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Educación de los sentimientos y la sexualidad

Educación de los sentimientos


y la sexualidad

por Aquilino POLAINO-LORENTE


Universidad San Pablo-CEU

Introducción idealizada (que hasta ese momento ha-


Las personas, por lo general, suelen bían tomado como realidad) y su persona
quererse a sí mismas, quieren querer a real.
los demás y quieren que los otros les quie-
ran. En principio, esto no hace de las En otras ocasiones, basta con que la
personas seres menesterosos y necesita- persona se escandalice a sí misma por
dos de afecto. Estos hechos manifiestan, algo negativo que ha hecho o le ha acon-
sencillamente, que la persona está hecha tecido, para que su vida afectiva se trans-

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para amar y ser amada; que el fin de su forme en algo dramático e incluso trágico.
vida es la felicidad, que no encontrará si Cuando esto sucede la imagen que de sí
no se abre a los otros; y que ninguna misma se tiene se hace añicos y la perso-
persona se satisface a sí misma en un na no entiende, ni sabe, ni quiere, ni se
mero quererse y replegarse en su propio siente con las fuerzas necesarias para re-
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Yo. Algunas notas parecidas caracterizan componerse a sí misma. En esas circuns-
a la sexualidad humana, a la que se aten- tancias, la persona no es capaz de perdo-
derá al final de esta colaboración. narse a sí misma. Y sin perdón no es
posible la aceptación de sí, como sin ésta
La evidencia de estas realidades, no no hay nada o muy poco que se pueda
obstante, no hace de ellas una cuestión estimar.
sencilla que, en algunas personas, no pue-
da devenir en un problema. Es lo que Otra dificultad que no debe soslayarse
suele acontecer cuando las personas no es la que acontece en aquellas personas
se aceptan como son, cuando se compa- que no se dejan querer, sea a causa de
ran con sus compañeros y se sienten in- su introversión o de su radical inclina-
feriores a ellos o cuando perciben la gran ción a la independencia. Son personas que
distancia existente entre su persona se tornan huidizas y esquivas —se aver-

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güenzan— ante cualquier expresión de ¿no condicionaría tal vez el mismo men-
afecto de las personas que les quieren. saje, la percepción de lo que el otro cuen-
Comportarse de esta forma —he aquí la ta, y hasta el modo en que se le acoge?,
paradoja— no suele estar reñido con dis- ¿pueden expresarse y trasmitirse a los
poner de un excesivo talante sentimen- demás, de forma nítida e inconfundible,
tal (Polaino-Lorente, 2004 y 2006). la mayoría de los sentimientos propios?,
¿sirve para algo tratar de comunicarse,
La posición contraria es también muy si la transmisión de los sentimientos se
frecuente. Me refiero, claro está, a quie- bloquea?, ¿no cambia esto quizás el sig-
nes sitúan en el núcleo de sus vidas la nificado mismo de lo que se trataba de
necesidad de afecto. Son personas que de- comunicar?, ¿es o no es un laberinto ese
penden de los demás y, por tanto, afecti- continuo tejerse y destejerse de la vida
vo-dependientes. Esta dependencia puede afectiva?
ser muy acentuada, lo que encapsula, res-
tringe o sofoca su libertad, llegando a so- Sin duda alguna, puede hablarse hoy
meter su entera persona a la satisfacción del laberinto sentimental, de ese jardín
transitoria y pasajera de su inmaduro encantado donde es demasiado fácil per-
emotivismo. derse; en una palabra, del oscurantismo
de la emotividad. Como la primavera,
A ello se añade el hecho de la igno- también los sentimientos han venido o
rancia, de no saber a qué atenerse para sobrevenido a la persona, pero nadie sabe
lograr lo uno y lo otro: querer y ser que- cómo ha sido.
rido. Lo que manifiesta la necesidad de
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la educación en la afectividad, una nece- En realidad, es casi imposible tratar


sidad que no se ha atendido como debie- de explicar qué es un sentimiento, cuál
ra y que —dada su complejidad e es su génesis, qué lo suscita, de qué fac-
intensidad— afecta a lo más profundo de tores personales y ambientales depende,
las personas. Es conveniente insistir aquí cómo y por qué se extingue, etc. Nada de
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en que los afectos es probablemente la particular tiene que no resulte una tarea
dimensión que más afecta a la persona. fácil conocer la afectividad propia y la de
los demás y que, en consecuencia, se ejer-
El laberinto de la afectividad za sobre ella tan escaso control (Marina,
La afectividad, qué duda cabe, colo- 1997 y 1998).
rea todo el vivir humano y, aún en las
personas menos influenciables, da a su El mismo hecho de la empatía, de ex-
vivir esa pátina alcanforada o fresca, vi- perimentar una cierta simpatía por al-
vaz o enmohecida, antipática o simpática guien —algo natural que toda persona
que modifica de forma sustantiva cual- ha experimentado—, es muy asequible
quier pensamiento, diálogo o actividad. como experiencia personal, pero muy ex-
¿De que serviría una vida desnuda y va- traña y compleja cuando se trata de ex-
cía de sentimientos?, ¿es acaso posible?, plicar. Algunas teorías se han postulado

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para dar cuenta y razón de esas afinida- el punto de no perjudicarse uno a otro en
des afectivas. Pero el resultado es casi la persona en que habitan.
siempre el mismo: la gente queda muy
insatisfecha y con la mente llena de obje- ¿Quién, en determinadas circunstan-
ciones porque el fundamento de esas teo- cias, no se ha dejado invadir por la nos-
rías resulta un tanto oscuro. Pero es un talgia ante una escena fílmica, la mirada
hecho cierto que los afectos expresados de un niño, el rostro apergaminado de
por los otros nos afectan, como también un anciano o la mera observación de un
nuestros propios afectos nos afectan y les cielo límpido tachonado de estrellas?, ¿y
afectan. por qué esa misma persona ante idéntica
escena ha experimentado otras veces una
Es preciso reconocer que se han he- completa indiferencia?, ¿de qué depende
cho algunos intentos en la última década sentir aquello o experimentar esto?, ¿por
—por cierto, con mucho éxito editorialis- qué algunos padres están tan atentos a
ta— por poner un cierto orden en las emo- sólo el cumplimiento de las normas fami-
ciones, tanto en lo que se refiere a sus liares por sus hijos, mientras otros velan
fundamentos neuropsicológicos, como en también por su cumplimiento, pero sobre
lo que atañe a sus manifestaciones (ex- todo ponen un mayor énfasis en el talan-
presión de emociones, entrenamiento te de cada uno de sus hijos, al que tratan
asertivo, habilidades sociales, etc.) y a de ajustarse?, ¿en cuál de los dos ejem-
algunos eficaces procedimientos para la plos anteriores se está educando mejor
modificación de los sentimientos patoló- en la afectividad?
gicos (reestructuración cognitiva; cfr.,

