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Batalla de Mohi

La batalla de Mohi, o batalla del río Sajó (en


húngaro, muhi csata'), acaeció el 11 de abril de 1241 y
en ella se enfrentaron los tártaro-mongoles y el Reino
Batalla de Mohi
de Hungría durante la invasión mongola a Europa. Parte de invasiones mongolas

Índice
Antecedentes
La batalla
Bajas
Consecuencias
Referencias
Cultura Popular
Bibliografía
Fecha 11 de abril de 1241
Lugar Río Sajó, Hungría
Antecedentes
Coordenadas 47°58′40″N 20°54′47″E

En 1223 el Imperio Mongol en expansión derrotó al Resultado Victoria mongola decisiva


ejército conjunto ruso-cumano en la batalla del río Beligerantes
Kalka. Los cumanos se retiraron a Hungría, país que
Reino de Hungría Imperio mongol
llevaba intentando convertirlos al cristianismo y
Templarios

expandir su influencia sobre estas tribus desde hacía


Estefanitas

décadas. El rey húngaro Béla IV incluso había


comenzado a utilizar el apelativo "Rey de los Teutónicos

Cumanos". Cuando estos refugiados, Cumanos


aproximadamente 200.000 (varones, incluyendo Comandantes
40.000 guerreros, mujeres, ancianos y niños),11 ​
Bela IV de Hungría Batu Kan
buscaron asilo en su reino, parecía que al menos una
Beato Colomán de Subotai
parte había aceptado el dominio húngaro. Los
Hungría †
mongoles los consideraban sus esclavos y veían a los
húngaros como sus rivales, por lo que consideraron la Abp. Ugrin Csák †
migración cumana como casus belli. En su ultimátum Abp. Matías Rátót †
también culparon a Hungría de enviar espías. Fuerzas en combate

La amenaza tártara se abalanzó sobre Hungría en Estimación antigua: Estimación antigua:


medio de un período de revueltas políticas. 50.0001 ​-100.0002 3​ 4​ ​
50.0009 ​-90.0004 ​

Tradicionalmente, la base del poder real lo constituían (probablemente 80.000)5 ​


(probablemente 70.000)10 ​

los vastos territorios pertenecientes al rey. Bajo Andrés Estimación moderna: Estimación moderna:
II, las donaciones de tierras por parte de la corona 10.0006 ​-25.0007 8​ ​
20.000-30.0006 7​ 8​ ​

alcanzaron un nuevo máximo, provincias enteras se (probablemente 15.000)6 ​ (predominando la caballería)


traspasaron e incluso el rey Andrés II dijo que "la
Bajas
medida con la que medir la generosidad del rey no Estimación antigua: Desconocidas, muy
tiene medida". Después de que Béla IV heredara el 40.000-70.000 muertos ​
altas8 ​
2

trono de su padre, comenzó a reconfiscar las 25.000 prisioneros3 ​

donaciones que hiciera y a ejecutar o expulsar a sus Estimación moderna:


consejeros. Asimismo, denegó el derecho de los Alrededor de 10.000
nobles a tener audiencias personales y sólo aceptó muertos y prisioneros6 8​ ​
peticiones por escrito en su cancillería. Incluso hizo
retirar las sillas de la sala del consejo para obligar a
todo el mundo a que estuviera de pie en su presencia, lo que causó gran revuelo entre los nobles. Los
refugiados cumanos hicieron que su posición mejorara y de paso acrecentó su prestigio entre los círculos
eclesiales al convertirlos, pero también causó muchos contratiempos. Las costumbres de los cumanos,
nómadas de tradición, resultaron incompatibles para convivir con los húngaros, ya sedentarios, y los nobles
se quedaron anonadados cuando vieron que el rey apoyaba a los recién llegados y no a ellos.

La batalla
Los mongoles atacaron Europa con tres ejércitos (en total 150.000 hombres).11 ​ El primero penetró en
Polonia para contrarrestar cualquier apoyo polaco, derrotando a Enrique II el Piadoso (duque de Silesia) y a
los Caballeros Teutónicos en la batalla de Liegnitz. Una fuerza atacó por el sur, en Transilvania, derrotando
a los voivodas y aplastando al ejército húngaro de Transilvania. Las fuerzas principales conducidas por
Batu Kan y Subotai atacaron la misma Hungría por el paso fortificado de Verecke, aniquilando al ejército
dirigido por el Nádor de Hungría el 12 de marzo de 1241.

