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Fue un acto de guerra que dio lugar al establecimiento de los criterios

y normas para la creación de las primeras nociones o conceptos del


primer banco primitivo. Y esta fue lo que llamo, la primera gran
coalición de guerra en el mundo: Las Cruzadas. Y en ese tenor, los
primeros exponentes de establecer algún tipo de régimen bancario
fueron los Caballeros Templarios. Esta orden fue una de las más
famosas órdenes militares cristianas. Fue fundada en 1118 o 1119 por
nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payens tras la
Primera Cruzada y se mantuvo vigente por lo menos dos siglos.

Uno de los aspectos en los que la orden se destacó de una manera


extremadamente rápida y sobresaliente fue a la hora de afianzar todo
un sistema socio-económico sin precedentes en la historia, con el
objetivo de recolectar los fondos necesarios, así como, la de
administrar un buen número de posesiones en Europa, para la dura
tarea de crear un frente en ultramar que les hizo proveerse de una
increíble flota y que permitiera subsistir al ejército defensor en Tierra
Santa".

La Orden de los Templarios recibió muchas posesiones, donaciones,


bienes muebles e inmuebles, incluso muchos nobles confiaron en ellos
como guardianes de sus riquezas. Pero para asegurar el manejo de
todos esos bienes, se estableció en Francia una serie de redes de
encomiendas que se esparcían por prácticamente toda la geografía
francesa y que no distaban unas de otras más que un día de viaje. Con
esta idea se aseguraban de que los comerciantes durmieran siempre a
resguardo bajo techo y poder así garantizar siempre la seguridad de
sus caminos.

Más adelante en el tiempo, otro evento sustentado en la guerra,


conjuntamente con circunstancias históricas xenofóbicas fueron las
que dieron origen a los primeros bancos con intereses. Esto comenzó
con el hecho de que los judíos fueron expulsados de España en 1492, y
muchos de ellos se refugiaron en Constantinopla y otras ciudades y
puertos del Imperio Otomano. Desde esos puntos comenzaron a tener
intercambios comerciales con la ciudad más próspera de esos
tiempos: Venecia, y un gran número de ellos emigraron a esa ciudad.
Sin embargo, otro evento trágico estaba por comenzar. Para el año
1506 tuvo lugar la Guerra de Cambrai, o también llamada la Guerra de
la Liga Santa, esto hizo que muchos judíos buscaran refugio en
Venecia. Al principio, estos no fueron recibidos con agrado, pero luego
se encontró que los judíos tenían un bien muy importante para los
gastos de la guerra: dinero para prestar. Pero además, se estableció
que esas operaciones debían estar sujetas al pago de impuestos. Lo
que decidió el gobierno de entonces, para evitar los problemas de
rechazo de los cristianos de la ciudad, fue aislar en un mismo lugar a
todos los judíos y desde allí pudieran realizar todas sus "obligaciones y
compromisos con su religión". Los judíos fueron confinados en una
antigua y abandonada fundición de metales. En el italiano de esa
época, la palabra fundición se escribía gheto. Por esta razón a la vieja
fundición se le comenzó a llamar el "ghetto nuovo". (De ahí es que se
estigmatiza la palabra ghetto con los judíos). En ese hábitat debían
permanecer durante las noches, y todo el día durante las festividades
cristianas, a las cuales se les tenía prohibido su presencia.

Cuando estalló la guerra entre Venecia y el Imperio Otomano, las


autoridades venecianas decidieron confiscar los bienes de los "judíos
turcos'' y solo años después que terminara la guerra, lograron un
acuerdo en el cual se les devolvían sus antiguas pertenencias, aunque
se les limitó a que no podían participar en el comercio al detalle, sin
embargo, sí podían participar en las importaciones mayores sobre
todo del oriente medio. Pero su mayor logro fue que les permitieron
que se ocuparan de los servicios financieros. ¿Por qué a los judíos sí, y
no a los cristianos? Por decisiones católicas terrenales concebidas por
cánones religiosos. En el III Concilio de Letrán en 1179, se estableció
que se consideraba pecado y que serían excomulgados los cristianos
que prestaran dinero con interés. Pero además, solamente cuestionar
que la usura no era pecado era considerado una herejía, lo cual fue
decretado por el Concilio de Viena en 1312.

