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Nacimiento

Dioniso tuvo un nacimiento inusual que evoca la dificultad de encajarle en el panteón olímpico.
Su madre fue una mujer mortal, llamada Sémele, hija del rey Cadmo de Tebas, y su padre Zeus,
el rey de los dioses. La esposa de Zeus, Hera, una diosa celosa y vanidosa, descubrió la aventura
de su marido cuando Sémele estaba encinta. Con el aspecto de una anciana (en otras versiones
de una nodriza), Hera se ganó la amistad de Sémele, quien le confió que Zeus era el auténtico
padre del hijo que llevaba en el vientre. Hera fingió no creerlo, y sembró las semillas de la duda
en la mente de Sémele, quien, curiosa, pidió a Zeus que se revelara en toda su gloria como
prueba de su divinidad. Aunque Zeus le rogó que no le pidiese eso, ella insistió y él terminó
accediendo. Entonces Zeus se presentó ante ella con sus truenos, relámpagos y rayos, y Sémele
pereció carbonizada. Zeus logró rescatar al fetal Dioniso plantándolo en su muslo. Unos meses
después, Dioniso nació en el monte Pramnos de la isla Icaria, a donde Zeus fue para liberarlo ya
crecido de su muslo. En esta versión, Dioniso tuvo dos «madres» (Sémele y Zeus) antes de
nacer, de donde procede el epíteto dimētōr (‘de dos madres’), relacionado con su doble
nacimiento.

En otra versión de la misma historia, Dioniso era el hijo de Zeus y Perséfone, la reina del
Inframundo. Una celosa Hera intentó de nuevo matar al niño, enviando esta vez a los Titanes a
descuartizarlo tras engañarlo con juguetes. Zeus hizo huir a los Titanes con sus rayos, pero éstos
ya se habían comido todo salvo el corazón, que fue salvado, según las fuentes, por Atenea, Rea
o Deméter. Zeus usó el corazón para recrearlo en el vientre de Sémele, de donde de nuevo fue
‘el nacido dos veces’. Otras versiones afirman que Zeus dio a comer el corazón a Sémele para
preñarla.

En ambas versiones de la historia, el renacimiento es el principal motivo de adoración en las


religiones mistéricas, pues su muerte y resurrección eran sucesos de reverencia mística.
Aparentemente este relato se usó en ciertos cultos griegos y romanos. Variantes del mismo se
encuentran en la obra de Calímaco y Nono, quien se refiere a este Dioniso bajo el título de
Zagreo, y también en varios poemas fragmentarios atribuidos a Orfeo.[cita requerida]

Infancia y juventud

La leyenda cuenta que Zeus tomó al infante Dioniso y lo puso a cargo de Hermes. Una versión
de la historia es que éste dio el niño al rey Atamante y su esposa Ino, tía de Dioniso. Hermes
pidió a la pareja que criase al bebé como una niña, para esconderlo de la ira de Hera.[20] Otra
versión es que Dioniso fue puesto bajo la tutela de las ninfas de la lluvia de Nisa, que le criaron
en su infancia y niñez, y que por sus cuidados fueron recompensadas por Zeus con el ascenso
entre las estrellas como las Híades. Otra versión es que Zeus lo dio a Rea, o a Perséfone para
que lo criase en el Inframundo, lejos de Hera. Alternativamente, fue criado por Maro.

Cuando Dioniso creció, descubrió la cultura del vino y la forma de extraer su precioso jugo,
pero Hera hizo que se volviese loco y le empujó a vagar por diversas partes de la tierra. En
Frigia la diosa Cibeles, más conocida por los griegos como Rea, le curó y le enseñó sus ritos
religiosos, y así emprendió su recorrido por Asia enseñando a la gente el cultivo del vino. La
parte más famosa de sus viajes es su expedición a la India, que se dice duró varios años. Volvió
triunfante y emprendió la introducción de su culto en Grecia, pero se le opusieron algunos
príncipes que temían los desórdenes y la locura que éste acarreaba (véase Penteo y Licurgo).
Como hombre joven, Dioniso era excepcionalmente atractivo. Una vez, disfrazado como un
mortal sentado junto a la orilla del mar, fue visto por unos pocos marineros, que creyeron que
era un príncipe. Intentaron secuestrarle y llevarle lejos para venderlo como esclavo o pedir un
rescate. Probaron a atarle con cuerdas, pero ninguna podía sujetarlo. Dioniso se convirtió en un
fiero león y soltó un oso a bordo, matando a todos los que entraron en contacto con él. Los que
saltaron por la borda fueron transformados compasivamente en delfines. El único superviviente
fue Acetes, el timonel, que reconoció al dios e intentó detener a sus marineros desde el
principio.[21] En una historia parecida, Dioniso deseaba navegar desde Icaria hasta Naxos, así
que alquiló un barco pirata tirrenio. Pero cuando el dios estuvo a bordo, no navegaron hacia
Naxos sino hasta Asia, con la intención de venderlo como esclavo. Por esto Dioniso transformó
el mástil y los remos en serpientes, y llenó la nave de hiedra y del sonido de flautas, de forma
que los marineros enloquecieron y saltaron al mar, donde fueron transformados en delfines.

