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CARMEN MARÍA PARREÑO TÉBAR

II REPÚBLICA Y GUERRA CIVIL


EN LA RODA, ALBACETE, 1931-1939

DIPUTACIÓN DE ALBACETE

Biblioteca Digital de Albacete «Tomás Navarro Tomás»


Biblioteca Digital de Albacete «Tomás Navarro Tomás»
CARMEN MARÍA PARREÑO TÉBAR

II REPÚBLICA Y GUERRA CIVIL


EN LA RODA, ALBACETE, 1931-1939

INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES


“DON JUAN MANUEL”
EXCMA. DIPUTACIÓN DE ALBACETE

Serie I · Estudios · Número 259


Albacete, 2021

[3]

Biblioteca Digital de Albacete «Tomás Navarro Tomás»


Parreño Tébar, Carmen Mª
II República y Guerra Civil en La Roda, Albacete, 1931-1939 / Carmen María Parreño
Tébar. -- Albacete : Instituto de Estudios Albacetenses "Don Juan Manuel", 2021.
375 p. : il. col. ; 24 cm. -- (Serie I - Estudios ; 259)
Bibliografía: p.367-375.
D.L. AB 78-2021
ISBN 978-84-18165-14-6
1. La Roda (Albacete)-Historia-1931-1939. I. Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan
Manuel”. II. Título. III. Título: Segunda República y Guerra Civil en La Roda, Albacete, 1931-
1939. IV. Serie.
94(460.288)"1931/1939"

INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES “DON JUAN MANUEL”


DIPUTACIÓN DE ALBACETE
MIEMBRO DE LA CONFEDERACIÓN ESPAÑOLA DE ESTUDIOS LOCALES. CSIC.

Esta institución es miembro de la UNE, lo que garantiza la difusión y comercialización de


sus publicaciones a nivel nacional e internacional

Las opiniones, hechos o datos consignados en esta obra son de la exclusiva


responsabilidad del autor

Autora: Carmen María Parreño Tébar


Edita: Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan Manuel”
Maquetación e impresión: Gráficas Cano
Depósito legal: AB 78-2021
ISBN: 978-84-18165-14-6
ISBN: 978-84-18165-15-3 (Libro Digital)
DOI: http://doi.org/10.37927/978-84-18165-15-3

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Con el polvo de la tierra en mis hombros,
impregnado todavía del efímero deseo apagado del hombre,
heme aquí, luz eterna

Mar del Paraíso, Vicente Aleixandre

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AGRADECIMIENTOS

Me gustaría agradecer la atención y ayuda que he recibido por parte de


algunas personas a lo largo de esta investigación, entre ellas, al profesor
Manuel Requena o al catedrático Manuel Ortiz, ambos de la Universidad
de Castilla-La Mancha. También al director del Instituto de Estudios Al-
bacetenses, Antonio Selva, gracias al cual pude tener acceso exclusivo a
la documentación del Comité de Enlace del Frente Popular de La Roda
aparte de aportarme datos inéditos sobre los bombardeos aéreos en la
provincia de Albacete. Gracias igualmente al presidente de la Asociación
para la Recuperación de la Memoria Histórica de Cuenca, Máximo Mo-
lina, tanto por la labor encomiable que desde la asociación ha realizado,
como por todos los consejos que me ha ofrecido a lo largo de estos años.
También a la archivera-bibliotecaria del Ayuntamiento de La Roda, Toñi
Escobar, por su amabilidad y paciencia a la hora de tenerme durante tan-
to tiempo consultando libros y documentos del archivo municipal. De
la misma manera, agradecer al historiador de La Roda, Miguel Sánchez
Picazo, la información y experiencias personales que me ha transmitido.
Por las mismas razones agradezco su atención al ex-alcalde rodense Abe-
lardo Mora. Gracias a todos aquellos amigos, colegas y conocidos a los
que no puedo nombrar por falta de espacio pero que me habéis atendido
o escuchado; que me habéis ayudado e insuflado ánimo para continuar;
gracias, en definitiva, a los que habéis soportado mis preocupaciones,
pero también mis momentos de euforia. Por citar a algunos de vosotros
(y que me perdonen los demás), gracias a Paco Serrano: quién me iba a
decir que aquellos días en los que íbamos al Archivo Histórico Provincial
a buscar información sobre Brigadas Internacionales se iban a convertir
en el inicio de algo más grande. Igualmente, gracias a Llanos Talavera
y a María José Barriga; a ésta última especialmente por insistir hasta la

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saciedad para que publicara este trabajo. Por lo que respecta a la última
etapa del mismo, agradezco hasta el infinito la aportación del prestigioso
historiador Ángel Viñas. Gracias por haber accedido a escribir el pró-
logo de este libro y por los consejos, sugerencias y, ante todo, por las
correcciones realizadas. Sin embargo, he de añadir en último lugar (y el
más importante de todos sin lugar a duda) que la culminación de este
proyecto no habría sido posible sin la inestimable ayuda de Roger Cor-
tijo y Pascual Honrubia; ambos, fuentes inagotables de memoria, sabi-
duría y conocimiento. Gracias a vuestra valiosa y constante dedicación,
finalmente este trabajo ha podido ser concluido y publicado. Gracias de
corazón a todas y a todos; en especial, a Pascual y a Roger.

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ÍNDICE

PRÓLOGO....................................................................................................................................................... 13
INTRODUCCIÓN................................................................................................................................... 23
PRIMERA PARTE: LA RODA DURANTE LA II REPÚBLICA............ 33
1. LA RODA ANTES DE 1931................................................................................................ 37
2. ELECCIONES DE ABRIL DE 1931 Y
PRIMER AYUNTAMIENTO REPUBLICANO............................................... 45
3. PARTIDOS Y AGRUPACIONES POLÍTICAS DURANTE
LOS PRIMEROS AÑOS DE LA REPÚBLICA.................................................. 57
4. EL AYUNTAMIENTO HASTA 1933: AMBIENTE POLÍTICO..... 63
5. EDUCACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD HASTA 1933...................... 79
6. CRISIS SOCIO ECONÓMICA DE LOS AÑOS 30...................................... 91
6.1 Los jurados mixtos.............................................................................................................. 93
6.2 Crisis en el campo y reforma agraria................................................................. 98
7. CAMBIOS EN LOS PARTIDOS Y
AGRUPACIONES POLÍTICAS DESDE 1933 A 1936............................ 109
8. 1934 UN AÑO MUY CONVULSO.......................................................................... 117
9. ESCUELAS, ÁRBOLES Y VERBENAS. LA RODA
HASTA EL 18 DE JULIO DE 1936............................................................................ 125
10. HACIA LAS ELECCIONES DE FEBRERO DE 1936........................... 131
11. MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES.
LA PRIMAVERA DE 1936............................................................................................. 141

SEGUNDA PARTE: LA GUERRA CIVIL.


LA RODA EN LA RETAGUARDIA...................................................... 155
12. LA RODA EN GUERRA: 17 Y 18 DE JULIO DE 1936...................... 159
13. LA SEMANA FACCIOSA, 19 A 25 DE JULIO........................................... 167

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14. LA RODA REPUBLICANA:
ENFRENTAMIENTOS, DETENCIONES Y ASESINATOS.......... 175
15. CONTROL Y DESCONTROL:
EL COMITÉ DE ENLACE DEL FRENTE POPULAR........................ 183
16. MÁS ASESINATOS: ELIMINACIÓN DEL ADVERSARIO
EN LA RETAGUARDIA REPUBLICANA...................................................... 191
17. PERSECUCIÓN DEL CLERO Y DESTRUCCIÓN Y
EXPOLIO DE EDIFICIOS RELIGIOSOS........................................................ 201
18. LA SACA DE QUINTANAR.
EL “PARACUELLOS” RODENSE........................................................................... 213
19. REVOLUCIÓN, INCAUTACIÓN, COLECTIVIZACIÓN............ 221
20. LA JUSTICIA EN TIEMPOS DE GUERRA:
LOS TRIBUNALES POPULARES.......................................................................... 237
21. BRIGADAS INTERNACIONALES EN LA RODA................................ 249
22. LA CNT EN LA RODA. UN ANARQUISMO PECULIAR........... 257
23. VIDA Y GOBIERNO LOCALES DE 1937 A 1939................................. 265
24. EL FIN DE LA GUERRA Y
LA REPRESIÓN FRANQUISTA.............................................................................. 289
ANEXOS......................................................................................................................................................... 313
FUENTES DOCUMENTALES................................................................................................. 363
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.................................................................................... 365

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PRÓLOGO

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Cuando la autora de este libro, Carmen María Parreño, me pidió que
escribiera un prólogo y me dijo que se trataba de La Roda durante los
años de la República y la Guerra Civil acepté de inmediato. No lo había
leído. Después lo he hecho detenida y pormenorizadamente. Desde sus
primeras páginas me enganchó y dejé de lado otros compromisos con-
traídos anteriormente.
Son tres las razones que con anterioridad han estado revoloteando en
mi cabeza. Una personal y dos profesionales. La primera, y decisiva, es
que La Roda es el pueblo natal de mi padre, Arturo Viñas Simarro. Lo
dejó siendo mocito allá por los años en que la economía y la sociedad
españolas se beneficiaban de la neutralidad mantenida durante la pri-
mera guerra mundial. Quiso probar fortuna en la capital. No lo logró,
pero empezó a construir una existencia modesta e independiente. En
Madrid pasó los años de la República y de la guerra. Nunca regresó a La
Roda para allí vivir. Sin embargo, durante toda su vida, mi padre siempre
guardó un recuerdo imborrable de su pueblo, teñido de creciente año-
ranza a medida que pasaban los años. Volvió en numerosas ocasiones a
visitar a sus familiares. Cuando sus hijos éramos niños, nuestros padres
nos llevaron a que conociéramos el pueblo. De todos los recuerdos de
aquellas visitas, dos se me quedaron grabados hasta hoy. Uno, en casa
de mis tíos, allá por los años cincuenta, cuando leí de un tirón en una
semana la primera serie de los Episodios Nacionales de Galdós. El se-
gundo es que tras dos estancias que pasé en Francia y Alemania, me
planté un día en La Roda vestido de traje con pajarita (que sigo llevando
en vez de corbata) y una perillita que había copiado de un actor francés,
cuyo nombre he olvidado, en una película que por entonces había dado
mucho que hablar fuera. Debo a la bondad de mis tíos que no me pu-
sieran en la calle. La gente me miraba como si fuera un extraterrestre,
sentimiento que debió acentuarse cuando el traje lo intercambié por un

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atuendo veraniego que exhibía un mugriento pantalón corto bávaro. Por
La Roda pasé en otras ocasiones cuando volvía a Madrid en tiempos
ulteriores y ya era catedrático en la Universidad de Valencia. A lo largo
de este dilatado período de más de treinta años mi padre nunca dejó de
hablarnos de su pueblo manchego. A mayor abundamiento, una prima,
Lolita Toboso Viñas (qepd), vivió con ellos en casa durante algunos años
mientras aprendía un oficio.
La segunda razón es que, por una serie de motivos entre los que figu-
ran en lugar destacado la benéfica influencia de varios de mis maestros
(Enrique Fuentes Quintana, José Luis Sampedro, Fabián Estapé, Rafael
Martínez Cortiña), en los años setenta del pasado siglo el estudio de la
Guerra Civil se convirtió en una ocupación en ocasiones a tiempo com-
pleto con acceso a media docena de archivos en los cuales no había en-
trado antes ningún investigador académico. Lo dejé para seguir una lar-
ga actividad diplomática en España y fuera de España y tras tantos años
de estancia en el extranjero lo que más me interesó fueron sus dimen-
siones políticas, diplomáticas e internacionales, quizá las más trilladas
(sobre todo por historiadores extranjeros pero que adolecían de nume-
rosos huecos y distorsiones). Cuando regresé a la Universidad Complu-
tense empezaron a atraerme otras facetas. Las internas, las represivas,
las militares, las ideológicas. En ello mi amistad de largos años con los
profesores Manuel Tuñón de Lara, Julio Aróstegui, Gabriel Cardona, Sir
Paul Preston y el doctor Herbert R. Southworth, entre otros, y el conoci-
miento de sus obras, me influyeron profundamente.
En el interín, el estudio de la Guerra Civil había avanzado enorme-
mente en España. También el del régimen republicano, tan desecrado
por los vencedores. La familiarización ya no desde el extranjero sino des-
de la Universidad española con la historiografía sobre este largo período
histórico de más de cuarenta años me llevó a adoptar posiciones algo
más complejas que las que mantuve en mi juventud. Sobre la Repúbli-
ca, según estimaciones del profesor Eduardo González Calleja, se han
escrito más de cinco mil libros. Para un período de cinco años no está
nada mal. Si a ello añadimos el período de la Guerra Civil, la literatura
se dispara. Se habla de cuarenta mil títulos. Esto significa que es difícil,
aunque no imposible, hallar temas sobre los que no se haya dicho nada

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en algún momento, por algún autor o en algún sitio. De aquí que una
gran parte del papel del historiador estribe en separar el trigo de la paja,
en pasar por el cendal de las evidencias documentales de época (y otros
tests derivados de la aplicación de las técnicas de las ciencias sociales a la
Historia) lo escrito por unos y por otros. ¿Con qué fin? Con el de descar-
tar lo comprobado de lo que no lo es. La historia es, ante todo, el registro
de las acciones humanas en el pasado y de sus motivaciones. A la par es
también el desmantelamiento de las brumas, mitos y estupideces que lo
oscurecen o distorsionan, generalmente con propósitos que no tienen
nada de científicos.
Con ello llego a la tercera razón. Aunque no se conoce suficientemen-
te todo el pasado (por definición insondable e irrecuperable) hay dos
grandes áreas del mismo en las que cualquier historiador puede pensar
que no todo se ha escrito: temas relacionados con la microhistoria (es
decir, la historia de colectividades regionales, subregionales y locales) y
el comportamiento de colectivos que no dejan huellas escritas sobre la
forma en que vieron y vivieron su presente, que para nosotros es su pa-
sado. De ambas, el estudio de los comportamientos dentro de áreas limi-
tadas es, en mi opinión, absolutamente indispensable, siempre que haya
documentos y testimonios que permitan esclarecerlos al investigador.
La microhistoria, que en algún tiempo fue dejada al cuidado de eru-
ditos y curiosos locales, se ha revelado en manos de historiadores profe-
sionales o semiprofesionales como un instrumento extremadamente útil
para esclarecer lo ocurrido a niveles inferiores al del Estado, la Comu-
nidad o los grandes centros urbanos. Permite pasar bajo el microscopio
comportamientos individuales y colectivos en sus hábitats propios al so-
caire de influencias procedentes del exterior (la política y las economías
nacionales, regionales y a veces subregionales) y examinar más de cerca,
casi con lupa o un cristal de aumento, sus interrelaciones, que normal-
mente son de arriba hacia abajo pero que, a este último nivel, también
ejemplifican la plasmación concreta en colectividades reducidas de las
tendencias detectables en los niveles macro y mesohistórico.
Al leer el manuscrito de este libro he pensado en mi propia trayectoria
como historiador. Empecé demostrando que la guerra civil española fue
también una guerra internacional por interposición, la plasmación en

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tierras españolas de la confrontación de las ideologías y de los sistemas
en pugna en los años treinta: el fascismo, el comunismo, el liberalismo. O
la pugna intrasistémica entre democracia y el denominado totalitarismo.
Mucho de eso hubo, ciertamente. Sin duda también tuvo una vertiente
religiosa. Como ponen de manifiesto documentos eclesiásticos estudia-
dos por el profesor Guillermo Portilla, la Iglesia católica española trató
de extirpar del cuerpo social las aberrantes doctrinas de la Ilustración y
sus consecuencias. ¿La idea? En la práctica, abjurar de casi todo el siglo
XIX y, en la realidad, volver a las eternas verdades de Trento.
Bien consciente de que hay colegas que hablan de la guerra “de Es-
paña” en vez de Guerra Civil, poco a poco fui escarbando al estudiar
la mitificada, y generalmente desdibujada (por los historiadores de de-
rechas), participación de Franco en la conspiración que llevó al 18 de
julio. Vagamente empecé a distinguir entre la necesidad de diferenciar
analíticamente las condiciones necesarias para que se produjera un es-
tallido violento en julio de 1936 (el retraso secular económico y social
español, sus particularidades con respecto al resto de democracias euro-
peas occidentales, el impacto de las guerras de Marruecos, la influencia
de la tríada Corona-Ejército-Iglesia, la pugna por la democratización y
modernización del sistema alentadas por los movimientos socialistas,
anarquistas, republicanos, etc.) y las condiciones suficientes, aquellas
que determinan, en combinación con las anteriores, un resultado y solo
un resultado: el estallido del 18 de julio.
En este libro el lector encontrará la imbricación, a nivel local, de unas
y otras condiciones. Carmen María Parreño no hace ningún tapujo de
ella en su análisis a nivel local de un pueblo manchego de poco más
de diez mil habitantes en aquella época: La Roda. Lo ha hecho con la
mirada de una historiadora y archivera, buscando documentos, datos,
evidencias, testimonios, causas judiciales más o menos aberrantes, pero
papeles al fin. Ha pasado por los escalones adecuados: archivos naciones,
regionales, locales. Políticos y militares. Siempre a la búsqueda de datos
contrastables. Como la casi totalidad de los repositorios son abiertos, los
lectores que de ella discrepen podrán recurrir a ellos y contraponer sus
recuerdos, creencias y teorías con un corpus de evidencias contrastables
debidamente contextualizadas y analizadas. Como se hace en Historia.

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La autora recorre cronológicamente la evolución política, económi-
ca, ideológica y sociológica de los habitantes del municipio de La Roda
desde los estertores de la Monarquía alfonsina (con cuatro brochazos
sobre la herencia de la Restauración) hasta el final de la Guerra Civil y los
primeros meses de la postguerra. Todos los temas más o menos docu-
mentables aparecen en el relato, desde los más alegres a los más sórdidos.
Vista la evolución al nivel local, la autora hace hincapié en que la Gue-
rra Civil fue, ante todo y fundamentalmente, una guerra de clases. Un
concepto, típicamente marxista que ya no se utiliza demasiado, pero que
no por ello ha dejado de ser válido. Carmen María describe los hechos:
la pugna entre los esfuerzos por modernizar la sociedad española (y ro-
dense) durante los años republicanos; la pugna por la educación (muy
restringida a las clases “superiores” o a las ilustradas clases medias, muy
diminutas); la pugna por la secularización, dejando de lado el abrazo de
una Iglesia católica española que había resistido a todos los embates de
la modernidad y el deseo de hacer progresar la vida económica y social
española a lo largo de un camino para el cual ya había suficientes ejem-
plos en la Europa del entorno.
Esta pugna se ejemplifica en los esfuerzos de los hombres (apenas si
hay mujeres) por copar el Ayuntamiento e influir en su gestión local.
Hubo, en aquellos años, confrontación política, ideológica, cultural en-
tre las diversas modalidades del republicanismo más a la derecha, más a
la izquierda, y los sectores conservadores y católicos materializados en la
CEDA o en algunos de sus componentes. Poco a poco aparecieron otros:
el fascismo, inequívocamente representado por Falange, y el comunis-
mo. Sin excluir al último en llegar que fue la CNT.
Al compás del enrarecimiento a nivel nacional de la situación polí-
tica y de la crispación que generó la pugna entre las derechas cedistas
y las monárquicas y carlistas, poco a poco la política local fue también
crispándose, dentro de un orden. No hubo algaradas, muertos, huelgas,
lock-outs en la pequeña ciudad manchega, aunque los representantes del
orden público (una Guardia Civil enfeudada a la defensa de los intere-
ses de los propietarios) no tardaron en sucumbir a los cantos de sirena
que se propagaban por el Cuerpo y también por las guarniciones milita-

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res. Tras el 18 de julio, la situación cambió bruscamente. También en La
Roda, que vivió una semana bajo el imperio de la sublevación.
Como el libro está dividido en dos partes, aproximadamente iguales,
Carmen María dedica lo mejor de sus investigaciones al estudio del re-
flejo y repercusiones de la Guerra Civil empezando por el denominado
“Alzamiento” y su represión por las fuerzas fieles al Gobierno republica-
no. La “nueva situación” no duró más allá de una semana, pero cambió
radicalmente el devenir de la nación, de las regiones y de todas las loca-
lidades españolas.
La Roda permaneció sólidamente encastrada en el territorio fiel a la
República hasta el amargo final. Todas las manifestaciones de la vida co-
lectiva durante aquellos dos años y medio aproximadamente pasan en
este libro por el cendal crítico de la autora a través del manejo de una
gran cantidad de documentos de época remansados en una densa red de
archivos y repositorios militares, civiles, políticos, de partidos y sindica-
tos, tanto referidos al período de la guerra como de la inmediata post-
guerra. No hay ninguna manifestación de la vida colectiva que escape a
su atención: la política, económica, social, cultural, represiva e incluso
militar, no en vano La Roda ofreció acomodo a algunas unidades de las
Brigadas Internacionales.
Carmen María Parreño es una historiadora objetiva, no imparcial. Es
objetiva porque describe y analiza críticamente los hechos a través de
sus soportes documentales de variada naturaleza. Todas sus fuentes le
permiten separar afirmaciones y tesis comprobadas cuidadosamente de
las que, por falta de pruebas, tienen que permanecer en la nebulosa de la
especulación.
La autora no es una historiadora imparcial y así lo reconoce. Esto
la honra. A medida que va transcurriendo el tiempo y nos alejamos de
las leyendas, tergiversaciones y construcciones ideológicas de los fran-
quistas, a medida que han ido abriéndose archivos (aunque nunca lo
suficiente), la historiografía ha ido despejando incógnitas y aclarando
situaciones y comportamientos. La guerra, querida por unos y temida
por otros, cambió radicalmente el curso de la historia española; abor-
tó los esfuerzos de modernización política, social, económica y cultu-

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ral; separó a España de su entorno natural. Policías, soldados, clérigos y
académicos complacientes escribieron un relato halagador y justificador
de los vencedores. Este relato ha periclitado. La confrontación con las
evidencias primarias, contextualizadas críticamente, no la ha superado.
Que esto no se reconoce hoy ampliamente tiene más que ver con la evo-
lución política, económica, social e ideológica en democracia que con las
pruebas disponibles, cuando se las busca.
A medida que van abriéndose los archivos van poniéndose de ma-
nifiesto las diferencias esenciales entre los contendientes y, sobre todo,
que si bien la Guerra Civil por medio de las armas terminó en 1939, la
campaña continuó con otras, más propias de los combates represivos,
culturales, económicos e ideológicos. Quienes apoyaron a la República,
desde los intelectuales a los braceros, se vieron obligados a reconvertirse
o a huir. Muchos, además, pasaron los mejores años de su vida en la cár-
cel o en el destierro interior. Otros fueron ejecutados.
Es lo que ocurrió con los protagonistas que, en La Roda, cada uno
como pudo o como los dejaron, vivieron la guerra y, a su manera, tam-
bién la hicieron o la sufrieron. El presidente de la República, Manuel
Azaña, en uno de sus más famosos discursos durante la contienda, lanzó
el eslogan de PAZ, PIEDAD, PERDÓN. La paz tardó mucho en recupe-
rarse y siempre quedó cubierta por la sombra vigilante de las bayonetas;
la piedad fue en parte una consecuencia del cambio de coordenadas in-
ternacionales tras la derrota de los regímenes fascistas y nunca se des-
bordó en la mente y en el corazón de los vencedores; el perdón solo de
forma muy lenta ha ido avanzando, y hasta hace poco de manera insufi-
ciente, en la actual democracia española.
En resumen, un estudio de historia local, focalizado en el pueblo
manchego de La Roda, desborda en el ordenador de Carmen María Pa-
rreño, los estrechos límites geográficos que lo encierran para convertirse
en un relato no exento de un atisbo de proyección global.

Ángel Viñas
Bruselas, 23 de septiembre de 2020

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INTRODUCCIÓN

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A fecha de hoy ya han transcurrido más de 80 años desde que oficial-
mente se diera por concluida la guerra civil española. Era un 1 de abril de
1939. Después de casi 40 años de dictadura y otros tantos de democracia,
todavía no sabemos cómo, por qué o, simplemente, qué sucedió en La
Roda durante estos trágicos años. Muchas han sido las investigaciones,
trabajos y publicaciones de diferentes tipologías, incluidas películas y
documentales, que sobre este periodo han salido a la luz en la provincia
de Albacete.  Sin embargo, es en el ámbito local, concretamente en La
Roda, donde podemos constatar de manera más llamativa el desconoci-
miento que se tiene sobre este traumático, a la vez que interesante, episo-
dio de nuestra historia más reciente.
A pesar de las lagunas existentes, el conocimiento que de la II Repú-
blica y la guerra civil española tenemos en la provincia de Albacete desde
los años noventa comienza a ser importante. La labor que el Instituto de
Estudios Albacetenses viene realizando en este sentido ha sido decisiva
en la multiplicación de publicaciones científicas de gran calidad rela-
cionadas con este periodo. Actualmente disponemos de un considerable
repertorio de trabajos publicados, de mayor o menor extensión, de tipo
monográfico, temático, local, etc. realizado por historiadores, profesio-
nales y eruditos interesados en la vida e historia locales, fundamental
y bastante completo a la hora de realizar una primera aproximación e
incluso para profundizar en esta materia.
Pero como decía, lo que sabemos sobre este periodo en el munici-
pio de La Roda, uno de los enclaves más importantes en la provincia de
Albacete, es prácticamente nulo. No obstante la documentación y los
testimonios existentes, junto a la aparición de algún artículo esporádico
en medios digitales, ningún trabajo de investigación ha sido realizado
ni mucho menos publicado con respecto a la II República y la Guerra
Civil en La Roda. La ausencia de estudios en esta localidad contrasta

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con la existencia de investigaciones y monografías centradas en otros
municipios de la provincia como Almansa, Hellín o Yeste. Para tener una
visión más completa de la provincia de Albacete durante este periodo
es necesario extender la investigación a otros enclaves fundamentales
como por ejemplo, La Roda. Y no solo por su importancia geográfica
o demográfica, sino también porque integrar el caso de este municipio
aportará, además de una visión de conjunto más completa, nuevos y/o
diferentes paradigmas debido, sobre todo, a su carácter conservador des-
de un punto de vista político, a pesar de tratarse de un centro que pode-
mos considerar urbano con más de 10.000 habitantes según el censo de
población de 1930. Efectivamente se trataba ya de un importante núcleo
urbano, aunque eminentemente agrario, con predominio del latifundio
y políticamente conservador controlado, junto a toda la comarca de la
Mancha del noroeste, por las redes caciquiles de los Jiménez de Córdoba
y de Pedro Acacio Sandoval.
La Roda actualmente cuenta con aproximadamente 15.500 habitan-
tes, siendo el quinto municipio más poblado de la provincia detrás de
Albacete capital, Hellín, Villarrobledo y Almansa. Además de ser uno de
los centros urbanos más importantes de la provincia desde un punto de
vista demográfico, La Roda, ya desde la época romana, siempre ha goza-
do de una posición estratégica en las vías de comunicación que unen el
centro y el levante peninsular. Este municipio también es el Partido Judi-
cial n.º 6 de la provincia de Albacete. Se trata de una dinámica población,
todavía de tradición agrícola, aunque su actividad económica ha pasado
en pocos años a centrarse en el sector industrial y de servicios.
Dada mi formación en historia y mi evolución profesional en el mun-
do de los archivos, en 2014 decidí adentrarme en aguas turbulentas y
dedicarme al estudio de la II República y de la Guerra Civil en La Roda.
Comencé centrándome en el análisis pormenorizado de este periodo
histórico, accediendo a buena parte de la extensa bibliografía existente
sobre el mismo. A la vez, emprendí la ingente tarea de recopilación de
datos recurriendo a todo tipo de fuentes que me ofrecían los distintos
archivos públicos que visité. De manera simultánea me puse en contacto
con muchas personas del ámbito de la docencia y de la investigación,

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con historiadores y eruditos locales expertos en esta materia, con algu-
nas asociaciones de memoria histórica, con determinados políticos de
la transición y, por supuesto, con muchas familias descendientes de re-
presaliados de La Roda. Los encuentros, entrevistas y contactos que he
mantenido con todas y cada una de las personas que he conocido han
sido decisivos para abordar convenientemente este periodo de la historia
rodense. Todas ellas me han inyectado buenas dosis de ánimo, perspecti-
va y sugerencias, aparte de haberme ayudado a enriquecer enormemente
mi visión y comprensión sobre la tragedia de la guerra en La Roda.
Con respecto al formato de este trabajo, su origen está en una serie
de artículos que comencé escribiendo de manera aislada, por temáticas
concretas y que fui publicando en un blog que diseñé a tal efecto.1 Pero,
como una cosa lleva a la otra, finalmente me planteé la idea de estudiar
en profundidad todo el periodo de manera cronológica y darle un sopor-
te más formal y duradero que, en último término, es el libro que usted
tiene entre sus manos. A lo largo de la investigación, estudio y redacción
del mismo, siempre me resultó difícil establecer límites entre el marco
nacional y el local; aunque lo cierto es que, sin explicar el contexto gene-
ral, no se puede entender el particular. En todo momento fui consciente
de que, tratándose de un trabajo en historia local, no debía andarme
en exceso por las ramas con cuestiones de contextualización más am-
plia, menos todavía del ámbito europeo y/o internacional, aun siendo
estos tan decisivos como el nacional. Además, como la bibliografía sobre
la guerra civil española es tan extensa, el lector puede acudir a ella en
cualquier momento. Al fin y al cabo, la historia de la II República y la
Guerra Civil en La Roda no podía acabar convirtiéndose en un Leviatán,
o al menos, no era el caso. Por ello decidí optar por un discurso bien
contextualizado en la medida de lo posible, pero más ameno y senci-
llo, descriptivo de los hechos, sucesos y/o acontecimientos; priorizando

La revolución de los medios de comunicación y la era digital han facilitado la tarea


1

de divulgación de contenidos de todo tipo, incluidos los históricos. Dado a que el


soporte original de esta investigación ha sido digital, los diferentes defectos de forma
que puedan aparecer son de exclusiva responsabilidad mía. En cualquier caso, tam-
bién asumo la responsabilidad en los supuestos errores en los datos o erratas que, en
términos generales, puedan aflorar a lo largo de la lectura.

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estos frente a la interpretación ideológica e historiográfica, que la hay,
aunque convenientemente fundamentada, y de igual manera moderada
en extensión y contenido.
La estructura interna del libro contempla dos partes bien diferenciadas
en su planteamiento, de aproximadamente la misma extensión, aunque
a la vez presenta una unidad de conjunto. En la primera parte se analiza
el impacto que los acelerados cambios introducidos durante la Segunda
República tuvieron en la localidad de la Roda, sin perder nunca, como
decía, la perspectiva con respecto al país y al contexto europeo. Dichos
cambios vienen presentados a través de un método descriptivo-narrati-
vo de orden cronológico y agrupados por grandes temáticas: reformas
políticas, sociales, económicas, culturales, educativas, etc. Las razones
de estos cambios y las consecuencias de su aplicación en los diferentes
colectivos no podían dejar de abordarse sin hacer síntesis. Como decía
anteriormente, inseparable del análisis meramente descriptivo, está la
interpretación y valoración de los hechos. Sin esta parte del quehacer
epistemológico, el resultado final quedaría inconcluso. No podemos en-
tender y comprender la complejidad de la realidad que estudiamos sin
construir una imagen global del pasado. Los datos están ahí, en los do-
cumentos, pero resulta que obviamente, estos no hablan por sí mismos.
De igual manera, algunos se preguntarán por qué incluir el periodo
de 1931 a 1936, el de la Segunda República. Aunque mi objetivo inicial
era el estudio en exclusiva de la Guerra Civil en La Roda, finalmente
llegué a la conclusión de que para una mejor comprensión de la misma,
no podía eludir el periodo que la antecedía. Es decir, no podemos en-
tender la sublevación militar y el estallido de la guerra si no conocemos
los detalles de sus circunstancias previas. Como veremos, esto no signi-
fica que el periodo más democrático de la historia de España estuviera
condenado al fracaso de una guerra civil, ni mucho menos provocarla.
En este sentido, los currículos educativos tal vez debieran, aparte de ac-
tualizar los contenidos con respecto a este periodo, enlazar la Guerra
Civil, no ya con la República, sino con la dictadura que surgió como
consecuencia de la misma. Al fin y al cabo, los conspiradores fueron los
que se rebelaron contra el régimen democrático de 1931, originando una

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despiadada guerra y una longeva dictadura. Después de toda la inter-
minable producción historiográfica que sobre la guerra civil española
ha ido apareciendo durante el periodo democrático, no es fortuito, por
poner un ejemplo, que todavía encontremos libros de texto que califi-
quen a los bandos enfrentados como “rojos” y “nacionales”. Así mismo,
otros bloques de contenido denominados Franquismo, Transición y De-
mocracia sugieren que el franquismo fue el antecedente necesario de la
democracia cuando en realidad se trató de una dictadura de inspiración
fascista, salida de una sublevación militar y de una cruenta guerra civil.
Está claro quién fraguó el discurso y por qué todavía perdura, a pesar de
la existencia de una profunda renovación y actualización de este objeto
de conocimiento, realizada por profesionales de la historia de la más di-
versa índole. En cualquier caso, para entender por qué se desencadenó el
conflicto, debemos saber qué sucedió con anterioridad; y esto nos remite
irremediablemente al estudio de la Segunda República.
Si bien es cierto que en 1936 confluyeron una gran cantidad de pro-
blemas socioeconómicos y políticos de índole estructural, es decir, he-
redados a lo largo de los tiempos (sobre todo desde la restauración de
la monarquía en 1875), aquí nos vamos a referir a la problemática más
visible y concreta que se manifiesta progresivamente durante el régimen
republicano, gracias al marco de libertades y de democracia que este en-
carnó. Sin ánimo de idealizar lo que supuso este periodo, analizaremos
sus virtudes, que fueron muchas, pero también sus defectos. Estos, entre
muchos otros, estuvieron muy relacionados con las paradojas de la in-
corporación de la sociedad de masas en la vida pública y todas las ten-
siones que generó entre los diferentes actores implicados. Para entender
lo que sucedió en España tampoco podemos obviar el contexto de la Eu-
ropa de entreguerras, con el auge de los totalitarismos (del comunismo
tras la revolución rusa, del fascismo o del nazismo alemán), la fragilidad
de los sistemas democráticos y la crisis económica de 1929.
En lo tocante a la segunda parte de este libro, la Guerra Civil, debido
a que el contenido de la mayoría de sus capítulos es más específico, el
titulado ya no está relacionado con los tópicos clásicos de tipo econó-
mico, político, social o educativo. Los resultados para este periodo los

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he presentado por temáticas concretas relacionadas con el análisis mi-
nucioso de determinadas instituciones, hechos y/o acontecimientos. De
esta manera, por poner algún ejemplo, encontraremos capítulos relacio-
nados con la actuación de los Tribunales populares, con la evolución del
Comité de Enlace del Frente Popular, o con el análisis del hecho puntual
que representó la saca de Quintanar de la Orden. No obstante, como ex-
cepción, al final de este bloque he introducido un extenso capítulo desti-
nado al análisis integral de la evolución histórica del municipio que lleva
por título Vida y gobierno locales de 1937 a 1939.
Por otro lado, tratándose de la reconstrucción de la Guerra Civil a
nivel local, desde el principio de esta investigación tuve en amplia con-
sideración la posibilidad de aportar apodos, nombres completos o sólo
las iniciales de las personas protagonistas de esta historia. Con respecto
a los apodos decidí no incluirlos (salvo alguna excepción) para evitar
que hubiera confusiones y/o malentendidos, sobre todo por respeto a las
familias que todavía se apodan de la misma manera. Amparada por la
legalidad vigente y habiendo transcurrido más de 80 años desde que se
produjera el alzamiento, finalmente opté por la introducción de nombres
completos. El caso es que los nombres siempre han estado ahí y con este
trabajo me he limitado a enlazarlos dentro del discurso narrativo confor-
me a fechas, sucesos y temáticas.
Es por ello que, hablando de leyes, considero de especial relevancia
incluir una breve referencia en esta introducción a la normativa2 que re-
gula el derecho de acceso a documentos públicos y su difusión. El artícu-
lo 105.b de la Constitución Española nos dice que la ley regulará el acceso
de los ciudadanos a los archivos y registros administrativos, salvo en lo que
afecte a la seguridad y defensa del Estado, la averiguación de delitos y la
intimidad de las personas. El acceso a dicha información quedó regulado
posteriormente en leyes como la de Patrimonio Histórico Español, don-
de en el artículo 57.c, encontramos que los documentos que contengan
2
1.  Constitución Española de 1978, artículos 18.4 y 105.b
2. Ley 7/1985 Reguladora de las Bases de Régimen Local, artículos 18.1 y 70.3
3. Ley 16/1985 de Patrimonio Histórico Español, artículo 57.c
4. Ley 15/1999 de Protección de Datos de Carácter Personal
5. Ley 19/2002 de Archivos Públicos de Castilla La Mancha, artículos 40 y 41.

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datos de carácter policial, procesal, clínico o de cualquier otra índole que
puedan afectar a la seguridad de las personas, a su honor, a la intimidad
de su vida privada y familiar y a su propia imagen, no podrán ser pública-
mente consultados sin que medie consentimiento expreso de los afectados o
hasta que haya transcurrido un plazo de veinticinco años desde su muerte,
si su fecha es conocida o, en otro caso, de cincuenta años, a partir de la
fecha de los documentos.
Sin embargo, una de las trabas que actualmente se pueden encontrar
al investigar este periodo está relacionada con las dificultades de acceso
a determinadas fuentes. Considero inadmisible que a día de hoy sigan
existiendo obstáculos que impidan el libre acceso de los investigadores
a la consulta de documentos y expedientes desclasificados de archivos
públicos, especialmente los de tipo militar y algunos de carácter judi-
cial. Todo esto hace que, incluso disponiendo de una Ley de Memoria
Histórica, no sea tarea fácil abordar profesionalmente el estudio de la
guerra civil española desde un marco integral. La promulgación de esta
denostada ley en diciembre de 2007 vino a ratificar la necesidad de suplir
las múltiples deficiencias con las que tropezaba y tropieza buena parte
de la ciudadanía española en términos no sólo de conocimiento histó-
rico, sino también de justicia social. Con respecto a estos dos concep-
tos, haremos historia sin abusar de la memoria, pero siendo plenamente
conscientes de su necesidad, por una cuestión de justicia, reparación y
conciencia ciudadana. Se trata, al fin y al cabo, de esa justa memoria de
la que habló Paul Ricoeur (Sanz Campos, 2003, pp. 50-59).3
Sin ir más lejos, el Comité de Naciones Unidas ha manifestado de ma-
nera reiterada su inquietud por el escaso alcance de la Ley de Memoria
Histórica, instándole al gobierno español a que la cumpla y colabore en
las tareas de localización e identificación de las víctimas del franquismo
pues la búsqueda de las personas que han sido sometidas a desaparición
forzada y el esclarecimiento de su suerte son obligaciones del Estado.4 Más
3
Paul Ricoeur fue un filósofo hermeneuta francés que desarrolló el concepto de justa
memoria en la obra que lleva por título La memoria, la historia, el olvido (2000).
4
Preámbulo de la Convención Internacional para la protección de todas las personas
contra las desapariciones forzadas, Resolución de la Asamblea General de la ONU,
Nueva York, 2006. Ratificada y publicada en el BOE por la Jefatura del Estado español
el 18 de febrero de 2011

[29]

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recientemente, el 24 de octubre de 2019 se procedía a la polémica exhu-
mación del cadáver de Franco del Valle de los Caídos. No analizaré ahora
en estas líneas lo que supuso la exhumación pero, al fin y al cabo, a unos
les pareció una medida desproporcionada e incluso una declaración de
guerra; a otros, una decisión necesaria pero insuficiente. En vísperas de
la publicación de este trabajo, el actual gobierno de España está trabajan-
do en un anteproyecto de Ley de Memoria Democrática.5
  A lo largo de estos años también he podido observar la existencia
de otro tipo de obstáculos a la hora de estudiar en el ámbito local, la
guerra civil española. No es de extrañar que el espacio donde todos nos
conocemos sea el lugar que más suspicacias genere. Aunque no me ex-
tenderé en la consideración de las razones de esta problemática, no está
de más señalar que independientemente del punto de vista que se adopte
al abordar este periodo, se trata de un controvertido tema de la histo-
riografía española todavía en la actualidad. Como historiadora, bien sea
desde el mundo de la política profesional, o desde el sentir general en la
población, observo todavía la existencia de visiones antagónicas e irre-
conciliables, a pesar del tiempo transcurrido. Respetamos las opiniones
que muchos ciudadanos puedan tener sobre el conflicto español en base
a las memorias familiares o de grupo transmitidas al calor del bar o del
hogar, pero por encima de dichos recuerdos, memorias u opiniones, de-
bemos situar la información y el conocimiento histórico debidamente
contrastados.
 Esta investigación, aparte de sacar a la luz una serie de hechos y de es-
tablecer conexiones entre ellos, no pretende bajo ningún concepto ensal-
zar hazañas y figuras, ni de unos ni de otros. Sin embargo, partiendo del
hecho de que la historia la han escrito los vencedores, considero que ya
ha llegado el momento, no de sustituir un relato por otro, sino de escla-

5
La Ley de Memoria Histórica, como vemos, pasará a denominarse Ley de Memoria
Democrática. Este cambio de adjetivo implica evidentemente una distancia con res-
pecto al pasado al retirar el término “histórica” sustituyéndolo por el de “democráti-
ca”, un término más neutro y global. Está previsto que esta ley, que completa y mejora
a la anterior al abordar la memoria histórica y democrática del país desde un punto
de vista más público e integral, sea aprobada en el verano de 2021.

[30]

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recer esa otra parte de la historia que nos obligaron a olvidar, tras 40 años
de dictadura y, sobre todo, tras la Ley de Amnistía de 1977. Completa-
remos y añadiremos este periodo de la historia rodense al conjunto de
las aportaciones existentes sobre la materia en la provincia de Albacete,
contribuyendo a su vez, a desmitificar determinados hechos construidos
por los ideólogos e historiadores del franquismo.6 Por otro lado, y como
no podía ser de otra manera, aparte del ineludible análisis de la represión
y el terror franquista, también abordaremos las violencias desatadas en la
retaguardia republicana, sin complejos ni tabúes.
Más allá de la ideología política que nos resulte más atractiva (pues
todos la tenemos), de las interpretaciones historiográficas, o del mani-
queísmo con que esta parte de nuestra historia se nos ha presentado,
ofreceremos una historia justa y equilibrada para todas las partes invo-
lucradas en el conflicto. Mi objetivo no podría ser otro que el de tratar
de integrar ambos relatos, el de los vencedores y el de los vencidos, en
una historia total, aunque no definitiva. He tratado de ser lo más objetiva
e imparcial posible a pesar de las dificultades que esto entraña porque,
en primer lugar, se trata de una guerra civil y, en segundo, porque la
escritura del pasado siempre está determinada por las circunstancias del
presente. Por esta misma razón, no será una historia conclusa y cerrada.
Hemos procedido a la reconstrucción de este periodo acudiendo a los
vestigios documentales que han quedado: fragmentados, dispersos, es-
casos, parciales y partidistas en la mayoría de los casos. Además, una vez
finalizado este trabajo, probablemente aparezcan nuevos datos, lo que,
junto a la permanente renovación historiográfica, hace que esta investi-
gación quede abierta a futuros cambios. En definitiva, contaremos lo que
sucedió, en base a las fuentes que han sobrevivido, en un espacio y un
tiempo determinados: La Roda de 1931 a 1939.
Para concluir con esta introducción, me ha parecido muy acertada
la reflexión que Manuel Requena escribió para el prólogo de la obra de
Ezequiel San José (2003). Dice así:

6
Para ampliar sobre esta cuestión, consúltese las obras de Moradiellos (2004) y Viñas
(2019).

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Se ha producido un destacado proceso de realización de investigacio-
nes sobre temas considerados malditos, pues descubren verdades ocultas
pero que son voz populi entre la población anciana que vivió los hechos y
que nunca han hablado de lo innombrable, pues se encargó el franquis-
mo de introducir este miedo que aún permanece en algunas familias.
Ha llegado el momento en que se ha de hablar sin miedo y con respeto
hacia todos.

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PRIMERA PARTE:

LA RODA DURANTE LA II REPÚBLICA

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[…] una plaza grande, irregular, en la que sobre
viejas casonas señoriales y junto a escudos de
rancia progenie nobiliaria, campean letreros
luminosos, rótulos modernos

Una visión nocturna de La Roda


Fernando Gil Ferraut

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1. LA RODA ANTES DE 1931

Antes de la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931,


en la historia de la España de finales del siglo XIX y principios del XX
se desarrolló una etapa conocida como Restauración borbónica que en-
carnó una forma peculiar de organizar la vida política. Se trató de una
pseudo-democracia donde, con permiso del monarca, los partidos tur-
nantes, conservadores y liberales, controlaron la vida política del país
dejando fuera de escena a republicanos, socialistas y, por descontado,
al mundo del anarquismo. Los cambios políticos dejaron de venir por
la vía de las armas, pero tampoco se instauró un auténtico sistema de-
mocrático. Como apunta Gonzalo Capellán de Miguel (2015, p. 124),
“la pacificación y civilización (o desmilitarización) de la política, supuso
que la opinión pública no pudo desempeñar ni plena ni auténticamente
el papel que en teoría se atribuía a un gobierno de opinión”. El resultado
de todo esto fue que los políticos del periodo se alternaron en el poder,
ahora de forma pacífica, aunque muy corrupta, gracias a la urdimbre de
las clientelas o amigos políticos o, lo que es lo mismo, a través del fenó-
meno del caciquismo.7
Respecto al periodo de la Restauración en La Roda, en el Agricultor
Manchego, periódico rodense conservador, con motivo de la muerte de
Enrique Escobar Hore, apareció un artículo8 donde se hacía referencia a

7
El clásico de Varela Ortega (1977) constituye todo un referente a la hora de abordar
el estudio de la Restauración y más concretamente el funcionamiento de las grandes
oligarquías, el caciquismo y el clientelismo típicos (aunque no exclusivos) de este
período de la historia de España. Por otra parte, la corrupción, uno de los problemas
que más preocupan a la sociedad española del momento, ha provocado la renovación
historiográfica sobre esta temática, destacando, entre otros, a Muñoz Jofre (2016).
8
Martínez, A. (24 de febrero de 1935). D. Enrique Escobar, ha muerto, El Agricultor
Manchego, n.º 487.

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las familias tradicionales de caciques de La Roda que se fueron turnando
alternativamente en el Consistorio local, manipulando los procesos elec-
torales y siendo las encargadas de gobernar a una mayoría de población
ignorante de las ideas que representaban estas sagas familiares:
Nuestros convecinos, sin más conocimientos de partido, es decir, sin
saber si eran liberales o conservadores, tradicionalistas o progresistas,
monárquicos o republicanos, eran simplemente estos: Garcías y Escoba-
res. De estos partidos recibían los favores y privilegios y a estos partidos
sometían la adhesión de su voto […]

Sin embargo, el longevo sistema de la Restauración comenzó a agotarse


debido fundamentalmente al desprestigio y corrupción del sistema polí-
tico, a las desastrosas campañas coloniales en Marruecos, al descontento
de la patronal fruto de la política económica de los sucesivos gobiernos y,
en último término, debido al aumento de la conflictividad social. Según
el historiador albacetense Manuel Requena (1989), esta conjunción de
problemas dieron término al periodo de la Restauración en el país y más
concretamente en la provincia de Albacete. Dicho panorama hizo que
en 1923 un sector del Ejército encabezado por Miguel Primo de Rivera
decidiera intervenir en la vida política española, como tradicionalmente
se había hecho, por la vía del pronunciamiento. Alfonso XIII otorgó el
poder a Primo de Rivera, nombrándolo Jefe de Gobierno a cargo de un
Directorio militar. Requena (1989) añade que los sectores propietarios,
las grandes oligarquías y la Iglesia católica apoyaron rápidamente al dic-
tador. Por su parte, la prensa, las clases populares e incluso el sindicato
ugetista, fueron indiferentes o no realizaron ninguna acción de protesta.
A pesar de su voluntad de regeneración política, el partido del dicta-
dor, la Unión Patriótica, creado en abril de 1924, evolucionó para per-
petuar el caciquismo. Según denunció el gobernador, sobre todo a fina-
les de la dictadura, el partido restableció sin dificultad alguna, el viejo y
corrupto sistema de control de las instituciones. No por casualidad, el
jefe local de UP La Roda fue uno de aquellos caciques de la rama de los
escobares, Enrique Escobar Hore. El partido hizo un gran esfuerzo para
aumentar el apoyo al nuevo régimen, organizando innumerables míti-
nes y celebrando múltiples homenajes a Primo de Rivera, quien visitó la

[38]

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provincia de Albacete en septiembre de 1926. Por La Roda pasó el día 10,
acontecimiento que fue publicado en un bando por el alcalde, Benjamín
Martínez Alarcón, invitando al vecindario a rendir con su presencia, el
debido homenaje al Salvador de la Patria.

Homenaje en La Roda a Primo de Rivera, 1926 (Martínez Angulo, I., Algo de nuestro pueblo)

En este contexto de consolidación de Unión Patriótica, en junio del


año siguiente, siendo alcalde Francisco Diego Berruga Cebrián, tam-
bién se produjo la visita al pueblo de La Roda del gobernador civil, or-
ganizando para ello un fastuoso recibimiento de la mano del alcalde,
del presidente de UP La Roda, Enrique Escobar Hore y de la comisión
organizadora. Es muy ilustrativo de este ambiente y de la ideología im-
perante en los caciques locales y políticos del régimen, el discurso que el
gobernador, Juan Antonio Ciller Guijarro, pronunció con motivo de su
visita a La Roda:
Hay además y esto es innegable, una fuerza política muy grande, cobarde
y ruín, que todavía llaman algunos sagrada conquista de las libertades
individuales […] Ha bastado abolir el pretendido derecho y para conse-
guirlo ha sido suficiente la censura del buen gusto [...] La Unión Patrióti-
ca buscará el medio de proteger a los humildes, se acercará al obrero, que

[39]

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esta masa de hombres del trabajo es temible, señores […] Un gobierno
fuerte dedicado a administrar bien era la aspiración de los mismos que
hoy claman por la vuelta de la soberanía popular.9

Libertades individuales y soberanía popular, conceptos ambos que las


tradicionales cúpulas dirigentes no estaban dispuestas a otorgar genero-
samente. Pero si los políticos más destacados del ámbito local y nacional
se oponían a la concesión de derechos a la ciudadanía es porque ya había
voces en el mismo seno de la dictadura que los reivindicaba y que venían
fraguándose tiempo atrás. Las transformaciones sociales y políticas del
siglo XIX, aceleradas tras la Gran Guerra, provocaron la exigencia de
una mayor representación y la erradicación de la corrupción electoral
y del clientelismo. Junto a la presencia de elites intelectuales, dichas de-
mandas fueron consecuencia de la aparición de los primeros partidos de
masas y de los grandes sindicatos. Según Santos Juliá (1999, p.72), “estos
cambios estuvieron relacionados con la secularización de la vida en ge-
neral y con la pérdida, en el ámbito urbano, de los valores tradicionales
vinculados al poder de la Iglesia y de la aristocracia”.10
Los problemas derivados de la creciente oposición política, la crítica
de los intelectuales, el movimiento de protesta estudiantil y el descon-
tento del Ejército, llevaron a Primo de Rivera a solicitar su dimisión, ce-
sando en el cargo el 28 de enero de 1930. Desde este momento, y hasta
la proclamación de la II República en abril del año siguiente, se produjo
un doble proceso de enfrentamiento político muy intenso, orientado a
esclarecer el futuro político de España. Por una parte, a pesar del ago-
tamiento de la monarquía, muchos siguieron apostando por su mante-
nimiento. Por otra, se buscó el cambio y la democratización de la vida
política y social del país.

9
El Agricultor Manchego, (12 de junio de 1927). N.º 104.
10
Los cambios a los que Santos Juliá se refiere nos remiten, sin lugar a duda, a la irrup-
ción de otras corrientes del pensamiento en la vida política española desde el último
tercio del siglo XIX como fueron el republicanismo, el socialismo o el anarquismo.
Como advierte Rafael Cruz (2015, pp. 55-84), el tradicional miedo a las masas, la bes-
tia humana de Zola, en vísperas de la proclamación de la II República, se transformó
de manera que estas fueron conquistadas e integradas en la vida política del país. La
democracia acabó siendo sinónimo de masas.

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Y así fue como tras la dimisión de Primo de Rivera, el monarca dio
paso al gobierno de Dámaso Berenguer como vía de transición hacia
la normalidad constitucional previa a la dictadura. De esta manera, en
febrero de 1930 se constituyó un nuevo Ayuntamiento en La Roda, eli-
giéndose interinamente como alcalde al concejal de más edad: Enrique
Escobar Hore. Poco después, por orden del gobernador civil se nombró
alcalde-presidente a Gabriel de Arce y Escobar.  Los concejales fueron
los siguientes: José Escobar Muñoz, Hermenegildo Pérez Valles, Eliseo
Graells Maroto, Antón Moratalla Santón, Benjamín Martínez Alarcón,
Juan Muñoz Tébar, Juan Miguel Tébar, Leopoldo Cadenas, Ciriaco Ca-
rrasco, Ángel Escobar Muñoz y Enrique Abad.11 Estas personas se en-
cuadraron en diversas agrupaciones monárquicas y conservadoras en
vísperas de las elecciones de abril de 1931. Pero como su apuesta políti-
ca ya estaba agotaba, una vez proclamada la II República, rápidamente
cambiaron la chaqueta e ingresaron en diferentes partidos republicanos
de tipo conservador. Desde el principio estuvieron convencidos de que
la única solución a todos los problemas generados por la irrupción de las
masas en la vida pública consistía en una dictadura militar. Finalmente,
todos ellos y unos cuantos más, fueron los que organizaron y/o apoyaron
la sublevación militar en La Roda en contra del régimen democrático,
liderada por Gabriel de Arce y Escobar.12
Tras el fin de la dictadura y vista la imposibilidad de volver al sistema
anterior, las fuerzas antimonárquicas, sobre todo republicanos y socia-
listas, iniciaron una intensa campaña de propaganda para instaurar un
régimen republicano. Según palabras del historiador Manuel Requena
(1991, p. 113), “la celebración en 1930 del aniversario de la I República
en Albacete fue un importante punto de encuentro entre las principales

11
LAPAR. Sesiones 26-2-30 y 4-5-30. El documento no registra los segundos apellidos
de algunos de los concejales.
12
Gabriel de Arce Escobar, nacido en 1896, fue un latifundista y cacique destacado
en la localidad. En 1930 aparece afiliado a Unión Patriótica, el partido único de la
dictadura. Ostentó el cargo de alcalde como recurso de urgencia para evitar lo que
irremediablemente estaba por llegar: el fin de la dictadura e incluso, el de la monar-
quía. Antes de 1936 ingresó en Falange Española, convirtiéndose pronto en el líder
indiscutible de la insurrección de julio de 1936.

[41]

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Acta del pleno 23-2-30 del Ayuntamiento de La Roda

fuerzas antimonárquicas”. Para festejar el evento, se realizó un banquete


en la capital al que asistieron representantes de La Roda y de otras loca-
lidades. En dicho acto se aceptó la formación de un partido republicano
único con la finalidad prioritaria de traer la República.
A partir de entonces se produjo un auge espectacular del republica-
nismo en agrupaciones y afiliados, muy especialmente gracias a la exis-
tencia de la plataforma Alianza Republicana y a través de la creación
de los Círculos Republicanos. Deusdedio del Campo Martínez fue el
encargado de articular el republicanismo de izquierdas con la forma-
ción del Círculo Republicano de La Roda. En 1930, la presidencia de este
Círculo estuvo representada por Miguel Servet Díaz Basauri que, como
veremos, después se pasó al Partido Republicano Radical (más conocido

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como Partido Radical). De manera progresiva, los Círculos Republica-
nos fueron desapareciendo, aunque el de La Roda todavía existía en 1932
con sede en Ramón y Cajal, nº6, siendo su presidente el profesor Ramón
Llistó Calvo. Estos grupos republicanos contaron con una base social de
vieja y nueva clase media, de artesanos y de profesionales liberales.
En torno a 1930 el partido de mayor influencia en el mundo obrero
y, en definitiva, en los sectores menos pudientes de la provincia de Alba-
cete era el PSOE. Como señalan Sepúlveda y Requena (2005, p. 12), “su
crecimiento inicial fue débil debido a los problemas internos que generó
su adscripción o no a la Internacional Comunista y, sobre todo, por la
complicidad y acomodo que la sindical UGT había tenido durante la
dictadura de Primo de Rivera”. Ambos historiadores así mismo afirman
que “su aumento de afiliados se registró sólo en las grandes localidades
con presencia del sector industrial, como en la capital, o en poblaciones
como La Roda”.13
En conjunción con la crisis política que acabó con la dictadura y con
la Corona, también podemos hablar de la problemática económica, agu-
dizada por la depresión mundial de 1929. En La Roda, la grave crisis
obrera de tipo agrícola que afectaba a la población comenzó a plantearse
en sucesivas sesiones plenarias. Para remediar el problema se propuso la
construcción del camino vecinal de Fuensanta por Montalvos a la carre-
tera Ocaña-Alicante, aunque posteriormente se aplazó la construcción
de dicho camino.14 La pertinaz sequía, término que aparece con frecuen-
cia en las actas, o las condiciones climatológicas adversas, hacían refe-
rencia a razones de tipo coyuntural que vinieron a empeorar la situación
de paro obrero y la crisis económica en general.
La población rodense, al igual que la inmensa mayoría de los habitan-
tes del país, dependían por aquel entonces de la agricultura para subsis-
tir. No obstante, podemos hablar de una incipiente industrialización en

13
Sepúlveda y Requena no aportan más datos sobre el número de afiliados en La Roda
en estos momentos. Sin embargo, el único documento que hemos encontrado con
referencia a la fundación del PSOE en La Roda data de 1938 y solamente dice que la
agrupación socialista se constituyó el 1 de noviembre de 1931, no en 1930, sin apor-
tar número de afiliados.
14
LAPAR. Sesión 8-12-30.

[43]

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La Roda, aunque solía tratarse de pequeños establecimientos, en su ma-
yor parte relacionados con las actividades del campo, “bien por propor-
cionar servicios a agricultores (herrerías, carros, aperos de labranza, etc.)
o por transformar los productos agrícolas (bodegas, molinos y fábricas
de harina)”, (Gómez Herráez, 1988, p. 27). Además, el territorio agrícola
de La Roda, a pesar de la existencia de la pequeña y mediana propiedad,
formaba parte del sistema de latifundio, a través del cual, grandes exten-
siones de tierras estaban concentradas en muy pocas manos.
Albacete se clasificaba como una de las grandes provincias latifun-
distas, comparada con otras. Según la información obtenida por Pascual
Carrión a partir del estudio del catastro de 1930, estos eran los datos del
término municipal de La Roda referido a fincas mayores de 250 has.: de
un total de 39.478 has., había 13 fincas que ocupaban 14.884 has. (un
37,72% del término). Es decir, una media de 1145 has. por finca. A pe-
sar de que casi la mitad del término pertenecía a grandes propietarios,
Carrión (1932, p. 115) destaca que “el territorio se encontraba bastante
parcelado en la época, sobre todo en comparación con la vecina Villa-
rrobledo, municipio de gran interés para la reforma agraria”. Afincados
en Villarrobledo, grandes latifundistas y caciques de la comarca fueron
Pedro Acacio Sandoval y Francisco Jiménez de Córdoba y Arce. Siempre
controlaron el devenir político de su zona de influencia: el partido judi-
cial de La Roda, enmarcado en el distrito electoral de Alcaraz.
En definitiva, la población asalariada, en medio de una grave crisis
económica, sin tierras y prácticamente analfabeta, arrastraba una mi-
serable existencia. Los caciques locales eran los únicos que podían dar
empleo y la Guardia Civil se encargaba de mantener el orden. Tras la
lectura de las actas plenarias concluimos que en 1931 la crisis agraria y
el paro obrero fueron los problemas más importantes en la conciencia de
las clases más desfavorecidas. A su vez, los sectores propietarios, minori-
tarios, bien acomodados y, por lo general, de mentalidad conservadora,
pronto vieron que redistribuir la riqueza para mejorar las condiciones
de vida del grueso de la población, representaba una grave amenaza para
sus intereses.

[44]

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2. LAS ELECCIONES DE ABRIL DE 1931

Tras la Dictablanda del general Berenguer, en febrero de 1931 se for-


mó un segundo gobierno de transición presidido por el almirante Az-
nar, quien propuso celebrar elecciones municipales para el 12 abril. El
control de los ayuntamientos por las fuerzas dinásticas era fundamental
para ganar en las elecciones y volver a la situación que había antes de
1923: el régimen constitucional. Para ello, se nombraron gobernadores
afines para negociar las listas de acuerdo con los caciques locales y sumar
fuerzas frente a republicanos y socialistas.
Sin embargo, aunque las elecciones municipales se programaron para
el 12 de abril de 1931, en La Roda los nuevos concejales, monárquicos,
fueron proclamados con una semana de antelación, concretamente el 5
abril. Esta anomalía se debió a la aplicación en este municipio del polé-
mico artículo 29,15 con la consiguiente anulación de la candidatura repu-
blicana y, por tanto, de los comicios. El famoso 29 establecía no celebrar
elecciones allí donde el número de contendientes era igual al de puestos
a cubrir, quedando estos designados automáticamente. Esta realidad re-
fleja claramente la incidencia de viejas prácticas caciquiles en La Roda
aun tratándose de un núcleo de carácter urbano en virtud de su contexto
político-geográfico y aun existiendo sectores del mundo del socialismo y
del republicanismo movilizando a la población rodense en clave demo-
crática.

La Ley Electoral de 1907, diseñada por Antonio Maura para propiciar una revolu-
15

ción desde arriba, contenía dos artículos bastante negativos desde un punto de vista
democrático: uno, que pedía grandes exigencias económicas para ser votado; otro,
concretamente el artículo 29, establecía que, en los lugares con un único candidato,
ese pasaba a ser diputado inmediatamente, lo que provocaba una alta abstención, ya
que los caciques sólo presentaban un candidato.

[45]

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Efectivamente, el mismo día 5 de abril se había celebrado en el Teatro
Cervantes un mitin organizado por el Círculo Republicano Local. En el
acto participaron, entre otros, el joven abogado José Raga o Emilio To-
rrano, en representación de Juventud Republicana. Las intervenciones
más esperadas vinieron a cargo de Arturo Cortés Ortiz, político clave
en la articulación del republicanismo en Albacete y de Esteban Mirasol
Ruíz, candidato diputado a Cortes por el partido de Manuel Azaña. El
Agricultor Manchego, que apoyaba la candidatura dinástica, destacó que
el Teatro se vio invadido de un numeroso público que ovacionó caluro-
samente a los oradores. Sin embargo, el periódico poco interés prestó al
resultado de la campaña electoral, ya que con la aplicación del artículo
29, no hubo votación. El 12 de abril, día designado para la realización
de las elecciones, El Agricultor Manchego publicaba una pequeña y casi
imperceptible referencia en la sección de Variedades que decía así:
Proclamación de todos los concejales por el artículo 29, por lo que ha
habido acuerdo en la distribución que corresponde a cada agrupación
política.16

A pesar de los esfuerzos de las organizaciones de izquierdas de la


localidad por acabar con las coacciones y el caciquismo tradicionales,
finalmente en La Roda solo se presentó la candidatura dinástica. Des-
conocemos hasta qué punto esta situación provocó altercados públicos
como en otras localidades. Lo que sí sabemos es que la aplicación del
artículo 29 generó protestas por parte de los candidatos republicanos. En
cualquier caso, según la noticia publicada por El Agricultor Manchego,
los concejales monárquicos, un total de 18, fueron los siguientes: Abel
Amar Pardo, Amós Gil Pedraza, Juan Cayo Cebrián Romero, Eloy Ló-
pez Moreno, Juan Miguel Tébar Piqueras, Enrique Escobar Hore, José
Joaquín García Martínez, Ricardo Atienza Carrasco, Antón Moratalla
Santón, Francisco Diego Berruga Cebrián, Antonio Carrasco Martínez,
Herminio Picazo Oñate, Luis Redondo Sotoca, Andrés Martínez Sáiz,
José Escobar Muñoz, Antonio Martínez Martínez, Pedro Ortega Ortega
y Wenceslao Cebrián Ballesteros.

16
Firmado por S.T.R. (12 de abril 1931). Variedades. El Agricultor Manchego. N.º 289.

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Si procedemos a comparar estos nombres con los políticos de la dic-
tadura de Primo de Rivera, vemos que básicamente permanecieron los
mismos, a excepción de las nuevas generaciones, más o menos conserva-
doras, a veces emparentadas entre sí, que se fueron incorporando a filas.
Muchas de estas personas revelaban un origen latifundista íntimamente
relacionado a su vez con el mundo de los negocios y la industria locales.
Los que no procedían de las grandes familias terratenientes, en su ma-
yoría, también eran pequeño propietarios y gerentes, según los casos, de
destacadas industrias del municipio.
Mención especial nos merece la aparición en este listado de Abel
Amar Pardo. Este concejal, incluido en el grupo de los monárquicos, evo-
lucionó desde posturas dinásticas hacia un republicanismo moderado,
afiliándose a Unión Republicana. Agricultor de La Roda, también dedi-
cado a la abogacía, encarnó a la perfección el fenómeno de transfuguis-
mo estudiado por Manuel Requena y del que hablaremos en el siguiente
capítulo. Abel Amar se convirtió en una de las víctimas inocentes más
notorias de la arbitraria represión franquista. Ser alcalde del municipio
durante los primeros meses de guerra le costó la vida. Simplemente, no
se tuvieron en cuenta ni sus orígenes monárquicos ni su evolución hacia
un republicanismo de centro y, lo que es más importante, que ni ordenó
ni mucho menos intervino en ningún asesinato.17
Con respecto a las elecciones del 12 de abril, estas tuvieron en el país
una altísima participación, aproximadamente del 67%. El 51% de los
concejales fueron monárquicos y el 48,5% antimonárquicos. En casi to-
das las capitales de provincia y en las ciudades más importantes ganó la
opción republicana. Los dinásticos, por su parte, triunfaron en las zonas
rurales incluido, como veíamos, el pueblo de La Roda. El caso es que más
allá de estas excepciones, en el resto del país los resultados se leyeron de

Abel Amar Pardo fue fusilado por orden de la Comandancia militar franquista el 11
17

de noviembre de 1939. Otros concejales que fueron nombrados por el artículo 29,
también fueron ejecutados durante la Guerra Civil: Andrés Martínez Sáiz y Hermi-
nio Picazo Oñate fueron fusilados en agosto de 1936 en la saca de Quintanar de la
Orden; Francisco Diego Berruga Cebrián fue condenado a muerte por el Tribunal
Popular de Albacete (TPA) junto al secretario Manuel Ávila Palacios, siendo ambos
ejecutados en octubre de 1936.

[47]

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inmediato como una derrota de la monarquía. El descrédito que esta
venía sufriendo había quedado ratificado en las urnas, sobre todo tras
haber perdido en las ciudades y grandes núcleos de población. Las vaci-
laciones iniciales sobre el significado del resultado electoral se diluyeron
cuando el monarca huyó del país y las masas proclamaron la República.
Tal y como dijera Manuel Requena (1991, p. 113), para contribuir a la
consolidación del nuevo régimen, en la provincia de Albacete se nombró
un Comité que asumió provisionalmente el control y elaboró “un mani-
fiesto dirigido a la población donde se pidió colaboración para asegurar
el tránsito hacia la República. Con ello se reconocía públicamente el pro-
tagonismo del pueblo y su papel en el mantenimiento del orden”. Era la
primera vez en la historia de la España contemporánea que se producía
un cambio de régimen de manera pacífica, sin la intervención del Ejér-
cito.
De manera inmediata en La Roda, el gobernador civil se adelantó a la
toma de posesión de los concejales monárquicos resultantes de la aplica-
ción del artículo 29, y requirió telegráficamente al Comité republicano-
socialista su presencia en el Consistorio, nombrándose una Comisión
Gestora para regirlo provisionalmente hasta la celebración de nuevas
elecciones municipales. El 16 de abril de 1931 se redactaba la siguiente
Acta de Constitución del nuevo Ayuntamiento o Comisión del Partido
Republicano de la Villa:

[…] Se personan en esta Casa Consistorial los Señores D. Juan López


Carrasco y los Señores del Comité del mismo, Vicente Arenas Ortega,
Deusdedio del Campo Martínez, Agustín Ruiz Martínez, Lino Ramírez
Belmonte, Antonio Montero Montero, Gonzalo Perona Giménez, Anto-
nio Gomez Irimia, Juan Carretero Lillo y José Fraile Moreno, escribien-
do un acuerdo tomado por dicha Comisión que dice así:
Urgente= Gobernador Civil interino a presidente Comité Socialista-Repu-
blicano= No pudiendo constituirse este Ayuntamiento por tener noticias de
que hay protestas por la elección, en su defecto han de nombrar un indivi-
duo del Comité Republicano-Socialista por cada distrito electoral que haga
las veces de Ayuntamiento hasta que se resuelvan las protestas.

[48]

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Acta del pleno 16-4-31 del Ayuntamiento de La Roda

Según consta en el acuerdo de dicha Comisión decidieron reducir a


tres, las personas que se harían cargo del Ayuntamiento hasta que se re-
solviesen dichas protestas, ya que en este sentido se ordena en el telegrama
al que desde luego dicho Comité presta obediencia por estimar su carácter
oficial siendo designados al efecto: Deusdedio del Campo Martínez, Vi-
cente Arenas Ortega y Agustín Ruiz Martínez. El antiguo alcalde, Enri-
que Escobar Hore, entregó las insignias del cargo. Tomaron posesión los
tres y según dice el acta textualmente:
[…] se hacen cargo de la Administración y dirección de esta Villa. Se
proclama un VIVA LA REPÚBLICA, que es contestado por el público
que asiste al acto.

[49]

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En cuanto al origen socioeconómico de los nuevos concejales, po-
demos observar un cambio importante con respecto a los políticos tra-
dicionales. Ya no estamos hablando de grandes propietarios latifundis-
tas, pues en general respondían al perfil del profesional liberal, como
Deusdedio del Campo, procurador, o Vicente Arenas Ortega, médico;
junto a algún industrial como José Fraile Moreno; Antonio Montero
Montero fue relojero; otros provenían directamente del mundo obrero,
como Antonio Gómez Irimia, apodado el mecánico. Estos republicanos
de izquierdas y socialistas, junto a los nuevos políticos que fueron apare-
ciendo, son los que se hicieron con el control del pueblo de La Roda tras
la insurrección militar. Algunos de ellos como Deusdedio del Campo
Martínez o Antonio Gómez Irimia orquestaron una feroz persecución
contra los sublevados y sus seguidores, siendo posteriormente someti-
dos a consejos de guerra.18
Tras la proclamación de la República y la creación de la Comisión
Gestora, se fijó la fecha del 31 de mayo para la celebración de nuevas
elecciones municipales en aquellos municipios (un total de 36 en la pro-
vincia de Albacete, entre ellos La Roda), donde se aplicó el artículo 29
y, por tanto, no había habido votación.  Durante este breve periodo de
tiempo se desarrollaron multitud de actos de consolidación del nuevo
régimen, mítines y campañas electorales, a la vez que un intensísimo tra-
siego de políticos monárquicos hacia los nuevos partidos republicanos.
Algunas de las medidas de carácter simbólico y propagandístico que
tomó el Ayuntamiento de La Roda para significar el advenimiento de la
República fueron la compra de dos banderas republicanas, una para el
Ayuntamiento y otra para la casa cuartel de la Guardia Civil. También se
acordó el cambio de algunos nombres de calles y plazas de la localidad.
El Paseo del Directorio Militar fue cambiado por el de Paseo de Galán
y García Hernández, en conmemoración de los capitanes Fermín Galán
Rodríguez y Ángel García Hernández. El Parque de Colón pasó a lla-

18
Deusdedio del Campo Martínez y José Fraile Moreno, fusilados; Juan Carretero Lillo,
condenado a 20 años de reclusión, falleció en mayo de 1941 en la prisión del Puerto
de Santa María; Antonio Gómez Irimia, alcalde desde marzo de 1937 hasta casi el
final de la guerra, huyó en el Stanbrook desde Alicante rumbo a Argelia.

[50]

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marse Parque de la Libertad y la Plaza Primo de Rivera, la actual Plaza
Mayor, se llamó Plaza de la República.19

Plaza Mayor de La Roda (CECLM- UCLM)

Durante este momento de transición también se iniciaron las gestio-


nes para la construcción del ferrocarril que comunicase a La Roda con
Tarazona de Aragón. Así mismo, se decidió instalar una fuente pública
en la Miliaria para que el pueblo se surta de agua gratuitamente. En suce-
sivos capítulos analizaremos con más detalle el programa de obras pú-
blicas que se emprendió, con motivo de la crisis obrera y agraria, dando
respuesta con ello al alto desempleo.
Como decíamos anteriormente, a raíz de las elecciones municipales
parciales, se celebraron en la localidad multitud de mítines, tanto en las
sedes de los respectivos partidos, como en el propio Teatro Cervantes, el
coliseo de La Roda, que cedía sus instalaciones para estas ocasiones. Fue-

El actual Paseo de la Estación pasó a denominarse así en honor a estos célebres mi-
19

litares que dieron un fallido golpe de Estado en contra de la dictadura de Primo de


Rivera, siendo juzgados y fusilados en Huesca en diciembre de 1930. Instaurada la
II República se tomaron medidas como esta para ensalzar la figura de ambos. Con el
fin de la guerra, el Paseo de la Estación fue renombrado como Avenida de Franco y el
Parque de la Libertad como Parque de Jose Antonio.

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ron frecuentes los mítines del Círculo Republicano, de Juventud Repu-
blicana y del PSOE.20 Por su parte, el Partido Liberal Demócrata protestó
al prohibirle el gobernador civil un acto de propaganda debido a la exis-
tencia en sus filas de una minoría turbulenta. Disponemos de numerosos
datos que demuestran que, desde el mismo día de proclamación de la
República, las tradicionales elites locales, de impronta monárquica, co-
menzaron a mostrarse en contra del régimen republicano. Aunque hubo
un importante trasvase de muchos de ellos hacia partidos republicanos
de derechas, en términos generales nunca acabaron de aceptar el nuevo
orden de cosas. Por otra parte, que las nuevas autoridades republicanas
prohibieran al Partido Liberal Demócrata realizar actividades de propa-
ganda evidentemente tampoco era una medida de justa democracia para
todas las opciones políticas.
En medio de la campaña electoral, El Agricultor Manchego, a pesar de
su sesgo conservador, publicaba varios artículos escritos por republica-
nos de izquierdas en los que ensalzaban las virtudes de la joven Repúbli-
ca. Pero también encontramos en este periódico otro tipo de contenidos,
como las reflexiones de uno de los fundadores del PSOE y UGT locales,
el maestro Arturo Silva Castro. En un artículo que escribió para este pe-
riódico local ponía de relieve los problemas con los que se hubo de en-
frentar el nuevo régimen desde el principio:
Muchas personas identificadas con el antiguo régimen se dedican a sem-
brar la alarma entre las pacíficas gentes de nuestro suelo. Unas veces di-
cen: que viene la guerra civil; otras, que el comunismo se va a enseñorear
de España; y otras, que va a volver don Alfonso.21

Para las elecciones del 31 de mayo, por la conjunción republicano-


socialista se presentaron finalmente los siguientes candidatos: Eloy Ca-
lero Millán, Ramón Ferrer Garrido, Basilio Donate Jareño, Miguel Ser-
vet Díaz Basauri, Vicente Arenas Ortega, Ramón Llistó Calvo, Antonio
Romero Ginel y Juan Martínez Monteagudo (candidatos republicanos)

20
Para ampliar, consúltese las publicaciones de abril y mayo de 1931 en El Agricultor
Manchego.
21
Firmado por A. Silva (26 de abril 1931). El derrotismo y sus consecuencias. El Agri-
cultor Manchego. N.º 291.

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y Florindo Celaya Aranda, Francisco Escudero Díaz, Timoteo Maestro
Zalve y Francisco Moreno Castillo (candidatos socialistas). Por otro
lado, como reformistas fueron: Francisco Diego Berruga, Antonio Ca-
rrasco Martínez, Andrés Martínez Sáiz, Antonio Martínez Martínez,
Eloy López Moreno, Ricardo Atienza Carrasco, Wenceslao Cebrián Ba-
llesteros, Juan García Arenas, Job Escobar Montoya, Juan Cayo Cebrián,
Juan Salvador Martínez y Gabriel Molina Puertas.22 A la hora de compa-
rar estos últimos candidatos con los monárquicos que se presentaron el
12 de abril, vemos cómo la gran mayoría eran los mismos, aunque ahora
revestidos bajo las siglas republicanas. En poco tiempo cambiaron su im-
pronta monárquica por la republicana. Algunos de ellos integraron esa
minoría turbulenta a la que nos referíamos con anterioridad. Finalmente
optaron por retirar su candidatura.
A pesar de la ausencia del grupo liberal-demócrata, los comicios,
como se propuso, igualmente se celebraron el 31 de mayo. Tras el escru-
tinio la victoria fue para Acción Republicana con 12 concejales, situán-
dose por detrás el PSOE con 6. Es decir, un total de 18 concejales para
la conjunción republicano-socialista. Dicha victoria estuvo relacionada
con el alto grado de abstencionismo, ya que, de un total de 1999 electores
según el censo electoral, tan sólo votaron 698 personas.23 Podría parecer
que se volvió al sistema anterior de elección de los representantes debido
a que sólo se presentó la candidatura republicana. Sin embargo, el grupo
liberal-demócrata no se presentó a la contienda de manera voluntaria y
no por coacciones caciquiles o por imposición legal, como venía suce-
diendo.
Así las cosas, el 5 de junio de 1931 se procedió a la Constitución del
nuevo y definitivo Ayuntamiento, donde tomaron posesión los 18 con-
cejales elegidos el 31 de mayo sin protesta ni reclamación. La mayoría
de ellos ya pertenecía al partido de Manuel Azaña, Acción Republicana.
Entre ellos, el que fuese elegido alcalde, Miguel Servet Díaz Basauri, y los
siguientes concejales: Eloy Calero Millán, Ramón Ferrer Garrido, Basi-

22
El listado de todos los candidatos fue publicado en El Agricultor Manchego, (24 de
mayo de 1931). N.º 295.
23
El Defensor de Albacete (3 de junio de 1931). Volumen 34. N.º 8910.

[53]

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lio Donate Jareño, Vicente Arenas Ortega, Ramón Llistó Calvo, Antonio
Romero Giner, Juan Martínez Monteagudo, José Cerdán Pérez, Antonio
Díez Belda, Lucio Arribas Lozano y Ramiro Huerta Fernández. Y por
la agrupación socialista, el resto: Francisco Escudero Díaz, Francisco
Moreno Castillo, Timoteo Maestro Zalve, Antonio Montero Montero,
Florindo Celaya Aranda y Florentino del Barco Picazo. Finalmente, los
miembros de la Comisión gestora saliente, habiendo cumplido su fun-
ción, les dieron la bienvenida, deseándoles “acierto para defender la Re-
pública y la administración municipal”.

Acta del pleno 5-6-31 del Ayuntamiento de La Roda

[54]

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Para finalizar con este capítulo, realizaremos un pequeño esbozo
biográfico sobre el alcalde electo, Miguel Servet Díaz Basauri. Nacido
en 1888 en La Roda, fue un destacado industrial del sector vitivinícola
rodense y miembro colaborador del periódico local La Patria Chica en
sus primeros momentos. Su nombre inicial Miguel Servet se debía a un
añadido posterior en honor al científico español célebre por ser pionero
en la investigación de la circulación pulmonar. Se rumoreaba que Díaz
Basauri perteneció al mundo de la masonería, aunque debemos recono-
cer que no hemos podido contrastar esta información.
Republicano convencido, contribuyó a la introducción del republi-
canismo en La Roda desde Acción Republicana, el partido de Azaña,
siendo su presidente en La Roda. En septiembre de 1931 abandonó la
alcaldía, apareciendo poco después como presidente del Partido Radical,
previa evolución hacia esta opción política más moderada. Con este par-
tido fue concejal en el Consistorio conservador que se configuró en La
Roda en mayo de 1934. Posteriormente experimentó otro viraje político
hacia sus orígenes ya que, tras la victoria del Frente Popular en febrero de
1936, figuró nuevamente como concejal azañista, esta vez con Izquierda
Republicana. El 10 de agosto de 1936, tras la reorganización del Ayun-
tamiento con motivo de la insurrección militar, ostentó otra conceja-
lía hasta definitivamente desaparecer de la escena política en marzo de
1937.
Por haber sido republicano y concejal durante los primeros meses
de la guerra (aunque persona de orden como dirían los sublevados), fue
detenido y arrestado en su domicilio del Paseo de la Estación n.º 8. En
diciembre de 1939 ingresó en la cárcel del partido y, sometido a consejo
de guerra, fue acusado del delito de excitación a la rebelión y condenado
a 10 años de prisión menor, siendo trasladado a la prisión de San Vicente
(Alicante). En abril de 1941 fue puesto en libertad condicional, siempre
que fijase su residencia a una distancia mayor de 250 km de la localidad
“por considerar su estancia en esta, peligrosa, dados sus antecedentes
francamente marxistas”.24

Información extraída del procedimiento sumarísimo de urgencia n.º 5988 instruido


24

contra Miguel Servet Díaz Basauri, Antonio Montero Montero y Timoteo Maestro
Zalve y del expediente personal de FET y de las JONS de La Roda relativo a Miguel
Servet Díaz Basauri.

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Miguel Servet Díaz Basauri ubicó el destino de su destierro en Ma-
drid, donde falleció a los pocos meses debido a una bronquitis crónica
que padecía a causa del tabaquismo. Sus restos descansan en el Cemente-
rio Civil de Madrid. Tres mujeres de la familia Díaz Basauri permanecen
enterradas en el Cementerio Civil de La Roda, junto a las fosas comunes
de los fusilados después de la guerra.

Miguel Servet Díaz Basauri (por cortesía de Gabriel Alarcón López)

[56]

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3. PARTIDOS Y AGRUPACIONES POLÍTICAS DURANTE LOS
PRIMEROS AÑOS DE LA REPÚBLICA

Es interesante ver cómo tras la proclamación de la II República asis-


timos a un proceso de adaptación de las viejas elites de la Restauración
hacia los nuevos partidos republicanos. Manuel Requena ha estudiado
en profundidad este fenómeno de transfuguismo de los políticos tradi-
cionales para acomodarse al nuevo régimen. Aparte del caso de Abel
Amar Pardo, los casos más llamativos fueron los representados por los
grandes caciques como los Jiménez de Córdoba, o por algunos políti-
cos antirrepublicanos de La Roda como Job Escobar Montoya. Por otra
parte, las nuevas elites republicanas de izquierdas y socialistas, aunque
máximas defensoras del nuevo sistema, habían sido legitimadas por un
pueblo analfabeto que, en general, como dijera en su día Miguel de Una-
muno, votaron por la República, pero ni sabían lo que esta era.
El poder de las fuerzas antirrepublicanas había sido erosionado, pero
no había desaparecido en absoluto. En las ciudades, pero sobre todo en
algunos pueblos de la provincia, como La Roda, aunque siguieron fun-
cionando los viejos métodos caciquiles, poco a poco se abrió paso en los
políticos de derechas no republicanos, la organización de los partidos
de masas y de campañas electorales para atraerse a la opinión católica,
dominante en amplias zonas de la meseta castellana. Destacados caci-
ques como los Jiménez de Córdoba se refugiaron en el Partido Radi-
cal, mientras que el rodense Job Escobar Montoya lo hacía en el Partido
Republicano Liberal Demócrata (más conocido como Partido Liberal
Demócrata). Otros encabezaron la representación de los intereses agra-
rios, a menudo en relación con Acción Nacional, y su heredera, la Con-
federación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Según Moreno
Luzón (1993, pp. 52-59), este fue el caso de Pedro Acacio, propietario

[57]

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muy influyente en La Roda y comarca; o de los rodenses  Enrique Es-
cobar Hore y Aurelio Giménez Izquierdo, que fueron respectivamente
en 1932, presidente y vicepresidente de la Unión Agraria Provincial,25
surgida para oponerse duramente a la reforma agraria. Tras una intensa
campaña propagandística, también abría sus puertas Juventud Católica
en La Roda, cuya sede fue inaugurada en septiembre de 1933. Con el
resurgir del asociacionismo católico se crearon así mismo la Asociación
Católica rodense de Padres de Familia y el sindicato Sociedad de Labra-
dores de Santa Marta.
Los demás partidos antirrepublicanos de derechas como Falange Es-
pañola o Renovación Española surgieron a partir de 1933 y, de momen-
to, tuvieron escaso arraigo. El número de afiliados de FE aumentó sig-
nificativamente durante la primavera de 1936. Sus agrupaciones fueron
juveniles y destacaron por su radicalización y constantes provocaciones
callejeras. En La Roda, como veremos, prácticamente todos sus miem-
bros organizaron y participaron en la rebelión militar del 18 julio.
La mayoría de los antiguos monárquicos pasaron a integrarse bajo
la órbita del Partido Liberal Demócrata. En La Roda, el presidente de
este partido en diciembre de 1931 era Job Escobar Montoya, estando su
sede ubicada en el Paseo de Ramón y Cajal, nº14. Su punto de encuen-
tro había sido el Café Sociedad Gran Peña, pero en abril de 1932 cam-
bió su nombre por el de Café Sociedad del Círculo Republicano Liberal
Demócrata,26 también en Ramón y Cajal. La composición profesional
del partido estuvo formada por comerciantes, industriales y profesiona-
les liberales, es decir, clases medias acomodadas, con escasa presencia
de obreros o empleados.  Así, tenemos a Job Escobar Montoya, Wences-
lao Cebrián Ballesteros o Joaquín Salvador Cebrián. Su tesorero, Julián

25
El resto de los cargos se repartió de la siguiente manera: Julián Viñas Sevilla, tesore-
ro; Federico Giménez Perona, secretario-contador; Vocales: Manuel García Sánchez,
Alberto López Moreno, Aurelio Collado Ballesteros y Juan Miguel Tévar Piqueras (El
Defensor de Albacete, 19 de marzo de 1932).
26
Un grupo de disidentes del casino de La Amistad fundó en abril de 1926 el casino
la Gran Peña. Su primer presidente fue Enrique Abad y después lo sería Eloy Calero
Millán, ambos industriales rodenses. Para ampliar información, consúltese el trabajo
del historiador rodense Sánchez Picazo (1984).

