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Silvia Barcala Liboreiro 2ºBach J

EL LIBERALISMO POLÍTICO DE LOCKE

A lo largo de la Edad Moderna, fueron imperantes en todo el orbe los regímenes absolutistas,
especialmente durante el S. XVIII, caracterizados por la reunión de todos los poderes en una
misma persona.

Parejo a este desarrollo del sistema absolutista, tuvo lugar en Europa el desenvolvimiento del
mercantilismo, un sistema económico caracterizado por la fuerte intervención estatal en la
economía, que condicionaría la coyuntura social del momento.

Supeditada a estas circunstancias estuvo también la ciencia. En Inglaterra se funda la Royal


Society, una sociedad científica de la que serían miembros, entre otros, Robert Boyle e Isaac
Newton. Estos considerarán que solo se pueden conocer los fenómenos. Estrechamente
relacionado con ello está el positivismo, una teoría filosófica que nace en el S. XIX y afirma que
el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico. Esta corriente se enfrenta a la
metafísica.

En este contexto tiene lugar en Inglaterra la primera revolución liberal, un enfrentamiento entre
la Corona inglesa, apoyada por los partidarios del absolutismo, y el Parlamento, que trataba de
limitar el poder real. Es en este momento cuando surgió la figura de Cromwell, quien, tras ser
destituido el rey, estableció la República de Cromwell, que duraría 6 años.
Tras esto, tuvo lugar la Revolución Gloriosa (1688), un proceso revolucionario que derrocó al rey
Jacobo II, quien sería sucedido por Guillermo de Orange. Sin embargo, para que la sucesión se
llevara a término, a este último le fue impuesta la llamada “Bill of Rights”, una declaración de
derechos.

Fue propiciada por el Parlamento inglés, que veía con gran preocupación los intentos del
monarca de reimplantar el catolicismo en una sociedad mayoritariamente protestante. Es
importante mencionar que se trata de un periodo histórico de continuos enfrentamientos entre
las distintas religiones, especialmente entre católicos, protestantes y anglicanos.
Supuso el fin de la monarquía absolutista y la consagración de la monarquía parlamentaria,
pasando así al liberalismo político.

En este contexto convulso surger el empirismo, una corriente filosófica opuesta al racionalismo
(cuyo padre es Descartes) que nace en Inglaterra, y cuyos máximos representantes son Locke,
Berkeley y Hume. Esta doctrina, que niega la autonomía de la razón, considera que el
racionalismo deriva irremediablemente en un dogmatismo, y por esa razón los empiristas se
oponen y elaborar una epistemología. Esta teoría acabará cayendo en un escepticismo radical,
el subjetivismo, como es el caso de Hume, quien niega los fundamentos del conocimiento.

En el aspecto político, frente a la teoría del contrato social de Locke, se encuentran Filmer,
defensor del sistema patriarcal y absolutista, y Hobbes; opuestos ambos al liberalismo.

John Locke nació en Wrington en 1632, en el seno de una familia de pequeños nobles rurales, y
falleció en 1704. Se educó en la universidad de Oxford, y posteriormente conocería a Lord
Ashley, importante personalidad política de la Inglaterra del momento, quien anima a
desarrollar en Locke todas las potencialidades que le convierten en el renombrado filósofo. Le
llamaron la atención las ideas de Descartes y de Hobbes.
Por su pensamiento debió exiliarse hasta 1689, año en que se produce la Revolución en
Inglaterra. Es considerado el padre del liberalismo, la teoría política moderna en la que se basa
la burguesía para destruir el sistema feudal.

A su vuelta a Inglaterra, Locke redacta dos tratados sobre el gobierno civil. En el primero se
enfrenta a Filmer y a Hobbes, e influirá de una manera determinante a Montesquieu. Su Ensayo
sobre el entendimiento humano es considerado como el texto fundamental del empirismo,
tratando sobre la epistemología.