Béla IV comenzó a movilizar a sus huestes y envió sus tropas, incluidas las cumanas, a Pest. Federico II
Babenberg, duque de Austria y Estiria, también se unió a estos ejércitos para prestarles ayuda, así como un
numeroso ejército de caballeros templarios bajo las órdenes del maestre Rembald de Voczon, quienes ya se
hallaban en suelo húngaro desde hacía más de un siglo, teniendo Estados en la región de Croacia y
Dalmacia, otorgados por los reyes Emérico y Andrés II de Hungría. Igualmente los ejércitos húngaros
estaban asistidos por los Caballeros hospitalarios estefanitas, una orden de caballería húngara independiente
que había partido originalmente de la Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén. Justo entonces el
conflicto entre cumanos y húngaros dio lugar a numerosos disturbios, en los que el kan cumano, Köten,
quien había permanecido bajo la protección personal del rey, fue asesinado. Algunas fuentes señalan que el
duque Federico instigó esta revuelta, aunque el papel que desempeñó es poco claro. Los cumanos creían
que habían sido traicionados y abandonaron el país con dirección sur saqueando todo en su camino. La
movilización realizada por el rey fue un completo desastre. Muchos contingentes no llegaron nunca a Pest y
otros fueron masacrados por los cumanos renegados o por los mongoles antes de llegar. Muchos nobles
rehusaron tomar parte en la campaña porque odiaban al rey y deseaban su caída. Apenas unos pocos creían
que el ataque de los mongoles fuera una seria amenaza a la seguridad del reino y se consideraba que la falta
de los cumanos era menor y normal. Esta actitud pudo haber contribuido a la muerte del kan cumano
Kuthen.

La vanguardia mongola alcanzó la ciudad de Pest el 15 de marzo y comenzó a realizar pillaje en el área
circundante. El rey Béla prohibió a sus hombres que les atacasen, ya que su ejército aún no estaba listo.
Aun así, el duque Federico hizo caso omiso y les atacó, derrotando a una pequeña partida de saqueo, de
modo que Béla lo tildó de cobarde. Tras este "heroico" acto, Federico se retiró a sus posesiones. Ugrin
Csák, el arzobispo de Kalocsa intentó también atacar a un contingente mongol, pero fue desviado con
artimañas hasta unos pantanos, donde su caballería pesada quedó irremediablemente perdida. Él mismo
apenas pudo escapar y salvar su vida.
Finalmente, el rey decidió ofrecer batalla a los tártaros,
pero éstos comenzaron su retirada, lo que afirmó la
opinión de los nobles de que aquellos no suponían una
amenaza y que el comportamiento del rey no había
sido precaución, sino cobardía. Tras una semana de
marchas forzadas y ataques enemigos, el ejército
húngaro alcanzó el río Sajó, entonces desbordado. Allí
fue donde pararon para descansar y esperar refuerzos.
El rey y sus aliados aún no sabía que el grueso del
ejército mongol, que contaba entre 20.000 y 30.000 Esquema de la batalla de Mohi.
hombres por los aproximadamente 15.000 del
variopinto ejército húngaro, estaba presente en el
terreno boscoso de la orilla más alejada del Sajó. El precavido rey ordenó construir un campamento
fuertemente fortificado con carretas.

Es poco probable que los tártaros quisieran originariamente cruzar un río ancho y peligroso para atacar un
campamento fortificado, sino que más bien el plan original fuera atacar a los húngaros mientras cruzaban el
río, del mismo modo que en la batalla del río Kalka. Sin embargo, nunca sabremos lo que los generales
mongoles tenían en mente. Sabemos que un esclavo de los tártaros escapó hasta el campamento húngaro y
que les avisó que atacarían de noche el puente sobre el Sajó.