Hasta en las bellas artes se quiso dejar constancia de ello. En el fresco


del Duomo de Florencia, se hace referencia al infierno basado en la
obra La Divina Comedia, de Dante Alighieri, en esa pintura se puede
visualizar que en el séptimo círculo del infierno se tiene reservado un
espacio para los usureros. Si un usurero quería ser enterrado con la
bendición de la Iglesia, debía pagarle a ésta una indemnización.

Por su parte los judíos encontraron cómo burlarse de los jerarcas


cristianos y encontraron su tabla de salvación en el Antiguo
Testamento y con ello poder ejercer la usura. Fue la interpretación que
apreciaron en el libro del Deuteronomio, 23, 20 "Del extraño podrás
exigir interés, mas de tu hermano no lo exigirás". O sea, que los judíos
sí podían cobrar intereses a los cristianos, pero no a otros judíos.

Los judíos realizaban sus transacciones de préstamos en una mesa


con un mantel verde con sillas. El nombre "banco" deriva de la palabra
italiana banco, que significa "escritorio". Cuando se armaba "la de
Troya" por el cobro abusivo de los intereses, algunos deudores
inconformes, de rabia rompían los bancos. Entonces se decía que ese
judío estaba en "bancarrota" (banca-rota), de ahí el origen de esa
palabra tan pesarosa y traumática.

El más famoso de los prestamistas judíos se llamó Shylock. En


realidad es un personaje ficticio de la obra literaria El mercader de
Venecia, de W. Shakespeare. Esta obra se basa en los cuentos y
anécdotas de la época y sobre los préstamos judíos los cuales fueron
recopilados por Giovanni Fiorentino, a finales del siglo XIV en su libro Il
Pecorone (El Zopenco). La obra de Shakespeare narra la historia del
deseo de un cristiano (Antonio) para que el judío (Shylock) otorgue un
préstamo a su amigo (Bassanio), quien urgía de tres mil ducados.
Shylock accede a otorgarle el préstamo, pero con la condición de que
Antonio ponga una libra de su propia carne como garantía en caso de
que Bassanio no llegara a pagar el préstamo. Aunque es una obra de
ficción, no deja de analizar asuntos económicos y de los problemas
del antisemitismo de la realidad de la época veneciana.

Pero para el gran desarrollo comercial y con ello de préstamos que


estaba experimentando la Edad Media, había un problema. Cómo
calcular los intereses. Para esa época todavía se utilizaba el sistema
numérico del grandioso Imperio Romano ( I, II, III, IV, V....) el cual no
servía para realizar cálculos matemáticos complejos, ni para las
conversiones de diversas monedas. Entonces un joven italiano de
Pisa, llamado Leonardo de Pisa, aunque más adelante se le conoció
como Fibonacci, creó un sistema para resolver todos los problemas de
intereses y cambio de monedas. Este sistema se conoce como la
"sucesión de Fibonacci". La esencia de este sistema es que cada
número es la suma de los dos anteriores (0,1,1,2,3,5,8,13,21,34...) y el
cociente entre un número y su inmediato anterior es de
aproximadamente 1,618, o denominado "número áureo". Esto permitió
el cálculo matemático para las importaciones que se concentraban en
Pisa, para las conversiones de las distintas monedas, para la
contabilidad comercial y sobre todo para el cálculo de los intereses de
los préstamos.

