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El chimpancé
El chimpancé es un animal que sabe fabricarse sus propias
herramientas. Arranca una rama de un árbol y se hace una vara. Luego la
mete en los hormigueros, la retira con cuidado y lame los insectos que se han
quedado pegados.
Mientras tanto el león, que no pudo dar alcance al ciervo, regresó a comerse la liebre pero
se encontró con que se había escapado.
-Bien me lo merezco, pues teniendo ya una presa en mis manos, la dejé para ir tras la
esperanza de obtener una mayor.
Este es el aprendizaje que podemos sacar de esta historia: Si tienes un pequeño beneficio
no lo abandones, controla tu avaricia porque puedes perderlo todo.
Cuentan que hace mucho, muchísimo tiempo, una gota de agua se cansó de estar en el
mismo lugar, y quiso navegar por los aires como los pájaros, para conocer el mundo y
visitar otras tierras.
Tanto fue el deseo de la gota de agua, que un día le pidió al Sol que le ayudara: “Astro rey,
ayúdame a elevarme hasta el cielo para conocer mejor el mundo”. Y así lo hizo el Sol.
Calentó la gota con sus rayos, hasta que poco a poco, se fue convirtiendo en un vapor de
agua. Cuando se quedó como un gas, la gota de agua se elevó al cielo lentamente.
Desde arriba, pudo ver el lugar donde vivía, incluso más allá, puedo ver otros rincones del
mundo, otros mares y otras montañas. Anduvo un tiempo la gota de agua allá en lo alto.
Visitó lugares desconocidos, hizo amistades con los pájaros y de vez en cuando algún
viento la ponía a danzar por todo el cielo azul.
Sin embargo, a los pocos días, la gota comenzó a sentirse sola. A pesar de contar con la
compañía de los pájaros, y la belleza de la tierra vista desde lo alto, nuestra amiga quiso
que otras gotas de agua le acompañaran en su aventura, así que decidió bajar a buscarlas
y compartir con ellas todo lo que había vivido.
“Viento, ayúdame a bajar del cielo para ir a buscar a mis amigas” Y el viento así lo hizo.
Sopló y sopló un aire frío que congeló la gotica hasta volverse más pesada que el aire, tan
pesada, que pronto comenzó a descender desde las alturas.
Al aterrizar en la tierra, lo hizo sobre un campo de trigo, donde había muchas gotas que
recién despertaban hechas rocío mañanero. “Queridas amigas, acompáñenme hasta el
cielo” gritó las gotas y todas estuvieron de acuerdo. Entonces, el Sol las elevó hasta lo alto
donde se convirtieron en una hermosa nube, pero al pasar el tiempo, las gotas quisieron
bajar nuevamente a contarles a otras góticas sobre lo que habían visto.
Y desde entonces, siempre que llueve, significa que cada gota de agua ha venido a buscar
a su amiga para jugar y bailar en el cielo.
Marca con una x la respuesta correcta
1. ¿A quién le pidió ayuda la gota?
Inicio:
Desarrollo:
Finalización:
Los niños y los clavos
Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un día, su padre le dio una
bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, que él clavase un clavo en la
cerca de detrás de la casa.
El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos, y así con los días
posteriores. Él niño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal
carácter, que clavar los clavos en la cerca.
Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y se lo dijo a su
padre que no tenía que clavar ni un clavo en la cerca. Él había conseguido, por fin,
controlar su mal temperamento.
Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día que
controlase su carácter, sacase un clavo de la cerca.
Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos
los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la cerca de
detrás de la casa y le dijo:
- Mira, hijo, has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en
todos los agujeros que quedaron en la cerca. Jamás será la misma.
Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y mal
carácter, dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa tanto que
pidas perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es igual que una herida
verbal.
Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que
valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de
aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.
Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron que el
niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento
se ha acabado.
FIN
Descubra si tu hijo entendió el significado del cuento. Puede ayudarlo a mejorar la
comprensión lectora con preguntas como estas:
Daniel juega muy contento en su habitación, monta y desmonta palabras sin cesar.