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Beck, Rush, Shaw y Emery, 1980). Muchos ejemplos se podrían poner
también respecto del comportamiento
Pero no es menos cierto que los pro- afectivo de los hijos en relación con sus
blemas siguen en pie y que los conflictos padres. ¿Acaso han puesto de manifiesto
que suscitan no acaban de encontrar las los hijos la grandiosa capacidad de ter-
esperadas soluciones. Es decir, que la nura, alegría, generosidad y vivacidad de
educación sentimental continúa siendo «la que disponen para comunicar todas esas revista española de pedagogía
asignatura pendiente». No parece sino energías a sus cansados padres?, ¿lo han
que persistiera una cierta razón de la intentado alguna vez?, ¿conocen los efec-
magnificación del supuesto innatismo tos que han generado en ellos?, ¿han pro-
«inmodificable» de los sentimientos. curado comportarse con sus padres,
siquiera en lo que a la afectividad se re-
Razón y corazón, pensamientos y sen- fiere, del mismo modo que lo hacen con
timientos, ideas y emociones, cogniciones sus amigos?, ¿es que esto no cambiaría
y afectos no parecen sino ir a la greña acaso el entero clima familiar y los senti-
por los caminos de las biografías huma- mientos y las vidas de sus progenitores?
nas, sin encontrar el ámbito precioso en
el que definitivamente encontrarse y sin A lo que se ve, hay mucha ignorancia
que pudieran entre sí distanciarse hasta al respecto. Tal vez por ello la afectivi-

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dad no sea sólo un laberinto, sino un la- persona de su familia que tiene siempre
berinto en la más completa oscuridad y, en cuenta antes que usted?, ¿a dónde se
lo que es peor, un laberinto por el que le va el pensamiento cuando está lejos de
forzosamente han de transitar todas las casa?, ¿en qué piensa cuando regresa al
personas que componen una familia hogar?, ¿considera que lo de los otros es
(Polaino-Lorente, 2004). siempre más importante que lo suyo?,
¿sabe relativizar su cansancio, el peso de
¿Se siente la mujer contemplada por la jornada, las pequeñas o grandes frus-
su marido, hasta en los detalles más pe- traciones que tal vez ha sufrido en la úl-
queños y modestos?, ¿acaso experimenta tima hora?, ¿se le ilumina la cara con
el marido, la admiración que despierta sólo imaginar el rostro de sus hijos cuan-
su propio trabajo en su mujer?, ¿se ha do duermen?
sentido alguno de ellos incomprendido,
aislado e incomunicado?, ¿no son todos Algunas de estas cuestiones podrían
ellos sentimientos, en alguna forma? ser de cierta utilidad para remover el
animus educandi de los padres. Si algu-
Y si lo son, ¿por qué no tratan de ma-
nas familias no funcionan es porque se
nifestarlos o expresarlos a las personas a
han olvidado de las emociones, porque
las que, sin duda alguna, más quieren?,
perciben a los suyos como una caja en la
¿tan fuertemente incapacitados están
para ello?, ¿es esto seguro o sólo proba- que únicamente resuenan o estallan los
ble? Si fuera probable, es muy cierto que conflictos, en definitiva, porque han adop-
un pequeño esfuerzo en este sentido o el tado el papel de víctimas.
mero hecho de acordarse y tenerlo pre- El victimismo familiar se ha converti-
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sente pondría en marcha un comporta- do hoy en moneda de amplia circulación.


miento bien diferente, tanto en la persona Pero no es que hoy la familia sea o esté
que así se comporta como en quienes le obligada a ser peor que la de antaño. Es
rodean. Y, desde luego, todos serían más que el laberinto sentimental se ha vuelto
felices, objetivo al que cada familia está más opaco, a causa de que los sentimien-
orientada.
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tos están más enmarañadamente intrin-


¿De qué depende el que una persona cados en las personas.
expanda y vuelque o no su afectividad en
quienes le rodean?, ¿es que acaso se sien- Este retorcimiento antinatural de las
te tal vez acogida cuando habla?, ¿es te- emociones —nunca expresadas y casi
nida en cuenta su opinión?, ¿se cuenta siempre sometidas a presión—, es lo que
con ella lo suficiente? Las anteriores pre- está condicionando en forma poderosa la
guntas se encaminan a suponer que la infelicidad familiar. El victimismo fami-
responsabilidad es siempre de los otros. liar —como una profecía anunciada por
Pero no es esto lo que suele pasar. los mass media— acaba por cumplirse.

Es preciso formular también otras pre- Es preciso reflexionar acerca de los


guntas a la supuesta víctima. ¿Cuál es la sentimientos y sus agrupamientos labe-

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rínticos. Tal vez sea conveniente pregun- buyan a modular y configurar el talante
tarse porqué no se lo pasa bien cuando afectivo de las personas.
está con los suyos; si sirve para algo la
mera exigencia sin cuidado y sin ternu- Estas influencias son más bien
ra; si se depende demasiado (dependen- invariantes, es decir, bastantes estables
cia afectiva) o demasiado poco (indepen- y difíciles de modificar. Por eso, el viejo
dentismo; indiferentismo) de los otros Hipócrates sostuvo que «tu temperamen-
miembros de la familia, en el ámbito afec- to es tu destino». Pero más allá de esas
tivo; si se está demasiado flexionado so- determinaciones, la afectividad está
bre sí mismo (hermetismo) o incapacitado abierta a la acción de otros factores no
para la natural y espontánea apertura a biológicos que también le impactan y pue-
los otros (desinterés); si preocupa en ex- den modificarla.
ceso la imagen del propio yo (egoísmos),
la opinión de los compañeros acerca del En tercer lugar, porque la general ex-
prestigio profesional o la labor realizada periencia personal resulta coincidente en
cara a la historia (egotismo; cfr., Polaino- detectar esa característica de la plastici-
Lorente, 1987 y 2004). dad natural de los sentimientos, cuyo en-
samblaje a lo largo de la vida puede
realizarse de modos muy diversos, confi-
¿Es posible la educación en la
gurando en la persona un determinado
afectividad? talante afectivo que no porque le singu-
A lo que parece, la afectividad, como larice está cerrado a la acción educadora
cualquier otra función humana, puede ser de padres y profesores.
objeto de educación. Hay varias razones