[58]

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Viñas Sevilla, como hemos visto, también ocupó el mismo cargo en la
Unión Agraria de La Roda. Algunos miembros de este nuevo partido
interpusieron una denuncia en abril de 1932 porque estando un grupo
de derechas dando un mitin en Teatro Cervantes, irrumpieron elementos
de la Casa del Pueblo, entablándose en el local una lucha a palos y bofeta-
das.27 Esta realidad pone de manifiesto no sólo el aumento de la propa-
ganda y proselitismo políticos en la localidad, sino también el ambiente
de crispación, que fue una constante durante todo el período. A pesar
de la aparición de multitud de agrupaciones políticas, el enfrentamiento
durante estos primeros meses estuvo representado, como vemos, por los
extremos: por un lado, por los fundadores del Partido Liberal Demó-
crata (antiguos monárquicos), y por otro, por miembros del sindicato
socialista.
El caso del partido de Alejandro Lerroux, el Radical, fue paradig-
mático ya que experimentó una evolución progresiva desde posiciones
de la izquierda moderada hacia el centro, para finalmente situarse más
cerca de la derecha, sobre todo a partir de su alianza con la CEDA en
noviembre de 1933. Este partido se constituyó en La Roda por algunos
personajes procedentes de la izquierda moderada, como su presidente,
Miguel Servet Díaz Basauri que, no obstante, había sido alcalde azañista.
El partido, creado en abril de 1932,28 completó su organización con agru-
paciones juveniles, la prensa y los casinos radicales. En enero de 1933, la
Asamblea de las Juventudes Radicales inauguraron su sede en La Roda.
Su presidente, Emilio Torrano, representó a la organización en la Junta
Provincial. Según Manuel Requena (1991, p. 155), “el número de repu-
blicanos radicales fue reducido y nada se hubiese logrado sin el acceso
mayoritario de algunos dinásticos” como los Jiménez de Córdoba. En
estos cambios es evidente que tuvieron más importancia las relaciones
personales que las diferencias ideológicas.

27
Sobre la composición de la Junta directiva del Círculo Liberal Demócrata consúltese
el Defensor de Albacete (13 de enero de 1932), Volumen 35, y/o El Agricultor Man-
chego (10 de enero de 1932), Nº328. Acerca de los altercados que se produjeron en el
Teatro Cervantes, la información ha sido extraída de varios expedientes personales
de los consejos de guerra franquistas.
28
Sección Notas políticas en El Agricultor Manchego, (24 de abril de 1932). N.º 343.

[59]

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A comienzos del 1931 casi todas las fuerzas políticas republicanas de
izquierdas estaban agrupadas en torno a los Círculos republicanos y a la
plataforma de Alianza Republicana. En La Roda, los presidentes del Cír-
culo Republicano local fueron Juan López Carrasco y Miguel Servet Díaz
Basauri,29 o el profesor Ramón Llistó Calvo en 1932. Solían reunirse en el
Café Sociedad, que estuvo ubicado en el Paseo de Ramón y Cajal nº6.30
En junio de 1931 quedó inaugurada también la residencia de la Juventud
Republicana en Ramón y Cajal nº26. Algunos de sus miembros fueron
Lara García, Deusdedio del Campo Martínez, Eloy Calero Millán, Lucas
Piñero, Erans Moragón, etc. Según El Agricultor Manchego, el día de su
inauguración actuó la brillante y republicanísima orquesta Los Bolivios.
En vísperas de la proclamación de la República, Alianza Republicana
se diluyó en diferentes agrupaciones políticas, como Acción Republica-
na, el nuevo partido fundado por Manuel Azaña. Por ejemplo, la mayo-
ría de los concejales de la nueva Corporación que se constituyó el 5 de
junio de 1931 fueron de Acción Republicana. En noviembre de 1930 su
presidente era Miguel Servet Díaz Basauri; su secretario, Deusdedio del
Campo Martínez; el tesorero Eloy Calero Millán y el contador, Ramón
Llistó Calvo.
Con respecto al PSOE en Albacete, Manuel Requena (1991, p. 169)
apunta que “el régimen de libertades instaurado después de proclamarse
la República, la presencia de tres ministros socialistas en el Gobierno y
de un partido con una sólida estructura organizativa, posibilitó un in-
cremento espectacular del mismo durante el primer bienio“. Además,
también se benefició de la debilidad de los partidos a su izquierda que
no pasaron de ser grupos aislados, como el PCE. La oposición por la
izquierda a los socialistas no les vino por el lado político, sino por el sin-

29
Altas y Bajas Industriales, Sección Hacienda, 1926-36. (AHPA- CAJA 11000). Debe
haber algún error en el registro de los nombres ya que coinciden ambos (Díaz Basau-
ri y Juan López Carrasco) para la fecha de abril de 1931 como presidentes del Círculo
Republicano.
30
Según el libro de actas de la Comisión Permanente Municipal, en marzo de 1931,
Deusdedio del Campo Martínez, en representación del Círculo Republicano de la
villa, solicitó la instalación de un grifo de agua para el local, situado en Ramón y
Cajal nº6. Sin embargo, según el registro de altas de Industrias (AHPA- Caja 11000)
aparece la dirección Ramón y Cajal n.º 2.

[60]

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dical, a través de la poderosa organización obrera, la Confederación Na-
cional del Trabajo (CNT), que hacía de la revolución social la meta del
sindicalismo, aunque de escasa implantación en la provincia de Albacete
antes de la Guerra Civil.
El presidente del PSOE de La Roda en 1931 era el maestro Arturo
Silva Castro31, miembro destacado del socialismo rodense junto a otros
líderes como Antonio Gómez Irimia o Deusdedio del Campo Martínez,
que fueron respectivamente presidente y vicepresidente del PSOE local
en enero de 1933. Según las fuentes consultadas, esta agrupación ingre-
só en el partido el 1 de noviembre de 1931.  En uno de los documentos
consultados se dice que el PSOE de La Roda contaba con un total de 48
afiliados a la altura de 1938.32 La agrupación evidentemente no estuvo
compuesta por grandes propietarios e industriales, sino por gentes más
humildes procedentes del mundo obrero. Excepto algunos personajes
como Deusdedio del Campo Martínez, un profesional liberal procura-
dor en tribunales, la mayoría de sus miembros fueron albañiles, jornale-
ros, agricultores, mecánicos, silleros, etc.
La Unión General de Trabajadores, fundada en La Roda por Arturo
Silva Castro,33 desde principios de 1930 ya gozaba de un significativo
arraigo sobre todo a través de la Casa del Pueblo (situada en el antiguo
Salón Novedades). Sus organizaciones más destacadas fueron La Socie-
dad de Profesiones y Oficios Varios34 y el Sindicato de Albañiles El Tra-
bajo. Muchos ugetistas rodenses, campesinos en tierras de latifundio y
habida cuenta de la reforma agraria, acabaron ingresando en la Federa-

31
Sección Locales en El Agricultor Manchego, (21 de junio de 1931). N.º 299.
32
Archivo de la Comisión Ejecutiva del PSOE 1931-1940. Relaciones de Agrupaciones
Socialistas pertenecientes al PSOE en la provincia de Albacete, 1938. Signatura AH-
12-1.
33
El Acta del Consejo Local de Primera Enseñanza de La Roda del 27 de mayo de 1933,
atribuye la fundación de la Unión General de Trabajadores en La Roda a Arturo Silva
Castro. También El Agricultor Manchego (10 de abril de 1931). Sin embargo, en los
algunos expedientes de los consejos de guerra franquistas, se atribuye la fundación
de UGT y también del PSOE, a Deusdedio del Campo Martínez y a Antonio Gómez
Irimia.
34
El Agricultor Manchego publicó el 10 de abril de 1931 un artículo sobre la creación de
la Sociedad de Profesiones y Oficios Varios, dependiente de UGT. Después se formó
la Junta Directiva que fue presidida por Ramón Toboso Chacón.

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ción Nacional de los Trabajadores de la Tierra (FNTT), que en La Roda
se denominó Sociedad de Obreros Labradores El Campo. En vísperas de
la guerra civil, dada la ausencia del sindicato anarquista, UGT La Roda
fue la organización que con mayor insistencia defendió los derechos de
los trabajadores y, sobre todo, la aplicación urgente de la reforma agraria.
El socialismo rodense también dispuso de un grupo juvenil, las Juven-
tudes Socialistas, su sector más radical, cuyo presidente fue Guillermo
Talavera Sáez.

Antiguo Salón Novedades (por cortesía de Gaspar López Tébar)

En La Roda no hay constancia de la existencia del PCE o del sindi-


cato anarquista CNT antes de la guerra, creándose el primero en agosto
de 1936 y el segundo, al mes siguiente. Como veremos más adelante,
habiendo permanecido la provincia de Albacete durante todo el con-
flicto en manos republicanas (excepto durante la primera semana del
alzamiento), la CNT estuvo compuesta mayoritariamente por personas
de derechas que buscaron en este sindicato, refugio y protección fren-
te a posibles persecuciones. Por lo que respecta al PCE, su importancia
creció durante la guerra aumentando su número de afiliados y seguido-
res, muchas veces gracias a la llegada de miembros desencantados con el
PSOE y, sobre todo, debido que la única ayuda significativa y para nada
gratuita que la República recibió del extranjero, fue de la URSS.

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4. EL AYUNTAMIENTO HASTA 1933: AMBIENTE POLÍTICO

Que se hubiera proclamado un régimen republicano no significaba


que la cultura democrática hubiera calado en la población española de
la noche a la mañana. La democracia es una actitud que se adquiere con
el tiempo y con la práctica y, como dijera Manuel Requena (1991, p.
25), “precisamente, muchos españoles y albacetenses no estaban muy
experimentados con ella a comienzos de 1931”. A consecuencia de ello
encontramos que en los años 30 se vivió un difícil y lento proceso ha-
cia la democracia en nuestro país. Nos adentramos a partir de ahora en
un complejo periodo de la política local donde, aparte de los enfrenta-
mientos entre las diferentes opciones políticas, también aparecieron los
primeros conflictos en el mismo seno del equipo de gobierno. Si bien los
grandes temas de interés a lo largo de las actas de plenos fueron la crisis
obrera y agraria o la necesidad de construir más locales para escuelas, a
continuación, nos centraremos en primer lugar en el análisis de los he-
chos más relacionados con el devenir político.
Antes de la configuración definitiva del Consistorio municipal, una
de las primeras medidas que se adoptaron fue la apertura de una investi-
gación de las cuentas del periodo de la dictadura. Parece ser que el anti-
guo recaudador y administrador de arbitrios, derechos y tasas, Bernardo
Cebrián Berruga, había cometido irregularidades a lo largo de 1923, con
la retención de documentos y de dinero del erario municipal. Aunque
el recaudador presentó los estados de cuentas que le fueron requeridos,
siguió faltando documentación como talones y libros para comprobar
los estados que presentó. Se llegó a pedir incluso que los hijos políticos
del depositario de fondos, al tener suficiente solvencia económica, res-
pondiesen ante la gestión de su padre. Finalmente, en agosto de 1931 se
acordó el nombramiento de un delegado del Gobierno Civil Provincial

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para que inspeccionase la administración municipal y política durante
las diferentes etapas dictatoriales hasta abril de 1931, a la vez que se nom-
bró un nuevo administrador de arbitrios: José Fraile Moreno, que más
adelante también cometerá irregularidades en el manejo de las cuentas.
Por otra parte, en agosto se procedió al nombramiento del Jefe de
Policía y Abastos: Restituto Gaitano García, por sus importantes méritos
en defensa de la causa republicana. Igualmente, los ediles municipales
llegaron a un acuerdo por:
[…] la vigilancia e inspección de fondas y casas de huéspedes y posadas
para impedir la entrada de elementos extraños encargados de perturbar
la tranquilidad que reina en la actualidad entre los elementos obreros de
la localidad, con propósito de realizar campañas antirrepublicanas, pues
se sabe […] que existe una intensa propaganda de reacción monárquica
que a toda costa se debe impedir llegado el caso en bien de la República
porque al hacerlo así es defender a España contra sus eternos enemigos.35

Desde su proclamación, la República, con su Constitución todavía in-


completa, estaba siendo constantemente atacada por carlistas y clérigos
sobre todo en el norte peninsular, y por anarquistas en el este y en el sur.
Sabemos que en La Roda se produjeron altercados provocados por algu-
nos ciudadanos, la mayor parte de ellos integrantes del Partido Liberal
Demócrata, reacios a aceptar el nuevo régimen. Aparte de la prohibición
de algún que otro acto de propaganda a este grupo, en mayo de 1931 la
Guardia Municipal imponía multas a determinados individuos por ma-
nifestarse con violencia en contra del nuevo régimen; entre ellos, Aniceto
Picazo, Juan Antonio Clemente Piqueras o Serafín González.36 Desde el
Consistorio local se tomaron estas y otras medidas, como la adquisición
de nuevo armamento y uniformes para los guardias por fundados temo-
res de alteración del orden público.
Una de las primeras leyes promulgadas por el Gabinete de Azaña, tras
convertirse en jefe del Gobierno el 16 de octubre, fue precisamente la Ley
para la Defensa de la República. Según el historiador Gabriel Jackson

35
LAPAR. Sesión 5-8-31.
36
El Agricultor Manchego, (31 de mayo de 1931). N.º 296.

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(1999, p. 65), esta ley estuvo “destinada a castigar la violencia en las di-
sensiones políticas, sociales y religiosas y la difamación contra el nuevo
régimen”. Muchos autores han querido destacar la impopularidad y se-
veridad de la misma, sobre todo a partir de los sucesos de Casas Viejas.
Posteriormente fue sustituida por la Ley de Orden Público. A través de
ella, la mano dura de la República se hizo sentir por los extremos, sobre
todo, contra monárquicos y anarquistas. 
Continuando con la marcha del Gobierno local, el 6 de septiembre
dimitió el primer alcalde republicano de La Roda, Miguel Servet Díaz
Basauri, transcurridos tan solo tres meses desde su nombramiento el 5
de junio. Debido a la dimisión, en la prensa local comenzaron a apare-
cer rumores sobre una posible crisis municipal.37 Las razones que aportó
Díaz Basauri fueron que no gozaba de la confianza de los señores conce-
jales. En una entrevista concedida a El Defensor de Albacete en septiem-
bre, con motivo de la elección de la Señorita de La Roda, se le preguntó
por su dimisión, alegando que esta era obligada pues con un Concejo
así toda actuación es imposible. Intuimos que, Díaz Basauri, aunque al
principio significado políticamente con Acción Republicana, en vistas
de los problemas que casi desde el principio de la proclamación de la
República aparecieron en el seno de la coalición republicano-socialista,
progresivamente fue experimentando una evolución política hacia un
republicanismo más conservador para finalmente acabar ingresando en
el partido de Lerroux.38
Así las cosas, el 10 de septiembre era nombrado el nuevo alcalde-pre-
sidente de la Corporación: Eloy Calero Millán. Eloy Calero había nacido
en La Roda en 1878. Industrial y bodeguero rodense, figuraba como se-
gundo entre los mayores contribuyentes en 1930. Políticamente también
se identificó con el partido de Azaña, Acción Republicana. En mayo de
1933 fue designado diputado provincial en sustitución de Teófilo Pra-
dos, representando al distrito de La Roda. Destacaremos las siguientes

El Agricultor Manchego, (26 de julio de 1931). N.º 301.


37

En abril de 1932, El Agricultor Manchego publicó la constitución del Comité Direc-


38

tivo del Partido Republicano Radical en casa de Díaz Basauri, que fue elegido presi-
dente, junto a Amós Gil Pedraza, como vicepresidente.

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palabras en el discurso que pronunció el día de su nombramiento como
alcalde de La Roda:
Es importante la cooperación del Ayuntamiento y del pueblo en general
por el afianzamiento del régimen republicano. El pueblo y el Ayunta-
miento de La Roda deben inspirarse siempre en el sentido más demo-
crático posible.

Podemos considerar estos datos como prueba indiscutible de que la


estabilidad y la cooperación, dentro del equipo de gobierno, no eran ob-
jetivos fáciles de conseguir. Eloy Calero dimitía en junio de 1932, es de-
cir, tan sólo 10 meses tras su nombramiento, siendo sustituido por Juan
Martínez Monteagudo.39
A pesar de la función básicamente administrativa del Consistorio,
las organizaciones republicanas, socialistas, y también radicales, no se
pudieron sustraer a una confrontación política cada vez más intensa. A
partir del otoño de 1931 comenzaron a surgir las primeras discrepancias,
que se volvieron más acuciantes a lo largo de 1932. Para explicar bre-
vemente las raíces de este fenómeno, nos remontaremos al éxito de las
candidaturas republicano-socialistas, que habían contribuido a la iden-
tificación del régimen con la mayoría inicial que lo había instaurado: los
republicanos. Esta afirmación se entendió como una legitimidad exclu-
yente más que como una llamada a la incorporación al nuevo régimen
de los grupos que no habían participado en su instauración. Aparte de
la exclusión de los desleales, es decir, de los monárquicos, las elecciones
generales del 28 de junio tampoco aseguraron la estabilidad del Gobier-
no. Azaña optó por prescindir de los radicales de Lerroux y quedarse
con los socialistas pues, en palabras de Santos Juliá (1999, pp. 80-82), “la
democracia no era sólo cuestión de burguesía y clase media sino de una
coalición en la que tuviera cabida el movimiento ascensional del prole-
tariado”. Esta fórmula entendía que la coalición con los socialistas estaría
exenta de problemas, que los radicales cumplirían con su papel opositor
y que las fuerzas no leales al régimen acabarían aceptándolo. Nada más
lejos de la realidad.

39
El anexo n.º 12 contiene un listado con todos los alcaldes-gestores del marco tempo-
ral que abarca esta investigación.

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Los propios socialistas siempre habían estado divididos en la cues-
tión de la participación en el Gobierno republicano. Aunque en La Roda
destacó la línea más moderada de Prieto, partidaria de la colaboración
con la República, también aquí hubo discrepancias con la política re-
publicana, sobre todo debido al protagonismo y a la fuerza que tuvo la
sindical socialista sobre el partido. El 16 enero de 1932, UGT, a través de
la Casa del Pueblo, presentó un escrito al alcalde pidiendo la dimisión
de los siguientes concejales de la minoría socialista: Francisco Escudero
Díaz, Florentino del Barco Picazo, Francisco Moreno Castillo y Timoteo
Maestro Zalve; todo ello en vista de la actitud caciquil y de desconsidera-
ción observada por un sector republicano dominante en el Ayuntamiento.
Sin embargo, el Ayuntamiento acordó por unanimidad no aceptar dicha
dimisión pues ha visto con sentimiento las manifestaciones del sector so-
cialista, y siendo su principal objeto velar por la pureza de esta administra-
ción municipal, vería con gran satisfacción que continuaran en sus pues-
tos. Finalmente, en la sesión del 28 de enero, los concejales socialistas
optaron por la no dimisión.
En junio del mismo año, el sindicato socialista volvía a enviar un es-
crito reivindicando mejoras locales de tipo social para que los intereses
del pueblo no estén vejados ni menospreciados como están en la actualidad.
Además, podemos observar diferentes quejas de los concejales socialis-
tas en los plenos criticando que no se llevaba a la práctica ninguno de los
acuerdos adoptados. En definitiva, se reiteraron las quejas de socialistas
contra la Corporación local, de mayoría republicana, por no cumplir la
legislación social y por albergar resquicios de caciquismo. En contrapar-
tida, se acusó a los socialistas de favorecer la insurrección social y de ser
un peligro para la República.
La redacción de una Constitución supuso uno de los puntos más con-
flictivos para el joven régimen, sobre todo en lo tocante a las relaciones
Iglesia-Estado y al reparto de la tierra. Los diputados debatieron y final-
mente forjaron la Carta de una República, según Gabriel Jackson (1999,
p. 60), “decididamente democrática, laica y potencialmente descentrali-
zada”. Las Cortes quedaron constituidas en un único Congreso de dipu-
tados, elegidos para cuatro años por sufragio universal, incluido el voto
femenino por primera vez en la historia de España. Niceto Alcalá Zamo-

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ra fue elegido Presidente de República por un mandato de seis años, el
cual a su vez confirmó en la jefatura del Gobierno a Manuel Azaña.
En La Roda, el 10 de diciembre de 1931, a propuesta del concejal An-
tonio Díez Belda, se acordó por unanimidad rendir el más ferviente ho-
menaje de admiración al Excmo. Sr. D. Niceto Alcalá Zamora con motivo
de haber sido investido con la más alta jerarquía de la República espa-
ñola. Para conmemorar esta fecha, se estableció como Fiesta Nacional
el día 11 de diciembre, cumpliendo así con el Decreto de la Presidencia
del Gobierno de la República.40 En La Roda se festejó este día con un
concierto de la Banda de música local a las 11 horas de la mañana en
una de las principales vías de la localidad,41 procediéndose por la tarde
a la secularización del Cementerio con la asistencia del Ayuntamiento,
haciéndose por la alcaldía un llamamiento al vecindario para que se-
cundara esta decisión y presenciara los actos a realizar. En julio de 1932
el Agricultor Manchego publicaba un Bando oficial sobre la seculariza-
ción del Cementerio local.42
En la mayoría de los pueblos, los cementerios pasaron a depender
del Estado, con el alcalde presidiendo la ceremonia pública del cambio
y con la banda municipal tocando La Marsellesa. En La Roda, como en
muchos otros lugares, había pequeñas porciones de terreno valladas o
tapiadas, reservadas para los pocos ciudadanos que habían preferido un

40
La Gaceta de Madrid, nº343, 9 de diciembre 1931.
41
Según noticia publicada en El Agricultor Manchego el día 13 de diciembre de 1931, el
concierto, interpretado por la Unión Musical Rodense, se celebró en la glorieta de la
Miliaria y el programa fue el siguiente: Recuerdos de Archena, La Rosa del Azafrán,
France y Pepita Greus, terminando con el Himno de Riego.
42
Bando. Don Juan Martínez Monteagudo, alcalde-presidente, HAGO SABER:
(…) Artículo 1º. Los Cementerios municipales serán comunes a todos los ciudada-
nos, sin diferencias fundadas en motivos confesionales. En las portadas se pondrá
la inscripción CEMENTERIO MUNICIPAL (…) Las autoridades harán desapare-
cer las tapias que separan los Cementerios civiles de los confesionales, cuando sean
contiguos. Artículo 2º. El enterramiento no tendrá carácter religioso alguno para los
que fallezcan habiendo cumplido la edad de veinte años, a no ser que hubiese dis-
puesto lo contrario de manera expresa (…) Aquellos que deseen imprimir carácter
religioso a sus enterramientos, vienen obligados a disponer en tal sentido su voluntad
expresa. Del buen criterio de este culto vecindario, espero coadyuvará al excusable
cumplimiento de la ley, en evitación de disgustos que esta alcaldía sería la primera en
lamentar (La Roda, 12 de julio de 1932).

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entierro laico. La ceremonia de la secularización solía incluir el derribo
de la tapia que separaba el cementerio católico del civil y, como advierte
Gabriel Jackson (1999, p. 68), “se dijo que hubo casos en que las auto-
ridades municipales aconsejaron a los ciudadanos que demandaran el
matrimonio y el entierro civiles ahora que España había conseguido la
libertad religiosa”. Desde el punto de vista de la Iglesia, tales actos eran
a la vez que ofensivos, ilegales, pues en teoría al menos, las relaciones
entre la Iglesia y el Estado todavía estaban regidas por el Concordato de
1851. Para los republicanos, este tipo de ceremonias laicas eran signos de
cultura y progreso, mientras que las de tipo religioso lo eran de atraso y
superstición.43
A finales de diciembre de 1931 el Partido Liberal Demócrata, que
aglutinaba en su seno a los líderes más destacados de la vieja política
local, era reconstituido. Una vez inaugurado el nuevo año, se procedió
al nombramiento de su Junta Directiva, al igual que sucedió con mu-
chas otras agrupaciones políticas de la localidad. La directiva liberal-
demócrata quedó de la siguiente manera: Job Escobar Montoya como
presidente; Wenceslao Cebrián Ballesteros, vicepresidente; Juan Muñoz
Tébar, secretario; Julián Viñas Sevilla, tesorero y los vocales:  Julián Fer-
nández Cuenca, Ciriaco Carrasco, Eloy Escribano García, Juan Alarcón
Santón, Ricardo Atienza Carrasco, Juan Cayo Cebrián, Hermenegildo
Pérez Valles y Santiago González.
Por su parte, la Junta Directiva del Partido Republicano estuvo com-
puesta por: Ramón Llistó Calvo, presidente; Teófilo Lara, vicepresidente;
Agustín Ruíz, tesorero; Emilio Martínez Valverde, contador; José Escri-
bano Giménez, secretario y los vocales: José María Gómez, Pascual Mo-
lina, Carlos Fuentes y Bernardo Soriano.
En la Sociedad Obrera fue elegido Julián Castillo como presidente,
Francisco Ortiz como vicepresidente, Julio Fraile como contador y los
vocales: Sergio Córdoba, Virgilio Ramírez, Blas Fraile y Miguel Martínez
García.

Finalizada la guerra, una de las primeras medidas que adoptó la nueva Corporación
43

fue el levantamiento de la tradicional tapia que reservaba un minúsculo espacio para


los que preferían un entierro laico o civil. Con ello, los ritos funerarios y el cemente-
rio local volvían a depender de la Iglesia Católica. LAPAR. Sesión 24-4-39.

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En último lugar, en el casino de La Amistad44 se nombró a Lino Ra-
mírez como presidente, Temístocles Blanco como vicepresidente, el se-
cretario Juan Talavera y el vicesecretario Francisco Castillo. Los vocales
fueron: Ángel Escobar Muñoz, Ángel García, Francisco Abad y Daniel
Martínez.45
Entrado el mes de abril comenzaron los preparativos para festejar el
I Aniversario de la Proclamación de la República. El Ayuntamiento creó
una Comisión de Festejos encargada de organizar el programa para so-
lemnizar el evento.46 En El Agricultor Manchego aparecieron numerosas
noticias y artículos sobre la celebración de dicho aniversario. En la noche
del 13 se ofreció un concierto a cargo de la Banda de música local, ins-
talada en un artístico templete levantado en la Miliaria. En los descansos
se dispararon numerosos cohetes para anunciar al vecindario las fiestas
conmemorativas de la República. El día 14 de abril, permaneciendo el
comercio cerrado, una diana recorrió las principales calles de la pobla-
ción ejecutando diversos pasodobles. A las diez de la mañana se distri-
buyó en la plaza numerosos socorros consistentes en medio kilo de arroz
y dos panes por individuo.47 A las once, las autoridades locales se diri-
gieron al asilo de ancianos, regentado por las hermanas salesianas, para
distribuir una espléndida comida. A continuación, la Banda de música
fue al parque, donde ejecutó música de baile para los jóvenes, rindiendo
culto a Terpsícore, la musa griega de la danza. Por la tarde se celebró un
partido de fútbol en el Campo de deportes y, en el paseo, la Banda muni-
cipal realizó otro concierto. Finalmente, a las diez de la noche se celebró

44
El casino de La Amistad, cuya referencia aparece por primera vez en 1895, fue una
asociación de carácter lúdico, festivo y cultural que integraba en su seno a las clases
más pudientes de la sociedad rodense. Para más información consúltese la obra ya
citada de Sánchez Picazo (1984).
45
Con respecto al nombramiento de las Juntas directivas de estas agrupaciones y par-
tidos, se omiten en la gran mayoría de los casos los segundos apellidos. El Agricultor
Manchego (10 de enero de 1932) N.º 328.
46
LAPAR. Sesión 31-3-32.
47
Según la Sesión plenaria del 14 de mayo de 1932, donde se presentan las cuentas so-
bre los gastos ocasionados con motivo de la celebración del 14 de abril, la entrega de
pan y arroz en la plaza del pueblo se destinó a los obreros pobres que estaban en paro
forzoso.

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en el Teatro Cervantes una velada político-literario-musical, organizada
por el Círculo Republicano, en la que tomaron parte representantes de
los partidos Republicano Radical (Díaz Basauri), Acción Republicana
(Vicente Arenas), Socialista (Deusdedio del Campo), Juventud Republi-
cana (Emilio Torrano) y otras entidades republicanas con presencia en
La Roda, como el Partido Radical-Socialista o el Liberal-Demócrata.
Continuando con la celebración de fiestas y eventos, el 30 de abril y
el 1 de mayo se realizó también una doble velada literario-teatral en el
Círculo Obrero con motivo de la Fiesta del Trabajador. La orquesta local
volvió a actuar, destacando en su interpretación una habanera cantada
por un coro femenino; se proyectó una película cómica, se recitó poesía,
etc. El día 1 de mayo se repitió la velada con el Teatro Cervantes total-
mente lleno. El evento culminó con un monólogo de Antonio Martínez
acompañado de la clásica jota y las torradas. Dado el rotundo éxito de
estas veladas, se animó al Círculo Obrero para que repitiese semejantes
festejos todos los años en la misma fecha, consagrando el 30 de abril al
rodeñismo y, en lo sucesivo, se conociera con el nombre de Día de La
Roda.48
Mientras tanto, el Gobierno de Azaña a duras penas podía llevar a la
práctica un amplio programa de reformas obstaculizado, no sólo desde
su mismo equipo de gobierno, sino como decíamos, muy especialmente
por el sindicato anarquista, por un lado, y por la oposición monárquica,
por otro. La oposición monárquica en La Roda corrió a cargo básica-
mente de los grandes propietarios latifundistas. Por la izquierda, el blo-
queo estuvo protagonizado desde dentro de la misma coalición, debido
al aumento de las demandas del sindicalismo socialista, cada vez más
radicalizado. Según palabras del hispanista Paul Preston (2010, p. 63), las
reformas planteaban un grave dilema al gobierno republicano: “si cedía
a las demandas de las clases humildes de expropiar las grandes fincas
probablemente el Ejército intervendría. Si se reprimían los desórdenes
sociales, el gobierno iba a chocar con el descontento de las clases traba-
jadoras”.

El Agricultor Manchego, (1 de mayo de 1932). N.º 344.


48

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Efectivamente, en medio de este panorama de lucha social y de de-
mandas obreras, que llegó a ser extremadamente violento en Castilblanco
o Arnedo, y en vísperas de la aprobación del Estatuto catalán, en agosto
de 1932 se producía el primer ataque militar fallido contra la República
protagonizado por el general Sanjurjo. Las autoridades municipales de
La Roda se hacían eco de estos desafortunados hechos abriendo una sus-
cripción con la cantidad de 50 pts. en beneficio de familias de individuos
muertos o heridos en defensa de la República en la plaza de Cibeles en la
madrugada del 10 de agosto. Al día siguiente, se celebró en el Teatro Cer-
vantes una manifestación de afirmación de la República en la villa contra
la intentona monárquico-militar acaecida. Se lanzó un bando dirigido
al pueblo para solicitar su asistencia.   Incluso El Agricultor Manchego,
haciéndose eco de la noticia, publicó un artículo en el que condenaba
la sublevación militar que podría habernos llevado a una cruenta guerra
civil. En efecto, en 1932 el miedo a un enfrentamiento civil ya estaba pre-
sente incluso en este periódico conservador. Los monárquicos y las dis-
tintas fuerzas antidemócratas debieron esperar cuatro años más para ver
culminado su proyecto subversivo. En este ambiente de repudia al golpe
de Estado y de consolidación del régimen, en septiembre del mismo año,
las autoridades locales acordaron contribuir con 25 pts. a la construcción
del monumento a Nakens.49
Durante el verano de 1932, concretamente el 2 de junio, se había pro-
ducido un nuevo cambio en la alcaldía tras la dimisión de Eloy Calero
Millán, pues teniendo que dedicarse a asuntos particulares, le es imposible
seguir atendiendo el cargo como es debido. Fue sustituido por Juan Martí-
nez Monteagudo. Las palabras pronunciadas por el nuevo alcalde el día
de su nombramiento decían lo siguiente:
Prometeros que procuraré desempeñar el cargo (que mejor podríamos
llamarle carga) con la dignidad, rectitud y actividad tan características
en todos los actos de mi vida. Y siendo mi lema político, al amigo favor,

49
José Nakens Pérez (1841-1926) fue un periodista español, de familia humilde y libe-
ral, cuyo padre fue perseguido por Fernando VII durante la Década Ominosa. Esto
marcó el destino de José, llegando a ser un activo impulsor de la I República españo-
la. El anticlericalismo y el republicanismo que defendió Nakens continuaban siendo
una referencia durante este periodo.

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al enemigo justicia, espero vuestra cooperación y ayuda para que del fru-
to que produzcamos hagamos un pueblo modelo con lo que honraremos
nuestra República.

Uno de los hitos destacados durante el breve paso de Juan Martínez


por la alcaldía fue el inicio de las gestiones para la construcción del gru-
po escolar que acabó llamándose Juan Ramón Ramírez. Sin embargo,
este alcalde tampoco duró mucho tiempo en el cargo, o como él mismo
dijo, con la carga, ya que cinco meses después, el 16 de noviembre, se
suicidó de un disparo en la cabeza. Tanto en una sesión plenaria, como
en un artículo de El Agricultor Manchego, se reflexionó sobre las causas.
Según dijeron, este triste desenlace no fue debido ni a la gestión de sus
negocios, ni a la de los asuntos municipales. Parece ser que sufría fuertes
dolores de cabeza que en la edad adulta le provocaron una grave enfer-
medad mental. Su padre también se había quitado la vida años atrás. 
El 28 de noviembre de 1932, el médico rodense Vicente Arenas Orte-
ga, fue nombrado su sucesor en el cargo. Era el cuarto alcalde en menos
de dos años de legislatura. Esta realidad pone de manifiesto la inestabi-
lidad en las instituciones, el deterioro de las relaciones en la coalición de
gobierno y las enormes discrepancias que hubieron de afrontar. Duran-
te su mandato se desarrollaron una gran cantidad de ideas y proyectos
(como la construcción del colegio Juan Ramón Ramírez) que no llegaron
a cuajar debido a estos problemas y a otros relacionados con la ausencia
de fondos. No obstante, según multitud de artículos publicados en la
prensa provincial, Vicente Arenas fue un personaje altamente compro-
metido tanto con su profesión como con el mundo de la política. Incan-
sable viajero, recorrió la geografía peninsular, destacando sus visitas a
Cataluña y a las provincias Vascongadas para conocer de primera mano
algunos de los graves problemas territoriales con los que lidiaron los po-
líticos republicanos. El objetivo último de sus viajes por España fue reco-
ger tanta información como fuese posible para impulsar el crecimiento
de la provincia de Albacete, y aprender a defender sus intereses, al igual
que hicieran otras provincias y/o comunidades. También fue candidato
a diputado por la provincia de Albacete, probablemente en representa-
ción de Acción Republicana, para las elecciones de noviembre de 1933

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que dieron la mayoría a los partidos de centro-derecha. En su profesión
como médico local, aparte de lo propio del oficio, también destacó for-
mando a nuevos galenos y pronunciando multitud de charlas y confe-
rencias. A continuación, podemos leer esta curiosa descripción sobre el
temple del nuevo alcalde electo:
Hombre activo, dinámico, enérgico; hombre demócrata desde la tibia
hasta el temporal. Se debe a la democracia y por ella sacrificará su es-
queleto. Su profesión, -que omitimos, pues no acostumbramos a hacer
propaganda gratis- le obliga diariamente a pasear la villa en todas direc-
ciones. Nuestro gran demócrata aprovecha estos paseos para velar por la
salud pública; por ejemplo: una cáscara de naranja y unas moscas pueden
constituir un foco infeccioso; la ventana de aquel establo -¡horror!- sirve
para enviar al exterior microorganismos más o menos mortíferos. Y he
aquí a nuestro hombre poniendo remedio a tales calamidades, ora con
el “flit”, ora con una brigada de albañiles. Poco amigo de la impunidad,
es capaz nuestro corregidor de salvar la Hacienda a fuerza de multas. Al
que se descuida, ¡zas!, le envía un municipal cargado de atribuciones con
el recadito. Dijimos que es un hombre enérgico; lo ratificamos. Adoptará
medidas de rigor para combatir la crisis económica y del trabajo. Hoy,
remedando al señor Arquímedes, le oímos decir: “Dadme dinero y lo
arreglaré todo”. Mas él sacará dinero de donde no lo haya. Para conse-
guirlo, es capaz de todo; hasta de comprar un décimo de lotería… por si
las moscas.50

Esta vitalidad haría aguantar en el cargo a Vicente Arenas casi un año.


Once meses gobernando un Consistorio cada vez más enfrentado debió
acabar con tamañas energías.

50
Siendo primer teniente de alcalde con el primer Consistorio local que se formó tras la
proclamación de la República, El Defensor de Albacete (13 de octubre de 1931) publi-
có un artículo sobre Vicente Arenas, del que procede este fragmento. Con respecto a
su posible candidatura por Acción Republicana, no hemos encontrado ninguna otra
referencia en las fuentes que nos asegure que fue en representación de este partido.
Suponemos que así fue porque representó a Acción Republicana en el primer Ayun-
tamiento republicano. El único dato que tenemos ha sido extraído del discurso que
pronunció con motivo de las Elecciones a Cortes de noviembre de 1933, en el que
también habló de sus viajes por España, publicado en El Defensor de Albacete (28 de
octubre de 1933), Volumen 36.

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Durante el período en que Vicente Arenas permaneció en la alcaldía,
uno de los aspectos más destacados de la vida política fue la reorgani-
zación de los partidos y asociaciones de derechas en la localidad. Tras
el fracaso en las elecciones de abril de 1931 y el cambio de régimen, las
fuerzas conservadoras habían quedado desunidas y fragmentadas. No
obstante, desde finales de 1932 y a lo largo de 1933 asistimos a un intenso
proceso de reorganización de la derecha política.
Acción Popular, más conocida antes de 1932 como Acción Nacional,
había nacido como una asociación para la salvación político-social de Es-
paña. Esto es, para la defensa de la religión católica, de la propiedad y
de la familia. En noviembre de 1932 ya tenemos constancia de la pre-
sencia de este partido a través de su Sección Femenina en La Roda, que
organizó una conferencia presentada por José María Ruíz Picazo en su
domicilio social (C/ San Julián, nº2) a cargo de Romualdo de Toledo y
Robles.51 Tiburcio Romualdo era de filiación tradicionalista y miembro
del Consejo de Dirección de la Confederación Católica de Padres de Fa-
milia. Como jefe de Primera Enseñanza en la Junta Técnica del Estado,
restableció en el territorio nacional, ya en plena guerra, la presencia del
crucifijo en las escuelas y la obligatoriedad de asistir a la misa dominical.
En marzo de 1933 la Sección Femenina realizó otra conferencia titulada
Mujer, religión y política, presentada por su secretaria, Sagrario Collado
Ballesteros,52 y realizada por Adela Navarro Carpio, una famosa propa-
gandista de Hellín.
Con anterioridad vimos que el Partido Republicano Radical se había
constituido en La Roda en abril de 1932, siendo presidido por el antiguo
alcalde azañista, Miguel Servet Díaz Basauri. En marzo de 1933, la asam-
blea de las Juventudes Radicales, recientemente creadas, hicieron acto
de presencia con motivo de su primera aparición pública en una confe-
rencia que tuvo lugar en Albacete. Sin embargo, no fue hasta septiembre
de 1933 cuando quedaron legalmente constituidas como grupo político.

El Agricultor Manchego, (4 de diciembre de 1932). N.º 375.


51

El Agricultor Manchego, (19 de marzo de 1933). N.º 389. Tras su apoyo la sublevación
52

militar, los Collado Ballesteros, como veremos, fueron una de las familias más dura-
mente perseguidas por los milicianos de La Roda.

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Los cargos directivos del comité local resultaron de la siguiente manera:
Emilio Torrano, presidente; Eduardo Aguado Palacios, vicepresidente;
Juan Erans Moragón, secretario; Enrique de la Hoz, contador-biblioteca-
rio; Gabriel Ruiz Sarrias, tesorero.
A su vez, Deusdedio del Campo Martínez, vicepresidente del PSOE
en La Roda, por aquel entonces ofrecía en las Escuelas Graduadas una
conferencia que llevaba por título Por la paz universal. Guerra a la gue-
rra. Es en el contexto de una vieja y decadente Europa, temerosa y expec-
tante frente al auge de los totalitarismos, donde las palabras de Deusde-
dio cobraban pleno sentido:
La guerra es la condenación a la miseria y al hambre de la casi totalidad
de ciudadanos de la nación beligerante, y claro está, en beneficio de unos
pocos que, sedientos de mayor riqueza, unos, y avarientos de mayor po-
der, otros, no titubean en sacrificar tantos y semejantes valores humanos,
para dar satisfacción a sus instintos rapaces.53

Nos encontramos en un complejo marco de luchas políticas y con-


flictos sociales donde el temor no venía únicamente por parte de ciertos
sectores de la derecha tradicional y de los fascismos emergentes. Este frá-
gil gobierno republicano-socialista, aparte de afrontar importantes y de-
licadas reformas, o de enfrentarse a la labor opositora y obstaculizadora
de las derechas, también hubo de vérselas por la izquierda con la ofensi-
va sindicalista. En este contexto se produjeron otros altercados violentos,
el más conocido de todos ellos, la matanza de una familia de campesinos
en Casas Viejas. En El Agricultor Manchego aparece un artículo donde se
reflexionaba sobre estos sucesos titulado Causa y remedio. Con un tono
poético que rozaba la compasión se decía que la causa de tales hechos no
era otro que la falta de cultura y pan, o de despensa y escuela, rescatando
palabras de Joaquín Costa. Son reflexiones que abogaban por la cultu-
ra y el bienestar de una gran parte de la población harapienta en cuyos
cerebros atrofiados no le es difícil a los agitadores sembrar las ideas del
desorden.54 Tristemente, bajo este halo de humanidad, el objetivo que se

53
El Agricultor Manchego, (19 de febrero de 1933). N.º 385.
54
El Agricultor Manchego, (23 de abril de 1933). N.º 394.

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perseguía no era otro que el mantenimiento del orden, establecido por
los intereses de las elites tradicionales, y que la situación en el campo
continuase como siempre, sin mejoras ni cambio alguno. 
El caso es que la opinión pública creyó al Gobierno moralmente res-
ponsable de la tragedia de Casas Viejas, perpetrada por los guardias de
asalto, una fuerza creada por la República con la finalidad de evitar las
salvajes represiones de la Guardia Civil.  Según el historiador británico
Gerald Brenan (2011, p. 338): “¿no se había proclamado la República
precisamente para poner fin a cosas de esta índole?”. La matanza de Ca-
sas Viejas produjo un efecto terrible en la sociedad española y muy espe-
cialmente en las derechas, que protestaron enérgica e hipócritamente en
contra estos sucesos. De hecho, este episodio constituyó un importante
punto de inflexión en la orientación del país hacia opciones políticas más
conservadoras. Junto a las elecciones municipales parciales del 23 de
abril de 1933 (para la constitución de los últimos consistorios que habían
sido nombrados por el artículo 29), las elecciones para el Tribunal de
Garantías Constitucionales en septiembre del mismo año confirmaron la
tendencia conservadora de la población española. El 3 de septiembre de
1933 se eligieron en pleno a los representantes para la región de Murcia
que formarían parte de este Tribunal. El representante titular elegido en
La Roda fue Arturo Cortés Ortiz.
Por otro lado, el alcalde Vicente Arenas Ortega pedía la dimisión el 19
de septiembre a fin de no lesionar sus intereses profesionales, pues siendo
nombrado médico tocólogo municipal, rogaba que su dimisión fuese ad-
mitida por ser incompatibles ambos cargos. Finalmente, el 25 de octubre
era elegido José Cerdán Pérez como su sucesor en la alcaldía en represen-
tación de Acción Republicana. Como muchos otros alcaldes del periodo,
José Cerdán también se dedicaba profesionalmente a la producción de
vinos. Fue el último alcalde del primer bienio republicano ya que, tras
las elecciones generales de noviembre de 1933, se formó un gobierno de
derechas, siguiendo los consistorios locales el modelo nacional. Al igual
que la mayoría de sus sucesores, tampoco permaneció durante mucho
tiempo en el cargo: un total de siete meses. Cinco alcaldes en menos de
2 años de gobierno desde la implantación del régimen republicano sin
duda era síntoma de una profunda inestabilidad política.

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En Madrid, el presidente de la República retiraba su confianza a
Azaña, nombrando un Gobierno presidido por Diego Martínez Barrio,
quién dirigió las elecciones generales convocadas para el mes de no-
viembre de 1933. En ellas, los partidos de derechas consiguieron una
importante victoria caracterizada por el derrumbamiento de la coalición
republicano-socialista, debido sobre todo al voto femenino, fuertemente
influenciado por la Iglesia y, lo que es más importante, por la abstención
de los anarquistas. Aunque la izquierda burguesa de La Roda también re-
sultó prácticamente barrida del escenario político, el nuevo Consistorio
no fue reorganizado hasta mediados de mayo de 1934.

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5. EDUCACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD HASTA 1933

Como dijera Antonio Martínez en un artículo publicado en El Agri-


cultor Manchego, “la época de propaganda republicana ha terminado
para pasar a la hora de la educación republicana”.55 Desde el principio,
el Gobierno provisional había considerado que una de sus tareas más
urgentes era acabar con los altos índices de analfabetismo, la rápida ex-
pansión de las escuelas primarias y llevar la cultura popular a todos los
rincones de España. Se pretendía crear una escuela pública, obligatoria,
laica, mixta, inspirada en el ideal de la solidaridad humana, donde la
actividad fuese el eje de la metodología.56 Con respecto a este último
objetivo, y a modo de ejemplo, los niños de la Escuela Nacional enviaron
la siguiente misiva al Ayuntamiento:
[…] que siendo este pueblo eminentemente agrícola y queriendo los
niños que forman esta República escolar, aprender a cultivar la tierra,
ruegan a la Corporación les conceda un terreno para los fines indicados.

Ya vemos que la idea de introducir huertos ecológicos en las escuelas


no es tan novedosa, pudiendo establecer su origen, cuanto menos, en el
marco de la Segunda República. La premisa constitucional que abogaba
por una metodología educativa activa estaba relacionada, sobre todo du-
rante la Primera Enseñanza, con horarios de recreo, con el fomento de
actividades y salidas fuera de los centros y, en definitiva, con un mayor
contacto de los niños con la naturaleza y su entorno.

55
El Agricultor Manchego (3 de mayo de 1931) N.º 292. Hay una errata en la fecha de
este ejemplar. Aunque pone 3 de abril, tras varias comprobaciones deducimos que se
equivocaron en el nombre del mes, no tratándose de abril, sino de mayo.
56
Artículo 48 del Capítulo II sobre Familia, economía y cultura de la Constitución de la
República Española de 9 de diciembre de 1931.

[79]

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En cuanto a la lucha contra el analfabetismo, la estimación sobre el
índice del mismo variaba del 30 al 50 % de la población total, siendo la
ratio de alumnos (que asistían a clase por aula) de 50 por escuela con
maestro. Como apunta Gabriel Jackson (1999, p. 73), “el Ministerio de
Instrucción Pública estimó que en España eran necesarias otras 27.000
escuelas para atender a más de un millón a un millón y medio de niños
que en general no iban al colegio”.57 El primer año de la República fue así
un año pródigo en la construcción de escuelas o, al menos, en el deseo
de hacerlo.
En La Roda, una vez constituido el Ayuntamiento, desde junio de
1931 comenzó a debatirse la ampliación y construcción de más locales
destinados a escuelas; también sobre nuevo personal docente, aprovisio-
namiento de mobiliario y de material escolar. Rara era la sesión plenaria
en la que no había alguna alusión a la necesidad de crear aulas nuevas
en la localidad. El 15 de julio se creaba una Comisión de Primera En-
señanza a la vez que se concedió una escuela unitaria para niños, y tres
para niñas. En octubre, la Comisión propuso al pleno la creación de un
colegio de Segunda Enseñanza con el siguiente discurso:
Para mejorar la situación moral de los pueblos […] Se propone la crea-
ción de un Colegio de Segunda Enseñanza subvencionado por el Esta-
do. Las puertas de los centros de instrucción quedan abiertas a todas las
clases sociales, dejando de ser privilegio de las acomodadas como había
ocurrido hasta aquí. Una vez conseguido tal propósito, la clase humilde
de este pueblo que se destaque por su laboriosidad, podría llegar a es-
calar los peldaños más altos de la sociedad. Si el Ayuntamiento, dado el
espíritu altruista de los señores que lo componen, hacen suya esta pro-
puesta, se hacen eco del sentir común de este vecindario.

En enero de 1932, en vistas de que el proyecto no salía adelante, la


Comisión solicitó el inicio de las gestiones para la creación del Instituto
de Segunda Enseñanza, pidiendo incluso apoyo a los pueblos limítrofes.
A finales del mismo año, la Inspección de Primera Enseñanza autorizaba

57
Aunque la bibliografía es muy amplia, para profundizar en el estudio de las reformas
educativas que se emprenden a partir de 1931, sus virtudes y defectos, consúltese a
Martí Ferrándiz (2002) y a Morente Valero (2001).

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la Enseñanza de Adultos en la Escuela Nacional de párvulos. También se
acordó la construcción de una escuela en la aldea de Santa Marta. Para
ello, el primer teniente de alcalde de La Roda, Vicente Arenas Ortega,
buscó al alcalde-propietario de Santa Marta, Camilo de Torres, y al no
encontrarlo, se entrevistó con su encargado, el cual le aseguró no dis-
poner de locales. Como casi todas las casas del lugar pertenecían a su
propiedad, Vicente Arenas pensó en desistir. Finalmente se entrevistó
con la maestra de Santa Marta, que le ofreció una de sus habitaciones
particulares como aula. A los dos días, el marido de la maestra informó
de que los propietarios les habían amenazado con despedirles si cedían
la habitación.
El caso, que a primera vista podría parecer una anécdota, era fiel re-
flejo, en primer lugar, del boicot y las coacciones que muchos patronos
y terratenientes aplicaron sobre sus trabajadores y, en segundo lugar, del
enfrentamiento ideológico y político que se estaba viviendo, no sólo en
el panorama nacional, sino también en recónditos lugares del interior
del país como fuera la aldea de Santa Marta. Reducir los altos índices de
analfabetismo y suplir las carencias educativas de la gran mayoría de la
sociedad española debió haber sido una necesidad de primer orden para
los gobiernos de la época, independientemente de su signo político. Sin
embargo, todavía no se había cumplido ni un año de la proclamación
de la República y el terrateniente de Santa Marta negaba un local para
la instalación de una escuela. A sabiendas de que incluso había locales
disponibles, el señor latifundista llegó a amenazar con el despido a dos
de sus trabajadores. En último término, esta realidad también pone de
manifiesto que la mayor parte de los sectores más poderosos y mejor
acomodados de la España del momento como la gran burguesía agraria,
industrial y financiera y las altas jerarquías militares y eclesiásticas, se
opusieron desde el primer momento a la regeneración democrática del
país y, en definitiva, a la mejora de las condiciones de vida del grueso de
la población.
A pesar de este y muchos otros problemas, a lo largo de 1932 y 1933,
el Ayuntamiento siguió intentando aplicar la reforma educativa, aparte
de celebrar multitud de homenajes a docentes y a personajes destacados

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del mundo de la cultura de la localidad. Se llegó a pedir el voto de gra-
cia al ministro de Instrucción Pública por la labor meritísima social y
pedagógica realizada en el pueblo por el maestro nacional, D. Arturo Silva
Castro. El resto de los maestros nacionales también fueron elogiados con
frecuencia desde el salón de plenos puesto que formarán generaciones
futuras. Su servicio es importante no solo para los niños, sino también para
la patria y para la humanidad. Otros homenajeados de La Roda por estas
fechas fueron Alarcón Santón o Moreno Micó.58
Por otra parte, como ejemplo anecdótico de este ambiente de secu-
larización, democratización y culturización de las masas, en agosto de
1931 se llegaba al siguiente acuerdo sobre el cerdo de San Antón:
Como medida de higiene y salubridad pública debía prohibirse circular
libremente por las calles el cerdo conocido por el de San Antón, con lo
cual se evitaría la posible propagación de enfermedades contagiosas […]
así que las personas puedan ser mordidas y el espectáculo lamentable de
encontrarse tendido en cueros […] impropio de poblaciones cultas… Se
procede a la rifa inmediata del animal prohibiéndose soltarlo en adelan-
te.

Aunque la cultura siguió siendo patrimonio de minorías, durante la


República hubo cierto despertar cultural, en la capital y algunos gran-
des municipios como la Roda, pues seguía habiendo un gran contraste
entre la ciudad culta y el campo, esencialmente analfabeto. En La Roda

58
Maximiliano Agustín Alarcón Santón, nacido en La Roda en 1880, proveniente de
una familia de propietarios rurales, se doctoró en Filosofía y Letras junto a Tomás
Navarro Tomás. Destacó por ser un importante arabista y hebraísta, llegando a ser
catedrático de ambas lenguas por las Universidad de Barcelona. A lo largo de su vida
se dedicó al estudio, traducción y publicación de multitud de obras de tipo científico.
Murió en Madrid en 1933 a la edad de 53 años. Para ampliar, consúltese a Marín
(2010).
Hermenegildo Moreno Micó nació en La Roda, el día 11 de enero de 1870, en el seno
de su familia tan humilde, que hubo de iniciar sus estudios por medio de una beca
concedida por el Ayuntamiento. Llegó a ser Sobrestante Mayor de Obras Públicas
de la Jefatura de Madrid. Fue destinado a Gerona y posteriormente a la Jefatura de
Obras Públicas de Cuenca, donde contribuyó a la construcción de la Carretera Ma-
drid - Valencia. Falleció en 1959 a los 89 años. Fue declarado Hijo Predilecto de La
Roda y se erigió un busto en su honor en la plaza que lleva su nombre, así como una
calle y una cooperativa de 38 viviendas.

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existían varias instituciones que organizaban actividades culturales, a
la vez que se realizaban esfuerzos para llevar el teatro y la lectura a la
población: el casino de La Amistad, la Sociedad de Socorros Mutuos la
Caridad (Teatro Cervantes) o la Unión Musical Rodense. El casino de
la Amistad albergó a las clases adineradas y tuvo un carácter recreativo
(partida de cartas, bailes…) que combinaba con algunas conferencias,
tertulias y cafés. La sociedad de Socorros Mutuos se ocupó de cuestio-
nes asistenciales y culturales; estas últimas realizadas a través del Teatro
Cervantes: charlas y conferencias, creó una Biblioteca (que además sería
Archivo), puso en funcionamiento una escuela de Primera Enseñanza
para los hijos de los socios y también el Ateneo o Sección cultural (vid.
Sánchez Picazo, 1984).
En mayo de 1932 se solicitó la reubicación de la Biblioteca Popular,
que se encontraba en el Ayuntamiento. Se propuso ubicarla en el quios-
co del parque (donde los jardineros guardaban la herramienta), previo
acondicionamiento y ampliación del local. Se pidió así el traslado de to-
dos los volúmenes desde el Ayuntamiento: pues nadie va a esta Biblioteca
sin duda por el sitio donde está. En la planta superior del quiosco, futura
Biblioteca, se instalaría un palomar: una contribuye a la cultura de la
población y la otra al embellecimiento de nuestro parque, propio de pobla-
ciones cultas. En agosto del mismo año se inauguró la nueva Biblioteca y
se elevó una solicitud a la Junta de Intercambio y Adquisición de libros
para mejorar cualitativa y cuantitativamente la colección bibliográfica.
Amparados por la Institución Libre de Enseñanza, fundada por Fran-
cisco Giner de los Ríos en 1876, los más ilustres escritores, poetas y
pedagogos, también se pusieron manos a la obra, de pueblo en pueblo,
con la cultura ambulante. Tenemos constancia de la actividad del Patro-
nato de las Misiones Pedagógicas en La Roda en mayo de 1933. Según
El Agricultor Manchego, por estas fechas el Patronato envió a la Escue-
la Nacional Graduada de Niños nº1, una Biblioteca Popular Circulante,
contribuyendo así a extender la cultura entre la población más joven de
La Roda. Con relación a las Misiones Pedagógicas, en agosto del mismo
año, se leía en un pleno municipal una carta del Ayuntamiento de Mi-
naya aconsejando solicitar al Ministerio de Instrucción Pública la traída

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de La Barraca, patrocinada por el Estado, la cual daría cierta importancia
a ferias y además resultaría muy económica. La Corporación municipal
acordó solicitar la traída de La Barraca. Aunque sería muy interesante,
no hemos encontrado más referencias documentales que aporten datos
sobre la posible actividad de La Barraca en la localidad.59
Pero de lo que sí tenemos referencias, es de un documental que se
rodó en La Roda a instancias del ilustre paisano, Tomás Navarro Tomás.
Parece ser que Navarro Tomás quería realizar un rodaje para el Centro
de Estudios Históricos que recogiera lo más típico de La Roda, espe-
cialmente, las faenas relativas al cultivo del azafrán. Antonio Martínez
escribió un artículo donde plasmó el origen del proyecto y su realización
entre octubre y noviembre de 1933.60 Para ello se desplazaron al pue-
blo Gonzalo Menéndez Pidal, hijo del presidente del Centro de Estudios
Históricos y director de la Academia Española, y Arturo Ruiz Castillo,
artista y maestro en el arte de la impresión cinematográfica. Se reco-
gieron todas las faenas del cultivo de la rosa (monda, postura, tueste),
terminando estas con el clásico baile de majarrosa en el que se bailaron
manchegas, torradas, jotas y seguidillas. Así mismo, también se rodó la
siembra de cereales, el rezo de las cruces por los nazarenos, una ronda
de mozos, la salida de misa con mujeres y hombres vestidos a la usanza,
la plaza en un día de mercado y otros aspectos de la vida popular roden-
se. El documental fue proyectado por primera vez en la Residencia de
Estudiantes de Madrid ante la presencia del presidente de la República,
Niceto Alcalá Zamora. En septiembre de 2013 era presentado en la Casa
de la Cultura de La Roda. 61

59
La Barraca fue un grupo de teatro universitario dirigido por Federico García Lorca.
El interés del nuevo gobierno de la II República por modernizar el país y vertebrar
el sistema educativo español, propiciaron el inicio de las andaduras de La Barraca
en julio de 1932. El proyecto estaba enmarcado dentro de las Misiones Pedagógicas,
pretendiendo llevar el teatro clásico español a zonas con poca actividad cultural.
60
El Agricultor Manchego (12 de noviembre de 1933) N.º 424.
61
Mientras esperamos la publicación íntegra del documental por el Ministerio de
Agricultura (Fondo Documental Histórico Cinematográfico Agrario), en el siguien-
te enlace se puede disfrutar de un fragmento del mismo: http://www.youtube.com/
watch?v=71UksIRKO9Y

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A pesar de toda esta efervescencia en la mejora cultural y educativa
de la población, a la altura de marzo de 1933 se seguía insistiendo en la
necesidad de construir o habilitar más locales para la docencia:
Flota en el ambiente popular […] el problema de máxima necesidad de
afrontar la construcción de locales-escuelas adecuados a la alta finalidad
que en ellas ha de cumplirse. Los locales actuales son insuficientes para
contener los niños necesitados de instrucción y son además antihigiéni-
cos y antipedagógicos.

Desde el Consistorio se pidió incoar la solicitud de construcción de


nuevos grupos escolares y, además, se creó una Comisión Especial. Con-
cretamente se solicitó la construcción de nueva planta de un grupo esco-
lar para cinco grados de niños, cinco de niñas y tres grados de párvulos;
también once escuelas unitarias, una de ellas mixta. En vísperas de la
caída del Gobierno de Azaña, y del consiguiente cambio de gobierno
local, en noviembre de 1933, este ambicioso proyecto todavía no había
visto la luz:
A pesar de la difícil situación económica es muy importante hacer esto
[…] porque es el posible porvenir de los hijos por medio del estudio y
del que ya existe precedente por personas de este pueblo y de humilde
familia que hoy cuentan con una brillante carrera merced del Colegio D.
Juan Ramón Ramírez.

En este ambiente, las Escuelas del Ave María, fundadas en 1922 por
el presbítero José Collado Ballesteros, pronto se vieron afectadas por las
reformas educativas. Según los libros de actas municipales, el 14 de junio
de 1931 se recibió una queja del presbítero y director de las Escuelas del
Ave María, solicitando la subvención que tradicionalmente venía reci-
biendo. La misma queja se repitió en el pleno de 21 de junio recibiendo
la siguiente contestación: por consideraciones de orden político la subven-
ción se suspende definitivamente.
Poco después, el 13 de septiembre, se debatieron y estudiaron las
cuentas para adaptar los locales del Convento de las Trinitarias como
escuelas. Esta propuesta quedó aprobada el 20 de septiembre. El conven-
to, ubicado en la encrucijada Las cuatro esquinas, había sido fundado en

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1598 por el sacerdote Esteban de Galiano. En 1852 fue clausurado tras la
Ley de Desamortización y cedido al Ayuntamiento para la instalación de
unas escuelas en 1858. Mientras, la iglesia albergó al Teatro Liceo, muy
popular hasta la construcción del Teatro Cervantes. En 1929 se demo-
lieron todas las dependencias, salvo el abandonado Teatro Liceo que en
1931 se habilitó como nuevo grupo escolar (Martínez Angulo, 1985, p.
168). En 1943 el Teatro Liceo y las aulas que albergaba fueron demolidos
para construir escuelas de nueva planta que llevaron el nombre del líder
del fascismo español: Jose Antonio (Primo de Rivera).

Las cuatro esquinas (por cortesía de Gaspar López Tébar)

Finalmente, con el objetivo de modernizar la sociedad y de separar


las competencias entre Iglesia y Estado, en junio de 1933 se nombró una
Comisión para intervenir eficazmente en la sustitución de la enseñanza
religiosa de la villa. En la siguiente imagen del periodo podemos obser-
var el rótulo que dice Escuelas de La Roda, habiendo retirado la parte en
que decía del Ave María.

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Escuelas del Ave María (por cortesía de Gaspar López Tébar)

A pesar de la urgencia con que el primer gobierno republicano afron-


tó la cuestión educativa, la prohibición de la enseñanza a las órdenes re-
ligiosas fue un importante fallo de previsión, ya que el Estado no contaba
con aulas, profesores, ni medios para hacerse cargo de toda la enseñanza
del país. Realmente, quien disponía del monopolio de la educación en
España era la Iglesia Católica. Aparte del problema de presupuesto, se-
gún Gabriel Jackson (1999, p. 74), “la disputa laico-religiosa se fue con-
virtiendo progresivamente en un lastre para el programa de construccio-
nes escolares y de educación laica, pública y universal”.
Para explicar los orígenes de esta problemática, debemos remontar-
nos al siglo XIX, el de las revoluciones liberales, que había traído consigo
a nivel europeo una importante ruptura con respecto al Antiguo Régi-
men. En este contexto, la Iglesia española a duras penas se fue adaptando
a las estructuras sociopolíticas que surgieron tras el nuevo orden im-
puesto por las diferentes burguesías. La Iglesia, acostumbrada a convivir
con regímenes autoritarios que defendían sus doctrinas y protegían su
posición social privilegiada, siempre se resistió a los cambios que pro-
piciaron una mayor autonomía del hombre y de la sociedad. El Estado
durante el siglo XIX se sintió coartado en muchas ocasiones por la rigi-
dez del Concordato de 1851, según el cual la religión católica debía ser
mantenida como religión oficial en España. Es por esto que una gran

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parte de la opinión pública veía a esta institución como la defensora de
los intereses políticos y materiales de las clases dominantes, que se había
aprovechado del monopolio de la enseñanza, de la acción benéfica, del
control sobre la vida de los hombres desde el nacimiento hasta la muerte.
Al proclamarse la República, la Iglesia española debió haber aceptado
la legitimidad del nuevo régimen, fruto de la voluntad popular. Pero la
fuerte influencia de los católicos, principalmente de la jerarquía, propi-
ciaron el enfrentamiento con la República. Esto, sumado a la cultura an-
ticlerical heredada, que no antirreligiosa, de buena parte de la sociedad
del momento,62 hizo que esta institución se convirtiera en el blanco de
muchas reformas, tumultos callejeros, quema de iglesias y conventos, y
de la persecución directa ya en plena guerra.
Continuando con otro tipo de reformas sociales y de tipo asistencial,
en La Roda también se produjo la secularización de cementerios y la mo-
dernización de los espacios sanitarios. La secularización del Cementerio
ya vimos que se había realizado aprovechando la Fiesta Nacional el día
11 de diciembre. En relación con los centros de salud, también existen
algunos ejemplos en los libros de actas para este primer bienio republi-
cano. En junio de 1932 se pidió la instalación de agua en el asilo-hospital
(situado en la actual Parroquia de El Cristo) argumentando que era una
medida higiénica indispensable en establecimientos de esta índole. Poco
después, el 13 de agosto se propuso la construcción de un carro para la
recogida de basuras. Finalmente, en junio de 1933 se debatió en sesión
plenaria sobre la necesidad de crear un Centro Sanitario en la localidad.
La respuesta de la Inspección Provincial de Sanidad incluía los siguientes
requisitos:
Disponer de dos habitaciones con buena iluminación natural, luz artifi-
cial y temperatura adecuada durante el invierno. El municipio se encarga
de la limpieza del local y gastos de instalación por una sola vez por un
total de 500 pts.

62
La separación o no de la Iglesia con respecto del Estado y las luchas que esto trajo
consigo no se correspondieron con la desaparición del sentimiento religioso en las
sociedades contemporáneas. Véase Suárez Cortina (2015, p. 30).

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Otras reformas interesantes desde el punto de vista de la asistencia
social fue la propuesta en octubre de 1931 para la creación de una Casa
de Recogimiento de Transeúntes. Según el censo de pobres transeúntes,
en el primer semestre de 1932 aparecían un total de 170; el segundo se-
mestre reflejaba la alarmarte cifra de 244. Según muestran las actas, la
creación de una Casa de Transeúntes era urgente:
[…] debido a la crisis de trabajo que se vive en varias provincias de la
Nación […] Son muchos los pobres que paran en esta población. Al-
gunos llegan extenuados y hasta enfermos. Es necesario resguardarles
de las inclemencias del tiempo al menos durante la noche (en los meses
de invierno). Carecen de recursos para alojarse en posadas y mesones e
imploran la caridad pública. Como las funciones del asilo-hospital son
otras y el cuarto que hay al final de la calle la Virgen tampoco sirve por-
que hay quejas de los vecinos que dicen que los pobres son personas de
educación mezquina y que usan palabras y actos que atentan a la mo-
ral y lo que es peor todavía, al honor de las jóvenes que habitan por
aquellas inmediaciones, se propone construcción de una Casa que de
recogimiento a pobres transeúntes y sirva de parapeto para casos de en-
fermedades infecto-contagiosas. La casa será lo más económica posible.

A continuación se imploró al carácter eminentemente democrático de


los señores concejales, argumentando que la construcción del local sería:
[…] una obra de caridad en beneficio del humilde, del pobre que por
azares de la vida se ve en la necesidad de vagar constantemente por ca-
recer de hogar y de implorar la caridad pública por no tener medios de
fortuna.

Se propuso su construcción en el sitio denominado Las Zorreras. Sin


embargo, el vecindario continuó quejándose sobre:
[…] los escándalos formidables que generalmente provocan esos vaga-
bundos y por los actos inmorales que cometen que atentan al pudor de
sus esposas e hijas.

El equipo de gobierno sorprendentemente consideró esta, una queja


legítima, y decidió paralizar la construcción, aunque permitió que los
obreros continuasen trabajando en la extracción de arena de Las Zorre-

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ras para dar así una respuesta, aunque momentánea, al problema del
paro obrero.
En esta misma línea, en enero de 1933 se aprobó la instalación de una
Cantina escolar para el recogimiento de niños pobres, aunque ya existía
una Junta Local para la Protección de la Infancia. Con ello, la Escuela
nacional:

[…] se las ingenia para allegar recursos con los cuales dar comida du-
rante los meses de invierno a los niños pobres de nuestro pueblo, a esos
desgraciados que faltos de recursos para satisfacer las más perentorias
necesidades de la vida, pululan por estas calles en demanda del pedazo
de pan con que reponer sus fuerzas, arrastrando sus miserias, prontos
a penetrar en el piélago del vicio, y que faltos de la fuerza y del conoci-
miento necesario para resistir la tentación que le brindan los sentidos, se
despeñan pronto en los vicios del mal, aunque ciertamente, la sociedad
que los abandonó y el medio en que se desenvuelven, y no ellos, son los
responsables de su desgracia.

La Cantina escolar fue inaugurada definitivamente en junio de 1934


junto a la apertura de una suscripción para la recogida de fondos.
En último lugar, la nueva Constitución de 1931, aparte de legalizar
el matrimonio civil y el divorcio, también consagró la igualdad entre
hombres y mujeres. En este nuevo marco de ampliación de derechos y
libertades, así mismo de la equiparación de géneros, fue aprobado el su-
fragio femenino, con lo que por primera vez en la historia de España,
las mujeres accedieron a la ciudadanía política y pudieron votar en las
elecciones de 1933. A partir de entonces, la mujer se fue incorporando
progresivamente a otro tipo de actividades dentro del ámbito público, no
ya únicamente a las relacionadas con su tradicional rol femenino que la
relegaba al plano de lo privado y lo doméstico. En este sentido, tras estos
años de conquista de derechos y libertades, el retroceso que experimentó
la sociedad española acabada la guerra, especialmente la mujer, fue en
extremo irracional y absolutamente patológico.

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6. CRISIS SOCIO ECONÓMICA DE LOS AÑOS 30

El asunto estrella en los libros de actas plenarias para el periodo que


nos ocupa fue la crisis obrera y agrícola. La reforma agraria y los decre-
tos que la precedieron desde el Ministerio de Trabajo son claves para
el estudio de esta crisis social y económica, de las diferentes soluciones
adoptadas desde el Gobierno de España y de sus consecuencias.
Junto a la depresión económica mundial, la proclamación de la Re-
pública había causado en sí misma una gran crisis financiera donde las
clases más pudientes comenzaron a transferir sus capitales a los bancos
extranjeros, a la vez que los círculos financieros internacionales acogie-
ron con escepticismo al nuevo régimen. La falta de liquidez se hizo notar
directamente en las arcas municipales, haciendo temer que el problema
del paro obrero, con un registro que ya superaba los 500 parados forzo-
sos, adquiriese tintes de conflicto.63
  Antes de llegar a este punto, el Consistorio había acordado la im-
plantación de la décima en las contribuciones del Estado para poner
remedio al desempleo y a la grave crisis agraria, comercial e industrial.
Pero el recargo municipal venía siendo una medida impopular entre los
propietarios y concejales republicanos y muchos de ellos se quejaron di-
ciendo que con la crisis no podían responder a la décima, por lo que esta
no llegó a ponerse en práctica. Lo que sí parece que surtió efecto fue la
aportación voluntaria de algunos propietarios, aunque en las actas no se
especifica quiénes fueron tales contribuyentes ni cuál fue su aportación.
En cualquier caso, el dinero recaudado fue insuficiente para dar una res-
puesta satisfactoria al problema del paro obrero.

LAPAR. Sesión 17-3-32.


63

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Así las cosas, el Gobierno central aprobó un presupuesto extraordi-
nario de 10 millones de pesetas para zonas deprimidas con la finalidad
de realizar obras públicas y colocar a los obreros sin trabajo. Como a la
provincia de Albacete no le correspondió nada, los alcaldes de todos los
pueblos elevaron una protesta para solicitar un préstamo a bajo interés
para impulsar el proyecto ferroviario Baeza-Utiel y proseguir las obras.
Los Consistorios más necesitados, entre ellos, La Roda, finalmente reci-
bieron créditos. El Agricultor Manchego, en un artículo de enero de 1932
publicaba lo siguiente:
Merced a las activas gestiones del alcalde Eloy Calero […] ha concedido
el gobierno una subvención de treinta mil pesetas para continuar la ins-
talación del servicio de agua.

El subsidio se iba a emplear en las obras para el abastecimiento de


aguas tras manifestar los ediles la urgencia con que debe resolver la Cor-
poración este proyecto por la necesidad de emplear obreros parados. Poco
después, aparte de pedir a la patronal que colocase a los desempleados, y
en vistas de la lentitud en la configuración de dicho proyecto, la Corpo-
ración optó por unanimidad invertir el subsidio en el arreglo de calles.
Este cambio, además, favorecería los presupuestos municipales, pues el
esfuerzo económico que tendría que realizar la Corporación sería en este
caso muy inferior. Sin embargo, secretaría advirtió de la ilegalidad que
suponía comenzar a gastar la ayuda económica en otros proyectos sin
haber recibido previamente la correspondiente autorización administra-
tiva. El panorama se complicó cuando el Gobierno, habiendo pasado el
plazo de tres meses desde la concesión del subsidio, requirió al Ayunta-
miento la devolución del mismo, con los intereses correspondientes. 
Podemos imaginar hasta qué punto la situación era, además de ur-
gente, complicada. Las ayudas estatales para estos fines fueron de alcance
muy limitado y con multitud de trabas que los ayuntamientos difícil-
mente pudieron sortear. Aún así, comenzó a desarrollarse en La Roda,
como vemos, un amplio programa de obras públicas para dar una solu-
ción inmediata al paro obrero: apertura, pavimentación e iluminación
de multitud de calles, reparación de los caminos que cruzan el término
municipal, construcción de nuevas escuelas, ampliación de la fuente de

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la Miliaria, instalación de una báscula municipal, limpieza de los pozos
de abastecimiento de aguas, etc. Se iniciaron también en este momento
las gestiones para traer el ferrocarril que enlazaría La Roda con Tarazona
de Aragón.
Respecto al proyecto de abastecimiento de aguas, son muchísimas las
referencias que encontramos en los libros de actas de plenos. Aunque su
materialización fue aplazada para dar empleo urgentemente a los traba-
jadores parados a través de la mejora de calles, desde finales de 1932 la
Corporación comenzó a preocuparse de nuevo por la solución al pro-
blema de la traída de aguas al municipio. De nuevo los concejales decla-
raron que no se podían asumir los costes presupuestarios del proyecto
hidráulico y optaron por solicitar otro subsidio al Estado.

6.1 Los jurados mixtos

Siendo el desempleo un grave problema para la propia consolidación


del nuevo régimen democrático, los primeros gobiernos reformistas de
la República adoptaron iniciativas legislativas concretas para controlar
y regular los desequilibrios del mercado de trabajo. El marco de las re-
laciones laborales quedó regulado a través de los Jurados Mixtos, con
el complemento de las bolsas de trabajo, los registros y las oficinas de
colocación. Según Oliver Olmo (1996), cuya obra es de especial rele-
vancia para el estudio de esta problemática, se hacía necesario regular la
demanda de trabajo para, entre otros fines, encauzar posibles conflictos.
Para dar salida a los acuciantes problemas sociales generados por la
crisis y en espera de la futura ley agraria, el Ministerio de Trabajo pro-
mulgó diversos decretos entre el 28 de abril y el 14 de julio de 1931. Los
Decretos sobre términos municipales venían a decir que, en todos los tra-
bajos agrícolas, los patronos estaban obligados a contratar mano de obra
de los lugares correspondientes al municipio en que estuvieran inscritos.
El Decreto de trabajo forzoso obligaba a la continuación del laboreo de
las tierras en la misma extensión y época en que se venían cultivando.
En el mes de julio entraba en vigor la jornada laboral de 8 horas para los
trabajadores del campo. Se autorizó a favor de arrendatarios y colonos

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la revisión de los contratos con el fin de rebajar los arrendamientos y
se hizo extensivo a los obreros agrícolas las indemnizaciones por acci-
dentes de trabajo. Poco después se crearon los organismos de carácter
paritario que regularon las relaciones entre arrendatarios, propietarios,
obreros, colonos e industrias de transformación de productos: eran los
famosos jurados mixtos.
El 6 de septiembre de 1931 se acordó la creación en La Roda una
Bolsa de Trabajo para respetar así el turno de contratación y dar trabajo
de manera organizada a los trabajadores del término municipal en paro.
De acuerdo con Oliver (1996, p. 47), el objetivo era, en definitiva, crear
“un servicio estatal, público y gratuito en materia de contratación obrera
y de lucha contra el paro”. La bolsa de trabajo fue el primer paso antes
de la creación de la primera oficina de colocación obrera en La Roda
en diciembre de 1932 a petición de las Sociedades Obreras de la villa. En
el Ayuntamiento se registraban los obreros parados y aquí llegaban las
solicitudes de realización de obras públicas para mitigar el desempleo.
Como hemos visto, desde los plenos municipales también se enviaron
solicitudes de inversión a la Diputación o al Gobierno de la República y
sus organismos centrales.
La aparición y funcionamiento de estas oficinas estuvieron envueltas
en todo tipo de polémicas debido al control que sobre ellas ejercía el
sindicato socialista. Con su creación, proliferaron las sociedades obreras
de profesión que estuvieron políticamente hegemonizadas por UGT. Al-
gunas de las denuncias de La Roda aparecieron con el cuño de la Socie-
dad de Obreros Labradores El Campo, Sociedad de Oficios y Profesiones
Varios o de la Sociedad de Albañiles El Trabajo, adscritas a la Casa del
Pueblo y a UGT. En general, las reivindicaciones prioritarias del sindi-
cato y de estas asociaciones fueron que los patronos respetaran el turno
de contratación marcado en las bolsas de trabajo y que se vigilara la Ley
de Términos. Por otra parte, los patronos del campo, opuestos a estas re-
formas, tuvieron en Unión Agraria Provincial su polo de referencia más
importante. En La Roda, la Sociedad de Labradores de Santa Marta fue el
sindicato patronal agrícola por excelencia. Gozaba de prestigio entre los
medios derechistas y los patronos, que recogieron aspectos de la doctri-

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na social de la Iglesia, enfatizando sobre todo el respeto a la propiedad y
la armonía entre las clases sociales.
En las actas de plenos aparecen desde finales de 1932 numerosas mi-
sivas de la Sociedad de Albañiles El Trabajo. Parece ser que el Consisto-
rio consideraba excesivo el coste de la mano de obra en las diversas obras
ejecutadas por orden del mismo. Desde la Sociedad rechazaron de plano
estas afirmaciones vertidas sobre este ramo profesional. Según estos, las
razones de los excesivos costes no eran otras que la falta de dirección
técnica y la mala gestión de los maestros de obra. Además, los que dis-
frutaban de un puesto de trabajo, denunciaron que la gran mayoría tra-
bajaban más horas de las convenidas. Los que se encontraban parados,
insistían en el agobio que les produce en las economías individuales la
carencia de trabajo a la cantera de trabajadores de la construcción depo-
sitando sus esperanzas en que el presidente de la Corporación no demo-
rase más este asunto.
Por lo que respecta a las funciones específicas de los Jurados Mixtos,
estas fueron la aprobación de contratos individuales o colectivos de tra-
bajo, la actividad conciliadora en los conflictos colectivos y la inspec-
ción y vigilancia del cumplimiento de las partes de la legislación social.
Aparte de la resolución de conflictos colectivos, también se procedió en
contenciosos individuales, sobre todo, en materia de juicios por despido
y por reclamaciones de salarios y horas extraordinarias. Pedro Oliver
destaca que el estudio de este tipo de expedientes revela, así mismo, las
duras y precarias condiciones laborales y, en definitiva, de vida, a las
que estaba sometida la población asalariada en el campo: explotación
infantil, jornadas de sol a sol, trabajo a destajo, estacionalidad, impago
de salarios, incumplimiento de contratos (que solían ser verbales), etc.
Los Jurados Mixtos del Trabajo Rural en la provincia fueron dos: Vi-
llarrobledo y Albacete. Como el partido judicial de La Roda estaba den-
tro de la jurisdicción de Villarrobledo, nos hemos limitado al estudio
de los documentos generados en esta jurisdicción. Las primeras Bases
de Trabajo no se firmaron hasta 1932 por lo que todas las denuncias se
presentaron entre 1932 y 1933. Sólo tres se interpusieron entre mayo y
julio de 1934. La actuación de este Jurado fue insignificante a partir de
las huelgas de octubre de 1934, ya durante el Gobierno radical-cedista.

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En el término municipal de La Roda se incoaron un total de 24 expe-
dientes en materia de trabajo rural: 13 de ellos fueron de tipo colectivo;
los 11 restantes, denuncias individuales. Todos los expedientes denun-
ciaron impago de salarios y/o jornales. Cinco de ellos incluyeron aparte
de la denuncia por impago, el despido improcedente. Existen también
dos expedientes colectivos que superaron la cuarentena de demandantes.
Por otra parte, el perfil profesional del denunciante, evidentemente
relacionado con las faenas del campo, venía a ser el siguiente: braceros,
jornaleros, mozos de mula, segadores, trilladores, labradores, vendimia-
dores, mayorales, etc. El demandado fue en todos los casos el patrón y/o
propietario. Algunos de ellos fueron: Luis Illana, Julián Blanco, Vicente
Vidal, José María Alarcón Collado, Antonio Villodre, Herminio Aroca,
Faustino Carrasco, etc. En muchos casos los patronos denunciados no
asistieron al juicio de conciliación. En tan solo tres de ellos, el propieta-
rio anunció su voluntad de proceder al pago de los jornales.
En cuanto a la tramitación de demandas en los Jurados de la Industria
y el Comercio, solo hemos podido proceder al estudio de 9 demandas en
La Roda, aunque suponemos que hubo más. Al igual que en el caso del
Trabajo Rural, los Jurados Mixtos de Industria y Comercio desarrollaron
su actividad durante 1932 y sobre todo en 1933, bajando en 1934, lo que
sin duda está relacionado con el cambio de rumbo político. La mayoría
de las denuncias fueron de carácter individual. Respecto al Jurado de
Artes Gráficas, para La Roda sólo tenemos una denuncia dirigida al ti-
pógrafo Juan Crispín Crispín. No obstante, Oliver (1996, p. 82) expone
que “fueron los tipógrafos y sus aprendices los que más demandaron,
sobre todo en La Roda y en la capital”. También disponemos de una de-
nuncia para cada uno de los siguientes Jurados: Comercio, Siderurgia,
metalurgia y derivados, Madera y, en último lugar, Minas y Canteras.
En el Jurado de Panadería se conservan dos denuncias. El motivo de las
denuncias se debe a despidos improcedentes en 4 ocasiones, reclamo de
salarios en 3, y petición del pago de horas extraordinarias en los 2 casos
restantes. Aunque no se conserva ningún expediente, Oliver Olmo afir-
ma que, junto al Jurado de Artes Gráficas, el Jurado de Madera también
registró en La Roda un alto índice de reclamaciones.

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Finalmente añadiremos que durante este periodo existió una duali-
dad jurisdiccional en materia de conflictos laborales, ya que junto a los
Jurados mixtos también siguieron actuando los Tribunales Industriales
o en su defecto los Juzgados de Primera Instancia. En estos organismos,
igualmente paritarios aunque presididos por el juez de primera instan-
cia, según Oliver (1999, p. 225) “se garantizaba la gratuidad y la rapidez
de los procesos, aunque no tanto como en los jurados mixtos”. Intervi-
nieron en los municipios que eran cabeza de partido, como La Roda,
aunque sólo hemos podido consultar un expediente que responde a este
caso, y no se trata del ramo de industria, sino de trabajo rural. Concreta-
mente esta denuncia frente al Juzgado de Primera Instancia de La Roda
fue interpuesta por Avelino Sevilla Argudo64 contra el patrono de Villa-
rrobledo Juan Caro por despido e impago de salarios. 
Como decíamos anteriormente, tanto la Ley de Jurados Mixtos como
el resto de la legislación en materia laboral resultaron ineficaces tanto
debido a la saturación del mercado de trabajo como a la actitud oposito-
ra de la patronal. Esto, unido a la politización de dichos organismos por
el sindicato socialista, hacía que la oposición a estas reformas aumen-
tara en intensidad. De hecho, el bloqueo se vio más claramente a partir
del cambio de rumbo político en el Gobierno de la República. Junto al
comportamiento vengativo y revanchista de buena parte de la patronal
contra la población obrera que había interpuesto demandas, la ley fue
derogada en mayo de 1934 con el Gobierno de centro-derecha. Tras el
triunfo del Frente Popular después de las elecciones de febrero de 1936,
fue puesta nuevamente en vigor. A partir de entonces, las bolsas de tra-
bajo comenzaron a funcionar eficazmente, aunque por poco tiempo.

Avelino Sevilla Argudo, afiliado a UGT, fue guarda municipal y guarda del Parque de
64

Transmisiones en plena guerra. Sin haber cometido delitos de sangre durante la mis-
ma, será juzgado y condenado a la máxima pena, siendo ejecutado en Albacete el 24
de mayo de 1939 junto a otros cinco compañeros de La Roda. Otro ejemplo similar es
el de Gabriel Sánchez Lozano. También aparece como denunciante ante los Jurados
Mixtos. Fue ejecutado el 29 de julio de 1939 junto a otras tres personas de La Roda.

