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Cuerpo, género: las enfermedades femeninas y los rumbos de los tratamientos


médico y psicológico

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Oliva Lopez
Universidad Nacional Autónoma de México
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SECCIÓN: DE CUERPO PRESENTE

CUERPO Y GÉNERO: LAS ENFERMEDADES FEMENINAS Y LOS RUMBOS DE


LOS TRATAMIENTOS MÉDICO Y PSICOLÓGICO

Por: OLIVA LÓPEZ SÁNCHEZ

La “teoría de la evolución representa poco más


que una licencia registrada y barroca para humillar
y destruir”. 1

En la primera parte de la exposición se esbozará un panorama sobre


las representaciones técnicas que la medicina científica decimonónica
fue construyendo alrededor de la mujer, su fisiología y su anatomía.
Para mostrar parte del origen del imaginario de lo femenino que sigue
vigente en los contenidos de los discursos científicos actuales. Desde
los griegos, el útero fue considerado como el órgano definitorio de la
esencia femenina, posteriormente, la medicina galénica promovió una
imagen de la mujer cuyo cuerpo era controlado por la naturaleza
voluptuosa del útero, esta idea todavía es vigente en nuestros días.
Hoy día las explicaciones sobre el comportamiento femenino giran
alrededor del funcionamiento hormonal. Lejos de visiones críticas,
siguen vigentes las explicaciones esencialistas en torno a la exigua
salud femenina. En el segundo apartado de la exposición
abordaremos la situación actual de la epidemiología femenina.
Ofreceremos una instantánea de la situación epidemiológica física y
mental de las mujeres mexicanas, poniendo especial énfasis en las
del Distrito Federal. En el tercer y último apartado reflexionaremos
sobre las implicaciones de la generalización y la no inclusión del
género y la construcción corporal en la explicación y en la atención
terapéutica –médica y psicológica-.
Parte I

Las enfermedades del útero y la identidad femenina

En un mundo secular, la ciencia asumió la autoridad de diferenciar a


los individuos según su sexo y raza. Las conclusiones evolucionistas y
la justificación científica de los modelos de superioridad e inferioridad
inherentes al sexo, la raza y la clase social promovieron una nueva
explicación sobre los individuos. Y en una sociedad industrial en la
que se gestaban nuevos valores como el de la individualidad, las
teorías evolucionistas justificaron perfectamente la discriminación
social. Las conclusiones de Darwin, 2 Spencer 3 y Comte 4 sirvieron
para fundamentar que a través de la selección natural se conseguía la
supervivencia del más capacitado, convirtiendo así al mismo progreso
en un producto lógico de la lucha por la vida. Evidentemente en un
mundo en plena expansión industrial, marcado por la desigualdad y el
culto a la individualidad, las teorías de los evolucionistas fueron
fácilmente asimiladas por un sector de la sociedad. La biología, la
filosofía y la sociología se unieron para dar lugar a una ciencia de la
sociedad en la que la diferencia sexual y racial fue su máxima
expresión del control social. Pronto la teoría evolutiva se convirtió en
una herramienta de sometimiento hacia los que se les consideró
menos evolucionados, grupo que por supuesto estuvo conformado
por los negros, las mujeres, los niños, los locos y los delincuentes.

Por un lado, las nuevas pautas en las relaciones sociales consiguieron


definir el papel de la mujer y el varón, fue así que se creó una versión
oficial de la feminidad y la masculinidad que se popularizó y formó
parte de los contenidos de las tecnologías culturales que se
encargaron de difundir la pureza moral y deserotización del “bello
sexo” que dio lugar a la imagen de la “monja hogareña” o “ángel del
hogar”. Evidentemente por otras investigaciones de corte feminista
podemos dar cuenta de que el modelo de mujer ángel no era
monolítico, ni se reproducía de la misma manera entre las diferentes
clases sociales. Por otro, el impacto social que ejerció el discurso de
la medicina promovió que los médicos se esforzaran por objetivar la
naturaleza inválida de las mujeres sin distinción de la clase social a la
que pertenecieran.

El modelo de feminidad promovido por la medicina, no sólo definió el


comportamiento de la mujer, también incluyó la imposición de un
estereotipo corporal caracterizado por la debilidad física y la
fragilidad emocional representada por los ángeles -seres débiles,
desvalidos y enfermizos- que llevó a las mujeres, sobre todo a las
burguesas, a practicar el culto a la invalidez. 5 Es importante
destacar cómo, la enfermedad jugó un papel primordial en la
construcción de la identidad femenina durante la segunda mitad del
siglo XIX y principios del XX. Tanto la literatura como el arte, la
educación y la ciencia promovieron un modelo femenino cuya
identidad estaba atravesada por la patología, que colocaba a la mujer
en una condición de inutilidad. En este sentido, las enfermedades del
útero reafirmaban la identidad femenina en el contexto burgués de la
clase media, mientras que las mujeres sanas de las clases bajas
ponían en duda su feminidad e incluso podían considerarse
antinaturales.

