54 SISTEMAS DE PROTESTA
tos epistemológicos, teóricos y metodológicos de la teoría de
la acción comunicativa, adopté, de manera inevitable, sus
principios normativos. En otras palabras, resultaba inelu-
dible concebir al actor colectivo, por el simple hecho de estar
enraizado en y constituirse desde el mundo de vida, como
bueno, libertario y portador de la razón, por expresarlo de
este modo. En contrapartida, no podía menos que entender
al sistema social como moral y políticamente malo en tanto
mecanismo de dominación. Sin embargo, con todo esto se
perdía, en realidad, la complejidad interna del fenómeno
en sí y se desaprovechaban oportunidades de observar las
múltiples, ambiguas y contingentes maneras en que el actor
colectivo se comunica, al unísono, con diferentes sistemas
sociales, los cuales lo observan, a su vez, desde diversas
lógicas irreductibles al denominador común de la razón ins-
trumental. La misma intención normativa de la teoría de la
racionalidad comunicativa me obligaba a ver con sospecha
los procesos internos de diferenciación y especialización en el
seno del actor colectivo, ya que no podían ser sino índices de
la colonización sistémica en el corazón mismo de los portado-
res de las potencialidades críticas de la razón comunicativa
en el mundo de vida. Por supuesto, uno puede aceptar este
diagnóstico crítico y salvar, de este modo, el baremo desde
el cual analizar y criticar las tensiones y patologías de la
modernidad y sus expresiones. Sin embargo, el precio a pagar
consiste en aceptar una mirada muy reducida y unilateral
de la protesta y movilización sociales -mirada contestada
en los hechos por la realidad de los movimientos sociales.
l. EL PARADIGMA DE LA ESTRATEGIA
Inicio este capítulo delineando las ideas básicas que caracte-
rizan el paradigma de la estrategia. Enseguida describo su
modelo de movimiento social y cómo los actores colectivos se
vinculan con el sistema político en sus luchas por aumentar
su influencia, poder y recursos políticos en oposición de sus
adversarios. A continuación, me ocupo de las dimensiones
·ulturales de los movimientos sociales y cierro el tema dis-
·utiendo algunos presupuestos de este paradigma.
l. IDEAS CENTRALES
A mediados de los años sesenta, surge el "paradigma de la
estrategia" de los movimientos sociales como una reacción al,
en su opinión, inadecuado tratamiento de los movimientos
ociales y las conductas colectivas por parte de las teorías de
la "sociedad de masas", del "comportamiento colectivo", de la
"privación relativa" o de la "modernización". En primer lugar,
las teorías cuestionadas no distinguían entre las diferentes
formas de acción colectiva, por lo que hacían generalizaciones
supuestamente válidas para los motines, las revueltas, las
reacciones de pánico o las revoluciones. Asimismo entendían
estas protestas como el efecto mecánico de amplios cam-
bios estructurales resultantes de procesos de modernización.
Además, consideraban que aquellos que participaban en los
comportamientos colectivos eran personas mal integradas a
la sociedad, insuficientemente socializadas, pertenecientes a
minorías desviadas o criminales o padecían de alguna enfer-
medad psicológica. Por tanto, su conducta no podía ser menos
[55]
 ,, 1 ~'l't1'.M,\II t 111 l'l!()'t't•:."l'l'J\
q111• 1•111<Jl'iunal o abiertamente irracional. De tal suerte, estos
individuos se caracterizaban por actitudes intolerantes y
1 ru toritarias, además de ser fácilmente manipulables por
líderes carismáticos hambrientos de poder con los que se
identificaban por sus supuestas orientaciones fanáticas y
totalitarias. Productos de profundos cambios y de fuertes
tensiones estructurales de la sociedad, los movimientos de
masas estaban sometidos a dinámicas de violencia sin mayor
interés que eliminar enemigos indeterminados, por lo que,
después de un festín de pasión destructiva, la ola de furor
cedía y los individuos atomizados regresaban a la soledad
de sus asuntos cotidianos (Cohen, 1985; Jenkins, 1988; Opp,
1998; Laraña, 1999).
De tal suerte, si las teorías dominantes eran incapaces
de dar cuenta del fenómeno de la movilización y la acción
colectiva, afirmaban los autores que desarrollarían este
enfoque, entonces habría que buscar un nuevo fundamento
teórico para explicarlo. Es justo en la teoría económica, en
particular en la teoría de juegos (Olson, 1965), en donde al-
gunos sociólogos encontraron este fundamento para estudiar
los movimientos sociales y la protesta social. Esta reacción
no era sólo un rechazo a las teorías competidora sino, tam-
bién, a la hegemonía sociológica del funcionalismo de Talcott
Parsons (1968 y 1965), quien, al purgar de su modelo de la ac-
ción social los "componentes utilitaristas" provenientes de "la
teoría económica neoclasica", enfatizó "la importancia de los
valores y de la socialización en la acción social" a costa del
interés propio y la racionalidad. De este modo, la imagen de
la acción y del actor social hipersocializados y determinados
culturalmente se convirtió en "un obstáculo" para "el pro-
greso ulterior de la teoría sociológica" (Oberschall, 1973:3).
