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El inflamasoma
Se trata de una plataforma multimérica que consta de una proteína sensora, una
proteína adaptadora y una proteína efectora, que es una cisteína proteasa denominada
procaspasa-1. La proteína sensora incluye NLRs [receptores del tipo Nucleotide-
binding Oligomerización Domain (NOD) y Leucine Rich-Repeat (LRR) y la molécula
adaptadora ASC (Apoptosis-Associated Speck-like protein).
Entre los diversos tipos de inflamasomas, el mejor caracterizado es el NLRP3, también
denominado criopirina, cuyo gen se encuentra en el cromosoma 1, por su participación
en los procesos inflamatorios y su expresión en células de la inmunidad innata, tales
como macrófagos, monocitos, células dendríticas, neutrófilos, linfocitos, células
epiteliales, células endoteliales y osteoclastos. Estas estructuras están involucradas en
el reconocimiento de estímulos del tipo de patrones moleculares asociados a
patógenos (PAMPs) o asociados a daño (DAMPs).
Tras la exposición a estos estímulos el inflamasoma forma un complejo, de forma que
procaspasa-1 se convierte por un proceso autocatalítico en caspasa-1. A su vez la
caspasa-1 convierte interleucina 1β (IL1β) e IL18 en sus formas activas promoviendo
inflamación. La activación inflamatoria secundaria a DAMPs se denomina inflamación
estéril en contraposición a la inducida por PAMPs
La estimulación del inflamasoma por PAMPs y DAMPs desencadena eventos
proinflamatorios y antimicrobianos a través de las respuestas innata y adaptativa 8.
Además, las caspasas escinden Gasdermina D favoreciendo el proceso de piroptosis,
que conlleva la formación de poros en la membrana celular (p. ej., en monocitos), lo
que favorece la generación de micropartículas ricas en factor tisular (FT). El FT es el
principal activador del sistema hemostático in vivo y contribuye a la trombosis, al activar
los factores IX y X de la coagulación y promover la generación de trombina que
convierte el fibrinógeno en fibrina, que es el componente estructural más importante del
trombo. Finalmente, el inflamasoma induce una respuesta adaptativa mediada por
linfocitos T a través de la activación de receptores Toll-like (TLRs) y el concurso del
factor de transcripción NFkB. Como resultado se produce liberación de citocinas
proinflamatorias, que también van a favorecer los procesos trombóticos. A nivel
experimental se ha demostrado activación del inflamasoma (NLRP3) y liberación de
IL1β en ratones deficientes en CD39, (una ectonucleotidasa cuya deficiencia se asocia
con enfermedades inmunes), los cuales mostraban aumento de la expresión de FT,
fibrina y formación de trampas extracelulares de neutrófilos (NETs) indicando
participación de la inmunidad innata y la creación de un ambiente protrombótico.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7298455/
SARS-CoV-2 utiliza el receptor de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE-2)
para el ingreso a la célula. Este receptor se expresa predominantemente en las células
epiteliales y vasculares pulmonares, aunque también se ha identificado en el hígado, el
corazón y los riñones. La ACE-2 en el individuo sano se encarga de la modulación del
sistema renina-angiotensina, mediante la transformación de angiotensina I en
angiotensina 1-9 y de la angiotensina II en angiotensina 1-7. Estos productos tienen
efecto vasodilatador, antifibrótico, antiinflamatorio y facilitan la natriuresis, lo que al final
reduce la presión arterial, contrarregulador de esta forma la acción de la angiotensina
II.
Las observaciones clínicas indican que cuando la respuesta inmunitaria no controla de
forma adecuada al virus se propagará de forma más agresiva y eficaz produciendo
daño tisular pulmonar, activando macrófagos y granulocitos y conducirá a la liberación
masiva de citocinas proinflamatorias, lo que se asocia con el síndrome de insuficiencia
respiratoria aguda (SIRA) o síndrome de dificultad respiratoria del adulto (SDRA)
descrito en la infección por COVID-19. Esta “tormenta de citocinas” conlleva también a
incremento en la permeabilidad vascular, interacción con factores de coagulación,
desencadenando coagulación intravascular diseminada (CID) e insuficiencia orgánica
múltiple (FOM).
Se Indica que, aunque la Covid-19 es una infección vírica, las cuales, en principio, no
se tratan ni se previenen con antibióticos, "hay pacientes diagnosticados en los que
existe confirmación o elevada sospecha de coinfección o sobreinfección bacteriana".
Por eso, entienden que hay casos en los que resulta "inevitable" ese tratamiento
antibiótico.