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6.2 Crisis en el campo y reforma agraria

Desde los primeros días de la instauración del nuevo régimen, la cues-


tión sobre el reparto de la propiedad agraria fue un asunto de extrema
prioridad. Tan ansiada por la mayoría, tan odiada por la clase propieta-
ria, la Ley para la Reforma Agraria fue promulgada el 15 de septiembre
de 1932, aparte de todas las disposiciones oficiales que se publicaron con
anterioridad.
Aunque Gómez Herráez (1988, p. 33) nos dice que muchos textos
de la época se referían a la vida del campo como “un mundo sencillo,
plácido, sosegado, lleno de satisfacciones”, la realidad iba por otros de-
rroteros. En El Agricultor Manchego también hay muchísimos ejemplos
de esta idealización del mundo rural. En el fondo lo que se pretendía
conseguir era, ni más ni menos, la pervivencia del orden y de los intere-
ses establecidos, es decir, que la situación en el campo continuase como
hasta entonces, sin cambios.
Como veíamos en otros capítulos, a finales de 1930 ya comenzaba a
hablarse de la crisis obrera de tipo agrícola en La Roda. Aunque algunas
de las razones aportadas aluden a la sequía pertinaz, las heladas inver-
nales o las plagas, que provocaron escasez de trigos y harinas, no fueron
estas ni mucho menos las únicas razones de esta grave problemática.
Aparte de la existencia de unas adversas condiciones climatológicas o el
problema hidrológico, la crisis económica que se vivía tanto en La Roda
como en el ámbito nacional tuvo más que ver con problemas de tipo
estructural. Estos estuvieron relacionados básicamente con la existencia
de una agricultura anticuada y un reparto extremadamente desigual de
la propiedad agraria, todo ello en una economía eminentemente agrícola
a la vez que paternalista.
En la Mancha, la crisis agrícola duraba desde hacía tiempo en parte
porque la filoxera comenzó a extenderse por la región después de 1927.
Esta enfermedad comenzó a destruir el viñedo manchego, uno de los
más importantes del país. Ante la política proteccionista aplicada por
Francia para evitar el paso de los vinos españoles, en La Roda se llegó
incluso a plantear la sustitución del viñedo por otros cultivos.65

65
Raúl M. MIR. (28 de agosto de 1932). La importancia económica y social de la viña.
El Agricultor Manchego. N.º 361.

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A su vez, en marzo de 1932 se denunciaba en el pleno del Ayunta-
miento la falta de trigo y harina. Se decía que la carencia de trigos podría
dejar sin harina a la población, lo cual podría originar a su vez, un ver-
dadero conflicto. El alcalde anunció que adoptaría las medidas oportu-
nas para prevenir desórdenes, oficiando incluso a las fábricas de harinas
para que no sacasen especies fuera de la población. Con ello, se daba
paso al comienzo de la especulación y a una serie de políticas restrictivas
y arancelarias que solo contribuyeron a perjudicar los intereses de los
pequeños productores. Finalmente, el 15 agosto la Jefatura del Servicio
Agronómico comunicó a la Corporación la localización y fechas en que
se abrirían los almacenes de La Roda. Esto, unido a la sequía y a la ausen-
cia de fondos municipales para ayudar a los campesinos, enturbió más
todavía si cabe la situación. 
Desde el Ayuntamiento se intentaron conseguir pequeños préstamos
del Crédito Agrícola con destino a los pequeños labradores. No llegó a
ser posible debido a la saturación administrativa de este organismo por
la recepción masiva de solicitudes, aparte de encontrarse en una situa-
ción económica insostenible. Así las cosas, en junio se celebraba en el
Teatro Cervantes una asamblea de agricultores damnificados a conse-
cuencia de la pertinaz sequía, junto a los afectados de Barrax y La Gineta,
con el fin de pedir a los poderes públicos auxilio económico y poder de
esta manera realizar la siembra próxima en las barbecheras preparadas
para ese fin. Por su parte, la Casa del Pueblo acordó apoyar la petición de
la FNTT para ampliar a mil millones de pesetas la cantidad presupuesta-
da por el Gobierno para la inmediata ejecución del proyecto de reforma
agraria, por una jornada máxima semanal de 40 horas y por la implanta-
ción del seguro de paro. Mientras tanto, en agosto de ese mismo año, los
guardas de campo denunciaban una grave plaga de langosta en las fincas
de Entinosos y Navica.
Como decíamos anteriormente, otro tema de interés fue el problema
hidraúlico. Según el trabajo de Sepúlveda y Requena (2005, pp. 47-48),
en la provincia de Albacete transcurrían ríos cuyas aguas no podían ser
utilizadas para regar las tierras. La oligarquía agraria albacetense tal vez
no estuvo interesada en invertir en mejoras del regadío o no quiso en-

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frentarse con los poderosos grupos de presión murciano-levantinos, que
acapararon toda el agua de los ríos Júcar y Segura. Con el nuevo régimen,
esta cuestión fue impulsada por la Diputación. A pesar de las protestas
de las Confederaciones del Júcar y Segura, en 1932 se creó la Junta Pro-
vincial de Obras Hidráulicas que elaboró un plan de regadíos dividiendo
la provincia en cinco zonas. Una de estas zonas fue el eje Villarrobledo-
Albacete, incluyendo La Roda. Era una zona llana y escasa en lluvias, lo
que hacía que aquí se vivieran sucesivas crisis agrarias. Según la Junta,
esta zona, por estas y otras razones, atraviesan una gravísima crisis de tra-
bajo. Poner en regadío estas tierras fue labor difícil y los avances lentos,
además también se solía decir que era poco rentable.
Con todo, la situación no fue tan extrema como la que se vivió en
otras comunidades como la extremeña o la andaluza. Hasta la aparición
de la FNTT, la organización del campesinado en este territorio fue más
débil, siendo el sindicalismo socialista menos conflictivo y violento que
el anarquista (mayoritario en Andalucía). No obstante, sabemos que en
la provincia de Albacete hubo, ya durante la primavera de 1936, momen-
tos puntuales de violencia como los que se produjeron en Yeste o Bone-
te.66 En La Roda, en medio también de esta grave crisis agrícola y obrera,
probablemente hubiera episodios conflictivos de mayor o menor grave-
dad que tal vez fuesen más intensos en los meses previos a la guerra. Esta
conclusión la podemos extraer fácilmente con el análisis de las denun-
cias interpuestas frente a los Jurados mixtos del trabajo rural. Además,
una vez acabada la guerra la mayor parte de los consejos de guerra se
instruyeron contra jornaleros y trabajadores del campo en general. Esta
realidad, sin lugar a duda, significó un ajuste de cuentas por parte de la
oligarquía agrícola rodense, que vio peligrar sus privilegios e intereses.
A continuación, veremos de manera detallada cómo se aplicó la refor-
ma agraria en La Roda, que no pasó de la confección de un Registro de la
Propiedad Expropiable y de un Censo de campesinos. Los documentos
de que disponemos en La Roda para realizar una aproximación a lo que
hubiera sido la reforma agraria en este término municipal son escasos.
La pérdida y/o dispersión de los mismos se debe fundamentalmente al

66
Para más información véase a Requena Gallego (2006) y a Carrión Iñiguez (1987).

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contexto de guerra y sobre todo al uso que de ellos hizo el Servicio de
Recuperación Agrícola una vez finalizada la guerra. No obstante, tene-
mos un Registro de la Propiedad Expropiable del Partido de La Roda
(realizado entre marzo y julio de 1933), un Censo de Campesinos (sin
fecha, suponemos que realizado entre 1932 y 1933) y una relación de las
fincas intervenidas con posterioridad a julio de 1936. Esta documenta-
ción se encuentra actualmente repartida entre los archivos centrales del
Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, ubicados
en Madrid y San Fernando de Henares.
La idea de una reforma agraria típica del pensamiento ilustrado y li-
beral se aplicó a lo largo del siglo XIX a través de las desamortizaciones
de Mendizábal y Madoz. En el siglo XX, la agricultura española, sobre
todo en las zonas de latifundio, seguía caracterizándose por una desequi-
librada estructura de la propiedad, por el atraso técnico, muchas tierras
incultas y dedicadas a la cacería, por bajos rendimientos y por una mano
de obra abundante y barata. La redistribución de la propiedad agrícola
hizo que tanto la ley para la reforma agraria como los decretos que la
antecedieron fueran el proyecto más ambicioso, y de los más polémicos,
de la II República.
La Ley de Bases para la Reforma Agraria fue publicada en la Gaceta
de Madrid el 21 de septiembre de 1932. En su primera fase, la que iba
desde su publicación hasta 1934, la ley contó con posturas encontradas
entre republicanos y socialistas, por no hablar del pavor que sintieron
las clases propietarias. Las tierras objeto de expropiación serían las de
origen señorial jurisdiccional, las deficientemente cultivadas y las arren-
dadas sistemáticamente. Las comunidades campesinas elegirían la forma
de explotación, individual o colectiva. El Instituto de Reforma Agraria
(IRA) se encargaría de la gestión técnica y burocrática del proceso, aun-
que contando con un reducido presupuesto sobre todo para hacer frente
a las indemnizaciones.
La base 7ª de la ley establecía que una vez constituido el IRA se proce-
dería a la realización de un inventario de bienes comprendidos en la base
5ª. Los dueños de las fincas incluidas en dicha base debían presentar una
relación de las mismas expresando su situación, cabida, linderos y demás

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circunstancias para identificarlas. Los propietarios que no lo hicieran u
ocultaran datos serían multados con el 20 por 100 del valor que se le
asignase al inmueble ocultado. Además, cualquier persona podía denun-
ciar la existencia de bienes comprendidos en la base 5ª percibiendo el
denunciante una compensación. Espejo Marín (1990, p. 84), que realizó
un estudio minucioso sobre la propiedad expropiable en la provincia de
Albacete, nos dice que “este hecho contribuyó a que la mayoría de los
propietarios, y en particular los grandes, declarasen sus tierras”.
La mayoría de las fincas expropiables en La Roda respondían al apar-
tado 13 de la base 5ª: propiedades cuya extensión excediesen las cifras
señaladas por la Junta Provincial del IRA, es decir, los latifundios. Según
esta categoría, ninguna persona física podía poseer, en un solo munici-
pio, más de una determinada superficie de tierra, aunque esto variaba
según el tipo de tierras poseídas: de 300 a 600 ha. de cultivos herbáceos
de secano; 150 a 300 para olivar; 100 a 150 para viña; 100 a 200 para ár-
boles y frutales; 400 a 750 para dehesas de pasto y labor y de 10 a 50 ha.
para regadío.
Dentro de la provincia de Albacete, el partido judicial de La Roda
integraba los siguientes términos municipales: Fuensanta, Lezuza, Ma-
drigueras, Minaya, Montalvos, Munera, La Roda, Tarazona, Villalgordo
y Villarrobledo. Este último término era uno de los mayores dentro de la
geografía nacional y fue de gran interés para la reforma agraria. A partir
de los datos obtenidos del trabajo de Pascual Carrión (1932, p. 115), el
término de La Roda, con 39.478 ha., se hallaba más parcelado que la me-
dia (20.000 ha en fincas de hasta 50 ha) aunque tenía 13 grandes fincas
de más de 250 ha. que reunían casi 15.000 ha., un 37,72 % de su término
municipal.
Las fincas expropiables de La Roda según este apartado fueron las que
se describen a continuación. La familia González Arnao, con varias ramas
relacionadas entre ellas por lazos de parentesco, tenían casi 10.000 ha. en
tierras de pasto y labor en Santa Marta. Los hermanos Torres y González
Arnao, María del Rosario, Camilo y Emilio María, poseían algo más de
4.400 ha. en esta zona. Estas familias terratenientes, aparte de practicar
la endogamia para proteger e incluso ampliar sus patrimonios, también

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se caracterizaron por un fuerte absentismo, permaneciendo ausentes de
sus fincas, que ni administraban ni vivían en ellas y, en muchos casos, ni
las conocían. Solían tener preferencia por los centros de moda franceses,
como dos de los hermanos Torres, afincados en París; Emilio María te-
nía su residencia en Roma. La otra rama González Arnao, representada
por las hermanas Unceta, poseían entre las dos casi 5.000 ha. repartidas
por Santa Marta. Vivían en Madrid, la ciudad española favorita entre
la burguesía terrateniente y la nobleza. Atendiendo a las dimensiones
de estas fincas, y al problema de desempleo y crisis agraria que se vivía
en la localidad, no es de extrañar que uno de los objetivos prioritarios
de la reforma agraria en La Roda fuera precisamente la expropiación,
indemnización y posterior asentamiento de colonos concretamente en
las fincas de Santa Marta, aunque como veremos, muchas otras fincas
fueron también objeto de incautación y colectivización.
El resto de terreno expropiable según el apartado 13 pertenecía a las
siguientes familias: Garnica Sandoval, con 650 ha. en los Prietos; Mª de
la Concepción Escobar Hore, con dos fincas de 327 ha. (Casa Arnedo)
y 174 ha. (La Nava). Núñez Cortés y Briones, con 476 ha. en diferentes
fincas; la rama Beitia Bastida y Núñez Cortés, con casi 1.000 ha. en el
término de La Roda y 665 ha. en el término municipal de Minaya. Do-
minica Beitia Bastida además figuraba en una Sociedad conyugal junto a
Luis de Illana y Sánchez de Vargas, con varias fincas de menor extensión
compradas en Madruéganos, la Casa del Fiel y en Minaya. Este es un
claro ejemplo de cómo las grandes familias terratenientes sin vínculos
familiares, también acabaron emparentándose entre sí para aumentar y
consolidar sus patrimonios, llegando de esta manera a amasar grandes
fortunas. Siguiendo con las fincas sujetas al apartado 13 tenemos: una
de las hermanas de la familia Requena Luján, Fuensanta, afincada en
Murcia, con 650 ha.; de la familia Escobar Muñoz, José Gabriel poseía
en diferentes fincas del término, muchas en la Casa del Olmo, aproxima-
damente 640 ha.; Virginia Beltrán Nieto declaró más de 400 ha.; Mª Do-
lores Marin Bª Nuñez Robres, con una finca de 625 ha.; en último lugar,
de acuerdo con el apartado 13 también figuraba la finca de Ana Velez y
Velez, afincada en Madrid, con 35 ha. destinadas a cereales de secano.

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Aunque una parte muy importante de las tierras del término se vieron
incluidas en el Registro de la Propiedad Expropiable, según E. Malefakis
(1982, p. 249), “las medidas de expropiación, incluidas las excepciones
y las consiguientes indemnizaciones, resultaron demasiado moderadas
y equitativas”. Además, un gran número de propietarios había tomado
precauciones durante los dieciocho meses que duraron los debates de la
reforma, procediendo a realizar la venta de sus propiedades o al reparto
entre sus familiares. Este pudo ser el caso de algunos terratenientes de La
Roda que no figuraban en el Registro de la Propiedad Expropiable como
Francisco Diego Berruga Cebrián y su esposa Consuelo de Arce Esco-
bar, o el hermano de esta, Gabriel, líder de la sublevación en La Roda.
Algunas de las fincas de este matrimonio fueron colectivizadas a partir
del verano de 1936 aunque, como vemos, no quedaron reflejadas en el
Registro de la Propiedad Expropiable.
El resto de las propiedades expropiables del término municipal de
La Roda hacía referencia a los apartados 10 y 12 de la base 5ª. Según
el apartado 12 serían expropiadas también las fincas explotadas siste-
máticamente en régimen de arrendamiento a renta fija durante doce o
más años. Registradas según este apartado fueron las seis fincas de José
Joaquín Salazar y Jaraba, de Hellín, que tenía repartidas entre Montene-
broso, la Coscoja y Morcilla, una de ellas con 850 ha. Mª Ángeles García
Escobar, con 26 años, tenía 7 fincas de cereales registradas en el apartado
12 con un total de 10 ha. aproximadamente. Francisco Salvador Martí-
nez registró dos fincas de 9 y 3 ha.
Abdon Atienza Ochando, de Tarazona, tenía en el término municipal
de La Roda dos huertas con riego de noria de 22 áreas cada una. En Tara-
zona de La Mancha poseía 800 ha. repartidas en 98 fincas. Descendiente
de los Ochando de Casas Ibáñez, esta saga familiar, consolidada con las
guerras carlistas y en la guerra de Cuba (Moreno Luzón, 1993), dominó
la política local de manera absoluta, extendiendo sus redes a buena parte
de la provincia.
Finalmente, las hermanas Escobar Arce, Bernarda Trinidad y Maria
Ramona, registraron entre las dos casi 400 ha. repartidas por todo el
término municipal. La familia de los Arce en Villarrobledo, Jiménez de

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Córdoba y Arce, tenían las siguientes fincas: Francisco, de 37 años, un
total de 322 fincas con una extensión que sobrepasa las 6000 ha. Miguel,
de 35 años, un total de 294 fincas con una extensión de casi 1200 ha. En
la Sociedad conyugal de Miguel con María de la Caridad Acacio de la
Peña registraron un total de 261 fincas con 4183 ha. Esta familia, junto a
los Acacio, a través de prácticas caciquiles y endogámicas, concentraron
en sus manos todas las tierras del término de Villarrobledo, uno de los
más grandes de España. No por casualidad la revolución de octubre de
1934 tuvo un gran impacto en esta localidad. Igualmente, como contra-
partida, la represión y matanzas llevadas a cabo por el bando ganador
una vez finalizada la guerra en Villarrobledo fueron totalmente despro-
porcionadas.
A continuación, estaban las fincas expropiables según el apartado 10:
aquellas ubicadas a menos de dos kilómetros del casco de los pueblos
con menos de 25.000 habitantes de derecho, cuando el propietario po-
seyera en el término fincas cuya renta catastral excediese de 1.000 ptas.,
siempre que no estuvieran cultivadas directamente por sus dueños, es
decir, las tierras de ruedo. Atendiendo a este apartado quedaban regis-
tradas las cinco fincas de Antonio Aguado Beltrán con 17 ha.; una finca
de 5 ha. que registró Bernarda Jiménez Escobar; y las 10 fincas de Miguel
Requena Luján, que sumaban un total de casi 1.700 ha.
Para acabar con este recuento, quedaban las fincas de Ángeles Esco-
bar Muñoz y de José Pérez Seoane, conde de Villaleal, comprendidas en
los apartados 10 y 12. La primera registró 12 fincas para el cultivo de
cereal con un total aproximado de 43 ha. José Pérez Seoane, afincado
en Madrid, registró 5 fincas que sumaban 11 ha. Sin duda se limitaron a
declarar una cantidad de hectáreas insignificante tratándose de una de
las familias nobiliarias y de terratenientes de la localidad más destacadas.
A la par de la confección del Registro de la Propiedad Expropiable,
se procedió a realizar también un censo de campesinos asentables de
acuerdo con la Base 11 de la Ley para la Reforma Agraria. Según esta
base, el censo quedaba dividido en los siguientes cuatro grupos: obreros
agrícolas y ganaderos (campesinos que ni labrasen ni tuvieran ninguna
porción de tierra), sociedades obreras de campesinos, propietarios que

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pagasen menos de 50 pesetas de contribución anual o menos de 25 por
tierras arrendadas y, finalmente, arrendatarios o aparceros que explota-
sen menos de 10ha de secano o 1ha de regadío.
Aunque no hemos localizado el Censo completo, sí se conserva un
resumen del mismo referente al Partido Judicial de La Roda. Para este
término municipal se censaron para el grupo A, es decir, braceros, un
total de 569; para el grupo C, pequeños propietarios, 504; para el grupo
D, arrendatarios o aparceros, un total de 36. No consta ninguna sociedad
obrera de campesinos, pues el requisito era llevar dos años como mínimo
de existencia, es decir, previa a la proclamación de la República. También
podemos observar que el grupo de braceros y pequeños propietarios fue
similar en número. Esto significa que, en La Roda, como hemos visto,
el peso de la pequeña propiedad era importante. Normalmente en las
zonas de prioridad para la reforma agraria, el mayor peso específico lo
tenían los braceros. Sin embargo, esto no debe hacernos pensar que no
padecieran graves dificultades económicas. Muy al contrario, muchos
pequeños propietarios, arrendatarios y aparceros fueron incluidos en el
censo por ser lo suficientemente pobres para ser elegibles para su asenta-
miento en tierras expropiadas.
A pesar de la crisis agraria, del desempleo o del injusto y extrema-
damente desigual reparto de la propiedad, en La Roda no se llegó a
expropiar ninguna finca antes de la guerra. No obstante, aunque no se
procedió a la expropiación, la Ley de Reforma Agraria tuvo una serie
de consecuencias positivas para los trabajadores del campo. Las propie-
dades inventariadas se desvalorizaron al ser incluidas en el Inventario
de Fincas Expropiables. Algunos decretos concedieron derechos a los
colonos, que permitieron rebajas sustanciales de los arrendamientos; los
de intensificación de cultivos favorecieron el acceso temporal a la tierra.
Todo ello, unido a los decretos sobre el mercado de trabajo, favoreció la
consolidación de un marco institucional que daba cauce a negociaciones
antes impensables.
Muchas de las tensiones sociales de la República se dieron por la re-
sistencia de la patronal a aceptar el nuevo orden de cosas. En palabras
de E. Malefakis (1982, p. 444): “el incumplimiento de las bases de trabajo

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Resumen del censo de campesinos de la provincia de Albacete (Fuente: MAPA)

Censo de campesinos del término municipal de La Roda (Fuente: MAPA)

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por parte de la patronal, pero también el ascenso del sindicato socialista
FNTT, revelan ambas caras del conflicto”. Especialmente la línea políti-
ca reaccionaria seguida por la derecha tradicional, tanto en esta como
en otras materias, pero también la radicalización de ciertos sectores del
socialismo en la provincia de Albacete, contribuyeron a aumentar el am-
biente de polarización social y política que se hizo más patente con los
sucesos de octubre de 1934 y, sobre todo, tras las elecciones de febrero
de 1936.

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7. CAMBIOS EN PARTIDOS Y AGRUPACIONES POLÍTICAS DE
1933 A 1936

Con anterioridad veíamos cómo las antiguas formaciones dinásticas


se republicanizaron pasando a engrosar las filas de nuevos partidos como
el Republicano Liberal Demócrata o el Radical. Otras agrupaciones en
las que destacó la presencia de la vieja y la nueva derecha fueron Unión
Agraria o las Juventudes católicas. Sin embargo, como viene a decirnos
Sepúlveda Losa (2003), en estos primeros años, los sectores conservado-
res del país se mantuvieron más o menos desunidos hasta 1933, momen-
to a partir del cual, fueron creciendo lentamente. La gran excepción fue
la evolución que experimentó la Confederación Española de Derechas
Autónomas, CEDA, cuya transformación en partido de masas fue fulmi-
nante debido sobre todo al apoyo de la Iglesia.
La CEDA había surgido en marzo de 1933 gracias a los esfuerzos
realizados por Acción Popular por atraerse a las masas: grandes terrate-
nientes, medios patronos, pequeño y mediano campesinado y sectores
de clases medias claramente conservadoras, y sobre todo de la Iglesia.
Según Sepúlveda (2003, p. 45), en noviembre de 1934 era elegido presi-
dente provincial del partido, Pedro Acacio Sandoval, “lo cual favoreció
un mayor acercamiento con la patronal agraria aunque también se pro-
dujo la incorporación de antiguos monárquicos liberales”. Esta organiza-
ción se reforzó a su vez con la creación de secciones dentro del partido
que canalizaron reivindicaciones de todos los grupos sociales, muy es-
pecialmente de las mujeres, siendo este partido el que mayor militancia
femenina tuvo. Como hemos visto en otros capítulos, su vinculación con
la Iglesia le llevó a crear en La Roda, Juventud Católica, la Asociación
Católica rodense de Padres de Familia o el sindicato Sociedad de Labra-
dores de Santa Marta.

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Esta situación se reprodujo a la inversa a partir de estas fechas con
respecto a los partidos republicanos de izquierdas y los socialistas. La
ruptura entre ambas líneas políticas, unido a la abstención de anarquis-
tas, y a la aparición por primera vez en la historia de España del voto
femenino (de carácter marcadamente católico), dieron la victoria en no-
viembre de 1933 a la coalición de centroderecha, el Partido Radical y la
CEDA, a pesar de unos resultados electorales similares.
Según Santos Juliá (1999, p. 92), así fue como la CEDA, “que no había
declarado su lealtad al régimen y cuyos dirigentes habían visitado Roma
en enero de 1933 y asistido a la concentración nazi de Nuremberg en
septiembre”, se convirtió en apoyo indispensable para la gobernabilidad
del país. El deterioro de sus aliados, los radicales, obviamente influyó en
el aumento de la presencia cedista en muchos ayuntamientos, incluido
el de La Roda. Republicanos de izquierdas y socialistas de inmediato co-
menzaron a preocuparse por la deriva fascistizante de la política y el go-
bierno españoles. Más adelante veremos la composición del nuevo Con-
sistorio que se configuró por orden gubernativa junto a aspectos más
centrados en la política local que se abrió paso al calor del Gobierno de
centro-derecha.
Combinándose con la CEDA, también hubo otros partidos monár-
quicos: los Tradicionalistas, muy fuertes en el norte del país, y Reno-
vación Española, en representación principalmente de los monárquicos
alfonsinos. Ya vimos cómo desde la proclamación de la República en
1931 existieron altercados en La Roda relacionados con elementos mo-
nárquicos por lo que se decretó:
[…] la vigilancia e inspección de fondas y casas de huéspedes y posadas
para impedir la entrada de extraños encargados de perturbar la tranqui-
lidad […] pues existe una intensa propaganda de reacción monárquica
que a toda costa se debe impedir llegado el caso, en bien de la República
porque al hacerlo así es defender a España contra sus eternos enemigos.

A pesar de que Albacete era una provincia de marcado carácter agrí-


cola, Sepúlveda (2003, p. 49) nos dice que “el Partido Agrario no tuvo
una fuerte implantación”. Como decíamos, este partido y sus homólogos

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derechistas contaron con el apoyo del semanario El Agricultor Manchego,
sin duda, una fuente documental de incalculable valor para este trabajo.
En 1933 también comenzaron a debutar pequeños partidos de corte
fascista. Falange Española, fundada por José Antonio Primo de Rivera,
tras su unión con las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) en
febrero de 1934, pasó a constituirse como Falange Española de las JONS.
Su presencia se consolidó durante la primavera de 1936, volviéndose su
actuación radical y provocando conflictos y desórdenes callejeros. Se-
púlveda (2003) apunta que su crecimiento fue lento y estuvo compuesto
preferentemente por jóvenes menores de 25 años. La mayoría de ellos
eran estudiantes vinculados a familias ricas y a profesiones liberales. No
disponemos de datos concretos, pero sabemos que en 1935 Falange ya
estaba constituida en La Roda y que desde el mismo Ayuntamiento se
pagaba una cuota para la Delegación Provincial de las Organizaciones
Juveniles.67
En algunos expedientes de los Tribunales Populares de Albacete en-
contramos declaraciones de personas de derechas que fueron detenidas
coincidentes en que Herminio Picazo Bermejo fue el introductor de Fa-
lange Española en La Roda, destacando entre sus propagandistas a José
Valls, Vicente Ortega Marín, Juan Charco Aranda, Juan Toboso Arenas,
Pio Viñas Belmonte, Gabriel Blanco, Luis Lara o los hermanos Picazo
Oñate, entre otros. Algunos de ellos, como los hermanos Picazo Oñate o
Pio Viñas Belmonte, habían pertenecido a diferentes partidos republica-
nos de derechas. La gran mayoría de sus hijos ingresarán directamente
en Falange desde bien jóvenes. Ya hemos dicho en otro lugar que estas
personas, junto a Gabriel Arce Escobar, los miembros del casino del Cír-
culo Radical (es decir, los viejos monárquicos) y elementos de la Guardia
Civil, fueron los que en La Roda organizaron y llevaron a cabo la suble-
vación de julio de 1936.

El Movimiento siempre contó con una Delegación Nacional de la Juventud destinada


67

el encuadramiento de la misma, bien fuera con el primer nombre de Organizaciones


Juveniles (hasta 1940) o del Frente de Juventudes (1940-1970). Con excepción de los
primeros años, se entiende que se trataba de la Juventud masculina, dejando a las
mujeres en manos de la Sección Femenina.

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La mitificación durante el franquismo de la figura del fundador de Fa-
lange, José Antonio Primo de Rivera, llevó a las nuevas autoridades a lle-
nar los pueblos de España de edificios y monumentos conmemorativos
en su nombre. Los callejeros también se vieron afectados por las políticas
de memoria del franquismo, cambiando de inmediato los nombres de las
calles en honor a célebres falangistas como Matías Montero, entre otros.
En 2020 el colegio público que llevaba el nombre de José Antonio era
cambiado por el de Purificación Escribano, siendo uno de los últimos
colegios de Castilla La Mancha en hacerlo. En enero de 2021 se retiraba
un monolito de piedra en honor al líder del fascismo español ubicada en
la parte más céntrica de la localidad.68
El Partido Republicano Radical fue la fuerza republicana más antigua
y una de las que más peso tuvo durante la II República. Junto a Acción
Popular, realizó una intensa labor de oposición en contra de las reformas
del Gobierno de Azaña. Rosa María Sepúlveda (2003, pp. 64-65) añade
que “la llegada masiva de antiguos monárquicos y caciques locales per-
mitió un crecimiento espectacular de este partido, pero al tiempo obs-
taculizó el desarrollo de unas bases democráticas”. Ya hemos visto cómo
por el distrito de La Roda tuvo representación el azañista Miguel Servet
Díaz Basauri, aunque también se incorporaron los Jiménez de Córdoba
de Villarrobledo, entre otros. Su victoria en las elecciones de noviem-
bre de 1933 dio un nuevo impulso al partido, aunque orientado hacia
la derecha, al ser apoyado por la CEDA. Durante este segundo bienio
se reforzaron sus organizaciones juveniles. Por el distrito de La Roda el

68
Con frecuencia algunos ciudadanos denuncian que nuestra historia no debe ser bo-
rrada. Como historiadora, no podría estar más de acuerdo. Sin embargo, cumplir con
la Ley de Memoria Histórica, que transciende lo meramente histórico, no significa
hacer tabula rasa de nuestro pasado. Se trata, sencillamente, de retirar del espacio
público las profundas huellas que el fascismo, y más concretamente, la dictadura
franquista, desplegó en nuestro país en aplicación de su particular “memoria”. Toda-
vía hoy La Roda presenta un callejero repleto de nombres que en su día se cambiaron
para ensalzar las virtudes de muchos de los militares y políticos golpistas, como la
calle General Mola o Mártires (de la Cruzada), junto a una placa de mármol que luce
en la fachada principal de la Iglesia del Salvador en homenaje a los Caídos gloriosa-
mente por Dios y por España. En diciembre de 2020 el Consistorio local aprobaba en
sesión plenaria la aplicación definitiva de la Ley de Memoria Histórica en La Roda.

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delegado fue Emilio Torrano Fernández, que a su vez fue vicepresidente
de la Federación Provincial de las Juventudes Radicales.
La composición profesional de su comité reflejó el predominio de los
propietarios agrarios sobre las demás profesiones. Más de la mitad de
los asociados eran agricultores; una parte de ellos, grandes propietarios
como los Jiménez de Córdoba. El resto estaba formado por pequeños co-
merciantes, empleados, profesionales liberales y maestros. En los juicios
sumarísimos posteriores a la guerra, muchos de los represaliados alega-
ron en su defensa haber pertenecido al Partido Radical. A partir de 1935
fue decayendo la influencia del Partido Radical, acusándolos la izquierda
de traicionar a la República, y negando cualquier posibilidad de acuerdo
o coalición con ellos. El partido comenzó a estar condenado a entender-
se con la derecha “no sólo por la negativa de la izquierda a negociar sino
por el peso que en el mismo tenían los grandes propietarios agrarios”
(Sepúlveda, 2003, pp. 67-68). Al igual que sucedió con los miembros de
otros partidos conservadores, esto hizo que algunos de los militantes ra-
dicales también se sintieran atraídos por Falange y colaborasen con los
insurrectos en la sublevación militar de 1936.
Las presiones a las que se vio sometido el Gobierno por sus socios ce-
distas acabaron por escindir al Partido Radical. Según Santos Juliá (1999,
p. 102), “una minoría de diputados radicales liderados por Diego Mar-
tínez Barrio creaba, junto a otro sector del Partido Radical-Socialista, el
nuevo partido de Unión Republicana en agosto de 1934”. Fue un partido
republicano moderado con una escasa implantación en la provincia. El
representante por el partido judicial de La Roda en su Comité Ejecutivo
Provincial fue el antiguo dinástico que llegó a ser alcalde durante la gue-
rra, Abel Amar Pardo.
Entre noviembre de 1933 y noviembre de 1935, los partidos repu-
blicanos de izquierdas experimentaron una evolución inversa. Fruto del
fracaso en las elecciones de noviembre de 1933, las fuerzas republica-
nas de izquierdas quedaron desunidas aunque con el tiempo volvieron a
acercar posturas creándose, por ejemplo, Izquierda Republicana. Tras el
impacto de la abortada revolución de octubre de 1934, la normalidad se
restableció en la primavera de 1935, comenzando a surgir comités loca-
les como en La Roda. El alcalde se refirió a la fecha de su creación el 28

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abril, mientras que el semanario República indicó que su inauguración
había sido el 23 marzo. Poco después, entre abril y marzo de 1935, se
crearon las Juventudes de Izquierda Republicana. La convergencia entre
republicanos de izquierda y socialistas a lo largo de 1935 y la campaña
de febrero 1936 no estuvo exenta de algunos enfrentamientos que, como
veremos, se agudizaron durante la primavera de ese mismo año.
Por lo que respecta al socialismo rodense, de entre las diversas ten-
dencias, aquí destacó la línea más centrista de Prieto, partidaria de la co-
laboración con la República para profundizar en las reformas. De cara a
la preparación de las elecciones de noviembre de 1933 el Comité Provin-
cial celebró mítines, multitud de reuniones y eventos como el II Congre-
so Provincial. De las dos secretarías del Congreso, una estuvo a cargo del
socialista rodense, Deusdedio del Campo Martínez. Analizaron los pro-
blemas y decidieron no aliarse con los republicanos de izquierdas para
las elecciones. De esta manera vemos que, tras el triunfo de lerrouxistas
y cedistas, los socialistas comenzaron a adoptar una actitud defensiva.
Se reforzó la ruptura con la burguesía republicana y empezó a valorarse
la vía revolucionaria como medio de conquista del poder por las masas
obreras. Para ello, desde los primeros meses de 1934 empezaron a fra-
guar la idea de convocar una huelga revolucionaria en caso de que la
CEDA accediera al Gobierno, circunstancia que sucedió en los primeros
días de octubre. La represión posterior a la revolución de octubre, ce-
rrando las sedes y deteniendo a destacados militantes obreros, originó
un descenso del número de comités y afiliados, del que no se recuperó
hasta después del triunfo del Frente Popular.
Vinculado al PSOE estaba la Unión General de Trabajadores, UGT,
sindicato obrero de mayor arraigo en la localidad durante toda la Repú-
blica. Junto a la sección de obreros campesinos de la FNTT, ambos serán
los que muestren una creciente actitud beligerante en forma de rechazo
a colaborar con los republicanos. A comienzos de 1934 la afiliación del
sindicalismo socialista descendió, ya que el Gobierno de Lerroux incum-
plió la legislación social y permitió la persecución de líderes sindicales.
Mientras, los propietarios boicotearon las reformas y, en último término,
a los trabajadores. Las sociedades obreras se quejaron, por su parte, del
mal funcionamiento de las Bolsas de trabajo y los Jurados mixtos, aparte

[114]

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de denunciar los abusos de patronos y burgueses. Esto se acentuó más
después de la huelga campesina de junio de 1934 y de los sucesos de oc-
tubre del mismo año. En mayo de 1935 se realizó un esfuerzo por reor-
ganizar el sindicato, lo cual fue posible al año siguiente tras las elecciones
de febrero de 1936.
En último lugar, por lo que respecta al Partido Comunista de España,
este tuvo escasa presencia en la provincia excepto en la capital y algunos
pueblos como Madrigueras o Villamalea, incrementando su número de
afiliados después del triunfo del Frente Popular. El aumento más signi-
ficativo en el número de afiliados lo registró en los primeros meses de la
guerra. La primera noticia que se tiene en La Roda de la existencia del
Partido Comunista es a partir del 3 de agosto de 1936. Sobre la presencia
anarquista en la provincia de Albacete, únicamente podemos apuntar
que hubo pequeños grupos que apenas se hicieron notar durante el pe-
riodo. El sindicato CNT rodense apareció por primera vez sobre el papel
en septiembre de 1936.
La República que se constituyó en abril de 1931 no destacó por su
carácter comunista o marxista, sino única y exclusivamente por su afán
de democratizar y modernizar el país. Sí que hubo amplios sectores de
la población española que se mostraron duramente combativos contra
algunas de las políticas y reformas republicanas, como el anarquismo o el
ala caballerista del PSOE, que se radicalizó progresivamente sobre todo a
partir de 1934. Pero de ahí a calificar el sistema democrático de la II Re-
pública con el apelativo de comunista constituye una falacia histórica de
primera magnitud. La idea lanzada por los sublevados y posteriormente
por los historiadores franquistas, justificando el alzamiento militar para
acabar con la oleada de comunismo en nuestro país, cae por su propio
peso.69

La historiografía posterior a la guerra, y no sólo la franquista, justificó la subleva-


69

ción militar como una guerra de liberación contra el comunismo internacional para
ocultar e incluso negar la verdadera naturaleza de los hechos: que los insurrectos se
levantaron en armas en contra del Gobierno democrático de la II República por-
que no estaban dispuestos a renunciar al poder (económico, político, social, cultural,
ideológico…) que desde la monarquía alfonsina venían acaparando. Consúltese a
Viñas & Hernández Sánchez (2009, pp. 453-470).

[115]

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El régimen republicano, a pesar de haber diseñado la Constitución
más avanzada de la historia de España, estuvo regido por una mayoría de
clases medias burguesas, defensoras del orden y de la propiedad privada,
en general católicas, que con frecuencia se entendieron mejor con las
fuerzas conservadoras que con las progresistas. La lentitud y vacilacio-
nes en algunas de las reformas anunciadas, sobre todo con respecto al
reparto de la tierra, fue minando lentamente la confianza que el pueblo
español depositó en ellas, pidiendo en La Roda de la mano de los sindi-
catos socialistas, pan y justicia.
Podríamos incluso afirmar que la Guerra Civil fue, en último térmi-
no, un enfrentamiento entre las cúpulas tradicionales de poder y una
inmensa mayoría de población pobre y analfabeta. En este sentido, ve-
remos cómo la incidencia de la represión franquista fue abrumadora-
mente mayor entre las clases más desfavorecidas, especialmente, obreros
sin cualificación y jornaleros del campo que, salvo raras excepciones, se
habían significado con la izquierda política. En el momento de la suble-
vación fascista-militar, las clases medias que trajeron la República junto
a las fuerzas de seguridad que les fueron fieles, estuvieron en una si-
tuación intermedia entre ambos polos opuestos. Después, a los políticos
republicanos no les quedó más remedio que defender el régimen que
representaban y entregar armas al pueblo. Esta es la razón por la que
la represión franquista también se cebó con las capas intermedias de la
sociedad como intelectuales, profesionales liberales o pequeños propie-
tarios e industriales que habían sido ilustres republicanos, dirigentes po-
líticos y sindicales, alcaldes o gobernadores civiles, entre otros.

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8. 1934 UN AÑO MUY CONVULSO

En capítulos anteriores veíamos cómo el alcalde Vicente Arenas Or-


tega pedía su dimisión el 19 de septiembre de 1933 a fin de no lesionar
sus intereses profesionales. El 25 de octubre era elegido José Cerdán Pérez
como su sucesor en el cargo. Sin embargo, tras las elecciones generales
de noviembre de 1933, que daban la victoria a las derechas, la izquier-
da burguesa de La Roda resultaba prácticamente barrida del escenario
político. A mediados de mayo de 1934 se volvió a configurar un nuevo
Consistorio en sintonía con el Gobierno de la nación. El problema que
tenemos para la reconstrucción de esta etapa es que no disponemos de
las actas municipales. Efectivamente, en el archivo municipal del Ayun-
tamiento falta el libro que debería ir desde marzo de 1934 hasta noviem-
bre de 1935. Por tanto, hemos tenido que acudir a otro tipo de fuentes
documentales y bibliográficas para obtener información del periodo.
Según decíamos, a partir de entonces se produjo la destitución de un
gran número de consistorios municipales que estaban en poder de par-
tidos de izquierdas, sustituyéndolos por comisiones gestoras integradas
mayoritariamente por radicales y cedistas. El nuevo consistorio de La
Roda, formado por orden gubernativa, es decir, sin elecciones electo-
rales, quedó integrado por los siguientes miembros: el alcalde, Antonio
de la Peña Miranda. Los tenientes de alcalde, por orden: Job Escobar
Montoya, Andrés Belmonte Cuenca, Leopoldo Cadenas Rodríguez de
Vera y Joaquín Salvador Cebrián. Los síndicos: Federico Poveda Garví
y José María Picazo Oñate. Y finalmente, los demás concejales: Joaquín
Amez Rodríguez, Julián Fernández Cuenca, Miguel Servet Díaz Basau-
ri, Ramón Ferrer Garrido, Rafael Valiente Sáiz, Elías Sáez Sánchez, Eloy
López Moreno, Eloy Escribano García, Ricardo Atienza Carrasco, Amós
Gil Pedraza y Francisco Diego Berruga Cebrián. Por su parte, en la Di-

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putación Provincial, era elegido por el distrito de La Roda, el cacique de
Villarrobledo, Francisco Jiménez de Córdoba, que ostentó la presiden-
cia.70 El alcalde, Antonio de la Peña y Miranda, un destacado propietario
local, aunque no disponemos de una fecha exacta, pronto fue relevado
en el cargo por el también propietario y bodeguero, Job Escobar Mon-
toya. Podemos concluir que, mientras no aparezcan otros datos, ambos
fueron los únicos alcaldes conservadores durante el segundo bienio re-
publicano.
Cambiado el rumbo político, la coalición derechista comenzó a gober-
nar con el propósito de rectificar el curso emprendido por la República
bajo el mandato de las izquierdas. El nuevo Gobierno no podía anular las
reformas del primer bienio, pero tampoco iba a permitir que se aplica-
ran de manera efectiva. En las zonas rurales, propietarios y agricultores
interpretaron los buenos resultados de la CEDA como un triunfo sobre
jornaleros y arrendatarios. La Ley de Términos municipales fue anulada,
los salarios volvieron a caer, las presiones sobre el empleo fueron olvida-
das y se derogaron los decretos de intensificación de cultivos. Ahora es
cuando se hizo famosa aquella frase donde los propietarios decían a los
jornaleros que iban en busca de trabajo: ¡comed República!
La tensión política comenzó a ser evidente a partir de 1934. La iz-
quierda, alarmada por la paralización de las reformas, comenzó a temer
que la CEDA de Gil Robles, en pleno proceso de fascistización, accediera
al Gobierno. En este contexto de revanchismo político, de luchas calle-
jeras y de grandes concentraciones al estilo fascista promovidas por Gil
Robles, el movimiento socialista liderado por Largo Caballero experi-
mentó igualmente una radicalización de sus posturas.
A lo largo del verano los problemas se agravaron. Los trabajadores del
campo comenzaron a padecer unas duras condiciones debido a la acti-
tud cada vez más agresiva de los patronos. La FNTT, sindical socialista,
finalmente convocó una huelga general con el fin de detener la ofensiva
patronal y las provocaciones de los caciques ayudados por la Guardia
Civil. Su incidencia fue muy desigual según las regiones y el poder de las
organizaciones obreras, pero afectó a más de 500 municipios en Andalu-

70
El Agricultor Manchego, (27 de mayo de 1934). N.º 450.

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cía, Extremadura y Castilla la Nueva, como sabemos, zonas de latifundio
por excelencia.
Tal y como dijera Santos Juliá (1999, p. 104): “se trató de la mayor
huelga agraria de la historia, lo que dio también lugar a una represión
sin precedentes: cerca de 10.000 detenciones y unos 200 Ayuntamientos
sustituidos”. Se clausuraron muchas Casas del Pueblo y la FNTT quedó
prácticamente desmantelada hasta 1936. Tenemos noticias indirectas de
que la Casa del Pueblo de La Roda pudo haber sido clausurada con mo-
tivo de la huelga de junio. La razón es que, durante la huelga de octubre
del mismo año, algunos socialistas rodenses fueron procesados, no por
su participación en la huelga, sino porque la Casa del Pueblo había sido
clausurada y continuaba funcionando de manera ilegal. Por ello intui-
mos que podría haber sido cerrada con motivo de la huelga campesina
de junio, y que, con posterioridad a los hechos de octubre, se mantuviese
clausurada. De todas formas, durante los sucesos de octubre las Casas
del Pueblo volvieron a ser cerradas. Según declaraciones del líder socia-
lista rodense, Deusdedio del Campo Martínez:

Como no tenían legalizado el local para Casa del Pueblo, se reunían en


casa de Fidel Amat el monitero, para gestionar su apertura después de
que el Gobierno cerrase las Casas de Pueblo tras los sucesos de octubre
de 1934.

Aparte de la huelga campesina de junio, el movimiento insurreccional


de octubre fue otro de los grandes conflictos de este año, tan convulso
tanto a nivel nacional como en la provincia de Albacete. El PSOE, te-
meroso de que el presidente de la República y el propio Partido Radical
permitieran el acceso de la CEDA al Gobierno, radicalizó sus posturas.
El 3 de octubre de 1934, Lerroux anunció un nuevo gabinete de Gobier-
no que incluía a tres ministros de la CEDA. Los socialistas, por muchas
y realistas razones, lo interpretaron rápidamente como un paso hacia la
llegada del fascismo en España, con lo que al día siguiente proclamaron
la huelga general.
La huelga de octubre tuvo más impacto en Villarrobledo o Tarazona,
enclaves de amplia tradición socialista donde dicha huelga se convirtió

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en insurrección revolucionaria.71 La respuesta del Gobierno a nivel na-
cional para sofocar a los huelguistas acabó convirtiéndose en una durí-
sima campaña militar a cargo de regulares y legionarios del Ejército de
África, liderados por Franco y por Goded. Todo esto, además de la labor
contrarreformista del Gobierno, contribuyó a que las fuerzas republica-
nas de izquierdas se unieran progresivamente en una estrategia común
que daría sus frutos en febrero de 1936.
Respecto a La Roda, intuimos que aquí debió desarrollarse la huel-
ga con relativa normalidad, ya que no disponemos de ningún vestigio
documental directo sobre el desarrollo de la misma. Lo que sí sabemos,
como decía anteriormente, es que la Casa del Pueblo fue clausurada nue-
vamente, sumándole a esto múltiples detenciones y la depuración del
personal del Ayuntamiento. La sede de Izquierda Republicana también
fue cerrada.
En los expedientes militares de los consejos de guerra franquistas,
aparecen algunos represaliados acusados de participar en la revolución
de octubre. En el expediente personal de Deusdedio del Campo, se expli-
ca cómo este fue acusado de participar en la huelga:
[…] estuvo detenido por creérsele complicado en estos sucesos y porque
funcionaba ilegalmente la Casa del Pueblo. Con él como vicepresidente
se reunían Antonio Vera Zaragoza, Marcelo Sevilla Argudo y Antonio
Gómez Irimia.

Ignoramos cuánto tiempo estuvo Deusdedio del Campo encarcelado.


El también líder socialista Antonio Gómez Irimia (alcalde desde marzo
de 1937 a octubre de 1938), igualmente fue procesado por los sucesos
de octubre. Una noticia aparecida en La Vanguardia con fecha de 28 de
octubre de 1934 anunciaba la:
[…] detención por parte de la Guardia Civil de Antonio Gómez Irimia,
Joaquín Moreno Rodríguez y la rusa Sara Gold Terratelovich, reclama-
dos por (Salvador Cotillas) el juez (militar) de La Roda, y a quiénes se
supone agentes de enlace.

71
Sobre la revolución de octubre en la provincia de Albacete consúltese a Carrión Iñi-
guez (1990).

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Sin embargo, Antonio Gómez pudo escapar a Madrid y permanecer
allí oculto librándose de la cárcel. De este dato extraemos a su vez otro
muy significativo: la presencia de esta mujer rusa junto a Antonio Gó-
mez, nos indica que el PCE, fortalecido tras la III Internacional y el pres-
tigio de la revolución rusa, ya alarga sus tentáculos hacia remotos pue-
blos del interior de España como La Roda. En estos momentos el PCE
se encontraba en vías de negociación con los socialistas para finalmente
ingresar en las Alianzas Obreras. La revolución de octubre72 significó el
punto de partida para su evolución como partido de masas en España, ya
que con anterioridad su importancia fue insignificante.
En el mismo seno de la Corporación municipal también se procedió
a practicar las depuraciones pertinentes. Tras los sucesos de octubre las
autoridades decretaron la militarización de guardias y agentes munici-
pales. En los Ayuntamientos donde hubo elementos del orden que no
fueron de la confianza del alcalde, acabaron siendo destituidos antes de
ser militarizados. De esta manera, el 19 de octubre, el alcalde, Job Esco-
bar Montoya, procedió a la destitución del Inspector Jefe de la Policía
Urbana y Rural, Restituto Gaitano García, del Cabo Juan Tébar Cuchillo
y del resto de guardias: Serapio Fraile Griñán, Gabriel Sánchez Lozano,
Pedro Córdoba González, Julián Pérez Collado, Juan Fraile Escudero,
José Escudero Serrano, Eduardo Martínez Cabañero, Juan Pérez Gas-
par y Juan Carrilero Bautista. La destitución se produjo a efectos legales
por la repentina falta de confianza en el personal funcionario; a efectos
prácticos, por estar significados con la causa republicana, más específi-
camente, por haber sido nombrados por el anterior gobierno de izquier-
das y probablemente por haber simpatizado con la huelga de octubre.
El proceso de amnistía comenzó con el levantamiento del estado de
guerra y la implantación del estado de alarma el 23 de enero de 1935. A
consecuencia de ello, el gobernador civil dispuso que cesara también la
clausura de los Círculos de Izquierda Republicana. En octubre de 1935 se
aceptaron los recursos interpuestos por todo el personal destituido en el

Se da la curiosa coincidencia de que la Rusia zarista terminó con otra y muy famosa
72

revolución de octubre, aunque según el calendario gregoriano, realmente esta se había


producido en noviembre.

[121]

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Ayuntamiento de La Roda. Más adelante, la principal demanda del pro-
grama político del Frente Popular para las elecciones de febrero de 1936
fue precisamente la concesión de una amplia amnistía para todos los
represaliados por los sucesos de octubre,73 junto a la revisión de senten-
cias, readmisión de funcionarios o indemnización a familiares. La mayor
parte del personal sustituido con motivo de los sucesos de octubre en La
Roda fue procesada en juicios sumarísimos una vez acabada la guerra,
siendo algunos de ellos condenados a muerte como Serapio Fraile Gri-
ñán, Gabriel Sánchez Lozano o Restituto Gaitano García.74
En virtud de estos indicios, como decíamos, la huelga debió ser se-
cundada en La Roda, independientemente de su mayor o menor éxito.
En realidad, si esta se produjo, no debió ser ni multitudinaria y por su-
puesto para nada conflictiva. De hecho, los guardias civiles del puesto de
La Roda pudieron dejar desguarnecida la localidad, para acudir a sofo-
car a los insurrectos de Villarrobledo, junto a fuerzas públicas proceden-
tes de Albacete y Barrax.
En diciembre de 1934 se abrió una suscripción para rendir homenaje
a la Guardia Civil de La Roda por su actuación en la toma de la plaza de
Villarrobledo.75 Con lo recaudado fueron obsequiados, con una pistola
en damasquinado en oro, el teniente Ramón Martínez y, con una plu-

73
No obstante, muchos de los represaliados permanecerían en las cárceles, sobre todo
en el fuerte de San Cristóbal, cerca de Pamplona. La represión posterior a los sucesos
de octubre fue brutal en Villarrobledo, sobre todo en contra de la agrupación socia-
lista local que, a su vez, tuvo importantes vínculos con el socialismo rodense. Uno
de los líderes socialistas en Villarrobledo, Juan Francisco Descalzo Nieto, con fuertes
lazos de amistad con Antonio Gómez Irimia, también permaneció preso. Descalzo
llegó a ser presidente de la Diputación Provincial de Albacete durante la Guerra Civil.
74
La Ley de Responsabilidades Políticas de 9 de febrero de 1939 también tuvo efectos
retroactivos castigando delitos o supuestos delitos, que no eran considerados como
tales en el momento en que se produjeron, y remontándose a los sucesos de octubre
de 1934 en muchos casos.
75
El Defensor de Albacete (7 de enero de 1935), Volumen 38 y El Agricultor Manchego
(28 de octubre de 1934). N.º 470. En otro artículo del mismo ejemplar titulado Hace-
mos constar se dice que ABC publicó una fotografía de los detenidos, que no hemos
podido localizar. Igualmente parece ser que se confundió un colaborador de El Agri-
cultor Manchego, Emilio Escobar, con uno de los detenidos, procediendo el periódico
a desmentir la noticia.

[122]

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ma estilográfica, el cabo Juan López Cebrián y el resto de los guardias:
Antonio López Bello, Antonio Zalve Gómez, Leonardo Tomás Megías,
Batilde Moreno García y Eduardo García Sahuquillo. Aunque es casi
imposible conseguir fotografías de la época, fortuitamente encontramos
una que inmortalizó el momento en el que la Guardia Civil de La Roda
era homenajeada. Los nombres de los mayores contribuyentes en este
homenaje fueron: Gil Alarcón Rubio, Gabriel de Arce, Manuel Ávila Pa-
lacio, Francisco Diego Berruga, Leopoldo y César Cadenas, Job y Be-
nito Escobar Montoya, Aurelio y Federico Giménez Izquierdo, Miguel
Mas, Pablo Vento Gil, Pio Viñas Belmonte, Julián Viñas Sevilla, etc. Estos
nombres, que sin duda ya nos resultan familiares, participaron en la sus-
cripción para el homenaje a la Guardia Civil, pero ninguno colaboró en
la suscripción que se abrió para la apertura de una cantina escolar. Tras
el protagonizar el golpe de Estado en contra de la II República, fueron
perseguidos, detenidos, e incluso algunos de ellos, asesinados.

Homenaje a la Guardia Civil

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Casa cuartel de la Guardia Civil (CECLM- UCLM)

Con respecto a los partidos de izquierdas y al mundo del socialismo


político y sindical, hasta el verano de 1935 no se recuperaron de la per-
secución a la que fueron sometidos. Los socialistas, que habían optado
por la ruptura con los partidos burgueses, tras los sucesos de octubre,
comenzaron a flexibilizar sus posturas. Si bien es cierto que la represión
posterior a la huelga de octubre fue brutal y desproporcionada, progre-
sivamente a nivel nacional ello dio lugar a una convergencia social y po-
lítica dentro de la izquierda. A lo largo del verano de 1935, los partidos
de izquierdas, agrupados en torno a la formación del Frente Popular,
desarrollaron una política más activa de oposición al Gobierno desta-
cando de entre sus reivindicaciones, como decíamos, la amnistía de los
represaliados por la revolución de octubre.

[124]

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9. ESCUELAS, ÁRBOLES Y VERBENAS. LA RODA HASTA EL
18 DE JULIO DE 1936

La necesidad de construir nuevas escuelas fue uno de los grandes


asuntos a resolver durante todo el periodo republicano. A pesar de la
insistencia con que los señores ediles reclamaron la creación de nuevas
aulas, a la altura de 1934 ningún espacio educativo había visto la luz.
Las gestiones que Juan Martínez Monteagudo realizó para solicitar la
construcción de un grupo escolar en el barrio de la Báscula culmina-
ron en época de Vicente Arenas Ortega. Durante su mandato se elevó al
Ministerio de Instrucción Pública una petición para la materialización
de dicho proyecto: el futuro colegio Juan Ramón Ramírez. La Comisión
nombrada a tal efecto acordó, entre varios aspectos técnicos y presu-
puestarios, la ubicación del nuevo centro escolar:
Teniendo en cuenta la gran población existente en las nuevas barriadas
de la estación, terreros y molino de viento, y la enorme distancia existen-
te entre dichos puntos al centro de la población, se acuerda construir la
Escuela, que constará de una de niños, otra de niñas y una mixta de pár-
vulos, en la Avenida de Don Juan García González, inmediata a donde se
halla instalada la Báscula municipal.76

A partir de noviembre de 1935, podemos volver a consultar los libros


de actas de plenos. En ellos comenzaron a sucederse interminables mo-
ciones y escritos sobre todo de maestros, aunque también de la oposi-
ción socialista, censurando las condiciones ruinosas de los alojamientos,
la falta de locales escolares o el mal estado de los existentes:

Es una pena que un pueblo como La Roda de 12.000 habitantes y situado


tan estratégicamente no cuente con escuelas adecuadas, pues las que hay,

El Agricultor Manchego (6 de enero de 1935). N.º 480.


76

[125]

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están en un estado pésimo de seguridad e higiene. Se debe solucionar
inmediatamente todas las obras de edificación de escuelas que hay so-
licitadas cuya resolución es muy lenta sobre todo porque la situación
económica es angustiosa.

La construcción del colegio se inició en vísperas de la guerra, aun-


que pronto se vio paralizada fruto de los acontecimientos. A la altura de
enero de 1938 se denunciaba en un acta la inútil campaña que se hizo en
El Agricultor Manchego en favor de esta escuela, cuyas obras no habían
concluido todavía y en cuyo interior se alojaban cinco familias gitanas:
Oprobio, vergüenza e indignación causa el estado en que se encuentran
hoy las Escuelas en construcción frente a la Báscula municipal converti-
das en albergue. Hoy mismo hay allí habitando cinco familias en lo que
han de ser clases; habitaciones a las que solo falta enlucirse han echado
lumbre en sus rincones y hay el peligro que haya que picar para evitar el
color del humo en el enlucido posterior. El resto del edificio está conver-
tido en cuadras, haciendo que lo que había de ser laboratorio en donde
se había de forjar el futuro ciudadano, sea hoy una cuadra o lugar de
evacuación.

Por otra parte, en capítulos anteriores veíamos cómo en enero de 1933


se aprobaba la instalación de una Cantina escolar para el recogimien-
to de niños pobres. El 10 de junio de 1934 se abrió una suscripción de
donativos para la apertura de la misma. La aportación más importante
vino de parte de los maestros nacionales. La cantina fue definitivamente
inaugurada en julio de 1934. Gracias a esta institución, los niños más
necesitados y escolarizados en la localidad podían recibir una comida
decente al día. La cantina fue cerrada durante unos meses debido a las
condiciones lamentables en que se encontraba el edificio, volviéndose a
abrir en marzo de 1936. A continuación, reproducimos un fragmento
de una noticia aparecida en El Defensor de Albacete77 sobre el funciona-
miento de la cantina y sobre el ruinoso estado de los espacios educativos:
A ella acuden niños de todas las escuelas repartidos en parte proporcio-
nal al número de necesitados de cada escuela. Al cargo hay una cocinera
pagada por la cantina y todos los días acuden por turno riguroso una

77
El Defensor de Albacete (12 de marzo de 1936). Volumen 38. N.º 10.336.

[126]

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maestra encargada de la compra y dirección de la cocina, y un maes-
tro, que comen con los niños y conviven durante la comida, pero todo
esto después de cumplir su penosa tarea en escuelas malísimas, algunas
amenazando con hundirse y con una matrícula numerosísima: unos 70
niños por término medio para cada uno de los 16 maestros que tiene
este pueblo.

También durante el verano de 1933 se había debatido en un pleno la


posibilidad de abrir un centro sanitario en la localidad. Un año después,
el 17 de junio de 1934, se inauguraba lo que se dio en llamarse Centro
Primario de Higiene Rural, en un local anejo al asilo-hospital. Aparte
de la sección maternal e infantil, la función primordial de este centro
recayó en la prevención y control de la tuberculosis: la enfermedad más
extendida y temida en aquella época. En El Agricultor Manchego se pue-
den encontrar varios artículos interesantes escritos por profesionales del
centro sanitario (como por Vicente Arenas Ortega) sobre la infección
tuberculosa. La lucha contra la tuberculosis había comenzado a organi-
zarse oficialmente en España durante la Segunda República. La Revista
Española de Tuberculosis es una excelente fuente de información para el
estudio de esta enfermedad y grave problema social entre 1931 y 1936.
A pesar de las dificultades políticas y económicas de los años 30, se
vivía en España una gran efervescencia cultural en todos los órdenes.
Concretamente en La Roda, fueron innumerables los eventos festivo-
culturales que se realizaron en esta época: proyección de películas, re-
presentación de obras de teatro, exposiciones y conciertos, celebración
de multitud de eventos deportivos, etc. También ahora se inauguraba
una biblioteca y una plaza de toros. Además, tenemos noticias de que el
célebre escritor Pío Baroja hizo varias referencias a La Roda en el repor-
taje publicado en Estampa que llevó por título Sobre la ruta del general
Gómez por los caminos de España, destacando la enorme impresión que
le causaron los aleluyas.
Revisando la publicación El Defensor de Albacete, casualmente nos
encontramos con un curioso artículo que a continuación reproduzco
parcialmente. Lleva por título Por tierras de Albacete. Una visión noctur-
na de La Roda y fue escrito por Fernando Gil Ferraut:

[127]

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Doble hilera de árboles, sobre los bordes de la amplia carretera. A nues-
tra derecha un bello parterre en el que destaca una fuente coquetona de
mosaicos sobre la que cuatro luces, proyectan una luz deficiente. Más
árboles cuya nota verde oscuro en la noche, tan bien rima con nuestra
manera de sentir el paisaje urbano. Un obelisco truncado que no quere-
mos saber qué solemniza, y más árboles que nos escoltan y nos preceden
y hasta parecen seguirnos, porque en la noche todos parecen iguales,
hasta una plaza grande, irregular, en la que sobre viejas casonas seño-
riales y junto a escudos de rancia progenie nobiliaria, campean letreros
luminosos, rótulos modernos, señales indicadoras […] difícilmente bo-
rraréis de mi mente esta impresión agradabilísima de vuestros árboles y
de vuestro jardín.

Aunque el vecindario de aquel entonces disfrutaba de una variada


vida cultural o de ver árboles y jardines por sus calles, también había
voces discordantes, pues todo siempre es susceptible de crítica, y de
mejora. En junio de 1935, Braulio de Miguel publicaba en El Agricultor
Manchego, un artículo titulado El pueblo se lo merece que venía a decir
lo siguiente:
Nos crean un campo de fútbol […] y al día siguiente, ignorando sus cau-
sas, se le cierran las puertas a este deporte. Teníamos una Semana Santa
como no había otra en nuestras inmediaciones, con sus cofradías, con
sus admirables imágenes y ahora ¿qué tenemos? Cerca la fecha de que-
darnos sin cofrades. Un Instituto de Enseñanza Secundaria por el que
tanto han trabajado conocidos rodenses, que también se nos fue. Una
plaza de toros, con su correspondiente afluencia […] y siguiendo la ruta,
la vemos desmoronarse, y sin ver construir la nueva.

No obstante las críticas de algunos vecinos relacionadas, en este caso,


con las deficientes infraestructuras del municipio, la vida cultural con-
tinuaba. Tan solo en el mes de mayo de 1936 se concentraron una gran
cantidad de espectáculos. Se proyectaron películas como La fiesta del
Diablo, Primavera en Otoño o Las galas de la Paramount. Se celebraron
festividades diversas como la tradicional Romería de la Virgen y se inten-
tó recuperar tradiciones perdidas como el canto de Los mayos, una casti-
za fiesta tan popular y tan simpática que injustamente habíamos olvidado.
En el marco del canto de Los mayos, que se celebró durante dos noches,

[128]

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Andrés García representó la jota manchega Por el Atajo, siendo aclamado
por el pueblo que abarrotaba la plaza. Otras personas que intervinieron
como coristas o cantando folías fueron: Antonio Toro, Carmencita Reyes
o Maruja Jiménez. Dado el éxito de Por el Atajo, se decidió representarla
en formato de zarzuela en el Teatro local, a cargo de los letristas Alfredo
Atienza y Antonio Martínez, y el músico Arturo Alarcón.
Durante el periodo estival se continuaron celebrando veladas y certá-
menes como los de Miss Roda Fuerte 1936, el concurso del Vestido o el
de Mantones de Manila. La terraza de verano Cervantes anunció la in-
auguración de la temporada con la proyección de la película Las nuevas
aventuras de Tarzán. Por otro lado, para el día 18 de julio, el periódico
local Roda Fuerte había organizado la fiesta de La verbena de la prensa.
Luis Fraile, gran conocedor de este periodo, analiza de manera magistral
dicho evento en el artículo que publicó y tituló, no sin razón, La última
verbena.78 Como vemos, se organizaron una gran cantidad de eventos
para amenizar lo que sería el peor verano de la historia española del siglo
XX.

En el capítulo 12 analizaremos más detenidamente el evento La verbena de la prensa


78

y el artículo que Luis Fraile publicó con el nombre de La última verbena.

[129]

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10. HACIA LAS ELECCIONES DE FEBRERO DE 1936

Una vez controlados los efectos de la huelga de octubre de 1934, a lo


largo de 1935 las derechas iniciaron una amplia campaña en defensa de
los valores tradicionales y en contra de la actitud revolucionaria de la
izquierda. En La Roda, como en muchos otros municipios, se solicitó el
aumento de las fuerzas del orden, pues se había puesto de manifiesto su
deficiencia durante el movimiento subversivo. Autoridades y caciques
locales celebraron multitud de homenajes, aparte de la suscripción que
ya vimos para recaudar fondos y premiar así la fidelidad de la Guardia
Civil, contribuyendo a consolidar de esta manera su buena relación. Se-
gún Sepúlveda Losa (2003, p. 189), el temor a la radicalización campe-
sina y obrera y la preocupación por guardar el orden “reforzaron esta
demanda entre los sectores conservadores y de clases medias que regían
la mayoría de los consistorios”.
Sin embargo, las relaciones entre los miembros de la coalición gober-
nante pronto dejaron de ser buenas: los enfrentamientos entre cedistas
y radicales fueron habituales a partir de 1935. A nivel nacional, sus pro-
blemas internos culminaron con dos grandes escándalos políticos en el
otoño de 1935: el caso del straperlo y el asunto Nombela anticiparon la
ruptura de la coalición. Ante la debilidad de los radicales, Gil Robles
confió en controlar el Gobierno, pero Alcalá Zamora, dudando de las
convicciones democráticas de Robles, entregó al moderado Portela Va-
lladares la presidencia del Gobierno. El objetivo de Alcalá Zamora no era
otro que conseguir que entrase en el Parlamento una minoría de dipu-
tados de centro lo suficientemente amplia como para rebajar la excesiva
polarización de posturas, ejerciendo de contrapeso entre la izquierda y
la derecha.
Y así es como el viejo Consistorio rodense también fue destituido,
creándose uno nuevo el 8 de enero de 1936. Se envió un delegado espe-

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cial a La Roda para supervisar el cese de los dieciséis concejales interinos
y proceder al nombramiento de los nuevos, según aparecía en el listado
de los Oficios del Gobierno Civil Provincial n.º 80 y 81 sobre autori-
dad provisional, que fueron: Godofredo Iniesta Avendaño, Diego Moli-
na García, Antonio Aranda Ureña, Bernardino castillo, Ricardo Atienza
Carrasco, Ramón Madrigal Beltrán, Fernando Martínez, Juan Andrés
García Lara, Armando Saiz Calero, Emiliano Rubio Martínez, Antonio
de la Peña y Miranda, Pedro Antonio Céspedez Jiménez, Pascual Rodrí-
guez, Daniel Castillo Carretero, Eloy Calero Millán y Julio López Cone-
jero. Acto seguido y bajo la presidencia de Miguel Servet Díaz Basauri
se procedió a la constitución definitiva del Ayuntamiento, formado en
exclusiva por republicanos moderados. A continuación se realizó la co-
rrespondiente votación para elegir al alcalde, que fue Antonio de la Peña
y Miranda.
Uno de los concejales salientes del anterior gobierno derechista, Fran-
cisco Diego Berruga Cebrián, dio las gracias a todo el mundo y deseó
a los señores que iban a sustituirles, acierto en su gestión, haciéndoles
entrega, dijo: de un Ayuntamiento normalizado en su situación econó-
mica, tan distinta de aquella en que lo recibieron. Después del tiempo
transcurrido, desafortunadamente estas palabras nos siguen resultando
familiares. Tras haber estudiado en profundidad todas las actas del pe-
riodo observas que la situación económica era tan lamentable durante el
primer bienio progresista como en el segundo, más conservador; todo
ello sin tener en cuenta la grave crisis económica que afectaba al mundo
occidental derivada del crac bursátil de 1929. La coalición de derechas
no podría haber recuperado una economía local, o nacional, estructural-
mente anquilosada en año y medio de gobierno. Si a alguien se debía pe-
dir explicaciones sobre la penosa situación económica del municipio era
a las oligarquías que lo habían gestionado desde tiempos inmemoriales.
En la escala nacional, el nuevo Gobierno de Portela Valladares fue
el encargado de proclamar elecciones generales anticipadas para el 16
febrero de 1936. Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurriera en la
Transición española, en este momento ya no era posible improvisar un
partido de centro de la noche a la mañana. Estaba claro que los radica-

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les de Lerroux se habían agotado mientras que el partido de Portela no
llegaría a nacer. El centro desapareció casi por completo como opción
política en las elecciones de febrero de 1936.
Entre otras cosas, estos comicios pusieron encima de la mesa la bipo-
larización política de la sociedad española que culminó con el golpe de
Estado del 18 de julio. La lucha se estableció entre las derechas, organi-
zadas en un Frente Nacional, y las izquierdas, unidas en el Frente Popular.
En palabras de Paul Preston, “aunque el Frente de derechas consiguió
buenos resultados, debido en parte a la enorme suma de dinero que gas-
taron en propaganda, la victoria recayó sobre las izquierdas”.79 Estas a su
vez, desarrollaron una intensa campaña electoral realizando innumera-
bles mítines que en La Roda fueron celebrados en la Casa del Pueblo y
en el Teatro Cervantes. También influyeron en la orientación del voto
femenino hacia las izquierdas, ya que en las últimas elecciones la alta
participación femenina, cuya vida transcurría entre el hogar y el altar,
había sido clave, entre muchas otras cosas, para el triunfo de la coalición
de centro-derecha. Según Santos Juliá (1999, p. 110), “fueron unas elec-
ciones apasionadas, con muy elevada participación: desde las monjas de
clausura al anarquista apolítico, todo el mundo fue a votar”.
Rosa María Sepúlveda (2003, p. 296) nos dice que en la provincia de
Albacete la coalición antirrevolucionaria triunfó en 64 municipios ubi-
cados sobre todo en las zonas serranas de Alcaraz y Yeste, y en La Roda,
lugares donde también ganó en 1933. El Frente Popular obtuvo sus me-
jores resultados en lugares de mayor militancia, especialmente en las
zonas urbanas. La excepción del pueblo de La Roda representa un caso
paradigmático sin lugar a duda. Aunque se esperaba que las corruptelas
electorales fueran desapareciendo, los datos demuestran que, aunque en
menor medida, todavía subsistieron durante todo el periodo republica-
no. El sistema administrativo de los viejos distritos monárquicos, que se
correspondía en general con los partidos judiciales, a estas alturas con-

Gil Robles había encargado para la CEDA un completo arsenal de folletos y carteles
79

de propaganda nazi y antimarxista, presentando las elecciones como una lucha a vida
o muerte entre el bien y el mal, la supervivencia y la destrucción. Véase en Preston
(2010, p. 94).

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Mujeres votando al Frente Popular (Colección de carteles
Estudio fotográfico Paco Paya)

servaba una notable supervivencia. Las sedes caciquiles de los señores


del distrito, como los Acacio Sandoval en Villarrobledo o en La Roda,
aunque muy debilitadas, es evidente que todavía no habían desapareci-
do.80
Como ya sabemos, la gran reivindicación del Frente Popular en es-
tas elecciones fue la petición de la amnistía política y laboral para los
represaliados por la revolución de octubre. Esta fue, junto al estricto
cumplimiento de su programa político, la primera medida adoptada por

80
Sepúlveda apunta que el porcentaje en el escrutinio a favor de la coalición antirre-
volucionaria en La Roda fue de entre el 60 y el 80 %. No disponemos de datos más
concretos.

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el nuevo Gobierno de Azaña. Los presos salieron de las cárceles y los
ayuntamientos reintegraron en sus antiguos puestos a los concejales y
funcionarios que los ocupaban en 1934. Así fue como en el Consistorio
local, en la sesión extraordinaria urgente de 21 de febrero, se procedió
a la lectura del telegrama del Gobierno Civil por el que se restablecía el
grupo de gobierno previo a las revoluciones de 1934:
Que cesen todos los concejales interinos dando posesión a los concejales
propietarios que fueron suspendidos en el mes de octubre y en los mis-
mos cargos que en aquella fecha desempeñaban.

De esta manera pasaron a ocupar sus puestos los tenientes de alcalde


Francisco Escudero Díaz y Basilio Donate Jareño; también los siguientes
concejales: Miguel Servet Díaz Basauri, Antonio Romero Giner, Fran-
cisco Moreno Castillo, Eloy Calero Millán, Antonio Montero Montero
y Florentino del Barco Picazo. A la sesión no acudió el anterior alcal-
de José Cerdán Pérez ni los concejales Antonio Díez Belda ni Ramiro
Huerta Fernández porque ya no vivían en La Roda. Finalmente, la Cor-
poración se constituyó con 8 concejales, debiendo tener 18 con arreglo
al Estatuto Municipal, al amparo de cuya disposición se había celebrado
la elección popular. Dada la ausencia de José Cerdán, fue elegido alcalde
provisional Ramón Ferrer Garrido.
En la sesión extraordinaria urgente de 24 de febrero se nombraron el
resto de los concejales, según otro oficio del Gobierno Civil:
En uso de las facultades que me competen y con el fin de completar el
número de concejales de que consta esa Corporación y poder atender
al mantenimiento del orden, he acordado nombrar concejales interinos
a José López Ballesteros, Lamberto Pérez Martínez, Antonio Montero
Montero, Diego Sánchez Lozano, Juan Carretero Lillo, Clodoaldo Ortiz
Chumillas, Abel Amar Pardo, José Fraile Moreno, José María Gómez Pé-
rez, Gregorio Arenas Martínez, Diego Ortiz, Sebastián Collado Fernán-
dez y Julián González Simarro.

Posteriormente votaron por la alcaldía, que fue representada por José


López Ballesteros, quedando constituida de esta manera la nueva Cor-
poración municipal.

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Con respecto al funcionamiento del sistema electoral de la II Repúbli-
ca debemos hacer un inciso. Como vimos, las primeras elecciones mu-
nicipales celebradas en 1931 revestían claros vestigios de caciquismo al
proclamarse los concejales monárquicos tras la aplicación del artículo
29. Sin embargo, los políticos republicanos, en su lucha contra la co-
rrupción, a través de los gobernadores civiles paradójicamente acabaron
cesando a aquellos ayuntamientos que no sintonizaban con el gobierno
de la nación. Esto sucedió en La Roda tras la revolución de octubre de
1934 y volvía a suceder ahora, tras la victoria de la coalición derechista
en las elecciones de febrero de 1936.
Manuel Requena (2015, p. 215) destaca que, aparte de las rupturas
que se produjeron con respecto al sistema electoral de la Restauración,
esta anomalía responde a un claro elemento continuista. El consistorio
derechista que se formó en mayo de 1934 fue constituido por orden gu-
bernativa, al igual que el de enero de 1936, sin una votación popular
previa. Sin embargo, en febrero de 1936, a pesar de la existencia de unas
elecciones municipales que dieron la victoria a la coalición de derechas,
independientemente de que hubieran sido más o menos corruptas (pues
nos consta que lo fueron), el gobernador civil intervino nuevamente im-
pidiendo la formación de un Ayuntamiento conservador y ordenando,
por el contrario, la constitución de un gobierno formado por socialis-
tas y republicanos de izquierdas. Efectivamente se trata de un llamativo
componente de continuidad que en ningún caso eximía a las autoridades
republicanas de responsabilidad, tras expresar con ahínco su deseo de
acabar con las viejas corruptelas electorales que, al final, censuraban o
aprobaban a conveniencia. Es evidente que con independencia del signo
político, la práctica democrática todavía estaba lejos de ser una realidad
normalizada a la altura de febrero de 1936.
Unos días después de la constitución del definitiva del Ayuntamiento,
el personal funcionario, especialmente la guardia municipal, que tam-
bién había sido destituida en octubre de 1934, era restituida nuevamente
en sus puestos. Se alegó que como ya había pasado el periodo electoral:
Han desaparecido los motivos existentes para el aumento de la guardia
municipal y por ello y para evitar gastos a la corporación la guardia mu-
nicipal debe reducirse a su verdadera plantilla.

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Se procedió por tanto a la destitución de todos los guardias municipa-
les, vigilantes nocturnos y guardas del campo que habían sido nombra-
dos en octubre de 1934, siendo restituidos en sus puestos todos los que
en aquella fecha fueron destituidos. A continuación, se recordó que nin-
gún cargo interino debía estar cubierto por más de seis meses, por lo que
teniendo casi todos los guardias municipales, vigilantes y guardas del
campo un nombramiento interino, se acordó sacar las plazas menciona-
das para su provisión en propiedad. Los guardias que fueron destituidos
y ahora repuestos fueron los siguientes: el Inspector Jefe de la Policía
Urbana y Rural, Restituto Gaitano García, el cabo Juan Tébar Cuchillo y
el resto de los guardias, Serapio Fraile Griñán, Gabriel Sánchez Lozano,
Pedro Córdoba González, Julián Pérez Collado, Juan Fraile Escudero,
José Escudero Serrano, Eduardo Martínez Cabañero, Juan Pérez Gaspar
y Juan Carrilero Bautista.
Como ya vimos, en La Roda la revolución de octubre no tuvo el im-
pacto que tuvo en otros pueblos de la provincia como en Tarazona o
Villarrobledo. Sin embargo, sabemos que la Casa del Pueblo fue clausu-
rada y que se produjeron detenciones y búsquedas, como la de Antonio
Gómez Irimia. También tenemos indicios de que en La Roda hubo una
salida de presos políticos y delincuentes comunes de las cárceles des-
pués de la victoria del Frente Popular. Esto significa que aparte de la
depuración de personal funcionario, también muchos otros individuos
complicados en los sucesos de octubre debieron pasar por la cárcel. Efec-
tivamente, una vez acabada la Guerra Civil, en el juicio sumarísimo con-
tra José Antonio Sevilla Argudo, se dice que este se hallaba en la cárcel
cumpliendo condena por un crimen pasional y que, dado su componente
socialista, tras las elecciones de febrero de 1936 fue sacado de la misma
por Deusdedio del Campo. De este dato podemos extraer interesantes
conclusiones. La primera, como decíamos, que en La Roda hubo una ex-
carcelación de presos. Aunque sólo dispongamos del testimonio de una
persona, podemos intuir que más de uno fue liberado. En segundo lugar,
que Deusdedio del Campo ya gozaba de un significativo prestigio den-
tro del socialismo rodense de la época. No había sido concejal de 1931
a 1933, y tampoco lo será ahora, tras la victoria del Frente Popular; sin

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embargo, sus implicaciones políticas, liderazgo y autoridad debieron ser
notorias cuando aparece liderando la liberación de presos de las cárceles.
Algunos han querido justificar el incremento de la violencia que se
vive en la primavera de 1936 en función de esta excarcelación de presos.
Si bien es cierto que de la cárcel salieron también multitud de delincuen-
tes comunes, no creemos que, aun pudiendo influir, fuera esta la causa
de aquella conflictiva primavera. Se trata de otra de las innumerables
aberraciones históricas diseñadas por la historiografía franquista para
justificar el alzamiento militar. Lo que sí es cierto es que nos hallamos
frente a un ambiente sociopolítico inestable y totalmente polarizado, con
especial protagonismo en las calles de una juventud muy radicalizada.
Las secciones juveniles de la CEDA y Falange llevaban tiempo conven-
cidas de la necesidad de asegurar por la violencia lo que no era posible
obtener mediante la palabra o las urnas. Esto significó que, en adelante,
la derecha iba a preocuparse más todavía si cabe, por destruir la Repúbli-
ca que de asumir el mando. A modo de ejemplo, en un pleno del mes de
marzo, la Sociedad de Obreros Labradores El Campo enviaba un comu-
nicado al Consistorio pidiendo, entre otras cosas, que desde el mismo se
hiciera lo posible por detener el rearme de las derechas. Por su parte, las
Juventudes Socialistas también radicalizaron sus posturas, creando en
marzo de 1936, las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), tras su unión
con las Juventudes Comunistas.
Y así es como tras el triunfo del Frente Popular se inició un proceso
ascendente de inestabilidad social y una escalada de violencia, promovi-
da especialmente por la derecha, militares, falangistas y monárquicos, y
por un sector de la izquierda, el más radical de los socialistas. No obstan-
te, como indican Aróstegui (2006), Preston (2010) o Viñas (2019) entre
otros, las fuerzas de derechas y muy especialmente los militares golpistas,
fueron los que promovieron las gestiones para consumar la insurrección
armada incluso antes de la constitución del Gobierno del Frente Popular.
Durante los meses de febrero y principios de marzo de 1936, Franco ya
había iniciado contactos subversivos con Fanjul, Goded, Galarza o Mola,
siendo Sanjurjo (protagonista del golpe de estado fallido de agosto de
1932), el presidente de la Junta creada en tal efecto. Los encuentros man-

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tenidos por los rebeldes con la Italia fascista de Benito Mussolini, uno de
los grandes paradigmas del mal en el siglo XX, también fueron decisivos
en la preparación y financiación del golpe. A finales de abril, el general
Mola comenzaba a perfilarse como posible líder de la sublevación.

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11. MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES. LA PRIMAVERA
DE 1936

El nuevo Gobierno nacía débil y paralizado. De hecho, el factor deci-


sivo en la primavera de 1936 fue la fatal debilidad de la coalición gana-
dora. Dicha debilidad no vino causada solamente por la hostilidad de las
derechas, sino también porque como dijera Paul Preston (2010, p. 95),
“el nuevo gobierno no representaba a la coalición que lo había colocado
en el poder”. Esto fue así porque tras la victoria del Frente Popular, el ala
caballerista había conseguido que los socialistas no participasen en el
nuevo Gobierno con los republicanos. Sin embargo, en el Consistorio de
La Roda, aunque en minoría, sí que hubo presencia de concejales socia-
listas. De todas formas, a pesar de su participación en el gobierno local,
en general no fomentaron la gobernabilidad, sino más bien la crispación
y el bloqueo institucional. Desde marzo de 1936, tanto por un lado como
por otro, aumentaron los altercados tendentes a crear ese ambiente des-
estabilizador contra la República. El socialismo rodense, que durante el
bienio negro ya se había posicionado en contra de la política de pactos
con los republicanos, rompió definitivamente su relación con estos en
mayo de 1936.
La victoria del Frente Popular suscitó tan grandes esperanzas en la
clase obrera que se produjo un aumento espectacular en el número de
afiliados en los sindicatos. En La Roda, el fortalecimiento del sindicato
socialista UGT hizo que este volviera a interponer innumerables recla-
maciones en contra de los abusos y persecución a que eran sometidos los
trabajadores. En el Ayuntamiento también se quejaron de las actitudes
despóticas demostradas por los miembros de la coalición republicana e
igualmente por la labor obstaculizadora de la patronal. Como hemos vis-
to en otros capítulos, mientras se crearon bolsas de trabajo y la Oficina de

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colocación, los trabajadores, a través del sindicato, siguieron quejándose
de su mal funcionamiento y reivindicando un justo reparto de la tierra.
Por lo que respecta al problema agrario y al paro obrero, en los li-
bros de actas existe abundante información sobre esta problemática y las
diferencias existentes en el mismo seno de la coalición gobernante. En
el marco de la reforma agraria, los socialistas presentaron una moción
sobre la subasta y arrendamiento de los cebadales de Beneficencia, cuyo
contrato había expirado en agosto de 1935. Propusieron que las parcelas
no podían ser adjudicadas al mejor postor, instando a la Corporación a
actuar:

[…] con criterio de humanidad y sentido de estricta justicia […] ya que


existiendo como existe profunda ansiedad de tierra entre los campesi-
nos de la localidad verdaderamente necesitados, vuelvan a ser utilizadas
como negocio insano y aprovecharse el arrendatario mejor postor de la
subasta de su posición económica que le permite licitar y de la ansiedad
ya apuntada de los demás para subarrendar esas fincas obteniendo así
un lucro a todas luces moralmente ilícito, con el estigma para nosotros
de la complicidad […] Existe precedente de usura agraria, que pagando
una irrisoria suma subarriendan cobrando precios elevadísimos a gentes
necesitadas, un acto que ha de merecer la unánime repulsa de todos.

Estando formado ya el censo de campesinos de la localidad y según


noticias recientes de su aprobación por la Junta Provincial para la re-
forma agraria, los concejales socialistas volvieron a intervenir con el si-
guiente discurso:

La minoría proletaria pide la división de las parcelas en porciones de 1 o


2 fanegas como máximo y entregadas a 15 o 30 familias campesinas, de
las que incluidas en dicho censo, carezcan absolutamente de terreno pro-
pio ni arrendado o lo tengan en la mínima cantidad, si no existieran de
los anteriores, satisfaciendo como canon una módica cantidad […] Lo
que había de producir una inmensa alegría (sana alegría del menesteroso
que recibe una caricia, sin contrapartida usuraria) entre las familias fa-
vorecidas y la mayor sentida por nosotros como alto exponente del deber
cumplido, deber moral […] y deber legal por figurar como indeclinable
postulado del pacto.

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Finalmente, la Corporación aceptó la moción presentada en todas sus
partes. A pesar del acuerdo, las denuncias y la insistencia de las socieda-
des obreras en este sentido continuaron, exigiendo el cumplimiento de
sus peticiones de manera cada vez más autoritaria. La Sociedad de Obre-
ros Labradores El Campo escribió a la Corporación de nuevo pidiendo
la entrega inmediata de tierra y créditos a las comunidades de campesi-
nos, el rescate de los bienes comunales, trabajo para todos los parados, el
cumplimiento estricto de las bases de trabajo y la aplicación de un turno
riguroso. A esto añadieron:
Que no haya ni un preso social en la cárcel, ni un represaliado en la
calle; justicia contra los ladrones y verdugos del pueblo, el desarme de
las derechas, milicias populares, mandos y Ayuntamientos republicanos
e izquierdistas y la destitución de empleados públicos enemigos de los
trabajadores.

Del lenguaje y de las peticiones de la Sociedad de Labradores se des-


prendía una retórica que ya nada tenía que ver con la moderación de an-
taño. En La Roda vemos como la Federación Nacional de Trabajadores
de la Tierra (FNTT) ahora ya no estaba dispuesta a esperar nuevas bases
legales para emprender la reforma. En El Obrero de la Tierra, órgano de
la FNTT, en marzo de 1936 se decía claramente que:
Las clases trabajadoras no deben adoptar una actitud pasiva, dejando al
gobierno la tarea de convertir sus promesas en hechos. Deben extremar
su iniciativa, no basta con estar alerta, no es suficiente espolear.

Los campesinos debían ocupar y apoderarse por sí mismos de la tie-


rra. No obstante la ocupación de fincas que se vivió en muchas regiones
latifundistas desde marzo de 1936, no tenemos noticias de que esto su-
cediera en La Roda; ni mucho menos, graves sucesos similares a los de
Bonete o Yeste.81 Parece ser que, a pesar de su lenguaje radicalizado, las

Dada la penuria económica de muchas comunidades rurales, la roturación de tierras


81

y tala de árboles en los montes se inició en varios pueblos de la provincia durante


estos meses. La actitud de la Guardia Civil ante dichas ocupaciones fue durísima,
causando víctimas mortales en Yeste en mayo de 1936. La provincia de Albacete tuvo
el mayor número de muertos de toda España, un total de 20 personas, sin contar con
los heridos. Todos eran campesinos, excepto una de las víctimas, que fue un guardia
civil asesinado en Bonete. Consúltese Requena Gallego (2006, pp. 84-85).