El paradigma de la estrategia se configuró cuestionando
cada una de las afirmaciones de las teorías competitivas. En
efecto, para los representantes de esta corriente las acciones
de los movimientos son respuestas adaptativas y racionales
EL PARADIGMA DE LA ESTRATEGIA 7
n los costos y recompensas de los diferentes cursos de acción.
simismo, los objetivos básicos de los movimientos son de-
finidos por conflictos de interés inherentes a las relaciones
de poder institucionalizadas. En este sentido, la formación
movilización de los movimientos depende de cambios
relacionados con los recursos, la organización grupal y las
oportunidades para una acción colectiva. Por esta razón,
l.as organizaciones de los movimientos se caracterizan por
ser centralizadas y formalmente estructuradas, por lo cual
los movimientos alcanzan mayor efectividad en el desafío de
sus oponentes. Por tanto, el éxito de los movimientos depende
de los factores estratégicos y los procesos políticos en que se
involucraban (cfr. Jenkins, 1988:45s).
Todo esto supuso distinguir entre comportamiento des-
viado y comportamiento no conformista, ya que los movi-
mientos de oposición (que corresponderían al segundo tipo)
demandan reconocimiento para sus objetivos, programas y
acciones en el nombre de ideales y valores que poseen cierta
legitimidad en la sociedad. Aún más: para estos autores exis-
te continuidad entre el comportamiento cotidiano institucio-
nalizado y los procesos de conflicto. Por ello, el componente
racional en el conflicto social y en el comportamiento colectivo
se encuentra tan presente como en las situaciones cotidianas
de elección y toma de decisiones. Esto último es válido tanto
para los agentes institucionales que dirigen el control social
como para sus oponentes (cfr. Oberschall, 1973:24ss).
Gracias a este cambio teórico se puede analizar, en
primer lugar, "el nivel micro y los procesos grupales desde
una perspectiva dinámica" para explicar el conflicto y la
lucha por el poder y la consecución de intereses grupales.
Segundo, se puede dar cuenta de "la formación de grupos y
la movilización" sin echar mano de "conceptos psicologistas
como la alienación y la privación relativa". En tercer térmi-
no, el nuevo modelo no fundamenta las motivaciones de los
actores en las emociones, creencias o ideologías sino en su
 A IS 'l'l~M N , D 8 P H O T 8 ST A
"interés egoísta, racional e ilustrado" (Oberschall, 1973:3).1
Un interés individual que, mediante incentivos selectivos,
ha de sintonizarse con un interés común en la obtención de
bienes colectivos -es decir, bienes cuya naturaleza consiste
en que su disfrute incluye tanto a los que participaron en
su producción o consecución como aquéllos, dentro de esta
población o grupo amplio organizado, no se involucraron
en este proceso (Olson, 1965; Benjamin, 1991). Así, en este
difícil balance entre beneficios y costos en la participación
en una acción colectiva, ésta sólo podría tener lugar si los
individuos encuentran suficientes razones (es decir, una ma-
yor satisfacción de sus intereses particulares) para cooperar
en un proyecto común. "Entre mayores sean los incentivos
positivos (selectivos) para contribuir en la acción colectiva;
y entre mayores sean los incentivos negativos si uno se
abstiene de participar; entonces, será mayor la probabilidad
de que un individuo tome parte en la producción del bien
colectivo" (Opp, 1998:92).
La movilización colectiva implica la conjunción de proce-
sos macro y micro. En efecto, las acciones de las elites y los
grupos poderosos sociales crean situaciones "que amenazan
el modo de vida de una población" (Jenkins, 1988:49) y a las
cuales responde la población afectada, organizándose y movi-
lizándose, ante la pérdida de poder y recursos. De tal suerte,
el objetivo de los investigadores cercanos a este paradigma
ha consistido en explicar el problema de la "participación
individual en los movimientos sociales" centrando su mirada
en el "vínculo entre intereses colectivos y la acumulación de
recursos" (Jenkins, 1988:68). Efectivamente, el supuesto
central consiste en que "entre menores sean los riesgos y
mayores las recompensas para un individuo y los miembros
de un grupo o estrato social[ ... ], es más probable, entonces,
1
Aquí la noción de individuo incluye tanto personas como organi-
zaciones.
EL PARADIGMA DE LA ESTRATEGIA 59
participen en un movimiento social de oposición, protesta
, 1111 •
11 robelión" (Oberschall, 1973:162).
II. EL VÍNCULO MICRO-MACRO:
LA ACCIÓN COLECTIVA
Y EL SISTEMA POLÍTICO
1,:1 paradigma de la estrategia entiende los movimientos so-
riales como acciones colectivas orientadas a la consecución
d¡• intereses compartidos. Esto sucede en el marco de un
conflicto abierto con un conjunto de oponentes integrantes
dl•l sistema político. En este sentido, al estudiar el fenóme-
no se consideran dos niveles analíticos: el de la formación
., organización de la acción colectiva, por un lado, y el del
·onflicto en lapolity, por el otro. A continuación esbozo cada
u na de estas dimensiones.