Los primeros bancos aparecieron en la época del renacimiento en


ciudades como Venecia, Pisa, Florencia y Génova. Las más poderosas
eran las casas florentinas, entre ellas las de Bardi, Peruzzi y Acciaiuoli.
Pero las tres quebraron por la falta de pago de sus dos principales
clientes: el rey Eduardo III y el rey Roberto de Nápoles. Como se nota,
las casas de préstamos italianas tenían sus altas y sus bajas
dependiendo del cumplimiento del rey de turno. (Algo parecido en
nuestros tiempos modernos)

La vida comercial en Venecia, Pisa y Florencia continuó con un gran


dinamismo y entre las mayores de Europa. Más adelante en el tiempo,
surgió una familia cuya incidencia en la banca, la política y el clero
tuvo una ramificación trascendental en el desarrollo del Renacimiento:
los Medici. Para que se tenga una "pequeña" idea del poder que esta
familia logró consolidar, basta señalar que: Dos Medici fueron papas
(León X y Clemente VII); de la rama femenina, dos fueron reinas de
Francia (Catalina y María); y tres fueron duques (Florencia, Nemours y
Toscana). Los Medici dejaron un legado tan impresionante en
Florencia en las artes y en la arquitectura, que todavía hoy los turistas
pueden apreciar estas maravillas. Entre las que podemos mencionar,
el monasterio de San Marcos y la basílica de San Lorenzo, y el apoyo
que recibieron Miguel Ángel y Galileo para el desarrollo de sus obras.
Entre sus "asesores" tuvieron al más brillante pensador político del
Renacimiento: Nicolás Maquiavelo, quien luego dedicó a uno de ellos
su famoso libro El Príncipe.

Entre las diversas actividades lucrativas, los Medici crearon el banco


Medici e incursionaron en las primeras letras de cambio modernas que
se concibieron. Como inicialmente no podían cobrar intereses, ellos
establecieron que el beneficiario de la letra de cambio les asignara una
cantidad de sus beneficios por haber puesto (el banco) su dinero en
riesgo. Otra característica del banco fue la meticulosidad con que
llevaron sus cuentas y su capacidad para abrir otras sucursales en
Europa. Los Medici establecieron el primer concepto de diversificar las
operaciones bancarias, ya no solamente en préstamos, sino también,
en operaciones de divisas.

De acuerdo a los historiadores, el primer banco moderno fue el Banco


di San Giorgio, fundado en Génova, Italia, en el año 1406. La
originalidad de las operaciones bancarias de los italianos fue
rápidamente copiada por los países del norte de Europa,
principalmente los holandeses, los ingleses y los suecos.

En el siglo XVII se fundó en Holanda el Amsterdamche Wisselbank


(Banco de Cambio de Ámsterdam). Aparte de resolver el problema de
cambio de divisas por múltiples monedas en las provincias, fue
pionero en abrir cuentas a los comerciantes para guardar su dinero y
con esto se creó el primer sistema de cheques, y también, el de poder
hacer transferencias bancarias que para ese entonces se consideraba
muy favorable. Por ese tiempo, era norma de las entidades bancarias
mantener en sus "bóvedas" casi la misma cantidad de dinero que
adeudaban a sus clientes. O sea, que en cualquier momento podían
devolver el dinero a todos sus clientes.

Para esa época, se fundó en Suecia, el Banco de Estocolmo, este


banco aparte de realizar las operaciones ya establecidas, introdujo la
práctica de prestar dinero, y con ello, el de operar con los fondos de los
depositantes, manteniendo una reserva parcial para hacer frente a los
retiros de los depositantes, ya que, por primera vez, se había
determinado que no todos lo iban a hacer al mismo tiempo.

Mientras tanto, en la Inglaterra Victoriana, se fundaba en 1694 el


Banco de Inglaterra. Fue creado para ayudar a financiar las
operaciones de guerra. Ya para 1709 se convirtió en el primer banco
británico que se le permitió emitir acciones, y así fue por muchos años.
Más adelante se le otorgó el privilegio 1) intercambiar deuda pública
por acciones del banco y 2) un monopolio para la emisión parcial de
billetes de banco.

Un punto extraño es que mientras Italia desarrollaba todos los


mecanismos bancarios junto con los otros países del norte de Europa,
España no comprendió el "nuevo negocio bancario". Para realizar sus
operaciones bancarias utilizaban la ciudad de Amberes. España
estaba imbuida en su gran riqueza de oro y plata del nuevo mundo.
Pero aprendería más tarde, y de manera dolorosa, que el dinero no
estaba en los metales, sino en el crédito del negocio bancario.

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