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Good Kitty

I'm good, I promise

Inspiración en unas viñetas de @jenny_jinya en Instagram

Inspiración en unas viñetas de @jenny_jinya en Instagram


Hello! I'm here!

I'll be your best friend!

Hello?

I'm a good kitty...

I promise...

¿Nunca has escuchado eso de que con el suficiente amor un gatito puede crecer hasta
convertirse en un ...?

Ya habían pasado más meses de los que el pequeño gatito blanco pudiera contar
Ya habían pasado más meses de los que el pequeño gatito blanco pudiera contar.
Encerrado en aquella jaula realmente poco espaciosa situada en el largo pasillo
correspondiente a una tienda de adopción de animales callejeros.

El pequeño felino había estado vagando por las calles, sucio, con hambre y miedo
toda su corta existencia. Recodaba haber tenido una vez madre y hermanitos con los
que jugaba, pero ya no más.

Había sufrido lo que todos los animales domésticos temen, el abandono.

Aún recuerda cuando una noche muy oscura en un callejón sucio y maloliente le dejo
marcada de por vida su terrible experiencia. Había empezado a llover bastantes
horas atrás y el pequeño animal se encontraba acurrucado entre cartones y basura
buscando aunque fuera el mínimo calor procedente de esos desechados materiales.

Él era un gatito bueno, ¿por qué le pasaban estas cosas? Solo quería volver a
sentir el amor de su mamá, de sus hermanitos que aunque a veces le hacían enfadar,
pues eran muy revoltosos, le daban mimitos y calor al dormir todos juntos,
acurrucados.

Entre suaves y dolorosos maullidos el blanco gatito sollozo bajito, siendo opacados
sus sonidos lastimeros por la fuerte lluvia que empapaba su sucio pelaje. Igual
después de esta noche -con el frío de entrado enero clavándose en su pequeña
anatomía, la humedad y su frágil consistencia por los días sin comer nada decente o
simplemente ni siquiera comer- podía descansar por fin definitivamente. Con suerte
igual podía volver a ver a su familia.

Igual el pequeño felino de blanco pelaje no tenía tanta suerte...


En medio del estruendoso caer de la lluvia a su alrededor, los relámpagos siendo
los únicos que iluminaban de cierta forma espeluznante, el tenebroso callejón en el
que se encontraba agazapado, el gatito vio alzando su vista adormecida una gran
sombra lo que provocó que su pobre corazón comenzara a latir con fuerza intentando
activar un mecanismo de defensa básico, huir.

Presa del terror y del frío, sus músculos contraídos ignoraron los mandatos y
suplicas de su cerebro y su sistema circulatorio quedándose congelado en su lugar,
inmóvil.

Su respiración errática parecía ahogarse bajo la enorme presión de la humedad


ambiental. El mundo parecía ir de modo desenfrenado mientras los lentos y
amenazantes pasos de aquel hombre se acercaban.

Una vez lo tuvo en frente, cerro los pequeños ojos con fuerza esperando lo sea que
fuera a pasar.

El ambiente apestaba a alcohol, tenía, desgraciadamente, experiencia con ese olor;


muchos borrachos le habían pateado o maltratado antes, cuando a la salida de algún
bar de mala muerte buscaba entre los desperdicios algo con lo que poder seguir vivo
un día más.

Entonces sintió, como una descarga eléctrica encendía su tembloroso cuerpo en el


más inimaginable dolor posible. Noto como unas gotas caían por su mejilla derecha,
justo ahí en el rabillo de su ojo, -el que junto al otro habían quedado abiertos de
golpe por el impacto, mostrando los dorados iris- se había creado una herida
circular por el golpe que recibió por parte del detestable ser humano, tras romper
el vidrio de una botella contra el pequeño animal.

Todo lo que paso después fue confuso para la consciencia del felino, viendo todo a
cámara muy rápida, y a la vez lenta, con una bruma que le impedía diferenciar bien
lo que ocurría.

El hombre que borracho había golpeado al gatito solo por el mero placer de hacerlo
había sido detenido por dos jóvenes que volvían de forma apresurada hacia su casa;
los mismos que vieron la sangre manchar la parte derecha del rostro gatuno y
decidieron desviarse para llevarlo a un veterinario que después de currarle la
herida lo dejo en una protectora a la espera de que algún alma tomara la
responsabilidad y adoptara al pequeño animalito que lo único que quería era ser
amado.