Los húngaros aún seguían sin creer que fuera un ataque a gran escala, pero las tropas del príncipe
Colomán, duque de Eslavonia y hermano menor de Béla IV, y las fuerzas del arzobispo Ugrin Csák junto
con el maestre templario dejaron el campamento para sorprender a los mongoles y defender el puente
desprotegido. Llegaron a medianoche, el sol se había escondido a las 18:29, así que tuvieron que marchar 7
kilómetros en plena oscuridad. Es poco probable que los tártaros quisieran atacar de noche, ya que los
arqueros a caballo evitan ese tipo de combates, pero sí querían cruzar el río para poder atacar al amanecer.
Cuando Colomán y Ugrin llegaron, encontraron a los mongoles desprotegidos y a medio cruzar el río, por
lo que les obligaron a presentar batalla con éxito, consiguiendo una gran victoria en el puente, que según
sus restos tenía un mínimo de 200 metros de largo). Los mongoles no esperaban en absoluto tropas de
ballesteros, quienes infligieron numerosas bajas en sus fuerzas. Los húngaros dejaron algunos soldados que
guardasen el puente y regresaron al campamento, lo que hace pensar que aún no sabían que el grueso del
ejército enemigo estaba allí. Cuando llegaron a su base, sobre las 2 de la mañana, celebraron la victoria.

La inesperada victoria húngara obligó a los generales mongoles a modificar sus planes. El general Sejban
fue enviado al norte, hacia un prado con una fuerza menor para cruzar el río y atacar por la espalda a la
guardia del puente. Sobre las 4 de la mañana, cuando apenas comenzaba a despuntar el día, comenzaron a
cruzar. Entretanto, Subotai se dirigió al sur para construir un puente secundario mientras los húngaros
estuvieran enzarzados en el puente principal, aunque permitió a Batu desarrollar un plan en el que se
utilizarían gigantescos lanzapiedras, algo que los húngaros probablemente nunca habían visto, con los que
aniquilar a los ballesteros. Al amanecer, Batu Kan y siete de sus lanzapiedras atacaron a los guardias
húngaros del puente, quienes, tras la llegada de Sejban y sus hombres, se tuvieron que retirar. El grueso del
ejército mongol consiguió cruzar el río cerca de las 8 de la mañana.

Cuando los húngaros en retirada llegaron al campamento base, despertaron a los otros. Colomán, Ugrin y el
maestre templario salieron del mismo para enfrentarse a los atacantes, mientras que el resto permaneció allí,
creyendo que era otro ataque menor y que el Príncipe Colomán se alzaría con la victoria de nuevo. Pero
cuando el Príncipe y el arzobispo presenciaron la horda de tártaros que se avecinaba se dieron cuenta de
que no era un ataque menor, sino una verdadera invasión de las fuerzas de choque del ejército asiático. Tras
unos duros combates, resolvieron volver al campamento para reforzar las posiciones y unirse al grueso de
las tropas. Estaban muy desilusionados, ya que el rey ni siquiera había despachado órdenes para preparar la
batalla. Ugrin reprochó al rey por sus errores en público y aunque finalmente el ejército húngaro avanzó, el
retraso dio el tiempo suficiente a Batu para terminar de cruzar el Sajó. Entonces se entabló una fiera lucha:
los europeos sobrepasaban en número a las tropas de Batu y éstos no eran capaces de moverse con la
rapidez acostumbrada porque el río estaba a sus espaldas. Una fuente chino-mongola menciona que Batu
perdió 30 de sus guardaespaldas y a uno de sus lugartenientes, Bakatu, y sólo la determinación personal y
la bravura de Batu hicieron que la horda no se rompiera y huyera del campo de batalla. En ese mismo
momento, Subotai, que se había retrasado por haber estado construyendo el puente, atacó el flanco de los
húngaros, causando el pánico entre sus filas y obligándoles a retirarse.