Cualquier muestra de inteligencia, valentía y desacato de lo que se


consideró la función primordial femenina, fue cuestionada y llevada a
las coordenadas de la nosología médica que siempre encontró una
explicación en las teorías patológicas vigentes, que
irremediablemente clasificaban a las mujeres como enfermas. En
todos los casos, la naturaleza voraginosa del útero siempre fue la
causa de los desordenes morales de las féminas.
Siendo la mujer la parte espiritual del mundo material masculino,
también requirió de la creación de medios que aseguraran su
reclusión. Así que, los médicos, tributarios del nuevo orden social,
contribuyeron en sus estudios a conformar una representación sobre
la mujer y buscaron en su anatomía la justificación de su pasividad.
Con seguridad, los médicos intentaron poner una distancia entre el
conocimiento popular y el científico, pero sus concepciones sobre las
mujeres fueron tan populares como las que podían verse en una
novela, en el arte y en los periódicos de la época. Los médicos
contribuyeron a la creación de los tópicos culturales de una sociedad
que promovió una desigualdad entre hombres y mujeres. Muestra de
lo anterior es que prejuicios sociales se convirtieron en temas
científicos de la investigación médica. Vg. El estudio de la virginidad y
el himen.

La salvaguarda de la virginidad fue sin lugar a dudas una


preocupación de los varones decimonónicos que buscaban garantizar
la virginal pureza de sus mujeres que a la vez garantizaban su propia
reputación espiritual.

Entonces, la pureza tuvo una corporeidad: mujeres lánguidas, con tez


pálida, asexuales que ofrecían su vida a la domesticidad abnegada,
imagen cultural que no le permitió más que construir una invalidez
perpetua para conquistar su identidad femenina. El espantoso colapso
de la salud femenina dejó de ser un imaginario de la debilidad ideal
de las mujeres para convertirse en una realidad epidemiológica.

Durante las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XIX, los
cuadros estadísticos elaborados por la medicina académica que
tuvieron como objetivo reportar los datos de enfermedades y
muertes, sólo incluían algunas patologías femeninas relativas al parto
y al puerperio. Conforme fue avanzando la discusión en el campo de
la Gineco-obstetricia, la epidemiología femenina fue haciéndose
mayor y más fina en sus descripciones. Definitivamente, la diversidad
de la epidemiología femenina construida por los médicos mexicanos
fue el resultado de la concatenación de datos biológicos, fisiológicos y
morales que se convirtieron en una verdad instituida y que
inextricablemente condicionaron las formas de concebir el cuerpo
femenino y su fisiología.

Parte II

La epidemiología femenina: una instantánea de las mujeres de


la ciudad de México

Es importante tener presente que la enfermedad debe ser entendida


en su aspecto cultural e histórico, amén de la dimensión biológica.
Pero sobre todo debemos tener en cuenta que la enfermedad es una
construcción social; es decir, la manera en que las enfermedades se
experimentan, se entienden y se tratan está condicionada por las
ideas y costumbres vigentes en la época en que se producen, lo cual
no quita, por supuesto, que tengan síntomas y efectos reales en el
cuerpo. Como pudimos observar en las páginas anteriores, durante el
siglo XIX, la salud tuvo un género, el masculino. El varón representó
la pauta del cuerpo sano, desde la cual se midió al sexo femenino. En
nuestra época pasa lo mismo, existe escasa sensibilidad y
desconocimiento sobre el funcionamiento de los cuerpos de las
mujeres por parte de los médicos. La razón sigue siendo que se
considera al varón el género neutro, como sinónimo de persona. Tal
actitud no sólo se observa en el lenguaje cotidiano y en el científico,
sino también en las prácticas médicas, donde por tradición el hombre
ha sido el modelo que debía estudiarse. La única excepción la
constituye, el embarazo, el parto y puerperio. La mujer es sólo
importante como madre o incubadora pues la maternidad ha sido su
estado de gracia.
Se ha estudiado mucho sobre el embarazo, el parto y la lactancia,
pero sabemos muy poco de la salud femenina fuera de estas
situaciones. Así como también son escasos los cambios en la manera
de entender y atender la salud física y mental de las mujeres
considerando los factores de riesgo y las condiciones de género que
intervienen para comprender que la salud de las mujeres es diferente
a las de los varones porque las condiciones de vida también lo son. A
pesar de que la mujer se ha homologado en cuestión social al varón
siguen existiendo las explicaciones esencialistas que naturalizan
ciertas enfermedades al sexo femenino. En definitiva, cada cultura y
cada geografía definen los usos y representaciones del cuerpo en la
vida cotidiana, tomando en cuenta diversos factores tales como las
prácticas culturales, las condiciones socioeconómicas, el nivel de
desarrollo y la representación de los géneros. 6 Los que trabajamos
en el campo de la salud debemos de tener en cuenta que el concepto
de salud, no es el mismo para todas las sociedades y culturas.
Además de tener presente que el desarrollo de cada sociedad, su
cultura, las tradiciones, la vida familiar y emocional, así como las
formas de comer, de sentir y de expresar determinan la salud de sus
habitantes.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido a la salud


