacto socioeconómico y del que, una vez estudiado y racionalizado,
se predica su predictibilidad. No obstante, no hay consenso en calicar así la crisis de la COVID-19, habida
cuenta, en particular, de su falta de predictibilidad, sobre la que se ha dicho, incluso por su principal
desarrollador, el lósofo libanés Nassim Taleb, que se trata de un evento que, en mayor o menor grado,
era previsible (vid. https://www.newyorker.com/news/daily-comment/the-pandemic-isnt-a-black-swan-
but-a-portent-of-a-more-fragile-global-system).
64 MARCO FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ
muchos de los valores y principios sobre los que se asienta nuestro Estado Social
y Democrático de Derecho.
En este sentido, un virus desconocido, si bien genéticamente cercano a otros
ampliamente estudiados por los servicios de epidemiología, técnicamente deno-
minado SARS-CoV-2, identificado en China a finales del año pasado, fue adqui-
riendo un ritmo de expansión trepidante a lo largo y ancho del mundo. Aunque,
tal y como se ha dicho, es probable que no sea un virus que se caracterice por
haber tenido unos índices de contagiosidad extraordinarios, lo cierto es que su
expansión ha sido, hasta el momento, imparable, quizás en una muestra más del
efecto de la globalización, no ya en los ámbitos culturales, económicos o jurídicos,
sino también, ahora, en la salud de la población.
Este efecto globalizador no se observa solo en la propia propagación de la
pandemia, sino también, en particular, en que la interdependencia del mundo
en que vivimos aumenta día a día, con órdenes normativos en los que el poder
unilateral de decisión desciende correlativamente a la influencia de las decisio-
nes emanadas de centros de poder difusos (Held, 1997: 38). Los tradicionales
focos de soberanía, así como las formas en que esta se materializa, han perdido
gran parte de la centralidad del sistema político, pues las cadenas de actividad
políticas, económicas y sociales adquieren, cada vez más, dimensiones globales,
intensificándose los niveles de interacción e interconexión dentro y entre Esta-
dos, sociedades y organizaciones. En un mundo cada vez más globalizado se hace
necesario concebir al propio Estado, pero también a los instrumentos de los que
se sirve, como elementos de un contexto más amplio de condiciones, relaciones
y asociaciones políticas.
El Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declara el estado
de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por la
COVID-19, es una buena muestra de dicha interdependencia fáctica y norma-
tiva, pues disponía, en su parte introductoria, que, en relación con la, en aquel
momento, recién declarada pandemia, «la rapidez en la evolución de los hechos,
a escala nacional e internacional, requiere la adopción de medidas inmediatas y
eficaces para hacer frente a esta coyuntura. Las circunstancias extraordinarias
que concurren constituyen, sin duda, una crisis sanitaria sin precedentes y de
enorme magnitud tanto por el elevado número de ciudadanos afectados como
por el extraordinario riesgo para sus derechos», añadiéndose, luego, que «las
medidas temporales de carácter extraordinario que ya se han adoptado por todos
los niveles de gobierno deben ahora intensificarse sin demora para prevenir y
contener el virus y mitigar el impacto sanitario, social y económico».
El Gobierno de la Nación, para afrontar la crisis sanitaria, decide declarar el
estado de alarma, cuestión ésta perfectamente lógica en tanto que el artículo 4 de
la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, de los estados de alarma, excepción y sitio
EL PARLAMENTO ANTE LA COVID-19 65
(en adelante, LOAES) establece como supuesto habilitante para su declaración las
«crisis sanitarias, tales como epidemias y situaciones de contaminación graves».
Estas situaciones de anomalía constitucional, comunes a prácticamente todos los
Estados constitucionales contemporáneos (Sieira Mucientes, 2018), buscan que
ante la concurrencia de circunstancias extraordinarias no sea necesario buscar
una solución jurídica ad extra, sino que el propio ordenamiento jurídico ofrezca
una excepcionalidad reglada como mecanismo de reacción ante sucesos que
perturben gravemente la convivencia y la normalidad constitucional con el fin
de mantener el sistema establecido.
Estos instrumentos exorbitantes no son, sin embargo, reflejo de un poder
ilimitado, pues el Estado de Derecho sigue manteniendo, incluso en situaciones
de crisis, su característica fundamental, esto es, la limitación del poder a través
del Derecho, impidiendo cualquier ejercicio despótico y absoluto del poder. Estas
potestades extraordinarias, que se encuentran sujetas a su ejercicio tasado y a
su control jurisdiccional, se enmarcan, además, en un marco jurídico predeter-
minado, cuyos principios y valores no pueden esquivar, señalando el artículo 1.4
LOAES que «la declaración […] no interrumpe el normal funcionamiento de los
poderes constitucionales del Estado».
¿Era necesario utilizar una situación de anomalía constitucional para afrontar
la crisis de la COVID-19? No creo que quepan muchas dudas al respecto, pues
las Administraciones públicas, en general, no estaban, al comienzo de la crisis,
preparadas para enfrentar una situación así, en la que no se contaba con los ins-
trumentos jurídicos y técnicos necesarios para poder dar una solución inmediata
a muchas de las incógnitas que surgieron. Cuestión distinta es si el estado de
alarma era el instrumento idóneo para enfrentarse a la crisis, en particular por
alguna de las medidas que se adoptaron bajo su vigencia.
Las Administraciones públicas, en general, y las instituciones parlamentarias,
en particular, se vieron obligadas a reaccionar con la mayor inmediatez, siendo
suplida su falta de previsión con una capacidad de resiliencia y transformación
ante la incertidumbre. La digitalización es un proceso inacabado en la Adminis-
tración, pero que ha devenido en fundamental como consecuencia de la crisis
de la COVID-19. La transformación y digitalización se convirtió, de la noche a la
mañana, en un elemento necesario e imprescindible para la propia supervivencia
del Parlamento. A diferencia de lo acontecido en el año 20103, cuando se hizo uso,
por primera vez desde la aprobación de la Constitución, de una de las situaciones
excepcionales, la declaración del estado de alarma tuvo una particular incidencia
en la instituciones parlamentarias, por cuanto que la medida de confinamiento
generalizado impidió, en mayor o menor grado, su funcionamiento normal, con
3
Real Decreto 1673/2010, de 4 de diciembre, por el que se declara el estado de alarma para la
normalización del servicio público esencial del transporte aéreo.
66 MARCO FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ
jurídicas y técnicas, si bien con el mismo objetivo común, que no fue otro que el
de asegurar el funcionamiento del Parlamento y permitir, en última instancia, el
ejercicio de sus poderes constitucionales, estatutarios y reglamentarios.
En este sentido, y aunque pueda parecer una obviedad, es importante recor-
dar que la principal dificultad para las instituciones parlamentarias no ha sido, en
sí mismo, el estado de alarma, que cumple una función constitucional, necesaria
para solventar una crisis sanitaria de primera magnitud, sino la consecuencia
del confinamiento generalizado que dificultó las reuniones parlamentarias en
un escenario en el que no se contaba con instrumentos de funcionamiento al-
ternativos, pues hasta este momento no habían sido necesarios. Así, el primer
problema al que se enfrenta la institución parlamentaria fue la propia posibili-
dad de celebrar reuniones parlamentarias presenciales, pues aunque el estado
de alarma no prohibió, pues no procedía, su celebración, sus consecuencias
prácticas, en particular el confinamiento generalizado impuesto por motivos de
salud pública, sí que tenía una indudable incidencia en la celebración de dichas
reuniones, pues requerían que Diputados y empleados públicos rompieran su
confinamiento para acceder a la sede parlamentaria.
La medida adoptada por prácticamente todos los Parlamentos fue la suspen-
sión de su actividad parlamentaria, en algunos casos como consecuencia directa
de contagios entre sus propios Diputados, en otros como medida preventiva.
No se trata, ahora, de interrumpir el periodo de sesiones, como en algunos Par-
lamentos se acordó, sino de suspender las actividades parlamentarias durante
el periodo de sesiones. Esta suspensión no es sino reflejo o manifestación de la
capacidad autoorganizativa de las Cámaras, cuestión pacífica en tanto utilizada
con normalidad por los órganos de gobierno parlamentarios para adaptar el
ritmo parlamentario a vicisitudes varias.
Ahora bien, cabe preguntarse si esta suspensión era una consecuencia nece-
saria de la declaración del estado de alarma, pues no puede olvidarse, ahora, cuál
es el papel del Parlamento. La separación de poderes implica que la actuación de
estos – legislativo, ejecutivo y judicial – lleva aparejada la idea de que un control
recíproco entre ellos, impidiendo por tanto una actuación despótica del Poder
Público, fin principal sobre el que se edificó el constitucionalismo y el concepto
mismo de Constitución, conjuntamente con el reconocimiento de un catálogo de
derechos – y no privilegios –, que queda reflejado en el artículo 16 de la Decla-
ración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, disponiendo este que “toute
societé dans laquelle la garantie des droits n´est pas assurée ni la séparation des
pouvoirs déterminée, n´a point de Constitution”.
¿No posee el Parlamento un carácter esencial que haga necesario el ejercicio
de sus funciones? La crisis generada por la COVID-19 supuso una quiebra del fun-
cionamiento normal del Parlamento, y, con ello, una posible notoria limitación del
68 MARCO FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ
Parlamento, así como por su genuina conexión con las medidas adoptadas por
los órganos de gobierno parlamentarios, la dualidad entre presencia y virtua-
lidad en el Parlamento ha ocupado un lugar fundamental en el debate jurídico.
No cabe considerar esta dualidad desde una perspectiva autónoma, pues de-
pende, en mayor o menor grado, de la respuesta que se haya dado a la pregunta
inmediatamente precedente, relativa a la necesidad del Parlamento, en tanto que
precisamente por las consecuencias que se extraen de aquella primera cuestión
aparecerán, luego, los efectos de la suspensión parlamentaria, y en qué términos,
así como sus remedios.
Ante esta circunstancia, aparece como primera posibilidad, al menos en
teoría, la celebración de reuniones telemáticas, a través de videoconferencia,
de tal modo que, así, no fuera necesaria ninguna ruptura del confinamiento en
tanto que la participación puede realizarse desde el propio domicilio. Más allá
de los problemas técnicos que dicha solución tendría, la cuestión radica, aquí,
en conocer si dichas reuniones telemáticas, no presenciales, son jurídicamente
posibles a la luz de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional.
La clave de bóveda en la materia es, sin duda, la Sentencia 19/2019, del Tri-
bunal Constitucional, de 12 de febrero, en la que se establece que «la presencia
de los parlamentarios en las Cámaras y en sus órganos internos es un requisito
necesario para que puedan deliberar y adoptar acuerdos», expresión «de un
principio del que se deriva el carácter presencial de la actividad parlamentaria.
En los procedimientos parlamentarios la interacción entre los presentes es un
elemento esencial para que la cámara pueda formar su voluntad». Continúa el
Tribunal afirmando que «el proceso de comunicación que procede y determina
la decisión parlamentaria es un proceso complejo en el que el voto que conforma
la decisión final se decide atendiendo a múltiples circunstancias de entre las que
no deben descartarse aquellas que puedan surgir de la interrelación directa e
inmediata entre los representantes. Para ello, para que la voluntad de la cámara
se pueda formar debidamente, es preciso que los parlamentarios se encuentren
reunidos de forma presencial, pues solo de este modo se garantiza que puedan
ser tomados en consideración aspectos que únicamente pueden percibirse a
través del contacto personal».
Únicamente se excepciona, en este sentido, el voto en ausencia, mediante pro-
cedimientos telemáticos, en tanto que «esta exigencia no admite otra excepción
que la que pueda venir establecida en los reglamentos parlamentarios respecto
a la posibilidad de votar en ausencia cuando concurran circunstancias excepcio-
nales o de fuerza mayor», si bien siempre que «el voto realizado se emite de tal
modo que se garantice que expresa la voluntad del parlamentario ausente y no
la de un tercero que pueda actuar en su nombre». El principio de presencialidad
se yergue, de tal forma, que el Tribunal llega a señalar que «la actuación de forma
70 MARCO FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ
presencial es, por tanto, necesaria para que los órganos colegiados, en general,
puedan formar debidamente su voluntad, pero, además, en el caso de los órganos
colegiados de carácter representativo es […] una garantía del correcto ejercicio
de participación política», por lo que no solo se vincula a la institución parla-
mentaria, sino ya, en general, a cualquier tipo de órgano colegiado, en general.
Sin embargo, una afirmación tan categórica presenta difícil encaje con la
propia evolución de la Administración. Así, por ejemplo, el artículo 17 de la Ley
39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las Ad-
ministraciones Públicas, permite la celebración de reuniones a distancia de los
órganos colegiados mediante procedimientos telemáticos, y, en sentido seme-
jante, el Real Decreto-ley 7/2020, de 12 de marzo, por el que se adoptan medidas
urgentes para responder al impacto económico de la COVID-19, en su disposición
final primera, modificó la Ley 50/1997, de 27 de noviembre, del Gobierno, para
permitir la celebración telemática de reuniones del Consejo de Ministros.
A la hora de valorar un hipotético examen del Tribunal Constitucional sobre
las normas que, en mayor o menor grado, han reconocido la posibilidad de ce-
lebrar sesiones virtuales (Parlamento de Canarias, Cortes de Castilla la Mancha,
Junta General del Principado de Asturias o Parlamento Vasco, entre otros), quizás
sea relevante realzar el papel que el juicio de necesidad jugaría en las argumen-
taciones de Tribunal, respecto del cual ha señalado, en su Sentencia 89/2019,
del Tribunal Constitucional, de 2 de julio, que se trata de «[…] límite jurídico que
el Tribunal ha de utilizar, para juzgar, no la medida en sí, sino el juicio que han
realizado otros órganos constitucionales […] [para] examinar si las decisiones
en disputa resultan o no razonables en orden a lo procurado por el precepto
constitucional […]. Esto es, se trata de utilizar parámetros de constitucionalidad
racionalmente aceptables, ponderados en atención a las circunstancias del caso
[…], para valorar, con un canon de escrutinio externo, la razonabilidad del juicio
acerca de la relación de las medidas acordadas con la finalidad de defender el
orden constitucional frente a su patente transgresión».
Portavoces del día 11 de marzo cuando se aborden, por primera vez, sus con-
secuencias para con la Junta General, si bien todavía con unas consideraciones
muy preliminares.
La Mesa de la Cámara, reunida con posterioridad a la Junta de Portavoces,
acuerda desconvocar las Comisiones Permanentes Legislativas previstas para
la semana en curso y aplazar una reunión del Grupo de Trabajo para la Reforma
del Reglamento prevista para el 16 de marzo, así como volver a reunirse el 13
de marzo para determinar la celebración del Pleno que hubiera debido corres-
ponder a los días 17 y 18 del mismo mes. Es importante señalar, al respecto, que
todavía no se aducía para la suspensión de las reuniones parlamentarias, en la
decisión de la Junta de Portavoces, una causa de salud pública, sino una cuestión
de cortesía derivada de una solicitud de un Grupo Parlamentario6, en un senti-
do semejante al que se produce en otras fechas como consecuencia de distintas
vicisitudes internas de los partidos políticos.
La evolución de los acontecimientos hace que se encargue a los Servicios de
la Cámara la preparación de un borrador de plan de contingencia, similar al que
ya venían elaborando otras Administraciones públicas, con objeto de «establecer
el marco de actuación de la Cámara frente a las situaciones derivadas de esta
pandemia para sus Diputados y empleados públicos». Entre sus contenidos,
destaca la regulación de un régimen de actividades en los edificios de la Junta
General, así como limitaciones de las actividades fuera de estos, un elenco de
medidas sanitarias y de higiene, que en todo caso se subordinan a las dictadas
por las autoridades sanitarias competentes, un protocolo de actuación para si-
tuaciones de aislamiento o contagio de los miembros o empleados de la Cámara
y un conjunto de medidas organizativas en materia de personal (en particular,
modalidades de trabajo no presencial, flexibilización horaria y priorización de la
atención telemática). Finalmente, se crea un Grupo de Coordinación, con el obje-
tivo de monitorizar y proponer, a la Mesa de la Cámara, las medidas que se hayan
de aplicar para el cumplimiento de las dictadas por las autoridades sanitarias y
las de seguimiento y evaluación, previéndose, en todo caso, que, en el ejercicio
de sus funciones, el Grupo de Coordinación deberá oír y mantener informado al
Comité de Seguridad y Salud de la Junta General.
de la Diputada del Grupo Parlamentario Ciudadanos doña Laura Pérez Macho. Estas tenían por objeto,
respectivamente, «política en materia de salud pública, y más en concreto, sobre la posible alerta sanitaria
ante la infección por el coronavirus (COVID-19)» (11/0182/0075/04590) y «si tiene previsto, y de qué
forma, su Consejería trasladar a las Administraciones locales y otras entidades la información sobre el
seguimiento y evaluación de la situación generada por el coronavirus y sobre los protocolos de actuación
en caso de casos positivos» (11/0252/0228/04591).
6
El Grupo Parlamentario Vox solicita la suspensión de dichas reuniones parlamentarias como con-
secuencia de la asistencia de sus Diputados y de algunos de sus empleados a un acto del Partido Político
celebrado en Madrid (Vistalegre) y en el que habían coincidido con el Secretario General del Partido, don
Javier Ortega Smith.
72 MARCO FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ
16
Esta decisión fue objeto de una solicitud de reconsideración, del Grupo Parlamentario Popular,
que fue igualmente desestimada por la Mesa de la Cámara en su reunión del 21 de abril, previo parecer
desfavorable de la Junta de Portavoces.
17
En el orden del día se incluiría, además de las preguntas al Presidente, una por Portavoz, una ini-
ciativa más por cada Grupo, a elegir entre interpelación o proposición no de ley y debiendo versar todas
las iniciativas sobre asuntos relacionados con la pandemia.
18
En el Hemiciclo estarían presentes los siete Portavoces, cuatro miembros de la Mesa (Presidente,
Vicepresidente Segundo, Secretario Primero y Secretario Segundo), el Presidente del Consejo de Gobierno
y un máximo de tres Consejeros.
19
En el momento de levantar la suspensión de calicación y admisión a trámite estaban pendientes un
total de 440 iniciativas, de diversa índole y condición, lo que evidencia el funcionamiento ininterrumpido
del Registro de la Cámara.
76 MARCO FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ
20
En particular, sigue suspendida la tramitación, por un lado, del Plan de Salud del Principado de
Asturias 2019-2030 (11/0199/0001/01915), por los indudables efectos que sobre el propio Plan tenga
la crisis originada por la COVID-19, y, por otro lado, del Proyecto de Ley del Principado de Asturias de
Garantía de Derechos y Prestaciones Vitales (11/0142/0001/01827), por la incidencia que, en su caso,
pudiera tener la aprobación, a nivel estatal, del ingreso mínimo vital.
21
La Mesa de la Cámara, previo parecer favorable de la Junta de Portavoces, dispone, el 22 de mayo, la
modicación del Acuerdo sobre la articulación del voto telemático (BOJG/XI/B/303), adaptándolo, tanto
EL PARLAMENTO ANTE LA COVID-19 77
La nueva redacción del artículo 11.2 del Reglamento establece que «en los
casos de embarazo, maternidad, paternidad, ingreso hospitalario o enfermedad
grave, así como en situaciones excepcionales que impidan la normal presencia
de los Diputados en la Cámara, motivadamente, podrá autorizar la emisión del
voto telemáticamente, por el procedimiento que determine, oída la Junta de
Portavoces, y que garantizará la identidad del votante y el sentido del voto».
Procede señalar que, además de introducir como supuesto habilitante para
el ejercicio del voto telemático las «situaciones excepcionales que impidan la
normal presencia de los Diputados en la Cámara», no siendo ya necesario una
interpretación analógica de los supuestos para permitir el voto telemático en una
situación de crisis sanitaria, se eliminan del texto del artículo las referencias al
carácter plenario de las sesiones en las que se vaya a utilizar y las excepciones
sobre los asuntos que están excluidos de votación telemática, en el entendido de
que no hay, per se, ningún tipo de iniciativa parlamentaria sobre la que no quepa
el uso del voto telemático22.
Por otra parte, el 13 de mayo se acuerda la creación, por la Mesa de la Cámara,
y previo parecer favorable de la Junta de Portavoces, de una Comisión Especial
no permanente de estudio sobre «la gestión de la crisis sanitaria, social y econó-
mica provocada por la COVID-19 del Gobierno del Principado, y en el conjunto
del sector público asturiano, con especial atención a las Consejerías de Salud y
de Derechos Sociales y Bienestar y su empresas y organismos adscritos», que
queda constituida el 22 de mayo y cuyos primeros trabajos se llevan a cabo a
partir del 28 de mayo, con el objetivo de intentar terminar los trabajos antes de
la finalización del próximo periodo de sesiones.
Respecto de las Comisiones Permanentes Legislativas, comienzan estas a
funcionar a partir del 15 de mayo, en el que se reúne la Comisión de Educación,
y en la semana del 25 al 29 de mayo, en la que celebran sesión las Comisiones de
Derechos Sociales y Bienestar, de Desarrollo Rural, Agroganadería y Pesca23, de
Cultura, Política Llingüística y Turismo, y de Ciencia, Innovación y Universidad.
En definitiva, se observa como en la necesaria adaptación de la Junta General
a la crisis de la COVID-19, sus órganos de gobierno tuvieron siempre el Regla-
mento, en su deliberación y decisión, como límite infranqueable, consiguiendo
a la inclusión de las Comisiones en su régimen, como a la práctica que se había seguido hasta entonces
en su aplicación e interpretación.
22
No obstante, el artículo 1 del Acuerdo sobre la articulación del voto telemático establece que «la Mesa
de la Cámara, oída la Junta de Portavoces, determinará, para cada sesión plenaria, los asuntos susceptibles
de votación telemática y los términos de la misma, en función de las posibilidades tecnológicas disponibles
y previo informe jurídico de la Secretaría General».
23
En la Comisión de Desarrollo Rural, Agroganadería y Pesca, celebrada el 26 de mayo, se utiliza,
por primera vez en Comisión, el voto telemático, en relación con una proposición no de ley del Grupo
Parlamentario Popular sobre «elaboración de una nueva regulación del Plan de gestión para los buques
de los censos del Caladero Nacional del Cantábrico y Noroeste» (11/0179/0074/04937).
78 MARCO FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ
24
En este sentido, además de las expresamente citadas, procede destacar que, directamente relaciona-
das con la crisis ocasionada por la COVID-19, se han desarrollado, entre otras, las siguientes actuaciones:
delimitación y caracterización de los espacios físicos y zonas de exclusión en los edicios de la Junta
General; adquisición y colocación de mamparas de policarbonato para garantizar la separación física
mínima entre puestos de trabajo; revisión y reprogramación de los equipos de climatización; desarrollo
y ejecución de un protocolo diario de revisión de los edicios, instalaciones e infraestructuras de la Junta
General.
Mención aparte merecería, con seguridad, la habilitación tecnológica para el desarrollo del trabajo de
forma no presencial por Diputados y empleados públicos de la Junta General. En este sentido, procede
señalar que ya con anterioridad a la crisis ocasionada por la COVID-19 estaban implantadas medidas
tecnológicas para permitir el trabajo no presencial por los Diputados, los Letrados y una parte del Servi-
cio de Tecnologías e Infraestructuras. Sin embargo, como consecuencia de la medida de connamiento
generalizado, y su duración, se hizo necesario habilitar dichos medios tecnológicos para otros empleados
públicos de la Junta General (tanto funcionarios como personal eventual).
25
Aquí habría que añadir, también, todas las medidas técnicas implementadas en la ejecución del e-
Parlamento, todas ellas previas a la crisis de la COVID-19 y sin las cuales no habría sido posible mantener
la actividad parlamentaria en los mismos términos.
EL PARLAMENTO ANTE LA COVID-19 79
26
La plataforma fue puesta a disposición de Administraciones públicas y empresas, de forma gratuita,
como consecuencia de la crisis de la COVID-19 (vid. https://www.europapress.es/portaltic/software/noticia-
cisco-cede-plataforma-colaboracion-webex-forma-gratuita-espana-coronavirus-20200311184934.html).
27
Sin tener en cuenta otras videoconferencias realizadas con carácter interno por la Secretaría General
de la Cámara, tanto de meras reuniones de trabajo entre los empleados públicos de la Junta General como
de otros órganos instrumentales (Grupo de Coordinación, Comité de Seguridad y Salud, etc.).
28
Ocho Diputados en las reuniones de la Mesa (los cinco miembros de la Mesa y los tres vocales
adscritos), quince en las videoconferencias informativas del Grupo de Trabajo (el Presidente de la Cámara
y dos Diputados por Grupo Parlamentario) y diecinueve en la Junta de Portavoces (los miembros de la
Mesa y los Portavoces y Portavoces suplentes).
80 MARCO FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ
Quizás es pronto, aún, para conocer realmente cuáles serán los efectos, de
una u otra índole, de la crisis ocasionada por la COVID-19. Parte de lo aquí re-
latado es, todavía, un relato inconcluso, con espacios en blanco, pues inmersos
29
Framework utilizado, también, para el desarrollo de diversas soluciones informáticas de gestión
parlamentaria de la Junta General del Principado de Asturias.
30
Predisposición mostrada, además de en el propio uso real de la aplicación, en las videoconferencias
informativas realizadas para explicar la solución desarrollada y en la realización de sendos simulacros
previos, en los que participaron la totalidad de miembros de la Cámara.
31
En el desarrollo de la aplicación se ha descartado, desde el principio, el voto en tiempo real, no solo
por la complejidad técnica que conlleva, muy superior, sino también por consideraciones jurídicas, pues
el salto entre los dos tipos de voto telemático es más bien de carácter cualitativo, pudiendo afectar a la
propia esencia del parlamentarismo, al menos en los términos en los que actualmente es concebido.
EL PARLAMENTO ANTE LA COVID-19 81
BIBLIOGRAFÍA
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Crítica.