Es posible que los europeos pudieran haber defendido su campamento, pero su avance no fue efectivo y
estaban aterrorizados por las flechas incendiarias, lo que provocó numerosas muertes por aplastamiento en
el tropel que se formó en sus propias filas. Finalmente, los desmoralizados soldados se volvieron e
intentaron escapar a través de un hueco que los mongoles dejaron a propósito, ya que sabían que a los
soldados que huyen se les puede matar más fácilmente que a los que se ven obligados a morir luchando por
tener cortada la vía de escape. Sin embargo, las bajas mongolas habían sido tan numerosas que, llegado este
punto, Batu no quería perseguir a los húngaros. Subotai lo animó a hacerlo y finalmente atacaron con gran
éxito. El arzobispo Ugrin murió en el combate, pero Kálmán y Béla pudieron escapar, aunque las heridas
del Príncipe eran tan serias que falleció poco después. Los húngaros perdieron cerca de 10.000 hombres y
no fueron capaces de reunir otro ejército con el que contener al resto de la horda. Tras la victoria, los
tártaros se reagruparon y comenzaron el asalto sistemático del resto de la nación.

Bajas
Según algunos cronistas medievales el ejército mongol disponía entre 50.000 y 120.000 hombres,
incluyendo artillería china, pero esto es seguramente una exageración para justificar la aplastante derrota.

Según historiadores chinos el ejército húngaro era de 100.000 hombres, muriendo 70.000 y siendo
capturados 25.000 de estos, cifras que son también probablemente exageraciones para darle mayor valor a
su victoria, además bajan las muertes mongolas a solo 1.000, aunque en la actualidad se estiman perdidas
mucho mayores del bando mongol.

Otras fuentes europeas dicen que el ejército húngaro era de 60.000 a 80.000 hombres, y que murieron
10.000 a 40.000, pero probablemente reconocen tal número de bajas para culpar al rey Bela IV y a los
cumanos, de quienes dicen que tras iniciar la batalla y al estar en la retaguardia huyeron. También exaltan el
sacrificio de los caballeros cristianos al mencionar que los Templarios lucharon hasta la muerte sin huir.

En los cálculos más aceptados actualmente el ejército húngaro era de 15.000 hombres entre húngaros,
templarios, mercenarios nómadas y cumanos, sufriendo 10.000 bajas. Mientras el ejército mongol era de
20.000 a 30.000, la mayoría jinetes, con artillería china, y que sufrió fuertes bajas aunque no por ellas
detuvo su avance, sí lo demoró.

Consecuencias
Tras la batalla no existía ninguna fuerza organizada de importancia capaz de parar el avance de los
mongoles: derrotarlos era completamente impensable. Se les pudo detener en el Danubio con éxito desde
abril de 1241 hasta enero de 1242. Fue un invierno inusualmente crudo, el río se heló totalmente y tras una
serie de batallas menores, los mongoles pudieron cruzarlo. La familia real escapó hacia Austria en busca de
la ayuda de su aliado, el duque Federico, pero en lugar de eso los arrestó y demandó un enorme rescate en
oro, forzando al rey a que le cediera tres provincias occidentales. Fue entonces que el rey y algunos de sus
colaboradores huyeron al suroeste, a través del territorio controlado por Hungría, hacia la costa adriática,
llegando al castillo de Trau, donde permanecieron hasta que los mongoles se hubieron retirado. Mientras
tuvo noticias del resto del país, el rey intentó en numerosas ocasiones establecer contactos con otros
gobernantes europeos, incluyendo el Papa, el Emperador alemán y el
rey de Francia, pero a ninguno pareció interesarle el asunto; más aún
daba la impresión de que todos eran ajenos a la gran amenaza que
representaban los ejércitos mongoles, que en ese momento estaban a
una semana a caballo de las fronteras francesas.

Entretanto, en Hungría tanto las huestes reales que habían sobrevivido,


casi todos porque no habían llegado a tiempo a la batalla de Mohi,
como un gran número de irregulares desorganizados, la mayoría
campesinos armados, continuaron hostigando a las tropas mongolas e
incluso presentando batalla con éxito en ocasiones. La población civil
huyó a refugios inaccesibles a la caballería mongola: a las escarpadas
montañas del norte y el este; a las zonas pantanosas, especialmente a
las puszta cerca de Székesfehérvár, en el oeste; y a los viejos
terraplenes fortificados, que tenían forma de plaza fortificada o que
simplemente eran atalayas naturales o artificiales hechas de barro en lo Rey Bela IV de Hungría.
alto de un monte, colina o loma. Roger de Apulia narró su experiencia
en uno de esos refugios, llamado Fátra, en su obra Carmen miserabile.
Estos lugares normalmente son conocidos con el término alemán Fluchtburg.