El hombre que borracho había golpeado al gatito solo por el mero placer de hacerlo
había sido detenido por dos jóvenes que volvían de forma apresurada hacia su casa;
los mismos que vieron la sangre manchar la parte derecha del rostro gatuno y
deci...
Muchos meses en aquel pequeño espacio habían dejado con las esperanzas a cero en el
gatito blanco. Sus días pasaban viendo a padres con niños, adolescentes, jóvenes,
ancianos, caminar frente a su pequeña jaula, junto a muchas otras, esperando ser el
elegido.

Pero como cada día, podía observar como una niña con coletas abrazaba a un
cachorrito de largas orejas y amarronado pelaje; también un niño un poco más mayor
arrodillado en el suelo siendo lamido por un gran perro negro que aunque parecía
intimidante era de gran corazón cariñoso.

Infinidad de gatitos, perros, conejos o incluso pájaros fueron llevados a sus


nuevos hogares mientras lo único que hacia la pequeña bolita blanca era decir...

- Soy muy bueno. Lo prometo. Lo soy...

Los días transcurrían y llego un momento en el que lo único que hacia el pequeño
gatito, marcado por sus desgracias con una cicatriz en forma circular bajo su ojo
derecho, era llorar y dormir. Sus maullidos muy bajitos, cada vez con menos
energía.

Hacía unas horas oyó una conversación entre los que cuidaban a todos los animales
allí presentes.

–Ya han pasado 8 meses. Si no come al final va a caer enfermo– esa voz era de un
chico llamado Yuta. Sabía por otras conversaciones que tenía un gatito llamado
Winwin muy tierno y rubio, del que tenía la galería llena y siempre enseñaba fotos
suyas a todo el mundo, incluso a los clientes.

–Si nadie se lo lleva creo que solo habrá un final para él– ese fue Johnny. Él
también tenía un gatito llamado Ten, era negro y aunque el chico pareciera muy
intimidante con su rostro serio y su gran altura, por su gatito haría lo que fuera,
se le notaba que le quería.

– ¿De verdad nadie puede llevárselo?– pregunto Yuta de nuevo.

– Si mi madre me ve llegar con un gato más me echa a la calle...– ese era Jisung,
diciendo con un pucherito la realidad que vivía en su casa. Era un chico muy joven
que acudía de voluntario a la protectora y se había encargado del cuidado del
felino con mucha pasión desde el primer día que lo vio. Era el que normalmente le
bañaba y acariciaba por largos ratos, hasta que la pequeña bolita blanca quedaba
dormida.

– Me sabría muy mal que al final tuviéramos que sacrificarlo...– dijo Mark esta
vez, con los ojos ligeramente cristalinos, conteniando algunas lágrimas. Le había
cogido mucho cariño al blanco gatito y a veces Jisung le dejaba bañarle.

¿Sacrificarlo...?

Sacrificio.

Oscuridad.

Muerte.

No, él no quería morir.

Pero nadie le prestaba atención incluso cuando maullaba muy fuerte para que al
menos le miraran. Nadie parecía impresionado por su blanco pelaje, sus dorados iris
o su rosada naricita o sus suaves y mullidas orejitas. Era tan pequeñito, tan
adorable. Pero parecía que la cicatriz que casi pudo dañar su ojo, hacía a los
humanos sentir repulsión por el pequeño gatito, por muy bueno que fuera o por lo
mucho que intentara convencerles.

- Soy bueno, lo juro...

Parecía que otro día iba a acabar con una bolita blanca sollozando bajito en su
pequeña jaula cuando la luz que entraba por la reja frontal fue opacada por algo
Parecía que otro día iba a acabar con una bolita blanca sollozando bajito en su
pequeña jaula cuando la luz que entraba por la reja frontal fue opacada por algo.

Ahí, delante de la puertecita de su "habitáculo" había un chico, no podía tener más


de 25 años. Tenía un pelo muy bonito, de color chocolate oscuro como aquel perrito
que adoptaron el día de ayer y que estaba en la jaula de al lado a la del blanco
gatito. Sus ojos de un acogedor tono marrón estaban casi cerrados por la sonrisa
que irradiaba ternura. Sus comisuras levantadas dejaban ver unos hoyuelos que
acababan de adornar la escena.

El gatito se incorporó y se acercó lentamente a la reja que le separaba de ese


humano que le transmitía tanta confianza y cariño. El chico metió el dedo índice
entre los barrotes para acariciar entre las orejitas del felino, haciendo que este
ronroneara de justo.

–¿Puedo llevarme a este de aquí?

Su voz era dulce y profunda. Perfecta para cantar y hacer que el gatito se durmiera
entre los brazos del chico.