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en que fundamentar lo que se acaba de En cuarto lugar, por último, porque
postular. En primer lugar, en el hecho la persona es también libre, incluso res-
de que la afectividad del niño no está pecto de sus sentimientos, siquiera sea
desarrollada en el momento de su naci- de un modo relativo. La persona puede
miento, sino que ha de ir madurando a lo acrecer el sentimiento que experimenta
largo de su desarrollo. El hecho de que la o disminuirlo en su intensidad, duración revista española de pedagogía
afectividad esté incompleta e inacabada y frecuencia; la persona puede extinguir-
(inmadura) durante un largo periodo evo- lo, reprimirlo, «olvidarlo» o sublimarlo,
lutivo, la hace muy permeable a lo que como también obsesionarse con ello, rei-
suceda en su entorno. terarlo, excitar su presencia y manifes-
tación, sentir que lo siente y querer tratar
En segundo lugar, porque la afectivi- de sentirlo.
dad no está completamente determinada
en cada persona por su biología. Otra cosa Las anteriores posibilidades, que con-
muy diferente es que las estructuras bio- curren en cualquier persona, ponen de
lógicas de las que depende el tempera- manifiesto el hecho de que la persona dis-
mento —principalmente, el sistema ponga de una cierta libertad para dirigir
nervioso y el sistema endocrino— contri- su vida afectiva o, si se prefiere, de una

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cierta capacidad de control sobre su vida circunstancias tampoco sean muy cons-
afectiva. cientes de lo que están haciendo, de que
están educando a sus hijos en la afectivi-
Por estas y otra muchas razones, en dad.
las que ahora no puedo penetrar, hay que
concluir que la afectividad es educable. En ese caso, es más probable que la
Aunque todo depende de lo que se en- propia afectividad de los padres sea la
tienda por educación sentimental. que dirija su comportamiento y hasta em-
bote su inteligencia, tomando decisiones,
Los padres y la educación de los de una forma más impulsiva que reflexi-
sentimientos va, sin hacerse cargo de cuáles son los
En realidad, la educación sentimen- sentimientos o los cambios que en sus
hijos se suscitan, con ocasión o como con-
tal que hoy se imparte por los padres es
secuencia de esos comportamientos pa-
más bien escasa. Y, sin embargo, los pri-
ternos.
meros educadores sentimentales son
siempre los padres. Es abundante la lite-
De otra parte, los padres educan en
ratura científica disponible sobre este
la afectividad a sus hijos —especialmen-
particular, especialmente en lo que ata-
te en la afectividad relativa a las perso-
ñe a las primeras experiencias afectivas
nas de distinto sexo—, a través del modo
de los hijos en relación con sus padres.
en que se comportan entre ellos. Esta vía
Es lo que se conoce con el término de
indirecta, y como in obliquo, es de vital
apego (attachment; cfr., Vargas y Polaino-
importancia para los hijos. Es posible que
Lorente, 1996).
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algunas actitudes machistas o feminis-


tas, de respeto o de su ausencia en lo
El vínculo afectivo singular que se es- relativo al trato con el otro cónyuge, de
tablece entre los padres y cada uno de ternura o violencia, etc., tengan sus raí-
sus hijos es el lugar donde se acunan los ces en el aprendizaje temprano de los hi-
primeros sentimientos del niño, de los que jos, a través de la observación del modo
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tanto dependerá en el futuro su personal en que se relacionan sus padres.


estilo afectivo. Ese vínculo es natural, es-
pontáneo e innato en el niño y, además, La paradoja surge cuando los hijos lle-
necesario, no renunciable, y algo confor- gan a la adolescencia y comienzan a ena-
me a la naturaleza de su condición, en morarse. En ese momento los padres
cuya ausencia no puede crecer. experimentan una gran ignorancia y no
saben cómo comportarse con ellos. Se han
Es cierto que los padres educan a sus olvidado de que en la educación amorosa
hijos en la afectividad —de forma natu- o para el amor ya han educado a sus
ral y espontánea—, cuando los consue- hijos a lo largo de sus vidas, precisamen-
lan, los corrigen, les riñen, les animan, te a través de cómo hayan sido las rela-
les sonríen, les acarician, etc. Pero es har- ciones entre marido y mujer. Por eso
to probable que incluso en esas mismas habría que incorporar a los derechos del

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niño no sólo el afecto —a él manifestado, ámbito de la afectividad. Pero afirmar que


se entiende— de su padre y de su madre, una persona es introvertida o extroverti-
sino también el afecto y las buenas rela- da, colérica o flemática, reflexiva o
ciones que debieran haber entre el padre impulsiva, optimista o pesimista, cariño-
y la madre. sa o seca, es decir bien poco. Pues aun-
que eso fuese cierto, tal etiquetado sólo
Al parecer, las actitudes de los pa- está fundamentado en el temperamento.
dres más convenientes para el desarrollo Pero, afortunadamente, la afectividad
de la autoestima en los hijos pueden humana no sólo depende del tempera-
sintetizarse en las siguientes: aceptación mento, sino también de la educación fa-
incondicional de los hijos; implicación de miliar y escolar, del grupo de amigos y
los padres respeto a la persona del hijo; de las relaciones interpersonales que se
coherencia personal y disponer de un es- establezcan, así como de otras muchas
tilo educativo que esté presidido por unas variables socioculturales.
expectativas muy precisas, de modo que
establezcan unos límites muy claros La educación de los hijos en los senti-
(Rosenberg, 1965; Coopersmith, 1967; mientos, por parte de los padres, es esen-
Baumrind, 1975; Newman y Newman, cial, puesto que constituye el primer
1987; Polaino-Lorente, 2004). núcleo configurador —no sólo teórico o
normativo, sino práctico, vivencial y
En este punto, considero que hay dos experiencial— a cuyo través se modelará
opciones fundamentales y relativamente y moldeará el estilo emocional de cada
contrapuestas. La primera y más tradi- hijo.

