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Aplicación de Los Métodos Diagnósticos en Los Escenarios Clínicos Producidos Por La Toxoplasmosis
Aplicación de Los Métodos Diagnósticos en Los Escenarios Clínicos Producidos Por La Toxoplasmosis
La infección por T. gondii puede presentarse en varios escenarios distintos. Está la mujer
embarazada con toxoplasmosis, quien transmite la infección a su bebé (toxoplasmosis congénita),
también el paciente inmunosuprimido con infección diseminada, los pacientes con toxoplasmosis
ocular y, finalmente, el paciente inmunocompetente, previamente sano en el que la infección es
usualmente asintomática.
- Si la mamá tiene títulos IgG antes de quedar embarazada, se considera que no hay riesgo
durante el embarazo, pues el riesgo mayor para el feto es cuando la infección se adquiere
durante el primer trimestre.
- Si los estudios iniciales dan negativos, la serología se repite de forma seriada durante el
embarazo, con el último control, dos a tres semanas después del parto, para verificar la
ausencia de infección.
- En caso de detectarse IgM, se hacen mayores esfuerzos para la interpretación de
resultados, ya sea por implementación de técnicas serológicas avanzadas o empleo de
técnicas moleculares.
El Test de avidez es útil en estos casos, pues al realizarse antes de la semana 16, si la prueba es
alta, indica que la infección fue hace más de 4 meses, antes de que la materna quedara en
embarazo, lo que disminuiría el riesgo del feto. Si la prueba es baja, dado que permanece así hasta
por un año, debe continuarse la evaluación diagnóstica.
El PCR ha revolucionado el diagnóstico de la infección fetal por T. gondii, puesto que permite un
diagnóstico temprano y evita procedimientos más invasivos al feto. El diagnóstico prenatal se
fundamenta en técnicas moleculares basadas en la PCR para encontrar el ADN del parásito. Se
realiza la prueba en la paciente con serología positiva o hallazgos ecográficos sugestivos
(hidrocefalia o calcificaciones). Esta muestra es tomada por amniocentesis, con el fin de estudiar el
líquido amniótico.
Por lo tanto, se concluye que las técnicas basadas en PCR son efectivas para ayudar a definir el
tratamiento apropiado y hacer vigilancia. Tiene una muy alta especificidad, por eso un
resultado positivo confirma la infección, pero la sensibilidad no es tan alta. Un resultado
negativo no la descarta completamente, en especial en la segunda mitad del embarazo,
cuando es mayor la transmisión maternofetal. Por lo tanto, el seguimiento postnatal es
necesario en el primer año de vida, con el fin de excluir completamente la infección en niños
cuya PCR fue negativa.
Diagnóstico postnatal
Cuando un neonato tiene riesgo de tener infección por T. gondii, usualmente se evalúa
clínicamente para buscar hallazgos sugestivos (hidrocefalia, coriorretinitis, microftalmia, entre
otras). Se acompaña de un estudio imaginológico, que usualmente es una ecografía cerebral,
con el fin de buscar calcificaciones cerebrales, en cuyo caso muchas veces se complementa
con una tomografía. También se realiza evaluación oftalmológica durante la primera semana, y
de forma repetida cada tres a cuatro meses durante el primer año.
Esta evaluación se acompaña con el análisis serológico del recién nacido, o con la detección
del parásito mediante técnicas moleculares.
En la evaluación serológica del neonato, los marcadores más específicos son IgM e IgA, los
cuales no atraviesan la placenta, y cuya aparición en el periodo neonatal explicaría una
infección activa del neonato, que se confirma si los títulos son crecientes en dos muestras
separadas.
Sin embargo, hay pacientes con lesiones atípicas o sintomatología clínica que se beneficiarían
otras pruebas. Existen tres alternativas.
Parece que la efectividad de la PCR depende del momento en que se tome la muestra y es más
efectiva en los primeros días de inicio de los síntomas. Son más efectiva cuando éstas son
mayores de dos diámetros de disco óptico.
Se encontró que la combinación de las tres técnicas aumenta de forma notoria el rendimiento
diagnóstico con pruebas biológicas, pues han llegado a ser del 83 al 85%. Por eso, lo ideal sería
emplear las tres.
Usar preferiblemente el CGW si el cuadro es superior a diez días, si hay cicatrices, si la reacción
de la cámara anterior es leve a severa, y asociarla con PCR en lesiones grandes. Finalmente,
usar Western blot en muestras tomadas luego de 30 días del inicio de los síntomas.