Hay veces que las letras se unen solas para formar palabras fantásticas, imaginarias, y es
que Daniel es mágico, es un mago de las palabras.
Lleva unos días preparando un regalo muy especial para aquellos que más quiere.
Es muy divertido ver la cara de mamá cuando descubre por la mañana un buenos días,
preciosa debajo de la almohada; o cuando papá encuentra en su coche un te quiero de
color azul.
Sus palabras son amables y bonitas, cortas, largas, que suenan bien y hacen sentir
bien: gracias, te quiero, buenos días, por favor, lo siento, me gustas.
Daniel sabe que las palabras son poderosas y a él le gusta jugar con ellas y ver la cara de
felicidad de la gente cuando las oye.
Sabe bien que las palabras amables son mágicas, son como llaves que te abren la puerta
de los demás.
Porque si tú eres amable, todo es amable contigo. Y Daniel te pregunta: ¿quieres
intentarlo tú y ser un mago de las palabras amables?
FIN
Dibuja lo que más te gusto del cuento
Carrera de zapatillas
Había llegado por fin el gran día. Todos los animales del bosque se levantaron temprano
porque ¡era el día de la gran carrera de zapatillas! A las nueve ya estaban todos reunidos
junto al lago.
También estaba la jirafa, la más alta y hermosa del bosque. Pero era tan presumida que no
quería ser amiga de los demás animales.
La jiraba comenzó a burlarse de sus amigos:
- Ja, ja, ja, ja, se reía de la tortuga que era tan bajita y tan lenta.
- Jo, jo, jo, jo, se reía del rinoceronte que era tan gordo.
- Je, je, je, je, se reía del elefante por su trompa tan larga.
Y entonces, llegó la hora de la largada.
El zorro llevaba unas zapatillas a rayas amarillas y rojas. La cebra, unas rosadas con moños
muy grandes. El mono llevaba unas zapatillas verdes con lunares anaranjados.
La tortuga se puso unas zapatillas blancas como las nubes. Y cuando estaban a punto de
comenzar la carrera, la jirafa se puso a llorar desesperada.
Es que era tan alta, que ¡no podía atarse los cordones de sus zapatillas!
- Ahhh, ahhhh, ¡qué alguien me ayude! - gritó la jirafa.
Y todos los animales se quedaron mirándola. Pero el zorro fue a hablar con ella y le dijo:
- Tú te reías de los demás animales porque eran diferentes. Es cierto, todos somos
diferentes, pero todos tenemos algo bueno y todos podemos ser amigos y ayudarnos
cuando lo necesitamos.
Entonces la jirafa pidió perdón a todos por haberse reído de ellos. Y vinieron las hormigas,
que rápidamente treparon por sus zapatillas para atarle los cordones.
Y por fin se pusieron todos los animales en la línea de partida. En sus marcas, preparados,
listos, ¡YA!
Cuando terminó la carrera, todos festejaron porque habían ganado una nueva amiga que
además había aprendido lo que significaba la amistad.
Colorín, colorón, si quieres tener muchos amigos, acéptalos como son.
FIN
Sara y lucia
La amistad de dos avestruces
Esta es la historia de dos avestruces que eran muy amiguitas a tal punto que no
podían pasar un día sin la compañía de la otra. Un día ocurrió una situación que puso
a prueba la amistad de una con la otra. Una de ellas dijo:
– Hoy seré yo la que decida a que vamos a jugar- ante tal comentario la otra
respondió- No, seré yo lo que decida esta vez.
Durante mucho tiempo ninguna de las dos cedía ante los deseos de la otra por lo que
no llegaban a un acuerdo. Varias horas de discusión pasaron hasta que por fin
llegaron a un consenso y una de ellas dijo:
Con estas palabras decidieron que alternarían las propuestas de juego, donde cada
una de ella decidiría durante todo un día que jugos sería los que iban a jugar.
Fue de este modo como lograron evitar todo tipo de problemas y su amistad perduró
para toda la vida.