Para los representantes de esta corriente sociológica, un
movimiento social no es otra cosa que un desafío colectivo
planteado por-actores sociales que comparten metas comu-
nes y que es dirigido, mediante una interacción continua y
ronflictiva, hacia sus oponentes (elites, autoridades u otro
grupo social) (cfr. Tarrow, 1989:19; y Tarrow, 1997:21). El
movimiento es una de las tantas formas de acción colectiva,
pero que se caracteriza por su carácter contencioso y disrup-
tivo. En efec_to, al hablar de movimiento hablamos de una
"protesta social" orientada a la consecución de fines comunes
"en relación con sus agravios compartidos, esperanzas e
intereses" (Charles Tilly, citado en Tarrow, 1989:9).2
2 "Esta definición supone cinco propiedades empíricas:
a) Las protestas son acciones colectivas directas y no represen-
tativas.
b) Las protestas apuntan, principalmente, a generar disrupción,
pero no violencia.
e) Las protestas son expresivas. Esto no significa que no elabo-
ren demandas instrumentales sino que estas demandas se
 110 l1''1'11IMI\' 111>! 111t()'1•1,:!-l'I'/\
1'11nl ronstituir un movimiento social, sus integrantes
d1•ben dL resolver diferentes problemas. En otras palabras,
1
han de crear su infraestructura definiendo intereses compar-
tidos y estableciendo una organización interna que hagan
posible su capacidad de movilización (Tilly, 1978).
El interés es el conjunto de ganancias y pérdidas de un
grupo en interacción y/o conflicto con otro grupo. El análisis
del "interés" ha de considerar la dimensión estructural de
la posición que ocupan los individuos en la sociedad y la di-
mensión discursiva de la autocomprensión de los individuos
sobre su propia conducta. En efecto, el interés colectivo no es
un dato natural; más bien se construye en interacción y, a
veces, en contraposición con los intereses individuales de los
miembros del grupo, los cuales se entremezclan, de manera
recurrente, en la organización y movilización colectivas.
Así, el grado de conflicto entre ambos intereses tiene que
tratarse como "una variable que afecta el perfil y el carácter
de la acción colectiva. Con mayor precisión, debemos tratar
el grado de conflicto como un elemento que incrementa el
costo de la acción colectiva tanto para los individuos como
para el grupo en su conjunto" (Tilly, 1978:62).
Por su parte, la organización cuenta como la estructura
interna del movimiento que le brinda capacidad de dividir y
repartir tareas, en particular, y de movilización, en general,
con el fin de conseguir sus intereses colectivos. En la versión
de Charles Tilly, que se inspira a su vez en Harrison White,
encuentran expresadas en términos cargados simbólicamente
y no negociables.
d) No importando qué tan expresivas sean, las protestas implican
exigencias que colisionan con los intereses de otros grupos, de
elites políticas o económicas, o del Estado.
e) Mediante el uso de acciones no convencionales de modo ex-
presivo, los protestantes se comportan estratégicamente en
sus elecciones de temas, medios, objetivos y metas" (Tarrow,
1989:lls).
EL PARADIGMA DE LA ESTRATEGIA 61
In organización supone la conjunción de categorías de per-
unas con características compartidas que conforman una
, ,•d de vínculos interpersonales. "Entre más extensas sean
In identidad común y las redes internas, más organizado
1·~tará el grupo. CATNESS X NETNESS [densidad de la red]
l lltíiANIZACióN" (Tilly, 1978:73).
Esta noción de organización enfatiza, sobre todo, el ca-
rnrter inclusivo de un grupo, es decir, "qué tan capaz es de
1 nvolucrar la vida total de sus miembros". Esto implica varios
criterios: "la cantidad de tiempo, la cantidad de energía o la
proporción de todas las interacciones sociales en las cuales
los miembros y otras personas toman en consideración la
realidad de la membresía grupal" (Tilly, 1978:64).3
Finalmente, la movilización es "el proceso mediante el
cual un grupo pasa de ser un conjunto pasivo de individuos a
un participante activo en la vida pública" (Tilly, 1978:69). En
otras palabras, es el proceso mediante el cual el movimiento
adquiere control organizado sobre recursos (humanos, ma-
teriales, simbólicos, normativos, financieros) para alcanzar
determinados bienes colectivos y satisfacer sus intereses.4
3 El sociólogo norteamericano toma en cuenta otras características
de la "estructura" del grupo como su diferenciación, centralidad y estra-
tificación, que afectarían su eficiencia y efectividad.
4 La movilización grupal misma puede ser "defensiva", "ofensiva" o
"previsora". La movilización defensiva resulta de una amenaza externa
que obliga al grupo a aglutinar sus recursos para combatir al enemigo.