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LA COOPERACIÓN ENTRE EL GOBIERNO CENTRAL Y LOS
GOBIERNOS AUTONÓMICOS ANTE LA PANDEMIA DEL
COVID-19
LA COOPERACIÓN ENTRE EL GOBIERNO CENTRAL Y LOS GOBIERNOS AUTONÓMICOS...
1. INTRODUCCIÓN
En los últimos años hemos asistido a un debate sobre las bases de nuestro
modelo territorial a causa, sobre todo, de la demanda soberanista en Cataluña,
que dio lugar, por primera vez en la historia democrática reciente, a la activación
del mecanismo previsto en el art. 155 CE. No obstante, este ingente interés sobre
la posibilidad de convocatoria de referéndums consultivos acerca de la indepen-
dencia de un territorio ha enmascarado otra de las mayores debilidades existente
en nuestra configuración descentralizada del Estado: la falta de regulación de los
mecanismos de coordinación y cooperación entre el Estado y las Comunidades
Autónomas.
Nuestro texto constitucional se caracteriza por un Título octavo centrado
más en la configuración original del Estado autonómico y su consecuente reparto
competencial, que en el desarrollo y consolidación de éste en el largo plazo. De
esta forma, es prácticamente inexistente la mención a mecanismos de coopera-
ción entre el Estado y las Comunidades Autónomas, limitándose así meramente
a nombrar la cooperación de las autonomías entre sí en el art. 145.2 CE.
Si pudiéramos sacar algo positivo desde el punto de vista jurídico y político de
la actual pandemia ha sido la activación, aunque de forma prácticamente obligada
como consecuencia de las circunstancias excepcionales, de los mecanismos de
participación y colaboración de las Comunidades Autónomas en la gobernanza
del Estado.
Así, si en los últimos meses la llamada “nueva normalidad” nos ha obligado
a acostumbrarnos a nuevas formas de relacionarnos socialmente e incluso la-
boralmente, debemos aprovechar del mismo modo el gran impulso que la crisis
sanitaria ha supuesto en la activación de los mecanismos de cooperación entre
84 MARÍA DOLORES MONTERO CARO
el Estado y las Comunidades Autónomas. Se trata, por tanto, de una “nueva nor-
malidad” de las relaciones entre territorios que, esperemos, haya venido para
quedarse.
Tal y como hemos señalado, nuestro texto constitucional apenas hace men-
ción a los instrumentos de cooperación entre territorios; referenciando única-
mente los previstos para las Comunidades Autónomas entre sí (cooperación
horizontal) y no entre éstas y el Estado (cooperación vertical). En este sentido,
encontramos el artículo 145.2 CE, el cual, podríamos afirmar, constituye la base
de la configuración constitucional de la llamada cooperación horizontal.
sidente del Gobierno, quien presidirá dicha Conferencia, y por los presidentes
de las diecisiete Comunidades Autónomas y de las ciudades de Ceuta y Melilla.
Entre sus funciones se encuentran las de debatir sobre las grandes directrices
de las políticas públicas, sectoriales y territoriales de ámbito estatal, sobre las
actuaciones conjuntas de carácter estratégico, y sobre los asuntos de importancia
relevante para el Estado de las autonomías, que afecten a los ámbitos competen-
ciales estatal y autonómico; potenciar las relaciones de cooperación del Estado
con las Comunidades Autónomas, así como impulsar y orientar los trabajos de
las Conferencias Sectoriales y de otros órganos multilaterales de cooperación
(art. 2 del reglamento interno de la Conferencia de Presidentes).
La primera Conferencia de Presidentes se celebró el 28 de octubre de 2004,
hecho éste ya relevante por haberse producido pasados más de 25 años desde la
aprobación de nuestra Carta Magna. En esta primera reunión, se institucionalizó
la propia Conferencia. Sin embargo, hubo que esperar a la celebración de la IV
Conferencia de Presidentes en 2009 para que se aprobara el reglamento interno
de funcionamiento de este órgano de cooperación. En este punto, cabe destacar
que el propio artículo 4 del citado reglamento determina la celebración de esta
Conferencia una vez al año, previa convocatoria del presidente del Gobierno,
cuestión ésta que no se ha cumplido puesto que desde su creación en 2004 tan
solo se han celebrado seis reuniones (correspondientes a los años 2004, 2005,
2007, 2009, 2012 y 2017, respectivamente). No obstante, la situación cambia
radicalmente con la declaración del estado de alarma (RD 463/2020, de 14 de
marzo) para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por la ex-
pansión del COVID-19 en nuestro país. Durante el estado de alarma y el posterior
periodo de la llamada “nueva normalidad” vigente en el momento en el que se
escriben estas líneas (octubre de 2020) se han celebrado, sólo en este período,
16 Conferencias de Presidentes, con una previsión de una nueva para finales
de octubre, que vendría a ser la número XXIII del conjunto del total celebradas
desde su creación en 2004. Sobre esta situación extraordinaria, consecuencia
de la situación de pandemia en la que vivimos inmersos, nos detendremos en el
siguiente epígrafe dedicado expresamente a esta coyuntura.
En lo referente a la cooperación multilateral juega un importante papel las
llamadas Conferencias Sectoriales, integradas por el titular del Departamento
Ministerial competente en el sector concreto de la actividad pública tratada, y por
todos los consejeros de los Gobiernos autonómicos responsables de dicha ma-
teria. Tal y como se ha mencionado anteriormente, la ley que las regula es la Ley
40/2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico del Sector Público, en particular
en los artículos 147 a 151, siendo necesaria para su constitución la inscripción
de la misma en el Registro Electrónico estatal de Órganos e Instrumentos de
88 MARÍA DOLORES MONTERO CARO
3
Para un análisis más profundo sobre las implicaciones jurídicas del COVID-19 recomendamos la
recientísima obra de Atienza Macías y Rodríguez Ayuso (2020). También sobre este tema destacamos la
iniciativa del profesor Cotino, desde la Universitat de València, con la creación del Observatorio de Derecho
Público y Constitucional y COVID-19 en España en el que se hace un estudio y recopilación exhaustivos de
todas las cuestiones de índole jurídica que atañen a esta penosa situación. Puede visitarse en https://
derechocovid.com/
4
El núm. 22 de la Revista de Educación y Derecho presenta un monográco sobre la citada cuestión
que lleva por título “COVID-19: Docencia online y protección de derechos y garantías fundamentales”. En
él se tratan temas cruciales en la docencia que precipitó la declaración del estado de alarma y consiguiente
parálisis del país, afectando, desgraciadamente, también a la vertiente educativa. De ahí que se plantee
el estudio del uso de cámaras e imágenes personales en el proceso de aprendizaje universitario (Arenas,
2020), de la tecnología de vericación de identidad y control en exámenes online (Martínez, 2020) y de
las repercusiones de la docencia online en el estatuto jurídico del personal docente (Sanz, 2020).
90 MARÍA DOLORES MONTERO CARO
Fecha de
Forma de cele-
celebra- Contenido
bración
ción
Puesta en conocimiento de la situación extraor-
VII Conferen-
15 de marzo dinaria y de la conveniencia de actuar conjunta-
cia de Presi- Videoconferencia
de 2020 mente bajo los principios básicos de coordina-
dentes
ción, colaboración y solidaridad.
Evaluación conjunta de las actuaciones llevadas
a cabo de forma coordinada entre el Estado y
VIII Conferen- los gobiernos autonómicos, así como la impor-
22 de marzo
cia de Presi- Videoconferencia tancia de la unidad de acción.
de 2020
dentes Durante el trascurso de esta Conferencia el Pre-
sidente del gobierno también se informó la am-
pliación del estado de alarma por otros 15 días.
Situación del aprovisionamiento de material
sanitario y pruebas test.
IX Conferencia 29 de marzo
Videoconferencia Algunos presidentes autonómicos, como el le-
de Presidentes de 2020
hendakari Iñigo Urkullu, manifestaron el trato
desigual de algunas Comunidades Autónomas.
X Conferencia 5 de abril de Conferencia centrada en la situación de las resi-
Videoconferencia
de Presidentes 2020 dencias de la tercera edad.
Llamamiento a la vuelta a la unidad y no poli-
tización de la situación de alarma, debido al
XI Conferencia 12 de abril
Videoconferencia clima de tensión de algunas Comunidades Au-
de Presidentes de 2020
tónomas por las medidas adoptadas por el go-
bierno central.
XII Conferen- Fortalecimiento de los centros de salud y peti-
19 de abril
cia de Presi- Videoconferencia ción por parte de varios mandatarios autonó-
de 2020
dentes micos de permitir el deporte al aire libre.
92 MARÍA DOLORES MONTERO CARO
objetivo de tratar el impacto de la crisis sanitaria para las mujeres y las personas
vulnerables, el Plan de Contingencia contra la violencia de género con motivo
de la crisis sanitaria COVID-19, así como acordar los criterios de reparto de los
Fondos del Pacto de Estado para el ejercicio presupuestario de 2020.
Por su parte, el 11 de junio de 2020 la ministra de educación, Isabel Celaá pre-
sidió la Conferencia Sectorial de Educación junto con los consejeros autonómicos
de la misma área competencial. El objetivo de esta reunión era precisamente el de
acordar las directrices para el reinicio de la actividad educativa presencial en el
mes de septiembre, que fueron suspendidas incluso días antes de la declaración
oficial del estado de alarma. Entre las diferentes cuestiones abordadas en esta
Conferencia encontramos: la necesidad de adaptar las aulas a las recomendacio-
nes sanitarias, la seguridad del transporte público y continuidad de comedores
escolares, la reducción de la brecha digital que había puesto de relieve el período
de confinamiento, así como la formación digital del profesorado y alumnado,
entre otras.
Asimismo, la otra Conferencia Sectorial celebrada durante este atípico año y
de gran trascendencia dada la situación ha sido la de Empleo y Asuntos Laborales,
celebrada el pasado 30 de septiembre de 2020 de forma bimodal (presencial y
por videoconferencia). En ella, la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, junto con re-
presentantes de las Comunidades Autónomas abordaron el Plan Anual de Política
de Empleo para 2020 readaptándolo al nuevo contexto tras la crisis sanitaria.
Un papel fundamental durante la gestión de la crisis sanitaria es el jugado
por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, CISNS, en adelan-
te; que es “el órgano permanente de coordinación, cooperación, comunicación
e información de los servicios de salud, entre ellos y con la Administración del
Estado, que tiene como finalidad promover la cohesión del Sistema Nacional de
Salud a través de la garantía efectiva de los derechos de los ciudadanos en todo
el territorio del Estado” (art. 69 de la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión
y calidad del Sistema Nacional de Salud), que ha mantenido reuniones de forma
periódica sobre la situación de la pandemia, con el objetivo de coordinarse entre
las distintas administraciones. Así pues, una de las últimas medidas acordadas
en el marco de la CISNS ha sido la creación de un grupo de trabajo para definir
una evaluación independiente de la gestión de la pandemia por parte del Sistema
Nacional de Salud.
Por último, en lo que respecta a la cooperación bilateral, debemos subrayar
la situación de la Comunidad Autónoma de Madrid desde que la evolución de sus
cifras de contagios por COVID-19 comenzara a ascender de forma preocupante
a comienzos de septiembre. Ante este panorama el presidente del Gobierno y
la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid se reunieron el 21 de sep-
tiembre para acordar la creación del llamado “Grupo Covid-19” conformado por
LA COOPERACIÓN ENTRE EL GOBIERNO CENTRAL Y LOS GOBIERNOS AUTONÓMICOS... 95
Asimismo, otro acontecimiento que refuerza esta teoría del “decide tú, an-
tes que yo, las medidas impopulares” se refleja con el ofrecimiento público del
presidente del Gobierno a las Comunidades Autónomas en el verano de 2020
96 MARÍA DOLORES MONTERO CARO
para que soliciten, si así lo estiman pertinente, la declaración del estado de alar-
ma en todo o en parte de su territorio. Es evidente, como ya hemos apuntado
anteriormente, que la facultad de decretar el estado de alarma le corresponde
únicamente al Gobierno de la Nación (art.116.2 CE y art. 6 LOEAES) Sin em-
bargo, ello no impide que sean los líderes autonómicos quienes decidan si, en
virtud de los índices de propagación del contagio, solicitan al Gobierno central
su declaración dentro de los márgenes que componen su ámbito territorial. Así
pues, no debemos confundir la “solicitud” con la “declaración”, quedando esta
última reservada en exclusividad al Consejo de Ministros (Montero: 2020). No
obstante, si bien es totalmente conforme a derecho esta vía previa de solicitud
autonómica y posterior declaración por el gobierno estatal, la misma requeri-
ría un consenso entre ambas administraciones, algo poco probable teniendo
en cuenta que ninguna quiere ser la primera en poner sobre la mesa la idea de
aplicar un estado de alarma ya que, desgraciadamente, el confinamiento estricto
vivido en la primavera de 2020 ha creado en la mentalidad de la ciudadanía una
idea equivocada del papel fundamental que juega este mecanismo constitucional
en la gestión de situaciones extraordinarias como la que vivimos.
Ello lleva a la reflexión desde un doble punto de vista. En primer lugar, hay
que tener en cuenta que, en una democracia representativa como la española,
la toma de decisiones tiene un carácter específico en cuanto a la capacidad de
establecer una ordenada convivencia social. La dejación de funciones, la dele-
gación de la toma de decisiones o el mero “debate sinfín” en el terreno político
deja bien a las claras que este tipo de situaciones deben ser respaldadas por la
ciudadanía. No se puede dar la espalda a una situación tan compleja, con infinidad
de ramificaciones que capilarizan la problemática hasta arribar a todos y cada
uno de los ciudadanos. Se trata de un escenario que no le es indiferente a nadie
y que la mera falta de coordinación y cooperación intergubernamental debería
conducir a un refuerzo de las instituciones y mecanismos que se sostengan con
mayor peso en el respaldo ciudadano.
La delegación primera, aquella que va de los ciudadanos a los representantes
políticos, no es una entrega incondicional ni asumible en parte. Es una entrega a la
totalidad, que conlleva una responsabilidad, pero tampoco implica una adhesión
inquebrantable a cualquier tipo de decisión. La enjundia de las determinaciones,
ampliamente contrastada por la aparente parálisis gubernamental (en todos sus
niveles) indica de suyo la dificultad aparejada a tales iniciativas. Se requiere, por
tanto, no solo de valentía y determinación, sino de una actividad conjunta. No hay
que perder de vista que el mensaje institucional, repetido sin descanso, era que
solo desde la unidad de todos se conseguiría “doblegar a la curva” o, aún mejor,
“acabar con el virus”. Este sentimiento colectivo debe nacer, crecer y madurar con
el soporte de los ciudadanos, por lo que la labor de cooperación y colaboración
LA COOPERACIÓN ENTRE EL GOBIERNO CENTRAL Y LOS GOBIERNOS AUTONÓMICOS... 97
5. CONCLUSIONES
Esta nueva situación nos lleva a ampliar la reflexión más allá de la mera coo-
peración interadministrativa. Sin duda, la democracia y su sistema institucional
deben tomar buena nota de las características de la nueva realidad a la que se han
visto abocadas por las circunstancias. Esa necesidad de adaptarse ha devenido
en esencial, primando la colaboración entre administraciones, más allá de la
consabida lealtad institucional. Quizás convenga reflexionar, no solo sobre si los
mecanismos prefijados en la década de los años setenta del pasado siglo tengan
vigencia ahora, sino que incluso el modo de entender la sociedad y el derecho
debe reconfigurarse.
En línea con lo apuntado, la aplicación de soluciones sin contar con la ciuda-
danía no resulta eficiente ni razonable. Conviene una cooperación entre admi-
nistraciones, por mera agilidad en la gestión, pero sin perder de vista la apertura
democrática que conlleva que la ciudadanía intervenga en las decisiones que le
incumben de modo directo, esa participación reconocida como derecho funda-
mental en el artículo 23 de nuestra Norma Suprema. Es más, si simplemente lo
que pretendemos es la adaptación a las circunstancias no hay que perder de vista
5
Castellanos ya destaca la importancia del desarrollo de la Inteligencia Articial en los escenarios
democráticos (2019) así como su irremediable implementación para solucionar los problemas derivados
del COVID-19 (2020).
98 MARÍA DOLORES MONTERO CARO
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LA COOPERACIÓN ENTRE EL GOBIERNO CENTRAL Y LOS GOBIERNOS AUTONÓMICOS... 99
1. INTRODUCCIÓN
Un millón de personas muertas en los primeros nueve meses del año 2020
es un dato que no debemos olvidar, un auténtico drama global, en una sociedad
contemporánea demasiado acostumbrada a pasar página de las grandes tra-
gedias sin cambiar modos de actuar. Ha ocurrido en muchas ocasiones con los
desastres naturales derivados del cambio climático.
Sin lugar a duda, la pandemia provocada por el virus denominado por la co-
munidad científica como SARS-Cov-2 está teniendo efectos globales en todas las
facetas de nuestras vidas. Está incidiendo de manera global e intensa, y tendrá
consecuencias sanitarias, sociales, económicas, laborales o educativas. Siendo
un grave problema global, considero que es también una oportunidad para re-
plantearnos como especie nuestra relación, como seres humanos, con nuestro
entorno, con el planeta.
La pandemia está evidenciado día a día que necesitamos otro modo de vida,
más conforme con los valores naturales, más protector de lo que nos rodea, de
la vida, considero que ese es el valor esencial a cuidad y proteger.
Hemos podido comprobar, pues hay informaciones y estudios que lo están
evidenciando, que la situación de confinamiento, y de restricciones parciales a la
movilidad que ha vivido, y sigue experimentando la sociedad española, y la casi
totalidad de la mundial, se ha traducido en la reducción de la contaminación y en
la recuperación de espacios naturales por los animales. No obstante, finalizado
el confinamiento, el ser humano volvió a impactar al medio ambiente, volvió a
“su normalidad”.
Esta grave problemática de conservación de los valores naturales hace que
sean muchas las evidencias científicas que conducen a la necesidad de una
102 ÁNGEL B. GÓMEZ PUERTO
primera década del siglo XXI y buena parte de la segunda, se ha hablado muy
poco de la importancia de proteger los valores ambientales. La crisis económica,
sus causas y sus consecuencias provocó el olvido de cuestiones como el medio
ambiente. No obstante, durante el año 2019 se reactivó el debate y el interés por
la protección global del medio ambiente, sobre todo desde que en la segunda
parte del año 2018 se iniciara un movimiento juvenil (los viernes por el futuro)
para reclamar un cambio, un mayor compromiso de los Estados contra el cambio
climático. Hablaremos en este trabajo de este movimiento y de uno de sus iconos,
la joven estudiante sueca Greta Thunberg.
Ya en 2007 del ex Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan,
el impacto humanitario del cambio climático probablemente sea uno de los
mayores retos humanitarios durante los próximos años y décadas”, como se
ha confirmado con lo que está aconteciendo en los últimos años de la segunda
década del siglo XXI.
Pero, hagamos historia de esta preocupación global por el medio ambiente.
Será a partir de la cumbre de Naciones Unidas de Estocolmo de 1972, y, sobre
todo, tras la Cumbre de Río de 1992, cuando las políticas medioambientales y las
normas jurídicas de protección experimentaron un avance notable, que lamen-
tablemente en la primera década y parte de la segunda del presente siglo habían
caído bastante en el olvido, como hemos expresado.
La generación de la preocupación social por la protección del medio ambiente,
y la incorporación de esta nueva demanda social y sentimiento colectivo en los
ordenamientos jurídicos occidentales se producen durante el siglo XX, sobre todo
en su segunda mitad, como hemos apuntado. La toma de conciencia sobre el gra-
do de deterioro de los recursos naturales hizo necesario que los ordenamientos
jurídicos nacionales e internacionales se enfrentaran al dilema entre desarrollo
económico de los territorios y la protección del medio ambiente.
En este proceso histórico, un punto de inflexión determinante lo constituyó
la celebración de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Hu-
mano que tuvo lugar, como hemos dicho, en Estocolmo en 1972. A partir de esta
fecha, sobre todo en el ámbito de las instituciones de las Comunidades Europeas,
se inicia una intensa labor de elaboración y aprobación de normas de protección
ambiental que determinará de forma notable el cambio de los ordenamientos
jurídicos de los Estados en materia ambiental, y el inicio de un cambio social en
cuanto a la sensibilización ciudadana hacia el medio ambiente.
También, entre final de los años sesenta y principios de los setenta, se promue-
ven, a través del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
los llamados Derechos Humanos de Tercera Generación, entre los que se encuentra
el derecho al medio ambiente, como un derecho inherente a la persona y con el
objetivo del progreso social y elevación del nivel de vida de todos los pueblos.
104 ÁNGEL B. GÓMEZ PUERTO
los científicos que con sus datos han evidenciado los problemas sin resolver, las
personas que con compromisos e iniciativas ciudadanas han mantenido acciones
de información y concienciación, y también gracias al compromiso de muchas
ciudades con políticas locales determinadas por el medio ambiente. Otro hito
muy importante que evidencia que el medio ambiente ha entrado con empuje en
la agenda política ha sido la declaración de emergencia climática del Parlamento
Europeo, aprobada en 2019 con 429 votos a favor, 225 en contra y 19 abstencio-
nes. Los eurodiputados, en la misma resolución, también acordaron instar a la
Comisión Europea a que eleve el objetivo de reducción de emisiones de dióxido
de carbono para 2030 del 40 al 55%.
Muy destacable también en el ámbito de la Unión Europea es el “Pacto Verde
Europeo”, presentado por la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von Der
Leyen. Dicho Pacto se incluye como uno de los seis ejes estratégicos en el do-
cumento de la Comisión Europea de las Orientaciones políticas para el período
2019-2024.
La consecuencia histórica, política y jurídica de este proceso ha sido la vi-
gencia en la actualidad de un cuerpo normativo ambiental amplio en diversos,
cada vez más, Estados de la Tierra, así como unas estructuras administrativas
ambientales especializadas, con el reto común de garantizar el cumplimiento
efectivo de dichas normas, para lo cual es estratégico contar con la implicación
y la participación de la sociedad y de los colectivos implicados. Esperemos que
todo este nuevo compromiso se traduzca en un cambio de tendencia global, y los
seres humanos empecemos a cuidar de verdad a nuestro bien común medioam-
biental, no tenemos un planeta B como dicen nuestros jóvenes. Necesitamos que
la protección del medio ambiente sea un valor ético, un compromiso personal,
una nueva solidaridad con los bienes comunes que nos rodean.
Es obvio que es tiempo de actuar (lema de la Conferencia de Madrid de di-
ciembre de 2019), pues, como recientemente escribía la profesora Alba Nogueira
López, catedrática de Derecho Administrativo de la Universidade de Santiago
de Compostela, en su diagnóstico, que considero un diagnóstico muy acertado y
sintético, “vivimos en tiempos de urgencia ambiental. La finitud de los recursos
naturales, el deterioro ambiental creciente, el impacto evidente del cambio cli-
mático, patrones de consumo insostenibles y la destrucción de los ecosistemas
muestran que es necesario caminar hacia un cambio de modelo que haga viable la
continuidad del planeta y de las especies que en el vivimos” (Nogueira, 2019: 2).
Para esos objetivos y retos globales que acabo de esbozar, nuevos objetivos
de la organización Estado para la tercera década del siglo XXI, vamos a partir de
106 ÁNGEL B. GÓMEZ PUERTO
Como idea final del citado artículo, se expresa que “prevalece, eso sí, a tenor
de la experiencia el mandato a los poderes públicos, la acción positiva como
deber de éstos de protección del ambiente que, a través de la integración en
nuestro ordenamiento del derecho ambiental europeo, nutre de obligaciones y
exigencias a nuestro legislador, y administraciones, dotando a nuestros órganos
jurisdiccionales de instrumentos para sancionar en su caso los incumplimien-
tos de este mandato en gran medida exigido por la normativa comunitaria y los
convenios internacionales en los que el Estado español ha sido parte. Es en este
ámbito donde el control judicial de la actuación de los poderes públicos adquiere
un claro protagonismo.”
Además, en esa reforma constitucional que propongo, también podría in-
cluirse un nuevo principio constitucional, que ya recoge la actual Constitución
de Ecuador, el de “in dubio, pro natura”. Esta idea está conectada con la consi-
deración de la protección del medio ambiente como elemento esencial para el
bienestar ciudadano, “parcela llamada a convertirse en objeto de la protección del
Estado”, como mantuvo en su momento, con mucho acierto, el profesor de Dere-
cho Constitucional Manuel José Terol Becerra (Terol, 2011: 169). Este principio
“in dubio, pro natura”, creo que tiene además un valor simbólico y pedagógico,
muy gráfico y fácil de entender por la ciudadanía en general.
Como elemento final de este apartado, quiero dejar constancia de la reflexión
del profesor Ángel Valencia Saiz, Catedrático de Ciencia Política de la Universi-
dad de Málaga, valorando los 40 años de vigencia del texto del 78 en materia
ambiental, que me parece un broche adecuado para concluir este apartado de
mi trabajo de tesis doctoral. Considera este autor, como conclusión de ese capí-
tulo de la obra colectiva citada, que “nuestra Constitución planteó hace cuarenta
años un tratamiento de lo medioambiental realista y posible, haciéndose eco de
las relaciones entre política y medio ambiente en la década de los setenta, pero
sin olvidar que en nuestro país esta problemática era aún lejana y, sobre todo,
secundaria a un momento político en el que había que edificar la arquitectura
constitucional del nuevo orden político democrático. Sin embargo, el desarrollo
estatutario muestra, en algún caso, como es el caso del Estatuto andaluz, una
sensibilidad ecológica avanzada y que recoge buena parte de los principios del
ecologismo político contemporáneo.
Sea como sea, prosigue el autor, “Constitución y Estatutos parece que respon-
den con suficiencia ante el medio ambiente. El problema para la Teoría política
verde, en el ámbito de los derechos, es el reconocimiento de derechos al mundo
natural (y, por tanto, no solo humanos, por ejemplo, a los animales o a las genera-
ciones futuras). Esa ampliación de la titularidad de los derechos parece, hoy por
hoy, difícil. Sin embargo, estamos seguros de que la sociedad española, al igual
ESTADO Y MEDIO AMBIENTE EN TIEMPO DE PANDEMIA 113
que nuestra Constitución, como hizo hace cuarenta años, será capaz de estar a la
altura de reto del medio ambiente en el futuro” (Valencia, 2018: 2439).
