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Sé amable, sé feliz

Este es nuestro primer consejo. Basta solo con adquirir el hábito de dar los «buenos días» y
las «buenas noches» para mejorar como persona tanto a nivel interno como en la relación
con otros. Como el hábito requiere de práctica, para que no se os olvide, os recomendamos
estas imágenes de buenos días cristianas que podéis colocar en el fondo de la pantalla, de
vuestro móvil o pantalla de ordenador y así recordar lo importante que es en las relaciones
humanas la educación.
Saber perdonar y olvidar
Hay ofensas graves. Por supuesto. Pero, generalmente, en el día a día la mayoría son
cuestiones que se pueden y se deben olvidar. Acumular pequeños odios te puede convertir
en una mala persona. Mientras que ser flexible ante los errores y ofensas de otros permite
construir una moral más optimista y benévola.

Además, científicamente, perdonar es bueno para la

Nunca dejes de jugar

En el juego está la ilusión y también la capacidad de conocer lo mejor de otras personas.


Freud, Aristóteles, Platón y hasta el propio Jesús de Nazaret daban mucha importancia al
juego. Además de la ilusión, alrededor de él se congregan la inocencia, la confianza en la
otra persona y, muy importante, la risa. Tres aspectos indispensables en una buena persona
y que, generalmente, se olvidan en la madurez.

Ser flexible contigo mismo y con los demás


El perfeccionismo tiene dos caras. La buena es que se consiguen crear cosas bien hechas.
La mala es que si no se es flexible con uno mismo o con los demás cuando las cosas no
salen bien, las relaciones se enturbian.

Se suele decir que lo importante es la buena intención que uno le ponga a cualquier


empresa. En cuanto a los resultados, hay muchos factores que intervienen. Cuando algo sale
mal, no todo es culpa de quien está a cargo de llevarlo a cabo.
Por eso es importante ser flexible. Porque no hacerlo puede llevarnos: primero a ser mal
educados, y segundo, a tratar mal a la otra persona o a nosotros mismos.

Equilibrio entre educación y libertad


Es de buena persona respectar la libertad a los demás. No obstante, cuando esas personas
son los hijos, el miedo a que alguien les haga daño o se eduquen de forma incorrecta puede
convertir a los padres en seres autoritarios, lo cual no es una virtud típica de las buenas
personas.

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