Le gustaba este humano.

–¡Claro! Es un alivio ¿sabe? Creíamos que nadie lo adoptaría por la cicatriz que
tiene, pero le aseguro que es muy bueno y tranquilo...

- Si si soy muuuy bueno. Seré tu mejor amigo, soy bueno, lo prometo...

El gatito saltó de emoción cuando uno de los chicos que se encargaba de mantenerlo
aseado, y bien alimentado abrió su jaula y de un saltito se subió a los brazos del
chico que olía a melocotones, acomodándose en su pecho buscando calor.

Irremediablemente se quedó dormido.

Habían pasado algunas horas cuando el gatito fue despertado sintiendo agua mojando
su pelaje
Habían pasado algunas horas cuando el gatito fue despertado sintiendo agua mojando
su pelaje. Primero se asustó, pues le traían muy malos recuerdos; era por eso, por
como actuó la primera vez que intentaron bañarle en el refugio, que tuvieron que
utilizar espuma en lugar de agua a partir de ese momento para asearlo.

Abrió sus ojitos nervioso, pero al ver a su nuevo amo una calidez y tranquilidad
inimaginables se apoderaron de su pequeño corazoncito.

Una vez limpio y oliendo a melocotones el chico se dedicó a secarlo con una toalla
extragrande mientras lo tenía en su regazo.

Cuando estuvo seco le dio algo de comer mientras el de cabello chocolate también
cenaba algo.
Una hora después lo llevó consigo a la cama donde dormía y acurruco al pequeño
gatito en su pecho mientras repartía caricia por su cabecita y lomo. El blanco
felino solo podía sonreír, acurrucarse más y ronronear. Se sentía en el paraíso,
notaba burbujitas en la barriga y amor embriagarle los sentidos mientras su corazón
latía al ritmo del de su nuevo amo.

– Tu cicatriz parece una rosa... No sé cómo te la hicieron, pero de ahora en


adelante yo te protegeré pequeño. Nadie te hará daño, siempre me quedaré contigo y
te querré. Mi Taeyong.

El gatito -ahora Taeyong- maulló para hacerle saber lo contento que estaba de
recibir al fin un nombre. Había sido nombrado y le habían prometido que le
querrían. Era muy feliz.

A la mañana siguiente un soñoliento Jaehyun abrió sus ojos y lo primero que pensó
fue en la falta del pequeño peso sobre su pecho perteneciente a su bonito gatito
que el día de ayer había cautivado su corazón.

Se sentó sobre la cama de inmediato inspeccionando el lugar. Tal vez su gatito se


había movido por la cama durante la noche...

Lo que no se esperó encontrar fue a un chico de pálida piel y blancos cabellos


durmiendo plácidamente a su lado en la cama, con la boquita entreabierta soltando
ligeros suspiros, labios rosados y ligeros movimientos de nariz como si algo
estuviera molestando en su sueño y la única forma de estar a gusto fuese arrugar la
fina nariz.

Jaehyun no proceso cuando abriendo los ojos, el chico dejo ver los mismos iris
dorados de su pequeño gatito.

Este al ver despierto a su amo sonrió, derritiendo el corazón del contrario y de


repente...

– ¡Amo! ¿He sido bueno?

Fue la primera vez que Taeyong escucho su propia voz salir más allá de su cabeza.
Al principio le pareció raro, pero le resulto muy tierna la reacción de su amo, su
rostro de completa perplejidad atesoraba unos ojos brillantes que reflejaban
expectación y felicidad. Tanta felicidad como sentía el pequeño gatito. Tanta
felicidad y amor.

Jaehyun supo en ese momento que jamás se podría separarse de su pequeño gatito, esa
bolita pálida, con cabellos blancos como la nieve y ojos dorados como el oro.

¿Nunca has escuchado eso de que con el suficiente amor un gatito puede crecer hasta
convertirse en un niño?
¿Y qué cuanto más amor reciba más crecerá, llegando a adquirir un ritmo normal de
crecimiento?

¿No sabías la historia de esos pequeños gatitos abandonados que al ser recibidos en
los brazos de amorosos amos se convirtieron en humanos? ¿Nunca escuchaste los
nombres de Seo Ten, esposo de Seo Johnny, Nakamoto Sicheng, esposo de Nakamoto Yuta
o de Jung Taeyong, esposo de Jung Jaehyun?

¿Jamás imaginaste como el amor pudo salvar las vidas de muchos buenos gatitos que
lo único que querían era ser amados?

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