Todas estas consideraciones teóricas de las primeras dos décadas del siglo
XXI no hacen sino avanzar lo que era inevitable y que en este inicio de la tercera
década se hace absolutamente urgente con los efectos de la pandemia. Además,
recientemente, el 16 de septiembre de 2020, ante el Parlamento Europeo en el
debate sobre el estado de la unión, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula
Von der Leyen ha vuelto a señalar la protección del medio ambiente como uno
de los grandes e ineludibles objetivos tanto de la Unión Europea como de los
estados miembros, proponiendo incluso medidas más exigentes en materia de
lucha contra el calentamiento global de las que ya había señalado en el Pacto
Verde Europeo presentado en los últimos meses de 2019.
XX, quizá en la tercera década del presente siglo, esa estructura política Estado
ha de pensar en el entorno de vida que nos rodea, con carácter transversal y
prioritario, y convertirse así, en una cuarta dimensión, en un Estado ecologista”
(Gómez, 2020: 158).
Relacionado con esta propuesta, en mi tesis doctoral recojo también un
contenido importante de la actual la Constitución de Ecuador, que introduce
el concepto de in dubio pro-natura, es decir, en caso de duda en el momento de
tomar una decisión de Estado, debe prevalecer el respeto a la naturaleza. En mi
tesis planteo que en una futura reforma constitucional de España se inserte este
principio general, y que en consecuencia el derecho al medio ambiente se inserte
entre los que tengan especial protección constitucional, con la consideración de
un derecho fundamental, equipado al derecho a la vida.
Asimismo, y muy relacionado con lo anterior, también planteo que la protec-
ción del medio ambiente debería formar parte de los programas de formación
reglada en diferentes ámbitos de la enseñanza, incluida la universitaria. En par-
ticular, el Grado universitario en Derecho debería contener materias obligatorias
para la enseñanza de la protección constitucional del medio ambiente, así como
de la normativa de desarrollo y la organización administrativa. La formación
y la implicación ciudadana en el cuidado del medio ambiente es clave para la
efectividad de la protección y para un deseable cambio de modelo productivo y
de forma global de relación entre seres vivos.
Para concluir, considero esencial e histórico del papel de la Unión Euro-
pea en la defensa del medio ambiente, y lo sigue siendo en el actual mandato
de la Comisión Europea con su Pacto Verde Europeo, y valoro también como
importante el paso dado en el actual Consejo de Ministros al elevar al rango
de vicepresidencia al Ministerio de Transición Ecológica, que esperemos se
traduzca en hacer más medioambiental toda la acción pública del Estado y del
resto de poderes públicos en nuestro país, y que constituya un aporte hacia la
profundización medioambiental de nuestro Estado social, en el camino imparable
hacia un Estado ecologista en España.
Sin proteger el medio ambiente, el Estado social y democrático de Derecho
que proclama nuestra Constitución quedaría obsoleto, desconectado de los
problemas reales actuales. España debe marcarse, una vez consolidada la actual
democracia, el objetivo de conseguir una sociedad respetuosa con los valores de
nuestro entorno, como un desarrollo de esa sociedad democrática avanzada de
la que habla el preámbulo de nuestro texto constitucional.
Es el derecho fundamental a la vida lo que está en juego, la protección del
medio ambiente no puede esperar, no tenemos planeta B como nos recuerdan
nuestros jóvenes con una voz global clara y firme. La pandemia no ha hecho sino
evidenciarlo, necesitamos otro modelo de vida, personal y en sociedad, y otro
ESTADO Y MEDIO AMBIENTE EN TIEMPO DE PANDEMIA 115
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Constitucionales.
TERCERA PARTE.
DERECHOS FUNDAMENTALES Y
PANDEMIA
LA RESTRICCIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
DURANTE LA CRISIS SANITARIA EN ESPAÑA
1. PLANTEAMIENTO GENERAL
1
El Alto Tribunal en el FJ 8º indicó que «la declaración del estado de alarma no permite la suspensión
de ningún derecho fundamental (art. 55.1 CE contrario sensu), aunque sí la adopción de medidas que pueden
suponer limitaciones o restricciones a su ejercicio (…) como la limitación de la circulación o permanencia de
personas o vehículos en lugares determinados o condicionarlas al cumplimiento de ciertos requisitos».
LA RESTRICCIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DURANTE LA CRISIS SANITARIA EN ESPAÑA 121
2
Al respecto se presentó un recurso de inconstitucionalidad contra el Real Decreto que convocó el
estado de alarma.
3
Manuel Aragón tuvo ocasión de defender que «la ausencia de previsiones en los reglamentos del
Congreso y el Senado para circunstancias como la presente no es obstáculo para que las presidencias de
las respectivas Cámaras usen el poder que tienen para suplir esos reglamentos en casos de omisión y
122 ÁNGEL FERNÁNDEZ SILVA
adaptar el funcionamiento parlamentario a las limitaciones sobre las reuniones o incluso sus modalidades
no presenciales que la situación exige».
4
Los Tribunales han tenido la ocasión de pronunciarse sobre la limitación de los derechos.
5
En un sentido plenamente compatible con el art. 29.2 de la Declaración Universal De Derechos
Humanos de la ONU; con el art. 4 de la Declaración de Derechos de 1789, y con el art. 18 del Convenio de
Roma.
6
La teoría de la “limitabilidad general” de los derechos encuentra su base en la necesidad de con-
ciliarlos con otros bienes jurídicos protegidos, no sólo a través del criterio general del art. 10.1 CE, que
consagra “los derechos de los demás” como “fundamento del orden político”, sino al declararse un estado
de alarma que ha permitido restringir aquellos para controlar la expansión del virus.
7
Como defendió el propio Tribunal Constitucional en la STC 2/1982.
LA RESTRICCIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DURANTE LA CRISIS SANITARIA EN ESPAÑA 123
8
Para el Tribunal, la decisión de la Subdelegación del Gobierno en Pontevedra “es acorde a dicha
previsión (el ATC 7/2012 y la STC 83/2016), porque no suspende el derecho fundamental de reunión y
manifestación, sino que, en congruencia con el contenido del art. 7.2 del RD 463/2019 y 11.b de la LO
4/1981, limita la circulación de vehículos a determinadas nalidades, entre las que no se halla la celebración
de la manifestación pretendida, como medio idóneo e imprescindible para tutelar la salud pública”.
9
Desestimando el recurso de amparo interpuesto por la Central Unitaria de Trabajadores:
https://www.tribunalconstitucional.es/NotasDePrensaDocumentos /NP_2020_047/2020-2056ATC.
pdf
124 ÁNGEL FERNÁNDEZ SILVA
10
En el comunicado se indica que se debe estudiar cada caso particular “ajustando su lógica a las
condiciones actuales de modo que pueda garantizarse de manera real y efectiva el respeto estricto a
las medidas de prevención del riesgo de contagio que rigen cada una de las fases indicadas” y continúa
armando que “el scal podrá afrontar con un razonable grado de precisión su deber de valorar detalla-
LA RESTRICCIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DURANTE LA CRISIS SANITARIA EN ESPAÑA 125
4. EL PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD
Una vez que ha quedado claro que el marco normativo permite una limitación
del ámbito iusfundamental aludido, es preciso señalar que tales límites tampoco
pueden ser absolutos, pues el principio de proporcionalidad actúa como barre-
ra frente a la extralimitación del poder político. Conviene señalar, con carácter
general, que las normas limitadoras de derechos no pueden ser absolutas (STC
20/1995, de 15 de febrero, FJ 5), ni obstruir el derecho más allá de lo razonable
(STC 53/1986, de 5 de mayo, FJ 3), por lo que debe hacerse referencia, en cada
caso concreto, a la conexión de las restricciones con la protección del bien cons-
titucionalmente legítimo (en este caso la salud).
A la hora de restringir las libertades el legislador ha de atender al principio
de proporcionalidad, y éste obliga a poner en relación elementos ligados a la
intervención del poder público en los derechos y, al mismo tiempo, aparece
como criterio básico para la confrontación o comparación con las reglas de la
justa medida o prohibición de exceso (Stern, 1994, 762). De este modo, a través
del principio de proporcionalidad «son tenidos en cuenta todos los elementos
materiales, analíticos, normativos y fácticos a favor y en contra de la validez de la
norma» (Bernal, 2007, 134). Atendiendo a la jurisprudencia sobre el particular,
este control de proporcionalidad consta de tres reglas (aunque no es extraño
añadir dos pasos previos que actuarían como presupuestos de aplicación del
principio17):
- Primero, si la medida restrictiva es susceptible de conseguir adecuada-
mente el objetivo constitucionalmente legítimo (juicio de idoneidad);
- Segundo, si la medida es necesaria en el sentido de que no exista otra
medida más moderada para la consecución de tal propósito con igual
16
Con carácter previo a la decisión del Constitucional avalando la prohibición de la manifestación en
Vigo el 1 de mayo, el TSJ de Aragón autorizó otra manifestación en Zaragoza y el TSJ de Navarra autorizó
una manifestación “estática” de sólo seis personas durante cuarenta minutos. La Fiscalía del Tribunal
Supremo tuvo que enviar una aclaración al resto de scalías españolas en la que sostenía que el estado
de alarma no justica prohibir todas las manifestaciones.
17
Se debe tener en cuenta que no toda la doctrina ha considerado estas cinco reglas como parte de
mismo principio. Los dos pasos previos serían (Bernal, 1997, 135): la adscripción prima facie de una
norma de derecho fundamental y de su posición respectiva a una disposición de derecho fundamental,
y la vericación de que la ley examinada en el control de constitucionalidad constituye una intervención
en el ámbito de la disposición de derecho fundamental relevante.
LA RESTRICCIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DURANTE LA CRISIS SANITARIA EN ESPAÑA 127
18
Precepto que señala como excepción (apartado ‘e’) al “derecho a la libertad” precisamente “si se trata
de la privación de libertad, conforme a derecho, de una persona susceptible de propagar una enfermedad
contagiosa.
19
Décision n° 2020-800 DC du 11 mai 2020:
https://www.conseil-constitutionnel.fr/decision/2020/2020800DC.htm
128 ÁNGEL FERNÁNDEZ SILVA
mitiendo así que los poderes ordinarios tengan herramientas para manejar la
situación sin un posterior reproche de los tribunales.
La insuficiencia de la legislación sanitaria actual ha motivado que el TSJ de
Madrid anulara27 las medidas del Ministerio de Sanidad que establecían el cierre
perimetral de diversos municipios de la Comunidad de Madrid, pues según el
Tribunal las medidas de la orden ministerial constituyen una injerencia en los
derechos fundamentales sin habilitación legal. En este caso, creo que el Ministerio
confundió su competencia en materia de coordinación sanitaria (art. 149.1.16
CE) con una habilitación legal para adoptar medidas restrictivas de derechos
fundamentales, sin especificar el contexto epidemiológico y los bienes jurídicos
que se pretendían proteger. El mismo Tribunal convalidó el cierre perimetral de
varios distritos de salud de la Comunidad de Madrid pues, en este caso, consideró
que la habilitación legal para la restricción de derechos era la contenida en el art.
3 de la LO 3/198628.
En la resolución sobre la orden ministerial, el TSJ de Madrid no ha justificado
de forma explícita la necesidad del estado de alarma; tan sólo ha indicado que
actualmente no existe habilitación legal para limitar derechos fundamentales29.
Por tanto, convendría valorar si se dan en cada caso las circunstancias para de-
cretar el estado excepcional, pues aunque el mismo permita limitar la circulación
con carácter general, no se debe olvidar que su vigencia se justifica a través de
la imposibilidad de las autoridades de mantener la normalidad mediante los
poderes ordinarios (art. 1.1 LO 4/1981).
Por ende, las órdenes ministeriales (sin rango de ley) no parecen el instru-
mento más adecuado para una limitación profunda y generalizada de los dere-
chos, pues se elude el control parlamentario que procede en las normas con rango
de ley30, o en las prórrogas del estado de alarma, que requieren la autorización
del Congreso. No estamos aquí ante un problema de proporcionalidad, sino ante
una interpretación incorrecta de las fuentes del Derecho y la inseguridad jurídica
que ha generado un marco jurídico inapropiado para la situación actual.
Sin embargo, la justicia ha convalidado por lo general las medidas adopta-
das por diferentes autonomías que establecían el cierre perimetral de diversos
27
Auto 128/2020 del TSJ de Madrid.
28
El precepto permite a la autoridad sanitaria “adoptar las medidas oportunas para el control de los
enfermos, de las personas que estén o hayan estado en contacto con los mismos y del medio ambiente
inmediato, así como las que se consideren necesarias en caso de riesgo de carácter transmisible”.
29
Éstos mantienen las reservas de ley orgánica y ley ordinaria de los arts. 81.1 y 53.1 CE.
30
Para raticar o autorizar la restricción de derechos fundamentales a través de tales decisiones
gubernamentales, el legislador introdujo una enmienda en la Ley 3/2020, de 18 de septiembre, por la
que se encomendaba tal control jurisdiccional a los Tribunales Superiores de Justicia o a la Audiencia
Nacional.
LA RESTRICCIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DURANTE LA CRISIS SANITARIA EN ESPAÑA 131
31
Junto al auto referido del TSJ de CyL, el TSX de Galicia convalidó las medidas adoptadas por la
Consellería de Sanidade de la Xunta de Galicia el 7 de octubre de 2020 por considerar que «las medidas
solicitadas son idóneas para la prevención y protección de la salud de la población a la que van destinadas;
necesarias, dada la constatación de una situación de peligro actual y real para la salud de los ciudadanos;
y proporcionadas, ponderando los diferentes intereses en con^icto».
32
En el Auto 245/2020 del TSJ de CyL por el que se convalidaron las medidas de la Junta para el
connamiento de los municipios de León, Palencia y San Andrés del Rabanedo señala que “La Consejera
de Sanidad ha adoptado las medidas en el ejercicio de sus competencias en el marco del Plan de Medidas
de Prevención y Control para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por la covid-19 en la Comunidad
de Castilla y León; Plan aprobado, entre otras normas, al amparo La Ley Orgánica 3/1986, de 14 de abril,
de medidas especiales en materia de salud pública, establece en su artículo 1 que, al objeto de proteger la
salud pública y prevenir su pérdida o deterioro, las autoridades sanitarias de las distintas Administraciones
Públicas podrán, dentro del ámbito de sus competencias, adoptar las medidas previstas en la propia Ley,
cuando así lo exijan razones sanitarias de urgencia o necesidad.”
33
En el Auto 245/2020.
34
Se concreta en la pág. 18 del Auto: “En concreto respecto a la restricción de la libre entrada y salida
de personas del municipio que se limita a aquellas que tengan por causa alguno de los motivos previstos,
consideramos que es una medida necesaria y proporcional ante el mecanismo de transmisión de la
enfermedad”.
35
“La ley de hace 34 años que olvidó Madrid y permite a la Justicia avalar el cierre de León”: https://
www.elcondencial.com/espana/2020-10-09/justicia-cerrar-madrid-leon-ley-ratifciacion_2782904/
36
De ordenación sanitaria y de seguridad alimentaria, así como en el Plan de Medidas de
Prevención y Control de la pandemia.
37
Tras la entrada en vigor de la ley 3/2020 de 18 de septiembre, los arts. 10.8 y 122 quater de la
Ley de la Jurisdicción Contencioso-administrativa prevén la competencia del TSJ para la autorización o
raticación judicial de las medidas adoptadas por autoridades sanitarias de ámbito distinto al estatal.
132 ÁNGEL FERNÁNDEZ SILVA
6. CONCLUSIONES
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ELECCIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA: LA EXPERIENCIA
DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS DE GALICIA Y DEL PAÍS
VASCO
ELECCIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA: LA EXPERIENCIA DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS...
* El autor desea hacer constar su agradecimiento hacia José María Rodríguez de Santiago, María
Antonia Arias Martínez, Montserrat Otero Oitavén y, sobre todo, José María Ordoñez por sus valiosos
comentarios y sugerencias durante la fase de elaboración de este trabajo. Los errores que la contribución
pueda contener deben ser atribuidos en exclusiva al autor de la misma.
1
La superación de tales dicultades debía (y debe) ser buscada preferentemente a través de los
«poderes ordinarios de las autoridades competentes» [art. 1.1. de la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio,
de los estados de alarma excepción y sitio (en lo que sigue, LOEAES)]. El recurso al «derecho de excepción
limitado», «diversicado» y «parlamentario» (Cruz Villalón, 1984: 47-53) vigente en nuestro país sólo
procede cuando las circunstancias extraordinarias hacen imposible mantener la normalidad por los cauces
habituales.
2
Parece inútil embarcarse hoy en día en una disquisición que seguramente acabaría remedando
de una forma por completo innecesaria la controversia que en su día enfrentó a los partidarios de la
jurisprudencia de conceptos (Begriffsjurisprudenz) con los seguidores de la Escuela Libre del Derecho y
la jurisprudencia de intereses (Interessenjurisprudenz). Vid., a este respecto, (Dilcher, 2017: 5 y s., 38-60).
En el marco de esta contribución, la tesis de la «inexistencia de lagunas» en el Derecho será de entrada
rechazada, como falacia petitio principii, por las razones en su día esbozadas por Weber (2010: 630 y s.).
136 PABLO RIQUELME VÁZQUEZ
La rápida extensión del nuevo coronavirus supuso, entre otras muchas cosas,
el aplazamiento de numerosos comicios en todo el mundo6. En nuestro país, en
concreto, la situación de emergencia ocasionada por el SARS-CoV-2 llevó a los
gobiernos autonómicos de Galicia y el País Vasco a dejar sin efecto7 la convoca-
toria electoral que habían efectuado a principios del mes de febrero8.
La posibilidad de dejar sin efecto las elecciones convocadas no se encuentra
expresamente regulada en el ordenamiento jurídico español. Ni la LOREG ni la
normativa autonómica correspondiente9 prevén la cancelación de un proceso
6
A título meramente enunciativo cabe referirse al aplazamiento de la segunda vuelta de las elecciones
municipales francesas, del referéndum constitucional de Rusia, del Plebiscito Nacional chileno o de las
elecciones legislativas en Nueva Zelanda. Contrariamente, en los Estados Unidos de América se ha preferido
mantener el día 3 de noviembre –el primer martes después del primer lunes de noviembre– como fecha
de celebración de las elecciones presidenciales.
7
Se trata de la fórmula empleada por los citados gobiernos autonómicos en sus respectivos decretos
45/2020, de 18 de marzo, por el que se deja sin efecto la celebración de las elecciones al Parlamento de
Galicia de 5 de abril de 2020 como consecuencia de la crisis sanitaria derivada del COVID-19 (DOG núm.
54-bis, de 18 de marzo de 2020), y 7/2020, de 17 de marzo, del Lehendakari, por el que deja sin efecto la
celebración de las elecciones al Parlamento Vasco del 5 de abril de 2020, debido a la crisis sanitaria derivada
del Covid-19, y se determina la expedición de la nueva convocatoria (BOPV núm. 55, de 17 de marzo de 2020).
Con dicha expresión se describe, en principio, una cancelación del proceso electoral previamente iniciado,
cancelación que no debe ser confundida con la suspensión que se produce cuando ya ha transcurrido una
serie de fases, pero quedan pendientes otras (arts. 84.2 y 95.2 LOREG).
8
Vid. los decretos 12/2020, de 10 de febrero, de disolución del Parlamento de Galicia y de convocatoria
de elecciones (DOG núm. 28, de 11 de febrero de 2020), y 2/2020, de 10 de febrero, del Lehendakari, por el
que se disuelve el Parlamento Vasco y se convocan elecciones (BOPV núm. 28, de 10 de febrero de 2020).
9
Tales normas son, en el caso de la Comunidad Autónoma de Galicia, la Ley orgánica 1/1981, de
6 de abril, del Estatuto de autonomía de Galicia, y, sobre todo, los arts. 24 de la Ley 1/1983, de 22 de
febrero, de normas reguladoras de la Xunta y de su Presidencia, y 12 de la Ley 8/1985, de 13 de agosto, de
elecciones al Parlamento de Galicia. En el caso de la Comunidad Autónoma del País Vasco, el decreto de
convocatoria de elecciones se basó en los arts. 7.c) y 50 de la Ley 7/1981, de 30 de junio, de Gobierno, y 46
de la Ley 5/1990, de 15 de junio, de Elecciones al Parlamento Vasco. El desarrollo legislativo del derecho
138 PABLO RIQUELME VÁZQUEZ
electoral una vez que éste se ha puesto en marcha. Por su parte, la LOEAES –nor-
ma que desarrolla las previsiones de los arts. 11610 y 55 CE– tampoco contiene
disposición alguna en relación con este particular11, una omisión que se reflejó
en el inicial silencio del Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se
declara el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria
ocasionada por el COVID-19, a propósito de los comicios que habían sido pre-
viamente convocados en Galicia y en el País Vasco. La ausencia de referencias a
los parlamentos autonómicos en la regulación de las situaciones excepcionales
resulta comprensible, toda vez que éstos «no tienen parte alguna en la decla-
ración de un estado excepcional» (Cruz, 1984: 134). El Derecho de excepción
vigente en España, por tanto, no interfiere necesariamente en la celebración de
las elecciones a la asamblea legislativa de una comunidad autónoma12, lo que no
deja de ser coherente con que la declaración de los estados de alarma, excepción
y sitio no interrumpa el normal funcionamiento de los poderes constitucionales
del Estado (arts. 116.5 CE y 1.4 LOEAES)13. Lo dicho no obsta a que la naturaleza
de la emergencia, así como la(s) medida(s) a adoptar para hacerle frente, se
de participación política «se ha llevado a cabo en diferentes bloques normativos: (…) el sufragio a ejercer
en las elecciones a Cortes y a los municipios en la Ley Orgánica 5/1985, del Régimen Electoral General, y
la que se desenvuelve en las elecciones a las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas en
las normas legales aprobadas por estas instituciones» (Presno, 2001: 148).
10
En el art. 116.5 CE únicamente se prohíbe «la disolución del Congreso mientras estén declarados
algunos de los estados» de alarma, excepción o sitio (énfasis añadido). El tenor literal de esta disposición
plantea, con carácter general, dos problemas jurídicos de difícil solución: el de la «expiración del mandato
de las cámaras (…) sin que las circunstancias hayan permitido levantar el estado excepcional» (Cruz
Villalón, 1984: 133) y el de la declaración de alguno de tales estados después de que se hayan disuelto
anticipadamente las Cortes Generales y se hayan convocado elecciones generales. Para la primera cuestión
–que oscila «entre el riesgo que supone no poder prorrogar la Legislatura cuando el país no se encuentre
en condiciones de celebrar unas elecciones libres y el riesgo de que una mayoría recurra a la declaración
de un estado excepcional a n de evitar la celebración de unas elecciones en las que podría perder su
condición de tal» (ibid., p. 134)– se ha buscado una respuesta en los arts. 68.4 y 69.6 CE, los cuales en ningún
caso prevén que una legislatura pueda durar más de cuatro años. Hasta donde mi limitado conocimiento
alcanza, la segunda cuestión todavía no ha recibido tratamiento doctrinal. En principio, no encuentro
buenas razones para que la declaración de alguno de los estados excepcionales impida automáticamente
la cancelación de los comicios previamente convocados. Vid., sobre este extremo, infra, pp. 6 y ss.
11
Vid., a propósito de esta norma, Fernández Segado (1981), Cruz Villalón (1984 y 1999), Figueruelo
(2018) o Torres Muro (2019), entre otros.
12
Vid., en este sentido, el Real Decreto 514/2020, de 8 de mayo, por el que se prorroga el estado de alarma
declarado por el Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declara el estado de alarma para la
gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19, con cuya disposición nal primera
se añadió un nuevo apartado 1 bis al artículo 7 del segundo decreto citado. En dicho apartado se podía
leer: «La vigencia del estado de alarma no supondrá obstáculo alguno al desenvolvimiento y realización
de las actuaciones electorales precisas para el desarrollo de elecciones convocadas a Parlamentos de
comunidades autónomas».
13
La problemática atinente a los órganos de las Comunidades Autónomas debe plantearse, en su caso,
«en el marco de la llamada “coerción estatal”» (Torres Muro, 2018: 635). Vid., para más detalles, Cruz
Villalón (1984: 136 y s.).
ELECCIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA: LA EXPERIENCIA DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS... 139
17
Como ha señalado Santamaría Arinas (2018: 187) en un reciente trabajo acerca del acto administra-
tivo que, con las reservas que serán efectuadas, servirá para apuntalar la posición aquí defendida, «nunca
se ha demostrado la irrevocabilidad ontológica del acto administrativo»; los tiempos que vivimos apuntan
ante todo «a la necesidad de garantías jurídicas (…) para su extinción» (ibid., p. 189).
18
Vid. los ya mencionados decretos 12/2020, de 10 de febrero, y 2/2020, de 10 de febrero.
19
Vid. los arts. 24 de la Ley 1/1983 y 12 de la Ley 8/1985, y los arts. 7.c) y 50 de la Ley 7/1981, y 46
de la Ley 5/1990. En nuestro país, la convocatoria electoral ha adoptado la forma de decreto desde lo que
Presno (2018: 90) ha caracterizado como el «nacimiento del derecho electoral español».
142 PABLO RIQUELME VÁZQUEZ
20
STC 45/1990, FJ 2. Evidentemente, el criterio es aplicable también a las relaciones entre gobiernos
y parlamentos autonómicos.
21
Así se lo describe, por ejemplo, en las SSTS 5051/1997, de 15 de julio (ECLI:ES:TS:1997:5051) y
8102/1998, de 3 de diciembre (ECLI:ES:TS:1998:8102).