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cional es la que opta por imprimir en el
niño los criterios, más o menos acerta- Nada de particular tiene que la edu-
dos, acerca de lo que se le debería permi- cación sentimental vaya unida a la edu-
tir o no en la expresión de sus cación en valores. Un estilo emocional no
manifestaciones afectivas. La segunda — es un vulgar modo de expresar las emo-
mucho más difícil y compleja, pero tam- ciones y/o de reaccionar así al medio. Es
bién más eficaz— es la que se atiene a desde luego eso, pero también mucho más revista española de pedagogía
enseñar al niño a identificar, apresar y que eso. Cada estilo emocional constitu-
desvelar los sentimientos y emociones que ye un modo particular de situarse la per-
barbotan en su intimidad, de manera que sona en el mundo, lo que favorece o
conociéndolos pueda dirigirlos a donde dificulta unos y otros comportamientos.
desea. En la primera los padres optan Y esos comportamientos afirman o nie-
por los límites; en la segunda, por el co- gan, realizan o frustran la adquisición
nocimiento personal del hijo y la capaci- de ciertos valores. De aquí que el estilo
dad que tiene de autocontrol de sus emocional tenga mucho que ver con la
sentimientos. educación en los valores y virtudes.

Con frecuencia se apela al «etiqueta- Desde la perspectiva de la educación


do» de las personas y de sí mismo en el moral, cada uno de ellos tiene sus venta-

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jas e inconvenientes. La persona al comportamiento que observaron en sus


flemática, por ejemplo, tendrá una ma- respectivos padres.
yor dificultad para vencer la pereza, al
mismo tiempo que suele ser más reflexi- Los profesores y la educación
va que impulsiva. Por el contrario, la per- de la afectividad
sona impulsiva se implicará emotiva- En lo relativo a los profesores, hay
mente más en cuanto hace, dice, piensa que decir algo parecido. De hecho, no hay
y siente, y la rapidez con que actúa pue- ninguna disciplina en el currículum vi-
de estar falta de la necesaria reflexión. tae, cuyo contenido se refiera en concreto
a la educación en la afectividad. Pero no
Pero en cualquier caso, una y otra per- se debiera concluir de aquí que los profe-
sona, si se conocen en modo suficiente, sores no educan a sus alumnos en la afec-
pueden crecer, bien luchando contra sus tividad. En realidad, tal educación se
«puntos débiles» o bien desarrollando con lleva a cabo, aunque no en directo sino
muy poco esfuerzo sus «puntos fuertes». casi siempre subsumida, de alguna for-
Esta sí que es materia que los padres ma, en las relaciones entre profesores y
debieran conocer para, sirviéndose de alumnos y entre compañeros, circunstan-
ella, educar en la afectividad y en las cias que entretejen el comportamiento y
virtudes a sus propios hijos. aprendizaje de los alumnos en el aula.

La educación en los sentimientos es El profesor haría bien en pensar que


inseparable de la educación en las virtu- educa a sus alumnos con su entera per-
des. Por eso, los padres no debieran des- sona, además de enseñarles los conteni-
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cuidar esta cuestión de vital importancia, dos precisos y concretos de que se


dejándola al albur del determinismo tem- compone el programa de la disciplina que
peramental de cada hijo o, lo que sería enseña. Pero es en el modo de afrontar
peor, dejándose sustituir por el azar, las los problemas, de corregir a un alumno
costumbres y las modas que caracterizan distraído, de motivar al que se ha queda-
el emotivismo cultural contemporáneo. do atrás en el aprendizaje o de consolar
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al que tiene un determinado sufrimien-


A los padres compete además la ob- to, como comparece y se ejercita esta edu-
servancia de uno de los mejores procedi- cación en la afectividad.
mientos para la educación de los
sentimientos: la del ejemplo personal Son estos los momentos estelares de
—el mejor educador—, puesto que es el la educación sentimental en el aula, mu-
más natural y el que mejor se adecua a chos de los cuales acaso permanezcan
las interacciones con sus hijos en el con- para siempre en el recuerdo vivo de al-
texto familiar. No se olvide que una bue- gunos de sus alumnos. El profesor no de-
na porción de los sentimientos biera olvidar que su presencia en el aula
experimentados por los hijos —modos en es estar expuesto casi siempre como en
que responden a determinados eventos el escaparate, y que los niños son exce-
familiares— son casi siempre reactivos lentes observadores.
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Educación de los sentimientos y la sexualidad

Por eso, el modo en que el profesor de la persona respecto de cómo conducir


responde a una pequeña frustración per- sus pasiones.
sonal en presencia de los alumnos, o se
irrita porque algo sale mal o la forma en De aquí la impotencia que muchas
que responde a los vaivenes a que se ve personas experimentan al tratar de afron-
sometida su estabilidad emocional cons- tar o conducir los propios sentimientos y
tituyen, en muchas ocasiones, verdade- sus manifestaciones. Respecto a la edu-
ros hitos emblemáticos de esta educación cación sentimental unos y otros miran a
sentimental encubierta. otra parte, mientras que la mayoría de
las manifestaciones culturales son atra-
A los profesores hay que invitarles a vesadas por el emotivismo.
que opten, además de con el ejemplo de
su propia conducta, por procedimientos El pathos, mientras tanto, sobrevive
más académicos, puesto que la actividad y se afianza con su más sólida robustez y
que realizan se ajusta mejor a ello. pujanza en el corazón y el comportamien-
to de las personas. Y eso a pesar de que
haya muchos hitos e indicadores que po-
La presencia magnificada de la afec-
nen de relieve la conversión de este
tividad en una cultura tradicionalmente
pathos en ethos.
emotivista, tal vez pueda entenderse pre-
cisamente desde esta perspectiva: la es-
En los más jóvenes, la emotividad y
casa presencia o la ausencia casi completa
sus formas de expresión son todavía más
de educación sentimental de niños y jó- radicales, aunque tal vez se oculten me-
venes en sus contextos naturales.

