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(1) LA LLAMADA DE LA NACIÓN

De Adán a Moisés. Centrado en el Pacto.


Podemos, entonces, preguntar cuál fue:

(i) La causa, u ocasión del Pacto. La respuesta a esta pregunta se encontrará en el curso de los
eventos acontecidos desde Adán hasta Abram, un período de duración más largo que la actual era
cristiana, y durante el cual no hubo judíos, por tanto, tampoco la clasificación como gentiles.
Durante este tiempo el hombre fue puesto tres veces en libertad condicional, es decir, bajo
circunstancias que pusieron a prueba lo que era y podía hacer en su naturaleza humana, o mejor
dicho, lo que no era y lo que no podía hacer. Primero, estaba el fracaso del hombre en su etapa de
inocencia. Las circunstancias de su prueba requirieron una de dos cuestiones: santidad o pecado. Y
por la desobediencia de Adán "el pecado entró en el mundo, y por el pecado la muerte". Como
consecuencia de esto, entre otras determinaciones, fue expulsado del Edén.
Luego, sigue un largo período durante el cual el hombre fue dejado a los dictados de la
conciencia, no estando aún bajo la ley, humana o divina (ver Génesis 4:23, 24) ¿Cuál fue el resultado
de esto? una lectura de los capítulos 4 a 6 de Génesis revelará la respuesta. Los primeros fragmentos
de poesía que se nos presentan celebran el asesinato, por el cual no se impuso ninguna pena. La
maldad aumentó en la tierra, hasta que "se arrepintió el Señor de haber hecho al hombre". Así,
abandonados a sí mismos, cada uno hizo lo que bien le parecía. Pero, Dios los visitó por sus pecados.
De ahora en adelante, cuando esas "ocho almas" emergieron sobre la tierra nueva, fueron
colocadas bajo el gobierno, humano y divino. Una comparación de las instrucciones divinas en
Génesis, capítulos 1 y 9, resultará sumamente instructiva y revelará que en las últimas hay un
cambio de dispensación. Pero, el pecado, que fue llevado al arca, también fue sacado de ella, y
pronto se manifestó en Cam, y generalmente en la combinación de Babel; y este período también se
cerró con juicio. Hasta ahora, el hombre había fracasado por completo, y el apresuramiento de su
curso descendente aumentó con los siglos. La desobediencia voluntaria del hombre terminó en la
expulsión del Jardín; su perversión moral terminó en su destrucción por el diluvio; y su rebelión
organizada terminó en la confusión de lenguas y la dispersión de la raza. En cada una de estas
dispensaciones, se le dio a escoger la oportunidad de obrar su propia salvación, pero sin éxito; y es
este triple fracaso de su parte la causa u ocasión del Pacto de Abraham.

(ii) El carácter o los términos del Pacto. Podemos decir, en primer lugar, que fue un pacto de
promesa. Habiendo comprobado el hombre su fracaso bajo las pruebas anteriores, Dios ahora revela
un propósito que descansa sobre Su gracia y poder, y por lo tanto es independiente del fracaso
humano. Las promesas en las Escrituras son de dos tipos, condicionales e incondicionales. En el caso
del primero, la realización depende tanto de los seres humanos como de la fidelidad divina; pero en
el caso del último, sólo de la fidelidad de Dios. El pacto hecho a Abram pertenece a esta última clase.
Además, podemos decir que fue un pacto de prosperidad y de prosperidad en círculos cada vez
más amplios: individual, doméstico, nacional y universal (Gn. 12: 1-3; 22: 17,18). El Señor dijo: "Te
bendeciré", que es individual; “engrandeceré tu nombre”, que es doméstico; “haré de ti una gran
nación”, que es nacional y, "En ti serán benditas todas las familias de la tierra", universal. Podríamos
observar de pasada que, mientras que “Abram” era el centro de la promesa era del centro, el radio o
circunferencia, es el "mundo"; El mandato de Dios a Abram para salir fue, en el orden inverso, desde
lo más extremo, su "país", hasta lo más íntimo, la "casa de su padre". Sin embargo, nuevamente, era
un pacto de posesión. Habría una esfera de posesión: la Tierra (Gn. 13:14-17, 15:18-21); iba a haber
una Simiente de perpetuidad: el Cristo (Gn. 12:7; Gá. 3:16); y habría un escudo de protección:
Jehová (Gn. 15:1). Así, como el Decálogo, el pacto de Abram es mundial en su alcance y tiene su
cumplimiento en todas las épocas. Y marca ahora:
(iii) La confirmación o seguridad del pacto. La promesa hecha a Abram se repitió a Isaac y a
Jacob, quienes, por esta razón, son los patriarcas del pacto. Lo que, en primera instancia, fue dado
por gracia (Gn. 12: 1-3), fue luego ratificado por un sacrificio (Gn. 15:17), y finalmente sellado con un
juramento (Gn. 22:16). Aunque la palabra de Dios con juramento no es en nada más segura que su
palabra sin él, la importancia de este último evento consiste en que se enfatiza el cumplimiento de
su juramento, ya que es una indicación de que el propósito así jurado no está sujeto a modificación
ni abandono (véase Hebreos 7:21; 12:24; Salmos 49:3, 4, 35, 36). El pacto hecho a Abram, por lo
tanto, es indestructible; sus términos se deben cumplir espiritual y literalmente. Considere ahora ---

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