En cambio, en la movilización ofensiva el grupo reúne sus recursos para
la consecución de sus intereses una vez que ha evaluado que la oportu-
nidad política le es favorable. Por último, la movilización previsora es la
acumulación de recursos anticipando un futuro ya sea de oportunidades
o de amenazas. Como se puede apreciar, los dos primeros tipos de mo-
vilización tienen una orientación temporal hacia el presente, mientras
que la tercera se orienta más bien al futuro. Los grupos ricos en recursos
favorecen más la movilización ofensiva; en cambio, los grupos escasos de
ellos se movilizan más en términos defensivos. Así, mientras que por lo
general los primeros luchan por defender sus privilegios y su posición
social, los segundos emprenden acciones colectivas a favor de la obten-
 [1!• 111• 111111'1'1•:H'I'\
1111, 111111 ~ulir11ynr que la movilización es el proceso de la
", 11 I I i u¡,.. i, · i,j n d~ control colectivo de recursos más que el mero
i 1HTt1m1.mto de los mismos[ ... ] Así, sin ningún tipo de movili-
zaeión, un grupo bien podría prosperar pero no luchar por el
poder, ya que la lucha por el poder significa utilizar recursos
movilizables para influir sobre otro grupo" (T'illy, 1978:78).
Antes de vincular este modelo de la acción colectiva con el
sistema político, me gustaría indicar que, si se va más allá de
actores individuales e incluimos también a organizaciones5
como integrantes de los movimientos sociales, entonces se
requiere ampliar las nociones de "organización" y "movili-
zación". Esto es justo lo que hacen Mayer N. Zald y John D.
McCarthy (2003). Estos sociólogos se han interesado por los
"portadores" de los movimientos sociales, es decir, las orga-
nizaciones que movilizan recursos y personas para la conse-
cución de metas colectivas. Para ellos, estas organizaciones
son "elementos clave" para entender el fenómeno mismo,
por lo que el estudio de su estructura interna, formalización,
profesionalización, uso de la tecnología, etcétera, son temas
fundamentales. Su enfoque reconoce que la acción colectiva
se apoya y tiene lugar en un ambiente institucional, por lo
que se debe observar y analizar la "infraestructura de apoyo"
de los movimientos sociales.
Estos investigadores han elaborado una rica tipología
en torno a las dimensiones de la organización de la acción
colectiva: la organización del movimiento social, la industria
del movimiento social y el sector del movimiento social.
Para Zald y McCarthy, un "movimiento social [Ms] es un
conjunto de opiniones y creencias dentro de una población
que representan preferencias por cambiar algunos elementos
de la estructura social o la distribución de recompensas, o
ción de recursos de los que carecen o bien de los que no disponen suficien-
temente (cfr. Tilly, 1978:73ss).
5
Las organizaciones son tratadas bajo el supuesto de que son "uni-
dades de acción" con intereses racionales.
EL PARADIGMA DE LA ESTRATEGIA 63
11 mbas cosas, de una sociedad. Un contramovimiento es
1111 conjunto de opiniones y creencias dentro de una po-
li lución que se opone a un movimiento social" (Zald y Me-
( 'nrthy, 2003:20).
Ahora bien, una "organización del movimiento social
(!)MS) es una organización compleja o formal que identifica
UH metas con las preferencias de un movimiento social o
t In contramovimiento y procura llevar a cabo dichas metas"
(1/,ald y McCarthy, 2003:20). En consecuencia "todas las OMS
que tienen como su meta la consecución de las preferencias
más amplias de un movimiento constituyen la industria del
iuouimiento social (IMS)" (Zald y McCarthy, 2003:21). Por úl-
limo, el "sector del movimiento social (SMS) consiste en todas
1 ~1s IMS en una sociedad sin importar con cual MS en particular
· encuentren vinculados" (Zald y McCarthy, 2003:22).
Las ventajas de estas distinciones conceptuales son las
riguientes. En primer término, dan cuenta del hecho de que'
los movimientos sociales no deben reducirse a la expresión
pública de la movilización. Además, permiten atender la
forma en que se organizan las tareas y actividades de los
movimientos. Asimismo, nos recuerdan que los movimientos
scciales son un ensamblaje de múltiples organizaciones irre-
ductibles a una sola o dominante. "Por último, la distinción
permite la posibilidad de dar cuenta del ascenso y caída
de las IMS que no dependen completamente del tamaño de
un MS o la intensidad de preferencias en su interior" (Zald
y McCarthy, 2003:21). Distinguir entre MS, OMS, IMS o SMS
ayuda a analizar y entender la complejidad del fenómeno.
En particular, las interacciones de cooperación y de conflicto
entre organizaciones formales al interior de un movimiento
social, ya que, a pesar de que comparten la materialización
de las metas del movimiento social, las OMS compiten con sus
contrapartes por recursos humanos, financieros y materia-
les, así como por adherentes y poderdantes generando, de esta
manera, dinámicas de confrontación y división, así como de
11 1 11'1'11~\I \H 1)1~ i>ll,/l'l'f!:STA
111•g'otio.c:ión y radicalización en el seno mismo del MS (cfr.
'I'arrow, 1997:236). Considerando su SMS, el movimiento so-
cial sólo puede pretender conseguir sus metas si desarrolla
entre las primeras "estructuras conectivas de movilización"
que vinculan a "los líderes con la organización de la acción
colectiva -el centro con la periferia-, permitiendo la coor-
dinación del movimiento y que éste perdure en el tiempo.