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comunidades campesinas de la localidad no pasaron a la acción directa
aunque es evidente que debieron verse más motivadas y fuertes en sus
reivindicaciones debido al impacto de estos altercados en su propia pro-
vincia.
La minoría socialista, como portavoz en el Ayuntamiento de los in-
tereses de obreros y campesinos de la localidad, volvió a presentar una
moción de censura para proceder al reparto de tierras. En la moción se
dijo que el mayor compromiso adquirido con el pueblo tras la victoria
del Frente Popular era el de dar solución al problema de la tierra, tan pa-
voroso  en toda España y especialmente en esta región eminentemente
agrícola. Que desde hacía un mes la entrega de tierra a los campesinos
venía siendo un impulso verdaderamente confortador y una realidad pal-
maria que estaba llevando a cabo el Ministerio de Agricultura en dife-
rentes provincias de España. Que sumaban ya más de 40.000 los campe-
sinos a quienes se había entregado tierra y especialmente en la provincia
de Albacete ya se habían efectuado diferentes asentamientos. La reciente
visita al pueblo de Villarrobledo de los ingenieros del IRA para proceder
al urgente estudio del problema y distribución de los terrenos constituía
un antecedente ineludible para ponerse en acción de inmediato. Denun-
ciaron así mismo que dentro del término municipal de La Roda existía
un latifundio de más de 10.000 has. relativo a las fincas de Santa Marta,
incluidas en la reforma agraria con un exceso de 9.400 has. y con la agra-
vante además de pertenecer a unos señores absentistas dedicados única-
mente a recibir las rentas que produce el sudor del campesino y a gastarlas
alegremente en Madrid. Para concluir expusieron lo siguiente:
Estima la minoría proletaria que sin pérdida de momento se deben reali-
zar las necesarias gestiones para conseguir que estas tierras sean entrega-
das a los campesinos idóneos, a cuyo fin indicamos que ya se está cons-
tituyendo en la Casa del Pueblo la Sociedad de arrendatarios y pequeños
propietarios conocida vulgarmente en otras provincias por Asociaciones
de Junteros, con lo cual quedaría resuelto gran parte también del proble-
ma del paro en el campo, uno de los más angustiosos de la localidad y
cumplido de esta manera uno de nuestros más solemnes compromisos
con los electores, que es el punto cardinal del pacto del frente de izquier-
das.

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En iguales términos que respecto a las fincas de Santa Marta, también
se refirieron a las de Valtenebroso. El alcalde republicano se mostró to-
talmente de acuerdo con lo expuesto, aunque pidió que debían esperar
a que viniesen de Madrid los ingenieros agrónomos para hacer los tra-
bajos pertinentes. Nuevamente vemos cómo las autoridades siguieron
paralizadas y expectantes frente a la insistencia de las reivindicaciones
campesinas. A la altura de mayo de 1936 todavía no se había resuelto el
problema de la subasta de los cebadales de Beneficencia, ni por supuesto
habían llegado los técnicos a aplicar la reforma agraria en las fincas de
Santa Marta y Valtenebroso.
En el fondo, los republicanos de izquierdas veían bien la marcha de las
reformas, mientras que a los socialistas les parecían lentas e insuficien-
tes, sobre todo, la concesión de propiedades incluidas en el Registro de la
Propiedad Expropiable. En total, se expropiaron en la provincia de Alba-
cete unas 4.500 has. que asentaron a 2.140 campesinos, cifra muy lejana
a las 344.574 has. que aparecían en el Registro de la Propiedad. Eviden-
temente, la reforma preveía el reparto de tierras que en la gran mayoría
eran de familias vinculadas a la derecha tradicional y a la nueva derecha
republicana. Las buenas relaciones que las clases adineradas tuvieron en-
tre sí y de los miembros de la política y de la administración provincial
con respecto a ellas, fue una de las razones que puede explicar el retraso y
la lentitud en la aplicación de la reforma agraria en La Roda y en el resto
del territorio español; también explica la preparación de la insurrección
del 18 de julio por parte de los sectores opuestos a la reforma, ayudados,
aunque de manera indirecta, por la parálisis de la burguesía republicana.
En relación al mercado de trabajo y al paro obrero en general, también
son abundantes los datos recogidos en las actas de plenos. Se aprobaron
en este momento las obras de otro grupo escolar, el de la Puerta de Gra-
nada, para aliviar el desempleo en la localidad o las obras de pavimenta-
ción de la carretera de Santa Marta. En este último caso, se denunció que
el contratista hacía trabajar a destajo a sus trabajadores, cosa prohibida
por la ley, además de la existencia de un paro considerable. Se pidió que
el contratista fuese obligado a trabajar a jornal para así poder colocar
a más personal. La minoría socialista también alertó a la Corporación
para que, en vistas del alarmante desempleo, prohibiese que en las fábri-

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cas de zumaque de la localidad se trabajasen horas extraordinarias o que
algunos propietarios de la villa, como Wenceslao Cebrián o los señores
Picazo, estuviesen empleando en sus trabajos a menores de edad, lo cual
estaba igualmente prohibido por ley.
Por lo que respecta a las reformas educativas,  en junio de 1933 se
nombró una Comisión para que se actuase en la sustitución de la en-
señanza religiosa en la villa. Dichas actuaciones no vieron la luz dado
el cambio de rumbo político en el país a finales de ese mismo año. Sin
embargo, ahora, tras el triunfo del Frente Popular, se volvió a retomar la
sustitución de la enseñanza religiosa y particular. En sucesivas sesiones
plenarias a lo largo del mes de marzo se habló de manera intensa sobre
este asunto. Para proceder a dicha sustitución era preciso aumentar el
número de escuelas y acabar con las interminables obras del grupo es-
colar. Un inspector realizaría la tarea de contar los niños que asistían a
las escuelas religiosas suprimidas. Posteriormente, por unanimidad se
acordó la creación de tres escuelas más: dos de niñas y una de párvulos,
para atender así al aumento de matrícula tras la supresión de las escue-
las religiosas y particulares. Se decidió también la habilitación temporal
de locales-escuelas para no suspender las clases ni un solo día. Así mis-
mo, se habló de la posibilidad de introducir mejoras en las habitaciones
donde vivían los maestros por encontrarse en condiciones ruinosas. No
obstante, parece ser que la introducción de estas mejoras no fue más allá
de la mera intención. En el mes de abril la minoría socialista pedía que
sin demora se diese solución al problema escolar planteado con el cierre
de las Escuelas del Ave María y de otras tres escuelas nacionales, clausu-
radas por la Inspección. Reclamaron que de inmediato se habilitasen los
locales que fueran necesarios para evitar el desolador espectáculo de tener
sin escuela a la mayor parte del censo escolar.
En medio de toda esta convulsión política, social y económica, el
Ayuntamiento y el pueblo de La Roda se prepararon para celebrar del
V Aniversario de la República. Según el libro de actas y la información
recogida en una publicación del Roda Fuerte, el 14 de abril de 1936 se
festejó de la siguiente manera: 

[146]

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Amanece una mañana espléndida. La naturaleza quiere celebrar con sus
gozos primaverales el V aniversario de la República. Con una tempera-
tura deliciosa dan comienzo los primeros festejos con la carrera de bi-
cicletas que es concurridísima […] A las 11 de la mañana da lugar el
reparto de comida a los pobres y acto seguido se cambió el nombre de la
calle de Felipe II por el de Luis de Sirval,82 acto que llevó a cabo el alcalde
descubriendo la lápida en un solemne momento que enaltece nuestra
banda con el himno de Riego. Desde este lugar se encaminó la banda de
música seguida de autoridades y numerosa manifestación a la Plaza de la
República, donde tiene que interrumpir su concierto porque la lluvia lo
impidió. Por la tarde se celebraron las carreras de cintas […] Por último,
se celebró el reparto de meriendas a los niños y el anunciado concierto
en el paseo.

Para la entrega de raciones de comida a los pobres de solemnidad de


la villa, se abrió una suscripción para que, las personas más pudientes y
muy especialmente los comerciantes, entregaran las cantidades que con-
siderasen.

Tríptico del V Aniversario de la Segunda República en La Roda

En el marco de la brutal represión de la revolución de octubre de 1934, Luis de Sirval


82

fue detenido y asesinado en Oviedo cuando escribía para El Mercantil Valenciano un


reportaje en el que implicaba a un teniente de la Legión en el fusilamiento de una
joven, Aida Lafuente, quién ha pasado a la historia como La Rosa Roja de Asturias.
La victoria del Frente Popular elevó a Sirval a la categoría de héroe de la República.

[147]

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En definitiva, es evidente la urgencia en las  reformas que venimos
estudiando y la incapacidad del gobierno local para darles salida, a pesar
de su favorable disposición. El problema era que, sin ayudas ni subven-
ciones  y con las arcas municipales casi en bancarrota, difícilmente se
podían afrontar estas necesidades. Aparte de la escasez de fondos, no
podemos perder de vista el componente social más propio del mundo de
las mentalidades y por ello, más difícil de percibir e incluso de explicar.
El republicano en general estaba más cómodo en sus relaciones socia-
les con el mundo de la derecha y de la izquierda burguesa que con los
grupos obreros y campesinos más o menos analfabetos y depauperados.
Más allá de las mentalidades individuales, en la esfera pública muchos
republicanos de izquierdas mostraban una gran sensibilidad social que
no pasó de las intenciones, sobre todo, por lo que respecta a la reforma
agraria, la más urgente y prioritaria de todas. En el fondo, a pesar de ser
conscientes desde un punto de vista moral de la necesidad de las refor-
mas que se emprendieron durante el régimen, en la práctica se mostraron
expectantes y paralizados en sus funciones, en medio de una creciente y
peligrosa polarización de la sociedad española. Con todo acierto dijo el
historiador Ángel Duarte (2015, p. 230) que “el humanitarismo republi-
cano (democrático, librepensador, abolicionista), al entrar en contacto
con una realidad nutrida por lógicas de poder, pasiones humanas y ex-
clusiones políticas, deja de vivirse confortablemente”.
En las sesiones plenarias se habló con insistencia de la necesidad de
mitigar el paro obrero. Se planteó con urgencia el inicio de las obras de
abastecimiento de agua potable, de la reforma de la cárcel, de la cons-
trucción de grupos escolares, de la fuente pública de la Miliaria, etc. A
estas peticiones las autoridades respondían diciendo que había mucha
demanda y que los pasillos de los ministerios estaban siempre atestados
de alcaldes y secretarios de infinitud de pueblos. Alegaban que esta era
una realidad que dificultaba las concesiones al pueblo de La Roda. Rea-
lidad, excusas, o una mezcla de ambas, el caso es que se hablaba mucho,
pero se hacía poco.
En las pocas ocasiones en que se reunieron, los concejales entraban
en una patética e insalvable dinámica de conflicto. Por ejemplo, para

[148]

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proceder a la aprobación de las actas anteriores, asistían a intermina-
bles discusiones. Se acusaban mutuamente de no querer solucionar los
problemas, de cambiar constantemente de opinión, de no aportar solu-
ciones viables y de obstrucción sistemática. En la sesión del 16 de abril,
por lo que respecta al desempleo, imaginemos hasta qué punto la situa-
ción era insostenible para que el alcalde propusiera reunir a las fuerzas
vivas de la localidad (mayores contribuyentes, autoridades, industriales,
profesionales y sociedades con representación legal) para ver si estaban
dispuestas a anticipar dos trimestres del Repartimiento General de Utili-
dades y contribuir así a mitigar el paro obrero. El concejal Fraile Moreno
fue más allá pidiendo citar a los señoritos para que se les adjudicasen los
obreros correspondientes mediante alojamiento por haber paro y mucha
hambre. Se le contestó que su propuesta era contraria a la ley porque esta
prohibía terminantemente los alojamientos. 
Y puesto que vulneraba la ley, la minoría socialista aprovechó para
denunciar un caso de incompatibilidad (contrario a la ley también)
que afectaba al alcalde por estar su padre empleado como guardia en
el Ayuntamiento. El alcalde se defendió y a continuación denunció otro
caso de incompatibilidad contra el concejal Fraile Moreno, alegando que
este no podía ser concejal por tener entablado un recurso contencioso-
administrativo contra el municipio.83 Y así continuaron poniendo los
trapos sucios sobre la mesa hasta que la minoría socialista, junto a la de
Unión Republicana, abandonaron la sala, suspendiéndose la sesión por
falta de concejales.
Con relación al paro obrero, a pesar de las diferencias, parece ser que
se llegó al acuerdo de que las fuerzas vivas adelantasen de manera vo-
luntaria un 10 % del Reparto de Utilidades. Sin embargo, no se llevó a
cabo esta propuesta porque finalmente el Ayuntamiento recibió la sub-
vención del Estado de 50.000 pesetas para la lucha contra el desempleo.
El alcalde defendió así su gestión expresando que había sido duramente

Este recurso lo habían interpuesto en su día, como vimos, los concejales y demás fun-
83

cionarios que fueron sometidos a proceso de depuración tras los sucesos de octubre
de 1934.

[149]

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acusado de no atender el paro obrero y que su estancia en Madrid no
había sido  caprichosa sino altamente beneficiosa para el pueblo de La
Roda. Podría parecer que, gracias a la subvención recibida, las relaciones
entre los miembros del gobierno podrían mejorar y alcanzar acuerdos,
pero esto no pasó de ser una quimera. En la sesión del 7 de mayo, tras
un incidente con un señor que asistía como público, el alcalde ordenó su
expulsión y el cierre de las puertas del salón. En ese momento, algunos
concejales abandonaron el mismo, procediéndose a suspender nueva-
mente la sesión por falta de concejales.
La parálisis de la gestión municipal llegó a sus propios límites a partir
de la crisis de mayo de 1936, dando como resultado la ruptura formal
entre el PSOE e Izquierda Republicana. El alcalde planteó el cambio de
horario de las sesiones ordinarias a las 10.30 de la mañana. La mino-
ría socialista, de inmediato, se opuso con rotundidad expresando que
los obreros no podían dejar de trabajar a esa hora y menos aún perder
un jornal, pretendiendo así que el pueblo trabajador no pudiera asistir
a las sesiones. Acusaron al Ayuntamiento de burgués y de estar mango-
neando todo. A partir de aquí comenzaron una extensa discusión y un
bochornoso cruce de acusaciones que parecía no tener fin. Finalmente,
el alcalde explicaba cuál era la motivación real del cambio de horario de
las sesiones:

Lo que pasa, y quiero decirlo claro, aunque no quería, es que la minoría


socialista y los alentados por ella, acuden a las sesiones y vienen siempre
dispuestos no a resolver los asuntos sino a armar escándalo aprovechán-
dose de la nocturnidad, llegando incluso a amenazar a la alcaldía y a
insultar a todos los concejales republicanos y aun lo que es más sagrado,
a sus madres.

Siguieron discutiendo acaloradamente, llegando la situación hasta tal


punto que, desde alcaldía, se acusó al concejal socialista Julián González
Simarro de alentar trastornos de orden público, siendo preciso ordenar
su detención. Se pidió que en las discusiones se procediera con menos
violencia y se dejasen aparte las cuestiones personales. González dijo que
él no alteraba el orden público sino los actos de la alcaldía y que él no sa-

[150]

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lía del salón si no era atado. Al final, una pareja de guardias civiles entró
en la sala para detener a González Simarro mientras la minoría socialis-
ta se ausentaba del salón. El horario de las sesiones fue cambiado a las
10.30 horas de la mañana y a su vez, los concejales restantes, declararon
incompatible a José Fraile con el cargo de concejal por tener presentado
un recurso contra el Ayuntamiento.
Son muchos los ejemplos que ponen de relieve que la gestión munici-
pal se había tornado harto ingobernable e insostenible. La lectura de las
actas y el estudio del comportamiento de algunos concejales evidencian
el débil alcance que en aquellos momentos tenía la cultura política y de-
mocrática tan necesaria en un régimen como aquel. La descalificación y
el insulto gratuito son claro reflejo de una sociedad civil poco madura.
Esto puede ser justificable en un contexto de democracia incipiente, in-
comprensible en el actual. Según el historiador Jose Luis Ledesma (2011,
p. 113), la primavera de 1936 añadió a la conflictividad social y política
previas “un indudable recrudecimiento y un grave deterioro del orden
público”. Sugiere igualmente que en estos momentos podemos hablar
de una “violencia generalizada, difusa y cotidiana”. Es evidente que el
lenguaje político manifestado en las sesiones plenarias contiene un claro
componente violento. Aunque sin lugar a duda la actuación de las dere-
chas y la conspiración militar acabaron por hundir el régimen republica-
no, las políticas de exclusión y la radicalización de determinados secto-
res de la izquierda también contribuyeron en gran medida al fracaso del
proyecto republicano.
En cualquier caso, en el archivo de la Fundación Pablo Iglesias (PSOE)
se custodian los documentos, en su mayoría correspondencia, que evi-
dencian la ruptura en el seno de la coalición de gobierno de La Roda
y la intervención en el conflicto de los Comités Nacionales del Parti-
do Socialista y de Izquierda Republicana. El 14 de mayo los socialistas
de La Roda emitían un comunicado al Comité Nacional informando de
la ruptura de toda relación política con Izquierda Republicana. Aunque
el expediente que contiene dicha documentación consta de 40 páginas, a
continuación, mostramos un extracto de dicho comunicado: 

[151]

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Crisis de mayo de 1936

Desde mayo al 19 de julio de 1936 los concejales se reunieron en se-


sión plenaria cinco veces aunque dos de las sesiones de mayo se sus-
pendieron por altercados y por abandonar sus puestos algunos de los
concejales. La única reunión que hubo en junio, concretamente el 13, se
suspendió por falta de asistencia. Finalmente, la última sesión se cele-
bró el 2 de julio. Según los libros de plenos, hasta el 10 de agosto de 1936
ya no volvió a celebrarse reunión alguna. El único vestigio documental
que quedó en dichos libros entre el 2 de julio y el 10 de agosto de 1936
fue el Acta de 19 de julio por la que se procedió a la entrega del Ayunta-
miento a la Guardia Civil.

[152]

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Previo al golpe de Estado, el 2 de julio de 1936 se celebró el último
pleno en el Consistorio local. Los señores concejales no se pusieron de
acuerdo ni para firmar el acta anterior. La minoría socialista acusó al
secretario porque, al parecer, no escribía lo que se había acordado en
sesiones previas. El alcalde también fue acusado de perseguir y detener
injustificadamente a los socialistas, de coaccionar a los asistentes a las se-
siones con la presencia de la Guardia Civil, de convocar plenos por la ma-
ñana para que los gestores-obreros no pudieran asistir, y de realizar obras
municipales sin el conocimiento del concejo. Parece ser que Julián Viñas
Sevilla había iniciado obras en la bodega sin presentar ningún escrito en
el Ayuntamiento. Los concejales que defendieron esta actuación alega-
ron que se dio celeridad a la obra para mitigar el paro obrero. Continua-
ron la discusión extendiéndose con respecto a los dos casos de supuesta
incompatibilidad que afectaban al concejal José Fraile y al alcalde, José
López Ballesteros. Mientras, algunos concejales progresivamente fueron
abandonando el salón. A su vez, el alcalde intervino quejándose de que
las sesiones eran demasiado largas y los libros de actas muy costosos, por
lo que rogaba brevedad en las exposiciones por el bien de los intereses
del municipio. En este punto el socialista Collado Fernández contestó
diciendo que el derroche no se debía a los libros plenarios, sino a la mala
maniobra del Ayuntamiento con los gastos en las obras que se hacen sin
acuerdo del Ayuntamiento por enchufes particulares de la presidencia y de
algunos elementos de Izquierda Republicana.
El alcalde volvió a quejarse y a defenderse porque se hacía obstrucción
sistemática contra él, queriendo tan solo hacer una buena gestión en el
Ayuntamiento en defensa siempre de la causa republicana y por tanto de
la libertad y tranquilidad espiritual y material de los vecinos de La Roda.
La minoría socialista dijo que la situación era de una auténtica dictadura.
Continuaron la discusión con un permanente cruce de acusaciones en lo
político y en lo personal. Se pidió no hablar mal de los concejales sobre
todo si estos se encontraban ausentes y, finalmente, la reunión se dio por
finalizada. 
La escalada de enfrentamientos promovida sin lugar a duda por el
activismo socialista pero también por la pasividad de los políticos repu-

[153]

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blicanos, culminó en el colapso institucional, tras el abandono paulatino
del gobierno municipal por parte de los concejales. Este ambiente vino
a completarse con el aumento de los conflictos callejeros, provocados
muy especialmente por jóvenes falangistas que, arropados por diferentes
sectores antirrepublicanos, a estas alturas estaban no solo convencidos,
sino totalmente organizados para poner solución a los problemas por la
vía de las armas. Aunque no hemos encontrado ninguna referencia a la
actuación de las Juventudes Socialistas Unificadas en La Roda, por datos
indirectos intuimos que probablemente estas se enfrentaran en más de
una ocasión con las pandillas falangistas. Tras el 18 de julio, la violencia
latente repartida por los diferentes espacios públicos de la localidad se
convirtió en auténtico terror.

[154]

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SEGUNDA PARTE:

LA GUERRA CIVIL. LA RODA EN LA RETAGUARDIA

[155]

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Me giré con el fin de divisar el pueblo que yacía
ahogado en la niebla por debajo de nosotros, las
azoteas de las casas surgían desde una inundación
fantasmal. Y por encima del resto, como una
fortaleza, extraña y dominante, se asentaba la
Iglesia, apoyando su grandiosa sombra sobre los
adormecidos grupos de tejados, su torre teñida y
enrojecida por los primeros rayos del sol naciente,
mientras que, por debajo, todo lo demás quedaba
todavía empapado en niebla y oscuridad.

John Sommerfield, brigadista inglés

[157]

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12. LA RODA EN GUERRA: 17 Y 18 DE JULIO DE 1936

Antes de continuar me gustaría incidir en que todos los acontecimien-


tos y hechos aquí relatados han sido extraídos de un pormenorizado es-
tudio documental y bibliográfico. Por razones evidentes, la mayor par-
te de la documentación existente se corresponde a la elaborada por los
que ganaron la guerra: Tribunales Militares, Responsabilidades Políticas,
Causa General, etc.84 Los insurrectos, desde bien pronto se encargaron
de dejar un exhaustivo y exagerado registro de la represión republicana
y de todos los crímenes perpetrados por la canalla roja. La documenta-
ción generada por las instituciones republicanas con respecto a la violen-
cia de los sublevados fue, aparte de elaborada por los cauces judiciales de
un régimen democrático legalmente constituido, infinitamente menor.
Además, puesto que la República fue derrotada, es evidente que no se
pudo realizar ninguna Causa General sobre la represión franquista. De
todas formas, no hemos de olvidar que nos encontramos en la provincia
de Albacete, zona de retaguardia permanente, con lo que en este terri-
torio no hubo violencia franquista. El régimen vencedor debió esperar
al fin de la guerra para llevar a la práctica su misión de limpieza social y
política en tierras albaceteñas.

La Causa General es una inmensa colección documental custodiada en el AHN de


84

Madrid referente al llamado terror rojo o represión republicana. Supuso un “macro-


sumario inquisidor sobre el total de las actividades, actitudes e incluso simpatías de
los derrotados y de su régimen”. Realmente se inició en plena guerra para el control
de la población desafecta y para labores de propaganda, legitimando políticamente al
Estado franquista. Acceder a estas fuentes implica ser profundamente crítico debido
a su “naturaleza política, sectaria y parcial”. Véase: Ledesma, J.L. (2005, pp. 203-220).
Por otra parte, aunque los archivos militares (incluido el de la Guardia Civil) son de
difícil acceso, desde junio 2009 se pueden consultar libremente los fondos de justicia
militar franquista custodiados en el Archivo General e Histórico de la Defensa (Ma-
drid).

[159]

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Por otro lado, durante la investigación y desarrollo de este trabajo,
fortuitamente encontramos una documentación de gran valor, aunque
escasa e incompleta, que creíamos perdida. Los originales, como casi
siempre, desaparecieron en misteriosas circunstancias pero, gracias al
Instituto de Estudios Albacetenses, que en su día realizó fotocopias de
dicha documentación, hemos podido tener acceso a esta valiosa fuente
documental. Se trata de la generada por el Comité de Enlace del Frente
Popular de La Roda, es decir, el Comité revolucionario; añadida al acerbo
documental, nos ha ofrecido la posibilidad de ampliar y contrastar la
información obtenida en otras fuentes, lo cual hace que tengamos una
visión de conjunto algo más completa y equilibrada.
A la hora de extraer conclusiones y hacer síntesis nos encontramos
con una problemática relacionada con las declaraciones tan dispares que
aportaron los mismos testigos y acusados frente a los tribunales de uno
u otro bando. Por ejemplo, el estudio de los expedientes que han que-
dado sobre las declaraciones ante los Tribunales Populares de Albacete
puede confundir al lector ya que, algunas personas claramente fascistas
y/o promovedoras o simpatizantes del alzamiento, frente a estos tribu-
nales se declararon inocentes, a la vez que aportaron visiones totalmente
distorsionadas sobre la realidad de los hechos. Estas mismas personas
interpusieron denuncias y declaraciones opuestas una vez que finalizó la
guerra. En este sentido, siempre debemos ser cautos y críticos, tanto en
el estudio de los vestigios documentales como en su posterior interpre-
tación. La documentación a la que hemos tenido acceso está totalmente
politizada: no sólo la del bando franquista, sino también la generada por
las diferentes instituciones republicanas. Contrastar la información ob-
tenida se hace más difícil todavía si cabe debido al desequilibrio en la
disponibilidad y acceso a las fuentes.
Continuando con los sucesos previos al estallido de la guerra, la pará-
lisis en el Ayuntamiento se había puesto de manifiesto con la ruptura de
coalición gobernante; además, en la calle, las cosas tampoco marchaban
nada bien. Desde finales de junio ya había en Albacete rumores acerca
de un pronunciamiento militar encabezado por la Guardia Civil y un
pequeño grupo de derechistas entre los que destacaban los falangistas.

[160]

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Aunque no tenemos referencias explícitas a actos de violencia física en
La Roda antes de la sublevación militar, sí que podemos ver cómo las
personas se fueron encuadrando en las diferentes opciones políticas del
momento. En una entrevista que el alcalde José López Ballesteros con-
cedió al periódico local Roda Fuerte en junio de 1936, dijo que respecto
al orden público creía que no había que hacer nada, pero que si alguien
con tal de perturbar en perjuicio de la República, intentara hacer algo, ten-
dría la suficiente serenidad y energía para impedirlo. A pesar del evidente
bloqueo institucional y gubernamental que se vivía en el Ayuntamiento,
el alcalde republicano no se estaba refiriendo en esta ocasión a los con-
cejales socialistas, sino a la presencia de grupos falangistas armados por
las calles y a un supuesto golpe de Estado, que ya era un secreto a voces.
De igual manera de las palabras de José López Ballesteros se desprende
otra constatada realidad: que buena parte de las autoridades republica-
nas, aunque también muchos socialistas, subestimaron hasta el final el
peligro de la conspiración militar.
Los terratenientes sublevados, detentadores de importantes fuentes
de riqueza, con solvencia económica y, por tanto, con acceso a la com-
praventa de armas (sobre todo de caza), habían estado recolectando todo
el armamento posible y distribuido entre los jóvenes falangistas que, en
su mayoría, eran familiares, amigos y trabajadores y personal de servicio
a su cargo. En efecto, estos piquetes llevaban tiempo preparándose para
crear un ambiente de desorden que justificara la imposición de un régi-
men autoritario. En algunos documentos consultados y en la prensa lo-
cal y provincial, incluido el Boletín Oficial Provincial, hemos encontrado
varias solicitudes de licencias de armas a nombre de Gabriel de Arce
Escobar o César Cadenas Rodríguez de Vera, dos de los promotores más
destacados de la sublevación militar en La Roda; también de otros in-
dividuos que sobrevivieron a la saca de Quintanar. Igualmente hemos
detectado varias causas en los tribunales por tenencia ilícita de armas, la
gran mayoría de ellas instruidas a partir del mes de junio de 1936.85

BOP de Albacete, febrero a septiembre de 1931 y El Defensor de Albacete (6 de junio


85

de 1936). Volumen 38. volumen 38, N.º 10.435.

[161]

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En cualquier caso, las posiciones moderadas de centro, representadas
por el mundo del republicanismo en su conjunto, tuvieron que enfren-
tarse indistintamente a ambos grupos, tanto por la izquierda como por
la derecha, aunque es obvio que de diferente manera. Poco después de las
declaraciones del alcalde relativas al orden público, José López volvió a
ser entrevistado, en esta ocasión, para acallar los rumores de su supuesto
cese en el cargo. Dijo que no se retiraría voluntariamente y menos en
estos instantes en que a mi modo de entender soy necesario al frente de la
alcaldía, poniendo a contribución cuanto pueda en defensa de mi pueblo.
En La Roda, la parálisis de los grupos burgueses republicanos frente
a la supuesta sublevación se hizo evidente en la reunión que se realizó
el 17 de julio en casa86 de Amós Gil Pedraza, que había sido diputado
provincial por el partido de Portela Valladares. Al encuentro asistieron
el que había sido alcalde portelista, Antonio de la Peña Miranda, junto
a Ramón Ferrer y Tirso y Francisco García Belmonte, ambos apodera-
dos por partidos de izquierdas en febrero de 1936. En dicho encuentro
participaron más personas cuyos nombres desconocemos.87 Parece ser
que los citados ya estaban al corriente de lo que se preparaba para el 18 y
19 de julio, por lo que decidieron reunirse y valorar qué posición adop-
tar: si apoyar o no la sublevación. Finalmente, más por miedo que por
convicción, optaron por no apoyar a los rebeldes y mantenerse fieles al
Gobierno de la República.
Al día siguiente de la reunión en casa de Amós Gil, en la noche del
sábado 18 de julio, el semanal Roda Fuerte celebraba  la Verbena de la

86
La casa, ubicada en frente de la fachada principal de la Iglesia del Salvador, todavía
hoy sigue en pie. En el mismo lugar se alojaron poco después el grueso de los inte-
grantes de las Brigadas Internacionales que pasaron por La Roda.
87
Al terminar la guerra todos serán represaliados por su tibieza a la hora de apoyar
la rebelión. Algunos de ellos fueron paseados por las calles de la población, para dar
ejemplo a futuros disidentes. Incluso a otros les hicieron limpiarlas y barrerlas, como
sucedió a Tirso García. A su hermano Francisco le requisaron la casa que tenía en la
esquina al lado de la Posada del Sol. Aquí instalaron la sede de Falange durante un
breve periodo ya que pronto le devolvieron la propiedad, pues estas personas de ori-
gen burgués, aunque no apoyaron la sublevación abiertamente, siempre la vieron con
buenos ojos. Aparte de los trabajos humillantes o de la requisa de inmuebles, también
estuvieron sujetos a sanciones económicas.

[162]

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prensa, a la vez que muchos esperaban las noticias que a través de la ra-
dio se difundían a cuenta gotas sobre la sublevación de las guarniciones
en Marruecos.88 Según Luis Fraile en su artículo titulado La última ver-
bena, los organizadores del festejo, con toda seguridad, eran conocedo-
res de lo que sucedería unas horas más tarde. No en vano, muchos de los
integrantes de la redacción del periódico sabían de antemano o estaban
implicados en el movimiento subversivo.89 A pesar de la verbena, tanto
en las calles como en las casas se sucedían otros temas de conversación,
desde luego que muy preocupantes, ya que el esperado golpe militar no
dejaba de ser una temida y palpable realidad. Aquel sábado noche del 18
de julio de 1936, mientras varios militares y paisanos falangistas espe-
raban el momento de actuar, La verbena de la prensa era todo un éxito.
Un corresponsal describió para El Defensor de Albacete todo lo previsto
para dicho evento.90 Aunque nosotros ya conocemos la tragedia que se
avecinaba, todavía resulta desconcertante leer el contenido del artículo
y, sobre todo, su final:
El local está engalanado con verdadero derroche de buen gusto. La ilu-
minación espléndida. Y amén de incontables atracciones verbeneras... Y,
en fin, deliciosa promesa de un bello nocturno, desbordante de optimis-
mo y juventud.

Tras la sublevación en Marruecos, la primera escaramuza recogida


en los documentos se refiere a la madrugada del sábado 18 al domingo
19 de julio, concretamente entorno a las 3 de la mañana, momento a
partir del cual se esperaba algún comunicado oficial.91 A sabiendas de
la inminente sublevación, el alcalde José López Ballesteros había dado
órdenes a una pareja de guardias municipales para que procedieran a
cachear a todo sospechoso que encontraran por las calles. Los guardias

88
Por no extendernos en las causas del golpe militar en el ámbito nacional y habiendo
una extensísima bibliografía al respecto, recomendamos la lectura de grandes clási-
cos como Jackson, Aróstegui, Thomas, Preston, Juliá, Viñas, Moradiellos, Casanova,
etc., junto a nuevas aportaciones como la de Viñas (2019).
89
El artículo de Luis Fraile, publicado en su día en el periódico digital Crónica La Roda,
puede consultarse en el anexo n.º 11.
90
El Defensor de Albacete (17 de julio de 1936). Volumen 39. N.º 10.467.
91
Causa n.º 79 del Tribunal Especial Popular de Albacete, AHPA.

[163]

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La verbena de la prensa, 18 de julio de 1936 (por cortesía de la
familia de Millán García Carrasco)

eran Sebastián Tébar Moreno y José Castillo Nieto. Al encontrarse estos


por la esquina de la calle del Cristo, apareció Julián Fernández Cuenca,92
al que por encontrar sospechoso intentaron cachear. Julián dijo no hay
cojones sacando al mismo tiempo una pistola que puso sobre el pecho
de uno de los guardias. Inmediatamente después salió huyendo hacia el
casino del Círculo Radical Republicano para avisar a los señoritos que allí
se encontraban. 

92
Julián Fernández Cuenca era un antiguo monárquico que con el advenimiento de
la República había pasado a formar parte de la Junta directiva del Partido Liberal
Demócrata. También fue nombrado concejal tras la formación del Consistorio con-
servador en mayo de 1934.

[164]

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Uno de los guardias en ese momento lanzó un tiro al aire y al poco
comenzaron a salir del casino, un grupo de individuos, pistolas en mano,
apuntando a la pareja de guardias al grito de vamos a por ellos que ya ha
llegado el día. Los guardias salieron corriendo y se refugiaron en el bar
Molina. Los individuos que salieron del casino eran Gabriel Arce Esco-
bar, Leopoldo y César Cadenas Rodríguez de Vera, Miguel Mas Tamayo,
Antonio Lozano Santón, Florencio Romero López, Gil Alarcón Rubio,
Antonio Alarcón Rubio, José María Alarcón, José Valls Chacón y otros,
es decir, los cabecillas de la sublevación. En el bar Molina se encontra-
ban Alfonso Rojas Ramírez, Deusdedio del Campo Martínez, Manuel
del Campo Martínez, Antonio Gómez Irimia, José Fraile Moreno, José
Antonio Valero Carretero y Gregorio Arenas Ortiz, es decir, miembros
destacados de los diferentes grupos de izquierdas de la localidad.
Es curioso el desenlace de este episodio ya que fue el propio cacheado,
Julián Fernández, el que se dirigió al cuartel de la Guardia Civil a dar
cuenta de lo sucedido. Allí se encontró con el alcalde, al que insultó y
amenazó, ordenando aquel su detención, ante lo cual Julián Fernández
contestó que el detenido iba a ser él (el alcalde) y que ya se encargaría él
(Julián Fernández) de que así sucediese (y así sucedió). A todo ello aña-
dió que él con la pareja de la Guardia Civil iba a donde fuese. Finalmente
fue conducido a la cárcel, aunque su encierro duró poco. Al día siguien-
te, Julián Fernández era puesto en libertad, sumándose a la sublevación
junto a sus carceleros.93

Tras ser recuperada la provincia de Albacete por el bando republicano, el 16 de agos-


93

to Julián Fernández era detenido en Casas de Guijarro y asesinado en las proximida-


des de Pozo Amargo. Los Guardias municipales corrieron distinta suerte al finalizar
la guerra: José Castillo Nieto, dado por desaparecido por Falange, marchó al exilio
(aunque no sabemos a dónde). Sebastián Tébar Moreno fue detenido y fusilado en
Albacete el 24 de mayo de 1939. El alcalde, José López Ballesteros, fue dado por des-
aparecido; exiliado en Francia, nunca regresó a La Roda.

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13. LA SEMANA FACCIOSA, 19 A 25 DE JULIO

Del 17 al 19 de julio de 1936, las guarniciones militares y centros neu-


rálgicos de poder fueron cayendo en manos de los insurrectos a lo largo
de casi toda la geografía peninsular. En La Roda, según Deusdedio del
Campo Martínez, en la madrugada del 19 de julio realizó una llamada
telefónica al cuartel de la Guardia Civil solicitando al cabo que se pusiera
a disposición del Frente Popular; evidentemente esto ya no iba a suceder.
Ese mismo día, sobre las 14.30, poco antes de consumarse la entre-
ga del Ayuntamiento de La Roda a la Guardia Civil, Deusdedio salió
para Albacete junto al alcalde, José López Ballesteros, Lamberto Pérez
Martínez y José Antonio Vera Zaragoza para hablar con el gobernador
sobre los hechos y recibir órdenes. A unos 100 metros antes de llegar al
Gobierno Civil fueron detenidos por la Guardia Civil para posterior-
mente ser encarcelados. Así permanecieron hasta las 14 horas del día 25
de julio, momento en que la capital era tomada por tropas leales a la Re-
pública. Efectivamente, la sublevación militar contra la República había
comenzado en Albacete capital a las 15 horas de la tarde del domingo 19
de julio; justo cuando el alcalde, Deusdedio y compañía, llegaron para
informarse sobre la rebelión. Según Gómez Flores (2002, p. 56), una vez
que la situación hubo sido dominada por los rebeldes en la capital, “el
alzamiento fue extendiéndose por los pueblos de la provincia; de manera
más inmediata por todos los municipios tocados por la línea de ferro-
carril y la carretera general que une Madrid con Murcia”, entre ellos, La
Roda.
En los libros de plenos se conserva el Acta por la que el Ayuntamien-
to de La Roda fue entregado a la Guardia Civil. Ya eran las 18.30 de la
tarde cuando se personó en las dependencias municipales el alférez de
la Guardia Civil, Miguel Segura Limorte, solicitando al secretario de la

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Corporación, Manuel Ávila Palacios, la entrega del Ayuntamiento. Allí
se encontraban algunos concejales que, como negativa a la petición,
abandonaron las dependencias: Antonio Montero Montero, Florentino
del Barco Picazo y Gregorio Arenas Ortiz. Los oficiales Julio Chacón y
Ramón Cano, junto al alguacil, Longinos Escudero, permanecieron jun-
to al secretario, procediendo a levantar Acta para la entrega del Ayunta-
miento.

Acta 19-7-36 de entrega del Ayuntamiento de La Roda a la Guardia Civil

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Afortunadamente, los acontecimientos en La Roda se desarrollaron
sin derramar ni una gota de sangre ya que los sublevados no encontraron
ninguna resistencia. La conspiración en La Roda había sido todo un éxi-
to. En adelante, se hicieron con el control del pueblo desde el 19 al 25 de
julio. Este periodo fue conocido como la semana facciosa según los do-
cumentos generados por las diferentes instituciones republicanas. Es im-
portante destacar que durante esta semana no se produjo ninguna muer-
te en la localidad. La incertidumbre que provocó la batalla por el control
de la provincia en la ciudad de Albacete mantuvo a los insurrectos de La
Roda expectantes en cuanto al uso de la violencia más radical. Se lleva-
ron a cabo las persecuciones y detenciones pertinentes, pero a pesar del
nivel de enfrentamiento previo a la insurrección y de los combates en la
capital albaceteña, no llegaron a consumar ningún asesinato o ejecución
de elementos de izquierdas. Si el territorio hubiera permanecido en su
poder por más tiempo, qué duda cabe que habrían iniciado la política de
terror que sus homólogos desarrollaron en la retaguardia franquista. De
hecho, en muchos otros puntos de España, aun habiendo triunfado la su-
blevación, se produjeron desde el primer momento por parte del bando
sublevado grandes matanzas como las de Andalucía, la de Badajoz, o la
de La Rioja, con una inmediata repercusión internacional.94

El número de trabajos monográficos sobre diferentes temáticas de la Guerra Civil,


94

en concreto sobre la represión en los territorios de la retaguardia franquista ha au-


mentado considerablemente en los últimos años. La violencia que se desató en la
provincia de La Rioja, “una pequeña región agrícola del interior peninsular que no se
había distinguido en los años anteriores por una conflictividad social acusada ni por
la radicalidad de sus dirigentes políticos”, fue igualmente brutal, terrorífica y despro-
porcionada. Carlos Gil arroja la cifra de dos mil asesinados en tan sólo seis meses,
desde que el 21 de julio de 1936 el general Mola le dijera al gobernador civil de la
provincia, Emilio Bellod, mano muy dura. Véase en Gil Andrés (2006). Aparte de la
apología y puesta en práctica del terror llevados a cabo por el general Yagüe o Quei-
po de Llano, la instrucción reservada n.º 1 de El Director, Emilio Mola, era clara al
respecto: se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir
lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego serán encar-
celados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos
al movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular
los movimientos de rebeldía o huelgas. Archivo Militar de Ávila. Fondos de la Guerra
Civil.

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La entrega pacífica del Ayuntamiento a la Guardia Civil fue el punto
culminante de unos preparativos perfectamente planificados tanto desde
la cúspide militar, como por los cabecillas locales. En el Archivo His-
tórico Provincial de Albacete se conservan muchos expedientes de los
Tribunales Populares que contienen interesante información sobre los
primeros días de la sublevación en la provincia. Por todos es de sobra co-
nocido que el día 20 de julio amaneció con una España dividida fruto del
fracaso del golpe militar, dándose inicio la Guerra Civil. Como decíamos
anteriormente, la provincia de Albacete era recuperada por contingentes
leales a la República el 25 de julio de 1936. A partir de entonces, el 3 de
agosto concretamente, se constituyó un Juzgado Especial para conocer
la causa del delito de rebelión militar en Albacete y su provincia. Según
el contenido de las declaraciones de los procesados en el pueblo de La
Roda, sabemos que una serie de elementos paisanos secundaron la actitud
de la Guardia Civil, sublevándose contra el gobierno legítimo de la Repú-
blica.
Gabriel Arce Escobar fue el jefe del movimiento que del 19 al 25 de
julio triunfó en La Roda, apropiándose del Ayuntamiento, dando órdenes,
repartiendo armas de fuego y distribuyendo los grupos facciosos en los di-
ferentes servicios de vigilancia y guardia de la población. Fue condenado
a la pena máxima, aunque no se llegó a aplicar por hallarse en paradero
desconocido. Vicente Ortega Marín, dirigente local de Falange, y José
María Alarcón Rubio, fueron condenados a reclusión perpetua acusa-
dos de delito de adhesión a la rebelión por haber sido nombrados jefes
de grupo. El resto de los procesados que apoyaron la sublevación y que
cumplieron servicios de arresto a elementos de izquierdas y de vigilancia
fueron: Venancio Calomarde Hidalgo, Juan Charco Aranda, Miguel Ca-
rrilero Ortiz, Emilio Fernández Rodríguez, José Escobar Muñoz, Casia-
no Navarro Aguado y Juan Serrano Casas. En la causa también aparecen
las siguientes procesadas: Sagrario Collado Ballesteros, Sierva Rodríguez
Hontecilla y María Purificación Ramírez Onsurbe, que excitaron a la re-
belión dando gritos subversivos por las calles de La Roda.
Conforme se fueron instruyendo las causas, aumentó el número de
procesados: César y Leopoldo Cadenas Rodríguez de Vera, Francisco
Diego Berruga Cebrián, Aurelio Jiménez Izquierdo, Miguel Mas Tamayo,

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Antonio y José María Ruiz Picazo, Job Escobar Montoya, Miguel Martí-
nez Martínez, Wenceslao Cebrián Ballesteros, Antón Moratalla Santón,
José Valls Chacón o Pío Viñas Belmonte. Según la declaración de Car-
melo González Ruiz, fueron unos 150 individuos aproximadamente los
que tomaron el control del pueblo en estos días entre dirigentes y perso-
nas a su cargo. Una vez que el territorio fue tomado por fuerzas republi-
canas, la gran mayoría de ellos fueron apresados, siendo algunos de ellos
asesinados a través del sistema de sacas y paseos. Los que no fallecieron
a causa de la violencia desatada, fueron sometidos a juicio por los Tri-
bunales Populares: unos fueron liberados con imposición de sanciones
económicas mientras que otros permanecieron recluidos y obligados a
realizar trabajos forzosos como la construcción de trincheras en La Roda
u otros lugares.
A continuación, explicaremos lo que sucedió con Miguel Segura Li-
morte, el alférez de la Guardia Civil que entregó el Ayuntamiento de La
Roda a los insurrectos. Como decíamos, en la liberación de la ciudad de
Albacete después de la semana facciosa, habían participado columnas de
milicianos de las provincias manchegas, pero también de las vecinas Ali-
cante y Murcia. El 25 de julio, tras una dura semana de lucha, la capital
y, con ello, la provincia, volvieron a la legalidad republicana. Las milicias
procedieron a detener a todos los implicados en la sublevación.
Los guardias civiles rebeldes fueron detenidos y llevados presos a Ali-
cante por los milicianos levantinos, donde embarcaron en el buque Río
Sil, convertido en prisión. En la noche del 14 de agosto, el barco llegaba
a la dársena del Arsenal del Puerto de Cartagena, donde se hallaba otro
buque-prisión, el España nº3. Una primera expedición, con diez dete-
nidos, salió del Río Sil en un remolcador para ser llevados al penal, que
estaba al lado del Arsenal. Antes de llegar fueron abatidos a tiros pues
parece ser que los mandos al cargo querían que pareciese una fuga. Las
ejecuciones produjeron tal descontrol que inmediatamente se acordó
que ambos buques zarparan. El 15 de agosto los 153 detenidos del Es-
paña nº3 fueron ejecutados y lanzados al mar a unas cinco millas al sur
de Cartagena; muchos de ellos eran guardias civiles de la provincia de
Albacete. La mayoría de los 52 ejecutados de la misma forma a bordo del
Río Sil también procedían de Albacete; entre ellos se encontraba Miguel
Segura Limorte.

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El 19 de junio de 1944 se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia
de Albacete, un listado de desaparecidos caídos en Cartagena pidiendo
a sus familiares información para la Causa General de la provincia de
Murcia. La mayor parte de los familiares desconocía los hechos y obvia-
mente nunca recuperaron los cuerpos de sus seres queridos, pero ahora
reclamaban el parentesco. En este listado aparecía Miguel Segura Limor-
te. Ningún miembro de su familia lo reclamó o, al menos, no ha quedado
vestigio documental alguno, o no lo hemos encontrado.95
Continuando con lo que sucedió en La Roda después de la sublevación
militar, tras la confusa situación de los primeros momentos se convocó
una huelga general que se prolongó desde el 20 de julio hasta el jueves
23. El mismo 19 de julio por la tarde, fruto de la excitación y la confusión
que se produjo con el levantamiento, mucha gente de izquierdas había
acudido a la Casa del Pueblo para analizar la situación, reuniéndose a su
vez como forma de protesta contra el levantamiento. Aparte de dirigen-
tes y simpatizantes políticos, a la Casa del Pueblo también había acudido
gran cantidad de segadores, pues esa misma tarde del 19, habían sido
avisados de la sublevación y de que tenían que acudir al pueblo desde sus
puestos de trabajo para ponerse al servicio del Frente Popular y defender
la República. Inmediatamente se declararon en huelga general a través
del Sindicato de Segadores.96 Sin embargo, lo que sucedió fue que, apro-
vechando la aglomeración de elementos izquierdistas, los insurrectos,
después de tomar el Ayuntamiento, se dirigieron a la Casa del Pueblo
para proceder a detener a todos los que allí se encontraban y encerrarlos
en las cárceles de la localidad e instalaciones habilitadas para tal efecto.
Al mismo tiempo, procedieron a publicar un bando a través de al-
caldía solicitando a todos los ciudadanos rodenses la entrega inmediata
de cuantas armas poseyeran, siendo repartidas desde el mismo Ayunta-
miento entre simpatizantes falangistas, obreros y siervos a cargo de los
líderes rebeldes. En días sucesivos se procedió a la persecución y deten-

95
Información extraída de la Causa General de la provincia de Murcia (Partido Judicial
de Cartagena), del Cuaderno monográfico nº1, Cartagena Histórica, de octubre 2002,
y de la Revista de Estudios Históricos, Dirección General de la Guardia Civil, año VI,
N.º 12, 1973.
96
Procedimientos sumarísimos de Atanasio Sotos Atienza y Prudencio Castillo Zalve,
que se hallaban segando en Tasoneras y Casa del Señor respectivamente.

[172]

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ción en sus domicilios de todos aquellos sospechosos de defender ideales
marxistas que no hubieran sido localizados previamente en la Casa del
Pueblo. Los rebeldes armados también recibieron órdenes de no permi-
tir la existencia en las calles de grupos de más de tres personas, además
de disparar si veían movimientos sospechosos. Aparte de la práctica de
detenciones y vigilancia de calles, igualmente se dispusieron a controlar
los puntos neurálgicos de la localidad, entradas y salidas de la misma, de
la Casa Central de Correos y Telégrafos, del Banco Español de Crédito,
Ayuntamiento, estación de ferrocarril, cuartel de la Guardia Civil, etc.
Por lo que respecta al control de la estación y de su personal, sabe-
mos que los trabajadores ferroviarios (factores), también se declararon
en huelga general a través del Sindicato Nacional Ferroviario como pro-
testa contra la insurrección militar. Todos ellos fueron detenidos por los
sublevados y encarcelados en la Prisión Provincial hasta el 25 de julio,
excepto los que apoyaron la sublevación, que fueron: el jefe, Manuel To-
rrano Fernández, y los factores Juan Antonio Ochoa Collado, Virgilio
López García y José Belmonte Fernández. Una vez que la capital y, con
ello la provincia, fue recuperada por tropas leales a la República, se cons-
tituyó un Comité de control ferroviario de la estación. Entre otras tareas,
se procedió a la detención de los ferroviarios que apoyaron la subleva-
ción. El 22 de septiembre el Comité emitió una resolución por la que el
personal ferroviario desafecto a la causa republicana era liberado a la vez
que depurado de sus puestos.

Estación de ferrocarril de La Roda (por cortesía de Gaspar López Tébar)

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A modo de conclusión podemos destacar que los insurrectos no apli-
caron una represión instantánea y violenta contra elementos de izquier-
das durante esta semana de dominio en el pueblo de La Roda. A su vez,
la respuesta generalizada del pueblo tampoco fue violenta. Frente a la
confusión de los primeros momentos, las organizaciones obreras, antes
de acceder a las armas, recurrieron a modelos de actuación pacíficos y
convencionales. Los que se alzaron en defensa de la República se mani-
festaron por las calles o en la Casa del Pueblo como forma de protesta
contra la sublevación militar, o a través de la convocatoria de huelgas,
como la de los segadores o de los ferroviarios. Sin embargo, una vez que
la fractura social estuvo consumada tras la toma de la provincia de Al-
bacete, la estrategia de los grupos defensores de la República cambió de
manera radical.

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14. LA RODA REPUBLICANA:
ENFRENTAMIENTOS, DETENCIONES Y ASESINATOS

Gómez Flores (2002, p. 65) nos cuenta cómo en torno a las 13 horas
del 25 de julio de 1936 y tras una semana de intensos combates, Albacete
capital era tomada por fuerzas leales a la República. El alzamiento fue so-
focado en Albacete “con la rendición incondicional de sus organizadores
y la entrega de armamento y munición”. El territorio se convirtió en zona
de retaguardia permanente, sin frente, en manos del bando republicano
hasta el final de la guerra. Esta es la razón fundamental que explica por
qué la mayoría de las muertes que se produjeron sobre todo entre agosto
y septiembre de 1936 fueron de personas de filiación política conserva-
dora, de derechas, incluida la persecución a miembros del clero. Tam-
bién es la razón que explica la instalación de los Brigadas Internacionales
en la provincia, aunque de esto hablaremos más adelante.
El contexto generado tras el fracaso de la sublevación militar y el pos-
terior estado de guerra hizo que algunos de los líderes izquierdistas de la
localidad ocuparan el poder de manera espontánea, poniendo bajo sus
órdenes a hombres de confianza y creando el Comité de Salud Pública.
Estos individuos, a los que ya nos hemos referido con anterioridad, fue-
ron los que controlaron la política y gobierno locales y por supuesto que
el monopolio de la violencia en nombre de la República. Sus hombres
de confianza, armados y encargados de poner orden en la retaguardia
fueron más conocidos por el nombre de milicianos. No obstante, algunos
de estos milicianos también fueron simultáneamente dirigentes del Co-
mité. Ellos representaban ahora al régimen legalmente constituido. Eran
el pueblo en armas.
De esta manera, aunque los sublevados no hubieran ejecutado a nadie
en La Roda durante la semana previa, las noticias del exterior llegaban: la

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insurrección armada había desencadenado la guerra. El Estado español
decidió enfrentarse a los militares golpistas y, aunque a regañadientes y
totalmente debilitado, entregó armas y poder al pueblo. Esto, unido a la
violenta polarización social previa, generó una dinámica de terror en la
retaguardia republicana que, a pesar de sus diferencias con respecto al
aplicado por los sublevados, no por ello dejaba de ser terror y violencia
al fin y al cabo. Violencia a veces espontánea; otras, perfectamente pla-
nificada. Aplicada, no por bandidos o grupos anónimos de milicianos,
que también, sino mayoritariamente por los nuevos poderes constitui-
dos, esto es: los comités revolucionarios del Frente Popular. Hasta que
no comenzaron a funcionar los Tribunales Populares, los meses de julio
y agosto fueron de una violencia inaudita al margen de la ley y por su-
puesto que al margen de cualquier consideración humana. Veamos qué
sucedió en La Roda.
La consecuencia directa y simultánea del final de la popularmente
conocida como semana facciosa fue la liberación de los presos de iz-
quierdas, la constitución del Comité de Salud Pública y la persecución y
detención de los que organizaron y apoyaron la sublevación. Ese mismo
25 de julio, muchos rodenses se enteraban a través de la radio del bar
Molina de que la provincia había caído en manos republicanas. Los con-
currentes, emocionados, se echaron a la calle rápidamente, acudiendo a
dicho bar y a las inmediaciones de la Miliaria mucha más gente pidiendo
la apertura de las cárceles al grito de ¡vamos a por nuestros hermanos
los presos!. Posteriormente se instalaron aquí unos altavoces para emitir
partes de guerra y demás novedades. Las mujeres también salieron a la
calle para mostrar su adhesión a las causas que dividían a España. Su
activa participación puso de manifiesto que formaban parte de una so-
ciedad de masas profundamente escindida que tomaba posiciones ante
el golpe de Estado.
Simultáneamente a la liberación de los presos de las cárceles, se pro-
dujo la persecución, detención y, en muchos casos, el asesinato, de los
sublevados: políticos y terratenientes de derechas (aunque suene redun-
dante, mayoritariamente afiliados o simpatizantes de Falange), agentes
de la Guardia Civil y del resto de la población religiosa y civil que los

[176]

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apoyó.97 Bajo las órdenes del Comité de Salud Pública (más tarde Co-
mité de Enlace del Frente Popular), comenzaron a organizarse grupos
de milicianos que se encargaron de detener a los sublevados en sus ca-
sas y aldeas, conseguir todo el armamento posible y hacer guardias en
edificios principales y entradas y salidas del pueblo. Los expedientes de
que disponemos, procedentes en su mayoría de los consejos de guerra
franquistas, relatan decenas de casos de detenciones, registro de casas,
requisa de armas y tiroteos. Partiendo de la idea de que estos relatos fue-
ron extraídos bajo presiones, amenazas y torturas una vez finalizada la
guerra, debemos tomarlos con mucha cautela.
El mismo 25 de julio la situación de alarma y descontrol se hizo notar
en las calles de La Roda. Algunos milicianos lanzaron varios disparos en
la puerta del casino (donde se reunían la mayor parte de los sublevados)
para hacer salir de allí a los que pudiera haber escondidos. También se
produjeron una serie de disparos contra un camión que se hallaba en la
calle del Cristo. Otro tiroteo se realizó durante la noche del 5 de agosto
en la zona de la Miliaria entre dos grupos de milicianos de La Roda. Dos
de ellos resultaron heridos de bala.
Otro hecho que aparece descrito en varios expedientes es el que se
produjo en la casa de Lucinio Collado Ballesteros, en el Paseo de la Esta-
ción. Al parecer, un grupo de milicianos había ido a buscar a Lucinio y a
su yerno Delfín Paños Paños. Tras el grito de ¡arriba las persianas! apare-
ció Delfín con las manos levantadas pidiendo clemencia. A continuación,
José Fraile Rubio lanzó un disparo haciendo blanco en Delfín Paños,
que cayó de espaldas. Un tal Mariano Tobarra subió a la casa y desde la
ventana empezó a decir que había un herido y que no disparasen más.
Lucinio tiró a la calle su escopeta y una pistola, que fueron recogidas por
los milicianos. Finalmente se procedió a detener Lucinio Collado, a su
yerno Delfín Paños y a su hermano Priscilo Paños. Como veremos, el
21 de agosto fueron sacados de la cárcel y asesinados en la carretera de
Barrax.

La implicación de amplios sectores sociales en las tareas represivas no debe ocultar


97

que sólo la sublevación de un sector del Ejército en julio de 1936 permitió desencade-
nar la masacre y que la violencia estuvo controlada por los militares desde el primer
momento. Véase en Cenarro (2002, pp. 65-86).

[177]

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Aparte de la cárcel del Ayuntamiento y de la cárcel de la casa cuartel
de la Guardia Civil, otros locales y edificios del pueblo también fueron
convertidos en cárceles como: las escuelas, la Iglesia de El Salvador, la
capilla de las Escuelas del Ave María, la estación de ferrocarril, la casa de
la Condesa de Villaleal, etc. Es más, parece ser que los accesos a la plaza
que quedaban frente a la fachada principal de la Iglesia fueron tapiados
para incrementar el espacio destinado a prisión, instalando dos puestos
de control permanentes: uno en la parte exterior y otro en la torre de la
Iglesia. El 31 de julio de 1936 ya había 170 detenidos de derechas en las
cárceles de la localidad.98
En cuanto a los puntos de control de tránsito destacados en la locali-
dad, inmediatamente fueron tomadas la estación de ferrocarril y la carre-
tera que comunicaba Ocaña con Alicante o, lo que es lo mismo, Albacete
con la capital. El puesto de control en la salida norte dirección Madrid
por la carretera de Minaya estaba instalado en el garaje de Crispín. Al
acercarse ese mismo día un camión lleno de falangistas y guardias civi-
les que, procedente del norte huía quién sabe a dónde, el encargado del
taller, un tal Moreno, salió y disparó varios tiros sin producirse heridos.

Taller de Crispín (Martínez Angulo, I., Algo de nuestro pueblo)

98
Consúltese imagen en página 239 del capítulo 20 sobre Justicia en tiempos de guerra,
Tribunales populares.

[178]

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Otro suceso que podemos referir se trata del acontecido en el cam-
po del Portazgo, tras la toma de la carretera de Albacete y la liberación
de presos. Hallándose por allí Agapito Sahuquillo González, que había
apoyado a los rebeldes, un grupo de milicianos lo golpearon e inclu-
so dispararon, dejándolo herido en el suelo. Restituto Gaitano García
lo recogió y llevó al asilo-hospital donde fue atendido. Durante toda la
guerra, Restituto salvó a cientos de personas significadas con la derecha
política rodense. Fue condenado a muerte por los tribunales franquistas,
aunque finalmente se le concedió el indulto en mayo de 1946. Con res-
pecto a Agapito Sahuquillo, a pesar de la insignificancia del episodio del
Portazgo, el Ayuntamiento de La Roda le ofreció el puesto de guarda en
el Parque municipal. Además, en diciembre de 1942, el Estado Mayor del
Ejército le concedió una medalla por Sufrimientos por la Patria, con cinta
azul y carácter honorífico.99
Es evidente que muchos de los que organizaron y/o apoyaron la suble-
vación se vieron obligados a huir para escapar de posibles represalias. El
cabecilla de la sublevación en La Roda, Gabriel de Arce Escobar, huyó a
Valencia y allí se mantuvo escondido hasta el final de la guerra. También
se produjo una auténtica desbandada de guardias civiles que no habían
sido capturados. Ya hemos visto cómo la gran mayoría de ellos fueron
detenidos en Albacete capital y llevados a los buques de Cartagena don-
de fueron fusilados, entre ellos, Miguel Segura Limorte. De hecho, la pri-
mera víctima de la Guerra Civil en La Roda, parece ser un guardia civil
huido de Albacete. Efectivamente, el mismo 25 de julio, por órdenes de
Deusdedio del Campo Martínez, varios milicianos marcharon en busca
de un hombre desconocido al que detuvieron en el pinar de la Malena,

Una visión bastante completa de La Roda durante la inmediata postguerra fue ma-
99

gistralmente plasmada en El pan de los vencidos, por Manuel Moral. En esta novela
autobiográfica, el autor, a través de la óptica de un niño, narra cómo su familia se
instaló en el pueblo tras haber sido desterrado su padre de Madrid. Entre muchos
otros aspectos de la vida local, describe las impresiones que le produjeron el parque
y su guarda, Agapito Sahuquillo. Por otra parte, de entre las más variopintas conde-
coraciones otorgadas por los vencedores durante la inmediata postguerra hubo otras
muy llamativas como la insignia de “Caballero” de la Orden de Isabel la Católica o la
Cruz de la Gran Orden Imperial de las Flechas Rojas.

[179]

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concretamente en el Camino de la Patá, disparándole a continuación va-
rios tiros. En los libros del Juzgado quedó registrado que se ignora nom-
bre y demás circunstancias.
Mientras se persigue y detiene a los instigadores de la sublevación,
en la madrugada del 26 al 27 se producía un segundo asesinato. Esta vez
no se trataba de un desconocido, sino de Pascual Cadenas Rodríguez de
Vera, de 27 años, hijo menor de una notable familia de terratenientes
de La Roda. Además, el crimen no se producía en las afueras del pueblo
sino en su parte más céntrica. Parece ser que un grupo de milicianos del
Comité de Enlace, estando reunido en el bar Molina, se encaminó hacia
la estación de ferrocarril para realizar labores de vigilancia. Dicho gru-
po estaba compuesto por José Antonio Valero Carretero, José Fraile Ru-
bio, Juan José Lozano Simarro, Julián González Simarro, Atanasio Sotos
Atienza y Prudencio Castillo Zalve. Conforme subían hacia la estación,
otros milicianos se unieron al grupo, yendo unos armados y otros no. Al
poco de llegar a la estación, paró un tren correo procedente de Madrid
del que se apeó Pascual Cadenas, que estudiaba en la capital para perito
agrícola. En esos momentos fue detenido y cacheado por el jefe del gru-
po, José Antonio Valero Carretero, apodado el gobernador de Guinea y
valerito. A continuación se marchó en coche dando órdenes previamente
al resto de milicianos para que se lo llevaran y supuestamente mataran.
Así, se llevaron al detenido hacia el pueblo bajando por el Paseo de la
Estación y al llegar al templete de la música, Julián González, que ahora
actuaba como jefe de grupo, ordenó a Pascual Cadenas que levantase el
puño y dijera tres veces Salud, Viva la República, lo cual hizo, pero sin
levantar el puño. Al llegar a la esquina del parque con Ramón y Cajal
volvió Julián a dar la misma orden pero, ante la negativa de Pascual, uno
de los milicianos le disparó, siendo imitado por sus compañeros. Tras
recibir varios disparos, Pascual Cadenas quedó muerto en el suelo. En
los expedientes de los juicios sumarísimos declararon que el primero en
disparar fue José Fraile Rubio siendo obligado por Julián González, a la
vez que lo apuntaba con su pistola por la espalda. Le dispararon varios
tiros de fusil, pistola y escopeta.

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Pascual Cadenas
Rodríguez de Vera

Paseo de la Estación (por cortesía de Gaspar López Tébar)

Paseo de Ramón y Cajal (CECLM- UCLM)

[181]

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La conmoción tras el asesinato de este joven pone de relieve la vio-
lencia revolucionaria de los primeros momentos y la actuación indis-
criminada de los grupos armados de milicianos. Recién constituido el
Comité de Salud Pública, probablemente tras este asesinato se aconse-
jara que este tipo de crímenes, en caso de producirse, no se realizaran
ni por milicianos locales, ni a la vista de los vecinos de la localidad, sino
extramuros de la misma, en caminos, carreteras o en los pueblos vecinos.
De manera violenta ahora, comenzaron a aflorar todos los problemas
acumulados durante los años precedentes. Se trató de ajustes de cuentas
muy relacionados con el reparto de la tierra, el paro obrero, la actitud de
la Guardia Civil, de la patronal, de los poderes financieros, y de la Iglesia
que los apoyó. Como bien apunta Manuel Ortiz (1996, p. 124), “era el
momento del robo y del saqueo, de la ocupación de fincas y propiedades
y, por descontado, de la venganza personal”. Sin embargo, a pesar del
descontrol de los primeros momentos y de la acción de algún que otro
delincuente, la mayor parte de las arbitrariedades que se cometieron du-
rante estos días fueron consentidas, ordenadas e incluso realizadas por
los representantes políticos del Comité revolucionario. Los insurrectos,
en su objetivo de detener la revolución comunista en España, paradóji-
camente la habían provocado. El Comité fue el encargado de orquestar
la revolución por un mundo nuevo que se desarrolló en la retaguardia
republicana, en medio de una guerra civil. Todo aquel y todo aquello
que no fuera partidario o no estuviera en sintonía con el nuevo modelo
social, debía ser eliminado.

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15. CONTROL Y DESCONTROL: EL COMITÉ DE ENLACE DEL
FRENTE POPULAR

Antes de continuar analizando la multitud de asesinatos, atropellos y


desmanes que se produjeron, es importante dedicar un capítulo al aná-
lisis del origen, funciones y evolución del Comité de Enlace del Frente
Popular en La Roda durante los primeros meses de conflicto. El descu-
brimiento fortuito de la documentación del Comité, que dábamos por
perdida, nos ha aportado una visión totalmente diferente tanto del con-
texto bélico en La Roda, como de la propia institución. Sin los datos
aportados por estos documentos, la reconstrucción de los hechos hubie-
ra sido bastante sesgada y parcial. No se puede entender el desarrollo de
los acontecimientos sin la información de primer orden que proporcio-
na la documentación generada por el CEFP.
En el momento de la sublevación, el Gobierno del Frente Popular, al
frente de cual estaba Casares Quiroga, desapareció de la escena y con él,
el aparato estatal, por lo que las diferentes localidades tuvieron que com-
batir solas a los rebeldes y organizarse de cualquier modo, sin ninguna
ayuda por parte del Gobierno central, que existía solo sobre el papel.
Hasta el 4 de septiembre de 1936, fecha en que se formó el Gobierno de
Largo Caballero, “la autoridad en los territorios leales a la República fue
ejercida por los Comités y sus tropas, es decir, las milicias antifascistas”
(Dellacasa, 1973, p. 83).
Estos Comités adoptaron varios nombres según los pueblos. En La
Roda se llamó Comité de Salud Pública, quedando constituido el 26 de
julio de 1936, justo al día siguiente de la toma de la provincia de Albace-
te. Su sede se ubicó al principio en la misma sacristía de la Iglesia. El 4 de
septiembre el domicilio social del Comité fue trasladado al edificio in-
cautado por el Estado a Julián Viñas Sevilla, situado en la calle Ramón y

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Cajal, nº17. Poco después, pasó a ocupar la casa incautada a Luis Yllana y
finalmente la de Aurelio Giménez Izquierdo hasta el final de la guerra.100

Casa de Aurelio Giménez Izquierdo

En el Acta de constitución que adjuntamos se puede leer que el CEFP


de La Roda actuó sin limitación de funciones ni competencia en todos los
asuntos que puedan presentarse en estos momentos gravísimos de la vida
nacional. Dichas funciones estuvieron básicamente relacionadas con
asuntos de orden público, circulación y requisas, junto a justicia en lo
tocante a la instrucción de sumarios y cárceles. Aparte de estas compe-
tencias, hubo otras relacionadas con milicias y servicios auxiliares, abas-
tos y sanidad. Según los datos aportados por el expediente de justicia
militar de José Antonio Valero Carretero, secretario del primer Comité,
se tomaron los siguientes acuerdos: primero, reclutamiento de milicianos
voluntarios para las milicias del Ejército y para los servicios de retaguar-

La casa de Aurelio Giménez Izquierdo fue la antigua Casa de Telégrafos, todavía hoy
100

en pie. Aparte de ubicarse en este edificio la sede del Comité de Enlace del Frente
Popular, también se ubicó aquí un puesto del Socorro Rojo Internacional.

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dia, entre ellos el control de las entradas y salidas de la población; segundo,
proceder a la recolección de los productos de la tierra; tercero, proceder a
la selección de los milicianos de mayor confianza y más entusiasmo para
el servicio de control. Como veremos, en la práctica, las funciones más
importantes e inmediatas fueron de orden público y, sobre todo, la re-
distribución de la riqueza nacional, a través de un intenso y complejo
proceso de incautaciones y colectivizaciones.

Acta 26-7-36 de constitución del Comité de Salud


Pública de La Roda

Acta 26-7-36 de constitución del Comité de


Salud Pública de La Roda

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El Comité de Salud Pública estuvo compuesto durante esta prime-
ra semana por seis miembros en reparto equitativo entre socialistas y
republicanos. Tres cargos fueron en representación del PSOE: Antonio
Gómez Irimia (presidente y delegado de Orden Público), Deusdedio del
Campo Martínez (delegado de Justicia) y el vocal Gregorio Arenas Ortiz;
dos de IR, Juan Carretero Lillo (vicepresidente y delegado de Abastos)
y Restituto Gaitano García (jefe de milicias); y José Antonio Valero Ca-
rretero por UR (secretario). Dada la confusión inicial y el vacío de po-
der, los primeros Comités se formaron de manera apresurada y a duras
penas. De momento, no estuvo oficialmente presente UGT, como tam-
poco la CNT. La mayor parte de las organizaciones obreras y sindicales
comenzaron a ser parte integrante del Comité conforme la situación se
fue estabilizando.
El 3 de agosto el Comité de Salud Pública se transformó en el conocido
Comité de Enlace del Frente Popular. En el expediente de Deusdedio del
Campo se relata la llegada de un delegado del Gobierno de la República
junto a un representante de cada partido integrante del Frente Provincial
para crear el nuevo Comité local. La gran novedad fue, como vemos, la
aparición del PCE por primera vez. En el expediente de Julián González
Moreno, fundador del PCE de La Roda, se detalla el mismo hecho, pero
con un matiz bien diferente: el 3 de agosto, un representante del partido
llegaba al pueblo para fundarlo en la localidad y para crear el Comité de
Enlace del Frente Popular. Es decir, en los documentos hay dos versiones
diferentes que explican la creación del Comité de Enlace. En unos se dice
que fue creado a instancias del Frente Provincial; en otros, a instancias
del PCE. Sin embargo, esta supuesta confusión responde a una misma
realidad fácil de explicar: el Frente Provincial comenzaba a estar hege-
monizado por los comunistas. El PCE había trabajado por la creación
de un Partido Único del Proletariado, entendido como la fusión entre
el PCE y el PSOE. Su única materialización había sido, poco antes del
inicio de la guerra, la fusión de las juventudes socialistas y comunistas,
creándose la Juventud Socialista Unificada (JSU). En medio de un am-
biente ya puramente bélico y de lucha antifascista, el PCE comenzó a
dedicar buena parte de sus esfuerzos, entre otras cosas, a consolidar su

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poder a través de su programa frentepopulista, que vino a materializarse
en la formación de estos Comités.
De todas formas, esto no significa que la influencia de este partido,
puramente estalinista ya en los años treinta, fuese determinante en la
eclosión de dichos Comités ni mucho menos. La presencia del PCE influ-
yó, sin lugar a duda, pero no debemos perder de vista el funcionamiento
del modelo clásico de revolución en la España del siglo XIX. La razón de
peso que explica la formación de Comités que asumen el vacío de poder
tras una sublevación militar, no es otra que la tradicional manera que
tenía el pueblo español de organizarse cuando el Gobierno central era
débil o inexistente, como vemos, según los ejemplos que aporta Montoya
Melgar (1989, p. 173), en la “proliferación de juntas locales para frenar
la invasión napoleónica, en las comunidades carlistas o en las revueltas
cantonales y federalistas de la I República española”.
La formación del Comité de Enlace supuso una evidente alianza in-
terclasista con un objetivo común que fue ante todo la derrota del fascis-
mo. En adelante, prácticamente todos los partidos del Frente Popular se
fueron encuadrando dentro del Comité, incluidos los sindicatos. Tene-
mos las actas de constitución del Comité de Salud Pública, pero no las
actas del nuevo Comité a fecha de 3 de agosto. Sin embargo, disponemos
de las actas del Comité de Enlace de otros días del mes de agosto y de
septiembre, aparte de mucha otra documentación, con lo que, a través de
datos indirectos, podemos estudiar su constante evolución.
Uno de los grandes cambios que experimentó el Comité, como de-
cíamos, fue la incorporación de los sindicatos de trabajadores. La UGT,
sindicato por antonomasia en tierras manchegas, hacía acto de presencia
en el Comité el 31 de agosto. Algunos partidos protestaron por estar el
PSOE muy bien representado, pero finalmente, considerando las diferen-
cias entre este partido y la entidad sindical, se aprobó que UGT pasase
a tener representación, siendo elegidos Deusdedio del Campo Martínez
y Francisco Cortijo Fernández. Otra de las razones que se aportaron es
que había que dotar al Comité de mayor poder y legitimidad, ampliando
su número de representantes, con lo que la institución, además, vería
mejorado su funcionamiento. El problema con que se encontraron fue

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la falta de personal legal y cualificado para gestionar la ingente tarea que
la guerra había puesto sobre la mesa, sobre todo en materia de incau-
taciones, hacienda, administración general y orden público. A lo largo
del mes de agosto se sumaron al Comité de Enlace un total de veintitrés
miembros más, siendo la mayoría del PSOE, PCE y UGT, frente a una
minoría republicana.
En septiembre se daba cabida en el seno del Comité a las JSU y a las de
Izquierda Republicana. Además, el 12 de septiembre apareció represen-
tado por primera vez en el Comité, el sindicato anarquista, CNT, com-
puesto por personas de derechas en busca de protección. Esta anomalía
hizo que se produjese de manera automática la dimisión del presidente
del Comité, Antonio Gómez Irimia, renunciando a su cargo de forma
irrevocable,101 ante lo que varios compañeros se mostraron disconformes
debido a que Antonio reúne todas las facultades que estos casos requie-
ren, de sacrificio, abnegación y celoso cumplimiento del deber, como todos
hemos podido comprobar, desde el momento en que salimos de la cárcel,
se hizo cargo de las direcciones del pueblo, habiendo llegado a estar hasta
ocho días consecutivos sin un solo minuto de descanso. Frente a la dimisión
de Antonio Gómez, el elegido para ocupar su puesto fue Deusdedio del
Campo Martínez, convirtiéndose así en el nuevo presidente del Comité.
El poder quedó en manos de hombres portadores de una experiencia
democrática previa, forjada en el sindicalismo de clase y en el obrerismo
republicano. Sin lugar a duda el socialista Deusdedio del Campo, aun-
que no había tenido representación en el Consistorio, siempre destacó
por su oratoria y por sus habilidades comunicativas, de negociación y
de movilización. En líneas generales, los líderes del Comité de Enlace
no eran individuos analfabetos o ansiosos de sangre, poder y venganza,
sino que en su gran mayoría procedían de unas clases medias, instruidas
y formadas, con una cultura política más o menos sólida, y con un pro-
yecto social claro que, dadas las circunstancias, van a intentar imponer
de manera drástica.

Sobre la relación entre la aparición del sindicato CNT y la dimisión de Antonio


101

Gómez Irimia, consultar el capítulo de este trabajo titulado La CNT de La Roda, un


anarquismo peculiar.

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Pero ¿qué sucedió con el Ayuntamiento, la institución municipal por
excelencia? Como ya vimos, el 6 de julio se reunía por última vez el ple-
no del Consistorio. Tras la sublevación militar y el estado de guerra que
le sucedió, hasta el 10 de agosto no volvió a reunirse. El motivo de la nue-
va sesión fue la constitución de una nueva Junta municipal. Según consta
en el Acta que conservamos, el objetivo de esta institución en adelante
fue ocuparse de la marcha administrativa del Ayuntamiento, que se halla
truncada por hallarse detenidos varios funcionarios encargados de la ad-
ministración. El único cambio reseñable que se produjo con respecto al
anterior Consistorio fue la sustitución del cargo de alcaldía tras la dimi-
sión de José López Ballesteros. En su lugar era elegido Abel Amar Pardo,
de Unión Republicana. En capítulos anteriores vimos cómo Abel Amar
había evolucionado desde posturas dinásticas, en vísperas de la procla-
mación de la República, a un republicanismo de centro. Por otra parte,
como el secretario Manuel Ávila Palacios (posteriormente condenado
a muerte por los Tribunales Populares), el interventor y el depositario
habían sido detenidos, toda operación y marcha administrativa quedó
suspendida, prescindiendo de las normas seguidas hasta entonces.
Si procedemos a comparar los miembros del Consistorio con los del
Comité, vemos que sólo 6 de sus 18 concejales pasaron a formar parte
del Comité revolucionario: Lamberto Pérez, Juan Carretero Lillo, José
Fraile Moreno, Sebastián Collado, Gregorio Arenas y Julián González.
Los dos primeros eran republicanos, los cuatro restantes, de la agrupa-
ción socialista. Esto significa que la participación de los concejales del
Ayuntamiento constituido en febrero de 1936 en la formación del Comi-
té revolucionario fue minoritaria. En tal sentido podemos afirmar que
no fueron las autoridades republicanas electas las que configuraron los
nuevos poderes tras la insurrección militar, sino representantes de los
diferentes partidos políticos, especialmente del socialista, que en general
no habían tenido presencia oficial en el Consistorio.
Como resultado del alzamiento, el Comité subordinó a la Junta mu-
nicipal eliminando el aparato estatal local y asumiendo todo el poder. El
Ayuntamiento siguió funcionando, pero ya con un mero papel simbólico
y representativo de las instituciones republicanas, sin poder efectivo. La

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actividad del Ayuntamiento reflejada en las actas del periodo se limitó a
la destitución y nombramiento de nuevos cargos, funcionarios y trabaja-
dores, a la gestión de edificios de acuartelamiento y de nuevas escuelas,
al arrendamiento y/o subasta de arbitrios y a la recaudación de impues-
tos varios; poco más. No obstante, a Abel Amar Pardo el cargo de alcal-
de durante estos meses le resultó caro. Fue condenado a muerte por los
tribunales franquistas y ejecutado en noviembre de 1939 por no haber
impedido la muerte de los hermanos Cadenas o la saca de Quintanar. Sin
embargo, en aquellos momentos, ni el alcalde, ni el resto de los conceja-
les de la Junta municipal eran la máxima autoridad de la localidad, sino
los miembros del Comité de Enlace.
Se trataba de una duplicidad de poderes teórica ya que, a efectos prác-
ticos, fue el Comité el que se hizo cargo del gobierno local a partir del
golpe de Estado y de la guerra. Las políticas implantadas por el Comi-
té hicieron que la actividad del Ayuntamiento fuese desplazada e ins-
trumentalizada por aquel, aunque desde septiembre de 1936 se fueron
imponiendo las directrices del Gobierno Civil. De hecho, tras la reor-
ganización y centralización del poder local promovida por el Gobierno
de Largo Caballero, el Comité local empezó a estar bajo control guber-
namental hasta su completa desaparición en marzo de 1937. Como ve-
remos más adelante, con la constitución del nuevo Consistorio en esta
fecha, aunque la institución municipal sobrevivió, los cargos fueron ab-
sorbidos por los miembros del extinto Comité de Enlace del Frente Po-
pular.

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16. MÁS ASESINATOS: ELIMINACIÓN DEL ADVERSARIO EN LA
RETAGUARDIA REPUBLICANA

Con el fracaso del levantamiento militar y el estallido de la guerra,


se iniciaron una serie de procesos que estudiamos por separado pero
que acontecieron de manera simultánea. Nos referimos básicamente a
la búsqueda y detención de los sublevados, incluyendo sacas y paseos,
a la constitución del Comité de Salud Pública (como acabamos de ver),
a la persecución religiosa, a la incautación de edificios, fincas, negocios
y fábricas y a la creación de los Tribunales Populares. Centrándonos en
la parte referente a los primeros asesinatos, veremos cómo durante los
meses de julio y agosto se produjeron los episodios de mayor violen-
cia en La Roda hasta el fin de la guerra. La persecución y asesinato de
miembros del clero, la saca de Quintanar de la Orden o la actuación de
los Tribunales Populares en La Roda, los analizaremos en capítulos por
separado.
La dictadura franquista desde bien temprano comenzó a reconstruir
su particular visión de la historia nacional y del nuevo régimen, funda-
mentados en la victoria que le proporcionó su “guerra de liberación” o su
“cruzada nacional”. A través de una peculiar propaganda de inspiración
fascista, totalmente ritualizada con el respaldo de la Iglesia, creó una me-
moria específica en la que media España quedaba fuera, fomentando el
enfrentamiento entre unos y otros, y recordando hasta la saciedad el te-
rror rojo y las atrocidades cometidas por las hordas marxistas. Su victoria
sobre ellas legitimó al régimen vencedor desde el principio hasta el final
configurando todo tipo de relatos maniqueos, falaces y profundamente
distorsionados, que calaron sin lugar a duda en la sociedad española y
que, con poco hurgar, en buena medida todavía siguen vigentes. Hoy día,
está más que demostrado que la represión franquista, tanto en los frentes

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como en la retaguardia (aún con sus importantes diferencias en fondo y
forma), fue cualitativa y cualitativamente superior. Sin embargo, esto no
quita méritos a la represión y a la violencia ejercida por aquellos que se
alzaron en defensa de la República.
Más allá de las diferencias, el historiador debe despojarse de sus pre-
juicios, o al menos intentarlo, y dejar de justificar por todos los medios la
violencia que desde el bando republicano se aplicó en las distintas reta-
guardias. Diferenciar ambos tipos de violencias está bien pero no es sufi-
ciente. No podemos dejar el análisis de la violencia republicana a medio
camino y exculparnos en que ya se habló suficientemente de ella durante
el largo invierno de la dictadura. Como ha destacado Jose Luis Ledesma
en muchos de sus trabajos (2007 y 2011), se hace necesaria una profunda
revisión de esta problemática y abordarla desde una óptica más profesio-
nal y aséptica, esto es, incluyendo el análisis, interpretación y valoración
de la violencia o violencias republicanas sensu strictu. Con frecuencia se
ha minimizado el componente de responsabilidad de los representantes
republicanos y también su impronta revolucionaria, o lo que es lo mis-
mo, violenta. De hecho, no ha habido en la historia muchos ejemplos de
revoluciones que hayan pretendido cambiar de manera radical el orden
social imperante sin violencia o terror en mayor o menor grado.
Ya hemos visto cómo el mismo 25 de julio se había producido la de-
tención y asesinato de un desconocido (probablemente un guardia civil
huido) en el pinar de La Malena. A este crimen le siguió el de Pascual
Cadenas Rodríguez de Vera el 27 de julio. Pues bien, el 6 de agosto otros
dos hermanos de la familia Cadenas eran sacados de la cárcel-escuela
por unos milicianos forasteros previo acuerdo con algunos miembros
del Comité. Se trataba de Leopoldo y César. Parece ser que, por orden
de José Antonio Valero, los dos hermanos fueron entregados a un miste-
rioso señor de perilla. En la zona del Portazgo los subieron a un camión,
asesinándolos en el km. 213 más 400 m. de la carretera de Ocaña a Ali-
cante (a unos 4 km. dirección La Gineta). Al amanecer, otros milicianos
fueron enviados a recoger los cuerpos que fueron subidos a un carro
atados con cuerdas y llevados al Cementerio. Según varias declaraciones,
incluida la del propio sepulturero, los cuerpos iban tapados para ocultar
las mutilaciones que les habían practicado.

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Es evidente que en un contexto de máxima violencia a algunos mi-
licianos no les bastó con dar el tiro de gracia, pues da la sensación de
que casi todos los miembros de los grupos agredían y disparaban a sus
víctimas, por morbo, curiosidad o placer, ensañándose con ellas en mu-
chos casos. Además, en estos asesinatos se evidencia el cambio de táctica
en la manera de organizar y aplicar la violencia. Los presos han sido
entregados a unas milicias forasteras previo acuerdo con un misterioso
señor de perilla, para posteriormente ser asesinados en el extrarradio de
la localidad, al margen de testigos y de las miradas de los vecinos. Frente
a la violencia descontrolada o en caliente de los primeros días, comenza-
mos a observar una ligera evolución hacia una práctica más controlada
y racional de la misma. La violencia revolucionaria pero planificada del
verano de 1936 en La Roda estuvo representada, como veremos, por la
saca de Quintanar de la Orden.
En cualquier caso, el terror desatado durante estos meses, sea alea-
torio, sea planificado, refleja la situación límite a la que se había llegado
tras la insurrección militar. Una explicación más de fondo hunde sus
raíces, según Ortiz Heras (1996, pp. 90-97), en las injusticias subyacentes
que se venían experimentando desde hacía tiempo. Para este historiador,
dicha represión obedecía a “venganzas y ajustes de cuentas acumulados
en la cámara oculta de la memoria colectiva e individual. Propietarios,
militares, sacerdotes o puestos clave en la Administración se habían con-
vertido en el blanco de las venganzas ancestrales por su actuación en
momentos concretos”. En efecto la búsqueda y aniquilación del adver-
sario estaba relacionada con situaciones de injusticias ancestrales por un
lado, pero también con toda una cosmovisión que las diferentes opcio-
nes políticas fueron desarrollando y consolidando a lo largo del régimen
democrático de los años 30. Y es que no podemos limitarnos a hablar de
venganzas personales o de violencia espontánea en medio de esta oleada
de terror. Con ello solo contribuimos a despolitizar y desideologizar a
los revolucionarios republicanos que, en último término, y con mayor
o menor grado de conciencia, defendían la República española a la vez
que luchaban por la creación de una sociedad nueva. En este modelo, es
obvio que el enemigo tradicional en absoluto tenía cabida.