como “un estado de bienestar físico, mental y social total, y no
simplemente como la ausencia de enfermedad o dolencia”. Sin
embargo, el bienestar físico y mental de las mujeres depende en gran
medida del acceso a la educación, de su condición y posición social,
del acceso a bienes y servicios, pero sobre todo de sus estilos de vida
que condiciona su construcción corporal que irremediablemente
definirá la ruta de las enfermedades que padecerán a lo largo de sus
vidas, y que por supuesto son muy diferentes a las circunstancias de
vida de los varones. De esta manera se vuelve imprescindible
considerar los factores personales, emocionales socioeconómicos y
culturales que influyen en el estado de salud de las mujeres, para
estar en condiciones de entender los riesgos de enfermar y saber
cuáles son las patologías más frecuentes en la mujer que nos
permitan prevenir o evitar su aparición.

En el caso de México la epidemiología femenina tiene su propia


manifestación. Ciertamente existen aspectos compartidos con los
países en desarrollo y latinoamericanos, así como en otros aspectos
podemos igualarnos a los del primer mundo cuando de cáncer y de
diabetes se trata. Pero es necesario abordar las instantáneas
epidemiológicas de la salud femenina en los últimos años.

En México la esperanza de vida es de 74.9 años, en las mujeres es de


77.4, mientras que entre los hombres es de 72.4 en promedio. En el
caso del Distrito Federal el promedio de esperanza de vida es de
76.1, en las mujeres de 78.5 y en los hombres 73.8. En el Estado de
México el promedio de vida es de 75.4, en hombres 72.9 y en
mujeres 77.8 (INEGI, 2005).

Entre la población masculina del distrito Federal las tres principales


causas de muerte son los accidentes, las enfermedades del hígado y
la diabetes mellitus, le siguen las enfermedades cerebro-vasculares,
influenza-neumonía, las enfermedades del corazón y la insuficiencia
renal. En la población femenina del Distrito Federal, las tres
principales causas de muerte están asociadas con las afecciones y
complicaciones durante el periodo perinatal, la diabetes mellitus y las
enfermedades del corazón, le siguen las enfermedades cerebro-
vasculares, influenza-neumonía, accidentes, septicemia, insuficiencia
renal y las enfermedades del hígado (SISPA 2001).
Enfermedades mentales:

Dentro de las llamadas enfermedades mentales tenemos la siguiente


epidemiología; depresión severa que es un padecimiento serio que
afecta anualmente a 5 millones de adultos en México, es decir a un
5% de la población. La depresión severa es la segunda causa de
incapacidad en nuestro país. Los trastornos depresivos se presentan
con mayor frecuencia entre la población femenina (3.3 millones),
mientras que en los hombres se presenta menos de la mitad de casos
(1.6 millones). El trastorno de ansiedad que se manifiesta en
diferentes tipos: trastorno de pánico, fobias, trastorno obsesivo-
compulsivo, trastorno de ansiedad generalizada. Se dice que una de
cada nueve personas presenta este trastorno de ansiedad. El
trastorno bipolar, aproximadamente 1.5 millones de mexicanos tienen
alguna de las formas del trastorno bipolar que puede ser trastorno
bipolar I, trastorno bipolar II o mixto. Los episodios mixtos parecen
ser más comunes entre la población más joven, en personas mayores
de 60 años con antecedentes de trastornos bipolares y en los
varones. La edad más probable en la que se puede presentar el
trastorno es entre los 15 y 19 años. La esquizofrenia es uno de los
trastornos cerebrales serios que afecta a aproximadamente 1.1
millones de adultos en México, el equivalente a casi 1.1 % de la
población mayor de 18 años. Por lo general, las primeras señales de
la esquizofrenia surgen en la adolescencia o entre los 20 y 30 años de
edad. El trastorno de personalidad fronterizo se caracteriza por
impulsividad y la inestabilidad anímica, de la imagen propia de la
persona y de las relaciones. Este trastorno es muy común y se
diagnostica con más frecuencia en mujeres que en hombres. 7
El Instituto Nacional de las Mujeres 8 ha ofrecido los siguientes
indicadores sobre la salud física y mental de las mujeres
correspondientes al 2002:

Tasa global de fecundidad 2.3 hijos por cada mujer


La fecundidad adolescente (entre 15 y 19 años) disminuyó de
13% en 1970 a 7% en el 2002
El aborto representa la cuarta causa de mortalidad materna,
siendo las principales causas la toxemia del embarazo y las
hemorragias
La tasa de mortalidad por cáncer mamario se incrementó en
1.4%. de 13.1 en 1990 a 14.5 en el 2000, por cada 100 000
mujeres de 25 años y más. En números absolutos se
incrementó de 2 241 muertes a 3 455 en el 2000.
La tasa de mortalidad de cáncer cérvico uterino, muestra una
tendencia descendente de 25.0 por 100 000 mujeres de 25
años y más en 1990 a 19.3 en el año 2000
El 14% de los casos de SIDA acumulados registrados en 2002
corresponden a mujeres. El SIDA ocupa la séptima causa de
muerte entre las mujeres de 25 a 34 años de edad.
Las mujeres tienden a ser más longevas que los hombres. En el
año 2002 la esperanza de vida de ellas era de 78 años y la de
los hombres de 73
Las principales causas de muertes entre hombres y mujeres son
las enfermedades del corazón: 72.5 de cada cien mil hombres y
68.6 de cada cien mil mujeres mueren por esta causa
Entre las mujeres, otras causas importantes de muerte son los
tumores malignos y la diabetes mellitus: 57.2 de cada cien mil
mujeres mueren debido a tumores malignos y 52.7 de cada
cien mil mueren de diabetes mellitus.
Ante este panorama epidemiológico de la población femenina, y
según las cifras oficiales, pareciera que en general las mujeres tienen
mejores condiciones de salud, viven más tiempo que los hombres y
en ciertos padecimientos como en los cardiacos, las cirrosis
hepáticas, los suicidios y los homicidios las tasas de incidencia en las
mujeres son más bajas comparativamente al caso de los varones. Sin
embargo, los padecimientos crónicos como es el caso de la diabetes
mellitus, el cáncer y la depresión cobran más víctimas entre la
población femenina. Los casos de mujeres con el síndrome de
papiloma virus humano (PVH) van aumentando alarmantemente y sin
embargo los recursos en investigación y campañas de atención y
prevención son menores comparadas con el auge y apoyo a la
investigación que ha tenido el VIH-SIDA. Algunas especulaciones
sugieren que como el PVH es padecido sólo por la población femenina
no se le ha dado la suficiente importancia epidemiológica. Si en
efecto, este aspecto fuera una de las causas por las cuales no se
estimula la investigación y la atención del PVH estaríamos claramente
frente a un problema de discriminación de género. La razón es que
“por tradición el hombre ha sido el modelo a estudiar y la mayoría de
la información que disponemos, tanto de las diferentes enfermedades
así como de la respuesta a los medicamentos, es extraída de estudios
realizados en varones”. 9

A pesar del supuesto reconocimiento de la igualdad de los sexos y la


incorporación de la mujer en los diferentes ámbitos de la vida social,
la desigualdad se manifiesta en el acceso a la atención médica. Por su
parte algunos investigadores extranjeros denuncian que en los años
90 las investigaciones destinadas a prevenir y controlar las
enfermedades cardiovasculares, se centraron casi exclusivamente en
los varones, pocas mujeres entraron en estos estudios a pesar de que
esta enfermedad es la primera causa de muerte en las mujeres de los
países desarrollados. Las razones que se exponen del por qué de la
exclusión de las mujeres tienen que ver con un control experimental
pues los resultados podían verse afectados por los cambios
hormonales femeninos. Es como si todo apuntara a que la medicina
solamente se ha abocado a estudiar a la mujer en su condición
reproductiva y ha descuidado el resto de su salud. Como afirman
algunos 10 especialistas, la medicina desconoce parte importante de
la etiología de las enfermedades padecidas por las mujeres de la
misma manera que desconoce los efectos de los medicamentos que
se administran para atender un gran número de padecimientos,
incluidos los ginecológicos.

Parte III

El género y la construcción corporal y la atención


terapéutica

Finalmente abordaremos la relación entre la condición de género, la


construcción corporal y la salud mental femenina específicamente en
el fenómeno de la depresión, los contenidos teóricos y la terapéutica
aplicada.