Cuando en un movimiento aparece una organización formal,
sus líderes intentan desarrollar estructuras de movilización
para hacerse cargo de las actividades de la base" (Tarrow,
1997:236s).6
Desde el punto de vista de una OMS, por otro lado, indi-
viduos y organizaciones en la sociedad pueden clasificarse
de varias formas. "Para el MS mismo, hay adherentes y no
adherentes. Los adherentes son aquellos individuos y or-
ganizaciones que creen en las metas del movimiento. Los
poderdantes (constituents) de una OMS son todos los que la
proveen de recursos" (Zald y McCarthy, 2003:23). Para lograr
una movilización de recursos exitosa, las organizaciones del
movimiento deben resolver el problema de "convertir a los
adherentes en poderdantes y en mantener la participación
de los poderdantes. En otro nivel, en cambio, esta tarea po-
dría apuntar a convertir a los no adherentes en adherentes.
Ralph Turner utiliza el término público espectador para de-
nominar a aquellos no adherentes que no son oponentes
del MS y de sus OMS y que sólo atestiguan las actividades del
movimiento social. Es muy útil distinguir a los poderdantes,
adherentes, públicos espectadores y oponentes de acuerdo
6
En este sentido, "las formas más efectivas de organización se basan
en redes sociales autónomas e interdependientes vinculadas por estruc-
turas de movilización informalmente coordinadas". En efecto, la acción
colectiva organizada más exitosa se apoya en las redes sociales en las que
están insertos los actores individuales en sus vidas cotidianas, "ya que
es más fácil transformar su confianza mutua en solidaridad" (Tarrow,
1997:236s).
EL PARADIGMA DE LA ESTRATEGIA 65
1·on otras dimensiones. Una de éstas se refiere al tamaño del
luudo de recursos controlados, por lo que utilizaremos los tér-
minos masa y elite para describir, de manera un tanto tosca,
1•'4ta dimensión. La masa de los poderdantes, adherentes,
t)L1blicos espectadores y oponentes son aquellos individuos
f.{rupos que controlan un fondo de recursos muy limitados.
1,:1 fondo de recursos más limitado que los individuos pueden
controlar consiste en su propio tiempo y trabajo. Las elites
on todos aquellos que controlan un fondo de recursos más
, mplio" (Zald y McCarthy, 2003:23).
Dar cuenta de la constitución, configuración interna y
cupacidad de contención del movimiento social es apenas
un primer paso para tratar el fenómeno. El paradigma de
la estrategia se ha preocupado además por vincular este
microproceso con el sistema político con. el objetivo de dar
cuenta de las relaciones entre contendientes a través de
·oaliciones y luchas por acceder al poder político.
La acción de un movimiento está orientada básicamente
a obtener ciertos recursos considerados valiosos. Esta meta
afecta, sin embargo, los intereses de algún otro grupo social
(el cual puede ser el gobierno o el Estado).7 Este conflicto
He caracteriza por una lucha por el poder para influir sobre
1 comportamiento y recursos de los contrincantes. El "po-
der consiste en la capacidad del grupo de hacer prevalecer
us intereses sobre los de los otros grupos con los que se
halla en disputa. La lucha por el poder político implica el
uso de recursos propios de un cierto tipo de organización:
del gobierno" (Tilly, 1978: 125). En este sentido, el "gobier-
no" o "autoridad pública" es el contendiente que controla el
mayor número de medios de coerción al interior de alguna
7 Hay que subrayar que para los simpatizantes del paradigma de
la estrategia un movimiento social se involucra en un conflicto en el
que la autoridad pública (gobierno o Estado) está involucrada ya como
contrincante, reclamante, intermediario o árbitro (cfr. McAdam, Tarrow
y Tilly, 2001:5).
 (1( H1t111111IM1\H 01~ PllOTESTA
población definida (cfr. Tilly, 1978:117). Los miembros del
sistema político son aquellos contendientes (contenders)
que, en algún momento determinado, han logrado el recono-
cimiento de sus derechos colectivos para ejercer poder tanto
en como sobre el gobierno. Todos los demás son "retadores"
(challengers) que aún no son reconocidos como miembros
del sistema político, pero que pretenden serlo para influir
en éste a favor de sus intereses y derechos colectivos. La
principal ventaja de pertenecer al sistema político es el
aumento de poder (cfr. Tilly, 1978:125).
En la lucha política los movimientos sociales evalúan de
continuo y con miras estratégicas el comportamiento de sus
aliados y opositores y los costos y beneficios de sus propias
acciones contenciosas. Hacen esto, por supuesto, disponiendo
de información insuficiente sobre el estado que guardan,
en cierto momento, las complejas relaciones en el sistema
político. Por último, en términos generales, se puede afirmar
que los integrantes de la polity gozan de más poder político
y están expuestos a menos posibilidades de ser reprimidos
que los retadores.
