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La historia del Perú, no solo fue una eventualidad que surgió de la nada, los grandes
acontecimientos de importancia en cada época, marcaron una dirección en esta; grandes
hombres de pluma versada, han pasado por escribir acerca del triunfo y desasosiego que el
Perú a transcurrido desde ese momento tan hablado, el descubrimiento, desde este punto de
partida en adelante la imaginación no se ha detenido ni por un respiro, fueron aquellos
acontecimientos del continente europeo los que marcaron más los acápites históricos del Perú,
pero este supo escribir sus propios relatos. La inquietud de la urbe peruana por la religión fue
el pan diario en los S. XVI – XVII y XVIII, pero nuevos hechos, dignos de observar,
ocurridos en Norteamérica y en Francia ya en el pleno S. XIX, convirtieron los quejidos
pasados, por los nuevos ideales, la política y la relevancia social, pues buscaban el sueño de la
Emancipación política, aunque simplemente fuera una quimera, una loca idea que se creía
lograr con la ruptura de la sujeción que se vivía con España; buscar una independencia para
adquirir una vida próspera , sana, fuerte y boyante, al parecer solo fue una ambición
utópica de una promesa aún no cumplida en estos 199 años pasados.
Los americanos buscaban cumplir la promesa que se habían planteado, no solo para la
reivindicación humana, ellos tanteaban puestos públicos, el fin del monopolio económico, el
desarrollo integral de cada país con sus riquezas naturales por explotar, la defensa, el
crecimiento poblacional, entre otras señales de esperanza que llegó a ser visión de cada país
de América; en el Perú la búsqueda de aquel frenesí, puede que se viera en San Martin,
Bolívar, Vidaurre, Monteagudo o Sánchez Carrión, aunque con divergencias al momento de
hacerlo, pero siempre con el mismo ideal, la libertad.
El siglo XIX, vio nacer nuevas oportunidades al Perú, ya la gente que vivía en ese territorio,
empezaba a comprender donde estaba aquella promesa llamada república, cuál era su
condición real, pobladores con denodados esfuerzos dieron marcha a mover grandes esfuerzos
y lograr vencer concepciones educativas, nociones políticas, ideas de la sociedad, en plena
época colonial, así empezaron a ilustrarse para después darle frente a las batallas que se
vaticinaban, pues lograr cumplir la promesa, parecía difícil de cumplir, ya que es bien sabido
que al inicio de su vida independiente muchos de los países americanos, aunque sin duda no
les faltaba patriotismo, las innumerables batallas por volver a lo que se conocía para evitar el
cambio, daban duros golpes y generaban alejarse de continuar con la tan deseada república, el
lugar donde se llamarían ciudadanos, personas con derechos, con el tiempo, ya no se fueron
dando batallas armadas, fue la exaltación de ideales inescrupulosos abrillantados con
corrupción, que inequívocamente era el llamado más sonoro a la traición a aquellas
instituciones que conforman las estructuras y bases que en el Perú tanto costo realizar.
Con ello se condice que la única forma de lograr conseguir esa promesa que tanto se buscó, es
con la manera de hacer una nueva revolución, pues puede que las normas aplicables en estos
momentos, no estén a la altura o no sean tan descentralizadas como se esperan, así como la
revolución industrial que abundó en nuestro siglo XIX generando una actitud que podría
llamarse de Progresismo abstracto, se podría pensar que es lo que necesita el Perú ahora para
conseguir la promesa, los progresistas abstractos contestaban, que necesitaba Federalismo o
descentralización o predominio del parlamento, pero los progresos de la actualidad, partirían
mencionando que se necesita que el ciudadano crea en su país, es ese poder constituyente del
cual es dueño, para que de ese modo pueda distribuirse de la mejor manera la nación. Aquella
libertad como un concepto atómico y mecánico alcanzada en la Revolución Francesa, en la
cual no miraron a la colectividad como una unidad orgánica, mas sino como sectores rotos, no
debe ser palabra escrita ya por nuestro siglo, el individuo y como conjunto, finalmente, el
ciudadano necesita tener un ideal para perseguir, una esperanza que realizar. Bajo ese ideal, se
hacen hombres y los pueblos, se forjan Estados, se instaura una verdadera República.
Los hechos históricos son la más grande evidencia de los espejos rotos que el Perú tuvo y aún
hoy se siguen recogiendo, pero en vez de tirarlo, lo esparce y busca la forma de unirlo, ello sí,
es una tarea tediosa que en la mayoría de veces solo cortan las manos que te imposibilitan
seguir haciendo el trabajo. Aunque somos conscientes que un espejo jamás volverá a tener la
misma forma que el principio, la idea que consideramos más importante es juntar, tratar y
cambiar, ello tiene más brillo y mejor refracción, solo así cada ciudadano que apoyó a la
construcción del mismo, tendrá el derecho de verse en aquel espejo; como se ha dicho ya,
cada ciudadano tiene ese derecho dentro del mismo país, no ver nuestros propios problemas y
fijarse constantemente en los otros, no es el progreso que se espera, no es la promesa que
espera ser cumplida, para ello, debe empezarse aquí, en su país, cada uno, en todo campo,
buscando el cambio.