No obstante, recuerdan que, en los casos de pacientes con Covid-19 y con infección
bacteriana confirmada, se recomienda buscar el asesoramiento del equipo del hospital
o el área de salud correspondiente; apoyar la decisión clínica de la prescripción de
antibióticos en valores indirectos (biomarcadores) que evidencien infección bacteriana
como el valor de procalcitonina; evitar profilaxis con antibióticos de forma generalizada
para prevenir neumonía bacteriana; evitar la utilización sistemática de azitromicina en
combinación con hidroxicloroquina en el tratamiento de COVID-19, ante la falta de
evidencia de eficacia y los riesgos potenciales; recordar las interacciones y toxicidad de
los tratamientos, y si existe la posibilidad, reforzar la comunicación con el paciente
sobre las causas que justifican el uso de antibióticos.
Principios básicos
El respirador genera una presión positiva en la vía aérea durante la inspiración a la que
se opone la resistencia al flujo aéreo del árbol traqueobronquial y la resistencia elástica
del parénquima pulmonar.
Se crea un gradiente de presión entre la vía aérea y el alvéolo que desplaza un
volumen de gas proporcional al nivel de presión aplicado.
El ciclo respiratorio consta de 3 partes:
Insuflación: el aparato insufla un volumen de aire en el pulmón (volumen corriente) a
través de un gradiente de presión. La presión máxima que se alcanza en la vía aérea
se llama presión de insuflación o presión pico. El inicio de de la insuflación puede
determinarlo el paciente o el respirador.
Meseta: Al terminar la insuflación se mantiene el gas dentro del pulmón durante un
tiempo regulable. Este tiempo es la pausa inspiratoria y durante ella el flujo es cero. La
presión en la vía aérea en este momento se llama presión meseta y depende de la
compliance o distensibilidad pulmonar.
Espiración: es un fenómeno pasivo, causado por la retracción elástica del pulmón
insuflado. La presión en la vía aérea desciende hasta cero o puede mantenerse una
presión positiva al final de la espiración, lo que se conoce como PEEP.
La ventilación mecánica (VM) invasiva puede producir efectos secundarios
importantes, fundamentalmente de tipo infeccioso y por barotrauma (lesión por
aumento de presión).
Indicaciones de la ventilación mecánica
La ventilación mecánica está indicada cuando la ventilación espontánea de un paciente
no es adecuada para la vida, como prevención de un colapso inminente de las
funciones fisiológicas, o por un intercambio gaseoso deficiente. Por otro lado, puesto
que la ventilación mecánica sólo es utilizada para proveer asistencia ventilatoria al
paciente y no para curar su enfermedad, únicamente debe ser usado en casos en los
que la situación del paciente sea reversible y/o corregible con el tiempo.
La aplicación de ventilación mecánica a un paciente es una decisión clínica, no hay
ningún parámetro que indique la necesidad de ventilación mecánica. Hay 2 causas
principales de conexión a ventilación mecánica:
Alteraciones de la ventilación
Alteraciones del estado mental que impidan llevar un ritmo respiratorio adecuado, así
como el manejo correcto de las secreciones bronquiales; por ejemplo, coma, o
enfermedades neurológicas como distrofia muscular o ALS
Necesidad de sedación profunda (anestesia para intervenciones, necesidad de
analgesia muy potente, traumatismos…)
Aumento del trabajo respiratorio (de la causa que sea)
Apnea con arresto respiratorio
Acidosis respiratoria con una pCO2 mayor de 50 mm Hg derivadas de parálisis
diafragmática, en enfermedades como síndrome de Guillain-Barré, Myasthenia Gravis,
o debido a medicamentos anestésicos o relajantes musculares
EPOC.
Alteraciones de la oxigenación
Necesidad de concentraciones elevadas de oxígeno, que no son aplicables mediante
una mascarilla convencional.
Lesiones pulmonares: cualquier patología pulmonar produce una alteración de la
difusión del oxígeno desde la sangre a los capilares. Por ejemplo, síndrome de distrés
respiratorio agudo.
Insuficiencia respiratoria clínica o apnea, con o sin hipoxemia e hipercapnia secundaria
a:
Enfermedades del sistema nervioso central
Enfermedades neuromusculares
Enfermedades esqueléticas
Enfermedades de la vía respiratoria
Enfermedades broncopulmonares
Enfermedades cardíacas
Infecciones o alteraciones metabólicas
Alteraciones neurológicas
Coma con alteración de los reflejos de protección de la vía aérea
Hipertensión intracraneal
Estado epiléptico resistente al tratamiento
Alteraciones circulatorias
Parada cardiorrespiratoria
Shock
Insuficiencia cardíaca severa
Otras
Postoperatorio de cirugía mayor Necesidad de sedación profunda para técnicas
y procedimientos invasivos