El vínculo micro-macro en el paradigma de la estrategia
se complejiza cuando se introduce el concepto de la estruc-
tura de la oportunidad política (EOP) como variable explica-
tiva del momento oportuno (timing) y los resultados de la mo-
vilización contenciosa (McAdam, 2005:29). En efecto, la
protesta colectiva ha de ser estudiada tomando en cuenta
los mecanismos y recursos internos del movimiento y su
respuesta "a las oportunidades políticas a través del uso
de formas conocidas, modulares, de acción colectiva, movi-
lizando a la gente en el seno de redes sociales y a través de
supuestos culturales compartidos" (Tarrow, 1997:33). En
este sentido, los movimientos "dependen de su entorno exte-
rior (y especialmente de las oportunidades políticas) para la
coordinación y el mantenimiento de las acciones colectivas"
(Tarrow, 1997:35s).
EL PARADIGMA DE LA ESTRATEGIA 67
Al igual que en la política convencional, en la protesta
cnntenciosa existen constreñimientos y oportunidades que
inhiben o facilitan la movilización. De tal suerte, si se ex-
plica el cuándo la gente se moviliza, entonces se da cuenta
a la vez del por qué (cfr. Tarrow, 1997:49). El concepto de la
c-structura de la oportunidad política (EOP) hace referencia
a "señales consistentes -aunque no necesariamente formales,
permanentes o nacionales- para los actores sociales o políti-
cos, alentándolos o bien desalentándolos a usar sus recursos
internos para formar un movimiento social", Este concepto
enfatiza "no sólo las estructuras formales como las institu-
ciones estatales sino, también, las estructuras de conflicto
y alianza que proveen recursos y oponen constricciones
externas al grupo" (Tarrow, 2005:54).8
Los movimientos dependen de su capacidad de motivar,
involucrar y movilizar a una población sobre la cual no
tiene mayor control. Sin embargo, los movimientos se ven
afectados a la vez por el hecho de que las oportunidades
políticas que han facilitado su constitución, son dinámicas y
generan nuevas oportunidades que pueden ser complemen-
tarias o contraproducentes para sus fines. Cuando la acción
colectiva resulta exitosa, se producen "ciclos más amplios de
8 Las cuatro variables principales a considerar en el análisis de la
EOP son: "el grado de apertura o clausura del sistema político (polity); la
estabilidad o inestabilidad de los alineamientos políticos; la presencia o
ausencia de aliados y grupos de apoyo; y las divisiones al interior de la
elite o su tolerancia o intolerancia con respecto a la protesta" (Tarrow,
1989:34). Sidney Tarrow distingue, además, entre "cambios en las oportu-
nidades de corto y largo plazo". Sin embargo, no ofrece ninguna definición
al respecto. Además, indica que las oportunidades "pueden ser creadas"
por los propios actores, lo cual puede ser descrito de cuatro maneras: 1)
la expansión de las oportunidades propias del grupo gracias a sus propias
acciones; 2) la expansión de las oportunidades de otros grupos mediante las
acciones propias; 3) la creación involuntaria de las oportunidades para los
oponentes mediante las acciones propias; y 4) la creación de oportunidades
para las elites por medio de las acciones propias (cfr. Tarrow, 2005:54-61).
 68 SISTEMAS DE PROTESTA
movimiento que se extienden de los activistas a los grupos
de interés y a los ciudadanos corrientes e, inevitablemente,
hacen participar al Estado" (Tarrow, 1997:59).9
111. LA DIMENSIÓN CULTURAL
DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES:
REPERTORIOS DE PROTESTA
Y MARCOS DE SENTIDO
A pesar de que el lenguaje básico del paradigma de la es-
trategia es el de la tradición utilitarista, existe en él una
vena cultural. 10 En efecto, la acción colectiva es considerada
como un producto social e histórico, es decir, resultado de
9
Las características de estos ciclos de protesta son las siguientes:
a) "Primero, un ciclo mostrará una magnitud creciente y, después,
una decreciente en el uso de la acción disruptiva.
b) Segundo, en la medida que el ciclo avanza, la acción colectiva
se difunde a un espectro cada vez más amplio del público, para,
después, reducirse cuando las demandas son satisfechas, tiene
lugar la represión y el cansancio inicia.
c) Tercero, el conflicto se difunde a lo largo del territorio nacional,
aunque no con la misma frecuencia o intensidad en todas las
regiones;
d) Cuarto, a pesar de los grupos de interés y las asambleas ad
hoc son importantes para la generación de protestas, las or-
ganizaciones del movimiento asumen un papel cada vez más
significativo hacia su cima y ocupan el campo durante la fase
declinante.
e) Quinto, si bien es cierto que el conflicto se forma en torno a los
intereses concretos de la gente, las demandas se amplían y se
transforman en nuevos marcos interpretativos en la medida
en que el ciclo avanza. Algunas de ellas se generalizan como
parte del sentido común de la política convencional" (Tarrow,
1989:48s).
10
Vena cuyo origen se encuentra en la mirada sociológica de sus au-
tores y en la reacción a las críticas recibidas por los excesos racionalistas
y economicistas de este paradigma en sus primeras versiones. A guisa de
ejemplo, véase Melucci (1989:43s, 1996:64s y 1999:60s).