22
Aún no había entrado en vigor esta norma cuando el Tribunal Supremo anticipó en una
sentencia muy pertinente a los efectos de este trabajo que tales actos no deben ser sometidos a
un control jurisdiccional tan intenso como el que rige para los actos administrativos, sino que este
«debe conformarse con el examen de los presupuestos de hecho de los aspectos reglados del acto:
competencia, causa y fin o como se dice en el ámbito del derecho anglosajón, la revisión de los
aspectos jurídico-procedimentales y el test de la razonabilidad de la decisión» (STS 8102/1998, FD
primero). El examen de los aspectos reglados, con todo, no basta «(…) la técnica del examen de los
elementos reglados debe complementarse con otras tales como las del control de la discrecionalidad
que nos enseña que debe prestarse especial atención a la motivación de las decisiones y a comprobar
si concurre algún indicio de falta de razonabilidad en la decisión, y la técnica del control de los prin-
cipios y valores constitucionales, reconociendo el carácter capital de los derechos fundamentales a
los que deben sacrificarse, siempre que se dé el principio de proporcionalidad exigible, cualesquiera
otros derechos» (STS 8102/1998, FD tercero). Vid., a este respecto, las SSTS 4985/1994, de 28 de
junio de 1994 (ECLI:ES:TS:1994:4985); 2389/1997, de 4 de abril de 1997 (ECLI:ES:TS:1997:2389);
247/2010, de 27 de enero de 2010 (ECLI: ES:TS:2010:247); y 5997/2013, de 20 de noviembre de
2013 (ECLI:ES:TS:2013:5997), entre otras.
ELECCIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA: LA EXPERIENCIA DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS... 143
23
Nótese, por ejemplo, que la campaña electoral se rige «por lo dispuesto en la legislación reguladora
del derecho de reunión» (art. 54.1 LOREG), uno de los derechos fundamentales que precisamente puede
ser suspendido en los estados de excepción o de sitio y que se vio radicalmente afectado por el Real Decreto
463/2020, de 14 de marzo. Vid., en relación con la severa restricción de este derecho fundamental durante
la vigencia del estado de alarma, Nogueira (2020: 22 y s.), Amoedo-Souto (2020: 66 y ss.) o Cotino (2020:
88 y s.).
24
No en vano, en el art. 3 de ambos decretos (45/2020, de 18 de marzo, y 7/2020, de 17 de marzo)
se establecía la obligación de dar traslado de la decisión gubernativa a la diputación permanente del
parlamento respectivo.
ELECCIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA: LA EXPERIENCIA DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS... 145
25
Vid. los decretos 72/2020, de 18 de mayo, de convocatoria de elecciones al Parlamento de Galicia
(DOG núm. 96, de 19 de mayo de 2020), y 11/2020, de 18 de mayo, del Lehendakari, por el que se convocan
elecciones al Parlamento Vasco (BOPV núm. 94, de 18 de mayo de 2020). Al haber quedado sin efecto
los procesos electorales convocados para el 5 de abril de 2020 al Parlamento de Galicia y al Parlamento
Vasco, las ocinas del Censo Electoral debieron destruir todo «el material de los procesos electorales
que han quedado sin efecto que no sea de aplicación a las nuevas elecciones convocadas» (AJEC 55/2020
de 28 de mayo de 2020). También se debió proceder a la destrucción de «los envíos electorales, las
solicitudes de voto por correo pendientes de entrega y los sobres con votos emitidos dirigidos a las mesas
electorales relativos a dichos procesos electorales que obren en poder de la Sociedad Estatal Correos y
Telégrafos, deberán ser destruidos, levantando acta que deberá remitirse a la Junta Electoral Provincial
correspondiente». Los nuevos decretos de convocatoria de elecciones no establecían una reanudación del
proceso electoral desde su suspensión, sino que entrañaban el desarrollo integral de uno nuevo. No cabía,
por tanto, una convalidación total o parcial de los trámites y actuaciones realizadas. Lo mismo ocurría, en
principio, con los poderes notariales entregados de conformidad con el artículo 72 c) de la LOREG, ¿pero
cómo se debía proceder en relación con las subvenciones públicas adelantadas (arts. 45 Ley 8/1985 y 144
Ley 8/1985) a los partidos políticos, federaciones, coaliciones o agrupaciones electorales que hubiesen
obtenido representantes en las últimas elecciones autonómicas?
146 PABLO RIQUELME VÁZQUEZ
26
Una omisión análoga del Presidente del Gobierno representaría, por el contrario, un reto de mayores
proporciones. Por razones evidentes, este desafío no puede ser abordado en una contribución de estas
características. Basta con señalar, al respecto, que el supuesto de hecho previsto en el art. 167.5 LOREG
no se ajusta demasiado bien a las inusuales circunstancias aquí conjeturadas y que el art. 73.1 de la Ley
Orgánica 2/1979, de 3 de octubre, del Tribunal Constitucional se reere expresamente a decisiones que
signiquen la asunción de «atribuciones que la Constitución o las Leyes orgánicas coneren» a otro órgano
constitucional. Vid., en el mismo sentido, las SSTC STC 45/1986, FJ 4, y 234/2000, FJ 4. ¿De qué manera
remediar, entonces, lo que se podría interpretar como un intento presidencial de «cerrar la puerta detrás
de sí» (Schmitt, 1980: 33)?
ELECCIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA: LA EXPERIENCIA DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS... 147
(…) tanto para o caso do distrito sanitario da Mariña como para o resto do te-
rritorio da Comunidade Autónoma, que as medidas especícas para contactos
estreitos, previstas nesta orde e, con carácter xeral, no Acordo do Consello da
Xunta de Galicia, do 25 de xuño de 2020, antes citado, consistentes no illamento
ou corentena “salvo causas debidamente xusticadas”, non impiden tampouco
o exercicio do dereito fundamental de sufraxio, por considerarse, evidentemente,
unha causa xusticada para a saída do domicilio, sen prexuízo de que deban
cumprirse as medidas de seguridade establecidas e, en particular, o uso de
máscara cirúrxica en todo momento, e a saída se limite ao tempo estritamente
necesario para o exercicio deste dereito ao voto (énfasis añadido).
27
La rueda de prensa en la que se anunció la prohibición puede verse en: https://www.rtve.es/
noticias/20200711/pais-vasco-galicia-avisan-quien-vaya-votar-coronavirus-cometera-delito-contra-
salud-publica/2027304.shtml.
28
Vid. los cardinales 2 (Dous) y 3 (Tres) del cardinal 1º (Primeiro) de la Resolución do 25 de xuño
de 2020, da Secretaría Xeral Técnica da Consellería de Sanidade, pola que se dá publicidade do Acordo do
Consello da Xunta de Galicia do 25 de xuño de 2020, polo que se introducen determinadas modicacións
nas medidas de prevención previstas no Acordo do 12 de xuño de 2020, sobre medidas de prevención
necesarias para facer fronte á crise sanitaria ocasionada pola COVID-19, unha vez superada a fase III do
Plan para a transición cara a unha nova normalidade (DOG núm. 126, de 27 de junio de 2020); el ordinal
2º (Segundo) de la Orde do 5 de xullo de 2020 pola que se establecen determinadas medidas de prevención
nos concellos de Alfoz, Barreiros, Burela, Cervo, Foz, Lourenzá, Mondoñedo, Ourol, Ribadeo, Trabada, O
Valadouro, O Vicedo, Viveiro e Xove, como consecuencia da evolución da situación epidemiolóxica derivada
do COVID-19 (DOG núm. 132, de 5 de julio de 2020); y el ordinal 5º (Quinto) de la Orden de 8 de julio
de 2020, de la Consejera de Salud, por la que se adoptan medidas especiales en materia de salud pública
para la contención del brote epidémico de la pandemia COVID-19, en el municipio de Ordizia (BOPV núm.
134, 9 de julio de 2020).
148 PABLO RIQUELME VÁZQUEZ
29
«Esa reserva de ley a que, con carácter general, somete la Constitución española la regulación
de los derechos fundamentales y libertades públicas reconocidos en su Título I, desempeña una doble
función, a saber: de una parte, asegura que los derechos que la Constitución atribuye a los ciudadanos
no se vean afectados por ninguna injerencia estatal no autorizada por sus representantes; y, de otra,
en un Ordenamiento jurídico como el nuestro en el que los Jueces y Magistrados se hallan sometidos
“únicamente al imperio de la Ley” y no existe, en puridad, la vinculación al precedente (SSTC 8/1981,
34/1995, 47/1995 y 96/1996) constituye, en denitiva, el único modo efectivo de garantizar las
exigencias de seguridad jurídica en el ámbito de los derechos fundamentales y las libertades públicas»
(STC 27/1981, FJ 10).
30
STC 49/1999, FJ 4.
31
Vid., por todas, la STC 104/2000, FJ 8 y las resoluciones allí citadas.
32
STC 76/2019, FJ 5. En pocas palabras, las restricciones legales de un derecho fundamental «pueden
vulnerar la Constitución si adolecen de falta de certeza y previsibilidad en los propios límites que imponen
y su modo de aplicación» (STC 292/2000, FJ 15).
33
STC 104/2000, FJ 7.
34
STC 76/2019, FJ 5.
35
SSTC 62/1982, FJ 7, c); 36/1991, FJ 5; 49/1999, FJ 4; 169/2001, FJ 6. La doctrina del «máximo
esfuerzo posible» entraña necesariamente una ^exibilidad que el supremo intérprete de nuestra Constitu-
ción ha sintetizado de la siguiente manera: «En efecto: si, pese a la inexistencia de una ley que satisciera
las genéricas exigencias constitucionales de seguridad jurídica, los órganos judiciales, a los que el art. 18.3
ELECCIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA: LA EXPERIENCIA DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS... 149
adecuado para restringir con carácter general (es decir, cuando los destinatarios
de la prohibición «no estén identificados individualmente») el ejercicio de un
derecho fundamental como el enunciado en el art. 23.1 CE40.
En vista de lo que antecede, las correspondientes «autoridades sanitarias»
gallega y vasca sólo habrían podido hacer efectiva la prohibición anunciada
en rueda de prensa en caso de haber solicitado que uno o varios juzgados de
lo contencioso-administrativo autorizasen o ratificasen las correspondientes
restricciones individualizadas del derecho a participar en los asuntos públicos
(art. 23.1 CE). Como es sabido, las «autoridades sanitarias» pueden adoptar
las medidas que consideren «urgentes y necesarias para la salud pública e im-
pliquen privación o restricción de la libertad o de otro derecho fundamental
cuando dichas medidas estén plasmadas en actos administrativos singulares
que afecten únicamente a uno o varios particulares concretos e identificados
de manera individualizada» (art. 8.6 LJCA). A la hora de decidir sobre la au-
torización o ratificación de tales medidas, el correspondiente juzgado de lo
contencioso-administrativo habría estado obligado a verificar el cumplimiento
de los requisitos que ha de satisfacer cualquier restricción singularizada de
derechos fundamentales.
sino, por ejemplo, a barrios o incluso municipios enteros. A la luz del fundamento de Derecho séptimo
del recentísimo Auto nº 128/2020 de la sección octava de la sala de lo contencioso-administrativo del TSJ
de Madrid, las medidas a que se reeren los arts. 10.8 y 11.1.i) LJCA deben fundarse expresamente en la
LOMEMSP, la LGS y LGS, así como en la normativa autonómica que pueda resultar procedente. A mi juicio,
la relativa (e indeseable) falta de certeza y previsibilidad en los propios límites establecidos por las leyes
referidas debe ser compensada con la exigencia de conformidad al más estricto canon de proporcionalidad
en sede judicial. Vid., en este sentido, las SSTC 49/1999, FJ 5, y 169/2001, FJ 6, y, sobre todo, el recentísimo
ATSJ CL 72/2020, de 9 de octubre (ECLI:ES:TSJCL:2020:72A), FD sexto.
40
A esto ya se hacía referencia, si bien en relación con otro derecho fundamental, en el fundamento
de Derecho 11º del Auto Juzgado de Instrucción nº 1 de Lleida, de 12 de julio de 2020.
41
Como ha señalado Nogueira (2020: 25), el legislador no «restringió la adopción de estas medidas
a las autoridades sanitarias estatales puesto que habla de “distintas Administraciones Públicas”».
ELECCIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA: LA EXPERIENCIA DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS... 151
42
Este último precepto se limita a reproducir el contenido de los arts. 2 y 3 LOMEMSP.
152 PABLO RIQUELME VÁZQUEZ
43
Vid., por todos, Alexy (2007: 523-546 y 2011) y Bernal (2007). Entre nosotros se han ocupado de
esta cuestión, Barnes (1998) o Rodríguez de Santiago (2000), por citar sólo algunos nombres.
44
SSTC 104/2000, FJ 8; 292/2000, FJ 15; o 76/2019, FFJJ 7 y 9.
45
SSTC 11/1981, FJ 5; 196/1987, FJ 6; 207/1996, FJ 4; o 136/1999, FJ 23.
46
Vid. los numerales 3, 4, 5, 6 y 7 del Anexo de la Resolución do 29 de maio de 2020, da Secretaría Xeral
Técnica da Consellería de Presidencia, Administracións Públicas e Xustiza, pola que se dá publicidade ao
Acordo do Consello da Xunta de Galicia, do 29 de maio de 2020, polo que se aproba o Protocolo polo que se
establecen as medidas preventivas en materia de saúde pública fronte ao COVID-19 para o desenvolvemento
da xornada electoral do 12 de xullo de 2020 (DOG núm. 104, 30 de mayo de 2020), así como el Anexo de la
Resolución de 25 de junio de 2020, del Viceconsejero de Salud, por la que se publican las directrices sanitarias
para la celebración de las elecciones al Parlamento Vasco convocadas para el próximo 12 de julio de 2020
(BOPV núm. 129, jueves 2 de julio de 2020).
47
Vid., por todas, las SSTC 120/1990, FJ 8; 137/1990, FJ 6; y 11/1991, FJ 8. La problemática relativa
al nivel de protección debido frente a tales riesgos ha sido rigurosamente estudiada por Simón (2012:
158-165).
ELECCIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA: LA EXPERIENCIA DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS... 153
votación48. A todo ello había que sumar, finalmente, algunos mecanismos para
la adecuación de espacios en los locales electorales.
Se resaltan todas estas cuestiones porque la necesidad de la medida prohibi-
tiva debe ser valorada en atención a diversos factores interdependientes. Si las
medidas enumeradas en las resoluciones de 29 de maio y de 25 de junio de 2020
resultaban suficientes para satisfacer el deber de protección que recaía sobre
los poderes públicos autonómicos, entonces una ulterior restricción singular de
derechos habría sido de todo punto innecesaria. Esto quiere decir que –de haber
solicitado la autorización o ratificación judicial de medidas de confinamiento
individualizado tan severas como la prohibición de que las personas contagiadas
por el nuevo coronavirus saliesen de sus domicilio para ejercer el derecho de
sufragio activo el día de la jornada electoral– las autoridades sanitarias habrían
debido acreditar adecuadamente la insuficiencia de las recomendaciones y me-
didas de carácter general, organizativo, colectivo e individual ya establecidas.
Dichas autoridades deberían haber justificado igualmente la insuficiencia de me-
didas alternativas y/o adicionales tales como, por ejemplo, la priorización de los
votantes contagiados o en cuarentena preventiva49. A tal fin habría sido preciso
un exhaustivo informe sobre la situación epidemiológica en el área afectada, no
bastando al respecto datos genéricos o explicaciones vagas.
Resulta un tanto irónico que los argumentos que habrían podido avalar la
necesidad de la controvertida prohibición fuesen justamente los mismos que
habrían debido conducir a una nueva cancelación electoral. A mi juicio, las me-
didas recogidas en las resoluciones de 29 de maio y de 25 de junio (así como las
que, siendo menos gravosas que la prohibición de que las personas en cuarentena
acudiesen a votar, se hubiesen podido articular adicionalmente) sólo habrían
resultado insuficientes en caso de que el número de contagios (o la naturaleza de
los mismos) hubiese(n) sido lo suficientemente alarmante(s) como para que el
desplazamiento no ya de las personas infectadas, sino de cualquier persona a los
colegios electorales hubiese entrañado un riesgo inminente para la salud pública.
Sólo una situación virtualmente fuera de control habría podido privar de eficacia
a las recomendaciones y medidas de carácter general, organizativo, colectivo e
individual ya establecidas. En tales circunstancias, sin embargo, la prohibición
48
La ^exibilización del voto por correo fue en realidad una de las medidas hasta cierto punto
implementadas. El plazo para la remisión por parte de las y los electores, por correo certicado, de la
documentación del voto por correo (art. 73.3 LOREG) terminaba el día 8 de julio y fue ampliado hasta el
10 de julio, en los horarios habituales de apertura de las Ocinas de Correos y como máximo hasta las 14
horas (Acuerdo de la Junta Electoral Central –en lo que sigue, AJEC– 74/2020).
49
En el cardinal 4.1 y el cardinal 8 del ordinal segundo de los respectivos anexos de la Resolución do
29 de maio de 2020 y la Resolución de 25 de junio de 2020 ya habían previsto la priorización del electo-
rado vulnerable (esto es, de las personas mayores de 65 años o discapacitadas, así como de las mujeres
embarazadas).
154 PABLO RIQUELME VÁZQUEZ
3. CONSIDERACIONES FINALES
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LAS LIBERTADES DE REUNIÓN Y MANIFESTACIÓN EN
TIEMPOS DE LA COVID-19
aquellos actúan de forma cuanto menos imprudente contra la salud de otros. Así,
se ha ido plasmando por parte de diversos dirigentes políticos, algunos medios
de comunicación y por algunos sectores de la población. No se puede obviar que
el derecho a la protección de la salud (art. 43.1 CE) tiene el carácter de derecho
fundamental por su estrecha e inseparable relación con el derecho a la vida y a la
integridad física y moral (art. 15 CE) al estar en una relación de complementarie-
dad (Zorrilla Ruíz, 2000: 101). Pero también, es necesario destacar la importancia
de las libertades de reunión y manifestación en un momento tan trascendental
como este. La pandemia hace que la disyuntiva entre el acierto y el error en el
quehacer político determine el futuro de gran parte de la sociedad, ante esto
los integrantes de esa masa social organizada van a estar atentos naturalmente
al éxito o al fracaso de los dirigentes políticos, concertando el reclamo de sus
necesidades presentes y futuras como nunca. Es decir, sería lo natural: a mayor
crisis, mayor interacción de opiniones e ideas debe producirse, para que la so-
ciedad determine en ese intercambio de pareceres sus necesidades, expresando
sus pretensiones e intereses de forma pública con el fin de que se encuentre una
solución para aquellas. Dicho de otro modo, este derecho de masas, al ejercitarse
de forma colectiva, es la «expresión comunitaria» de la persona humana (Fer-
nández Segado, 1992: 372).
Las democracias avanzadas se nutren de libertades colectivas que dan sentido
a la propia libertad individual, de tal forma que la conjunción de las referencias
«social» y «democrático» en nuestro Estado de Derecho (art. 1.1 CE) hace eviden-
te la inseparabilidad entre los derechos de libertad y los derechos de solidaridad
y da sentido a esa peculiar forma de ejercicio del derecho. Por lo que hemos de
entender los derechos en cuestión, en tanto instrumentos de intercambio y ex-
posición de ideas y opiniones para lograr la consecución de los fines (intereses u
objetivos) que en aquellas se expresan o reclaman por parte de sus participantes
(STC 66/1995); y, por ende, son elementos de control del poder político, aunque
no se reconozcan específicamente como tal, al contribuir al perfeccionamiento y
mejora de la salud democrática del Estado y al ser un elemento participativo del
principio democrático (Vidal Martín, 1998: 268). Ello se debe a que estos dere-
chos están estrechamente vinculados con la conformación de la voluntad social
que puede hacerse de forma permanente e inmediata más allá del periódico
ejercicio del derecho de sufragio activo (art. 23.1 CE). Como libertades públicas
(y políticas) los derechos del art. 21 CE tienen mayor alcance y repercusión que
otras libertades individuales como la de expresión, pues trascienden del ámbito
estrictamente personal del individuo y funcionan como parámetros de medición
de calidad democrática del sistema jurídico-político (De Bartolomé Cenzano,
2002: 33-36). Son pues, un canal de conexión con otros derechos y libertades, al
presionar con su ejercicio la satisfacción de unos intereses comunes (sociales)
LAS LIBERTADES DE REUNIÓN Y MANIFESTACIÓN EN TIEMPOS DE LA COVID-19 159
–como puede ser, por ejemplo, el disfrute del derecho al trabajo– al constreñir
los participantes con su ejercicio la actuación de los poderes públicos con esta
peculiar forma de exposición de ideas y opiniones. Por todo ello, en un momento
como el actual, debe entenderse que la sociedad requiere tener a su servicio esos
instrumentos, dado que suponen la posibilidad de reclamar el progreso social y
económico, en tanto instrumento a la par de la libertad de expresión [art. 20.1
a) CE] y canal para que aquella se ejerza de forma colectiva.
Su afectación es tal que nunca se había producido hasta la fecha en la reciente
historia democrática española, lo que junto al rechazo expresado hacia el ejerci-
cio de estas libertades en el debate político y social han de hacernos ahondar en
una serie de cuestiones. Un primer análisis radica en la necesidad de dilucidar
la posibilidad y certeza respecto de la limitación de estos derechos fundamen-
tales en aras de la protección de la salud, antes y después de la aplicación de la
institución constitucional del estado de alarma y en qué medida. Distinguiendo
obligadamente la distinta intensidad que el ordenamiento jurídico permite sobre
la limitación el derecho de manifestación respecto al de reunión por su diferente
configuración jurídico-constitucional. Igualmente, debemos plantearnos hasta
qué nivel pueden quedar las libertades públicas supeditadas a la protección
de la salud, ponderando en cada caso el conflicto entre derechos. Pues hemos
de tener presente que en la propia finalidad de algunas de las manifestaciones
convocadas está el propósito de la defensa de la propia protección de la salud
que justifica la misma declaración del estado de alarma. Este es, por ejemplo,
el caso de profesionales sanitarios que se manifestaban para reclamar mejoras
en aras de dotarse de una mayor protección frente a los riesgos derivados de la
prestación de su actividad laboral, lo que sin duda repercute en la salud de los
pacientes y de la población en general. Esto es, en ocasiones, su ejercicio tiene
como finalidad la protección de la salud pública, bien de relevancia constitucional
(art. 43 CE) que también va a justificar sus limitaciones.
Debemos tener presente un primer momento, cuando en las primeras sema-
nas tras la declaración del estado de alarma el impedimento para circular es casi
absoluto, pues la limitación de la libertad deambulatoria (art. 19 CE) se convierte
en la regla general. Moverse libremente queda supeditado a las finalidades permi-
tidas que básicamente son el cumplimiento de obligaciones laborales, acopio de
enseres o la atención de personas y otras necesidades vitales básicas. Hablamos
de un problema basado en la ponderación entre derechos y la pertinencia o no de
la declaración del estado de alarma y las medidas adoptadas en el marco de este,
que inciden sobre el derecho de reunión y manifestación. También distinguimos
otro segundo estadio, donde el derecho de reunión se limita fuera ya del estado
de alarma, por normas que podrían no estar respetando el sistema de fuentes
marcado por la Norma Fundamental estando ya permitidos los movimientos.
160 SERGIO MARTÍN GUARDADO
Podríamos estar ante una quiebra de los principios de jerarquía normativa, se-
guridad jurídica o el principio de interdicción de la arbitrariedad de los poderes
públicos (art. 9.3 CE) y, es donde afrontamos, entre otras cuestiones, un asunto
respecto al sistema de fuentes preceptuado por la Carta Magna o el sistema com-
petencial que la misma dispone. Cuestión sobre la que también hay que detenerse
con ocasión de la declaración del estado de alarma.
Me refiero con ello a lo siguiente: ante una situación generalizada en que no
se puede hacer ejercicio de la libertad de movimientos, ¿debe entenderse nece-
sariamente la limitación generalizada (suspensión) del ejercicio del derecho de
reunión y manifestación en el marco del estado de alarma? No olvidemos que
es en esta etapa de lo que se ha venido a llamar «confinamiento domiciliario»,
donde confluye y entra en juego la imposibilidad para moverse de un lugar a otro.
Esto provocará en la práctica la celebración de reuniones sobre todo en el ámbito
privado, al coartarse la posibilidad de transitar por el espacio público para ir de
un lugar a otro. En este caso, ¿podría hablarse de una suspensión ilegítima del art.
21 CE desde la perspectiva constitucional por no contemplarse esa posibilidad
ni en los arts. 55 y 116 CE ni en la normativa de desarrollo? También, habrá que
precisar la afectación, dentro y fuera de la vigencia del estado de alarma.
El ejercicio de estos derechos supone, en la mayoría de las ocasiones, un
ambiente de crítica política que, por otra parte, es inherente al reclamo de cam-
bios y la posibilidad de lograr transformaciones. Son así un instrumento mismo
de la libertad de expresión, que se ejerce de forma acentuada en los lugares
de tránsito público y que se produce por haberse conformado una verdadera
voluntad colectiva. Una crítica política que, evidentemente, debe ser aceptada
por todos y para todos en un Estado pluralista como el español, al ser el plura-
lismo político el presupuesto y fundamento mismo de su reconocimiento y de la
existencia misma de la democracia (art. 1.1 CE). La participación individual en
la vida social a través del ejercicio colectivo del derecho de reunión y manifesta-
ción, que los poderes públicos deben abstenerse de coartar, al ser configurado
como un derecho de inmunidad, que además deben promover (art. 9.2 CE), es
esencial en democracia. Independientemente de que a quienes se turnen en el
poder no les sea agradable el contenido de las críticas expresadas en ejercicio
de tales derechos, estas deben ser respetadas, pues tengamos en cuenta que la
ciudadanía no tiene un medio más rápido y directo para expresar sus intere-
ses y objetivos frente a la autoridad y (en general) frente a la opinión pública,
más allá de la participación en elecciones, como también se ha dicho (López
Guerra, 1995: 104). Limitar en exceso el derecho de reunión y manifestación,
sobre la base de la protección de la salud es legítimo a priori, sin embargo ha
de tenerse en cuenta el conjunto de derechos naturales de la persona que van
a estar en juego. Si no, llevaríamos a cabo una interpretación extremista de
LAS LIBERTADES DE REUNIÓN Y MANIFESTACIÓN EN TIEMPOS DE LA COVID-19 161
la búsqueda del bien común que roza lo totalitario, al anularse por completo
otros derechos (Setién, 1965: 81). En este sentido, también preocupa que
cuando se ha cuestionado el ejercicio del derecho en ciertos ámbitos, no es
tanto el derecho lo que se cuestiona como que lo ejercite otro, pues solo en el
respeto a los derechos de los demás tiene fundamento el respeto a la persona
humana como orden de convivencia y fundamento de la paz social (art. 10.1
CE), presidido en todo caso por el pluralismo político, en tanto valor superior
del ordenamiento (art. 1.1 CE).