En 1242, el Gran Kan Ogodei murió, lo que supuso que los mongoles se retiraran, ya que los príncipes de
sangre real debían presentarse para la elección del Gran Kan en Mongolia. Justo antes de partir, el ejército
mongol estaba teniendo muchas dificultades para pacificar el país, aunque ya estaban haciendo planes para
atacar Austria y más tarde Alemania e Italia. A pesar de que la derrota del ejército húngaro en Mohi no
ocupa a menudo sino un par de frases como un paseo militar de los mongoles, esta opinión es una
simplificación de la realidad. El ejército húngaro y las tropas irregulares formadas por campesinos
resultaron ser unos temibles enemigos, infringiendo cuantiosas bajas a los mongoles. Si Subotai no hubiese
podido atacar la retaguardia de los húngaros a tiempo, la batalla hubiera acabado con la derrota de los
mongoles.

A mediados del siglo XIII, el ejército húngaro había perdido ya las tácticas de los nómadas esteparios que
les habían hecho anteriormente unos formidables guerreros contra los estados alemanes, Francia, Italia,
Polonia, los Balcanes y los Países Bajos en los siglos IX y X.12 ​Al ir ataviados con las armaduras europeas
de la época y armados con ballestas y lanzas, se volvían objetivos lentos y fáciles para los arqueros
mongoles, aunque también hay que tener en cuenta que estos últimos eran además mejores estrategas. Aun
así, pudieron estar a punto de derrotar al principal ejército mongol. En un momento dado, los guardias
personales de Batu Kan estuvieron siendo hostigados por los arqueros húngaros y por la caballería pesada y
sólo el arrojo personal del kan salvó al ejército de huir en desbandada. Finalmente, fue mediante el uso de
una añagaza, que irónicamente utilizarían los húngaros más tarde a menudo, que los mongoles pudieron
derrotar al ejército de Béla IV en campo abierto.

A pesar de eso, a principios de febrero de 1242, más de un año


después de haber comenzado la invasión y algunos meses antes de
la retirada mongola, un número significativo de castillos y ciudades
ya habían resistido las formidables y amenazadoras tácticas de sitio
de los invasores. Entre los casi 80 emplazamientos que aún
quedaban sin conquistar, solamente tres eran de consideración: el
entonces recién construido castillo de piedra sobre una elevación de
terreno Fülek, Léka, cerca de la frontera occidental, y Németújvár.
El resto era o bien ciudades fortificadas como Székesferhérvár, Provincias de la antigua Hungría
viejos castillos como el de Esztergom, monasterios fortificados
como Tihany y Pannonhalma o fortalezas militares como Vécs, que
custodiaba una importante ruta comercial en las montañas de Transilvania. Al final, el país no había sido
sometido y aunque la mayoría había sido asesinada, el rey y la alta nobleza escaparon. Como venganza
tardía, los húngaros y los croatas emboscaron y destruyeron una división de retaguardia del ejército mongol
en los Cárpatos.

Después de la retirada de los mongoles, que nunca más tuvieron una victoria en Hungría, el país estaba en
la ruina. Casi la mitad de los lugares habitados habían sido destruidos por los invasores, un cuarto de la
población había fenecido, especialmente en las tierras bajas, el Alföld, donde apenas quedaban
sobrevivientes, en el lejano sur de la llanura húngara (el actual Banato) y en el sur de Transilvania.