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jor por miedo al que dirán. Se ha inaugu-
rado una nueva mística: la de los
Este defecto o carencia es casi ances- sentimientos. La «mística» que se funda
tral. Es probable que tenga su origen en en los sentimientos es muy poco «ascéti-
la cultura griega, de la que en tantas ca», pero sobre todo muy poco realista
cosas somos deudores, sin duda alguna, (Polaino-Lorente, 2003).
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y de la que todavía hoy —sin saberlo ni
quererlo— somos los protagonistas que La sobrestimación del ‘corazón’ por
prolongamos su valiosa vigencia entre encima de la ‘cabeza’ —como reacción al
nosotros. reciente racionalismo— puede llegar a
confundirse con el emotivismo antintelec-
El pathos que impregnó la cultura tualista e irracional, que tan amplio eco
griega, y su vinculación al destino, tal tiene en la sociedad actual.
vez hundió en una excesiva pasividad a
la persona respecto de sus sentimientos Ni el emotivismo actual ni el
(léase pasiones). La recepción de este le- racionalismo del pasado parecen ser bue-
gado por la Edad Media y el Renacimien- nos compañeros de viaje en la educación
to intensificó todavía más si cabe, la sentimental. En todo caso, lo ideal no es
representación y el discurso sentimental optar por lo uno o por lo otro, sino por

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ambos. La elección de un modo de estar zaría un puerto seguro. Para que la


en el mundo no debe llevar parejo la ex- navecilla surque con tino los mares
clusión del modo contrario. Ambos se ne- procelosos del vivir humano ambos ele-
cesitan, son naturales, están presentes mentos resultan imprescindibles, irre-
en toda persona, y no deberían mutua- nunciables y, además, han de estar
mente excluirse. equilibrados. Tratar de conseguir ese ba-
lance es, qué duda cabe, la misión insos-
Lo conveniente es lograr esa difícil sín- layable de la educación sentimental.
tesis en que ambos participan, se poten-
cian y acrecen, tal y como lo exige la Pero ese balance no podrá establecer-
condición humana. Un buen balance se sin apelar al conocimiento personal y
cognitivo-emotivo constituye el mejor de al querer de la voluntad. Autoconoci-
los servicios a la persona. miento y autocontrol son los fundamen-
tos imprescindibles en los que el profesor
Sin duda alguna, es bueno que la afec- ha de asentar la educación sentimental
tividad esté a flor de piel (lo que permite de sus alumnos.
a la persona estar y sentirse viva), pero
al mismo tiempo es conveniente que la Observemos, en primer lugar, lo refe-
afectividad no sea el único ni el principal rente al conocimiento personal. En reali-
motor en la toma de decisiones —si se dad, la persona es para sí misma una
desea no equivocarse y sufrir a causa de
desconocida, es decir, que ignora quién
los propios errores personales—, lo que
es y cómo es, casi de una manera perfec-
exige que la afectividad esté embridada
ta. Esto acontece de modo muy especial
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por la razón.
en lo relativo a los sentimientos. No hay
como hacerse preguntas a sí mismo para
De otra parte, la misma razón gana
comprobar si lo que se acaba de afirmar
mucho con ello, pues la afectividad em-
es verdad o no.
puja y estimula al pensamiento, condi-
cionando su curso, fecundándolo otras
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veces y, en algún sentido, modulándolo ¿Por qué los enfados, la irritabilidad,


siempre. La afectividad —según una me- la agresividad y el guerrear por guerrear
táfora muy del gusto de Ortega y con los otros miembros de la familia?,
Gasset— es el viento que empuja las ve- ¿por qué esos sentimientos irrumpen en
las del pensamiento. El timón es la ra- las personas y ocupan tanto tiempo fa-
zón y sin ella no se llega a ningún destino. miliar, cuando lo más probable es que
Pero sólo el timón no basta, por insufi- ninguna de ellas lo deseen?
ciente.
¿Cuál es la razón de tanto trato des-
Es preciso que las velas de esa pótico, de tanta ordinariez, descalifica-
navecilla sean empujadas por el viento ción y pesimismo de los hijos adolescentes
de los deseos y pasiones, sin las cuales respecto de sus padres y de estos respec-
aquella no se movería y tampoco alcan- to a aquellos? Si no es esto lo que de-

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Educación de los sentimientos y la sexualidad

sean, ¿por qué lo consienten en ellos mis- Es conveniente disponer en estos ca-
mos y en los demás? sos de ese espíritu crítico que aconseja
Aguiló (2001) cuando escribe «es decisivo
¿Por qué la crítica amarga, las com- mantener una equilibrada capacidad de
paraciones, la susceptibilidad y el no ver autocrítica y una elevada sensibilidad
lo positivo de los demás y sí y sólo lo personal que nos permita captar aquello
negativo?, ¿es acaso así como se ama o que en nuestra vida no debe pasar inad-
manifiesta el afecto y la estima perso- vertido».
nal? Y si no es así, ¿por qué lo consien-
ten en ellos mismos y en los demás? ¿Qué conflictos y problemas debaten
y luchan entre sí en la cabeza de sus
¿Por qué ha de resultar intolerable que alumnos y arruinan su capacidad de pen-
no le echen a uno de menos, que no le sar, de disfrutar de la vida y de relacio-
tengan en lo que vale, que sea tratado narse con los demás? Si todavía no los
ha identificado, trate de hacerlo. Y si ya
como el último de la clase?, ¿es esto ver-
lo ha hecho, tome uno solo de ellos, como
dad?, ¿seguro…? Y si la sombra de la
si los otros no existiesen, y trate de re-
duda aparece apenas reflexionan un poco,
solverlo, al mismo tiempo que procura
¿por qué lo consienten en ellos mismos y
experimentar el sentimiento más ade-
en los demás?
cuado.
¿Por qué ese afán inquisitivo que sólo Lo más probable es que esté ausente
conduce al debate por el debate?, ¿por aquí el necesario conocimiento personal
qué el resentimiento, el no disculpar ni del que es preciso disponer para poder

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comprender, el no ponerse en el lugar conducir la afectividad a donde es preci-
del otro y esa incapacidad para disfrutar so. En efecto, si las personas se
de lo bueno de los demás, de uno mismo adentraran en su intimidad para identi-
y de todo lo positivo que hasta ahora se ficar y apresar las causas y motivaciones
ha realizado?, ¿es acaso cierto que toda de lo que experimentan, si mejorasen un
la vida familiar es un infierno? poco en su capacidad para reconocer y revista española de pedagogía
comprender los sentimientos ajenos, y si
Si analizan con un poco de atención ejercieran un poco más la crítica perso-
su propia vida y la de su familia, ense- nal a la inercia social relativa a ciertos
guida advertirán que no es así, que su estilos de comportamiento, es harto pro-
familia en modo alguno es un infierno, bable que algunos de los sentimientos an-
aunque tal vez haya en ella ciertos pro- teriores no harían eclosión en el contexto
blemas, pero está muy lejos de ser el lu- familiar y de la educación o se presenta-
gar donde se reúnen todos los males del rían de forma más moderada y
mundo sin mezcla de bien alguno. Y si atemperada.
tras la reflexión llegan a esta conclusión,
entonces, ¿por qué lo consienten en ellos Habría que tratar de responder tam-
mismos y en los demás? bién a otras cuestiones que han de for-