Se pretende, con todo ello, advertir del peligro de percibir estas libertades
como una expresión de actividad humana riesgosa, en todo caso y para todas las
personas. Sería equivocado percibir las reuniones (en ámbito público) y mani-
festaciones como signo de amenaza para siempre, a pesar de la incidencia de la
pandemia. Si bien en los últimos años se ha ido ganando terreno en la limitación
de estos derechos en pro de la seguridad ciudadana, ello no puede hacerse sin
respetar los principios de tipicidad y seguridad jurídica (Ridao Martín, 2019:
49), pues tampoco es positivo para la democracia situarlos como enemigos de
otros bienes constitucionales, como la protección de la salud, sin ahondar en las
circunstancias de cada caso concreto conforme al principio de proporcionalidad,
ni viceversa. Lo contrario supondría rechazar la importancia de un derecho que
funciona como un instrumento de presión ante las necesidades que plantea un
cambio social como es la COVID-19 y nos llevaría a admitir una merma de calidad
democrática en el sistema.
La pandemia no puede traer consigo un socavamiento de los principios que
inspiraron la democracia liberal so pretexto de asegurar protección frente a la
misma. Es peligrosa la posibilidad de que vaya calando así un rechazo social
generalizado hacia el disfrute de libertades públicas, que puede no ser tan sal-
vable como una situación económico-social desfavorable más o menos pasajera.
El reconocimiento y el ejercicio de estos (muchas veces requerido de manera
colectiva, a pesar de su titularidad individual) tiene un insoslayable dinámico y
proactivo en relación con intereses ajenos del individuo, pero que este asimila
como propios, al construirse la vida humana en sociedad. Así, la democracia y
los poderes del Estado que dan vida a la misma, requieren del control perma-
nente de la soberanía popular que perfecciona la primaria soberanía nacional
o parlamentaria del liberalismo a través del ejercicio del art. 21 CE, entre otras
libertades básicas para poder referirse a un régimen con el atributo de demo-
crático. Los derechos fundamentales dan vida al pluralismo y a la libertad que
tan necesarias son en democracia, al igual que lo es la igualdad, pues sin todas
ellas no existiría efectivamente una democracia social y democráticamente jus-
ta. Es por ello, obligado, dado la pertinencia del tema a tratar, el análisis que a
continuación se desarrolla.
162 SERGIO MARTÍN GUARDADO
El núcleo “duro” de los derechos (arts. 15 a 29) cuenta con una serie de garan-
tías como el ser “intocables” en relación con su contenido esencial, la garantía de
amparo constitucional o la necesidad de ser regulados mediante ley [arts. 53.1
y 2 y 161.1 b) CE]. Cabe recordar, además, que tienen la garantía normativa de
no ser regulados, en lo que se refiere a su desarrollo, sino mediante ley orgánica
(arts. 81.1 y 86.1 puestos en relación con el art. 116.2 CE). Dicho de otro modo,
existe una vinculación de la Norma Fundamental como garantía de no extralimi-
tación de los poderes del Estado y, en concreto, con el Ejecutivo, al que somete a
control parlamentario (arts. 9.1 y 116.2 CE), especialmente, en lo que se refiere
con los derechos fundamentales de ese núcleo reforzado de protección (reserva
de ley orgánica), dentro del que se encuentra el art. 21 CE. En este sentido, solo
sería válido entender como legítimo, a priori, en el sentido constitucional, una
restricción de derechos fundamentales cuando así lo prevea una ley orgánica y
siempre que se respete su contenido esencial.
El tipo del art. 116.2 CE, el estado de alarma, parte de la despolitización legal
del mismo, abarcando la situación de la pandemia internacional provocada por el
coronavirus como presupuesto habilitante para su declaración [art. 4b) LOAES].
Eso sí, ante la alteración del normal funcionamiento de los servicios públicos
(situación de anormalidad o de falta de normalidad), por lo que el Gobierno
debería acreditar que no es suficiente el ejercicio de los poderes habituales para
que se siga teniendo por mantenida la normalidad. Por tanto, hace referencia a
una anormalidad que no se puede combatir de forma cotidiana y, por ende, deben
darse los dos elementos: el hecho o situación anormal y, además, justificar la im-
posibilidad para responder mediante los poderes ordinarios de las autoridades
competentes (art. 1 LOAES). En el concreto caso que tratamos, esa anomalía
que es en sí la pandemia debe ir acompañada de la causa que motive que no se
puede responder o combatir de manera ordinaria la misma; esto es, el colapso
de los servicios públicos de salud que al inicio del punto álgido de la pandemia se
estaba produciendo. Entonces, la posible afectación del régimen constitucional
debe ser la mínima indispensable para el restablecimiento de la normalidad, de
acuerdo con un juicio de necesidad y proporcionalidad. También, hay que tener
claro que el estado de alarma supone una vigencia temporal del mismo, no sine
die, aunque su fin en principio sea incierto (Cruz Villalón, 1981: 95). Entonces,
LAS LIBERTADES DE REUNIÓN Y MANIFESTACIÓN EN TIEMPOS DE LA COVID-19 163
religiosas requiere de un ejercicio colectivo, al igual que ocurre con las libertades
de reunión y manifestación.
La imposibilidad para ejercitar estos derechos viene, por tanto, precedida o
conectada con la limitación a la libertad de circulación por el establecimiento
de las medidas restrictivas, que se imponen al haberse declarado y prorrogado
sucesivamente el estado de alarma. Podría decirse que establecer limitaciones
del art. 19 CE que hagan impracticable el ejercicio de otros derechos fundamen-
tales de facto nos situaría en otros escenarios dentro del art. 116 CE, distintos al
estado de alarma, siendo constitucionalmente ilegítimo. Todo ello, debe enten-
derse sin perjuicio de que el derecho de que se trate venga sacrificado por ser
un bien jurídico dotado de protección y reconocimiento constitucional, como lo
es la salud pública (art. 43.1 CE), analizando en cada caso el conflicto entre este
y otros derechos.
En otro orden de cosas, algunas restricciones afectantes de derechos funda-
mentales se han adoptado o concretado por vía de orden ministerial, aumen-
tando la intensidad de las limitaciones a los mismos sin preverse siquiera en el
decreto de alarma. Incluso, tras la expiración del estado de alarma esto ha venido
produciéndose por parte del Ministro de Sanidad. La orden ministerial no tiene
rango o valor de ley, en virtud del sistema de fuentes constitucionalmente pre-
visto. Además, es la norma reglamentaria de más ínfimo nivel que puede adoptar
el Gobierno en virtud de lo que dispone el art. 24 de la Ley 50/1997, de 27 de
noviembre, del Gobierno. La orden ministerial depende exclusivamente de la de-
cisión unilateral del Ministro y queda sometida al control de legalidad de la Sala
de lo Contencioso-administrativo de la Audiencia Nacional [art. 11.1 a) LRJCA],
no pudiendo ser recurrida mediante recurso de inconstitucionalidad directo
[art. 161.1 a) CE], al no tener rango de ley, sin perjuicio de la presentación de un
recurso de amparo indirecto (por una afectación del derecho a la tutela judicial
efectiva (art. 24.1 CE), tras el agotamiento de la vía jurisdiccional ordinaria [arts.
53.2 CE y 43 LOTC].
Entonces, el margen de control natural del Parlamento sobre el legislador
de excepción va a ser demasiado limitado. Concretamente, a la hora de activar
el control de constitucionalidad que corresponde al Máximo Intérprete de la
Constitución por iniciativa de los representantes primarios de la soberanía
popular que componen las Cortes Generales. Las órdenes ministeriales no son
impugnables ante el Tribunal Constitucional sino ante la jurisdicción ordinaria.
Por ello, al ser determinadas las limitaciones fuera del decreto gubernamental
por el que se declara (o prorroga) el estado de alarma no opera el régimen del
recurso de inconstitucionalidad que si rige ante esas otras normas con valor de
ley. Una interpretación teleológica del art. 116.2 CE, en conexión con los art. 116.5
y 6, debe llevarnos a entender que el papel del Parlamento es inquebrantable a
166 SERGIO MARTÍN GUARDADO
al mandatar y no sólo habilitar al poder público a corregirlas (art. 9.2 CE). En-
tonces, el legislador de excepción no puede habilitarse en un papel limitador de
derechos fundamentales más allá de lo que permite el marco constitucional y
legal vigente y, además, debe tener presente que la búsqueda de la normalidad
que fundamenta la vigencia temporal del Derecho de excepción en la adopción
de medidas (art. 1.2 LOAES) también debe tener como fin el restablecimiento en
el disfrute de los derechos fundamentales que se hayan limitado en aplicación
del estado de alarma, dado su carácter temporal.
El único derecho fundamental del núcleo duro que quedaría válidamente res-
tringido en el marco del estado de alarma declarado y prorrogado es el previsto
en el art. 19 CE, la libertad deambulatoria [art. 11 a) LOAES], pero el de la libre
elección de residencia que también contempla la elección y establecimiento de
una segunda residencia en el mismo precepto, no quedaría afectado en tanto
contenido del precepto constitucional, según lo dispuesto por la LOAES. Sin
embargo, el debate gira en torno a que la libertad deambulatoria es requisito
sine qua non para el ejercicio de otros derechos fundamentales, siendo además
el resultado primario del ejercicio de un derecho genérico de libertad personal
(art. 17 CE), cuando el individuo se decide a participar en las actividades de la
vida cotidiana. Recordemos, en todo caso, podrá hablarse de restricciones de la
libertad de circulación, nunca una suspensión (sensu contrariu al art. 55.1 CE).
La posible restricción del art. 19 CE queda formulada en la LOAES de manera no
muy intensa, ya que se reduce la posible limitación a «lugares determinados» o
«condicionarlas a ciertos requisitos». Sin embargo, del art. 7 del RD 463/2020
se desprende que el Gobierno realiza una interpretación extensiva, asumiendo la
limitación de esta libertad deambulatoria como regla general y el ejercicio como
excepción, ya que se somete a la necesidad de realizar alguna de las actividades
que el legislador de excepción consideró como permitidas.
El ejercicio del derecho de reunión y manifestación (art. 21 CE) puede traer
implícito consigo la necesidad de hacer uso del ejercicio del derecho que se
permite limitar en aplicación del marco normativo de excepción mencionado ut
supra. Nos referimos a la necesidad de hacer ejercicio de la libertad de circulación
(art. 19 CE) para poder ejercitar, a su vez, las libertades de reunión y manifesta-
ción. Bien sea de modo que el ciudadano titular del derecho se desplace por el
espacio público para acudir a otro emplazamiento público o privado, abierto o
cerrado, para hacer uso del derecho reconocido en el art. 21.1 CE; o bien se trate
del implícito desplazamiento por lugares de tránsito público que se reconoce en
las facultades que se desprenden del contenido del derecho de manifestación
(art. 21.2 CE). Es decir, si la libertad deambulatoria se limita con carácter cuasi
general, tanto que se encontró ante una situación de suspensión práctica cercana
170 SERGIO MARTÍN GUARDADO
reunión y manifestación tienen una doble regulación, según se trate del ejercicio
del derecho en el ámbito público o privado:
a) El derecho de reunión (art. 21.1 CE) queda constitucionalmente recono-
cido, sin necesidad de autorización previa (arts. 21.1 y 3.1 L.O. 9/1983). Sólo la
ley puede restringir el derecho de reunión cuando de su ejercicio y contenido se
desprendan fines ilícitos [arts. 25.1 CE –principio de legalidad penal–, 1.3 y 5 a)
L.O. 9/1983] y, además, solo en este caso podrán ser suspendidas. En relación
con el derecho de reunión en el ámbito privado (art. 21.1 CE), cabe decir que
queda excluido del control de la autoridad gubernativa, ya que la L.O. 9/1983 las
excluye expresamente, al no quedar dentro de su ámbito de aplicación las reunio-
nes familiares o con razón de amistad; ya sea en lugares públicos o privados, ni
tampoco las que se celebren en el propio domicilio, por lo que hemos de entender
que no les puede aplicar restricción de algún tipo [arts. 21.1 y 18.1 CE y 2 a) y
b) L.O. 9/1983]. Se preserva claramente su ejercicio ex constitutione en virtud
de la no exigencia de autorización previa (art. 21.1 CE) pero además, entra en
juego, ahora, el derecho a la intimidad personal y familiar y la inviolabilidad del
domicilio (art. 18.1 y 2 CE) respecto de esta regulación legal sobre el derecho de
reunión, en tanto que responde realmente al ejercicio del derecho a la intimidad
personal, más en el domicilio, donde adquiere esa dimensión de ejercicio.
El derecho de reunión en ámbito privado tiene el único límite de desarro-
llarse de forma pacífica y sin armas. Si es cierto que el concepto de reunión
pacífica suele confundirse y englobarse dentro del criterio de orden público o
de la seguridad pública, como límite para el ejercicio del derecho, hablamos de
una situación de violencia o que permita revelar, con cierta certeza, que se está
dando una situación de violencia que parta de conductas positivas (Gavara de
Cara, 1997: 25). Tal y como ha establecido el Tribunal Constitucional, no hay
identidad entre el concepto «pacífica» y «orden público» (F.J. 3º STC 66/1995),
pues el segundo alude al peligro como elemento sustantivo del concepto y, en el
art. 21.1 CE, el límite al derecho de reunión en el ámbito privado está únicamente
en que el ejercicio de este implique violencia o se porten armas. En ningún caso,
pueden imponerse límites que no respondan a dicha exigencia, que va más allá
del peligro.
En base a lo anterior, el derecho de reunión en el ámbito privado y, más aún
en el ámbito familiar o doméstico, es un derecho dotado de plena autonomía, in-
timidad o no sujeción frente a los poderes públicos. Estos tienen, pues, una clara
obligación negativa o de abstención a la hora de que los ciudadanos ejerciten el
derecho, pero también deben posibilitarlo, al tener una eficacia horizontal y di-
recta desde la Constitución (arts. 9.1 y 2 CE). El papel del derecho de reunión en
el ámbito privado se intensifica, sin duda, como libertad individual en el ámbito
familiar o doméstico donde se reúnen los que habitan en ese domicilio (físico
172 SERGIO MARTÍN GUARDADO
o jurídico), así como por su libre decisión, los amigos y conocidos, siempre y
cuando sea posible identificar a los asistentes en virtud de una relación familiar
o de amistad con los que en él habitan (Peces Barba, 1997). Por tanto, el derecho
a la intimidad absorbe las facultades que se desprenden del art. 21.1 CE y, a mi
juicio, es un ejercicio de la intimidad personal y familiar del art. 18.1 CE, al que
la inviolabilidad del domicilio refuerza (STC 254/1993 y 290/200). Así, ha de
asumirse que las reuniones en ámbito privado son ejercicio del derecho a la inti-
midad personal y familiar por desarrollarse en el seno de la vida privada (Navas
Sánchez, 2011: 116), respecto de la que el art. 18.2 CE hace posible repeler a
todos aquellos que así lo deseen y que representa el ámbito de mayor abstención
para los poderes públicos.
El derecho fundamental reconocido en el art. 21.1 CE sí puede ser limitado
cuando se celebre en lugares semipúblicos que son de titularidad privada, pero
a los que acude el público en general, como pudieran ser los locales de una em-
presa, local o establecimiento abierto al público. En este extremo, en concreto, la
limitación del derecho de reunión estaría justificada por haberse adoptado por
parte de ciertas autoridades sanitarias en aras de proteger el derecho a la vida
y a la salud pública (arts. 15 y 43.1 CE) y, ahora no entran en juego los derechos
reconocidos por la Norma Fundamental en los arts. 18.1 y 2 CE. Pero, en este
caso, habrá de contarse con la oportuna habilitación legal para ello y ponderar los
intereses en juego, a través del principio general alterum non laedere, teniendo
presente que ningún derecho es absoluto.
Entonces, como primer apunte: si la limitación de la libertad deambulatoria
durante el estado de alarma es condición necesaria para el ejercicio del derecho
de reunión en el ámbito privado, en la práctica se imposibilita el ejercicio del
segundo al hallarse limitado el primero por la vigencia del estado de alarma. Se
plantea un conflicto entre derechos, al tener que salir de una casa a otra o hacia
un local o volver y transitar por la vía pública. Hemos de entender limitado por
tanto el derecho de reunión por ocasión de la declaración del estado de alarma,
aunque formalmente no se prevea limitación alguna. Ello se debe a la expresa
e intensa limitación a la movilidad que conllevan las medidas adoptadas por el
RD 438/2020 y sus sucesivas prórrogas. Es cierto que en el estado de alarma las
medidas adoptadas no deben conllevar la limitación o suspensión del ejercicio
del derecho fundamental de reunión y manifestación ni tampoco otros derechos
fundamentales, más allá de meras limitaciones del art. 19 CE. Pero también es
cierto que se produce una suspensión práctica. En el ámbito privado supondría
incluso una invasión el ámbito más personal y de plena inmunidad de los ciuda-
danos (Cariola, 2007: 124), al verse implicados también el derecho a la intimidad
personal y familiar y la garantía constitucional de inviolabilidad de domicilio.
LAS LIBERTADES DE REUNIÓN Y MANIFESTACIÓN EN TIEMPOS DE LA COVID-19 173
tales de ciudadanía, puesto que la rigidez constitucional quedaría hasta tal punto
flexibilizada que nos sitúe de facto en un estado de excepción (art. 116.3 CE y 22
LOAES), en sentido inverso a la propia institución. Nos referimos con esto último
a que el estado de excepción justificaría la intervención del poder público ante
una puesta en peligro del libre ejercicio de los derechos fundamentales, de tal
modo que el Ejecutivo como legislador de excepción quedaría habilitado para
volver a permitir su ejercicio. No en sentido contrario y, mucho menos, puede
admitirse que el estado de alarma se sitúe en favor de la restricción total de los
derechos fundamentales de libertad, pues más que situarnos en una anormalidad
constitucionalmente prevista, nos situaría en una anormalidad democrática,
pues estos derechos del art. 21 CE contribuyen, precisamente, al desarrollo de la
democracia y el pluralismo, de cualquier índole (F.J. 6º STC 168/1996). En este
sentido, la LOAES prevé que las reuniones se sometan a autorización previa en
aplicación del estado de excepción o sitio (art. 22 LOAES), lo que sitúa su ejercicio
sometido a un régimen de autorización previa tácito fuera de la normalidad cons-
titucional y de la propia anomalía que rige en el estado de alarma. En definitiva,
un régimen preventivo (Torres Muro, 1991: 111) que está previsto para otras
instituciones de nuestro Derecho de excepción.
hay otras formas de manifestarse que aseguren, de mejor forma, una no interac-
ción con el resto de los ciudadanos. Por tanto, cabría respaldar la no celebración
de la manifestación ante tales circunstancias, dado que el juicio de ponderación
me parece razonable. Lo más relevante de estos fallos es que no cabe limitar so-
bre el contexto del estado de alarma motivado por el coronavirus, en abstracto,
sino que hay que realizar una ponderación de acuerdo con los intereses en juego,
como venimos planteando de forma reiterada.
2) El voto particular a la STJS de Aragón de 29 de abril de 2010 (núm. rec.
112/2020) que es de especial trascendencia y entiende que el uso cotidiano y
normalizado de los términos «confinamiento» o «encierro», avocan a entender
que el estado de alarma suspende derechos en lugar de restringirlos y que no
cabe siquiera entender una afectación generalizada de los mismos (F.J. 3º). Asume
la necesidad de ponderación, pues el estado excepcional de alarma no exime de
que, como en régimen ordinario ocurre, proceda hacer un enjuiciamiento de los
intereses en juego, pues de lo contrario nos llevaría a entender que la declaración
del estado de alarma per se es suficiente para limitar el derecho, con carácter
general. No puede limitarse en abstracto, sino que ha de ofrecerse una justifi-
cación motivada y específica de acuerdo con las circunstancias existentes en la
casuística concreta «sin que quepa oponer la pandemia como necesidad genérica
de limitación», lo que conduciría a una suspensión de facto (F.J. 4º).
Entonces, los problemas de orden público, en virtud de lo expuesto anterior-
mente, deben justificarse y oponerse de forma detallada, exhaustiva y razonada;
en torno a criterios tales como la distancia de seguridad entre las personas y
los vehículos o los elementos de protección personal individual. De hecho, la
posición mayoritaria de la Sala se decanta por permitir la celebración de una
reunión de 60 personas, en un vehículo de tipo turismo particulares, «sin que
pueda irse en motocicleta o vehículo sin cubierta o similar», precisamente por
la prevención de los organizadores ante la posibilidad de contagio entre ellos u
otras personas (criterio de razonabilidad). En el voto particular a la sentencia, se
aduce la importancia de que la Sala hubiese planteado una cuestión de incons-
titucionalidad, criticando que se opte en el fallo mayoritario por el no examen
de la limitación del derecho de reunión; «presupuesto para la existencia de la
libre manifestación» que, en conexión con los planteamientos anteriormente
aducidos, está en este estado de alarma de facto prácticamente suspendido, lo
que permitiría apreciar un estado de excepción fáctico, contrario a la anomalía
legítima y constitucionalmente prevista.
En este sentido, el voto particular entra también en que no puede depender
de la posesión y capacidad de manejo de medios telemáticos la convocatoria de
una reunión o su celebración, cuando depende de un poder adquisitivo que no
está garantizado a toda la población, cuando además son empresas privadas
LAS LIBERTADES DE REUNIÓN Y MANIFESTACIÓN EN TIEMPOS DE LA COVID-19 177
las que prestan el servicio. Teniendo presente que los sindicatos mayoritarios a
nivel estatal, UGT y CCOO, convocaron manifestaciones on-line (si es que así se
puede hablar de manifestación propiamente dicha), la problemática suscitada
ha tenido menor proyección pública, pero hemos de apuntar una serie de cues-
tiones. Las reivindicaciones hechas a través de redes sociales no entran más que
en el ámbito de la libertad de expresión del propio sindicato y no posibilitan una
adhesión ciudadana sonora como la que representa la libertad de manifestación
y como mucho supondría el ejercicio de la libertad sindical [art. 20 a) CE y 28.1
CE]. Una manifestación requiere del ejercicio conexo con la libertad ambulatoria
y del derecho de reunión (arts. 19 y 21.1 CE), cuya conjunción dota al derecho
de manifestación de su más pleno significado (art. 21.2 CE) y le diferencia pro-
piamente del previsto en el apartado primero del art. 21 CE. Además, sabemos,
que no todo el mundo puede estar conectado a la red, de tal forma que si no se
asegura la conexión libre y física (requiriendo, por supuesto, la adopción de me-
didas de seguridad) entre las personas, quedarían anuladas ambas libertades,
cuyo ejercicio no es posible sin la libertad prevista y reconocida en el art. 19 CE.
Trasmitir información y recibirla para posteriormente comunicarla al exterior,
a modo de reivindicación y, por ende, en pro de la calidad del sistema democrá-
tico y el pluralismo político (art. 1.1 CE), debe estar asegurado en el estado de
alarma. Además, internet no es un bien al alcance de todos, a pesar de haberse
propuesto la necesidad de reconocerlo como derecho fundamental (Miranda
Bonilla, 2016). Hipotéticamente, en el caso de que estuviera reconocido como
tal el acceso a internet a lo sumo, podría admitirse la no afectación del derecho
de manifestación. Sin embargo, no es posible al no estar garantizado para toda la
ciudadanía. Hoy, no cabe admitir una no afectación del derecho del art. 21.2 CE
por haberse celebrado una manifestación de ideas a través de redes sociales. Esto
se ha hecho de forma individual, por decisión del propio sindicato sin que pueda
hablarse de un ejercicio colectivo propiamente dicho que le dote de la máxima
dimensión. Es decir, esto es ejercicio de la libertad sindical de dichos sindicatos.
3) Por su parte, el Auto del Tribunal Constitucional de 30 de abril de 2020
(rec. de amparo 2056/2020) que adelantábamos fue adoptado con un evidente
empate entre los magistrados, que evidencia la división social y el debate jurídico
existente en torno a la protección de la salud pública frente al derecho de mani-
festación, a toda costa o de forma ponderada y proporcionada, como defiendo. El
recurso se inadmitió, aunque el contenido concreto del Auto cabe ser valorado
positivamente por la apreciación de la especial trascendencia constitucional para
estudiar su admisión (F.J. 2º ATC y art. 49.1 LOTC). Esa especial trascendencia
constitucional radica, según el Tribunal, en relación con el consolidado carácter
de cauce del principio democrático participativo en conexión la libertad sindical
y el pluralismo político (arts. 1.1 y 28.1 CE) que representa el derecho de reunión
178 SERGIO MARTÍN GUARDADO
1
Diario Ocial de Extremadura n. 152, de 6 de agosto de 2020.
180 SERGIO MARTÍN GUARDADO
2
Diario Ocial de Extremadura, n. extraordinario 7, de 20 de septiembre de 2020.