Filmer había sostenido la teoría patriarcalista para justificar y legitimar el absolutismo,


acudiendo a la analogía del padre y el hijo. El poder sería un derecho hereditario, que el monarca
recibe de su antecesor, y sobre esto descansa su legitimidad. Esta herencia sería sucesiva en el
tiempo, y se remonta hasta Adán, que habría recibido ese estatus de Dios. Se trata, por tanto,
de un iusnaturalismo de origen divino. Así, el origen de la legitimidad estaría en Dios, y el
monarca lo sería Dei Gratia (“por la gracia de Dios”).

Locke se opone a esta concepción, y expresa su idea de que los seres humanos no son
propiedades, como lo son las cosas. Además, afirma que, si fuese cierta esta teoría de Dios, Adán
solo habría podido tener un heredero para su poder, y así sucesivamente, por lo que no sería
posible entender la soberanía de las distintas familias alrededor del mundo. Respecto a la idea
del padre y el hijo, Locke argumenta que, aunque fuese cierto y se pudiera entender que un
padre controla a sus hijos, estos llegarían a un momento vital en el que ya no podrían ser
supeditados a la voluntad del padre. Introduce así la idea de la mayoría de edad. Así, el ser
humano ha llegado a su mayoría de edad, momento en el que puede emanciparse de la
autoridad, ya que tiene la responsabilidad y capacidad de responder por sí mismo.

Locke se apoya para su segundo tratado sobre el arte de gobernar en las explicaciones
proporcionadas por Hobbes sobre el Estado natural.

Hobbes, en su Leviatán, es el primero en decir que la sociedad no es algo natural, estableciendo


asía la diferencia entre un Estado de naturaleza primitivo y el Estado civil.

Hobbes establece que en el primero no existe ninguna ley moral, ya que moral y sociedad nacen
juntas. Antes de la constitución del Estado civil, el hombre se rige por su egoísmo, y todos los
seres humanos tienen los mimos derechos, el derecho a todo. El único principio por el que se
rigen sería mejorar las condiciones en las que se desarrolla su vida en tanto les sea posible, y
aquí reside la idea del egoísmo, donde cada uno quiere lo mejor para sí.

Ahora bien, como todos los hombres son iguales, libres, tienen derecho a todo y aspiran a lo
mismo, se produce un estado de lucha, ya que los bienes y recursos son limitados. Cada ser
humano se convierte para el resto en un enemigo al que deben destruir, y viceversa. Hobbes
recoge este pensamiento en la máxima homo hominis lupus (“el hombre es un lobo para el
hombre”). Se trata de un estado de guerra permanente, en el que el hombre se siente inseguro,
precario y receloso para con los demás. Este Estado de naturaleza primitivo, considerado una
ficción por su autor, conlleva una vida triste y solitaria, en la que impera la ley del más fuerte.

Ahora bien, este estado de lucha se opondría al principio de egoísmo, que busca el propio bien,
la tranquilidad y la paz. Así, el ser humano busca redimirse de esta situación y buscar la paz, que
llevará al Estado social. Así, los individuos deben renunciar a sus derechos y libertades, que serán
entregados a un soberano, depositario de un inmenso poder y de propio pacto. Así, el Estado se
convierte en un monstruo, el Leviatán.
Para hacer cumplir el contrato es necesario concederle al soberano una fuerza inconmensurable,
de forma que ya no habría manera de revertir el proceso y quitarle su poder absoluto.

Hobbes realiza así un análisis fáctico, que no está basado en principios morales, sino que
obedece a principios naturales, es empirista. El hombre no es bueno, como dice Rosseau (quien
también introduce el concepto de voluntad general, es decir, la voluntad del conjunto de la
sociedad). Así, es necesario un Estado que ejerza el control, y es preferible un gobierno absoluto
que sepa a qué atenerse, que mejore las condiciones naturales del ser humano. El soberano,
depositario de todos los poderes, está por encima de las leyes establecidas, ya que estas son
producto de su voluntad.