Sin embargo, el poder del rey no había perecido. Al año de la retirada, las tres provincias occidentales
(Moson, Sopron y Vas) que fueron perdidas como pago del rescate al duque Federico de Austria fueron
recuperadas y un levantamiento local en Eslavonia fue atajado. La amenaza de otra invasión mongola, esta
vez tomada en serio, fue la causa de una unidad inusitada y dio las fuerzas necesarias para que Béla IV
desarrollara nuevas defensas, sobre todo a la hora de construir nuevos castillos de piedra (44 en los últimos
diez años) y de revitalizar el ejército. El rey era considerado un segundo fundador de la nación, parte en
reconocimiento de todo lo que estaba haciendo para reconstruir su reino y fortificarlo contra cualquier
invasión extranjera proveniente del este. Estas mejoras dieron su fruto cuando en 1284 Nogai Kan intentó
una nueva invasión. En esta ocasión, los mongoles fueron derrotados, así como en otras ocasiones. En los
siglos siguientes, la atención de los países de Europa Central se dirigió fundamentalmente al sureste y al
creciente poder del Imperio otomano.

Referencias
1. Sverdrup, 2010: 109-110. Cifras de Z. J. Kosztolnyik. El historiador Denis Sinor estimó en
65.000 los húngaros que lucharon en la batalla.
2. Tucker, 2009: 426
3. Parte 5 (https://www.youtube.com/watch?v=OYeNykpNr6c&feature=related) del Documental
"Gengis Kan. El conquistador mongol". Capítulo 41 de la serie documental Line of Fire.
Dirección de Audrey Healy, producción de Cromwell Productions, distribución de History
Channel, 2002, Reino Unido.
4. Kaufmann, 2004: 101
5. Carey, Allfree & Cairns, 2006: 124
6. Sverdrup, 2010: 115
7. Great Honours of the Hungarian State, Budapest: Magyar Könyvklub, de László Markó
(2000)
8. Military history of Hungary, Budapest: Zrínyi Katonai Kiadó, de Ervin Liptai (1985)
9. Sverdrup, 2010: 109-110. Cifras de Z. J. Kosztolnyik. Sinor estimó en 105.000 a 150.000
mongoles en su campaña en Europa Oriental.
10. Carey afirma en la página 128 que Batu Kan tenía 40.000 hombres en el cuerpo principal y
ordenó a Subotai tomar 30.000 soldados en una maniobra envolvente. Batu comandó el
ejército central de los tres que invadian Europa oriental. Este número parece correcta si se
compara con las cifras reportadas en las batallas de Liegnitz al norte y Hermannstadt (Sibiu)
hacia el sur. Las tres victorias se produjeron en la misma semana.
11. Mongol Invasions: Battle of Liegnitz (http://www.historynet.com/mongol-invasions-battle-of-li
egnitz.htm)
12. Nota: aún existen dudas acerca de estos hechos, ya que algunos historiadores han
señalado que la maquinaria bélica húngara pasó a occidentalizarse a raíz de la invasión
mongola y por esta causa. A pesar de las tácticas de las estepas, los primeros húngaros
fueron derrotados por los alemanes en el siglo X y apenas representaba una amenaza para
Francia o España. Tuvieran o no esas tácticas, no les habría servido de mucho.
Cultura Popular
En el videojuego Age of Empires II: The Age of Kings, en la campaña de Gengis Kan, se representa la
Batalla de Mohi.
Esta es considerada una de las misiones más difíciles del juego.

Bibliografía
Hóman, B. y Szekfű, Gy. (1935). Magyar Történet. Budapest, Hungría: Király Magyar
Egyetemi Nyomda.
Szalay, J. y Baróti, L. (1896). A Magyar Nemzet Története. Budapest, Hungría: Udvari
Könyvkereskedés Kiadó.
Carey, Brian Todd; Allfree, Joshua B; Cairns, John. (2006). Warfare in the Medieval World.
Londres: Pen & Sword Military, ISBN 1-84415-339-8.
Kaufmann, J. E.; Kaufmann, H. W. & Jurga, Robert M. (2004). The Medieval Fortress:
Castles, Forts, And Walled Cities Of The Middle Ages. Cambridge: Da Capo Press. ISBN
978-0-30681-358-0.
Sverdrup, Carl (2010). "Numbers in Mongol Warfare". Journal of Medieval Military History.
Tomo VIII. Rochester; Woodbridge: Boydell & Brewer, ISBN 978-1-84383-596-7.
Tucker, Spencer C. (2009). A Global Chronology of Conflict: From the Ancient World to the
Modern Middle East. Santa Bárbara: ABC-CLIO, ISBN 978-1-85109-672-5.

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