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El conflicto terminó por extenderse por toda Cataluña entre los años 1450 y 1480.
La Sentencia Arbitral de Guadalupe de 1486 acabó con el conflicto, ya que a cambio del
pago de un censo a sus señores, los payeses consiguieron la abolición de los malos
usos y el reconocimiento de su domino sobre la tierra con facultad para traspasarla. El
señor seguía teniendo la propiedad de la tierra mientras que el campesinado conservaba
el dominio útil a cambio de una renta.
La rebelión de Cataluña es también una revuelta urbana, una confrontación social entre
la Biga (“partido” oligárquico y capitalista) y la Busca (un “partido” de carácter más
popular, en relación con la industria textil). Los enfrentamientos se producen
principalmente en Barcelona y en Mallorca (revuelta de los forans).
Por otro lado, los mercaderes, los profesionales y menestrales o artesanos eran un grupo
que demandaba profundas reformas ante las dificultades económicas que padecían.
Esas reformas atacaban los privilegios de la Biga. Con el apoyo de la realeza crearon su
propio partido, la Busca (“astilla” o “viruta”, en catalán).
Los buscaires, en realidad, pretendían acceder al poder municipal para poder llevar a
cabo esas reformas. En cierta medida, también contaron con el apoyo del conocido
como “pueblo menudo”. El lugarteniente real intervino en el conflicto posibilitando que
la Busca accediera al gobierno municipal de Barcelona en el año 1453. Se mantuvo en el
poder hasta 1462 cuando estalló la guerra civil. Durante este período de gobierno
los buscaires emprendieron las reformas perseguidas: devaluación de la moneda para
abaratar los productos catalanes y, de ese modo, ser competitivos en las exportaciones;
medidas proteccionistas de la industria textil; así como, medidas políticas conducentes
a democratizar el gobierno municipal y sanear la hacienda municipal.
Pero la Biga seguía controlando instituciones claves como las Cortes y la Generalitat.
Desde estos dos resortes de poder se opusieron a las reformas de la Busca porque
perjudicaban sus intereses. La devaluación de la moneda provocaba una clara
disminución de sus rentas y el proteccionismo impedía a los grandes comerciantes la
importación de textiles extranjeros de lujo, cuya venta les producía grandes beneficios.
El primer gran conflicto de ese periodo abierto en 1378 fue el que tuvo por escenario
la ciudad italiana de Florencia.
Se trata de la denominada revuelta de los ciompi, término este que alude a los
trabajadores de más baja condición social y económica, carentes de cualquier
especialización. Un cronista de esa época entendía por "ciompi todo el que es
grasiento, sucio y mal vestido", opinión claramente reveladora del desprecio que
sentían hacia ellos los sectores sociales acomodados de la ciudad del Arno.
Otros identifican a los ciompi con diversos grupos de los trabajadores del textil. Tal era
el caso del cronista M. Stefani, el cual hablaba textualmente de los "cardadores,
peinadores, batidores, lavadores, bataneros y revisores y otros miembros de
profesiones a los que llamaban los ciompi".
Es posible, asimismo, que en la segunda mitad del siglo XIV los ciompi fueran
simplemente, como señala el historiador ruso V. Rutenburg, "los obreros asalariados
sin derechos de los gremios textiles de Florencia", equiparados, por lo tanto, sin más
precisiones, al "popolo minuto".
Ahora bien, ¿cómo y por qué se produjo esta revuelta?
Un cronista de la época, Acciaiuoli, afirmaba que "por el pecado cometido contra la
Santa Madre Iglesia... por los malos ciudadanos de Florencia... el Señor envió a nuestra
ciudad el castigo (la sublevación de los ciompi)". Sin duda era una explicación ingenua.
Ahora bien, para entender lo que sucedió en 1378 en Florencia es preciso traer a
colación el trasfondo socio-económico de la ciudad en aquellos años. El desarrollo
de las actividades artesanales había sido espectacular, lo que había derivado en la
aparición de un amplio sector de obreros asalariados, que vendían su fuerza de trabajo
a cambio de un salario. ¿No se ha dicho que allí se encontraban los gérmenes del
sistema de producción capitalista? Sin duda había grandes desigualdades entre los
trabajadores.
Abundaban los trabajadores que cobraban salarios muy bajos (hay que tener en
cuenta que no percibían el jornal los días de fiesta, ciertamente muy numerosos en
aquel tiempo). No hay que olvidar, por otra parte, que esa masa proletaria no tenía de
hecho posibilidades de asociarse, al tiempo que estaba totalmente excluida de la
participación en el gobierno local.
Ese trasfondo, evidenciado en la existencia de unos sectores populares dominados y
discriminados, explica que la tensión social estuviera en Florencia a flor de piel, por lo
menos desde mediados del siglo XIV.
Una queja frecuente de los "popolani", expresión alusiva a las gentes del común,
estribaba en las dificultades que les ponían los maestros de las corporaciones para
promover su desarrollo. Pero también era frecuente su queja por los elevados
impuestos que tenían que soportar.