Dada la poca relevancia clínica de la infección por T. gondii en personas sanas, el uso de
métodos moleculares es limitado en estos pacientes. Sin embargo, es de gran interés para
entender mejor la fisiopatología de la enfermedad
La serología, usualmente, es ambigua y poco útil en estos pacientes. La detección directa del
parásito por métodos no moleculares es dispendiosa e insensible. Por esto, y debido a que la
toxoplasmosis en pacientes inmunosuprimidos puede ser letal, es fundamental hacer un
diagnóstico urgente.
La PCR se puede utilizar con seguridad en pacientes con diferentes tipos de inmunosupresión.
En estos pacientes en quienes la toxoplasmosis es diseminada, la muestra se obtiene de
cualquier fluido o de cualquier tejido.
La detección molecular permite una identificación más temprana de la infección. Con este fin,
la PCR demuestra una sensibilidad superior al 80% y especificidad del 98% con muestras
tomadas de sangre y una sensibilidad del 60% con muestras de líquido cefalorraquídeo. Sin
embargo, el rendimiento parece no ser tan alto cuando el paciente ya ha recibido tratamiento
previo porque algunos estudios demuestran que la sensibilidad cae hasta el 13-25% ante este
escenario.
La echinococcosis humana (hidatidosis o enfermedad hidatídica) es
ocasionada por el estadio larvario de los cestodos (gusanos planos) del
género Echinococcus. Echinococcus granulosus ocasiona la echinococcosis
quística que es la forma que se encuentra con mayor frecuencia
Es un cestodo de muy pequeña talla que vive fijo a la mucosa del intestino delgado del perro,
el hospedero definitivo más importante, y también en otros cánidos como el lobo, chacal, etc.;
siempre es un animal carnívoro, pero los felinos parecen ser refractarios a la infección por E.
granulosus.
Distribución geográfica:
E. granulosus ocurre mundialmente y más frecuentemente en áreas rurales de
pastoreo donde los perros pueden ingerir los órganos de los animales infectados.
E. granulosus mide 3 a 7 mm de largo con un escólex (cabeza) piriforme con cuatro ventosas y
30 a 50 ganchitos dispuestos en dos coronas, con un cuello corto que origina las proglótides
que forman el cuerpo o estróbilo, constituido por tres proglótidas: inmadura, madura y
grávida; esta última es la más ancha y larga, tiene casi la mitad de la longitud del verme y su
útero grávido contiene, según estudios recientes, 500 a 1 500 huevos
Los huevos son ovoides de unos 40 mm de diámetro con una capa externa estriada, gruesa,
impermeable, muy resistente, llamada embrióforo que protege al embrión hexacanto
(oncosfera- otro estadio) que está en su interior. La morfología de este huevo es semejante a
los huevos de Taenia spp.
Estos huevos salen periódicamente con las excreciones del perro parasitado; pueden
sobrevivir en el ambiente un tiempo variable de hasta un año; son muy resistentes, pero
sensibles a la desecación y temperaturas de 60°C. Los huevos pueden contaminar el pelo del
perro, suelo, alimentos y de allí ser tomados por los hospederos intermediarios bovinos,
ovinos, porcinos y también por accidente por el hombre directamente en contacto con el
perro o de manera indirecta en los alimentos, agua de bebida contaminada
Quiste hiatico
El hospedero definitivo (perro) se infecta al comer vísceras de animales con quistes hidatídico,
que contienen escólices, que son miles en un solo quiste, y cada uno puede originar un verme
adulto. Los escólices se desenvaginan generalmente después de unas 6 h, pero pueden
demorarse más de tres días; se fijan en el intestino y tardan aproximadamente 6 a 10 semanas
en alcanzar la madurez sexual. El gusano adulto en los perros vive 5 a 8 meses en promedio;
sólo algunos pueden sobrevivir más de dos años
Tiene la forma de un globo esférico lleno de un líquido transparente e incoloro. Tiene una
pared constituida por una capa externa de color blanquecino, de espesor variable, laminar, no
nucleada, quitinosa, llamada cutícula, secretada por una capa interna que la reviste en toda su
extensión, amarillenta, granulosa, de unos 15 mm de espesor, con gran cantidad de núcleos,
rica en glucógeno, llamada germinativa o prolífera;
por yemación hacia el interior de la cavidad quística se forman las vesículas prolígeras de unos
250 mm de diámetro; pueden estar adheridas a ellas o libres en el líquido, y en el interior de
estas vesículas se forman las escólices en número de 30 a 40, invaginadas, de forma ovoidea y
pueden quedar libres en el líquido.