Adoración:

Dioniso es un dios de ritos religiosos mistéricos, como los para Deméter y Perséfone en Eleusis,
en Atenas. Dioniso lleva el basjaris o piel de zorro, simbolizando la viña y la fauna. Sus propios
ritos, los misterios dionisíacos, eran los más conocidos por todos. Muchos investigadores creen
que Dioniso es un sincretismo de una deidad griega local de la naturaleza y un dios más
poderoso de Tracia o Frigia, como Sabacio.

Heródoto sabía que el culto a Dioniso llegó más tarde a los griegos que el resto , pues comenta:

así es, la historia griega cuenta que tan pronto nació Dioniso, Zeus lo llevó a Nisa en Etiopía
allende Egipto, y como con Pan, los griegos no saben qué fue de él tras su nacimiento. Resulta
por tanto claro para mí que los griegos aprendieron los nombres de estos dos dioses más tarde
que los nombres de todos los otros, y sitúan el nacimiento de ambos en el momento en que los
conocieron.[8]

Muchos griegos estaban seguros de que el culto a Dioniso llegó a Grecia desde Anatolia, pero
sus nociones sobre si Nisa estaba situada en Anatolia, en Libia («lejos al este junto al gran
océano»), Etiopía (Heródoto) o Arabia (Diodoro Sículo) son lo suficientemente variables como
para sugerir que se pretendía un lejano país mágico, quizás llamado Nysa, para explicar el
ilegible nombre del dios: ‘dios de Nisa’. Apolodoro parece seguir a Ferécides, quien cuenta
cómo el infante Dioniso, dios de la parra, fue criado por las ninfas de la lluvia, las Híades, en
Nisa. Sin embargo, el nombre que los hititas anatolios se daban a sí mismos en su propia lengua
(nesili) era Nesi. La influencia hitita en la cultura griega antigua casi nunca es apreciada.

Las anteriores contradicciones sugieren a algunos que no se está tratando con la memoria
histórica de un culto extranjero sino con un dios inherentemente extranjero. Y de hecho, el
nombre de Dioniso aparece en las tablillas en lineal B micénico como DI-WO-NI-SO-JO,[9] y
Károly Kerényi[10] lo localiza en la Creta minoica, donde su nombre minoico es desconocido
pero su característica presencia resulta reconocible. Claramente, Dioniso había estado con los
griegos y sus predecesores mucho tiempo, y aun así retuvo siempre cierto carácter de extranjero.

El toro, la serpiente, la hiedra y el vino son los signos de la característica atmósfera dionisíaca, y
Dioniso está estrechamente asociado con los sátiros, centauros y silenos. A menudo aparece
montando un leopardo, llevando una piel de leopardo o en un carro tirado por panteras, y
también puede ser reconocido por el tirso que lleva. Además de la parra y su alter ego salvaje
estéril, la hiedra venenosa, ambas a él consagradas, la higuera también era un símbolo suyo. La
piña que coronaba su tirso le relacionaba con Cibeles, y la granada con Deméter. En Atenas se
celebraban en su honor las Dionisias y las Leneas. Los iniciados le adoraban en los misterios
dionisíacos, que eran parecidos y estaban relacionados con los misterios órficos, y pueden haber
influido sobre el gnosticismo.[cita requerida] Se decía que Orfeo había inventado los misterios de
Dioniso.[11

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