La depresión ha sido entendida por médicos, psiquiatras y psicólogos,


como un trastorno de la personalidad que afecta el estado general de
los individuos, y se caracteriza por la falta de confianza en sí mismo,
bajo estado de ánimo, dificultad para dormir, irritabilidad, indecisión,
llanto constante, cansancio, falta de interés por la vida cotidiana,
abandono de proyectos, ideas de muerte e intentos suicidas. 11 La
depresión es una de las enfermedades mentales que como acabamos
de mencionar va en aumento y que en conjunto con el trastorno de
ansiedad incrementa vertiginosamente. Los especialistas aseguran
que la OMS reconoce que a nivel mundial 450 millones de personas
tienen depresión y en México entre 15 y 20% de los habitantes está
en riesgo de padecerla. Hay mayor prevalencia en las grandes
ciudades. Casi 18 millones de mexicanos han sufrido algún
padecimiento depresivo, afectivo o de ansiedad que ha alterado su
desempeño en el trabajo, estudios, relaciones personales y hasta en
el dormir y comer, deteriorando su calidad de vida.

Los problemas emocionales son mayormente resentidos por las


mujeres, quienes de acuerdo con la primera Encuesta Nacional de
Epidemiología Psiquiátrica (ENEP), en México suman alrededor de 11
millones las mujeres que han presentado cuadros depresivos. En el
caso de los varones, las cifras alcanzan los siete millones, es decir, en
el caso de las mujeres su prevalencia es casi el doble que en el caso
de los hombres. 12

Si la depresión es un fenómeno que afecta más a las mujeres que a


los hombres, los trabajadores de la salud mental nos vemos
necesariamente obligados a cuestionarnos por los aspectos
socioculturales relacionadas con el sexo de los individuos. La cultura
establece y pauta formas diferentes de pensar, sentir, percibir el
mundo y condicionar el cuerpo a través de las pautas sociales, lo que
determina en gran medida que ciertos padecimientos sean vistos
como exclusivos de un sexo. En esta lógica, la depresión aparece
como un trastorno mental eminentemente femenino. Lo anterior, nos
lleva a incluir al género como una herramienta en el análisis del
fenómeno de la depresión. El género puede entenderse como el
conjunto de características sociales, culturales, políticas, psicológicas,
jurídicas y económicas asignadas a la anatomía sexual. 13

La masculinidad y la feminidad, como modelos esperados para


hombres y mujeres determinan los patrones y valores que cada
persona construye a lo largo de su vida; la autoestima, el íntimo
sentimiento de bienestar consigo mismo, pero sobre todo marcará el
rumbo de su construcción corporal.

Ciertamente, el género guarda relación con un orden simbólico, de


significados sociales y culturales en la construcción de cada género.
Entonces los modos de pensar, sentir y actuar en hombres y mujeres
no obedecen a una dinámica natural, biológica e inmutable, sino que
son el resultado de construcciones histórico-sociales, prácticas
culturales, historia familiar y emocional en las que todos esos
elementos se conjugan y le asignan diferencias psicológicas,
corporales, sociales y culturales a cada sexo.

El cuerpo es el lugar donde se materializa la identidad de género. El


cuerpo no es reducible a los sistemas fisiológicos, ni está desprendido
ni aislado, sino que se trata de lo que se ha llamado “cuerpo vivido”.
14 El cuerpo, no sólo es la parte material con la que nos relacionamos
con el entorno, ni únicamente el lugar de la materialización de las
relaciones de poderes en términos foucaultianos, el cuerpo es el
resultado de una memoria histórica, familiar y de alimentación que ha
tenido que ir transformando su funcionamiento fisiológico ante los
embates ambientales, sociales y culturales. No podemos negar que el
estilo de alimentación que hoy día practicamos caracterizado por el
consumo de alimentos altamente procesados y con conservadores
que ha desplazado el consumo de verduras crudas trae una baja de
hierro en la sangre y es, en conjunto con otros aspectos, uno de los
motivos principales de los trastornos hormonales y ginecológicos. 15
Así, la depresión y la tristeza que presentan las mujeres son el
resultado de un estilo de vida relacionado con la representación del
género y la construcción corporal en un tiempo y espacio
determinado. En suma, el cuerpo de cada mujer, es el lugar donde se
materializan la salud, el bienestar, los daños, los malestares, la
historia familiar-emocional, los imperativos culturales de su género,
es la concreción de las condiciones en que este cuerpo ha vivido.