439
Aquilino POLAINO-LORENTE

mularse en tono positivo. ¿Cómo alegrar- ciendo el bien y a sentir disgusto hacien-
se de todo lo positivo que tienen, de modo do el mal: es decir, a querer lo que mere-
que se sientan más satisfechos?, ¿qué ce ser querido.»
pueden hacer para que el clima escolar
sea más acogedor y amable?, ¿en qué for- De hecho, sin el propio conocimiento
ma ha de comportarse la persona para no es posible la autorrealización perso-
que ella misma y sus compañeros hagan nal, porque no se sabría a qué atenerse
rendir más y mejor sus talentos natura- en las circunstancias de la vida, porque
les?, ¿en qué pueden todavía crecer un se ignoraría el «manual de instrucciones»
poco más?, ¿por qué no pensar más en para gobernarse a sí mismo en esto de la
las soluciones —así, en plural— que pue- afectividad y, en consecuencia, sería in-
den contribuir a la resolución de un solo viable el proyecto de llegar a ser la mejor
problema, en lugar de reiterar y repasar persona posible. Además, ¿de qué le ser-
hasta la saciedad el inventario de pro- viría a una persona llegar a ser la mejor
blemas todavía no resueltos y otros que persona posible si no dispone de otro fin
hasta el presente ni siquiera han llegado que el de ser ella misma? ¿Le haría esto
a plantearse?, ¿cómo organizarse mejor sentirse feliz?
para pasárselo bien y disfrutar de tantas
cosas buenas como le han regalado?, No, a lo que parece llegar a ser la
¿cuánto tiempo han dedicado, de verdad, mejor persona posible, sólo para sí mis-
a tratar de ser más felices, antes de que ma, no la haría más feliz. Entre otras
la muerte o las desgracias personales lo cosas, porque no se puede ser la mejor
impidan? persona posible sin contar con los otros,
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sin ordenarse a los otros, que son al fin


Por último, una pregunta a la que de- los auténticos y concretos destinatarios
bería responder cada profesor: ¿Se consi- por los que vale la pena hacer ese esfuer-
dera a sí mismo más como un zo de llegar a ser la mejor persona posi-
solucionador de problemas que como un ble.
generador de ellos? En el caso de que
revista española de pedagogía

haya dado una respuesta afirmativa a Esta es la ética de la generosidad que


esta última cuestión, es muy probable que preside la educación sentimental y que
su afectividad esté lo suficientemente se fundamenta en el conocimiento perso-
madura como para que sea un buen edu- nal. Una ética que es desde luego heroi-
cador de la afectividad de sus alumnos. ca, en tanto que rechaza los valores
Si su respuesta es negativa, trate de cam- meramente utilitarios y se desentiende
biar de manera que no sobrecargue más de cualquier deseo individualista de
el sistema educativo suscitando a su al- autoafirmación personal. Es la ética que
rededor sentimientos y afectos negativos. no se pone de rodillas, que no opta por la
sumisión del propio «Yo» ante el éxito, la
Pues, como escribe MacIntyre (1992), popularidad o el dinero. Una vez se ha
«una buena educación supone, entre otras entendido así la autorrealización perso-
cosas, haber aprendido a disfrutar ha- nal, forzosamente emerge la justicia,

440
Educación de los sentimientos y la sexualidad

como areté suprema, como realización Hay, pues, algo que acontece a la per-
subjetiva del nomos, de la ley objetiva. sona y que no ha sido elegido por ella.
He aquí la pujanza de la percepción y su
Puede afirmarse que el fin del conoci- capacidad para poner en marcha, de in-
miento personal no es otro que el de la mediato, determinados sentimientos como
justicia. Lo justo, lo más justo que puede un hecho espontáneo y consumado. Es la
realizar cualquier persona es conocerse a percepción la que hace resonar los senti-
sí misma para tratar de llegar a ser la mientos en la caja de la afectividad.
mejor persona posible. Y eso porque tra-
tar de ser la mejor persona posible forma Sobre el modo en que esos sentimien-
parte del debitum, de lo que es debido, tos emergen y se hacen presentes dispo-
en alguna forma, a los demás. nemos, en principio, de muy poco control,
ya que acontecen y se presentan como
Observemos, en segundo lugar, lo re- un hecho natural consumado.
lativo a la enseñanza-aprendizaje del
autocontrol voluntario. Si la educación Sin embargo, el control cognitivo de
sentimental es posible, entonces habrá los propios sentimientos es mucho mayor
que admitir que las personas pueden ejer- que la mera percepción en lo que respec-
cer un cierto control sobre sus sentimien- ta a la capacidad de rememorarlos, evo-
tos. Ese control —expresión que suena carlos y hacerlos reaparecer una y otra
aquí muy fuerte— es siempre relativo. vez. Sobre esto último sí que cabe mejo-
Ni todos los sentimientos pueden contro- rar los resultados a través del adecuado
larse ni en todos ellos se puede llevar a entrenamiento cognitivo en autocontrol.
cabo el mismo control. Pero es un hecho

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que la persona puede regular y controlar Este segundo factor está varado en el
—self-regulation, self-control— sus sen- pensamiento reflexivo, que actúa a un ni-
timientos, aunque no de forma absoluta vel más alto que la percepción y, desde
ni en todas las circunstancias. Esto pone luego, de una forma más parsimoniosa,
de manifiesto que, en cierto modo, la per- potente y compleja que ella. Es aquí don-
sona es dueña de sí, de su comportamien- de interviene de modo decisivo la volun- revista española de pedagogía
to, de lo que elige hacer o no con su vida. tad racional, es decir, la voluntad abierta
a la inteligencia.
El control personal acerca de los pro-
pios sentimientos depende de su percep- En cierto modo, de lo que la persona
ción y del pensamiento reflexivo. El piensa —además de lo que la persona per-
primer factor consiste en la percepción ciba—, se deriva lo que la persona sien-
inmediata e identificación de los cambios te. Más aún: el contenido de lo que se
personales que se producen como conse- percibe está en función —aunque no del
cuencia de haberse suscitado una deter- todo— del contenido de lo que se piensa.
minada emoción, con independencia de Algo parecido podría sostenerse también
que esa emoción se haya experimentado de la imaginación y la memoria, respecto
respecto de sí mismo o de otra persona. de los sentimientos.

