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¿Qué significa el feminismo?

El feminismo como movimiento social y político surge de las filas de una corriente de pensamiento que aún
incipiente marcaría radicalmente una diferencia en el modo de ver la vida y la sociedad en la época
moderna: la Ilustración. Este movimiento se fue gestando a partir de un proceso de reflexión en torno a la
resignificación de la idea ilustrada de la igualdad (Flores, 2004).
Esta corriente propugna un cambio en las relaciones sociales que conduzca a la liberación de la mujer y
también del hombre a través de eliminar las jerarquías y desigualdades entre los sexos. También puede
decirse que el feminismo es un sistema de ideas que, a partir del estudio y análisis de la condición de la
mujer en todos los órdenes familia, educación, política, trabajo, entre otros pretende transformar las
relaciones basadas en la asimetría y opresión sexual, mediante una acción movilizadora. La teoría feminista
se refiere al estudio sistemático de la condición de las mujeres, su papel en la sociedad y las vías para lograr
su emancipación.
En la actualidad el feminismo es considerado una ideología y un conjunto de movimientos políticos,
culturales y económicos que tienen como objetivo la igualdad de los derechos de las mujeres y de los
hombres. Con ello el movimiento feminista crea un amplio conjunto de teorías sociales, entre algunas de
ellas: la teoría feminista que ha dado lugar a la aparición de disciplinas como la geografía feminista, la
crítica literaria feminista, la historia feminista; así como una amplia variedad de tendencias como el
feminismo cultural, liberal, radical, el anarcofeminismo, el feminismo de la diferencia, el ecofeminismo, el
feminismo marxista, el separatista, el feminismo filosófico, el cristiano, el feminismo lésbico, el feminismo
islámico, el feminismo post-colonial, o el feminismo crítico.
Simone de Beauvoir en su texto “El segundo sexo” presenta una teoría que explica la subalternidad
femenina desde pautas culturales de la civilización y no en términos de la naturaleza biológica. Tuvo una
visión de futuro al considerar que era necesario un cambio en el orden social, que las mujeres transformaran
su pasividad por un rol más activo, siendo protagonistas de su propia historia y de su libertad (Albertini,
2008).
Una de las principales características del feminismo, en particular de los feminismos que se construyen
desde el Sur, es que profundizan su reflexión desde lo concreto; es decir, desde las condiciones específicas
de subordinación de las mujeres, en particular desde las más excluidas. En ese sentido, se reconoce que las
mujeres no son un grupo homogéneo o estable en el tiempo y en el espacio. En el sujeto “mujeres”, como
categoría política, se articulan localizaciones específicas, materialidades concretas, así como memorias e
historias diversas de subordinación, pero también múltiples experiencias de resistencias y luchas. Es desde
esa diversidad de experiencias que los feminismos aportan visiones emancipadoras que trascienden el simple
marco liberal de derechos. Estas visiones dan cuenta, justamente, de la multiplicidad de opresiones que
viven las mujeres, así como de matrices de opresión en las que se entrecruzan la opresión patriarcal con la
opresión racista, clasista, heterosexista, entre otras.
El feminismo, como movimiento social y como pensamiento crítico, ha hecho importantes aportes a estos
procesos de deconstrucción y confrontación con los saberes y poderes hegemónicos, al constituirse, desde su
surgimiento, como un espacio de resistencia, de prácticas cuestionadoras y de alternativas éticas a los
modelos dominantes. Como propuesta política, el feminismo ha tenido una destacada participación en la
configuración de las sociedades latinoamericanas de las últimas décadas.
Qué es ser feminista hoy
A día de hoy, a pesar de que en muchos países se ha conseguido la igualdad de derechos o la igualdad
formal de las mujeres, no existe la llamada igualdad real, ya que las mujeres continúan viviendo
discriminación, opresión y diversos tipos de violencia en diferentes aspectos de su vida y en el día a día.
No existen unas reglas acerca de cómo ser feminista en la actualidad; hay mujeres que ejercen el feminismo
en su círculo familiar y de amistad, otras que lo practican sin autodenominarse feministas, otras desde el
ámbito académico, otra parte mediante el activismo y la militancia, otro sector a través de sus empleos, etc.