LAS LIBERTADES DE REUNIÓN Y MANIFESTACIÓN EN TIEMPOS DE LA COVID-19 181
5. CONCLUSIONES
Estamos ante actuaciones del poder público que generan dudas en su aplica-
ción y control, pues no sólo se ha optado por adoptar por vía de normas emana-
das de los ejecutivos autonómicos o del Gobierno en relación con la limitación
186 SERGIO MARTÍN GUARDADO
bienes. Nunca en el ámbito privado familiar, donde entran en juego los arts. 18.1
y 2 CE. Mientras que la limitación del derecho de reunión en ámbito público o
manifestación se somete en todo caso a un control jurisdiccional ad hoc, la reu-
nión en el ámbito privado queda prácticamente imposibilitada. Según mi criterio,
no podría adoptarse restricción alguna sobre las reuniones que en ejercicio del
derecho contenido en el art. 18.1 se hagan en los domicilios particulares, al pre-
verse la inviolabilidad del domicilio con carácter general en la Constitución (art.
18.2 CE). Ello se debe a la relevancia constitucional que tiene para la Carta Magna,
al representar el domicilio el mayor espacio de inmunidad personal dónde los
poderes públicos tienen un claro deber de abstención.
En este estado de las cosas, hay que hacer una defensa férrea de la seguridad
jurídica que está implicada en el papel de los poderes públicos. No podemos
depender de un marco jurídico-sanitario tan incierto no sólo para luchar frente
a la pandemia, sino también a la hora de que el mismo afecte a derechos funda-
mentales, pues debiera ser una norma específica la que regule estas cuestiones,
a mi entender, ante las vicisitudes que plantea la pandemia.
Dado el papel proactivo de los poderes públicos en el disfrute de estos dere-
chos, quienes ostentan el poder político gubernamental no pueden obviar que los
derechos de reunión y manifestación son derechos inexorables en una democra-
cia. Más en momentos convulsos como el que vivimos. Son un canal que pertenece
a todos los ciudadanos, de cualquier opción política y, más cuando estamos fuera
de periodos electorales, estos derechos y su proyección en el ámbito público son
un termómetro para medir los apoyos y el respaldo que tienen dichas medidas,
lo cual es imprescindible en democracia.
En un momento creciente de desconfianza ante la clase política que, como
en cualquier crisis, acrecienta las críticas políticas contra quien tiene que ges-
tionarlas, es más importante que nunca preservar el ejercicio de los derechos de
reunión y manifestación pues puede que los ciudadanos no tengan otra forma de
participar de la cosa pública. No podemos entender que con la libre expresión
en redes sociales nos baste, la ocupación de las calles supone una visibilidad de
esa crítica que puede ser limitada sí, pero de la menor forma posible. De lo con-
trario, lo anormal no sería nuestra vida cotidiana por la incidencia del virus sino
nuestra democracia, que podría estar entrando en un estadio de anormalidad
que constitucionalmente debe reputarse ilegítimo.
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CUARTA PARTE.
LA RESPUESTA A LA COVID-19 EN
PERSPECTIVA COMPARADA
LA PANDEMIA DEL COVID-19: LECCIONES PARA LA UNIÓN
EUROPEA EN PERSPECTIVA CONSTITUCIONAL
LA PANDEMIA DEL COVID-19: LECCIONES PARA LA UNIÓN EUROPEA EN PERSPECTIVA...
1
A diferencia de otros países europeos, que optaron por la censura informativa en el marco de la
Primera Guerra Mundial, la amplia cobertura a las noticias sobre la enfermedad en España desde su inicio
le valió para que, pese a no ser el epicentro, la mayor pandemia del siglo XX fuera conocida como «la gripe
española» (Echeverri, 1993: 22).
2
El COVID-19 fue declarado ocialmente como pandemia por la Organización Mundial de la Salud
(OMS) el 11 de marzo de 2020. Organización Mundial de la Salud (2020), «Alocución de apertura del
Director General de la OMS en la rueda de prensa sobre la COVID-19 celebrada el 11 de marzo de 2020».
Disponible en: https://tinyurl.com/y2wvhrx3). La denominación de la enfermedad es la suma del
acrónimo de coronavirus disease (enfermedad por coronavirus) y el número 19, por ser 2019 el año en el
que apareció el primer caso. La enfermedad es causada por un nuevo tipo de coronavirus, el SARS-CoV-2
(inicialmente llamado 2019-nCoV), detectado por primera vez en diciembre de 2019 en la capital de la
provincia china de Hubei, Wuhan.
3
Datos tomados a 30 de junio de 2020 de la base de datos elaborada por el Johns Hopkins Coronavirus
Resource Center, disponible en: https://coronavirus.jhu.edu/map.html.
194 ADRIÁN GARCÍA ORTIZ
[e]l problema es que nos hemos visto más vulnerables a los riesgos globales
sin haber desarrollado sucientemente los correspondientes procedimientos
de protección. Las cosas que nos protegían (la distancia, la intervención del
Estado, la previsión del futuro, los procedimientos clásicos de defensa) se han
debilitado por distintas razones y ahora apenas nos suministran una protec-
ción suciente. Los organismos que parecen volver (como el Estado) ya no
protegen y a los que apelamos (como la Unión Europea) todavía no protegen
porque no estaban diseñados para ello.
4
A estas dos crisis –«el impacto físico directo de la epidemia de coronavirus (cuarentenas, sufrimiento
y muerte) y sus efectos económicos»– Žižek (2020: 38) añade una tercera que afecta particularmente
a Europa: «la nueva explosión de violencia en Siria entre Turquía y el régimen de Assad (directamente
apoyado por Rusia). Ambos bandos explotan fríamente el sufrimiento de las personas desplazadas en su
propio benecio político».
LA PANDEMIA DEL COVID-19: LECCIONES PARA LA UNIÓN EUROPEA EN PERSPECTIVA... 195
garantía de una protección social adecuada, con la lucha contra la exclusión social
y con un nivel elevado de educación, formación y protección de la salud humana».
Por otra parte, de manera análoga pero en el campo específico de la salud pública,
el art. 168.1 (primer párrafo) TFUE señala que «[a]l definirse y ejecutarse todas
las políticas y acciones de la Unión se garantizará un alto nivel de protección de
la salud humana». Finalmente, el TFUE vincula la protección de la salud humana
a la protección de los trabajadores (art. 153.1.a) TFUE), de los consumidores (art.
169.1 TFUE) y del medio ambiente (art. 191.1 TFUE), así como al establecimiento
y funcionamiento del mercado interior (art. 114.3 y 8 TFUE).
En segundo lugar, el art. 35 CDFUE, titulado «Protección de la salud», procla-
ma el derecho de toda persona «a acceder a la prevención sanitaria y a beneficiar-
se de la atención sanitaria en las condiciones establecidas por las legislaciones
y prácticas nacionales», señalándose, en los mismos términos que los arts. 9 y
168.1 (primer párrafo) TFUE, que, «[a]l definirse y ejecutarse todas las políticas
y acciones de la Unión se garantizará un nivel elevado de protección de la salud
humana». Se trata, en definitiva, de la aplicación del principio de igualdad y no
discriminación (valor de la Unión enunciado en el art. 2 TUE y derecho funda-
mental proclamado en el art. 20 CDFUE) en el acceso a los servicios sanitarios
prestados por los Estados miembros, en la manera en que éstos los configuren,
dada su competencia exclusiva en la materia, como a continuación se expondrá.
En tercer lugar, respecto a la distribución de competencias entre la Unión y
los Estados miembros, los Tratados realizan una triple distinción. Por un lado, los
asuntos comunes de seguridad en materia de salud pública constituyen una com-
petencia compartida entre la Unión y los Estados miembros (art. 4.2.k) TFUE),
esto es, los Estados miembros podrán legislar y adoptar actos jurídicamente
vinculantes en la medida en que la Unión no haya ejercido tal competencia, y
podrán hacerlo de nuevo en la medida en que la Unión haya dejado de ejercerla
(art. 2.2 TFUE). En particular, el art. 168.4 TFUE prevé la adopción de «medidas
que establezcan altos niveles de calidad y seguridad de los órganos y sustancias
de origen humano, así como de la sangre y derivados de la sangre», «medidas
en los ámbitos veterinario y fitosanitario que tengan como objetivo directo la
protección de la salud humana» y «medidas que establezcan normas elevadas
de calidad y seguridad de los medicamentos y productos sanitarios».
Por otro lado, el TFUE diferencia entre los conceptos de «prestación sanita-
ria» y «salud pública» para delimitar los diferentes ámbitos competenciales de
la Unión y los Estados miembros. De este modo, permanecen bajo competencia
exclusiva de los Estados miembros «la definición de su política de salud, así como
(…) la organización y prestación de servicios sanitarios y atención médica»,
incluyendo «la gestión de los servicios de salud y de atención médica, así como
la asignación de los recursos que se destinan a dichos servicios» (art. 168.7
LA PANDEMIA DEL COVID-19: LECCIONES PARA LA UNIÓN EUROPEA EN PERSPECTIVA... 199
12
Respecto a los tres primeros ámbitos, el segundo párrafo del art. 168.1 TFUE señala que «[d]icha
acción abarcará la lucha contra las enfermedades más graves y ampliamente difundidas, apoyando la
investigación de su etiología, de su transmisión y de su prevención, así como la información y la educación
sanitarias, y la vigencia de las amenazas transfronterizas graves para la salud, la alerta en caso de tales
amenazas y la lucha contra ellas».
13
La Comisión puede adoptar, informando al Parlamento Europeo, «cualquier iniciativa útil para
fomentar dicha coordinación, en particular iniciativas tendentes a establecer orientaciones e indicadores,
organizar el intercambio de mejores prácticas y preparar los elementos necesarios para el control y la
evaluación periódicos» (art. 168.2, segundo párrafo, TFUE).
200 ADRIÁN GARCÍA ORTIZ
17
El Reglamento Sanitario Internacional (RSI), adoptado en la 58ª Asamblea Mundial de la Salud
celebrada el 23 de mayo de 2005, es el principal instrumento de la OMS, de carácter vinculante para
sus Estados miembros, dirigido a la prevención, protección, control y respuesta de las enfermedades
transfronterizas.
18
Creado por el Reglamento (CE) 851/2004 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de abril de
2004, por el que se crea un Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades, DO L 142
de 30 de abril de 2004, el ECDC es una agencia europea independiente que tiene como misión identicar,
determinar y comunicar las amenazas actuales y emergentes que representan para la salud humana las
enfermedades transmisibles (arts. 1 y 3). Junto a ella, en el ámbito de la salud también destacan otras
agencias europeas, como la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) (Reglamento (CE) 726/2004 del
Parlamento Europeo y del Consejo, de 31 de marzo de 2004, por el que se establecen procedimientos
comunitarios para la autorización y el control de los medicamentos de uso humano y veterinario y por el
que se crea la Agencia Europea de Medicamentos, DO L 136, de 30 de abril de 2004), la Autoridad Europea
de Seguridad Alimentaria (AESA) (Reglamento (CE) 178/2002 del Parlamento Europeo y del Consejo, de
28 de enero de 2002, por el que se establecen los principios y los requisitos generales de la legislación
alimentaria, se crea la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y se jan procedimientos relativos
a la seguridad alimentaria, DO L 31, de 1 de febrero de 2002), el Observatorio Europeo de las Drogas y
las Toxicomanías (OEDT) (Reglamento (CE) 1920/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 12 de
diciembre de 2006, sobre el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (Refundición), DO L
376, de 27 de diciembre de 2006) y la Agencia Ejecutiva de Consumidores, Salud, Agricultura y Alimentación
(CHAFEA) (Decisión de Ejecución 2013/770/UE de la Comisión, de 17 de diciembre de 2013, por la que
202 ADRIÁN GARCÍA ORTIZ
exportadores de material médico. Vid. Comisión Europea (2020), «Coronavirus: solidaridad europea en
acción». Disponible en: https://tinyurl.com/y5lh7lan.
25
Reglamento (UE) 2016/399 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 9 de marzo de 2016, por el
que se establece un Código de normas de la Unión para el cruce de personas por las fronteras (Código de
fronteras Schengen), DO L 77, de 23 de marzo de 2016.
26
En cualquier caso, como arma de Faramiñán (2020a: 6), «se ha considerado que la pandemia que
asola a Europa es razón suciente como para cerrar las fronteras interiores y exteriores esgrimiendo, por
extensión, los motivos reconocidos por este artículo».
27
Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo Europeo, al Consejo, al Banco
Central Europeo, al Banco Europeo de Inversiones y al Eurogrupo: «Respuesta económica coordinada al
brote de COVID-19», COM(2020) 112 nal, 13 de marzo de 2020.
28
Mediante esta Resolución el Parlamento Europeo «[e]xpresa su preocupación por la incapacidad
inicial de los Estados miembros para actuar de forma colectiva y exige que todas las acciones futuras
adoptadas por los Estados miembros se guíen por el principio fundacional de la Unión de solidaridad y
cooperación leal» (ap. 5). Asimismo, se armaba que «este es un momento de la verdad para la Unión que
determinará su futuro y que solo podrá superar esta crisis si los Estados miembros y las instituciones
europeas están unidos en la solidaridad y la responsabilidad» (considerando L). Resolución del Parla-
mento Europeo sobre la acción coordinada de la Unión para luchar contra la pandemia de COVID-19 y
sus consecuencias, 2020/2616(RSP), 17 de abril de 2020.
LA PANDEMIA DEL COVID-19: LECCIONES PARA LA UNIÓN EUROPEA EN PERSPECTIVA... 205
the rst reactions by some Member States came in the form of non-cooperative
behaviours, there was a clear lack of coordination with European relations falling
apart, then an improved cooperation arose at the EU level with the Commission
serving as a broker, convergences between some Member States led to partial
agreements, and it eventually culminated in last minutes compromises involving
most if not all Member States and the mobilisation by Union institutions of un-
conventional instruments “in a spirit of solidarity”.
29
Consejo Europeo (2020), «Conclusiones del presidente del Consejo Europeo tras la videoconferencia
de los miembros del Consejo Europeo del 23 de abril de 2020». Disponible en: https://tinyurl.com/
y32xf53c.
30
La pandemia ha coincidido con la nalización en 2020 del último programa de salud (2014-2020)
(Reglamento 282/2014, cit.).
31
La UE adoptó una Iniciativa de Inversión en Respuesta al Coronavirus gracias a la cual destinó 37.000
millones de euros al sector empresarial y sanitario mediante la movilización de fondos estructurales y de
inversión (Reglamento (UE) 2020/460 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 30 de marzo de 2020,
por el que se modican los Reglamentos (UE) nº 1301/2013, (UE) nº 1303/2013 y (UE) nº 508/2014, en
lo relativo a medidas especícas para movilizar inversiones en los sistemas de atención sanitaria de los
Estados miembros y en otros sectores de sus economías, en respuesta al brote de COVID 19 (Iniciativa
de inversión en respuesta al coronavirus), DO L 99, de 31 de marzo de 2020), activó la asistencia urgente
prevista en el Reglamento 2016/369 (Reglamento (UE) 2020/521 del Consejo, de 14 de abril de 2020,
por el que se activa la asistencia urgente en virtud del Reglamento (UE) 2016/369, cuyas disposiciones
se modican considerando el brote de COVID-19, DO L 177 de 15 de abril de 2020) y amplió el ámbito
de intervención del Fondo de Solidaridad de la Unión Europea para proporcionar ayuda nanciera a los
Estados afectados por la pandemia (Reglamento (UE) 2020/461 del Parlamento Europeo y del Consejo,
206 ADRIÁN GARCÍA ORTIZ
de 30 de marzo de 2020, por el que se modica el Reglamento (CE) nº 2012/2002 del Consejo a n de
proporcionar ayuda nanciera a aquellos Estados miembros y países cuya adhesión a la Unión esté en
proceso de negociación, que se encuentren gravemente afectados por una emergencia grave de salud
pública, DO L 99, de 31 de marzo de 2020).
32
Decisión de Ejecución (UE) 2018/1993 del Consejo, de 11 de diciembre de 2018, sobre el dispositivo
de la UE de respuesta política integrada a las crisis, DO L 320 de 17 de diciembre de 2018.
33
Comunicación de la Comisión: «Directrices para el suministro óptimo y racional de medicamentos
a n de evitar la escasez durante el brote de COVID-19», DO C 116, de 8 de abril de 2020.
34
Reglamento de Ejecución (UE) 2020/402 de la Comisión, de 14 de marzo de 2020, por el que se
supedita la exportación de determinados productos a la presentación de una licencia de exportación, DO
L 77, de 15 de marzo de 2020.
LA PANDEMIA DEL COVID-19: LECCIONES PARA LA UNIÓN EUROPEA EN PERSPECTIVA... 207
35
Comunicación conjunta al Parlamento Europeo, al Consejo Europeo, al Consejo, al Comité Económico
y Social Europeo y al Comité de las Regiones: «La lucha contra la desinformación acerca de la COVID-19:
contrastando los datos», JOIN(2020) 8 nal, 10 de junio de 2020.
36
El «espacio UE+» lo conforman los 26 Estados del espacio Schengen e Islandia, Liechtenstein, Noruega
y Suiza.
37
Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo Europeo y al Consejo: «COVID-19:
Restricción temporal de los viajes no esenciales a la UE», COM(2020) 115 nal, 16 de marzo de 2020.
38
Comunicación de la Comisión sobre la puesta en marcha de los «carriles verdes» en el marco de las
Directrices sobre medidas de gestión de fronteras para proteger la salud y garantizar la disponibilidad
de los bienes y de los servicios esenciales, DO C 96, de 24 de marzo de 2020.
39
Comisión Europea: «Hoja de ruta común europea para el levantamiento de las medidas de contención
de la COVID-19», DO C 126, de 17 de abril de 2020.
40
Vid. Comisión Europea (2020), «Coronavirus research and innovation». Disponible en: https://
tinyurl.com/y3od3pr9.
41
Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo Europeo y al Banco Europeo de
Inversiones: «Estrategia de la UE para las vacunas contra la COVID-19», COM(2020) 245 nal, 17 de junio
de 2020.
208 ADRIÁN GARCÍA ORTIZ
abril refrendó el acuerdo del Eurogrupo del 9 de abril por el que se creaban tres
redes de seguridad inmediatas por un valor total de 540.000 millones de euros:
una red para apoyar a los trabajadores (SURE [Support to mitigate Unemployment
Risks in an Emergency], un instrumento de apoyo temporal adoptado en virtud del
art. 122 TFUE42 que pretende reforzar los regímenes nacionales de reducción del
tiempo de trabajo o similares43 –en el caso de España, los Expedientes de Regu-
lación Temporal de Empleo o ERTE–); otra a las empresas (un fondo de garantía
del Banco Europeo de Inversiones para proporcionar préstamos, sobre todo a
las pymes) y otra a los Estados (una línea de crédito en el Mecanismo Europeo
de Estabilidad). Asimismo, y entre otras medidas, se adoptó una flexibilización
de la normativa presupuestaria y sobre ayudas estatales.
Posteriormente, sobre la base de la propuesta de la Comisión, y tras uno de
los Consejos europeos más tensos y largos de su historia44, se aprobó un histó-
rico Plan de Recuperación para Europa –inédito por su ambición y rapidez en
su elaboración y que difiere mucho de la respuesta dada a la crisis financiera de
200845– basado en dos pilares: un nuevo Fondo de Recuperación («Next Gene-
ration EU») dotado de 750.000 millones de euros –390.000 en transferencias a
fondo perdido y 360.000 en préstamos– obtenidos en los mercados a través de
una emisión conjunta de deuda, y un Marco Financiero Plurianual reforzado para
el periodo 2021-2027 de 1.074 billones de euros46.
En definitiva, la respuesta ofrecida por la UE a la pandemia del COVID-19 ha
sido, en términos generales, satisfactoria: aunque con una cierta lentitud inicial,
42
El primer apartado del art. 122 TFUE atribuye al Consejo, a propuesta de la Comisión, la adopción
de medidas adecuadas a la situación económica con un espíritu de solidaridad entre Estados miembros,
y su segundo apartado establece que «[e]n caso de dicultades o en caso de serio riesgo de dicultades
graves en un Estado miembro, ocasionadas por catástrofes naturales o acontecimientos excepcionales que
dicho Estado no pudiere controlar, el Consejo, a propuesta de la Comisión, podrá acordar, en determinadas
condiciones, una ayuda nanciera de la Unión al Estado miembro en cuestión».
43
Reglamento (UE) 2020/672 del Consejo, de 19 de mayo de 2020, relativo a la creación de un ins-
trumento europeo de apoyo temporal para atenuar los riesgos de desempleo en una emergencia (SURE)
a raíz del brote de COVID-19, DO L 159, de 20 de mayo de 2020.
44
El Consejo Europeo se prolongó durante cuatro días, siendo superado en duración solo por el Consejo
Europeo de Niza del año 2000.
45
Como apunta Battaglia (2020: 182), la armación de la presidenta de la Comisión de que cada
euro disponible en el presupuesto de la UE se redirigiría a abordar la lucha contra la crisis y de que se
^exibilizarían todas las reglas para permitir una nanciación ^uida, rápida y ecaz, se acerca al famoso
«whatever it takes» de Mario Draghi.
46
Vid. Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo Europeo, al Consejo, al Comité
Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones: «El momento de Europa: reparar los daños y
preparar el futuro para la próxima generación», COM(2020) 456 nal, 27 de mayo de 2020; Comunicación
de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social
Europeo y al Comité de las Regiones: «El presupuesto de la UE: motor del plan de recuperación para
Europa», COM(2020) 442 nal, 27 de mayo de 2020; Conclusiones de la reunión extraordinaria del Consejo
Europeo, de 17, 18, 19, 20 y 21 de julio de 2020, EUCO 10/20, 21 de julio de 2020.
LA PANDEMIA DEL COVID-19: LECCIONES PARA LA UNIÓN EUROPEA EN PERSPECTIVA... 209
47
Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social
Europeo y al Comité de las Regiones: «Una Europa social fuerte para unas transiciones justas», COM(2020)
14 nal, 14 de enero de 2020.
48
El Ministro francés de Salud propuso, entre otras medidas, la puesta en común de recursos sanitarios
y servicios hospitalarios especializados, la creación de un mercado común de medicamentos, la centra-
lización de estadísticas epidemiológicas, una regulación uniforme de las vacunas y el establecimiento de
centros de investigación europeos. Vid. Ribeyre, Paul (1952), «Exposé de Paul Ribeyre à la conférence
préparatoire à la Communauté européenne de la santé (Paris, 12 décembre 1952)», Notes et études
documentaires. Notes et documents concernant la Communauté européenne de la Santé, 1.718. Disponible
en: https://tinyurl.com/y63hbyr7 (fecha de consulta: 02/09/2020).
49
Resolución del Parlamento Europeo sobre la estrategia de salud pública de la Unión Europea después
de la COVID-19, 2020/2691(RSP), 10 de julio de 2020.
LA PANDEMIA DEL COVID-19: LECCIONES PARA LA UNIÓN EUROPEA EN PERSPECTIVA... 211
50
Comisión Europea (2020), «Discurso sobre el estado de la Unión de la presidenta Von der Leyen en
la sesión plenaria del Parlamento Europeo», 16 de septiembre de 2020. Disponible en: https://tinyurl.
com/y3sq9xjj.
51
Resolución del Parlamento Europeo sobre la acción coordinada de la Unión para luchar contra la
pandemia de COVID-19 y sus consecuencias, cit., apartado 67.
212 ADRIÁN GARCÍA ORTIZ
4. CONSIDERACIONES FINALES
A diferencia de las sucesivas crisis sufridas por la Unión desde el inicio del
siglo XXI, la pandemia del COVID-19 –una amenaza global para la que no existen
fronteras ni distinciones culturales o sociales (de Faramiñán, 2020b: 19)– ha sido
afrontada por los Estados miembros y las instituciones de la Unión como una
oportunidad no sólo para reforzar la solidaridad y la cooperación del proyecto
europeo, sino también para orientarlo hacia el único objetivo constitucionalmen-
te admisible: la ciudadanía europea.
A pesar de las primeras respuestas iniciales, la Unión ha reaccionado a la
crisis explotando el reducido margen competencial de que podía disponer y po-
niendo en práctica de manera eficaz lo establecido en la Decisión 1082/2013/
UE. Nunca antes se habían adquirido productos médicos con fondos europeos,
52
Declaración del Comité Europeo de las Regiones: «Los entes locales y regionales como agentes de
la respuesta europea a la crisis de la COVID-19», COR-2020-01858-00-01-DECL-TRA, 8 de mayo de 2020,
apartado 11.
53
Resolución del Parlamento Europeo sobre la estrategia de salud pública de la Unión Europea después
de la COVID-19, cit., apartado 54. Así lo había armado también en sus resoluciones de 17 de abril y 18
de junio. Resolución del Parlamento Europeo sobre la acción coordinada de la Unión para luchar contra la
pandemia de COVID-19 y sus consecuencias, cit., apartado 72; Resolución del Parlamento Europeo sobre
la posición del Parlamento Europeo sobre la Conferencia sobre el Futuro de Europa, 2020/2657(RSP),
18 de junio de 2020.
54
Vid. nota a pie de página 50.
55
Vid. Reunión del Consejo Europeo, de 12 de diciembre de 2019, EUCO 29/19; Resolución del
Parlamento Europeo sobre la posición del Parlamento Europeo sobre la Conferencia sobre el Futuro de
Europa, 2019/2990(RSP), 15 de enero de 2020; Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo y
al Consejo: «Perlando la Conferencia sobre el Futuro de Europa», COM(2020) 27 nal, 22 de enero de
2020.
LA PANDEMIA DEL COVID-19: LECCIONES PARA LA UNIÓN EUROPEA EN PERSPECTIVA... 213
56
Comunicación de la Comisión al Consejo relativa a la activación de la cláusula general de salvaguardia
del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, COM(2020) 123 nal, 20 de marzo de 2020.
57
El Parlamento Europeo consideró estas medidas totalmente incompatibles con los valores europeos
en su Resolución de 17 de abril. Resolución del Parlamento Europeo sobre la acción coordinada de la
Unión para luchar contra la pandemia de COVID-19 y sus consecuencias, cit., apartado 46.