El burrito sabía que de seguro el lobo quería comérselo por lo que él tenía que huir
aunque de seguro no iba a poder. Observando los alrededores se percató de que no
existían lugares donde poder esconderse y si se echaba a correr sería atrapado por el
lobo. La otra opción que le quedaba era pedir auxilio pero nadie le escucharía pues la
aldea estaba muy lejos.
Muy angustiado ante aquella situación empezó a pensar para ver que podía hacer con
tal de liberarse del malvado lobo. El tiempo que le queda era poco pues el feroz
animal se acercaba con prisa. De repente una idea alumbró su cabeza y consistía en
engañar al lobo haciéndole creer que se había clavado una espina.
Para no levantar sospechas el borrico empezó andar bien despacio y a simular una
cojera, y con cara de dolor empezó a emitir gemidos. De momento el lobo apareció
frente a él con sus colmillos y garras afuera preparado para atacar, pero el burro
continuó con su plan y siguió fingiendo.
– Menos mal que está usted por aquí es que me ha ocurrido un accidente y solo
alguien tan inteligente como usted, señor lobo, podría ayudarme.
– ¿Qué es lo que te ha ocurrido?- dijo el lobo muy gustoso ante aquellas palabras y
haciéndose el muy preparado.
– Como siempre andaba muy distraído y me he clavado una espina en una de las
patas traseras. Tengo tanto dolor que casi ni puedo caminar.
El lobo ante aquella situación pensó que nada pasaría por ayudar al pobre burrito
pues este estando herido no podría escapar de sus garras e igualmente se lo iba a
comer.
– Levanta la pata para ver que puedo hacer por ti – dijo el lobo.
Colocándose detrás del burro agachado empezó a buscar pero no veía ni rastro de
aquella astilla que el borrico mencionaba.
– Sí, claro que hay, mira bien en mi pesuña pues me duele mucho; si te acercas más
podrás verla.
Nada más que el lobo pegó sus ojos a la pesuña, el borrico le dio una enorme patada
en el hocico y salió rápidamente para protegerse en la granja de su dueño. Por su
lado el lobo quedó tendido en el suelo muy golpeado y tenía hasta cinco dientes
rotos.
– ¡Qué tonto soy! Si no me hubiese creído más listo que nadie, ese borrico no me
habría engañado y ahora no estaría aquí tendido en el suelo.
Moraleja: Si no sabes hacer las cosas no te metas pues como dice el refrán zapatero a
tus zapatos.
Hubo una vez un león que enamorado de la hija de un labrador pidió su mano en
matrimonio. El labrador desconcertado ante tal situación sabía que no podía aceptar
porque le estaría dando a su hija a un feroz animal y al mismo tiempo temía de lo que
pudiese suceder si se la negaba.
Fue entonces cuando se le ocurrió la siguiente idea: era tanta la insistencia del león
que le dijo que parecía ser un esposo merecedor de su hija pero que si quería casarse
con ella debía arrancarse los dietes y cortarse muy las afiladas uñas pues su hija le
temía muchísimo a eso.
Era tanto el amor que sentía que el león aceptó las condiciones y llevó a cabo lo
pedido. Cuando volvió a ver al labrador sin sus dientes no garras, este sin piedad
ninguna lo echó de su casa a golpes.
Moraleja: Tu defensa es lo único que te permite que te respeten así que nunca confíes
como para despojarte de ella pues todos los que te respetaban entonces podrán
vencerte.
Esta es la historia de un pequeño ratoncito al que su padre cada día antes de salir
rumbo a la escuela le advertía:
– Hijo mío, recuerda que en este mundo existen muchísimos peligros y debes tener
mucho cuidado. Estate siempre a la viva principalmente si te encuentras un gato en tu
camino. Fíjate siempre en cada paso que das y nuca vayas a correr sin tener un
rumbo fijo. Y lo más importante, antes de poner tus dedos en algo revísalo muy bien.
Solo si eres precavido podrás tener una vida larga y placentera.