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Como la persecución y asesinato de los sublevados en La Roda se
hacía en cooperación con milicianos de otros pueblos, este proceso tam-
bién sucedía a la inversa, dándose el caso de que algunos milicianos de
La Roda también perseguían, detenían y en ocasiones, daban muerte
a huidos y posibles cómplices del levantamiento en los pueblos colin-
dantes. El mismo 26 de julio, un grupo de milicianos de Mahora y de
Albacete se encaminó a la finca Berastegui, en el término municipal de
Fuentealbilla para directamente asesinar al terrateniente propietario de
La Roda, Aurelio Collado Ballesteros, a sus dos hijos, Felipe y Camilo
Collado Jiménez, al perro de estos y al mayordomo, Valentín Huerta.
Hubo también tres heridos más debido a la gran cantidad de disparos
que se produjeron. Parece ser que había más de cincuenta milicianos,
aunque en otro documento figura que eran más de cien. Los crímenes se
realizaron previo acuerdo con el rentero, que era de La Roda, José Alar-
cón Palencia, el cuál posteriormente pasó a hacerse cargo del control de
la finca. Aurelio era hermano del sacerdote de La Roda, José Collado
Ballesteros quién, junto a otros clérigos, también fue ejecutado por mi-
licianos de La Roda. A su vez, Aurelio y José Collado Ballesteros, eran
hermanos de otra víctima, Lucinio Collado Ballesteros quién, como ve-
remos, igualmente fue asesinado junto a su yerno y un hijo de este. En
alguna denuncia se dice que José Alarcón Palencia fue el instigador de la
matanza de los hermanos de la familia Collado Ballesteros.
Volviendo al relato de los hechos ocurridos en La Roda, a partir de
la reconstrucción de los datos obtenidos en varios expedientes de los
juicios sumarísimos franquistas, el 16 de agosto se producía el asesinato
de Julián Fernández Cuenca. En el capítulo referente al 17 y 18 de julio
de 1936, veíamos cómo esta persona, siendo uno de los sublevados, se
enfrentó con el alcalde y con dos guardias municipales. Una vez que la
provincia cayó en manos republicanas, fue detenido y encarcelado. El
16 de agosto unos milicianos de La Roda lo sacaron de la Iglesia de Ca-
sas de Guijarro donde se hallaba preso. Con el pretexto de que el coche
se ha averiado, pararon y lo mataron en el término municipal de Pozo
Amargo, en el sitio conocido por Los Pinares. Sobre este crimen existen
varias declaraciones coincidiendo en que el cadáver fue mutilado y que,

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mientras le ponían los testículos en la boca, se oyó decir como presumías
de tantos cojones, ahora cómetelos. Los milicianos implicados, según al-
gunas declaraciones en los consejos de guerra, aunque es difícil saberlo
con seguridad, probablemente fueron Antonio y Diego Vera Zaragoza
(hermanos), Manuel del Campo Martínez, Ángel Huerta García y el con-
ductor del coche cuyo nombre desconocemos.
El 17 o 19 de agosto también era asesinado Juan Carrilero Fernández.
En la declaración de su mujer se dijo que fue detenido en su casa por
Miguel Carrizo Díaz y llevado preso a una de las salas de espera de la es-
tación de tren, siendo sacado poco después por un grupo de ferroviarios:
Antonio de Toro Escudero (tenía las llaves), Bernardo Soriano Sánchez
(dio la orden) y Román López Manchón. Después fue entregado a unos
milicianos entre los que se encontraban Avelino Sevilla Argudo y Miguel
Carrizo Díaz. Lo llevaron hacia la Alcantarilla y al llegar al paso a nivel
le hicieron decir un Viva la República, recibiendo inmediatamente varios
disparos. Según los datos obtenidos del libro de defunciones del Registro
Civil, su cuerpo fue encontrado en el km 243 de la vía férrea Madrid-
Alicante habiendo sido también arrollado por un tren.
Unos días después, el 21 de agosto, tres hombres más eran sacados de
la cárcel y asesinados. Los cadáveres eran de: Lucinio Collado Balleste-
ros (hermano del sacerdote José Collado Ballesteros y del terrateniente
Aurelio, ambos asesinados; y de Sagrario, más tarde condenada por los
Tribunales Populares), de su yerno Delfín Paños Paños, y del hermano
de este, llamado Priscilo. En otro capítulo hemos visto la forma en que
se produjo la detención de estas personas en su domicilio, habiendo sido
previamente herido Delfín Paños tras recibir un impacto de bala. Pues el
21 de agosto, Antonio Gómez Irimia y Restituto Gaitano García sacaban
a los tres detenidos de la cárcel y los entregaban a un grupo de milicianos
de La Roda, la mayoría de ellos, miembros del Comité de Enlace: Cortijo,
Antonio Vera, Avelino el faccioso, Francisco Díaz el marteño, Carrizo el
pintao, mas los conocidos como potranche y cadillo.
Engañados con el pretexto de que iban a ser trasladados a una cár-
cel de Albacete, milicianos y detenidos se repartieron en dos coches, un
Ford y un Buick que había pertenecido a Wenceslao Cebrián. El Buick

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era conducido por el miliciano Alonso Villodre Vinuesa. Detrás iban en
otro coche a modo de escolta Antonio Gómez y Restituto, que al poco
se desviaron hacia la carretera de Santa Marta para esperarlos. A los 6
km, dentro ya del término de Barrax, en el punto conocido como Ce-
rros Verdes, pararon los coches y los milicianos dijeron a los detenidos
que echasen a correr. A Lucinio, encontrándose sin fuerzas para correr,
le dispararon dentro del mismo coche. Los hermanos Delfín y Priscilo,
conforme huían corriendo, fueron acribillados a tiros. Una vez cometi-
dos los asesinatos, los milicianos volvieron con los coches dirección a
Santa Marta donde los esperaban Antonio Gómez y Restituto para co-
merse, pues era medio día, una cabrita frita. Simple y llanamente, así
quedó reflejado en varias declaraciones, mostrándonos el lado más cru-
do y patético de la realidad. En medio de esta oleada de crímenes, la vida
continuaba, y con ella, las necesidades más básicas, como las de comer.
Con respecto a la familia Collado Ballesteros, aparte del asesinato de
José el sacerdote, nos encontramos con las muertes de dos de sus her-
manos, Lucinio y Aurelio. Junto a Lucinio, también fueron ejecutados
su yerno y su hermano; y junto a Aurelio, sus dos hijos, Felipe y Camilo.
La persecución de esta familia y de los hermanos Cadenas, pone de ma-
nifiesto esa violencia selectiva y clasista de la que nos habla Ortiz Heras:
“un tipo de odio y venganza muy específicos directamente relacionados
con enfrentamientos de etapas precedentes” que viene a materializarse
en estos casos, con la muerte de los miembros masculinos de familias
enteras. Al fin y al cabo, lo que estas personas evocaban era un pasado
de injusticias, con el agravante de que se habían revelado contra el régi-
men republicano, bloqueando todo progreso y democracia en el país. Yo
hablo de personas, aunque llegados a este punto, se había llegado a tal
nivel de polarización política y de despersonalización del adversario, que
ya no había vuelta atrás. Por encima de los seres humanos estaba la sim-
bología e ideología políticas. Ya no importaba que alguien fuese bueno,
malo o regular si representaba al enemigo. Disponemos de varios testi-
monios orales que nos informan del comportamiento cotidiano de algu-
nos de los asesinados. En el pueblo siempre fue vox populi el mal trato
que algunos miembros de la familia Cadenas dieron a sus trabajadores;

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del sacerdote José Collado se decía que era buena persona. Sin embargo,
tanto este como aquellos quedaron, por razones obvias, totalmente ex-
cluidos del nuevo orden social que se estaba construyendo al calor de la
guerra y de la revolución.
El 29 de agosto, un grupo de milicianos del CEFP de La Roda entre
los que se encontraban José Antonio Vera Zaragoza, Avelino y Marcelo
Sevilla Argudo y Sebastián Tébar Moreno, se dirigieron a Casas de Be-
nítez a buscar a otras tres personas de La Roda que se hallaban escon-
didas en este vecino pueblo. Se dirigieron a la antigua casa cuartel de la
Guardia Civil, que era donde los milicianos de Casas de Benítez tenían
instalado el Comité de Enlace del Frente Popular para preguntar por Se-
rapio Martínez Pérez (padre de Miguel Martínez, uno de los sublevados
en La Roda). Tras recibir las informaciones pertinentes, acudieron a la
casa donde se encontraba Serapio Martínez, al que detuvieron junto a su
hijo Francisco Martínez Martínez, aunque este fue encerrado en la Igle-
sia, convertida en prisión provisional. Se llevaron a Serapio, junto a su
contable, Francisco Sánchez Ajofrín. Los montaron en coches separados
y tras haber recorrido unos 4 kilómetros, ya en el término municipal de
Pozo Amargo, en el pinar de la Casa Huedo, detuvieron los vehículos y
dispararon a ambos detenidos. En las declaraciones dicen que a Serapio
Martínez le cortaron una oreja y le vaciaron un ojo estando vivo.
En la reconstrucción de los hechos aparecen datos que nos indican
que en este episodio se produjo un intercambio de presos: la familia de
Serapio y el contable fueron entregados a milicianos de La Roda porque
estos entregaron a su vez a los de Casas de Benítez a Francisco Ortiz Mo-
reno, que también fue asesinado. Por la noche, los milicianos de La Roda
volvieron a la Iglesia de Casas de Benítez para sacar a Francisco Martínez
Martínez, hijo de Serapio Martínez, siendo asesinado en el mismo tér-
mino, concretamente en el kilómetro 98 de la carretera de Cuenca. Apar-
te de esto, en la misma declaración aparece el asesinato de otro hombre
en la carretera de Sisante, a manos de un tal Carpio, es decir, de Julián
Escudero López. No hemos podido confirmar quién fue la víctima, aun-
que especulamos que podría tratarse de Francisco Ortiz Moreno, cuyos
restos descansan en la parte sagrada del Cementerio de La Roda.

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Desentrañar la sucesión de acontecimientos que llevó al asesinato de
Luis Encarnación Motilla, médico de Villalgordo del Júcar ha sido una
ardua tarea, dadas las contradicciones en las fechas, nombres y sucesos.
Además, a esto debemos añadir el hecho de que aparecen implicados
milicianos de Tarazona, de Villalgordo, de Albacete y de La Roda que se
acusan entre ellos del arresto y asesinato, aportando declaraciones muy
dispares de los sucesos. De todos modos, creemos que el resultado final
ha sido lo más fidedigno posible. El 25 o 26 de agosto, los hermanos
milicianos Córdoba Escribano de Tarazona de la Mancha, previa llega-
da de unos milicianos de Albacete, uno de los cuáles era Ovidio Nieto
(miembro destacado del Comité del PCE de Albacete), procedieron a la
persecución y detención de Luis Encarnación, que fue encerrado en la
cárcel del Ayuntamiento de Villalgordo del Júcar. El 13 de septiembre se
personaba en Villalgordo el miliciano de La Roda José Antonio Sevilla
Argudo, acompañado por cuatro milicianos más para sacar a Luis En-
carnación y darle muerte en las inmediaciones de la finca Villalba, a la
altura de la conocida cuesta de La Roda. Su cuerpo apareció junto a otros
tres cadáveres, cuyos nombres y circunstancias de su muerte descono-
cemos. Por el asesinato de Luis Motilla también fueron acusados José
Antonio Valero Carretero y Deusdedio del Campo Martínez, aunque no
hemos visto evidencias de su participación directa ni tan siquiera en la
Causa General. Estos también fueron declarados culpables de asesinar
el 4 de octubre a otros dos vecinos de Villalgordo del Júcar, Florián Ro-
mero y Enrique Sahuquillo, en el término municipal de Villanueva de
la Jara. Nuevamente, en los informes de Falange y de la Guardia Civil
de Villalgordo se afirmó que no había indicios para proceder con estas
acusaciones.
Es evidente que algunos miembros del Comité de Enlace de La Roda
participaron en buena parte de los asesinatos del verano del 36. Otros,
aunque no hubieran sido autores materiales de algunos crímenes e inclu-
so sin estar al tanto de los mismos, dados los cargos de responsabilidad
que ostentaron, igualmente fueron acusados de casi todas las muertes,
como Deusdedio del Campo. Por otro lado, no debemos perder de vista
la gran cantidad de errores en los hechos, nombres y fechas que aparece

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a la hora de interponer denuncias, donde en muchos casos, personas
inocentes fueron acusadas, a veces consciente y otras, inconscientemen-
te. Al fin y al cabo, las declaraciones de los detenidos y/o acusados en su
mayoría fueron obtenidas bajo presión y, en la mayoría de los casos, a
través de la tortura. Todo esto, junto a la arbitrariedad, rapidez y falta de
garantías con que se realizaron los juicios franquistas, hace que seamos
cautos a la hora de hacer balance, aunque una cosa es innegable: la vio-
lencia y el crimen camparon a sus anchas durante los meses de verano
de 1936.
Aparecieron cadáveres en las cunetas sin poder determinar las causas
que llevaron a practicar tales asesinatos e incluso en muchas ocasiones
no se pudo confirmar la identidad de los cuerpos. Intuimos que muchas
de estas muertes se produjeron ya no por motivaciones políticas, sino
por venganzas personales, ajustes de cuentas y, al fin y al cabo, por la
práctica misma de la violencia sensu stricto en un contexto bélico y de
vacío de poder como el que se estaba viviendo. Con respecto a los cadá-
veres encontrados dentro del término municipal de La Roda, sin tener
una relación directa con la política local, el 6 de agosto, era detenido
un alférez de aviación, Ángel González Martínez, de Madrid, por estar
complicado en el movimiento fascista. Su cadáver fue encontrado el día 1
de octubre en el término municipal, en el km 203 de la carretera Ocaña-
Alicante, con un disparo de arma de fuego. El 17 de agosto aparecía el
cuerpo sin vida de Tomás Pareja Lara, de Tarazona de la Mancha, en el
km13 de la carretera La Roda-Mahora. En septiembre eran encontrados
otros dos cadáveres de hombres sin identificar en La Vereda, en el tér-
mino municipal de Fuensanta, lindando con el de La Roda. El 20 de no-
viembre entre el km 12 y 13 de la carretera que conduce a Tarazona de la
Mancha se hallaba el cuerpo de otro hombre desconocido con las manos
atadas detrás de la espalda y con heridas por arma de fuego.
Se cometieron multitud de crímenes, aparte de todo tipo de alterca-
dos y actos de violencia que se produjeron sin dar como resultado vícti-
mas mortales. A partir de septiembre, con una retaguardia controlada,
el establecimiento de los frentes de guerra y la reconstrucción y cen-
tralización del poder político, esta oleada de asesinatos indiscriminados

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perdió intensidad de manera fulminante. En efecto, tras la formación del
Gobierno de Largo Caballero y la creación de los Tribunales Populares,
la revolución emprendida por el Comité de Enlace vio casi paralizada su
actuación sobre todo en cuanto a la aplicación de la violencia. Las muer-
tes sobre las que tenemos constancia desde entonces son las de tres hom-
bres sin identificar en el término municipal de Fuensanta, que ya hemos
mencionado, y la de otros dos hombres en diciembre de 1936. El 12 de
diciembre Rafael Molina Ortiz era asesinado en la puerta de la casa de
lenocinio de la Cartagenera por el sargento de milicias, Julián Escudero
López. Por una simple discusión el miliciano disparó en la frente a Ra-
fael. El agresor fue sometido a juicio por los Tribunales populares, que se
justificó diciendo que Rafael era un inútil inválido sin piernas; le impu-
sieron una pena de 15 años. Por otra parte, el 29 de diciembre aparecía el
cadáver de un mendigo no identificado en la carretera de Ocaña Alicante
km 206. Estos asesinatos se habían producido ya fuera del contexto de
retaguardia bélica, pero no por ello fueron menos despreciables. Aunque
tales muertes no estuvieran relacionadas directamente con los actos de
guerra y vacío de poder del verano del 36, sí que lo estuvieron indirec-
tamente. Debido al rencor acumulado, a la explosión de violencia que se
desató y a que muchos civiles tuvieron acceso a las armas, por desgracia
también nos encontramos con este tipo de asesinatos.

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17. PERSECUCIÓN DEL CLERO Y DESTRUCCIÓN Y EXPOLIO
DE EDIFICIOS RELIGIOSOS

Para entender los mecanismos que condujeron al odio visceral que


provocó la persecución del clero y de todo lo relacionado con la Iglesia
debemos remontarnos al siglo XIX. A grandes rasgos, la Iglesia espa-
ñola había experimentado un reciente proceso de transformación en el
que, de ser la defensora de las masas pobres y desvalidas, había pasado
a situarse del lado del poderoso y opresor, ya que en el fondo la Iglesia
siempre fue una institución conservadora y anclada al pasado. No es de
extrañar que durante las revoluciones que acontecieron durante la era
decimonónica, la Iglesia intentase frenar los sucesivos tumultos que se
produjeron con el objetivo de preservar sus prácticas y privilegios, en
definitiva, el statu quo. Una institución de estas características no iba a
permitir que se produjeran los cambios modernizadores y democratiza-
dores que estaban por venir. Para ella, la cuestión social era un aspecto
secundario y progresivamente pasó a aliarse con los sectores más reac-
cionarios de la sociedad, a los cuales legitimó y viceversa. Esta religión
ya nada tenía que ver con el viejo cristianismo.
El punto culminante de todo este proceso llegó de la mano de la
Constitución republicana de 1931, que no declaró un Estado aconfesio-
nal, pero que abogaba por una firme separación entre Iglesia y Estado.
El ansia modernizadora y secularizadora de los políticos y colectivos
que trajeron la II República a España fue vista por la Iglesia en térmi-
nos de anticlericalismo, sintiendo que sus prerrogativas y privilegios,
sobre todo en materia de educación, eran fuertemente atacados. Inme-
diatamente tomaron posiciones que ya eran fáciles de prever, situándo-
se abiertamente del lado de los sublevados, sin tapujos ni rodeos. Los
historiadores se han referido a esta alianza como la unión de la espada

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y la cruz. La Iglesia católica convirtió oficialmente la guerra en cruzada,
volviendo a la Edad Media, y no sin razón. Sin embargo, en esta ocasión
la cruzada no sería contra los moros, sino junto a ellos, alzándose en con-
tra de buena parte de la sociedad española. Esta, por otro lado, también
se declaró abiertamente opuesta a la Iglesia, especialmente dentro de los
sectores anarquistas.
De todas formas, la impronta cristiana, creyente y, al fin y al cabo, reli-
giosa del pueblo español no iba a desaparecer de la noche a la mañana. A
la altura de julio de 1936, la inmensa mayoría de la población, incluido el
propio Azaña, seguía manifestando un profundo sentimiento religioso,
tanto en su credo como en sus prácticas. Según Manuel Suárez (2015, p.
29) esto fue debido a que el proceso de modernización y secularización
emprendido por el Estado español durante este periodo “implicó una
nueva forma de entender y vivir la religiosidad moderna que fortaleció,
sin embargo, su dimensión individual”. No obstante, se había producido
una brecha de tal magnitud, una divisoria tan amplia entre lo que la Igle-
sia decía y lo que practicaba, que el pueblo español tomó la iniciativa tras
el desplome del aparato estatal.
La furia anticlerical de un pueblo religioso que se había sentido aban-
donado incluso traicionado por la Iglesia católica, ya había hecho acto
de presencia antes de la sublevación militar en muchos puntos de la geo-
grafía española. No obstante, la persecución religiosa llegó a La Roda
en agosto de 1936, ya en plena guerra, no antes. Dada la situación, todo
aquello que representaba a la Iglesia quiso ser arrancado de base. Es de-
cir, desde el ámbito local, se atacó a lo más fácil y accesible: párrocos,
iglesias y capillas de la localidad. La primera víctima de un miembro de
la Iglesia en La Roda fue la de Pascual Parreño Belmonte, el 11 de agosto
de 1936. Pascual era un fraile carmelita o hermano franciscano descal-
zo (en los documentos aparecen ambas descripciones indistintamente),
conocido con el apelativo de calzas azules. Trabajaba en la finca el Cubo
de Santa Marta. Parece ser que en su muerte intervinieron los hermanos
Avelino y Marcelo Sevilla Argudo, un tal Ángel y Miguel Carrizo Díaz.
Hay testimonios coincidentes en que cuando fueron a sepultarlo, en el
campo de la aldea de Santa Marta, le dejaron una mano afuera para que

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llamara a los que pasaran por allí. Su cuerpo fue descubierto seis días
después, reconociéndolo sus familiares por un mechero y un rosario que
portaba.
Sin embargo, el asesinato que verdaderamente conmocionó al pueblo
fue el del sacerdote José Collado Ballesteros, junto al del presbítero de
Albacete, José María Herrero Alcaraz, el 13 de agosto de 1936. Este últi-
mo era hermano del jefe de Falange de Albacete, Luis Herrero, que fue
asesinado poco después. En el expediente militar de José Fraile Rubio
se habla del momento de la detención de José Collado. El mismo 25 de
julio, Manuel del Campo Martínez y Gregorio Arenas Ortiz ordenaron
a unos milicianos que fuesen a detener al sacerdote y a su hermana Sa-
grario, siendo estos sorprendidos en la puerta de la ermita del Paseo de
la Estación. En la noche del 13 de agosto, hallándose el sacerdote preso
en la cárcel de la Iglesia, en la Capilla de la Comunión, fue sacado por
unos milicianos junto al presbítero de Albacete, José María Herrero. Este
sacerdote había sido detenido previamente en la estación de ferrocarril
junto a otro párroco de
Albacete, Tomás Lucas
Lucas. El 19 de agosto el
Comité de Albacete emi-
tió un comunicado al Co-
mité de La Roda solicitan-
do la libertad de Tomás.
Decidieron mantenerlo
retenido por haber hecho
manifestaciones públicas
en contra de los poderes
constituidos; igualmente
pensaron que liberarlo da-
ría lugar a una alteración
del orden público dada la
situación en el pueblo, que
vería con desagrado y dis-
gusto su liberación. José Collado Ballesteros (Martínez Angulo, I.,
Algo de nuestro pueblo)

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Volviendo al 13 de agosto, los miembros del Comité que aprobaron
la salida de la cárcel de los sacerdotes José Collado y José María Herrero
fueron dos líderes del Comité de Enlace: José Antonio Valero Carretero
y Antonio Gómez Irimia. Una vez sacados, los presos fueron entregados
a un grupo de milicianos, entre los que se encontraban: Antonio Vera
Zaragoza, Ángel Tébar Castillo, Gregorio Luján, un tal Juan, Emilio Té-
bar Moreno, Miguel Carrizo Díaz y Segundo Nieto. Antonio Vera los
obligó a subir a un coche diciéndoles que tenían que hacer un servicio.
Al llegar a la Casa del Señor, lindando con la Vereda, a 6 km de la villa en
dirección a Madrid, pararon el auto y les dijeron que salieran corriendo,
que igual podían escapar. A continuación, fueron abatidos a tiros. Según
el informe de las autopsias, José María Herrero Alcaraz presentó cinco
heridas de bala y una herida por arma blanca; José Collado tenía cuatro
heridas de bala, una de ellas en la región escrotal. A la mañana siguiente
Antonio Vera ordenó a unos milicianos que fueran a recoger los cuerpos
junto a dos enterradores. Uno de los milicianos pronunció las siguientes
palabras: quién le iba a decir a don José que se iba a ver en el carro de la
basura con dos metros de patas colgando.
Con el asesinato el 21 de agosto de Lucinio Collado, su yerno y un
hermano de este (Delfín y Priscilo), los milicianos acababan con la vida
de los tres hermanos Collado Ballesteros (Aurelio, José y Lucinio) y con
dos hijos de uno de ellos (Felipe y Camilo), es decir, un total de siete
víctimas mortales de la misma unidad familiar. La hermana de estos, Sa-
grario Collado Ballesteros, fue condenada por los Tribunales Populares
a 6 años y un día de prisión.
Según José Deogracias Carrión (2004, pp. 107), sobre el esclareci-
miento de estos hechos se ocuparon de manera especial el gobernador
civil, Albert Papí y el juez especial, Juan José González de la Calle, quien
se trasladó a Madrid a dar cuenta de estos sucesos y recibir instrucciones
del presidente del Supremo Tribunal de Justicia. Por su parte, el juez de
instrucción solicitó al alcalde de La Roda que iniciara una investigación
a tal efecto, ante lo cual se convocó una reunión del Comité de Enlace,
pues ya sabemos de dónde emanaba el poder. Esta fue la respuesta del
Comité:

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Interrogado debidamente el jefe de milicias o guardia municipal arma-
da, se concreta que habiendo aparecido cuatro individuos debidamente
uniformados con insignias de la Guardia Civil y acompañado un escrito
el cual se reclamaba dos detenidos en este mismo local llamados José
Collado y José María Herreros, cuyo escrito examinó el antedicho jefe
de guardia Francisco Díaz González y encontró suficientemente auto-
rizado por el Gobierno Civil de esta provincia, no halló inconveniente
alguno en entregar los detenidos anteriormente citados… se reclamaban
los detenidos…, les fue reclamado por las susodichas milicias por decir-
les serles necesario por servirles de salvoconducto para la circulación y
custodia de los mismos.102

Por estas fechas, diez días después de haberse constituido el Tribunal


Popular de Albacete, la acción de la justicia republicana se encontraba
en fase embrionaria y totalmente desbordada. El Comité, siendo plena-
mente consciente de ello, y de su poder temporal, directamente se lavó
las manos justificando la entrega de los detenidos (no ya su asesinato
como es evidente), a través de un simple argumento procedimental. En
cualquier caso, como ya hemos dicho, si no todos los crímenes se reali-
zaron por orden expresa del Comité, sí lo fueron la gran mayoría, como
por ejemplo, los asesinatos de estos sacerdotes.
Además de estas tres muertes, debemos añadir la del presbítero de
La Roda, José Antonio Giménez Izquierdo, de 78 años, que se hallaba
de coadjutor en la misma. Según aparece en la Causa General de la pro-
vincia de Albacete, el sacerdote huyó a Casas de Haro junto a su familia.
Dos días después unos milicianos fueron a buscarlo, llevándolo preso a
la cárcel de La Roda, y posteriormente a la cárcel de Albacete. La Causa
General registra que el 22 de septiembre fue asesinado en la calle, pro-
bablemente fusilado, aunque en otras fuentes consultadas aparece que lo
fue en la carretera de Minaya, el 13 de agosto. La confusión con respecto
al lugar y fecha de su muerte puede deberse a que los otros dos sacerdo-
tes habían sido asesinados en este punto el 13 de agosto.

Reproduzco literalmente el orden de las palabras que componen la denominación


102

de esta institución judicial como Supremo Tribunal de Justicia, aparecido en Carrión


Iñiguez (2004, p. 108).

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Con la muerte de José Antonio Giménez Izquierdo vemos que la vio-
lencia desatada en estos momentos se vuelve a cebar con otra familia, los
Giménez Izquierdo. En la saca de presos que se produjo en La Roda el 23
de agosto, su hermano, el abogado Aurelio Giménez Izquierdo, era eje-
cutado junto a otras 23 personas. En el libro de José Deogracias Carrión
hay una confusión de nombres, apareciendo el nombre de Andrés y no el
de Aurelio. Este error se debe a que la fuente de José Deogracias es la His-
toria de la Cruzada Española de Joaquín Arrarás Iribarren, que también
contiene esta errata. Despejada la incógnita, concluimos que con Andrés
la referencia debió ser Aurelio y que no fueron tres hermanos, sino dos,
los Giménez Izquierdo asesinados en este trágico verano del 36.
Junto a la aniquilación de la población religiosa, también se produ-
jo un ataque masivo contra el patrimonio arquitectónico de la Iglesia.
Según el reciente y exhaustivo trabajo de Rey Reguillo (2020, p. 566), la
destrucción y expolio de edificios religiosos, la iconoclastia y quema de
imágenes, buscó de manera drástica “el derrocamiento de un régimen u
opción política que los nuevos poderes consideraban inadmisible, lle-
vando a cabo acciones absolutamente impensables bajo el imperio de
la ley”. Sin embargo, como vemos, estos ataques no fueron fruto de la
acción espontánea de turbas descontroladas, sino de “la intervención de
minorías vinculadas a los grupos que se comprometieron en la lucha
contra los sublevados y en la defensa de la República”.
Sobre el saqueo y los destrozos realizados hemos encontrado mucha
información tanto en los juicios sumarísimos como en la Causa Gene-
ral de la provincia de Albacete. Todos los detenidos fueron interrogados
sobre estos pormenores. Una vez acabada la guerra, el bando ganador
confeccionó listados sobre la destrucción efectuada y sobre quiénes la
realizaron. Combinando toda esta información, tenemos que fueron
afectadas la Iglesia parroquial de El Salvador, la Casa Rectoral, el asilo de
las hermanas salesianas del Sagrado Corazón, la Iglesia de Santa Marta
y la Iglesia del Ave María, conocida popularmente como la ermita de D.
José.
La Iglesia Parroquial de El Salvador durante los primeros días del al-
zamiento fue utilizada por el Comité de Enlace del Frente Popular para

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el desarrollo de su actividad, concretamente desde la sacristía. Por tanto,
el templo se convirtió en sede de este organismo a la vez que en presidio,
siendo los detenidos acumulados por los diferentes espacios disponi-
bles. Se aprovecharon las capillas interiores para aislar a presos especia-
les, como la capilla de la Comunión, en la que estuvieron los sacerdotes.
Posteriormente la Iglesia también fue alojamiento de las Brigadas Inter-
nacionales y de los milicianos de la 18 Brigada Mixta, a los que se acusó
de la total destrucción de la misma. En diciembre de 1936 el templo se
entregó al Comité de Autotransporte para depósito de coches resultando
que sus conductores acabaron por destruir lo poco que quedaba.
En noviembre de 1936 se realizó una movilización general que cul-
minó con la formación de la 18 Brigada Mixta en la provincia de Alba-
cete. En La Roda fueron destinados e instruidos dos batallones que se
ubicaron en varios lugares de la localidad, entre ellos, la aldea de Santa
Marta. Esto dio lugar a su vez, a la instalación de una subdelegación de
Autotransporte militar en la localidad. En febrero de 1937 la 18 Brigada
tuvo su primera participación de combate en la Batalla del Jarama, con
lo que abandonan el pueblo y, con ello, el Comité de Autotransporte. Es-
tos fueron requeridos por el Comité de Enlace para que sacasen todo el
material sobrante que tenían en la Iglesia o autorizasen su traslado a otro
lugar, ya que se necesita dicho edificio para otras atenciones. La Iglesia
pasó posteriormente a ser prisión de los detenidos en la batalla de Bru-
nete y finalmente comedor, almacén y garaje de Transmisiones, es decir,
de todo lo relacionado con las telecomunicaciones en tiempos de guerra.
Algunos testimonios cuentan cómo la Iglesia, junto a sus obras de
arte y objetos religiosos fueron profanados, destruidos y/o saqueados.
El miliciano Fidel Amat Martínez había sido designado para afeitar a los
detenidos, en la Iglesia y en otros edificios habilitados como prisión. Pa-
rece ser que utilizó objetos religiosos, como los cálices, a modo de bacía.
Muchas imágenes fueron quemadas para calentarse y otras colgadas en
los muros exteriores del templo. Las campanas fueron lanzadas desde
la torre y posteriormente fundidas para la obtención de metal. Se dijo
que tan sólo quedó intacta la campana del reloj. El órgano también fue
destrozado y los tubos de estaño, fundidos. Fueron destruidos además
el pavimento, los altares, retablos, la sillería del coro, la pila bautismal y

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la de agua bendita, aparte de cajonerías, puertas y ventanas, alfombras,
túnicas, cortinas, bancos, butacones e infinidad de objetos, quedando so-
lamente los muros del edificio en pie. Uno de los milicianos declaró que
intentó llevarse la cabeza y las manos de la imagen del Niño de la Bola,
aunque los milicianos que estaban al control no le dejaron.
Mientras que el
Gobierno republicano
intentaba imponerse
frente al descontrol de
los poderes locales, en
1937 ponía en marcha
una política de protec-
ción y conservación
del patrimonio, inclu-
yendo lo que quedaba
del eclesiástico. De esta
manera, aunque dema-
siado tarde, a principios
de 1937 una represen-
tación de la Comisión
patronal de Patrimonio
Artístico visitaba la lo-
calidad para hacer in-
dagaciones sobre uno
de los retablos desapa-
recidos. Nada se pudo
Colección de carteles Estudio fotográfico Paco Paya
averiguar al respecto.
Las piezas incautadas de mayor valor encontradas en edificios reli-
giosos y civiles que sobrevivieron al saqueo y a la destrucción fueron
entregadas a la Caja de Reparaciones, cuyo delegado por la provincia de
Albacete fue Deusdedio del Campo Martínez, el líder socialista de La
Roda. La Caja General de Reparaciones de daños derivados de la guerra
fue un organismo de represión económica que se creó en septiembre de
1936 con el Gobierno de Largo Caballero con el objetivo de incautar en

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favor del Gobierno de la República, los bienes de los civiles que apoya-
ron la sublevación. Algunas de las piezas entregadas fueron: copones,
candelabros, pinturas, las joyas de la Virgen (junto a mantos y andas de
plata) u otros objetos como una mesita pequeña de gran valor artístico
con incrustaciones de nácar.
Una vez acabada la guerra, muchos de los objetos religiosos saquea-
dos y/o incautados fueron apareciendo en los lugares más insospecha-
dos. Por ejemplo, en el pozo de la casa de Trinidad Fraile Serrano, la
concejala del PCE en el Ayuntamiento, se encontraron objetos de la Igle-
sia como alfombras, cordones de las imágenes, flecos de mantos de la
Virgen y otras cosas. La insignificancia de estos hallazgos nos sugiere la
idea de que alguien los depositara ahí para poder acusar a esta concejala
de haber intervenido en el saqueo.
El descubrimiento de objetos de auténtico valor, como algunas joyas
de la Virgen, aparecieron en el tejado de la casa de Gabriel Arce Esco-
bar. Este había sido tesorero de la Hermandad de la Virgen y cuando su
casa fue incautada, se llevaron las joyas y las andas. Acabada la guerra,
estando el albañil Juan José Martínez retejando el edificio, se encontró
un medallón, tres pulseras, una cruz, una sortija, una medalla y un alfiler
que habían pertenecido a las joyas de la Virgen.
Como decíamos, aparte de la Iglesia Parroquial, también fueron ex-
poliados otros edificios religiosos. La casa rectoral fue destruida, que-
mando puertas, tirando tabiques y saqueado todo lo que de valor había
en ella, como las ropas de la Parroquia. La casa fue destinada primero a
hospital de enfermedades infecciosas, luego a albergue para evacuados
y finalmente, a cuartel militar. La capilla del Ave María también fue sa-
queada y sus imágenes quemadas. Aunque la escuela siguió funcionan-
do, la capilla, fundada por el sacerdote José Collado, sirvió en los prime-
ros momentos de la guerra como cárcel y posteriormente como almacén.
La Iglesia de Santa Marta igualmente fue expoliada y los escasos objetos
de valor que albergaba fueron depositados en los almacenes de la Caja
de Reparaciones.
La capilla del asilo, ubicado antiguamente en la calle del Cristo, tam-
bién fue saqueada. Sin embargo, se permitió que las hermanas salesianas
siguieran con su actividad cuidando a enfermos, a pesar del ambiente se-

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cularizador y claramente anticlerical que se vive en estos momentos. De
todas formas, sabemos por varias fuentes que el cuidado de los enfermos
en las dependencias del antiguo asilo-hospital, se hacía en condiciones
lamentables. Así es como en un pleno del Ayuntamiento del 31 de agosto
de 1936 se acordó abrir una Casa de Socorro de urgencia en el edificio
incautado a José Escobar Muñoz en la calle Grande 2ª nº4.
Desde el Ayuntamiento, pero también desde el Comité de Enlace, se
veló por el mantenimiento del asilo durante toda la guerra. Por poner un
ejemplo, en diciembre de 1936 el Comité acordó en un pleno facilitar al
asilo, leña, legumbres y patatas que entregaría a través de la Junta admi-
nistrativa de Trabajadores de la Tierra. Poco después se planteó la muni-
cipalización del servicio, ya que dicho establecimiento no puede funcionar
por el carácter religioso que ostenta y que impide la Constitución del Es-
tado. Además, pensaron que con la municipalización del asilo-hospital
los enfermos serían mejor atendidos, dadas las malas condiciones de las
instalaciones. En junio
de 1937 se le otorgó una
subvención debido a la
gran carestía y se acor-
dó como contrapartida
la prohibición de pedir
a particulares, es decir,
la limosna. A finales de
1938, debido a las condi-
ciones de hacinamiento,
unidas a la escasez y al
gran número de evacua-
dos que eran atendidos,
se produjo un brote de tu-
berculosis. Esto hizo que
se llegara a un acuerdo
para trasladar a algunos
enfermos a otros centros
y para reformar el edifi-
cio inmediatamente. Colección de carteles Estudio fotográfico Paco Paya

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Para terminar con este capítulo, hablando del ambiente secularizador
que se vivía en la zona republicana, añadir un suceso que, si bien es anec-
dótico, igualmente nos ilustra sobre el temprano efecto que las reformas
introducidas en este sentido produjeron en las mentalidades de la época,
sobre todo en aquellas con cargos de responsabilidad. El 28 de enero de
1937, siendo el día de Santo Tomás de Aquino, patrón de las universida-
des y centros de estudio católicos, muchos establecimientos de la locali-
dad decidieron cerrar por la tarde para solemnizar la festividad religiosa.
El Capitán ayudante de la 18 Brigada intervino de manera inmediata,
previo aviso al Comité, para proceder a la apertura del comercio local en
el plazo máximo de media hora. Se informó a alcaldía de este disgusto y
se pidió que en lo sucesivo no volviese a ocurrir. No podía quedar rastro
de la Iglesia católica en los espacios privados, y mucho menos en los
públicos.

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18. LA SACA DE QUINTANAR. EL “PARACUELLOS” RODENSE

El 23 de agosto de 1936 se producía uno de los sucesos más notorios


y controvertidos en la historia de la guerra civil rodense: la saca de 77
presos y el fusilamiento de 24 en Quintanar de la Orden (Toledo). Si
bien los asesinatos que se produjeron con anterioridad fueron cometidos
aleatoriamente por diferentes grupos de milicianos, con el beneplácito
del Comité de Enlace, la saca se debió a un objetivo meticulosamente di-
señado por algunos dirigentes del Comité en connivencia con milicianos
de La Roda y de Quintanar de la Orden. A continuación explicaremos
detalladamente cómo se desarrollaron los hechos para finalmente hacer
una breve reflexión. La información ha sido extraída de varios expedien-
tes de los consejos de guerra y de la Causa General.
Unos días antes de la saca de presos, un convoy se dirigió a Madrid
para llevar víveres a la capital. El convoy estaba compuesto por varios
camiones y por un coche en el que iba José Antonio Valero Carretero, del
Comité de Enlace de La Roda. A su regreso, pararon en Quintanar de la
Orden y se dirigieron a una casa donde los invitaron a una copa de vino.
Valero se quedó hablando con 10 o 12 individuos que parecían milicia-
nos. En esta reunión se acordó la entrega de los presos de La Roda a unos
milicianos de Quintanar, del Batallón Pasionaria (que poco después se
integró en el V Regimiento) y de la Columna del Rosal que se hallaba en
el frente de Navamorcuende, cerca de Talavera de la Reina (Toledo).
El 22 de agosto, durante la noche previa a la saca, se había celebrado
una multitudinaria fiesta con motivo de la inauguración de la Casa del
Pueblo, en el edificio incautado a Francisco Diego Berruga Cebrían y a
su esposa, Consuelo de Arce Escobar, hermana de Gabriel, líder de la
sublevación militar en La Roda. Algunos denunciantes dijeron que, dada
la algarabía, tuvieron el presentimiento de que algo grave iba a suceder.

[213]

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Sin embargo, se trataba de una simple celebración y que acertaran en su
pronóstico fue mera coincidencia.

Casa Doña Consuelo de Arce (CECLM- UCLM)

Efectivamente, a la mañana siguiente, un total de 77 presos eran saca-


dos de la cárcel y de la Iglesia que, como veíamos, había sido convertida
en prisión. El jefe de la cárcel, Humberto Martínez López, acompañado
de varios milicianos procedió a sacar a 29 presos. Les hicieron formar
en el patio y los ataron con cuerdas de esparto mientras les decían que
iban a ser trasladados a Albacete y que podían llevar dinero y tabaco.
Todo ello hizo bajo la curiosa y atónita mirada de algunos vecinos y tra-
bajadores del Ayuntamiento, incluido el propio alcalde, Abel Amar, que
observaban escondidos tras las ventanas, la saca de presos de la cárcel.
Los subieron en un camión y a continuación se dirigieron a la cuesta
de la Iglesia donde otro camión esperaba vacío para ser llenado con los
detenidos que había en el interior del templo.
Esa misma mañana también se habían presentado en la Iglesia va-
rios milicianos forasteros acompañados por otros de La Roda. Desde la
sacristía, nombraron y ataron a otros 48 presos, que igualmente fueron
sacados; junto a los presos de la cárcel, sumaban un total de 77. Una vez
llenos los dos camiones, pusieron en el suelo de uno de ellos, un palio,
una cruz alzada, una campanilla, unas velas y un santo cristo, y se apre-

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suraron a salir del pueblo. Casi todas las bocacalles de este habían sido
tomadas por parejas de milicianos armados (muchos vestían un pañuelo
rojo al cuello), que custodiaban el paso de los camiones por el mismo, a
la vez que prohibían a los vecinos salir de sus casas. Cuando hablamos
de milicianos, entendamos que también había milicianas; de hecho, en
muchos expedientes aparece la expresión milicianos y milicianas, o mili-
cianos de ambos sexos.
En el convoy iban los dos camiones con 77 presos y tres coches: dos
de milicianos y un tercer coche con miembros del Comité de Enlace.
Dicho convoy no partió hacia Albacete, sino que tomaron rumbo norte
por la carretera de Minaya. Durante el trayecto hicieron varias paradas,
la penúltima de las cuáles se produjo un poco antes de entrar en Quin-
tanar de la Orden. En este momento se improvisó una burla grotesca,
obligando a uno de los presos a que llevara la cruz en alto, mientras que
a otros los obligaron a desplegar y portar el palio. De esta manera, como
si de una procesión se tratara, entraron en Quintanar.
Después de llegar a la plaza del pueblo, tomada por multitud de mi-
licianos, se dirigieron al Matadero municipal, que estaba en la carrete-
ra. Mientras bajaban de los camiones a los presos, les fueron quitando
todo lo que llevaban depositándolo en una espuerta. Los encerraron en
varios calabozos y, poniendo en el mayor de ellos un crucifijo, les dije-
ron: rezadle a ver si os salva. Al poco, entraron en los calabozos algunos
milicianos para tomarles declaración de bienes y fincas; también para
que firmasen cheques y declarasen el dinero que tenían en sus cuentas
corrientes. Todo ello se llegó hacer incluso ante la presencia de un nota-
rio. Según el tesorero del Comité de Enlace, José Fraile Moreno, recibió
400 pesetas, objetos personales para su custodia y un cheque sin poder
precisar su valor ni quién lo cobró. También recibió una cartilla del ban-
co con más de 20.000 pesetas. Además, el 14 de septiembre se recibió
un cesto enviado por el Comité de Quintanar que contenía más objetos
personales de los fallecidos junto a algunos artículos de valor, aparte de
292 pesetas.
Tras haber sido encerrados, los detenidos fueron llamados en dos
veces: primero sacaron a 12 y al poco, a otros 12, siendo ejecutados y
posteriormente enterrados en el Cementerio de Quintanar. Al anochecer

[215]

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se detuvieron los fusilamientos, ya que serían retomados a la mañana
siguiente. Los milicianos de La Roda volvieron a la localidad en torno
a las 9 o las 10 de la noche porque al parecer, se iba a realizar otra saca
de presos. Sin embargo, cuando se hizo de día, las ejecuciones fueron
detenidas por órdenes del gobernador civil de Albacete, José Papí Albert.
Tenemos muchas lagunas a la hora de reconstruir el proceso por el
que las ejecuciones fueron paralizadas. En los expedientes existen va-
rias declaraciones de personas que intentaron hablar con el gobernador
para informarlo de lo que estaba sucediendo, para que ordenase la pa-
ralización de los fusilamientos y a su vez, evitase que se produjera otra
saca. Aparte del alcalde Abel Amar, otros miembros del Comité como
Antonio Talaya Palop, Restituto Gaitano García o Juan Carretero Lillo,
intentaron ponerse en contacto con el gobernador. Una vez informado,
José Papí ordenó que se presentasen en Albacete tanto el alcalde como
los miembros del Comité en pleno, llegando al despacho de este sobre las
12 de la noche. El gobernador les explicó que no estaba dispuesto a tole-
rar ningún asesinato y que fuesen inmediatamente a buscar a los presos
a Quintanar de la Orden; mientras, el resto de los miembros del Comité
quedaron arrestados en Albacete hasta la mañana siguiente.
Los responsables directos de la saca, Antonio Gómez Irimia, José An-
tonio Valero Carretero y un tal Cadillo (se trataba de Gabriel Sánchez
López)103, salieron a regañadientes hacia Quintanar, llegando a las cinco
y media de la madrugada del día siguiente, 24 de agosto. Una vez allí,
preguntaron por los presos y fueron informados de que solamente les
podían entregar a 53, pues los 24 que faltaban, habían sido ejecutados.
Esto se comunicó de inmediato al gobernador de Albacete, que ordenó
el envío de unos autobuses para recoger a los 53 presos que no habían
sido fusilados, incluidos todos presos de La Roda, y trasladarlos a Al-
bacete para que estuvieran debidamente custodiados. Posteriormente, el
31 de agosto, el Comité de Quintanar solicitaba 105,50 pesetas por los

Deusdedio del Campo Martínez dirá ante la justicia franquista que el día de la saca se
103

encontraba enfermo en la cama. Sin embargo, por otro lado, se dice que le enviaron
un telegrama desde Quintanar para informarle de que todo iba según lo previsto. Es
prácticamente imposible que la saca se realizara sin el visto bueno de Deusdedio del
Campo.

[216]

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gastos ocasionados durante la estancia de los presos en su localidad. Así
mismo, el gobernador civil también requirió el pago de una deuda por
mandar a una representación del Comité de La Roda a Quintanar para
hacer averiguaciones sobre la saca y por el envío de transporte para el
traslado de presos.
Trabajando con la documentación disponible es evidente que gracias
al comportamiento e intervención de José Papí Albert, se pudieron sal-
var 53 de los 77 presos llevados a Quintanar. Todas las declaraciones de
los represaliados del Comité de Enlace por la saca, a pesar de su diver-
sidad, fueron coincidentes en este punto, es decir, en la paralización de
las ejecuciones gracias al gobernador. Sin embargo, una vez acabada la
guerra, en las denuncias que frente a los Tribunales franquistas interpu-
sieron los presos que no murieron en Quintanar, no aparece en ningún
momento referencia alguna al respecto. Hablaron de un teniente del que
no aportaron ningún nombre y también de que se recibieron órdenes
desde Madrid para detener los fusilamientos, sin dar más detalles. Desde
mi punto de vista, los supervivientes de Quintanar pudieron acordar no
reconocer la intervención del gobernador civil de Albacete, o la llegada a
Quintanar por la mañana de los milicianos de La Roda. De esta manera,
no quedaba ningún resquicio por el que alguno de ellos se pudiera salvar
de la pena de muerte alegando su intervención en la detención de las
ejecuciones.
En agosto de 1941, los cuerpos de las 24 personas fusiladas fueron
exhumados en Quintanar de la Orden, trasladados a La Roda y enterra-
dos en la cripta de la Iglesia Parroquial. Posteriormente se les dedicó la
placa que actualmente luce en la fachada principal del templo. Tanto sus
cuerpos como su memoria vienen siendo honrados desde entonces con
la realización de una misa cada 23 de agosto en la Iglesia de El Salvador.
En los libros del Juzgado municipal, en el momento de proceder al regis-
tro de los difuntos, añadieron la descripción de: caídos gloriosamente por
Dios y por España. 104

Incluyendo a todas las víctimas de la persecución religiosa, de las sacas y los paseos,
104

el balance final de la violencia en la retaguardia republicana en relación con La Roda


arroja un resultado de 47 víctimas mortales. Un listado con los nombres de estas
personas y otros detalles pueden consultarse en el anexo n.º 1.

[217]

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Listado de los fusilados en Quintanar de la Orden (Toledo)

Casi todos los milicianos, tanto líderes como subordinados, que in-
tervinieron en la saca fueron condenados a muerte, excepto aquellos que
consiguieron huir de España, como Antonio Gómez Irimia. José Antonio
Valero Carretero y Deusdedio del Campo Martínez fueron condenados
a muerte tras haber sufrido innumerables torturas en la cárcel. Juan Ca-
rretero Lillo, que no estuvo implicado, también fue condenado a muerte
aunque en octubre de 1943 la pena le fue conmutada a veinte años. Los
socios europeos de Franco perdían la guerra, iniciándose en este mo-
mento un lavado de imagen del régimen, y conmutando innumerables
penas aparte de otras medidas, como el desmarque con respecto a Falan-
ge, el partido fascista español. El alcalde de La Roda, Abel Amar Pardo,
fue condenado a muerte y ejecutado el 11 de noviembre de 1939 por no
haber evitado la saca siendo alcalde. Sin embargo, como ya hemos visto,
el alcalde no tenía autoridad ninguna en estos momentos. El gobernador
de Albacete, José Papí Albert, fue igualmente fusilado el 16 de noviem-
bre de 1939. Sus cuerpos, junto al de decenas de otros fusilados, todavía
yacen repartidos por las fosas comunes de La Roda y Albacete.

[218]

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La insurrección fascista-militar contra la república democrática de-
sató en nuestro país una violencia desmedida y una guerra feroz, sobre
todo en sus primeros momentos. Recordando el trabajo de Manuel Ortiz
Heras, es importante saber diferenciar al franquismo del régimen repu-
blicano en términos de represión. A diferencia del Estado franquista,
que aplicó un terror de carácter ofensivo y estructural, el republicano
quiso recuperar el ejercicio de la violencia, que estaba en manos de los
Comités revolucionarios, y evitar que episodios como el de la saca de
Quintanar no se volvieran a repetir. Sin embargo, aunque reflexionemos
sobre las profundas diferencias de forma y fondo entre la violencia ejer-
cida por uno y otro bando, el terror desatado en defensa de la República
es injustificable. En el pueblo de La Roda las violencias republicanas fue-
ron despiadadas, más aún teniendo en cuenta que durante la semana fac-
ciosa no se consumó ningún crimen, por las razones que fuesen. Como
veremos, las autoridades republicanas en la provincia de Albacete pronto
se hicieron cargo del orden público y de la administración de justicia a
través de la creación de los Tribunales Especiales Populares, entre otras
medidas. Estos organismos fueron los que ejercieron el monopolio de la
violencia y de la represión a partir de finales de agosto de 1936.

[219]

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19. REVOLUCIÓN, INCAUTACIÓN, COLECTIVIZACIÓN

El proceso de incautación y, sobre todo, de colectivización de tierras


de labor, si bien ha sido más que estudiado en diferentes puntos de la
geografía española como Cataluña, Aragón, Andalucía o la zona de Le-
vante, donde el anarco-sindicalismo de la CNT era fuerte, en muchos
otros lugares, como Castilla-La Mancha, faltan todavía investigaciones
que vengan a completar esta cuestión. El único trabajo destacable en la
provincia de Albacete fue el realizado por José Deogracias Carrión a me-
diados de la década de los 80. La deficiencia en las investigaciones se
debe a que las teorías colectivizadoras del trabajo de la tierra tuvieron
poco impacto en tierras manchegas, aparte de no despertar grandes pa-
siones en los investigadores. En Castilla-La Mancha, con el predominio
de la UGT, más allá de alguna experiencia aislada como la de Yeste o
Bonete,105 la colectivización en el campo tuvo escasa implantación antes
la guerra.
La revolución que se produjo en territorio republicano tras la suble-
vación militar implicó no solo la movilización para combatir al enemigo
sino también, un intenso y excesivamente complejo proceso de incau-
tación de propiedades, junto a la posterior colectivización de muchos
de los negocios agrícolas e industriales. Y nos preguntaremos, ¿cuál es
o son las razones por las que se llegó a este punto? Evidentemente las
causas que nos remiten a este proceso debemos buscarlas en el problema
agrario que los políticos de izquierdas intentaron solucionar desde 1931,
pero que ya venía gestándose tiempo atrás.
En términos generales, como hemos visto en otros capítulos, el im-
pacto de la reforma agraria en La Roda fue positivo para los trabajadores

Para más información consúltese Requena Gallego (2006) y Carrión Iñiguez (1987).
105

[221]

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del campo, aunque incompleto, ya que aquí no se llegó a expropiar nin-
guna finca antes de la guerra. En La Roda, como en muchos otros lugares
del país, la tan ansiada reforma agraria se convirtió en una violenta revo-
lución ya en plena guerra. Según Malefakis (1982, p. 425): “la frase apli-
cando la reforma agraria se convertirá en un terrible eufemismo para la
matanza de los enemigos de clase. La reforma agraria como cuestión que
podía resolverse por la vía legal y no por la violencia, había terminado”.
Por establecer unos antecedentes más directos, desde la victoria del
Frente Popular en febrero de 1936, España había entrado en la oleada de
huelgas más dura de su historia. De acuerdo con los cálculos de Male-
fakis (1982, p. 441), el Instituto para la Reforma Agraria (IRA) repartió
durante los cinco meses que van de marzo a julio de 1936 mucha más
tierra que lo que había repartido durante los anteriores años de la Re-
pública. En Albacete se ocuparon desde entonces un total de 2767 ha. y
se asentaron 1794 campesinos. Y entre el 1 de mayo y el 18 de julio, el
Ministerio de Trabajo señaló la realización de 192 huelgas en el campo.
Además, los sindicatos socialistas, comunistas y anarco-sindicalistas, en
ocasiones habían comenzado a trabajar conjuntamente.
La normativa es escasa con respecto a la incautación de todo tipo de
bienes de los que han abandonado sus tierras o negocios, porque hayan
muerto, desaparecido o simplemente hayan apoyado la sublevación. Tan
sólo hemos encontrado referencias en el Decreto de Intervención de Fin-
cas Abandonadas de 8 de agosto de 1936 del Ministerio de Agricultura,
en el que ni siquiera aparece el verbo incautar, sino el de intervenir: Este
decreto nos pone en relación directa con el problema de la tierra que
se venía discutiendo ampliamente en el parlamento español desde que
se proclamara la República en 1931. De la lectura del decreto extrae-
mos fundamentalmente tres conclusiones: que se quería continuar con
el proyecto del IRA sobre la redistribución de la tierra; en segundo lugar,
no dejar desatendidos cultivos y cosechas y, en tercer lugar, que la labor
de control sería asumida por los Ayuntamientos leales a la República. Sin
embargo, el Decreto de Intervención de Fincas llegaba demasiado tarde:
ni se procedió conforme a la normativa del IRA, ni los alcaldes estuvie-
ron al mando, por lo menos hasta el 25 de septiembre, fecha en la que
la Delegación para la Reforma Agraria en Albacete comenzó a hacerse
cargo de las fincas incautadas. En definitiva, la Ley de Reforma Agraria

[222]

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había generado tales expectativas en el campesinado y tal polarización
de la sociedad que el estallido de la guerra en el verano de 1936 vino
acompañado de una revolución obrera y campesina que fue orquestada
por el Comité local, quedando incluso a veces fuera de su control.
Tras la sublevación militar, el sindicato socialista de la FNTT, junto
al PCE, ocuparon la ausencia del sindicato anarquista en La Roda. Estos
fueron los dos organismos que actuaron frente a la parálisis de la tan de-
seada reforma agraria y que potenciaron la ocupación de fincas. A partir
de septiembre se sumó a esta tarea la CNT, aún con sus atípicas pecu-
liaridades en la localidad. Desde entonces, el proceso de colectivización
de tierras fue considerable, siendo controlado por el PCE y por ambos
sindicatos indistintamente (FNTT y CNT) a veces de forma individual,
otras de forma conjunta.
La colectivización de fincas y negocios se realizó necesariamente en
contra de los intereses de una pequeña parte de la población, sobre todo
de algunos sectores republicanos y del pequeño propietario, cuyo peso
en La Roda fue importante, a pesar de tratarse de un territorio de latifun-
dio. Esto explica que, junto a la colectivización forzosa, se diera cabida
también a la creación (aunque minoritaria) de cooperativas, que fueron
administradas por el sindicato socialista UGT e Izquierda Republicana.
Los partidos republicanos siempre lucharon por el mantenimiento de la
pequeña y mediana propiedad. Más adelante veremos cómo progresiva-
mente el PCE, con el objetivo de ganar la guerra, y a partir de la entrada
en el Gobierno de Largo Caballero de dos ministros comunistas, luchó
por proteger la pequeña propiedad burguesa, columna vertebral del ré-
gimen republicano, sacrificando la revolución y, con ello, el fenómeno de
la colectivización.
Como hemos visto en otros capítulos, las funciones básicas del Comi-
té de Enlace fueron el control de todo lo relacionado con milicias, orden
público, cárceles e instrucción de sumarios y, por supuesto, la requisa de
tierras, fábricas y negocios cuyos dueños habían muerto, desaparecido o
fueron considerados simpatizantes del movimiento subversivo. En casi
todas las incautaciones realizadas por el Consejo, siempre se especificó
incautado por el Estado, tal vez con el ánimo de dotar de cierta legitimi-
dad a tales incautaciones. Al fin y al cabo, había sido la descomposición
del Estado y el acceso de las masas a las armas, lo que había facilitado el

[223]

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control e incautación de industrias, servicios públicos y explotaciones
agrícolas por parte del Comité, en un proceso que obviamente trascen-
día la mera movilización de milicianos.
Había tal caos en lo político, en lo administrativo, en lo gubernamen-
tal, en lo judicial, etc. que se hace muy complejo abordar un trabajo de
estas características. Participaron multitud de partidos políticos y sin-
dicatos; constantemente se crearon y suprimieron nuevos organismos
como comités, consejos, juntas, delegaciones, etc. Además, sus funcio-
nes con frecuencia se solaparon, generando más caos y conflicto a una
situación que ya de por sí, era complicada; todo ello sin contar con los
problemas adicionales generados por la incautación de fincas rústicas
en otros términos municipales y el consiguiente choque de intereses con
otros Comités locales y sus representantes políticos y sindicales.
Las requisas e incautaciones de las primeras semanas fueron realiza-
das aleatoriamente por cualquier miembro u organismo que había apo-
yado al Gobierno republicano. Esta situación generó tal descontrol que
progresivamente el Comité de Enlace fue haciéndose cargo de todo lo in-
cautado; exigió la entrega de todos los edificios y materiales incautados
para servicio de utilidad pública, haciéndose con su control exclusivo.
Todo aquello que con posterioridad necesitaran los diferentes sindicatos,
partidos y comités específicos, se pediría por escrito al Comité de Enlace,
valorando una posible prestación.
En materia agraria, el Comité de Enlace creó el 3 de agosto un Conse-
jo de Administración de Fincas Rústicas Incautadas. En primer lugar, se
procedió a ratificar el nombramiento de administradores para dos de las
fincas incautadas. Esto refleja que antes de esta fecha, el saqueo descon-
trolado, más que la incautación, ya se había producido. Finalmente, el 31
de agosto el Comité se hizo con el control de manera oficial de las fincas
incautadas nombrando, además, una Comisión de Incautaciones, cuyos
delegados fueron: Deusdedio del Campo por UGT, Gregorio Arenas por
el PSOE, José Antonio Valero por UR, Restituto Gaitano por IR y Julián
González por el PCE. Basándose en el Decreto que comentábamos del 8
de agosto del Ministerio de Agricultura, se acordó seguir con el control
y ejecución de las incautaciones a todos los encausados en el movimiento
fascista, como dirigentes, financiadores y demás atributos de responsabi-
lidad.

[224]

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Fueron incautadas las fincas de la pedanía de Santa Marta (de Ca-
milo de Torres y hermanos) y las fincas de Valtenebroso, la finca Pedro
Serrano, La Dehesica (de Aurelio Giménez), la Casa del Olmo (de José
Escobar), la Casa del Señor (de Manuel Ruiz), la Casa de la Maza (Luis
Illana), la Casa Blanca (de Bautista Belmonte), la de Diego Berruga, la de
Luis Redondo Sotoca, y muchas más: la finca de El Concejo, la Marmota,
casa Marchante, villa Cascantes, la Navica, la Hoya del Pozo, la Nava, el
Labajo, la huerta de los Tuertos, etc. También se aprobó la incautación
de los terrenos llamados de La Cañada sobre todo para dar comienzo a
las obras de canalización de aguas de utilidad pública (cosa que por fin
se hizo efectiva en el mes de diciembre). Los nombres de las fincas, ya co-
lectivizadas, pasaron a tener otras denominaciones como, por ejemplo,
Colectividad Pablo Iglesias, La Pasionaria o Marmota Grajuela.
Según los pocos documentos que se conservan al respecto, en los ar-
chivos del IRA del Ministerio de Agricultura hemos encontrado que en
el término municipal de La Roda fueron intervenidas con posterioridad
al 18 de julio, un total de 26 fincas ocupando 13.527 ha. En este sentido
fue afectado un 34,21 % del término municipal, que tenía una extensión
total de 39.533 ha. Todo ello sin contar con las fincas incautadas a pro-
pietarios de La Roda que estaban fuera del término municipal.

Fincas incautadas con posterioridad a julio de 1936 (Fuente: MAPA)

[225]

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Esta información la podemos completar con el gráfico, aunque in-
completo, de José Deogracias Carrión (1984) sobre Población vinculada
a las colectividades en la provincia de Albacete. Carrión no hace ninguna
referencia a este gráfico en su trabajo, pero lo inserta al final del mismo.
Intuimos que por las cifras de población aportadas, está refiriéndose,
no a términos municipales, sino a partidos judiciales. Aún con menos
población que el partido de Hellín, el de La Roda fue el territorio más
afectado por el fenómeno de la colectivización después de la capital.

Fuente: Carrión Íñiguez, J. D.


(1996). Colectividades agrarias de
la provincia de Albacete durante la
Guerra Civil. Al-basit. Revista de
estudios albacetenses (gráfico 3)

Junto al saqueo de las áreas de habitación, de la ganadería y del ma-


terial y maquinaria agrícolas, se confeccionaron inventarios de todas las
existencias sobrantes y se procedió al reparto de las tierras. En algunas
ocasiones, las mejores tierras fueron apropiadas por algunos de los cam-
pesinos revolucionarios más destacados, aparte de poner guardas mili-
cianos para garantizar el orden en las mismas. Además, algunos locales
incautados en el casco urbano fueron destinados a graneros para el abas-
tecimiento, como el local que tenía la familia Collado en el Portazgo.
También fue incautado el molino de los Cadenas y dos fábricas de ha-
rinas: la de Serapio Martínez y la de Serapio Fraile en Santa Marta, esta
última por el Sindicato de Molineros compuesto por obreros de CNT y
UGT. En octubre fueron oficialmente incautadas también las bodegas y

[226]

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fábricas de alcoholes de Pedro Ortega Ortega, Julián y Pío Viñas Belmon-
te, Herminio y José María Picazo Oñate, de Francisco Diego Berruga
Cebrián, etc. Una Comisión Vitivinícola se encargó de realizar los inven-
tarios de haberes.
En los estudios sobre colectivización existentes en otras comunidades
autónomas, sobre todo en aquellas donde hubo predominio de la CNT,
se procedió a analizar y diferenciar el fenómeno en su doble vertiente, es
decir, la colectivización agraria y la industrial. Este método, si bien tam-
bién lo podemos extrapolar al caso de La Roda, creemos que no es ne-
cesario. Dado que nos encontramos frente a una economía fundamen-
talmente de tipo agrario, casi todas las industrias incautadas estuvieron
íntimamente relacionadas y subordinadas a la producción agrícola; nos
referimos a las bodegas, fábricas de harina y panaderías, cuyas materias
primas no eran otras que la uva y el trigo. No obstante, que sepamos,
también fue incautada la farmacia y, por lo que respecta al sector textil,
un taller de confección de ropas. Este taller fue colectivizado por mu-
jeres (previa requisa de todas las máquinas de coser) y su producción
puesta al servicio de la guerra. Todo ello sin contar con la incautación de
instituciones de tipo cultural y/o recreativo como el Teatro Cervantes o
la Sociedad Obrera la Caridad, incautada esta última debido a las mani-
festaciones de acción directa fascista de toda la corporación. Aparte de la
persecución e incautación de las propiedades de las personas implicadas
de una u otra manera en la sublevación, también se procedió a aplicar
sanciones económicas. En adelante, muchos acusados de desafección al
Régimen, al no poder pagar las cuotas, pidieron disminuir su cuantía u
ofrecieron a cambio la entrega de fincas y propiedades.
Otros edificios privados incautados fueron repartidos entre los dife-
rentes partidos y asociaciones para ser destinados a sedes políticas, sien-
do también obligados a la realización de inventarios de bienes. La sede
del PCE se instaló en la finca incautada a Gabriel Arce Escobar, además
de la asignación de otros dos locales en la pedanía de Santa Marta. Ya
hemos visto los edificios donde se ubicó La Casa del Pueblo y el Comi-
té de Enlace; las JSU en la casa de José Escobar Muñoz. A la CNT se le
otorgó como domicilio social la casa que fuera de Miguel Mas Tamayo y

[227]

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a las Juventudes Libertarias la casa de Lucinio Collado Ballesteros. Hay
que tener en cuenta que estas ubicaciones no fueron permanentes, pues
algunos grupos cambiaron su domicilio social en más de una ocasión.
Aparte de estas incautaciones, también se procedió a la requisa de au-
tomóviles, carros, bicicletas, aparatos de radio, máquinas de escribir y de
coser, etc. A partir de 1937, a pesar de la escasez y del desabastecimiento
que sufría la población local, también se impuso la incautación forzosa
de productos de primera necesidad.
Aunque sería muy interesante, no tenemos documentos que informen
sobre la organización colectiva de los campesinos a la hora de realizar las
tareas agrícolas en La Roda. Esto significa que tenemos registros escri-
tos y orales de quejas (eso siempre), pero no del buen funcionamiento
de las colectividades y, lo que es más importante, del impacto que esta
breve experiencia tuvo en la vida de los campesinos. Sin embargo, aun-
que no haya datos directos sobre la organización de estas comunidades,
disponemos de algunos trabajos con los que realizar estudios compara-
tivos. Aparte del análisis general que para la provincia de Albacete reali-
zó José Deogracias Carrión, también existen otras investigaciones sobre
colectividades en los municipios de provincias colindantes como Jaén
(Garrido González, 2003) o Ciudad Real (Trujillo Díez, 2003). Así, po-
demos establecer comparaciones, con las debidas precauciones, ya que
probablemente no hubiera muchas diferencias organizativas entre estos
municipios y el de La Roda.
En primer lugar, hemos de tener en cuenta que la forma de organi-
zación de las comunidades campesinas estaba inspirada básicamente en
una economía social autogestionada de corte anarquista. Esto daba un
alto grado de independencia y libertad a los diferentes colectivos a la
hora de organizarse. Lo que desconocemos es si en La Roda, aparte de la
autogestión colectiva en las faenas del campo, también se aplicó el comu-
nismo libertario, es decir, la asociación libre de personas en comunas, el
modelo de vida puramente anarquista. La respuesta es que, aunque pudo
haber intentos para organizar la vida en el campo en sentido libertario,
probablemente no funcionase por varias razones: por su carácter utópi-
co, por la falta de tiempo, porque la doctrina libertaria no había tenido

[228]

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ningún arraigo en La Mancha y, sobre todo, porque se trató de una nueva
cosmovisión cuya parte económica estuvo fuertemente marcada por el
devenir de la guerra. Además, conforme fue ganando terreno el PCE, se
dio prioridad a ganar la guerra, quedando la revolución en un segundo
plano.
La disparidad en cuanto a los criterios de reorganización del régimen
de propiedad de las tierras incautadas, por no hablar de la forma de ex-
plotación de las mismas, fueron una fuente permanente de conflictos y
desórdenes. Esto fue así debido al desconcierto de los primeros momen-
tos y también porque cada grupo se organizó como buenamente pudo.
Según apunta Malefakis (1982, p. 438), “el rápido hundimiento del siste-
ma agrícola tradicional no significó su sustitución por un nuevo sistema
económicamente viable. La colectivización masiva de tierras era incapaz
por sí misma de restaurar la estabilidad económica y social”.
Solamente conservamos un dato positivo que, como veremos, se re-
fiere a un superávit en la producción del molino de harina de Santa Mar-
ta en diciembre de 1936. Respecto a las quejas, representantes de parti-
dos y sindicatos escribieron constantemente al Comité (luego al Consejo
Obrero), para que controlase la marcha de las fincas y negocios incauta-
dos, sin aportar más datos. Por ejemplo, se solicitó al Comité que averi-
guase dónde se encontraban las llaves de las casas y bodegas incautadas.
Por otro lado, Izquierda Republicana denunció prácticas especuladoras
pidiendo que se investigase si en el pueblo existen fábricas o intermedia-
rios que compran cereales a precio más bajo del tasado. Esto pone de re-
lieve que el abastecimiento de productos de primera necesidad (que ana-
lizaremos en otro capítulo) generó muchos conflictos a partir de 1937.
Al igual que la violenta represión pronto comenzó a ser controlada
por los Tribunales Populares, la fiebre incautadora y colectivizadora de
fincas rústicas e industrias derivadas, también empezó a ser supervisada
y centralizada a través de la Delegación para la Reforma Agraria de Alba-
cete, controlada ahora por el PCE. El 4 de septiembre de 1936 se formó
un nuevo Gobierno, encabezado por el socialista Largo Caballero, que
tuvo dos ministros comunistas; uno de ellos, Vicente Uribe, al frente de
la cartera de Agricultura. Al poco, el 25 de septiembre, una delegación de

[229]

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Albacete llegó a La Roda para dar carácter oficial al Consejo Obrero de
Administración de la reforma agraria para las fincas rústicas incautadas
y limitar en esta materia, pero también en otras, la actuación del revolu-
cionario Comité de Enlace.
Como vemos, se produjo una multiplicidad y solapamiento de fun-
ciones asumidas por distintas instituciones y organizaciones que fue
simplificándose, sobre todo, a partir de la promulgación del Decreto Uri-
be y de la fusión del Comité y del Ayuntamiento en marzo de 1937. Con
la promulgación del Decreto de 7 de octubre de 1936 de Expropiación
de Fincas Rústicas, aparte de dar carácter oficial a las incautaciones, el
Comité de Enlace dejaba de tener la exclusividad en su control. Con este
Decreto, la propiedad de las tierras incautadas (sin derecho a indem-
nización) pasó a ser propiedad del Estado y su uso o aprovechamiento
quedó en manos de las diferentes organizaciones obreras y campesinas,
respetando a la vez al pequeño propietario que, dicho sea de paso, fue
uno de los grandes perjudicados en este proceso. No obstante, como he-
mos visto anteriormente, para satisfacer las necesidades de este colecti-
vo, en La Roda se permitió la creación de cooperativas. Tras el decreto,
se consolidaron y centralizaron las anteriores actuaciones en materia de
incautación, pero también el Comité y las colectivizaciones perdieron su
independencia; es decir, con el objetivo de restaurar la legalidad republi-
cana, se controló la revolución, pero sin anularla.
Un mes después de la promulgación del Decreto, concretamente el 10
de noviembre, el Ayuntamiento en pleno instaba a los diferentes parti-
dos y sindicatos de la localidad para proceder inmediatamente a la cons-
titución de la Junta Calificadora municipal. La Junta gestionó todo lo
referente a informes de conducta política y moral para proceder con las
incautaciones, informando a la Junta Provincial del IRA, para posterior-
mente publicar los listados en La Gaceta. Ahora era el Consejo Obrero
de Administración de la reforma agraria el encargado de llevar a la prác-
tica las incautaciones aprobadas, proceder a la realización de inventarios
y al reparto de las tierras entre las organizaciones obreras y campesinas.
Sin embargo, la Junta municipal pronto se caracterizó por su inoperan-
cia limitándose tan sólo a realizar informes de conducta. A la altura de

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febrero de 1938 la Junta Calificadora Provincial obligaba a la Junta local,
dada su pasividad, a enviar las propuestas de calificación de las fincas
rústicas incautadas, bajo pena de ser considerada como enemiga del Ré-
gimen.
Para acabar con este extenso capítulo, analizaremos lo que sucedió,
a grandes rasgos, en las fincas de Santa Marta, dada su importancia y el
empeño puesto por el Comité tanto en su control como en su buen fun-
cionamiento. Es obvio que no analizaremos aquí todas las incautaciones
que se realizaron debido fundamentalmente a la falta de documentación
y porque además, necesitaríamos una investigación aparte. La colectivi-
zación de las fincas de Santa Marta es la primera sobre la que tenemos
noticias en La Roda y fue realizada por miembros del PCE rodense. En
los primeros momentos, el PCE se sumó a este proceso revolucionario
para poco después desmarcarse con el objetivo de ganar la guerra.
El mismo 3 de agosto era nombrado delegado administrador de la Pe-
danía de Santa Marta, Manuel del Campo Martínez, hermano de Deus-
dedio del Campo; además, se solicitó a la Federación de Bolsa y Banca
de Albacete, el envío urgente de un contable para la administración y
desenvolvimiento comercial e industrial de Santa Marta. La finca fue en-
tregada para su administración y buen funcionamiento de la recolección y
distintas faenas agrícolas a los siguientes miembros de la representación
comunista: José Antonio Talavera, José Jiménez Collado, José Jareño Ga-
liano, Pedro Tébar y José Fernández Moreno. Frente a la posibilidad de
poder obtener un crédito amortizable de 600.000 pts. del IRA, se proce-
dió a la tasación de la finca de Santa Marta. Así, se realizó un inventario
y una certificación administrativa del Comité de Enlace, conteniendo
además la extensión total de la finca y la cantidad aproximada de pro-
ducción, entre otros aspectos técnicos que no conservamos.
Se procedió a la distribución de granos de la finca Casa Berruga, em-
bargada por el agente recaudador de Hacienda, aunque esta pertenecía
al término de Munera. Como los terrenos de Santa Marta abarcaban los
términos de La Roda y Munera, se tomaron diferentes acuerdos entre
ambas localidades para proceder con la administración y recolección de
granos de las diferentes aldeas. Por ejemplo, la teja y el trigo fueron en-
tregados para su molturación (o molienda) a la finca de Santa Marta.

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Poco después, el administrador judicial de la finca interponía una
denuncia sobre ciertos hechos delictivos que se cometían en la misma
por los segadores que allí realizaban sus faenas. Un grupo delegado del
Comité abrió una investigación sobre el estado de administración y la
situación económica de las aldeas de la finca, con el objetivo de solu-
cionar el descontrol que allí había. En octubre los molineros sindicados
solicitaron al Comité de Enlace el pago de los jornales atrasados desde el
inicio de la guerra. El Comité aceptó, pero nuevamente se volvió a enviar
una Comisión para averiguar la conducta y rendimiento de trabajo de los
molineros.
A principios de noviembre de 1936 se producía un hito en la historia
del movimiento anarquista: la entrada de 4 ministros de la CNT en el
Gobierno de Largo Caballero. De inmediato, a finales del mismo mes,
se creaba el Sindicato Único de Oficios Varios CNT-AIT en La Roda. Su
sección de obreros campesinos quiso tener representación en la Junta
Administrativa de Fincas Incautadas, aunque de momento la petición
no fue aceptada. Lo que si se admitió fue la propuesta de la sección de
molineros de la CNT para que la fábrica de harinas de Santa Marta fuese
cedida y administrada conjuntamente por UGT y CNT, previa forma-
ción de un Consejo de administración o Comité de control de dicha fá-
brica. La unidad sindical, que había sido uno de los grandes objetivos de
algunas organizaciones obreras a lo largo del primer tercio del siglo XX,
se hacía ahora realidad como respuesta a la sublevación militar. En ade-
lante, ambas sindicales firmaron otros acuerdos (que no conservamos)
para trabajar conjuntamente en los gremios de cabreros y de albañilería.
A finales de diciembre de 1936, las cuentas de la delegación de la fábri-
ca de harinas de Santa Marta aportaban un superávit de 43.348 pts. Este
superávit se hace más importante todavía si cabe, si tenemos en cuenta
que las colectivizaciones surgieron de manera radical y espontánea en
un contexto de guerra. Los territorios de la Mancha se convirtieron en el
granero de la República, pero la producción pronto se reveló insuficiente
para abastecer tanto a la población local como para satisfacer las necesi-
dades en los frentes. Los problemas de desabastecimiento generaron a su
vez la práctica especulativa y el mercado negro. Además, una buena par-

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Colección de carteles Estudio fotográfico Paco Paya

te de la población masculina de entre 20 y 50 años se había marchado al


frente, quedando reservado el duro trabajo del campo a hombres dema-
siado envejecidos. Esto a su vez explica que muchas mujeres se tuvieran
que incorporar a las faenas agrícolas.
Fruto de la guerra también, el 9º Batallón de la Brigada Internacional
fue destinado para su instrucción a la pedanía de Santa Marta. Según la
denuncia que en enero de 1937 envió el Comité de Enlace al Estado Ma-
yor de las Brigadas de Marta, algunos brigadistas se dedicaron a saquear
y destruir todo lo que pudieron: siembra, arbolado y madrigueras, hurto
de jamones y otros, como la invasión de las casas de los campesinos allí
residentes, amenazas de muerte, etc. Por si esto fuera poco, un grupo de
refugiados de guerra también fue ubicado en la pedanía de Santa Marta.
A finales de enero, un delegado de Orden Público iba a la aldea para
investigar lo que estaba sucediendo. Por esta fecha también, Izquierda
republicana hizo un requerimiento para que las sindicales CNT y UGT
fuesen investigadas porque en ellas hay individuos que poseen fincas y

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negocios con obreros permanentemente a su cargo. Esto era debido a que
los pocos sospechosos de desafección al régimen republicano que en es-
tos momentos quedaban en libertad se habían afiliado a los diferentes
sindicatos de izquierdas, en concreto a la CNT.
En definitiva, habida cuenta de la guerra y el descontrol, las colec-
tivizaciones difícilmente pudieron funcionar. Analizando cada caso de
manera individual, podríamos decir que algunas funcionaron mejor y
otras peor, partiendo de la base de que nacieron condenadas al fracaso.
Algunas se organizaron y obtuvieron buenos resultados, como las bode-
gas para la fabricación de caldos, la fábrica de harinas de Santa Marta,
o el taller de confección, de gestión exclusivamente femenina y tan im-
portante en una economía de guerra; sin embargo, la mayor parte de las
colectivizaciones vinculadas a las faenas del campo, funcionaron a duras
penas. A la altura de diciembre de 1938, encontramos un documento so-
bre los trabajos de la siega en Santa Marta muy ilustrativo de la situación
que venimos describiendo:
Que tanto las prevenciones, sistemas y medios coactivos para llevar a
cabo la siega fueron estudiados y puestos en práctica por el Comité Agrí-
cola y alcaldía. Por esta última se trabajó incesantemente porque se cum-
pliera lo previsto, llegando a imponer sanciones. Que el conocimiento
del caso de la Pedanía de Marta, donde aún se hallaba bastante mies sin
segar, fue producto de una inspección de alcaldía la cuál inmediatamen-
te actuó en forma a su parecer conveniente. Que no teniendo a quien
culpar de lo anormal de la siega y reconociendo que esta anormalidad
habrá sido producida por lo anormal de las circunstancias, pero si por
otro lado pudiera estimarse responsabilidad en alguien, entiende debe
elevarse queja a la autoridad gubernativa, para que abra informe y res-
ponsabilice al culpable o culpables del daño social producido.106

Siempre ha existido en el imaginario colectivo la idea de que las co-


lectivizaciones, sobre todo de fincas rústicas, fue un fracaso. Se decía que
compartir los frutos de tu trabajo con personas que no trabajaban o no
rendían (tanto por los oportunistas que se aprovechan de la situación,
como por los que simplemente no son válidos para las faenas agríco-

LAPAR. Sesión 28-12-1938.


106

[234]

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las) no funcionaba. Los testimonios orales hay que tomarlos con cautela,
después de haber transcurrido tanto tiempo, aparte de estar inmersos
en un contexto histórico bélico tan complejo, lleno de partidismos y de
recuerdos distorsionados y manipulados; a veces consciente, otras, in-
conscientemente.
José Deogracias Carrión tuvo la suerte de poder entrevistarse con
muchos colectivistas durante el desarrollo de su investigación. Por des-
gracia, hoy ya es imposible encontrar a alguien que te pueda ofrecer su
testimonio. Finalizaré este capítulo con un extracto de su trabajo que
dice así:
En un principio los colectivistas carecieron de preparación suficiente
para abordar los problemas y las funciones específicas que requería la
colectivización. Con posterioridad se fueron adaptando […] Muchos
campesinos se incorporaron a las colectividades por tener cubiertas sus
necesidades. La mayor parte de los colectivistas eran jornaleros, general-
mente los más pobres de los pueblos. Las colectividades agrarias supu-
sieron para sus vidas un cambio significativo. Algunos me comentaban:
éramos tan pobres que solo teníamos nuestros brazos. (Carrión, 1984, p.
47).

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20. LA JUSTICIA EN TIEMPOS DE GUERRA:
LOS TRIBUNALES POPULARES

El alzamiento militar en contra de la República desató casi de inme-


diato una intensa revolución social y una violencia desmedida fruto del
vacío de poderes provocado. Donde no triunfó la sublevación, los pode-
res republicanos habían quedado tan debilitados que fueron sustituidos
por un nuevo poder: el del pueblo en armas. Surgieron de esta mane-
ra multitud de núcleos autónomos en los diferentes pueblos y ciudades
de la retaguardia republicana organizados por los partidos y sindicatos
frentepopulistas. Estos fueron los encargados de encauzar la nueva vida
política, gubernativa y judicial en aquellos territorios que permanecie-
ron fieles a la República.
Con la desaparición de la justicia ordinaria, estos grupos revolucio-
narios intentaron dar una nueva cobertura legal a la violencia desatada
en contra de los que organizaron y apoyaron la sublevación. Está claro
que la transformación del golpe militar en una guerra civil había sido
el detonante para que los sectores más desposeídos, es decir, la gran
mayoría, irrumpieran en la vida pública con una violencia desmedida
en contra de todo lo que simbolizaba su opresión. Esta realidad no la
podemos entender sin el marco republicano y democrático previo, que
facilitó la toma de conciencia de los grandes desequilibrios sociales y
de las posibilidades que la sociedad española, cada vez más politizada,
tenía para revertirlos. Este cambio social tampoco hubiera sido posible
sin los grandes esfuerzos que se invirtieron en educar y alfabetizar a la
población en su conjunto. Pero se dio el fatídico hecho de que revertir
la injusticia social en un clima de guerra ya no se podía lograr con otro
medio que no fuese el uso de la violencia.

[237]

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Como hemos visto en otros capítulos, tras una semana de dominio
de los sublevados, el 25 de julio la provincia de Albacete volvió a la le-
galidad republicana. Al día siguiente, el 26 de julio, se constituía en La
Roda el Comité de Salud Pública (luego Comité de Enlace) cuyo objetivo
principal fue, como no podía ser de otra forma, intentar normalizar la
situación e imponer el orden a través de la aplicación de sus propias nor-
mas. Deusdedio del Campo Martínez, nombrado delegado de justicia y
orden público, también ostentó la facultad de nombrar al nuevo personal
judicial incluido el secretario. Igualmente se reservó la potestad de diri-
girse a las autoridades judiciales, limitando sus funciones en todo aquello
que estime conveniente a la mejor defensa del gobierno de la República.107
Como delegado del Comité de Enlace, a efectos prácticos, las competen-
cias de Deusdedio estuvieron relacionadas con la búsqueda y captura de
los sublevados, la gestión de cárceles y la instrucción de diligencias y su-
marios. Según un documento emitido por el Comité de Enlace, el 31 de
julio de 1936 había un total de 170 detenidos en las cárceles de La Roda.
La nueva justicia pronto quedó desbordada no solo por los sumarios
instruidos en contra de los rebeldes, sino también debido a la violenta
actuación de los comités locales y de sus milicias, que se dedicaron a eje-
cutar arbitrariamente al margen de toda ley a muchos de los detenidos
a través del sistema de sacas y/o paseos. Desde el 25 de julio de 1936, la
violencia descontrolada de los primeros meses de conflicto se había co-
brado un total de 47 víctimas mortales.108 La situación era tan alarman-
te, tanto en La Roda, como en casi todo el territorio fiel a la República,
que las autoridades republicanas, aunque debilitadas, intervinieron para
hacerse progresivamente con el control de la justicia y, por tanto, de la
violencia desatada.

Acta del Comité de Enlace de La Roda de 26 de julio de 1936


107

No incluimos en esta cifra a las 3 personas condenadas a muerte por los Tribunales
108

Populares, ni a los 11 cadáveres que aparecieron en el término municipal, no identi-


ficados o sin relación directa con la represión en La Roda. Los resultados en número
de fallecidos de la violencia en la retaguardia republicana pueden consultarse en el
anexo n.º 1.