También para Locke, como para Hobbes, existe un Estado de naturaleza primitivo, pero para él
es real, es en el que se encuentra aquel que no cuenta con una instancia superior para resolver
sus conflictos. Sin embargo, Locke argumenta que “el estado natural tiene una ley natural por la
que se gobierna, y esa ley obliga a todos”. Esta estaría basada en la vida, salud, libertad y
propiedad, y radicaría en la razón [«la razón, que coincide con esa ley… »]. Así, todo ser humano
es juez, y se le concede la capacidad de juzgar o castigar a quien lo incumple: «Cada uno de
nosotros está obligado (…) a no quitarles la vida a los demás seres humanos (…) a menos que se trate
de hacer justicia a un culpable». No obstante, «aunque ese estado natural sea un estado de
libertad, no lo es de licencia». En este punto se plantea la cuestión de cómo hacer que el más
fuerte cumpla esto. Se produciría de nuevo un estado de lucha, que únicamente se puede
solucionar llegando a un pacto, un contrato de todos entre sí, donde se acuerde renunciar a sus
derechos. Este Contrato social lleva al Estado Civil.

En este punto es reseñable el individualismo que caracteriza toda la teoría política de Locke, y
que rige la filosofía del momento. El Estado surge al servicio del individuo, con la única función
de preservar sus derechos, libertades y propiedad. Así, Locke formula los derechos inalienables
del individuo.

Asimismo, Locke establece la división de poderes como resultado del pacto para que se
controlen y limiten mutuamente. El poder político debe dividirse en poder ejecutivo y poder
legislativo. Este último, el más importante, debe buscar el bien común, legislando para todos
por igual, y basar su legitimidad y el correcto cumplimiento de las leyes en jueces imparciales.
Estos actuarán con independencia del poder ejecutivo, que será complementado por el poder
denominado por Locke como federal, que regula las relaciones con el exterior a la sociedad.

Esta separación de poderes será establecida posteriormente por Montesquieu en El espíritu de


las leyes, donde se establecen la división tripartita del poder en legislativo, ejecutivo y judicial.

En este punto es conveniente establecer una diferencia con el pensamiento antiguo y medieval
en lo que respecta al origen de la sociedad. El contractualismo representado principalmente por
estos tres autores supuso la consolidación de un nuevo enfoque acerca del origen de las
sociedades humanas, pues propugnaron el origen "artificial" de estas como resultado de la
agrupación de un conjunto de individuos, a diferencia del tradicional origen natural que se le
había concedido a esta, en autores como Platón o Aristóteles. Hasta este momento, los filósofos
venían considerando que la sociedad era de origen natural, ya que el individuo era un animal
político por naturaleza, como lo había definido Aristóteles. Tomás de Aquino también defendía
que existe en el ser humano una inclinación natural a vivir en sociedad. Ambos consideraban
que el lenguaje reforzaba esta idea, ya que el cual, más allá de los sonidos animales, que valen
para transmitir sensaciones, sirve para diferenciar lo justo de lo injusto.
La teoría política desarrollada por Locke ha sido determinante en el devenir del pensamiento
occidental, con el liberalismo político. La Revolución Americana está profundamente
condicionada por la coyuntura filosófica y política iniciada por este pensador, que a su vez
influirá en la Revolución Francesa, donde se constituye la primera declaración de derechos, que
llevará a una mayor libertad del individuo. Así, se produce una concatenación de triunfos
liberales. Esta libertad, unida a la revolución industrial, marcada por el desempleo y las indignas
condiciones de trabajo, llevarán a su vez a la revolución comunista. En este contexto se suaviza
el liberalismo, llevando a cado una síntesis entre capitalismo (libertad para la justicia social) y
comunismo (justicia social a coste de la libertad).

Esta sucesión de declaraciones de derechos desemboca en la igualdad de todos los individuos,


cuya consecuencia más notable es la aparición del Estado de bienestar.
Locke, pese a ser anterior cronológicamente, ha sido considerado ya un ilustrado, y fue una
figura de referencia para muchos personajes posteriores, como Voltaire o Thomas Jefferson.

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