Más para entender la explosión que tuvo lugar en 1378, a los factores de fondo
mencionados hay que añadir otros de carácter puramente coyuntural. Tales fueron la
escasez de granos del año 1375 y la caída, por más que relativa, que se produjo en la
producción textil de Florencia en el año 1377. Pero también desempeñó un importante
papel el sinsabor causado en la ciudad por la reciente guerra que había sostenido con
la Santa Sede, de la cual se había derivado un fuerte incremento de los impuestos,
destinados a hacer frente a los gastos bélicos.
La primera fase de la conmoción popular que vivió Florencia en el año 1378 tuvo lugar
en los meses de mayo y junio. Puede calificarse a esta etapa, sin la menor duda, de
reformista. El punto de partida fue la llegada de Salvestro dei Médici al puesto de
"gonfaloniero" de justicia, lo que aconteció el día 1 de mayo. Salvestro, aunque de
origen patricio, se presentaba como portavoz de los sectores populares y ante todo de
los artesanos. Su propósito era poner nuevamente en vigor todas aquellas medidas
favorables al pueblo que los poderosos habían derogado, en particular las "Ordenanzas
de justicia". Pero en vista de las numerosas trabas que encontró para sacar adelante
sus planes, en el mes de junio decidió utilizar, como medio de presión, a las capas
populares, incitándolas a la rebelión. A finales de junio tuvieron lugar los primeros
tumultos. La Señoría retrocedió, lo que, a su vez, dio alas a los sublevados. Así las
cosas, cuando comenzaba el mes de julio, Florencia, con las calles ocupadas por las
milicias populares, vivía un auténtico clima de preguerra civil.
En mayo y junio de 1358, tenía lugar otra famosa revuelta campesina en las tierras de Île
de France (Isla de Francia) próximas a París, paralelamente a la protagonizada en la
ciudad a principios del año por Etienne Marcel (Esteban Marcel) al frente de la burguesía
parisina.
Sin duda, el motivo último de la revuelta se inscribía en la estructura social del mundo
feudal, con su conocida dicotomía, señores-campesinos. Pero los azotes que habían
padecido los franceses en los años anteriores, desde la peste negra y los malos años
hasta la negativa evolución de la Guerra de los Cien Años (la crisis política y los excesos
de gentes de armas después de la derrota del rey francés en Poitiers; el país estaba a
merced de los ingleses y el monarca galo Juan II el Bueno había sido hecho prisionero)
y la demanda de contribuciones extraordinarias que se derivan de aquel conflicto,
contribuyeron sin duda a agravar el panorama.
Es posible incluso que uno de los principales motivos de la revuelta fuera la caída de los
precios de los granos (la Jacquerie se produce en una de las principales regiones
cerealísticas de Francia). Es decir la Jacquerie fue, en cierta medida, una revuelta "contra
las secuelas de la crisis frumentaria de principios de siglo".
La chispa que provocó el incendio fue un enfrentamiento entre los campesinos de una
comarca limítrofe del Beauvais y una banda de caballeros saqueadores, conflicto que se
saldó con la degollación de cuatro caballeros y cinco escuderos. Así pues, el origen del
conflicto fue una reacción defensiva de los labriegos. Pero a los pocos días la revuelta ya
tenía varios focos. Desde el Beauvais la insurrección se propagó hacia Beauce y Brie, así
como hacia Picardía, Normandía, Champagne y las proximidades de Lorena, si bien en
estas últimas regiones el movimiento tuvo muchos menos bríos.
Por otra parte, el movimiento no fue tan anárquico como en principio podía parecer y
a pesar de cómo lo describen los cronistas de la época. Tuvo una organización y tuvo,
sobre todo, jefes, por ejemplo resalta Guillaume Carle(Guillermo Cale), caudillo
indiscutido de la insurrección. Carle organizó dentro del movimiento una especie de
cancillería. A él se debía igualmente la idea de ocupar sólo aquellos castillos que en
verdad tuvieran interés desde el punto de vista estratégico, evitando ataques
innecesarios a los restantes.
El periodo comprendido entre los años 1358 y 1378 fue, dentro de lo que cabe, una era
de paz social. No puede negarse que si analizamos con un mínimo de detalle los
acontecimientos de esos años pueden señalarse movimientos populares en este o en
aquel lugar, aunque por lo general todos ellos fueran de escasa incidencia. Tal sería, por
ejemplo, el caso de la sublevación que se produjo en la ciudad alemana de Augsburgo
en 1368, o de determinados movimientos que tuvieron lugar por esas mismas fechas en
el mundo rural inglés. Es posible que ejercieran un peso muy fuerte, en esa situación de
relativa paz social, los gravísimos trastornos que habían padecido los europeos en los
años medios de la centuria, lo que habría originado un cansancio generalizado en todos
los sectores sociales. Pero en 1378 el fuego se reavivó, con inusitada fuerza,
inaugurando una etapa, ciertamente breve (apenas duró cinco años, desde 1378 hasta
1383), pero de especial intensidad por lo que a las luchas sociales se refiere siendo la
revuelta de los ciompi florentinos su máxima expresión.
6. Textos:
“O dito Concello (…) por quanto (…) se facian e querían facer moitos
roubois, furtos e mortes de homes e males e quebrantamentos de camiños
(…) por ende acordaban e acordaron de faser Irmandade, segundo a
maneira que os señores reis (…) ordenaron e mandaron”