Las investigaciones con perspectiva de género que han estudiado la


depresión femenina 16 encuentran una asociación de eventos tales
como depresión y falta de seguridad material y emocional, temores a
perder el trabajo y sobre todo a perder la pareja. Por ejemplo, Dio
Bleichmar menciona que la soledad, los problemas en las relaciones
familiares, las dificultades en la relación de pareja y el constante
riesgo de pérdida producen intensas fluctuaciones en la autoestima
de las mujeres que dan lugar a gran parte de las manifestaciones
depresivas: mal humor, desgano, irritabilidad, tristeza. Una
característica femenina promovida por la cultura es la dependencia
del juicio del otro y la supuesta incapacidad para decidir, estos rasgos
dejan a las mujeres más vulnerables a las pérdidas y a la depresión,
en consecuencia. Al parecer existen características consideradas
socialmente femeninas que aumentan la probabilidad de presentar
rasgos depresivos.

Todo apunta a que el papel de las mujeres sigue siendo el de guía


moral de la familia, madre y cuidadora, transmisora de los aspectos
sociales y culturales, es en síntesis un cuerpo para el otro en el placer
y en el cuidado. Así podemos dar cuenta de los resultados de
numerosas investigaciones en las que se hace patente el abandono
corporal de las mujeres. 17

Por todo lo anteriormente expuesto es necesario que los profesionales


de la salud incluyamos al género como una dimensión de análisis en
los casos de depresión puesto que las desigualdades de género se
manifiestan también en grados de autonomía o dependencia de las
mujeres en el control de su propio cuerpo, de su sexualidad, de la
procreación y de sus estados de salud en general. Las dimensiones de
género y construcción corporal están íntimamente relacionadas con
daños a la salud que dependerán de los estilos de alimentación,
higiene, representaciones sobre la sexualidad, la maternidad, estilos
de afrontamiento emocional, con la adopción de medidas preventivas,
de cuidados a la salud físico y emocional.

Mucho del pensamiento dominante en la psicología y la psicoterapia


contemporánea no reflejan la experiencia de vida de las mujeres y la
mayor parte de los contenidos de las teorías científicas contribuyen a
perpetuar una ideología sexista 18. Como asegura Margarita
Tarragona investigadora del Instituto Latinoamericano de Estudios de
la Familia. “Esto resulta tristemente irónico en una profesión ejercida
predominantemente por mujeres y donde las principales usuarias de
servicios son mujeres también.” 19 Gran número de los fenómenos
como la violencia física, sexual, psicológica y doméstica, la
discriminación laboral, entre otros tantos fenómenos son ignorados
en los contenidos de las teorías psicológicas vanguardistas.
Recientemente se ha abierto un campo conocido como psicología de
género. Ello ha generado una fuerte crítica por parte de la comunidad
de psicología porque género es sinónimo de mujer, pero hay que
reconocer que la inclusión del género en la psicología ha venido del
feminismo. Todas las teorías psicológicas hablan del ser humano en
términos neutros y abstractos, pero reflejan una profunda línea
androcéntrica y etnocéntrica.
Existe una tendencia a psicologizar y a generalizar las explicaciones
sobre ciertos fenómenos emocionales y sociales que les acontecen a
las mujeres y se dejan de lado las transformaciones sociales,
educativas y emocionales que por supuesto matizan las
circunstancias de cada mujer aunque se trate de trastornos de
depresión en todos los casos. Así podemos referirnos a una
experiencia de vida como el matrimonio y la manera en que es vivida
por las mujeres dependiendo de su condición y posición social. El
matrimonio se vive como un dilema para muchas mujeres, según las
estadísticas, a mayor nivel escolar e ingresos decrementan las
probabilidades de que una mujer se case o se case a una edad menor
a los 30 años. Algunos autores reportan que el nivel de satisfacción
del matrimonio es diferente para hombres y mujeres. Las mujeres
casadas tienen mayor depresión e insatisfacción marital que sus
esposos, y las mujeres en relaciones maritales con roles tradicionales
tienen peor salud física y emocional que las mujeres en relaciones
más democráticas. Las mujeres son más abiertas a aceptar que
existen problemas matrimoniales que sus maridos y esta situación no
es un fenómeno de negación solamente, sino que ellos muchas veces
viven satisfactoriamente el matrimonio.