214 ADRIÁN GARCÍA ORTIZ
5. BIBLIOGRAFÍA
1. INTRODUCCIÓN
pondiente. Para ello, se verá cuáles son las circunstancias excepcionales que
habilitan a los Estados miembros de esta área de integración para restablecer
controles fronterizos con sus socios, qué garantías deben satisfacerse cuando se
imponen estas medidas y cuál es su impacto sobre la libre circulación de perso-
nas. Además, se desgranarán las directrices emitidas por la Comisión Europea
sobre esta cuestión al objeto de minimizar el impacto sobre el mercado interior.
En segundo lugar, se analizarán las restricciones de viaje decretadas por los
países de la Unión Europea sobre los ciudadanos comunitarios nacionales de
otros Estados miembros. Un tipo de medidas también generalizadas a causa de
la pandemia pero que, a diferencia de los controles fronterizos, resultan inéditas
en el interior de la UE y, como se verá, profundamente más limitativas del derecho
a la libre circulación de personas.
Para concluir, se estudiará también el cierre de las fronteras exteriores de la
Unión Europea y el papel determinante que las instituciones comunitarias han
desempeñado de cara a coordinar las decisiones de los distintos Estados miem-
bros sobre esta cuestión.
Una de las primeras decisiones adoptadas por varios Estados del espacio
Schengen para hacer frente a la propagación de la pandemia de Covid-19 fue la
de reintroducir controles en todas o algunas de sus fronteras interiores. Como
apunta Thym (2020), aunque su virtualidad para contener la expansión del vi-
rus pueda resultar discutible, «it is no coincidence that borders play a prominent
role in the fight against the coronavirus, since they can fulfil important symbolic
functions transcending the practical effects of more police checks». De hecho,
como se verá a continuación, la implantación de controles fronterizos internos
es una medida a la que algunos países del espacio Schengen venían recurriendo
con frecuencia desde hace unos años. Hasta el punto de que en ciertos casos solo
han tenido que limitarse a prorrogar los controles que ya tenían incorporados.
En cualquier caso, es importante resaltar que estas medidas no equivalen al
cierre total de las fronteras nacionales, sino que únicamente limitan los puntos
de entrada a un país, y, en principio, encuentran cobertura jurídica en el Código
de fronteras Schengen1 (CFS).
1
Reglamento (UE) 2016/399 del Parlamento Europeo y del Consejo de 9 de marzo de 2016 por el
que se establece un Código de normas de la Unión para el cruce de personas por las fronteras (Código de
fronteras Schengen).
LA AFECTACIÓN A LA LIBRE CIRCULACIÓN DE PERSONAS EN LA UNIÓN EUROPEA COMO... 217
2
Septiembre de 2020
3
La lista de noticaciones puede consultarse en https://ec.europa.eu/home-affairs/sites/ho-
meaffairs/les/what-we-do/policies/borders-and-visas/schengen/reintroduction-border-control/docs/
ms_notications_-_reintroduction_of_border_control_en.pdf [fecha de consulta: 13/10/2020].
LA AFECTACIÓN A LA LIBRE CIRCULACIÓN DE PERSONAS EN LA UNIÓN EUROPEA COMO... 219
taldo (2020: 527) señala que «the actual and imminent collective risks connected
to the rapid spread of an epidemic fit the Court of Justice case law defining the scope
of public policy and internal security. The notion of public policy usually refers to
threats to fundamental societal interests; the second involves situations affecting
the internal or external security of a Member State, for instance, stemming from
the disrupted provision of essential public services».
A pesar de su legalidad, la generalización de estos controles y la descoor-
dinación interestatal con que fueron aplicados amenazaron inmediatamente
con traducirse en importantes disrupciones tanto para la libre circulación de
personas como de mercancías, con los consiguientes efectos para el espacio
Schengen y el mercado interior de la UE. De este modo, se complicaba aún más
la lucha contra la pandemia, pues se ponía en riesgo tanto el abastecimiento de
productos y servicios esenciales como el desplazamiento de trabajadores trans-
fronterizos pertenecientes a sectores especialmente necesarios. Para tratar de
atajar esta situación, la Comisión no tardó en emitir una serie de directrices al
objeto de coordinar la gestión de las fronteras. Así, mediante una comunicación
de 16 de marzo4 en la que se reconocía que, «en una situación extremadamente
crítica, un Estado miembro puede constatar la necesidad de restablecer controles
fronterizos en respuesta al riesgo generado por una enfermedad contagiosa»,
la Comisión Europea llamaba a mantener el funcionamiento del mercado único
para evitar que se produjeran situaciones de escasez e impedir que se agravasen
las dificultades sociales y económicas que ya se estaban padeciendo.
Entre otras medidas, la Comisión llamaba al establecimiento de «carriles
verdes» en las fronteras para preservar el funcionamiento de las cadenas de
suministro y mantener la disponibilidad de los bienes y servicios esenciales. En
concreto, se pedía a los Estados miembros que designasen inmediatamente como
corredores con esta condición todos los pasos fronterizos internos pertinentes
de la red transeuropea de transporte5. El objetivo era que estos carriles estuvie-
ran abiertos para todos los vehículos de mercancías, independientemente de los
productos que transportasen y que el paso de la frontera, incluidos los controles
y la inspección sanitaria, no sobrepasase los quince minutos. Para lograrlo, la
Comisión instaba a los Estados miembros a que los controles e inspecciones se
realizasen sin que los conductores tuvieran que salir de sus vehículos, así como
que los controles a que estuvieran sometidos fueran los mínimos indispensables,
sin que pudiera pedirse a los transportistas que presentasen ningún documento
4
Comisión Europea, «Directrices sobre medidas de gestión de fronteras para proteger la salud y
garantizar la disponibilidad de los bienes y servicios esenciales», COM(2020) 1753 nal, de 16 de marzo.
5
Comisión Europea. «Comunicación de la Comisión sobre la puesta en marcha de los “carriles verdes”
en el marco de las Directrices sobre medidas de gestión de fronteras para proteger la salud y garantizar
la disponibilidad de los bienes y los servicios esenciales», COM(2020) 1897 nal, de 24 de marzo.
220 ALBERTO MACHO CARRO
6
COM(2020) 1753 nal, cit. aptdo. 20.
LA AFECTACIÓN A LA LIBRE CIRCULACIÓN DE PERSONAS EN LA UNIÓN EUROPEA COMO... 221
7
Directiva 2004/38/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 29 de abril de 2004, relativa al
derecho de los ciudadanos de la Unión y de los miembros de sus familias a circular y residir libremente
en el territorio de los Estados miembros.
222 ALBERTO MACHO CARRO
pandemia causada por un virus altamente contagioso que se propaga por el aire
y cuyos portadores pueden ser asintomáticos. En este sentido, mientras que el
orden y la seguridad públicos están pensados para justificar limitaciones a la
movilidad con base en conductas individuales, parece obvio que una enfermedad
de estas características puede justificar limitaciones generalizadas del derecho
a la libertad de circulación con fines preventivos. Una posibilidad para la que
parece dejar espacio el tenor del art. 29, que permitiría obviar la individualiza-
ción del examen de proporcionalidad en casos de riesgo para la salud pública.
Así lo estima también Thym (2020), quien considera que «to fight a disease with
an epidemic potential, border control agents can currently resort to generalised
criteria with little or no room for individualised balancing».
En cualquier caso, el cierre total de fronteras por parte de un Estado miem-
bro a todo ciudadano comunitario que no sea nacional de dicho Estado parece
una medida claramente desproporcionada. Así lo entiende la propia Comisión
Europea, que en sus directrices sobre medidas de gestión de fronteras afirmaba
que «un Estado miembro no debe denegar la entrada a los ciudadanos de la UE
o a los nacionales de terceros países que residan en su territorio y debe facilitar
el tránsito de otros ciudadanos de la UE y residentes que vuelvan a su país de
origen»8.
Una fórmula para respetar el principio de proporcionalidad cuando se im-
ponen restricciones generalizadas por razones de salud pública a la entrada de
ciudadanos comunitarios en el territorio de un Estado miembro del que no son
residentes podría consistir en diferenciar diversas categorías de personas. En
este sentido, el establecimiento de un listado de causas justificadas implemen-
tado por Alemania durante los meses más duros de la pandemia parece a todas
luces mejor posicionado para superar ese test de proporcionalidad que una pura
y simple prohibición de entrada9.
En segundo lugar, las limitaciones impuestas por los Estados miembros a la
entrada en su territorio de otros ciudadanos comunitarios no podrán resultar
discriminatorias por razón de la nacionalidad. Como apunta Martín (2014:
792), el principio de no discriminación obliga a que cualquier disposición para
la prevención o protección frente a enfermedades con potencial epidémico deba
aplicarse también a los propios nacionales. En este sentido, de acuerdo con las
directrices de la Comisión «los Estados miembros pueden adoptar medidas ade-
cuadas, como exigir a las personas que entren en su territorio que se sometan
a medidas de aislamiento o medidas similares al regresar de una zona afectada
por la Covid-19, siempre que impongan los mismos requisitos a sus propios
8
COM(2020) 1753 nal, op. cit., aptdo. 21.
9
Estas casusas pueden consultarse en: https://www.bmi.bund.de/SharedDocs/faqs/EN/topics/civil-
protection/coronavirus/coronavirus-faqs.html#doc13797140bodyText3 [fecha de consulta: 13/10/2020].
LA AFECTACIÓN A LA LIBRE CIRCULACIÓN DE PERSONAS EN LA UNIÓN EUROPEA COMO... 223
10
COM(2020) 1753 nal, op. cit., aptdo. 21.
224 ALBERTO MACHO CARRO
17
Disponible en: https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/en/STATEMENT_20_449
18
Comisión Europea. «Restricción temporal de los viajes no esenciales a la UE», COM(2020) 115 nal,
de 16 de marzo.
19
Conclusiones del presidente del Consejo Europeo de 17 de marzo de 2020 tras la videoconferencia
con los miembros del Consejo Europeo sobre la COVID-19. Disponible en: https://www.consilium.
europa.eu/es/press/press-releases/2020/03/17/conclusions-by-the-president-of-the-european-council-
following-the-video-conference-with-members-of-the-european-council-on-covid-19/
20
COM(2020) 115, op. cit.
21
Ídem.
LA AFECTACIÓN A LA LIBRE CIRCULACIÓN DE PERSONAS EN LA UNIÓN EUROPEA COMO... 227
24
COM(2020) 1753 nal, op. cit., aptdo. 15.
25
Ídem., aptdo. 17.
26
Comisión Europea, «Directrices sobre la aplicación de la restricción temporal de los viajes no
esenciales a la UE, sobre la facilitación del régimen de tránsito para la repatriación de los ciudadanos de
la UE y sobre sus efectos en la política de visados», de 30 de marzo de 2020, (2020/C 102 I/02).
27
Un concepto introducido la STJUE de 8 de marzo de 2011, (asunto C-34/09, Ruiz Zambrano), aptdo. 44.
28
Comisión Europea, «Comunicación sobre la evaluación de la aplicación de la restricción temporal
de los viajes no esenciales a la UE», COM(2020) 148 nal, de 8 de abril de 2020. Comisión Europea,
«Comunicación sobre la segunda evaluación de la aplicación de la restricción temporal de los viajes no
esenciales a la UE», COM(2020) 222 nal, de 8 de mayo de 2020.
29
Comisión Europea, «Comunicación sobre la tercera evaluación de la aplicación de la restricción
temporal de los viajes no esenciales a la UE», COM(2020) 399 nal, de 11 de junio de 2020.
LA AFECTACIÓN A LA LIBRE CIRCULACIÓN DE PERSONAS EN LA UNIÓN EUROPEA COMO... 229
temporal de los viajes no esenciales a la UE30. Este acuerdo, que traía causa de una
hoja de ruta presentada por la presidenta de la Comisión Europea y el presidente
del Consejo Europeo el 15 de abril de 202031, llamaba a un levantamiento gradual
y coordinado de las restricciones de viaje a la UE a partir del 1 de julio. Para ello,
el Consejo proponía levantar estas restricciones a los residentes de una lista de
15 países con base en una serie de criterios epidemiológicos32, aunque permitía
que los Estados miembros tuvieran también en cuenta el criterio de reciprocidad.
Además, se fijaba la revisión de esta lista cada dos semanas para posibilitar la
inclusión o eliminación en ella de nuevos países33.
En definitiva, una de las consecuencias más destacadas de la pandemia de
coronavirus en la Unión Europea ha sido el inédito cierre de sus fronteras exte-
riores. Una competencia que, si bien corresponde a los Estados miembros del
espacio Schengen, las instituciones europeas han logrado coordinar con razo-
nable éxito mediante el recurso a disposiciones de soft-law.
5. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
1. INTRODUCCIÓN
2
Esos mismos plenos poderes que, no mucho tiempo antes, invocaron (y consiguieron) Benito Mus-
solini en Italia –con legge 3 dicembre 1922, n. 1601– y Adolf Hitler en Alemania con el Ermächtigungsgesetz
de 24 de marzo de 1933.
COVID-19 Y FUENTES DEL DERECHO EN ITALIA: UNA COMPLICADA PERSPECTIVA DE DERECHO... 235
3
Una perspectiva comparada sobre el uso de las fuentes del derecho puede leerse en Rafotta (2017).
236 DANIEL CAMONI RODRÍGUEZ
4
Traducción propia.
5
Traducción propia.
COVID-19 Y FUENTES DEL DERECHO EN ITALIA: UNA COMPLICADA PERSPECTIVA DE DERECHO... 237
6
Consideran los Dpcm actos normativos Luciani (2020: 121) y Rafotta (2019: 249 ss.)
7
Traducción propia.
8
Una exhaustiva recopilación bibliográca en Drigo y Morelli (2020). Sobre los actos adoptados por
el Gobierno, véase http://www.governo.it/it/coronavirus-normativa.
238 DANIEL CAMONI RODRÍGUEZ
que, de forma más o menos específica, han limitado –que no suspendido– las
principales libertades fundamentales consagradas en la Constitución.
La restricción más inmediata e intensa ha consistido –primero en las deno-
minadas zonas rojas (las más castigadas en el periodo inicial de la pandemia, es
decir algunas localidades de Veneto, Lombardia, Emilia-Romagna y Piemonte,
con Dpcm de 8 de marzo) y posteriormente, a partir del 9 de marzo de 2020, en
todo el territorio nacional– en la imposibilidad para la población de abandonar
su residencia, salvo para el cumplimiento de algunas actividades absolutamen-
te irrenunciables (abastecerse de alimentos básicos, desplazarse a centros de
salud por razones urgentes o ejercer profesiones indispensables para satisfacer
necesidades colectivas).
En términos similares, se ha restringido el ejercicio de los derechos de reu-
nión, de libertad religiosa, de educación o de libertad económica, lo que impone
un análisis sobre la posibilidad de limitar (incluso suspender) estos derechos y
sobre los criterios jurídico-formales a seguir.
Si nos ceñimos a la libertad personal y a su declinación dinámica (libertad
de movimiento) –que, en este caso, es presupuesto habilitante para el ejercicio
de otros derechos, como son reunirse en público para manifestar una opinión
personal o dirigirse a un lugar de culto, de educación o de trabajo– el dictado
del art. 16 de la Constitución es suficientemente claro: «Todo ciudadano podrá
circular y permanecer libremente en cualquier lugar del territorio nacional, salvo
las limitaciones que la ley establezca de modo general por razones de sanidad
o de seguridad»9.
La garantía máxima que este derecho no sea limitado de manera arbitraria
reside en la existencia de una reserva de ley, que impone que todo límite a dicha
libertad se derive de un acto con fuerza normativa, ya sea adoptado directamente
por el Parlamento o luego convalidado en sede parlamentaria.
Ahora bien, partiendo de esta certeza, el uso desmedido de los Dpcm no ha
tardado en suscitar severas críticas sobre la constitucionalidad de las medidas
así adoptadas. Considérese, como ejemplo paradigmático, la relación existente
entre el decreto-ley 6/2020 y el primer Dpcm adoptado por el Presidente del
Consejo de Ministros.
Se ha dicho que este último deriva su doble legitimación (Caravita, 2020: 7)
a partir del Código de la Protección Civil (ley formal) y del mencionado decreto-
ley (acto con fuerza de ley) y que, en consecuencia, el Dpcm no sería más que un
instrumento de mera ejecución de limitaciones a los derechos constitucionales
ya establecidas por la vía legislativa.
9
Traducción propia.
COVID-19 Y FUENTES DEL DERECHO EN ITALIA: UNA COMPLICADA PERSPECTIVA DE DERECHO... 239
10
Traducción propia.
11
Traducción propia.
240 DANIEL CAMONI RODRÍGUEZ
12
Traducción propia.
COVID-19 Y FUENTES DEL DERECHO EN ITALIA: UNA COMPLICADA PERSPECTIVA DE DERECHO... 241
13
Traducción propia.
14
Siguiendo la idea del «fundamento jurídico de la unidad de la concatenación productiva» (Kelsen,
1961: 81).
15
Traducción propia.
242 DANIEL CAMONI RODRÍGUEZ
Es más, nada impone que deba existir una simetría forzosa entre actuaciones
en situaciones de emergencia y suspensión provisional de libertades consagradas
en Constitución en ese mismo contexto, ya que una emergencia no puede dina-
mitar por sí sola el marco de derechos fundamentales. No es casual que respecto
de la reacción administrativa a graves situaciones de emergencia, se suela hablar
de ordenanzas que derogan a la ley (y no a la Constitución, que recoge derechos
fundamentales y posibles limitaciones a los mismos).
Por ello, en una espiral circular, la presencia sobre la mesa de derechos cons-
titucionales impone che se actúe y se decida mediante una ley que sea eficaz y no
mensajera de posibles actuaciones posteriores sub-legislativas. La emergencia
puede y debe ser modulada siguiendo la Constitución y los medios que esta
predispone.
Estando así las cosas, el estrés (por no decir violación) al que ha estado so-
metido el principio de la reserva de ley y la misma articulación de poderes del
Estado en el marco de la forma de Gobierno parlamentaria (Ruggeri, 2020b: 256)
parece indiscutible, ya que no es la ley o un acto equiparado el que ha limitado
los derechos fundamentales16, sino que existe un acto administrativo –es decir,
ni siquiera dotado de rango normativo– al que se ha atribuido nada más y nada
menos que el poder de alterar, si bien de manera temporal y acotada, el dictado
constitucional.
En segundo lugar, no es secundario poner en evidencia la imposibilidad de
someter dichas fuentes a cualquier control de conformidad con el texto consti-
tucional. No se olvide al respecto que la posibilidad de activar el control de cons-
titucionalidad tiene límites claros: por ello, aunque habrían podido impugnarse
los correspondientes decretos-ley, recuérdese que no es posible el recurso de
minorías parlamentarias o en amparo de sujetos perjudicados de forma indivi-
dual. Al mismo tiempo, las Regiones pueden recurrir únicamente si el acto en
cuestión «menoscaba su ámbito de competencia» (art. 127.2 Cost.)17.
En efecto, no ha existido aquí una deliberación colegiada y consensuada por
parte del Consejo de Ministros, sino un acto unipersonal (fruto de coordinación
con otros Ministerios) que no tiene naturaleza normativa. De ello se deriva tam-
bién que los Dpcm adoptados en esta situación de emergencia no están sujetos al
necesario informe del Consejo de Estado sobre los actos normativos secundarios
del Gobierno18.
16
Sobre las relaciones entre derechos fundamentales y disposiciones normativas para hacer frente a
la Covid-19 en varios Estados, véase Cuocolo (2020).
17
Traducción propia.
18
Art. 17, legge 23 agosto 1988, n. 400 (Disciplina dell’attività di Governo e ordinamento della Presidenza
del Consiglio dei Ministri).
COVID-19 Y FUENTES DEL DERECHO EN ITALIA: UNA COMPLICADA PERSPECTIVA DE DERECHO... 243
ordinario o de otro acto con fuerza de ley y respecto del cual el Poder Legislativo
pueda manifestar su conformidad o disconformidad, autorizando ex ante o con-
validando ex post el ejercicio de la función normativa del Gobierno. Lo impone
sin ambigüedades un principio medular en todo Estado democrático.
Además, a la falta de los controles jurídico-jurisdiccionales mencionados
se ha sumado la carencia de (no menos importantes) mecanismos de control
político por parte de los grupos parlamentarios como ejercicio del principio de
la soberanía nacional.
Al respecto, cabe destacar que, contrariamente a lo acaecido en otros países
(España o Reino Unido, por ejemplo), durante las semanas más intensas de la
crisis sanitaria, el Parlamento italiano ha optado por permanecer casi totalmente
inerte, incapaz de cualquier reacción institucional y rehusando la posibilidad de
introducir medidas reglamentarias extraordinarias para facilitar el voto electró-
nico a distancia o de favorecer sesiones presenciales con un número reducido
de Diputados o Senadores (salvo para convalidar decretos-leyes o aprobar la
variación presupuestaria del techo de gasto).
En este contexto, es cierto que la cuestión sobre las modalidades de fun-
cionamiento de las Asambleas representativas (Lupo, 2020a) en tiempos de
emergencia sanitaria constituye un verdadero desafío existencial a la democracia
representativa (Lupo, 2020b: 30), en relación con un contexto histórico-insti-
tucional en el que las formas y tiempos del parlamentarismo están sometidos
a las presiones del populismo y de los supuestos poderes taumatúrgicos de la
democracia directa.
No obstante, si bien la emergencia no debe transformar lo extraordinario
en ordinario –lo que genera escepticismo sobre la tan abusada fórmula de la
nueva normalidad (¿no ordinaria?)– tampoco puede caerse en la tentación de
resistir a toda costa a una apertura, selectiva y con juicio, al voto telemático en el
Parlamento italiano, con cautelas, límites formales y materiales bien definidos y
un uso fruto de la extrema ratio, únicamente cuando el voto presencial no fuera
posible por razones del todo imprevisibles o debidamente justificadas (contra,
Tripodina, 2020: 85-86).
En ningún caso el medio electrónico puede llegar a ser un sucedáneo del diá-
logo y la dialéctica presenciales pero, al mismo tiempo, tampoco cabría dejarse
sorprender en un futuro no tan lejano, más aún en el caso de una repetición (ya
no del todo sorpresiva) de tan terribles eventos.
A raíz de las críticas a las que ha sido sometida la gestión centralizada de la
crisis en la primera parte de la emergencia, puede destacarse el desarrollo (más
bien tardío y posiblemente insuficiente) de una cierta parlamentarización de la
misma.
COVID-19 Y FUENTES DEL DERECHO EN ITALIA: UNA COMPLICADA PERSPECTIVA DE DERECHO... 245
cuyo art. 116 CE prevé diferentes niveles de emergencia, con causas, efectos y
controles distintos: por consiguiente, cabe preguntarse si ha sido suficiente la
declaración del estado de alarma o más correctamente debió declararse el estado
de excepción (Faggiani, 2020: 30-33).
En segundo lugar, ¿ha existido una suspensión de derechos fundamenta-
les –admisible solo en estado de excepción (art. 55.1 CE)– o estos últimos han
sido simplemente limitados, lo que es admisible en determinadas situaciones?
(Presno Linera, 2020).
La Constitución por sí sola no resuelve problemas, pero puede ayudar a
encauzarlos en la dirección (constitucional) correcta, normalizando la excep-
cionalidad para situaciones extraordinarias. Ello incluye la necesaria persis-
tencia de las actividad parlamentaria (más aún cuando se trata de fiscalizar la
actividad del Gobierno): como ya recordó el Tribunal Constitucional español,
«la teoría del control se presenta como parte inseparable de la teoría de la Cons-
titución, porque ambos términos se encuentran ineludiblemente enlazados»
(STC 124/2018, FJ 4).
En cualquier caso, la emergencia por Covid-19 en Italia ha demostrado que
la disciplina para casos excepcionales dictada en el Código de la Protección civil
–sin prever ninguna intervención parlamentaria y configurando un poder de
acción del Gobierno quizá demasiado amplio e indefinido– posiblemente sea
insuficiente: reformar por la vía (por lo menos) legislativa parece ineludible,
sobre todo en un momento en el que Italia se está preparando para afrontar una
posible segunda fase de la pandemia.
21
Tar Marche, Ancona, 27 febbraio 2020, n. 118.
22
Tar Calabria, Catanzaro, sez. I, 9 maggio 2020, n. 841.
23
Traducción propia.
248 DANIEL CAMONI RODRÍGUEZ
24
Traducción propia.
COVID-19 Y FUENTES DEL DERECHO EN ITALIA: UNA COMPLICADA PERSPECTIVA DE DERECHO... 249
25
Traducción propia.
250 DANIEL CAMONI RODRÍGUEZ
26
Traducción propia.
27
Vid. STC 53/1985, de 11 de abril, Voto particular del Magistrado D. Francisco Tomás y Valiente
(párrafo 4).
28
Traducción propia.
29
U.S. Supreme Court, Northern Securities Co. v. United States, 193 U.S. 197 (1904), p. 400: «Great cases,
like hard cases, make bad law. For great cases are called great not by reason of their real importance in
shaping the law of the future, but because of some accident of immediate overwhelming interest which
appeals to the feelings and distorts the judgment».
COVID-19 Y FUENTES DEL DERECHO EN ITALIA: UNA COMPLICADA PERSPECTIVA DE DERECHO... 251
reformando los puntos débiles de un sistema normativo que en ningún caso podía
estar del todo preparado para afrontar semejante desafío.
En conclusión, el Derecho Constitucional no puede convertirse en un obstá-
culo mal tolerado en situaciones de emergencia: no se puede ni se debe pasar
de la excepcionalidad de una situación de crisis a una paralela normalidad de
excepcionales poderes extra ordinem30, sobre todo en contextos en los cuales la
forma también es sustancia.
Al revés, son los contextos de crisis política, institucional y social los que han
permitido el nacimiento del constitucionalismo moderno y los que hoy imponen,
justamente en esas situaciones tan complicadas, el respeto de principios y reglas
que ni pueden ni deben ser confinadas.