441
Aquilino POLAINO-LORENTE

En cualquier caso, el pensamiento re- ción a la imaginación, de la memoria a


flexivo y las cogniciones a que da lugar, las cogniciones.
proceden de un modo mediato, secunda-
rio y no impulsivo en relación con los sen- Pondré un ejemplo frecuente: el papel
timientos. Por lo que es preciso admitir que juega la voluntad respecto del con-
que la persona dispone de cierto grado trol sobre el recuerdo de los sentimien-
de libertad respecto de los sentimientos tos. La conmoción al revivir los viejos
que experimenta. sentimientos —con harta frecuencia, sin-
ceros, ingenuos, sencillos, puros y frági-
En modo alguno puede controlarlos les— suele suscitar en la persona otros
por completo —y no todos con la misma nuevos sentimientos, acordes con aque-
eficacia—, apelando a sólo la modifica- llos.
ción de sus cogniciones. Pero es una ex-
periencia ampliamente probada que la Estos últimos suelen ser casi siempre
persona sí que puede, sin embargo, acti- más innovadores, complejos y de una ela-
var, revivir y acrecer determinados sen- boración más sofisticada que el conteni-
timientos, como también inhibirlos, do de aquellos que se recuerdan. Con los
olvidarlos y/o modificarlos. nuevos sentimientos que nacen a orillas
de los viejos —con los que acaban por
Es cierto que hay sentimientos que entreverarse— se configura un nuevo ta-
no pueden ser elegidos sino que, sin más, lante afectivo en la persona, probable-
nos acontecen o no. Pero es también cier- mente más intenso y distorsionado que
to que hay otros —incluso algunos de los el anterior. La imaginación y las proyec-
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anteriores— que, sencillamente, pueden ciones del futuro en el que se sueña con-
ser retomados, revividos, atenuados, fieren un espesor emotivo todavía más
acrecidos u olvidados. denso.

De aquí que, en el ámbito de la afecti- Puede afirmarse, en este caso, que la


vidad, se pueda sostener que algunos sen- emoción atrae a la emoción, como la in-
revista española de pedagogía

timientos pueden acontecer o sobrevenir diferencia atrae a la indiferencia. Lo que


a la persona si ella quiere que en ella prueba que el nuevo recuerdo de los sen-
comparezcan, mientras que en relación timientos propios afecta a la persona y
con otros esto no es posible. En conse- puede condicionar de forma poderosa los
cuencia con ello, habría que concluir que nuevos afectos que experimenta. Es de-
la persona es relativamente libre, aun- cir, que si no se controlan los propios afec-
que no de forma absoluta, respecto a al- tos —viejos o nuevos, recordados o incluso
gunos de los sentimientos que experi- anticipados— acabarán por afectar y apo-
menta; respecto de otros, en cambio, no. derarse de la persona.

La acción de la voluntad al servicio Pero que le afecten, en modo alguno


del autocontrol puede actuar en muy di- significa que no disponga de un cierto
versos niveles cognitivos: de la percep- control voluntario sobre ellos. Le basta-

442
Educación de los sentimientos y la sexualidad

ría con pensar en cualquier otra cosa o 6. Hay ciertos impulsos afectivos y/
hacerse fuerte en una actitud más crítica o sentimientos que sea por su ex-
—«¡Qué sentimental soy! ¡Vaya forma de trema intensidad o por su depen-
hacer el ridículo!»— para que esos senti- dencia de otros factores psicobio-
mientos se debilitaran o desvanecieran. lógicos en modo alguno son
gobernables por el entendimiento
Se sintetizan a continuación las cues- o la voluntad.
tiones que parecen más relevantes en la
educación de las emociones, desde la pers- Admitamos, pues, que las relaciones
pectiva de la voluntad: entre voluntad y afectividad y entre esta
última y el entendimiento son demasia-
1. Las emociones no están someti- do complejas como para reducirlas a un
das en su origen al control de la modelo rectilíneo y simplificado, del que
voluntad. resulte el anhelado dirigismo de un con-
2. Las emociones tampoco pueden trol robusto y bien diseñado.
suscitarse voluntariamente, se-
gún el dictado de la voluntad (por Que las cosas sean como son no debe-
ejemplo, no puede enamorarse ría humillar a nadie, pues es sabido que
una persona de otra, por real de- ninguna persona se posee a sí misma en
creto o porque así lo determine toda su radicalidad y multiplicidad de di-
su voluntad). mensiones. Nada de extraño tiene que
3. Las emociones pueden ser parcial- en el ámbito de las emociones, que nos
mente reguladas por la voluntad ocupa, esa posesión sea todavía más in-

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(a la que casi siempre cabe ape- cierta. Pero ésta tampoco es razón sufi-
lar para tratar de explicar el acre- ciente para deslegitimar el esfuerzo
cer, disminuir, atemperar o humano por tenerse a sí propio, incluido
desatender el contenido de esos también —hasta donde sea posible— el
sentimientos). ámbito de la afectividad.
4. Las emociones no son tan ciegas
o tan irracionales que formen un revista española de pedagogía
mundo aparte y desconectado por
La madurez afectiva
completo de la razón. La educación sentimental conduce a
5. La razón hace sentir su poder so- esa estabilidad que es propia de los hábi-
bre las emociones (a través de tos que caracterizan a la madurez perso-
ciertos argumentos lógicos, nor- nal. Ellis (1980) ha establecido lo que
mas, representaciones mentales, caracteriza a las personas equilibradas
recuerdos, pensamientos, fanta- desde la perspectiva de las emociones.
sías, etc.), como también las emo- Se transcriben a continuación los princi-
ciones suscitan, condicionan o pales rasgos que parecen caracterizar a
modulan los pensamientos (a tra- las personas maduras: interés por uno
vés de las experiencias y viven- mismo y por los demás, aceptación de sí
cias que se hayan tenido). mismo, responsabilidad, tolerancia, fle-
443
Aquilino POLAINO-LORENTE