Otro de los fenómenos que aparecen en las teorías psicológicas y que


evidencian los roles tradicionales de género son todas aquellas
explicaciones en las que se hace un énfasis sobre la relación materno
infantil como un elemento definitivo en la construcción de la
personalidad del infante y se ignora la participación del padre o de
otros cuidadores. Hoy día los tipos de familia son tan diversos que
todos aquellos que no tenemos una familia tradicional estamos
condenando al fracaso emocional a nuestros hijos. Entonces, la mujer
aparece como la única responsable de todo lo que les pase a los
hijos, creando expectativas de que las madres deben ser perfectas.
Esta situación en un sentido es real en tanto no se democratice la
familia y la domesticidad. 20

Ninguna formulación psicoterapéutica es neutral 21 en cuanto a


género. Todas las intervenciones terapéuticas deben de tener en
cuenta el género y la construcción corporal-emocional de los usuarios
para aspirar a una comprensión mayor de los fenómenos psicológicos
y obtener mejores resultados en las altas y el mantenimiento de la
salud mental de los usuarios.

A continuación enumeraremos algunas de las condiciones que pueden


contravenir la salud mental y física de las mujeres: 22

Participar en una situación de conflicto, sin que sea reconocido


por el contexto como tal y que se revierta a la mujer en forma
de acusación.
Recibir mensajes contradictorios y/o paradojales acerca de lo
que se espera de ella.
Una socialización de género que moldea la pasividad, sumisión,
abnegación, tolerancia, desvalorización de sí misma,
dependencia, complacencia, atención y cuidado de otros, pero
no de sí misma.
Vivir en una cultura donde el modelo ideal es el varón
Tener una autoestima baja
Tener que demostrar que a pesar de ser mujer puede, vale y
sabe
La habituación a no expresar malestar, no reclamar, no pedir,
no exigir, aguantar y esperar.
El esfuerzo de conciliación entre las necesidades del mundo
familiar, las del laboral y las propias.
La postergación y/o la frustración, de deseos, proyectos y
necesidades.
La falta de estímulos externos y la restricción de oportunidades
objetivas.
El aislamiento y la falta de cotejo de su propia experiencia con
la de otras mujeres por la falta del espacio.
Las figuras de identificación femeninas, también deficitarias,
por las mismas razones que su propia auto imagen
El tironeo entre las necesidades de autonomía por un lado y de
dependencia de una figura “fuerte” por otro.
La invisibilidad de su trabajo doméstico.
La valoración a los modelos estéticos a los que muy pocas
mujeres pueden alcanzar y cuyo costo en la salud es oneroso.
Así podemos dar cuenta de que los tratamientos preferidos para
atender los problemas de depresión femenina son los fármacos
porque es más fácil administrar un fármaco que recuperar una vida
alienada. En muchas de las ocasiones son las mismas mujeres las que
solicitan la administración de un antidepresivo, pero ello no es más
que la muestra de la masificación de las ideas y representaciones de
la medicina sobre la salud. Los fármacos además de carecer de una
eficacia real llevan a desarrollar una larga lista de padecimientos
iatrogénicos ocasionados por los periodos prolongados de consumo.

Podemos seguir dando ejemplos de cómo el marco médico y


psicoterapéutico ha concebido la salud y patologías de las mujeres
con parámetros que naturalizan ciertos fenómenos y que presentan a
la salud de las mujeres como liminal frente a la patología como
consecuencia de sus cambios hormonales asociados a la
menstruación, puerperio y menopausia, tal y como ocurría en el
definitorio siglo XIX mexicano. Pero se nos agota el tiempo.
Finalmente podemos decir que las teorías acerca de la salud y de la
enfermedad han sido históricamente, una expresión muy clara de los
ideales y valoraciones sociales, algunos se han asumido como los
guardianes de este orden y otros nos hemos convertido en sus
críticos permanentes.

Algunas reflexiones finales

La noción biológica del cuerpo se ha apuntado como la única la causa


de la salud física y mental de las mujeres desde el siglo XIX,
concepción que ha dificultado la incorporación de aspectos
socioculturales en la explicación médica.

La representación del género y los modelos femenino y masculino


determinan rumbos de los padecimientos. Es decir, la salud de la
población es histórica y social. Las histéricas decimonónicas y de los
umbrales del siglo XX han sido reemplazadas por las bulímicas,
anoréxicas y depresivas del siglo XXI.

Los servicios de salud en la teoría y la práctica desconocen la


dimensión del género y la construcción corporal de los usuarios,
particularmente de las mujeres y asumen una supuesta neutralidad
científica.

La dimensión de género como categoría relacional y como eje de


organización social permite visibilizar malestares y vivencias
ignorados en tiempo de contrastes, contradicciones y cambios
vertiginosos en los que conviven modelos diversos de feminidad como
la mujer madre-ama de casa hasta la tercera mujer. 23

Los problemas de salud mental ligados a la experiencia humana y a la


construcción corporal de los individuos.

1 Dijkstra, Bram (1994) Ídolos de perversidad, La imagen de la mujer en la cultura de


fin de siglo, Debate, España, pág. 163.