– Yo no creo que ese aparato constituya peligro alguno, y como nadie le ha prestado
atención alguna me comeré ese pedazo de queso completamente.
La glotonería del ratoncillo lo hizo tratar de agarrar el queso y fue solo en cuestiones
de segundos cuando quedó prisionero en la trampa.
Moraleja: Los mayores siempre te aconsejan por tu bien, así que debes escucharlo y
solo así te evitarás muchos males.
Erase una vez un ratón que vivía en una humilde madriguera en el campo. Allí, no le hacía
falta nada. Tenía una cama de hojas, un cómodo sillón, y flores por todos los lados.
Cuando sentía hambre, el ratón buscaba frutas silvestres, frutos secos y setas, para comer.
Además, el ratón tenía una salud de hierro. Por las mañanas, paseaba y corría entre los
árboles, y por las tardes, se tumbaba a la sombra de algún árbol, para descansar, o
simplemente respirar aire puro. Llevaba una vida muy tranquila y feliz.
Un día, su primo ratón que vivía en la ciudad, vino a visitarle. El ratón de campo le invitó a
comer sopa de hierbas. Pero al ratón de la ciudad, acostumbrado a comer comidas más
refinadas, no le gustó.
Y además, no se habituó a la vida de campo. Decía que la vida en el campo era demasiado
aburrida y que la vida en la ciudad era más emocionante.
Acabó invitando a su primo a viajar con él a la ciudad para comprobar que allí se vive
mejor. El ratón de campo no tenía muchas ganas de ir, pero acabó cediendo ante la
insistencia del otro ratón.
Nada más llegar a la ciudad, el ratón de campo pudo sentir que su tranquilidad se acababa.
El ajetreo de la gran ciudad le asustaba. Había peligros por todas partes.
Había ruidos de coches, humos, mucho polvo, y un ir y venir intenso de las personas. La
madriguera de su primo era muy distinta de la suya, y estaba en el sótano de un gran hotel.
Era muy elegante: había camas con colchones de lana, sillones, finas alfombras, y las
paredes eran revestidas. Los armarios rebosaban de quesos, y otras cosas ricas.
En el techo colgaba un oloroso jamón. Cuando los dos ratones se disponían a darse un buen
banquete, vieron a un gato que se asomaba husmeando a la puerta de la madriguera.
Los ratones huyeron disparados por un agujerillo. Mientras huía, el ratón de campo pensaba
en el campo cuando, de repente, oyó gritos de una mujer que, con una escoba en la
mano, intentaba darle en la cabeza con el palo, para matarle.
El ratón, más que asustado y hambriento, volvió a la madriguera, dijo adiós a su primo y
decidió volver al campo lo antes que pudo. Los dos se abrazaron y el ratón de campo
emprendió el camino de vuelta.
Desde lejos el aroma de queso recién hecho, hizo que se le saltaran las lágrimas, pero eran
lágrimas de alegría porque poco faltaba para llegar a su casita. De vuelta a su casa el ratón
de campo pensó que jamás cambiaría su paz por un montón de cosas materiales.
FIN.
Esta es la increíble historia de un niño muy singular. Siempre quería aquello que no tenía:
los juguetes de sus compañeros, la ropa de sus primos, los libros de sus papás... y llegó a
ser tan envidioso, que hasta los pelos de su cabeza eran envidiosos. Un día resultó que
uno de los pelos de la coronilla despertó de color verde, y los demás pelos, al verlo tan
especial, sintieron tanta envidia que todos ellos terminaron de color verde. Al día
siguiente, uno de los pelos de la frente se manchó de azul, y al verlo, nuevamente todos
los demás pelos acabaron azules. Y así, un día y otro, el pelo del niño cambiaba de color,
llevado por la envidia que sentían todos sus pelos.
A todo el mundo le encantaba su pelo de colores, menos a él mismo, que tenía tanta
envidia que quería tener el pelo como los demás niños. Y un día, estaba tan enfadado por
ello, que se tiró de los pelos con rabia. Un pelo delgadito no pudo aguantar el tirón y se
soltó, cayendo hacia al suelo en un suave vuelo... y entonces, los demás pelos, sintiendo
envidia, se soltaron también, y en un minuto el niño se había quedado calvo, y su cara de
sorpresa parecía un chiste malo.