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Detenidos en las cárceles de La Roda a 31 de julio de 1936

El gobierno republicano tomó al principio una serie de medidas de


urgencia como la suspensión de procedimientos o el cese de funcio-
narios judiciales. Finalmente, el instrumento que permitió controlar y
centralizar las competencias judiciales del Estado fue la creación de los
Tribunales Especiales Populares. Estos tribunales estuvieron dotados de
una jurisdicción especial, relacionada con los casos de estados de alarma
y de guerra, de acuerdo con la Ley de Orden Público. Se trataba del pro-
cedimiento sumarísimo y de la aplicación del Código de Justicia Militar.
Los sucesos del 23 de agosto en la Cárcel Modelo de Madrid fueron el de-
tonante para la aparición de los primeros Tribunales Populares en toda
la España leal. No obstante, el mismo 3 de agosto, Albacete ya se había
adelantado con la creación de un Juzgado Especial para conocer la causa
por el delito de rebelión militar en Albacete y su provincia.109

Fuente: AHPA, caja 18896, causa 16, pieza 2, legajo 4


109

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En el Archivo Histórico Provincial se conserva la causa 16 del Tri-
bunal Especial Popular de Albacete sobre Rebelión, auxilio y excitación
militar en el pueblo de La Roda. Otras causas se refieren a amenazas,
hallazgo de cadáveres, lesiones, tiroteos y otra serie de denuncias y deli-
tos comunes que también fueron juzgados por los Tribunales Populares
desde 1937. Se conservan en este archivo, además, algunos expedientes
de los Jurados de Urgencia y de Guardia, creados en octubre de 1936 y
complementarios de la labor de los Tribunales Populares.110
La causa sobre la rebelión militar en la provincia de Albacete comen-
zó a ser instruida por el Juzgado Especial de Albacete el 3 de agosto. El
17 de agosto, el juez especial, Sr. González Serrano enviaba un exhorto al
juez instructor de La Roda para proceder con la mayor urgencia posible
a la detención de 99 personas complicadas en el movimiento fascista.111
Se solicitó igualmente informar sobre los civiles que hubieran podido
huir, fallecer o desaparecer. Se pidió seguir el rastro, además, al jefe de la
Guardia Civil de La Roda e individuos que estaban a sus órdenes. Como
vimos, el jefe de la Guardia Civil, Miguel Segura Limorte, había sido eje-
cutado a bordo del Río Sil el 15 de agosto, dos días antes. Con respecto
al resto de los sospechosos mandados detener, 20 murieron entre sacas
y/o paseos, mientras que Francisco Diego Berruga Cebrián falleció con-
denado a muerte por los Tribunales Populares junto al secretario Manuel
Ávila Palacios el 24 de octubre de 1936. El exhorto finalizaba solicitando
el traslado urgente de 10 individuos112 que estaban presos en las cárceles
de La Roda, a la Prisión Provincial de Albacete, previo aviso al goberna-
dor civil.
La tensión que se produjo entre la tendencia a la normalización y
centralización por parte del Estado, y la tendencia revolucionaria y cen-
trífuga de los Comités locales se hizo más que evidente a lo largo de

110
Para hacerse una idea general sobre el funcionamiento de los TPA, aparte de estas
fuentes, consúltese también los trabajos de Ortiz Heras (1996) y Sevillano Calero
(1995).
111
Consúltese el listado de los 99 detenidos en el anexo n.º 2.
112
Francisco Valls Borrás, José Fernández Ortíz, José Alcahud Collado, José Fraile Mo-
reno, Ramón Collado Fernández, Juan López Villodre, Antonio Martínez Escudero,
Julián Blanco Belmonte, Carmelo González Ruíz y Marcelino García Roca.

[240]

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estos meses. Durante el mes de agosto se produjeron choques entre el
Comité de Enlace de La Roda con el de Albacete; también con el Juzgado
Especial e incluso con el mismo gobernador civil. El Comité de La Roda
elevó una protesta al juez especial que había decretado la libertad de
cuatro individuos por tenencia ilícita de armas y manifestaciones fascistas
el 18 julio y amenazas de muerte. Igualmente se negó a la liberación de
un preso (el sacerdote Tomás Lucas) solicitado por el Comité de Alba-
cete porque había hecho manifestaciones públicas en contra de los pode-
res constituidos; ponerlo en libertad supondría una alteración del orden
público pues, dada la situación, el pueblo vería con desagrado y disgusto
dicha liberación. Por otro lado también, ya vimos cómo el gobernador
civil se enfrentó a algunos miembros del Comité, llegando a retenerlos
hasta que el asunto de los presos de La Roda y de la saca de Quintanar
quedase resuelto.
Verdad era que nadie mejor que los miembros del Comité local sa-
bía quiénes habían estado significados con la sublevación; también era
cierto que la liberación de estos sospechosos en agosto del 36 implicaba
importantes riesgos de orden público. Sin embargo y, como sabemos,
la arbitraria y salvaje represión efectuada por los milicianos del Comi-
té hizo que las instituciones republicanas progresivamente, conforme se
fueron calmando los ánimos, recuperasen la autoridad y poderes perdi-
dos frente a los comités revolucionarios locales.
Durante las dos primeras semanas de septiembre, el Ayuntamiento
procedió al nombramiento de nuevo personal del Juzgado municipal.
Por otra parte, el 30 de septiembre se procedió a la disolución de las
milicias revolucionarias y su sustitución por unidades regulares del Ejér-
cito. De esta manera, el Ayuntamiento solicitaba al Comité de Enlace que
los funcionarios armados (guardas municipales y de campo) que habían
actuado como milicias, cesaran como tales y se reincorporasen a sus an-
tiguos cargos. El objetivo no era otro que el de normalizar la marcha del
Ayuntamiento y de los servicios desorganizados como consecuencia de
la sublevación y posterior revolución.
Sin embargo, el poder e influencia del Comité de Enlace continuó
siendo indiscutible. En primer lugar, los miembros de nuevo nombra-

[241]

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miento del Juzgado municipal procedían todos del Comité113. Por otra
parte, para facilitar y agilizar la tarea de los tribunales, los informes emi-
tidos por el Comité fueron decisivos en la aplicación de algunas penas.
Que detenidos y/o sospechosos entraran o salieran de prisión, dependía
casi en exclusiva de los informes de conducta y antecedentes políticos
redactados por el Comité. Tenemos un claro ejemplo en la liberación de
56 presos que se produjo el 14 de octubre. La Comisaría de Vigilancia de
Albacete procedió a poner en libertad a estos detenidos previo informe
en sentido favorable enviado por el Comité de Enlace de La Roda.
La opinión del Comité también fue decisiva en la aplicación de las
penas de muerte. De los 38 procesados por los Tribunales Populares en la
causa sobre rebelión, auxilio y excitación militar en La Roda,114 tan solo 3
de ellos fueron condenados a muerte (únicamente 2 fueron ejecutados),
una cifra infinitamente menor a la generada por los tribunales franquis-
tas. Estos, una vez acabada la guerra, procesaron a un total de 446 perso-
nas en La Roda, condenando a muerte a 93 de ellos.115
Parece ser que la primera sentencia de pena de muerte dictada por los
Tribunales Populares de Albacete fue el 20 de septiembre contra Pablo
Espinosa Talavera, procurador de La Roda. Su defunción está registrada
en el Juzgado municipal pero no hay rastro de su nombre o actividad
política en ningún otro lugar, ni en los expedientes de los Tribunales
Populares; cosa extraña tratándose de la causa franquista. Es por ello que
tenemos serias dudas sobre que fuera condenado a muerte en Albacete
por estos tribunales. Mucho podemos especular al respecto y entre las
hipótesis que hemos barajado, podría darse el caso de que muriese por
causas naturales, por una venganza personal o incluso en el frente de
guerra, y que posteriormente fuese añadido arbitrariamente a la lista de
los condenados por los tribunales republicanos.
El 22 de octubre se emitió la primera sentencia oficial de la causa 16
sobre rebelión, auxilio y excitación militar en el pueblo de La Roda. En
113
Juez Municipal: Juan José Medrano, Juez municipal suplente: Julián González, Fiscal:
Gabriel Sánchez, Fiscal Suplente: Antonio Vera Zaragoza.
114
Consúltese el anexo n.º 3 sobre los procesados en la causa 16 del TPA.
115
Consúltese los anexos n.º 5, 6 y 7 sobre todos los represaliados por la justicia militar
franquista.

[242]

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ella, el líder civil del movimiento en La Roda, Gabriel Arce Escobar, era
condenado a muerte. La pena no pudo ser ejecutada por encontrarse en
situación de rebeldía, es decir, en paradero desconocido. En la sentencia
del 24 de octubre, los tribunales condenaron a la pena máxima por delito
de rebelión militar a Francisco Diego Berruga Cebrián y al secretario del
Ayuntamiento, Manuel Ávila Palacios. Al día siguiente, el Comité recibía
un telegrama urgente para dictaminar sobre un posible indulto. Aunque
parece ser que el ambiente en el Comité para indultar la pena era favo-
rable, después de una larga sesión de deliberación, y bajo la opinión en
contra de Deusdedio del Campo, acordaron denegarlo. El 26 de octubre
se volvió a recibir un segundo telegrama desde Albacete instando al Co-
mité la valoración del indulto, pero la decisión ya estaba tomada. Ambos
condenados eran fusilados en Albacete el 29 de octubre de 1936. Fueron
las dos únicas personas de La Roda ejecutadas bajo sentencia de los Tri-
bunales Populares, aunque a instancias del Comité de Enlace.

Francisco Diego Berruga Cebrián

[243]

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El resto de las penas de las sentencias dictadas para la causa 16 de
La Roda fueron: 3 penas de reclusión perpetua, 18 penas de 14 años de
reclusión, 3 penas de 6 años, 1 pena de 6 meses, 2 penas de 2 meses y 2
puestas en libertad. Junto a ello, todos debían realizar el pago mancomu-
nado y solidario de 100.000 pts. en concepto de responsabilidad civil y
el de costas a partes iguales. Sólo 3 personas de entre todos estos proce-
sados fueron mujeres; una fue condenada a 6 años y las dos restantes, a
2 meses. Aparte de los recluidos en las diferentes cárceles del territorio
republicano, otros fueron enviados a campos de concentración, a traba-
jar en batallones disciplinarios o fueron incorporados forzosamente al
Ejército Popular. En La Roda, muchos de los penados estuvieron desti-
nados a la construcción de refugios subterráneos y de trincheras (como
las que se hicieron en frente de la Casa de la Condesa).
La continuidad de la guerra y la necesidad de un mayor control social
dieron lugar a la creación de nuevos órganos judiciales. En definitiva, lo
que se perseguía era la reorganización del sistema judicial republicano
tras el caos creado en julio de 1936. Por Decreto de 10 de octubre de
1936 se crearon los Jurados de Urgencia para conocer aquellos hechos
que, siendo por su naturaleza de hostilidad o desafección al régimen, no
revisten caracteres de delito. A los Jurados de Urgencia sucedieron los de
Guardia, creados en el mismo mes de octubre para conocer los delitos
definidos por los bandos del Ministerio de la Gobernación y aplicar las
penas fijadas en el Código de Justicia Militar.
Los Jurados de Urgencia comenzaron a funcionar en La Roda en di-
ciembre de 1936. El Ayuntamiento de La Roda y el Comité de Enlace
elaboraban los informes de conducta política y moral116 de sospechosos
de desafección y sobre detenidos que iban a ser juzgados por los Jurados
de Urgencia. Se inició así una frenética actividad de persecución de la
disidencia en la retaguardia que supuso el inicio de decenas de procesos
judiciales a lo largo de 1937 y 1938. Al principio se procedió a la depu-
ración de personal funcionario y de servicios para continuar con la per-
secución de civiles desafectos. En febrero de 1937 se volvió a depurar el

El modelo de informe de conducta, incluyendo todo el cuestionario de preguntas,


116

puede consultarse en el anexo n.º 4.

[244]

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personal de los Juzgados municipales tras haberse declarado desafecto al
nuevo juez municipal, Francisco Sánchez y Sánchez, por ser elemento de
derechas, suscriptor de El Debate, y en cuya conducta ideológica y política
se inspiró siempre, habiendo votado en todas las elecciones a las derechas.
En abril de 1937 el Consejo Municipal recibía una relación de 32 con-
denados117 por el Jurado de Urgencia de Albacete a trabajos obligatorios
con restricción de libertad. Se especificaba que para la buena marcha
de la guerra, todos aquellos que hubieran sido sentenciados por los Tri-
bunales Populares acusados de fascistas o supuestos fascistas, el Conse-
jo municipal tenía la obligación de incorporarlos a trabajos de utilidad,
especialmente trabajos de guerra, para dar satisfacción justa a todos los
anti-fascistas que apoyan a las representaciones del Consejo; además de
ser un beneficio social, se cumple con un deber de guerra que va en bien
de todos los anti-fascistas que luchan por la independencia de España y de
la clase trabajadora. Las condenas en estos casos iban desde los 6 meses
a los 3 años como máximo. Al mes siguiente, el Consejo volvió a emitir
dictámenes sobre los antecedentes morales y conducta político-social (así
lo llamaron ahora) de otros 17 individuos.
El número de represaliados fue en aumento con el tiempo, aunque
igualmente las penas también fueron suavizándose, apareciendo a su vez
un mayor número de mujeres procesadas. Una de las razones que explica
el aumento de represaliados es que muchos simpatizantes de la causa na-
cional, estando en territorio republicano, debieron afiliarse a partidos y
sindicatos de izquierdas. El temor a la quinta columna, junto a la limpieza
ideológica, fueron básicamente los motivos que explican el aumento de

Los 32 individuos condenados por los Jurados de Urgencia en esta fecha fueron:
117

Elias Sáez Sánchez, Zacarias Martínez Romero, Herminio Sánchez García, Francisco
Moratalla Santón, Fernando Rodríguez González, Antonio Escribano García, Julio
Alarcón Pagés, Juan Alarcón Santón, Antonio Ferriz Menor, Aurelio Sánchez Tébar,
Higinio Collado Jiménez, Joaquín Salvador Cebrián, Pedro Blanco López, Juan de la
Cruz Escobar Picazo, Manuel Ruiz Picazo, Manuel Alcañiz Hortelano, Braulio Dona-
te López, Antón Moratalla Santón, Ramón Cano Jiménez, Ángel Romero Martínez,
Eduardo Sánchez Tébar, Manuel Chacón Huerta, Juan Manuel Carrilero Cañabate,
Romualdo Arribas Lozano, Benito Escobar Montoya, Joaquín Chacón Huerta, Juan
Antonio Talavera García, Martin Toboso Cebrián, José María Fernández Ortega,
Crescencio Martínez Alarcón, José Antonio Castillo Fernández e Isaac Donate Pérez.

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encartados de ambos sexos y que comenzase a sospecharse de casi toda
la población civil que, aun siendo afecta a la causa republicana, se mos-
traba crítica. En realidad, los principales responsables de la sublevación
ya habían sido procesados. Así, los Jurados se convirtieron pronto en
un importante recurso de propaganda política en la retaguardia, y por
supuesto que en una peligrosa arma de doble filo.
Por estas fechas también, se llevó a pleno una moción que afectaba
a los funcionarios municipales. Se obligó a que todos los empleados del
Consejo municipal contestasen el formulario de afección al régimen pu-
blicado en La Gaceta de Madrid el 2 de agosto de 1936 y que la Corpo-
ración todavía no había cumplimentado. Deusdedio del Campo, líder
indiscutible de la defensa de la causa republicana en La Roda, argumentó
al respecto que tratándose de un deseo unánime de una obra común y
fructífera en pro de los bienes que administran (…) cree imprescindible
y necesario que todos los funcionarios sean de completa lealtad al poder
legítimo de la República, ya que ellos constituyen la base principal para el
cumplimiento de la misión que a los consejeros les está confiada.
Finalmente, a finales de mayo se nombraba una Comisión de Depu-
ración para investigar y depurar responsabilidades en las actuaciones de
la Comisión de Abastos, de Vinos, y lo que es más sorprendente, del
mismo Comité de Enlace del Frente Popular. Se desconfiaba casi de todo
el mundo, llegando hasta el grado de poner en cuestión la actividad del
propio Deusdedio del Campo por haber participado en 1929 en una sus-
cripción para arreglar algunas imágenes y el órgano de la Iglesia. Una
vez constituida la Comisión de Depuración del Comité de Enlace118 en
el mes de agosto de 1937, las JSU (dependientes del PCE) solicitaron de
manera oficial la depuración de los miembros del Comité de Enlace que
fuesen declarados desafectos. Aparte del contexto de guerra, era incues-
tionable la influencia de los métodos de control dentro de las propias
filas del PCE. Desde finales de 1937, la actividad represora pasó a cen-
trarse en verificar la lealtad del personal militar (tras numerosos casos
Nombramiento de la Comisión depuradora de la actuación Frente popular: por Iz-
118

quierda Republicana, Emilio González García; por CNT, Arturo Pardo Sandoval; por
UGT, Diego Maestro Simarro; por el PCE, Domingo Córdoba Berruga; y por las
Juventudes Socialistas a Salvador Moreno Serrano.

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de traición, sabotaje y deserción), emitiéndose decenas de informes de
conducta sobre militares cuyo rastro puede seguirse en las actas plena-
rias del Consejo municipal.
Hay muchos ejemplos que ilustran sobre el caos, la descoordinación y
la falta de entendimiento que hubo entre los diferentes poderes judicia-
les a nivel local y también con respecto a las instituciones provinciales.
Constantemente hubo críticas desde el Comité de Enlace en cuanto al
funcionamiento de la administración de justicia y la gestión de cárceles,
entre otras. Algunos miembros del Comité, como Francisco Cortijo Fer-
nández, se lamentaron de manera reiterada por la actuación de Jurados
y Tribunales que han intervenido en el castigo de los facciosos, dándose
el caso de que están en la calle un número indeterminado de verdaderos
responsables, mientras que hay otros que, sin serlo en cuantía, permanecen
aún en la cárcel. A veces, se ponía en libertad a presos de La Roda sin
previo aviso, como sucedió con la liberación de un grupo de mujeres
rodenses afiliadas a Acción Popular.119 Volvieron a ser encarceladas hasta
su puesta en libertad en agosto de 1937 gracias a los informes favorables
emitidos por el Comité. También hubo problemas de falsificación docu-
mental, sellando informes de afección al régimen a personas desafectas
y peligrosas. El Comité, después Consejo municipal, persiguió estas irre-
gularidades en las causas y en los juicios notificándolo al gobernador
civil e incluso deteniendo a posibles sospechosos dentro de sus propias
filas. Desde luego que crear un nuevo modelo de justicia de manera sú-
bita y en tiempos de guerra, en absoluto era tarea fácil.
En resumen, la justicia popular se convirtió en el símbolo de que el
Estado republicano respetaba la legalidad y garantizaba los derechos de
todos los ciudadanos, incluso los de aquellos que se habían revelado o
que le eran desafectos. Igualmente sirvió para someter bajo la autoridad
del Estado a las organizaciones políticas y revolucionarias que durante

Estas mujeres de Acción Popular, en su mayoría esposas y hermanas de los cabeci-


119

llas de la sublevación en La Roda, fueron puestas en libertad gracias a los informes


favorables que el Comité emitió: Isabel Ruiz Moreno, Trinidad Escobar Arce, Bienve-
nida García Andrés, Avelina Simarro de los Paños, Natividad Belmonte Fernández,
Matilde Cadenas Rodríguez, Dolores Cadenas Rodríguez, Dolores Ríos Carrasco y
Amparo Escobar.

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las primeras semanas del conflicto habían actuado de forma autónoma
y arbitraria, aunque en su nombre. Sin embargo, como apunta Sánchez
Recio (1994, pp. 585-598), “el Estado, para conseguir estos objetivos,
había tenido que asumir algunos planteamientos de las organizaciones
revolucionarias e, incluso, entregarles el poder político”. En último tér-
mino, la justicia popular fue el instrumento ideal no solo para reprimir y
controlar a la población de la retaguardia, sino también para captarla en
favor de la causa republicana.

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21. BRIGADAS INTERNACIONALES EN LA RODA

En 1936 Albacete se convirtió en la capital internacional de la lucha


contra el fascismo. Existe un consenso generalizado entre la comunidad
de historiadores que sostiene que la guerra civil española no fue sino el
dramático anticipo y el laboratorio de pruebas de lo que vendría a conti-
nuación: la segunda guerra mundial. Mientras Hitler y Mussolini brin-
daban ayuda inmediata a los rebeldes, la República española vio blo-
queada toda ayuda por parte de las potencias democráticas a través de la
farsa de la no intervención. Un grave y escandaloso error del que pronto
se arrepentirían.
El único país que acudió en ayuda del gobierno español fue la Rusia
soviética. Tarde, y con mucha cautela, para no enfadar a las democracias
europeas, Stalin aceptó en envío de armas y alimentos a finales de sep-
tiembre de 1936. Pero lo que verdaderamente marcó la lucha contra el
fascismo en el siglo XX fue el reclutamiento a través de la Internacional
Comunista de miles de voluntarios que se dieron cita en suelo español,
concretamente en la ciudad de Albacete. Más allá de su eficacia en los
frentes, pasaron a la historia por su idealismo y valentía combatiendo al
fascismo en un país extraño. Este fenómeno histórico, único e irrepeti-
ble, fue mitificado por la historiografía marxista y también por la pobla-
ción de izquierdas hasta día de hoy.
La bibliografía existente sobre los Brigadas Internacionales es muy
extensa. Se trata de un objeto de investigación atractivo para el historia-
dor y que sigue despertando pasiones a nivel social. Además, como la
sede se instaló en Albacete, de casi todas las publicaciones se pueden ex-
traer datos interesantes con respecto a La Roda120. También disponemos

Nos hemos limitado al análisis de la obra de Castells Peig (1974) y de Requena Ga-
120

llego (1998).

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de multitud de testimonios de brigadistas contando su experiencia en el
conflicto. De entre los miles de brigadistas que visitaron La Roda, dos de
ellos hablaron explícitamente sobre ella. Nos referimos a las experiencias
e impresiones que el belga Nick Gillain o el inglés John Sommerfield
dejaron por escrito en primera persona en 1939 y 1937 respectivamente.
Ambos relatos son bastante antagónicos, por lo que su estudio aporta
una perspectiva más equilibrada y menos romántica del papel de estos
reclutas en la guerra española.121 Junto a la consulta de otros documen-
tos, el grueso de la información aquí contenida ha sido extraído del fa-
moso Informe Gayman.122
Según dicho informe, el 13 de octubre comenzaron a llegar a Albace-
te los primeros contingentes de voluntarios internacionales. La ciudad,
alejada de los frentes de guerra, fue elegida Centro de Organización de
las Brigadas Internacionales y pronto fue conocida como El Babel de la
Mancha. El primer grupo de brigadistas, compuesto por 700 hombres,
llegó por tren desde Figueras. El segundo grupo, de 800 hombres, llegó
por mar vía Marsella-Alicante. En las villas donde los convoys paraban,
los Comités del Frente Popular organizaron manifestaciones improvisa-
das para su recibimiento, distribuyendo además suministros, comida y
vino. Sin embargo, pronto comenzaron los problemas. Las autoridades
civiles y militares no habían organizado nada para alojar, alimentar e
instruir a los miles de voluntarios que iban llegando a la ciudad. Todo
se hizo en base a la improvisación. La población y las organizaciones
del Frente Popular de Albacete donaron generosamente todo lo que fue
posible para instalar a los voluntarios.
Dada la saturación de brigadistas en Albacete capital, el Estado Mayor
decidió acantonar en las villas colindantes a Albacete a algunos batallo-
nes de instrucción pertenecientes a la primera brigada que se formó: la
XI Brigada, compuesta por 4 batallones, con una media de 600 hom-
bres cada batallón y comandada por el general Kleber. Cada batallón

Se trata de las obras de Gillain (2015) y Sommerfield (2012).


121

El informe del brigadista Vital Gayman, destacado mando en la organización de las


122

Brigadas Internacionales en Albacete, fue escrito en francés a lo largo de los años


de 1936 y 1937. Ya que la traducción es mía, tal vez se perciba cierta variación en la
sintaxis gramatical.

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fue destinado a uno de los pueblos de alrededor de Albacete: Mahora,
Madrigueras, Tarazona de la Mancha y La Roda. A finales de mes ya ha-
bía entre Albacete y pueblos adyacentes unos 3.500 voluntarios aproxi-
madamente.
El primer batallón de alemanes fue destinado a Tarazona, y el segun-
do, a La Roda. Este segundo batallón de La Roda se formó junto a un
destacamento de franco-belgas y españoles llamado Centurie Commune
de París, que ya había luchado en Irún y en Mallorca y había llegado a
Madrid en el mes de septiembre. Se habían formado en el seno del V
Regimiento bajo el mando del camarada Dumont. Llegaron a Albacete
sobre el 25 de octubre y se incorporaron inmediatamente al Segundo
batallón de la XI Brigada instalado en La Roda. Su comandante fue Du-
pré, pero tras sufrir un grave esguince, fue reemplazado en el mando por
Dumont. El contingente total en La Roda sumó unos 2000 efectivos. Este
batallón se incorporó más tarde a la XIV Brigada.
Se estableció un programa de instrucción de 15 días, dedicado a coor-
dinar unidades, secciones, compañías y batallones, es decir, los grupos
de los que se componía una brigada. También se organizaron conferen-
cias para instruir a los mandos políticos y militares sobre la táctica de las
unidades de infantería de armas modernas y sobre las condiciones tácti-
cas particulares de la guerra en España. Desde finales de octubre, la ins-
trucción hizo un rápido progreso tanto en la Roda como en Tarazona de
la Mancha. Se realizaron ejercicios de sección, compañía y batallón, aun-
que todavía no habían recibido armamento del Gobierno español. Solo
disponían de algunos rifles de varios modelos con sus correspondientes
municiones. Pronto se construyeron campos de tiro improvisados en La
Roda y Tarazona, donde los batallones pudieron comenzar a practicar el
tiro con fusiles de guerra. A estos batallones se les proporcionó comida y
equipos de cocina muy rudimentarios. No tenían medios de transporte,
por lo que muchos traslados entre los pueblos de Albacete los tenían que
hacer a pie.
Como la situación en este momento era especialmente grave en Ma-
drid, con las tropas franquistas habiendo tomado la base aérea de Getafe,
el Gobierno de la República solicitó la movilización de la XI Brigada en

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un máximo de 24 horas. Sin embargo, la brigada no estaba ni equipada,
ni armada, apenas supervisada y escasamente instruida. Ningún bata-
llón estaría listo ni con 10 días más de entrenamiento y, además, el tercer
batallón, estaba sin mandos. Dos días después, el 2 de noviembre, los 4
batallones de la XI Brigada abandonaban los pueblos de Albacete direc-
ción al frente de Madrid. Fueron trasladados en camiones a las estacio-
nes de tren de Albacete, La Gineta y La Roda. Los mandos y el servicio
sanitario cubrieron la ruta por carretera.
Según el informe Gayman, esta primera unidad móvil fue dotada por
el gobierno español con 2.000 fusiles. Eran los Remington del ejército
inglés reformados tras la Gran Guerra de 1914-1918. No tenían ni tiran-
tes de suspensión ni bayonetas. Tampoco les dieron ametralladoras ni
granadas. Después de partir, se enviaron 7 ametralladoras y una batería
de cañones antitanque; todo ello para una Brigada de 3 batallones. En
cuanto al vestuario, casi todos los hombres fueron dotados de monos de
trabajo color kaki, excelentes para las cálidas jornadas del mes de agosto,
pero insuficientes para el frío de las sierras del mes de noviembre. Sólo los
hombres de la Commune de París que habían sido alojados en La Roda
fueron dotados de uniforme.
El 9 de noviembre, frente al agotamiento de los internacionales en la
batalla de Madrid, la base de Albacete enviaba nuevos batallones a cubrir
bajas. Para ello se constituyó la XII Brigada. Su 9º batallón, compuesto
por unos 300 italianos, fue acantonado e instruido en La Roda bajo las
órdenes de Guido Picelli. A finales de noviembre este batallón, junto al
resto, salió para el frente de Madrid. El 17 de noviembre, la XII Brigada,
tras su actuación en el Cerro de los Ángeles en cooperación con la XI
Brigada, se trasladó a la Ciudad Universitaria para participar en la gran
batalla de la defensa de Madrid. Guido Picelli murió en enero de 1937
abatido por una ráfaga de ametralladora en el frente de Guadalajara. El
Comité de Enlace realizó un acto conmemorativo en su nombre y envió
telegramas de condolencias al Estado Mayor de la Brigada Internacional,
así como al 9º batallón y a los camaradas destacados en la población de
La Roda.

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También existen documentos que nos hablan de la fiesta que se hizo
con motivo de homenaje y despedida del 9º batallón de italianos. Se trata
de unas facturas de la fonda la Cartagenera y del bar Molina que corrie-
ron a cuenta del Frente Popular. El Comité fue el encargado de gestionar
y suministrar todo lo relacionado con alojamiento, alimentación, ves-
tuario y equipamiento; también era el intermediario en las relaciones
comerciales entre los brigadistas y los productores agrícolas (sobre todo
con la Comisión de Abastos) e industriales. Por lo demás, el resto de la
ayuda y otros recursos provinieron de la solidaridad internacional y de
los diferentes donativos abiertos por las autoridades. El Estado español,
a través del Ministerio de Guerra, pagó los salarios a los voluntarios in-
ternacionales.
La base de movilización de caballería, instalada en el cuartel de la
Guardia Republicana de Albacete, también fue trasladada a La Roda a
mediados de noviembre. El primer escuadrón de caballería que se formó
quedó encuadrado en la XIV Brigada a principios de diciembre, aunque
posteriormente también formó parte de la XV Brigada. Su jefe fue el
capitán Allocca, un italiano que nunca había visto un arma y que ejercía
de sastre en Lyon. Como comisario político actuaba el belga Huart y de
entre los jefes de pelotón podemos destacar a Nick Gillain, que dejó por
escrito algunas de sus impresiones a su paso por La Roda. Su punto de
vista sobre las Brigadas Internacionales y en particular sobre su expe-
riencia en las mismas y en la guerra civil española, en general fue bastan-
te negativo. Sobre La Roda escribió:
Algunos días más tarde, la base de movilización de caballería, fue tras-
ladada a La Roda. Los efectivos en hombres y caballos habían crecido
notablemente y se formó con ellos un escuadrón de cuatro pelotones. En
La Roda, la vida se organizó menos mal (que en Albacete). Se empezó
por montar a caballo; pero en mi primera salida con el pelotón logré des-
enmascarar a una buena docena de gandules que no sabían ni siquiera
lo que era una brida. Lo peor era que ninguno de mis hombres quería
cuidar de su caballo. Y el gran drama cotidiano era la batalla para que se
diese de beber a los caballos y para que se les dedicase aunque sólo fuese
media hora de limpieza. El escuadrón de caballería en formación era
completamente internacional.

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También conservamos un comunicado que el capitán Allocca envió
al Comité de Enlace de La Roda para organizar una fiesta con motivo del
fin de año. La transcribo literalmente:
Queridos camaradas. La caballeria de la Columna Internacional orga-
nisa una fiesta a la ocasion del año nuevo en la idea de distraer los mi-
litares de nuestra columna que se encuentran aqui lejos de sus familias.
Seriamos muy felices, si os hacia gusto que los rapresentates del Frente
Popular viniesen con nosotros. Aqui el programa de la fiesta: desde las
20h hasta 23, canciones coros y juegos por los milicianos de nuestros
escadron y despues una pequeña cena. En la esperansa de poder de viva
voz desiros buenos años recibir camaradas nuestros salud da hermanos.

En vísperas de la Navidad de 1936, el escuadrón de caballería de la


XIV Brigada internacional fue enviado al frente de Andalucía por fe-
rrocarril. Por su parte, el escuadrón de caballería de la XV Brigada, ins-
truido también en La Roda, tuvo un importante papel en el frente de
Madrid, sobre todo en la batalla del Jarama en febrero de 1937. Después
de esta batalla, a finales de mes, la base de caballería fue desarticulada y
lo que quedó de los caballos, vendidos. Las 587 pesetas que se obtuvieron
de la venta de parte de la caballería fueron destinadas a socorrer a las
familias más necesitadas de la localidad.
En La Roda, los lugares destinados al alojamiento de las tropas fueron
fundamentalmente la Casa Parroquial, el corral de Amós Gil (en frente
de la Iglesia) y la Sociedad Obrera. El Estado Mayor de la Columna In-
ternacional fue alojado en la que fuera la casa de Ángel Escobar. Al Tea-
tro Cervantes asistían a los diferentes eventos festivos que se celebraban,
siendo famosa, como hemos visto, la celebración de la Navidad de 1936.
Por otra parte, las caballerías fueron instaladas en la calle Peñicas y en la
calle Charco. Finalmente, tenemos conocimiento de que Intendencia, es
decir, el cuerpo de oficiales y tropa destinado a la organización del abas-
tecimiento, alojamiento y equipamiento estuvo ubicada en un almacén
de cereales en las afueras del pueblo (Alfredo Atienza, 117). En el mes de
febrero de 1937, coincidiendo con el bombardeo aéreo de Albacete, La
Roda también fue bombardeada. No por casualidad, dos de las bombas
cayeron en este almacén de Intendencia sin causar heridos.

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Con respecto a la fabricación de vestimentas y uniformes para las
unidades de las Brigadas Internacionales, se instalaron talleres de costu-
ra en algunos pueblos. Según reflejó Gayman en su informe, una delega-
ción de mujeres del Frente Popular rodense reclamó al comandante de
la Base de Albacete la apertura en La Roda de otro taller de confección.
Las industrias de guerra eran decisivas para el sustento de una parte im-
portante de la población y, al parecer, algunos pueblos de la provincia
fueron más beneficiados que otros en la instalación de algunas de estas
industrias que, a su vez, fueron mantenidas gracias al trabajo femenino.
Así, un buen número de mujeres rodenses solicitaron que en La Roda
también se abriese un taller de costura (como efectivamente se hizo)
para equipar a las tropas.
Como ya hemos visto en otro capítulo, aparte de las Brigadas Inter-
nacionales, también estuvo alojada en el pueblo la 18 Brigada Mixta
junto a su Comandancia. La 18 Brigada Mixta se formó en Albacete en
noviembre de 1936 con cuatro batallones, dos de los cuáles estuvieron
instalados entre La Roda y Santa Marta. Su primer jefe fue Juan Modes-
to Guilloto, teniendo como comisario a Alfonso Grande Santoveña, del
PSOE, y como jefe de Estado mayor, al sargento Ángel Gurrea, recién
ascendido a teniente en campaña. Los jefes de batallón eran los mayores
de milicias Francisco Carro, Américo Brizuela, Vicente López Tabar y
Manuel Plaza. La Brigada recibió su bautismo de fuego en la batalla del
Jarama (Ciempozuelos) y se disolvió al rendirse el frente de Madrid el 28
de marzo de 1939. En el Archivo General Militar de Ávila se encuentra
toda la documentación relativa a esta Brigada.
A la altura de mayo de 1937 todavía tenemos noticias de la existencia
de brigadistas en La Roda. Conservamos correspondencia entre el Con-
sejo Municipal de La Roda y la Comandancia de las Brigadas en Albace-
te en la que se denunció el mal comportamiento de algunos brigadistas
alojados en la localidad. A partir de esta fecha, no hay más testimonios
de la presencia de brigadistas en La Roda. Debido al avance de las tropas
rebeldes hacia el Mediterráneo, Albacete dejó de ser sede de las Brigadas
Internacionales en abril de 1938. En octubre del mismo año, los que que-
daban, abandonaron España.

[255]

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Para finalizar con este capítulo, gracias a los relatos de los brigadistas
Sommerfield y Nick Gillain, integrantes de las XI y XIV Brigadas res-
pectivamente, existen algunas referencias al pueblo de La Roda durante
este periodo. Por ello, no hay mejor manera de ilustrar este capítulo que
insertando en el anexo n.º 8, un interesante texto extraído de las memo-
rias del brigadista inglés John Sommerfield a su paso por la localidad. Su
contenido no desprende el pesimismo y ni la crítica de Nick Gillain, pues
Sommerfield, más bien al contrario, describe su llega a pie a La Roda y
los días que aquí pasó hasta su marcha al frente, desde una delicada óp-
tica romántica y un lenguaje repleto de retoricismos (y también de algún
que otro error en los datos que aporta).

[256]

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22. LA CNT DE LA RODA. UN ANARQUISMO PECULIAR

A modo de introducción, sin extendernos demasiado en el análisis


del origen y desarrollo del anarquismo en España, esta corriente política
ya gozaba de un fuerte arraigo en nuestro país a finales del siglo XIX. Su
versión sindicalista vio la luz en Barcelona a partir de 1910 con la crea-
ción de la Confederación Nacional del Trabajo, más conocida por sus
siglas: CNT. Este nuevo sindicato de corte anarquista se extendió sobre
todo por Cataluña y Andalucía, creciendo su número de afiliados verti-
ginosamente. Aunque ilegalizada durante la dictadura de Primo de Rive-
ra, la CNT se vio reforzada con la creación desde la clandestinidad de la
FAI (Federación Anarquista Ibérica). La FAI, constituida a partir de un
selecto núcleo de intelectuales anarquistas, se encargó básicamente de
instruir y politizar a las masas obreras y prepararlas para la revolución.
Sin embargo, sobre la presencia anarquista en la provincia de Alba-
cete, únicamente podemos apuntar que hubo pequeños grupos que ape-
nas se hicieron notar durante el periodo. Es más, en La Roda no hubo
constancia de la existencia del sindicato anarquista antes de la guerra.
Los partidos y sindicatos que representaron y dieron voz a las demandas
obreras durante el periodo republicano fueron el PSOE y más concre-
tamente UGT y la FNTT. Tras la sublevación militar, ambos sindicatos
socialistas, junto al PCE, fueron los que ocuparon la ausencia de la CNT
en La Roda, impulsando la reforma agraria y potenciando la incautación
de fincas.
El sindicato cenetista gozó de gran presencia en buena parte del terri-
torio español y creció enormemente en el área de influencia republicana.
Durante el contexto de guerra, apareció por primera vez en zonas donde
no había tenido representación alguna, como en La Roda. La fundación
de la CNT local se debió a la intervención de Antonio Alcaraz Asensio

[257]

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y José Escribano Giménez. Ambos fundadores, al no ser personas sig-
nificadas con la derecha política, tuvieron un amplio margen de manio-
bra a la hora de introducir este sindicato en la localidad, con el objetivo
fundamental de proteger al mayor número posible de personas. El 12 de
septiembre de 1936 la CNT aparecía por primera vez representada en el
Comité de Enlace del Frente Popular de La Roda. Hacia el 20 de septiem-
bre, el sindicato ya tenía alrededor de los 350 afiliados, mayoritariamente
de derechas.
Como es evidente, la constitución de la CNT en la localidad tuvo unas
características muy peculiares. Tras la sublevación militar y una vez que
la provincia había quedado en manos del bando republicano, se proce-
dió a perseguir y detener a todos los simpatizantes del movimiento sub-
versivo. La gran mayoría de ellos fueron detenidos o huyeron, aparte de
los que fueron asesinados. Los que quedaron libres, se vieron obligados
a afiliarse a los diferentes partidos y sindicatos de izquierdas para salvar
sus vidas. Tener un carnet de la CNT en estos momentos les garantizaba
seguridad y protección. Afiliarse a partidos existentes con anterioridad
era peligroso porque podrían ser delatados con mayor facilidad. Por esta
razón, la gran mayoría de personas no simpatizantes con la causa repu-
blicana, buscaron refugio en un nuevo grupo: la CNT de reciente crea-
ción.
Aunque en una localidad como la Roda todo el vecindario se cono-
cía, ingresar en un sindicato nuevo era más ventajoso que ingresar en
partidos o sindicatos antiguos donde había un protocolo de control que
les hubiera vetado el ingreso automáticamente. Además, en varios ex-
pedientes de los tribunales franquistas, los encausados afirmaron que la
CNT se fundó en La Roda para atajar y defender a las personas de orden,
enrolando en la misma a todas las personas de derechas con el objetivo de
defender sus intereses y en especial sus vidas.123 En octubre de 1939 inclu-
so Falange de La Roda se refería a la CNT de La Roda como organización
sindical local de tipo fascista.

Aunque hay varias declaraciones coincidentes en este punto, cito a modo de ejemplo
123

la de Antonio Alcaraz Asensio en el procedimiento sumarísimo de urgencia n.º 4356,


(p. 9).

[258]

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Documento de Falange local con referencias a la CNT
como organización sindical de tipo fascista

Como no podía ser de otra manera, la fundación de esta falsa CNT


en La Roda provocó graves enfrentamientos con el mismo Comité de
Enlace del Frente Popular. Los miembros del Comité, ayudados por los
diferentes grupos de milicianos, que habían organizado la persecución
de los sublevados y de sus seguidores, ahora tenían que lidiar con acoger
en su seno a un nutrido grupo de derechistas. El 12 de septiembre se
daba lectura en el pleno del Comité a un oficio enviado por el Comité
Provincial en el que se aprobaba que la central sindical CNT tuviera dos
representantes en dicho Comité. Estos representantes fueron los funda-
dores: Antonio Alcaraz Asensio y José Escribano Giménez. Como vimos
en el capítulo dedicado al Comité de Enlace, automáticamente se produ-
cía la dimisión irrevocable del presidente del Comité, Antonio Gómez
Irimia, que vino a ser sustituido por Deusdedio del Campo Martínez.

[259]

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Esta realidad es un claro ejemplo de todas las disfunciones y parado-
jas que se produjeron en una situación tan extrema como esta. Por las
razones que hemos visto, la impronta revolucionaria de la CNT en ámbi-
to nacional fue inexistente en La Roda. Aquí, la lucha obrera, orquestada
por el sindicato UGT, mucho más moderado que la CNT, nunca fue ni
violenta ni revolucionaria, por lo menos antes del golpe de Estado. La
aparición del sindicato anarquista en tiempos de guerra no alteró la si-
tuación en este sentido, sobre todo, porque se constituyó para proteger a
personas que se opusieron a defender la República.
Fruto de varios factores relacionados con la dinámica bélica, a prin-
cipios de noviembre de 1936 se producía un hito en la historia del anar-
quismo: la entrada de cuatro ministros de la CNT en el gobierno de Largo
Caballero. Lo más anecdótico es que en La Roda, con sus correspondien-
tes fricciones y anomalías, el sindicato ya formaba parte del gobierno del
Frente Popular desde el mes de septiembre.
A raíz de la entrada de la CNT en el gobierno republicano, inmedia-
tamente en La Roda se constituyó también el grupo Mirando al Futuro,
dependiente de la FAI, representado por José Antonio Moreno Marqués
y Felipe Pérez Brihuega. Así mismo, se crearon las Juventudes Liberta-
rias, con Emilio Moreno Marqués y Pablo Rubio Moreno a la cabeza,
cuyo domicilio social fue la antigua casa de Lucinio Collado. A la CNT
se le otorgó como sede la casa que fuera de Miguel Mas.

Constitución en La Roda del grupo anarquista Mirando al futuro

[260]

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A continuación, se constituyó también el Sindicato Único de Oficios
Varios CNT-AIT. Como vimos en el capítulo sobre colectivizaciones, su
sección de obreros campesinos quiso tener representación en la Junta
Administrativa de Fincas Incautadas, siendo únicamente admitida la
propuesta de la sección de molineros de la CNT para que la fábrica de
harinas de Santa Marta fuese cedida y administrada conjuntamente por
UGT y CNT.
Que la CNT acogiera en su seno a personas de derechas, siempre fue
un secreto a voces. Suponemos que se hizo la vista gorda porque cuando
se constituyó el sindicato, allá por el mes de septiembre, la violencia re-
volucionaria había bajado en intensidad y los sublevados más significa-
dos ya habían sido represaliados. Los pocos sospechosos de desafección
al régimen republicano que en estos momentos quedaban en libertad
se habían afiliado a la CNT. Fue a partir de 1937 cuando se inició una
nueva actividad represiva para el control de los individuos potencial-
mente desafectos orquestada por los Tribunales Populares y los Jurados
de Urgencia.
Comenzaba de esta manera una purga en la CNT y según vemos en
algunos documentos, también en UGT, deducimos que fruto de la fu-
sión de ambas sindicales. En efecto, a finales de enero de 1937, Izquierda
Republicana requería que las sindicales CNT y UGT fuesen investigadas
porque en ellas había individuos que poseen fincas y negocios con obreros
permanentemente a su cargo. También era vox populi, y esto está amplia-
mente documentado incluso en Cataluña, que muchos propietarios de
pequeños negocios y fincas colectivizadas siguieron ejerciendo funcio-
nes de control y técnicas en las mismas. La gran mayoría de la población
obrera era analfabeta y a falta de cuadros técnicos, los antiguos propie-
tarios o los hijos de estos, mantuvieron sus puestos en la gestión de sus
antiguas empresas. Por su parte, las JSU denunciaron que el grupo de
Juventudes Libertarias no era legal porque había un importante desfase
en su número de afiliados y porque muchos de los inscritos habían esta-
do en la cárcel por ser de derechas.
A pesar de la persecución a miembros de CNT y UGT, o del com-
ponente conservador de los grupos anarquistas de la localidad, el 24 de

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marzo de 1937 se procedió a la constitución de un nuevo Ayuntamien-
to, siendo elegidos por la CNT: Arturo Pardo Sandoval (vicepresidente),
Vicente Grande Aroca (2º vicepresidente), Juan García Berruga y Julián
Parra Martínez. En representación de la FAI fue elegido Felipe Pérez
Brihuega. Estos nuevos grupos, que no habían existido antes de la su-
blevación militar en La Roda, ahora formaban parte del nuevo Consejo
municipal. Sus ediles se quejaron de su escasa representación en la nueva
institución, en contra de los tradicionales partidos políticos y sindica-
les que, obviamente, estuvieron mejor representados. Además, iniciaron
una política de bloqueo a las tareas de gobierno debido en buena parte a
su pérdida de influencia frente a las organizaciones de tipo marxista. Sin
embargo, se trataba de un partido fascista, como fue denominado por la
Falange local, que hubo de tener cabida en el Consejo. En noviembre de
1937, la FAI de Albacete emitía un comunicado al Consejo municipal de
La Roda desautorizando la representación de la FAI en dicho Consejo
porque no la reconocían, pasando a dar cuenta de ello al Gobierno Civil.
Aparte de los ediles anarquistas mencionados, cabe añadir a otros
simpatizantes y afiliados a CNT como: José Carrilero Sotos y Juan Ortiz
Saiz (ambos guardias civiles), Emilio Escobar Sandoval, Ángel Cuartero
Pinar, Pedro José Cabañero Alarcón, Antonio de la Peña, Félix Mendie-
ta Palacios, Francisco Martínez Carretero, Juan Miguel García Berruga,
José Raga Ballesteros, Pedro Escudero López, Vicente Ávila Palacio o
Leopoldo Escribano Quintanilla. Muchos de ellos fueron expulsados de
la CNT por ser elementos desafectos y otros, detenidos y juzgados por
los Tribunales de Urgencia.
La otra cara de la moneda estuvo representada por la labor que los
fundadores de la CNT y otros individuos como Restituto Gaitano Gar-
cía llevaron a cabo jugándose sus propias vidas, para sacar de la cárcel y
proteger a muchos desafectos a la causa republicana. Antonio Alcaraz,
fundador de la CNT y secretario de la misma desde 1938, siendo tam-
bién concejal y vocal en el Comité de Enlace, junto a José Escribano Gi-
ménez, proporcionaron documentación falsa, avales y salvoconductos a
cientos de personas de derechas y a sus familias. Gracias a su actuación,
protegieron y sacaron a muchas otras de la cárcel, poniéndolas en liber-

[262]

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tad. Por su parte, Antonio
Alcaraz, tuvo escondido en
su casa al jefe local de Fa-
lange de Lorquí (Murcia),
y al párroco de La Roda,
Victoriano Castillo, salván-
dolos probablemente de
una muerte segura, a la vez
que poniendo en peligro su
propia vida.
Antonio Alcaraz y José
Escribano fueron procesa-
dos y posteriormente lle-
vados a prisión en octubre
de 1939. En los expedientes
militares de ambos se con-
servan no sólo sus declara-
Antonio Alcaraz Asensio
ciones, sino las de decenas
de testigos de derechas, muchos de ellos líderes de la sublevación que
escaparon a la represión, y que avalaron su actuación desde la CNT. A
pesar de ello, el Consejo de guerra de mayo de 1941 les impuso el delito
de adhesión a la rebelión condenándolos a la pena de 14 años, 8 meses y
1 día de reclusión menor. En septiembre de 1942 el delito se suavizó a la
categoría de auxilio a la rebelión, rebajando la pena a 12 años de prisión
mayor. En febrero de 1943 les concedieron los beneficios de la libertad
condicional. Acabada la II Guerra Mundial, y habiendo perdido sus so-
cios europeos, en octubre de 1945 Franco introdujo la posibilidad del
indulto, siendo solicitado por cientos de miles de presos de las cárceles
españolas. Antonio Alcaraz y José Escribano recibieron el indulto total
en abril de 1946.
El caso de Restituto Gaitano García fue similar aunque, como estuvie-
ra afiliado a Izquierda Republicana, sus precedentes políticos le perjudi-
caron en el consejo de guerra. No obstante, desde el inicio de la guerra
también protegió y salvó a muchos de los derechistas perseguidos hasta

[263]

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que finalmente, a principios de 1937 se afilió a la CNT donde continuó
interviniendo en favor de los mismos.124 Como le fue impuesta la pena
de muerte, casi un total de 200 individuos de derechas a los que protegió,
firmaron para avalarlo como afecto a la causa nacional. La pena le fue
conmutada a 30 años de reclusión mayor. En mayo de 1946 también se le
concedió el indulto total.

Ya nos hemos referido en el capítulo 14 a una de las intervenciones de Restituto


124

Gaitano durante los primeros días del alzamiento ayudando concretamente, pues la
casuística es muy amplia, a uno de los sublevados que había sido herido, Agapito
Sahuquillo.

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23. VIDA Y GOBIERNO LOCALES DE 1937 A 1939

A partir del análisis de la documentación que generó el ahora llamado


Consejo local, en este capítulo analizaremos determinados aspectos de
la vida en el pueblo de La Roda desde marzo de 1937 hasta el final de la
guerra. Tras el hundimiento del aparato estatal local, ya vimos cómo el
Comité subordinó al Ayuntamiento, concentrando todos los poderes y
haciéndose cargo, desde el 25 de julio de 1936, del gobierno y de todos los
aspectos de la vida en el municipio. El Ayuntamiento siguió funcionan-
do en un segundo plano, representando de manera simbólica las insti-
tuciones republicanas, pero sin poder efectivo. No obstante la limitación
de sus funciones, el Consistorio asumió otras nuevas relacionadas con el
contexto de guerra como la gestión de edificios de acuartelamiento o la
intervención en el proceso de expropiación de fincas a través de la Junta
Calificadora Municipal.
Antes de referirnos a la reorganización del poder municipal de marzo
de 1937, haremos un inciso para analizar grosso modo lo que debió ser
el sentir general de la población durante este periodo. La excepcionali-
dad de la guerra hizo que la vida local se viese completamente alterada.
La mayor parte de los vecinos de la localidad, analfabetos, sin exagerar
hambrientos, y en buena medida apolíticos, debieron observar aterra-
dos e incrédulos todos los cambios que se fueron produciendo. Desde
la persecución y asesinato de los principales líderes de la sublevación
(con sus propiedades incautadas y sus negocios colectivizados) hasta la
llegada de cientos de combatientes de diferentes países, con sus corres-
pondientes problemas de comunicación. Una población poco instruida
pero profundamente católica también hubo que ver con horror cómo se
producía la persecución y matanza de miembros del clero y la destruc-
ción y profanación de los espacios de culto. Por si fuera poco, a todo esto

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debemos añadir los graves problemas de abastecimiento que comenza-
ron a afectar a la población a partir de 1937. Por otra parte, también se
asentaron en el municipio dos batallones de la 18 Brigada Mixta lo que,
junto a los brigadistas y los cientos de heridos de los frentes y de evacua-
dos (de Andalucía, Extremadura y Madrid) que llegaban a la localidad,
debió constituir un panorama abrumadoramente inaudito. Un escenario
de película si no perdemos de vista que nos encontramos en 1937 en una
pequeña población de cerca los 11.000 habitantes del interior de la me-
seta castellano-manchega.
Si alguno de nosotros hubiera vivido durante este periodo, probable-
mente el punto culminante de este cúmulo de sucesos hubiera sido, sin
lugar a duda, el bombardeo aéreo del municipio. Fruto de los ataques
constantes que recibía la ciudad de Albacete, sabemos que ya en el mes
de noviembre de 1936, se había instalado un puesto de guardia perma-
nente en La Roda para marcar el paso y dirección de aviones enemigos.
Poco después, durante la gélida noche del 19 de febrero de 1937 se pro-
ducía en La Roda un inesperado ataque aéreo.
Esa noche, varios bombarderos de la Legión Cóndor alemana, pro-
cedentes del aeródromo de Tablada (Sevilla), arrasaron desde el aire la
ciudad de Albacete junto a varios municipios de la provincia, entre ellos:
Pozuelo, Balazote, Barrax, La Roda y La Gineta. Albacete, alejado de los
frentes de guerra, era un importante enclave de la retaguardia republi-
cana sobre todo por ser sede de las Brigadas Internacionales. La ciudad
fue bombardeada intermitentemente desde las 20.40 de la tarde hasta la
1.20 de la madrugada causando casi un centenar de víctimas. El ataque a
la capital, previo al de Guernica, fue el más destructivo de todos los que
se recordaran hasta la fecha.125 En La Roda, aunque algunos testimonios
hablaron de un intenso bombardeo, sabemos que al menos cuatro bom-
bas cayeron en los siguientes lugares: una en el Parque central, otra en
las afueras del pueblo dirección Villalgordo del Júcar y otras dos en el
almacén de Intendencia de las Brigadas Internacionales. Dadas las altas

Datos inéditos del trabajo de investigación de Antonio Selva Iniesta titulado El te-
125

rror sobre la población civil. Los bombardeos de Albacete. Véase también Selva Iniesta
(2006).

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horas de la madrugada en que
se produjo el ataque, en La
Roda, a diferencia de Albacete
u otros pueblos, no se registró
ninguna víctima mortal. Sin
embargo, varias personas126
fueron detenidas y juzgadas
por el Jurado de Urgencia de
Albacete por lanzar gritos del
tipo: ¡duro con ellos a ver si
asoláis el pueblo! Inmediata-
mente se decidió suspender el
alumbrado público nocturno
e iniciar la construcción de
refugios subterráneos.127 Du-
rante un tiempo indetermina-
do, buena parte de la pobla-
ción local, temerosa de sufrir
Colección de carteles Estudio fotográfico Paco Paya
más bombardeos, y a falta de
refugios seguros, al atardecer abandonaban el pueblo para pasar la noche
en las afueras del mismo.
Continuando con la reorganización del gobierno y poderes locales, en
enero de 1937 el Ministerio de Gobernación publicaba un decreto ins-
tando a la disolución de Ayuntamientos y Comités y a la constitución de
Consejos municipales. El 24 de marzo de 1937 el nuevo Consistorio se
formaba con los distintos representantes del Comité revolucionario. Los
consejeros de nuevo nombramiento fueron, por UGT: Francisco Cortijo
Fernández, Diego Maestro Simarro, Julián González Moreno y Deus-

126
Los condenados fueron María Fajardo Fernández, Rosendo Rodríguez Rosendo, Pe-
dro Montejano Villodre, Diego Martínez López y Santiago Castillo Cerezo.
127
Sobre la construcción de refugios subterráneos, en los LAPAR se habla de la nece-
sidad de construirlos desde enero de 1937, es decir, antes incluso del bombardeo de
La Roda. La petición se repitió con insistencia durante todo el periodo. A la altura
de finales de 1938 todavía no se habían construido, no habiendo más referencias al
respecto.

[267]

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dedio del Campo Martínez. Por el PSOE: Juan José Medrano y Antonio
Gómez Irimia. Por IR: Emilio González García y Diego Sánchez Lozano.
Por el PCE: Domingo Córdoba Berruga y Gabriel Sánchez López. Por la
CNT: Vicente Grande Aroca, Juan García Berruga, Julián Parra Martí-
nez y Arturo Pardo Sandoval. Por UR: Juan Miguel Onsurbe Fraile. Por
las JSU: Juan Manuel Aroca Toboso y Guillermo Talavera Sáez. Por la
FAI: Felipe Pérez Brihuega. Tras pronunciar varios discursos, el presi-
dente electo, Antonio Gómez Irimia, clausuraba la sesión ofreciéndose al
pueblo de La Roda, y poniendo a contribución todas sus energías en bien
de la prosperidad local y del triunfo y victoria del proletariado en la lucha
a que nuestra Patria se halla sometida.
Ahora sí que podemos dar por finalizada la duplicidad de poderes,
siendo absorbido el Ayuntamiento en su totalidad por los miembros del
Comité. El Consejo municipal (así se llamó a partir de entonces) forma-
do por representantes de los distintos partidos y sindicatos del Frente
Popular, asumió todos los poderes y funciones propias de una institu-
ción local de estas características, aunque estuvo controlado por el go-
bierno central a través del gobernador civil. Como ya hemos visto en
el capítulo sobre la CNT, las agrupaciones anarquistas de la localidad
ejercieron un asedio permanente con respecto a la formación y posterior
funcionamiento del nuevo Consejo. Al mismo tiempo, fruto del aumen-
to de la influencia comunista durante la guerra, el bloqueo institucional
se fue agudizando.
A raíz de las circunstancias excepcionales del momento, la actividad
desarrollada por el equipo de gobierno fue intensa y compleja. Junto a las
tareas que tradicionalmente venían desempeñando los ediles municipa-
les desde los Ayuntamientos, ahora debemos añadir los problemas deri-
vados de la propia guerra.128 Como analizar en profundidad la gestión de
todas las áreas de gobierno durante este periodo supondría la realización
de otro trabajo de investigación, nos centraremos en su estudio genera-
lizado. Dicho estudio abarca el arco temporal de vida del Consejo mu-
nicipal, que se prolongó desde marzo de 1937 hasta el final de la guerra.

Para una visión más completa sobre la creación y funcionamiento de los Consejos
128

municipales consúltese a Quirosa-Cheyrouze y Muñoz (2004, pp. 115-126).

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Aparte del análisis evolutivo del componente político y de gobierno del
nuevo Consejo, estudiaremos también aspectos relacionados con la ela-
boración de informes de conducta, reclutamientos, educación, asistencia
socio-sanitaria, recaudación de impuestos, abastecimientos, etc.
Con respecto a la redacción de informes de conducta, ya hemos visto
en otros capítulos cómo el Consejo, con el objetivo de legalizar las incau-
taciones realizadas, tuvo el cometido de gestionar este tipo de informes.
Pero en lugar de proceder a la calificación de las fincas incautadas, el
Consejo se quedó a medio camino, realizando una intensa y pormenori-
zada labor represiva que, a pesar de no responder a su objetivo original,
fue de gran utilidad en los Tribunales Populares y Jurados de Urgencia.
La confección de estos informes se convirtió en una constante durante
todo el periodo hasta el fin de la guerra, quedando así reflejado en las
actas plenarias.
Aparte de la persecución de la disidencia en la retaguardia, igual-
mente se procedió a la depuración de todo el personal funcionario del
Consistorio y de los juzgados municipales, y también de otro tipo de
organismos privados, como la Sociedad Obrera La Caridad. El punto
culminante de esta actividad represora fue la depuración de responsabi-
lidades del Comité de Enlace del Frente Popular a instancias del grupo
juvenil comunista, las JSU. Es interesante observar cómo este proceso se
desarrolló en el marco del debate que se estableció en la zona republica-
na entre los diferentes partidos frentepopulistas respecto a dar prioridad
a la guerra o a la revolución.
La polémica estallaba en agosto de 1937 entre los distintos consejeros
sobre todo entre los representantes comunistas y los anarquistas de la
CNT-FAI. Según la propuesta de las JSU, se considera un peligro para la
República que existan en los partidos, emboscados y desafectos al Gobierno
constituido. Desde la CNT se reconoció que al principio de la guerra se
actuó con ciertos apasionamientos, hablándose también de la satisfacción
de venganzas personales pero que, ante todo, la máxima autoridad esta-
ba representada por los partidos del Frente Popular. La representación
comunista respondió que la autoridad superior correspondía al gober-
nador y, por tanto, según sus instrucciones, deberían eliminarse a los

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desafectos, añadiendo que además el Comité obró desastrosamente y de
una forma caprichosa. Finalmente, fruto del aumento de la influencia
del PCE en el gobierno republicano, el presidente del Consejo municipal
acabó reconociendo que la autoridad suprema era la del gobernador, ac-
cediendo a realizar la depuración en las filas de los partidos del Comité
revolucionario. Esto se hizo aun sabiendo que buena parte de las respon-
sabilidades podrían recaer en el mismo seno del Consejo, compuesto en
su mayoría por antiguos miembros del Comité. En noviembre de 1937
se obligaba a que todas las organizaciones políticas, sindicales, benéficas
y los particulares que hubiesen incautado fincas urbanas, las pusieran
a disposición del Estado, entregando la documentación que poseyeran,
junto a la rendición de cuentas y su entrega al Tesoro público.
Otro de los grandes problemas con que se encontró el Consejo local
fue la permanente llamada a filas para la incorporación al Ejército Po-
pular. Estas movilizaciones afectaron a toda la población masculina de
La Roda (con intervalos de edad de entre los 18 a los 45 años), incluidos
los consejeros municipales y todo el personal funcionario y de servicios.
Como resultado de esta situación, los plenos se suspendieron en mul-
titud de ocasiones lo que, junto a los constantes puestos a cubrir, hizo
que la institución se viera con frecuencia bloqueada y/o paralizada en su
devenir. A su vez, debido a la sobrecarga laboral, muchos de los conse-
jeros y trabajadores interpusieron innumerables quejas y peticiones de
aumentos salariales. Para afrontar estas y otras deficiencias, el Consejo
local tomó la decisión sin precedentes de contratar a los ciudadanos in-
válidos y mutilados domiciliados en la localidad.
Era tal la falta de personal masculino, que en junio de 1938 entró a
formar parte del Consejo municipal, Josefa Fraile Serrano, la primera
mujer consejera en el Ayuntamiento de La Roda. No obstante, se espe-
cificó en el registro que se trataba de un caso de urgencia. Esto pone en
relieve que ni las fuerzas progresistas y revolucionarias de izquierdas
de los años 30, ni tan siquiera en mitad de una guerra, considerasen la
importante función pública que las mujeres podían desempeñar y que,
efectivamente, desempeñaron. Los derechos civiles que estas consiguie-
ron se pusieron de manifiesto en momentos puntuales como este. Pero

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que se tratase de una solución de urgencia, reflejaba que todavía quedaba
un amplio camino por recorrer en cuanto a la equiparación de géneros,
al menos en lo público. Este camino se vio drásticamente cortado desde
el principio de la guerra en el territorio sublevado generalizándose du-
rante el régimen franquista.
Como vemos, la composición del Consejo local se encontraba en
permanente cambio, con consejeros que entraban y salían constante y
aleatoriamente. A principios de octubre de 1938 tomaron posesión de su
cargo los siguientes ediles: por IR, Emilio González García, y por la sin-
dical CNT: Pedro José Cabañero Alarcón, Antonio de la Peña y Miranda,
Antonio Alcaraz Asensio y Félix Mendieta Palacios. Antonio de la Peña
se lamentó de que las juventudes republicanas y libertarias no estuvieran
representadas en el Consejo, puesto que al igual que las JSU, luchan y
mueren en los frentes de batalla.
A finales del mes de octubre, para normalizar y legalizar la situación,
se optó por la reorganización formal de la Corporación, quedando con-
figurado de la siguiente manera: como presidente, Diego Maestro Sima-
rro (UGT); 2º vicepresidente, Félix Mendieta Palacios (CNT); 3º vice-
presidente, Antonio Simarro Lara (UGT); 4º vicepresidente, José María
Gómez Pérez (UR); primer síndico, Antonio Gómez Irimia (PSOE); y
segundo síndico, Antonio Alcaraz Asensio (CNT). La novedad en esta
reestructuración fue, aparte del escaso número de consejeros, el relevo
del presidente Antonio Gómez Irimia, por el socialista moderado Diego
Maestro Simarro. Esta fue la composición básica y definitiva del Consis-
torio local hasta el fin de la guerra.
Continuando con la actividad que el Consejo desarrolló durante este
periodo, uno de los asuntos prioritarios y de extrema gravedad estuvo
relacionado con el abastecimiento de productos alimentarios. En tiem-
pos de paz, la producción y distribución de alimentos se centró en pro-
veer de los mismos a los habitantes de la localidad; en tiempos de guerra,
se debía atender, junto a la población local, a milicianos y militares espa-
ñoles e internacionales, y también a los evacuados, todos ellos instalados
en el municipio. Aparte, se enviaron con frecuencia grandes cantidades
de víveres a poblaciones más grandes y por supuesto, a los frentes. Esto

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significó que en un momento de descenso de la mano de obra y, por tan-
to, de la actividad productiva y de parálisis de las vías comerciales, en de-
finitiva, de mayor escasez, se debía atender a una población en aumento.
El Consejo local, a través fundamentalmente de la Comisión de Abas-
tos, se encargó de regular los conflictos generados con respecto al abas-
tecimiento de víveres en coordinación con otras organizaciones locales
y estatales. A nivel local intervinieron en esta ingente tarea las diferentes
colectividades y cooperativas que gestionaban el trabajo agrícola e in-
dustrial, el Comité Agrícola, los gremios de carniceros, cabreros y pa-
naderos, el Pósito municipal o el Sindicato de alimentación. Por encima
del ámbito local se estuvo en contacto permanente con el Gobierno Civil
y con la Jefatura del Servicio Agronómico de Albacete. Los problemas
derivados de la gestión del abastecimiento local fueron una fuente per-
manente de abusos e irregularidades llevando a los componentes de la
Comisión de Abastos al enfrentamiento y a la dimisión constante de téc-
nicos y consejeros.
Una de las consecuencias directas derivadas de la guerra en materia
de abastecimiento fue la escasez de productos de primera necesidad y la
consiguiente subida de precios sobre todo de los productos más elemen-
tales: las harinas para la producción de pan, las carnes, la leche y la uva
para la obtención de vino. Con el tiempo, comenzaron a subir también
de manera desorbitada los precios de productos de higiene personal,
vestido y calzado. De esta manera, se tomaron medidas de carácter ex-
cepcional como la introducción de cartillas de racionamiento, un rígido
control de tasas, arbitrios, impuestos y precios públicos, la persecución
de la acaparación, la especulación, el fraude y el mercado negro, la im-
posición de rendimientos mínimos en la producción, la prohibición de
venta de productos básicos fuera de la localidad, etc. Con respecto a esta
última medida, a pesar de la escasez y de las quejas, se realizaron incau-
taciones periódicas incluso suscripciones voluntarias, de trigo y otros
productos, para las necesidades de guerra y para abastecer zonas críticas
como la ciudad de Madrid.
La precariedad y la pobreza también conllevaron la acaparación de
moneda fraccionaria y la falta de solvencia para garantizar los pagos.

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Aunque el uso del dinero no desapareció, la moneda era tan escasa y
estaba tan devaluada que tuvieron que recurrir a soluciones de emer-
gencia. Tras amplios debates en el Consistorio sobre la conveniencia de
emitir papel moneda, finalmente se introdujeron los famosos vales. El
número de vales emitidos fue el siguiente: mil de 1 peseta, dos mil de 50
céntimos y cuatro mil vales de 25 céntimos. Desconocemos si las colec-
tividades rodenses también los emitieron, pues nos consta que muchas
otras lo hicieron. Junto a estas formas de intercambio, la economía del
trueque, la primera inventada por el hombre, siguió funcionando e in-
cluso su uso se intensificó en estos momentos.

Fuente: Vico Belmonte, A.P., Sistema monetario de la II República durante


la guerra civil y su sustitución por el papel moneda en la provincia de Albacete.

El Consejo municipal gestionó así mismo la distribución de pastos y,


lo que es más importante, la recolección de cereales. Para ello, durante
los veranos de 1937 y 1938 se crearon unas brigadas de choque para la
recogida del cereal. Ya vimos en el capítulo sobre colectivizaciones cómo
la falta de mano de obra masculina había incidido negativamente en las
faenas agrícolas. De esta manera, toda la población de La Roda, junto a
los evacuados, fue requerida para el trabajo en el campo sin distinción
de sexos. Para estas y otras faenas agrícolas, se hizo un llamamiento a
hombres por encima de los 17 años y por debajo de los 45, y a las mujeres
cuyas condiciones físicas lo permitiesen. Los que no pudieron justificar

[273]

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su participación en la siega y recogida, fueron sancionados con la reti-
rada de la cartilla de racionamiento. Junto a ello, también se obligaba
a todos los ciudadanos a aportar todo el material agrícola que no fuese
indispensable como: picos, palas, azadones, espuertas, etc.
Con respecto a la ganadería, se impuso la intensificación de la pro-
ducción en general, sobre todo de huevos, conejos y cerdos. Con este
propósito se creaba de manera específica una granja en la colectivizada
Huerta de Pío. Se obligó a declarar incubadoras y todo el material avícola
para el aumento de la producción aviar. También se procedió a realizar
registros domiciliarios para buscar animales domésticos en corrales, ga-
llineros, conejeras y cuadras. A modo anecdótico, aunque muy ilustrati-
vo del momento que se vivía, se aconsejaba que los tales registros no de-
ben realizarse ni en baúles ni en armarios. Se llegaron a requisar incluso
piezas de caza, realizándose para tal fin, ojeos en el término municipal
de La Roda. Sin embargo, el mantenimiento de animales más robustos,
como cerdos y caballos, se hacía difícil debido a la falta de piensos y fo-
rrajes. En los libros de plenos se especifica cómo el alimento animal tuvo
un destino más prioritario: el de mitigar el hambre que sufría la pobla-
ción local. Por si fuera poco, a finales de 1938 se tomaban medidas para
controlar un foco de viruela ovina en la Dehesica.
En cuanto a asuntos de asistencia socio-sanitaria, dos fueron los te-
mas recurrentes a lo largo de estos años: la gestión del asilo-hospital y
la atención a evacuados. Ya vimos en el capítulo sobre persecución re-
ligiosa cómo se secularizó y municipalizó el asilo de las hermanas sa-
lesianas, ubicado en la calle del Cristo, velando el Consistorio por este
durante todo el periodo. Así mismo se prohibió la obtención de recursos
a través de la práctica de la limosna. Sin embargo, el equipamiento y
las instalaciones del asilo eran tan deficientes que se solicitó la reforma
y ampliación del mismo, aparte del aumento de recursos materiales y
humanos. Muchos de los asilados eran enfermos y heridos evacuados de
otros puntos del territorio republicano. Después de un brote de tubercu-
losis, muchos de los asilados fueron trasladados al Hospital Provincial.
A continuación, reproduzco un extracto de la moción presentada en el
Consistorio por el asilo-hospital en septiembre de 1938:

[274]

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[…] la propia condición de amplio humanismo que el pueblo de La Roda
posee a aquellos casos de ancianidad desamparada, enfermos sin asis-
tencia y crónicos sin recursos, aumentando ahora y con motivo de la
evacuación igual asistencia a aquellos seres que han tenido que abando-
nar su hogar, ocupado o asediado por las hordas fascistas. Pues no cono-
ciendo esto y sabiendo por el volumen cada vez mayor de residentes en
esta villa, la escasez de víveres y la relativa depauperación fisiológica que
la situación presente produce es nuestro deber prevenir contingencias
que ya asoman y se dejan sentir. […] Propuestas: 1. Que sea aceptado el
ofrecimiento del Consejo de Administración de fincas rústicas incauta-
das en cuanto se refiere a la finca Los Prietos a 6 km de esta villa e insta-
lación en esta finca de algunos asilados 2. Estructuración de servicios en
el inmueble actual de la calle del Cristo […]

Junto a la apertura de un Centro de recogida de transeúntes antes de


la guerra, ahora se abría con carácter de urgencia un Centro de Socorro
municipal, en la antigua casa de José Escobar Muñoz. Su gestión pasó a
depender del puesto de Cruz Roja, a pesar de los problemas que en ma-
teria de subvenciones generó al tratarse esta última, de una entidad no
gubernamental. También se instaló en La Roda un servicio del Socorro
Rojo Internacional (SRI) dependiente del PCE, en la antigua casa de Au-
relio Giménez Izquierdo, emprendiendo una intensa labor de atención
sanitaria junto a la realización de multitud de actividades y conferencias
durante toda la guerra. El Teatro Cervantes se convirtió durante este pe-
riodo en la institución estrella en la que se realizaron todo tipo de charlas
y actos políticos, conmemorativos, benéficos, etc.
La Roda, al permanecer en zona de retaguardia durante toda la gue-
rra, se vio en la obligación de acoger a un gran número de desplazados
desde los frentes y desde los territorios conquistados por las tropas fran-
quistas. Junto a la recepción de cientos de brigadistas internacionales, la
localidad también debía dar respuesta a la llegada de decenas de evacua-
dos que huían de la represión y del terror, de manera forzosa o volun-
taria. Aunque no tenemos cifras exactas, su número podría acercarse al
centenar de personas acogidas en la localidad. La mayor parte de los eva-
cuados fueron miembros de familias enteras compuestas por mujeres,
ancianos y niños procedentes en su mayoría de Madrid y de pueblos de

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alrededor, de Extremadura (Badajoz) y de Andalucía (Córdoba, Sevilla
y Almería). Los primeros en llegar lo hicieron a finales de septiembre de
1936, en condiciones lamentables: hambrientos, exhaustos, enfermos la
mayoría y algunos heridos. Al principio fueron alojados en un refugio
para evacuados que se habilitó para tal finalidad pero, debido que pron-
to se quedó pequeño, pasaron a ser albergados en casas de particulares,
excepto los enfermos y heridos más graves, que fueron ingresados en las
diferentes instituciones sanitarias y de beneficencia repartidas por la lo-
calidad. El refugio era gestionado por el SRI y también por el Consistorio
a través de la creación de un Comité de refugiados.
La constante atención que la población evacuada recibió por parte
del Consejo local y de las distintas agrupaciones benéficas, pronto des-
pertó recelos en la población local. Muchos nativos de La Roda, dada la
tremenda escasez de medios para vivir, comenzaron a reclamar atención
prioritaria frente a los que venían de fuera. Para concienciar a la pobla-
ción local de la necesidad de proteger a estas personas, las autoridades
organizaron charlas como la que se realizó en el Teatro Cervantes:
[...] deber de prestar ayuda a los compañeros refugiados que han teni-
do que abandonar sus hogares huyendo de la criminal metralla fascista,
creía un deber imperioso de todos los camaradas antifascistas, desde el
más alto al más bajo, recoger esa llamada y aportar ayuda a esos refugia-
dos, así como a los que luchan por la causa y a los heridos en campaña
[...]

Dado el ambiente de crítica social con respecto a los refugiados, el 3


de agosto de 1938 el Consejo local recibía una Orden por la que se exigía
que bajo ningún pretexto ni escusa puedan dejar de admitir a los refugia-
dos ni evacuados que lleguen procedentes de la Delegación Provincial de
Evacuación. La población evacuada tuvo que sufrir estas y otras miserias
relacionadas con el hambre y la enfermedad, siendo estas tan acuciantes
que muchos fallecieron en la localidad, debiendo ser enterrados en el
Cementerio municipal. Las actas de los plenos están repletas de entradas
denunciando la falta de espacio en el mismo y solicitando con insistencia
la construcción de nuevos nichos.

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Otras acciones de tipo benéfico que se realizaron en La Roda a tra-
vés del Consejo municipal en coordinación con otros organismos fue
el envío de víveres y cantidades en metálico a otros Comités de ayuda
a evacuados y para necesidades de guerra en general. Se abrieron para
ello suscripciones voluntarias, se vendieron sellos de asistencia social, se
aceptaron toda clase de donativos y se realizaron actos benéficos para re-
caudar fondos. Todos los recursos obtenidos se enviaron a beneficencia,
a los evacuados de Málaga y Almería, a Madrid, al Comité de ayuda a
Euskaki, a Hospitales de sangre, colonias infantiles y a todo tipo de obras
de asistencia social.
Para concluir este punto, no podemos olvidarnos del grave proble-
ma que supuso el aumento de niños huérfanos. El modelo demográfi-
co en los años 30 estaba más cerca de los sistemas antiguos que de los
modernos, con unos índices de natalidad muy superiores a los actuales.
El resultado fue que la mayoría de las familias evacuadas huían de sus
hogares con una media de 5 hijos a su cargo. Muchos de estos niños, al
no poder ser atendidos por sus padres, eran abandonados, evacuados o
entregados a instituciones benéficas.
Desde el Consistorio local se les facilitó, en la medida de lo posible,
alimento, refugio, ropa y calzado. Parece ser que se instaló un come-
dor en la Casa de Vento para ofrecer desayuno a la población infantil
evacuada. Se le entregó los víveres necesarios a excepción de pan, por
estar racionada la población a 300 gramos. Dada la escasez imperante,
en ocasiones no se podía realizar la entrega de comida por no existir ví-
veres en abastos. Algunos consejeros pidieron con insistencia una mayor
respuesta al problema de los huérfanos, pues hay muchos niños en la lo-
calidad que van desnudos y descalzos. También encontramos testimonios
del tipo: muchos de ellos andan por las calles con sus carnes desnudas.
Después de casi dos años y medio de guerra, a principios de 1939 las au-
toridades comenzaban a elaborar estadísticas sobre huérfanos menores
de 17 años residentes en la localidad aunque no conservamos ningún
expediente.
En materia educativa, erradicar el analfabetismo estructural que afec-
taba a buena parte de la sociedad española se había convertido en uno
de los objetivos prioritarios del gobierno republicano, especialmente du-

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rante el primer bienio. Sin embargo, el contexto bélico había hecho que
se diera prioridad a otras necesidades básicas, la primera de ellas, man-
tener a la población alimentada. Ya hemos visto los problemas con que
se hubieron de enfrentar los responsables del abastecimiento local. Por
tanto, invertir los escasos recursos de que se disponía, por ejemplo, en
la construcción de nuevos grupos escolares, estaba más cerca del mun-
do de la ficción que de la realidad. No obstante la imposibilidad de ver
cumplidos los sueños de una sociedad más culta e instruida, asistimos
desde el Consistorio a apasionantes a la vez que estériles debates sobre
la construcción, reforma y/o apertura de nuevas escuelas. Reproduzco a
continuación un extracto del discurso del secretario de la Corporación
que dice así:
Loable en sumo grado es el acuerdo de nueva creación de Escuelas […]
y que indudablemente en su día rendiría fruto abundante sacando del
marasmo de la incultura a tantos individuos que careciendo de medios y
residiendo en lugares apartados del casco urbano de la población tienen
derecho como el que más a gozar de beneficios que en su día han de pro-
porcionarle indudablemente el medio más adecuado para atender a las
más imperiosas necesidades de la vida y el no menos necesario de llegar
a ser un ser sociable, cuya condición se adquiere a no dudarlo con el
mayor grado de cultura. Hay que procurar llegue el día de que ni un solo
individuo carezca de los conocimientos primarios que de tanta utilidad
han de serles y que a la vez dan a conocer a las sucesivas autoridades,
(porque es obra de años) que rigen los destinos de un pueblo […]

A lo largo del periodo se sucedieron constantes denuncias sobre las


condiciones ruinosas de muchos espacios educativos como, por ejem-
plo: el abandono en que se hallan las Escuelas en construcción, debiendo
taparse los huecos que existen para evitar su deterioro y que en dicho edi-
ficio se ha instalado un hojalatero. La escuela en construcción a la que se
refieren es el colegio Juan Ramón Ramírez que estaba frente a la Báscula
municipal. En estos términos se expresaba uno de los consejeros en un
Pleno municipal:
[…] Hoy mismo hay allí cinco familias gitanas en lo que han de ser cla-
ses; habitaciones a las que solo falta enlucirse han echado lumbre en sus

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rincones y hay el peligro que haya que picar para evitar el color del humo
en el enlucido posterior. El resto del edificio está convertido en cuadras,
haciendo que lo que había de ser laboratorio en donde se había de forjar
el futuro ciudadano, sea hoy una cuadra o lugar de evacuación. Como
medida de urgencia procede hacer salir de allí a los que ocupan las obras
y evitar la repetición de este inquilinato [...] Así resultaría un grupo es-
colar para 8 clases por lo que podría estar debidamente atendida la ense-
ñanza en el barrio de la estación, Salud y República.

Por otra parte, en un oficio que las JSU enviaron al Consejo se denun-
ciaba el estado de los locales-escuelas, que debido a las condiciones sanita-
rias existe la posibilidad de contraer enfermedades peligrosas. El Consejo
respondió que estudiará la forma de adquirir nuevos centros e intensificar
la enseñanza de los futuros hombres. Se abrieron más escuelas de pár-
vulos y otra de niñas en locales provisionales, por encontrarse los an-
teriores en estado ruinoso. A este problema vino a añadirse el aumento
considerable de la población infantil debido, como veíamos, a la llegada
de decenas de niños evacuados, muchos de los cuáles se hallan vagando
por las calles. En este sentido se optó por obligar a los padres a que lleva-
sen a sus hijos a los establecimientos de enseñanza. Se presentó incluso un
proyecto de creación de 18 escuelas de instrucción primaria para el casco
urbano, una en Santa Marta y otra mixta para el caserío de El Carrasco.
La Escuela unitaria de niñas fue trasladada a las antiguas Escuelas del
Ave María, cuyo edificio se hallaba incautado.
También existen innumerables quejas debido a que el material esco-
lar en las escuelas era insuficiente y escasa la dotación consignada a los
maestros. Esta última petición se abordó rebajando los alquileres de las
casas-escuelas a algunos de los docentes. Se llegó a plantear en los plenos
incluso la falta de madera para calentar las aulas durante los fríos meses
de invierno. La respuesta a esta demanda fue que toda la madera existen-
te en el municipio estaba destinada a las necesidades de la guerra.
Desde la Conserjería de Cultura y Propaganda del Consejo Provin-
cial se recibieron multitud de escritos sobre la creación y fomento de
bibliotecas públicas dictando normas para el desenvolvimiento de las
mismas. A su vez, un grupo de niños de las escuelas enviaban una carta
al Consejo solicitando libros de lectura en calidad de devolución, es de-

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cir, solicitando la creación de una Biblioteca escolar. De esta manera se
creaba la que finalmente se llamó Biblioteca Popular, compuesta por los
volúmenes donados por particulares y por el propio Consejo municipal,
aparte de contribuir con 2.000 pesetas para dicho fin en el presupuesto
de 1938. Las JSU también crearon su propia Biblioteca con los fondos
procedentes de la requisa de libros en casas incautadas.129
A finales de 1937, tras el éxito en la toma de Teruel por las tropas re-
publicanas, se produjeron momentos de euforia en el Consistorio local.
Como dato anecdótico, se pidió sustituir el cuadro que presidía el salón
de plenos sobre una alegoría de la República, por otro de Manuel Azaña.
A continuación, reproduzco parte del discurso del presidente del Conse-
jo con motivo de la victoria en Teruel:
Camaradas Consejeros, antifascistas representantes de las organizacio-
nes del Frente Popular: Nuestra Patria comienza a sacudir el yugo de la
opresión fascista con gestas guerreras como el asedio y toma de la Ca-
pital de Teruel. No en balde el orden y la disciplina toman cuerpo en el
Ejército Popular superándolo la rebeldía de no consentir que las plantas
del extranjero, sojuzgador de nuestros derechos, se apoderen de nuestro
suelo. Es necesario que las vibraciones de los pueblos sean conocidas
por quien rige sus destinos y que una más alta categoría política perciba
las palpitaciones de los Pueblos leales. La Roda se suma en esta hora
de prudente confianza y alegre optimismo a la labor ingente y sabia del
Gobierno de la República con el respetuoso saludo de esta Corporación.
Así mismo el Ministro de Defensa Nacional por el éxito de sus planes
y representación máxima del Ejército Popular y particularmente a los
hijos del pueblo de La Roda que en el mismo Ejército colaboran a echar
del suelo vecino al fascismo con el ardimiento del que defiende el propio
[…]

El optimismo tras esta victoria, unido al aumento progresivo de la


propaganda política a la vez que de la represión de toda disidencia, tuvie-
ron un claro reflejo en las actas municipales. En marzo de 1938 se llegó

Nunca debemos perder de vista que, durante la Guerra Civil, en la España insurgente
129

se fueron anulando de inmediato todas las reformas modernizadoras y secularizado-


ras republicanas que hemos ido viendo como la Ley de divorcio, los cementerios ci-
viles, la educación laica, la coeducación de niños y niñas, la supresión de financiación
estatal, o la emancipación femenina, entre otras medidas.

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a designar al consejero Pedro Sevilla Escribano para que informase a la
ciudadanía sobre el estado político y militar del país. De esta manera, se
procedió a la instalación de un altavoz en la Plaza de la República que se
llamó Altavoz del Frente (en la antigua Casa de Illana) para dar las noti-
cias tanto de guerra como locales. En estos momentos, el que poseía una
radio, poseía un tesoro.
Junto a la emisión de centenares de informes de conducta, también se
produjeron todo tipo de homenajes y aniversarios. Se celebró el triunfo
electoral de febrero de 1936 e incluso el mismo día del alzamiento, el 18
de julio, haciendo el presidente del Consejo la siguiente propuesta:
Que encontrándose próxima la fecha del 18 de julio relativa al alzamien-
to criminal provocado por el fascismo en nuestra patria y repercutiendo
este como era natural en la carne de lo más florido de nuestra leal juven-
tud, propongo a los compañeros del Consejo se organice un acto público
en dicho día invitando para ello a todos los partidos y organizaciones
locales del FP, siendo mi deseo también que esta Cabeza de Partido mar-
que la pauta a este respecto.

El acto homenaje al Ejército, con motivo de la conmemoración del 2º


aniversario del levantamiento fascista o de la Revolución, fue recibido
con bastante entusiasmo a pesar de la época poco propicia para darle el
esplendor que merecía, pues como de todos era sabido, se estaba en plena
recolección. Parece ser que no asistieron muchas autoridades de Albacete
pero sí, todo el elemento civil local y muy especialmente el militar. Se re-
citaron poesías y se abrió una suscripción participando el Consejo con
la cantidad de 500 pesetas. En general, se intensificó la propaganda para
recolectar fondos con destino a los combatientes de tierra, de mar y del
aire. De todas formas, no todos los funcionarios estaban de acuerdo con
la labor de propaganda política llevada a cabo desde el Consejo munici-
pal, y muy especialmente el secretario, recordando que:
Al constituirse el Consejo municipal ya advirtió al mismo la necesidad
de que su actuación se limitara a una obra puramente administrativa,
dejando las cuestiones políticas a otro lugar y tiempo.