xibilidad, adaptación al presente, capaci- el uso del sentimiento sobre el cora-


dad para tomar decisiones y solucionar zón, reduciendo el concepto de cora-
los problemas, y disponer de un proyecto zón a sentimiento. En cambio, el
personal de vida que sea coherente con corazón representa y actúa como el
las propias capacidades y las personales factor fundamental de la personalidad
convicciones. humana; el sentimiento no, porque el
sentimiento, si actúa él solo, lo hace
Son muchos los autores que han estu- por reacción. En el fondo, el sentimien-
diado la madurez y han llegado a esta- to es algo animal (…). El corazón in-
blecer los diversos perfiles que la dica la unidad de sentimiento y razón.
caracterizan desde un amplio arco Esto implica un concepto de razón no
axiológico que se extiende de la educa- cerrada, una razón en toda la ampli-
ción moral (Kohlberg y Meyer, 1972) al tud de sus posibilidades: la razón no
aprendizaje significativo (Bruner, 1991); puede actuar sin eso que se llama afec-
del autocontrol y la autorregulación (Fon- to. El corazón —como razón y afecti-
tana, 1996; Díaz, Neal y Amaya, 1993; vidad— es la condición para que la
Irala, 1985), al sentido de la vida (Frankl, razón se ejerza sanamente. La condi-
1988); del desarrollo y el aprendizaje ción para que la razón sea razón es
(Margerison, 2000), a la creatividad y que la revista la afectividad y, de esta
autorrealización (Maslow, 1993 y 1985). manera, mueva al hombre entero»
(Giussani, 2003, 111 y 112).
Giussani (2003) ha descrito magistral-
mente el emotivismo y sus trayectorias La madurez aparece así como un cier-
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enajenantes, a propósito de los tres gra- to dominio sobre sí mismo, que en modo
ves reduccionismos que, en su opinión, alguno es negativo sino muy positivo. Por-
condicionan o pueden condicionar el mal que tal señorío no consiste en sólo pelear
uso de la razón y, como consecuencia de contra los propios defectos o peculiarida-
ello, la desorientación de la persona des negativas, que también «adornan» a
inmadura. Los tres hitos a que se refiere la persona —lo que sería muy cansado,
revista española de pedagogía

Giussani son: la sustitución del aconteci- si la madurez consistiese en sólo luchar


miento por la ideología; la reducción del contra lo negativo—, sino, sobre todo, en
signo a apariencia; y la reducción del co- hacer crecer las cualidades positivas de
razón a sentimiento. Estudiemos este úl- que se está dotado (Polaino-Lorente,
timo, que es el que aquí y ahora más 2005).
interesa.
Respecto de las cualidades negati-
«Tomamos al sentimiento, en vez vas —y lo de «adornar» no ha de enten-
del corazón, como motor último, como derse aquí como una ironía—, la
razón última de nuestro actuar. ¿Qué voluntad también ha de ejercitarse,
quiere decir esto? Nuestra responsa- pues es peleando contra esas cualida-
bilidad se vuelve irresponsable preci- des negativas como la persona crece y
samente porque hacemos prevalecer se desarrolla en otros ámbitos de su ser,

444
Educación de los sentimientos y la sexualidad

logrando así dar alcance a la anhelada miento sexual. Un encuentro como éste,
excelencia personal. diseñado sólo respecto de la satisfacción
placentera corporal y fugitiva, sería un
En opinión de quien esto escribe, el encuentro con un fantasma apersonal,
complejo y difuso término de la madurez que vacía de significado el acto unitivo.
afectiva cobra un significado nuevo y Y entre fantasmas sólo cabe la unión fic-
atractivo cuando satisface algunas con- ticia.
diciones como las que se describen a con-
tinuación: La persona madura es fuerte ¿De qué le sirve al hombre o a la mu-
con los fuertes y débil con los débiles; jer compartir el cuerpo del otro, si el otro
con los iguales correcta; consigo misma le es completamente ajeno, por incompro-
exigente; cortés con los amargados y re- metido, dado que sus más íntimos pensa-
sentidos; jamás indiferente; abierta a to- mientos, deseos, sentimientos e ilusiones
dos y necesitada de ninguno; paciente con son silenciados e ignorados? ¿Por qué con-
los impacientes; generosa con los necesi- formarse con sólo la satisfacción del cuer-
tados; callada con los habladores; y com- po, durante apenas unos instantes,
pasiva con todos incluso con ella misma. renunciando a que el otro, libremente, se
le dé del todo y le haga señor de su vo-
La educación en la sexualidad luntad y rey de su corazón? ¿Cómo y por
La educación de la afectividad resul- qué tratar de satisfacerse con tan poco?
taría incompleta si, al mismo tiempo, no (Polaino-Lorente, 1993).
se abordase la educación en la sexuali-
dad. Sexualidad y afectividad están en- Se vacía de sentido la sexualidad hu-

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tre sí muy unidas, constituyendo como el mana cuando se la despoja de la fecundi-
haz y el envés de una misma realidad. dad (sexualidad sin procreación) y se la
En opinión de quien esto escribe, los dos disocia de la afectividad (sexualidad sin
errores más frecuentes en la actual cul- compromiso personal, sexualidad desper-
tura, en lo que se refiere al modo en que sonalizada y sin entrega).
se han relacionado afectividad y sexuali-
dad, son los siguientes: la completa inde- «Una entrega corporal que no fue- revista española de pedagogía
pendencia entre sexualidad y afectividad; ra a la vez entrega personal sería en
y la supuesta legitimación de de la sexua- sí misma una mentira, porque consi-
lidad a partir de la afectividad. De ellos deraría el cuerpo como algo simple-
debiera ocuparse la educación sexual, mente externo, como una cosa
además de otros muchos y variados as- disponible y no como la propia reali-
pectos. dad personal» (Ruiz Retegui, 1987).

Estudiemos el primero de esos erro- En ese caso, la entrega no sería tal,


res: la artificial separación entre sexuali- porque ninguno se daría al otro, porque
dad y afectividad. Esta disociación o ambos se utilizarían parcial y recíproca-
divorcio desnaturaliza la misma relación mente (sólo en lo que se refiere a sus
humana en que se funda el comporta- cuerpos), mientras se esfuman y huyen

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