Sin embargo, el rasgo común entre todas estas mujeres es el objetivo de construcción de una sociedad
justa en la que ninguna mujer de cualquier parte del mundo sea considerada o tratada como inferior por el
simple hecho de pertenecer al sexo femenino. Asimismo, las mujeres se constituyen como sujeto político y
social, protagonista y activo en la transformación del sistema. En el presente cabe preguntarse ¿cuáles son
los retos del feminismo del siglo XXI? 
 Visibilización y lucha contra todos los mecanismos de opresión de las mujeres y de la violencia machista
en todas sus manifestaciones, así como contra el feminicidio. Todavía queda pendiente la ampliación del
concepto de violencia machista más allá de la violencia que se produce en el ámbito de la pareja, así como
la inclusión de la violencia sexual como violencia de género.
 Fin de la imposición del trabajo reproductivo a las mujeres en base a su sexo, revalorización y
remuneración de este, de la misma manera que exigencia de la corresponsabilidad en todos los ámbitos.
 Reivindicación de la sexualidad femenina, del control sobre los propios cuerpos, ruptura del tabú de la
menstruación y educación en una menstruación consciente.
 Derecho a no ser madre, maternidad libre y deseada, y necesidad de repensar y replantear unas
maternidades alternativas más allá de los roles asignados.
 Construcción de un conocimiento o epistemología de la mujer y feminista frente al androcentrismo
imperante. Recuperación de la memoria e historia de las mujeres ante la necesidad de referentes femeninos
por parte de las mujeres.
 Necesidad de coeducación desde la infancia, se plantea este tipo de educación como herramienta para el
crecimiento en valores igualitarios y de respeto de las nuevas generaciones.
 Reivindicación del lesbianismo, la bisexualidad y el colectivo LGTBI, así como deconstrucción del
sistema heteronormativo.
 Rechazo a la cosificación y explotación sexual de las mujeres mediante la pornografía, prostitución,
vientres de alquiler, cánones de belleza etc.
 Concienciación de toda la sociedad acerca de la discriminación de las mujeres e implicación de todos los
sectores de la población.
 Construcción identitaria de las mujeres más allá de los roles y estereotipos de género, los cuales deben
ser abolidos.
 La sororidad como arma es una de las características más prominentes del feminismo actual, por lo que se
reivindica la necesidad de creación de alianzas y generación de una red de apoyo entre todas con el objetivo
de lograr un empoderamiento colectivo. Se basa en el reconocimiento entre mujeres como sujetos
políticos pertenecientes al mismo colectivo, Al ser el sistema patriarcal un sistema global, la lucha y
erradicación de este tiene que ser global. Este tejer solidaridades entre las mujeres, esta hermandad, se ha
visto facilitada mediante las redes sociales y la tecnología, que permiten el contacto y el intercambio de
experiencias, ideas y conocimientos desde diversos lugares de la geografía.
 Interterseccionalidad: uno de los retos del movimiento feminista contemporáneo es la interseccionalidad,
es decir, la ruptura del sujeto femenino (blanco, occidental, heterosexual, de clase media) único como
representativo de todas las mujeres y sus opresiones. El feminismo blanco hegemónico y occidental debe
reconocer y renunciar a sus privilegios dentro de esta lucha y tener en cuenta todos los tipos de
opresión más allá del género que afectan al resto de mujeres. El fin del feminismo interseccional es la
construcción de un movimiento que se base en la existencia de diferentes discursos, experiencias y
necesidades por parte de diversos grupos de mujeres, entre los que se creen alianzas.

Trabajo social Feminista


Creemos que es necesario problematizar la fuerte impronta “femenina” que tiene el Trabajo Social como
disciplina. Algunas autoras feministas plantean que “esto es consecuencia de la problematización del trabajo
social oficial como institución social que refuerza la posición subordinada de las mujeres” (Dominelli y Mac
Leod, 1999). El motivo dominante en la práctica institucional ha sido el de reforzar el rol de las mujeres
como proveedoras de asistencia.
La división sexual del trabajo ubica a las mujeres como responsables de las tareas de cuidado (en el mundo
privado), asumiendo que “se debe estar a disposición del bienestar de los demás”. Es que, al fin y al cabo,
eso es lo que el sistema-sexo género nos ha impuesto: las mujeres y todos los cuerpos feminizados deben
estar al servicio de los demás, de las infancias, de las personas ancianas, de las enfermes, de todas las
personas que necesiten asistencia y/o algún cuidado en particular. Y a su vez, tal como explica Murillo
(2006), es en este espacio privado donde la actividad doméstica devalúa a quien la ejerce, ya que la
importancia de esta es negada por la irracionabilidad social.  En este sentido, no resulta casual que el
Trabajo Social esté inherentemente relacionado con atributos femeninos, y con esta condición de género que
feminiza constantemente la profesión y reproduce los estereotipos de carácter “asistencial”,
subalternizándola en tanto disciplina científica, subestimándola y relegándola a una profesión auxiliar
respecto de otras profesiones.