EL PARADIGMA DE LA ESTRATEGIA 69
lrn; experiencias de conflicto de un grupo determinado. Por
t-sta razón, sólo adquiere ciertas formas de manifestación
l'n miliares a dicha experiencia grupal. Esto es lo que Tilly
d,•nomina repertorios de la acción colectiva. Para estu-
diarlos, se deben conocer entonces los "marcos culturales"
un los que aparecen. "En un marco cultural u otro, la gente
ha sabido, de manera típica, cómo poner en marcha cada
una [de las determinadas formas de repertorios]. La gente
ha reconocido, en cierto momento, a cada una de éstas como
una manera legítima y factible de acción en relación eón
un agravio insatisfecho o una aspiración" (Tilly, 1978:153).
En este sentido, la acción colectiva "se inscribe y transmite
·ulturalmente. Las convenciones aprendidas de la acción
colectiva forman parte de la cultura pública de una socie-
dad" (Tarrow, 1997:50). La convención es el saber práctico
de lo que hay que hacer para actuar contenciosamente en
una situación típica. Estas "acciones establecidas" o formas
particulares del "repertorio" implican las expectativas de lo
que sus oponentes esperan que haga el actor colectivo du-
rante la protesta. El supuesto de los "repertorios" es, pues,
el de un actor colectivo enraizado social y culturalmente con
un pasado compartido.
Si bien estos repertorios son producto de las luchas y el
aprendizaje de determinados actores colectivos, no obstante
pueden ser apropiados por otros actores en sus protestas.
Esto es lo que se denomina la "modularidad" de la protesta,
es decir "la capacidad de una forma de acción colectiva para
ser utilizada por una variedad de agentes sociales contra una
gama de objetivos, ya sea por sí misma o en combinación con
otras formas" (Tarrow, 1997:69). La flexibilidad de la modu-
laridad permite generar acciones conjuntas con amplias coa-
liciones de actores en las mismas campañas de movilización
colectiva sin que la rigidez de un repertorio en particular
impida la cooperación con actores y organizaciones que dis-
ponen de sus propias formas particulares de acción colectiva.
 o K1H'l'l1:MAS os PROTESTA
l~n un universo político postmarxista, los autores cerca-
nos al paradigma de la estrategia ya no hablan como antaño
de "ideología" (Oberschall, 1973:181ss) sino de marco de
sentido (/rame) con los que operan los movimientos socia-
les. Un marco es el conjunto de creencias y significados que
orientan y legitiman la acción colectiva. Este esquema in-
terpretativo "simplifica y condensa el 'mundo de ahí afuera'
puntuando y codificando selectivamente objetos, situaciones,
acontecimientos, experiencias y secuencias de acciones
dentro del entorno presente o pasado de cada uno"' (Snow
y Robert Benford, citados en Tarrow, 1997:214). De hecho,
una tarea central de los movimientos consiste en señalar
y vincular agravios comunes a diferentes grupos con el fin
de elaborar amplios marcos de significado con símbolos su-
ficientemente conocidos y compartidos entre diversos acto-
res." En resumen, por medio de los marcos se diagnostican
y prescriben soluciones a Íos problemas; se señalan causas,
responsables, consecuencias y soluciones a los problemas.
IV. SUPUESTOS DEL PARADIGMA
DE LA ESTRATEGIA
El modelo de acción social con el que opera el paradigma de la
estrategia es el de la acción instrumental o de la racionalidad
de los medios y los fines. 12 Su punto de partida analítico es
11
En efecto, los movimientos "enmarcan su acción colectiva en torno
a símbolos culturales escogidos selectivamente en un baúl de herramien-
tas cultural que los promotores políticos convierten creativamente en
marcos para la acción colectiva". Ahora bien, a partir de "de una serie de
posibles símbolos, los promotores de un movimiento -reflejando siempre
sus propias convicciones y aspiraciones- escogen aquellos que esperan
mediarán óptimamente entre los sustratos culturales de los grupos a los
que apelan, las fuentes de la cultura oficial y los militantes de sus movi-
mientos" (Tarrow, 1997:2009s. y 214).
12
En este contexto, "racionalidad" significa la utilización de medios
para alcanzar una meta. La racionalidad se vincula con los medios y no
EL PARADIGMA DE LA ESTRATEGIA 71
,,1 dt•l individualismo metodológico. En efecto, "el individuo
, «presenta la unidad de acción más fundamental en relación
1d cual se remite todo fenómeno social" (Etzrodt, 2003:12).
1 ), • acuerdo con esta concepción, sólo los individuos pueden
111•Luar. Los cambios en instituciones, grupos, sistemas u
11rl,{anizaciones deben explicarse, en última instancia, por
modio del comportamiento de individuos concretos, sus in-
1 r-racoiones e interdependencias. No está de más enfatizar
que se trata del individuo como unidad que decide y actúa,
l'H decir, cuyo comportamiento es observable directamente, y
110 del individuo entendido en términos de los procesos men-
tnles cognitivos, volitivos y emocionales que tiene lugar en
u interior. La antropología subyacente a esta concepción de
In acción -el hombre como libre y autónomo- es de raíz mo-
derna y encuentra sus orígenes en la obra de N. Maquiavelo
T. Hobbes y la de los filósofos iluministas. "La imagen de
un individuo libre proviene de la Ilustración que populari-
,.,,6 una idea de los hombres como actores que se determinan
n sí mismos. Los individuos deberían liberarse de su culposa
minoría de edad y no aceptar sin más las reglas tradicionales
·orno evidentes. Por el contrario, debían utilizar su libertad
para reaccionar de manera sistemática a los cambios en su
entorno" (Etzrodt, 2003:13).