Sobre las tropas acantonadas en la localidad, ya vimos cómo se suce-


dieron en ella diferentes fuerzas militares, desde los Brigadas Interna-

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cionales, hasta el Batallón de Transmisiones del Ejército de Levante. El
Centro de Transmisiones estaba compuesto de varios cuarteles y talleres
distribuidos por todo el pueblo. Instalado al principio en la Iglesia del
Salvador, pronto se repartió por otros espacios: en la casa de Ruiz (calle
Grande 2ª), en la calle Peñicas, en la calle Hernando de Perona, en la er-
mita del Paseo de la Estación o en el edificio de la Central eléctrica. Los
talleres de reparación estuvieron ubicados en el Parque central. Algunos
vecinos se quejaron de que mientras los familiares de oficiales del Ejér-
cito se alojaban en las mejores casas del pueblo, muchas familias autóc-
tonas habitaban en pésimas viviendas. En septiembre de 1938 el batallón
abandonaba el pueblo agradeciendo su capitán al Consejo las múltiples
atenciones recibidas durante su estancia, resultando que en los corazones
del personal de dicho Cuerpo, queda un grato recuerdo que jamás podrán
olvidar.
Sin embargo, siguieron llegando a la localidad nuevos contingentes
militares, en este caso, las fuerzas encargadas de realizar fortificaciones
de guerra. Para realizar las obras, aparte del componente militar y de los
condenados a trabajos forzosos, también se movilizaron a algunos con-
sejeros y se recurrió a la contratación de obreros libres. Junto a la posible
construcción de refugios, se cavaron trincheras, se hicieron estructuras
para la instalación de baterías antiaéreas y se iniciaron obras de mejora
en las organizaciones defensivas de la línea inmediata a Valencia, seria-
mente amenazada por las tropas franquistas en el verano de 1938. Por
otra parte, también se procedió a la apertura de una oficina de instruc-
ción pre-militar en la Casa de Illana.
Con la llegada del invierno, la 109 Brigada Mixta envió varios reque-
rimientos al Consejo local para la entrega de prendas de abrigo a los
combatientes, especialmente de mantas. El Gobierno Civil realizó una
intensa labor de propaganda con motivo de la llamada pro-campaña de
invierno 1938-39. Se instó al Consejo para que organizase funciones de
teatro, cine, y postulaciones públicas y domiciliarias. Se pidió a la ciuda-
danía en general que recogiese toda clase de prendas de uso y vestido.
Las tareas fueron llevadas a cabo por las mujeres del pueblo y los niños, en
colaboración con las maestras nacionales, invitando además a las fuerzas

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militares de la localidad para que coadyuven con cuantos medios tengan a
su alcance. Se dio especial preferencia a la recogida de lana para transfor-
marla en hilados y fabricar prendas de abrigo. A la vez, debía procurarse
que establecimientos tales como cafés, tabernas, bares, cines, teatros, etc.
cedieran el importe de uno o varios días de ventas o un tanto por ciento
de los ingresos obtenidos.
Aunque al principio de la guerra muchos hombres se prestaron a to-
mar las armas de manera voluntaria, conforme pasaban los meses, el
gobierno republicano se vio obligado a realizar levas forzosas debido a
la escasez de combatientes. A finales del verano de 1938 comenzaron a
movilizarse varones por debajo de los 18 años (la famosa quinta del bibe-
rón), junto a hombres mayores de 45 años (la quinta del saco) que estén
prestos a defender activamente la independencia de la Patria y las liber-
tades de nuestro pueblo, hondamente amenazadas por la invasión extran-
jera. De esta manera, se incorporaron a filas, abandonando trabajos y
familias, todos los varones de La Roda comprendidos entre estas edades.
En estas levas estaban incluidos casi todos los consejeros y funcionarios
municipales como: varios guardas del campo, el voz pública, el jefe de la
guardia municipal, el jefe del Servicio de colocación obrera, el oficial de
Secretaría, el agente de arbitrios, el sepulturero, el tesorero del Comité de
evacuados, etc. En enero de 1939, el Mayor Jefe de la 182 Brigada Mixta
alentaba a las autoridades y ciudadanos en general para que con motivo
de la nueva movilización no quedase ningún hombre útil sin empuñar las
armas en defensa de la Independencia de España. Poco después, el Con-
sejo informaba de la movilización de todos los médicos, farmacéuticos y
practicantes de la localidad.
A estas alturas de la contienda, por nadie era desconocida la pérdida
de posiciones del bando republicano y la inminente finalización del con-
flicto. Sin embargo, Franco lanzaba ahora su gran ofensiva final mientras
que Negrín y los comunistas se aferraban a la idea de resistir hasta el es-
tallido de una más que probable guerra europea. Con el recrudecimiento
del conflicto, el General de los Ejércitos Nacionales Republicanos y del
Ejército de la Región Central, José Miaja Menant, por fin decretaba el
Estado de Guerra en lo que quedaba del territorio republicano. Entre

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otras medidas, se restringieron los movimientos y se prohibió atacar al
Gobierno, Ejército u otras Instituciones del Estado u otros partidos o
sectores políticos que apoyasen al Gobierno. A instancias de la Dele-
gación de Propaganda de Madrid, se iniciaron emisiones diarias a las
12.30 y 19.30 retransmitidas por todas las emisoras leales, debiendo ser
escuchadas por todo el vecindario. En La Roda se instalaron más alta-
voces en los lugares más céntricos, conectados a los aparatos de radio
previamente incautados. Una de las alocuciones efectuadas por la 57 Bri-
gada Mixta resaltaba la obligación de mantener al rojo vivo la moral de
nuestra retaguardia. En definitiva, se daba a conocer a la opinión pública
el pensamiento y las directrices que marca el Gobierno de la República en
momentos tan trascendentales para nuestro pueblo en su lucha heroica por
la defensa de la libertad y la independencia de España.
Así las cosas, se siguieron realizando levas forzosas que afectaron a
una buena parte de la población masculina que, dicho sea de paso, ho-
rrorizada, se vio obligada a marchar al frente. Junto al hambre, el gra-
do de desmoralización era tan alto que se sucedieron gran cantidad de
deserciones a pesar de las graves penas que conllevaban. La infracción
implicaba la inmediata destitución del alcalde de la localidad de origen
de los prófugos y la entrega de los mismos al Tribunal de Justicia Militar.
Por otra parte, la elaboración de informes político-sindicales de milita-
res realizados por el Consejo local a petición de las diferentes Brigadas
mixtas alcanzaba ahora su cota máxima.
A pesar de la pérdida de Cataluña y de la baja moral del Ejército y de
la retaguardia, Negrín convocó a todos los jefes del Ejército republicano
a una reunión en el aeródromo de Albacete para continuar la lucha a
toda costa.130 Fruto de las discrepancias que en este sentido hubo, se pro-
dujo, al igual que sucediera en Barcelona en mayo de 1937, una segunda

Según Deogracias Carrión (1984), hasta no hace mucho, había una cierta discrepan-
130

cia en la fecha de la reunión de los Llanos (en El Palacete de los marqueses de La-
rios) hasta que José Manuel Martínez Bande, descubrió un documento en el Archivo
Histórico Militar de Ávila, donde los servicios secretos de Franco, filtran un docu-
mento al Cuartel General del Generalísimo en Burgos, en el que decía que el día 17
de febrero se reunieron con Juan Negrín los altos mandos del Ejército Republicano,
diciéndole que no se podía seguir resistiendo.

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guerra civil en las filas republicanas entre partidarios de continuar o no
con la guerra. Frente a la posición de resistencia representada básica-
mente por el PCE y Negrín, finalmente, el 10 de marzo se impuso la
opción de la rendición debido al golpe de Estado protagonizado por el
coronel Casado y la creación de la Junta de Defensa Nacional.131 Con ello
se dio por finalizado el predominio comunista en la zona republicana
central, a la vez que se potenciaron estériles negociaciones con Franco.
Dos días antes, el 8 de marzo, los consejeros del Ayuntamiento tele-
grafiaban a la Junta Nacional de Defensa reconociéndola por unanimi-
dad como Gobierno legítimo de la República. De los dos representantes
comunistas en el Consistorio, uno de ellos, Julio Laguna Vacas, presen-
taba su dimisión irrevocable; la otra representante, Josefa Fraile, se ad-
hirió al nuevo Gobierno. La Corporación, prácticamente sin consejeros,
nombró una Comisión para reunirse con el gobernador civil en Albacete
a fin de poder reanudar la actividad del gobierno y administración lo-
cales. Sin embargo, el 29 de marzo se iniciaba la puesta en marcha del
Ayuntamiento de La Roda en un contexto totalmente diferente. Después
de casi tres años de duros combates, enfrentamientos y matanzas, los
sublevados ganaban la guerra. Benjamín Martínez Alarcón era elegido
nuevo alcalde en presencia del teniente coronel de la plaza, José Cubillo
Fluiters, del secretario, Mariano Álvarez Álvarez y del anterior alcalde,
Diego Maestro Simarro.
No quisiera dejar pasar por alto la introducción de unas breves notas
sobre la vida del último alcalde republicano. Diego Maestro, afiliado a
UGT desde la proclamación de la República, también había militado en
el PSOE local. Durante la guerra, a través del sindicato ugetista, desem-
peñó por un año el cargo de técnico en la elaboración de vinos en una de
las bodegas incautadas, cobrando por ello 7 pesetas diarias. Tras el pleno

Viñas y Hernández (2009, pp. 453-470) nos hablan de la traición y/o conspiración
131

anarco-casadista. Estos, recelosos frente a la gran influencia que tenía el PCE en el


campo político y opuestos a su táctica de resistencia, prepararon el golpe de Estado.
Sin embargo, aunque el PCE defendía la resistencia, no lo hizo “de manera ciega y
numantina”. Este factor, junto a las ansias de los rebeldes casadistas por “ofrecer la
cabeza de Negrín y el poder comunista a Franco”, fueron decisivos en el golpe del
coronel Casado.

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municipal del 29 de marzo de 1939 marchó a su casa con la seguridad de
haber cumplido con su deber. Muchos de sus compañeros de la Corpo-
ración y del partido habían huido o se encontraban ocultos ante el temor
de represalias, venganzas o ajustes de cuentas. Lo había meditado y se
repetía que él, nada tenía que temer. Había cumplido con honestidad y
lealtad su función durante el tiempo que estuvo de consejero desde mar-
zo de 1937 y después, como alcalde o presidente del Consejo municipal
desde el 28 de octubre de 1938 hasta el final.
Bien fuese por responsabilidad política, ingenuidad, o una mezcla de
ambas, Diego Maestro permaneció en La Roda y presentó su dimisión a
los vencedores con la certeza de que la paz alcanzaría a todos. El caso es
que, durante estos días, muchos se hacían eco de la frase que aseguraba
que nada deben temer quienes no tengan las manos manchadas de sangre.
Nada más lejos de la realidad. Efectivamente, el propio Diego, durante
los tres meses siguientes al fin de la guerra, comenzó a observar que la
paz que los vencedores proclamaban no llegaba. Los compañeros que no
habían conseguido huir, estaban siendo perseguidos, detenidos y conde-
nados a penas durísimas los que no habían sido fusilados.

Diego Maestro Simarro con su segunda esposa, Purificación Martínez González

[286]

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El 23 de junio y el 12 de julio de 1939, Diego Maestro era denunciado
por unos vecinos, junto a Julio Laguna Vacas y Amalio Marqués Moya,
de haber dado informes desfavorables al Tribunal Popular de Albacete
y de ser persona peligrosa para el Glorioso Movimiento. El 5 de julio,
el juez instructor y alférez Herminio Picazo Bermejo, se hacía cargo del
procedimiento sumarísimo de urgencia, con lo que Diego Maestro in-
gresaba inmediatamente en la cárcel del partido de La Roda junto a sus
dos compañeros. Condenado en consejo de guerra a 14 años, 8 meses
y un día, adquirió la libertad condicional en mayo de 1943 y el indulto
total en marzo de 1947.132
Por su parte, Benjamín Martínez Alarcón, que se había levantado en
armas contra la República en julio del 36, ahora se hacía cargo de la presi-
dencia de la nueva Corporación. Obviamente, la opción que él represen-
taba había ganado la guerra. No dejan de sorprenderme las casualidades
de la vida cuando me percato de que Benjamín es el primer alcalde (del
periodo de la Restauración) del que hablo en este trabajo. Como si nada
hubiera sucedido, este político de la dictadura de Primo de Rivera vuelve
a la escena pública para volver a ostentar el cargo de alcalde, ahora bajo
la dictadura de Francisco Franco. Sin embargo, Benjamín Martínez tam-
bién sufrió los efectos que causaron la insurrección militar que él y los
suyos organizaron. Detenido en una de las cárceles de la localidad, el día
de la saca fue llevado a Quintanar de la Orden aunque, por una evidente
cuestión de azar, no fue fusilado. Ahora volvía nuevamente a ostentar la
alcaldía, pronunciando las siguientes palabras en su discurso de toma de
posesión:
[…] con la ayuda de Dios ha tenido término la guerra que asolaba a
España dando el triunfo a las fuerzas nacionalistas, que representaban
la paz necesaria para la reconstrucción de tantos hogares y economías
destruidas por la maldad de gentes que se han dejado conducir por esa
Nación Rusa que solo deseaba esparcir por nuestra querida patria una
ola Comunista que le precisaba para sus intereses y fines posteriores y
convirtiéndonos en lacayos suyos.

Información extraída del expediente de justicia militar de Diego Maestro Simarro


132

y del trabajo publicado en su día por Luis Fraile en el periódico digital Crónica La
Roda.

[287]

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Finalmente, se entonaron varios vivas alusivos al feliz término de la
guerra del tipo: ¡Arriba España¡ y ¡Viva Franco¡ que fueron contestados
por el público calurosamente.
El 12 de abril se creaba de manera provisional una Comisión gestora
para continuar la labor de gobierno y administrativa previa a la consti-
tución definitiva del nuevo Ayuntamiento. El anciano alcalde Benjamín
Martínez Alarcón dimitía por cuestiones de salud, siendo nombrado
en su lugar Job Escobar Montoya. Los nuevos consejeros fueron: Eloy
López Moreno, José Antonio Sánchez García, Nicolás Martínez Garri-
do, Juan Muñoz Tébar, Francisco Nadal Pallarés y Benjamín Martínez
Alarcón. El secretario, José María Ávila Palacios. La Comisión Gestora
definitiva quedó configurada en 1940 con los siguientes gestores: Juan
Francisco Sotoca Garrido, Miguel Mas Tamayo, Gaspar Sánchez García,
Pedro Navarro Martínez, Jesús Rubio Martínez, Joaquín Salvador Ce-
brián, Juan Charco Aranda, Eloy López Moreno, José María Fernández
Ortega y Leopoldo Martínez Perona. El alcalde-presidente siguió siendo
Job Escobar. Todos ellos de buenos antecedentes, la mayoría afiliados a
FET y de las JONS y otros derechistas simpatizantes con el Nuevo Régimen
y de intachable conducta.
Sin embargo, lo que no reflejaron los libros de plenos del nuevo Ayun-
tamiento fue la represión que tendría lugar a partir de ahora. Tras la
rápida puesta en marcha de los consejos de guerra, el 17 de mayo se
ejecutaban las primeras penas de muerte en La Roda. Y es que, acabada
la guerra, no vendría la paz, sino más hambre, miedo, exilio, violencia y,
en definitiva, una despiadada persecución social y política. Con mucha
razón los alemanes decían antes del final de la Segunda Guerra Mundial:
disfruta de la guerra, porque la paz será terrible. Una frase demoledora
pero idónea para resumir, en pocas palabras, lo que sucedió en España y,
por supuesto, en La Roda, al término de la Guerra Civil.

[288]

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24. EL FIN DE LA GUERRA Y LA REPRESIÓN FRANQUISTA

A lo largo de los anteriores capítulos hemos ido viendo desde un pun-


to de vista histórico lo que sucedió en La Roda durante los casi diez años
que van de 1931 a 1939. A partir de julio de 1936, hemos descrito todo
tipo de muertes que se fueron sucediendo, especialmente durante los
primeros meses de la guerra, fruto del vacío de poderes provocado por
la sublevación militar. Dada la ausencia de frentes y la condición de reta-
guardia del pueblo de La Roda, las muertes que se produjeron se debie-
ron a la violencia aplicada por milicianos bajo las órdenes del Comité de
Enlace y a la represión oficial llevada a cabo por las nuevas instituciones
republicanas. Por tanto, por lo que respecta a La Roda, hasta el final de
la guerra no podemos hablar de represión franquista sensu strictu ya que
este territorio, excepto durante la primera semana, fue fiel al gobierno de
la República durante todo el periodo.
Junto a los cientos de rodenses que tuvieron que marchar al frente y
que, en su gran mayoría, no sentían como suya ninguna de las causas de
aquella lucha fratricida, las consecuencias de la guerra no terminaron
ahí: las cárceles y campos de concentración franquistas, el exilio, una
represión feroz y una larga dictadura llenaron de pánico, terror y silencio
a varias generaciones. En este trabajo nos ha sido imposible realizar un
estudio en profundidad sobre el número de combatientes voluntarios
y forzosos que fueron a la guerra; menos aún todavía, del número de
fallecidos en combate. Se trata de una tarea harto complicada debido
fundamentalmente a dos razones: a la pérdida y dispersión de las escasas
fuentes documentales (no existen expedientes ni de quintas ni de reclu-
tamiento para estas fechas) y, sobre todo, a que muchas de estas muertes
no fueron registradas en ningún lugar.

[289]

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Con respecto a la represión aplicada por el bando vencedor, esta ya
había comenzado en los territorios donde los sublevados habían tenido
éxito. Como hemos explicado en otros capítulos, la represión franquista
tuvo una naturaleza sistemática, en extremo violenta y estructural, fruto
de la dinámica ofensiva de los militares golpistas. La limpieza social y
política en la retaguardia franquista comenzó desde el primer día del
levantamiento incluso en poblaciones donde no encontraron siquiera re-
sistencia alguna como en Córdoba. La represión llevada a cabo en Anda-
lucía, Extremadura, Castilla la Vieja o La Rioja, alcanzó tales niveles que
podemos hablar de crímenes de guerra sin ningún género de duda.133
Nada más finalizar la guerra, el Ejército franquista, compuesto en su
mayor parte por efectivos italianos, acampó en La Roda. Estas unidades
fueron llamadas Ejército de ocupación, como si se tratara de la conquista
de un territorio extranjero. No en vano la guerra civil española, organi-
zada por un grupo de militares africanistas (junto a sus apoyos civiles),
no fue sino la reproducción de la guerra colonial en Marruecos, pero
en suelo español.134 Las unidades militares aquí instaladas se dedicaron,
desde el primer día de su llegada, a la creación provisional y caótica de
un campo de concentración donde retuvieron a todos los que habían
luchado en el bando republicano y a posibles sospechosos de simpatizar
con el derrotado régimen (que no habían muerto o no habían podido
partir hacia el exilio). Prácticamente sin comida, sin bebida, sin aseo
personal y expuestos a las inclemencias del tiempo primaveral de la lla-

133
Muchos autores como Juan Miguel Baquero incluso el mismo Paul Preston catalo-
gan los crímenes del franquismo como de un auténtico genocidio y/o holocausto.
Dejando aparte consideraciones de tipo jurídico (las cuales escapan a mi compren-
sión), desde un punto de vista histórico, muchos otros investigadores como Julián
Casanova afirman que, aun tratándose de graves crímenes de guerra, en la España de
Franco no se llegó a planificar y ejecutar un exterminio total del enemigo como suce-
dió en Armenia o en la Alemania nazi. Sin embargo, los crímenes del franquismo “no
pierden peso aunque no se incluyan en la categoría de genocidio” (Casanova, 2020, p.
150).
134
Sobre esta realidad véase la obra de Silva (2017) donde el autor reconstruye la vida
del General de la Guardia Civil en Barcelona en julio de 1936, José Aranguren Rol-
dán. Aranguren había participado en las guerras coloniales africanas y convivido con
los militares africanistas que se sublevaron en España en julio del 36. En este sentido,
consúltese también a Balfour (2002).

[290]

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nura manchega, los retenidos en el campo de concentración esperaban
ansiosamente que sus nombres fueran pronunciados por los captores,
más que nada para acabar cuanto antes con la incertidumbre que ace-
chaba sus vidas. La mayoría de ellos albergaban vanas esperanzas en que
los vencedores fuesen clementes y perdonasen, como habían prometido,
a todo aquel cuyas manos no estuvieran manchadas de sangre.
En medio del caos que llegó con el fin de la guerra, los mandos milita-
res, junto a buena parte del personal político y civil liberado, se pusieron
manos a la obra de inmediato. Lo primero y más principal fue la búsque-
da insaciable de los líderes republicanos y socialistas que controlaron el
municipio durante la guerra, sobre todo, de los miembros del Comité de
Enlace del Frente Popular. Al mismo tiempo, comenzaron a funcionar
los tribunales militares que, ayudados por los prohombres del nuevo Es-
tado, iniciaron toda clase de pesquisas sobre la trayectoria política de los
retenidos en los campos de concentración y espacios habilitados como
cárceles, tanto de La Roda como de los pueblos y ciudades con presos
republicanos.
Los tribunales franquistas de la inmediata postguerra actuaron en
Albacete capital y en los partidos judiciales de La Roda y Villarrobledo.
Conocidos también como consejos de guerra,135 fueron los encargados
de impartir justicia en base al Código de Justicia Militar. En la Roda
se pusieron en funcionamiento a principios del mes de abril de 1939,
emitiendo sus primeras sentencias de muerte el 17 de mayo. En el terri-
torio sublevado lo harían a partir del 28 de julio 1936, momento a partir
del cual, la Junta de Defensa Nacional acordaba extender a toda su área
de influencia el bando de guerra. La posibilidad de consultar los fon-
dos sobre estos expedientes judiciales ha sido fundamental a la hora de
abordar no sólo la represión judicial franquista, ya que también nos han
aportado información muy valiosa que ha enriquecido enormemente el
contenido de casi toda esta investigación.136

135
Junto a otros, el trabajo de Candela Chaves (2012, pp. 27-48) sobre la represión ju-
dicial franquista en la provincia de Badajoz es clave para entender el funcionamiento
de estos consejos.
136
Ya hemos hecho referencia a que, desde junio de 2009, estos fondos son de acceso
libre. Se encuentran custodiados en el Archivo General Histórico de Defensa (Ma-
drid).

[291]

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Los sumarios comenzaban con el atestado de la detención y numero-
sas denuncias contra el acusado, que evidentemente no gozaba de la pre-
sunción de inocencia. Contenían, además, las declaraciones de los dete-
nidos y de los testigos de cargo y de descargo. De especial interés fueron
los informes de las autoridades locales: alcalde, Guardia Civil y Falange.
En los consejos de guerra celebrados en La Roda, el informe de mayor
peso era emitido por Falange, limitándose el resto de los informantes a
copiar de puño y letra los informes de los falangistas locales. Finalmente
aparecía el auto de procesamiento firmado por el juez, la calificación de
los hechos realizada por el fiscal y, por último, el Acta del consejo de gue-
rra, la sentencia y la ejecución. Posteriormente se incoaba el expediente
de Responsabilidades políticas para proseguir con la represión económi-
ca y despojar a los procesados de todas sus pertenencias.
En muchos de los juicios celebrados en La Roda, celebrados en el sa-
lón de plenos del Ayuntamiento, figuró como juez instructor Herminio
Picazo Bermejo, uno de los fundadores de Falange en La Roda y desta-
cado dirigente del levantamiento de julio de 1936. Sobrevivió a la saca
de Quintanar y posteriormente fue condenado por los Tribunales Po-
pulares, permaneciendo en prisión hasta el final de la guerra. Herminio
Picazo fue premiado por la justicia franquista siendo nombrado juez,
aparte de ostentar otros cargos en la administración del nuevo régimen:
en 1949 llegó a ser presidente de la Diputación Provincial de Albacete.
Junto a la falta de garantías y celeridad con que se celebraron estos
juicios, una de las características más aberrantes de los tribunales fran-
quistas fue la aplicación de la justicia al revés imputando por delito de re-
belión militar a quienes fueron leales al régimen legalmente constituido.
La gran mayoría de los condenados a muerte fueron acusados de haber
participado en prácticamente los mismos delitos. En líneas generales, a
casi todos los ejecutados se les relacionó con la saca de Quintanar; razón
suficiente para acusarlos de rebelión y sentenciarlos a la pena máxima,
incluido el alcalde Abel Amar, que no tuvo ninguna implicación ni en es-
tas ni en otras muertes. Sin embargo, como ya hemos visto en otros capí-
tulos, los responsables directos de la saca fueron 4 miembros del Comité,
mientras los demás milicianos se limitaron a cumplir órdenes. El asunto
sobre el posible indulto a las dos personas condenadas a muerte por los

[292]

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Tribunales Populares también fue un tema recurrente en los consejos de
guerra franquistas de La Roda.
Los primeros fusilamientos que se produjeron se realizaron, como
decíamos, el 17 de mayo; tan sólo un mes y medio después de acabada la
guerra. Siete personas fueron fusiladas frente a una pared del Cemente-
rio municipal. Hasta noviembre de 1939, fecha de las últimas ejecucio-
nes, un total de 56 personas fueron ejecutadas en La Roda. A partir de
entonces los consejos de guerra continuaron funcionando únicamente
en Albacete. Esta es la razón por la que otras 32 personas de La Roda
fueron ejecutadas en Albacete capital. Junto a los 6 fusilados en Madrid,
Cuenca y Guadalajara, tenemos un resultado de 93 condenados a muerte
por los tribunales franquistas.137 Todos eran hombres excepto una mujer,
Victoria Rodríguez Rodríguez, de 25 años de edad. Procedente de Ma-
drid y evacuada en Villarrobledo, Victoria fue acusada de tomar las ar-
mas voluntariamente enrolándose en la 68 Brigada Mixta llegando a ser
teniente de ametralladoras. Perteneció al servicio de información militar
(SIM) de dicha brigada y agregada al Estado Mayor. Fue la única mujer
fusilada en La Roda el 7 de julio de 1939.
La gran mayoría de los ejecutados oscilaban entre los 25 y 50 años de
edad y nacieron o eran vecinos de La Roda. Casi todos habían sido mi-
licianos y/o responsables políticos directos del Frente Popular. Sin em-
bargo, las ansias de venganza, junto a la rapidez y arbitrariedad con que
se celebraron estos juicios, hizo que algunos de los condenados a muerte
lo fueran únicamente por haber pertenecido a partidos de izquierdas.
El análisis de las profesiones de los condenados a muerte nos ilustra sin
lugar a duda sobre el carácter clasista de la represión y, al fin y al cabo,
del conflicto civil. En los expedientes personales se especifica la profe-
sión de estos: jornalero, bracero, labrador, cabrero, esquilador, albañil,
mecánico, hortelano, etc. De entre las profesiones de los asesinados y
ejecutados por la represión republicana destacaron las de: propietario,
comerciante, industrial, y por supuesto, la de religioso. El estudio de las
dedicaciones de los ejecutados y/o asesinados en uno u otro bando, son

El anexo n.º 6 contiene el listado de las personas ejecutadas por orden de la Coman-
137

dancia militar franquista de La Roda.

[293]

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el claro reflejo de que la guerra civil española fue, en términos generales
y aparte de muchas otras consideraciones, una guerra de clases, de ricos
contra pobres, y viceversa. Los sublevados que no eran tan pudientes,
al término de la guerra, acabaron siéndolo en gran medida gracias al
expolio realizado.
Casi todos los fusilados en el Cementerio municipal de La Roda fue-
ron enterrados en tres fosas comunes en el patio de Santiago, reservado
para inhumaciones civiles. Hoy día podemos ver una lápida encargada
por los familiares de 11 ellos, con sus respectivos nombres, situada so-
bre las fosas comunes. Por otra parte, los cuerpos de 8 de los ejecutados
fueron sepultados en otra fosa común en el patio de la Concepción, en
la parte sagrada del Cementerio. Parece ser que el derecho a ser enterra-
dos aquí les fue otorgado por haber confesado frente a un sacerdote. La
confesión implicaba arrepentimiento y declaración de culpabilidad en el
último momento. Algunos de estos cuerpos fueron recogidos por sus fa-
miliares y sepultados en fosas individuales, como el de Abel Amar Pardo
o el de José Fraile Rubio. Los restos de este último fueron trasladados al
Cementerio de Valencia en 1986.

José Fraile Rubio (hijo)

[294]

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José Fraile Moreno (padre)

También hemos rastreado los destinos que corrieron algunas de las


familias que apoyaron la causa republicana con posterioridad a la guerra.
La casuística es amplia y más compleja de lo que parece a simple vista,
ya que también se dio el caso generalizado de familias divididas por ha-
ber apoyado sus miembros a los bandos enfrentados en la guerra, como
sucedió con la familia Talaya Palop. Uno de los hermanos, José María,
fue víctima de la saca de Quintanar de la Orden mientras que, otros tres,
Antonio, Honorato y Gonzalo, fueron fusilados por el Ejército de ocupa-
ción franquista. Con respecto a la unidad familiar de los Sevilla Argudo,
por poner otro ejemplo, todos los miembros de la familia fueron repre-
saliados con posterioridad a la guerra, incluidas dos de las mujeres, Na-
tividad y Primitiva. Avelino y José Antonio fueron condenados a muerte
por los tribunales franquistas mientras que Gabriel consiguió huir de
España en el Stanbrook. En el anexo n.º 9 se puede leer la transcripción
de algunas de las cartas que José Antonio escribió a su familia desde la
cárcel. La correspondencia que los presos mantenían con sus familias,
cuando esta era permitida, debía sortear los férreos rigores de la censura.
Además, muchos de ellos, por no preocupar a sus familias, tan solo se
limitaban a expresar que, de momento, seguían vivos.

[295]

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Familia Sevilla Argudo

Las muertes violentas detectadas durante la inmediata postguerra sin


reflejo en los juicios sumarísimos las hemos omitido. Sin embargo, algu-
nas de estas muertes quedaron registradas en los libros de defunciones
del Registro civil por orden del juez civil o militar con una descripción
del tipo: muerte por asfixia, por traumatismo o por heridas de armas de
fuego. Aunque no estuvieran directamente relacionadas con la represión
legal, creemos que algunas de estas muertes responden a la violencia
ejercida al margen de la ley y aplicada sobre todo en cárceles, hospitales
y en domicilios y ambientes privados. Por poner un ejemplo, de entre la
treintena de casos existentes de esta tipología, albergamos serias dudas
sobre la muerte por impacto de bala de María Rodríguez González el
8 de abril de 1939. María tenía 20 años y era hermana del represaliado
Julián Rodríguez González. Por otra parte, según algunos testimonios
orales, tenemos la certeza de que entre este tipo de muertes se produje-
ron varios suicidios fruto de la desesperación provocada por la extorsión
socioeconómica; también sexual en el caso de las mujeres. No en vano en

[296]

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estas fechas se produjo un aumento significativo de la tasa de suicidios
en toda España sobre todo en los centros carcelarios.
De todas formas, conservamos 10 registros de 10 personas anotadas
en los libros de defunción del Registro con la descripción muerto en la
cárcel. Obviamente estas muertes sí que estuvieron en abierta relación
con la violencia arbitraria e indirecta de postguerra. Las condiciones
de hacinamiento, hambre y sed, junto a las consiguientes enfermeda-
des, aparte de las palizas, humillaciones y torturas, típicas de las cárceles
franquistas, hicieron que muchos de los encarcelados murieran entre re-
jas sin llegar a ser sometidos a consejos de guerra. Tal y como dice Ester
Casanova (2002, p. 78), las cárceles fueron uno de esos “oscuros lugares
que tendrán una importancia crucial para la vida heredada de la guerra
en todas las localidades durante el franquismo”. Por otro lado, a estas
muertes también deberíamos sumar las que se produjeron en los frentes
de guerra y las relativas a los evacuados que fallecieron en la localidad.
Como decía anteriormente, no tenemos cifras concretas sobre muertos
en combate o heridos que fallecieron en hospitales o en sus domicilios,
aunque sospechamos que debieron superar el centenar. Sobre evacuados
fallecidos en La Roda, tenemos registradas a 5 personas, pero probable-
mente fueron muchas más.
Más allá de las sentencias a muerte o de la violencia arbitraria que he-
mos descrito, un elevado número de personas relacionadas con La Roda
(nacidas aquí la mayoría) pasaron por los tribunales franquistas siendo
condenadas a diferentes penas de privación de libertad y económicas,
incluido el destierro. Junto a las personas ejecutadas, el resultado final
arroja una cifra de 446 represaliados por la justicia franquista. Esta cifra,
aun no siendo definitiva, creemos que es lo más ajustada posible. De los
446 represaliados, 59 fueron mujeres, con rangos de edades que iban
de los 20 a los 60 años, estando la media en los 40 años de edad.138 En
cuanto a las profesiones ejercidas por estas mujeres, la mayoría estaba
encuadrada en el grupo sus labores, habiendo en menor medida campe-
sinas y modistas.

Consúltese los anexos n.º 5, 6 y 7 sobre todos los represaliados, fusilados o no, por la
138

justicia franquista.

[297]

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En tiempos de guerra, la mujer rodense tuvo una importante función
social, no solo en el mantenimiento de las familias una vez el hombre se
marchaba al frente, sino también en la esfera pública de la que siempre
estuvo relegada. Trabajaron duramente en las diferentes fincas colecti-
vizadas del pueblo, incluido un taller de costura colectivizada, aparte de
actuar muchas de ellas como milicianas, siendo las máximas responsa-
bles de las requisas en las casas incautadas. Algunas de ellas aparecen afi-
liadas a diferentes partidos, sobre todo al PCE, además de ser integrantes
de la Asociación de Mujeres Antifascistas de La Roda, cuya presidenta
fue Matilde Molina Carretero, y del Socorro Rojo Internacional. La ma-
yoría fueron acusadas de delatar a personas de derechas, de proceder al
registro y/o saqueo de domicilios privados y fincas rústicas o de aparecer
como afiliadas o dirigentes de partidos de izquierdas (siendo esta una
realidad ineludible al tratarse de un territorio de la retaguardia republi-
cana).
Sabemos que las mujeres presas en La Roda fueron confinadas en la
cárcel-escuela que había en frente del Ayuntamiento. Sufrieron las mis-
mas penalidades que los hombres recluidos, incluida una venganza muy
particular que atacaba directamente a la feminidad y sexualidad pro-
pias de este género. La gran mayoría fueron rapadas y obligadas a tomar
aceite de ricino. Esto les provocaba fuertes diarreas, siendo el hazme-
reír de la gente mientras eran paseadas en carros por el pueblo. Muchas
otras fueron violadas en grupo y nos consta que, aunque no aportaremos
nombres, al menos una de ellas quedó embarazada llegando a dar a luz
a una niña.139
Todas fueron doblemente humilladas por su condición sexual y, las
que no tuvieron vinculación con la política, lo fueron por ser esposas,
hermanas, madres o hijas de rojos, como Mariana Martínez Moreno,
madre de Deusdedio del Campo o Robustiana Ávalos García, mujer de
Abel Amar Pardo. Robustiana fue condenada por los tribunales fran-

Sobre la represión femenina en la provincia de Albacete consúltese el magnífico y


139

reciente trabajo de González Martínez (2019). Otra aportación de carácter general


donde se estudia en papel de la mujer en las dos retaguardias es la de Cenarro (2006).

[298]

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quistas a 6 años y un día por el delito de excitación a la rebelión, más con-
cretamente por tratarse de la esposa del alcalde Abel Amar. En agosto de
1940 se le concedió la libertad atenuada. La familia de Robustiana, que
no tuvo hijos con Abel Amar, sufrió una grave represión económica en
el pueblo por parte de los vencedores. Un sobrino de ambos, José León
Ávalos, como veremos, consiguió huir a Francia y salvar así su vida. La
hermana de Robustiana, Cirila (madre de José María) también fue re-
presaliada por los tribunales franquistas. En definitiva, la mayor libertad
con que la mujer vivió durante el periodo de la Segunda República con-
trasta mucho con el modelo de mujer impuesto por el bando ganador. La
pérdida de derechos y conquistas sociales y políticas que se produjo con
el franquismo afectó, sobre todo y de manera radical, al papel de la mujer
tanto en la intimidad del hogar como en la propia vida pública.

Robustiana Ávalos García, Anselma López Simarro


mujer de Abel Amar Pardo

[299]

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Una de las piezas clave de la represión económica, complementaria de
los consejos de guerra, estuvo representada por la Ley de Responsabili-
dades Políticas de 9 de febrero de 1939. Esta ley tuvo efectos retroactivos
castigando delitos que no eran considerados como tales en el momento
en que se produjeron, remontándose a octubre de 1934 en muchos casos.
Como apunta el profesor Ortiz Heras (1996, p. 98), nacida con la idea
de reprimir y eliminar toda posible actitud de disidencia u oposición,
“la ley pronto puso de manifiesto hasta qué punto no se buscó jamás la
reconciliación, sino todo lo contrario. Afectó a un elevado número de
personas y organismos a través de la confección de informes, delaciones
y declaraciones forzadas”. Las acusaciones se basaron, más que en datos
objetivos, en juicios morales, rumores públicos y en el afán revanchista.
De esta manera, en su objetivo represor, esta ley tuvo un claro impacto
en el grueso de la población: la sospecha acechaba a casi todo el mundo.
Además, “la mera amenaza de una sanción monetaria, en unas econo-
mías tan precarias, suponía la pérdida de todos los bienes y el paso a la
indigencia más absoluta” (Ortiz, 1996, pp. 395-396). Se trataba en defini-
tiva de condenar a la pobreza a las personas que defendieron la Segunda
República, contribuyendo así, no a unir, sino a perpetuar en la sociedad
española la división entre vencedores y vencidos.
En el Archivo Histórico Provincial de Albacete hemos encontrado un
listado con 41 personas de La Roda, propietarias de pequeños inmue-
bles o negocios, a las que se aplicó la Ley de Responsabilidades Políticas,
como a la familia política de Abel Amar Pardo. Es evidente que, dado el
alto número de represaliados totales por la justicia franquista, los afecta-
dos por la represión económica debieron ser muchos más, no habiéndo-
se conservado, sin embargo, sus expedientes.140
Con respecto a la censura colectiva, cualquier persona podría estar
en el punto de mira y, para garantizar la propia supervivencia, muchos
de dedicaban a delatar a sus convecinos. Es evidente que las venganzas

El funcionamiento y los graves problemas que generó la represión económica a la


140

burocracia franquista a través de la Ley de Responsabilidades Políticas puede se-


guirse a través del caso valenciano, que fue muy parecido al del resto del territorio
republicano, donde no actuó previamente la Incautación de Bienes. Véase Ibáñez
Domingo (2016).

[300]

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personales estuvieron a la orden del día. Previamente a la detención de
una persona, había habido todo un complot realizado por los propios
vecinos. La marginación y el rechazo pronto hacían mella en el supuesto
sospechoso y en su entorno antes incluso de ingresar en la cárcel. La re-
presión era la médula espinal del nuevo sistema de control y a ella, nadie
podía escapar. No se aplicaba solo a instancias del nuevo Estado, ya que
todas las instituciones y la sociedad en su conjunto estaban implicadas
en esta tarea de limpieza: Ayuntamiento, Falange, la Guardia Civil, la
Iglesia y la ciudadanía en general. Se trató de una triste realidad, más vi-
sible aún en el ámbito local, que condicionó fuertemente la vida de la co-
munidad, quedando marcada por el miedo, el odio y la desconfianza.141
La purga social y política no podía culminarse sin abordar la depura-
ción del personal docente. Se hacía necesario renovar la instrucción pú-
blica y acabar con la ideología basada en la democracia, libertad, justicia,
igualdad y laicismo típica del periodo republicano. Para los franquistas
la depuración era un elemento clave en la reordenación educativa. Se-
gún el profesor Baldó Lacomba (2011, pp. 31-51), la depuración formaba
parte de una estrategia general de persecución del enemigo, que alcanza-
ba también al puesto de trabajo y afectaba a todos los funcionarios y em-
pleados públicos, así como a los trabajadores de las empresas privadas.
Veían en el personal docente “una de las causas principales que habían
corrompido a la juventud y envenenado el alma española”.142 Igualmente
se produjo una intensa depuración de contenidos en los libros de texto.
A través de las Juntas depuradoras, el sector educativo fue dividido en
niveles y se establecieron Comisiones que se encargaron de juzgar a los
miembros de cada uno de esos niveles. En el caso del magisterio prima-
rio, las Comisiones D. Esta otra versión de la caza de brujas emprendida

141
Recomendamos la lectura de El pan de los vencidos, de Manuel Moral. Ya nos hemos
referido a esta novela con anterioridad. El autor describe cómo siendo niño, en 1946
su familia ubicó el destino de su segundo destierro en La Roda, o Villa del Conde.
Desde una óptica infantil, Manuel Moral evoca, junto a un breve atisbo histórico y
geográfico del municipio, muchas de las adversidades que la familia sobrellevó du-
rante “los años del hambre” en La Roda.
142
Aparte de la obra de Baldó, sobre la depuración del magisterio durante el franquis-
mo, de imprescindible lectura es Martí Ferrándiz (2002).

[301]

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afectó a todo el personal docente de La Roda, aunque por sus anteceden-
tes izquierdistas, fueron retirados de sus puestos 6 de ellos.143 Los maes-
tros nacionales apartados del magisterio fueron: Eduardo Laliga Gimé-
nez, Juan Antonio Játiva Torres, Pío Pérez Ponce, Luisa Nieva Domingo,
Victoria Gotor Perier y Manuela Domínguez Carbajosa.
Pero no todos los que habían estado implicados directamente con el
Comité de Enlace del Frente Popular fueron apresados, juzgados y con-
denados. Tras sufrir innumerables penalidades, muchos consiguieron
salir del país y, con ello, escapar de una muerte segura (al menos, eso
pensaban ellos). El exilio más importante se produjo a partir de la ofen-
siva a Cataluña y la caída de Barcelona el 26 de enero de 1939. Las vías
de escape fueron la terrestre, atravesando Pirineos hasta llegar a Fran-
cia, y la marítima, a través de los diferentes buques que partieron hacia
el exilio desde las costas del sureste español. Mientras tanto, las nuevas
autoridades franquistas iniciaron toda una serie de pesquisas para dar
caza a los fugitivos de La Roda, a la vez que confeccionaron un listado
con 34 nombres de hombres en paradero desconocido que conservamos.
Rastreando en archivos y hablando con los descendientes de algunos de
estos exiliados, hemos podido reconstruir la odisea que varios de ellos
vivieron en su huida rumbo al exilio.
Los refugiados que llegaron a Francia fueron inmediatamente asenta-
dos en campos de concentración o de internamiento como el de Argelès-
sur-Mer, donde estuvieron internados casi todos los españoles. Algunos
de ellos consiguieron escapar de estos lugares donde se vivía en condi-
ciones extremas e inhumanas. Con el inicio de la II Guerra Mundial, la
gran mayoría se incorporó a la Resistencia Francesa tras la ocupación
nazi, organizados como cuerpos militares de las Fuerzas Francesas Li-
bres. Estos españoles lucharon con la esperanza de que, tras vencer a las
potencias del Eje, España también fuese liberada, lo cual no fue posible
dada la negativa de los Aliados. El caso fue que, muchos de estos com-
batientes, al no poder huir a la zona libre, fueron hechos prisioneros y

Según las fuentes disponibles, aparecen 18 docentes de La Roda que fueron someti-
143

dos a procesos de depuración, aunque pensamos que probablemente fueran más. Los
expedientes de depuración de los maestros nacionales se encuentran en el AGA y en
el portal PARES sobre Víctimas de la Guerra Civil y Represaliados del Franquismo.

[302]

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deportados a Alemania, especialmente al complejo de Mauthausen. Allí
murieron 3 milicianos de La Roda: Miguel Carrizo Díaz, Juan Marchan-
te López y Herminio Martínez Vinuesa. Por su parte, Salustiano Checa
Ayuso, preso también en Mauthausen, tuvo la fortuna de ser liberado el
5 de mayo de 1945. De hecho, gracias al testimonio de Salustiano cono-
cemos la trágica manera en que murió Herminio Martínez. Estando am-
bos realizando trabajos forzosos en la cantera de Gusen, “el matadero de
Mauthausen”, Herminio subía cargado con un bloque de piedra cuando,
exhausto, se vino abajo. De inmediato, un guardia nazi acabó con su vida
de un disparo en la cabeza.
Por su parte, Francisco
Talavera (no disponemos del
segundo apellido), deporta-
do al campo de exterminio
de Buchenwald, igualmente
fue liberado al término de la
II Guerra Mundial144. El so-
brino de Abel Amar Pardo,
José León Ávalos, tras actuar
en varios organismos de re-
sistencia, en junio de 1944
fue detenido en Lyon por la
policía francesa y la Gestapo
e internado en un campo de
concentración alemán (des-
conocemos cuál). En 1945
fue liberado y posteriormente José María León Ávalos

condecorado por su papel en la Resistencia Francesa.145


144
Datos extraídos de la investigación realizada por Bermejo y Checa (2006) y también
de Garví (2006).
145
Por diferentes motivos de orden político e ideológico, el papel de los republicanos es-
pañoles en la liberación de París tradicionalmente ha sido ocultado y olvidado tanto
en Francia como en España. Hoy existen multitud de investigaciones historiográficas
(Evelyn Mesquida, Miguel Ángel Sanz, Secundino Serrano, Muñoz de Lara, Pons
Prades, etc.) que ponen de relieve la actuación de los combatientes españoles en la II
Guerra Mundial y muy especialmente de “La Nueve” en la liberación de París.

[303]

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Francisco Cortijo Fer-
nández también acabó exi-
liándose en Francia. Mili-
tante de UGT y del PSOE
de La Roda, fue miembro
destacado del Comité de
Enlace del Frente Popular
y de otras instituciones lo-
cales en tiempos de guerra.
A finales de marzo de 1939
quedó atrapado en Madrid,
donde milagrosamente
pudo sobrevivir durante
10 años. En 1949, tras el
reconocimiento del Estado
franquista a nivel interna-
cional, huyó a Francia atra-
vesando a pie los Pirineos.
Muchos otros, esperan-
zados con la supuesta eva-
Francisco Cortijo Fernández
cuación organizada por las
derrotadas autoridades republicanas, se encaminaron hacia los muelles
del puerto de Alicante para salir del país. Sin embargo, tras la ocupación
militar de Alicante por el cuerpo expedicionario italiano, los refugiados
fueron hechos prisioneros, comenzando para ellos un terrible calvario.
Los momentos de miedo y pánico, así como el hacinamiento que se pro-
dujo, siendo recluidos en espacios provisionales y en el campo de con-
centración de Albatera, han sido magistralmente narrados en primera
persona por el anarquista Eduardo de Guzmán en la obra que lleva por
título El año de la victoria. Al final del libro, el autor hace referencia a los
presos que, habiendo sobrevivido al holocausto de la reclusión en Alba-
tera o en la plaza de toros de Alicante, eran trasladados a Madrid para
ser ajusticiados. Los conboys de presos que se dirigieron a la capital de
España, durante el trayecto paraban en los grandes núcleos de población

[304]

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que se encontraban en su camino, siendo objeto de burla y escarnio.146 El
objetivo era presentar a los presos a las comisiones pueblerinas de busca y
captura, ansiosas de venganza, por si pudieran encontrar a los desapare-
cidos de sus localidades.
El fundador del PSOE y UGT de La Roda, Deusdedio del Campo
Martínez, fue capturado y recluido en el campo de concentración de Al-
batera. Deusdedio había nacido en Villalgordo del Júcar, pero casi toda
su vida transcurrió en el pueblo de La Roda. Apodado el manquillo por
la parálisis que sufría en una de sus manos, se dedicó a la profesión de
procurador. Organizó junto a otros compañeros como Antonio Gómez
Irimia o Arturo Silva Castro, el tránsito de la Monarquía a la República
en La Roda creando el Círculo Republicano y fundando, como decía-
mos, el PSOE y UGT locales. Fue presidente de la Comisión Gestora que
se configuró tras la proclamación de la Segunda República. Detenido y
procesado por los sucesos de octubre de 1934, tuvo un papel destacado
en casi todas las instituciones republicanas que aparecieron antes y des-
pués de la sublevación militar de julio de 1936. Fue miembro del primer
Comité de Salud Pública, vocal y delegado de Justicia, miembro del So-
corro Rojo Internacional y presidente del Comité de Incautaciones, entre
otros cargos. En mayo de 1937 era nombrado delegado por la provincia
de Albacete de la Caja de Reparaciones. Con el fin de la guerra, intentó
huir de España desde Alicante, pero fue apresado y llevado al campo de
concentración de Albatera. Pronto fue puesto en libertad parece ser que
por un aval que tenía y porque, dado el caos del momento, todavía no
había sido identificado. A continuación, huyó a Madrid en tren, aunque
luego cambió la versión, diciendo que escapó en un coche que tenía a su
servicio conducido por el carabinero Basilio Castillo. Al poco de estar en
la capital fue reconocido, denunciado y detenido. Trasladado a la cárcel
de La Roda, aquí será sometido a interminables palizas y torturas. Tuve
la fortuna de entrevistarme con un testigo que lo conoció en persona y

Eduardo de Guzmán (1974, pp. 356-358) relata en su libro la parada de varios de es-
146

tos convoys en La Roda. Aparte de este testimonio, existen muchos otros que reflejan
el drama de la funesta y fallida evacuación a partir del 27 de marzo en la ratonera en
que se convirtió el puerto de Alicante, como el de Leiva (1978).

[305]

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que lo vio en la cárcel antes de ser ejecutado. Su testimonio acerca del
irreconocible y lamentable estado físico de Deusdedio fue sobrecogedor.
Condenado a garrote vil en consejo de guerra, finalmente fue fusilado147
el 11 de noviembre de 1939 a la edad de 32 años.

Manuel del Campo Martínez, hermano de Deusdedio, exiliado en México

Sin embargo, no todos los que quedaron atrapados en el puerto de


Alicante corrieron la misma suerte que Deusdedio del Campo. El que
fuera presidente del Consejo local de La Roda, Antonio Gómez Irimia,
pudo escapar de la represión franquista junto a otros 6 rodenses: Juan
José Medrano Giménez, Guillermo Talavera Sáez, Regino Alarcón Sal-
vador, Gabriel Sevilla Argudo, Dulcidio Sotoca Belmonte y Pedro Sevilla
Escribano. El 28 de marzo de 1939 embarcaron en el carguero inglés

Según consta en su expediente, la pena de muerte aplicada contra Deusdedio del


147

Campo debería ser ejecutada con garrote vil. No fue común que estos tribunales
emitieran condenas a través del garrote, ya que la mayoría de las sentencias a muer-
te se aplicaron por fusilamiento. Desconocemos la razón por la que Deusdedio fue
sentenciado a garrote vil. El caso es que, como el resto de los condenados a muerte,
acabó siendo fusilado.

[306]

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Stanbrook rumbo a Orán (Argelia).148 Roger Cortijo Hernández, nieto
del represaliado Francisco Cortijo que huyó a Francia, ha realizado una
exhaustiva labor de investigación para desentrañar el destino final de es-
tos otros exiliados.149 Por cuestiones de espacio, no me voy a extender en
las biografías de todos ellos, pero con la ayuda de su aportación, realizaré
una breve reseña sobre el destino de Antonio Gómez Irimia el mecánico.
Nacido el 23 de diciembre de 1889 en Madrid, Antonio Gómez se ha-
bía establecido en La Roda antes de 1926 como mecánico de automóviles
en la especialidad Ford. Su taller estaba situado en la calle Grande 2ª, a la
altura de los semáforos principales de la antigua carretera nacional. Fue
el fundador en 1931 junto con otros compañeros (que ya hemos citado)
de UGT y del PSOE locales. Durante los sucesos de octubre de 1934
pudo escapar a Madrid y permanecer oculto, librándose de ser detenido
e ingresar en la cárcel. En 1936 intervino activamente en las elecciones de
febrero a favor del Frente Popular. El 19 de julio era detenido junto con
otros trabajadores cuando estaban reunidos en la Casa del Pueblo, con
motivo de la huelga general convocada por UGT. Estuvo encarcelado du-
rante la semana que permaneció el pueblo en manos de los sublevados.
Tras la liberación del pueblo el 25 de julio por fuerzas republicanas, junto
a otros dirigentes se hizo cargo del caos que provocó la insurrección mi-
litar. Fue presidente del Comité de Enlace del Frente Popular durante los
primeros meses de la guerra, presidente del PSOE de La Roda, secretario
de la Cooperativa Obrera Agrícola y presidente del Consejo Municipal
(alcalde), desde el 24 de marzo de 1937 al 28 de octubre de 1938. Siguió
de consejero hasta el 27 de marzo de 1939. El 28 de marzo embarcó en
el Stanbrook rumbo a Orán junto a los otros 6 compañeros. Una vez allí,
fue destinado al campo de concentración de Relizane, a 200 km de Oran,
donde 800 refugiados españoles fueron retenidos en condiciones infra-
humanas. A finales de marzo de 1940, Antonio Gómez salió del campo

148
Las autoridades republicanas y algunos dirigentes socialistas como Rodolfo Llopis
tomaron por su cuenta la iniciativa de preparar como se pudiera la evacuación, que
finalmente acabó siendo un auténtico desastre. Sobre el caso Stanbrook, destacare-
mos las obras de Escudero Galante (2002) y Martínez Leal (2005).
149
Roger Cortijo pudo conseguir las fotografías de cuatro de ellos. Las adjuntamos en
el anexo n.º 9.

[307]

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de concentración para ser internado en el Centro de alojamiento nº1 de
Orán, la antigua prisión civil. Posteriormente marchó a vivir a Bou-Tle-
lis, a 30 km al sudoeste de Orán, donde se cultivaba la viña y el azafrán.
Aquí estuvo trabajando en faenas agrícolas en una finca llamada García.
Falleció el 6 de marzo de 1953 en el Hospital civil de Orán.

* * * * * * * * * * * * * * *

Con el resumen de las vidas de estos hombres y, al fin y al cabo, con


el trágico fin del experimento democrático más genuino que hubo en
la historia de este país, doy por finalizado este trabajo que, sin lugar a
duda, podría haber sido mucho más extenso. No me atrevo a decir que el
destino de Antonio Gómez y de otros tantos como él, fuese más deseable
que el de aquellos que perdieron sus vidas durante la contienda o frente
al paredón. Dado el indescriptible sufrimiento que padecieron durante
la inmediata postguerra, nos consta que muchos de ellos acabaron envi-
diando a los muertos. De hecho, como hemos apuntado, muchos otros
tristemente se decantaron por el suicidio. Sin embargo, la gran mayoría
se aferraron a la estéril esperanza de que el conflicto mundial que se ave-
cinaba cambiaría el destino de su desolado país y, en definitiva, de sus
propias vidas.
En otros capítulos he calificado a la Guerra Civil, entre muchas otras
cosas, como una lucha de clases, haciendo uso de la terminología mar-
xista. Más allá de los conceptos y adjetivos usados por las diferentes
corrientes historiográficas, es innegable que, aunque suene en exceso
reduccionista, se trató de una guerra de ricos contra pobres, o al me-
nos así entiendo yo actualmente el concepto de lucha de clases. Con el
triunfo mundial del neoliberalismo, el hundimiento del comunismo y
con la transformación demócrata de todos los partidos socialistas, esta
terminología hoy en día está en desuso, pero no así sus connotaciones.
Tal vez no en el sentido clásico de enfrentamiento de unos grupos socia-
les (cerrados y definidos) contra otros, sino en su vertiente más simple
y primaria; de los poderes tradicionales reacios a que hubiera reformas
en clave democrática, en contra de una inmensa masa de desposeídos

[308]

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que, gracias a los cambios producidos tras la Gran Guerra, aspiraron a
un mundo mejor. Estas masas sociales se significaron políticamente con
el mundo del socialismo y del anarquismo. La aporofobia,150 o miedo o
rechazo al pobre o a la pobreza, es algo intrínseco al ser humano, que se
dio en la Guerra Civil y que, por desgracia, se seguirá dando.
En medio de este panorama quedaron los cuadros intermedios de la
sociedad, digamos, las clases medias. Se decantaron principalmente por
opciones republicanas más progresistas, pero también experimentaron
un vertiginoso proceso de fascistización sobre todo a partir de 1935.
Aparte de socialistas y anarquistas, los republicanos de izquierdas tam-
bién sufrieron el peso de la represión franquista sobre todo por haber
ostentado cargos de responsabilidad en las instituciones republicanas
durante la guerra. Sin embargo, no debemos perder de vista el conjunto
representado por los republicanos de derechas, identificados en general
con ideologías conservadoras, recelosos casi siempre del fascismo revo-
lucionario, aunque es evidente que con muchos puntos en común. De
hecho, como vimos al principio de esta investigación, un alto porcentaje
de republicanos conservadores eran monárquicos convencidos que, tras
la proclamación de la II República, no les quedó más remedio que parti-
cipar en el juego democrático. Defendieron sus intereses a ultranza y, lo
que es más importante, hicieron lo imposible para acabar con el nuevo
régimen culminando con el alzamiento del 18 julio de 1936. Hacer sínte-
sis es imprescindible para entender mejor estos y otros procesos históri-
cos aunque, como vemos, la realidad siempre es más compleja de lo que
pueda parecer a simple vista.
Aparte del enfrentamiento social, de unos que quisieron cambios
profundos, de los inmovilistas que no iban a permitirlo, y de los que

Consúltese el ensayo de la filósofa Adela Cortina (2017), Aporofobia, el rechazo al po-


150

bre: un desafío para la democracia. Como dato curioso, recientes estudios en historia
antropométrica dirigidos por la Universidad de Murcia y en los que han participado
13 investigadores de 10 universidades españolas nos hablan, entre muchos otros as-
pectos, de cómo la desigualdad en las rentas se hace evidente en la altura de la po-
blación. Al inicio de la guerra civil española, concluyen, tres centímetros separaban a
ricos y a pobres. Véase: Desigualdad y salud nutricional en España, siglos XVIII-XXI.
Revista Nutrición hospitalaria. Volumen 35, n.º extra5, 2018.

[309]

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estuvieron en medio, la Guerra Civil fue la culminación a un conglo-
merado de problemas estructurales de larga duración (haciendo uso de
la conceptualización también marxista de F. Braudel) cuyas ineludibles
contradicciones explotaron en el verano de 1936. Los actores de esta fun-
ción poco podrían haber hecho para remediar el enfrentamiento que se
avecinaba. Como hombres de un tiempo y espacio determinados, ahí
quedaron atrapados por toda una serie de condicionantes heredados y
también por un contexto europeo nada propicio.
La sociedad española de aquel momento estuvo condenada al con-
flicto llegando a un callejón sin salida que, paradójicamente, quedó re-
presentado por el advenimiento de la República. Esto no significa que,
como explicaba en la introducción, la democracia hubiera de estar inelu-
diblemente condenada al fracaso, aunque el ambiente europeo indicaba
obviamente con los casos alemán e italiano, la fragilidad y debilidad de
los sistemas democráticos en aquellos momentos. El caso contrario, re-
presentado por Francia o Inglaterra, nos lleva por otros derroteros re-
lacionados con el triunfo de las revoluciones burguesas en esos países
o, por decirlo desde otra perspectiva, con la inconclusa revolución libe-
ral en España. Aquí, debido a una serie de factores de tipo coyuntural,
históricos, obviamente económicos y también geográficos, la revolución
burguesa quedó abortada en el sentido de no haber podido, querido o
sabido integrar a esas amplias capas de la sociedad española ansiosas de
democracia que, dicho sea de paso, tampoco sabían muy bien en qué
consistía el juego democrático en los años 30.
En último término, en el tiempo breve, del acontecimiento, y sinteti-
zando al máximo, la guerra civil española fue un golpe de estado militar
(de los poderes tradicionales) en contra una incipiente democracia que
llevó a España al desastre de una guerra civil y a cuarenta años de dicta-
dura cuasi fascista. Francisco Franco inició su gobierno con una guerra y
con la destrucción de un sistema democrático. El régimen resultante, la
dictadura franquista, se fundó única y exclusivamente en el recuerdo de
la victoria y en la aniquilación del enemigo.
La guerra civil española ha sido y será recordada como una de las más
despiadadas y en extremo violentas de la historia del siglo XX europeo.

[310]

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Con independencia de nuestra ideología, no podemos dejar de mirar
esta tragedia con una compasión infinita por todas sus víctimas. Sin
embargo, hemos de reconocer que nuestra democracia siempre les ha
dado un trato muy desigual. El conocimiento histórico que la sociedad
española tiene del periodo que hemos estudiado, incluida la dictadura
franquista, también ha sido otro de los grandes perjudicados.
Y es que la reconciliación con nuestra historia y con nuestra memo-
ria es el paso previo para la consolidación democrática. Los políticos de
la transición hubieron de renunciar necesariamente a la justicia social
y al esclarecimiento de la verdad: entendible entonces, incomprensible
hoy. Se impuso, pues, un discurso y una visión de los hechos que, aun
existiendo una importante renovación historiográfica, perdura hasta
nuestros días. Este fallo todavía podemos subsanarlo, a pesar del tiempo
transcurrido. Y llegado también el tiempo de finalizar este trabajo, con-
cluyo recurriendo a la célebre frase que dice: quién no conoce la historia,
está condenado a repetirla. Ya conocemos mejor esta historia pero lo que
más deseamos es… que jamás se repita.

En memoria de todas las víctimas, represaliados y exiliados


de la guerra y del franquismo

[311]

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ANEXO 1
MUERTOS REPRESIÓN REPUBLICANA

NOMBRE FECHA LUGAR MUERTE


DESCONOCIDO 25/07/36 PINAR DE LA MALENA, LA RODA
SEGURA LIMORTE, MIGUEL 15/08/36 CARTAGENA
CADENAS RODRÍGUEZ DE VERA, PASCUAL 26/07/36 PUEBLO DE LA RODA

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CADENAS RODRÍGUEZ DE VERA, LEOPOLDO 07/08/36 KM 213 CARRETERA OCAÑA-ALICANTE
CADENAS RODRÍGUEZ DE VERA, CÉSAR 07/08/36 KM 213 CARRETERA OCAÑA-ALICANTE

[313]
COLLADO BALLESTEROS, AURELIO 26/07/36 FINCA BERASTEGUI
COLLADO, FELIPE 26/07/36 FINCA BERASTEGUI
COLLADO, CAMILO 26/07/36 FINCA BERASTEGUI
ORTIZ MORENO, FRANCISCO 29/08/36 CARRETERA DE SISANTE
FERNÁNDEZ CUENCA, JULIÁN 16/08/36 LOS PINARES DE POZO AMARGO
CARRILERO FERNÁNDEZ, JUAN 17/08/36 KM 243 VÍA FÉRREA
COLLADO BALLESTEROS, LUCINIO 21/08/36 CERROS VERDES BARRAX
PAÑOS, DELFÍN 21/08/36 CERROS VERDES BARRAX
PAÑOS, PRISCILO 21/08/36 CERROS VERDES BARRAX
PARREÑO BELMONTE, PASCUAL 11/08/36 SANTA MARTA
NOMBRE FECHA LUGAR MUERTE
COLLADO BALLESTEROS, JOSE 13/08/36 CASA DEL SEÑOR, VEREDA
HERRERO ALCARAZ, JOSE MARÍA 13/08/36 CASA DEL SEÑOR, VEREDA
GIMENEZ IZQUIERDO, JOSE ANTONIO 22/09/36 ALBACETE
MARTÍNEZ, SERAPIO 29/08/36 PINAR DE LA CASA HUEDO POZO AMARGO
SÁNCHEZ AJOFRÍN, FRANCISCO 29/08/36 PINAR DE LA CASA HUEDO POZO AMARGO
MARTÍNEZ, FRANCISCO 29/08/36 KM 98 CARRETERA CUENCA
ENCARNACIÓN MOTILLA, LUIS 13/09/36 CUESTA DE LA RODA- CTRA. VILLALGORDO

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GIMÉNEZ IZQUIERDO, AURELIO 23/08/36 QUINTANAR
PICAZO OÑATE, HERMINIO 23/08/36 QUINTANAR

[314]
PICAZO OÑATE, JOSE MARÍA 23/08/36 QUINTANAR
PIQUERAS TOBOSO, VÍCTOR 23/08/36 QUINTANAR
MARTÍNEZ MOLINA, JUAN 23/08/36 QUINTANAR
CEBRIÁN BERRUGA, MARTÍN 23/08/36 QUINTANAR
BORRÁS VALVERDE, ANTONIO 23/08/36 QUINTANAR
BORRÁS VALVERDE, ELISEO 23/08/36 QUINTANAR
CASTILLO RUIZ, GREGORIO 23/08/36 QUINTANAR
LOZANO SANTÓN, ANTONIO 23/08/36 QUINTANAR
ROMERO LÓPEZ, FLORENCIO 23/08/36 QUINTANAR
NOMBRE FECHA LUGAR MUERTE
MARTÍNEZ SÁEZ, ANDRÉS 23/08/36 QUINTANAR
GARCÍA MUÑOZ, ÁNGEL 23/08/36 QUINTANAR
ESCUDERO ARANDA, EMILIO 23/08/36 QUINTANAR
CHICANO SOTOCA, FEDERICO 23/08/36 QUINTANAR
FERNÁNDEZ, JOSÉ 23/08/36 QUINTANAR
TALAYA PALOP, JOSE MARÍA 23/08/36 QUINTANAR

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CARRILERO NIETO, FERNANDO 23/08/36 QUINTANAR
ALARCÓN RUBIO, GIL 23/08/36 QUINTANAR

[315]
FRAILE SAIZ, CONSTANTINO 23/08/36 QUINTANAR
SAEZ PALENCIA, JOSÉ 23/08/36 QUINTANAR
LÓPEZ MORENO, ALBERTO 23/08/36 QUINTANAR
DEL BARCO PICAZO, FLORENTINO 23/08/36 QUINTANAR
BELMONTE TOBOSO, VÍCTOR 23/08/36 QUINTANAR
BERRUGA CEBRIÁN, DIEGO FRANCISCO 29/10/36 ALBACETE
ÁVILA PALACIOS, MANUEL 29/10/36 ALBACETE
ESPINOSA TALAVERA, PABLO 20/09/36 ALBACETE
GARCÍA GONZÁLEZ, CRISTÓBAL 15/08/36 CARTAGENA
ANEXO 2
DETENCIÓN DE 99 PERSONAS DE LA RODA POR
ORDEN DEL JUEZ ESPECIAL A 17 DE AGOSTO DE 1936
Casiano Navarro Aguado, José María Talaya Palop, José Fernández
Ortiz, José Antonio Martínez Martínez, Constantino Fraile Saiz, Brau-
lio Donate Saiz, Florencio Romero López, José Valls Borrás, José María
Alarcón, Víctor Toboso Toboso, Antonio Huerta López, Juan Charco
Aranda, Martín Toboso Cebrián, Bartolomé González Tébar, Francis-
co González Tébar, Gil Alarcón Rubio, Teudiselo Chacón, Ángel Pérez
Castillo, Antonio Escribano González, Francisco Nadal Pallarés, Antón
Moratalla Santón, Juan Belmonte Molina, Julián Fernández Cuenca, Ga-
briel Arce Escobar, Job Escobar Montoya, Miguel Martínez Martínez,
César Cadenas, Leopoldo Cadenas, Diego Berruga Cebrián, Aurelio
Giménez Izquierdo, Antonio Ruiz Picazo, José María Ruiz Picazo, Pío
Díaz Belmonte, Fernando Escobar, Emilio Fernández Martínez, Eliseo
Graells Maroto, Eloy López Moreno, Julián Blanco Belmonte, Wenceslao
Cebrián Ballesteros, Herminio Picazo Bermejo, Alonso Picazo Bermejo,
Antonio Escribano, Juan Alarcón Santos, Lino Ramírez Salvador, Ulpia-
no Moreno, José María Fernández Botella, Julio Alarcón Pagés, José Ávila
Palacios, José Escobar, Manuel Ruiz Picazo, Delfín Paños, José Antonio
Sánchez García, Virgilio Carrilero, Lucinio Collado Ballesteros, Benja-
mín Martínez Alarcón, Martín Cebrián Berruga, Jose Antonio Castillo,
José Castillo, Julián González, Ángel Romero Martínez, los dos hijos de
Isaac García, Eliseo Borrás Valverde, Antonio Borrás Valverde, Leopol-
do Martínez, Francisco González Tébar, Ramón López, Aurelio Bautista,
Emilio Fernández y su hijo Emilio, Mateo Lozano, Teodoro Sahuquillo,
Varea el molinero de Cadenas, Juan Ramón Carrilero, un tal Cañabate,
Ángel Pérez Castillo, Manuel Cortijo Salvador, Santiago González Aven-
daño, José María Picazo Oñate, Juan Levia Serrano, Antonio de Toro,
Fernando Rodríguez, Juan López Villodre, Antonio Martínez Escudero,
Federico Giménez, Juan Francisco Martínez, José Tébar Alarcón, Venan-
cio Calomarde, Serapio Martínez Pérez, Carmelo González Ruiz, Miguel
Mas, Joaquín Ortega, Miguel Tébar Piqueras, Juan Lozano Santón, Flo-
rencio Romero López, Francisco Cros Aparicio, Federico Chicano Orte-
ga, Santiago González Avendaño y Víctor Piqueras Toboso

[316]

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ANEXO 3
CONDENADOS POR LOS TRIBUNALES POPULARES

NOMBRE FECHA DESCRIPCIÓN


ARCE ESCOBAR, GABRIEL 22/10/36 Pena de muerte, delito rebelión, muy peligroso (sent 15)
ALARCÓN RUBIO, JOSE MARÍA 22/10/36 Reclusión perpetua, delito rebelión, peligroso (sent 15)
ORTEGA MARÍN, VICENTE 22/10/36 Reclusión perpetua, delito rebelión, peligroso (sent 15)
CALOMARDE HIDALGO, VENANCIO 22/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 15)

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CHARCO ARANDA, JUAN 22/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 15)
CARRILERO ORTIZ, MIGUEL 22/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 15)
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, EMILIO 22/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 15)

[317]
NAVARRO AGUADO, CASIANO 22/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 15)
ESCOBAR MUÑOZ, JOSÉ 22/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 15)
SERRANO CASAS, JUAN 22/10/36 6 años y 1 día reclusión mayor, delito excitación (sent 15)
COLLADO BALLESTEROS, SAGRARIO 22/10/36 6 años y 1 día reclusión mayor, delito excitación (sent 15)
RODRÍGUEZ HONTECILLA, SIERVA 22/10/36 2 meses y 1 día arresto mayor, delito excitación con atenuante (sent 15)
RAMÍREZ ONSURBE, MARÍA PURIFICACIÓN 22/10/36 2 meses y 1 día arresto mayor, delito excitación con atenuante (sent 15)
AVILA PALACIOS, MANUEL 24/10/36 Pena de muerte, delito rebelión (sent 16), no se concedió indulto
BERRUGA CEBRIÁN, FRANCISCO DIEGO 24/10/36 Pena de muerte, delito rebelión (sent 16), no se concedió indulto
SAHUQUILLO GONZÁLEZ, AGAPITO 24/10/36 Reclusión perpetua, delito rebelión (sent 16)
ESCOBAR MONTOYA, JOB 24/10/36 20 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 16)
SÁNCHEZ GARCÍA, GASPAR 24/10/36 20 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 16)
NOMBRE FECHA DESCRIPCIÓN
LÓPEZ TOBOSO, RAMÓN 24/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 16)
VIÑAS SEVILLA, JULIÁN 24/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 16)
BELMONTE CÁRDENAS, FRUCTUOSO 24/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 16)
VAREA ZALVEZ, JOSE JOAQUÍN 24/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 16)
GONZÁLEZ AVENDAÑO, SANTIAGO 24/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 16)
ESPINOSA ROPERO, NEMESIO 24/10/36 6 meses y 1 día prisión correccional, delito auxilio con atenuante (sent 16)
MARTÍNEZ MARTÍNEZ, JOSE ANTONIO 24/10/36 Puesto en libertad
CHACÓN SOTOCA, TEUDISELO 28/10/36 20 años reclusión temporal, delitio auxilio (sent 17)

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SANCHEZ GARCÍA, JOSE 28/10/36 20 años reclusión temporal, delitio auxilio (sent 17)
FERNÁNDEZ MARTÍNEZ, EMILIO 28/10/36 20 años reclusión temporal, delitio auxilio (sent 17)
PLAZA VALENCIANO, ÁNGEL 28/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 17)

[318]
ÁVILA PALACIOS, JOSE MARÍA 28/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 17)
CARRILERO BAUTISTA, VIRGINIO 28/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 17)
VIÑAS BELMONTE, PÍO 28/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 17)
PICAZO BERMEJO, HERMINIO 28/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 17)
ORTEGA ORTEGA, PEDRO 28/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 17)
LÓPEZ BALLESTEROS, ANTONIO 28/10/36 14 años reclusión temporal, delito auxilio (sent 17)
CHACÓN VALLS, FERNANDO 28/10/36 6 años y 1 día prisión mayor, delito auxilio (sent 17)
LÓPEZ MORENO, ELOY 28/10/36 Puesto en libertad
ESPINOSA TALAVERA, PABLO 20/09/36 Sin expediente
ANEXO 4
MODELO DE INFORME DE CONDUCTA EMITIDO
POR EL CONSEJO MUNICIPAL DE LA RODA

¿Dónde está?
Pregunta 1ª: ¿Ha tenido actividades políticas el antes citado individuo?
Pregunta 2ª: ¿En qué sentido ha desarrollado dichas actividades?
Pregunta 3ª: ¿Ha acatado y defendido a la República?
Pregunta 4ª: ¿Es Patrono?
¿Tiene o ha tenido obreros a su cargo?
¿Cómo los ha tratado?
¿Cuál es su situación económica?
Pregunta 5ª: ¿Es obrero?
¿Trabaja por cuenta o a jornal?
¿Cuál es su situación económica?
Pregunta 6ª: ¿Se le considera persona afecta a la República?
Pregunta 7ª: ¿Ha ejercido cargos públicos?
Pregunta 8ª: ¿Sería peligroso para la República su libertad en los actuales
momentos?
Pregunta 9ª: ¿Qué otras actividades no preguntadas ha tenido el nom-
brado individuo?
Pregunta 10ª: ¿Ha militado en algún partido político o Sindical?
¿Cuál ha sido y en qué fecha?
Pregunta 11ª: ¿Milita actualmente en algún Partido político o Sindical?
Pregunta 12ª: ¿Qué grado de cultura tiene?
Pregunta 13ª: ¿Es casado o soltero?
Pregunta 14ª: Número de hijos, edades y sexos de los mismos.
Pregunta 15ª: ¿Tiene algún hijo en el frente de combate?