Es necesaria una constante interpelación a nivel simbólico de nuestra perspectiva para analizar el campo
social y las relaciones de poder que lo componen y sobre el cual se interviene. En este sentido, las
intervenciones sociales son imposibles de ser pensadas si no es a la luz de la historicidad de las relaciones de
poder. Intervención que debe incluir en su aproximación diagnóstica inicial la lectura de los procesos
sociales y las construcciones de subalternidades que de allí devienen.
Olga Vélez Restrepo (2003), señala que lxs profesionales intervinientes deben ser quienes construyan un
instrumento que recoja los sentidos y necesidades de lxs actorxs involucradxs y aporten a la construcción del
conocimiento y configuración de lxs sujetos sociales. En este sentido, es que planteamos que trabajar en
torno a las desigualdades estructurales de género al interior de las dinámicas grupales, es una tarea que se ve
enriquecida por la acción de equipos interdisciplinarios.
La interdisciplina, es entendida como un campo compartido con otrxs profesionales y como una herramienta
fundamental para intervenir en lo social que permite dar respuestas a la multiplicidad de demandas y las
problemáticas sociales actuales (Cazzaniga, 2002).
Es necesario buscar incorporar a los equipos de trabajo interdisciplinarios herramientas y conceptos de las
teorías feministas, para tender a crear nuevos desafíos en lo que respecta a las formas de vincularse,
jerarquizarse e intervenir. Y desde este análisis teórico, proponer la generación de singularidades con sentido
propio a partir de los universos de significaciones de cada disciplina. Desnaturalizar y deconstruir las lógicas
de formación y ordenamiento de cada campo de conocimiento, sin invalidar los recorridos y los aportes, es
un desafío que busca un salto cualitativo para pensar las intervenciones.
La tarea de descentrar los objetos de estudios, conectar las problemáticas sociales e interconectar teorías y
conceptos que operen articuladamente, nos permitirá abordar esos escenarios complejos de intervención con
una multiplicidad de miradas y saberes; entre estas, las del feminismo. Asimismo, este desarrollo nos
permitirá elaborar herramientas metodológicas que encuentren una relación entre las dimensiones sociales,
culturales, económicas, políticas e ideológicas. La importancia de reconocer esta multiplicidad de aspectos
presentes en una situación de intervención, es posible con el análisis de una mirada multidimensional e
interdisciplinaria en el sentido que proponemos. Se trata de pensar desde la problematización permanente y
la pregunta constante sobre las prácticas, entendiendo a las experiencias no como instituidas sino como
posibilidades.
Los aportes de trabajo social al trabajo interdisciplinario, implica brindar nuestros conocimientos acerca de
la elaboración de una primera aproximación diagnóstica inicial que incluya el análisis de la demanda desde
donde partimos para elaborar conjuntamente una estrategia de intervención. Estos aportes deben partir de los
principios de los derechos de las personas, entendidas como parte de un entramado social, y sobre el cual
hay que definir acciones. El trabajo social, aporta una lectura sobre los procesos sociales recuperando las
trayectorias singulares, que nutren los análisis de las situaciones problemáticas en torno a las políticas
públicas.
¿Qué implica un Trabajo Social feminista?
Desarticular como se nos ha ido enseñando el Trabajo Social durante mucho tiempo e ir poniendo en
práctica lo que hace la teoría feminista, que como ya lo hemos mencionado, es una crítica constante al
sistema, al sistema patriarcal, al sistema del androcentrismo, machismo, luchar con las violencias de género,
buscar una igualdad y eliminar brechas sociales, entonces un Trabajo Social desde una mirada feminista va
implicar generar un análisis y hacer aportes. Una de las grandes funciones que tenemos lxs Trabajadorxs
Sociales es intervenir y poner en práctica, no solamente analizar desde afuera de la problemática social, sino
poner en marcha una intervención, generar un diagnóstico con crítica y con perspectiva de género, además
con un enfoque de derechos humanos donde pongamos al centro a las mujeres y a partir de ahí hacer
acciones de intervención, pero con un marco más construido desde una práctica y análisis feminista, lo que
nos implica mirar en conjunto estas desigualdades y estas brechas que se dan en las problemáticas a los que
nos enfrentamos como Trabajadorxs Sociales. El trabajo Social Feminista también implica lograr el
empoderamiento de toda la sociedad y sobre todo aumentar esta concientización para llevar todo a un nivel
reflexivo.