Tras muchos lloros y rabias, el niño comprendió que todo había sido resultado de su
envidia, y decidió que a partir de entonces trataría de disfrutar de lo que tenía sin fijarse
en lo de los demás. Tratando de disfrutar lo que tenía, se encontró con su cabeza lisa y
brillante, sin un solo pelo, y aprovechó para convertirla en su lienzo particular.
Desde aquel día comenzó a pintar hermosos cuadros de colores en su calva cabeza, que
gustaron tantísimo a todos, que con el tiempo se convirtió en un original artista famoso en
el mundo entero.
Actividad: Responder preguntas y pídele a tu papá o mamá escriba la respuesta
Daniel se reía dentro del auto por las gracias que hacía su hermano menor, Carlos. Iban de
paseo con sus padres al Lago Rosado. Allí irían a nadar en sus tibias aguas y elevarían sus
nuevas cometas. Sería un día de paseo inolvidable. De pronto el coche se detuvo con un
brusco frenazo. Daniel oyó a su padre exclamar con voz ronca:
- ¡Oh, mi Dios, lo he atropellado!
- ¿A quién, a quién?, le preguntó Daniel.
- No se preocupen, respondió su padre-. No es nada.
El auto inició su marcha de nuevo y la madre de los chicos encendió la radio, empezó a
sonar una canción de moda en los altavoces.
- Cantemos esta canción, dijo mirando a los niños en el asiento de atrás. La mamá
comenzó a tararear una canción. Pero Daniel miró por la ventana trasera y vio tendido
sobre la carretera el cuerpo de un conejo.
- Para el coche papi, gritó Daniel. Por favor, detente.
- ¿Para qué?, responde su padre.
- ¡El conejo, le dice, el conejo allí en la carretera, herido!
- Dejémoslo, dice la madre, es sólo un animal.
- No, no, para, para.
- Sí papi, no sigas - añade Carlitos-. Debemos recogerlo y llevarlo al hospital de
animales. Los dos niños estaban muy preocupados y tristes.
- Bueno, está bien- dijo el padre dándose cuenta de su error. Y dando vuelta recogieron al
conejo herido.
Pero al reiniciar su viaje fueron detenidos un poco más adelante por una patrulla de la
policía, que les informó de que una gran roca había caído sobre la carretera por donde
iban, cerrando el paso. Al enterarse de la emergencia, todos ayudaron a los policías a
retirar la roca.
Gracias a la solidaridad de todos pudieron dejar el camino libre y llegar a tiempo al
veterinario, que curó la pata al conejo. Los papás de Daniel y Carlos aceptaron a llevarlo a
su casa hasta que se curara
Unas semanas después toda la familia fue a dejar al conejito de nuevo en el bosque.
Carlos y Daniel le dijeron adiós con pena, pero sabiendo que sería más feliz en libertad.
FIN
Actividad: Colorea al conejo del cuento y comentar que te enseño este cuento
- ¡Vaya! -pensó- No sólo es bastante extraño y bonitos sus colores, sino que también tiene
muchas patitas. Debe estar desorientado.
- Desorientado no, apenas un poco cegato –corrigió el gusano- pero en voz tan bajita que
nadie lo escuchó.
Por un instante el gusanito detuvo su marcha, encorvó su lomo verde y miró a Matías con
sus ojitos finitos de gusano perdido.
Sonrieron cada uno a su manera. Matías, entonces, trajo una hoja de
lechuga, que con mamá sacó de la heladera.
Lo cargó sobre ella y la llevó al jardín. Don Gusano sintió el airecito y fue feliz.
Entretanto, Matías lo miraba divertido.
Pasito a paso el gusano se fue perdiendo entre las rosas con un buen bocado
de lechuga entre las mandíbulas.
Pero eso sí ¡lechuga sin condimentar!
FIN