2 Darwin, Charles (1971[1871]) El Origen del hombre y la selección con relación al


sexo, Editorial Diana, México.

3 Spencer, Herbert (1961- [1873]) The Sstudy of Sociology, University of Michigan


Press, Michigan.

4 Comte, August (1854) El sistema de la política positiva

5 Dijkstra, Bram (1994)

6 Menéndez Carmen y Santiago Palacios (1999) Mujer: diferente desde el principio.


Ed. Plaza y Janés, colección dinámica, España.

7(http://portal.vozprosaludmental.org.mx

8Mujeres y hombres en México 2005, INEGI -INM.

9 Menéndez, Carmen y Santiago Palacios (1999:10)

10 Menéndez, Carmen y Santiago Palacios (1999)


11 López Sánchez, Oliva (2002) “¿Es la depresión un estado constitutivo de la
naturaleza femenina?”, en; López Ramos, Sergio (coord.) Lo corporal y lo
psicosomático. Reflexiones y aproximaciones I., CEAPAC y Plaza y Valdés, México,
pp. 107-127.

12 Ante el incremento de las enfermedades mentales, particularmente la depresión y la


ansiedad, la OMS asegura que se convertirá en la epidemia del siglo XXI. En el 2000, la
OMS impulsó la iniciativa para realizar una encuesta de salud mental en cada país y
conocer con ello la evolución de esta enfermedad. En México, la investigación fue
organizada por la OPS, el Instituto Nacional de Psiquiatría, el CONACYT y los
laboratorios Pfizer.

13 Dio Bleichmar, Emilce (1994) La depresión en la mujer. Ed. Temas de hoy, España,
citado en Guadalupe Cantoral (s/a) Género y depresión. El caso de mujeres
universitarias en Chiapas, México. Mimeo.

14 Aisenson, Aida (1981) Cuerpo y persona, México, FCE; Rodó, Andrea El cuerpo
ausente, en; Proposiciones, Chile.

15 La falta de vitaminas A, C y E son factores de riesgo para el cáncer del cuello de


útero. Véase Martín Moreno, Eugenia Salud y género: años de vida perdidos por cáncer
cervicouterino Guatemala : Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Encuentro
mesoamericano de estudios de género: los aportes académicos de las mujeres en los
estudios de género. Mesa género y salud (1°:2001 27-31 agosto; Guatemala, Guatemala)
.

16 Particularmente en México sobresalen los trabajos de la Dra. Asunción Lara,


investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría. Véase: Depresión femenina, “La
salud emocional y las tensiones asociadas con los papeles de género en las madres que
trabajan y en las que no trabajan” Salud Mental V.16 No.2, junio de 1993. Págs. 13-22.;
“Masculinidad, feminidad y salud mental. Importancia de las características no
deseables de los roles de género”, Salud Mental V.14 No. 1, marzo de 1991.; “La salud
mental de las mujeres. Qué sabemos y hacia dónde dirigirnos”, Anales del Instituto
Mexicano de Psiquiatría, 1995 ¿Es difícil ser mujer?, Una guía de la depresión , Ed.
Pax, México.

17 Trabajos sobre cáncer cervico-uterino y género. Numerosos estudios han señalado


cómo la construcción de la identidad femenina alrededor de la maternidad, presiona
hacia la procreación temprana, provocando que los eventos reproductivos y procreativos
se constituyan en eventos de riesgo. Uno de los reflejos más sensibles de las
circunstancias de vida de las mujeres y del lugar que ocupa en ellas, la mortalidad
materna (Elú 1993, citado en -----)

18 Tarragona, Margarita .La mujer y los "expertos" en salud mental México: Grupo de
Educación Popular con Mujeres - GEM, 1992 Familias en transformación y códigos por
transformar: Taller construyendo las propuestas políticas de las mujeres para el código
civil. Memoria (1992: Febrero 28 y 29; México, D.F.)

19 Ibidem, p.64.
20 Una visión más sana y democrática es la que algunos autores proponen en torno al
desarrollo humano que ve el desarrollo del niño en el contexto de una red de relaciones
multigeneracionales, así como en el contexto cultural y social de esa persona.
(Tarragona, Margarita 1992 )

21 Tarragona, Margarita (1992)

22 Parte de los elementos de esta lista de han sido retomados de Daskal Ana. Ma.
“Algunas reflexiones acerca de la salud mental de las mujeres” presentado en el Primer
Congreso Nacional “Mujer y Salud Mental” en Chile, 1994.

23 Lipovetsky, Pilles (1999) La tercera Mujer, Barcelona, Anagrama

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http://www.laletraausente.com/indice10/d1texto.html

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