Hacer Trabajo Social feminista implica hacer de manera diferenciada, cuáles son los problemas que tienen
las mujeres y hombres y también mirarlos con estas desigualdades que vivimos, ya que, muchas de las
desigualdades son estructurales, pero también son de género.
Aportes del feminismo al Trabajo Social
Ha sido clave en la interpelación de la realidad social, la producción de conocimiento teórico sobre las
desigualdades de género, y la movilización de apoyo a acciones concretas para la modificación de las
condiciones sociales de producción y reproducción de la vida.
El feminismo aportado al Trabajo Social esa mirada crítica y analizar de manera constructiva, en donde se
ha podido generar una crítica dentro del mismo gremio desde la formación de nosotrxs como estudiantes,
para poder tomar otro tipo de conciencia.
Además, ha permitido que haya un Trabajo social interseccional y comunitario puesto que un trabajador/a
nunca va a trabajar solo, siempre va a trabajar con grupo, caso o comunidad y el Trabajo Social desde estas
otras perspectivas nos ayuda mucho a fortalecer esas miradas de como trabajar las problemáticas con las
poblaciones.
CONCLUSIÓN
El mundo social está lleno de significaciones. Como seres sociales estamos inmersos en culturas que nos
transmiten constantemente toda una serie de sentimientos, ideas y conocimientos de la realidad; además, de
forma cotidiana se categorizan a las personas y sus acciones en grupos específicos en los que aprendemos a
conducirnos según reglas y normas establecidas socialmente.
La intervención del Trabajo Social feminista significa tomar conciencia y transformar la posición de
desigualdad y subordinación que las mujeres han vivenciado a través de siglos de historia en relación a los
hombres en la esfera familiar, económica, social, política, cultural y en la misma historia, teniendo presente
las circunstancias de clase social, edad, etnicidad, orientación sexual o identificación religiosa que pueden
agravar o acentuar estas desigualdades. La intervención implica el estudio de las desigualdades entre los
géneros, señalando las causas que las producen. Ahora bien, no se trata solo de constatar las desigualdades y
discriminaciones en los grupos humanos, sino que debe actuarse en los distintos niveles para conseguir
equidad e igualdad.
Finalmente podemos decir que la redefinición del Trabajo Social feminista, los preceptos procedentes de
esta teoría son coherentes con los valores y principios por los que, apuesta el Trabajo Social, tales como; el
reconocimiento de la singularidad de los individuos en su contexto social, la necesidad de compromiso del
usuario con respecto a su auto autodeterminación, la participación de éstos en su propio proceso y la lucha
contra la desigualdad y la injusticia social. En base a ello las relaciones sociales des igualitarias y las
muestras sexistas no deben ser únicamente sometidas a escrutinio sino también transformadas hacia un
marco igualitario, puesto que, este es el punto de partida de la necesidad de la red de redefinición de nuestra
profesión. Como futuros Trabajadores/as Sociales deberíamos adentrarnos de una manera más profunda en
la investigación y la denuncia de los discursos y estructuras que sostienen la injusticia social, no debemos
olvidar que la denominación Trabajo Social feminista hace referencia directa a un planteamiento
transformador en la cual debemos conocer cuál es la realidad imperante retomando las premisas que ofrece
el Trabajo Social feminista, también hay que recordar que éstas promueven el fin de la opresión de las
mujeres canalizada a través de una estructura pública y privada patriarcal que obliga a esta profesión para
definirse en todos los aspectos relativos a su ideología y práctica profesional y como parte del compromiso
de transformar de manera integrada las relaciones sociales.
Así, el papel como futuros profesionales deberá responder a las necesidades reales de la mujer para mejorar
su bienestar mediante la comprensión de la opresión de género socialmente estructurada y apostar por la
promoción de los derechos humanos, la justicia social y la igualdad de oportunidades.

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