[319]

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ANEXO 5
REPRESIÓN FRANQUISTA. TODOS LOS REPRESALIADOS
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
ALARCON GARCIA JOSE CARABINERO LA RODA
ALARCON PALENCIA JOSE LABRADOR LA RODA
ALARCON SEGOVIA ABELARDO LABRADOR ALARCON
ALARCON SEGOVIA MARINO LABRADOR ALARCON
ALCANIZ MORATALLA FERNANDA MAESTRA NACIONAL LA RODA
ALCARAZ ASENSIO ANTONIO REPRESENTANTE LORQUIN
ALEDO ALBACETE FERNANDO COMERCIANTE ALHAMA ALBACETE 07.06.1940
ALFARO RODRIGUEZ MARCELINO LEZUZA LA RODA 11.11.1939
ALMANSA MARTINEZ CIRILO JORNALERO LA RODA ALBACETE 18.04.1942

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AMAR PARDO ABEL LABRADOR LA RODA LA RODA 11.11.1939
AMAT MARTINEZ FIDEL ALFARERO LA RODA ALBACETE 18.05.1939
ARENAS PIQUERAS PEDRO FERROVIARIO LA RODA
ARENAS TALAVERA ANTONIO JORNALERO LA RODA

[320]
AROCA MOYA ANTONIO RESTITUTO CARNICERO LA RODA
ATIENZA LEAL JUAN ANTONIO JORNALERO LA RODA
ATIENZA NUÑEZ SEBASTIAN LABRADOR MADRIGUERAS LA RODA 17.05.1939
ATIENZAR ATIENZAR SIMEON JORNALERO LA RODA
ATIENZAR LEAL JOSE JORNALERO LA RODA
AVALOS GARCIA ROBUSTIANA SUS LABORES EL PERAL (CUENCA)
AVALOS GARCIA CIRILA SUS LABORES EL PERAL (CUENCA)
BAUTISTA COLLADO RAMON LABRADOR LA RODA
BAUTISTA CUCHILLO REGINA CAMPESINA LA RODA
BAUTISTA DIAZ MARIA SUS LABORES LA RODA
BELMONTE PIQUERAS JOSEFA SUS LABORES LA RODA
BEMONTE ORTEGA JUAN JOSE JORNALERO LA RODA
BERLANGA CUBAS MAXIMO LABRADOR VILLANUEVA DE LA JARA LA RODA 17.05.1939
BERRUGA GARCIA INOCENCIO JORNALERO LA RODA
BLASCO LOPEZ PEDRO JORNALERO POZOAMARGO ALBACETE 24.05.1939
CAQUES BLANCO JOSE MADRIGUERAS LA RODA 17.05.1939
CALERO MILLAN ELOY INDUSTRIAL HOYA DE GONZALO
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
CALLEJA MIÑAN PEDRO LABRADOR MUNERA LA RODA 27.11.1939
CALOMARDE BAUTISTA JOSE INDUSTRIAL LA RODA
CANTA MAXIMILIANO MADRIGUERAS LA RODA 17.05.1939
CARRASCO PICAZO PEDRO JORNALERO TARAZONA DE LA MANCHA LA RODA 27.11.1939
CARRETERO CARRILLO EDMUNDO TIPOGRAFO LA RODA LA RODA 27.11.1939
CARRETERO LILLO JUAN HOJALATERO LA RODA
CARRETERO LILLO EMMA MODISTA LA RODA
CARRILERO CASTILLO JOSE ANTONIO LA RODA CARCEL LA RODA 31.05.1939
CARRILERO CASTILLO JOSE LA RODA
CARRILERO CASTILLO PEDRO TRANSPORTISTA LA RODA
CARRILERO GARCIA FRANCISCA SUS LABORES LA RODA
CARRILERO NIETO FERNANDO LABRADOR LA RODA TOLEDO 23.08.1939

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CARRILERO SEVILLA MARINO LABRADOR LA RODA LA RODA 29.07.1939
CARRILERO SEVILLA JOSE ANTONIO JORNALERO LA RODA
CARRION BAUTISTA ANDRES ALBANIL VICH (BARCELONA) ALBACETE 04.12.1942
CARRION BELMONTE PEDRO ANTONIO ALBOREA CARCEL LA RODA 26.01.1941

[321]
CASTILLO BAUTISTA JUAN ANTONIO JORNALERO LA RODA
CASTILLO CASTILLO JULIAN PORTERO MAYOR LA RODA
CASTILLO DIAZ FRANCISCO FERROVIARIO LA RODA
CASTILLO FRAILE ANDRES TIERRA-BLANQUERO LA RODA
CASTILLO MORALES CANDELARIA SUS LABORES LA RODA
CASTILLO MOTOS TORIBIO LA RODA ALBACETE 04.12.1942
CASTILLO NIETO ANTONIO FERROVIARIO LA RODA
CASTILLO ZALVE PRUDENCIO LABRADOR LA RODA LA RODA 27.11.1939
CHACON MARTINEZ JULIO FUNCTIONARIO MUNICIPAL LA RODA
CHARCO FERNANDEZ EUSEBIA SUS LABORES LA RODA
CISNEROS ARANDA ANA MARIA SUS LABORES LA RODA
CISNEROS ARANDA JUAN DE DIOS CERRAJERO LA RODA
CLEMENTE GARCIA FRANCISCO ALBANIL LA RODA
CLEMENTE GARCIA JUAN ALBANIL LA RODA
CLEMENTE PIQUERAS FRANCISCO LABRADOR LA RODA
CLEMENTE PIQUERAS JUAN LA RODA
COLLADO FERNANDEZ SEBASTIAN ALBANIL LA RODA
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
CORDOBA BERRUGA DOMINGO PANADERO LA RODA
CORDOBA BERRUGA DOMINGO PANADERO LA RODA
CORDOBA ESCRIBANO ANDRES JORNALERO TARAZONA DE LA MANCHA LA RODA 29.07.1939
CORDOBA ESCRIBANO MANUEL LABRADOR TARAZONA DE LA MANCHA LA RODA 29.07.1939
CORDOBA TEVAR DOMINGO PANADERO LA RODA GUADALAJARA 21.05.1940
CORREAS HONRUBIA PEDRO JORNALERO MAHORA
CORTIJO FERNANDEZ ISABEL SUS LABORES LA RODA
CORTIJO PICAZO JUAN JOSE JORNALERO CASAS DE GUIJARRO CARCEL ALBACETE 05.05.1941
CORTIJO TOBOSO HERMINIO LABRADOR CASAS DE GUIJARRO
CORTIJO ZAMORA MIGUEL LA RODA
CORTIJO ZAMORA LEOCADIO JORNALERO LA RODA
COZAR BERMUDES LUIS AGENTE COMMERCIAL PENAS DE SAN PEDRO
CRISPIN CRISPIN SEGISMUNDO JOSE COMERCIANTE LA UNION (MURCIA)

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CUENCA OLIVARES FRANCISCO MINAYA CARCEL ALBACETE 13.02.1940
DE LA CASA MORENO JUAN RAMON JORNALERO TOMELLOSO
DE TORO ESCUDERO SEBASTIAN JORNALERO LA RODA
DE TORO ESCUDERO ANTONIO FERROVIARIO LA RODA

[322]
DEL CAMPO MARTINEZ AGUSTIN ESTUDIANTE VILLALGORDO DEL JUCAR
DEL CAMPO MARTINEZ DEUSDEDIO PROCURADOR VILLALGORDO DEL JUCAR LA RODA 11.11.1939
DIAZ BAUTISTA JULIO FACTOR FERROVIARIO LA RODA
DIAZ GONZALEZ FRANCISCO LABRADOR LEZUZA ALBACETE 24.05.1939
DIAZ GONZALEZ JUANA SUS LABORES LEZUZA
DIAZ MARTINEZ ROSA SUS LABORES LA RODA
DIAZ TEBAR VICTOR PASTOR LA RODA
DOMINGUEZ CARBAJOSA MANUELA SUS LABORES LA RODA
ESCOBAR CARRILERO ANTONIO COMERCIANTE LA RODA
ESCOBAR POVEDA EDIOVIRO LABRADOR VILLALGORDO DEL JUCAR
ESCOBAR SAEZ DANIEL JORNALERO VILLALGORDO DEL JUCAR
ESCOBAR TOBOSO LUIS PANADERO LA RODA
ESCRIBANO COLLADO EMILIO TEJERO LA RODA
ESCRIBANO GARCIA MARCIANA SUS LABORES LA RODA
ESCRIBANO GARCIA MARIA SUS LABORES LA RODA
ESCRIBANO JIMENEZ JOSE SECRETARIO MUNICIPAL LA RODA
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
ESCRIBANO MORENO JOSE MARIA JORNALERO LA RODA
ESCRIBANO SERRANO DIEGO BRACERO LA RODA
ESCRIBANO TOBOSO JOSE ANTONIO TEJERO LA RODA
ESCUDERO LOPEZ JULIAN ASSERADOR LA RODA LA RODA 27.11.1939
ESTESO GARCIA NICOLA FERROVIARIO LA RODA
FERNANDEZ ATIENZA JOSE ANTONIO JORNALERO LA RODA
FERNANDEZ BENITEZ DOLORES SUS LABORES
FERNANDEZ CANO MIGUEL JORNALERO BAILEN (JAEN)
FERNANDEZ CARRILERO ANTONIO GUARDIA DE CAMPO LA RODA ALBACETE 24.05.1939
FERNANDEZ CARRILERO PEDRO JORNALERO LA RODA
FERNANDEZ CASTILLO EMILIO ALBANIL LA RODA
FERNANDEZ CORREDOR ROGELIO FERROVIARIO HIGUERUELA

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FERNANDEZ DEL HOYO JOSE LA RODA CARCEL ALBACETE 18.11.1940
FERNANDEZ DONATE MATEO JORNALERO LA RODA
FERNANDEZ FERNANDEZ AURELIO JORNALERO LA RODA
FERNANDEZ FERNANDEZ JOSE ANTONIO JORNALERO LA RODA

[323]
FERNANDEZ GONZALEZ FRANCISCO JORNALERO LA RODA
FERNANDEZ GONZALEZ JULIAN BRACERO LA RODA ALBACETE 30.04.1942
FERNANDEZ GONZALEZ MATEO JORNALERO LA RODA
FERNANDEZ MARTINEZ JOSE OBRERO SANTIESTEBAN DEL PUERTO
FERNANDEZ MONTEAGUDO MIGUEL JORNALERO LA RODA
FERNANDEZ MORALES JOSE JORNALERO LA RODA
FERNANDEZ MORALES MARIANA CAMPESINA LA RODA
FERNANDEZ MORENO JOSE JOAQUIN JORNALERO LA RODA
FERNANDEZ SERRANO FRANCISCO SASTRE LA RODA
FERNANDEZ TEBAR ANGEL FERROVIARIO LA RODA
FERNANDEZ TEBAR JUAN JORNALERO LA RODA
FLORES BELMONTE GABRIEL PASTOR LA RODA
FRAILE ESCRIBANO JUAN PANADERO LA RODA
FRAILE GRIÑAN SERAPIO PANADERO LA RODA LA RODA 11.11.1939
FRAILE GRIÑAN GUILLERMO CAMARERO LA RODA
FRAILE GRIÑAN RAMON LA RODA
FRAILE MORENO JOSE INDUSTRIAL LA RODA ALBACETE 17.08.1940
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
FRAILE RUBIO JOSE CHOFER LA RODA LA RODA 27.11.1939
FRAILE SERRANO TRINIDAD SUS LABORES LA RODA
FRAILE SERRANO JOSEFA SUS LABORES LA RODA
FUENTE MARTINEZ SEBASTIAN ALBANIL MADRIGUERAS LA RODA 17.05.1939
GAITANO GARCIA RESTITUTO INDUSTRIAL LA RODA
GAITANO OLIVARES PEDRO LA RODA LA RODA 11.11.1939
GALIANO ONSURBE MARCELO AFILADOR LA RODA
GALINDO COLLADO MANUEL CHOFER LA RODA LA RODA 27.11.1939
GALLEGO CARRETERO ANTONIO INDUSTRIAL TARAZONA DE LA MANCHA ALBACETE 01.02.1941
GARCIA BERRUGA JUAN MIGUEL FACTOR FERROVIARIO LA RODA
GARCIA CASTILLO JOSE GUARDIA DE SECURIDAD LA RODA
GARCIA FERNANDEZ FRANCISCO MILITAR VILLANUEVA DE LA SERENA
GARCIA GARCIA JOSE MARIA ASSERADOR LA RODA

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GARCIA GARCIA JUSTINIANO ALBANIL MADRIGUERAS LA RODA 17.05.1939
GARCIA JURADO JULIO ALBANIL LA RODA
GARCIA MORENO AFRICA (EUSEBIO) LABRADOR FUENSANTA LA RODA 11.11.1939
GARCIA MORENO JUAN LABRADOR LA RODA

[324]
GARCIA PASTOR JUAN FERROVIARIO LA RODA
GARCIA RUEDA JUAN ANTONIO JORNALERO FUENSANTA LA RODA 11.11.1939
GARCIA TEBAR PASCUALA SUS LABORES LA RODA
GIL MATAIX ANA SUS LABORES LA RODA
GOMEZ MARTI ROSARIO SUS LABORES CHINCHILLA
GOMEZ PEREZ JOSE MARIA COMERCIANTE MURCIA
GONZALEZ BUENDIA MARIA EUGENIA SUS LABORES LA RODA
GONZALEZ DONATE AGUSTIN BRACERO LA RODA
GONZALEZ FERNANDEZ RAMON LABRADOR LA RODA
GONZALEZ GARCIA EMILIO CONTRATISTA DE CORREOS LA RODA
GONZALEZ GONZALEZ JOSE COLCHONERO LA RODA
GONZALEZ JIMENEZ FRANCISCO MOLINERO LA RODA
GONZALEZ JIMENEZ MARTIN MOLINERO VILLALGORDO DEL JUCAR
GONZALEZ MORENO JULIAN MOLINERO VILLALGORDO DEL JUCAR LA RODA 11.11.1939
GONZALEZ SERRANO DIEGO PASTOR LA RODA
GOTOR PERIER VICTORIA SUS LABORES
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
GRANDE ALARCON EDUARDO LABRADOR LA RODA
GRANDE ALARCON FRANCISCO GUARDIA DE ASALTO LA RODA
GRANDE ALARCON JUAN GUARDIA DE ASALTO LA RODA
GRANDE AROCA VICENTE LABRADOR LA RODA
HERNANDEZ CARRATALA JOSE FACTOR FERROVIARIO ALICANTE
HERNANDEZ CARRETERO ISABEL SUS LABORES
HERNANDEZ DIAZ ANDRES EBANISTA VILLENA (ALICANTE)
HUERTA GARCIA ANGEL JORNALERO LA RODA LA RODA 11.11.1939
HUERTA GARCIA MARIA SUS LABORES LA RODA
IGUALADA VALVERDE JOSE JORNALERO TARAZONA DE LA MANCHA LA RODA 27.11.1939
INIGUEZ MONTOYA FRANCISCO CURTIDOR LA RODA
IZQUIERDO FERNANDEZ GERARDO FERROVIARIO LA RODA

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JARENO CARRILERO AMPARO SUS LABORES LA RODA
JARENO CARRILERO DOLORES SUS LABORES LA RODA
JARENO CARRILERO JOSE RAMON FERROVIARIO LA RODA
JARENO GALIANO JOSE JORNALERO LA RODA

[325]
JARENO JIMENEZ JOSE ANTONIO JORNALERO LA RODA
JARENO NAVARRO JUAN ANTONIO MOLINERO LA RODA
JARENO NAVARRO JUAN ANTONIO JORNALERO LA RODA
JARENO RABADAN GABRIEL SISANTE (CUENCA)
JARENO RABADAN DIOCLESIANO MOLINERO SISANTE (CUENCA)
JARENO RABADAN JOSE MARIA BARBERO EL PICAZO (CUENCA)
JATIVA TORRES JUAN ANTONIO MAESTRO NACIONAL MUNERA
JIMENEZ COLLADO JOSE MIGUEL LABRADOR VILLANUEVA DE LA JARA
JIMENEZ HONRUBIA MANUEL JORNALERO LA RODA
JIMENEZ MONDEJAR JOSEFA SUS LABORES VILLALGORDO DEL JUCAR
LACOBA ALARCON EUSTAQUIO SARGENTO DE INGENIEROS LA RODA
LAFUENTE MARTINEZ JUAN ANTONIO JORNALERO LA RODA
LAGUNA RAMIREZ JOSE CARPINTERO SANTA CRUZ DE MUDELA
LAGUNA RAMIREZ LUIS ALBANIL SANTA CRUZ DE MUDELA
LAGUNA VACAS JULIO ALBANIL SANTA CRUZ DE MUDELA
LALIGA JIMENEZ EDUARDO MAESTRA NACIONAL ALBACETE
LARA NIETO TEOFILO INDUSTRIAL LA RODA
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
LEON CARRETERO ABEL JORNALERO VILLALGORDO DEL JUCAR
LOPEZ BALLESTEROS JUAN JORNALERO LA RODA ALBACETE 17.09.1942
LOPEZ CARRIZO JOSE TOMAS LABRADOR LA RODA
LOPEZ FERNANDEZ BENIGNO MILITAR VILLALGORDO DEL JUCAR LA RODA 21.04.1942
LOPEZ MANCHON ROMAN JORNALERO LA RODA
LOPEZ ROMERO MARIA PATROCIONIO MAESTRA NACIONAL
LOPEZ SIMARRO ANSELMA JORNALERA LA RODA
LOZANO ESCUDERO JUAN HORTELANO LA RODA
LOZANO JIMENEZ JOSE MARIA JORNALERO LA RODA
LOZANO MORENO LEON JORNALERO FUENSANTA LA RODA 27.11.1939
LOZANO SIMARRO JUAN JOSE CAMPESINO LA RODA LA RODA 27.11.1939
LOZANO TORRECILLAS FEDERICO BRACERO LA RODA
LUJAN MENDIETA JOSE JOAQUIN JORNALERO LA RODA

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MAESTRO PEREZ CARLOS LABRADOR LA RODA
MAESTRO SIMARRO DIEGO JORNALERO LA RODA
MAESTRO TEBAR DIEGO ALEJANDRO JORNALERO LA RODA
MAESTRO TEBAR DIEGO ALEJANDRO JORNALERO LA RODA

[326]
MAESTRO ZALVE TIMOTEO LABRADOR LA RODA
MARCHANTE TOBOSO JUAN CELADOR DE TELEGRAFOS LA RODA
MARQUES MOYA AMALIO JORNALERO LA RODA
MARQUES MOYA AMALIO JORNALERO LA RODA
MARTINEZ ALARCON SEBASTIAN PANADERO LA RODA
MARTINEZ ANDUJAR FERNANDO AYUDANTE DE TALLERES CASAS DE BENITEZ LA RODA 11.11.1939
MARTINEZ CABANERO FRANCISCO JORNALERO LA RODA
MARTINEZ CASTILLO VICENTE EMPLEADO DE ALMACENES LA RODA LA RODA 27.11.1939
MARTINEZ CORTIJO JOSE MARIA LABRADOR LA RODA
MARTINEZ DIAZ RUFINO JORNALERO LA RODA
MARTINEZ FERNANDEZ IGNACIO JORNALERO LA RODA
MARTINEZ FERNANDEZ JUAN DE DIOS JORNALERO LA RODA
MARTINEZ FRAILE ANA SUS LABORES LA RODA
MARTINEZ GARCIA MANUEL LABRADOR LA RODA ALBACETE 01.12.1942
MARTINEZ GIL ANTONIO ESTUDIANTE LA RODA
MARTINEZ JIMENEZ EUTROPIO ZAPATERO LA RODA LA RODA 27.11.1939
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
MARTINEZ LEAL ANTONIO JORNALERO CASAS SIMARRO
MARTINEZ LOPEZ FRANCISCO MOZO LA RODA
MARTINEZ LOPEZ HUMBERTO DIRECTOR PRISION LA RODA CHINCHILLA ALBACETE 24.05.1939
MARTINEZ LOZANO ALONSO JORNALERO LA RODA
MARTINEZ MARTINEZ FRANCISCO JORNALERO LA RODA
MARTINEZ MARTINEZ TELMO LA RODA CARCEL LA RODA 19.08.1939
MARTINEZ MORENO MARIANA SUS LABORES VILLALGORDO DEL JUCAR
MARTINEZ RUBIO JESUS ALBANIL LA RODA
MARTINEZ RUIZ ANTONIO JORNALERO MUNERA LA RODA 27.11.1939
MARTINEZ SIMARRO JOSE GUARNICERO LA RODA LA RODA 11.11.1939
MARTINEZ TOBOSO DIEGO PANADERO LA RODA ALBACETE 07.09.1940
MARTINEZ VALVERDE EMILIO MAESTRO NACIONAL SAN CLEMENTE (CUENCA)

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MOLINA AZNAR VICENTE IMPRESOR Y MATADOR LA RODA
MOLINA CARRETERO JOSE FORJADOR LA RODA
MOLINA CARRETERO MATILDE SUS LABORES
MOLINA PUERTAS AURELIO HERRERO LA RODA

[327]
MONDEJAR LAGUIA NILO CHOFER LA RODA
MONREAL PICAZO GERARDO SOCUELLAMOS CARCEL LA RODA 05.01.1941
MONTEAGUDO CUCHILLO CASIMIRO JORNALERO LA RODA
MONTEJANO POVEDA SEBASTIAN LABRADOR CASAS SIMARRO
MONTERO MONTERO ANTONIO RELOJERO MURCIA
MORAGA ALARCON JUAN JORNALERO TARAZONA DE LA MANCHA
MORALES RODRIGUEZ JOSE LABRADOR LA RODA
MORALES RODRIGUEZ PEDRO JORNALERO LA RODA ALBACETE 29.01.1942
MORENO BLASCO VICTOR ALBANIL LA RODA
MORENO CASTILLO FRANCISCO LABRADOR LA RODA ALBACETE 19.02.1941
MORENO CASTILLO FRANCISCO CARABINERO ELCHE
MORENO CEBRIAN MARTIN APERADOR LA RODA
MORENO HOMBRADO GABINO MILITAR CONDUERTE
MORENO MARQUES EMILIO CHOFER LA RODA ALBACETE 19.12.1941
MORENO MARQUES JOSE ANTONIO CHOFER LA RODA
MORENO MARTINEZ ADORACION SUS LABORES LA RODA
MORENO MARTINEZ FRANCISCO JORNALERO LA RODA
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
MORENO MARTINEZ INOCENCIO JORNALERO LA RODA
MORENO MORENO MARTIN JORNALERO LA RODA
MORENO MOYA JUAN JORNALERO LA RODA
MORENO PARRENO JUAN JORNALERO LA RODA
MORENO ZALVE APOLONIO COMERCIANTE LA RODA
MORENO LOPEZ FLORENTINO ELECTRICISTA (Y ALCALDE DE FUENSENTA) FUENSANTA LA RODA 11.11.1939
MORENO MARQUES MODESTO CHOFER LA RODA LA RODA 11.11.1939
MUNOZ GAITANO JOSE CHOFER LA RODA
NAVARRO ALFARO JUAN JORNALERO PICAZO DE JUCAR (CUENCA)
NAVARRO RAMOS JUAN JOSE JORNALERO TOMELLOSO ALBACETE 13.06.1941
NIETO CHASCO SEGUNDO CABRERO LA RODA CUENCA 26.06.1940
NIETO MARTINEZ MARIA SUS LABORES LA RODA
NIETO TALAVERA MARIA JESUS SUS LABORES LA RODA

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NIETO URREA FERNANDO JORNALERO LA RODA
NIETO URREA FRANCISCA SUS LABORES LA RODA
NIEVA DOMINGO LUISA SUS LABORES LA RODA
OLIVARES SAEZ PRUDENCIO LABRADOR TORRE DE PACHECO (MURCIA)

[328]
OLMOS TEBAR JUAN BRACERO LA RODA
ONSURBE FRAILE JUAN MIGUEL BARBERO LA RODA
ONSURBE MARTINEZ RAMON OFICINISTA LA RODA
ORTEGA DIAZ CANDELARIA SUS LABORES LA RODA
ORTEGA GONZALEZ VICENTE LABRADOR LA RODA LA RODA 29.07.1939
ORTEGA SIMARRO GABRIEL AGRICULTOR LA RODA
OSORIO SAHUQUILLO TOMAS LABRADOR LA RODA
PALENCIA MORENO ANTONIO BRACERO LA RODA
PARDO PENARUBIA JOSE AGRICULTOR LEDANA
PARREÑO MARTINEZ JULIAN HORTELANO QUINTANAR DEL REY
PARREÑO TALAVERA JOSE FERROVIARIO LA RODA
PARREÑO TEBAR JUAN JORNALERO LA RODA
PARREÑO TEBAR JUAN DE DIOS PORTERO GOBIERNO CIVIL LA RODA
PARREÑO VILLODRE JUAN EBANISTA LA RODA
PEREZ BRIHUEGA FELIPE CHOFER CUENCA
PEREZ CORCOLES SEBASTIAN FERROVIARIO VILLALBA DE CHINCHILLA
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
PEREZ GASPAR JUAN GUARDIA MUNICIPAL LA RODA ALBACETE 24.05.1939
PEREZ MARTINEZ BIENVENIDO MATARIFE LA RODA
PEREZ MARTINEZ LAMBERTO CONTRATISTA LA RODA
PEREZ MONTEAGUDO JULIAN ALBANIL LA RODA
PEREZ POVEDA JOAQUINA SUS LABORES ZAMORA
PEREZ POVEDA PILAR SUS LABORES LA RODA
PEREZ PONCE PIO MAESTRO NACIONAL ?
PICAZO GARCIA VICTOR LABRADOR LA RODA
PICAZO PICAZO JOSE TARAZONA DE LA MANCHA CARCEL LA RODA
PIQUERAS LOPEZ JUAN CABRERO LA RODA
PLA PALENCIA JOSE GUARDIA DE ASALTO LA RODA
POVEDA FERNANDEZ URBANO AVELINO JORNALERO LA RODA

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POVEDA FERNANDEZ FELICIANO GUARDIA DE ASALTO LA RODA
PUERTAS GONZALEZ MIGUEL ALBANIL LA RODA
QUILEZ MUNOZ JOSE CRUZ EMPLEADO LA RODA
RAMOS GARCIA CRESCENSIO JORNALERO MUNERA LA RODA 23.06.1939

[329]
REQUENA TEBAR FRANCISCO JORNALERO LA RODA
RODRIGUEZ CARRILERO CORPUS SUS LABORES LA RODA
RODRIGUEZ COLLADO PEDRO FERROVIARIO LA RODA
RODRIGUEZ COLLADO JUSTO LABRADOR LA RODA
RODRIGUEZ GONZALEZ JULIAN ESCRIBIENTE LA RODA
RODRIGUEZ GONZALEZ MARIA SUS LABORES LA RODA LA RODA DOMICILIO 08.04.1939
RODRIGUEZ RODRIGUEZ VICTORIA SUS LABORES MADRID LA RODA 07.07.1939
RODRIGUEZ ROMERO ALEJO PASCUAL MAESTRO NACIONAL ALCARAZ
ROMERO GOMEZ FRANCISCO JORNALERO BARRAX
ROMERO MENDIETA EMILIO JORNALERO LA RODA
ROMERO MENDIETA JULIO CAMPESINO LA RODA LA RODA 27.11.1939
ROMERO RUBIO JOSE FERROVIARIO CHINCHILLA
RUBIO BLAZQUEZ JOSE JORNALERO MUNERA LA RODA 23.06.1939
RUBIO PUERTAS JUAN FERROVIARIO LA RODA
RUBIO PUERTAS JUAN FERROVIARIO LA RODA
RUBIO SAIZ FRANCISCO JORNALERO LA RODA
RUBIO SANCHEZ TRINIDAD SUS LABORES LA RODA
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
RUEDA RUEDA EDUARDO FUENSANTA LA RODA 11.11.1939
RUIZ GONZALEZ JOSE LABRADOR LA RODA
RUIZ MARTIN FELICIO CAMARERO ALCAUDETE DE LA JARA (TOLEDO) LA RODA 16.11.1939
RUIZ ORTEGA GABRIEL MOLINERO CASAS DE BENITEZ ALBACETE 19.12.1941
SAEZ APARICIO EMILIO EMPLEADO LA RODA LA RODA 18.04.1939
SAIZ CASTILLO FRANCISCA SUS LABORES LA RODA
SAIZ CASTILLO MICAELA SUS LABORES LA RODA
SAIZ PICAZO MIGUEL JORNALERO TARAZONA DE LA MANCHA LA RODA 11.11.1939
SALVADOR CASTILLO EMILIA SUS LABORES LA RODA
SALVADOR MARCHANTE JUAN JORNALERO LA RODA LA RODA 11.11.1939
SANCHEZ CASTILLO JOSE LABRADOR LA RODA
SANCHEZ HUERTA VICTOR JORNALERO LA RODA ALBACETE 24.05.1939
SANCHEZ LOZANO GABRIEL LABRADOR LA RODA LA RODA 29.07.1939

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SANCHEZ LOZANO DIEGO CARTERO PEATON SISANTE (CUENCA)
SANCHEZ SALVADOR MARIA SUS LABORES LA RODA
SANCHEZ SANCHEZ JUAN RAMON JORNALERO LA RODA
SANCHEZ VILLODRE ALBERTO PANADERO LA RODA

[330]
SERRANO BELMONTE ANTONIO ALBANIL LA RODA
SERRANO CUCHILLO FRANCISCO JORNALERO LA RODA
SERRANO ESCOB JUANA MARIA SUS LABORES LA RODA
SERRANO MARCHANTE FELICITA CAMPESINA LA RODA
SERRANO MARTINEZ JUAN ALONSO JORNALERO LA RODA
SERRANO MOLINA JOAQUINA SUS LABORES LA RODA
SERVET DIAZ BASAURI MIGUEL INDUSTRIAL LA RODA
SEVILLA ALARCON MARIA JUANA SUS LABORES LA RODA
SEVILLA ARGUDO AVELINO JORNALERO LA RODA ALBACETE 24.05.1939
SEVILLA ARGUDO JOSE ANTONIO JORNALERO LA RODA ALBACETE 19.12.1941
SEVILLA ARGUDO NATIVIDAD SUS LABORES LA RODA
SEVILLA ARGUDO PRIMITIVA SUS LABORES LA RODA
SEVILLA CARRETERO HERMINIO JORNALERO LA RODA LA RODA 27.11.1939
SEVILLA FERNANDEZ MIGUEL CARGADOR LA RODA
SEVILLA SERRANO FRANCISCO LABRADOR LA RODA
SIMARRO CARRASCO ELEUTERIO JORNALERO LA RODA
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
SIMARRO CORTIJO VICENTE JORNALERO LA RODA
SIMARRO FIERREZ JULIO JORNALERO VILLANUEVA DE LA JARA
SIMARRO LARA ANTONIO MOLINERO LA RODA
SIMARRO MORENO ANTONIO JORNALERO LA RODA
SIMARRO YEBANA JOAQUIN JORNALERO LA RODA
SORIANO SANCHEZ BERNARDO FACTOR FERROVIARIO MURCIA
SOTO ATIENZA ATANASIO BRACERO LA RODA LA RODA 27.11.1939
TALAVERA GARCIA PEDRO BARBERO MADRIGUERAS LA RODA 27.11.1939
TALAVERA MARTINEZ LEON JORNALERO MADRIGUERAS LA RODA 18.06.1939
TALAVERA SAEZ MIGUEL ESQUILADOR FUENSANTA LA RODA 27.11.1939
TALAVERA VAZQUEZ JOSE ANTONIO JORNALERO LA RODA
TALAYA PALOP ANTONIO ALBANIL LA RODA LA RODA 29.07.1939

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TALAYA PALOP HONORATO ZAPATERO LA RODA ALBACETE 28.09.1939
TALAYA PALOP GONZALO ALBANIL LA RODA ALBACETE 09.08.1940
TARREGA GARBI ALFONSO BRACERO BARRAX
TEBAR ALARCON DIEGO JORNALERO LA RODA

[331]
TEBAR ALARCON PEDRO ALBANIL LA RODA
TEBAR CANO ISAAC JORNALERO LA RODA
TEBAR CASTILLO JULIA SUS LABORES LA RODA
TEBAR CASTILLO PEDRO FERROVIARIO LA RODA
TEBAR CASTILLO ANGEL JORNALERO LA RODA
TEBAR CUCHILLO JUAN JORNALERO TARAZONA DE LA MANCHA ALBACETE 24.05.1939
TEBAR GABALDON JUAN MIGUEL CARPINTERO LA RODA
TEBAR MARTINEZ ANTONIO LABRADOR LA RODA
TEBAR MARTINEZ EMILIO LABRADOR LA RODA
TEBAR MORENO ERNESTO LABRADOR LA RODA
TEBAR MORENO EMILIO LABRADOR LA RODA
TEBAR MORENO SEBASTIAN GUARDIA MUNICIPAL LA RODA ALBACETE 24.05.1939
TEBAR ORTEGA HERMINIO JORNALERO LA RODA
TEBAR ORTEGA JOSE JORNALERO LA RODA
TEBAR POZUELO PEDRO MINAYA CARCEL LA RODA 27.09.1939
TEBAR SERRANO JOSE ANTONIO JORNALERO LA RODA
TEBAR TEBAR JUAN ALBANIL LA RODA
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
TENDERO JIMENEZ LUIS JORNALERO TARAZONA DE LA MANCHA LA RODA 27.11.1939
TOBARRA MOLINA MARIANO INDUSTRIAL GRAJUELA (LA GINETA)
TOBOSO ARENAS JUAN RAMON MAESTRO NACIONAL LA RODA
TOBOSO DONATE BERNARDO CABRERO LA RODA LA RODA 11.11.1939
TOBOSO TOBOSO SIXTO HERRERO LA RODA ALBACETE 24.05.1939
TOLSADA ZALVE MANUEL JORNALERO LA RODA
TOMAS CAMPOY ELISA SUS LABORES SAN ANTOLIN (MURCIA)
TORO ESCUDERO ANTONIO FERROVIARIO LA RODA
URREA BENITEZ ANTONIO ALBANIL LA RODA ALBACETE 13.06.1941
URREA TEBAR BARTOLOME HORTELANO TARAZONA DE LA MANCHA LA RODA 27.11.1939
UTIEL VALVERDE TOMAS LABRADOR LA RODA
VALERA GARRIDO JUAN JOSE ALBANIL MADRIGUERAS LA RODA 17.05.1939
VALERO CARRETERO JOSE ANTONIO INDUSTRIAL EL BALLESTERO ALBACETE 20.11.1941

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VALVERDE ANDUJAR AVELINO JORNALERO LA RODA ALBACETE 15.11.1939
VERA GARCIA DIEGO JORNALERO BENFERRI (ALICANTE)
VERA ZARAGOZA DIEGO JORNALERO MENFERRE (ALICANTE) LA RODA 29.07.1939
VIDAL GONZALEZ SALVADOR JORNALERO CARTAGENA

[332]
VILLODRE ROMERO JUAN PASTOR LA RODA
VILLODRE VILLODRE EMILIO GUARNICIONERO LA RODA
VINAS AGUIRRE JUAN ANTONIO CARTERO LA RODA LA RODA 28.11.1939
ZALVE TEBAR MIGUEL LABRADOR LA RODA
ZAMORA ARENAS CRESCENSIO FERROVIARIO LA RODA
ZAMORA ORTIZ APOLONIO JORNALERO CEREZO DE HENARES
ZARAGOZA CUTILLAS ANTONIA SUS LABORES BENFERRI (ALICANTE)
ANEXO 6
REPRESIÓN FRANQUISTA. NACIDOS Y RESIDENTES EN LA RODA FUSILADOS
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
ALEDO ALBACETE FERNANDO COMERCIANTE ALHAMA ALBACETE 07.06.1940
ALFARO RODRIGUEZ MARCELINO LEZUZA LA RODA 11.11.1939
ALMANSA MARTINEZ CIRILO JORNALERO LA RODA ALBACETE 18.04.1942
AMAR PARDO ABEL LABRADOR LA RODA LA RODA 11.11.1939
AMAT MARTINEZ FIDEL ALFARERO LA RODA ALBACETE 18.05.1939
ATIENZA NUÑEZ SEBASTIAN LABRADOR MADRIGUERAS LA RODA 17.05.1939
BERLANGA CUBAS MAXIMO LABRADOR VILLANUEVA DE LA JARA LA RODA 17.05.1939

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BLASCO LOPEZ PEDRO JORNALERO POZOAMARGO ALBACETE 24.05.1939
CAQUES BLANCO JOSE MADRIGUERAS LA RODA 17.05.1939
CALLEJA MIÑAN PEDRO LABRADOR MUNERA LA RODA 27.11.1939
CANTA MAXIMILIANO MADRIGUERAS LA RODA 17.05.1939

[333]
CARRASCO PICAZO PEDRO JORNALERO TARAZONA DE LA MANCHA LA RODA 27.11.1939
CARRETERO CARRILLO EDMUNDO TIPOGRAFO LA RODA LA RODA 27.11.1939
CARRILERO NIETO FERNANDO LABRADOR LA RODA TOLEDO 23.08.1939
CARRILERO SEVILLA MARINO LABRADOR LA RODA LA RODA 29.07.1939
CARRION BAUTISTA ANDRES ALBANIL VICH (BARCELONA) ALBACETE 04.12.1942
CASTILLO MOTOS TORIBIO LA RODA ALBACETE 04.12.1942
CASTILLO ZALVE PRUDENCIO LABRADOR LA RODA LA RODA 27.11.1939
CORDOBA ESCRIBANO ANDRES JORNALERO TARAZONA DE LA MANCHA LA RODA 29.07.1939
CORDOBA ESCRIBANO MANUEL LABRADOR TARAZONA DE LA MANCHA LA RODA 29.07.1939
CORDOBA TEVAR DOMINGO PANADERO LA RODA GUADALAJARA 21.05.1940
DEL CAMPO MARTINEZ DEUSDEDIO PROCURADOR VILLALGORDO DEL JUCAR LA RODA 11.11.1939
DIAZ GONZALEZ FRANCISCO LABRADOR LEZUZA ALBACETE 24.05.1939
ESCUDERO LOPEZ JULIAN ASSERADOR LA RODA LA RODA 27.11.1939
FERNANDEZ CARRILERO ANTONIO GUARDIA DE CAMPO LA RODA ALBACETE 24.05.1939
FERNANDEZ GONZALEZ JULIAN BRACERO LA RODA ALBACETE 30.04.1942
FRAILE GRIÑAN SERAPIO PANADERO LA RODA LA RODA 11.11.1939
FRAILE MORENO JOSE INDUSTRIAL LA RODA ALBACETE 17.08.1940
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
FRAILE RUBIO JOSE CHOFER LA RODA LA RODA 27.11.1939
FUENTE MARTINEZ SEBASTIAN ALBANIL MADRIGUERAS LA RODA 17.05.1939
GAITANO OLIVARES PEDRO LA RODA LA RODA 11.11.1939
GALINDO COLLADO MANUEL CHOFER LA RODA LA RODA 27.11.1939
GALLEGO CARRETERO ANTONIO INDUSTRIAL TARAZONA DE LA MANCHA ALBACETE 01.02.1941
GARCIA GARCIA JUSTINIANO ALBANIL MADRIGUERAS LA RODA 17.05.1939
GARCIA MORENO AFRICA (EUSEBIO) LABRADOR FUENSANTA LA RODA 11.11.1939
GARCIA RUEDA JUAN ANTONIO JORNALERO FUENSANTA LA RODA 11.11.1939
GONZALEZ MORENO JULIAN MOLINERO VILLALGORDO DEL JUCAR LA RODA 11.11.1939
HUERTA GARCIA ANGEL JORNALERO LA RODA LA RODA 11.11.1939
IGUALADA VALVERDE JOSE JORNALERO TARAZONA DE LA MANCHA LA RODA 27.11.1939
LOPEZ BALLESTEROS JUAN JORNALERO LA RODA ALBACETE 17.09.1942
LOPEZ FERNANDEZ BENIGNO MILITAR VILLALGORDO DEL JUCAR LA RODA 21.04.1942

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LOZANO MORENO LEON JORNALERO FUENSANTA LA RODA 27.11.1939
LOZANO SIMARRO JUAN JOSE CAMPESINO LA RODA LA RODA 27.11.1939
MARTINEZ ANDUJAR FERNANDO AYUDANTE DE TALLERES CASAS DE BENITEZ LA RODA 11.11.1939
MARTINEZ CASTILLO VICENTE EMPLEADO DE ALMACENES LA RODA LA RODA 27.11.1939

[334]
MARTINEZ GARCIA MANUEL LABRADOR LA RODA ALBACETE 01.12.1942
MARTINEZ JIMENEZ EUTROPIO ZAPATERO LA RODA LA RODA 27.11.1939
MARTINEZ LOPEZ HUMBERTO DIRECTOR PRISION LA RODA CHINCHILLA ALBACETE 24.05.1939
MARTINEZ RUIZ ANTONIO JORNALERO MUNERA LA RODA 27.11.1939
MARTINEZ SIMARRO JOSE GUARNICERO LA RODA LA RODA 11.11.1939
MARTINEZ TOBOSO DIEGO PANADERO LA RODA ALBACETE 07.09.1940
MORALES RODRIGUEZ PEDRO JORNALERO LA RODA ALBACETE 29.01.1942
MORENO CASTILLO FRANCISCO LABRADOR LA RODA ALBACETE 19.02.1941
MORENO MARQUES EMILIO CHOFER LA RODA ALBACETE 19.12.1941
MORENO LOPEZ FLORENTINO ELECTRICISTA (Y ALCALDE DE FUENSENTA) FUENSANTA LA RODA 11.11.1939
MORENO MARQUES MODESTO CHOFER LA RODA LA RODA 11.11.1939
NAVARRO RAMOS JUAN JOSE JORNALERO TOMELLOSO ALBACETE 13.06.1941
NIETO CHASCO SEGUNDO CABRERO LA RODA CUENCA 26.06.1940
ORTEGA GONZALEZ VICENTE LABRADOR LA RODA LA RODA 29.07.1939
PEREZ GASPAR JUAN GUARDIA MUNICIPAL LA RODA ALBACETE 24.05.1939
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE LUGAR DE MUERTE FECHA DE MUERTE
RAMOS GARCIA CRESCENSIO JORNALERO MUNERA LA RODA 23.06.1939
RODRIGUEZ RODRIGUEZ VICTORIA SUS LABORES MADRID LA RODA 07.07.1939
ROMERO MENDIETA JULIO CAMPESINO LA RODA LA RODA 27.11.1939
RUBIO BLAZQUEZ JOSE JORNALERO MUNERA LA RODA 23.06.1939
RUEDA RUEDA EDUARDO FUENSANTA LA RODA 11.11.1939
RUIZ MARTIN FELICIO CAMARERO ALCAUDETE DE LA JARA (TOLEDO) LA RODA 16.11.1939
RUIZ ORTEGA GABRIEL MOLINERO CASAS DE BENITEZ ALBACETE 19.12.1941
SAEZ APARICIO EMILIO EMPLEADO LA RODA LA RODA 18.04.1939
SAIZ PICAZO MIGUEL JORNALERO TARAZONA DE LA MANCHA LA RODA 11.11.1939
SALVADOR MARCHANTE JUAN JORNALERO LA RODA LA RODA 11.11.1939
SANCHEZ HUERTA VICTOR JORNALERO LA RODA ALBACETE 24.05.1939
SANCHEZ LOZANO GABRIEL LABRADOR LA RODA LA RODA 29.07.1939

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SEVILLA ARGUDO AVELINO JORNALERO LA RODA ALBACETE 24.05.1939
SEVILLA ARGUDO JOSE ANTONIO JORNALERO LA RODA ALBACETE 19.12.1941
SEVILLA CARRETERO HERMINIO JORNALERO LA RODA LA RODA 27.11.1939
SOTO ATIENZA ATANASIO BRACERO LA RODA LA RODA 27.11.1939

[335]
TALAVERA GARCIA PEDRO BARBERO MADRIGUERAS LA RODA 27.11.1939
TALAVERA MARTINEZ LEON JORNALERO MADRIGUERAS LA RODA 18.06.1939
TALAVERA SAEZ MIGUEL ESQUILADOR FUENSANTA LA RODA 27.11.1939
TALAYA PALOP ANTONIO ALBANIL LA RODA LA RODA 29.07.1939
TALAYA PALOP HONORATO ZAPATERO LA RODA ALBACETE 28.09.1939
TALAYA PALOP GONZALO ALBANIL LA RODA ALBACETE 09.08.1940
TEBAR CUCHILLO JUAN JORNALERO TARAZONA DE LA MANCHA ALBACETE 24.05.1939
TEBAR MORENO SEBASTIAN GUARDIA MUNICIPAL LA RODA ALBACETE 24.05.1939
TENDERO JIMENEZ LUIS JORNALERO TARAZONA DE LA MANCHA LA RODA 27.11.1939
TOBOSO DONATE BERNARDO CABRERO LA RODA LA RODA 11.11.1939
TOBOSO TOBOSO SIXTO HERRERO LA RODA ALBACETE 24.05.1939
URREA BENITEZ ANTONIO ALBANIL LA RODA ALBACETE 13.06.1941
URREA TEBAR BARTOLOME HORTELANO TARAZONA DE LA MANCHA LA RODA 27.11.1939
VALERA GARRIDO JUAN JOSE ALBANIL MADRIGUERAS LA RODA 17.05.1939
VALERO CARRETERO JOSE ANTONIO INDUSTRIAL EL BALLESTERO ALBACETE 20.11.1941
VALVERDE ANDUJAR AVELINO JORNALERO LA RODA ALBACETE 15.11.1939
VERA ZARAGOZA DIEGO JORNALERO MENFERRE (ALICANTE) LA RODA 29.07.1939
ANEXO 7
REPRESIÓN FRANQUISTA. MUJERES

APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE


ALCANIZ MORATALLA FERNANDA MAESTRA NACIONAL LA RODA
AVALOS GARCIA ROBUSTIANA SUS LABORES EL PERAL (CUENCA)
AVALOS GARCIA CIRILA SUS LABORES EL PERAL (CUENCA)
BAUTISTA CUCHILLO REGINA CAMPESINA LA RODA
BAUTISTA DIAZ MARIA SUS LABORES LA RODA

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BELMONTE PIQUERAS JOSEFA SUS LABORES LA RODA
CARRETERO LILLO EMMA MODISTA LA RODA
CARRILERO GARCIA FRANCISCA SUS LABORES LA RODA

[336]
CASTILLO MORALES CANDELARIA SUS LABORES LA RODA
CHARCO FERNANDEZ EUSEBIA SUS LABORES LA RODA
CISNEROS ARANDA ANA MARIA SUS LABORES LA RODA
CORTIJO FERNANDEZ ISABEL SUS LABORES LA RODA
DIAZ GONZALEZ JUANA SUS LABORES LEZUZA
DIAZ MARTINEZ ROSA SUS LABORES LA RODA
DOMINGUEZ CARBAJOSA MANUELA SUS LABORES LA RODA
ESCRIBANO GARCIA MARCIANA SUS LABORES LA RODA
ESCRIBANO GARCIA MARIA SUS LABORES LA RODA
FERNANDEZ BENITEZ DOLORES SUS LABORES
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE
FERNANDEZ MORALES MARIANA CAMPESINA LA RODA
FRAILE SERRANO TRINIDAD SUS LABORES LA RODA
FRAILE SERRANO JOSEFA SUS LABORES LA RODA
GARCIA TEBAR PASCUALA SUS LABORES LA RODA
GIL MATAIX ANA SUS LABORES LA RODA
GOMEZ MARTI ROSARIO SUS LABORES CHINCHILLA
GONZALEZ BUENDIA MARIA EUGENIA SUS LABORES LA RODA

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GOTOR PERIER VICTORIA SUS LABORES
HERNANDEZ CARRETERO ISABEL SUS LABORES

[337]
HUERTA GARCIA MARIA SUS LABORES LA RODA
JARENO CARRILERO AMPARO SUS LABORES LA RODA
JARENO CARRILERO DOLORES SUS LABORES LA RODA
JIMENEZ MONDEJAR JOSEFA SUS LABORES VILLALGORDO DEL JUCAR
LOPEZ ROMERO MARIA PATROCIONIO MAESTRA NACIONAL
LOPEZ SIMARRO ANSELMA JORNALERA LA RODA
MARTINEZ FRAILE ANA SUS LABORES LA RODA
MARTINEZ MORENO MARIANA SUS LABORES VILLALGORDO DEL JUCAR
MOLINA CARRETERO MATILDE SUS LABORES
MORENO MARTINEZ ADORACION SUS LABORES LA RODA
NIETO MARTINEZ MARIA SUS LABORES LA RODA
NIETO TALAVERA MARIA JESUS SUS LABORES LA RODA
APELLIDO 1 APPELLIDO 2 NOMBRE PROFESION NATURAL DE
NIETO URREA FRANCISCA SUS LABORES LA RODA
NIEVA DOMINGO LUISA SUS LABORES LA RODA
ORTEGA DIAZ CANDELARIA SUS LABORES LA RODA
PEREZ POVEDA JOAQUINA SUS LABORES ZAMORA
PEREZ POVEDA PILAR SUS LABORES LA RODA
RODRIGUEZ CARRILERO CORPUS SUS LABORES LA RODA
RODRIGUEZ GONZALEZ MARIA SUS LABORES LA RODA
RODRIGUEZ RODRIGUEZ VICTORIA SUS LABORES MADRID

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RUBIO SANCHEZ TRINIDAD SUS LABORES LA RODA
SAIZ CASTILLO FRANCISCA SUS LABORES LA RODA
SAIZ CASTILLO MICAELA SUS LABORES LA RODA

[338]
SALVADOR CASTILLO EMILIA SUS LABORES LA RODA
SANCHEZ SALVADOR MARIA SUS LABORES LA RODA
SERRANO ESCOB JUANA MARIA SUS LABORES LA RODA
SERRANO MARCHANTE FELICITA CAMPESINA LA RODA
SERRANO MOLINA JOAQUINA SUS LABORES LA RODA
SEVILLA ALARCON MARIA JUANA SUS LABORES LA RODA
SEVILLA ARGUDO NATIVIDAD SUS LABORES LA RODA
SEVILLA ARGUDO PRIMITIVA SUS LABORES LA RODA
TEBAR CASTILLO JULIA SUS LABORES LA RODA
TOMAS CAMPOY ELISA SUS LABORES SAN ANTOLIN (MURCIA)
ZARAGOZA CUTILLAS ANTONIA SUS LABORES BENFERRI (ALICANTE)
ANEXO 8
Voluntario en España
John Sommerfield
Edición de Daniel Pastor García
Amarú Ediciones, Salamanca 2013

No estuvimos mucho más tiempo en Albacete. La ciudad estaba re-


pleta de tropas, y no era el lugar apropiado para maniobras de gran es-
cala. Nos iban a trasladar a un pueblo llamado La Roda, uno de esos
sitios sobre cuya desolación circulaban deprimentes rumores; se decía
que solamente había una tienda y que no había ningún café, pero nadie
tenía información realmente fiable (…)

IV. LA RODA

Detrás de nuestras dependencias se encontraba la iglesia1, inmensa,


antigua, de proporción noble y con piedra gastada. En la parte delantera
y trasera había grandes puertas, la frialdad de su ornamentación, forma-
da en un estilo clásico y austero, era atenuada e incluso se hacía mucho
más elegante por la cualidad peculiar de la piedra que, por su tremenda
solidez, tenía una suavidad de textura y calidez de color que llamaba al
sentido del tacto.
Pero no fue hasta que la miré a cierta distancia cuando fui capaz de
ver sus dimensiones reales y su relación con el pueblo que la encerraba.
Más tarde, en una mañana de marcha pude volver la vista atrás y ver La
Roda, ya no era sólo un número de edificios alrededor de la iglesia, sino
una entidad.
Nos pusimos de camino casi antes del amanecer, y la niebla que per-
manecía colgada en el aire, robaba a cada silueta su peculiaridad dis-
tintiva; a cada objeto sólido real parecía solamente una proyección de
somnolencia que empañaba nuestros ojos medio despiertos. Pero poco
a poco el frío de la mañana temprana—que en primer lugar dispersaba

1
La gran mayoría de brigadistas fueron alojados en la Casa-Corral de Amós Gil que
se haya frente a la Iglesia del Salvador y que todavía hoy sigue en pie.

[339]

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la capa de calidez somnolienta que habíamos hecho a nuestro alrededor
durante la noche, dejándonos desnudos e indefensos contra su crudeza
depresiva— comenzó a desarrollar otro calor interior, corporal, provo-
cado por el ritmo fuerte y regular de la marcha de nuestros pies, acom-
pañados por un sentido eficiente y agradable de vigor y por un estado de
alerta. Y, casi todo el mundo comenzó a hablar y a reír a la vez.
Delante de nosotros subía la recta y larga carretera, y bajaba y volvía
a subir de nuevo confluyendo en perspectivas que desaparecían indefini-
damente y se expandían entre los campos teñidos del color de la sangre
de las vides otoñales Y tras un momento, después de haber disfrutado
de la monotonía ordenada de este paisaje, me giré con el fin de divisar el
pueblo que yacía ahogado en la niebla por debajo de nosotros, las azo-
teas de las casas surgían desde una inundación fantasmal. Y por encima
del resto, como una fortaleza, extraña y dominante, se asentaba la iglesia,
apoyando su grandiosa sombra sobre los adormecidos grupos de teja-
dos, su torre teñida y enrojecida por los primeros rayos del sol naciente,
mientras que por debajo todo lo demás quedaba todavía empapado en
niebla y oscuridad.
Hice la marcha durante un buen rato con los ojos todavía colmados
de esta visión; más tarde me giré para revivirlo y caminé, y me giré de
nuevo y seguí la marcha, cada vez se veía la niebla un poco más dispersa,
las sombras menguando y los primeros humos de los fogones que prepa-
raban el desayuno salían en punta de las chimeneas escondidas. Todo se
inclinaba hacia un lado en obediencia a un imperceptible cambio brusco
del viento, hasta que el sol apareció al completo sobre el horizonte y todo
el pueblo se mostró en una clara luz matutina.
Fue entonces cuando pude divisar las verdaderas proporciones del lu-
gar: la iglesia era su centro y se elevaba desde una apiñada oscuridad de
edificios insignificantes y míseros, su belleza era arrogante e intimidante;
su sombra, una ruina. De tal forma que uno se olvidaba de sus armonías
arquitectónicas al recordar el melancólico contorno del aire humedecido
encerrado por aquellos muros de metro y medio de grosor detrás de los
cuales acechaba un antiguo y vengativo silencio.
Y recordé la loma que se alzaba desde estrechas calles sin salida que
confluían alrededor de su base, la herbosa loma sobre la que la iglesia

[340]

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misma se asentaba y se aislaba. Ensuciando la marchita y profanada
hierba (la que los campesinos utilizaban por las mañanas a modo de
retrete cuando iban de camino a los campos) se encontraban los cuerpos
tiesos de gatos sacrificados y gallinas decapitadas; mientras los muros
en blanco de aquellos callejones estrechos eran nuevamente mellados
y agujereados con las marcas de las balas de ametralladora. Éste había
sido el epicentro del alzamiento local, la insurrección en miniatura de los
opresores. Éste había sido, inevitablemente, su primer y último puesto
de resistencia, con fusiles, una ametralladora, cajas de munición y comi-
da enlatada; todo preparado y bien oculto. ¿Y quiénes habían sido?—el
cura, por supuesto, el hijo del labrador rico, los chacales de los grandes
terratenientes, los ayudantes del tendero y el empleado del banco local,
poniendo a prueba los sueños que habían construido alrededor de los
deshonrosos eslóganes de las fuerzas reaccionarias, en busca de gloria, y
perdiéndola en enervados silencios entre los disparos de los fusiles.
Ahora todos estaban muertos, se los habían llevado a algún lugar,
enterrados por la noche, la tierra excavada de forma poco arrepentida
tapando sus amarillas, agarrotadas caras contorsionadas por la muerte,
de las que continuaban creciendo las barbas de una semana. Solamente
se olvidaron de los pequeños y tiesos cadáveres de los gatos y gallinas
que se habían extraviado en la línea de fuego. Y en el interior de la igle-
sia era mucho más oscuro y húmedo que nunca, se habían desvanecido
los olores a sangre y pólvora. El lugar permanecía cerrado, una bandera
roja ondeaba en el campanario, pero nadie quería ir a ese lugar ni tener
nada que ver con ello. Habían sacado los santos de madera y las figuras
sagradas y las habían quemado, no fue fácil, se habían asustado, miraron
al cielo en busca de señales, sombras temerosas y la forma de nubes car-
gadas de lluvia; pero nada ocurrió. La madera había envejecido, se había
vuelto seca, bien curada, cubierta de pintura y ardió con facilidad. Nadie
se acordó de ellas ahora; al fin y al cabo, simplemente eran figuras de
madera pintadas.
Pero las cosas más antiguas siguieron adelante mezclándose con las
nuevas. Cantaban la misma canción vieja para atraer la cosecha del vino;
por la mañana bien temprano se les oía mientras iban por la carrete-
ra principal que pasaba por delante del cuartel. Era un sonido agudo,

[341]

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chillado, los niños y la gente joven lo cantaban a gritos con todas sus
fuerzas, un ruido alegre pero poseído por la tristeza del flamenco, el nos-
tálgico lamento persistente. Venían con enormes carros chirriantes, con
asientos bajos entre enormes ruedas, los carros que habían sido cons-
truidos cuidadosamente siguiendo un diseño antiguo de más de mil
años, los colores y diseños de la madera pintada y de las sillas de montar
de las mulas obedecían a temas fijos y antiguos. Iban cargados hasta los
topes y rebosaban de pequeñas uvas dulces para vino, los carros venían
por la mañana temprano, convoyes de tres o cuatro con campesinos que
caminaban a su lado dando voces a las mulas y gritando su canción. Sin
embargo, cuando nos veían, nos saludaban con los puños levantados, de
manera severa, como si en verdad significara algo para ellos.
La carretera llevaba a Madrid. Era una buena carretera, amplia, recta,
bien asfaltada, la arteria entre Madrid y el mundo exterior. Pasaba por
pueblos, pero apenas afectaba a sus vidas. La carretera era para nosotros
la realidad; era la guerra y la revolución. Durante todo el día y toda la
noche pasaban retumbando camiones de grandes dimensiones y largos
coches de lujo con banderas que ondeaban vigorosamente desde los ca-
pós. Dentro iban sentados hombres con gorras de milicianos y capas de
oficiales. Sus caras, que pudimos vislumbrar fugazmente en la aureola
provocada por la velocidad, eran resueltas, amenazadoras. Ellos eran la
guerra, la llevaban en sus cabezas y en las recámaras de sus pistolas, en
los papeles de sus carpetas. Los largos capós de los coches estaban grises
por el polvo procedente de las carreteras por las que habían ido a toda
velocidad bajo el fuego de artillería. En todo momento, iban y venían
camiones con tropas, abarrotados de hombres, fusiles y macutos apre-
tujados todos juntos. Al amanecer, tenían frío y se cubrían con mantas;
por la noche estaban extenuados, en silencio, con muchísimo sueño; sus
ambiciosas caras españolas, a menudo cansadas o triunfantes, rompían
a sonreír, cantaban canciones. Ellos eran la guerra, la que permanecía en
sus andrajosos uniformes, sus vetustos fusiles destrozados, sus cancio-
nes. Sus ojos habían visto la guerra, y la mayor parte habían conocido
la muerte y la derrota, eran soldados que se habían batido en retirada
la mayor parte de la guerra, no habían ganado una sola batalla, pero

[342]

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sin embargo parecía que pertenecían a un ejército victorioso. (Posterior-
mente, cuando ya habíamos visto a muchos más como ellos que acaban
de llegar del frente o bien lo acababan de abandonar, cuando los cono-
cimos en el mismo momento de la derrota o acudiendo a desesperadas
luchas sin esperanza en la retaguardia, siempre era lo mismo: la fuerza
victoriosa de su esperanza y determinación transformaban sus obstina-
das, ensangrentadas y defensivas acciones en triunfos).
También, a lo largo de la carretera, venían coches cubiertos llenos de
heridos, que pasaban de forma cautelosa, y eran observados desde las
ventanas de las casas con un silencio amargo y dolido. Y camiones reple-
tos de refugiados, con niños cansados y ancianos desarraigados, gente
con caras fatigadas que lloraban por su hogar perdido y por la pérdida
de su rutinaria vida. Por la noche, grandes convoyes de comida pasaban
con estruendo. El tráfico nunca cesaba. La guerra estaba consumiendo a
hombres, municiones, comida; su apetito insaciable, y la carretera era su
garganta, la vía que llevaba al mundo exterior, al mar y a las ricas tierras
del sur.
.....

La comida de los cuarteles era deprimente; fuimos al pastelero del lu-


gar, nos sentamos y comimos deliciosos pastelillos de crema2 y bebimos
un jerez dulzón. Por fin conseguimos el traslado a la C.M. (Compagnie
Mitrailleuse). Nos despedimos de Marcel y de Michel, de los dos Hom-
bres Gordos, del rey del Inframundo (un chico joven de cara plana con
los labios como un par de suelas de botas, que hablaba con un argot
incomprensible de ladrones, trabajaba en la cocina y pensaba que está-
bamos locos), de nuestro antiguo jefe de sección (enorme, tonto, callado
y tremendamente simpático), y de cien personas. De repente, mientras
nos estábamos yendo, se descubrió que les Anglais éramos sal de la tie-
rra. Pero como sucede con muchos descubrimientos como éste, ya era
demasiado tarde.

2
¿A quién no se le ha ocurrido pensar que podría tratarse de los famosos Miguelitos
de La Roda?

[343]

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Nos trasladamos a una enorme casa antigua3 donde se alojaba la C.M.
Esta compañía estaba compuesta por veteranos de la guerra, formada en
Irún por franceses que habían cruzado la frontera en agosto. Tenían un
aspecto duro, fusiles Mauser4 y la típica indumentaria caqui del ejército;
eran de las mejores personas que jamás había conocido. Les gustamos y
nos hicieron sentir bienvenidos. La mayor parte eran jóvenes, muchos
tenían menos de veinte años y entre ellos había una camaradería más
real de la que nunca habíamos visto antes, y también tenían mejor dis-
ciplina. Cada uno tenía una insignia roja ovalada con la silueta de una
ametralladora de latón. Eran la C.M, los muchachos a los que todo el
mundo disparaba, los que luchaban seriamente. Habían estado en Irún
(éste era un nombre importante en esta guerra), y después en Madrid.
Acababan de volver de tres semanas de permiso. Nos sentimos bien por
estar con ellos5.
Teníamos nuestros propios cocineros, la comida era mejor de la que
teníamos antes, el cuartel funcionaba mejor, la organización era más
eficiente. Cada mañana hacíamos instrucción fuera de la gran casa y el
jefe de la compañía leía las órdenes del día; era un hombre pequeño con
una nariz aguileña normanda, bastante elegante, con una actitud estricta
pero extraordinariamente agradable. Me transmitía mucha confianza. Al
segundo que estaba al mando todos le llamaban Fredo6; era un francoca-
nadiense con antepasados judíos y que había sido un oficial del ejército
y un experto en ametralladoras. Era alto, de aspecto sano, pelo negro
rizado, muy apuesto y con un aire entre encantador y preocupado. Nos
caía muy bien.

3
Se refiere a la casa-corral de Amós Gil
4
El fusil Mauser, modelo de 1893 calibre 7mm, era el reglamentario en el ejército es-
pañol
5
Evidentemente se refiere a la Centurie Commune de París que se fusiona con el bata-
llón
6
Alfred Brugère, nacido en París en 1907, llegó con una quincena de franceses a me-
diados de agosto a Barcelona; era el germen de la futura Centurie Commune de París.
El teniente Yolé, marino, estaba al mando de la centuria que pasaría luego a formar
parte de la compañía de ametralladoras del 2º batallón de la XI Brigada Internacional
adoptando incluso el nombre.

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La compañía poseía en ese momento una Hotchkiss7 muy antigua fa-
bricada en Oviedo, abollada y desgastada pero maravillosamente limpia.
Así aprendimos sobre la Hotchkiss, un arma simple y agradable a ex-
cepción del hecho de que cuando disparabas con ella te sentabas en una
especie de sillín de bicicleta y te convertías en un buen objetivo. Nadie
sabía qué tipo de armas nos iban a dar, pero teníamos ésta, así que la
desmontábamos y la volvíamos a montar, la regulábamos la mirilla y de-
batíamos su teoría. No había munición con la que pudiéramos practicar,
pero eso no nos importaba ya que, supongo, que en realidad el arma no
podría haber disparado de ninguna manera.
Éramos ahora unos dos mil. Casi un centenar de nuestra compañía
tenía fusil, pero por lo demás nadie estaba armado salvo unas pocas pis-
tolas privadas. Hacíamos grandes maniobras en el campo, capturábamos
granjas y atacábamos la estación de tren; vino un general y nos instruyó
a veces y después nos dijo que éramos unos valientes. Y todo el mundo
miraba a los viejos y destartalados Mausers de nuestros compañeros y a
las cintas de munición y suspiraban de envidia. Pasaban los días y la gue-
rra seguía mientras nosotros nos dedicábamos a correr por los campos y
a beber en los bares. No había fusiles ni municiones ni ametralladoras….

.....

Pero llegó el día, el día memorable de los fusiles. Desfilamos tempra-


no, de pie y pateando durante una hora por fuera del gran cuartel, yendo
de sección en sección hasta que por fin llegó nuestro turno. Pasamos por
los edificios en fila y fuera en el patio de atrás, donde estaban el armero
y sus hombres rompiendo con frenesí cajas de madera y sacando las ar-
mas.
Estábamos en un estado de tremenda impaciencia; queríamos verlas,
manejarlas, saber de qué tipo eran, queríamos las nuestras, tocarlas y
probar su mira, su cerrojo y el funcionamiento del gatillo. Cuando llegó
mi turno experimenté una punzada de placer, algo mucho más profun-
do que cualquier sensación que podría haber sido causada por el simple
7
La ametralladora Hot

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hecho en sí de tener un fusil; y para nada tenía que ver con el sentimien-
to de poder matar a alguien con él. Era algo más, algo que, debido a
creencias y sentimientos que tenía desde hace mucho tiempo, hicieron
este momento algo revelador, una satisfacción que vino acompañada con
un sentido de inevitabilidad, de modo que de repente me di cuenta que
siempre había esperado que sucediera algo así, de que llegara el momen-
to, bien porque yo lo había elegido o porque la historia me obligara a ello,
en el que me vería a mí mismo con un fusil en las manos para defender
aquello en lo que yo creía.
Los fusiles eran americanos, Remingtons, fabricados en 1914, con un
cargador de cinco cartuchos, con mirillas en la parte posterior y pro-
tectores grandes de visión anticipada. Estaban cubiertos con una gruesa
capa de grasa y hasta los cargadores y los cañones estaban llenos. Las
culatas estaban golpeadas y melladas, pero el metal estaba, en su mayor
parte, en buenas condiciones, algunos mejor que otros. El mío estaba
bien; probé el cerrojo y corría con facilidad, el gatillo también funcio-
naba bien. Los fusiles eran pesados, supuse que pesarían alrededor de
doce libras, pero bien equilibrados. Podrían haber sido mucho mejores,
pero eran igual de buenos que cualquier fusil que se pudiera encontrar a
este lado de la guerra. Me gustaban las mirillas, que, aunque no fueran el
método más preciso de visión, eran el más rápido.
Calamos las bayonetas con funda y todo ya que no teníamos tahalíes.
Todo el mundo estaba callado, casi mohínos, como perros con huesos.
Querían volver al cuartel, estar a solas con sus armas, desmontarlas y
jugar con ellas. No había baquetas ni aceite, pero de alguna manera todo
el mundo consiguió hacerse un pasatrapos con trozos de trapos y cuerda
o cable, y yo me las ingenié para gorronear un poco de aceite de oliva.
Desmonté completamente mi fusil, el cerrojo y todo. Había continuas
discusiones técnicas apasionadas sobre cuál era la mejor manera de di-
seccionar y limpiar los fusiles. Quitar toda esa grasa era un trabajo duro,
y entonces llegó el momento que me anunciaría si me habían dado una
buena arma o no; escudriñé por dentro del cañón y tenía un túnel bri-
llante y plateado, sin ninguna marca en él. Otros no tuvieron tanta suerte.
Les mostré mi fusil a todos presumiendo. El cerrojo era completamente

[346]

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nuevo también, sin ninguna marca. Me habían dado un buen fusil; era lo
mejor que me había sucedido desde que me marché de Londres.

.....

Después, de improvisto, nos enteramos de que los fascistas estaban


casi a las puertas de Madrid. Más y más camiones de milicianos pasa-
ban por la carretera. Habían cortado el tráfico ferroviario. Las cosas se
estaban poniendo serias. Nos angustiamos ante las noticias y ante nues-
tra inactividad, estábamos confinados en el cuartel con los macutos pre-
parados en caso de que hubiera que salir repentinamente, estábamos
preocupados por los rumores y las falsas alarmas, esforzándonos para
poder leer periódicos de Madrid de hacía tres días (exasperándonos con
diccionarios incompletos de seis peniques). Y luego nos pusimos en ca-
mino.
Partimos de allí con una especie de sabor a derrota. En la tarde de
nuestra salida nos empezaron a dar algún equipamiento. Algunos con-
siguieron chaquetones de un color azul oscuro, otros cinturones de mu-
niciones, otros calcetines, algunos gorras, otros camisetas, otros botas,
algunos tahalíes, bufandas y guantes. Todo el mundo consiguió algo,
pero ninguno consiguió todo. Nos pusimos en marcha pareciendo es-
pantapájaros y estábamos de un humor de perros por las prisas y por no
tener las cosas que necesitábamos.
Anduvimos alrededor de unos ochocientos metros hacia un campo.
Allí juntamos las armas y esperamos. No sucedió nada durante una hora.
– «Ya te lo dije» – todos decían. –«No vamos a ir a ninguna guerra».
Luego nos dimos la vuelta y volvimos de nuevo. Pero pasamos el cuartel
y nos dirigimos a la estación y nos detuvimos en la carretera que había
fuera. El pequeño Jock dijo que habíamos ido al campo a «engañar al
enemigo». Fue una buena idea. A todo el mundo le encantó. De cual-
quier manera, nos habían engañado por completo.
El sol se ponía; era un tremendo atardecer sangriento sobre los cam-
pos serenos. Se descargaron camiones de municiones en la carretera
(como dijimos John y yo, “para engañar al enemigo”). Las cajas de emba-

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laje eran británicas, Versión VII, 1917. Las cajas parecían un poco viejas,
como si ya se hubieran usado bastante anteriormente. Su destino era Bo-
lonia y habían reescrito la dirección en italiano. Todo era muy extraño. A
cada hombre se le repartía dos cintas de tela ligera que tenían cincuenta
cartuchos cada una.
Oscureció y nos sirvieron pan, sardinas y vino, estábamos agazapados
en el borde de la carretera y cantábamos todo tipo de canciones, las can-
ciones de marcha de las revoluciones y cantos típicos de bares ingleses.
García, uno de los camilleros de la compañía, retiró su manta y se
puso a escenificar una corrida de toros junto con sus amigos en la carre-
tera. Se movía furtivamente y consiguió realizar unas verónicas bastante
dignas. Dijo que había sido torero en alguna ocasión.
Cantamos «The Old Grey Mare» y luego «She was poor but she was ho-
nest». Los franceses estaban impresionados. ¿Qué era eso? Una canción
sobre los oprimidos y de gente pisoteada que la cantaban los ingleses.
Cada uno de nosotros estaba lleno de un júbilo salvaje, un extraño y
preocupante placer; y empezó de nuevo y de una manera más seria a de-
terminar su coraje y a examinar a fondo el miedo que tenía a la muerte.
Y así llegó el tren y fue hora de irnos.

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ANEXO 9
CARTAS DE JOSE ANTONIO SEVILLA ARGUDO


Albacete, 20 de noviembre de 1941
Desde el día 9 de abril de 1937, los pasajes de la vida de este triste
obrero:
Cinco hijos yo crié con el sudor de mi frente. Con ellos en el hogar
siempre estuve muy presente.
Jose Antonio Sevilla.
(Inés...) en esa Prisión, Teudiselo en compañía y el guardia gallego
juntos. Pensé morir aquel día. Isac se llama este último. Que sacudieron
mi alma. Anciano y obrero he sido. Por qué castigáis a mi alma. Los cas-
tigos que me han dado, yo nunca lo pensé, que al trabajador honrado se
le haría perecer.
No quisiera yo acordarme, de lo que a mí me ha pasado, con estos
hombres que digo, conmigo se han ensañado. Sin caridad ni motivo es-
tos hombres me han pegado. (También...) piensan en mi vida. Miedo me
da el recordarlo.
Político nunca yo fui. Siempre pensé en el trabajo, por lo tanto yo me
uní, a los hombres del trabajo. Tristes son estos momentos. Sí es cierto
que yo luché para defender mis hijos, mis trabajos disputé. Pobre siem-
pre en el hogar con mis hijos a mi lado. Nunca pensé en otra cosa. Por
qué me habéis apresado.


(...) Albacete
En esta Prisión me veo y en el 14 de mayo para mayor desconsuelo.
Me echaron pena de muerte y en esta celda me encuentro como pajarito
en jaula, sin alegría y consuelo. Tristes son estos momentos en que mi
conciencia piensa el porvenir de mi vida, que está sufriendo a la fuerza.
Anciano en esta Prisión, apartado de mis hijos, no respondo de mi vida.
Mi fuerza se va acabando. Comprender queridos hijos, la culpa mía no
es. Ya no vale el ser decente, ni pensar en el trabajo. Al otro mundo me
iré como todo ser humano. Pero sí me llevaré muchas penas que he pa-
sado.

[349]

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Cinco hijos yo crié honradamente educados, para el pedazo de pan
que trabajando he ganado. Desamparados estáis. La culpa yo no la tengo.
Por qué en la cárcel estoy, sin tener otro consuelo.
Casa de maternidad, donde admites desgraciados, tener conciencia
en mis hijos, por estar desamparados.
Natividad hija mía, la mayor de tus hermanos, un consejo de tu padre:
ámalos y no olvidarlos.
Primitiva la segunda, qué recuerdos son tan tristes, dejaros desam-
parados habiendo sido tan amables. La tercera que es Eugenia que en
Maternidad la tengo, seres que con tanto afán que en el hogar he criado.
Cuarta, María se llama. Cuánto estarás tú sufriendo separada de tu padre
sin tener otro remedio. Quinto, mi querido Pedro que con cariño crié,
triste quedas sin tu padre.


Que por vosotros luché. Adiós mis hijos queridos que nacisteis des-
graciados. Hijos de un obrero sois, que en hogar he criado. Bien sabéis
queridos hijos los consejos que os he dado, que el obrero que es decente,
el pan nunca le ha faltado.
Letras últimas que escribo, perdonad si faltas tengo, que obrero y re-
cluso soy, sin tener otro remedio. Libertad pide un recluso. Perdón si en
algo fallé, por mis hijos desgraciados que los pueda recoger a mis hijos
desgraciados. Ruega este padre que os ama que en ese nicho vacío colo-
quéis en paz su alma. Si en ese nicho vacío mis restos no reposaran, yo
les advierto a mis hijos que lean estas plegarias.
Adiós mi madre querida. Ocho hijos tú criaste. Ahora te encuentras
sola sin poder ni saludarte.
Adiós hermanos queridos. Siempre unidos al trabajo, alrededor de
nuestros padres, que mal pago nos han dado.
Ruego a las autoridades o a quien coja esto en sus manos, se lo entre-
guen a mis hijos y se queden enterados.
El que lea estas plegarias, escritos de un triste obrero. Perdón por to-
das mis faltas, si hay alguna, no comprendo. Las plegarias de este padre,
para estos hijos queridos:
Natividad, Primitiva, Eugenia, María y Pedro (Sevilla)
Fin
Jose Antonio

[350]

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Los recuerdos de mis padres
Padre que descansa en paz en esa tierra querida, quién pudiera visi-
tarte, cuando llegaría ese día. En esta prisión me veo separado de mis
hijos por defenderles el pan honrado para los cinco.
Padre, con educación a los ocho nos criaste, a trabajar a tu lado, siem-
pre contento te hallaste orgulloso de tus hijos. Siempre dispuesto estuvis-
te hasta llegar ese día que a la tumba te fuiste.
En esta cárcel sombría me visita nuestra madre, vieja y sin poder an-
dar. Ella viene a consolarme. Madre que vienes a verme, demostrando tu
alegría, pues yo no puedo abrazarte y te vuelves afligida. No llores madre
querida, resignación y sufrida, que son los (…) que nos espera en la vida.
En este sitio me veo sin consuelo ni alegría, pensando en todos mis hijos,
como Padre que no olvida.
Despedida de este obrero:
A mis hermanos queridos les pongo estas tristes letras y se quedan
enterados. Mucho trabajo me cuesta en esta fecha de noviembre, veinte
del cuarenta y uno, me despido de vosotros con estas letras que escribo.
Como sabéis que yo he sido trabajador muy honrado, a mí me quitan la
vida como a cualquier desor (…) . No robé, yo no maté, yo no detuve a
nadie. Los servicios que presté, motivos son para nadie.
Hermanos bien lo sabéis, con Don Francisco yo iba a visitar los en-
fermos que estaban aquellos días. Él pidió al Ayuntamiento un hombre
de confianza y me nombraron a mí para ir con él en compañía. Testigos
tengo en el pueblo así como Pedro Ortega. La honradez que yo he tenido
hasta el día de la fecha. Si es verdad que yo he luchado junto al trabajador
honrado porque a todo el que trabaja, debe ser muy bien pagado. Es que
son estos motivos que al hombre trabajador por defender a sus hijos, lo
persiga a (...)
Adiós mi madre querida, ocho hijos tú criaste y trabajando a tu lado,
muy honrados y decentes. Hoy te encuentras tú sola sin consuelo ni ale-
gría. La culpa nuestra no es. Ya comprendes madre mía, a la tumba a mí
me lleva, junto a mi hermano querido, que muertes son tan injustas, que
los dos hemos tenido.

[351]

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Adiós a mis hijos queridos, desamparados quedáis, con cariño traba-
jé porque vosotros viviérais. A los cinco los crié como cualquier padre
honrado. Ya no basta el ser decente. No puedo yo ni abrazaros. Tener en
cuenta hijos míos, los que a mí me han castigado. Como vosotros sabéis,
sin conciencia me han pegado.
Nombres:
Morros María Jines?
Teodiselo, Pepe Vals, Follaca, Calvo el del cojo, El cojo, Isac Cabo de
la Guardia Civil, Martínez, Juan El Gallego, Casiano (posada) padre hijo,
Feodoredo, bandido? Bartolo padre hijo, el de Charazo, Jose María so-
brino de Pedro Ortega.
Natividad hija mía en estos momentos tristes me despido de vosotros,
que recuerdos son tan tristes. Primitiva la segunda, tener más suerte que
yo. A mí me quitan la vida y sin tener compasión. Eugenia que eres la
tercera que en Maternidad estás, se decente y trabajar siempre y acon-
sejando a María la cuarta tú eres con tus hermanos…. Porque el calor
de tu padre ya no… vuestro lado. Mi querido Pedro, cuántos recuerdos
me dejas el día de la Merced pensé quedarme sin boca a fuerza de darte
besos aquélla tarde, que gloria, adiós mis hijos queridos, adiós, vuestro
padre muera por defenderos vuestra alma y a mi me quitan la vida. A
Dios entrego mi alma. Natividad, Primitiva y a todos mis hijos, muchos
recuerdos son los que me llevo vuestros, pero no puedo despedirme de
vosotros por lo tanto, os dejo escritas estas desgraciadas líneas. Las dejo
en vuestro poder, todas las cartas en mi cartera, que he tenido de vues-
tras cariñosas manos y además los retratos de todos que con tanta ilusión
he tenido al lado de mi corazón el tiempo que he vivido. También os digo
que los dos primeros retratos que tenía me los llevo al lado de mis restos.
Ya que no puedo en estos instantes cogeros en mis brazos como despedi-
da vuestra. Adiós hijos queridos. Hasta la eternidad.

Jose Antonio Sevilla Argudo.

[352]

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ANEXO 10: EXILIADOS DE LA RODA EN EL STANBROOK
XO ANEXO
10:   EXILIADOS DE LA RODA
10: EXILIADOS ENRODA
DE LA EL STANBROOK
EN EL STANBROOK
XO 10: EXILIADOS DE LA RODA EN EL STANBROOK
   
   
   
    ANEXO 10
    EXILIADOS DE LA RODA EN EL STANBROOK
 

 
                                                         J    uan  
             J    osé  
             M
Juan   José  M
edrano          edrano  
Juan José    Medrano                                                                                                                                  G    abriel  
                     S    evilla  
Gabriel Sevilla
       Gabriel   Sevilla  Argudo  
Argudo  
Argudo
   
                                                         J  uan   José  Medrano      M        edrano  
                                                                                                                               G      abriel  
                     S    evilla   Argudo  
                                       Juan  José            Gabriel   Sevilla  Argudo  
 
     
       

  Dulcidio Sotoca Belmonte Pedro Sevilla Escribano


                                                         
                   Dulcidio                  S    otoca   Belmonte  
Dulcidio   Sotoca    B      elmonte  
                                           [353]
                                             P    edro  
                 S    evilla   Escribano  
           Pedro     Escribano    
Sevilla  
                     
                         D
Biblioteca      ulcidio       SAlbacete
                 de
Digital
otoca  «Tomás
Belmonte                                                                                      Pedro  Sevilla  Escribano    
Navarro Tomás»
ANEXO 11
LA ÚLTIMA VERBENA
-18 de julio 1.936-
Luis Fraile

Aunque la sublevación en La Roda se llevó a cabo el 19 de julio a las


18’30 –tres horas después que en la capital- durante la noche  del 18 al 19
del mismo, sucedieron unos hechos que, sirvieron de preludio a lo que
unas horas más tarde, sería el comienzo de una tragedia.
Los asistentes a la “Verbena de la Prensa”, aquella noche del sábado
18 de julio, acudieron a por las noticias que la radio difundía con cuenta
gotas y que llegaban procedentes de Marruecos. Todo hacía presagiar un
final incierto del gobierno de turno.
Durante los días anteriores, el tema de conversación favorito en ter-
tulias de café, tabernas, sedes de partidos políticos y organizaciones sin-
dicales, no es otro, sino el del esperado “golpe” militar, apoyado por la
derecha ultra-conservadora y una nueva formación de inspiración fas-
cista: Falange Española, que llevan conspirando desde el pasado febrero
cuando ganó las elecciones generales el Frente Popular.
Un día antes de la verbena –el 17-, se habían reunido en casa del ex-
diputado provincial portelista, Amós Gil Pedraza, algunos destacados
vecinos, tomando la decisión de no sumarse a la sublevación, permane-
ciendo fieles al Gobierno salido de las urnas.
Los jóvenes, por su parte, acudieron a la convocatoria que les hacían
desde el semanario “RODA FUERTE”, quizás presagiando, que con un
cambio de gobierno todo quedaría solucionado.
Sábado 18 de julio. ”RODA FUERTE”, semanario de información lo-
cal, organiza para  esta noche la “Verbena de la Prensa”. Lleva dos sema-
nas anunciando el acontecimiento: “… en el cercado de doña Ramona
Onsurbe (espalda de Ramón y Cajal), con la colaboración en la repos-
tería, del Bar Sol (Molina), que ofrecerá los mejores y más modernos
cócteles” […]
Se celebrarán, junto a la verbena, los concursos de “Miss Roda Fuerte
1936”, del “Vestido de 3’95 pts.” y el de “Mantones de Manila”. La parte
musical correrá a cargo de la brillante banda “Unión Musical Rodense”
y de la moderna orquesta de jazz “Alhambra”. Sus directores respectivos,
Chicano y La Hoz, deleitarán a la concurrencia, desde el clásico verbene-

[354]

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ro de Chapí o Bretón hasta las más aristocráticas melodías del “dancing
neoyorkino”. Precio, 2pts. Caballero y 1 pts. Señora o señorita […]
Terminaba el gacetillero, después de una invitación a la verbena: “…
y si, en fin, eres rodense, mujercita manchega, no faltes, seas quien seas,
que ansiosos esperamos el regalo de tu presencia. Si eres hombre y joven,
te prometemos un rato inolvidable”. […]
Muy cerca del solar de doña Ramona, en la terraza de verano, “Cer-
vantes”, se anunciaba para el día 19, la inauguración de la temporada, en
funciones a las 8´30 y 10´30 con la proyección de la película “Las nuevas
aventuras de Tarzán”. ¡Que salga el cine, Benito!, no se pudo escuchar
aquel 19 de julio.
Los organizadores del festejo -“RODA FUERTE”-; con toda seguri-
dad, eran conocedores de lo que acontecería unas horas más tarde. No
en vano, muchos de los integrantes de la redacción del periódico, cono-
cían de antemano o estaban implicados, en el movimiento subversivo.
¿Fue coincidencia, o fue una cortina, que la madrugada del día “seña-
lado” estuvieran bailando alegremente los “organizadores”? ¿Por qué se
celebró la verbena cuando ya los militares –y algunos paisanos- estaban
levantados en armas? ¿Cómo es posible que muchos de los asistentes a la
“Verbena de la Prensa” –incluidos organizadores– unas horas más tarde,
se les viera patrullando armados por las calles y deteniendo, junto a la
Guardia Civil, a dirigentes obreros, sindicales y de partidos de izquier-
das?
Algunas de estas preguntas me las trasladó el batería de la “Orquesta
Alhambra”… que aquella misma noche estuvo “tocando” en la última
verbena.
 
Madrugada del 18 al 19 de julio.
La pareja de los Municipales, compuesta por José Castillo Nieto y Se-
bastián Tébar Moreno, se encuentran de ronda por el paseo de Ramón y
Cajal. Al llegar a la confluencia con la calle del Cristo dan el alto al vecino
Julián Fernández Cuenca con la intención de cachearlo. El interpelado,
al conocer las intenciones de los agentes, saca una pistola, amenazando
con disparar. Los guardias, sorprendidos y desconcertados dudan unos
momentos; tiempo suficiente para emprender Julián la fuga. Cuando
reaccionan, sacan sus armas reglamentarias y hacen un disparo al aire
(según informe declarado en el Juzgado de Instrucción).

[355]

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De inmediato salen dando voces desde el cercano Círculo Republica-
no Radical:- ¡Vamos a por ellos que ya ha llegado el día!- (Son las 2´30
de la madrugada).
Los dos agentes, al verse en inferioridad y que venían armados, se
refugian en el próximo Bar Sol (Molina), cerrando las puertas. Entre los
que salieron armados de pistolas del C.R.R. pudieron conocer a Gabriel
de Arce, Leopoldo y César Cadenas, Antonio Lozano, Florencio Romero,
Miguel Más, Gil y José María Alarcón y otros que no pueden identificar,
dada la hora (tres de la madrugada). […] Todos ellos, al ver que no se les
provoca, se van marchando por distintos sitios. Los Guardias Munici-
pales tenían orden del alcalde para cachear esa noche a los sospechosos.
Julián, durante la discusión con los agentes, viendo por allí al criado o
morillero de don José Escobar le dijo: -“¡ Avisa a los señoritos de lo que
está ocurriendo!”-. Saliendo al instante, los mencionados, armados de
pistolas.
Poco después de las tres de la madrugada, el alcalde, José López Ba-
llesteros, se persona en el cuartel de la Guardia Civil para presentar de-
nuncia contra Julián Fernández Cuenca por amenaza con pistola a la pa-
reja que intentó cachearle. En la puerta del cuartel coinciden el alcalde y
Julián; al ser interpelado por el mandatario municipal, le dice: -“que está
allí por su condición de practicante, ya que ha ido a poner una inyección
a la esposa de uno de los guardias civiles, que vive muy cerca, y que se ha
parado a charlar con los de puerta”- […]
José López Ballesteros, que debe tener información del Gobierno Ci-
vil, de lo que está por venir, declara que: - “… ha ido a cambiar impresio-
nes con el jefe de línea”-. Adjunta la denuncia de los Municipales y hace
detener a Julián. Al ser arrestado, comenta con el alcalde y los guardias
su detención: -“con la pareja de la Guardia Civil voy donde sea”-[…]. Po-
cas horas después cumplió su palabra. ¡Sumándose a la rebelión! Junto a
los encargados de custodiarle.
Son las seis y media de la tarde. El alférez, don Miguel Segura Limor-
te, que unas horas antes había dado el: -“¡Sin novedad señor Alcalde!”-;
se presenta en el Ayuntamiento acompañado de algunos guardias civiles
y paisanos armados. El oficial se hace cargo, invitando a los concejales,
Antonio Montero, Florentino del Barco y Gregorio Arenas, que se en-
contraban en esos instantes junto al secretario y dos funcionarios, a fir-
mar la entrega. Los concejales se niegan y abandonan las dependencias

[356]

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municipales. Si lo hacen el secretario Manuel Ávila y los funcionarios,
Julio Chacón y Ramón Cano.
Tan solo 15 horas después de la “Verbena de la Prensa” en La Roda
–como en toda España-, comenzaba un período, en el que, los que has-
ta esa noche eran simplemente adversarios políticos, se convierten en
enemigos irreconciliables que terminan por enfrentarse en una guerra
fratricida.

EPÍLOGO
 
Los Guardias Municipales que participaron en el cacheo de Julián
Fernández, al finalizar la guerra, corrieron suertes distintas. José Castillo
Nieto, dado por desaparecido por Falange, marchó al exilio. Sebastián
Tébar Moreno, fue detenido y fusilado en Albacete el 24/5/1939.
Julián Fernández Cuenca. Detenido en Casas de Guijarro y asesinado
en las proximidades de Pozo Amargo (Cuenca). -16 de agosto de 1936-.
José López Ballesteros –el Alcalde-, dado por desaparecido, pudo exi-
liarse a Francia, donde permaneció durante muchos años. No regresó a
La Roda.
Gabriel de Arce Escobar. Jefe de la sublevación en La Roda, huyó al
fracasar la sublevación el 25 de julio. Permaneció oculto en Valencia du-
rante toda la guerra. Juzgado en rebeldía y condenado a muerte por el
Tribunal Popular de Albacete. -22 /10/1936. Desempeñó la Jefatura Lo-
cal del Movimiento, desde su regreso, hasta su fallecimiento el 6 de no-
viembre de 1940. Fue despedido con todos los honores y la parafernalia
característica de Falange   “…a hombros de falangistas que trasladarán
al Jefe. […]. Entre las instrucciones que el Jefe accidental ordenaba al
Camarada Jefe Local de Milicias: “…ordeno que todas las fuerzas de Mi-
licias, la O.J. y la Sección Femenina, formarán en la puerta del domicilio
del finado […] Rompiendo marcha irá la banda de cornetas y tambores
de la O.J. marcando el paso lento. Inmediatamente después, irán las ban-
deras y banderines de todas las organizaciones.
Al llegar el féretro a la puerta del cementerio, desfilarán ante el mis-
mo, todas las fuerzas en columna de tres, fuerzas que permanecerán for-
madas en la parte exterior del cementerio hasta que se incorpore a ellas
la guardia de honor y banderas que acompañarán al féretro hasta su úl-
tima morada.

[357]

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Lo que te comunico para tu conocimiento y cumplimiento. Por Dios,
España y su revolución Naci… […]
Los acompañantes de Gabriel de Arce en el C.R.R. Antonio Lozano,
Florencio Romero y Gil Alarcón serían asesinados en Quintanar de la
Orden  el 23 de agosto de 1936. Los hermanos, César y Leopoldo Ca-
denas fueron sacados de las escuelas, habilitadas como prisión, el 1 de
agosto de 1936 y asesinados en la carretera de Albacete.
Florentino del Barco, el concejal que se encontraba en el Ayuntamien-
to el 19 de julio, murió también en Quintanar de la Orden el 23/8/1936.
Los otros dos concejales, Antonio Montero y Gregorio Arenas sufrieron,
el primero, prisión, el segundo, exilio.
El secretario del Ayuntamiento, Manuel Ávila Palacios, fue condena-
do a la pena capital por el Tribunal Popular de Albacete y ejecutado en
la capital el 29/10/1936. Los funcionarios, Julio Chacón y Ramón Cano
sufrieron prisión, el primero, al finalizar la guerra y el segundo, durante
la misma.
Don Miguel Segura Limorte, alférez de la Benemérita, que junto a los
guardias a sus órdenes y el personal civil sublevado suplantó a la autori-
dad legalmente constituida durante la semana del 19 al 25 de julio, fue
detenido en Albacete, donde se había refugiado. Trasladado al penal de
Cartagena sería fusilado en el mismo.
Benito, padre del pintor rodense Antonio Carrilero, la noche del 19
de julio no pudo ejercer de operador de cine en la terraza “Cervantes”,
proyectando: “Las nuevas aventuras de Tarzán”. Si lo hizo durante mu-
chos años en el teatro del mismo nombre y más tarde en el cine Rialto.
Durante la postguerra, con las restricciones eléctricas, la precariedad de
medios y la mala calidad de las “cintas”, tuvo que escuchar muchas veces
desde su cabina: “¡Que salga el cine, Benito!”.
Años después me contaron los sucesos acaecidos la madrugada del
18 al 19, en la que los principales protagonistas, sin proponérselo fueron,
por orden de aparición: “Tomillo”, “Polón”, “Mentirola” y el “Aliago”.
“RODA FUERTE”, semanario independiente, puso en circulación el
número 15 y último, el 19 de julio. En él aseguraba: “que la Verbena de la
Prensa dejaría recuerdos imborrables”. […]

Fuentes consultadas: Juzgado de Instrucción de La Roda. Causa Ge-


neral. Tribunales Populares de Albacete. Archivo General e Histórico de
Defensa. Libro de Actas del Ayuntamiento de La Roda. Documentos del
autor.

[358]

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ANEXO 12
ALCALDES DEL PERIODO

FECHA ALCALDES-GESTORES

8 abril 1924 -
Benjamín Martínez Alarcón
8 noviembre 1926
8 noviembre 1926 -
Francisco Diego Berruga Cebrián
22 diciembre 1928
23 enero 1929 -
Ángel Escobar Muñoz
26 febrero 1930
26 febrero 1930 -
Enrique Escobar Hore
4 mayo 1930
4 mayo 1930 -
Gabriel de Arce y Escobar
2 febrero 1931
2 febrero 1931 -
Enrique Escobar Hore
16 abril 1931
16 abril 1931 - Deusdedio del Campo Martínez,
5 junio 1931 Vicente Arenas Ortega y
Agustín Ruiz Martínez
5 junio 1931 -
Miguel Servet Díaz Basauri
6 septiembre 1931
10 septiembre 1931 -
Eloy Calero Millán
2 junio 1932
2 junio 1932 -
Juan Martínez Monteagudo
16 noviembre 1932
28 noviembre 1932 -
Vicente Arenas Ortega
19 septiembre 1933
25 octubre 1933 -
José Cerdán Pérez
mayo 1934
Desde mayo 1934 Antonio de la Peña y Miranda
Hasta 8 enero 1936 Job Escobar Montoya

[359]

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8 enero 1936 -
Antonio de la Peña y Miranda
21 febrero 1936
24 febrero 1936 -
José López Ballesteros
19 julio 1936
19 a 25 de julio de 1936 -
agosto 1936 -
Abel Amar Pardo
24 marzo 1937
24 marzo 1937 -
Antonio Gómez Irimia
octubre 1938
octubre 1938 -
Diego Maestro Simarro
29 marzo 1939
29 marzo 1939 -
Benjamín Martínez Alarcón
12 abril 1939
Desde 12 abril 1939 Job Escobar Montoya

[360]

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CUADRO DE SIGLAS Y ABREVIATURAS

AFPI: Archivo de la Fundación Pablo Iglesias


AGA: Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares
AHN: Archivo Histórico Nacional
AHPA: Archivo Histórico Provincial de Albacete
CEDA: Confederación Española de Derechas Autónomas
CEFP: Comité de Enlace del Frente Popular
CNT: Confederación Nacional del Trabajo
FAI: Federación Anarquista Ibérica
FE: Falange Española
FNTT: Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra
LAPAR: Libros de Actas de Plenos del Ayuntamiento de La Roda
IC: Internacional Comunista o Komintern
IR: Izquierda Republicana
IRA: Instituto para la Reforma Agraria
JIR: Juventudes de Izquierda Republicana
JL: Juventudes Libertarias
JSU: Juventudes Socialistas Unificadas
PC o PCE: Partido Comunista de España
POUM: Partido Obrero de Unificación Marxista
PRLD: Partido Republicano Liberal Demócrata
PRR o PR: Partido Republicano Radical
PSOE: Partido Socialista Obrero Español
SRI: Socorro Rojo Internacional
TPA: Tribunales Populares de Albacete
UGT: Unión General de Trabajadores
UP: Unión Patriótica
UR: Unión Republicana
URSS: Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas

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FUENTES DOCUMENTALES

• ARCHIVOS PÚBLICOS:

Auditoría de Guerra de la III Región Militar - Archivo General e Histó-


rico de la Defensa - Madrid
BOPA - Archivo de la Diputación Provincial de Albacete
Causa General – Archivo Histórico Nacional (Portal PARES)
CNT en la provincia de Albacete - Fundación de Estudios Libertarios
Anselmo Lorenzo
Colección del Archivo Histórico del Partido Comunista de España- Ma-
drid
Colección Guerra Civil y archivo documental de las comisiones ejecuti-
vas del PSOE, UGT y JSU, Albacete - Archivo de la Fundación Pablo
Iglesias
Complejos documentales de la era soviética - Portal sovdoc.rusarchives.
ru
Documentos del Centro documental de la memoria histórica - Salaman-
ca
Expedientes de depuración de personal docente - Archivo General de la
Administración - Madrid
Expedientes personales de la Oficina Francesa para la Protección de Re-
fugiados y Apátridas- OFPRA
Jurados Mixtos, Tribunales Populares, etc. - Archivo Histórico Provin-
cial de Albacete

[363]

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Libros de Cementerio, Libros de actas de plenos, etc. - Archivo del Ayun-
tamiento de La Roda
Libros de Defunciones - Archivo del Juzgado de Primera Instancia e Ins-
trucción de La Roda
Publicaciones periódicas: El Defensor y El Diario de Albacete; Prensa
histórica rodense; CNT Manchega
Registro de la Propiedad Expropiable del término municipal de La Roda
- Archivo del Ministerio de Agricultura - Madrid
Servicio de Estudios Históricos - Dirección General de la Guardia Civil
- Madrid

• ARCHIVOS PRIVADOS:

Correspondencia y Actas de plenos del Comité de Enlace del Frente Po-


pular de La Roda (1936-1937)
Correspondencia y expedientes personales de FET y de las JONS de La
Roda (inmediata postguerra)

[364]

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

• DE CARÁCTER GENERAL:

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del Viento.
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de España y Marruecos (1909-1939). Barcelona: Península.
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• DE CARÁCTER ESPECÍFICO:

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DIPUTACIÓN DE ALBACETE

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