Por otro lado, si bien es cierto que este paradigma parte
n lo básico del modelo económico del hombre individual,
racional, egoísta, calculador en relación con sus intereses
con las metas individuales. Hay diferentes tipos de racionalidad. El modelo
de la "racionalidad débil" entiende la racionalidad como la mejor elec-
ción de los medios para alcanzar una meta. Un modelo de racionalidad
algo más robusto define la racionalidad como una adaptación sistemáti-
ca del comportamiento individual a los cambios del entorno. Un tercer
y más preciso modelo equipara la racionalidad con el principio de la
maximización de utilidades. Hay que mencionar que dependiendo de la
teoría subyacente, el estatus de la racionalidad varía: puede ser enten-
dida como una hipótesis, un axioma o un método de investigación (cfr.
Etzrodt, 2003:15ss).
 1)
HIH11'1~MA.!:! DI, PROTESTA
y maximizador de los beneficios, sin embargo el modelo es
enriquecido en términos sociológicos, ya que ha sido desarro-
llado por sociólogos y politólogos que están más conscientes
de la estrechez del modelo de acción de la economía.13 En
efecto, el actor se caracteriza por ser racional y emocional,
además de ser miembro de algún grupo social. Así, los acto-
res individuales y colectivos no son marionetas del sistema
social que responden de manera dócil y condicionada a los
imperativos de integración social mediante la orientación de
su comportamiento de acuerdo con valores y normas sociales.
Más bien, "los individuos que se enfrentan con decisiones
en torno a la administración de recursos hacen eleccio-
nes racionales, de manera ilustrada, con base en la conse-
cución de sus intereses egoístas. Sopesan las recompensas
y las sanciones, los costos y los beneficios, que para ellos
representan los cursos alternativos de acción. En situacio-
nes conflictivas, al igual que en otras situaciones de elec-
ción, sus elecciones son determinadas por sus preferencias
principales y su historia, sus predisposiciones, así como por
las estructuras grupales y los procesos de influencia en los
que están implicados" (Oberschall, 1973:29).
Por último, este paradigma puede entenderse como un
conjunto de teorías de "alcance medio" (Merton). Esto sig-
nifica que presuponen un concepto de sociedad esbozado,
por un lado, en el contexto de las grandes movilizaciones
de protesta por los derechos civiles y en contra de la guerra
13
Oberschall piensa que la teoría de Olson es básicamente correcta,
pero que requiere de algunos ajustes porque, después de todo, la moviliza-
ción y la acción colectiva son fenómenos sociales frecuentes y, a pesar de
la actitud calculadora y egoísta de los free-ridere, la gente sí participa en
tales acciones (cfr. Oberschall, 1973:113-118). Los "ajustes" requeridos al
economicismo racionalista de las teorías de juego y la económica neoclásica
son de orden sociológico y apuntan, en lo básico, al enraizamiento del actor
individual en grupos sociales de tal manera que éstos sean condiciones
de su comportamiento, pero sin determinar su libertad.
EL PARADIGMA DE LA ESTRATEGIA 73
de Vietnam en los años sesenta, es decir, en una década
convulsionada mundialmente por los movimientos cultura-
1,·s y democratizadores de los estudiantes, los movimientos
nacionalistas en contra de la colonización y el imperialismo,
así como el surgimiento de guerrillas revolucionarias; y, por
·l otro, a contrapelo del modelo de sociedad del estructural
funcionalismo de Talcott Par so ns como un sistema social
ordenado e integrado en progreso creciente. En efecto,
oponiéndose a esta imagen optimista de la sociedad y del
modelo de acción social inherente a ésta, los suscriptores
de este paradigma subrayan, por el contrario, el conflicto
y el comportamiento estratégico de los grupos antagónicos
n su lucha por el poder como un componente intrínseco de
la sociedad. "Los conflictos sociales surgen de los arreglos
estructurados de individuos y grupos en un sistema social,
es decir, del hecho mismo de la organización social. En toda
organización social [ ... ] algunas posiciones están dotadas
con el derecho de ejercer control sobre otras posiciones y
a asegurar el respeto a la autoridad mediante coerción.
En otras palabras, existe una división de autoridad de
tal suerte que hay individuos y grupos que se encuentran
sujetos a la autoridad y que no participan en su ejercicio.
La continuidad en el tiempo de estructuras de autoridad
produce relaciones de dominación y subordinación y, en
consecuencia, da pie a la explotación. Al mismo tiempo, la
organización social descansa en la diferenciación social y
en la división del trabajo mediante las cuales se consigue
la satisfacción de las necesidades de los individuos y el
aprovisionamiento de los grupos colectivos. La división
del trabajo crea relaciones complejas de intercambio entre
diferentes posiciones sociales. La combinación de la división
del trabajo con la dominación y la subordinación produce
la configuración básica de las posiciones sociales, estratos
y clases en el sistema social" (Oberschall, 1973:33).