El constitucionalismo no es un lujo de pocos para períodos de estabilidad
y normalidad: al revés, es lo que separa el Estado de Derecho del drama de la
confrontación y las crisis sociales, económicas e institucionales, cuando la regla
se percibe como corsé y el poder incontrolado (e incontrolable) deslumbra con
efectos especiales y promesas irrealizables31.
Al respecto, encierran un profundo significado las palabras de la Presidenta
de la Corte Costituzionale Marta Cartabia (que padeció en primera persona los
efectos de la Covid-19) –recogidas en la Memoria anual sobre su actividad, de
28 de abril de 2020– cuando afirma que «la Constitución no prevé un Derecho
especial para estados de emergencia» sino que ofrece a instituciones y ciuda-
danos «la brújula para navegar también en el mar abierto de la emergencia»32.
Por todas las razones sucintamente descritas, renunciar a la Constitución
–sobre todo en situaciones de emergencia– sería una catástrofe. Recordando la
célebre expresión del Pontífice Pío VII frente al oficial que, enviado al Palacio del
Quirinal (entonces residencia papal y hoy sede de la Presidencia de la República
italiana) por orden del Emperador Napoleón Bonaparte, el 5 de julio de 1809 le
ordenaba ceder el poder temporal de la Iglesia sobre los Estados pontificios, «no
podemos, no debemos, no queremos»33.
30
Véase U.S. Supreme Court, Wilson v. New, 243 U.S. 332 (1917), p. 348: «Although an emergency
may not call into life a power which has never lived, nevertheless emergency may afford a reason for the
exertion of a living power already enjoyed».
31
Bien puede citarse, al respecto, el voto particular del Juez Thurgood Marshall en U.S. Supreme
Court, Skinner v. Railway Lab. Executives Association, 489 U.S. 602 (1989), p. 635: «History teaches that
grave threats to liberty often come in times of urgency, when constitutional rights seem to extravagant to
endure».
32
Traducción propia.
33
Traducción propia.
252 DANIEL CAMONI RODRÍGUEZ
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ESTADO DE DERECHO, ILIBERALISMO Y PODERES DE
EMERGENCIA: OPORTUNISMO POLÍTICO EN HUNGRÍA
ESTADO DE DERECHO, ILIBERALISMO Y PODERES DE EMERGENCIA: OPORTUNISMO POLÍTICO...
1. INTRODUCCIÓN
de medidas adicionales por decreto del Gobierno sin limitación temporal alguna,
pues será el Parlamento quien ponga fin al estado de peligro cuando acabe la
emergencia. Nuestro objetivo no es realizar un análisis aislado de los aspectos
formales de la declaración del estado de peligro en Hungría, pues con ello única-
mente tendríamos que recurrir al Derecho comparado para encontrar la implan-
tación de estas medidas en otros Estados y, así, encontrar justificación para ellas.
Por el contrario, debemos estudiar los poderes de emergencia surgidos a raíz
de la crisis del COVID-19, pero teniendo en cuenta el panorama constitucional
húngaro actual, para poder extraer conclusiones acerca del verdadero impacto
que estas medidas tienen sobre el Estado de Derecho en Hungría.
2
La mesa de negociación reunió a tres instancias distintas, el partido socialista (MSzMP), la de-
nominada Mesa Redonda de la Oposición que agrupaba 12 partidos de la oposición, y un conjunto de
movimientos sociales y sindicales (Álvarez Álvarez, 2002: 151).
3
El autor también hace referencia a la falta de legitimidad del proceso constituyente llevado a cabo
por este órgano.
ESTADO DE DERECHO, ILIBERALISMO Y PODERES DE EMERGENCIA: OPORTUNISMO POLÍTICO... 259
El resultado de este proceso, por tanto, fue una Constitución que, pese a pro-
venir de la modificación de un texto del mismo régimen con el que se pretendía
romper, suponía un cambio radical en cuanto al modelo de Estado establecido,
de modo que Hungría fue el primer país de Europa del este en adoptar una
nueva constitución, implementando los elementos característicos del Estado
de Derecho (a los que más adelante haremos referencia) mejor incluso que
algunas democracias asentadas (Örkény y Scheppele, 2016: 58). Los principios
estructurales de este nuevo sistema podrían ser sintetizados en el Estado social
y democrático de derecho y, en concreto, el Estado de Derecho se materializaba
mediante la plasmación (aunque no expresa) de la doctrina de la separación de
poderes y del principio de legalidad (artículos 2.1 y 2.3), concebido más bien
como principio de juridicidad, porque la sujeción no se refiere a la ley formal,
sino al ordenamiento jurídico en su conjunto, así como con el reconocimiento de
derechos subjetivos individuales propios del liberalismo. Debemos tener en cuen-
ta, además, que en Hungría no existía la posibilidad de que el Gobierno adoptase
(salvo la declaración de los estados de emergencia) normas con rango de ley, sino
que el monopolio correspondía al Parlamento (Álvarez Álvarez, 2002: 151-154).
En el sistema instaurado el órgano con más peso era el Tribunal Constitu-
cional y, como consecuencia, se encontraba sometido a enormes presiones polí-
ticas. Fue creado por una Ley de 1989 y en su configuración original el antiguo
Parlamento únicamente eligió a la mitad de sus miembros (SóS, 2016: 137-138).
Örkeny y Scheppele han llegado a afirmar que, gracias a sus amplios poderes de
revisión constitucional, se erigió como el tribunal constitucional más poderoso
del mundo y sus decisiones, aunque fueran en contra de la firme decisión del
poder legislativo y trataran sobre cuestiones sensibles4, siempre fueron res-
petadas por el Gobierno (Örkény y Scheppele, 2016: 59). Como prueba de sus
amplios poderes encontramos su competencia para revisar de forma abstracta
la constitucionalidad de las normas a petición de cualquier persona y sin limita-
ción temporal, por lo que se configuraba como una actio popularis (Tóth, 2018:
390-393).
Aunque la omnipotencia del Tribunal Constitucional en aquel periodo fue
utilizada para cimentar el Estado de Derecho en Hungría, contribuyó a su vez
al aumento de la tradicional tensión entre constitucionalismo y democracia. En
Hungría, tras la caída del socialismo real, el poder político se encontró con una di-
fícil disyuntiva, como es la elección del modo en que debían realizar la transición
hacia un nuevo modelo de Estado. De entre las posibles opciones, eligieron res-
4
Los autores se reeren, por ejemplo, a la concesión de la igualdad de derechos en el ámbito civil a las
parejas homosexuales por requerimiento del Tribunal Constitucional, en la Sentencia 14/1995, de 13 de
marzo, sobre la igualdad de las parejas del mismo sexo https://hunconcourt.hu/uploads/sites/3/2020/09/
en_0014_1995.pdf (fecha de consulta: 07/10/2020).
260 JUAN FRANCISCO BARROSO MÁRQUEZ
5
Para comprender mejor el porqué de dicha elección, podemos recurrir al análisis que Paul Gowder
realiza sobre la construcción del Estado de Derecho en Atenas, con las matizaciones correspondientes,
como herramienta para protegerse de la captura del Estado por las élites que de otra forma abusarían de
su recién adquirido poder (Gowder, 2016: 80).
6
Gábor Attila Toth se reere a la instauración de elementos propios de la tradición occidental europea,
como el sistema parlamentario o el sistema de revisión constitucional similar al germano (Tóth, 2018:
391).
7
En este sentido, podemos citar un fragmento del discurso de Viktor Orbán ante la Unión Europea:
“Las decisiones de Hungría se toman por los votantes en las elecciones parlamentarias. Lo que ustedes
arman es poco menos que decir que el pueblo húngaro no es gente de la que poder arse para juzgar
cuales son sus propios intereses”. https://elcorreodeespana.com/politica/972418599/Discurso-completo-
de-Orban-ante-la-UE-defendiendo-la-identidad-cristiana-de-Europa-y-la-soberania-de-las-patrias.html
(fecha de consulta: 07/10/2020).
8
Ley XLIV de 1995 (MK 44/1995).
ESTADO DE DERECHO, ILIBERALISMO Y PODERES DE EMERGENCIA: OPORTUNISMO POLÍTICO... 261
9
Artículo 24.5 de la anterior constitución, recogido en el artículo S de la nueva Ley Fundamental de
2011. Se ha producido una discusión doctrinal, pues algunos consideran que esta cláusula fue añadida en
1995 de forma transitoria, hasta 1998, como señalan los debates previos (Milani, 2019: 7), pero el texto
denitivo introducido por la reforma constitucional no contemplaba dicha transitoriedad (Scheppele,
2013b: 29).
10
Para profundizar en el análisis de esta reforma podemos acudir a la entrada de Andrew Arato en
el Verfassungsblog (Arato, 2011). El autor se reere a la incoherencia que supone la posibilidad de que la
propia regla que introduce este elemento de rigidez constitucional (4/5) pueda ser modicada mediante
una mayoría más ^exible (2/3).
11
En Hungría únicamente las reformas propuestas por los grupos políticos, y no así las propuestas a
título particular por los miembros del Parlamento, deben ser sometidas a un periodo de consulta pública
y debate (Scheppele, 2013b: 34). Por tanto, Fidesz siguió esta estrategia para eludir los mecanismos
ordinarios de control en el procedimiento legislativo y proceder a una reforma constitucional acelerada.
12
Esta reforma añadió una nueva sección al artículo 20 de la anterior Constitución, pero su entrada
en vigor estaría contenida en una nueva ley, que fue aprobada el 23 de diciembre de 2011. La reforma,
sin embargo, fue derogada con la entrada en vigor de la nueva Ley Fundamental de 2011, que no hace
referencia alguna al número de miembros del Parlamento http://www.electoralsystemchanges.eu/Files/
media/MEDIA_213/FILE/Hungary_summary.pdf (fecha de consulta: 07/10/2020).
262 JUAN FRANCISCO BARROSO MÁRQUEZ
de miembros del Parlamento, pasando de 386 a “no sobrepasar los 200” (Tóth,
2018: 397). Debemos tener en cuenta que la Constitución de 1989 no se refería
expresamente al número de miembros que debía tener el Parlamento, sino que
únicamente establecía el quórum necesario (50%) para su válida reunión (Álva-
rez Álvarez, 2002: 157)13. La regulación del Tribunal Constitucional fue modifi-
cada por la nueva Ley Fundamental, afectando al procedimiento de nominación
y elección de los candidatos (para que la mayoría de la que gozaba Fidesz fuera
suficiente a la hora de elegirlos) y se incrementó el número de miembros (de
once a quince), de modo que en un año Fidesz logró nombrar a siete de los quince
miembros del Tribunal Constitucional. Pero los cambios respecto de esta insti-
tución no afectaron únicamente a su independencia, sino que sus competencias
también fueron reducidas considerablemente (Tóth, 2018: 397-398 y 413-414).
El texto de la Ley Fundamental de 2011 ha sido modificado hasta en siete oca-
siones desde entonces14, para introducir reformas cada vez más preocupantes,
como la de 2018, que imposibilitaba el establecimiento de población extranjera
en el país y restringía la libertad de reunión15.
Uno de los aspectos del régimen constitucional que no fue modificado y que
debemos resaltar es el mantenimiento del monopolio parlamentario en cuanto a
la adopción de normas con rango de ley, ya que el artículo 15 de la Ley Fundamen-
tal restringe esta posibilidad y subordina la posición de los decretos del Gobierno.
Además de la Ley Fundamental y sus posteriores modificaciones, se han pro-
ducido numerosas reformas legislativas, como las que han puesto en entredicho
la integridad de la libertad de expresión y de la independencia e imparcialidad
de los medios de comunicación. Asimismo, se redujo la edad de jubilación for-
zosa de los jueces, fiscales y notarios a 62 años, provocando la intervención del
TJUE, que acabó concluyendo (mediante un procedimiento de infracción del
258 TFUE) que esta reforma vulneraba el Derecho de la UE en la Sentencia de 6
de noviembre de 2012 (C-286/12), aunque en este caso el cumplimiento de la
sentencia fue resuelto indemnizando a los jueces despedidos (Martín y Pérez de
13
Como consecuencia, nos encontramos con reformas que, pese a ser formalmente válidas, hacen
surgir dudas sobre las implicaciones que su contenido material tiene respecto de la democracia.
14
La primera reforma se produjo el 4 de junio de 2012, la segunda el 29 de octubre de 2012 (anulada
por el Tribunal Constitucional el 4 de enero de 2013), la tercera el 17 de diciembre de 2012, la cuarta el
11 de marzo de 2013 (recogía, además, los extremos anteriormente anulados por el Tribunal Constitu-
cional), la quinta el 16 de septiembre de 2013 (modicando la cuarta reforma, por las exigencias de la
Unión Europea), la sexta el 7 de junio de 2016 y la séptima el 20 de junio de 2018 (fue rechazada el 8 de
noviembre de 2016 por el Parlamento, pero tras la intervención favorable del Tribunal Constitucional, fue
aprobada) https://theorangeles.hu/amendments-to-the-fundamental-law/ contiene información sobre
todas ellas, así como los enlaces de las fuentes ociales para su consulta (fecha de consulta: 07/10/2020).
15
https://www.liberties.eu/es/news/ley-fundamental-hungara-enmendada-7-veces-por-parlamento-
desde-2011/15237 (fecha de consulta: 07/10/2020).
ESTADO DE DERECHO, ILIBERALISMO Y PODERES DE EMERGENCIA: OPORTUNISMO POLÍTICO... 263
Nanclares, 2019: 155), por lo que se convirtió en un pequeño precio a pagar por
el Gobierno de Fidesz para mantener, en cambio, sus efectos prácticos.
La consecuencia principal de esta miríada de reformas constitucionales y
legislativas, por tanto, es la construcción de un nuevo modelo de Estado en Hun-
gría D.F., que se caracteriza por la inexistencia de los pesos y contrapesos propios
del constitucionalismo. La existencia de factores como el pluralismo político, la
amplitud de los poderes de revisión por parte del Tribunal Constitucional, la
independencia e imparcialidad del poder judicial o la libertad de los medios de
comunicación, entre otros, ha desaparecido en la Hungría D.F. y, por tanto, pode-
mos hablar de un cisma respecto de la Hungría A.F., cuyos efectos expondremos
junto con el análisis de las medidas anti-coronavirus de Orbán.
Una de las críticas más sonadas suscitadas por el nuevo orden constitucional
húngaro fue la contenida en el Tavares Report, adoptado por el Parlamento Euro-
peo en Julio de 2013 (Bugaric, 2016: 85-97), donde se exponía la preocupación
surgida por las reformas a las que nos hemos referido, pero la Comisión decidió
no tomar medidas de mayor entidad contra Hungría porque consideraba que la
situación no era tan grave, de modo que fue el propio Parlamento Europeo, el
12 de septiembre de 2018 (¡nótese la dilación!), quien requirió al Consejo que
deliberase acerca de la posible aplicación del artículo 7.1 TUE (López Aguilar,
2019: 156), dirigido a constatar la existencia de un riesgo claro de violación grave
por parte de un Estado miembro de los valores del artículo 2 TUE.
La importancia de las garantías de independencia del poder judicial para la Unión
Europea ha sido señalada recientemente por el TJUE en la sentencia de 27 de febrero
de 2018, Associaçao Sindical dos Juízes Portugueses (C-64/16), que ha servido como
base para el desarrollo jurisprudencial posterior en los asuntos relativos al respeto de
los valores fundamentales de la Unión (artículo 2 TUE) y de la tutela judicial efectiva
(artículo 19.1 TUE) en Polonia16. Finalmente, debemos referirnos a la supresión del
debate político en Hungría, mediante la modificación de las reglas del procedimiento
legislativo y la utilización maliciosa de estas nuevas normas (Drinoǵczi y Bienǵ-Kacaa,
2019: 1153), lo que sería contrario a la propia esencia de la democracia que, como
estableció el TEDH en su sentencia de 25 de mayo de 2018, se basa en la proposición
y discusión de distintos programas políticos (Corstens, 2017: 69).
17
Documento elaborado por la Comisión de Venecia, RESPECT FOR DEMOCRACY, HUMAN RIGHTS AND
THE RULE OF LAW DURING STATES OF EMERGENCY - REFLECTIONS, CDL-PI(2020)005rev, apartado 5
https://www.venice.coe.int/webforms/documents/default.aspx?pdfle=CDL-PI(2020)005rev-e (fecha
de consulta: 07/10/2020).
18
Vicente Álvarez García señala, además, la importancia de los mecanismos de control administrativos
(Vicente Álvarez, 2020: 9).
19
CDL-PI(2020)005rev, págs. 4-5.
ESTADO DE DERECHO, ILIBERALISMO Y PODERES DE EMERGENCIA: OPORTUNISMO POLÍTICO... 265
20
En este sentido, Alan Greene se reere a la pérdida del shielding effect o efecto escudo propio de los
mecanismos constitucionales de excepción (Greene, 2020: 62).
21
Alan Greene se reere a la obra de Posner y Vermeule (2007), Terror in the Balance: Security, Liberty
and the Courts (Greene, 2020: 107).
266 JUAN FRANCISCO BARROSO MÁRQUEZ
emergencia, sino que entendemos, de acuerdo con lo expuesto por Alan Greene,
que si los jueces aceptan dicha competencia, pero lo hacen adoptando un en-
foque hiper-deferencial hacia el Gobierno, además de trasladar los poderes de
emergencia a una zona más allá de la ley22, estarían dotando de una apariencia
de legitimidad a la decisión de este último al declarar el estado de emergencia
(Greene, 2020: 179).
22
El autor, a lo largo de esta obra, analiza de forma extensa las implicaciones de las distintas posturas
adoptadas por la justicia constitucional/ordinaria. En especial, se reere a los Legal Black Holes, los Legal
Grey Holes y las Zones Beyond Law.
23
Para ello, utilizaremos como fuente la traducción ocial al inglés de Ley Fundamental de Hungría
de 2011 (aunque únicamente incorpora las primeras cinco reformas, ninguna de las posteriores afecta a
la regulación de los poderes de emergencia), publicada en la página web de la embajada de Hungría en
Madrid (fecha de consulta: 07/10/2020) https://madrid.mfa.gov.hu/assets/51/66/26/9a4f50851e4ee
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24
En la Ley Fundamental de Hungría, la Fundamentación está dividida en preceptos alfabéticos.
25
Este artículo se reere a la restricción por motivos de ponderación entre derechos fundamentales
o entre un derecho fundamental y un valor constitucional, utilizando como criterios el juicio de propor-
cionalidad y el respeto del contenido esencial de los derechos fundamentales.
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Las Leyes cardinales en Hungría pueden ser asimiladas a lo que en España se conoce como Ley
orgánica, pues para su producción y/o modicación se requiere una mayoría reforzada de dos tercios
de los miembros presentes en la Asamblea Nacional, conforme a lo dispuesto en el artículo T de la Ley
Fundamental.
ESTADO DE DERECHO, ILIBERALISMO Y PODERES DE EMERGENCIA: OPORTUNISMO POLÍTICO... 267
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Aunque Fidesz hubiera declarado el estado de emergencia, la 23ª Disposición Final y Miscelánea
establece en la letra c) que cuando este último se declare por causa de desastre natural o accidente
industrial, deberán aplicarse las provisiones de la Ley Fundamental relativas al estado de peligro.
268 JUAN FRANCISCO BARROSO MÁRQUEZ
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Decreto del Gobierno 40/2020 http://njt.hu/translated/doc/J2020R0040K_20200311_FIN.pdf
(fecha de consulta: 07/10/2020). Este documento únicamente recoge las competencias adquiridas por
el Primer Ministro a raíz del estado de peligro, tal y como especica la Ley Fundamental en su artículo 53.
29
Documento T/9790 https://www.parlament.hu/irom41/09790/09790.pdf (fecha de consulta:
07/10/2020).
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La utilización de esta vía, sin embargo, se debía únicamente a una cuestión temporal, para procurar
que entrara en vigor antes de la fecha en que los decretos perdieran su vigencia. Sin embargo, si el gobierno
de Fidesz hubiera sido consciente de los plazos y la hubiera propuesto antes, no habría sido necesaria.
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Además, resulta aplicable lo dispuesto en la Ley CXXVIII de 2011 sobre gestión de desastres.
ESTADO DE DERECHO, ILIBERALISMO Y PODERES DE EMERGENCIA: OPORTUNISMO POLÍTICO... 269
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Los cuerpos policiales polacos detuvieron a dos personas por la supuesta comisión de este delito:
una por llamar tirano a Viktor Orbán, mientras que la otra era un miembro de la oposición que atacó las
medidas adoptadas por el Gobierno para controlar la pandemia. Sin embargo, los cargos fueron nalmende
retirados en ambos casos (Panyi y Hinshaw, 2020).
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Estas críticas no solo provienen de la Unión Europea, donde encontramos, por ejemplo, la Resolución
del Parlamento Europeo, de 17 de abril de 2020, sobre la acción coordinada de la Unión para luchar contra
la pandemia de COVID19 y sus consecuencias (2020/2616(RSP)), apartados 46 y 48 https://www.europarl.
europa.eu/doceo/document/TA-9-2020-0054_ES.pdf (fecha de consulta: 07/10/2020); sino que también
las podemos encontrar, por ejemplo, en el Senado de los Estados Unidos, donde Eliot Engel y Jim Risch
han mostrado su preocupación al respecto, armando el primero que el estado de peligro le permite a
Orbán gobernar por decreto como un dictador https://engel.house.gov/latest-news/engel-statement-on-
orbans-coronavirus-power-grab/ (fecha de consulta: 07/10/2020).
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SWD (2020) 316 nal, página 17 https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CE
LEX:52020SC0316&from=EN (fecha de consulta: 07/10/2020). Esto fue llevado a cabo mediante la Ley
en Respuesta a las Emergencias (LVII de 17 de junio de 2020), que derogó la anterior Coronavirus Act, y
a la Ley sobre los aspectos transitorios de la emergencia y la preparación epidemiológica (LVIII, de 17
de junio de 2020), ambas disponibles en https://magyarkozlony.hu/dokumentumok/b18d1fb3c742a-
a2bd183b15a32fe4425e603f2c2/megtekintes (fecha de consulta: 07/10/2020). La preparación para
epidemias anunciada por el gobierno tendrá una duración de seis meses y la necesidad de mantenerla
270 JUAN FRANCISCO BARROSO MÁRQUEZ
la activación del procedimiento contenido en el artículo 7.1 TUE, así como las
distintas reformas a las que nos hemos referido (captura del Tribunal Consti-
tucional, vulneración de la independencia e imparcialidad del poder judicial,
politización de los medios de comunicación, etc.), nos muestran la entidad de su
degradación en la Hungría D.F. El principio de necesidad, dada la naturaleza de
pandemia mundial que caracteriza al coronavirus, no ha de ser puesto en duda,
salvo que entrásemos a discutir la incidencia del virus en el Estado, en cuyo caso
deberíamos recurrir también al juicio de proporcionalidad. La temporalidad,
como hemos visto, es otro de los principios que no son respetados en el caso de
Hungría, pues la propia regulación constitucional omite la existencia de límite
temporal expreso tras la declaración del estado de peligro, de modo que es el
Parlamento, controlado por Fidesz, el que debe decidir cuándo poner fin a los
poderes extraordinarios concedidos al líder del partido, por lo que la existencia
de control parlamentario efectivo es inexistente. Respecto del control jurisdic-
cional, en la Hungría D.F. encontramos un Tribunal Constitucional cuyos poderes
han sido mermados y cuya independencia queda comprometida, sobre todo en
el contexto actual (Rácz, 2020: 2), así como una justicia ordinaria igualmente
subordinada a las presiones políticas (apartado 2.2), por lo que la plausibilidad
del control jurisdiccional que extraíamos del sistema español se desvanece en
Hungría. Asimismo, la predictibilidad legislativa brilla por su ausencia, pues se
han publicado más de setenta decretos y su contenido se solapa en numerosas
ocasiones, por lo que en el orden jurídico resultante es complicado para los ciu-
dadanos averiguar cuál es la norma aplicable.
La fachada, representada por la respuesta de Viktor Orbán al COVID-19, no
debe ser estudiada de forma descriptiva, como hicimos en el apartado anterior,
sino que tiene que analizarse sobre la base de los defectos de la estructura consti-
tucional a los que nos acabamos de referir, pues cuando los componentes, perfec-
tamente razonables de forma separada, son agregados y analizados en conjunto,
obtenemos un monstruo, un Frankenstate (Scheppele, 2013a). Asimismo, junto
con los factores puramente jurídicos, debemos considerar el elemento subjetivo,
esto es, quién detenta el poder, ya que «las mejores garantiǵas formales pueden
fracasar alliǵ donde los servidores puǵblicos busquen deliberadamente incumplir-
las o no hacer dada ante su quiebra» (Jakab, 2019: 185). En el caso concreto que
nos ocupa, teniendo en cuenta la evolución de Hungría A.F. – D.F. y las reformas
constitucionales y legales que hemos expuesto, podemos considerar que Viktor
Orbán ha allanado el edificio constitucional húngaro, teniendo como objetivo
la transformación desde dentro los pilares sobre los que se fundamentaba la
significar la ruptura de esa cuerda que tanto tiempo llevan tensando y, como
consecuencia, la materialización de las propuestas sobre el condicionamiento
de los fondos de la Unión al cumplimiento del Estado de Derecho (Barroso Már-
quez, 2020)40, como ha probado la reciente denegación de fondos por parte de
la Comisión Europea a varias ciudades de Polonia porque estas previamente se
habían declarado LGTBI-free41.
Como afirmaba Böckenförde, «no cabe que la actual mayoría se imponga a
sí misma como el todo, y que, haciendo uso de las ventajas que la posesión legal
del poder le atribuye, cierre tras de sí la puerta abierta a través de la que ella
misma entró» (Böckenförde, 2000: 95). Por desgracia, esta falta de respeto hacia
los límites inherentes a un Estado democrático de Derecho es la que estamos
presenciando en la Hungría D.F., donde la respuesta al coronavirus no ha sido
más que el último (por ahora) de los pasos dados hacia una versión cada vez más
distorsionada del Estado de Derecho.
5. CONCLUSIONES
6. BIBLIOGRAFÍA
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